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“Constitución Psíquica y diagnósticos en

la infancia”.
¿Cómo pensar una mirada psicopatológica
que pueda fundamentarse desde modelos
teóricos que trascienda lo observacional y
descriptivo y que permita orientar
intervenciones terapéuticas donde lo
singular del sujeto guie una posible
dirección de la cura?
Constitución Psíquica
 Una posible respuesta a la pregunta anterior la
podemos hallar en lo que algunos autores han
denominado como Constitución Psíquica (CP).
 La CP es el proceso a través del cual el aparato mental
se va estructurando y organizando a partir de la
relación con los otros.
 Surge como concepto a partir del trabajo con niños y
con pacientes psicóticos el cual difiere de la clínica de
la neurosis.
Constitución Psíquica
 En este sentido, nos muestra que el aparato mental
poco a poco se va complejizando para transformarse en
una estructura compuesta por distintas instancias: Cc-
Pcc-Icc o Ello-Yo-Superyó.
 Para esto, el niño debe atravesar por distintos
momentos lógicos y vivenciales siendo la presencia de
los otros su aspecto central.
 Por estar razón, la CP tiene dos dimensiones:
intrapsíquica e intersubjetiva.
 Para poder acercarnos a un modelo que permita una
adecuada lectura de la psicopatología infanto juvenil
debemos considerar dos aspectos que el concepto de
CP nos ofrece:
1-. Aparato psíquico en estructuración (intrapsíquico).

2-.Incidencia de los otros (intersubjetivo o


interpsíquico).
 El niño al momento de nacer necesita del otro materno
para existir. Gracias a su presencia el niño podrá ir
soportando la tendencia el desequilibrio (principio de
inercia) que caracteriza los primeros momentos de su
existencia.
 Desde el punto de vista “psíquico”, el niño no nace con
un aparato mental de entrada. Nace con la tendencia a
evitar aquello que perturba.
 El niño nace con una condición de indefensión ante la
vida, lo cual lo lleva desde el primer minuto a
depender de la madre para subsistir.
 La ausencia de ella o de algún sustituto traería un
desenlace fatal para el niño.
Mito familiar
 A través de la relación con la madre, el niño llega al
mundo y se inscribe en una historia que lo antecede, la
cual le asigna un lugar en donde éste se ubica.
 El niño se aloja en una cadena representacional que lo
anticipa y que le permite su inscripción en una
determinada estructura familiar.
 A esta estructura que antecede al niño y que se
constituye en su prehistoria Rodulfo la denominó
“mito familiar” (1989).
Mito familiar
“La cuestión de qué es un niño, en que consiste un
niño, (nos) conduce a la prehistoria, tomándola no
sólo en el sentido que Freud le otorga (primeros
años de vida que luego sucumben a la amnesia),
sino a la prehistoria en dirección a las generaciones
anteriores (padres, abuelos, etc), la historia de esa
familia, su folklore (…) esto es, lo que lo precede, los
modos y gradientes de lo ocurrido determinante
para ese niño, antes de que propiamente exista”
(Rodulfo, 1989).
 Cuando el niño nace llega a un mundo en donde su
existencia pasará por el encuentro con el otro materno.
 Es la madre quien a partir de la satisfacción de las
necesidades de su hijo se transformará en la alteridad
desde donde el niño podrá proyectar su propia
existencia.
 Es esta condición lo que hace que este encuentro deje
huellas imborrables en el psiquismo naciente del niño.
 La madre entrega una vivencia calmante, la cual se
transforma en una primera representación que liga esa
experiencia desbordante. En la medida que ciertos
estímulos dejan sus huellas, el niño deja de rechazar
todo, ciertas vivencias quedan (Principio de
Constancia).
 En otros términos, la madre mediante la satisfacción
de las necesidades biológicas ofrece un sostén afectivo
que poco a poco logra calmar al niño.
 Mediante estos primeros encuentros el niño va
adquiriendo vivencias que lentamente permiten la
continuidad de su existencia.
 En la medida que la madre responde a las urgencias
biológicas el llanto del bebé poco a poco se va
transformando en un mensaje que humaniza al niño.
 La madre significa y subjetiva algo que es del orden
biológico.
“La violencia en la interpretación” (1975)
 Piera Aulagnier (1975) plantea la existencia de 2
maneras en que la madre se vincula con el niño.
1-. Violencia Primaria: Es una oferta de significación
necesaria en el proceso de humanización del niño. Es
la asignación de sentido a los mensajes aportados por
el niño.
2-. Violencia Segundaria: Es un abuso de poder, en tanto
no tiene en cuenta las necesidades del niño. Exceso de
sentido que amenaza el proceso de subjetivación.
 La madre en el momento en que comienza a satisfacer
las necesidades comienza a dar sentido a las reacciones
del niño.
 Esto es necesario en el proceso subjetivación pero tiene
el riesgo de una imposición de la voluntad materna, es
decir, no reconocer que el niño es diferente a ella.
 Esta primer encuentro con el otro materno puede ser
precursor de factores contingentes para la posterior
aparición de psicopatología.
 Si esa experiencia desbordante se suma el rechazo del
otro, el displacer se vuelve dolor y el dolor en angustia
impensable (imposible de representar).
 También es posible que el niño quede como
depositario de las angustias no elaboradas de los
padres, lo cual anula la posibilidad de simbolización
(Ej: traumas transgeneracionales).
 La caricia o la palabra del otro pueden transformar lo
insoportable en algo tolerable.
 Permite una nueva red de representaciones que evita
un agujero en el psiquismo.
 El otro ayuda a traducir aquello que para el niño
resulta indescifrable. Esto hace que el niño se libere
del sin sentido.
 Estos estímulos que dejan huellas son aquellos que han
producido experiencias de placer. Son marcas o
representaciones que se comienzan a ligar con otras
representaciones que también han provocado placer.
 Estas asociación entre las distintas representaciones es
diferente en cada sujeto.
 El cómo una vivencia puede ser representada depende
de ciertos factores: estructura psíquica, historia
previa y sostén psíquico del entorno.
 En la relación con el otro materno se van construyendo
ritmos relacionales que generan un espacio psíquico
compartido con el niño.
 La madre ofrece cuidados que abren recorridos de
placer y displacer que van configurando un mapa
erógeno.
 En ese espacio el niño comienza a registrar los afectos,
sin diferenciarlo de los suyos.
 La alucinación primaria (Freud, 1900) es el primer
movimiento psíquico que señala la eficacia de las
huellas al presentíficar el objeto perdido.
 Esto es lo que para Freud da lugar al proceso primario.
 En la medida que este trabajo alucinatorio se va
complejizando se dará paso al pensamiento.
 Las huellas dejadas por el objeto de satisfacción se irán
inscribiendo y asociando entre ellas generando una red
representacional que dará paso al proceso segundario.
 Desde esta perspectiva, el deseo es la exigencia de
reencuentro con el placer perdido.
 También existen vivencias de dolor que también dejan
sus marcas. Estas generan desconexiones, quiebran
lazos, producen un ruptura representacional.
 En este sentido, el otro puede ayudar al niño a ligar lo
doloroso con otras representaciones.
 El niño, como hemos visto, va construyendo su
psiquismo en el entrecruzamiento con los estados
psíquicos de los otros.
 Si los adultos toleran o metabolizan sus angustias
ofrecerán esa forma de elaboración como modelo para
el niño.
 Esta imagen donada por el otro permitirá contar con
una organización representacional que inhibe la
descarga directa de los impulsos, la tendencia a la
alucinación permanente y la defensa patológica.
 El otro materno ofrece al niño un mundo codificado
por ella.
 El niño es investido del narcisismo parental, quien le
asigna una serie de perfecciones o capacidades que
poco a poco lo transforman en el “yo ideal”.
 Esto hace que el niño se identifique a esa imagen
omnipotente aportada por los padres.
 El niño arma su yo a partir de la imagen aportada por
la madre. Él se identifica a esa imagen que el otro
materno le asigna (identificación primaria).
 El niño no puede oponer enunciados identificatorios,
no puede apelar a otra representación. Entra en el
registro del ser a partir de lo que los otros le proponen.
 Una falla libidinizodora puede provocar una fractura
en la constitución del ideal. En estos casos se requiere
de una estructura defensiva para sostenerse.
 En la medida que el niño avanza en su desarrollo debe
ser capaz de ir progresivamente tolerando las fracturas
del narcisismo.
 Desde un punto de vista tópico, cada vez más el yo se
va diferenciando del ello.
 El yo va logrando una mayor diferenciación a través del
uso de la fantasía y el juego motor. A través de estos
recursos comienza a reconocerse como alguien
diferente del otro parental.
 Posteriormente el yo logra un mayor control
inhibitorio y un mejor dominio motor.
 Este mayor control del yo permite inhibir el devenir
pulsional.
 Esta mayor complejización del yo también se traduce
en relación a los afectos y en el pensamiento.
 Respecto a los afectos, surge la ambivalencia en la
relación con los otros quienes aparecen como figuras
capaces de sancionar o frustrar cuando algo no se
ajusta al ideal.
 Aparece la curiosidad por un mundo que le resulta
nuevo, ya no mediatizado por la madre.
 Se produce el encuentro con la diferencia. Es ahí
donde surgen las primeras teorizaciones respecto a la
diferencia sexual.
 Hay niños que desmienten la realidad de la diferencia
sexual, lo cual puede inhibir el desarrollo de la
curiosidad, es decir, del deseo de saber.
 Mediante las exigencias que el complejo de Edipo
impone al niño, su yo cada vez logra una mayor
diferenciación de los otros.
 La instalación de la represión, la constitución del súper
yo y la posibilidad de sublimar aparecen como recursos
que posibilitan la complejización necesaria para que el
yo del niño logre equilibrar las exigencias de una
realidad que cada vez se vuelve más demandante.
 La latencia en el niño coincide con el ingreso al
sistema escolar. Aquí el niño se enfrenta con una
separación concreta de los otros parentales, junto con
la posibilidad de interactuar con otros adultos que
pondrán a prueba los recursos psíquicos que se han ido
estructurando en la compleja relación con los padres.
 Mención aparte merece la presión por el rendimiento,
la cual vehiculiza desde tiempos muy tempranos el
encuentro del niño con la exigencia de una sociedad
que sitúa al éxito como ideal de vida.
 La pubertad surge como un segundo tiempo para el
sujeto. Se constituye en un reorganizador de la
economía psíquica.
 El renacer pulsional permite el surgimiento de nuevas
vías de placer, nuevos recorridos de satisfacción e
imágenes para un yo que se enfrenta ante la tarea de
comandar este proceso transformador.
 Como opera sobre la ya instalado permite una salida
para esas primeras experiencias, ya sea mediante su
articulación o desligazón.
 Lo silenciado, lo no integrado surge con la exigencia de
ser inscrito en este segundo tiempo.
 Cuando no se da lugar a esto pueden surgir las
tendencias actuadoras, las impulsiones, las a-
dicciones, las inhibiciones, las depresiones.
 Estas exigencias también pueden llevar a una
elaboración diferente, de la cual surja un movimiento
transformador. Es ese el capital fundamental con que
el adolescente puede contar para el establecimiento de
sus propios proyectos.
 Pueden surgir tendencias regresivas donde el otro
juega un papel fundamental.
 El adolescente busca un espacio en donde él pueda
crear. Su entorno debe ser capaz de sostener la ilusión
de ser el creador de su propio mundo.
 Esto ya que se enfrenta ante la difícil tarea de
desprenderse de lo que fue pero con la exigencia de
seguir siendo.
 Con todo lo que acabamos de revisar es posible
establecer fundamentos teóricos al acto de
diagnosticar.
 Ahora bien, para que esto permita un verdadero
trabajo clínico es necesario distinguirlo del acto de
clasificar.
Clasificar Diagnosticar

Busca encuadrar. Va desde lo Respeto por lo singular


particular a lo general

Traduce el sufrimiento del En qué momento de la


paciente en una constitución psíquica se
nomenclatura general encuentra el paciente

Las intervenciones se Las intervenciones son


desprenden de esa específicas para cada caso
clasificación
 Los diagnósticos son hipótesis de trabajo.
 Van delineando el trabajo específico para cada caso.
 Son el resultado de un trabajo exhaustivo donde lo
intersubjetivo como lo intrapsíquico resulta
fundamental.
 Sin un diagnóstico es imposible establecer objetivos
terapéuticos.

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