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Rubéola

Definición
La rubéola es una infección vírica contagiosa que afecta, principalmente, a
niños y a adultos jóvenes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la rubéola puede ser grave
para las mujeres embarazadas, debido al denominado síndrome de rubéola
congénita (SRC).
Las epidemias ocurren en intervalos irregulares durante la primavera. Las
mayores epidemias ocurren cada 6 o 9 años. En los países desarrollados
actualmente el número de casos es cada vez menor.
La rubéola es causada por un virus que se propaga a través

Causas
del aire o por contacto cercano.
Una persona con rubéola puede transmitirle la enfermedad a
otras desde una semana antes de la aparición de la erupción
hasta 1 a 2 semanas después de que esta desaparece.
Las posibilidades de que una persona no vacunada adquiera
la enfermedad si convive con alguien que la tiene son del 90
por ciento.
Cuando el virus se introduce en el organismo, pasa a la
sangre atacando a los glóbulos blancos, que a su vez
transmiten la infección a las vías respiratorias, la piel y otros
órganos.
Síntomas
Los síntomas comienzan entre los 14 y los 21 días después de la infección. La rubéola
se caracteriza por la aparición de pequeñas erupciones en la piel de un color rosáceo
que se inician en la cabeza y progresan hacia las extremidades, haciéndose más
numerosas en el tronco.
Junto a las manchas rojizas, los síntomas de la rubéola son bastante similares a los de
un síndrome gripal, con malestar general, fiebre poco intensa, enrojecimiento de los
ojos, dolor de garganta (faringitis) e inflamación dolorosa de los ganglios, del cuello
sobre todo, alrededor de la nuca y en la región posterior de las orejas.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en los síntomas
que presenta el paciente. Sin embargo,
muchos casos de rubéola son leves y/o
pasan inadvertidos.

Es difícil llevar a cabo el diagnóstico, ya


que las erupciones en la piel suelen ser
poco intensas y de escasa duración.
Un exudado faríngeo o nasal se puede enviar para
cultivo.

Se puede hacer un examen de sangre para ver si una


persona está protegida contra la rubéola. Todas las
mujeres que puedan resultar embarazadas deben
hacerse este examen. Si es negativo, recibirán la vacuna.
No existe un tratamiento específico para la rubéola. La
actuación de los especialistas durante la enfermedad suele
centrarse en el control de los síntomas y va dirigida a mitigar la
fiebre y el malestar general, como si se tratara de un proceso
gripal.
Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar
nuevos contagios. Hay que acudir al pediatra si el niño con
rubéola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o
cinco días.
Pronóstico
Si la infección se adquiere en la infancia, el pronóstico es muy bueno porque en los niños
los síntomas generalmente son más leves, y la enfermedad normalmente cura sin dejar
secuelas. Sólo en casos excepcionales se presentan complicaciones como encefalitis y
persistencia de la artritis.
En el caso de los adultos, aunque los síntomas suelen ser más intensos y molestos, la
rubéola se considera una infección leve, y la mayoría de las personas que la padecen
quedan inmunizadas de por vida.

En la rubéola congénita, dependerá de la gravedad de las secuelas, y de las posibilidades


que existan para tratar los síntomas.
La gravedad de las secuelas está estrechamente relacionada con el período gestacional en el que se
adquiera la infección. Así:

-En el primer trimestre del embarazo, la infección genera prácticamente un 100% de malformaciones
fetales graves. En ocasiones, y según la legislación vigente de cada país, se valora el aborto terapéutico.
-En el segundo trimestre, la tasa de afectación fetal disminuye notablemente a un tercio de los casos con un
índice de malformaciones en torno al 35% de los fetos.
-Mientras que en el último tramo de la gestación la infección no suele producir malformaciones.

Si se produjese actividad de la infección después del parto, estos niños pueden presentar complicaciones
hepáticas, cardiopulmonares o diabetes mellitus, dentro del síndrome de rubéola congénita expandida.
Prevención
Desde 1969 existe una vacuna contra la rubéola. Con la administración
de la vacuna se introducen virus debilitados en el organismo, de este
modo, el propio sistema inmune será capaz de combatirlo sin dar
apenas sintomatología. Gracias a que los anticuerpos específicos
contra la infección permanecen de por vida en el tejido linfático, el
individuo queda inmunizado frente a una nueva infección.
La vacuna se denomina 'triple vírica' debido a que se administran tres virus de
forma simultánea: el de la rubéola, el del sarampión y el de la parotiditis
(paperas). Se precisan dos dosis: la primera debe darse entre los 12 y los 15
meses, y la segunda a los 3 años de edad.

Es conveniente la vacunación de aquellos adultos que no recibieron la vacuna en


la infancia, porque esto contribuye a disminuir la incidencia de la enfermedad, lo
que resulta especialmente importante en mujeres en edad fértil.

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