Aristotélica Respecto al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que Platón, la teoría de la "sociabilidad natural" del hombre. El hombre es un animal social
La sociedad sea el resultado de una
convención establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en estado natural El por qué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza - según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene palabra. (Aristóteles, Política, libro 1, 1)
Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la
sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual Sociedad Civil 1) La clase de comunidad humana. La más antigua y sencilla de las comunidades es la familia, que existe porque un individuo no se basta a sí mismo. La familia es ante todo división del trabajo para satisfacer las necesidades cotidianas del alimento, el vestido, la crianza de los pequeños, la protección, etc. El segundo peldaño en la escala de las comunidades es la aldea, o unión de varias familias, que aparece para atender necesidades no cotidianas de la vida. La última es la pólis, o comunidad de aldeas, que no surge meramente para vivir, sino para vivir bien, porque es el único suelo en que puede arraigar una vida plenamente civilizada y autárquica. Solamente en una pólis bien ordenada pueden los mejores hombres, no las pasivas mujeres, los torpes esclavos o los artesanos y campesinos embrutecidos por el trabajo manual, alcanzar la plenitud de la vida humana. 2) El Estado como naturaleza humana La pólis está inscrita en el desarrollo mismo de la naturaleza humana y pertenece a ella, lo que no significa que haya de aparecer en todas partes donde haya hombres. Éstos pueden hacer el bien y el mal. Si se inclinan por lo primero pueden adquirir las virtudes éticas, propias del individuo o el grupo, y las políticas, propias del ciudadano (polités). Unas y otras son independientes entre sí, de manera que puede haber quien sea un buen ciudadano y un mal individuo. Esa potencialidad humana puede, como una semilla, germinar y crecer o no, tanto en lo ético como en lo político. Pero, lo mismo que decimos que la naturaleza de la semilla está en la espiga, la del hombre está en la pólis. No importa que los bárbaros, aptos sólo para la esclavitud y no para la libertad, carezcan de ella. También hay semillas que no germinan y animales que no llegan a la edad adulta. 3) Fines y medios de la pólis Un régimen así puede estar en condiciones de propiciar la vida mejor para todos los ciudadanos y éste debería ser su fin principal. La vida mejor consiste para un particular en poseer las tres clases de bienes que hay: los externos, como la riqueza y el buen clima, los del cuerpo, como la salud y el vigor físico, y los del alma, como las virtudes éticas y dianoéticas. Al revés de lo que creen algunos, a quienes bastan unos pocos bienes de la tercera clase y exigen abundancia de los de la primera, Aristóteles insiste en que deben tener un límite los de la primera y abundar los de la tercera. Para la pólis es lo mismo la vida mejor que para el hombre particular y a ella debe tender. 4) Oligarcas y demócratas Unos querrían poner todo en igualdad y otros todo en desigualdad, porque los inferiores quieren ser iguales y los iguales superiores. Por esto suceden todos los desórdenes y revoluciones en las ciudades. No siempre estos deseos son injustos. En ocasiones hay quienes tienen más honra y propiedades que otros de manera injusta, pero en otras de manera justa, y siempre, ya sea de una u otra manera, los afectos resultantes de esto empujan a los hombres a rebelarse contra el Estado: En las oligarquías, pues, amotínanse los muchos como gente agraviada por no participar en las cosas igualmente, y en las democracias, los más ilustres, porque les hacen vivir en igualdad, no siendo iguales. 5) La clase media Un régimen político evitará en lo posible los desórdenes y la delincuencia si reduce la masa de pobres, pues por la pobreza se cometen la mayor parte de los delitos, y evita que sea muy reducida y demasiado adinerada la de los ricos, pues por ambición se cometen los delitos mayores. No debe haber riqueza excesiva ni excesiva pobreza. Lo mejor es que haya una clase media grande, compuesta de hombres cuyas posesiones no sean tan escasas que tengan que vivir degradados, y sí lo suficientes como para poder ser desprendidos, desinteresados y selectos, de modo que puedan evitarse por igual los males del gobierno de los más, reducidos a pobreza, y los del de los menos, poseedores de grandes riquezas. Las clases medias salvan a los Estados, pues están dispuestas a obedecer las leyes, como corresponde a la mayoría, con tal de que sean estables, y a participar en el gobierno sin dejarse llevar de la ambición, lo cual debe ser propio de la minoría.