Factor tan importante como la religión en la estructura familiar y social de los pueblos
primitivos, es el tótem; o sea, el animal, objeto o fenómeno de que deriva su apellido
el grupo de individuos ligados por consanguinidad real o ficticia. Arranca este vínculo de una alianza de sangre establecida entre el fundador del grupo y el animal, objeto o fenómeno escogido, la cual se trasmite a los descendientes de ambos contratantes. El clan, si se trata de pueblos matriarcales, y la gens, si de pueblos patriarca les, se consideran emparentados con el animal, objeto o fenómeno; no sólo toman de él el apellido, que se estima como un blasón, sino que también se atribuyen las cualidades del aliado y creen tener una influencia especial sobre él. Los cugas más generalizados eran huenu (cielo) y antu (sol). Les seguían. Pillán (el espíritu de los antepasados), que además de su papel religioso solía hacer de tótem; cura (piedra), lemu (bosque), lican (piedrecilla), lavquen (mar o lago), milla (oro), taru (ave de rapiña), ñancu (águila), leufo (río), co (agua). Los nombres de animales y de aves ocupan un lugar secundario. Cuando el tótem era un objeto inanimado o alguna fuerza de la naturaleza, los indios lo simbolizaban en un ser vivo. • Ambos pueblos eran enemigos. Los yámana se desplazaban libremente por las islas del Canal, pero a su costa norte, Qnai- ,sin (tierra de la gente del norte), atracaban sólo en invierno y comienzos de primavera, épocas en que la Cordillera de los Andes, cubierta por hielo y nieve, impedía a los nómadas haush y selknain (ambos onas) deambular por la costa. En los encuentros los yámana llevaban la peor parte, pues sus contendores, gigantescos flecheros, eran más diestros y veloces en tierra. Por otra parte, a los selknam les apetecía comer productos marinos, mas eran torpes en su búsqueda, por lo cual la presencia en su tribu de una mujer yámana solucionaba el problema. La conseguían mediante el ataque imprevisto y el rapto, a menudo ácompañado del asesinato de los varones. Descubrimiento y conquista • Que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, […] ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?‖. (Sermón de Fray Antonio de Montesinos, La Española, 1511). • Yo afirmo que yo mismo vi ante mis ojos a los españoles cortar manos, narices y orejas a los indios e indias, sin propósito, sino porque se les antojaba hacerlo, y en tantos lugares y partes que sería largo de conta. (Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias).