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LA PSICOLOGÍA TEOLÓGICA

DEL APÓSTOL PABLO


La dimensión psicológica de la historia
de la salvación

Mg. ORLANDO DORIVAL


Psicólogo clínico
Master of Christian Education
PRESENTACIÓN
Teólogos y especialistas de las ciencias bíblicas afirman
que la Epístola a los Romanos es el Evangelio del após-
tol Pablo, pero teológicamente desarrollado.
Un estudio profundo de esta importantísima obra,
revela que la mente humana juega un papel fundamen-
tal, no solo en la explicación del problema del pecado, si-
no también en la explicación de la salvación por la fe en
Jesucristo. Esto nos ha llevado a hablar de la presencia de
una psicología teológica en la obra paulina, que comple-
menta la obra espiritual de Dios por el Espíritu Santo.
1. EL EVANGELIO DE DIOS
en el
EVANGELIO se JUSTICIA
revela
DE DIOS la DE DIOS que es FE EN
por la
JESUCRISTO

El apóstol Pablo comienza su Epístola a los Romanos


conectando –a través de la historia- el evangelio con
los Profetas del Antiguo Testamento. Y con esto quie-
re decir que el evangelio tiene el mismo valor que lo
revelado por los Profetas.
2. DIOS ESTÁ CON IRA: EL PROBLEMA
¿Por qué?
1. Por la impiedad e injusticia humanas.
2. Porque, con su maldad, obstruyen la verdad.
3. Teniendo la revelación de Dios en la naturale-
za, no quisieron adorarle y rechazaron cono-
cerle.
4. Al hacer eso, sus falsos razonamientos los en-
gañó y se les obscureció el corazón.
Se volvieron necios.
Por tanto,
5. Dios los entregó a una mente reprobada.

Conclusión: No hay justo ni aún uno; no hay quien


entienda, no hay quien busque a Dios.
Todos se descarriaron.
El hombre tiene una mente reprobada.
3. DIOS ES AMOR: LA SOLUCIÓN
A la nueva justicia de Dios se llega por medio de la fe en
Jesucristo.
Y con la fe (en Jesucristo), confirmamos
la Ley (de Moisés).
Por tanto,
a) Dios pide un nuevo sacrifico: véase Ro. 12:1.
b) Dios tiene que transformar (metamorfoúsis) nues-
tro ser por medio de la renovación mental (anakaí-
nosis y metánoia) que lleva a un nuevo modo de vi-
da por obra del Espíritu Santo: véase Ro. 12:2.

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