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NICOLAS MAQUIAVELO

Natalia Toapanta Lasso 11-5


Contexto Histórico
 Este hombre nació en 1496 en la época del
renacimiento. Esta época se caracteriza
principalmente por el cambio drástico de
doctrinas. Nace la burguesía. Se desarrolló
entre los siglos XV y XVI e inició en Italia.
 En esta época se puede apreciar que se
amplía el comercio ya que al desarrollarse un
estado nacional esto es más factible y
seguro.
 Se inician las guerras entre la iglesia y el
estado y quien gobierna es el emperador o el
papa
En este periodo nació el conocido Absolutismo
que consiste en que el poder de crear leyes
es única y absolutamente del rey. Este tiene
poder sin límites ya que sus acciones
provienen de Dios, el rey representa a Dios
en la tierra. En el siglo XVI se forman los tres
y más grandes países absolutistas de
Europa: Inglaterra, Francia y España. La
rebelión era siempre condenable ya que Dios
había sustituido toda autoridad.
Lo que defiende la iglesia es el absolutismo del
papa, ya que en aquel entonces el rey era
quien tenía más poder. El rey no podía
abusar de su autoridad ni de su poder.
Pensamiento Político
 Su actividad diplomática desempeñó un
papel decisivo en la formación de su
pensamiento político, centrado en el
funcionamiento del Estado y en la psicología
de sus gobernantes. Su principal objetivo
político fue preservar la soberanía de
Florencia, siempre amenazada por las
grandes potencias europeas, y para
conseguirlo creó la milicia nacional en 1505.
 la construcción de su teoría se baso en la
observación de las realidades políticas de su
tiempo y en el análisis que le proporcionaba
el estudio de los fenómenos políticos
pretéritos.
En su obra el Príncipe, examino las causas
de la grandeza y decadencia de los Estados.
Propuso una serie de medidas que seguir
por los gobernantes para la adquisición,
conservación y fomento de su poder.
Pensamiento Político en la actualidad
 Es un perfecto manual de las técnicas de poder, y de cómo toda acción
política debe ser evaluada en función de su capacidad para obtenerlo y
mantenerlo, no de su ajuste más o menos cabal a los imperativos de la
moralidad. Lo que importa es el éxito a la hora de buscar este objetivo, y
aquel condiciona la naturaleza de los medios que sean necesarios para
alcanzarlo. “El que quiere el fin debe querer los medios”, que diría
Nietzsche. Y los medios que se requieren para el sustento y la protección
del Estado —o la conservación del poder por parte del príncipe— no
siempre se prestan a los dictados de la acción moral. Es más, si un
gobernante no está dispuesto a renunciar a la moral cuando las
circunstancias así lo exijan, más vale que se dedique a otra cosa. “Un
príncipe que quiera mantenerse como tal debe aprender a no ser
necesariamente bueno, y usar esto o no según lo precise”. Vicio y virtud
serían así categorías de la moral, no de la política. Porque la política exige
mancharse las manos, es irreconciliable con una visión de la realidad en la
que la acción moral siempre nos ofrece una alternativa a lo que se impone
como necesario, que haya algo así como una armonía entre principios
éticos y las consecuencias específicas derivadas de aplicarlos .

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