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La sociedad Judía en

tiempos de Jesús
Referencia

Autores:
Christiane
Saulnier, Bernard
Rolland, Gérard
Billon
Publicación:
Editorial Verbo
Divino, 2016
Referencia

Autor:
Joachim Jeremías
Publicación:
Ediciones
Cristiandad, 1980
Sociedad Judía
El Sanedrín
El clero
El sumo sacerdote
Los sacerdotes
Los levitas
El pueblo
Los ancianos
La clase media
El pueblo llano
Los pobres
Los escribas
Los grupos religiosos
Textos bíblicos

Mateo 26:3, 57 // Marcos 14:53


Mateo 8:4 // Lucas 10:31-32
Marcos 8:31, 11:27 // Lucas 9:22
El Sanedrín

Del griego synédrion ,‘reunirse juntos’. Es el tribunal supremo de Israel. Sus


orígenes se remontan, tal vez, a la época persa, y fue constituido bajo el
reinado de Juan Hircano (134-104 a.C.).
A semejanza de las ciudades helenísticas, es un consejo que asiste al jefe
supremo de la nación (sumo sacerdote). Está formado por 71 miembros:
ancianos, ex sumos sacerdotes, sacerdotes (saduceos con frecuencia), y,
después, cada vez más, escribas (fariseos en su mayoría).
Herodes el Grande limitó sus poderes, que Roma restaurará y ampliará.
Tribunal de justicia, juzga los delitos contra la Ley, define la doctrina y
controla toda la vida religiosa.
Se ha discutido mucho para saber si en la época de Jesús tenía el poder de
condenar a muerte. En todo caso, para dictar una sentencia capital, eran
necesarias dos sesiones con veinticuatro horas de intervalo.
Tenía una guardia a su disposición (cf. Jn 18,3.12). Se reunía en un salón del
Templo de Jerusalén situado entre el atrio de Israel y el de los sacerdotes.
Fuera de Jerusalén había pequeños sanedrines formados por 23 miembros, de
los que formaba parte el juez (Mt 5,21-25).
El clero

El sumo sacerdote
Al regreso del exilio (538 a.C.), puesto que ya no hay reyes, el sumo
sacerdote se va convirtiendo en una figura de importancia en la
sociedad judía.
Él es el responsable de la Ley, del Templo y presidente del
Sanedrín.
Es el único que tiene la potestad de orar por el pueblo entero, el
único que puede entrar, una vez al año, en el lugar santísimo del
Templo, para la expiación total; su muerte incluso tenía un valor
expiatorio, puesto que en esta ocasión eran indultados los asesinos.
Leer Números 35:11, 28.
Debido a sus funciones, goza de una gran dignidad, que se traduce
en una situación económica confortable: cada tarde, es el primero
en elegir entre las ofrendas hechas al Templo y destinadas a los
sacerdotes.
El clero

El sumo sacerdote
El Templo es para él una fuente de ingresos. El comercio realizado en
él es muy importante: debido a las normas de pureza que regían para
los animales que iban a ser sacrificados, los peregrinos estaban
prácticamente obligados a comprarlos en el Templo; por otra parte, se
compraban grandes cantidades de maderas preciosas, perfumes y otros
objetos de lujo, solo dignos del Señor.
Este comercio pertenece a la familia del sumo sacerdote o bien es
confiado a otras personas que pagan un elevado precio por quedarse
con el negocio.
Además, a veces se apropiaba de las pieles de los animales degollados
que debían ser para los otros sacerdotes; lo mismo ocurría con el
diezmo.
El clero

El sumo sacerdote
El sumo sacerdote no es, por consiguiente, muy popular, sobre todo porque depende del
poder político. Los seléucidas y después Pompeyo nombraban al sumo sacerdote cuando
el puesto quedaba vacante, pero, al menos, lo nombraban de por vida.
Herodes el Grande, y, posteriormente, los prefectos y los procuradores, se atrevían a
destituirlo a capricho: mientras que durante más de un siglo y medio (entre el 200 y el
36 a.C.) solo hubo trece sumos sacerdotes, en solo un siglo (del 36 a.C. hasta el 67 d.C.)
se sucedieron veintiséis. Además, de los veintiséis, veinticinco procedían de cuatro
familias solamente.
Podemos imaginarnos su poder político y económico, su influencia y sus intrigas.
Factores todos que constituyen la estructura del partido saduceo.
Bajo el sumo sacerdote encontramos una serie de funcionarios llamados «jefes de los
sacerdotes»:
el «comandante del Templo», responsable del culto y de la policía, que suplía al
sumo sacerdote en caso de necesidad,
los jefes de las veinticuatro «secciones semanales»,
los siete «vigilantes» responsables del mantenimiento
y los tres «tesoreros». Todos estos cargos son ocupados por miembros de la familia
del sumo sacerdote o por amigos nombrados por él.
El clero

El jefe supremo del templo


En las ceremonias solemnes asistía al sumo sacerdote,
ocupando el puesto de honor a su derecha.
Podía sustituir al sumo sacerdote si este no podía
realizar su función el día de la expiación.
Tenía a su cargo:
La supervisión del culto.
La suprema autoridad policial. Leer Hechos 5:24, 26.
Los jefes de las secciones
semanales y de turnos diarios

Nm. 5:11-31
Los guardianes del templo

Cantidad: 7
Función:
Tenían las 7 llaves del atrio de los
israelitas y de los sacerdotes.
Tenían que estar todos presentes.
Cada uno tenía una llave.
Vigilaban el santuario.
Los tesoreros del templo
Los tesoreros del templo
El clero

Los sacerdotes
Con un número que se elevaba a los 7 000, los sacerdotes estaban
encargados de ofrecer los sacrificios en el Templo y de mantener su
parte central. Pero no todos eran necesarios para satisfacer las
necesidades habituales del culto. Por eso se dividieron en 24 grupos
que servían durante una semana por turnos. Cada mañana se sorteaban
quiénes tendrían una función particular en el culto (tal es el caso de
Zacarías, en Lucas1,9). Todos los grupos se unían en el servicio con
ocasión de las tres grandes fiestas de peregrinación. Así pues, cada
sacerdote ejercía su ministerio en el Templo cinco semanas al año; el
resto del tiempo lo ocupaba como consejero del tribunal de su
localidad, cuando un caso exigía su presencia.
El clero

Los sacerdotes
Este clero era pobre. Recibe sus ingresos de dos elementos:
la parte procedente de los sacrificios realizados (cinco semanas al año)
y el diezmo. Pero, desde hacía tiempo, un cierto número de judíos no lo
pagaban (olvido voluntario, recursos limitados…).
Para sobrevivir, los sacerdotes ejercían también un oficio: carpinteros,
canteros (Herodes el Grande formó a mil de ellos antes de ampliar el
Templo), mercaderes y carniceros. Algunos se hicieron escribas.
El sacerdocio era hereditario. Se transmitía con dos
condiciones: que la esposa fuera una verdadera judía y no una
hija ilegítima, y que el hijo no tuviera ninguna discapacidad
física o mental.
El clero
Los levitas
Los levitas eran considerados como subalternos. Constituían un total
aproximado de 10,000 miembros, divididos, también ellos, en veinticuatro
grupos, con cinco semanas de servicio al Templo por año. No parece que
recibieran ningunos ingresos por este servicio: no tenían derecho a la parte
correspondiente de los sacrificios ni al diezmo (Nm 18,8-32). Como los
sacerdotes, ejercían los oficios más variados para vivir.
En el Templo se les dividía en dos grupos:
los cantores-músicos» que, colocados entre el atrio de Israel y el de los
sacerdotes, animaban las liturgias;
y los «porteros», que cuidaban y limpiaban el Templo (salvo el atrio de los
sacerdotes), controlaban el acceso a los atrios y mantenían el orden.
Los dos grupos eran diferentes y aquel que realizara el trabajo conferido a otro
era condenado a muerte. En el siglo I, cada uno de los grupos comenzó a exigir
una promoción social. Esta tendría éxito en el 64 d.C. Los músicos tendrían
derecho a vestir como los sacerdotes y los porteros podrían aprender los
himnos, como los músicos. Esta promoción, concedida por Agripa II, que
quería degradar a los sacerdotes, fue muy mal acogida por el pueblo, hostil a
todo cambio.
Resumen
El pueblo

Los sacerdotes y los levitas pertenecían


a la tribu de Leví, aquella que, entre las
doce tribus de Israel, estaba
consagrada a Dios.
Los demás formaban el conjunto del
pueblo.
El pueblo

Los ancianos
Apenas existía relación alguna entre los jefes de un pueblo, que vivían
como todos los demás (Dt. 19:12, Esdras 10:14), y el pequeño grupo
de ancianos que formaban parte del Sanedrín de Jerusalén.
Estos últimos constituían la aristocracia laica de Israel, una aristocracia
poco numerosa pero rica, gracias a sus grandes propiedades o al
comercio.
Estos notables estaban necesariamente vinculados con el mercado
principal, el Templo, y sus dirigentes, los sumos sacerdotes.
Asimismo, el poder romano se los ganó dándoles cargos de consejeros.
Para Roma, estos consejeros eran excelentes campesinos-cosecheros
de los impuestos indirectos: su propia fortuna era la garantía de que, de
todos modos, el impuesto entraría en las arcas del Imperio.
El pueblo

Los ancianos
Por muy ricos que fueran, carecían del prestigio atribuido al
Templo y al sacerdocio. Por eso buscaban las migajas de estos:
las familias más adineradas y, sobre todo, las más antiguas
mantenían celosamente el privilegio de ofrecer, en ciertos días,
la madera necesaria para los sacrificios y, en especial,
excepcionalmente sus varones jóvenes podían unirse a los
levitas músicos para acompañarles en los oficios: en lugar de
permanecer en el atrio de las mujeres, se situaban entonces entre
el atrio de Israel y el de los sacerdotes.
Muy aferrados a sus privilegios, unidos a los sumos sacerdotes
como también a Roma, los ancianos eran en su mayoría
saduceos.
El pueblo

La clase media
Algunos se especializaron en Jerusalén en hacer recuerdos para los
peregrinos o en hacer objetos de lujo que se usaban abundantemente
durante las fiestas. También encontramos toda una gama de oficios
relacionados con la acogida y el alojamiento de los peregrinos:
hostelería, restauración, transporte y comercio.
El consumo debía ser muy importante en Jerusalén, puesto que según
la Ley cada judío debía gastar en ella gozosamente ante Dios «el
segundo diezmo», bien en especie o en compras: comida, vestidos o
perfumes y objetos de lujo (pues el segundo diezmo no podía utilizarse
para ofrecer sacrificios).
Los comerciantes aprovechaban la ocasión, pues los precios eran
mucho más elevados que en el campo (al menos los higos eran tres
veces más caros).
El pueblo

El pueblo llano
Formada por trabajadores con escasos ingresos,
despreciados por los escribas y los fariseos,
llamados el ‘am ha’ares,̣ el «pueblo de la tierra»,
incultos… Sin embargo, una gran cantidad de
escribas ejercen profesiones humildes y los medios
populares constituyen el principal apoyo de los
fariseos, porque es el pueblo el que siente más
dolorosamente el peso de la presencia romana: sufre
pacientemente esperando la intervención liberadora
de Dios.
El pueblo

El pueblo llano
Los campesinos se contentan, frecuentemente, con
consumir sus productos o hacer algo de trueque para
evitar los impuestos de los mercados.
En Judea y Samaria, las explotaciones son
pequeñas, de tipo familiar; a menudo solo el
primogénito puede quedarse con la finca, mientras
que los demás hijos se hacen obreros o se expatrían.
En Galilea, las explotaciones parecen ser más
importantes.
El pueblo

El pueblo llano
Numerosos oficios estaban mal vistos, incluso
menospreciados. Según las fuentes rabínicas antiguas, el
curtidor «apesta» tanto que pierde toda su dignidad —
hasta el punto de que su mujer puede separarse de él
cuando ella quiera (caso infrecuente en el que el marido
puede estar obligado al divorcio); el tejedor es tan
mentiroso que no es aceptado como testigo al igual que
la mujer del esclavo; el pastor es considerado como un
ladrón; el médico practica una medicina clasista,
desatendiendo a los pobres.
El pueblo

El pueblo llano
Existían dos categorías de obreros. Los que eran
contratados a jornal —situación precaria (Mt 20,1-
16)— y los asalariados estables de una explotación
agrícola, media o grande, de una empresa de
transporte o del taller de un importante artesano.
También podía trabajarse como sirviente en casa de un
notable o en la corte, o bien conseguir empleo en las
obras de construcción.
El pueblo

Los pobres
Debido a un mal negocio, a un accidente o a una enfermedad, se
llegaba a la incapacitación laboral, convirtiéndose así el sujeto en
mendigo, ladrón o esclavo.
Los mendigos eran numerosos en Jerusalén y los peregrinos eran
generosos con ellos; en efecto, una parte del «segundo diezmo» puede
servir de limosna, que es una obra «de misericordia» muy loable. Entre
ellos encontramos muchos «leprosos»
También podía llegar a ser tentador dedicarse a robar, tanto en
Jerusalén como a lo largo de los caminos, donde eran asaltados los
viajeros imprudentes. Aunque los términos «bandolero» o «bandido»
se aplicaban a los zelotas, parece seguro que los ladrones constituían
un grupo que se hizo cada vez más numeroso durante los años 60 d.C.,
aprovechándose de la inestabilidad política. Ya hacia el 35 a.C.,
Herodes el Grande había emprendido una guerra contra ellos.
El pueblo

Los pobres
Los esclavos judíos. El ladrón que era capturado y no
podía restituir lo robado o el judío que pedía un préstamo y
no podía devolverlo, perdía su libertad y se convertía en
esclavo. Solo podían convertirse en esclavos un hombre
adulto o una niña de menos de doce años, pero no el hijo ni
la esposa. La niña era liberada al cumplir los doce años, a
menos que su dueño se casara con ella, lo que suprimía
inmediatamente su esclavitud.
El hombre se mantenía en esclavitud por una duración
máxima de seis años, hasta el año sabático. El dueño lo
compraba por una suma que variaba entre una y diez
minas.
El pueblo

Los pobres
Los esclavos paganos. Era comprado para toda
la vida, y costaba, según sus cualidades, entre
veinte y cien minas. No podía poseer nada y todo
cuanto podía recibir como indemnización por una
lesión pertenecía al dueño; así pues, no podía
ahorrar nada para redimirse, mientras que entre
los romanos sí tenía esta posibilidad. El dueño
trataba a este esclavo como quería. Las únicas
limitaciones a este poder eran algunas
mutilaciones (que provocaban una liberación
inmediata) y el asesinato, perseguido como delito.
El pueblo

Los escribas
Poco numerosos, con un peso social considerable, los escribas procedían de los
grupos de los ancianos y de los sacerdotes, como también de entre los obreros.
La mayoría eran laicos.
Especialistas de la Ley. Mientras que al sacerdote se le exigía sobre todo
ofrecer los sacrificios al Señor, al escriba se le exigía explicar y actualizar la
Ley en función de los tiempos nuevos y de los problemas concretos que se
planteaban. Se esperaba también de él que fuera un guía espiritual, para
interiorizar la fe en Dios y tratar de vivir cada vez mejor según su voluntad.
Su profundo conocimiento de las Escrituras y su competencia jurídica hacía de
los escribas personajes indispensables en los diferentes consejos y tribunales:
sin ellos habría sido imposible desenredar con equidad los casos difíciles. Esta
competencia les daba un lugar en el Sanedrín. Sus investigaciones, apoyadas
en una fe profunda que animaba toda una vida moral, los situaban, más bien,
del lado de los fariseos, aunque algunos eran saduceos o independientes.
El pueblo

Los escribas
Competencia y simplicidad. No es escriba quien quiere: son
necesarios largos estudios, un conocimiento perfecto de la Ley y de
todas las tradiciones orales, algunas ciertamente muy sutiles, como
también un juicio fundamentado, reconocido por los otros escribas. En
el siglo II de nuestra era, se obtenía oficialmente el título de escriba o
«doctor de la Ley» a partir de los cuarenta años. El escriba tenía
derecho a vestirse de una forma especial, a la presencia en casi todas
las asambleas y a los saludos respetuoso de todos, incluso en la calle.
Sus honorarios eran mínimos. Pues al igual que Dios había dado
gratuitamente su Ley a los hijos de Israel, el escriba debía dispensar
gratuitamente su enseñanza y sus consejos. Para vivir se le daba una
retribución igual a la que hubiera ganado ejerciendo su oficio habitual
y, como por regla general, el oficio era humilde…
Flavio Josefo presenta tres «sectas» (o corrientes de ideas):
fariseos, saduceos y esenios.

LOS GRUPOS RELIGIOSOS


Los saduceos

Hay 4 teorías sobre su origen.


Fue una secta que apareció en Israel alrededor del 200
a.C. A ella pertenecían los elementos más influyentes de
la sociedad, especialmente sacerdotes, comerciantes y
aristócratas. Dominaban la vida en el templo, que era su
esfera particular de actividad. Muchos eran miembros del
Sanedrín. El nombre, en hebreo zedukim, se deriva de
Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de David (2 S. 8:17),
cuya familia, según Ezequiel, fue escogida como digna de
encargarse de los asuntos del templo (Ez. 40:46; 44:15;
48:11).
Referencia: Alfonso Lockward, (Miami: Editorial Unilit,
1999), 912.
Los saduceos

Citados en el NT:
Mateo 3:4-10; 16:1–12; 22:23–34;
Marcos 12:18–27
Pregunta sobre la resurrección (7 hermanos y
una esposa)
Lucas 20:27–38
Pregunta sobre la resurrección (7 hermanos y
una esposa)
Hch. 4:1–2; 5:17-18; 23:6–8.
Creencias de los saduceos

La marca religiosa de los saduceos fue su conservadurismo. Negaban la validez


permanente de toda ley que no formara parte de los escritos del Pentateuco.
Negaban:
(1) la resurrección y la retribución en el más allá, afirmando que el alma muere juntamente con el
cuerpo (Mt. 22:23–33; Hch. 25:8; Ant. 18:1, 4; Guerras 2:8, 14).
(2) La existencia de los ángeles y de los demonios (Hch. 23:8).
(3) La predestinación, a la que oponían el libre albedrío.
Enseñaban que sufrimos las consecuencias directas de nuestros actos, buenos o malos, y
que aparte de esto Dios no se ocupa de nuestra conducta (Ant. 13:5, 9; Guerras 2:8, 14).
Su negación de la inmortalidad y de la resurrección se basaba, según ellos, en el hecho de
que la Ley de Moisés no contiene textos explícitos acerca de estas doctrinas.
Referencia: Samuel Vila Ventura, (TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1985), 1040.
Creían que no existía el destino, que el hombre podía elegir libremente entre el bien y el
mal, y que la prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del
hombre.
Referencia: J.D. Douglas, (Miami: Sociedades Bıb
́ licas Unidas, 1991).
Explicación:
Al negar la resurrección de los muertos es porque se apoyaban en la concepción tradicional de una
retribución inmediata: ellos poseían la riqueza y el poder porque Dios les bendecía al ser los justos.
Aceptar un juicio y una retribución tras la muerte le haría salir de su seguridad: ¿cómo pensar en un
mundo donde «los primeros serían los últimos»?
Los fariseos

Del arameo parash: «separado»


Centraban la religión en la observancia de la Ley, enseñando
que Dios solamente otorga su gracia a aquellos que se ajustan
a sus preceptos. De esta manera, la piedad se hizo formalista,
dándose menos importancia a la actitud del corazón que al acto
exterior. La interpretación de la Ley y su aplicación a todos los
detalles de la vida cotidiana tomaron una gran importancia.
Referencia: Samuel Vila Ventura, (TERRASSA (Barcelona):
Editorial CLIE, 1985), 373.

La Torá se dividía en dos: la Torá escrita y la Torá oral. Las dos


fueron dadas por Dios en el Sinaí, si bien la segunda es el
movimiento interpretativo de la primera que se ha transmitido de
generación en generación.
Los fariseos

Interpretaban las tres divisiones del


Antiguo Testamento (Ley, Profetas y
Escritos), adaptándolas, por medio de una
serie de tradiciones orales, a las
necesidades cotidianas del pueblo.
La inmensa mayoría de los escribas eran
fariseos y los términos son casi sinónimos.
Referencia: Wilton M. Nelson and Juan Rojas
Mayo, (Nashville: Editorial Caribe, 1998).
Creencias de los fariseos

Defendían la doctrina de la predestinación, que


estimaban compatible con el libre albedrío.
Creían en la inmortalidad del alma, en la
resurrección corporal, en la existencia de los
espíritus, en las recompensas y en los castigos en
el mundo de ultratumba.
Pensaban que las almas de los malvados
quedaban apresadas debajo de la tierra, en tanto
que las de los justos revivirían con cuerpos nuevos
(Hch. 23:8, Ant. 18:1, 3; Guerras 2:8, 14).
Referencia: Samuel Vila Ventura, (TERRASSA
(Barcelona): Editorial CLIE, 1985), 373.
Los fariseos

Citados en NT:
Mateo 3:6-7; 9:10-13; 12:9-14; 15:1-20;
16:1-12; 23:1-3, 13-29
Marcos 2:18-19
Lucas 5:17-21; 7:29-30; 7:36-47; 11:37-
44; 14:1; 15:1-2; 16:13-14; 18:10-13
Juan 7:32; 7:48; 9:13-16; 12:42
Los escribas

Los escribas eran expertos en el estudio


de la ley de Moisés (Torá). Al principio
esta ocupación pertenecía a los
sacerdotes.
Esdras era sacerdote y escriba (Neh. 8:9);
estas ocupaciones no eran
necesariamente independientes una de
otra.
La aparición de los escribas puede
fecharse después del exilio babilónico.
Los escribas

Los escribas fueron los que iniciaron el servicio


de la sinagoga.
Algunos fueron miembros del Sanedrín (Mt.
16:21; 26:3).
Después del año 70 d.C. la importancia de los
escribas aumentó.
Preservaron en forma escrita la ley oral, y
transmitieron fielmente las Escrituras hebreas.
Esperaban de sus pupilos una reverencia
mayor que la que se debía a los padres.
¿Cómo ser escriba?

Quien deseaba ser admitido en la corporación de los escribas por la


ordenación debía recorrer un regular ciclo de estudios de varios años.
Se comenzaba joven el ciclo de su formación como alumno (talmid).
El alumno estaba en relación personal con su maestro y escuchaba su
enseñanza. Cuando había llegado a dominar toda la materia tradicional y
el método de la halaká, hasta el punto de estar capacitado para tomar
decisiones personales en las cuestiones de legislación religiosa y de
derecho penal, era «doctor no ordenado» (talmid hakam).
Pero cuando alcanzaba la edad de 40 años podía ser recibido por la
,

corporación de escribas como miembro de pIeno derecho, como «doctor


ordenado» (hakam). A partir de entonces de estaba autorizado a atenter
asuntos de legislación religiosas y ritual, a ser juez en los procesos
criminales y a tomar decísiones en asuntos civiles, bien como miembro de
una corte de justicia, bien individualmente.
Escriba ordenado

Tenía derecho a ser llamado Rabbí.


Sólo los doctores ordenados creaban y
transmitían la tradición derivada de la Torá, la
cual, según la doctrina farisea aceptada por la
generalidad del pueblo, se encontraba en pie
de igualdad con la propia Torá , incluso por
encima de ella .
Sus decisiones tenían el poder de «atar» y
«desatar» para siempre a los judíos del mundo
entero.
Leer Mateo16,19; 18:18.
Función de los escribas

Preservaban la ley. Fueron los estudiosos profesionales de la ley, como también


1.
sus defensores, especialmente en el período helenístico, cuando el sacerdocio
se había vuelto corrupto. Trasmitían decisiones legales no escritas que habían
aparecido como resultado de sus esfuerzos por aplicar la ley mosaica a la vida
diaria. Insistían en que esta ley oral era más importante que la escrita. Leer
Marcos 7:1-13.
2. Reunían alrededor de sí muchos alumnos y los instruían en la ley. Se esperaba
que los alumnos retuviesen lo que se les había enseñado, y que lo transmitirían
sin variaciones. Exponían en el templo (Lc. 2:46; Jn. 18:20). Su enseñanza
debía ser gratuita (así el rabí Sadoc, Hillel, y otros), pero probablemente
recibían paga (Mt. 10:10) , e, incluso, se aprovechaban de su honorable
posición (Mr. 12:38-40).
3. Se los mencionaba como “abogados” y “maestros (o intérpretes) de la ley”,
debido a que tenían a su cargo la administración de la ley como jueces en el
Sanedrín (cf. Mt. 22:35; Mr. 14:43, 53; Lc. 22:66; Hch. 4:5-7). “Abogado” y
“escriba” son sinónimos, por lo cual nunca se une ambos términos en el NT. Por
sus servicios en el sanedrín no recibían paga. Por lo tanto, estaban obligados
de ganarse la vida por otros medios si no poseían riquezas.
Curiosidades sobre los escribas

Los escritos sagrados del AT no eran accesibles


directamente a la gente, ya que estaban redactados en la
«lengua sagrada», el hebreo, mientras que la lengua
popular era el arameo.
Aun en el Siglo 1 de nuestra era los doctores dirigentes
combatieron la difusión del AT en arameo.
En Jerusalén, al escriba Rabban Gamaliel 1 (hacia el 30
d. C.). Se le presentó, en la explanada del templo, una
traducción aramea (targum) del Iibro de Job, y lo hizo
emparedar (ocultar entre paredes) como una producción
prohibida.
Leer Mateo 23:13 y Lucas 11:52.
Curiosidades sobre los escribas

Gozaban de gran prestigio ante los ojos del hombre de la


calle.
Se levantaban respetuosamente al paso de un escriba; sólo
estaban excusados de hacerlo los obreros durante su trabajo
Se les saludaba llamándole «rabbí» «padre» «maestro»
100, 101,

cuando éste pasa con su túnica de escriba, que tenía forma de


manto que caía hasta los pies y estaba adornada de largas
franjas.
Los primeros puestos están reservados a los escribas.
Precede en honor al hombre de edad, incluso a sus padres.
En la sinagoga ocupaba también el puesto de honor; se
sentaba de espaldas al armario de la Torá, mirando a los
asistentes y visible de todos.
Leer Mateo 23:1, 5-12.
Los escribas en el NT

Mateo 5:17-20
Sobre la ley
Mateo 7:24-29
Parábola
Mateo 8:18-20
Deseo de seguir a
Jesús
Marcos 2:13-17
En casa de Leví
Lucas 6:6-11
Hombre de mano seca
Los escribas en el NT

Marcos 7:1-13
Tradición de los ancianos. Se trata de normas y reglamentos
que supuestamente fueron comunicados oralmente por
Moisés a los ancianos de Israel. Estas normas y
reglamentos fueron pasados oralmente de generación a
generación. Esta ley oral fue finalmente puesta por escrito y
se conoce como la Mishna. Esta llegó a tener más autoridad
que la misma Ley de Moisés.
La Mishná (del hebreo ‘ ,‫ ִמ ְׁשנָה‬estudio, repetición’) es un
cuerpo exegético de leyes judías compiladas, que recoge y
consolida la tradición oral judía desarrollada
durante siglos desde los tiempos de la Torá o ley escrita, y
hasta sucodificación a manos de Rabí Yehudá Hanasí,
..

hacia finales del siglo II.


Estructura de la Mishná

1. ZRAIM - Las semillas


Las leyes agrícolas de la Torah así como sus discusiones
2. MOED - Fiesta
Contiene las directivas para los días de fiesta y otros días
especiales
3. NASIM - Mujeres
Legislación del matrimonio
4. NEZIKIM - Daños
Instrucciones penales, judiciales y cívicas
5. KODASIM - Santidades
Leyes que conciernen al Santuario y la orden de las ofrendas
6. TOHOROT - Higiene
Instrucciones paternales y médicas que conciernen a las
purificaciones rituales
Los escribas en el NT

Marcos 7:1-13
Rito de lavamientos – v. 4
La ley de Moisés no establecía este rito
para todos los judíos en general. Los
lavamientos ceremoniales antes de comer
eran para los sacerdotes, según Levítico
22:1-6. Pero la tradición de los ancianos
hizo extensivo este rito para todos los
judíos en general.
Los herodianos

Más políticos que religiosos, parece, son


desconocidos fuera de los evangelios (Mateo
22:15-17 y Marcos 3:6).
Es evidente que Herodes el Grande y, después,
Herodes Antipas, en Galilea, y los dos Agripas, no
hubieran podido reinar sin tener partidarios y
amigos de las clases adineradas. Estos debían
prestar mucha atención a todo lo que podría ser (o
parecer) un movimiento mesiánico, que ponía en
peligro sus intereses, fuertemente vinculados a los
de Roma.
Los zelotes

Discípulo de Jesús – Lucas 6:15


El partido de los zelotes, descrito así por
Josefo, fue fundado por Judas el galileo,
quien dirigió una rebelión contra Roma en
el 6 d.C. Se oponían a que Israel pagase
tributo a un emperador pagano, sobre la
base de que se trataba de traición a Dios,
el verdadero rey de Israel. Leer Hechos
5:37.
Los zelotes

Se les llamaba zelotes porque seguían


el ejemplo de Matatías y sus hijos y
seguidores, que manifestaron celo por
la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó
suprimir la religión judía (1 Macabeos
2:15–27), y el ejemplo de Finees, que
evidenció un celo parecido en
momentos de apostasía en el desierto
(Números 25:11).
Los zelotes

Cuando fue aplastada la rebelión del 6 d.C. mantuvieron


vivo el espíritu de la misma durante 60 años.
Los miembros de la familia de Judas fueron líderes
zelotes; dos de sus hijos fueron crucificados por el
procurador Alejandro ca. 46 d.C., y un tercer hijo,
Manahem, intentó apoderarse del liderazgo de la rebelión
antirromana en el 66 d.C.
Los zelotes estuvieron activos durante la guerra de 66–73
d.C.; la última plaza fuerte de los zelotes, Masada, cayó
en mayo del 74 d.C., pero ni aun entonces fue
completamente aplastado el espíritu zelote.

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