Sei sulla pagina 1di 19

Texto Clave: Daniel 1:8

¡Bienvenido a esta semana! Estoy convencido de que si estás aquí


es porque Dios te está llamando para incluirte en su plan. Él quiere
que todos los seres humanos sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad (1 Tim 2:4), y está formando un ejército
de jóvenes para que proclamen el evangelio en este tiempo del fin.

La profecía bíblica nos apunta como siendo parte de un grupo de


creyentes en Cristo que esperan ver su pronta venida. Pero fuimos
llamados no solo a ser participantes de ese encuentro sino también
a ser lumbreras para otros.

Dios quiere usarnos como anunciantes del clamor de


medianoche, para que todos despierten y vengan en pos
del esposo, a su boda universal.
Pero para poder ser parte de este ejercito fiel, debemos permitir
que el Espíritu obre en nosotros. No cualquiera puede ser un
agente de salvación. Esta semana Dios quiere enlistarnos un grupo
de cualidades que necesitamos para cumplir nuestra tarea. Y las
vamos a observar en uno de sus grandes agentes en la historia:
Daniel.
Daniel vivió en el final de una época, (para él fue el tiempo del
fin). La monarquía Davídica estaba siendo destruida en manos del
imperio Neo babilónico. Habiendo advertido Dios a su pueblo, por
su apostasía, ahora dejaba que un ejecutor extranjero los privara
de apoco hasta su totalidad, de la tierra que les había sido
prometida. En ese paraje oscuro, Dios utilizó a Daniel y a sus
amigos, desde su juventud para mantener esperanza y traer
salvación aún a los extraños.

Lo escogió porque era evidente que permitía que


Dios trabajaba en él y a través de él.
Veamos en su libro las características de este joven que mantuvo
toda la vida y que lo hicieron ser lo que Dios quiere que seas tú hoy:
Un mensajero de esperanza y salvación en tiempo del fin.

Conquista y Robo de Identidad


Abre tu Biblia en el libro de Daniel. Daniel capítulo 1. Es el pasaje
que estudiaremos hoy. Daniel está siendo llevado cautivo. Así
empieza su historia:

“En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino


Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió”
(Daniel 1.1, RVR60).
Su historia empieza en tragedia. Y que bien para nosotros.
Bueno, entiéndeme. Muchos hemos puesto la tragedia, cualquiera
que esta sea, como impedimento para responder al llamado divino.
Pero la historia de Daniel comienza en el peor de los casos: siendo
él un príncipe en Israel, está siendo conquistado, y deportado por un
rey extranjero. Pero en ese momento trágico, Daniel ve algo que
pocos ven:
“En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino
Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor
entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de
la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y
colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios”
(Daniel 1.1–2, RVR60).
“Y el Señor entregó”. Para Daniel Dios sigue al control nada
escapa de su soberanía, él se hace responsable de todo. Aun cuando
el enemigo puede estar lastimándote, Dios está al control. Eso es
algo que no debes olvidar. Todo va a verse distinto cuando tiene eso
en tu perspectiva. Si Dios está al control lo que te esté pasando ahora
será para tu bien si permaneces con él.
Sigamos leyendo:
“Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel,
del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de
buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen
entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las
letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la
provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años,
para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel,
Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso
nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a
Azarías, Abed-nego” (Daniel 1.3–7, RVR60).
Nota que los primeros en ser llevados fueron los príncipes de
Israel. Nabucodonosor sabe que Israel dejará de existir si acaba
con sus príncipes. ¡El enemigo te está buscando porque eres
príncipe de Dios!

Él sabe cuánto daño puede hacer a su obra un ejército de jóvenes


del lado de Dios así que se ha dedicado con empeño a exiliar a los
jóvenes.

Hemos creído que el exilio del enemigo es que él te lastime


físicamente, o te haga sentir dolor emocional, o te intimide o te
espante para que te alejes de Dios.
Según Daniel capítulo 1 los versículos que acabamos de leer, el
enemigo quiere robarte tu identidad. Nabucodonosor no se llevó a
Daniel y a sus amigos para darles mala vida, ni para fastidiarlos, ni
para tenerlos como esclavos. ¡Los llevó para ser príncipes caldeos! O
al menos eso les hizo sentir. Pero para lograr su propósito les
cambiaría la identidad para imponerse sobre ellos como su dios
valiéndose de cuatro artimañas:

1. Los castra. Aunque la Biblia no lo dice explícitamente, por


encargarle el trabajo al jefe de los eunucos, y por el resto de su
preparación Nabucodonosor quiere que estos príncipes sean
eunucos también. Esto quiebra dos esperanzas para cada hijo de
Israel. Todo varón hebreo entiende que la única manera de
mantener el pacto con Jehová es a través de la transmisión.
1. Así Satanás quiere que tú seas el último joven de esta iglesia.
Sabe que sin ustedes ya no hay nuevas generaciones de
creyentes, no hay fortaleza no hay todo eso que la juventud puede
apartar. Muchas iglesias están llenas de gente canosa y no es que
eso sea malo. Pero qué triste es ver congregaciones castradas por
el enemigo, donde ya no hay una nueva generación a quiénes
pasarles la estafeta.

2. Los reeduca. “Les enseñaran la lengua y la letra de los


caldeos”. El enemigo está trabajando en sus mentes. Les está
sembrado sobre lo sembrado. Les está transmitiendo el
conocimiento de adivinación y augurio para que sean expertos en
leer las estrellas y las vísceras. Les quiere llenar su mente de
nueva información.
2. Así actúa el enemigo hoy en nosotros. Nos reeduca. Nos hace
saber más sobre series, novelas gráficas, comics, artistas,
movimientos seculares que de su Palabra. Sabemos más de
Hollywood que de la Escritura. Sabemos más de política, de
espectáculo y de deportes que del evangelio; conocemos más
detalles de los “famosos” que, de los personajes bíblicos,
sabemos más de este mundo que dé el venidero.

3. Les provee alimento. Hoy en día esto no nos dice mucho, al


contrario, hablaría bien de una persona, pero lo que está pasando
aquí es muy fuerte en el contexto que se desarrolla. En el intento
de Nabucodonosor de formatear las mentes de sus cautivos. Él se
vuelve su proveedor. Dios se había establecido en Gn. 1 como el
que proveedor de sustento y de vida, ahora Nabucodonosor les
dice:
“tú comerás de mí. En otras palabras: “tu vida
depende de mí y de mis dioses”.

Aunque ciertamente nuestro Dios nos ha dicho que el


provee nuestro alimento (Dt. 8:3; Mt 4:4), nuestra dieta
espiritual ahora se rige por lo provisto por el enemigo.
Esperamos con ansiedad el siguiente libro de la serie
fantástica, o que la nueva temporada de la serie se cargue
en streaming. Pareciera que ya no podemos vivir sin usar las
redes sociales y el internet, mientras que el estudio de la
Biblia y la oración se vuelve para nosotros algo tan carente
de significado.
4. Les cambia el nombre. Como sello final en su robo
de identidad Nabucodonosor les cambia los nombres a los
4 hebreos. Quitando a YHWH de su identidad, lo sustituye
por los nombres de sus dioses.
El apóstol Juan dijo: “Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan
3.1, RVR60). Pero el enemigo te ofrece mejores títulos que
este. El enemigo te dice que es mejor tu título profesional,
es mejor tener un “conecte” aquí o allá; “cristiano”
cualquiera, pero esto o aquello – dice él– es mejor para ti.
Muchas veces hemos oido de la anécdota de la rana, que
para hacerla morir la aventaron en agua caliente, y como esta
reaccionó brincando tan pronto hizo contacto con el calor. Más al
segundo intento la pusieron en agua fresca y ella disfrutó esa
agua. No se dio cuenta que por debajo la estaban calentando y
así poco a poco el calor la fue agotando hasta que pereció
hervida en su placer.
Satanás sabe que Dios quiere formar su ejercito y se ha
encargado de conquistar a la juventud y robarle su identidad.
Nabucodonosor trazó un plazo de tres años para lograr su
objetivo (Dn 1:5, 18). De igual manera el enemigo te va
conquistando poco a poco, castrando las iglesias, reeducandote,
dandote alimento, cambiandote el nombre.
DECISIÓN ABSOLUTA

¡Qué tragedia! ¿Qué hacer ante esto? ¡Estamos perdidos! No.


Frente a tan abrumadora estrategia enemiga, Daniel reacciona.
El no va a perder su identidad. Él no va a cambiar lo que es por
la promesa (o más bien engaño) de algo mejor. El sabe quien
es su Dios. El texto de hoy dice:

Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la


porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía;
pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le
obligase a contaminarse” (Daniel 1.8, RVR60).
El verbo “proponer” pudiera sonar en nuestro contexto solo a una
buena intención. Cuántas veces te has propuesto algo y al final no lo
cumples, no lo alcanzas, todo se queda en buenas intenciones. Lo
que tiene Daniel es una resolución decidida, una decisión absoluta.
Daniel tiene Dios y ha decidido no cambiarlo. Sabe que Dios a él no lo
ha cambiado. Dios está al control, no va a permitir que le asimilen una
doctrina diferente.
Nabucodonosor ha hecho todo lo que está en sus manos para
cambiar la mentalidad de Daniel y subordinarlo, dominarlo, quitarle su
identidad; pero Daniel tiene algo que no podrán arrebatarle: Decisión
Absoluta. Y es que no solo rechazó la comida; rechazó el nombre y la
educación que le impusieron. El jamás usará para sí el nombre que le
dieron. Al contrario, cuando lo escribe tergiversa la forma del nombre
caldeo como un rechazo a los dioses ajenos.
La educación nunca la pondrá en práctica (como veremos
a lo largo de las siguientes noches), la detesta. Pero la
comida es el campo donde puede enfrentarse de manera
directa.
Nabucodonosor le está diciendo a Daniel que él será un hombre exitoso
porque come de su mano. Pero Daniel propone un trato a Melsar:
“Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos
den legumbres a comer, y agua a beber. Compara luego nuestros
rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la
comida del rey, y haz después con tus siervos según veas” (Daniel
1.12–13, RVR60).
Sé que muchas veces hemos usado este pasaje para enseñar
acerca de la buena alimentación, pero aquí lo sobresaliente está
distante de ser solo eso. No digo que no sea importante la buena
alimentación. De hecho, lo es. Hay pasajes en la Escritura que nos
hablan de eso, pero aquí el tema es otro. Daniel quiere probar que su
capacidad será mayor no por sostenerse de Nabucodonosor si no por
su dependencia de Dios.
Más allá del contraste en que si Nabucodonosor come
carne y Daniel pide verduras está el hecho de que la
comida del rey está dedicada a su dios, Marduk. Daniel no
va a contaminarse.
No aceptará subordinarse a un dios extraño, el comerá lo más sencillo
al alcance. El probará que su valía y capacidad vienen de su fe en Dios
no del sustento de Marduk. Melsar acepta la prueba porque él mismo
sabe que esto es un conflicto entre el YHWH Dios de Daniel y Marduk
su “dios”.

Aunque pudiera ser posible que un buen nutricionista pudiera


quitarte el sobrepeso en 10 días, el resultado pasada la prueba va más
allá de lo que un régimen alimenticio puede darte en ese periodo de
tiempo:

“No fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael
y Azarías […]en todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les
consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que
había en todo su reino”. (Daniel 1.19–20, RVR60).
Según el mismo testimonio de Daniel fue Dios quien les dio
conocimiento e inteligencian (Dn. 1:17). Dios, quien había dado a
Nabucodonosor la victoria sobre Joacim, ahora le estaba dando a
Daniel y a sus amigos la victoria sobre Nabucodonosor, porque
ellos habían mantenido una decisión absoluta. Ellos decidieron
depender de Dios de nadie más.

Llamado
Ahora tengo una invitación para ti. Debes tener decisión absoluta.
Con el poder del Espíritu Santo tú puedes mantenerte del lado
correcto.
Ante la invitación al mal a asimilarte a él tú debes hoy decir ¡No! No
quiero tu conocimiento, no quiero tu alimento, en el nombre de Jesús
no quiero el nombre que quieres darme. Por mi dio Jesús su vida en
la cruz, él intercede por mí, él vuelve por mí, no necesito nada más.
Prefiero quedarme sin nada porque mi nada hará que él sea todo.

Él es soberano, él continua al control, él me dará la victoria.


Es tiempo de abandonar todas las ofertas que nos ha hecho el
maligno y tomar la decisión absoluta de que Jesús es nuestro Dios.
Eso debe de nacer de ti. Dios te dio la capacidad de decidir y
respetará siempre tu elección.
Quiero invitarte a que hoy decidas absolutamente estar
del lado de Jesús. Te invito a que te apartes hoy ya de todo lo
que te está asimilando al enemigo. Déjalo ya. Ven y pide sus
fuerzas para mantenerte a su lado. Él te hará su portavoz.

Potrebbero piacerti anche