Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
RENACIMIENTO
SÍNTESIS
RAÚL ROA
“ El Renacimiento constituyó, sin duda, en su forma de expresión, una vuelta a la antigüedad;
pero esta vuelta, lejos de haber sido una rémora, fue <<un acicate hacia el mañana porque
complicó la visión histórica del pasado y cooperó, de esta suerte, a hacer más ricas y heterogéneas
las anticipaciones ideales del futuro>>. El significado profundo de esta actitud puede
vislumbrarse en estas palabras de Pablo de Tarso: <<Y a renovarnos en el espíritu de nuestra
mente; así también nosotros andemos en novedad de vida>>. Es en este sentido que el vocablo
Renacimiento aparece , por primera vez en las Vidas de los pintores , de Vasari. Y es en este
sentido también que profirieron expresiones análogas - renovatio, regenerari – los grandes
reformadores espirituales del siglo XIII, Francisco de Asís y Joaquín de Fiore, videntes geniales de
las soterradas corrientes de la historia. La nova vita, de que hablaría Dante en el siglo siguiente,
simboliza el nuevo cambio de constelaciones que se está operando y el anhelo de una vida nueva
ya en marcha.
La actitud contemplativa fue la actitud típica del mundo antiguo. El Renacimiento es acción,
dinamismo, actividad creadora, afán de gloria y de poder, culto a la individualidad que en el hacer
se hace y hace el hacer, fe en la razón, en la naturaleza y, sobre todo, en el hombre, a quien,
conforme el apotegma de Pico de la Mirandola en su De hominis Dignitare <<le es dado tener lo
que desea y ser lo que quiere>>”.
Roa, Raúl – Historia de las Doctrinas Sociales. Ediciones Memoria. Centro Cultural Pablo de la
Torriente Brau, La Habana, 2001. Cap. VII: El alba de la modernidad. p.p. 125 – 126.
Jacobo Burckhardt
“El gran aporte del Renacimiento fue el descubrimiento de la
personalidad humana... En la Edad Media, las dos caras de la conciencia
humana, la interna y la externa, yacían soñando o semidespiertas bajo un
velo común. A través de ese velo, tejido con fe, ilusión y preocupación
infantil, el mundo y la historia aparecían teñidos con unos colores de
matices maravillosos. El hombre tenía conciencia de sí, únicamente en
cuanto miembro de una raza, pueblo, partido, familia, o corporación, sólo
a través de una categoría general.. Fue en Italia donde ese velo se evaporó
por primera vez, con ello se hicieron posible un estudio y una
consideración objetiva del Estado de todas las cosas de este mundo. Con
la misma fuerza se afirmó el lado subjetivo correspondiente. El hombre se
convirtió en un individuo espiritual (uomo singolare y uomo único) y se
reconoció a si mismo como tal”.
Burckhardt, Jacobo– Cultura del Renacimiento en Italia. Buenos
Aires, 1942. Citado por Raúl Roa en Historia de las Doctrinas
Sociales. Ed. Cit. p.126.
Emile Bréhier
“En los ambientes humanistas del siglo XV, tan diferentes de las
universidades, se reunían, laicos y eclesiásticos, bajo la protección de
los príncipes y los papas, tanto en la Academia Platónica de la
Florencia de Lorenzo el Magnifico, como en la Academia aldina de
Venecia. En aquellos medios nuevos no había ninguna consideración
práctica que pudiese prevalecer sobre el deseo de saber por sí; el
espíritu, liberado por completo, no estaba sometido, como en las
universidades, a las necesidades de una enseñanza formadora de
clérigos. En el siglo siguiente se fundaría el Colegio de Francia,
separado de la universidad y creado, no para clasificar el saber
adquirido y tradicional, sino para promover nuevos conocimientos.“
Florencia fue el centro inicial. Regida por los Médicis a partir de 1434, príncipes afanosos de saber y de
riquezas, se convertiría, a la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453, en la cuna del Renacimiento y del
Humanismo. Los más descomunales entendimientos y artistas de todas las épocas – DONATELLO,
BOTICCELLI, FICINO, MAQUIAVELO, PICO DE LA MIRANDOLA, LORENZO EL MAGNÍFICO,
LEONARDO DA VINCI – pintaron, esculpieron, pensaron y soñaron. Otras ciudades italianas le siguieron
rápidamente. Roma fue la síntesis luminosa de esta primavera de prodigios. Hasta la Iglesia sucumbió a sus
aromas. RAFAEL Y MIGUEL ANGEL constelaron de frescos y estatuas de la más pura estirpe clásica el
sacro recinto de los sucesores de San Pedro. De Italia, el Renacimiento se extiende por todos los países de
Europa Occidental. En Alemania dos figuras colosales dominan el Renacimiento: el cardenal NICOLAS DE
CUSA Y ALBERTO DURERO. La protesta de LUTERO sentará nuevas pautas a la Iglesia. Francia logró
imprimirle personalidad propia al Renacimiento, en la poesía de RONSARD, la sátira de RABELAIS y en el
ensayo de MONTAIGNE. Más tardíamente entraron al Renacimiento los Países Bajos, España e Inglaterra.
No fue empero, menos valiosa su contribución. En los Países Bajos nos encontramos con ERASMO DE
RÓTTERDAM, quizás la figura más destacada e influyente de la época. Su impronta estará presente en todas
las minorías cultas de Europa y principalmente en la élite intelectual española, ya que el humanismo se
introduce y prende a través de sus libros, sobre todo del Elogio de la Locura. Inglaterra seria el último país que
se incorpora al Renacimiento, pero seria el primero en llevarla hasta sus últimas consecuencias. El nuevo
mundo que asoma será obra, en gran medida, del método experimental de Francis Bacon, de las doctrinas
contractuales de la sociedad y del Estado de Thomas Hobbes y de John Locke y del empuje concertado de la
clase mercantil y de los campesinos y trabajadores ingleses.
Roa, Raúl– Historia de las Doctrinas Sociales. Ediciones Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente
Brau, La Habana, 2001. Cap. VII: El alba de la modernidad.
NATURALISMO
Búsqueda de las leyes inmanentes que rigen la naturaleza.
Rechazo al estancamiento que habían tenido la filosofía y las ciencias
naturales en el medioevo.
Desarrollo de la experimentación y de nuevas técnicas que aceleren el
proceso productivo.
No sometimiento del universo y la conducta humana a una norma
trascendente.
Sustitución del teocentrismo, propio del mundo medieval, por nuevas
concepciones, primero panteístas y más tarde deístas sobre la
naturaleza, que ofrecían una nueva perspectiva sobre la relación entre
Dios y el mundo, pues en el caso del panteísmo, ambos eran concebidos
como coeternos en el tiempo, quedando finalmente Dios, como
presente y diluido en la realidad natural y, en el caso del deísmo, si bien
se aceptaba la creación del mundo por Dios, se argumentaba que una
vez creado, el universo seguía el decursar de sus leyes propias.
Principales corrientes filosóficas del Renacimiento
Platonismo.