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Lección 2 para el 14 de julio de 2018

El capítulo 2 de hechos es el acto inaugural


de la recién creada iglesia cristiana.
En un solo día, se convirtieron 3.000
personas. Gracias al poder del Espíritu Santo,
la iglesia “salió venciendo, y para vencer”
(Apocalipsis 6:2).

1. Hechos 2:1-3.
La lluvia temprana.
2. Hechos 2:4-13.
El don de lenguas.
3. Hechos 2:14-32.
El primer sermón.
4. Hechos 2:33-36.
La exaltación de Jesús.
5. Hechos 2:37-41.
Las primicias.
Hechos 2:1-3

“Y de repente vino del cielo un estruendo como de


un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados; y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos” (Hechos 2:2-3)

A través del arrepentimiento, la alabanza y la


oración, los discípulos habían llegado a un
estado de unanimidad entre ellos.
Estaban preparados para recibir la promesa del
Espíritu Santo, conocida como la “lluvia
temprana” (Joel 2:23). Este acto fue acompañado
de manifestaciones extraordinarias.
Aunque el Espíritu siempre ha estado trabajando
entre las personas, en este momento fue
derramado en su plenitud. Fue la respuesta al
primer acto de intercesión de Jesús ante el Padre
(Juan 14:16). Esta experiencia se repitió en otras
ocasiones, y se repetirá con el mismo poder
antes de la Segunda Venida (la “lluvia tardía”).
Hechos 2:4-13

El Espíritu Santo se manifiesta en


diversos dones (1ª de Corintios 12:4-11).
Esta variedad de dones es dada para
provecho de la iglesia, de manera que el
Evangelio sea predicado con eficacia.
Escuchar las Buenas Nuevas en su
lengua materna ayudó enormemente a
que los oyentes pudieran comprender
las verdades presentadas por los
discípulos.
Este don se repitió en casa de Cornelio
(Hechos 10:46; 11:15-17).
Posteriormente, se habla de un don de
lenguas distinto, que nadie entiende, y
que necesita ser interpretado (1ª de
Corintios 14:2, 5, 13).
No obstante, algunos quisieron burlarse
de este don (Hechos 2:13), para
contrarrestar la obra de los discípulos.
“Los judíos habían sido diseminados por casi todos los
países, y hablaban diversos idiomas. Habían venido desde
lugares lejanos a Jerusalén, y temporalmente estaban
morando allí para permanecer en ese lugar mientras
duraran las festividades religiosas en curso y para observar
sus requerimientos. Cuando se reunían, hablaban todas las
lenguas conocidas. Esta diversidad de idiomas era un gran
obstáculo para las labores de los siervos de Dios que querían
publicar la doctrina de Cristo hasta los confines de la tierra.
El hecho de que Dios quisiera suplir las deficiencias de los
apóstoles en forma milagrosa era para la gente la
confirmación más perfecta del testimonio de esos testigos de
Cristo. El Espíritu Santo hizo por ellos lo que no podrían
haber logrado en toda una vida; ahora podían diseminar la
verdad del Evangelio hablando con perfección el idioma de
aquellos en cuyo favor trabajaban. Este don milagroso era la
más decisiva evidencia que podían presentar al mundo de
que su comisión llevaba el sello del cielo”
E.G.W. (Historia de la Redención, pg. 253)
Hechos 2:14-32

Contestando a las burlas, Pedro


comenzó su discurso explicando lo que
estaba ocurriendo, a la luz de la Palabra
de Dios.
Usó Joel 2:28-32 para explicar que, en
los últimos días, sería derramado el
Espíritu Santo (tal como estaba
ocurriendo en ese momento).
Seguidamente, les presentó a Jesús, su
ministerio, muerte y resurrección.
Nuevamente, apoyó sus aseveraciones
con textos bíblicos (Salmo 16).
De este primer sermón aprendemos que,
para llevar a las personas a la Verdad, es
necesario presentarles a Jesús, utilizando
como base la Biblia.
Hechos 2:33-36

“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel,


que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis,
Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36)

En la tercera parte de su mensaje, Pedro habló


de la exaltación de Jesús en el Cielo, citando
nuevamente un versículo bíblico: Salmo 110:1.

El sacrificio realizado en la cruz fue


ratificado por el Padre colocando a
Jesús a Su diestra.
El derramamiento del Espíritu Santo fue
la consecuencia directa de esta
exaltación.
De esta manera, la suficiencia de la cruz
como medio de salvación fue
presentada claramente ante la multitud.
Hechos 2:37-41

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron


aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41)
Los primeros frutos de la obra del Espíritu Santo a través de su iglesia fueron
3.000 conversos.
Convencidos por el Espíritu de su pecado, preguntaron por la forma de obtener
el perdón. Pedro les presentó los dos requisitos básicos para recibirlo:

Arrepentimiento. Deseo
vehemente de apartarse del
pecado. Una respuesta positiva al
llamado del Espíritu.

Bautismo. Manifestación
pública del cambio producido
en el corazón.

Además del perdón de los pecados, recibimos el don del Espíritu


Santo. De esta manera, los creyentes somos capacitados para
cumplir la misión que la iglesia ha sido llamada a realizar.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón,
transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son
puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas;
el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la
envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la
tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la
mano que alza la carga, ni contempla la luz que
desciende de los atrios celestiales. La bendición viene
cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese
poder que ningún ojo humano puede ver, crea un
nuevo ser a la imagen de Dios”

E.G.W. (El Deseado de todas las gentes, pg. 144)

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