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Lección 13 para el 29 de diciembre de 2018

Somos llamados a vivir con esperanza


mientras esperamos la culminación de la
historia de la salvación.

En ese momento, nuestra unidad


con Cristo y con toda la Creación
alcanzará su realización plena.

Unión en la esperanza.

Unión en la resurrección.

Unión en la restauración.

Unión en un nuevo hogar.

Unión por la eternidad.


Jesús mismo prometió que volvería. Esta promesa ha
llenado de esperanza a los creyentes, porque Dios
siempre cumple lo que promete (1ª de Reyes 8:56).

Tanto la Primera
como la Segunda
Venida de Jesús
fueron
profetizadas en las
Escrituras.
Al igual que se profetizó que nacería en Belén (Miqueas 5:1) y sería ungido el año
27 de nuestra era (Daniel 9:25), se profetizó –desde Enoc hasta Juan– que vendrá
otra vez acompañado por sus santos ángeles (Judas 14; Apocalipsis 19:11-14).
Tan ciertamente como se cumplieron las profecías relativas a la Primera Venida, se
cumplirán las relativas a la Segunda.
«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el
aire, y así estaremos siempre con el Señor» (1ª de Tesalonicenses 4:16-17)

En la Segunda Venida, la resurrección será el evento que unirá definitivamente


en Cristo a todos los hijos de Dios. Además, según 1ª de Corintios 15:51-57,
nuestros cuerpos serán transformados.

Los muertos en Cristo Los santos vivos Ascenderemos juntos


resucitan con un seremos para estar para
cuerpo incorruptible transformados siempre con Jesús
“Morará el lobo con el cordero, y el Isaías 11:6-8
leopardo con el cabrito se acostará;
el becerro y el león y la bestia
doméstica andarán juntos, y un niño
los pastoreará. La vaca y la osa
pacerán, sus crías se echarán
juntas; y el león como el buey
comerá paja. Y el niño de pecho
jugará sobre la cueva del áspid, y
el recién destetado extenderá su
mano sobre la caverna de la víbora”
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se
acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos,
y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se
echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de
pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado
extenderá su mano sobre la caverna de la víbora” (Isaías 11:6-8)
Cuando Dios restaure todas
las cosas, éstas volverán al
estado original que tenían
antes del pecado.

Experimentaremos una vida sin violencia, una paz eterna


al lado de nuestro Creador. “Ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4).
Con el fin del pecado, será restaurada la armonía
universal. Toda la Creación anhela la llegada de ese
momento (Romanos 8:19).
En los dos últimos capítulos de Apocalipsis, Dios le mostró
a Juan el hogar de los redimidos: la Nueva Jerusalén.
Seremos una gran familia, unidos en un mismo lugar.
Iluminados por la gloria de Dios, recorreremos las calles
de oro; plantaremos nuestras viñas y jardines; las
relaciones rotas por el pecado serán restauradas.
Junto al río de vida, cada
mes tomaremos del fruto
del árbol de la vida. Las
hojas del árbol curarán
todas las heridas:
raciales, étnicas, tribales
o lingüísticas, que han
desgarrado y dividido a la
humanidad por siglos.
“Entonces los ojos de los ciegos serán
abiertos, y los oídos de los sordos se
abrirán. Entonces el cojo saltará como
un ciervo, y cantará la lengua del mudo”
(Isaías 35:5-6)
¿Cómo será nuestro cuerpo en la Tierra
Nueva? ¿Podremos reconocernos unos a
otros? ¿Tendremos que trabajar? ¿Los
animales serán como los que conocemos?
Aunque no se nos han revelado todos los
detalles, lo que sabemos de la vida en la
Tierra Nueva produce en nosotros un deseo
ferviente de estar allí.
Nuestros propios sentimientos y
pensamientos serán puros. El amor reinará
en cada uno de nosotros.
Estaremos unidos por la eternidad entre
nosotros, con Dios, y con el universo.
Yo quiero estar allí. ¿Y tú?
“En la tierra renovada los redimidos se dedicarán a las
ocupaciones que brindaban felicidad a Adán y Eva en el
principio. Se vivirá la vida del Edén, en los huertos y en el
campo…
Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada.
La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni
agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a
cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse
las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán
nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar,
nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que agucen
las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo…
Para los cansados y cargados, para aquellos que han peleado
la buena batalla de la fe, será un descanso glorioso; porque la
juventud y el vigor de la inmortalidad serán suyos”

E.G.W. (My life today, 20 de diciembre)

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