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RELACION ENTRE LA ETICA Y LA

DEMOCRACIA
DERECHOS HUMANOS
CARACTERIASTICAS FUNDAMENTALES DE
LOS DERECHOS HUMANOS

INTEGRANTES
MALLIVIS MORENO MARTINEZ
YINET SALAS HEREDIA
ELIS YISETH RIVAS
MARTHA LETICIA ORTIZ P.

DOCENTE:
ELKIN ANTONIO RIVAS CASTILLO

INSTITUTO TECNICO DE COMFACHOCO


TECNICO EN PRIMERA INFANCIA
QUIBDO, 27 DE ABRIL DE 2018.
RELACIÓN ENTRE LA ÉTICA Y LA DEMOCRACIA
INTRODUCIÓN
Basta reflexionar un poco y siempre encontraremos una culpa
que hemos contraído de algún «modo frente al género humano
(aunque sólo sea a causa de los privilegios de que gozamos, a
base de la desigualdad de los hombres en la constitución civil,
a causa de la cual otros tienen que sufrir tanto mayores
privaciones) para que no reprimamos la noción del deber
entregándonos a caprichosas fantasías sobre lo meritorio» (I.
Kant, «Crítica de la razón práctica»). En términos generales, se
trata de plantear las relaciones entre ética y política, mediadas
por el proceso educativo. Estas pueden establecerse desde
diversas concepciones de lo político y también de lo ético. Aquí
se opta por una metodología quizá extraña: en lugar de
acentuar las diferencias entre las diversas versiones
contemporáneas de la ética, quiero ensayar una forma de
argumentación que las relacione, si no necesariamente a
todas, por lo menos sí a algunas de las más relevantes en la
discusión actual.
• El punto de partida es fijar la función específica de la formación en valores en
el proceso educativo (I), para mostrar precisamente lo que ella significa para
preparar a los miembros de la sociedad civil. Esto permite caracterizar diversas
formas de concebir la dimensión ética en relación con la política deliberativa y
la democracia participativa (II), para mostrar luego un modelo de
argumentación que, como se ha dicho, en lugar de excluir convoque diversas
concepciones de la moral en torno a la tarea de formación de ciudadanos (III),
que haga posible democratizar la democracia
En un planteamiento que ha sido considerado como
peligrosamente cercano al escepticismo que él mismo
pretende superar, Jürgen Habermas ha expuesto el
sentido de la ética comunicativa con relación a los última
de la ética no es precisamente para cambiar el sentido
moral de las personas en el mundo de la vida. «Las
intuiciones morales cotidianas no precisan la ilustración
del filósofo.» En cambio, «la ética filosófica tiene una
función ilustradora, al menos frente a las confusiones que
ella misma ha suscitado en la conciencia de las personas
cultas». procesos educativos. Ante todo, para él la función
de una fundamentación
del «otro». Se trata de aquellas confusiones que se gestan en el seno de las
nuevas ideologías, que se han infiltrado en el sistema algún tipo de criterio a partir
de formas de argumentación racionales. Ante la imposibilidad aparente de
enceducativo: el positivismo jurídico y el escepticismo valorativo. Ambas tienen el
mismo origen: la desesperanza de poder obtener ontrar los «verdaderos
fundamentos» de la moral, se impone cierto positivismo normativo, muy cercano a
formas de dogmatismo desacreditadas por la modernización; y como respuesta a
este mismo dogmatismo, en cierta forma nueva versión del racionalismo
protagónico de la modernidad, las alternativas postmodernas sugieren volver a lo
radicalmente diferente, a la individualidad de cada quien, a la ironía de su
autotolerencia, al valor del acontecimiento. Se conforman así los dos extremos en
el proceso educativo: quienes pretenden seguir «enseñando e inculcando»
normas y quienes optan por no «interferir» en la formación
Se piensa que con el descrédito de los metarrelatos en la «condición postmoderna» ha
perdido vigencia toda forma de argumentación filosófica en torno a los valores, la ética y la
moral. Entonces se radicaliza esta sospecha, estetizando y privatizando el espacio de lo ético
y se deja a la normatividad positiva regular el espacio público mediante convenciones de
corte eminentemente pragmatista.
La situación la ha descrito Richard Rorty como un dilema: «negarse a la discusión acerca de
lo que un ser humano debería ser, o a lo que debería parecerse, denota cierto desprecio por
el espíritu de compromiso y de tolerancia que es esencial a la democracia. Pero la
identificación de argumentos en pro de la pretensión de que los seres humanos deben ser
liberales y no fanáticos nos llevaría de nuevo a una teoría de la naturaleza humana, esto es,
a la filosofía».
Naturalmente que para resolver el dilema no basta con volver a destacar, en términos
generales, la «función de la filosofía en la educación». Más bien sería necesario mostrar por
qué hoy podemos hablar de un «giro ético» en la filosofía y, a partir de allí, mostrar la
incidencia de este significado específico de la argumentación moral en el proceso de
formación de la persona para la sociedad civil. Quizá esto nos ayudaría a enfatizar el sentido
eminentemente positivo de la reflexión filosófica, el ethos cultural, negado por los positivistas
y descalificado como innecesario por los pragmatistas, en su relación intrínseca tanto con el
proceso educativo como con la democratización de la democracia.
Naturalmente que para resolver el dilema no basta con volver a destacar, en términos
generales, la «función de la filosofía en la educación». Más bien sería necesario mostrar por
qué hoy podemos hablar de un «giro ético» en la filosofía y, a partir de allí, mostrar la
incidencia de este significado específico de la argumentación moral en el proceso de
formación de la persona para la sociedad civil. Quizá esto nos ayudaría a enfatizar el sentido
eminentemente positivo de la reflexión filosófica, el ethos cultural, negado por los positivistas
y descalificado como innecesario por los pragmatistas, en su relación intrínseca tanto con el
proceso educativo como con la democratización de la democracia.
actual, no diferente del giro lingüístico anterior o del giro antropológico,
que haría pensar en la expresión de Th. Adorno cuando indicaba que
había momentos en los cuales la filosofía sólo podría hacerse como
sociología. La situación contemporánea exigiría algo así con respecto a
la ética. De hecho podemos hablar casi de una bonanza en el discurso
ético. Recientemente Victoria Camps, en su presentación del segundo
tomo de la «Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía», dedicado a las
Concepciones de la ética, y después de reconocer una crisis de la teoría
moral en los primeros 150 años después de Kant, afirma: «La segunda
mitad del siglo XX ha asistido a la evidente recuperación de la teoría
ética, hasta el punto de que no es insensato ni erróneo afirmar que, hoy
por hoy, la 'filosofía primera` ya no es metafísica o teoría del
conocimiento, como ocurrió en la modernidad, sino filosofía
moral»(1992, 19).
Esto nos haría pensar en una especie de «giro ético» de la filosofía en el
momento
Esta «rehabilitación de la filosofía práctica» tiene su explicación también
en el mismo desarrollo de la ciencia y la tecnología. En el momento que la
razón teórica llega a su límite, a lo que ha sido caracterizado como
«tragedia de la moderna cultura científica», al convertirse la ciencia,
«bajo la forma de ciencias especiales, en una especie de técnica teórica»
(Husserl 1962, p. 7), es ella misma la que reclama un esfuerzo para
superar la ingenuidad que pudiera darse en cierto optimismo
reduccionista en la ciencia y la tecnología (Hoyos 1994). Es entonces
cuando se busca en la razón práctica la orientación, el sentido de la vida,
de la sociedad y de la historia, que la ciencia sola, en las fronteras del
conocimiento riguroso, no parece poder dar: es decir, en las fronteras
siempre en movimiento de la investigación ecológica, genética,
psicológica, pedagógica, pero también en la frontera de los movimientos
sociales, de la ciencia, de la educación y del desarrollo, de los asuntos
económicos, de los problemas de la guerra y de la paz.
La reciente Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo (1994) plantea en su
primer Informe conjunto, titulado «Colombia: al filo de la oportunidad» y en
diversos lugares, el «imperativo fundamental (de) hacer una gran
transformación de carácter educativo», la cual «supone un nuevo ethos
cultural, que supere la pobreza, violencia, injusticia, intolerancia y
discriminación que mantienen a Colombia atrasada socio-económica, política
y culturalmente» y debe generar al mismo tiempo «un nuevo ethos cultural, el
cual permita la maximización de las capacidades intelectuales y organizativas
de los colombianos».
Ya en la Proclama «Por un país al alcance de los niños», con la cual lanzaba la
Misión Gabriel García Márquez, decía: «Creemos que las condiciones están
dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano
maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva,
que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes
somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al
máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una
estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal».
no se trata sólo del proceso educativo; precisamente a través de él
se puede ir obteniendo que el ethos cultural penetre la sociedad civil.
Es allí, en relación con un sentido deliberativo y no instrumental de
política, donde una ética que recoja lo mejor de la discusión
contemporánea, tal como pensamos poderla caracterizar a
continuación, tiene que poder incidir en la convivencia ciudadana y
en la democratización de la democracia. Este es el significado
político de una ética, cuyo lugar prioritario sigue siendo el de los
procesos educativos, si en ellos prima la orientaciónPensamos pues
que ya en el proceso educativo se debe luchar por un nuevo ethos
cultural, con el cual no sólo se puedan desarmar las concepciones
ideológicas que fundamentan el positivismo normativo o el
escepticismo de los valores, sino que se puedan comprender
críticamente la ciencia y la tecnología, sin caer en los
reduccionismos de la razón instrumental y del estructural-
funcionalismo, pero tampoco en la demonización fundamentalista de
sus logros.
Pero filosófica frente a las urgencias meramente pragmáticas.
Para concluir esta primera parte conviene entonces volver a la concepción kantiana acerca
de la educación en valores. En un pasaje algo extenso, cuya nota a pie de página nos ha
servido de epígrafe, nos propone Kant lo que bien pudiéramos llamar principios para una
«fenomenología de lo moral», en los cuales también se vienen inspirando muchos
aspectos de desarrollo de un currículum en educación moral.
«No sé por qué los educadores de la juventud no se han decidido hace ya mucho tiempo a
poner en práctica esta tendencia de la razón a ocuparse con placer examinando del modo
más sutil las cuestiones prácticas planteadas y (...) no han indagado las biografías de los
tiempos antiguos y modernos con el propósito de tener a mano ejemplos para los deberes
expuestos, mediante los cuales pusieran a funcionar el juicio de sus alumnos sobre todo a
base de comparar acciones semejantes en circunstancias distintas con el objeto de hacer
observar su mayor o menor contenido moral. Los adolescentes muy jóvenes, que todavía
no están maduros para especulación alguna, pronto adquirirían gran sagacidad en estas
materias, y además, percatándose del progreso de su facultad de juzgar, pronto
encontrarían no poco interés en ellas, pero -y esto es lo más importante- podrían esperar
con seguridad que el frecuente ejercicio de conocer el buen comportamiento en toda su
pureza y aplaudirlo, y fijarse, por el contrario, con aflicción o desprecio en la menor
discrepancia de ella, si bien hasta entonces sólo se practica como juego de la facultad de
juzgar en el cual los niños pueden rivalizar entre sí, dejará empero una impresión duradera
de gran estima por una parte y de execración por otra, lo cual, mediante el mero hábito de
considerar a menudo tales acciones como dignas de aplauso o censura, constituirá una
DERECHOS HUMANOS
Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le
permiten a la persona su realización».1 En consecuencia”. Los subsume
aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a
bienes primarios o básicos2 que incluyen a toda persona, por el simple
hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, «sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o
de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición».
Para autores naturalistas los derechos humanos son independientes o no
dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente, por lo que
son considerados fuente del derecho; sin embargo desde el positivismo
jurídico la realidad es que solamente los países que suscriben los Pactos
Internacionales de Derechos Humanos o Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y sus Protocolos –Carta
Internacional de Derechos Humanos– están obligados jurídicamente a su
cumplimiento.4 Así, por ejemplo, en relación con la pena de muerte,
contraria a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Segundo
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, destinado a abolir la pena de muerte no ha sido firmado por
países como China, Irán, Estados Unidos, Vietnam, Japón, India o
Guatemala.
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como
las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la
sociedad, que permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose
consigo mismos y con los demás.

Derechos humanos y derechos constitucionales

Es importante diferenciar y no confundir los derechos humanos con los derechos


constitucionales o fundamentales. Aunque generalmente los derechos humanos se
suelen recoger dentro de los derechos constitucionales, no siempre coinciden. Para
determinar qué derechos son "constitucionales" basta con recurrir al catálogo de
derechos reconocidos por las constituciones políticas de los Estados; el concepto de
"derechos humanos" pertenece más bien al ámbito de la Filosofía del derecho.
"constitucionales" basta con recurrir al catálogo de derechos reconocidos por las
constituciones políticas de los Estados; el concepto de "derechos humanos"
pertenece más bien al ámbito de la Filosofía del derecho
QUE SON LOS DEREHOS HUMANOS?

• Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin alguna de
nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier
otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos
derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

• Los derechos humanos universales están a menudo contemplados en la ley y garantizados por
ella, a través de los tratados, el derecho internacional consuetudinario, los principios generales y
otras fuentes del derecho internacional. El derecho internacional de los derechos humanos
establece las obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas
situaciones, o de abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y
proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.
Universales e inalienables

El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra


angular del derecho internacional de los derechos humanos. Este
principio, tal como se destacara inicialmente en la Declaración Universal
de Derechos Humanos, se ha reiterado en numerosos convenios,
declaraciones y resoluciones internacionales de derechos humanos. En
la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en
1993, por ejemplo, se dispuso que todos los Estados tenían el deber,
independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales,
de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales.
Interdependientes e indivisibles

Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como
el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los
derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la
seguridad social y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al
desarrollo y la libre determinación, todos son derechos indivisibles,
interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de
los demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta
negativamente a los demás.
Iguales y no discriminatorios
La no discriminación es un principio transversal en el derecho
internacional de derechos humanos. Está presente en todos los
principales tratados de derechos humanos y constituye el tema
central de algunas convenciones internacionales como la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Racial y la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
1. Universales: Por el hecho de pertenecer al género humano, todo
individuo de la especie los posee. Queda por lo tanto
terminantemente prohibido excluir de la titularidad y ejercicio de
estos derechos (esto último, por sí o por medio de sus
representantes, en caso de ser incapaz) a personas por pertenecer a
una determinada raza, religión, concepción ideológica, género, clase
social, nacionalidad o profesión. Está profundamente ligada esta
característica con la prohibición de discriminación
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, nacida
luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, que privó a ciertas
personas por motivos raciales y religiosos (los judíos, negros y gitanos)
de los más elementales derechos humanos, para que esto no vuelva a
suceder, proclamó en su artículo primero la igualdad y libertad de todos
los humanos desde su nacimiento, constriñéndolos a un
comportamiento fraterno con sus semejantes, llamados por su razón y
conciencia, de la que están dotados. El 25 de junio de 1993, la
declaración de Viena, obra de la Conferencia Mundial de Derechos
humanos reiteró sin dudas, este carácter de universalidad, reconociendo
las particularidades de cada nación.
2. Innatos: Los estados deben reconocer estos derechos pues el
individuo los trae consigo por su nacimiento como ser humano,
no por concesión estatal, sino como don de la naturaleza. En caso
de que el estado no los reconozca puede exigírsele que lo haga.

3. Irrenunciables: Ningún individuo de la especie humana puede


renunciar a poseerlos.
4. Obligatorios: Aunque no exista ley que prevea condena por su
violación, toda persona e incluso el estado, debe respetarlos.
5. Inalienables: Su propio carácter de irrenunciables, los hace
también intransmisibles a otra persona por venta, ni susceptibles
de apropiación por parte del estado. Por ejemplo: nadie podría
legalmente, ponerle precio a su libertad, y venderse a otra persona
como esclavo.
6. Imprescriptibles: El ejercicio de ciertas acciones no puede
realizarse luego de cierto tiempo. Por ejemplo, el reclamo de una
deuda, prescribe a los años de inacción del titular del crédito. Sin
embargo el no ejercicio de los derechos humanos fundamentales,
no los hace susceptibles de prescripción. Por ejemplo, si uno no
ejerce por cierto tiempo el derecho de aprender, no es válido que
esa posibilidad le sea negada en el futuro.
7. Indivisibles: Los derechos son interdependientes. El no reconocimiento
de uno de ellos pone en riego a los demás. Por ejemplo, negarles a las
personas el derecho de aprender, les dificultaría el acceso a los derechos
económicos, políticos o sociales, e incluso a su propia libertad y dignidad
personal. Negar el derecho a la salud, obviamente, cierra la puerta a todos
los demás derechos.

8. Inviolables: Si fueran negados, destruidos o lesionados, sería un ataque


a la dignidad humana.

9. Progresivos: Ya que derechos que en tiempos pasados no se reconocían


pasaron a integrarlos ante las situaciones cambiantes de la humanidad.
Tal el caso de los derechos de tercera generación. Es probable que otros
derechos que hoy no son tenidos en consideración, pasen a serlo en el
futuro.

Estas características de los derechos humanos parten de una concepción


iusnaturalista del estado. El positivismo concibe a las normas como
creación humana, desconociendo la existencia del derecho natural. Véase la
distinción entre derecho natural y derecho positivo.
gracias

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