Para realizar una correcta selección de inversiones, debemos medir
convenientemente tres factores fundamentales de cada inversión que están interrelacionados: Rentabilidad. Por rentabilidad se entiende la capacidad de un activo de ofrecer un rendimiento o renta. Riesgo. Sería cualquier factor que pueda provocar la variación en una rentabilidad, sea esta positiva como negativa. Es decir la incertidumbre sobre la rentabilidad esperada. La relación entre la rentabilidad de un producto respecto de los otros productos. Un ejemplo sería el precio de una acción de una empresa minera de extracción de oro y el precio del oro. Nosotros podemos invertir en ambas cosas, pero si lo hacemos al 50% nuestro riesgo será muy parecido, que si lo hacemos al 100% en uno solo ya que dependerá de si el precio del oro sube o baja. Si por el contrario invertimos en acciones de una empresa de telecomunicaciones y otra farmacéutica al 50% nuestro riesgo no será el mismo que si lo hacemos en una sola ya que a la rentabilidad de ambas no les afectan los mismos factores. El horizonte temporal marca de manera importante el proceso de inversión en una cartera, no tienen ni la misma relevancia ni la misma duración temporal las decisiones que se toman según sea una cartera u otra. Si hablamos de los ahorros para la compra de una casa frente a un Plan de Pensiones, es fácil ver que generalmente las decisiones que se tomen por ejemplo para dicho Plan de Pensiones serán en un principio más a largo que plazo que las de los ahorros para la compra de la casa. La política de inversión es el “mapa de ruta” que guía el proceso de inversión de una cartera o portafolio. En la política de inversión el inversor especifica el tipo de riesgos que está dispuesto a asumir, los objetivos de la cartera y sus restricciones así como las necesidades de liquidez y otras circunstancias específicas del inversor y de su portafolio. Esto es, lo primero que deberemos hacer es una correcta planificación financiera donde hayamos definido nuestras necesidades. A partir de ahí compondremos cada una de nuestras carteras es el proceso de decidir como distribuir el patrimonio de un inversor entre las diferentes clases de activos financieros. Una clase de activos está comprendida por activos financieros que tienen características, atributos, y relaciones de riesgo/retorno similares. De igual forma, una clase de activos amplia, tal como son los “bonos”, se pueden dividir en clases o sub-clases de activos más específicas, tales como son los bonos del tesoro, bonos de empresas privadas o bonos high yield (de empresas/países de alto riesgo). Una vez hecha la planificación estratégica y definido los pesos de cada una de las clases de activos, decidiremos los productos concretos a contratar. Para analizar la conveniencia de cada producto/título mediremos la rentabilidad y riesgo asociado a cada uno y comprobaremos la diversificación que aportan los distintos productos. Se llama diversificación a la inversión en una amplia variedad de activos o valores para reducir el riesgo de una cartera. Esto se debe a que no todos subirán o bajarán en el mismo sentido e intensidad. Una vez establecida la asignación estratégica de activos e invertida la cartera, debemos analizar las condiciones actuales de los mercados y analizar como las eventualidades futuras pueden afectar a nuestra cartera. Los mercados financieros son dinámicos, se ven afectados por numerosos factores macroeconómicos y políticos por lo que la cartera necesitará un seguimiento continuo que refleje esta realidad. Concretamente las carteras se ven afectadas por: Podemos vender aquellos activos que vemos “caros” y comprar otros que creemos más baratos. Podemos cambiar el tipo de renta fija. Si creemos que van a bajar los tipos de interés podemos comprar bonos a largo plazo a tipo fijo. También podemos cambiar entre clase de activos, vendiendo renta variable y comprando renta fija si creemos que la primera puede bajar. Al hablar de mercado inmobiliario nos referimos a todos los aspectos que concurren en la oferta y demanda de toda clase de inmuebles. Si bien últimamente al tratar de este mercado únicamente se trata del mercado de vivienda, en el mercado inmobiliario concurren varios mercados diferentes cuyas características y forma de operar sólo convergen en cuanto que se trata de activos reales. A la hora de hablar de mercado inmobiliario, debe tenerse siempre en cuenta, que cada inmueble es único y a diferencia de los activos que concurren en otros mercados cada inmueble presenta una problemática distinta que exige de cada inversión una actuación diferente. Dentro del mercado inmobiliario, podemos establecer varios "submercados" a los que a su vez no accede de la misma forma un inversor que un usuario. Ordenados de menor a mayor en parámetros de rentabilidad la inversión inmobiliaria podría clasificarse en: Mercado de Viviendas Mercado de Oficinas y Comercial OTROS.