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SU VIDA

• (Roma, c. 540 - id., 604) Papa (590-604).


• Miembro de una familia de patricios romanos, fue praefectus
urbis de Justino II (572-574).
• Convirtió su palacio del monte Celio en el monasterio de San
Andrés y abrazó la regla de San Benito.
• Nuncio en Constantinopla (579-586), fue nombrado papa a la
muerte de Pelayo II (590). Negoció una tregua con los lombardos
(592), afirmó la primacía de la iglesia de Roma y envió al monje
Agustín a evangelizar Inglaterra.
• Autorizó el culto de los hebreos y superó el cisma del norte de
Italia originado por la supresión de los Tres Capítulos. Adoptó el
título Servus servorum Dei (servidor de los siervos de Dios), que se
convirtió en oficial de los futuros pontífices.
• Soberano temporal de la ciudad de Roma, hizo de ella la capital
espiritual del mundo latino y puso las bases del poder territorial
del papado.
SU OBRA
• De su tarea de consolador y maestro de
espiritualidad hallamos una excelente
ilustración en las Homilías sobre el Evangelio o
sobre Ezequiel, pronunciadas en Roma en 590-
593, cuando todo parecía derrumbarse.
• En Moralia llevó a cabo una exégesis del libro
bíblico de Job. Presenta a Job como figura del
Redentor; en su mujer ve simbolizada la vida
carnal, y en sus amigos, a los herejes,
orientando siempre la interpretación hacia las
lecciones morales y teológicas.
• Los Diálogos, escritos entre los años 593 y
594, fueron probablemente su obra más
difundida.
• la actividad política del papa Gregorio
Magno tuvo una importancia excepcional
para el equilibrio político-religioso de la
Europa medieval, su obra literaria constituyó
hasta el siglo XII una incomparable fuente de
meditación y de luz espiritual para todo el
Occidente.
• A él se le atribuye también la compilación
del Antifonario gregoriano, gran colección
de cantos de la Iglesia romana.
• VIRTUDES DEL PASTOR

"Importa que el pastor sea puro en sus pensamientos, intachable


en sus obras, discreto en el silencio, provechoso en las palabras,
compasivo con todos, más que todos levantado en la
contemplación, compañero de los buenos por la humildad y firme
en velar por la justicia contra los vicios de los delincuentes. Que la
ocupación de las cosas exteriores no le disminuya el cuidado de
las interiores y el cuidado de las interiores no le impida el
proveer a las exteriores“
escribe San Gregorio Magno en su "Regla Pastoral", y éste fue el
programa de su actuación.
Genio práctico en la acción, fue ante todo el buen pastor cuya
solicitud se extiende a toda su grey.
No es tan sólo Roma la que merece sus cuidados, sino todas las
Iglesias España, Galia, Inglaterra, Armenia, el Oriente, toda Italia,
especialmente las diez provincias dependientes de la metrópoli
romana.
Fue incansable restaurador de la disciplina católica. En su tiempo
se convirtió Inglaterra y los visigodos abjuraron el arrianismo.
EL CULTO Y LA CARIDAD

Renovó el culto y la liturgia y reorganizó la caridad en la Iglesia.


Sus obras teológicas y la autoridad de las mismas fueron
indiscutidas hasta la llegada del protestantismo.
Dio al pontificado un gran prestigio. Su voz era buscada y
escuchada en toda la cristiandad.
Su obra fue curar, socorrer, ayudar, enseñar, cicatrizar las llagas
sangrantes de una sociedad en ruinas. No tuvo que luchar con
desviaciones dogmáticas, sino con la desesperación de los
pueblos vencidos y la soberbia de los vencedores.

La obra realizada por San Gregorio Magno fue inmensa; aunque


con su gran humildad, había procurado por todos los medios no
aceptar el mando supremo de la Iglesia. Pero una vez elegido
Papa por el clero, el senado y el pueblo fiel, y bien vista su
elección por el emperador, se entregó a aquella tarea para la que
toda su vida anterior había sido una providencial preparación.
SAN GREGORIO MAGNO Y LOS ÁNGELES
En cierto sentido, san Gregorio Magno estuvo rodeado por Ángeles; con
razón se le otorgó el título Doctor Angelorum (Doctor de los Ángeles) o
Doctor coelestis militiae (Doctor de la milicia celestial). Un Ángel le
comunicó su destino-pastor supremo de la Iglesia y cuando quiso
esconderse, después de ser elegido Papa, para huir de esta difícil
encomienda, fue descubierto gracias a una columna de luz sobre su
escondite por la que los Ángeles subían y bajaban.
LOS SANTOS ÁNGELES
(HOMILÍAS SOBRE LOS EVANGELIOS 34, 7-10)
ANGELES/9-COROS ANGELES/GREGORIO-MAGNO

• La existencia de ángeles y arcángeles está atestiguada en casi todas las páginas de la Sagrada
Escritura. De los querubines y serafines hablan con frecuencia los libros de los Profetas. Y San
Pablo menciona otros cuatro coros cuando, escribiendo a los de Éfeso, dice: sobre todos
los principados, y potestades, y virtudes, y dominaciones (Ef I, 21). Y otra vez, escribiendo a los
Colosenses, afirma: ora
sean tronos, dominaciones principados o potestades (Col 1, 16) (...). Así pues, juntos los tronos
a aquellos otros cuatro de que habló a los Efesios—esto es, a los principados, potestades,
virtudes y dominaciones—, son cinco los coros de que el Apóstol hace particular mención. Si a
éstos se añaden los ángeles, arcángeles, querubines y serafines, se comprueba que son nueve
los coros de los ángeles (...).
Son nueve los coros de los ángeles. Por testimonio de
la Escritura sabemos que hay ciertamente ángeles,
arcángeles, virtudes, potestades, principados,
dominaciones, tronos, querubines y serafines.

La voz ángel es nombre del oficio, no de la


naturaleza, pues, aunque los santos espíritus de la
patria celeste sean todos espirituales, sin embargo no
a todos se les puede llamar ángeles.

Solamente son ángeles (que significa mensajero)


cuando por ellos se anuncian algunas cosas. De ahí
que afirme el salmista: hace ángeles suyos a los
espíritus (Sal 103, 4); como si claramente dijera que
Dios, cuando quiere, hace también ángeles,
mensajeros, a los espíritus celestiales que siempre
tiene consigo.
• Los que anuncian cosas de menor monta
se llaman simplemente ángeles, y los que
manifiestan las más importantes,
arcángeles.
• De ahí que a María no se le manda un
ángel cualquiera, sino el arcángel San
Gabriel pues era justo que para esto
viniese un ángel de los más encumbrados,
a anunciar la mejor de las nuevas.
• Por esta razón, los arcángeles gozan de
nombres particulares, a fin de que—por
medio de los hombres—se dé a conocer
su gran poderío (...).
Miguel significa ¿quién como Dios?; Gabriel, la fortaleza de Dios;
y Rafael, la medicina de Dios. Cuantas veces se realiza algo que
exige un poder maravilloso, es enviado San Miguel, para que por
la obra y por el nombre se muestre que nadie puede hacer lo
que hace Dios.
Por eso, a aquel antiguo enemigo que aspiró, en su soberbia, a
ser semejante a Dios, diciendo: escalaré el cielo; sobre las
estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré sobre el monte
del testamento, al lado del septentrión; sobrepujaré la altura
de las nubes y seré semejante al Altísimo (Is 14, 13-14); al fin del
mundo, para que perezca en el definitivo suplicio, será dejado en
su propio poder y habrá de pelear con el Arcángel San Miguel,
como afirma San Juan: se trabó una batalla con el arcángel San
Miguel (Ap 12, 7).
De este modo, aquél que se erigió, soberbio, e intentó ser
semejante a Dios, aprenderá—derrotado por San Miguel—que
nadie debe alzarse altaneramente con la pretensión de
asemejarse a Dios.
• A María es enviado San Gabriel, que se llama la
fortaleza de Dios, porque venía a anunciar a Aquél que
se dignó aparecer humilde para pelear contra las
potestades infernales. De Él dice el salmista: levantad,
¡oh príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh
puertas de la eternidad!, y entrará el Rey de la gloria...
(Sal 23, 7). Y también: el Señor de los ejércitos, ése es el
Rey de la gloria (ibid. 10). Luego el Señor de los
ejércitos y fuerte en las batallas, que venía a guerrear
contra los poderes espirituales, debía ser anunciado por
la fortaleza de Dios.

Asimismo Rafael significa, como hemos dicho, la


medicina de Dios; porque cuando, haciendo oficio de
médico, tocó los
ojos de Tobías, hizo desaparecer las tinieblas de
su ceguera. Luego es justo que se llamara medicina de
Dios.
• Y ya que nos hemos entretenido interpretando los nombres
de los ángeles, resta que expongamos brevemente el
significado de los ministerios angélicos.

• Llámanse virtudes aquellos espíritus por medio de


quienes se obran más frecuentemente los prodigios y
milagros, y potestades los que, entre los de su orden, han
recibido mayor poder para tener sometidos los poderes
adversos [los demonios], a quienes reprimen para que no
tienten cuanto
pueden a las almas de los hombres. Reciben el nombre
de principados los que dirigen a los demás espíritus
buenos, ordenándoles cuanto deben hacer; éstos son los
que presiden en el cumplimiento de las divinas
disposiciones.
• Se llaman dominaciones los que superan en poder
incluso
a los principados, porque presidir es estar al frente,
pero dominar es tener sujetos a los demás. De manera
que las milicias angélicas que sobresalen por su
extraordinario
poder, en cuanto tienen sujetos a su obediencia a
los demás, se llaman dominaciones.

Se denominan tronos aquellos ángeles en los que


Dios omnipotente preside el cumplimiento de sus
decretos. Como en nuestra lengua llamamos tronos a
los asientos, reciben el nombre de tronos de Dios los
que están tan llenos de la gracia divina, que en ellos se
asienta Dios y por medio de ellos decreta sus
disposiciones.
• Los querubines son llamados también plenitud de
ciencia; y estos excelsos ejércitos de ángeles son
denominados querubines porque, cuanto más de cerca
contemplan la claridad de Dios, tanto más repletos están
de una ciencia más perfecta; y así, en cuanto es posible a
unas criaturas, saben más perfectamente todas las cosas
en cuanto que, por su dignidad, ven de modo más claro
al Creador.

En fin, se denominan serafines aquellos ejércitos


de ángeles que, por su particular proximidad al Creador,
arden en un amor incomparable. Serafines son los
ardientes e inflamados, quienes—estando tan cerca de
Dios, que entre ellos y Dios no hay ningún otro espíritu—
arden tanto más cuanto más próximo le ven. Ciertamente
su amor es llama, pues cuanto más sutilmente ven la
claridad de Dios, tanto más se inflaman en su amor.

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