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En 1970 el crítico José María Castellet publicó una antología titulada Nueve
novísimos poetas españoles que incluía composiciones de los siguientes
poetas:
Pere Gimferrer (Arde el mar y La muerte en Beverly Hills).
Guillermo Carnero (El sueño de Escipión).
Félix de Azúa (El velo en el rostro de Agamenón).
Antonio Martínez Sarrión (Una tromba mortal para balleneros).
Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental)
Leopoldo Mª Panero (Así se fundó Carnaby Street)
Ana María Moix (Call me Stone)
Vicente Molina Foix y José Mª Álvarez
También se les conoce con el nombre de generación del 68, ya que la labor de
estos poetas coincide con los años 60 en España, la década de la europeización
del país. Otro nombre es el los venecianos, porque escribieron con cierta
frecuencia sobre Venecia.
Como en el Modernismo el poeta se considera un ser perteneciente a una
aristocracia intelectual, cuya manifestación es la exhibición cultural en el
poema. Por otro lado, también hay una tendencia a la evasión, al refugio en
una época, lugares o personajes del pasado. Un modo de expresión
generalizado es el monólogo dramático: el poema se pone en boca de un
personaje histórico, conocido o no, como emisor y responsable de los
versos.
Estos poetas acentúan el aspecto verbal y la huida de la realidad, aunque
no rompen del todo con la generación anterior. Pero, sí es verdad, suponen
un cambio perceptible y muy fértil.
En su mayoría son poetas filólogos. Casi todos ellos han estudiado Filología
románica, hispánica y clásica, lo que explica ciertos temas y ciertos
modelos. En general, son profesores en las escalas más altas y algunos han
llegado a ser académicos y directores de la Biblioteca Nacional.
En su formación cultural y en los temas se mitifica la cultura de los
medios de comunicación, radio, cine, tebeos o canciones. Demasiados
tebeos, Marilyn Bogart, posters, mucho Che Guevara, Kennedy, Klimt,
novela negra. Conocen la poesía extranjera: autores como Eliot, Cavafis, el
Surrealismo, y en ellos influyen Cernuda, Gil de Biedma y autores
hispanoamericanos como Octavio Paz o César Vallejo.
Su poesía se aleja del realismo y regresa a los experimentos relacionados
con la vanguardia (escritura automática y uso del collage) o con el
Modernismo (gusto por lo exótico, por el ritmo del lenguaje, por el léxico
culto, etc. Defienden la autonomía del arte y manifiestan una extrema
preocupación por el lenguaje.
Consideran que el “yo” del poeta está tan dicho que es imposible y
resulta estúpido presentarlo en escena. Se sirven de recursos como el
prosaísmo y la ironía. El existencialismo negativo se manifiesta en la
incapacidad de creer en la poesía como un acto de conocimiento. El mundo
no se conoce a través de la palabra. Prefieren el verso largo y sujeto a unos
ritmos muy marcados, con base endecasílaba y, con más frecuencia
alejandrina.
Durante los años setenta, la influencia de la poesía novísima se ramifica en
distintas tendencias que desarrollan algunas de sus características. Las
principales son:
• La corriente culturalista. El poema se centra en algún suceso o en algún
personaje de la historia cultural y se construye sobre él, muchas veces en
forma de monólogo dramático. El poeta exhibe sus conocimientos y su
sensibilidad hacia la cultura. Algunos representantes son Luis Alberto de
Cuenca, Antonio Colinas y Luis Antonio de Villena.
• La corriente clasicista. Se inspira en las formas métricas y el estilo literario
de los clásicos. El mayor representante es Antonio Carvajal.
•La corriente experimental. Se profundiza en la vinculación con las
vanguardias del período de entreguerras, mediante la creación de poesías
visuales y collages, como en la obra de José Miguel Ullán y Fernando
Millán.
•La corriente metapoética. Predomina la indagación sobre al naturaleza de
la poesía. Suele manifestarse por medio de una poesía minnimalista,
cercana a la poesía pura e influida por la poesía oriental. Son
representantes Jaime Siles y Guillermo Carnero.
Blancanieves se despide de los siete enanos
"Teatro de operaciones"
A partir de los años 80, poetas más jóvenes o del grupo de los novísimos
comienzan a presentar nuevas propuestas. Muchos de estos jóvenes
rechazan los aspectos más extremos de la estética novísima y vuelven a la
poética de los 50.
Características y corrientes
José Luis García Martín en La generación de los ochenta, ha señalado
algunos rasgos y corrientes perceptibles en esta poesía de los 80.
• Pluralidad de autores y grupos.
•Pastiche e ironía. Algunos poetas remedan esquemas y títulos de la poesía
de los siglos de Oro, pero con ironía. Por ejemplo, Fernando de Villena se
remite a Góngora en Soledades tercera y cuarta (1981). Es notable la Égloga
de los dos rascacielos de Luis García Montero que comienza: “Lamentaban
dos dulces rascacielos / la morena razón de su desgracia”, remedo de “El
dulce lamentar de dos pastores / Salicio juntamente y Nemorosos…” de la
Égloga Primera de Garciloso. Utilizan habitualmente la métrica clásica.
• Neorrealismo. Supone una vuelta a los más audaces versos de las
vanguardias. Destacan nombres como Blanca Andreu y Luis Miguel
Rabanal.
• Minimalismo o conceptualismo. Poesía también denominada del silencio
o neopurismo. Siguiendo a Góngora, Mallarmé, Valery, Jorge Guillén, se
intenta hacer una poesía en que lo esencial es el objeto y no el yo.
Destacan Andrés Sánchez Robayra y Álvaro Valverde.
• Poesía de la experiencia. En una vuelta a la generación de los 50, con Gil
de Biedma a la cabeza, y manteniendo la crítica ética e incluso social, es el
caso de Jon Juaristi, y Luis García Montero.
•Elegíacos y épicos. Inspirados en Cernuda, es frecuente el tono elegíaco y
desengañado del poeta. Destaca Eloy Sánchez Rosillo. En cuanto a la poesía
épica, los dos autores más sobresalientes son Julio Martínez Mesanza con
un ciclo dedicado a Europa y el de Julio Llamazares que canta a su tierra
leonesa.
Nació en Granada. Profesor de literatura española en la universidad de esta
misma ciudad ha publicado varios poemarios: Y ahora que ya eres dueño
del puente de Brooklyn (1980), Tristia (1982, 1989), Las flores del frío
(1991), Habitaciones separadas (1994)… Ha recibido los premios Federico
García Lorca (1979), Adonais (1982), Loewe (1993) y Nacional de Poesía
(1994), estos dos últimos por Habitaciones separadas. En Casi cien poemas
(1997) se recoge una antología de su obra.
Canción 19 horas Déjame, pensamiento, déjame...
¿Quién habla del amor? Yo tengo frío Déjame, pensamiento, déjame,
y quiero ser diciembre. mañana seré tuyo,
Quiero llegar a un bosque apenas sensitivo, volveré a ser tu presa.
hasta la maquinaria del corazón sin saldo. Pero hoy,
Yo quiero ser diciembre. mientras la luz araña en los árboles y
Dormir pide
en la noche sin vida, una oportunidad,
en la vida sin sueños, quiero que me recoja la inútil
en los tranquilizados sueños que desembocan primavera.
al río del olvido. A la casa del frío
Hay ciudades que son fotografías regresaré mañana, cuando el tiempo
nocturnas de ciudades. exponga sus razones
Yo quiero ser diciembre. y el corazón pregunte
Para vivir al norte de un amor sucedido, lo que falta por ver,
bajo el beso sin labios de hace ya mucho tiempo, cuántos latidos
yo quiero ser diciembre. pueden quedarle para detenerse.
Como el cadáver blanco de los ríos,
como los minerales del invierno,
yo quiero ser diciembre.
Nació en La Coruña. Inició estudios de Filología Hispánica, pero no los
terminó ya que al entablar amistad con el escritor Francisco Umbral decidió
abandonarlos para dedicarse de lleno a la labor poética. Su vida se vio
marcada por la prematura muerte de su esposo, el novelista Juan Benet; en
el año 1993 dejó la vida pública par volver a los paisajes de su infancia.
En sus obras, que partieron del surrealismo para gradualmente dejarlo
atrás, aborda principalmente el amor, la infancia y el paso del tiempo. La
escritora asegura que el dolor, que la acompañó en la época de sus
primeras publicaciones, le permitió evolucionar y dar más profundidad y
sencillez a sus versos. Entre sus poemarios, destacan De una niña de
provincias que se vino a vivir en un Chagall, ganador del Premio Adonais en
1980, Capitán Elphistone (1988) y Los archivos griegos. Su estilo, que busca
su propia identidad sin aferrarse a ninguna influencia en particular, se
puede apreciar en Amor mío.
A Marta En Irak
I Respóndeme, político, ¿por qué
Ahora me pregunto qué sería de aquel fuego quieres desfigurar la faz del mundo?
y de su noche, la ceniza. ¿Por qué quieres cortar
II las cabezas azules de mis templos?
El fuego es dios de nada, dijo el poeta, es nada ¿Por qué quieres
aunque a veces sople por las chimeneas salpicar con mi sangre
un aire alemán. a tu pueblo inocente?
III ¿No sabes que si envías
Ahora me pregunto qué fue de aquellos fuegos la muerte a visitarme
y de su norte, la ceniza. volverá sobre ti, boomerang en
IV retorno?
El fuego es dios de nada -dijo el poeta- es nada ¿Por qué quieres
y jamás se controla por educación matar mi casa
o cualquier otra romper mi niño
sino que obra quemar mi perro?
y porfía.
V
Ahora me pregunto que será de aquel fuego
y su sepulcro, la ceniza.
Poeta, novelista y narrador español, nacido en Vegamián, pueblo
desaparecido de León, en el año de 1955. Inclinado desde muy joven por el
ejercicio literario, fue fundador de los Cuadernos Leoneses de Poesía y
obtuvo el Premio Nacional de Poesía Universitaria en 1976. Se licenció en
Derecho y muy pronto abandonó la profesión para dedicarse al
periodismo escrito y radial en la ciudad de Madrid.
Por la publicación de los poemarios La lentitud de los bueyes en 1979
y Memoria de la nieve en 1982, obtuvo los premios Antonio González de
Lama y Jorge Guillén.
De nuevo llega el mes de las avellanas y el silencio.
Otra vez se alargan las sombras de las torres, la plenitud azul del huerto familiar.
Sé muy bien que, tras los mimbres lánguidos del río, acecha un animal de nieve.
Pero era en este mes cuando buscábamos orégano y genciana, flores moradas para aliviar
las piernas abrasadas de las madres.
Hace ya mucho tiempo que camino hacia el norte, como un viajero gris perdido entre la
niebla.
La verdad cifrada dejé atrás: el humo denso y obsequioso de los brezos y la alegría de mis
padres en el anochecer.