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INFLUENCIA DE

LOS TRÁGICOS
GRIEGOS EN
ESPAÑA
E S Q U I L O, S Ó F O C L E S Y E U R Í P I D E S
ESQUILO
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
FERNANDO DE HERRERA, TIRSO DE MOLINA,
RECUERDO DE PROMETEO ATORMENTADO POR
EL BUITRE ALUSIÓN A PROMETEO

Cubre en oscuro cerco y sombra fria No el ave que en el Cáucaso destroza


Del cielo puro el resplandor sereno por curioso atrevido Prometeo
L' umida noche, i yo, de dolor lleno,
…………………………………
Lloro mi bien perdido i mi alegria.
…………………………………
Ningun alivio en la miseria mia
Hallo; de ningun mal estoy ageno; alcanzará a Ia Ninfa en la carrera.

Cuanto en la confusion nublosa peno


Padesco en Ia rosada luz del dia.
En otro nuevo Caucaso enclavado
Mi cuidado mortal i mi desseo
El coraçón me comen renovado,
Do no pudiera el sucessor d' Alceo
Librar [me] del tormento no cansado
Qu' ecede al del antiguo Prometeo.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
FRANCISCO QUEVEDO Y FRANCISCO SÁNCHEZ DE LAS
V I L L E G A S , C I TA B RO Z A S , C I TA

Ex Aeschili Prometeo vincto (En In Ibin Ovidii Annotatione, en la página 215 )Cita los
(Del Prometeo encadenado de Esquilo) versos de Esquilo Ego vero Tydeo probum Astaci filium nunc
apponam en apoyo de la lección.
Prom. Pro ministerio isto tuo, infortunium hoc meum
Astacidaeque modo diffisa cadavere trunco
Hoc certe scito non permutarim ego.
digna feris, hominis sit caput esca tuum
Malim nam arbitror huic presto esse petrae,
En el lugar de la corriente:
Quam patTi, adesse Jovi fidurn nuntium.
Hirtacidaeque modo defixa…
Sic in procaces est agendum procaciter.
Remite a los Siete sobre Tebas en el comentario al verso 236:
Quid, cui, visos nudatae Pallados artus
cernere nil licitum?
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII
J E R Ó N I M O D E L A H U E RTA ,
C I TA

Colore speciern multimodo pingit suam


Nam vere candicans vbi extitit nouo.
Aestate turn deinde,Vt recanduit seges.
Alas repente Varias maculatus quatit.
Vagatur hic semper fastidiens locos.
Deserta quaerit nernorum et inuias plagas.
(Historia Natural, libro X capítulo XXV)
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII

D O N G A R C Í A D E S A L Z E D O C O RO N E L ,
SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA
C O M E N TA D A S

Aequori vagos quia ipse solus reperi En esta pues fiandose atractiua
Alis volantes lineis currus maris (Prometeo, Del Norte amante dura, alado roble
Esquilo., v. 467) No ay tormentoso cabo que no doble.
(Góngora, Soledad Primera, 306)
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX
ÁNGEL LASSO DE LA VEGA

El suplicio de un dios; su pena esquiva


aherrojado en la cúspide escabrosa;
la infamia y falsedad de aquella esposa
que Agamenón de la existencia priva;
del Tebano a la saña vengativa
el fratricidio horrendo y la espantosa
catástrofe que en fuga vergonzosa
pone a la hueste de la Persia altiva,
of rece Esquilo en la ateniense escena,
de Melpóneme en templo transformada
por su estro feliz y ardiente vena;
por quién la lira uniendo con hi espada,
genio y soldado, con sus glorias llena
el suelo del cantor de la Ilíada. ( Biblioteca Universal. Tomo
XCIX.Terencio. Comedias traducidas en verso, por D. Ángel Lasso
de la Vega. Tomo primero, pág. 176.)
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
M I G U E L D E U N A M U N O,
R E M I N I S C E N C I A D E P RO M E T E O

A MI BUITRE
Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.
El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él, mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga (Miguel de Unamuno, Antología. Colección Austral.)
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
AV E L I N O C O D I N A , AG A M E N Ó N
"Cliternnestra extendió su mirada sobre los que asi la interrogaban y dijo:
—Ojalá que del seno de Ia noche nazca Ia aurora de un venturoso día, como dice el proverbio. Preparaos a recibir una alegría que supera
todas las esperanzas: los Argivos son dueños de la ciudad de Príamo.
— ¿Qué dices? —Interrumpió el que habla hablado el primero— ¡Apenas si me atrevo a dar fe a tus palabras!
—Troya es de los Aqueos —insistió Clitemnestra—¿No lo he dicho claro?
La alegría enajenaba a los componentes del Consejo y hacia asomar las lágrimas a sus ojos.
— ¿Pero tienes algún testimonio cierto de esta ventura?
—Lo hay. ¿Y cómo no? Yo jamás he tomado por verdades las ilusiones de Ia mente dormida.
Uno de los componentes del Consejo, ansioso de conocer todos los detalles, interrogó de nuevo a Ia Reina:
—Pero, ¿cuándo ha sido destruida Ia ciudad?
— ¿Y qué mensajero ha traído Ia noticia?— añadió otro.
La reina Clitemnestra habló asi serenamente:
—Yo os lo diré. La victoria se ha obtenido esta misma noche de cuyo seno ha nacido esta luz que nos alumbra. Los guerreros que han
obtenido la victoria han encendido una hoguera en la cumbre del Monte Ida. De lumbre en lumbre ha llegado hasta aquí el fuego
mensajero. Los centinelas no se han dejado vencer imprudentemente por el sueño, sino que han hecho La señal encendiendo Los
sarmientos que transmiten la luz a los que están más lejos. Así llegó a esta morada de los Atridas aquella luz cuyo primer padre fue Ia
hoguera que brilló sobre el Ida. Tales fueron las señales que yo hice disponer, de modo que por su orden pasasen de unos a otros: el
primero de ellos y el último, el primero que dio la señal y el último que la recibió, ambos son los vencedores en esta carrera. Lo que os he
dicho es Lo que mi esposo me anuncia y certifica desde Troya."
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
AG A M E N Ó N , E S Q U I L O

(Sale Clitemnestra.)
CORIFEO. ¿Acaso honras a las crédulas visiones de los sueños?
CORIFEO. Vengo, Clitemnestra, a rendir homenaje a tu poder, pues es justo
CLITEMNESTRA. No podría aceptar la opinión de una mente dormida.
honrar a la esposa de un príncipe, cuando el trono carece de varón. Pero ya
CORIFEO. La alegría me inunda provocando mis lágrimas.
sea que sacrifiques por haber recibido alguna buena noticia, ya sea por gratas
esperanzas, te escucharía con gusto; pero no me ofenderé si callas. CLITEMNESTRA. Sí, tus ojos revelan tus buenos sentimientos.
CLITEMNESTRA. Dulce mensajera, como dice el proverbio, sea la Aurora, hija CORIFEO. ¿Es digno de crédito? ¿Posees de ello alguna prueba?
de la madre Noche. Oirás una alegre noticia mayor que toda esperanza: los CLITEMNESTRA. La tengo, ¿cómo no?, si un dios no me ha engañado.
argivos han conquistado la ciudad de Príamo. CORIFEO. ¿Acaso honras a las crédulas visiones de los sueños?
CORIFEO. ¿Qué dices? Tus palabras me han escapado de tan increíbles.
CLITEMNESTRA. No podría aceptar la opinión de una mente dormida.
CLITEMNESTRA. Troya es de los aqueos. ¿Hablo claramente?
CORIFEO. ¿O es un rumor sin alas el que te ha engordado?
CORIFEO. La alegría me inunda provocando mis lágrimas.
CLITEMNESTRA. Te burlas de mi juicio como si fuera el de una niña.
CLITEMNESTRA. Sí, tus ojos revelan tus buenos sentimientos.
CORIFEO. ¿Y desde cuándo ha sido destruida la ciudad?
CORIFEO. ¿Es digno de crédito? ¿Posees de ello alguna prueba?
CLITEMNESTRA. Te lo digo: en la noche que ha engendrado este día.
CLITEMNESTRA. La tengo, ¿cómo no?, si un dios no me ha engañado.
CORIFEO. ¿Acaso honras a las crédulas visiones de los sueños? CORIFEO. ¿Y qué mensajero podría llegar tan rápidamente?

CLITEMNESTRA. No podría aceptar la opinión de una mente dormida.


LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
AG A M E N Ó N , E S Q U I L O

CLITEMNESTRA. Hefesto, que desde el Ida ha enviado un fulgor La guardia no se niega a la luz viajera quemando más que los
brillante. Una lumbre enviaba aquí, otra lumbre por un correo precedentes. La luz se lanzó por encima de la laguna Gorgopis,
de fuego: el Ida al monte Hermeo de Lemno; desde esta isla y llegando al monte Egiplancto les ordena a no retrasar el
acoge la gran hoguera, la tercera, la cumbre de Atos, consagrada
servicio del fuego. Envían, prendiéndola con ímpetu pletórico,
a Zeus; saltando sobre el dorso del mar, la fuerza de la antorcha
viajera, el pino ardiente, transmite alegre su brillo dorado, como una gran barba de fuego, que resplandece a lo lejos hasta
un sol, a las cumbres del Macisto; éste, sin demora ni dejarse lanzarse al otro lado del promontorio que vigila el estrecho
vencer por un sueño irreflexivo, no descuida su turno de del Satánico. En cuanto llega al monte Araene busca la cumbre
mensajero: de lejos la luz de la lumbrera señala a los guardianes vecina de esta ciudad y, por fin, alcanza esta mansión de los
del Mesapio su paso por las corrientes del Euripo; ellos hacen
brillar su respuesta y envían adelante el mensaje prendiendo Atridas una luz que no es sin parentesco con el fuego del Ida.
fuego a un montón de brezo seco. Vigorosa y sin nunca Tales son las órdenes dadas a mis lampadeforos, que se han
apagarse, la llama corre de un salto la llanura del Asopo, a cumplido por relevos sucesivos y vencen el primer corredor y
manera de luna brillante hasta las rocas del Citerón, y allí el último. Esta es la prueba y la señal, te digo, que me envía mi
despierta otro relevo del fuego mensajero.
esposo desde Troya.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
J OAQ U Í N B A L A N YA , C O É F O R A S
— ¡Quieran los dioses, Electra, acoger tus demás votos tan felizmente como éstos! —exclamó Orestes,
mostrándose.
— ¿Obtuve algo, acaso, de la voluntad de los dioses? —replicó ella admirada.
— ¿No ves ante tus ojos a aquel por quien, hace poco, rezabas?
— ¿Por Ventura sabes tú el mortal por quién suspiraba?
—Sé que, ansiosamente, esperabas a Orestes. Orestes soy: no busques, hermana, amigo mejor. Me estás viendo.
Electra temía ser burlada o que alguien Ie tendiese insidiosos lazos.
—Me estás viendo —insiste Orestes, persuasivo— y te cuesta trabajo reconocerme. Sin embargo, cuando
descubriste sobre la tumba el rizo de mis cabellos, tan parecidos a los tuyos; cuando mediste las huellas de tus
pasos, con las mías, te enajenaste de gozo, porque me creíste presente.
"Acerca, Electra, ese rizo a La melena de donde fue cortado y compara. Mira, si no te basta, esa tela que tejieron
tus manos... las figuras de animales que tu lanzadera bordé en ella... Y alégrate, hermana mía; mas no te
enloquezca el contento.Ya sé que los que mucho debieron querernos, son hoy mortales enemigos nuestros."
Y Electra reconoció al hermano. ¿Cómo describir sus dulces arrobos ante el ser querido, niña de sus ojos, el que
volvía por su honra? Increpó a Ia madre impía, nunca bastante odiada, y, segura de La venganza, exclamó:
— ¡Con nosotros están la fuerza, la justicia y Zeus, soberano de todos los dioses!
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
LAS COÉFORAS, ESQUILO

ORESTES. Solicita a los dioses que en lo sucesivo tengas buen ORESTES. Éste soy yo: no busques a otro más querido.
éxito, anunciando que tus plegarias han sido realizadas. ELECTRA. ¿Es que tramas, extranjero, algún engaño contra mí?
ELECTRA. ¿Y cuál es la gracia que acabo de obtener de los ORESTES. Entonces maquino contra mí mismo.
dioses?
ELECTRA. Pero ¿quieres burlarte de mis desgracias?
ORESTES. Estás ante la vista de aquel que hace poco invocabas.
ORESTES.Y también de las mías, si yo me río de las
ELECTRA. ¿Y cuál de los mortales puedes saber que yo
llamaba? tuyas.

ORESTES. Sé que es Orestes por quien tanto suspiras. ELECTRA. ¿Puedo decir que es realmente Orestes a quien
hablo?
ELECTRA. ¿Y qué obtengo ahora en respuesta a mis
ruegos?
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
LAS COÉFORAS, ESQUILO

ORESTES. Así pues, ahora que me ves, eres tarda en ELECTRA. ¡Oh cuidado queridísimo para el palacio paterno,
reconocerme, y en cambio, cuando viste este mechón de pelo llorada esperanza de un germen salvador, confía en tu valor y
cortado en señal de duelo y examinaste las huellas de mis pies, reconquistarás la casa del padre! ¡Oh dulce luz de mis ojos, que
volabas en alas de la esperanza y te parecía tenerme ante los compartes cuatro veces mi destino! Pues debo saludarte como
ojos. Examina, aproximándolo al lugar de donde lo he cortado, un padre, hacia ti se inclina el amor debido a una madre -con
este rizo de tu hermano tan semejante a tu cabellera. Mira este toda justicia aborrecida-, y a la hermana inmolada sin piedad; y
tejido, obra de tus manos; observa la trama de la lanzadera y la tú eres el hermano fiel que me trae el respeto. ¡Que solamente
imagen de caza. Domínate; que la alegría no te haga perder la la Fuerza y la Justicia, y Zeus, el más poderoso de todos, sean
razón. Pues sé que los seres queridos son nuestros enemigos. mis aliados!
SÓFOCLES
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
H E R N Á N P É R E Z D E O L I VA , L A
V E N G A N Z A D E AG A M E N Ó N SÓFOCLES, ELECTRA

AYO. – Pues consejo no te faltará, segun lo que he pensado. Iré yo, ORESTES. – […] Tú, escuchando mis palabras con toda tu
sí te place, á estas casas, y diré á los tiranos moradores dellas, que atención, repréndeme si me engaño. Cuando iba a buscar el
me envió Panotéo su amigo con nuevas de tu muerte muy ciertas, oráculo pítico, para saber cómo había de castigar a los matadores
las quales ellos creyendo, se descuidarán de manera que tu cuidado
aproveche. de mi padre, Febo me respondió lo que vas a oír: «Tú solo, sin
armas, sin ejército, secretamente y por medio de emboscadas,
ORESTES. – Bien me parece esa manera de darnos entrada. Y
pluguiese á Dios, mi ayo, que lo que vas á decir fuera verdad, si por debes, por tu propia mano, darles justa muerte.» Así, puesto que
algun estorbo de fortuna, que suele ser enemiga de los buenos, yo hemos oído este oráculo, tú, cuando sea tiempo, entra en la
no he de cumplir mi deseo. Pero yo confio en Dios todo poderoso, morada, para que, habiendo averiguado lo que allí ocurre, vengas a
á quien nunca plugo hecho tan malo, que él me dará fuerzas decírnoslo con certeza. No te reconocerán ni sospecharán de ti,
vengadoras, con que derrame aquella sangre culpada de
Clitemnestra y Egisto. después de tanto tiempo, y habiendo blanqueado tus cabellos.
Diles que eres un extranjero focidio, enviado por un hombre
AYO. – Pues entretanto que yo fuere, vosotros cubrid una caxa
llamado Fanoteo. Y, en efecto, éste es su mejor aliado. Anúnciales
capaz de un cuerpo humano, y quando os pareciere que habré
hecho este mensage, vernéis vosotros á la misma casa, y diréis que también, y júrales, que Orestes ha sido víctima del destino por una
traeis allí el cuerpo de Orestes, enviado de sus amigos, para que en muerte violenta, habiendo caído de un carro veloz en los Juegos
su tierra fuese sepultado. Desta manera podeis entrar seguros adó Píticos.
estan vuestros enemigos.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI

F R AY L U I S D E L E Ó N , C I TA S S Ó F O C L E S , E D I P O R E Y, V V. 4 1 0
• “Si Dios manda en mí, no estoy subyecto a • “También yo tengo derecho a ello, ya que
cosa mortal” (de los Nombres de Cristo, II, no vivo sometido a ti, sino a Loxias, de
169, de Bl. Clásica). modo que no podré ser inscrito como
seguidor de Creonte, jefe de un partido”.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII
A L E J A N D RO A R B O R E DA , N O H AY R E S I S T E N C I A A L O S H A D O S
EDIPO. – Estaba en lo mas ameno quien juzga que los acasos
de esta apacible floresta no tienen sus providencias) [;]
dórico edificio, noble, llegué en efecto y hallando
una máquina perfecta no bien cerrada la puerta
por su altivez nuevo Atlante de un jardín en sus estancias
pudo ser de las estrellas. me introduzco. Busco en ellas
Yo deseando vencer quien mi perdida me anuncie,
la errada confusión ciega y hallo, ¡ay amigos!, quien sea
de mi pérdida, a la quinta nueva confusión del alma
guio el paso (o cuánto yerra primer causa de mis penas.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
G A R C Í A D E L A H U E RTA , L A V E N G A N Z A D E AG A M E N Ó N ( E N V E R S O )
ORESTES. – Esta debe de ser Electra, ¡O cielos FEDRA. – Menos te admirarías, estrangero, FEDRA. – Ese es su mayor mal.
quánto mudan pesares y desgracias! si supieras los males, porque pasa, ORESTES. – ¿En qué manera?
Mas quiero preguntarlo. ¿Esta doncella y las penas que sufre. FEDRA. – Porque llorando la tragedia infausta
es Electra por dicha? ORESTES. – ¿Pues qué males, de Agamemnon su padre esta doncella
FEDRA. – Ella es. qué penas, qué disgustos o desgracias con lagrimas continuas, y a vengarla
ORESTES. – Su cara tan grande estrago pueden haber hecho? incitando a su hermano, asi ha irritado
y sus voces en duda me tenían. FEDRA. – Dos cosas son las principales causas: de Egisto y Clitemnestra el odio y saña,
Bien de ella parecían las palabras, la primera el suceso de su padre, que después de la mas amarga vida,
pero su rostro no; pues otro tiempo y ahora de su hermano la temprana por ultimo ahora la amenazan
dotado estuvo de hermosura tanta, muerte infeliz. con perpetua prisión, en donde sea
que de verle deseos infundia ORESTES. – ¿Pues qué no tiene madre, solo de sus contrarios visitada.
por toda Grecia la estendida fama. […] que la consuele en desventuras tantas?

ELECTRA. – ¡Oh, Luz sagrada, Aire que llenas tanto espacio como la tierra, cuántas veces habéis oído los gritos innumerables de mis lamentos y los
golpes asestados a mi ensangrentado pecho, cuando se va la noche tenebrosa! y mi lecho odioso, en la morada miserable, sabe las largas vigilias que
paso, llorando a mi desgraciado padre, a quien Ares no ha recibido, como un huésped ensangrentando, en una tierra extraña, sino de quien mi madre y
su compañero de lecho, Egisto, hendieron la cabeza con un hacha cruenta, como los leñadores hacen con una encina. ¡Y nadie más que yo te
compadece, oh, padre, víctima de esa muerte indigna y miserable! Pero yo no cesaré de gemir y de lanzar amargos lamentos mientras vea el fulgor
centelleante de los astros, mientras vea la luz del sol; y, semejante al ruiseñor privado de sus pequeñuelos, ante las puertas de las paternas moradas
prorrumpiré en mis agudos gritos en presencia de todos. ¡Oh, morada de Hades y de Perséfone, Hermes subterráneo y poderosa Imprecación, y
vosotras, Erinias, hijas inexorables de los Dioses!, venid, socorredme, vengad la muerte de nuestro padre y enviadme a mi hermano; porque, sola, no
tengo fuerza para soportar la carga de duelo que me oprime.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
F R A N C I S C O M A RT Í N E Z D E L A RO S A , E D I P O

YOCASTA. – […] Aun sonaban los cánticos de albricias


¿Lo recuerdas, Edipo? El mismo dia En las sagradas bóvedas del templo,
En que vimos nacer un hijo tierno, Y el pueblo enternecido encomendaba
Y con llanto de amor le bendijimos El niño augusto á la piedad del cielo,
Como prenda de unión y de consuelo; Cuando con ronco estruendo retemblaron
El mismo dia en que la triste patria De la tierra los íntimos cimientos,
El logro celebró de sus deseos, Y el rayo vengador del sumo Jove
Viendo afianzada su futura suerte; Confundió sobre el ara el sacro fuego.
En ese dia, de fatal agüero, ¡Cuántos males de entonces, cuántos males
Parece que los Dioses contemplaron Sobre nosotros, míseros, cayeron!
Con enojo y horror nuestro contento. Y aun hoy mismo, ¿quién sabe si mayores...?
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
A N Ó N I M O, E D I P O

ADRASTO. – Porque fui llego a tanto estremo que


testigo de que pendiendo por tal azzidente, el ruin
el infante, el lazo bil epiteto de pie inchado
del sutil mimbre en los pies todos le dieron asi:
se le llegue a yntroduzir y como el griego interprete
tanto que en ellos causó Por—po—inchado, por pie—edi—
no se que humor, que de alli entrambos nombres pie inchado
crezio al paso de su hedad y Edipo, quieren dezir.
de la hynchazon el fluir;
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX
R A FA E L J O S É D E C R E S P O, E D I P O
ACTO PRIMERO, ESCENA I
CORO DE SACRIFICADORES; CORO DE PUEBLO
CORO DE SACRIFICADORES Gobierna el universo: Pudicas en cariños;
¡Piedad, piedad, oh cielo! Cual padre a hijo perverso A ti invocan los niños
Humildes la pedimos: Deseas corregir Prestos a la virtud
Pues tu alto poder vimos, ¿Ya Tebas delincuente ¿Será que ellos y ellas
Veamos tu bondad. Mas ya reconocida Plegarias te dirijan
¿Qué somos? Flor de hielo: Ya al fin arrepentida Y unos y unas se aflijan
Tú, si la ceja meces Placete destruir? en mísera inquietud?
Los orbes estremeces No, no que hoy a tu anhelo ¡Ay! Calma el desconsuelo
¡Piedad, oh Dios, piedad! Responde su humildad. Y usa benignidad.
CORO DE PUEBLO CORO DE PUEBLO CORO DE PUEBLO
¡Piedad, piedad, oh cielo, ¡Piedad, piedad, oh cielo, ¡Piedad, piedad, oh cielo,
Piedad, oh Dios, piedad! Piedad, oh Dios, piedad! Piedad, oh Dios, piedad!
CORO DE SACRIFICADORES CORO DE SACRIFICADORES
Tu brazo omnipotente A ti claman doncellas
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
M A R Í A L U Z M O R A L E S , Á YA X S Ó F O C L E S , Á YA X
Ayax. – […] ¡Hijo, ojalá seas más afortunado que tu padre, y, en lo demás, igual,
Áyax. - ¡Ojalá, hijo mío, que seas más feliz que tu que entonces no serías nada vil! La verdad es que ahora tengo que envidiarte
padre y en todo lo demás seas igual que él, pues así esto, el que no te enteras en absoluto de los males presentes, pues la vida más
nunca serás cobarde! Si ahora te envidio es porque no agradable radica en la falta de conocimiento, lo que te durará hasta que
puedes darte cuenta de ninguno de los males que te empieces a darte cuenta de la alegría y de la tristeza. Cuando llegues a eso, es
rodean ni de los que te esperan. Mientras no te llegue preciso que pongas al descubierto entre los enemigos de tu padre qué valiente eres y
el momento de saber lo que es placer y dolor, que tu por qué valiente padre fuiste criado. Pero hasta entonces nútrete de suaves
tierno espíritu sea la alegría de tu madre. Ninguno de aspiraciones, ilusionando tu tierna alma, lo que constituirá motivo de alegría
los griegos se atreverá a insultarte, solo por ser tu para tu madre. Ten por seguro, y de ello estoy totalmente convencido, que no hay
hijo mío, aun cuando yo haya muerto. Mi amigo Teucro, miedo a que griego alguno te ofenda con odiosos ultrajes, ni aun estando fuera de mi
el arquero, será tu protector, cuidará de tu educación protección: ¡tan decidido centinela en tomo a ti dejaré de guardia, a Teucro, que
y, siguiendo las órdenes que estos marineros le no se echará atrás en lo tocante a tu crianza, no importa las dificultades que ello
transmitirán, te llevará a la casa de mi padre Telamón, conlleve, aunque a la hora presente anda lejos de aquí, dedicado a la caza de enemigos!
y de mi madre Eribea para que los alimentes en la En fin, varones armados de escudo, hueste marina, al conjunto de vosotros os
vejez hasta que llegue su última hora. En cuanto a mis recomiendo que me concedáis este favor y transmitidle a él este mi encargo:
armas, que no se den en público certamen a ninguno que lleve a mi hijo, aquí presente, a mi casa solariega y que lo presente a
de los griegos; que mi escudo sea conservado por ti, y Telamón y a mi madre, me refiero a Eribea, a fin de que les sirva de sustento
en la vejez hasta el final de sus días, hasta que alcancen las profundidades del dios
que las demás armas se entierren conmigo.
infernal. En cuanto a mi armadura, no deberán ponerla a merced de los griegos ningún
árbitro en concurso alguno ni el que me echó a perder. Al contrario, tú, hijo, coge el
arma que por tu nombre, Eurísaces, te conviene, y asegúratela haciéndola girar
mediante el asidero sutilmente cosido: el sólido escudo que necesitó siete pieles de buey.
El resto de la armadura quedará enterrado junto conmigo.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
M A R Í A Z A M B R A N O, L A T U M B A D E A N T Í G O N A

• CREONTE. – ¿Y qué diré a tu hermana que te espera?


• ANTÍGONA. – Dile, si te acuerdas bien, dile —no cambies mis palabras— que viva por mí, que
viva lo que a mí me fue negado; que sea esposa, madre, amor. Que envejezca dulcemente, que
muera cuando le llegue la hora. Que me sienta llegar con la violeta inmortal, en cada mes de
abril, cuando las dos nacimos.
• CREONTE. – ¿Y cómo yo voy a poder decirle todo eso? Eso son cosas tuyas.
• ANTÍGONA. – Y cómo voy a decir cosas no mías y a mi hermana, a lo único que de mí dejo
en esa vida. Pero no es necesario que se lo digas.Yo sé que será así.
EURÍPIDES
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
F R AY L U I S D E L E Ó N

E n L a p e r f e c t a c a s a d a h ay u n a l a r g a
cita de la Andrómaca: Y otra de la Hécuba:
"Por donde acerca de Eurípides dice bien el que dice: "Que si Eurípides, escritor sabio, parece que a
Nunca, nunca jamás que no me contento con decirlo
solo una vez, el cuerdo casado consentirá que entren bulto dice de todas mal, y dice que si alguno
cualesquiera mugeres a conversar con la suya, porque de los pasados dijo mal de ellas, y de los
siempre hacen mil daños. Unas por su interés tratan presentes lo dice, o si lo dijeren los que
de corromper en ellas la fe del matrimonio; otras, vinieren después, todo lo que dijeron y dicen
porque han faltado ellas, gustan de tener compañeros
y dirán, el solo quiere decir y dice".
de sus faltas; otras porque saben poco y de puro
necias. Pues contra estas mujeres y las semejantes a
estas conviénele al marido guarnecer muy bien con
aldabas y con cerrojos las puertas de la casa; que
jamás estas entradas peregrinas ponen en ella alguna
cosa sana, sino siempre hacen diversos daños"
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII
P E D RO D E VA L E N C I A , C I TA E N E N D E C A S Í L A B O S E N S U D I S C U R S O
AC E R C A D E L O S C U E N TO S D E L A S B RU J A S Y C O S A S TO C A N T E S A M AG I A .
Véase lo que cuenta en Euripides al rei de Thebas Pentheo que queria castigar esto (los desmanes de las Bacantes) y prohibir las
juntas de las Bacchas un pastor, pretendiendo espantar al rei, i que se abstuviese como de cosa superior y divina:
Nosotros con presteza nos libramos Rendidos y arrastrados con violencia,
Huyendo los desgarros de las Bacas; Que mas presto de came los despojan
Mas con desnudas manos y sin hierro Que tu pudieras, Rey, cerrar los ojos;
Ellas acometieron los becerros. Parten de alli qual aves levantadas
Vierase alli que alguna arrebatava Con lixera carrera por los campos;
Una gruesa ternera, y con gran fuerza Unas por las riberas del Rio Esopo
Bramando alta del suelo la tenia; Las thebanas espigas derribando;
Otras despedazavan las novillas, Otras los campos Sirios y los valles
Y vieras arroxarlas hechas piezas Por vajo el Citeron tienen poblados,
Por alto y por el suelo, aqui un brazuelo Y qual bravos guerreros enemigos
Un pie por acullá, y quedar colgados Acometiendolo destruyen todo,
Los miembros en las ramas, destilando Arrebatando niños de las casas;
La reciente sangraza; pues los toros, Y los despojos que en los hombros cargan,
Sobervios antes y que con sus cuernos No se les caen aunque ellas no los atan;
Pudieron resistir al más valiente, Llamas llevan ardiendo en los cavellos,
caían en la tierra derribados Pero ellas no se queman ni se ofenden.
Con millares de manos de doncellas,
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX
E D UA R D O M I E R , H Y P O L I TO, V E R S O 8 8 :

• ἄναξ, θεοὺς γὰρ δεσπότας καλεῖν χρεών


Con efecto, δεσπότας solo puede ser
Traduce:
considerado como acusativo predicativo de
• ¡Oh rey!, puesto que a nuestros señores debemos θεοὺς y no al contrario, so pena de incurrir
llamar como a los dioses. en la absurda traducción siguiente:
Y en una nota rechaza el autor la traducción • ¡Oh rey!, pues a los señores se debe llamar
corriente: dioses.

• Puesto que solo a los dioses se puede llamar señores


LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX
JOSÉ MARCHENA,
LA POLIXENA

Hécuba.- Hécuba.-
¿Vos me llamáis, señor? ¿Qué otros ¡Mi patria! ¿Existe acaso? De los dioses
quebrantos la morada escogida, el sacro alcázar,
aguardan a esta anciana desdichada? es un montón de polvo y de cenizas.
¿Los griegos han resuelto de Astianacte Del infelice Príamo las heladas reliquias son el pasto de
la muerte? ¿Las deidades no se cansan las fieras.

de perseguir a una infeliz cautiva? Al viento han esparcido las profanas


manos del vencedor los fríos despojos

Pirro.- de los reyes que Troya veneraba

Reina de los troyanos malhadada,


calmad vuestro dolor; un sol más puro
luce de hoy más a vuestra triste patria
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
FEDERICO GARCÍA LORCA, YERMA E U R Í P I D E S , H I P Ó L I TO
JUAN. —Creo que puedes vivir en paz.
YERMA—Para vivir en paz, se necesita estar
tranquila.
JUAN. — ¿Y tú no lo estás?
YERMA. —¡No lo estoy!
JUAN. —Desvía la intención. ¿Es que no conoces
ya mi modo de ser? “Las ovejas en el
redil, y las mujeres en su casa”. Tú sales
demasiado. ¿No me has oído decir esto
siempre?
YERMA. —¡Sí! Las mujeres en su casa, cuando
las casas no son tumbas, cuando las sillas
se rompen y las sábanas de tela se rompen
con el uso.
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
A N TO N I O TOVA R , E L C Í C L O P E

Adónde de nobles padres


y de nobles madres,
adónde te me irás, a qué rocas?
¿No será aquí, dónde el suave viento
y la yerba verde
y el agua arremolinada de los ríos
descansa en los bebederos junto a las
cuevas, donde por ti balan las crías?
LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
A Z O R Í N , L A VO L U N TA D ( PA RT E
I I , C A P. I X )

¡Quién sabe si la vida no es para


nosotros una muerte y la muerte no
es una vida!
BIBLIOGRAFÍA
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