escuela de occidente todavía mayor importancia que Platón. Éste fue creador, aquél maestro de filosofía. Aristóteles había sido durante veinte años discípulo de Platón. Más de una vez criticó a su maestro. Platón es mi amigo, pero todavía más la verdad. Hoy en día la investigación va descubriendo que lo que unía a los dos filósofos es más que lo que los separaba. La lógica es la ciencia del pensar y del hablar (logos, en griego, de legein = hablar). Aristóteles mostró que este mundo sin fronteras del espíritu pensante utiliza siempre tres elementos fundamentales sumamente sencillos: el concepto, el juicio y el raciocinio.
El concepto es la varilla mágica del espíritu. El concepto
piensa innumerables cosas a la vez. Sócrates había puesto ya en práctica el pensar por conceptos; Platón lo había elevado a sistema filosófico, puesto que sus ideas habían nacido de los conceptos socráticos. Aristóteles no le acompaña en este vuelo audaz. En cambio, viene a ser el científico especialista del concepto y de sus funciones en el pensar humano, y con ello el fundador de la Lógica. Aristóteles descubre que el concepto se puede reducir a ciertos tipos, a las llamadas categorías. Categoría quiere decir literalmente forma de enunciación. En un análisis de nuestro hablar – tomemos un modelo tan sencillo del pensar y hablar humano como: Sócrates es pálido – aparecen ya a Aristóteles dos clases de elementos: en primer lugar tenemos algo sobre lo que emitimos enunciados, el sujeto o sustancia (ousía), lo que late en todos los enunciados y que no se puede enunciar de otro, por ejemplo, Sócrates mismo; en segundo lugar tenemos predicados, que se adhieren a este sujeto, que acaecen en él, los llamados accidentes. Son modalidades, que pueden ser cualidad, cantidad o relación, o designaciones de lugar, de tiempo o de situación, o un modo de haberse, una acción o una pasión.
En efecto, por la razón se distingue de todas las demás especies
comprendidas en el género “animal”, como son bestias brutas. Por eso la definición del hombre reza: “animal racional”. Existe una superstición científica que adopta una actitud crítica frente a tal cual creencia religiosa, y que al mismo tiempo acepta sin el menor asomo de crítica su propio complejo de conceptos.
Aristóteles mismo reconoció este peligro. Se observa en su
doctrina sobre el juicio. El juicio –así lo define- es una asociación de conceptos para emitir un enunciado sobre la realidad. Los juicios han de ser verdaderos.
El concepto de la verdad ha sufrido muchas variaciones en la
historia de la filosofía. Aristóteles estableció con su definición una norma de que ya no se puede prescindir. Lo mismo puede decirse de otro punto de su doctrina sobre el juicio: Observó que el juicio científico se distingue radicalmente del juicio corriente y cotidiano. Este último se refiere sólo a un ser particular, por ejemplo, a Sócrates o a Calias; en cambio, el hombre en general, la vida en general, el carbono en general. La tercera parte de la Lógica aristotélica se refiere al raciocinio (silogismo). Cuando hoy pronunciamos la fórmula corriente de silogismo: “Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, luego Sócrates es mortal”, hablamos en el lenguaje de Aristóteles.
Las percepciones sensibles se distinguen en cada caso
individualmente, pero de ellas se puede extraer una imagen universal, sí se dejan de lado las diferencias individuales secundarias, algo así como la forma de un sello es siempre la misma, si bien, por razón de la materia en que se imprime el sello, la impresión es distinta cada vez. Esta extracción de la forma universal es lo que Aristóteles llama abstracción. El Metafísico
¿Qué es, en definitiva, metafísica? Como la lógica estudia la mente,
sus elementos y sus funciones, así la metafísica inquiere el ser en cuanto tal y lo que le corresponde esencialmente. Esta definición delinea algo completamente nuevo y específico. En efecto, no existen sólo seres de una especie determinada y concreta, como, por ejemplo, seres de la forma de los minerales, del mundo vegetal y animal, del hombre o de determinadas cualidades, como los valores vitales, morales, estéticos o religiosos, sino que existe también un significado generalísimo de ser, en el que participan esos casos especiales, un ser que forma la base de todos ellos y que éstos manifiestan en su forma peculiar. Así pues, “metafísica”, quiere decir la ciencia que se ha de estudiar después (detrás) de la física (ciencia de la naturaleza en general), y esto porque la metafísica penetra más profundamente que la física.
La física se ocupa sólo de un caso especial de ser: el que se
manifiesta a los sentidos; la metafísica, en cambio, se ocupa de ser más profundo, que precede al otro y se da a conocer en la manifestación.
En un fundamento de todos los fundamentos, del que procede
absolutamente el ser, al que luego se llama Dios, por eso da Aristóteles a esta ciencia también el nombre de “teología”. Es lo que más tarde se llamará doctrina natural de Dios, teología natural o teodicea. Aristóteles trato de desarrollar lo que corresponde al ser en cuanto tal, los llamados atributos del ser, entre los cuales son los más importantes los “principios del ser” (arkhai). Estos principios son cuatro: forma, materia, movimiento (energía), fin.
La substancia singular es para Aristóteles algo primero, pero no lo
primero de todo, en efecto, también ella tiene los fundamentos que la explican, y que en este caso se llaman materia y forma.
La forma es para Aristóteles uno de los más importantes principios
del ser. En efecto, la materia es para Aristóteles como la cinta sin fin del continuo espacial y temporal, en la que se inscriben las formas eternas, recibiendo así un valor de posición único e irrepetible y quedando individualizadas. Pero este concepto de materia significa sólo una materia relativa (segunda). El concepto absoluto de materia, la materia primera (materia prima) de Aristóteles significa “lo que no se puede designar como sustancia o cantidad o como cualquiera otra de las categorías”. La materia primera es por tanto lo absolutamente indeterminado. Esta materia primera, al igual que la forma no existe por sí sola.
Quiere decir que por principio en todo conocimiento del mundo
mediante formas, conceptos, leyes y números queda siempre algo que se forma, se piensa y se expresa en relaciones matemáticas, que, por tanto, no todo es sólo número o sólo concepto, ni siquiera cuando, al progresar la diferenciación de los conceptos, de las leyes y de los números, la realidad del mundo se va trasladando más y más al lado de la forma. Es significativo que para Aristóteles no sólo la materia primera se llame hipokeimenon (losubyacente), sino también el sujeto del juicio, que es más y más determinado por los predicados. Si se tiene esto presente, la metafísica de la materia y de la forma, el llamado hilemorfismo, es mucho más que una mera teoría de la estructura de la materia: es filosofía del ser y tiende a una prioridad de la forma frente a la materia, sin por ello convertir el pensar en el todo y en el ser mismo.
El tercer principio es el comienzo del movimiento. Es un filosema
específicamente aristotélico, con una tendencia clara contra Platón, cuya filosofía había visto sólo lo ideal en el ser, pero no lo dinámico. Aristóteles, a fin de cuentas, no llegó a superar los principios eidéticos de Platón. Esto aparece más claro en su cuarto principio, la idea del fin.
El fin es para Aristóteles aquello por lo cual sucede algo. Opina
que en el mundo todo sucede con miras a algún fin. No sólo el hombre tiene fines y sabe de ellos, puesto que sabe lo que quiere. También los tiene la naturaleza. La entidad (physis = lo venido a ser) de una cosa es un venir a ser en orden a algo, por lo cual implica ya en sí misma el fin, a lo que Aristóteles llama entelequia. La entelequia aristotélica existe no sólo en la esfera de lo vivo, sino que todo lo que es, incluso en la esfera inorgánica, es concebido a modo de entelequia. Para Aristóteles, como para los griegos en general, tiene alma todo lo que posee vida (automovimiento), y así no sólo el hombre, sino también el animal y la planta. El fundamento o la razón de este automovimiento está a su vez en una forma especial, por lo que la definición del alma reza así: primera entelequia de un cuerpo físico orgánico. El alma es, pues, principio de vida, lo que muestra que forma significa aquí algo más que un contorno con figura, que es más bien algo dinámico, originalmente una fuerza.
El alma superior y propiamente humana es un alma espiritual y como
tal está dotada de inteligencia, razón y voluntad libre. La inteligencia es pensar discursivo, que se ejerce en conceptos, juicios y raciocinios. La razón contempla los principios supremos y eternos de lo verdadero y de lo bueno y en este sentido es “algo divino”. El mundo es la sede de la mutación y del movimiento. Los hechos funcionales del orden cuantitativo a los que las ciencias modernas dan una formulación matemática, como las leyes de la gravedad de Galileo.
Aristóteles aunque los hubiera designado como configuraciones
resultantes de formas. Por eso existen también, comprendidos cualitativamente, los cuatro elementos: agua, fuego, aire y tierra, existen también un “lugar natural” de todas las cosas, implicando por su esencia cualitativa: el fuego tiende hacia arriba, la piedra hacia abajo, hacia su propia “forma”. Como quinto elemento (quinta esentia) aparece el éter, del que están formados los astros, que son imperecederos y sólo conocen el puro movimiento local. Se reparte el mundo en dos mitades, el mundo bajo la luna o mundo sublunar, y el mundo supralunar, el llamado más allá. El mundo es sólo uno. El ético
Se entiende en primer lugar el bien del que hablan los hombres
cuando se alaban o se censuran, cuando imparten estima o desprecio, y a esto se llama generalmente buenas costumbres o moralidad. Esto lo reduce Aristóteles a unas pocas reglas, que por lo demás son típicamente griegas. ¿Cuándo es uno bueno? Aristóteles responde: Cuando procede como hombre inteligente. ¿Y cómo procede este? Como lo exige la recta razón. Pero ¿Qué es la recta razón? Respuesta: Ésta halla presente siempre que nuestro proceder es bello, el cual es bello cuando observa el justo edio entre lo demasiado y lo demasiado poco. ¿Qué es la felicidad? (Suele traducirse eudemoniapor “felicidad”; la palabra significa “posesión de un espíritu bueno”). Aristóteles responde: La felicidad no reside en el placer o en el goce, ni en las posesiones materiales, como tampoco en el prestigio y en la influencia política, sino en la obra típica del hombre, en la perfecta actuación de la naturaleza esencial del hombre.
Cada uno le cabe tanto de felicidad cuanto posee de virtud e
inteligencia y en cuanto proceda conforme a ellas. Como prueba invoco por testigo a Dios, que es feliz y bienaventurado pero no gracias a ningún bien exterior, sino por sí mismo y por su propia naturaleza. Ahora bien, la sabiduría sin restricción se halla en Dios, que en cuanto espíritu es pensamiento del pensamiento, que se piensa a sí mismo porque es la perfección suma, Platón había dicho: Debemos asemejarnos a Dios en cuanto nos es posible, Aristóteles dice: Debemos ser sabios, mas la sabiduría absoluta es Dios. También en ética es Dios el que todo lo mueve, “como lo amado”.
Lo que Aristóteles puede decir sobre los ideales de la política interior y
exterior, así como respecto a las diferentes formas del Estado (monarquía, aristocracia, república, oligarquía, democracia) es una vez más una prueba de su sabiduría, de su experiencia en la vida y sobre todo de su extenso conocimiento de las formas políticas y del derecho público en el mundo antiguo; pero también en algunas cosas es prueba de que este gran filósofo era hijo de su tiempo.