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Justin Yifu Lin

(☼ Yilan, Taiwán, 15 de octubre 1952 - )

En 2008 se produjo un hecho trascendente en la economía


mundial: por primera vez en la historia una persona ni
europea ni estadounidense ha ocupado el puesto de
economista jefe del Banco Mundial. El ahora responsable
de buena parte del destino de la economía del planeta es
Justin Yifu Lin, considerado el principal economista chino,
quien posee una vasta experiencia en el campo académico,
en el de la investigación y en la gestión pública como
asesor del gobierno chino.
Muchos creen que su llegada al Banco Mundial puede mejorar la economía
mundial gracias a tener un punto de vista diferente al convencional, que podría
beneficiar a los países en desarrollo. Lin es conocido por sus críticas al
"Consenso de Washington", y en particular a las privatizaciones, políticas ambas
que la institución ha impulsado con ahínco en las dos últimas décadas.
Detrás de este hombre hay una historia de vida muy particular y una visión de la
actualidad de la economía internacional que vale la pena conocer.

Justin Yifu Lin es fundador y director del Centro de Investigaciones Económicas de la


Universidad de Pekín donde es profesor desde 1993, vicepresidente de la Federación
Nacional de Industrias y Comerciantes de China y vicepresidente del Comité de
Economía de la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino. A enseñado como
profesor en Estados Unidos, Hong Kong y Australia además de en su país. Aparte de esto
Justin Lin ha servido en varios comités nacionales e internacionales como la Fuerza de
Misión Milenaria de Naciones Unidas para la Reducción de Hambre, el Grupo de
Personalidades Eminentes del Banco Asiático de Desarrollo, el Grupo de trabajo sobre el
futuro de la OCDE, el Reinventing Bretton Woods Committee y la Junta Asesora de
Economistas en jefe del Banco Mundial. Gracias a sus logros ganó en dos ocasiones el
premio Sun Yefang, que es la máxima recompensa de su país en ese sector.

Lin fue nombrado, a mediados de 2008, por el presidente del Banco Mundial, Robert B.
Zoellick, como nuevo economista jefe y vicepresidente senior para el desarrollo
económico, después de que su antecesor en el puesto, el francés Francois Bourguignon,
decidiera retirarse para proclamarse director de la Escuela de Económicas de París.
Zoellick ha destacado que Lin, al proceder de un país en constante crecimiento y ser
experto en desarrollo económico, espacialmente en agricultura, proporcionará grandes
capacidades y experiencias para el organismo. Pero, si realizamos un análisis más
profundo, cuesta saber las reales intenciones del ultra conservador Zoellick al nombrar a
alguien que se encuentra en las antípodas geográficas e ideológicas como jefe de la
“fábrica” de las políticas económicas del Banco Mundial. Tal vez busquen una verdadera
reforma a las recetas neoliberales del "Consenso de Washington" o, quizás, un
acercamiento a éstas políticas de China, que el año pasado superó al Banco Mundial
como principal donante de ayuda externa a África.

Con más de un centenar de artículos publicados en revistas académicas, la mayoría de


ellos sobre economía agrícola y desarrollo, Lin es un investigador reconocido y su nombre
aparece ya desde hace años en la lista de candidatos al premio Nobel de Economía. Este
galardón le fue conferido a Joseph Stiglitz en 2001, después de abandonar el puesto en el
Banco Mundial ahora ocupa Lin. Stiglitz ha lanzado agudos dardos contra el Banco
Mundial y el FMI después de haber dejado su cargo. Lin lo ha hecho antes de asumirlo.
"El consenso de Washington, basado en los principios básicos de la economía neoclásica,
ha sido recomendado por el FMI y el Banco Mundial a los países en desarrollo", sostuvo
Lin en una conferencia en el instituto Tiger de Praga. "La mayor parte de los países de
Europa oriental y la ex Unión Soviética siguieron este enfoque, basado en estabilización,
liberalización de precios y privatización, tres reformas consideradas necesarias y que
debían ser simultáneas. El resultado fue una baja aguda y prolongada del producto bruto,
tasas altas de inflación y deterioro de los indicadores sociales".

En lugar de estas terapias de shock, defendidas en su momento por Jeffrey Sachs y


Milton Friedman, Lin propone el "enfoque chino" que "no sigue una teoría bien
fundamentada ni se guía por planos predeterminados” sino que es "gradual, evolutivo,
parcial, incremental, a menudo experimental y sobre todo sin privatizaciones en gran
escala".

Este modelo comenzó a aplicarse en China en 1978, el mismo año en que Lin se graduó
como administrador de negocios, estudios que cursó siendo capitán del ejército... de
Taiwán, la provincia china rebelde gobernada en ese entonces por el régimen dictatorial y
rabiosamente anticomunista del Kuomintang de Chiang Kai-shek. En 1979, en plena
guerra fría, el capitán Lin hizo noticia al cruzar a nado desde Taiwán a China continental,
dejando atrás su carrera académica y militar, y a su esposa, entonces embarazada de su
segundo hijo. El escándalo fue tal que recién en 2000 Taiwán lo pasó oficialmente de la
categoría de "desaparecido" a la de "desertor" que todavía tiene y lo vuelve pasible de
arresto si, como ha manifestado que sería su intención, pisa la isla para visitar la tumba
de su padre.

El gobierno de Beijing (Pekín) recibió con honores al hijo pródigo, que continuó sus
estudios y se graduó como master en Economía Política Marxista en 1982. Lin fue uno de
los primeros becarios chinos en Estados Unidos y en 1986 se doctoró en Economía en la
Universidad de Chicago (sí, la de Milton Friedman y los "Chicago boys"). Este viaje le
permitió reencontrase con su esposa, quien también se doctoró en Estados Unidos en
ese periodo. De vuelta a China, combinó su investigación académica con el
asesoramiento al gobierno y la docencia, y en 1994 fundó el Centro Chino de
Investigación Económica, que dirigió hasta ser nombrado para su nuevo cargo en el
Banco Mundial.

"En Chicago yo aprendí que el mercado tiene sin duda las mejores soluciones en un
mundo ideal", declaró al diario alemán Die Zeit a pocos días de su nombramiento. "Pero
en la realidad hay todo tipo de distorsiones, sobre todo en los países en desarrollo. Como
marxista creo que hay que tomar en cuenta estos factores, la calidad de las instituciones y
las herencias históricas, antes de introducir la economía de mercado o el consenso de
Washington, que sólo funciona en un mundo ideal". “No existen los modelos. Yo creo en
diagnosticar cada caso. Cada país tiene sus propios obstáculos al desarrollo y sus
propias potencialidades. Cuando yo llegué de Taiwán a China en 1979 se vivía un gran
cambio conceptual. Creo que el Banco Mundial entra ahora en una fase similar y cada vez
son más los que creen en Washington en un enfoque basado en diagnósticos y no en
convicciones preestablecidas".

"Los países se vuelven más liberales a medida que enriquecen", sostiene Lin. "Cuanto
más avance el desarrollo, más avanzarán las libertades individuales. Cuando yo viajé a
Chicago en 1982, mi pasaporte demoró seis meses, y tuve que llenar innumerables
formularios. Ahora lo obtiene cualquiera en China en seis días. Estoy seguro que
tendremos una democracia en China, pero será una democracia con características
chinas, tal como la democracia alemana es distinta de la inglesa o la norteamericana".
Con respecto a la crisis financiera, Lin manifestó que el mundo debería aprender dos
lecciones de ella: "Una lección es que no podemos resolver un problema a costa de crear
otro incluso mayor y la otra es que los inconvenientes ocultos de la innovación financiera
no pueden dejarse a un lado".

Esta crisis financiera "tiene mucho que ver con cómo gestionó el gobierno
estadounidense la burbuja de Internet en 2001. Cuando estalló la burbuja de las
puntocom, la economía estadounidense tendría que haber entrado en recesión. Sin
embargo, se detuvo rápidamente esa tendencia económica a la baja y el crecimiento
económico negativo apenas se prolongó durante un trimestre", indicó. Tras el colapso de
la burbuja de las puntocom y la tragedia del 11/9, la Reserva Federal de Estados Unidos
bajó los tipos de interés desde el 5,5 % hasta el 1 % y los mantuvo a este nivel durante
tres años. "Pero recortando los tipos de interés, la Reserva Federal estimuló con éxito el
mercado inmobiliario, cambiando el rumbo de la ralentización económica".

Fuentes: Roberto Bissio, director del Instituto del Tercer Mundo y Xinhua, Agencia de
Noticias de China.-

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