MIÉRCOLES, 7 ENERO 2009
Baltasar Porcel
Pilar Rahola
El relativismo ético
A C
cada cual lo suyo, y a mí, lo que
me duele es la izquierda. Prime-
ro, porque aún creo en ella, y
porque pienso que el progreso
del ser humano pasa por la sensibilidad
social, el compromiso ecológico y los dere-
chos civiles. Y la derecha, mirada a bulto,
no me parece que defienda ese triple com-
promiso. Por supuesto, conozco conserva-
dores que están más comprometidos so-
cialmente que muchos “puño en alto”. Pe-
ro si tuviéramos que generalizar, aún me
quedo con esa vieja izquierda desorienta-
da que, a pesar de todo, mantiene algunas
banderas en alto. Precisamente porque
aún creo en ella, y porque pienso que la
izquierda tiene una gran res-
ponsabilidad ética con los va-
lores que defiende, no puedo
evitar sentir una profunda in-
quietud en los tiempos actua-
les. Inquietud por la traición
a esos mismos valores que di-
ce defender. Sin embargo, an-
tes de continuar, quizás sería
necesario formular una pre-
gunta al estilo Raymond Car-
ver: ¿De qué hablamos cuan-
do decimos que hablamos de
la izquierda? Sin duda, no es
lo mismo Antoni Puigverd
que José Saramago, ni es lo
mismo Miquel Iceta que
Joan Tardà. De los unos a los
otros, distan las muchas dis-
tancias entre el racionalismo
y el dogmatismo. Antoni Puig-
verd, por poner un ejemplo
querido, mantiene su militan-
cia progresista sin caer en el
acriticismo, ni seguir al pie
de la letra el catecismo del
buen progre. José Saramago,
en cambio, es el ejemplo más inequívoco
de intelectual obtuso, encerrado en sus
prejuicios, incapaz de variar un ápice las
ideas que le habían llevado, tiempos ha, a
defender algunas de las dictaduras más
atroces. Estalinista convencido, es uno de
los hombres que más se ha equivocado en
sus análisis a lo largo de la historia, Y, sin
embargo, mantiene intacto su prestigio,
quizás porque los intelectuales de izquier-
das –a diferencia de los de derechas– pue-
den equivocarse cada día, y seguir tan an-
chos. Cuando hablan de su lucidez, me
pregunto si es la lucidez de quien, aún
ahora, defiende la dictadura del proleta-
Norbert Bilbeny
La dimisión permanente
L
a profesora de Geografía nos di-
jo a los niños que todos, de entra-
da, teníamos un diez. Pero que
nos quitaría puntos conforme la
defraudásemos. Lo mismo pasa con la po-
lítica, los cargos públicos, las profesiones
en general. Primero se tiene un crédito.
Con los años, se pierde. La política, en par-
ticular, es una profesión desagradecida.
¿Cuál no lo es hoy? No se libran de eso
los otros cargos públicos, casi todas las
profesiones. Ante la medicina nos pone-
mos a la defensiva. Los profesores no en-
tienden a nuestros hijos. La prensa está
vendida. Etcétera. Pero con la política es
el no va más. Síntoma: entra el presidente
o la presidenta en una sala, y nadie se le-
vanta del asiento. La mayoría le llama de
tú. Tampoco se le antepone el tratamien-
to de “señor” o “señora”. Si, con el tiem-
po, hay un recuerdo positivo del político,
O PINIÓ N
riado. El dueto Iceta-Tardà sería la trasla-
ción, en política, de lo dicho en el ámbito
intelectual. Uno puede ser el líder de un
partido político, como es Miquel Iceta, y
no matar por ello la inteligencia. O uno
puede ser un Joan Tardà cualquiera, y ma-
tarla cada día, y los dos levantan la misma
teórica bandera. Por tanto, incluso cayen-
do en la generalidad, quede dicho que ha-
blamos de la izquierda, pero hay muchas
izquierdas, y no todas –a diferencia de los
mundos de Paul Eluard– habitan en ella...
Dicho lo cual, ¿qué ocurre? Vivimos
tiempos complejos, con ideologías totalita-
rias atisbando en el horizonte y dominan-
do, como nunca antes en la historia, gran-
des mecanismos de comunicación. Goeb-
bels con internet, dije hace tiempo. En es-
te siglo XXI que conoce la comunicación
planetaria, y que tiene mecanismos de de-
fensa de la libertad, como nunca los tuvo
el ser humano, el papel de la izquierda ten-
dría que ser de una gran relevancia y de
un gran compromiso. Y, sin embargo, la
izquierda más ruidosa, la que levanta ban-
deras y causas, y ocupa la calle, no es más
que un viejo espantajo de la izquierda
más dogmática que alimentó algunas de
las maldades del siglo XX. Movida por los
mismos tics antiamericanos y antiisrae-
líes del siglo anterior, esta izquierda no es
es porque se acaba de morir o está pade-
ciendo algo fuerte. Si un hijo nos dice que
quiere ser poeta, misionero o trapecista,
está equivocado. Pero si quieren ser políti-
cos, nos sienta como un golpe a traición.
¿Cómo está tan desacreditada la políti-
ca? Se les perdona que no sean innovado-
res. Que no lideren ni tengan carisma.
Que fallen en estrategias o no tengan mu-
cha cabeza. Se les perdonan sus exabrup-
tos, su mediocridad, su carencia de cuali-
dades. Pero así como no se les perdona su
corrupción, tampoco se les disculpa su fal-
ta de vocación: que “estén en política” por
interés, y no por ideas o por voluntad de
servicio. Que vivan “de” la política, en lu-
gar de vivir “por” y “para” ella. Se admi-
ten los políticos de profesión, pero no los
“profesionales de la política”. Entonces:
¿tiene que ser profesional la política?
Todo lleva a decir que sí, aunque no
capaz de defender ninguna de las causas
que palpitan sangrantemente en el mun-
do, a excepción de aquellas que puedan
convertir a yanquis o judíos en verdugos.
Hemos asistido al genocidio de Ruanda,
auténtica masacre de miles de personas
que nunca tuvieron quien les gritara en la
calle. Hemos asistido al auge del funda-
mentalismo islámico, que ha sembrado de
muertes los pueblos y ciudades del mun-
do, especialmente del propio mundo mu-
sulmán. Y esa izquierda gritona, cual ému-
lo de los monos de Gibraltar, se ha mante-
nido sorda, ciega y muda ante tal mortífe-
ro y totalitario fenómeno. Al contrario, en
algunas calles de nuestras ciudades, he-
mos visto a unos y a otros ma-
nifestándose juntos, herma-
nados en la misma locura an-
tioccidental. Y cada día ve-
mos como hay millones de
mujeres que son legalmente
esclavizadas, convertidas en
prisioneras de leyes demonia-
cas que las capan en su inte-
gridad intelectual, emocional
y física. Mujeres que habitan
en países amigos. Y esa iz-
quierda lunática ni las ve, ni
las escucha, demasiado pre-
ocupada en la bondad de la
multiculturalidad. ¿Sabrán
quién es Shirin Ebadi, la iraní
que lucha por los derechos
de la mujer en su país? ¿Cono-
cerán los textos de Taslima
Nasrin, la escritora de Bangla-
desh condenada a muerte
por el fundamentalismo? Y
tantas otras… Y mientras el
mundo está plagado de dicta-
ASTROMUJOFF duras de todo tipo, que movi-
lizarían las conciencias de
cualquier ciudadano libre, nuestra iz-
quierda chulesca, airada y pancartista so-
lo se preocupa de vilipendiar a algunas de-
mocracias. Hoy hay una izquierda que mo-
nopoliza la defensa de la libertad. Pero la
traiciona con la misma intensidad con
que grita su nombre. Esa izquierda, insta-
lada en un feroz relativismo ético, está in-
cumpliendo su responsabilidad con la his-
toria. Lo dijo Albert Camus: “La tiranía to-
talitaria no se edifica sobre las virtudes de
los totalitarios, sino sobre las faltas de los
demócratas”.c
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hay nada escrito. Si el político ha de ser
profesional, ¡que lo sea! Ello significa: ser
consciente de la necesidad de hacer bien
lo que tiene que hacer para ser un buen
político. La política tiene, sí, una misión.
Toda profesión es una misión. Y lo que no
es misión, es dimisión. Muchos profesio-
nales han dimitido: política, magistratura,
prensa, negocios, acaso algunos responsa-
bles de la universidad. No se ejerce bien la
profesión, no se “profesa” o da la cara. Pro-
fesional viene de profesar, de “dar fe” o
cuenta de lo que se sabe como experto.
Y este es nuestro drama. La dimisión
constante, la de cada día, que hace inútil
la dimisión de un momento. Haber olvida-
do nuestra misión, nuestro cometido. Eso
es lo grave. Simplemente, pues: que los y
las profesionales se preocupen algo más
de su condición de tales y de dar ejemplo.
Porque se deben a lo público.c
LA VANGUARDIA 15
Padecer y gozar
el paso del año
on el fin de año llega A.S.,
que lleva lustros en el mun-
do, alto enviado técnico de
las Naciones Unidas. Y co-
menta: “Antes eso de Catalunya iba a
base de creernos los listos, y que sería-
mos imparables sin los modorros espa-
ñoles. Pero ha cambiado, veo mucha
cosa inane aunque satisfecha de su-
marse al mediocre Madrid. O sea,
todos en el furgón de cola interna-
cional”. Replico: “Aciertas en el diag-
nóstico, pero yerras en su valoración.
Pues mejor que el ambiente nos empo-
brezca, y no como antes, en que nos
entontecía creyéndose genial. Al fin
sólo nos hemos deshinchado. De ahí
que el país parezca tranquilo mirándo-
se en su espejito”.
Pero A.S. insiste: “Sí, pero la crisis
no sólo afectará a los de arriba, sino
en especial a los pensionistas y a los
pobres; y la tranquilidad puede hun-
dirse al crecer los desheredados con
la inmigración”. Vuelvo a disentir:
“Lo mejor aquí hoy es que el aumento
de población ha reventado el país,
constituimos un espacio social que ha
perdido sus viejos mitos o cepos, y
que si aspira a sobrevivir se obligará a
elegir en las urnas a posibles doctos
administradores, olvidando a caudille-
jos. Ahora mismo Catalunya aspira a
Veo mucha cosa inane
aunque satisfecha
de sumarse al
mediocre Madrid
tener a tope empresas japonesas, sólo
siendo sus subsidiarios nos sentimos
seguros. Y sabemos que estamos así
por presuntuosos ineficaces.”
A.S. duda: “Entiendo y lamento que
hemos ingresado en la sociedad
neocolonial. En Hispanoamérica, va-
mos. Y vamos constituyendo una mis-
ma población, entre su inmigración
que nos llega, las inversiones que efec-
tuamos allí –único sitio donde nos fo-
rramos, si Chávez no nos corre a go-
rrazos– y la ley esa de memoria histó-
rica, que puede acarrearnos otro mi-
llón de la Raza. Aunque también tene-
mos algunos científicos y artistas de
fuste, ¿qué haríamos sin la individuali-
dad, sólo colectividad?”
Triste, A.S. sigue: “Esta civilización
del pragmatismo liberal, al creer más
fácil ganar hipotecándose que crean-
do ha reventado el sistema, la gandule-
ría mental acaba inmoral. Estuve cua-
tro años en el Congo, trabajando bien:
pero todos los que estaban conmigo
han sido asesinados, al igual que Zim-
babue ha sido esquilmada.” Celebra-
mos con los Castro su medio siglo de
desastre. Y soñamos con el dinero chi-
no, que lo tienen, pero también una in-
justicia mayor, arderán o arderemos.
Seguimos: Israel no se pone a matar
en Gaza sólo para defenderse. Se espe-
ra a Obama, no será proárabe, pero
¿sionista sí? Resultará difícil, véanse
allí los nombres de la gran banca que
va cayendo por haber ido estafando:
son en mayoría judíos, o sea que se de-
bilita su peso sobre el Estado, e Israel
ataca pues necesita atar antes a Wa-
shington. Que no le salga como Euro-
pa, hoy propalestina y ayer soportan-
do el holocausto.
Como con A.S. queremos estar en
Catalunya, celebramos Año Nuevo en
el Racó de Can Fabes, país seguro.c