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mas fuertes que existen en la sociedad, la primera reaccin natural es tratar de defender a como de lugar el planteamiento que se tiene, ya que el cambio en un dogma de gran tamao, implica un gran cambio para el ambiente en que el hombre se desenvuelve. La existencia de un ser sobrenatural se basa en la fe, la confianza de aceptar lo que no se puede entender; pero esta confianza ltimamente est siendo cuestionada por la naturaleza inquisitiva del ser humano; la naturaleza de los pensamientos y razonamientos hace que el ser humano busque de una manera mas concisa saber la verdad acerca de la existencia o inexistencia de dios, pero el mismo dogma est protegido por cuestiones que salen del entendimiento del mundo natural, lo que impide que se realicen planteamientos que conduzcan a la solucin del problema de la existencia de Dios. Si se supone que en un caso extraordinario del esfuerzo humano, se hallan vestigios de la existencia de dios y que estas pruebas son irrefutables, ahora viene el inconveniente de escoger cual de las entidades divinas es la que realmente existe, esto es, que tamao y cuantas patas tiene nuestro dragn. Aqu vuelven entonces las creencias particulares o la visin individual a primar sobre el mismo hecho hipottico. Realmente entonces no se puede tratar la existencia de Dios como un dragn en el garaje, ya que es muy diferente el concepto de dogma a la creencia en fenmenos que se salen del entendimiento. El dogma tiene su historia y ha sido tratado por muchas personas y en diversas situaciones, mientras que el hecho para normal que justifica una paraciencia por lo general trata de cosas que no son inherentes al ser humano y que de alguna manera ponen un cierto aire viciado a la luz de la ciencia. El manejo entonces de las ideas y los mtodos cientficos, ha de estar siempre encaminado a encontrar la verdad acerca de los dogmas ms profundos, conservando mucho respeto por los mtodos con los que se quiere llegar a una verdad, y con el cuidado de no pisarle la cola a los dragones de los contiguos.