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DIEGO ANGULO INIGUEZ CATEDRATICO DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID HISTORIA DEL ARTE TOMO SEGUNDO DISTRIBUIDOR E.1.S. A. ONATE, 15+ MADAID- 20 1962 CUARTA EDICION ES PROPIEDAD) DEL AUTOR’ Ne de Registro: 2471-62 Desito legal: M. 11060-9 Gréficas Condo: 8. A—Aviador. Lindbergh, 5—Madrid-2 1581-62 CAPITULO I ARQUITECTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA Et REeNacIMIENTO.—El recuerdo del mundo cldsico como dechado de perfecciones artfsticas, cientificas y técnicas, en realidad, no Mega a extinguirse en el occidente de Europa durante la Edad Media, aun- que a los dioses paganos se les figure con armaduras e indumentaria medievales, y la bella cabeza de la Gorgona se transforme en la bar- bada testa del gigante Algol. En los albores de la Edad Moderna ese recuerdo es ya amor exaltado, y ese amor no tarda en convertirse en verdadero culto. Los dioses paganos penetran en el interior de los pa- lacios de los Papas y alternan con los santos en Ia decoracién de algu- nas catedrales. A] calor de este entusiasmo por Ja antigiiedad, el arte europeo cambia de rumbo y se esfuerza por imitar los modelos clasi- cos. Arquitectos, escultores y pintores creen que en sus obras renace el arte de aquellas ruinas romanas por ellos tan admiradas. Pero esto, que ellos consideran simple renacimiento del mundo clasico, como siem- pre que en las épocas fecundas se estudian con talento las creaciones ejemplares de tiempos pasados, es, en realidad, un arte nuevo y ori- ginal. Aunque este proceso de supervivencia clasica no es exclusivo de Italia, e incluso en algtin aspecto es mds intenso fuera de ella, el Re- nacimiento artistico es creacién puramente italiana, y es natural que asi sea. Los grandes estilos occidentales de la Edad Media encuentran en Italia manifiesta resistencia. La sensibilidad del pueblo que creara el gran arte romano, alentada por el recuerdo de un pasado glorioso y alimentada por Ja contemplacién constante de las grandiosas ruinas existentes en toda la peninsula, se limita a transigir con formas que Je son ajenas, pero nunca las acepta con entusiasmo. Los arquitectos 6 EL RENACIMIENTO italianos no precisan, por tanto. un gran esfuerzo para liberarse de ellas. La parte de Italia donde este fervor por el arte antiguo adquiere mds temprano y amplio desarrollo es Toscana. Dividida Ja peninsula en pequefios Estados, sus principes y tiranos pugnan por distinguirse como mecenas de artistas, escritores y humanistas. Pero, entre todos, descuella la familia de los Médicis, que, aunque propiamente no son sefiores de la bella ciudad del Arno hasta el siglo xvi, rigen sus des- tinos durante la centuria anterior. La casa de Cosme de Médicis es un verdadero museo de escultura clasica, centro de reunién de artistas y literatos, cuyas conversaciones son un continuo elogio de la antigiie- dad. Academia artistica en que se forman los jévenes florentinos —en- tre ellos el propio Miguel Angel—, alcanza su maximo esplendor bajo su nieto Lorenzo el Magnifico, persona de sensibilidad exquisita y poe- ta de primer orden. Este exaltado entusiasmo por el mundo antiguo termina provocando la més violenta reaccién religiosa, y el propio Lo- renzo el Magnifico puede contemplar cémo, impulsadas por la arre- batadora oratoria del dominico Savonarola, las turbas y aun sus pro- pios autores queman en las calles de Florencia algunas de las obras en que el paganismo triunfa. La propaganda de Savonarola, que paga en la hoguera su demagogia, no pone fin, sin embargo, al culto por la antigiiedad. Pero, pocos afios después, Florencia pierde la hegemonia artistica que disfrutara en Italia durante cerca de dos siglos. En la evolucién del Renacimiento suelen distinguirse tres etapas correspondientes a sus tres siglos de vida: la del siglo x1v —en italia. no, mille e trecento—, o Trecento; la del xv, 0 Quattrocento, y la del xv, 0 Cinguecento, (Proninciase trechento, cuatrochento y chin- cuecento.) LA ARQUITECTURA CUATROCENTISTA. FLORENCIA, BRUNELLESCHI—Aunque durante algtin tiempo se conservan formas géticas, el nuevo estilo re- presenta un cambio radical en los elementos arquitecténicos y en los temas decorativos. Mientras que el gético es la consecuencia de la evo- lucién del roménico, el Renacimiento rompe con el estilo precedente y toma por modelo el de Ja Roma antigua, muerto hace muchas cen- turias. El Renacimiento vuelve a emplear los elementos constructivos y decorativos clésicos, claro que con una libertad y unas preferencias que son la base de su originalidad. La decoracién de tipo fantastico, en Ja que el artista funde caprichosamente los diversos reinos de la Naturaleza creando seres monstruosos, en parte animales, en parte ARQUITECTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA 7 humanos, y en parte vegetales, recibe ahora el nombre de grutescos, por haberse difundido su uso a raiz del descubrimiento de las pinturas murales de ese tipo del palacio imperial, cuyos salones, por estar so- terrados, semejan grutas. Ordenada con frecuencia esa decoracién en torno a un vdstago vertical que le sirve de eje, llamase de candelabro —a candelieri—. Los tallos ondulantes ascendentes, por lo general, con roleos laterales que suelen usarse en las pilastras, denominanse su- bientes. Flores, frutos, trofeos y objetos diversos pendientes de cintas, festones, coronas y medallones, son también temas frecuentes en Ja de- coracién renacentista. En las artes industriales se emplea, ademés, el arabesco (figs. 1-5). El artista que sienta las bases del nuevo estilo es el florentino Fe- lipe Brunelleschi (+ 1446), cuya actividad Mena el segundo cuarto del siglo xv. E] es quien abre el capitulo de Ja arquitectura del Renaci- miento con la cuipula de la catedral de Florencia, quien construye las primeras iglesias del nuevo estilo, y quien crea el tipo de palacio re- nacentista. El viejo edificio gético de la catedral florentina esta por terminar. Le falta el cimborrio que debe cubrir Ja enorme anchura de sus tres naves (fig. 6). Su didmetro ha de ser como la media naranja del Pan- teén de Roma, pero Brunelleschi, a pesar de su entusiasmo por el arte romano, al tener que resolver el aspecto técnico de su ciipula, idea un sistema de contrarresto netamente medieval, disponiendo una béveda cuyos empujes laterales contrarresta con la carga de otra exterior, si bien, para mayor seguridad, cincha aquélla con poderosos anillos de madera. Gracias a su apuntamiento y al tambor octogonal en que ca- balga la ciipula florentina, se distingue por la elegancia de sus propor- ciones, Su construccién consume mas de veinticinco afios de la vida de Brunelleschi, que muere cuando se comienza la linterna. Si en Ia ctipula de Ja catedral, Brunelleschi resuelve un gran pro- blema técnico creando una obra de las mAs bellas proporciones, donde se nos muestra realmente en posesién del nuevo estilo es en las dos iglesias hermanas de San Lorenzo (1420) y del Espiritu Santo (1436), y en Ja capilla de los Pazzi, en Santa Cruz. En todas ellas desapare- cen las formas medievales, y tanto los elementos constructivos como los decorativos son clasicos. El pilar y el baquetén géticos ceden su puesto a la columna y a Ja pilastra romanas, coronadas por ricos ca- piteles corintios 0 compuestos; el entablamento reaparece, los arcos‘son de medio punto y las bévedas, vaidas o cupiliformes, se decoran con grandes casetones al gusto romano, lo mismo que las cubiertas adin- teladas. 8 BRUNELLESCHI Aunque Brunelleschi no consigue crear el tipo de iglesia renacen- tista, San Lorenzo y Santo Espiritu representan también en este sen- tido un esfuerzo de primer orden (figs. 7-8). Tomando por modelo las basilicas cristianas, las traza de tres naves sobre columnas, la central con cubierta adintelada con grandes casetones, y las laterales, above- dadas. Los arcos no descansan directamente sobre las columnas, sino que se interpone un trozo de entablamento a guisa de capitel, cosa que Jos romanos s6lo habian hecho sobre soportes adosados. En la capilla Pazzi vuelve Brunelleschi a la cipula, que, como ve- remos, sera una de las obsesiones de los arquitectos renacentistas. Pero esta ctipula esta mucho mas inspirada en los modelos romanos, y, so- bre todo, se asienta en una fabrica de proporciones casi cuadradas. La capilla Pazzi es el primer templo renacentista de este tipo (figs. 10-12, 15). El deseo de disfrutar de las ventajas del templo de cruz latina sin perder las propias del mas cuadrado de cruz griega, o de planta cen- tral, tendr4 como consecuencia, segtin veremos, la creacién de Ia iglesia jesuftica de Vignola y la forma definitiva de San Pedro de Roma. En el palacio Pitti (fig. 14) (1440), ampliado considerablemente en el siglo xvi, crea Brunelleschi por tiltimo el nuevo tipo de palacio re- nacentista. Aunque al prescindir de la torre defensiva de las casas florentinas medievales le preste un mayor cardcter urbano, toma de la arquitectura romana el fuerte paramento almohadillado, recubre con él toda la fachada y traza en la planta baja las ventanas pequefias y a gran altura. Esta fachada, con cierto aspecto de fortaleza, pero rica al mismo tiempo, hace escuela, Los restantes palacios florentinos no son sino consecuencia del modelo brunelleschiano. En el palacio Riccardi (figu- ras 9 y 13), la residencia de los Médicis durante el siglo xv, su discfpulo Michelozzo procura introducir ciertas novedades subrayando la dife- rencia entre el almohadillado de las dos plantas y enriqueciendo los vanos con unos parteluces, mientras en el palacio Strozzi otro disci- pulo, B. da Majano, introduce un elemento tan importante como la gran cornisa de coronamiento, donde el autor hace alarde de su domi- nio de la ornamentacién romana. De Ia influencia brunelleschiana fuera * de Toscana es buen ejemplo el llamado palacio de los Diamantes de Ferrara y el de Bevilacqua de Bolonia (fig. 16). Ya veremos el eco de estos paramentos almohedillados en Espafia. Ademas de estos para- mentos almohadillados, no faltan los esgrafiados (fig. 17). En Ja generacién siguiente, el otro gran arquitecto florentino es Leén Bautista Alberti (+ 1472). Profundo conocedor de la arquitectura romana, sabe presentir mejor que Brunelleschi lo que ha de ser el fu-

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