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INTRODUCCIÓN
La época de los Reyes Católicos (1475-1516) constituye un momento clave en la historia de la
península Ibérica. Con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se produjo la unión
dinástica de los dos grandes reinos. Pero su gobierno no supuso una unificación de los Estados,
puesto que Aragón y Castilla mantuvieron sus propias instituciones.
Durante el reinado asistimos al fortalecimiento del poder de la Corona, a la formación del Estado
autoritario moderno, y a una expansión exterior, tanto en Europa como a través del descubrimiento
de América.
Se produjo además la unificación religiosa: se puso fin a la existencia del Estado musulmán en la
Península, y se expulsó a los judios. Al mismo tiempo se fundó la Inquisición, convertida en
institución de control ideológico. Los reyes promovieron una profunda reforma de la Iglesia, y la
religión católica se convirtió en la principal seña de identidad común de los reinos y en un elemento
clave para fortalecer el sentimiento de comunidad.
1. POLÍTICA INTERIOR
1.1 Los inicios: la guerra civil ( 1474-1479)
La llegada de los Reyes Católicos al poder se produjo en el contexto de una grave crisis político
en Castilla. Enrique IV se enfrentó a partir de 1461 a una rebelión de nobleza. Se inició una
campaña de desprestigio contra el rey, al que acusaban de tiranía. También se decía que Juana, su
heredera, no era hija suya, sino de un consejero real, Beltrán de la Cueva, por lo que le llamaban
la “Beltraneja” y cuestionaron su derecho al trono. El enfrentamiento legó al extremo de que
Enrique fuera destronado por los nobles, en 1466, en una ceremonia humillante, la farsa de
Avila.
En 1468 Enrique y su hermanastra Isabel llegaron a un acuerdo por el que ésta se convirtió en la
heredera de trono. Los nobles rebeldes acataron la decisión, porque pensaban que sería muy fácil
manejar a nueva princesa, de 17 años. Pero Isabel, haciendo caso omiso de los proyectos
matrimoniales que su hermano tenía para ella, se casó en secreto con el príncipe Fernando de
Aragón.
La alianza entre Castilla y Aragón suponía la ruptura con Portugal y Francia que no querían una
monarquía tan poderosa. Pero, sobre todo, la boda trajo consigo el conflicto con Enrique IV, que
devolvió a su hija Juana el principado de Asturias. Poco a poca se fueron formando dos bandos
en torno a las candidatas.
En el otro bando, se acordó el matrimonio de Juana con Alfonso V de Portugal, que a su vez
estableció una lianza con Francia. La guerra de sucesión se inició en 1475 con la invasión de
Castilla por tropas portuguesas. Pero en 1476 el ejército isabelino derrotó en Toro a los
portugueses.
La guerra terminó en 1479 con el Tratado de Alcaçovas-Toledo, mediante el cual Alfonso d
Portugal reconocía a Isabel como reina. Juana fue recluida en un convento, con el fin de evitar en
el futuro una posible reclamación de sus derechos a la corona.
Se trataba de una unión dinástica. Aragón y Castilla mantuvieron sus fronteras, sus leyes, sus
respectivas instituciones. El único órgano en común fue el Tribunal de la Inquisición.
Por su mayor tamaño, población y auge económico, Castilla desempeñó desde el principio el
papel hegemónico: en ella obtenían los reyes sus recursos fiscales, de ella sacaron las principales
fuerzas militares para la acción exterior, y de Castilla salieron las empresas de conquista. El
castellano se impuso como lengua oficial.
El programa político de los Reyes Católicos era muy simple. Tenía como objetivos básicos el
fortalecimiento de la autoridad real, la modernización del Estado, el mantenimiento de la
sociedad estamental y la unidad religiosa.
a) el fortalecimiento del poder de la Corona fue evidente desde el principio. Los reyes
ejercieron el poder personalmente, y sin permitir ninguna desobediencia. No dudaron en
castigar a quienes se intentaron rebelar, e introdujeron en la Corte un rígido ceremonial para
marcar las distancias.
Por otro lado, supieron rodearse de colaboradores leales y con buena formación: Hernando de
Talavera, confesor de la reina y experto en finanzas, el cardenal Mendoza y Cisneros, arzobispo
de Toledo y regente.