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“En la búsqueda de nuevos caminos”

La experiencia que voy a compartir es la creación colectiva del grupo de jóvenes

del Hogar Femenino de Rivera. La fotonovela “En la búsqueda de nuevos caminos.”

Este proyecto se desarrolla en el marco del trabajo del Equipo de Gestión

Educativa en dicho Centro. Nuesto Trabajo consiste en asesorar y acompañar la

reformulación de proyectos educativos en aquellos Centros que solicitan

intervención, en la órbita del Departamento de Psicología del Instituto del niño y

adolescente del Uruguay. (INAU)

Nuestra tarea se sustenta desde:

• El grupo como escenario privilegiado en tanto sostiene y estimula los procesos

subjetivos y ámbito de encuentro esencial en la búsqueda de la diferenciación

y construcción de un lugar.

• La tarea como impulso que posibilita en su despliegue la resolución de

obstáculos.

• La producción en sus dos niveles: el referido a lo subjetivo que habilita el

crecimiento y favorece los cambios en la manera de incluirse, y el nivel

material, remarcando la importancia de actividades que involucren productos

que sean vehículo de intercambio con el entorno y den cuenta de los procesos

individuales y grupales. En esta experiencia se trata de un producto artístico.

• Entendemos el arte como una fuerza transformadora ligada a la construcción

de identidad y sentido social.

• Elijo la narración como técnica que permite trazar distancias para abordar

la historia personal, indagar intereses, incorporar nuevas miradas e inaugurar

un espacio lúdico desde donde la vivencia se transforme en reflexión crítica.

Por otro lado la fotografía que permite mirarse y reconocerse dimensionar

los cambios, resguardarse de la realidad y sus circunstancias. El registro


fotográfico requiere lectura previa y protagonismo, y por tanto es una

instancia de elaboración.

La dirección de la cámara permite conducir la mirada hacia un territorio que

resulta significativo produciendo nuevos significados. Promueve el sentimiento de

existencia y pertenencia, incluyéndose en la Historia y reafirmando los

acontecimientos.

El texto que el grupo construye, narra las viscicitudes de Esperanza, una

adolescente de 13 años que ingresa en un centro terapéutico para recuperarse

de sus problemas con la droga. La historia cuenta ese pasaje y se centra en

describir el hogar y como el personaje encuentra la salida mediante el

descubrimiento de la música, profesión que elegirá después.

El primer tramo del trabajo consistió en mantener el dispositivo grupal con el

Equipo del Centro incorporándome en setiembre del 2001 para armar un

dispositivo grupal con el grupo de jóvenes, que rescatara contenidos que luego

serían aportes para la reformulación del proyecto educativo. Los primeros pasos

serían acercarme al grupo relevar las necesidades y plantear una propuesta.

Los temas que el grupo prioriza son: Las dificultades en la convivencia con los

educadores y entre pares. El egreso, deseado y temido y el sistema que premia

y estimula el rendimiento en las áreas curriculares, tareas del hogar etc.

Mi tarea consistiría en escuchar y acompañarlas en el proceso de tomar una

posición al respecto.

Desde otros tiempos y experiencias resonaba en mí algo que se repetía, y en

tanto repetición, me convocaba a pensar, que se abría allí, entonces, la

posibilidad de transformar.

Otros tiempos y otros adolescentes acuden a la cita para recordarme la

importancia de analizar y construir un hacer que nos aparte de ser simples


voceros de las demandas adolescentes , que terminan de este modo perdidas y

desaprovechadas.

Compartí con el grupo mi inquietud, invitándolas a reflexionar sobre el camino

que se limita a socializar las quejas, que es estéril a la hora de enfrentarse con

lo que les pasa y con lo que quieren. Pensé, no obstante, en la posibilidad de

tomar el malestar que evidenciaban, empleándolo como motor para recrear desde

una producción artística las circunstancias en las que se encontraban. Ni

denunciar ni silenciar, hacer, nombrar, buscar nuevos caminos. Les propuse

entonces, crear una fotonovela. La respuesta fue más que alentadora, “no

sabemos muy bien de que se trata pero nos encanta la idea”. Era mayo de 2002

y los primeros pasos habían sido dados.

Inicialmente deciden utilizar para la tarea grupal un espacio de la casa,

generalmente sin uso, ubicado en una suerte de altillo en el que resaltan la

ventana con vista a la ciudad y con acceso a la azotea. Un lugar independiente

del funcionamiento de la casa y conectado con espacios en los que está prohibido

transitar para evitar riesgos. Una metáfora curiosa...

Entre mayo y diciembre con una frecuencia quincenal se trabajó en la producción

del texto.

El primer tramo resultó complejo e interesante desplegándose aspectos subjetivos

que es necesario reconocer e interrogar para luego producir un discurso propio.

Aspectos vinculados a la repetición de un discurso social que reproduce las

privaciones y termina encerrando a los sujetos en un círculo sin salida.

En este sentido Esperanza, el principal personaje de la trama creada se droga

para alejarse de los problemas. El aislamiento surge como respuesta conocida y

defensiva. Aislamento que debe romperse pues restringe las posibilidades de

inclusión. Esperanza es frágil está aislada y excluida. Si interpretamos este

personaje como un estado, podríamos preguntarnos si las autoras perciben la

esperanza, que en ese sentido , se encuentra reservada solo para otros.


En la descripción del contexto que rodea al principal personaje de la ficción,

plasman el concepto de vulnerabilidad. En los barrios pobres, las personas están

más expuestas y los adolescentes van a la calle. El mundo es peligroso y sus

amigos están estigmatizados, son malos para ellos y para los demás.

Ellas también son vulnerables, se sienten aisladas y frágiles, explicitan de este

modo la necesidad de sostén y comunicación. La familia de Esperanza, con

carencias y dificultades, determinaría la situación actual, en la que se reiteran

continuas peleas con la madre – por problemas de dinero- y la presencia de un

padre que no le da nada. Definen a Esperanza como a-dicta, poniendo demasiado

énfasis en lo que las guionistas leen como enfermedad.

Adquiere entonces importancia el internado, la llegada de Esperanza a un hogar

para recuperarse. Aquí aparecen de nuevo contenidos vinculados a la

discriminación, no es bien recibida y la respuesta del Centro consiste en reglas

de convivencia que enfatizan el control, repitiendo de algún modo el aislamiento.

Se reproduce desde otro lugar el mismo discurso, en este caso representado por

los educadores del hogar, que evidencia las dificultades de éstos para incluirse

como parte de un proceso de crecimiento, reeditando la exclusión. Entra en juego

el ideal de felicidad y la dimensión temporal. Surgen las formas convencionales:

construir su propia familia y transformarse en una profesional de la salud

dedicada a la prevención de adicciones.

Este tramo que podemos definir como pre-texto, nos interroga y nos ofrece una

vía de elaboración de aquellas temáticas que les provocan sufrimiento y pueden

ser puntos privilegiados para hacer algo distinto con lo que les pasa. Resultó

imprescindible instrumentar técnicas que favorecieran la reflexión sobre este

discurso que reproduce la exclusión y la pobreza para habilitar la producción de

otro discurso que abriera el círculo.


Se inauguran entonces las interrogantes necesarias que permitan elaborar el

texto final que se aparta paulatinamente de estos contenidos que mencionamos.

¿Esperanza es frágil porque se droga, o se droga porque es frágil?

¿Que puede encontrar en el Hogar para romper el aislamiento?

¿Cuáles son los matices de la felicidad?

Qué se hace con el dolor?

¿Cuáles son los temores de Esperanza?

¿Tiene lugar la amistad dentro del hogar?

Cuánto tiempo necesita?

¿Cómo la ayudan los educadores a darse cuenta?...

La historia se entreteje esbozando las respuestas. En esta etapa, las

dificultades a nivel grupal, estuvieron centradas en los obstáculos para tolerar

las diferencias. Tuvo lugar una subdivisión en dos subgrupos. Uno dirigido a

reflexionar como armar los personajes y la historia, para luego escribir. El otro

encargado de sostener el espacio desde la presencia, dibujando y escribiendo

frases que luego formaron parte de narración. Hay que destacar que una

integrante con grandes habilidades para el dibujo comienza, en forma espontánea

a dibujar las escenas que surgen en la construcción del texto, dibujos que luego

serán incluidos en el trabajo, mediados por el personaje del narrador.

Trabajamos grupalmente la necesidad de respetar las posibilidades y tiempos de

cada uno, destacando la importancia de construir integrando lo que cada una

podía hacer, lo que luego será reconocido en un producto final.

Entre enero y febrero iniciamos la selección de escenas a fotografiar, los lugares

donde se tomarían las fotografías y los actores que participarían en las mismas.

La historia se abre a las internas del Centro, para pasar luego a otros

Centros pertenecientes a la Institución y, finalmente a la comunidad.

Esta etapa requirió tiempos diferentes. Fue necesario aumentar la frecuencia de

reunión a una vez por semana, y emergen sucesos interesantes: desde la elección
de los actores que encarnarían algunos personajes, seleccionaron personas que

desempeñaron roles importantes en sus historias personales. Integran desde esta

posibilidad que abre la tarea, a personas positivamente significativas para ellas,

rescatando de este modo lo que muchas veces queda excluido desde un lugar que

potencia una lectura fragmentada de los acontecimientos y reproduce

subjetivamente lo que debe ser modificado.

Algunos de sus antiguos compañeros y educadores de su pasaje por la Institución

son recuperados para la creación. Se vuelven necesarios para plasmar el guión.

Los convocan y ellos se sienten convocados. También son elegidos amigos que han

encontrado en otros ámbitos y que están disponibles, arreglando horarios,

aportando ideas y recursos. Esta etapa requiere el armado de escenografía y la

búsqueda de vestuario. Desde este lugar incorporan producciones propias y de

viejas compañeras que ya no están entre ellas y que resultan útiles para

organizar alguna escena.

Otro aspecto importante es la salida a la comunidad que, en tanto intercambio,

produce y hace lazo social, rompiendo la exclusión y aislamiento, motor de

trabajo en la ficción, sufrimiento en la vida cotidiana.

El tramo final, incluye el diseño, sumando otra dimensión estética y artística que

agrega y genera una nueva transformación, una nueva forma de inclusión, de

hacer lazo, de encontrar solidaridad y de ser reconocidas.

Este recorrido compartido constituye hoy la oportunidad de preguntarme acerca

de la tarea que nos convoca en el encuentro con estas adolescentes. Puedo

entonces intentar definir la tarea como el proceso por el cual, los integrantes de

un grupo, recorren un camino, superando el aislamiento individualista,

cuestionando las certezas, integrando los aportes de otros, buscando nuevas

unidades. La tarea es en sí misma un acto creativo, es la superación dialéctica

del caos. ¿No es acaso un acto creativo el que propicia que Esperanza enfrente y

de respuesta a las circunstancias vitales en las que se encuentra? Al nombrar

esta historia, ¿Cuál sería desde la metáfora que descubre el grupo, el desafío
que convoca nuestra tarea? Cómo acompañar los avatares el proceso adolescente

en la población que trabajamos?

Resultaría necesario crear espacios que contribuyan a la apropiación y

recuperación de la historia, recreándola desde otras miradas, para no instalar la

insistencia sobre el abandono y lo no dicho, posicionarnos en un lugar que

favorezca estructurar algo del deseo, estimular el encuentro con el otro y

centrarnos en una tarea gratificante que implique concreciones.

En el capítulo final, la fotonovela consigue un ejemplar impreso y se presenta en

la comunidad de Rivera el 10 de diciembre de 2003, día de la celebración

mundial de la declaración de los derechos humanos y en el marco del artículo 27

que dice: “Todas las personas tienen derecho a tomar parte libremente en la vida

cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso

científico y en los beneficios que de el resulten.”

Se suman nuevos actores, los comentaristas, nuevos educadores, nuevos actores

comunitarios.

El evento se hace posible y no obstante luego no pudo concretarse el objetivo de

tomar los contenidos desplegados en la ficción para reformular el Centro y

permaneció en silencio hasta la presentación en el Foro de arte y Educación

organizado en noviembre de 2005 por el Ministerio de Educación y cultura de

Uruguay y ahora a partir de la invitación a participar en esta actividad.

Para finalizar, la reflexión que las jóvenes hacen al concluir el proyecto:

“La realidad va a seguir teniendo problemas, pero nosotras cambiamos.

Licenciada Ana Gandini

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