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Después de un rato, llegaron ante un muro alto, hecho de piedra blanca que
parecía el mármol más fino. Conforme se acercaban al muro, el hombre vio
una magnífica puerta que, junto con la calle que le seguía, eran de oro puro.
El hombre miró a su perro y, recordando todos los años de lealtad que le había
ofrecido, decidió dar marcha atrás, pasar de largo aquella esplendorosa puerta
y seguir su camino.
Después de caminar otro largo rato, encontraron un camino rústico, que llevaba
al portón de una granja que daba la impresión de que nunca había sido cerrado.
Tampoco tenía ninguna cerca.
"Estoy confundido", dijo el otro. "El hombre que está camino abajo me dijo que
aquello era el Cielo."
"¡Ah!, usted se refiere al sitio ese con puerta de oro y muros de mármol. Pues
no, eso no es el Cielo, es el infierno.
"¿No le molesta que tomen su nombre y le hagan creer a la gente que aquello
es el Cielo?
"No. En realidad nos alegra que nos ayuden a quedarse con los individuos que
prefieren dejar atrás a sus amigos a cambio de cosas materiales."
¡Recuerda quién es tu verdadero amigo!
¡SE FELIZ!
LA HERRAMIENTA MÁS CARA...
Cierta vez se corrió la voz que el diablo se retiraba de los negocios y vendía sus
herramientas al mejor postor.
Pero un tanto apartado del resto, había un instrumento de forma inofensiva, muy
gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces y cuyo precio, sin embargo,
era el más alto de todos.
El precio de desaliento era tan, pero tan alto que aun sigue siendo propiedad del
diablo...
Arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega, procura y
cuida.
Está preparado, porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvias, más no por eso
abandones tu jardín.
Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétala, dale afecto y ternura, admírala
y compréndela.
El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió
hacia la enorme roca de varias toneladas, que Jesús le mostró.
Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni
un milímetro. A las pocas semana llegó el demonio y le puso pensamientos en su
mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo, no seguiría a alguien, que me haga
trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando
esa roca... nunca la vas a mover".
Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre
empujaba la enorme roca sin poder moverla; mientras tanto su cuerpo se fortalecía,
sus brazos y piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días.
Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he
hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un
centímetro".
Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras?¿Acaso no te pedí que
empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema
físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte
de mi plan".
Muchas veces, al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones,
problemas, y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica...
“nuestra” lógica, a la voluntad de Dios. Y viene el enemigo y nos dice que no
servimos o que somos inútiles .
Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo
pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el
caballo de allí.
Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía
la pena invertir en la operación de rescate. Tomó, entonces, la difícil decisión:
Determinó que el capataz sacrificase
al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo.
Y así se hizo.
Los empleados, comandados por el capataz, comenzaron a lanzar tierra adentro del
pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la
sacudía y se
iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo ir subiendo.
Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino que, al
contrario, estaba subiendo hasta que finalmente...
¡CONSIGUIÓ SALIR!
Si estás "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y los otros lanzan sobre tí la
tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y de apoyo, recuerda el
caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiraron
sobre ti, sacúdela y sube sobre ella.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas está la única y mejor forma de superarnos;
aquel día dejé de temer a perder.
Y costaba romper la costumbre, pero se pudo.
Después de la caída, te sientes indigno de tan siquiera alzar tu vista al cielo para pedir
perdón, parece que todo sale mal y que no puedes hacer las cosas bien.
Date cuenta de que tus caídas están pagadas por uno que cayó muchas veces al ser
empujado.
Por uno que rompió sus rodillas para que las tuyas pudieran quedar intactas.
Por uno que sin cometer errores cayó por ti una y otra vez.
Después de la caída, no te creas indigno de mirar al cielo, pues el mismo se abre para
que tengas paz.
¡DIOS TE BENDICE!