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DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que de la experiencia de fe nace una visión nueva del
mundo, de este mundo que va de la creación a la nueva creación.

1. De la creación a la nueva creación


En la Historia de la Salvación, pasado y futuro están en íntima
conexión y determinan el presente. El creyente vive de la esperanza
en
el cumplimiento futuro de la salvación de Dios, porque se apoya en las
promesas y maravillas que Dios hizo en el pasado en favor de los
suyos.
Dios será "el último" porque ha sido «el primero»; y es «el primero»,
porque habrá de ser «el último» (cfr. Is 40-55). El creyente sabe por la
fe
que el mundo, en el que vive el hombre y del que forma parte, es
radicalmente obra de Dios, obra del amor de Dios, don de Dios
(Creación). En el origen de todas las cosas está el amor gratuito y
libre
de Dios. Obra de Dios es, incluso, nuestra capacidad de transformar
el
mundo en que vivimos.
La Palabra de Dios ilumina no sólo el pasado, sino también el futuro
del hombre y del mundo. Dios le ha prometido al creyente llevar toda
la
realidad creada a su plenitud en Cristo (Nueva Creación). Quien por
amor está en el origen de todo, aguarda, también, con la plenitud de
su
salvación, al hombre y al mundo en el último futuro. Por ello la vida
cristiana es vida de esperanza. Tanto en Israel como en la Iglesia, la
alabanza y la acción de gracias al Señor por sus maravillas en el
pasado
y la esperanza ante el futuro prometido por El son actitudes,
íntimamente
unidas entre sí, en la vida actual de fe y están motivadas por la
presencia y la acción de Dios en el corazón de la historia (3).

2. El creyente, en situación de éxodo, en camino


En la historia de Israel, la vida nómada, que precede a la instalación
en la tierra de Canaán, encierra un significado profundo: manifiesta la
condición peregrina del hombre sobre la tierra. La vida nómada es
símbolo de la condición propia del hombre que nace a la fe. Está en
situación de éxodo, se encuentra en camino. Permanece nómada de
corazón, extranjero y peregrino sobre la tierra. Está disponible para
seguir el camino que Dios le propone (4).

3. El pasado, como don de Dios


Para ei creyente, la creación no constituye primariamente un objeto de
especulación sobre los orígenes del mundo y sobre su propio origen.
La
creación, además de darle a conocer al creyente quién es el Dios
comprometido con su obra desde el principio y ofrecerle, de este
modo,
fundamento inconmovible para la esperanza en el futuro prometido
por
Dios, le da motivos para, desde la fe, apreciar el mundo y la vida
fundamentalmente como don de Dios y vivir desde esa apreciación:
don
de Dios encomendado al hombre, para que el mundo y la vida sean
ordenados por él a Dios. Esta perspectiva veterotestamentaria de la
creación queda confirmada, iluminada y completada por el misterio de
Jesús y su victoria sobre el pecado y la muerte (Hch 2, 22ss). En
Cristo el
mundo y el hombre encuentran su consistencia y esperanza (Col 1,
17;
Hch 4, 12) (5).

4. El futuro, vivido con esperanza


Asimismo, el creyente vive desde la fe el futuro con esperanza. La
Revelación de las postrimerías del hombre tampoco está destinada a
servir a la pura especulación; quiere iluminarle su futuro al creyente
desde la voluntad de salvación de Dios. No se trata, pues, de un
futuro
cualquiera, sino del futuro colmado por la plenitud reservada a los
hijos
de Dios, hacia la que está orientada toda la creación (Rm 8, 19) (6).

5. El mundo y la vida, desde la conversión


El modo como la fe ve la vida y el mundo está relacionado con la
conversión del hombre. Para la conversión no basta la pura
especulación
intelectual. El cambio de mentalidad, exigido por la fe, afecta a toda la
personalidad del creyente y no sólo a su razón. Este estado de cosas
implica que el hombre teórico, el hombre de la razón pura, debe
realizar
un profundo cambio de perspectiva, al adquirir una visión cristiana del
mundo. Debe reconocer, además, que tal visión le viene dada en la
medida en que él mismo se vuelve a Dios con todo su corazón (Dt 6,
4;
Mt 22, 37) (7).
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TEMA 60-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN
PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Lluvia de ideas: interrogantes del grupo en torno al pasado del
mundo y de la vida.
* Presentación del tema 60 en sus puntos clave.
* Diálogo sobre los aspectos más importantes.
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN


PUNTOS CLAVE
* Los interrogantes acerca del mundo se esclarecen desde la
experiencia presente de fe.
* El pasado: don de Dios.
* El futuro: vivido con esperanza.
* El mundo y la vida, desde la conversión.
* En situación de éxodo: de la creación a la nueva creación.
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TEMA 60-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
DE LA CREACIÓN A LA NUEVA CREACIÓN

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión:
¿con qué frase me identifico más?, ¿por qué?
* Diálogo.
* Oración comunitaria: Sal 19, desde la propia situación .

PISTA PARA LA REUNIÓN


1. ¿Por qué existe algo y no más bien nada?
2. El mundo y la vida son don de Dios.
3. Yo creo en una mano poderosa, pero al final todo acaba con la
muerte.
4. El mundo es la casa de todos, don de Dios capitalizado por
algunos.
5. Desde la experiencia de fe, se me esclarece el sentido de la vida.

LA CREACIÓN, REGALO DE DIOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir el mundo y la vida como:
- Regalo de Dios.
- Tarea del hombre.
- Motivo de alabanza al Padre.

6. Experiencia histórica de Israel: reconocimiento de Dios creador a


través de la fe en Dios salvador
En la fe de Israel -y en su culminación, la fe cristiana- no es lo primario
el pensamiento humano que, desde su poder original y autónomo, se
hace con la realidad. Es la realidad radical, Dios mismo, quien se
apodera del pensamiento, que, de este modo, queda iluminado. Israel
descubre a Dios como Señor de la naturaleza después de reconocerlo
como Señor de la historia: llega a la fe en Dios creador a través de su
fe
en El como salvador. Habiendo reconocido en diversos sucesos del
pasado a Dios que salva a su pueblo, ha llegado a creer que la
creación
es también obra del amor de Dios. La creación es el primer momento
de
la historia de la salvación. De este modo, el pensamiento israelita de
la
creación no es el resultado de una especulación sobre el ser y el
origen
de las cosas. Israel ha pasado por la experiencia del señorío y de la
salvación de Dios en diversos sucesos de su historia y esto ha venido
a
ser el centro de su fe y de su visión de lo más profundo de la realidad:
Dios se manifiesta como amor fiel y el hombre se encuentra envuelto
y
sostenido por este misterio de amor (9).

7. «En el principio creó Dios los cielos y la tierra»


El relato bíblico, relato sacerdotal, cuya redacción definitiva se data
hacia el siglo V antes de Jesucristo, contiene, bajo formas literarias e
imágenes de aquella época, un mensaje de valor permanente acerca
de
Dios, acerca del hombre y acerca del mundo. «En el principio creó
Dios
los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas
cubrían
la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la
superficie de las aguas» (Gn 1, 1-2). Al hombre moderno le
sorprenden
estas imágenes. En realidad, el desierto y el vacío, como las tinieblas
sobre el abismo y las aguas, son imágenes que, por su carácter
negativo, quieren expresar la idea (que no llegará a formularse con
precisión antes de 2 M 7, 28) de creación a partir de la nada.
El autor sagrado expresa en un conjunto de imágenes lo que
posteriormente terminará expresándose en un término abstracto: la
nada. De todos modos el relato proclama la creación del universo
entero
por Dios, pues la expresión misma «cielo y tierra» designa toda la
realidad, conforme al modo de hablar hebreo. Bajo una imagen
también,
la del pájaro que vuela sobre el nido donde están sus polluelos, el
relato
bíblico presenta a Dios quien, mientras crea, revolotea amorosamente
sobre su obra (10).

8. Creación del mundo a partir de la nada


La madre de los siete hermanos Macabeos exhorta al menor a
arrostrar confiado en Dios el martirio: Quien le ha dado la vida, se la
devolverá. Quien ha creado todo de la nada, tendrá la última palabra.
También aquí el Creador es el Salvador (/2M/07/28-29). Por primera
vez
aparece en el Antiguo Testamento un término que expresa de un
modo
explícito aquello que frecuentemente había quedado sugerido por
imágenes: crear de la nada. Por la fe en la creación del universo
desde
la nada, el creyente proclama que Dios trasciende su obra y es su
Señor.
La acción creadora de Dios es enteramente soberana y libre: no
depende de nada ni de nadie, ni tampoco de ningún instrumento, ni
está
ligada por condición alguna previa. Esta acción es exclusiva de Dios.
La
obra que resulta de ella está del todo en manos del Creador y a El se
ha
de someter enteramente. El capítulo primero del Génesis es, en forma
narrativa y doxológica, una interpretación del primer mandamiento (Ex
20, 2-3) (11)

9. El Padre de Nuestro Señor Jesucristo, creador del mundo desde la


nada
En el centro de la fe del Nuevo Testamento está la convicción de que
el mismo Dios que ha cumplido sus promesas de salvación en
Jesucristo
es el Padre, Señor del cielo y de la tierra (Mt. 11, 25). El prólogo del
Evangelio de San Juan que al empezar a describir la obra liberadora
de
Cristo, tiene conciencia de estar describiendo de nuevo el Génesis,
proclama la creación del universo desde la nada por la Palabra de
Dios:
«Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe» (Jn
1,
3). Cristo es justamente esa Palabra hecha carne (Jn 1, 14). El Dios
de
las promesas, quien da la vida a los muertos y llama a las cosas que
no
son, para que sean (Rm 4, 17). En el principio de todo está la acción
personal, plenamente libre y soberana de Dios. En el principio, la
acción
de Dios Padre está ya orientando su obra entera hacia la plenitud de
su
salvación (12).

10. El mundo y la vida, don de Dios


En las obras de su creación no sólo se deja ver el «poder eterno y
divinidad» (Rm 1, 20) de Dios, sino también su bondad. La creación
es
un acto de la bondad insondable de Dios que llena, por ello, toda su
obra
(Sal 135, 1-9; 32, 5-6; cfr. Gn 1, 9.21.25.31; 2, 3). Pero, además, no
sólo
por bondad crea Dios todas las cosas y lo llena todo de su bondad;
justamente por su misma acción de crear, Dios ha empezado a
condescender y a comunicarse a Sí mismo a sus criaturas
(syncatábasis,
Orígenes). La fe del Nuevo Testamento en Jesucristo, mediador de la
creación (1 Co 8, 6; Col 1, 1 5ss; Jn 1, 1 ss; Hb 1, 2-3), implica, entre
otras cosas, la afirmación de que Jesucristo, Don del Padre al mundo,
es
la razón de ser, el sentido y la norma del universo. El mundo y la vida
son, pues, don de Dios. Por ello, creer en el misterio de la creación es
creer en el amor de Dios, reconocer su amor en el origen mismo del
ser,
comprender la realidad del mundo como don de Dios, vivir toda
realidad,
como dependiente del amor siempre atento y solícito de Dios (13).

11. El hombre, creado a imagen de Dios


El autor sagrado de Gn 1 presenta a las distintas clases de seres
creadas sucesivamente por orden creciente de dignidad, hasta llegar
al
hombre, imagen de Dios y rey de la creación. Tal ordenación es
sumaria
y no está establecida según criterios científicos; no es su objetivo
ofrecerle al creyente una exposición científica de la génesis del
universo,
de la tierra y de la vida. El relato ordena los seres jerárquicamente: los
inferiores aparecen antes de los superiores y referidos a éstos. En el
vértice aparece el hombre. Por su origen, el hombre es, en un sentido
muy peculiar, criatura de Dios. También es polvo de la tierra (Gn 2, 7).
Es hombre de la tierra (adam), pero está animado también por un
alma
espiritual. Es imagen de Dios: «Y creó Dios el hombre a su imagen: a
imagen de Dios lo creó» (Gn 1, 27).
A pesar de su dependencia de la naturaleza y de sus miserias de todo
orden, el hombre refleja una grandeza que no le viene de él y
constituye,
sin embargo, lo más íntimo de su ser. Resulta ser el hombre la imagen
de
una plenitud que lo trasciende, pero sin la cual no sería lo que es. En
el
Salmo 8 se afirma del hombre: «Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo
coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de
tus
manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (/Sal/008/06-7). Por ser
imagen
de Dios, el hombre representa a Dios en el mundo y, como su
lugarteniente, ejerce su señorío en el mundo. Además, justamente
como
imagen de Dios, puede el hombre entrar en diálogo con Aquel de
quien
es imagen. Pero vistas las cosas desde el Nuevo Testamento,
Jesucristo,
el último Adán, es propia y plenamente la imagen de Dios» (Col 1, 15)
(14).

12. Creced, multiplicaos


El hombre fue creado como varón y mujer: «Hombre y mujer los creó»
(Gn 1, 27). Varón y mujer se completan mutuamente: deben buscarse
uno a otro, amarse mutuamente y juntos tener hijos. Esta es la
voluntad
de Dios; para ello les ha dado el amor como participación de su amor y
el
poder de engendrar nueva vida. «Y los bendijo Dios y les dijo: Creced,
multiplicaos» (Gn 1, 28). En la generación de nuevos seres humanos
colabora el hombre con el mismo Dios Creador (15).

13. La creación en nuestras manos: colaboradores de Dios


Dios coloca al hombre en un mundo bello y bueno (Gn 2, 9), para que
lo habite, lo cuide, lo guarde y lo humanice. Al presentarle los
animales,
quiere Dios que Adán ejerza su soberanía sobre ellos dándoles
nombre
(2, 19-20; cfr. 1, 28-29). Con ello se da a entender que la naturaleza
no
debe ser adorada, sino dominada, sometida por el hombre. Dios ha
dejado en sus manos la creación. Posee el hombre una particular
dignidad y responsabilidad: está llamado a colaborar con Dios en el
cuidado y ordenación del mundo con el fin de lograr que éste sea
verdaderamente humano. De la colaboración del hombre depende que
el
mundo y la vida humana manifiesten claramente la gloria de Dios (16).

14. El fin de la creación, la gloria de Dios Padre


El relato sacerdotal de Gn 1 presenta la creación en el marco literario
de la semana que concluye con el descanso del sábado. El marco del
relato es litúrgico. Con ello, la creación entera aparece ordenada a un
sábado. Si, según el mismo relato, las cosas fueron apareciendo
ordenadas al hombre, el hombre a su vez aparece ordenado a Dios.
Esta
ordenación de la vida humana a Dios, la celebra, a pequeña escala, el
creyente en la liturgia semanal. A gran escala -sugiere el autor
sagrado-
el hombre, con toda la creación, está ordenado a un sábado. Está
ordenado a Dios. Así, el mundo y la vida son no sólo don de Dios, sino
además y, por ello mismo, inmensa liturgia de alabanza al Padre. El fin
de
todo el universo es la gloria del Creador, es decir la irradiación y
comunicación de su bondad. Esto se realiza ya y se realizará
plenamente
al final de los tiempos por Jesucristo para la alabanza de la gloria de
Dios
Padre (Ef 1, 5-6) (17).

15. Creados para un sábado, para entrar en el descanso de Dios


La Escritura iluminará progresivamente el designio de Dios: el mundo
ha sido creado para un sábado, o lo que es lo mismo, para entrar en
el
descanso de Dios. Esto que es proyecto de Dios y también profunda
aspiración humana, es concedido a todos aquellos que escuchan su
voz
y no endurecen su corazón (Cfr. Nm 14, 21-23). Es la recompensa
reservada a los creyentes. Así lo dice el autor de la Carta a los
Hebreos:
«Es claro que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios.» Y
también: «Quien entra en el descanso de Dios, descansa de los
propios
trabajos, como Dios descansó de los suyos» (Hb 4, 9-10) (19).

16. Llamados por Dios a la existencia en un acto de amor. Cada


persona humana es creación inmediata de Dios
Los hombres no hemos sido arrojados al mundo en virtud de un azar o
de un destino ciego, ni tampoco hemos sido abandonados a la propia
suerte, sino hemos sido llamados por Dios a la existencia en un acto
de
amor libre y desinteresado. Y hemos sido llamados uno a uno,
personalmente. Cada persona humana es una realidad tan única, que
al
reflexionar sobre su origen tenemos que reconocer de manera
especial
que Dios todavía sigue trabajando (Jn 5, 17). Así, la aparición de un
hombre es un momento sagrado en el que el poder creador de Dios
aparece con especial claridad. Todo esto implica la doctrina católica
sobre la creación inmediata del alma humana. La aparición de un ser
humano resulta de una colaboración muy peculiar de Dios y del
hombre.
Por ello podemos decir con el salmista: «Tu has creado mis entrañas,
me
has tejido en el seno materno.» (Sal 138, 13) (20).

17. La fe de la Iglesia en Dios creador


La Iglesia ha creído, confesado y enseñado que Dios es el Creador y
Señor del universo. Esta afirmación es central en sus confesiones de
fe y
en su liturgia. Ya el llamado símbolo de los Apóstoles confiesa al
Padre
de Jesucristo: «Padre todopoderoso» (DS 2.11.30.41), palabras que
apuntan, sin duda, a la creación. La profesión bautismal de la fe
empieza
por la respuesta afirmativa a esta pregunta: «¿Crees en Dios Padre
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?» (21).
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TEMA 61-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA
AL
PADRE

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del montaje audiovisual Génesis.
* Diálogo: nuestra reacción ante el montaje.
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN


* Presentación del montaje audiovisual titulado Génesis, de J.
ROMAYOR y Equipo Tres Medios (Ed. Tres Medios, Madrid, 1980):
sigue
libremente el relato de los 11 primeros capítulos del Génesis, una
historia
que comenzó hace tiempo, pero de la que seguimos siendo
protagonistas (ver DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SNC),
Montajes Audiovisuales. Fichas críticas, G-2).
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TEMA 61-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA
AL
PADRE
PLAN DE LA REUNIÓN
* Información (personas, hechos, problemas...), salmo inicial.
* Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión.
* Comunicación de pequeño grupo: teniendo en cuenta la pista
adjunta,
¿qué frase refleja más nuestra experiencia? ¿Por qué?
* Puesta en común: lo más importante.
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN


* Arrojados al mundo por azar o por destino ciego.
* Abandonados a la propia suerte.
* Dejados de la mano de Dios.
* Llamados por Dios a la existencia, uno a uno.
* Tejidos por Dios en el seno materno (Sal 138,13).
* Por el mundo y la vida damos gracias a Dios.
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TEMA 61-3

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
REGALO DE DIOS, TAREA DEL HOMBRE, MOTIVO DE ALABANZA
AL
PADRE

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información (personas, hechos, problemas...).
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del tema 61, resaltando sus puntos clave.
* Dialogo: lo más importante.
* Oración comunitaria: Sal 8; Sal 138.

PISTA PARA LA REUNIÓN


PUNTOS CLAVE
* A Dios Creador por Dios Salvador.
* Un mundo vacío sobre el que planea el Espíritu.
* A partir de la nada.
* Padre, Señor del cielo y de la tierra.
* El mundo y la vida, don de Dios.
* Ordenación sumaria, jerarquizada, litúrgica.
* El mundo, tarea del hombre.
* El hombre, referido a Dios.

EN EL ENCUENTRO CON CRISTO


HEMOS SIDO NUEVAMENTE CREADOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que en el encuentro con Cristo somos nuevamente
creados y que en Cristo resucitado radica la consistencia del universo
y
la esperanza del mundo.

18. La nueva creación en Cristo Jesús, don de Dios


La creación es, en el proyecto de Dios, buena, ordenada al hombre
(Gn 1, 28-31). En este mundo bueno- en tanto que salido de las
manos
de Dios- ha irrumpió el pecado del hombre. Por el pecado, el hombre
ha
roto con Dios y se ha quedado sin esperanza y sin Dios en el mundo
(Ef
2, 12). Con ello, el hombre, imagen de Dios en el mundo, se pierde a

mismo y pierde al mundo, lo vuelve extraño y aun hostil, lo
deshumaniza.

Pero el Creador, por iniciativa de su amor plenamente libre, crea de


nuevo al hombre en su Hijo Jesucristo, para poder salvar toda su
creación. Pablo advierte a los fieles de Efeso: «Estando nosotros
muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura
gracia
estáis salvados-... Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos»
(/Ef/02/04-10). Como dice Juan Pablo ll: «En el misterio de la
Redención
el hombre es «confirmado» y en cierto modo es nuevamente creado.
¡El
es creado de nuevo!» (RH 10) (22).

19. El último futuro del mundo ha quedado inaugurado


Por su resurrección de entre los muertos, Cristo es el Adán ultimo (1
Co 1 5, 45), el hombre final no en un sentido numérico, sino en un
sentido cualitativo: nadie podrá rebasarle y, a la vez, es el prototipo del
hombre en camino hacia su total liberación. En efecto, sobre Cristo
resucitado, la muerte, introducida en el mundo por el pecado, no tiene
ya
poder alguno (Rm 6, 9). Con la aparición del último Adán en la
resurrección de Jesús ha amanecido, no sólo para el hombre, sino
también para la creación entera, el nuevo día sin ocaso, el día de la
liberación, el «tercer día». Quebrantado el poder del pecado y de la
muerte. Cristo inicia la liberación de la creación sujeta a la decadencia,
a
la frustración y a la muerte, para que pueda «entrar en la libertad
gloriosa de los hijos de Dios» (Rm 8, 20-21). En Cristo, el hombre
final,
Dios desata la libertad impedida por tantas esclavitudes y, por
consiguiente, crea al hombre y al mundo reconciliados: aquella obra
suya
que El declaró muy buena (Gn 1, 31) (23).

20. En el encuentro con Cristo, criaturas nuevas H-NUEVO:


Quien se ha encontrado con Cristo y ha quedado identificado con El
es un hombre nuevo, una criatura nueva y, en un sentido muy real, el
término de una nueva creación en Cristo (2 Co 5, 17). Al unirse con
Cristo por el Bautismo (Ga 3, 27), el creyente participa de todo lo que
El
ha adquirido en favor de todos los hombres (2 Co 5, 15-21). Vivificado
por el Espíritu (Ga 5, 5-25), el cristiano no es ni vive desde sí mismo
(Flp
3, 9): todo lo que él es procede de Dios {2 Co 5, 18) y únicamente
Cristo
da sentido final a su existencia y la «conforma» (2 Co 5, 15). Podemos
decir que quien, identificado con Cristo, vive desde Dios Padre en el
Espíritu, se hace otro hombre, cambia de un modo radical, es otro el
centro de su vida, se invierte su jerarquía de valores, se conmueven
los
cimientos de su mundo. Pablo ha experimentado y expresado de un
modo ejemplar lo radical de su identificación con Cristo y de la
novedad
de su vida (/Ga/02/20; /Flp/03/07-09) (24).

21. Cristo manifiesta plenamente el hombre al hombre


Jesucristo es el prototipo de la nueva humanidad recreada por Dios,
es el Hombre Nuevo. Cristo es la «imagen de Dios invisible» (Col 1,
15),
cuyos rasgos ha de reproducir el hombre en su resurrección gloriosa,
al
término de su búsqueda: búsqueda que Dios suscita, sostiene, anima
y
dirige con una especie de admiración y «pasión» paterna desde que
creó las primeras nebulosas. Más aún, Dios ha destinado desde toda
la
eternidad al hombre a conformarse con su Hijo como prototipo (Rm 8,
28-30; cfr Ef 1). Nuestra búsqueda incesante del hombre futuro,
sepámoslo o no, tiene a Cristo por término. Cristo «manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre» (GS 22) (25).

22. Cristo reúne en si todos los seres Cristo es, en Dios, el creador
del universo
El Nuevo Testamento ha entendido lo ocurrido en Cristo y la
comunidad cristiana como una renovación del universo, como una
nueva
creación. Dentro de este horizonte ha pensado el Nuevo Testamento
en
la creación primera y en la acción providencial que conduce libremente
al
mundo desde una creación a la otra. De este modo, para el Nuevo
Testamento. Cristo está en el corazón del mundo de hoy, en El se han
de
reconciliar o recapitular y reunir todas las cosas (/Col/01/20;
/Ef/01/21-22) y, por consiguiente, Cristo estuvo en el principio de todo
(Ap 1, 8. 17). Cristo es la esperanza del mundo (/Ef/02/11-12) y, a la
vez,
tiene en El consistencia el mundo entero (Col 1, 17). Cristo es el
mediador de la redención e, igualmente, lo es de la creación» (1 Co 8,
6;
Col 1, 16ss; Hb 1, 2-3; Jn 1, 3.14).
Como dice Juan Pablo ll: «El redentor del hombre, Jesucristo, es el
centro del cosmos y de la historia» (RH 1) (26).

23. Cristo, revelación definitiva del amor libre y gratuito de Dios en su


acción creadora
La comunicación de Dios a su creación culmina en Jesucristo, objetivo
y arquetipo, en vistas al cual quiso Dios crear todas las cosas. Dios
ama
su creación de tal modo que la orienta eficazmente hacia el encuentro
de
sí mismo y de su obra en la unidad del universo consumada en
Jesucristo, el Señor. Hasta ese cumplimiento llegará la acción
creadora
de Dios. Nuestra fe en la intervención de Jesucristo, el Señor, en el
término y en el principio de la creación nos ayuda a comprender mejor
la
libertad, el poder, la sabiduría de Aquel que amó el primero (27).
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TEMA 62

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL MUNDO ESTA CENTRADO EN CRISTO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información (personas, hechos, problemas...).
* Oración inicial.
* Presentación del tema 62 en sus puntos clave.
* Lectura de Ef 2 y Col 1.
* Comentario: lo más importante.
* Oración comunitaria.

PISTA PARA LA REUNIÓN


PUNTOS CLAVE
* Antes: sin esperanza y sin Dios en el mundo.
* Ahora: nuevamente creados en el encuentro con Cristo.
* Cristo manifiesta plenamente el hombre al hombre.
* En Cristo radica la consistencia del universo
y la esperanza del mundo.
EL ESPÍRITU, CONSUMADOR DEL MUNDO

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir la función del espíritu como consumador del mundo.

24. El estado actual del hombre implica algo de menos natural, de


inacabamiento, de irredención
Es un dato elemental de toda existencia humana, ya se encuentre en
crisis de crecimiento o de disminución, la experiencia de una limitación
fundamental, de una desolación, de una secreta convicción de la
inseguridad de su ser, de una especie de situación irredenta en la que
está inmerso y de la que lucha por evadirse. El hombre percibe su
misterio y el de sus limitaciones inherentes y elegidas; se siente
asediado
por esos poderes que le desbordan y a los que difícilmente escapa:
muerte, enfermedad, injusticia, tiranía... Esa vivencia fundamental de
todo existir humano, que percibe su propia debilidad, esa angustia
insuperable que carcome su ser. desemboca en la convicción de que
el
estado actual del hombre implica algo de menos natural, de
inacabamiento, de irredención. Es la certeza de que no es posible
desde
dentro de sí la plenitud de lo humano e histórico (29).

25. También la naturaleza se lamenta por un bien perdido


La naturaleza no es sólo maravillosa y suscita admiración. Es
dramática. Está también sujeta a la finitud y a la destrucción. Sufre y
suspira con nosotros. Atentos percibimos el sufrimiento de los
animales,
la destrucción y la decadencia, la agresión, la huida, el miedo universal
a
la muerte. Pensadores y poetas expresan de diverso modo la tristeza
de
la naturaleza: «Un velo de tristeza se extiende sobre toda la
naturaleza,
una profunda, implacable melancolía recubre toda vida.» En el fondo,
la
naturaleza también se lamenta por un bien perdido. Al fin y al cabo, el
mundo es el cuerpo prolongado y ensanchado del hombre (30).

26. La naturaleza, ligada al destino del hombre


El drama de la naturaleza está ligado al drama del hombre, así como
la
plenitud de la naturaleza depende de la consumación del hombre. El
mundo material creado para él participa de su destino. Maldito a
causa
del pecado humano (/Gn/03/17), el mundo se halla actualmente en un
estado violento. El pecado del hombre contamina la tierra. Según los
profetas, las abominaciones del pueblo profanan su mundo ambiente,
que ha de sufrir por ello la cólera de Yahvé (Jr 7, 20; 9, 10ss; Ez 6, 14;
Is
13, 9-11). En justa correspondencia, el mensaje de la salvación se
dirige
también a los cielos y a la tierra que serán beneficiarios de las
bendiciones divinas: «Pero esperamos, según nos lo tiene prometido
(Dios), nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia»
(/2P/03/13; cfr. /Is/65/17; /Is/66/22; /Ez/36/08-12) (31).

27. Con dolores de parto


Como dice San Pablo, la naturaleza está sometida a la vanidad
(idolatría) y a la servidumbre de la corrupción y desde su ser más
profundo anhela ser liberada juntamente con el hombre. Pero la nueva
creación en Cristo, anunciada por los profetas (Cfr. ls 65, 17-21; 66,
22),
se está gestando ya en el mundo presente y será alumbrado por él,
trabajado por el Espíritu de Cristo que suscita, sostiene y dirige la
colaboración humana: «La ansiosa espera de la creación desea
vivamente la revelación de los hijos de Dios. La Creación, en efecto,
fue
sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la
sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la
corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre
dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las
primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior
anhelando el rescate de nuestro cuerpo» (/Rm/08/19-23) (32).

28. El destino del hombre depende del Espíritu de Dios


La creación espera ansiosamente la manifestación de los hijos de
Dios. Si la naturaleza permanece ligada al destino del hombre
(solidaridad hombre-mundo), del Espíritu de Dios depende, a su vez,
el
destino del hombre (alianza hombre-Dios). Aunque seamos una
criatura
nueva en Cristo, vivimos aún en las condiciones de este mundo viejo
destinado a pasar. Pero poseemos ya las primicias del Espíritu. Para
Pablo, la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros es la garantía de
nuestra esperanza, según la cual se consumará el rescate de nuestro
cuerpo: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8, 26;
cfr.
8, 23-24). Y también: "Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre
los
muertos habita en vosotros el que resucitó de entre los muertos a
Cristo
Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo
Espíritu
que habita en vosotros» (/Rm/08/11) (33).
29. Reconocer a Dios y amar de veras, primicias del Espíritu
consumador
El hombre, abandonado a sus propias fuerzas, es incapaz de entrar
en
el Reino de Dios: «Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la
tierra y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance; ¿quién,
entonces, ha podido rastrear lo que está en los cielos? ¿Y quién
hubiera
conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le
hubieses enviado de lo alto tu Espíritu Santo? Sólo así se
enderezaron
los caminos de los moradores de la tierra, así conocieron los hombres
lo
que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron» (/Sb/09/16-
18).
Tampoco por sí mismo el hombre puede alcanzar su plenitud humana.
No
hay plenitud humana al margen de Dios: «La carne no sirve para
nada»
(Jn 6, 63), «lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del
Espíritu,
es espíritu» (Jn 3, 6). Por la fuerza del Espíritu, del que poseemos ya
las
primicias, el hombre se vuelve capaz de reconocer a Dios en el centro
de
su propia vida y, al mismo tiempo, de amar de veras (34).

30. El Don del Espíritu, promesa para la nueva creación


El Espíritu Santo, del que tenemos las primicias, es el Don y la Fuerza
de Dios, prometida por los profetas para los últimos tiempos, para los
tiempos mesiánicos. Dios infundirá su Espíritu a los suyos, les dará un
«corazón nuevo» poniendo su ley en el interior de éste, y aun
cambiará
las condiciones del mundo en que han de habitar. De este modo, el
Espíritu de Dios será el principio de la Nueva Alianza (Ez/36/27-28; Jr
31,
31). Esta efusión del Espíritu de Dios se realizará por la mediación del
Mesías (Is 11, 1-3; 42, 1; 61, 1) (35).

31. La plenitud, inaugurada en Pentecostés ES/CREADOR Cristo,


teniendo en sí la plenitud del Espíritu (Mc 1, 10; Lc 4, 1) y constituido
Señor por su resurrección, comunica esa plenitud a otros hombres
renovándolos interiormente y haciendo de ellos una criatura nueva
(Rm
8, 14-17; Ga 3, 26ss; cfr. Jn 1, 12). Esta nueva creación ha sido
inaugurada en Pentecostés. El Espíritu que llena a los apóstoles el día
de Pentecostés (Hch 2,4) es el Don que les hace Cristo resucitado y
manifiesta y lleva a cabo la victoria sobre el pecado y la muerte (Cfr.
Hch
2,32-36; 4, 7- 12). Los apóstoles convierten los corazones con su
palabra, perdonan los pecados (Jn 20, 21 ss) y por su mediación
reciben
los creyentes el Don de Dios, el Espíritu Santo (Hch 8,17). La
expansión
de la Iglesia confirma la promesa de Jesús a sus discípulos: hacen
obras
más grandes que las suyas y obtienen del Padre todo lo que piden en
nombre de su Hijo (Jn 14, 12ss; 16, 23-24) (36).

32. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra


Con la resurrección de Jesús, la hora del Espíritu ha llegado y la
plenitud inaugurada en Pentecostés, continúa ahora en el misterio de
la
Iglesia, en la cual el Espíritu Santo actúa maravillosamente (cfr. LG
44;
49). Consciente de ello, la Iglesia pide confiadamente el Espíritu, que
es
para ella como su alma (cfr. LG 7): «Ven, Espíritu Creador, / visita las
almas de tus fieles / llena con la gracia de lo alto / los corazones que

creaste» (Liturgia de Pentecostés, Himno de Vísperas}. «Mira el vacío
del
hombre / si tú le faltas por dentro; / mira el poder del pecado / cuando
no
envías tu aliento» (Domingo de Pentecostés, Secuencia). «Rey del
cielo,
Consolador, Espíritu de verdad, / tú que en todo estás presente y lo
llenas todo; / tesoro de bienes y fuente de vida, / ven y haznos tu
morada; / purifícanos y haznos salvos / tú, que eres la misma bondad»
(Liturgia bizantina, Invocación Rey del Cielo, Consolador) (37).

33. El Espíritu, consumador del mundo


La plenitud, inaugurada en Pentecostés, no ha alcanzado todavía su
consumación, que sólo se realizará al final de los tiempos. Hacia este
término camina la historia, hacia esos nuevos cielos y esa nueva tierra
que anunciaban en otro tiempo las Escrituras (/2P/03/13), que el
Apocalipsis evoca anticipadamente (/Ap/21/01-05): perspectiva
grandiosa en la que el término de los designios de Dios alcanza la
perfección de los orígenes, después del largo paréntesis que había
abierto el pecado humano. He aquí que hago nuevas todas las cosas
(Ap
21, 5). Tal será la consumación final de un mundo transfigurado por el
Espíritu (38).

34. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida


Como Jesucristo, el Hijo, está en el origen de todas las cosas,
también
el Espíritu Santo, Consumador del universo, es en Dios el Creador de
todos los seres. Esta ha sido la fe constante de la Iglesia. Entre las
muchas expresiones de esta fe podríamos citar la del can. 1.° del
Concilio segundo de Constantinopla que enseña, con el lenguaje
tradicional de los Padres griegos, que las tres Personas divinas están
asociadas en su común acción creadora: Única es la divinidad y único
es
el poder del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. «Pues uno es Dios el
Padre, de quien son todas las cosas; uno el Señor Jesucristo, por
quien
son todas las cosas y uno el Espíritu Santo, en quien son todas las
cosas» (DS 421). En el Amor personal del Padre a través de su Hijo,
Jesucristo, tiene origen y plenitud todos los seres (39).
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TEMA 63

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL ESPÍRITU, CONSUMADOR DEL MUNDO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Oración inicial: Sal 43.
* Presentación del tema 63 en sus puntos clave.
* Lectura de Sb 9,16-18; Rm 8,19-23; Jn 3,1-8.
* Diálogo: lo más importante.
* Oración comunitaria: desde la propia situación .

PISTA PARA LA REUNIÓN


PUNTOS CLAVE
* En estado de irredención.
* También la naturaleza.
* Con dolores de parto.
* El destino del hombre depende del Espíritu de Dios.
* La plenitud, inaugurada en Pentecostés.
* He aquí que hago nuevas todas las cosas (Ap 21,5):
consumación final de un mundo transfigurado por el Espíritu.

EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que el mal en el mundo no sólo oscurece y degrada la
creación, sino que oculta la gloria de Dios Creador.

35. La tentación ante la experiencia del mal


La observación del mal en el mundo y, sobre todo, los ataques del mal
en la propia carne nos ponen al borde de nosotros mismos y nos
sugieren la sospecha de que el fundamento último de lo real es
irracional
y sin sentido, que en su origen no hay un ser personal que ame su
obra
y la guarde y dirija conforme a las exigencias del sentido y del bien. La
experiencia del mal parece negar una fundamental proclamación
bíblica:
el mundo y la vida son don de Dios, y sugieren una objeción dirigida al
propio corazón de la fe: Dios es amor. En este contexto, resuena la
proclamación bíblica (Gn 2-3) de que Dios no es culpable del mal que
hay en el mundo: la raíz más profunda de la miseria humana no está
en
Dios, sino en el hombre mismo (cfr. tema 24) (40).

36. Este no es el mundo querido por Dios


Según la Escritura, el mundo de nuestra experiencia es un mundo
oscurecido, degradado por el pecado. En un mundo que- en cuanto
salido de las manos de Dios- es bueno (Gn 1 y 2), se ha introducido el
pecado del hombre (Gn 3). Con ello, se muestra no sólo cómo vino el
pecado y el mal al mundo, sino cómo viene todavía hoy. El pecado
contamina la tierra y hace que ésta sea, en realidad, maldita (Gn 3,
17-18). En el nombre de Dios, los profetas condenan las
abominaciones
del pueblo, que profanan su mundo ambiente (Jr 7, 20; 9, 10ss; Ez 6,
14;
Is 13, 9-11). Denuncian las diferencias escandalosas entre ricos y
pobres, la opresión que sufren los débiles, la rapacidad de los
poderosos, la ambición de los acreedores sin entrañas, los fraudes de
los comerciantes, la venalidad de los jueces, la avaricia de los
sacerdotes y falsos profetas, la tiranía de las clases dirigentes, la
persecución del propio provecho a cualquier precio en los más
pequeños
y en los más grandes (Is 3, 15; Am 2, 8; 6, 1-7; 5, 7-13; 8, 5; Mi 3, 11;
Is
3, 2ss; Jr 6, 4ss). Este no es el mundo querido por Dios (41).

37. La fuerza del pecado en nuestro mundo


Conoceremos mejor la fuerza destructora y envilecedora del pecado si
vemos sus consecuencias en nuestro mundo contemporáneo. Los
conflictos sociales han llegado a tomar dimensiones mundiales.
Mientras
la riqueza, el poder y la cultura se acumulan en una pequeña parte de
la
humanidad, la mayor parte de ella está «privada de casi todas las
posibilidades de iniciativa personal y de responsabilidad, y aun
muchas
veces incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de
la
persona humana» (PP 9; cfr GS 63). «Los pueblos hambrientos
interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La
Iglesia
sufre ante esta crisis de angustia y llama a todos para que respondan
con amor al llamamiento de sus hermanos» (PP 3). Las aspiraciones
legítimas de muchos hombres quedan defraudadas. «Hacer, conocer
y
tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy. Y.
sin embargo, gran número de ellos se ve condenado a vivir en
condiciones que hacen ilusorio este legítimo deseo» (PP 6). Con ello,
queda truncado el desarrollo integral del hombre y queda dividido,
desgarrado y enfrentado en sí mismo con violencia extrema el propio
hombre (42).

38. Un mundo que oculta la gloria de Dios Creador


Un mundo oscurecido y desfigurado por el pecado oculta la gloria de
Dios Creador (cfr. /Rm/03/23). El sentido del mundo y de las cosas y
la
verdad de Dios están aprisionados en la injusticia de los hombres.
Como
dice San Pablo: «La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la
impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la
injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer está en ellos
manifiesto:
Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del
mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras»
(/Rm/01/18-20) (43).

39. El mal en la naturaleza, interrogante sobre la actividad creadora


de
Dios
Además del pecado y de sus consecuencias, en el individuo y en la
sociedad, hay en el mundo otros males como inundaciones,
terremotos,
pestes y demás, que no podemos atribuir a una intervención humana.
Estos males surgen por factores puramente naturales. Juzgamos de
ordinario sucesos de tal naturaleza como males, porque causan algún
mal al hombre. Pero independientemente de los males que al hombre
puedan producir, nos es difícil soslayar el pensamiento de que tales
sucesos llevan consigo algo así como destrucciones, despilfarros de
seres y energía y también callejones sin salida en el curso de la
naturaleza. Tales sucesos pueden hacernos vacilar en la convicción
de
que el curso entero del universo está dirigido inteligentemente hacia
su
bien, conforme a un plan preconcebido. Aunque no del mismo modo
como el pecado oculta la gloria de Dios, en cierto sentido también
estos
otros males ponen a veces para nosotros sobre la actividad creadora
y
providente de Dios un interrogante (44).

40. El dualismo, respuesta al problema del mal,rechazado por la fe


cristiana
MAL/DUALISMO:
A lo largo de la historia de las religiones y del pensamiento, se ha
tratado de encontrarle a este enigma y escándalo del mal una salida
demasiado fácil, el dualismo: la creencia de que dos principios
igualmente originales han producido todos los seres; el Dios bueno
habría producido todo lo bueno y su oponente, el principio malo, todo
lo
malo. Frente a todo dualismo, la Iglesia ha sostenido constantemente
su
fe en un único Dios creador de todas las cosas desde la nada. La
acción
creadora de Dios termina en el ser y bien de las cosas creadas. Lo
que
«hay» de malo en ellas es algún fallo o defecto que las afecta. Por
ello,
el mal no puede surgir en el mundo por una acción paralela a la
acción
creadora de Dios. La razón del mal, como tal, hay que buscarla en la
limitación y debilidad de las cosas creadas (45).

41. El mal, riesgo de la creación


Los seres creados por Dios desde la nada pueden o bien decaer,
entrar en un callejón sin salida, o bien avanzar realizando aquellas
virtualidades que les son propias o que Dios les ofrece de nuevo
gratuitamente. La creación lleva consigo, por decirlo así, un riesgo. En
la
creación, Dios, movido por un amor sobreabundantemente generoso,
acepta el riesgo que trae crear muchos y diversos seres: la exclusión
de
unos seres por otros. En el caso del hombre, éste es un riesgo
señalado.
Al crear al hombre para una verdadera comunidad de amor en Dios,
tenía que crear Dios libre a cada hombre, con su propio centro de
conciencia y de interés y con su propia perspectiva sobre el universo
y,
por consiguiente, correr el riesgo de que el hombre, individual y
colectivamente, se cerrase sobre sí mismo y acabase perdiéndose a sí
y
perdiendo al mundo. Dios, creando seres diversos de sí mismo, se
expone de veras. No hay amor generoso dirigido a seres creados sin
exposición y riesgo (46).

42. Dios vence el mal a fuerza de bien


A pesar del riesgo del mal en el mundo, Dios no deja de crear. No se
deja vencer por el mal, sino vence al mal a fuerza de bien (cfr. Rm 12,
21). Dios no abandona el mundo a su propia suerte. Regresiones,
callejones sin salida, fallos y logros parciales a costa de grandes
pérdidas no pueden ni siquiera detener el impulso hacia adelante del
proceso de la creación. La acción creadora tiene por objetivo el
establecimiento del Reino de Dios, en un cielo nuevo y en una tierra
nueva. Dios, según este designio previo, sustenta y dirige su obra
hacia
su plena realización, en la consumación final de todas las cosas. El
creyente hace frente al enigma y escándalo del mal desde la promesa
de
Dios: «Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo
pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá
gozo
y alegría perpetua por lo que voy a crear» (/Is/65/17-18; cfr. Ap 21;
/2P/03/13) (47)

43. En el Evangelio se manifiesta ya ahora la justicia de Dios, puesta


en entredicho por el mal en el mundo
Dios, por el poder salvador del Evangelio, ha iniciado ya la salvación
definitiva del hombre y del mundo caído. No es el Evangelio
únicamente
un anuncio de la salvación venidera, sino el poder mismo de Dios que
ya
desde ahora lleva a la salvación. «En él se revela la justicia de Dios»
(Rm 1, 17). En Cristo, Dios es fiel a su obra creada, la reduce a su
señorío liberador, la salva. De este modo, el Evangelio muestra la
justicia
de Dios en un mundo que se ha separado de Dios por el pecado del
hombre y, sin embargo, le pertenece inalienablemente por la creación.
Únicamente puede el hombre vencer el escándalo del mal que pone
en entredicho la justicia y la gloria de Dios, si por la fe se entrega al
designio salvador de Dios, a su gracia y sabiduría (48).
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TEMA 64-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR

«LA CREACION/ANTICREACION»
La lectura de este texto, tomado de la «Misa Jove», expresa lo
contrario de lo que Dios hizo al comienzo del mundo. Se titula
«Anticreación», y ayuda a tomar conciencia de que, con los diversos
géneros de violencia, estamos destruyendo la obra maravillosa del
Padre. Quien se siente «Dios», no se deja guiar de su Espíritu
Creador
y, lejos de «renovar", destruye la Tierra
Al fin el hombre acabó con el cielo y con la tierra, la tierra era bella y
fértil, la luz brillaba en las montañas y en los mares y el Espíritu de
Dios
llenaba el universo.

El hombre dijo: «Que posea yo todo el poder en el cielo y en la tierra».


y vio que el poder era bueno, y puso el nombre de «Grandes Jefes» a
los que tenían el poder y llamó desgraciados a los que buscaban la
reconciliación. Y así fue el sexto día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Que haya gran división entre los pueblos, que se
pongan a un lado las naciones a mi favor y del otro las que están
contra
mí.» Y hubo buenos y malos. Y así fue el quinto día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Reunamos nuestras fortunas, todo en un lugar, y


creemos instrumentos para defendernos, la radio para controlar el
espíritu de los hombres, los uniformes para dominar las almas de los
hombres.» Y así fue. El mundo quedó dividido en dos bloques, en
guerra. El hombre vio que tenía que ser así. Y así fue el cuarto día
antes
del final.

Y el hombre dijo: «Impongamos nuestro proyecto de sociedad con las


armas y la sangre. El pueblo está engañado, grita por nuestras
gargantas. En su nombre ejecutamos a los opresores, liberamos al
pueblo.» Y el hombre convirtió en cenizas el fruto del sudor de
muchas
generaciones. ¡Pánico, destrucción y muerte! El hombre lo vio y lo
encontró normal. Así fue el tercer día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Fabriquemos armas que puedan destruir grandes


multitudes, millares y centenares de millones a distancia.» El hombre
creó los submarinos nucleares que surcan los mares y los misiles que
cruzan el firmamento. El hombre lo vio y se enorgulleció. Entonces los
bendijo diciéndoles: «Sed numerosos y grandes sobre la tierra, llenad
las
aguas del mar y los espacios celestes, multiplicaos.» Así fue el
segundo
día antes del fin.

Y el hombre dijo: «Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza,


que
actúe como actuamos nosotros, que piense como pensamos nosotros,
que mate como nosotros matamos.» El hombre creó un Dios a su
medida y lo bendijo diciendo: «Muéstrate a nosotros y pon tierra a
nuestros pies: no te faltará nada si haces siempre nuestra propia
voluntad». Y así fue. El hombre vio todo lo que había hecho y estaba
muy satisfecho de ello. Así fue el día antes del fin.

* De pronto se produjo un gran terremoto en toda la superficie de la


tierra, y el hombre y todo lo que había hecho dejaron de existir.

* Y así acabó el hombre con el cielo y con la tierra. La tierra volvió a


ser un mundo vacío y sin orden. Toda la superficie del océano se
cubrió
de oscuridad. Pero... el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.
(DIÓCESIS DE BILBA0, CAD 13, 1982, 3-4)
Nota: Esta ficha puede utilizarse como complementaria de la siguiente
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TEMA 64-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL MAL EN EL MUNDO OCULTA LA GLORIA DE DIOS CREADOR

PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Oración inicial: Sal 77.
* Presentación del tema 64 en sus puntos clave.
* Lectura de Gn 3,17-18; Rm 1,17-20.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.

PISTA PARA LA REUNIÓN


PUNTOS CLAVE
* El escándalo del mal.
* Este no es el mundo querido por Dios (...).
* La fuerza del pecado en nuestro mundo (...).
* Aprisionan la verdad en la injusticia (Rm 1,18-20).
* El mal en la naturaleza.
* Sin dualismos.
* El mal, riesgo de la creación.
* El evangelio: justicia de Dios.

EL AMOR, FUERZA CREADORA


Y TRANSFORMADORA DEL MUNDO

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir que el amor es la verdadera fuerza creadora
y transformadora del mundo.

44. A la búsqueda de un amor que crea


El mundo es creado en virtud del amor. Y es destruido por la violencia
y el odio. El amor se opone al odio como la creación a la destrucción.
La
vida humana se desarrolla en esa tensión (49).

45. El verdadero poder consiste en crear, no en destruir


Se da fácilmente por sentado que no es el amor, sino la violencia
quien conquista el mundo y lo domina , quien es capaz de estructurar,
organizar, hacer el mundo tal cual ha de ser. Bajo diversas influencias,
se acaba por identificar la fuerza con la violencia y el amor con la
debilidad. La paradoja evangélica, sin embargo, estriba en la
pretensión
de que, por el contrario, el amor es poderoso, de que el poder
verdadero
no es violento, de que el hombre realmente fuerte es manso, y que el
hombre violento no es tan fuerte como pretende o como quisiera serlo.
El
verdadero poder consiste en crear, no en destruir. Crear es signo y
prueba de poder (50).

46. ¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia?


Debemos examinar detenidamente en dónde radica la verdadera
fuerza, la eficacia en las cosas de la vida, por ejemplo, en pedagogía
o
en política, y de modo más general en la totalidad de las actividades
humanas: si en la mansedumbre o en la represión violenta, la
destrucción y la matanza. Examinemos a este respecto la historia de
nuestro siglo y hagamos balance. El balance de las dos últimas
guerras
mundiales, con diez millones de cadáveres la primera y cuarenta
millones
la segunda, no arroja precisamente un saldo positivo. Si el poder
consiste en levantar montañas de cadáveres, no cabe duda entonces
de
que los promotores de semejantes matanzas son hombres poderosos
(51).

47. Todavía continúa la pugna cósmica entre el odio y el amor


La tensión entre las fuerzas de creación y de destrucción, de vida y de
muerte, se halla inserta en el desarrollo del universo. El universo se
transforma y madura en torno a nosotros bajo la influencia de ese
doble
movimiento, todavía oculto casi en su totalidad. Las fuerzas cósmicas
de
la creación han ido poco a poco integrando galaxias, luego estrellas y
luego planetas. De modo semejante, el Amor ha debido enfrentarse
con
fuerzas enormes, fuerzas surgidas del pecado, fuerzas de
distanciamiento y separación, para lograr primero familias, luego
pueblos, después naciones y en un futuro más o menos próximo,
supernacionalidades. Nos hallamos todavía en medio de una tensión
donde continúa la pugna cósmica entre el odio y amor (52).

48. Dios es creador. Llamando a las cosas a la existencia hace triunfar


el amor
El Dios que se manifiesta en la Escritura es un Dios Creador.
Llamando a las cosas a la existencia, hace triunfar el amor. Coloca el
amor en el origen mismo del ser. Manifiesta así lo que es
verdaderamente poder, el poder de quien da la vida a los muertos y
llama a las cosas que no son para que sean (Rm 4, 17) Creando el
mundo por su palabra (cfr. 2 Co 4, 6), triunfó sobre los poderes del
caos
(Gn 1, 2). Esta operación primera la continúa ejerciendo en sus
criaturas:
«En él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28) (53).

49. Amar es prolongar la acción creadora de Dios


Dios es amigo de la vida. Por ello, condena progresivamente toda
violencia. Lo hace teniendo en cuenta las diferentes épocas en que
vive
su pueblo. Así se apropia la ley del Talión (Ex 21, 24), que representa
un
progreso considerable con respecto a los tiempos de Lamec, que se
venga sin medida (Gn 4, 23-24). El Dios del Antiguo Testamento no es
un Dios cruel, es un Dios con entrañas de misericordia. Se pone de
parte
del pueblo oprimido en Egipto (Ex 3, 9) y le exige un comportamiento
semejante con el débil (Ex 23, 9). Dios se constituye, pues, en
defensa
de las víctimas de la injusticia humana, y, más en particular, del
huérfano, de la viuda y del pobre (Ex 22, 20ss). A su vez, poco a poco
irá
diseñando la figura única del siervo de Yahvé, que ha renunciado
definitivamente a la violencia (cfr. Is 53, 7; Temas 9 y 30) (54)

50. Jesús es la Palabra creadora misma


Jesús es la Palabra creadora misma: «Todo se hizo por ella y sin ella
no se hizo nada de cuanto existe" (/Jn/01/03). Jesús jamás destruye,
no
mata, no hiere a nadie. El consuela, cura, regenera, crea y recrea. El
es
esencialmente creador. Su misión es restauradora, redentora. Se
emplaza en la perspectiva de Aquel a quien en el Espíritu llamamos
Padre y que es creador de todos los seres (55).

51. Dios condena progresivamente toda violencia Amar es prolongar


la acción creadora de Dios y el mayor de todos los mandamientos. Tal
es
la voluntad de Jesús: «Amaos los unos a los otros, como yo os he
amado» (Jn 13, 34-35; cfr. 15, 12-17). De un extremo al otro del
Nuevo
Testamento el amor del prójimo aparece inseparable del amor de
Dios:
los dos mandamientos son la plenitud de la Ley (Mc 12, 28-33). Vienen
a
ser uno solo (Jn 15, 12; Ga 5, 14; 1 Jn 4, 20-21; 5, 2), que se extiende
al
enemigo mismo (Mt 5, 44>. Este mandamiento, aunque antiguo por
estar
ligado con las fuentes de la revelación (1 Jn 2, 7ss), es nuevo: Jesús
inaugura la era anunciada por los profetas, dando a cada uno el
Espíritu
que crea corazones nuevos. El amor, venido de Dios, vuelve a Dios.
Amando a nuestros hermanos, amamos al Señor mismo (Mt 25, 40) y
así
se cumple en nosotros el plan creador y salvador de Dios. El amor es
algo absoluto y constituye lo único que permanecerá eternamente (cfr.
1
Co 13, 8-13). Sobre esta base se levanta ya el mundo futuro (56).

52. La fuerza del amor se impondrá al fin


Jesús, como los profetas de Israel y el Apocalipsis, anuncia que,
formalmente, el dominio del mundo no estará en manos de los
violentos,
sino que pertenecerá a todos aquellos que hayan cooperado a la
acción
creadora de Dios, acción que opera poderosa y mansamente. La
mansedumbre es verdaderamente fuerte; ella alcanzará al fin la
victoria y
dominará la tierra: «Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseerán
la tierra» (/Mt/05/04). En la pugna entre el amor y el odio, la fuerza del
amor se impondrá al fin (57).

53. El amor creador obliga a la transformación de la naturaleza y de


las estructuras sociales, mediante el conocimiento científico y la
técnica
El amor creador, hablando en general, no puede dispensarnos hoy de
conocer científicamente tanto la naturaleza como las estructuras
sociales
y, desde este conocimiento, ponerlas al servicio de un mundo más
humano. El amor, si es creador de veras, no es un vago sentimiento ni
se
contenta con buenas intenciones. El amor creador no huye de la
realidad; la asume seriamente, busca conocerla del modo más
objetivo
posible eliminando toda ilusión y proyección sobre ella, que la
deformen
al servicio de intereses y apetencias egoístas.
La ciencia y la técnica sin amor deshumanizan el mundo y la
sociedad;
pero el amor ha de valerse del saber científico y de la técnica para
desplegar su fuerza creadora. En particular, aunque el amor procure
primariamente el crecimiento y liberación de las personas, será
necesario, aun para lograr este objetivo, mejorar y, a veces, cambiar
las
estructuras sociales, dentro de las que se realizan en una gran
medida
ese crecimiento y esa liberación (58).
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TEMA 65
OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
EL AMOR, FUERZA CREADORA Y TRANSFORMADORA DEL
MUNDO

PLAN DE LA REUNIÓN
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Oración inicial: Sal 37.
* Presentación de la pista adjunta: ¿Con qué frase me identifico más?
¿En dónde radica la verdadera fuerza y la eficacia?
* Oración comunitaria: desde la propia situación.

PISTA PARA LA REUNIÓN


1. El mundo es creado en virtud del amor.
2. Y destruido por el odio.
3. El hombre fuerte es manso.
4. El hombre violento no es tan fuerte como pretende.
5. Jesús jamás destruye: consuela, cura, regenera redime.
6. Los mansos poseerán la tierra (Mt 5,4).
7. Cambiar las estructuras sociales, forma de amar.

NUESTRA FE CRISTIANA
ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS
CIENCIA Y FE

OBJETIVO CATEQUÉTICO
* Descubrir la visión cristiana de un mundo en Génesis y, además, la
relación existente entre ciencia y fe.

54. Historia de la vida e historia del hombre


La ciencia nos dice que a la historia del hombre antecede otra mucho
más larga: «la historia» de la vida. Naturalmente, la humanidad hubo de
comenzar un día con unos primeros hombres. Aunque la transición se
muestra como gradual ante una observación exterior, la hominización,
sin embargo, representa respecto del animal un modo de existir tan
radicalmente nueva, que tuvo que haber un momento determinado en
que ciertos seres vivos dejaron de ser algo y empezaron a ser alguien
(cfr. Pío Xll, Humani Generis, DS 3896). El instante de este comienzo ha
desaparecido para siempre en la oscuridad de los tiempos (60).

55. Una visión dinámica del mundo


A la historia del hombre y al dinamismo de la vida, precede la génesis
-la evolución- del cosmos. La ciencia moderna ha descubierto en el
acontecimiento evolutivo la ligazón física entre todos los vivientes y, por
extensión, entre todo lo real. Este es el denominador común en el que
coinciden todas las investigaciones e hipótesis en torno al
acontecimiento evolutivo. La evolución es una de las grandes
concepciones científicas que ha contribuido a la formación de una nueva
visión del mundo: una visión dinámica (61).

56. Una nueva situación de la cultura


El Concilio Vaticano II recoge la nueva situación de la cultura, creada
por el cambio profundo de las circunstancias de vida del hombre
moderno en el aspecto social y cultural. Se puede hablar incluso de una
nueva época de la historia humana. Tal situación ha sido preparada por
el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas
las sociales por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en
el uso y recta organización de los medios que ponen al hombre en
comunicación con los demás. De aquí provienen ciertas características
de la cultura actual: las ciencias exactas cultivan al máximo el juicio
crítico, los más recientes estudios de la psicología explican con mayor
profundidad la actividad humana; las ciencias históricas contribuyen
mucho a que las cosas se vean bajo el aspecto de contabilidad y
evolución... (Cfr. GS 54) (62).

57. Dos órdenes de conocimiento: Fe y razón


En el diálogo de la fe con la ciencia, hemos de mantener un doble
principio: No buscar en la ciencia lo que sólo la fe nos puede dar y, a su
vez, no buscar en la fe lo que la ciencia nos puede ofrecer. El Vaticano II,
«recordando lo que enseñó el Concilio Vaticano I, declara que existen
dos órdenes de conocimiento distintos, el de la fe y el de la razón; y que
la Iglesia no prohíbe que las artes y las disciplinas humanas gocen de
sus propios principios y de su propio método..., cada una en su propio
campo; por lo cual, reconociendo esta justa libertad, la Iglesia afirma la
autonomía legítima de la cultura humana, y especialmente de las
ciencias» (GS 59; cfr. 36) (63).

58. La ciencia debe permanecer en su propio campo


Según esta autonomía metodológica, la ciencia debe permanecer en
su propio campo, sin rebasarlo, y reconocer, por tanto, sus límites. Ni la
naturaleza que muchos hombres contemporáneos creen dominar, ni la
ciencia en la que se apoyan como si fuese una religión o una filosofía,
son ni toda la naturaleza ni toda la ciencia. Lo que se entiende por
ciencia, con frecuencia, lleva al hombre de nuestro tiempo a reducciones
y empequeñecimientos de realidades que no pueden ser captadas por
los métodos del saber científico (64).

59. Como tal no puede oponerse a la fe


Por lo que a la cuestión evolutiva se refiere, el hecho científico, como
tal, no da amparo a ninguna filosofía. Es filosóficamente neutro.
Permaneciendo en su propio campo, no puede oponerse a la fe. No
sucede esto con las interpretaciones materialistas y panteístas que
históricamente han surgido en torno al descubrimiento de la evolución
(65).

60. La sabiduría humana, si desborda sus límites, se vuelve idolátrica


Cuando la sabiduría humana desborda sus límites, se vuelve
idolátrica, vana (Sb 13, 1; Rm 1, 21). Esto es lo que percibe y denuncia
el creyente israelita ante el influjo de la cultura griega, introducida en
Israel con la dinastía macedónica de los seléucidas, a la que pertenece
Antíoco Epífanes, el verdugo de los Macabeos (2 M 7). Los grandes
mentores de la sabiduría griega, seducidos por las maravillas de la
naturaleza, la adoraron en cada uno de sus principales elementos. Por
ello, dice el libro de la Sabiduría: «Sí, vanos por naturaleza todos los
hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de reconocer por los
bienes visibles a Aquel-que-es, ni atendiendo a las obras, reconocieron
al Artífice, sino que al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda
estrellada, al agua impetuosa o a las lumbreras del cielo, los
consideraron como dioses, señores del mundo» (/Sb/13/01-02) (66).

61. "... ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?"


En nuestra época, con el avance extraordinario de la ciencia, no se
adorará al agua, por ejemplo, como elemento primordial y señor del
mundo, pero sí puede suceder que se adore, en su caso, a una primera
nebulosa de hidrógeno. La idolatría científica de nuestro tiempo aparece
en esta expresión de un materialista dialéctico: «El electrón es
inagotable; lo mismo que el átomo. La naturaleza es infinita y existe
infinitamente». El libro de la Sabiduría se hace una pregunta, que parece
particularmente dirigida a muchos de nuestros contemporáneos: ... «Si
llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el
universo, ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?»
(/Sb/13/09) (67).

62. El universo tiene su propio himno al Creador


La creación es signo de grandeza y del amor de Dios. El universo tiene
su propio himno al Creador. Es preciso saber escucharlo. Los Concilios
Vaticanos I y II enseñan que el hombre «puede conocer ciertamente a
Dios, principio y fin de todas las cosas, con la razón natural, por medio
de las cosas creadas» y que, gracias a la revelación «todos los hombres,
en la condición presente de la humanidad, pueden conocer fácilmente,
con absoluta certeza y sin error, las realidades divinas, que en sí no son
inaccesibles a la razón humana» (DV 6, cfr DS 3004-3005) (68)
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TEMA 66-1

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Lluvia de ideas: interrogantes del grupo en torno al hecho de la
evolución.
* Presentación del tema 66 en sus puntos clave.
* Diálogo.
* Oración comunitaria: desde la propia situación .

PISTA PARA LA REUNIÓN .


PUNTOS CLAVE
* Una visión dinámica del mundo.
* Dos órdenes de conocimiento: fe y razón.
* En su propio campo, la ciencia no se opone a la fe.
* Lectura de Sb 13,1-9 y Rm 1,18-23.
* Himno del universo: Sal 104 y 148.
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TEMA 66-2

OBJETIVO:
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO:
ANTE UN MUNDO EN GÉNESIS

PLAN DE LA REUNIÓN
* Información: personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del montaje audiovisual La Creación...
* Diálogo: nuestra reacción ante el montaje.
* Oración comunitaria: desde la propia situación

PISTA PARA LA REUNIÓN


* Presentación del montaje audiovisual titulado La Creación.
Posibilidad creadora del hombre, de I. AGUILAR (Ed. Dinama, Madrid,
1979): se centra en el esfuerzo del hombre como colaborador de Dios en
la creación (ver DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SNC), Montajes
Audiovisuales. Fichas críticas, C-17)
.

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