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Intervención Carmela Silva

Clausura Jornada de Mañana del


PES WOMAN
Madrid, 29 de Noviembre de 2008

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MODELO ESPAÑOL DE IGUALDAD.

INTRODUCCIÓN. MUJER. DESDE LA AUSENCIA AL PROTAGONISMO.

Quisiera comenzar mi intervención haciendo una breve reflexión sobre el


camino que hemos recorrido las mujeres.

Un camino desde la ausencia al protagonismo.

No digo nada nuevo si afirmo que el común denominador de la historia de


la humanidad ha sido la no presencia de la mujer. Su negación como
agente activo en la sociedad y tampoco añado nada a la reflexión si digo
que, sin embargo, su ausencia ha sido una de las características más
visibles del estancamiento y retraso social.

Precisamente por ello, es especialmente significativo recordar a Stuart Mill


cuando en “La Esclavitud de la Mujer” , ya en 1869, escribía que “ en tanto
la experiencia nos demuestra que cada paso adelante en el progreso de la
civilización ha ido acompañado invariablemente por algún avance de la
posición social de la mujer ” cabe concluir “ que la valoración de su situa-
ción, la de la mujer, es la prueba más segura y la medida más exacta del
avance en el grado cultural y de progreso de un pueblo o de una época”.

De este modo, me gustaría concluir que la lucha por la igualdad de la


mujer ha sido la lucha por la democracia real, por el progreso, por la
justicia.

En nuestro país el camino fue largo y tortuoso y estuvo siempre vinculado


a la histórica confrontación entre una España “nueva”, progresista y de
izquierdas y otra España, vieja, conservadora y de derechas.

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Así, nuestra historia dibuja, a lo largo de los siglos, un escenario adverso
para el papel de la mujer, en 1846, una clarividente Carolina Coronado
escribía “os digo compañeras, que la ley es solo de ellos, que las mujeres
no se cuentan, ni hay Nación para este sexo”. En efecto, las mujeres no
contábamos, pues al brevísimo paréntesis de la II República ligada a
nombres como los de las diputadas Clara Campoamor, Victoria Kent o
Margarita Nelken protagonistas en la lucha de las mujeres por la igualdad, le
seguirían 40 años de un régimen que tenía reservado para las mujeres un
lugar muy diferente a aquel por el que estas parlamentarias habían
luchado, un régimen que proclamaba en boca de Pilar Primo de Rivera en
1939, que «la única misión que tienen asignadas las mujeres en la tarea de
la Patria, es el hogar (...) para hacerle tan agradable la vida de familia a los
hombres (...) a fin de que encuentren dentro de la casa aquello que antes les
faltaba y así no tendrán que ir a buscar a la taberna o al casino los ratos de
expansión (...)…..

Aquella España que se decía "nueva" pero que era la de siempre, la vieja
España, habría de esperar esos 40 largos años para que unas Cortes
democráticas volvieran a escuchar la voz de una mujer. De hecho el que
durante las tres primeras legislaturas de nuestra recuperada democracia el
porcentaje de diputadas se situara en torno a un modestísimo 5 por 100,
es la mejor demostración de todo el tiempo que se había perdido. Y sin
embargo, nuestro país desde entonces ha recuperado el tiempo y hoy el
número de parlamentarias se ha multiplicado por siete, convirtiéndose las
Cortes españolas en una referencia internacional en el reconocimiento de
derechos de la mujer.

De hecho, uno de los cambios más significativos que ha experimentado la


sociedad española en los últimos 30 años es el de la situación de las
mujeres, al protagonizar el mayor avance de toda su historia. En estos años
de democracia, se han promovido cambios en aspectos trascendentales en
la vida económica, social, política y cultural de las relaciones entre mujeres
y hombres y con el entorno.

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Las mujeres tienen garantizados hoy en España derechos de los que
estuvieron excluidas en el pasado y por los que han trabajado con firmeza.
Las instituciones y la opinión pública son cada vez más conscientes de que,
aunque las mujeres y los hombres sean diferentes, la desigualdad y la
discriminación de género son incompatibles con la democracia.

Y en este giro copernicano de nuestra sociedad el partido socialista, como


en otros tantos ámbitos de la sociedad española, ha sido pionero. El
gobierno socialista salido de las urnas en 1982 con su estrategia política de
introducir en los programas políticos españoles cuestiones de igualdad entre
sexos contribuiría decisivamente al impulso real de la igualdad.

De hecho, los socialistas, tras ganar las elecciones en 1982 y obtener la


mayoría en ambas cámaras, propusimos en 1987 una cuota del 25%.

Sin duda alguna, la introducción del sistema de cuotas, que en sus inicios
sufrió de incomprensión, triunfó finalmente en la práctica, logró que se
sumaran el resto de formaciones políticas, y tuvo repercusiones
determinantes en los resultados de las sucesivas elecciones generales y en
la formación de todos los gobiernos surgidos de las mismas,
particularmente de los socialistas.

Y en todo caso, la igualdad entre hombres y mujeres comenzó a ser un


objetivo institucional, y no sólo de las organizaciones feministas y de
mujeres, con la creación, bajo el primer gobierno socialista, hace ahora 25
años, del Instituto de la Mujer.

Y en la actualidad, de nuevo, será un gobierno socialista salido de las urnas


del 14 de marzo de 2004, el que recogiendo una rica trayectoria socialista
en este sentido, asumirá como estandarte político el mandato del artículo
9.2 de nuestra Carta Magna que encomienda a los poderes públicos la doble
tarea de promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de los
ciudadanos sean reales y efectivas y de remover los obstáculos que impidan
o dificulten su plenitud.

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La llegada de JLRZ al Gobierno supuso un extraordinario impulso y un
avance imparable a las políticas de igualdad. Se conforman gobiernos
paritarios, se crea la Secretaría General de Políticas de Igualdad y en su
segunda legislatura, en esta Ministerio de Igualdad, se aprueba la Ley
Integral contra la Violencia de Género para erradicar el machismo criminal
con el consenso de todos los grupos políticos, se reforma la Ley de Divorcio
para hacerla más ágil, menos traumática y lograr la corresponsabilidad en
la crianza de los hijos e hijas; se aumentan las pensiones de viudedad y las
mínimas de jubilación mayoritariamente de mujeres; se impulsan más de
medio centenar de medidas para promocionar la participación de las
mujeres en los ámbitos de la investigación, el empleo, el deporte, la salud y
la conciliación de vida laboral y personal; se elabora la Ley de Promoción de
la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de
Dependencia que establece un nuevo derecho, el de las personas
dependientes cuyo cuidado sigue recayendo prácticamente en exclusiva en
las mujeres….

Pero sobre todo, y como acicate para avanzar contra la discriminación y en


sintonía con las demandas de la ciudadanía y en defensa de una sociedad
más justa, equilibrada y solidaria, se aprueba en marzo de 2007 la LO para
la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres, la Ley de Igualdad, un
compromiso electoral cumplido por el Gobierno socialista que estimula un
cambio social de primera magnitud: la igualdad de oportunidades para las
mujeres, entendida como un derecho legal, un derecho de ciudadanía, un
derecho de justicia que aumenta la calidad democrática de nuestro país y
que supone una apuesta estratégica de desarrollo económico.

Esta ley incorpora un importante conjunto de medidas para eliminar y


corregir la desigualdad en los distintos ámbitos de la realidad social,
cultural y artística y para el fomento de la igualdad.

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Una amplísima batería de iniciativas para eliminar la discriminación actual
entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, especialmente en el
empleo, la corresponsabilidad en las tareas familiares, la participación en la
toma de decisiones, la educación en igualdad, las políticas públicas, el
acceso a nuevas tecnologías o la situación de la mujer en el medio rural,
entre otros.

Y entre tales medidas destacan las dirigidas a la consecución de la igualdad


efectiva en la participación en el poder público y social.

En este sentido, la ley de igualdad, en garantía del principio de


representación equilibrada de mujeres y hombres:

-Concibe listas electorales con representación equilibrada de ambos


sexos, de todos los partidos políticos, tanto en las Elecciones
Generales como autonómicas y locales y en las elecciones del
Parlamento Europeo.

-Establece el principio de representación equilibrada por el que


ningún sexo debe tener ni menos del 40% ni más del 60%, en cada
tramo de 5 puestos.

Estas medidas, suponen, en definitiva disfrutar del sufragio activo


(participación como mujeres electoras) y formar parte del poder constituido
y también del sufragio pasivo (ser elegibles) para formar parte del poder
constituyente.

Esta representación, además, deberá llevarse a cabo en las listas


electorales, en los nombramientos efectuados por Consejo de Ministros,
pero también en los Consejos de Administración de las empresas que
cotizan en Bolsa, así como en los Órganos directivos de la Administración
General del Estado.

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El objetivo de la medida, es fomentar el ejercicio del principio de
imparcialidad, que en los nombramientos los criterios que prevalezcan
sean el talento, la capacidad y el rendimiento profesional y que en ningún
caso el sexo constituya un obstáculo.

Así, España ha incorporado con fuerza la idea de la participación ppolítica


activa de las mujeres y ha apostado por un concepto más amplio del valor
de la igualdad: el de la democracia paritaria.

Hasta finales de los años 80, la escasa participación de las mujeres se veía
como una carencia de igualdad, una discriminación de la mujer. A partir de
la elaboración del concepto de democracia paritaria, el énfasis se pone en
las carencias de una democracia que se desarrolla sin la participación activa
del 50% de la ciudadanía. Es verdad que las mujeres sufres discriminación,
pero también y, sobre todo, la democracia tiene un problema, ya que la
exclusión persistente de las mujeres del terreno político constituye un
fracaso conceptual y práctico de la democracia representativa. Este cambio
de óptica es fundamental.

Esta evolución desde la lucha en contra de la discriminación al apoyo


decidido por la democracia paritaria ha permitido un avance histórico. Así,
en las elecciones al Congreso de los Diputados de 1979, la presencia
femenina no fue superior a un 6%, cifra similar a las convocatorias
electorales posteriores del 82 y 86, en las que la presencia femenina fueron
del 4,57% y 6,29%, respectivamente. Estos porcentajes han ido
incrementándose, hasta que, en la actualidad, un 36% de los escaños están
ocupados por mujeres. Sólo los Grupos Socialistas – 46%- , de CiU y Mixto
se mantienen en la actual legislatura con una representación de mujeres
por encima del 40%. El Grupo del PP apenas supera el 30%.

En el caso del Senado, mientras que en la legislatura de 1982 un 4,35% de


los escaños era ocupados por mujeres, en 2008 este porcentaje ha
alcanzado un 29%, frente al 24 % de 2004. Y, así, en cada uno de los
ámbitos de representación institucional.

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Y, seguimos avanzando en el campo de las ideas en el camino hacia la
igualdad plena, tal y como queda reflejado en la elaboración del Plan
estratégico de Igualdad de oportunidades 2008- 2011.

Un Plan cuyos fundamentos son la No Discriminación y la Igualdad, es


decir la reparación de las situaciones de discriminación, y recuperación del
valor de la incorporación de las mujeres en paridad para el crecimiento
económico y la modernización social.

Y cuyos principios rectores, relacionados entre si, se identifican con la


ciudadanía, el empoderamiento, la transversalidad y la innovación.
No me detendré en sus contenidos ya que a lo largo de la jornada se
profundizará sin duda, en ellos. Simplemente comentar que es un paso más
en la sena de lograr una sociedad más justa y equilibrada donde el objetivo
del pleno disfrute de los derechos civiles y sociales por parte de las mujeres
en sinónimo de profundización en la democracia.

SÍ, PERO……

El desarrollo de este plan es una muestra clara de la firme apuesta del


Gobierno Zapatero por la igualdad, porque si bien es cierto que se han dado
pasos significativos para la igualdad de oportunidades y derechos entre uno
y otro sexo, y se han producido grandes avances en las políticas de
igualdad en el marco de la Unión Europea y de las Plataformas de Acción de
Naciones Unidas, no es menos cierto que todavía existen retos importantes
relacionados con las necesidades, los intereses, los deseos y las demandas
de las mujeres.

El proceso es difícil y será largo porque los cambios culturales necesitan


décadas, a pesar de que los cimientos de la arquitectura política que deben
propiciar los cambios sean sólidos y estén bien diseñados, siendo multitud
las iniciativas legislativas y propuestas del Gobierno Socialista que
entroncan con la Ley de Igualdad: la de Dependencia, el Plan Concilia en la
Administración Pública, las 54 Medidas para la Igualdad, la Ley de Violencia
de Género, el Plan de Ciudadanía e Integración.

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Queda, en efecto, un largo camino por recorrer hasta alcanzar la igualdad
efectiva entre mujeres y hombres. La sociedad española está todavía
impregnada de estereotipos y roles de género que colocan a las mujeres en
una posición de desventaja con respecto a los hombres, y dificultan el
disfrute completo de sus derechos como ciudadanas. Esta discriminación es
inaceptable y se continuará reproduciendo, a menos que la sociedad en su
conjunto se proponga erradicarla, no sólo por razones de justicia
democrática, sino también para evitar el despilfarro que supone, en una
sociedad que aspira a ser avanzada y moderna, el prescindir de la
capacidad, la inteligencia y la contribución de la mitad de su ciudadanía.

En cualquier caso, las socialistas seguimos teniendo el empeño de conseguir


una sociedad libre de violencia de género y una sociedad comprometida con
el derecho de todas las mujeres a alcanzar las metas que libremente se
proponga, sin exclusiones y sin discriminaciones.

Sabemos que la reivindicación de la igualdad plena y real, la exigencia de


que cada mujer sea tratada de igual a igual en todos los ámbitos, es una
tarea que sigue necesitando empeño y voluntad, energía y determinación.

El mismo empeño y la misma voluntad que desarrollaron las organizaciones


de mujeres y el movimiento feminista y que nos ha permitido llegar hasta
aquí.

A ellas les debemos su constante labor de concienciación de que las


discriminaciones no son naturales, sino producto de estructuras sociales
injustas, basadas en el prejuicio y el estereotipo. Les debemos su
permanente reivindicación de que eliminar esas estructuras de
discriminación es una responsabilidad colectiva. Un deber político
prioritario, porque una democracia avanzada no puede admitir que la mitad
de la población sea tratada como ciudadanía de segunda.

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Convicciones defendidas por mujeres comprometidas, que se convirtieron
en una apuesta política del primer gobierno socialista y que hoy son
compartidas por la mayoría de la sociedad. Una mayoría que ha expresado
su voluntad de vivir en un país en el que hombres y mujeres sean iguales
en derechos y también en oportunidades. Un país en el que ninguna mujer
tenga que detenerse ante el muro de la discriminación.

Por ese país de igualdad entre hombres y mujeres que quieren millones de
personas, y que lidera nuestro Presidente, venimos trabajando los
socialistas desde los albores de la democracia y muy intensamente, durante
los últimos cuatro, con la configuración de un modelo vanguardista cuya
mejor expresión ha sido la creación de un Ministerio de Igualdad.

Nuestra acción futura ha de tener como ejes básicos la lucha cada vez más
eficaz contra la violencia de género, contra la discriminación laboral de las
mujeres y a favor de la ampliación, en general, de los espacios de igualdad
y libertad de las mujeres.

Hablamos de derechos y de libertad. De profundizar en la democracia a


través de la libertad, de la justicia y de la igualdad. De reconocer lo
conseguido y lo que nos queda….

Mientras una mujer muera víctima de la violencia machista; mientras sigan


existiendo discriminaciones en el ámbito laboral; mientras una mujer cobre
menos que un hombre por realizar el mismo trabajo; mientras no puedan
acceder en igualdad de condiciones a puestos de responsabilidad; mientras
se siga considerando el cuidado como algo de mujeres…. Seguirán siendo
necesarias las políticas de igualdad.

Y por ello, vamos a seguir avanzando en igualdad. Vamos a hacer de la


igualdad una realidad tangible, cercana, cotidiana. Y lo vamos a hacer con
compromiso.

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Con el compromiso de no mirar para otro lado ante la injusticia y para
encarar de frente sus causas, para conseguir una sociedad segura y
confiada, porque todas las personas tenemos los mismos derechos

Con el compromiso de lograr un futuro de libertad, de igualdad y de


oportunidades.

Con el compromiso de continuar el trabajo realizado, para que nadie se


desande lo ya andado, para que nadie pretenda que demos un paso
atrás.

Aprovechando el marco europeo de esta intervención no puedo olvidar las


palabras de Ortega cuando al observar el rancio casticismo de la sociedad
española en la que vivía, señalara que Europa, la dimensión europea de
España constituía un principio de agresión metódica al achabacamiento, a la
mediocridad nacional de nuestro país.

Sin embargo, y sin perjuicio de que nuestra apertura al resto de Europa


haya contribuido a que a nuestro país sea lo que es un país moderno y
abierto al mundo, sin complejo alguno hacia nuestros socios y vecinos
europeos, hoy Clara Campoamor, Victoria Kent o Margarita Nelken verían
como sin tener que abandonar nuestro país, su trabajo en pro de que las
mujeres se encuentren en todas las partes y no solo donde los hombres
vayan a buscarlas es hoy una realidad por la que nosotros los socialistas
hemos luchado y seguiremos haciéndolo denodadamente sin descanso,
porque forma parte de nuestros valores profundos, porque creemos
firmemente en la idea de igualdad.

Y no lo dudéis, lo conseguiremos.

Las ideas, los valores, son finalmente los que mueven el mundo, los que lo
transforman.

Tenemos ideas, tenemos valores, construiremos ese futuro donde nunca


más sea posible nuestra ausencia.

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