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MODELO ESPAÑOL DE IGUALDAD.
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Así, nuestra historia dibuja, a lo largo de los siglos, un escenario adverso
para el papel de la mujer, en 1846, una clarividente Carolina Coronado
escribía “os digo compañeras, que la ley es solo de ellos, que las mujeres
no se cuentan, ni hay Nación para este sexo”. En efecto, las mujeres no
contábamos, pues al brevísimo paréntesis de la II República ligada a
nombres como los de las diputadas Clara Campoamor, Victoria Kent o
Margarita Nelken protagonistas en la lucha de las mujeres por la igualdad, le
seguirían 40 años de un régimen que tenía reservado para las mujeres un
lugar muy diferente a aquel por el que estas parlamentarias habían
luchado, un régimen que proclamaba en boca de Pilar Primo de Rivera en
1939, que «la única misión que tienen asignadas las mujeres en la tarea de
la Patria, es el hogar (...) para hacerle tan agradable la vida de familia a los
hombres (...) a fin de que encuentren dentro de la casa aquello que antes les
faltaba y así no tendrán que ir a buscar a la taberna o al casino los ratos de
expansión (...)…..
Aquella España que se decía "nueva" pero que era la de siempre, la vieja
España, habría de esperar esos 40 largos años para que unas Cortes
democráticas volvieran a escuchar la voz de una mujer. De hecho el que
durante las tres primeras legislaturas de nuestra recuperada democracia el
porcentaje de diputadas se situara en torno a un modestísimo 5 por 100,
es la mejor demostración de todo el tiempo que se había perdido. Y sin
embargo, nuestro país desde entonces ha recuperado el tiempo y hoy el
número de parlamentarias se ha multiplicado por siete, convirtiéndose las
Cortes españolas en una referencia internacional en el reconocimiento de
derechos de la mujer.
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Las mujeres tienen garantizados hoy en España derechos de los que
estuvieron excluidas en el pasado y por los que han trabajado con firmeza.
Las instituciones y la opinión pública son cada vez más conscientes de que,
aunque las mujeres y los hombres sean diferentes, la desigualdad y la
discriminación de género son incompatibles con la democracia.
Sin duda alguna, la introducción del sistema de cuotas, que en sus inicios
sufrió de incomprensión, triunfó finalmente en la práctica, logró que se
sumaran el resto de formaciones políticas, y tuvo repercusiones
determinantes en los resultados de las sucesivas elecciones generales y en
la formación de todos los gobiernos surgidos de las mismas,
particularmente de los socialistas.
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La llegada de JLRZ al Gobierno supuso un extraordinario impulso y un
avance imparable a las políticas de igualdad. Se conforman gobiernos
paritarios, se crea la Secretaría General de Políticas de Igualdad y en su
segunda legislatura, en esta Ministerio de Igualdad, se aprueba la Ley
Integral contra la Violencia de Género para erradicar el machismo criminal
con el consenso de todos los grupos políticos, se reforma la Ley de Divorcio
para hacerla más ágil, menos traumática y lograr la corresponsabilidad en
la crianza de los hijos e hijas; se aumentan las pensiones de viudedad y las
mínimas de jubilación mayoritariamente de mujeres; se impulsan más de
medio centenar de medidas para promocionar la participación de las
mujeres en los ámbitos de la investigación, el empleo, el deporte, la salud y
la conciliación de vida laboral y personal; se elabora la Ley de Promoción de
la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de
Dependencia que establece un nuevo derecho, el de las personas
dependientes cuyo cuidado sigue recayendo prácticamente en exclusiva en
las mujeres….
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Una amplísima batería de iniciativas para eliminar la discriminación actual
entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, especialmente en el
empleo, la corresponsabilidad en las tareas familiares, la participación en la
toma de decisiones, la educación en igualdad, las políticas públicas, el
acceso a nuevas tecnologías o la situación de la mujer en el medio rural,
entre otros.
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El objetivo de la medida, es fomentar el ejercicio del principio de
imparcialidad, que en los nombramientos los criterios que prevalezcan
sean el talento, la capacidad y el rendimiento profesional y que en ningún
caso el sexo constituya un obstáculo.
Hasta finales de los años 80, la escasa participación de las mujeres se veía
como una carencia de igualdad, una discriminación de la mujer. A partir de
la elaboración del concepto de democracia paritaria, el énfasis se pone en
las carencias de una democracia que se desarrolla sin la participación activa
del 50% de la ciudadanía. Es verdad que las mujeres sufres discriminación,
pero también y, sobre todo, la democracia tiene un problema, ya que la
exclusión persistente de las mujeres del terreno político constituye un
fracaso conceptual y práctico de la democracia representativa. Este cambio
de óptica es fundamental.
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Y, seguimos avanzando en el campo de las ideas en el camino hacia la
igualdad plena, tal y como queda reflejado en la elaboración del Plan
estratégico de Igualdad de oportunidades 2008- 2011.
SÍ, PERO……
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Queda, en efecto, un largo camino por recorrer hasta alcanzar la igualdad
efectiva entre mujeres y hombres. La sociedad española está todavía
impregnada de estereotipos y roles de género que colocan a las mujeres en
una posición de desventaja con respecto a los hombres, y dificultan el
disfrute completo de sus derechos como ciudadanas. Esta discriminación es
inaceptable y se continuará reproduciendo, a menos que la sociedad en su
conjunto se proponga erradicarla, no sólo por razones de justicia
democrática, sino también para evitar el despilfarro que supone, en una
sociedad que aspira a ser avanzada y moderna, el prescindir de la
capacidad, la inteligencia y la contribución de la mitad de su ciudadanía.
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Convicciones defendidas por mujeres comprometidas, que se convirtieron
en una apuesta política del primer gobierno socialista y que hoy son
compartidas por la mayoría de la sociedad. Una mayoría que ha expresado
su voluntad de vivir en un país en el que hombres y mujeres sean iguales
en derechos y también en oportunidades. Un país en el que ninguna mujer
tenga que detenerse ante el muro de la discriminación.
Por ese país de igualdad entre hombres y mujeres que quieren millones de
personas, y que lidera nuestro Presidente, venimos trabajando los
socialistas desde los albores de la democracia y muy intensamente, durante
los últimos cuatro, con la configuración de un modelo vanguardista cuya
mejor expresión ha sido la creación de un Ministerio de Igualdad.
Nuestra acción futura ha de tener como ejes básicos la lucha cada vez más
eficaz contra la violencia de género, contra la discriminación laboral de las
mujeres y a favor de la ampliación, en general, de los espacios de igualdad
y libertad de las mujeres.
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Con el compromiso de no mirar para otro lado ante la injusticia y para
encarar de frente sus causas, para conseguir una sociedad segura y
confiada, porque todas las personas tenemos los mismos derechos
Y no lo dudéis, lo conseguiremos.
Las ideas, los valores, son finalmente los que mueven el mundo, los que lo
transforman.
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