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“Perdida como se acha, ao menos para mim, a esperanza de uma reforma das nossas
leis penais, no sentido de dar-se lhes uma feiçao mais acomodada ao estado da ciencia
hodierna, o que convém fazer, porque é também o que resta, é tirar dos defeitos mesmos
o melhor partido possível, estudando-os e suprindo-os por meio das fontes regulares do
direito” (Tobias Barreto, 1884).
1
Abogado. Jefe de la Unidad Jurídica de Corporación Opción. Profesor de Criminología en la Escuela de
Derecho de la Universidad ARCIS.
1
se asume entonces que los derechos contenidos en la Convención sobre los Derechos
del Niño (en adelante, la “CDN”) se refieren en realidad a esas dos etapas de la vida.
En sentido contrario a lo que parece ser la lectura o impresión mayoritaria, para la CDN
es claro que bajo los 18 años no se puede juzgar a los niños en el sistema penal de
adultos (salvo, como veremos después, que en términos generales la mayoría de edad
fuera inferior a 18 en un país determinado). Por eso, cuando el artículo 40 se refiere a
esta edad mínima lo que está señalando es que el sistema específico que se debe crear
para tratar con la delincuencia de los menores de edad debe excluir a los niños más
pequeños, y por ende, dicho sistema de justicia debe ser aplicable tan solo a los niños
que estén por sobre esa edad mínima y hasta los 18 años de edad2, es decir, aquellos que
dentro del universo “infancia” definido en sentido amplio son “adolescentes” o
“jóvenes” (de ahí que en general estos sistemas penales especiales sean conocidos en el
medio iberoamericano como sistemas de “justicia juvenil” o de “responsabilidad penal
adolescente”). De esta forma, es la propia CDN la que autoriza una distinción entre lo
2
Me he referido en detalle a este tema en “¿Distintas lecturas del artículo 40 de la Convención sobre los
Derechos del Niño?”. La Observación General Nº 10 del Comité de Derechos del Niño, del 2007, es
meridianamente clara en señalar que hay una “edad mínima a efectos de responsabilidad penal” (EMRP),
es decir, la edad a partir de la cual es posible perseguir la responsabilidad penal en estos sistemas
especiales, y un tope superior para la aplicación de los mismos. En relación a la primera, se recomienda
que ésta no se inicie antes de los 12 años, e incluso se sugiere ir elevando la edad progresivamente
(Párrafo 32). En relación al segundo, el Comité insta a que, sin discriminación, las normas especiales de
este sistema de justicia se apliquen a todos quienes aún no cumplen 18 (Párrafo 38), e incluso elogia a los
países que permiten su aplicación más allá de los 18 años, hasta los 21 (el que era el caso de España con
la Ley Orgánica 5/2000, hasta que dicha posibilidad fue eliminada posteriormente mediante la LO
8/2006).
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que podríamos llamar “niños a secas” y “niños-adolescentes”3. Respecto de estos
últimos, el nivel de autonomía que se reconoce es considerablemente mayor, y por eso
es que resulta posible plantearse el problema de su responsabilidad penal.
Para complicar aún más las cosas, si leemos el artículo 1 de la CDN íntegramente, nos
encontraremos con que es posible relativizar los 18 años como tope superior de la niñez:
“Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño todo ser humano
menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable,
haya alcanzado antes la mayoría de edad” (el subrayado es mío). Esto se ha interpretado
como que la “infancia” podría ser acortada por un Estado, si es que para todos los
efectos legales se contempla una mayoría de edad antes de los 18.
Desde este marco, ¿cuál es la condición jurídica actual de los adolescentes o jóvenes en
Chile? ¿Cuáles son las franjas de edad que definen los diferentes niveles de autonomía
que se les reconocen y qué coherencia presentan entre sí? ¿En qué forma la Ley 20.084
ha venido a modificar esta condición, y en qué medida se ajusta dicha normativa a los
3
En esta materia en los años recientes se han producido reformas legales en medio de enormes niveles de
confusión, puesto que en general se ha entendido que es posible en aplicación de estas normas rebajar la
edad de imputabilidad (entendida como la edad a partir de la cual puede ser aplicado el sistema penal de
adultos), y la única alternativa que parece existir ha sido la de penalizar de acuerdo a normas tomadas del
derecho penal de adultos, o mantener la falsa descriminalización que se expresa en las formas
tradicionales o renovadas de “derecho tutelar de menores”. La lectura correcta de la CDN –validada por
la Observación General N° 10, ya mencionada- implica excluir efectivamente a los niños bajo la edad
mínima de todo sistema penal (abierto o encubierto) y asimismo excluir a los adolescentes del sistema
penal de adultos, creando un sistema de derecho penal especial en que, a diferencia de los sistemas
tutelares, existan garantías, y, diferencia de los sistemas penales de adultos, existan alternativas a la
criminalización, posibilidad de mecanismos alternativos de solución del conflicto, y un uso muy
restrictivo de cualquier forma de privación de libertad.
3
contenidos de la CDN? Intentaré referirme a continuación a esos tres grupos de
problemas.
Como es sabido, en Chile la mayoría de edad hasta inicios de los 90 estaba fijada en
términos generales a los 21 años de edad. No obstante, la mayoría de edad a efectos de
participación política y a efectos de imputabilidad penal plena era de 18 años. Mediante
la Ley 19.221 de 1993 se uniformó la mayoría de edad, y a partir de ese momento la
adultez en Chile se alcanza legalmente al cumplir 18 años, para todos los efectos
legales. ¿Cómo queda a partir de ahí definida legalmente la adolescencia como fase de
transición entre la infancia y la adultez? Al respecto, existe bastante dispersión
normativa, con diferentes definiciones y límites según distintas materias. Pero antes de
referirse a ello en detalle, es conveniente recordar el origen del concepto adolescencia, y
las variaciones a que históricamente ha estado sujeto.
4
Pues como clase tiene la necesidad de asegurar su poder por medio de la escolarización, protegiendo a la
vez a sus hijos de las “tentaciones” adolescentes (Fize, p.16).
4
presenta al adolescente como un ser del que hay que desconfiar o al que hay que
proteger. Médicos, juristas y magistrados convierten a la pubertad en una verdadera
patología” (Fize, 2001, p. 16).
Además del peligro que representa la sexualidad de los adolescentes, era habitual que se
les asociara a la criminalidad y a agitaciones políticas subversivas, alteraciones del
orden público y revueltas callejeras5. Incluso en la literatura “no especializada” de la
época se filtra dicha visión negativa de la adolescencia. Tolstoi, por ejemplo, señala que
el adolescente se caracteriza por sufrir un “eclipse temporal del pensamiento” y agrega
que al recordar su propia adolescencia es capaz de “admitir la posibilidad del crimen
más odioso, sin objeto, sin deseos de hacer daño, sino así, por mera curiosidad, por
necesidad inconsciente de actuar” (citado por Fize, 2001, p18).
De manera muy similar a lo que ocurre con los niños, tenemos que en relación a un
hecho natural, biológico -que consiste en tal caso en el nacimiento y existencia de niños
pequeños, y en este otro, en la entrada en la pubertad-, se construyen representaciones
que en tanto son construidas social y culturalmente, presentan variaciones significativas
en el tiempo y de una comunidad a otra.
5
“Es verdad que con frecuencia los jóvenes encabezan los escenarios de los grandes movimientos.
Revoluciones, guerras del Imperio, motines: siempre están ahí, en primera fila, con las armas en la mano.
La respuesta no se hace esperar. Los sediciosos, los indisciplinados de todo tipo, los criminales, son
enviados a casas de rehabilitación o colonias agrícolas, cuya plantilla crece a lo largo del siglo” (Fize,
2001, p. 20). En el caso de Chile, a pocos años de obtenida la independencia se pudo constatar la
radicalidad y fuerza de las protestas estudiantiles en contra del gobierno conservador de Prieto y Portales.
Los estudiantes de distintas edades del Instituto Nacional protagonizaron en 1833 una toma que fue
defendida con organización y piedrazos en contra de intentos de desalojo por la policía y el ejército (Al
respecto, ver Peralta, 2007). Medio siglo después, unos 500 niños y adolescentes se alistaron
voluntariamente en el Ejército para participar de la Guerra del Pacífico. Los más pequeños tenían 10 años
de edad, y legalmente podían participar en las bandas de guerra. A los 16 podían pasar a combatir con
armas, pero se registran varios casos de combatientes de 11, 12 y 13 años. Al respecto se ha señalado que
“a los adultos les costaba alrededor de seis meses acostumbrarse a los sonidos de los toques de corneta, en
cambio, los niños en poco más de dos semanas dominaban a la perfección sus instrumentos” (Marcelo
Villalba, citado por Pizarro, 2007, p. 31). De esta forma, las características propias de la infancia y la
adolescencia podían también ser utilizadas por el Estado a su favor.
6
Para Lefebvre, las representaciones incluyen a las ideologías, pero constituyen un continente más vasto:
“oscilan entre la manera en que está hecha esa sociedad y la manera en que se ve, la manera en que se
dirige y su manera de librarse de la presión política, su manera de justificarse para protegerse y su manera
de soñarse. Oscilan pues, entre la imaginería por un lado y la ideología por otro” (Lefebvre, 1983, p.101).
5
estructuración de formas específicas de socialización y control de niños y adolescentes,
que contribuyen de manera decisiva a la reproducción de las relaciones sociales
capitalistas. Se trata, por cierto, de ideologías que tienen una muy concreta dimensión
material (aquella dimensión que es destacada, por ejemplo, por Reich al referirse a la
ideología como “poder material” en su brillante análisis de la “psicología de masas del
fascismo”7), y que se manifiestan de maneras que pueden ser consideradas dentro de la
noción althusseriana de “aparatos ideológicos de Estado”8.
6
estructuración de mecanismos específicos de control para los niños sobre todo a partir
de finales del siglo XIX, existen una serie de “subideologías” o variedades de la
ideología dominante que se suceden, entran en conflicto y se reemplazan, teniendo eso
sí todas ellas como denominador común el surgir –acríticamente- desde la posición del
mundo adulto. Estas ideologías son todas adultocéntricas, aunque entre ellas se oscile
desde posiciones que ven a los niños de una manera abiertamente despectiva, a otras
que los idealizan fuertemente en lo que parece ser una especie de compensación
simbólica por la posición subordinada y falta de poder en que la sociedad moderna los
deja. Pues, como ha señalado Eagleton, “las ideologías, si bien se esfuerzan por
homogeneizar, rara vez son homogéneas; suelen ser formaciones internamente
complejas y diferenciadas, con conflictos entre sus diversos elementos que tienen que
renegociarse y resolverse continuamente”. Además, la ideología dominante “tiene que
negociar continuamente con las ideologías de sus subordinados” y por ello, si lo que la
hace poderosa es su “capacidad de intervenir en la conciencia de aquellos a los que
somete, apropiándose y remodelando su experiencia”, esa misma capacidad “tiende a
volverla internamente heterogénea e incongruente” (Eagleton, 1997, p. 71).
7
que es normal e incluso deseable ser idealista y políticamente radical, a condición de
“madurar” y abandonar dichas posturas al entrar en la adultez10.
10
Para el repaso de las principales visiones dominantes acerca de la juventud en nuestro tiempo es
recomendable acudir al texto “Juventud o juventudes”de Klaudio Duarte.
8
salen del guión y, entonces, el enfoque los convierte en ‘costos’”. Por ello en dicha
visión se articula la inversión y la seguridad de manera que “la supuesta inversión
educativa significaría, en realidad, el pago por la seguridad de no ser agredidos por los
niños y adolescentes en un futuro próximo”11 (Ídem, p. 47).
11
Creo que nada podría resultar más ilustrativo de este enfoque que una publicidad aparecida hace
algunos años en la prensa, donde la Fundación Paternitas llamaba a hacerse socio de la organización. Bajo
la foto de dos morenos niños pequeños abrazados entre sí (una gráfica ligada más bien al enfoque
“compasivo”) aparece la leyenda: “QUEREMOS ROMPER EL CIRCULO DE LA DELINCUENCIA.
Fundación Paternitas se preocupa de ayudar a los niños cuyo padre o madre están en la cárcel. De usted
depende que esos niños inocentes no se transformen en agresores de la sociedad” (El subrayado es mío).
Más difícil de clasificar resulta la publicidad televisiva de la Fundación Regazo durante el año 2005,
donde se mostraban secuencias de niños tratando de protegerse de sus agresores, y una voz en off decía
mensajes del tipo: “¡Llame ahora a Fundación Regazo y salve un niño hoy!”. Aquí la compasión
tradicional da paso a una modernización y frivolización en que aparece maquillada con la estética de los
llamados “infomerciales”. Además del premio que mereció el spot por su creatividad, la campaña fue
exitosa en cuanto a los objetivos de consecución de socios. La directora de comunicaciones de dicha
Fundación declaró a terra.cl: “Hay algunas personas que no han tenido una buena recepción del
comercial, pero era lo esperable, porque era una campaña muy llamativa, impactante. Lo que queríamos
generar era que la gente reaccionara y eso es lo que necesitábamos y lo estamos logrando. No podemos
decir cuál es la cantidad de socios pero ha tenido una muy buena recepción (…) Se juega con la ironía y
el sarcasmo. Es un comercial de contrastes, pues precisamente queremos expresar que éste es un
problema grave del cual hay que hacerse cargo. Usted que está viendo televisión y que es capaz de
comprar un producto, mejor preocúpese de algo que sí es grave y requiere su atención. Si usted no nos
ayuda, no podremos salvar a nuestros niños". (“Insólitos resultados obtiene campaña “llame ya” sobre
abusos de menores: invitan al público a ser socio y evitar una violación”, en
http://www.terra.cl/noticias/index.cfm?id_cat=302&id_reg=653217). El spot puede ser visto en Youtube:
http://www.youtube.com/watch?v=VJRsL2a-hhs ).
12
En las últimas observaciones del Comité de Derechos del Niño sobre Chile, se señala en el párrafo 10
que existe preocupación porque “haya sido insuficiente su ejecución y difusión entre los interesados y
lamenta que el Estado Parte no haya proporcionado información sobre la evaluación de los resultados
obtenidos hasta la fecha en la ejecución del Plan”.
13
En el párrafo 87 de este Informe se dice que “esta política, fundamentada en un diagnóstico completo y
formulada con rigurosidad, no tuvo sin embargo una traducción concreta en acciones que efectivamente
pusieran como interés superior el desarrollo del niño/a. Con posterioridad no hubo avances sustantivos en
el plano de su implementación”.
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de esfuerzos por ajustar nuestra legislación interna a los requerimientos de la CDN –
cual era su pretensión original-.
¿En qué otros ámbitos –además del penal- se manifiesta o se debería manifestar
legalmente y a efectos prácticos la diferencia entre infancia y adolescencia? Interesa acá
destacar a lo menos otros dos: el sexual y el laboral.
10
delitos, el régimen “especial” de responsabilidad penal creado por esta ley, y al cumplir
18 años se responde abiertamente como adulto. En este sentido, y concediendo por
ahora que esta ley formalmente crea un “sistema especial”, se ha terminado entonces
con el sistema anterior que permitía una especie de mayoría de edad anticipada, puesto
que a partir de los 16 años los adolescentes declarados con discernimiento eran juzgados
derechamente como adultos (pero con una rebaja en la pena aplicable, de acuerdo al
ahora derogado artículo 72 del Código Penal). Esa anticipación de la mayoría de edad
penal respecto a cierto número de adolescentes constituía a todas luces una infracción
permanente tanto al artículo 40.3 (que como vimos obliga a juzgar a los menores de 18
acusados de cometer delitos en un régimen especial) como al artículo 2 de la CDN (que
consagra el principio de no-discriminación).
15
El que, de acuerdo al artículo 363 se configura:
“1º Cuando se abusa de una anomalía o perturbación mental, aun transitoria, de la víctima, que por su
menor entidad no sea constitutiva de enajenación o trastorno.
2º Cuando se abusa de una relación de dependencia de la víctima, como en los casos en que el agresor
está encargado de su custodia, educación o cuidado, o tiene con ella una relación laboral.
3º Cuando se abusa del grave desamparo en que se encuentra la víctima.
4º Cuando se engaña a la víctima abusando de su inexperiencia o ignorancia sexual”.
11
Así, dejando de lado las situaciones de abuso de una situación de dependencia o
ignorancia sexual (sancionadas como estupro) es posible afirmar que a partir de los 14
años de edad las personas pueden en Chile decidir libremente acerca de su vida sexual,
ya sea para mantener relaciones sexuales o cualquier forma de actividad erótica con
otros adolescentes o con adultos. Con una importante e intolerable excepción: el artículo
365 del Código Penal que, tal como fue modificado por la Ley 19.617 de 1999, sigue
penalizando al que “accediere carnalmente a un menor de dieciocho años de su mismo
sexo”, aunque no se den las circunstancias de la violación o el estupro, con reclusión
menor en sus grados mínimo a medio (es decir, desde 61 días a 3 años)16.
El año 2000 la Ley 19.684 realizó una modificación de estas franjas, para ajustar la edad
mínima al Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (sobre edad
mínima de admisión al empleo): la franja inferior se elevó de 14 a 15 años, y la
intermedia quedó entre los 16 y 18 años. Una franja adicional y en principio
excepcional se ha mantenido incluso después de esta reforma, autorizando que respecto
de menores de 15 años, en casos debidamente calificados, con autorización del
representante legal o del juez de menores, se celebren contratos de trabajo con personas
o entidades dedicadas al teatro, cine, televisión, circo u otras actividades similares (art.
16 del Código del Trabajo). Se trata del llamado “trabajo artístico” de los menores de
edad, que no tiene edad mínima.
Las últimas modificaciones en este ámbito, que al igual que las previas se justifican
discursivamente en la necesidad de adecuar la normativa interna a los objetivos
internacionalmente definidos de “erradicación progresiva del trabajo infantil”,
16
Al respecto, en el párrafo 29 de sus últimas observaciones sobre Chile, el Comité de Derechos del Niño
manifiesta estar preocupado porque “las relaciones homosexuales, inclusive entre personas menores de 18
años de edad, se sigan penalizando, lo que supone una discriminación sobre la base de la preferencia
sexual”.
12
compatibilizan este régimen con la reforma constitucional que aumentó a 12 años la
escolaridad obligatoria, y así es como el actual artículo 13 del Código del Trabajo
permite el trabajo de menores de 18 y mayores de 15 sólo si se cumple con las
obligaciones de contar con autorización de los padres o representantes legales, que se
realicen trabajos ligeros y que se acredite “haber culminado su Educación media o
encontrarse cursando actualmente ésta o la Educación Básica”. Además, se contemplan
límites para garantizar que no se obstaculice la asistencia regular a clases o la asistencia
a programas de educación o formación.
De esta revisión parece posible concluir que los niveles de autonomía reconocidos a los
adolescentes en Chile son poco claros, y varían según la materia o ámbito de interacción
social de que se trate. La mayor coherencia hasta el momento se da entre la edad de
inicio de la responsabilidad penal adolescente y la edad de consentimiento sexual (con
la importante excepción de los y las adolescentes homosexuales y lesbianas, que en
caso de tener actividad sexual con parejas mayores de edad las exponen a ser
criminalizadas, a la vez que -con prescindencia de su voluntad- la lectura penal del
hecho los (las) convertirá en víctimas). En el ámbito laboral la edad que señala el paso a
una cierta autonomía a efectos de poder vender “libremente” la fuerza de trabajo está
señalada a los 15 años (con la excepción del llamado “trabajo artístico”), pero con un
17
Los casos de la niña cantante Cristell, y de la niña actriz Belén Soto han sido los más notorios en años
recientes. En el primer caso, la niña fue vista siendo obligada a actuar a pesar de manifestar tener dolor de
estómago, y en el segundo, se pudo conocer el cansancio de la niña frente a agobiantemente largas
jornadas de filmación. Otros dos casos curiosos de trabajo “artístico” donde se reaccionó de manera muy
diferente han sido el de “Baby Vamp”, que en el marco de una acción de arte se paseó desnuda por las
calles de Santiago teniendo aún 17 años de edad, y el de María José López, que protagonizó un topless en
un programa nocturno teniendo también 17 años. En el primer caso, SENAME solicitó una medida de
protección al Tribunal de menores. En el segundo, la acción generó principalmente un debate en los
medios dedicados a la “farándula”, y fue rápidamente defendida y justificada por los padres de la modelo.
13
cúmulo de barreras que se apoyan precisamente en la lectura mayoritaria que se hace de
la CDN, en el sentido de que se debe proteger a los niños del trabajo, y regular
cuidadosamente el trabajo de los adolescentes para evitar que interfiera con su
obligación de estudiar18. Curiosamente, si hasta los 18 años la idea es instalar barreras
que desincentiven la participación laboral, los jóvenes chilenos se ven enfrentados al
problema estructural de la cesantía, que golpea a dicho sector con mucho más fuerza
que al resto de la población. De acuerdo a la OIT, en 1997 la tasa nacional de cesantía
era de 6,7% y la juvenil de 15,9%. Una década después, la tasa nacional ha aumentado a
7,9% y la juvenil alcanza un 19,1%. El 17% de los chilenos de 15 a 24 años no trabaja,
no estudia, ni busca empleo 19.
18
Existe una curiosa y tajante polaridad expresada al interior del movimiento por los derechos de la
infancia, entre quienes critican el trabajo infantil sin criticar a la estructura social que lo ha hecho
necesario, y quienes pretenden defender a los niños trabajadores sin criticar el trabajo y más bien
legitimándolo. Históricamente, tanto el trabajo asalariado como la escuela revisten la ambivalente
condición de ser a la vez derechos e imposiciones. Resulta muy significativo que el tiempo que no queda
entregado a ninguno de esos dos ámbitos sea conocido como “tiempo libre”.
19
Se trataría del nivel de participación laboral juvenil más bajo de América Latina. Ver: “Cesantía juvenil
es un problema estructural”, en www.lanación.cl , 21 de noviembre de 2007.
20
Boletín 5241/07. El Comité de Derechos del Niño ha propuesto también elevar dicha edad a los 18 (ver
los párrafos 27 y 28 de las últimas observaciones). En el mismo sentido se ha pronunciado el Comité para
la eliminación de la discriminación contra la mujer.
14
infracciones penales cometidas por adolescentes. Al respecto el punto 11 de la parte X
de dicha Opinión Consultiva no deja lugar a dudas: “los menores de 18 años a quienes
se atribuya la comisión de una conducta delictuosa deben quedar sujetos a órganos
jurisdiccionales distintos de los correspondientes a los mayores de edad. Las
características de la intervención que el Estado debe tener en el caso de los menores
infractores deben reflejarse en la integración y el funcionamiento de estos tribunales, así
como en la naturaleza de las medidas que ellos pueden adoptar”. Por su parte, la
Observación General Nº 10 se encarga de señalar que no basta con construir sistemas de
justicia basados en los artículos 37 y 40 de la CDN, sino que se debe elaborar y poner
en práctica una “política general de justicia de menores”, en que se debe “tener en
cuenta también los principios generales enunciados en los artículos 2, 3, 6 y 12 y en
todos los demás artículos pertinentes de la Convención, por ejemplo los artículos 4 y
39” (Párrafo 4). En el Párrafo 14 se reconoce que “la preservación de la seguridad
pública es un objetivo legítimo del sistema judicial”, pero se señala que “la mejor forma
de lograr ese objetivo consiste en respetar y aplicar los principios básicos y
fundamentales de la justicia de menores proclamados en la Convención”. Luego, en el
17 se enfatiza que “una política de justicia de menores que no vaya acompañada de un
conjunto de medidas destinadas a prevenir la delincuencia juvenil comporta graves
limitaciones”.
15
¿Cumple con estas exigencias mínimas nuestra Ley 20.084, modificada (y endurecida)
por la Ley 20.191 y la “indicación Larraín”? A mi juicio resulta bastante claro que en
varios aspectos el sistema creado se aparta sustantivamente de las exigencias de la
CDN, cuando no las contraviene abiertamente. Esto ya había señalado en febrero del
2007 por el Comité de Derechos del Niño en relación a la Ley original.
Si esto había sido señalado en relación a la Ley tal cual fue aprobada a fines del 2005,
cabe concluir claramente que con las modificaciones posteriores, que endurecieron
adolescentes que están bajo su custodia. Así, en el párrafo 126 de la sentencia del caso Bulacio se señala
que quien sea detenido “tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad
personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal” y el Estado, “como
responsable de los establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los detenidos, lo cual
implica, entre otras cosas, que le corresponde explicar lo que suceda a las personas que se encuentran
bajo su custodia. Las autoridades estatales ejercen un control total sobre la persona que se encuentra
sujeta a su custodia”. En la sentencia del caso Panchito López la Corte señaló que “en materia de derecho
a la vida, cuando el Estado se encuentra en presencia de niños privados de libertad (…) tiene, además de
las obligaciones señaladas para toda persona, una obligación adicional establecida en el artículo 19 de la
Convención Americana”. Así, “por una parte, debe asumir su posición especial de garante con mayor
cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el principio del interés superior
del niño”, y por otra, “la protección de la vida del niño requiere que el Estado se preocupe
particularmente de las circunstancias de la vida que llevará mientras se mantenga privado de libertad,
puesto que ese derecho no se ha extinguido ni restringido por su situación de detención o prisión”
(Párrafo 160). Por esto, la Corte en definitiva consideró que “la falta de prevención del Estado, que llevó
a la muerte a varios de los internos – y que fue, si no para todos, para muchos de ellos particularmente
traumática y dolorosa, ya que la pérdida de la vida se produjo por asfixia o por quemaduras,
prolongándose la agonía para algunos por varios días – equivale a una negligencia grave que lo hace
responsable” de la violación del artículo 4 de la Convención Americana de DDHH (Par. 179). Esta
responsabilidad es la misma cuando se trata de muertes por riñas entre internos, “independientemente de
que ningún agente estatal (sea) aparentemente el responsable directo de las muertes” (Par.184).
Una revisión de todos esos fallos se encuentra en Cortés, Julio y Susana, 2007.
22
En rigor, la posibilidad de aplicar medidas coactivas e incluso de internación a los menores de 14
obedece más bien a la subsistencia de la legislación tutelar, que no ha sido completamente derogada.
16
considerablemente el régimen creado, la discrepancia entre estas normas y la CDN ha
pasado a ser mayor.
Para empezar, la estructura misma del sistema penal adolescente creado está basada en
el Código Penal y el Código Procesal Penal, al punto que temas tales como el catálogo
de delitos, el sistema de determinación de sanciones y las normas procesales son casi
idénticos al derecho penal de adultos, con unas pocas variaciones. La parte relativa a la
ejecución de sanciones es en realidad el único ámbito donde efectivamente se contempla
una mayor flexibilidad que posibilita el uso del sistema con criterios tales como los
señalados en la CDN y otros instrumentos que he mencionado. El sistema de justicia,
pese a que la ley proclama que es “especializado”, contempla los mismos actores
(jueces, fiscales, defensores y policías) que el sistema penal de adultos, y la
“especialización” se cumple en la Ley con capacitación “en los estudios e información
criminológica vinculada a la ocurrencia de estas infracciones, en la Convención de los
Derechos del Niño, en las características y especificidades de la etapa adolescente, y en
el sistema de ejecución de sanciones establecido en esta misma ley” (artículo 29). No
se dejó casi espacio para alternativas a la criminalización (del tipo de la justicia
restaurativa), se contemplan sanciones de internación que no necesariamente se aplican
a delitos graves cometidos con violencia contra las personas (que es lo que sugieren las
Reglas de Beijing, ver la regla Nº 17.1 letra c), que tienen topes máximos excesivos (5
años de internación para la franja de adolescentes de 14 y 15 años, y 10 años para los de
16/17) y, finalmente, como producto de la “indicación Larraín”, se contempla la
obligación de aplicar en ciertos casos la internación en régimen cerrado como pena
única, y por un mínimo de 2 años.
17
asistida es tanto más útil y eficaz cuanto mayor es la receptividad del adolescente
destinatario de la intervención penal” (el subrayado es mío). Es decir, si un adolescente
manifiesta lo que a juicio del observador es una actitud de rebeldía (considerada en la
noción dominante como una actitud típicamente adolescente), ¡la recomendación es que el
poder de criminalización del Estado se concentre preferentemente en él, no así en los
adolescentes que se muestren como sumisos y conformistas!
En este mismo Instructivo, que rige a nivel nacional para todos los fiscales, se plantea que
“la deserción del sistema escolar suele ser uno de los primeros síntomas de quiebre con
la comunidad como institución”, y por ende se recomienda un trato más suave con los
adolescentes que van a la escuela. Se trata de una concepción no muy diferente a la que
manifiestan los medios de comunicación más estigmatizantes, como se puede apreciar
en estos descargos efectuados por Megavisión ante el Consejo Nacional de Televisión,
luego de haber mostrado a adolescentes cometiendo delitos de hurto infringiendo la
normativa legal que ordena proteger su identidad: “no es Megavisión quien, con la
exhibición de las imágenes de los jóvenes, ha atentado contra su dignidad; no es su
aparición en el reportaje cuestionado la que ha comprometido su dignidad; sino que son
los propios menores, los que con su actuar delictivo han rebajado su condición y
comprometido su dignidad, no sólo como personas, sino como integrantes del cuerpo
social”23.
El cuestionamiento del régimen que la Ley 20.084 ha instalado puede apoyarse también
en ciertos temas que se han estado discutiendo a nivel de jurisprudencia.
Uno de estos temas que se ha discutido en tribunales dice relación con los casos de
adolescentes declarados con discernimiento y condenados en el sistema antiguo. En
relación a esos casos se ha debido determinar si la nueva ley puede considerarse una ley
posterior más favorable que pudiera beneficiar a estos jóvenes con su aplicación
retroactiva. Y los resultados han sido inciertos al punto que parece indispensable tener
que evaluar caso a caso24.
23
Caso 11/2007, Sesión del 28 de mayo de 2007.
24
Como ejemplo concreto sirve el siguiente extracto de un fallo de inicios del año 2006, cuando la Ley
20.084 ya estaba publicada pero se aguardaba su puesta en vigencia para junio del mismo año (que luego
fue postergada en un año más): “Que, ahora, aplicado al caso concreto, con la legislación vigente, al
imputado le correspondería un pena de 541 días a tres años de presidio menor en su grado medio, en
cuyo caso cumple con los requisitos para concederle la remisión condicional de la pena, que consiste
18
Una sentencia muy reciente se refiere a lo que en realidad es el problema de fondo: si el
régimen creado por la Ley 20.084, ¿constituye un derecho penal juvenil o sólo un
derecho penal de adultos modificado25? En esta ocasión, la Corte Suprema se pronunció
en el segundo sentido:
“A mayor abundamiento, no puede olvidarse que la Ley Nº 20.084, no crea una suerte
de texto penal de los adolescentes, salvo en asuntos muy acotados; al contrario, rige
plenamente el estatuto penal de los adultos y la normativa de los adolescentes no
cambia ni muta sus penas, ni sus delitos, ni su forma de participación, ni su desarrollo,
lo que hace es construir un marco legal cuyo objeto es morigerar las sanciones
generales, no sustituirlas; para luego proceder a efectuar la conversión en relación con
la naturaleza de la pena correspondiente a cada caso, pero siempre sujeto a ese
contenido mayor que no ha dejado de regir” (Segunda sala de la Corte Suprema,
sentencia de 21 de agosto de 2007, Rol Nº 3498-07. El subrayado es mío).
Una serie de temas y reflexiones se imponen en relación a todo el proceso que dio lugar
a la creación de este sistema de responsabilidad penal de adolescentes26. Pero me
detendré aquí tan sólo en las consecuencias que esta Ley tiene a efectos de la discusión
19
de la condición jurídica de la juventud, o más específicamente, de la adolescencia. Al
respecto, creo que hay dos principales áreas de reflexión crítica y acción política que
podemos identificar.
Por otra parte, resulta bastante evidente que, al contemplar en relación a los
adolescentes un sistema penal que no está a la altura de las exigencias de la CDN y
27
Dentro de la criminología crítica actual trabajos como el de Alessandro De Giorgi (2006) constituyen a
mi juicio los intentos más notables por explicar las transformaciones del “modo de controlar” en el marco
de la crisis del trabajo y la fase “postfordista” del capitalismo.
20
demás normativa internacional, y que en realidad constituye una forma levemente
modificada de derecho penal de adultos, es necesario llevar al centro del debate nacional
la demanda de un mínimo de coherencia, para que este enorme nivel de autonomía
reconocida a los jóvenes “por la negativa” se corresponda entonces con mayores niveles
de autonomía efectiva en el resto de los ámbitos de su vida. Los derechos sexuales y
reproductivos, el derecho a atención de salud confidencial y gratuita, el derecho al
reconocimiento de su especificidad y diversidad cultural, la protección efectiva frente a
la violencia institucional sistemáticamente sufrida en el contacto con la policía y el
sistema penal28, el reconocimiento del derecho a voto al menos desde los 16 años (con
inscripción automática) y de formas alternativas -y no estatales- de participación social
y política, el derecho a la vivienda, a la protección en el trabajo y a seguridad social, a
un urbanismo que considere las opiniones e intereses de los niños, niñas y adolescentes,
la eliminación explícita del castigo corporal en la familia29, la escuela y las instituciones
de control, la posibilidad de extender la aplicación del sistema penal adolescente hasta
los 24 años (en concordancia con la definición de “joven” que da la CIDJ) y el obligar a
hacer aplicable el principio del art. 37 de la CDN (que señala que en estos sistemas la
privación de libertad debe aplicarse como medida de último recurso y por el período
más breve que proceda)…Todo esto, que no pretende ser un listado exhaustivo, exige
ser tratado ahora como parte esencial de las luchas emancipatorias que tiendan a poner
en el centro de la vida social el respeto a los derechos de todas las personas, y en
particular de los niños, niñas y adolescentes.
Bibliografía de referencia
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(compilador). Ideología, un mapa de la cuestión, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2003.
Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas. Observación General Nº 10: Los
derechos del niño en la justicia de menores, 2007.
28
Que incluye el uso de la justicia militar contra jóvenes (como en el caso de Eduardo Espinoza, de 18
años, acusado de la muerte de un carabinero en los disturbios de la noche del 11 de septiembre del 2007),
pese a que desde fines del 2005 la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenciara a raíz del caso
Palamara que Chile debe, en un plazo razonable, terminar con el juzgamiento de civiles por la justicia
militar.
29
Pues la “facultad de corrección” de los hijos por los padres contenida en el art. 234 del Código Civil es
inaceptable desde el punto de vista de los derechos humanos de niños y adolescentes.
21
Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas. Examen de los informes presentados
por los Estados partes con arreglo al artículo 44 de la Convención. Observaciones
Finales: Chile (CRC/C/CHL/CO/3), versión en español, 23 de abril de 2007.
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22
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23