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Confirmado: la culpa es de la matemática

Visitando la edición digital del diario Perfil me encontré con una columna firmada
por Rosendo María Fraga, titulada “El ocaso de la matemática financiera”. Sin
dudas una carnada irresistible para un “econoblogger”, más aún encontrándose en
una sección del diario llamada “Historia Económica”.

Debo confesar un par de cosas: no puedo comenzar a leer algo sin tener por lo
menos una vaga idea de quién es el que lo escribe, y en este caso, admito que
confundí al autor con el economista Javier González Fraga, ex presidente del Banco
Central, mentor y guía espiritual del renunciado ministro Martín Lousteau. Luego de
una simple “googleada” subsané mi error y supe que Rosendo María Fraga es
abogado, egresado de la Universidad Católica Argentina (UCA), que fue docente en
las cátedras de Historia del Derecho y Derecho Laboral en la Facultad de Derecho
(UCA) y de Historia en el Colegio Militar. Además fue consultor de “importantes”
entidades (Fundación Mediterránea, Asociación de Bancos Argentinos, etc., etc.), y
colabora con “diversos medios periodísticos” (casi todos…). Como si esto fuera poco
es analista político e historiador, publicó 22 libros sobre esas temáticas, y
actualmente se desempeña como director del Centro de Estudios Unión para la
Nueva Mayoría (¿?). Viendo su foto, mi memoria lo recordaba imprecisamente,
opinando en algún programa político de TV. En síntesis, un tipo importante. ¡Y
además habla de matemática financiera y economía! Seguramente, algo
trascendente tiene para decirnos.

Al leer la nota (http://www.perfil.com/contenidos/2008/11/22/noticia_0049.html)


no pude dejar de experimentar, sucesivamente, varias sensaciones: asombro,
desconcierto, incredulidad, suspicacia, desilusión, bronca. Y sentí la necesidad de
plasmarlas por escrito, de tener “mi derecho a réplica”.

Cuesta creer que tan reputada persona pueda escribir con tanta liviandad, con
tanta inconsistencia y hasta con tanta irresponsabilidad. Fraga dice entre otras
barbaridades: “(…) detrás del estallido de la burbuja financiera de los derivados,
creo que está el hecho de que las finanzas en manos de los matemáticos
terminaron fuera del control de banqueros y economistas”. Concluye su columna:
“Pero el haber dejado el sistema financiero en manos de los matemáticos, además
de haberse demostrado negativo por sus resultados, refuerza la idea de que es
necesario humanizar las ciencias exactas o duras, sobre todo cuando sus
consecuencias afectan a la humanidad”. Sencillamente ridículo. ¿Quién, cuándo y
cómo se dejó al sistema financiero en manos de los matemáticos? ¿Qué es
humanizar las ciencias exactas? ¿Qué tiene que ver en todo esto la matemática
financiera?

En el marco de la actual crisis financiera internacional hay quienes avizoran el fin


del sistema capitalista o de libre mercado. Bajo todo análisis esta visión resulta al
menos apresurada. Las fallas del Estado pueden resultar tanto o aun más graves
que las fallas del mercado. En particular, lo que el mundo está viviendo es una
crítica a la eficiencia de los mercados financieros. Más allá de ideologías políticas o
económicas, hoy se reconoce unánimemente que si los mercados financieros
funcionan libremente asumen un riesgo sistémico indeseablemente alto. Pero
cargarle las culpas del conflicto a la matemática (o a los matemáticos) y renegar de
ella como herramienta fundamental para el desarrollo, tanto científico como
pragmático de la economía, es un disparate. La solución no pasa por “humanizar las
ciencias exactas”, sino por humanizar los agentes e instituciones del sistema, en
todo caso.
Intento suponer que el trasfondo de esta columna pasa por la obligación o
compromiso de presentar “algo” en un medio escrito, que está pagando por ello.
Entonces el lúcido analista elige un tema más o menos de actualidad, del que todos
hablan pero muy pocos saben, se sienta frente a un teclado y deja fluir sus sabios
pensamientos. Y opta por el camino más “espinoso y comprometido”: hacer leña
del árbol caído… pero con el hacha sin filo.

Pero denoto que este caso es peor aún. Conjuntamente con eso, hay quienes “se la
creen” y llanamente subestiman al resto de los mortales. Imaginan que están
elevados en un púlpito y desde allí predican hacia su ignorante auditorio, ávido de
oír sus pseudos-verdades. Me parece hasta lamentablemente lógico toparme cada
día con esta situación en el mediocre medio local, pero me resulta inadmisible
soportarlo en prestigiosos formadores de opinión a nivel nacional.

Siguiendo la corriente “rosendofraguiana”, propongo lo siguiente: hacerla simple,


todos en la misma bolsa. Entonces, por ejemplo, los artistas serán todos delirantes,
los comerciantes todos materialistas y los políticos todos corruptos. A tal efecto
sugiero redefinir el vocablo “economista”. Economista: persona que predice los
hechos una vez que éstos ocurrieron y que inexorablemente posee el siguiente
atributo: insensibilidad social.
Siendo apenas agudo, y actuando en consecuencia, creo que tal definición cabe a la
perfección también para los términos analista político e historiador.

Desde que iniciamos este blog hemos “posteado” muchas notas donde sugerimos la
lectura de artículos de otros medios y autores. Y hasta ahora siempre lo hicimos
positivamente. Es decir porque consideramos que esa nota o artículo aporta algo
provechoso a nuestro conocimiento y al de nuestros lectores. Pero, en este caso,
siento que el aporte viene desde lo negativo, de saber distinguir el mensaje ligero,
inconsistente y erróneo.

Poniéndonos en la misma postura, un amigo mío diría: “…y que querés???!!!...si es


abogado…”.

Luis Mauri

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