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Sala Constitutional
Poder Judicial
República de Costa Rica.
Yo, Luis Roberto Zamora Bolaños, mayor, soltero, abogado, vecino de Heredia, portador de la
cédula de identidad número 1-1086-0159 me presento ante ustedes con el debido respeto para
interponer formal ACCION DE INCONSTITUCIONALIDAD en contra del TRATADO DE
LIBRE COMERCIO REPUBLICA DOMINICANA, CENTROAMERICA, ESTADOS
UNIDOS, ley 8622 del 21 de noviembre de 2007. La acción se refiere específicamente a las
siguientes frases, contenidas en el anexo 3-3 de dicho tratado, a saber:
Normas infringidas.
Constitución Política.
Artículo 1. “Costa Rica es una República democrática, libre e independiente”.
Artículo 7. “Los tratados públicos, los convenios internacionales y los concordatos, debidamente
aprobados por la Asamblea Legislativa, tendrán desde su promulgación o desde el día que ellos
designen, autoridad superior a las leyes.”
Artículo 9. “El Gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y
responsable. Lo ejercen el pueblo y los tres Poderes distintos e independientes entre sí. El
Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial...”
Artículo 11. “Los funcionarios públicos son simples depositarios de la autoridad. Están obligados
a cumplir los deberes que la ley les impone y no pueden arrogarse facultades no concedidas en ella.
Deben prestar juramente de observar y cumplir las leyes...”
Artículo 18. “Los costarricenses deben observar la Constitución y las leyes, servir a la Patria,
defenderla y contribuir a los gastos públicos.”
Artículo 21. “La vida humana es inviolable”.
Artículo 28. “... Las acciones privadas que no dañen la moral o el orden público o que no
perjudiquen a tercero se encuentra fuera del alcance de la acción de la ley.”
Artículo 50. “… Toda persona tiene derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
Por ello, está legitimada para denunciar los actos que infrinjan ese derecho y para reclamar la
reparación del daño causado…”
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Artículo 1.1. “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta
a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,
opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra índole social”
Artículo 5.1. “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica o moral.”
Tratado de No Proliferación Nuclear.
Artículo II. “Cada Estado no poseedor de armas nucleares que sea Parte en el Tratado se compromete a no
recibir de nadie ningún traspaso de armas nucleares u otros otros dispositivos nucleares explosivos ni el control sobre
tales armas o dispositivos explosivos, sea directa o indirectamente: a no fabricar ni adquirir de otra manera
armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos; y a no recabar ni recibir ayuda
alguna para la fabricación de armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos.”
(Resaltado propio).
Artículo VI. “Cada Parte en el Tratado se compromete a celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces
relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y sobre un
tratado de desarme general bajo estricto y eficaz control internacional.”
Tratado de Tlatelolco.
Artículo 1. “Obligaciones.
1. Las Partes Contratantes se comprometen a utilizar exclusivamente con fines pacíficos el material y las
instalaciones nucleares sometidos a su jurisdicción, y a prohibir e impedir en sus respectivos territorios:
a. El ensayo, uso, fabricación, producción o adquisición, por cualquier medio, de toda arma nuclear,
por sí mismas, directa o indirectamente, por mandato de terceros o en cualquier otra forma, y
b. El recibo, almacenamiento, instalación, emplazamiento o cualquier forma de posesión de toda arma
nuclear, directa o indirectamente, por sí mismas, por mandato a terceros o de cualquier otro modo.
2. Las Partes Contratantes se comprometen, asimismo, a abstenerse de realizar, fomentar o autorizar, directa
o indirectamente, el ensayo, el uso, la fabricación, la producción, la posesión o el dominio de toda arma
nuclear o de participar en ello de cualquier manera.”
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
Artículo 26. “Pacta Sunt Servanda. Todo tratado en vigor obliga a las parte y debe ser cumplido por ellas de
buena fe.”
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Artículo 1. “1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.”
Artículo 9. “1. todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.”
Pacto Internacional de Derecho Económicos, Sociales y Culturales.
Artículo 1. “1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural”.
Carta de las Naciones Unidas.
Artículo 1. “Los Propósitos de las Naciones Unidas son:
1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y
eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por
medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de
controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y
al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal; [...]”
Ley de Armas y Explosivos.
Artículo 25. “Armas prohibidas.
En cuanto a la fabricación, tenencia, portación, importación, uso y comercialización, son armas prohibidas
las siguientes:
a) Las que, con una sola acción del gatillo, disparan sucesivamente (en ráfaga) mas de un proyectil, como
ametralladoras, fusiles ametralladoras, subametralladoras y pistolas-ametralladoras.
Igualmente, tienen ese carácter los fusiles y las carabinas semiautomáticas, cuyo cargador de
munición tiene capacidad superior a diez tiros, excepto las armas de ignición anular.
b) Los artefactos que disparan proyectiles de carga explosiva, que explote por el impacto o por un dispositivo
de tiempo, como las armas de artillería de cualquier tipo, los morteros, las bazucas, las lanza- granadas, los
cañones y sus municiones.
c) Los equipos móviles de guerra, como tanques, vehículos blindados de combate o porta cañones y los
equipados con ametralladoras.
d) Los artefactos explosivos o incendiarios, como granadas de mano, bombas, cohetes y minas terrestres o
acuáticas de cualquier tipo, salvo los artefactos de humo de colores que se usan para enviar señales.
e) Los artefactos que, al activarse, producen gases asfixiantes venenosos, paralizantes, irritantes o
lacrimógenos.
Se exceptúan de la prohibición los aparatos destinados a la defensa personal, con un contenido no
mayor de treinta gramos de gas lacrimógeno, así como los dispositivos de seguridad a base del mismo gas, para
instalar en cajas de seguridad y establecimientos que requieran protección especial, siempre y cuando, en este
último caso, cuenten con la autorización del Departamento.
f) Los explosivos de alta potencia, salvo los destinados a fines industriales, agrícolas, de minería y similares,
según criterio del Departamento, así como la pólvora para pirotecnia, uso comercial, recarga de munición y sus
aditamentos.
g) La munición perforadora, trazadora, incendiaria y explosiva de cualquier calibre y los silenciadores de
disparo en cualquier arma de fuego.”
Caso de los Ensayos Nucleares (Australia y Nueva Zelanda vs. Francia): “Uno de los principios
básicos que gobiernan la creación y la realización de obligaciones legales, cualquiera que sea su fuente, es el principio
de la buena fe. La confianza es inherente a la cooperación internacional, en particular en una era en que esta
cooperación en múltiples campos se torna crecientemente esencial. Tal y como la regla pacta sunt servanda en el
Derecho de los Tratados se basa en la buena fe, también sucede lo mismo con el carácter vinculante de las
obligaciones internacionales contraídas bajo la forma de declaraciones unilaterales. Entonces, Estados interesados
pueden tomar conocimiento de las declaraciones unilaterales y confiar en ellas, y están legitimados para solicitar que
la obligación creada sea respetada.”
Opinión Consultiva sobre la Legalidad del Uso o Amenaza del Uso de Armas Nucleares.
(Participación del representante de Costa Rica):
“El Gobierno de Costa Rica también quisiera establecer que apoyo plenamente los argumentos orales y escritos
presentados por algunos Estados en relación con la ilegalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares en cualquier
circunstancia, incluyendo a Egipto, Irán, Malasia, Nueva Zelanda y Nauru”.
Razonamiento Jurídico.
El argumento lógico-jurídico base para la presente acción es un ejercicio lógico muy simple. El
Tratado de Libre comercio es un acuerdo, en principio comercial, mediante el cual dos Estados se
comprometen a liberar de aranceles y promover la importación y exportación libre de los
productos expresamente establecidos en el Tratado.
Dentro de ese listado taxativo de productos, se incluyeron todos los aquí impugnados, de forma tal
que dichos productos fueron sometidos al libre comercio. Ahora bien, muchos de esos artículos
son prohibidos en nuestro país, dada su naturaleza bélica y militar, razón por la cual no podemos
comprarlos. Si no podemos comprarlos, la única opción que quedaría sería producirlos, lo cual es
también prohibido por nuestro esquema constitucional, especialmente luego de la reciente
sentencia 14193-2008 señalada.
Ahora bien, puede que el gobierno se justifique diciendo que nada impide establecer limitaciones al
comercio tales artículos, lo cual no es cierto, por cuanto la Convención de Viena sobre el Derecho
de los Tratados de 1969 establece que son prohibidas las normas de derecho interno que se dirijan
de manera contraria a los fines y principios del Tratado, y toda restricción comercial es, contraria al
libre comercio por definición. Así que no es cierto que el Estado puede luego venir a establecer
regulaciones internas contra la producción, importación y/o venta de los indicados productos, lo
cual resulta en todo caso contrario a la constitución. Además, uno no incluye un artículo
expresamente para luego excluirlo… con una norma de menor rango! Absurdo.
Costa Rica no podía incluir en el Tratado los productos impugnados, por violar todas las normas
que a continuación se describen.
Sobre el Derecho de Libre Determinación de los Pueblos y su relación con el derecho a la
paz, con el principio democrático y con los artículos 9 y 28 constitucionales.
El Derecho de Libre Determinación de los Pueblos es un Derecho Colectivo de Segunda
Generación, que tuvo su auge con los procesos de descolonización propios de la época posterior a
la Segunda Guerra Mundial.
Se basa en los principios de la libertad colectiva de la Nación de conciencia, pensamiento y
expresión, orientados a definir soberanamente, el rumbo a seguir para la construcción de la Patria.
La más pura y abierta expresión del principio democrático, establecido y resguardado en el
mismísimo artículo Primero de nuestra Carta Fundamental.
Es la libertad, más allá de toda coacción o imposición ideológica, de decidir el tipo de país que se
quiere construir. Este derecho sólo puede ser definido por la Nación y debe ser ejecutado por el
Gobierno. Es aquella frase tan sabia del legítimo presidente de Bolivia, Evo Morales, el “mandar
obedeciendo”. Y es que esta frase tan sabia, no es más que el principio que ya los padres fundadores
de nuestra patria habían sentado en el artículo 9 de la constitución, cuando establecieron que el
gobierno debe ser representativo. Claro, esto es un mandato al gobierno, para que mediante sus
acciones representen al pueblo, de lo contrario el principio vería vaciado su contenido y perdería
todo su sentido.
El respetar el principio democrático, el actuar de forma representativa y el actuar bajo los
lineamientos de la “moral pública” establecida en el artículo 28 constitucional, es respetar el
derecho de libre determinación del pueblo, de la Nación.
Este derecho a la libre determinación tiene sus aristas y complementos, siendo el más importante
de ellos el principio de prohibición de intervención en asuntos internos de otros Estados, norma
imperativa de ius cogens.
Su base se encuentra en la soberanía propia de cada estado, siendo que en el caso de nuestro país,
la misma reside, según el propio cuerpo constitucional, en la Nación (Artículo 2 de la Constitución
Política).
La Nación costarricense, se ha determinado, libremente como un pueblo de paz. Claramente lo
dijo ya esta Sala en la citada sentencia 9992-04 cuando estableció:
“Existe una base común en las alegaciones y respuestas de todos los intervinientes en este proceso, en el
sentido de reconocer la existencia de la paz como uno de los valores constitucionales que informan nuestro
ordenamiento, claramente distinguible no solo mediante la comprensión sistemática de nuestro texto
constitucional, sino también como "constitución viva", según denomina la doctrina aquella particular manera
en que el bloque normativo constitucional es entendido y actuado en la realidad por la sociedad. Tal criterio
es compartido también por la Sala pues coincide con la visión que éste órgano ha plasmado ya en diversos
pronunciamientos sobre el tema. Al respecto es claro que el pueblo costarricense, cansado de una historia de
muerte, enfrentamientos, de dictadores y marginación de los beneficios del desarrollo, eligió libre y sabiamente
a partir de mil novecientos cuarenta y nueve, recoger el sentimiento que desde hace mucho acompañaba a los
costarricenses, de adoptar la paz como valor rector de la sociedad. En esa fecha se cristaliza ese cambio
histórico, se proclama un nuevo espíritu, un espíritu de paz y tolerancia. A partir de entonces simbólicamente
el cuartel pasó a ser un museo o centro de enseñanza y el país adopta la razón y el derecho como mecanismo
para resolver sus problemas interna y externamente. Asimismo, se apuesta por el desarrollo humano y
proclamamos nuestro derecho a vivir libres y en paz. Ese día esta nación dio un giro, decidimos que
cualquier costo que debamos correr para luchar por la paz, siempre será menor que los costos irreparables de
la guerra. Esa filosofía es la que culmina con la "Proclama de neutralidad perpetua, activa y no armada" de
nuestro país, y los numerosos instrumentos internacionales firmados en el mismo sentido -citados en forma
abundante por las partes-, como extensión de ese arraigado valor constitucional, que sirve como parámetro
constitucional a la hora de analizar los actos impugnados.”
Claro está que una de las acciones de mayor peso y trascendencia en la definición y establecimiento
del giro que la Nación decidió dar fue la abolición misma del ejército, incorporada en el artículo 12
del texto constitucional.
Este establecimiento de la paz como derecho fundamental rector de las actuaciones públicas
guarda una estrechísima relación con la producción de las armas y las armas como tales. La Nación
costarricense abiertamente se ha manifestado en contra de las armas.
Hace 20 años, el que en aquel entonces fuera legítimamente electo presidente de la República, el
señor Arias Sánchez pronunció vastos discursos sobre los efectos negativos de las armas para la
paz, y en aquel entonces, cuando efectivamente representaba el espíritu nacional dijo:
De los extractos recopilados, se demuestra con TODA CLARIDAD que el Presidente Arias, sabio
y conocedor de los efectos devastadores de la tenencia de Armas para la Paz Social, promulgó
internacionalmente no solo la Pax Centroamericana sino también la eliminación, prohibición y
restricción de venta de Armas. Todo esto actuando como representante del espíritu de la Nación
costarricense. Estas declaraciones por su contenido y su auditorio, constituyen actos
unilaterales de toma de posición con repercusiones internacionales, como ya se verá en
relación con el caso de los Ensayos Nucleares.
Tan orgullosamente promulgó y difundió la palabra, que hasta puso los discursos en el website de
su Fundación.
Y es que los nobles intentos del Dr. Arias para detener la venta de Armas no se detuvo luego de su
mandato presidencial.
En años subsiguientes, y con el afán de dejar lo más claro posible su intención de detener el tráfico
de armas, incluso el tráfico legal, dijo:
“No podemos dejar que el libre mercado domine el comercio internacional de armas.
Debemos darnos cuenta de que este comercio se convierte con demasiada frecuencia en amigo de
dictadores y enemigo del pueblo. Ha llegado el momento de que demos mas importancia
a las vidas humanas que a las armas” . Oscar Arias, ex presidente de Costa Rica, Laureado con
el Nóbel de la Paz (Esta cita se encuentra en www.arias.or.cr/amnesty.pdf).
No existe disenso alguno con respecto al hecho de que la Carta de las Naciones Unidas es un
documento vinculante para nuestro país. Así lo dijo esta Sala en la citada sentencia 9992-04:
“Asimismo en el ámbito del derecho internacional relacionado con la promoción de la paz como valor- e
incorporados a nuestra Constitución-, debemos tomar en consideración las obligaciones que se derivan de
instrumentos internacionales relevantes, tal y como lo señala la propia Procuraduría, entre los que pueden
señalarse los siguientes:
Queda clarísimo entonces que existe una obligación internacional, derivada de la Carta de las
Naciones Unidas de dirigir las conductas gubernamentales de manera tal que se realicen los
principios y propósitos de la Carta misma.
“No permitiré que grupo armado alguno utilice nuestro territorio para agredir a Estados vecinos. No lo
permitiré porque Costa Rica es respetuosa del derecho internacional. No lo permitiré porque
la existencia de grupos armados en nuestro territorio es un peligro para la seguridad nacional, pues carecemos
de ejército para defendernos. Perderíamos, si así actuásemos, toda legitimidad frente a la Comunidad
Internacional, en cuyos principios confiamos la defensa de nuestra soberanía. No lo permitiré porque esa
utilización del territorio costarricense puede fácilmente vincularse con el tráfico de armas y con el tráfico de
drogas. No lo permitiré porque la moral de Costa Rica es un valor sagrado. No lo permitiré
porque los costarricenses creemos en las soluciones pacíficas y no estamos
dispuestos a permitir que nuestro suelo sea usado por quienes pregonan las vías de
la violencia. No lo permitiré porque los costarricenses no queremos la guerra ni a
los hombres que creen en ella.
Nuestro compromiso es con la paz y con el desarrollo. La aspiración de más techo y
más trabajo para mi pueblo, señores delegados, es incompatible con la guerra.”
(resaltado propio)
Y continúa: “Vengo de un país cuyo mandato es luchar para que el pensamiento, la
palabra y la acción sean concordantes también en el mundo de las relaciones
internacionales. Costa Rica sabe que la brecha entre lo que se dice y lo que se hace
ha crecido en estos últimos años.
El medio ambiente continúa deteriorándose. Aumentan el hambre y la miseria.
AUMENTAN LAS ARMAS Y LA CAPACIDAD DESTRUCTIVA DE LAS
MAQUINARIAS DE GUERRA. AUMENTA EL PROTECCIONISMO DE LOS
PODEROSOS, DE LOS MISMOS QUE CLAMAN POR EL LIBRE COMERCIO.
Se habla de solidaridad internacional mientras la ayuda económica se reduce.”
Y más recientemente:
El Presidente Arias, demostró en múltiples oportunidades que la sola existencia de las armas
representan un peligro para la paz y para la humanidad. Consecuentemente dirigió toda su extinta
capacidad diplomática y mediadora a trabajar por el desarme internacional, de nuevo actuando en
aquel entonces en clara representación del espíritu del pueblo costarricense. Pidió a los países que
cesaran la venta de armas y que redujeran la carrera armamentista.
Estableció como base de la defensa de nuestro suelo, la tan aclamada “neutralidad no armada” que
brillantemente don Luis Alberto Monge proclamara en aquel histórico del 12 de noviembre de
1983.
Todo esto en conjunto con las sentencias 9992-06 y 14193-08 han creado para Costa Rica una
norma de Derecho Consuetudinario de acatamiento obligatorio que el Estado se encuentra
obligado a cumplir, y que denotan la inconstitucionalidad del Tratado impugnado.
Se configura con esta situación, una consecuente violación al artículo 7 de la Constitución Política
y al Principio de Pacta sunt Servanda.
Por este motivo, la presente acción también debe declararse con lugar.
Más clara no puede ser la violación a estos Tratados, la mera trascripción de las obligaciones es
suficiente. Es más, la violación es tan grosera y evidente que no resulta ni siquiera necesario hacer
ningún tipo de explicación.
Costa Rica no puede crear un tratado que permita el comercio de los artículos impugnados, mucho
menos de armas internamente prohibidas. Costa Rica ha construido una norma de Derecho
Consuetudinario que le impide participar en la producción de armas, especialmente algunas de las
establecidas en el Tratado impugnado
Ha mostrado su intención de obligarse en este sentido, y ha actuado reiteradamente hacia el
fortalecimiento de la obligación. El hacerlo sin obligación alguna por parte de un tercer Estado,
hace que estas manifestaciones adquieran la forma de actuaciones unilaterales. Sobre ello la Corte
Internacional de Justicia dijo en el Caso de los Ensayos Nucleares:
“Se ha reconocido que las declaraciones hechas como acto unilateral, acerca de las situaciones
legales o de hecho, tienen el efecto de crear obligaciones legales. Las declaraciones de este tipo pueden
ser y por lo general son, muy específicas. Cuando es intención de un Estado, hacer la declaración de
tal forma que ésta se convierta en un límite para su actuación de acuerdo con sus términos, esa
intención confiere a la declaración el carácter de instrumento legal que puede ser utilizado por un
tercer Estado (en la legislación costarricense, de conformidad con el criterio de la Sala
Constitucional, esta posibilidad se extiende a los ciudadanos en la defensa de sus
derechos fundamentales) para obligar al Estado declarante a actuar de conformidad con lo
establecido por sí mismo en esa declaración”. (las notas entre paréntesis son propias).
Y es que efectivamente, las declaraciones hechas por el Dr. Oscar Arias Sánchez, a lo largo de los
años, han sido muy específicas, tan específicas que se reducen al detrimento que produce para la
democracia y la paz, el tráfico de armas, incluido el tráfico legal. Cabe rescatar que sin fabricación,
no hay tráfico.
La Corte continúa diciendo:
“En relación con la cuestión de forma, se debe observar que éste es un aspecto en el cual el derecho
internacional no establece ningún requisito especial o estricto. Que la declaración sea hecha de
manera oral o escrita no hace ninguna diferencia esencial, por cuanto las declaraciones realizadas
en circunstancias particulares pueden crear compromisos en derecho internacional (que deben ser
respetados también de manera doméstica), el cual no requiere que estas deban realizarse de
manera escrita. En consecuencia, la cuestión de la forma no es decisiva. Tal y como la Corte dijo
en su Sentencia sobre Excepciones Preliminares en el caso concerniente al Templo de Preah
Vihear:
Donde **** como es el caso común en derecho internacional, el cual pone especial énfasis
en las intenciones de las partes, la ley no prescribe ninguna forma particular, las partes se
encuentran libres para escoger cualquier forma que ellos deseen siempre y cuando su
intención se desprenda claramente de ésta. (Reportes de la CIJ 1961, p.31)
Uno de los principios básicos que gobiernan la creación y la realización de obligaciones legales,
cualquiera que sea su fuente, es el principio de la buena fe. La confianza es inherente a la
cooperación internacional, en particular en una era en que esta cooperación en múltiples campos se
torna crecientemente esencial. Tal y como la regla pacta sunt servanda en el Derecho de los
Tratados se basa en la buena fe, también sucede lo mismo con el carácter vinculante de las
obligaciones internacionales contraídas bajo la forma de declaraciones unilaterales. Entonces,
Estados interesados pueden tomar conocimiento de las declaraciones unilaterales y confiar en ellas,
y están legitimados para solicitar que la obligación creada sea respetada”.
Esto último señalado por la Corte Internacional de Justicia es de trascendental importancia, y dada
la incorporación del Derecho Internacional a la Constitución, en este caso y en particular, por
tratarse estos principios de normas de ius cogens, debe entenderse que los ciudadanos tienen en
Derecho Doméstico las posibilidades de defensa de derecho y acato de obligaciones que los
Estados tienen bajo el Derecho Internacional.
Retomando lo dicho por la Corte Internacional de Justicia, en el ya citado caso de los Ensayos
Nucleares, la Corte estableció que:
“De las declaraciones realizadas por el Gobierno Francés, ahora frente a la Corte, las más
esenciales son claramente aquellas realizadas por el Presidente de la República. No puede haber
duda, en vista de sus funciones, que sus comunicados o declaraciones públicas, orales o escritas,
como Jefe de Estado, son, en las relaciones internacionales, actos del Estado Francés.
(...)
Las declaraciones unilaterales de las autoridades Francesas fueron realizadas fuera de la Corte, de
manera pública y erga omnes, aún y cuando la primera de ellas fue comunicada al Gobierno de
Australia. Tal y como se mencionó anteriormente, para tener efectos legales, no hay necesidad
alguna de que esas declaraciones sean dirigidas a ningún Estado en particular, así como tampoco
se necesita la aceptación por parte de ningún otro Estado.”
Este último criterio es compartido por la Sala Constitucional, quien en sentencia 9992-04 referida
al caso de la posición de Costa Rica frente a la guerra en Irak, y refiriéndose a los actos unilaterales,
nuestro más Alto Tribunal dijo:
“A este elenco cabe incorporar también la llamada Proclama de neutralidad perpetua, activa y no
armada, que en criterio de esta sala encuadra claramente dentro de las fuentes del Derecho
Internacional Público, bajo la concreta modalidad de los denominados actos unilaterales, los cuales
son aquellos actos jurídicos dictados por un sólo Estado en sus relaciones internacionales y que le
acarrean consecuencias jurídicas. Para que un acto de esa índole tenga la condición de fuente del
Derecho Internacional Público, debe reunir las siguientes condiciones: a) debe tratarse de una
manifestación de voluntad inequívoca en la que se exprese la intención del Estado de obligarse
mediante ese acto; b) no debe requerir aceptación de otro Estado, para evitar que se convierta en un
acuerdo internacional y c) su validez no debe estar subordinada a otro acto jurídico. Dentro de la
amplia tipología de los actos unilaterales del Derecho Internacional Público se encuentra la
promesa unilateral, en virtud de la cual un Estado queda vinculado a los términos en que ha
formulado una proclamación u ofrecimiento. La observancia de este tipo de promesas, depende,
también, del cumplimiento de buena fe que haga el propio Estado de sus términos, siendo que
puede ser invocada, a su favor, por otros sujetos del Derecho Internacional Público ante los órganos
e instancias encargados de asegurar su cumplimiento. Bajo esas consideraciones este Tribunal
Constitucional entiende que la "Proclama de Neutralidad Perpetua, Activa y no Armada" de mil
novecientos ochenta y tres es una promesa unilateral de Costa Rica en el concierto internacional que
vino a desarrollar el valor constitucional de la paz y que, por consiguiente, debe ser observada de
buena fe de forma permanente por el Gobierno costarricense, evitando, en todo momento,
transgredir la "regla estoppel" (venire contra factum propium) del Derecho Internacional Público,
excepcionándola o inobservándola para un caso concreto y determinado.”
“No solamente los actos considerados suponen una práctica constante, sino que además ellos deben de ser
tales o realizarse de tal manera que demuestren la convicción de que esa práctica es considerada como
obligatoria por una norma jurídica vigente que así la establezca. La necesidad de tal convicción, esto es la
existencia de un elemento subjetivo, está implícita en el concepto de Opinio Iuris Sive Necessitatis. Los
Estados interesados, por lo tanto, deben de tener el convencimiento de que cumplen con lo que ellos
consideran es una obligación jurídica.”
La intención de obligarse, con toda claridad se desprende del siguiente fragmento pronunciado por
el señor Presidente:
“Señor Presidente y distinguidos Jueces, nos sentimos honrados de presentar nuestros argumentos en un caso que
concierne a tales altas aspiraciones como preservar la vida, la salud y el medio ambiente. Consideramos que este es un
caso para toda la humanidad, y debería ser siempre considerado como tal.
Honorable Presidente y distinguidos Jueces: hasta este punto, luego de dos argumentos escritos presentados ante esta
Corte, el Gobierno de Costa Rica considera que hemos hecho suficiente argumento como para demostrar que existe
una violación general al derecho internacional con la amenaza o uso de armas nucleares…
Señor Presidente, pocos Estados, tales como Francia, la Federación Rusa, el Reino Unido, los Estados Unidos,
Alemania e Italia, han solicitado a la Corte que utilice su discreción para no considerar la pregunta realizada por la
Asamblea General. Ellos argumentan que una decisión de la Corte podría echar a menos negociaciones de desarme.
Esta propuesta es curiosa, viniendo como lo es, de Estados que han mostrado sólo un limitado compromiso al
desarme nuclear. Por otra parte, aquellos Estados no nucleares que podrían ser víctimas del uso de las armas
nucleares, y por lo tanto tienen el mayor interés en el progreso del desarme nuclear, son lo que están apoyando el
caso…
En relación con la segunda parte de nuestra argumentación verbal, la ilegalidad de la amenaza o el uso de armas
nucleares, primero que nada, hay abundante evidencia de una opinio juris global en el sentido que la amenaza o el
uso de armas nucleares es ilegal, según registros de las resoluciones de la Asamblea General, condenaciones de armas
nucleares en el Tratado de Tlatelolco, el Tratado de No-Proliferación Nuclear, y otros tratados; escritos de juristas, y
material de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales evidenciando dictados de la conciencia pública y
conocimiento público…
Primero, dejando de lado el asunto de la existencia de una regla consuetudinaria específica aplicable a las armas
nucleares, las políticas de ciertos Estados con armas nucleares no afectan de manera alguna la validez de las reglas y
principios del derecho humanitario, el derecho de los derechos humanos, y el derecho ambiental, que ha sido
demostrado opera para prohibir la amenaza o uso de las armas nucleares.
Segundo, la adhesión a una forma ilegal de conducta por parte de unos pocos Estados no puede negar la ley. Donde
los asuntos fundamentales para la humanidad están en juego, el disenso no puede permitirse para impedir el
nacimiento de una regla consuetudinaria. Un ejemplo de un Estado que no consiente no exento de la aplicación de
una regla de derecho consuetudinario es Sur África, el cual persistentemente disintió de la regla prohibitiva de la
discriminación racial mientras esa regla se desarrollaba…
Costa Rica, así como muchos otros Estados parte del Tratado [de Tlatelolco] han consistentemente apoyado las
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que han sentado que el uso de las armas nucleares es
un crimen contra la humanidad, una violación a la Carta de las Naciones Unidas, y/o una violación al derecho
internacional. La prohibición contra el uso de armas nucleares aplica en todas las regiones, y no sólo en aquellas en
que los Estados nucleares han acordado no usar o amenazar con usar armas nucleares…
La referencia específica [del Tratado de Tlatelolco] a la naturaleza indiscriminada de las armas nucleares, a la
radioactividad que ellas liberan y a la amenaza a la humanidad está en directa contradicción con cualquier
interpretación que Francia haya querido hacer acerca de éste Tratado queriendo confirmar el uso de armas nucleares.
Peor aún, bajo el Tratado de Tlatelolco, los Estados nucleares aceptan que las armas nucleares son armas de
destrucción masiva…
Costa Rica aprecia y entiende las condiciones requeridas para alcanzar la paz. Esto significa paz no sólo en el
sentido de ausencia de conflicto armado, sino más bien paz en el sentido de compromiso con la cooperación y los
valores comunes. Según la visión de Costa Rica, el mantenimiento de una amenaza o uso de armas nucleares, una
amenaza que puede ser ejecutada instantáneamente con consecuencias devastadoras para toda la humanidad, es
incompatible con la consecución de la paz en su verdadero sentido en el mundo que tenemos ahora. De hecho, el
mantenimiento por parte de varios Estados de la amenaza o uso de armas nucleares es fundamentalmente
incompatible con una orden mundial racional tal y como fue visualizado en la Carta de las Naciones Unidas.
La amenaza nuclear es inherentemente una amenaza contraria a la soberanía de otros Estados y es también
inherentemente contraria a los propósitos de las Naciones Unidas, los cuales incluyen el mantenimiento de la paz y
la seguridad internacionales, y la cooperación en la promoción y la consecución de los derechos humanos.
Costa Rica solicita a la Corte que determine que la ilegalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares en el
contexto de una concepción alternativa de seguridad, que es tanto más realista como encontrando amplia aceptación
en el mundo entero. Esta concepción alternativa toma en cuenta las necesidades de seguridad de todos los Estados,
porque sólo si las necesidades de seguridad de todos los Estados son cubiertas, los Estados podrán estar seguros…
En consecuencia, consideramos que en esta década del derecho internacional, la Corte debería reconocer y declarar que
la amenaza o uso de armas nucleares es ilegal, no sólo porque es contrario al derecho humanitario y a la prohibición
general de derecho consuetudinario, sino también porque la amenaza nuclear o su uso no pueden coexistir con la
consecución del orden mundial que contempla seguridad común en cumplimiento de los propósitos de las Naciones
Unidas y provee derechos humanos fundamentales para todas las personas en el mundo entero. Gracias, Señor
Presidente y Miembros de la Corte.”
Finalmente, en esta cadena histórica de actos encaminados a la eliminación del armamento bélico,
la Sala Constitucional, en histórica sentencia 14193-08 estableció:
“VII. Sobre el fondo. … En cuanto a aquellas que se refieren a la extracción de minerales, fabricación de
combustible nuclear y generadores de vapor, debe recordarse que los Estados que promueven la paz se obligan a
adoptar un ‘pacifismo incondicional o ético’, como lo denomina un sector de la doctrina, el cual parte de la premisa de
que la paz y la guerra son obviamente antagónicos y cada cual respectivamente, un valor que debe lograrse y un
disvalor que debe erradicarse. Por consiguiente, un Estado que acepte la paz como un valor constitucional
fundamental no podrá conformarse con la noción limitada de que la paz es la ausencia de guerra, sino que deberá ir
más allá, previniendo y rechazando (sic) continuamente toda decisión y actuación que pueda propiciar y desembocar
tal circunstancia. Ciertamente entre las actividades que puede considerarse opuestas al espíritu pacifista de una
nación o país, está la fabricación de armas y la producción de determinados minerales o sustancias químicas. Ellas
están directamente ligadas a situaciones de violencia, aún en circunstancias de legítima defensa. Incluso existen
determinado tipo de armas de fuego, químicas, biológicas, etc que se fabrican específicamente para ser utilizadas en
guerras. Por consiguiente, un Estado que aspire a propiciara la paz, tanto a nivel interno como internacional deberá
poner especial cuidado al autorizar la fabricación y/o importación de armas y sustancias químicas en su territorio,
rechazando rotundamente aquellas que por su naturaleza han sido pensadas y creadas para favorecer el antivalor de
la guerra… El artículo 68 regula la fabricación, almacenamiento, comercio, importación y exportación de armas,
municiones, explosivos, artificios y pólvora. De ahí que aún cuando existe un grupo de armas y de sustancias y
componentes químicos cuya importación y fabricación es permitida por el ordenamiento jurídico; debe entenderse tal
autorización en sentido altamente restrictivo, en respeto del valor constitucional mencionado. De la misma forma, la
extracción de minerales es una actividad regulada, parcialmente por la Convención de Naciones Unidas sobre la
Prohibición del Desarrollo, la producción, el almacenamiento y el empleo de armas químicas y su destrucción, la cual
Costa Rica ratificó por ley 7571. No obstante, en la clasificación impugnada, no están contenidas esas sustancias.
El torio y el uranio, por su parte, son minerales radioactivos y aunque el Código de Minería reserva al Estado su
explotación, sea por sí mismo o a través de la concesión a particulares, su conocido empleo bélico y su carácter
altamente contaminante obligan a considerar inconstitucional su pertenencia al listado que se impugna aquí.”.
La cual reforzó también los criterios establecidos en sentencia 9992-06 y culmina en delinear
perfectamente todos los requisitos y hechos necesarios para la demostración de la norma unilateral
de derecho consuetudinario.
Así las cosas, y existiendo plenamente demostrada y ratificada por esta Corte Constitucional, la
existencia de una norma imperativa de ius cogens, el Tratado deviene en nulo, en virtud de lo
establecido por la misma Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, la cual
dice claramente:
“53. Tratados que están en oposición con una norma imperativa de derecho internacional general
("jus cogens"). Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración. esté en oposición con una norma imperativa de
derecho internacional general. Para los efectos de la presente Convención, una norma imperativa de derecho internacional
general es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no
admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga
el mismo carácter.”
Por todo lo anterior en relación con los Tratados de no proliferación de armas nucleares, el
Tratado de Tlatelolco y la norma de ius cogens reconocida por nuestro país, el Tratado impugnado
debe declararse inconstitucional.
Sobre el los artículos 21 de la Constitución y 5.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, referidos al Derecho a la vida y la integridad personal.
Vastamente, la Fundación Arias para la Paz, demostró la relación entre el nivel de armas y la
criminalidad, así como la amenaza para la seguridad y la vida que representa la proliferación de
armas en general, pero especialmente la de armas pequeñas.
Siendo uno de los fines fundamentales del Estado, garantizar la seguridad y preservar la vida de sus
habitantes, no puede el Estado tomar medidas que tiendan a debilitar la seguridad personal. No
puede el Estado crear conscientemente situaciones de peligro para sus habitantes.
Permitir la fabricación de armas, es, tal y como lo ha indicado el presidente Arias, amenazar la vida,
poner en riesgo la integridad personal de toda la población.
En virtud de lo anterior, y por crear una situación de vulneración contra la vida y la seguridad
personal de los habitantes de la República, el Tratado en cuestión debe también ser declarado
inconstitucional.
“La capacidad para moldear todos los efectos involucrados en la disolución de su estado como desecho, en condiciones
similares a las del sitio de desecho, es la meta última de toda la investigación llevada a cabo por muchos grupo de
investigadores durante muchos años. Tal y como veremos en este reporte, este tipo de investigación está lejos de
concluirse”.
No se sabe qué hacer con los desechos nucleares, radioactivos y tóxicos, más que dejarlos ahí… ad
perpetuam, hasta que algo suceda. La Sala Constitucional, con claridad meridiana se refirió a las
implicaciones internacionales que tiene para un país el adoptar cierta clase de políticas,
especialmente aquellas protectoras de los derechos humanos, de forma tal que los derechos
humanos defendidos y promovidos aquí, no pueden verse amenazados y perturbados en otros
Estados por actividades del nuestro.
La producción de los artículos impugnados atenta contra el ambiente MUNDIAL sano y
ecológicamente equilibrado, al permitir la fabricación de sustancias no sólo peligrosas sino que
también resultan en una basura nuclear, tóxica, química, etc que la humanidad debe cargar para
siempre.
El Tratado impugnado permite el comercio de sustancias que por su propia naturaleza son
contrarias a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, derecho humano de cuarta generación
ampliamente defendido por esta Sala y respaldado por infinidad de documentos internacionales
adoptados por nuestro país, razón por la cual, debe ser declarado inconstitucional.
Petitoria.
De conformidad con lo anteriormente expuesto, y habiendo ampliamente demostrado la
inconstitucionalidad de las cláusulas indicadas, solicito:
Notificaciones.