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Preguntas que Dios está Haciendo #16

(¿Quién irá por Nosotros?)


Un mensaje Bíblico por Bayless Conley

Vamos a continuar en la serie que se titula, PREGUNTAS QUE DIOS ESTA


HACIENDO. Hoy, quiero compartir tres cosas con ustedes: La situación apremiante del
hombre, El remedio de Dios, y llevando la cura a los que están enfermos.

“¿QUE ES DE LA CARTA DE REPUDIO DE VUESTRA MADRE, CON LA


CUAL YO LA REPUDIE? ¿O QUIENES SON MIS ACREEDORES, A QUIENES
YO OS HE VENDIDO?

La Situación Apremiante del Hombre

Isaías 50:1

50:1 Así dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual
yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo es he vendido? He
aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue
repudiada vuestra madre.

En este pasaje, Dios les está haciendo la pregunta, “Existe una gran separación entre
nosotros. Mas, si yo soy el quien lo hizo, ¿entonces donde está la carta de divorcio? Os
vais a encontrar en cuativerio. Pero si yo soy el quien os vendió a mis acreedores, si yo
soy el quien os vendió en esclavitud, ¿a cuales acreedores os vendí? “
La respuesta es que no fue Dios el quien hizo eso. El sigue diciendo, “vosotros mismos os
habeis vendido al cautiverio, a causa de vuestros pecados. Si ha habido un divorcio en
vuestras vidas o una separación de Dios, es a raiz de vuestra iniquidad y vuestro pecado.”
La Biblia al dia dice, “¿Acaso os vendí a mis acreedores? ¿Es esa la razón por la cual no
estàis aquí? ¿Se ha ido vuestra madre porque yo la divorcié y la repudié? No, fuisteis
tomados cautivos a causa de vuestros pecados.”

Ahora miremos Isaías 59. Lo que era verdad en cuanto a la nación de Israel en el dia de
Isaías, sigue siendo verdad en cuanto al ser humano en estos tiempos actuales. El hombre
se encuentra divorciado de Dios, separado de Dios, y todo a causa del pecado. El hombre
ha sido vendido a la esclavitud por sus mismas iniquidades. Aquí en Isaías 59:2 declara,

2“Pero vuestra iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oir.”

Iniquidades y pecado. La palabra “iniquidad” proviene de una palabra raiz cuyo


significado es el estar torcido, o algo que antes estaba derecho, ahora tiene una doblez.
La iniquidad trata más con lo que está por dentro; mientras que el pecado, o la
transgresión tiene que ver, en su mayoria, con actos externos de rebeldía, o maldad. La
iniquidad trata con la naturaleza del hombre.
En otras palabras, lo que Dios creó a plomo, aquello que Dios creo bien, ahora está
deformado y alabeado. La naturaleza del hombre se ha torcido. De hecho, la Sagrada
Escritura nos dice que antes de aceptar a Cristo, somos por naturaleza hijos de ira.

Si tocas la guitarra, ya sabes que hay momentos en que el cuello de la guitarra puede
torcerse. A veces esto se produce porque la persona no sabe cuidar de su instrumento.
Le pone cuerdas demasiado gruesas y eso puede llegar a alabearlo. O quizá la dejan al
intemperie y los elementos causan daños. Si apoyas la guitarra contra la pared, y lo dejas
allí por un largo tiempo, eso puede llegar a torcer el cuello. Al ir de compras en busca de
una guitarra, una de la primeras cosas que uno hace es mirar bien el cuello para
asegurarse que está derecho. Si el cuello de una guitarra llega a torcerse, o deformarse,
entonces tiene que ser reparado. A veces sucede que el alabeo es tan pronunciado, que la
guitarra es irreparable. Si de alguna manera se va a salvar, tienes que ponerle un cuello
totalmente nuevo.

Y así es con el hombre. Hemos llegado a estar tan torcidos de corazón, que ningún
esfuerzo humano, ninguna cantidad de rituales religiosos, ni de buenas obras, ni de
pericia humana puede llegar a componernos. No importa la sinceridad de la persona, nada
podemos hacer para enmendar el problema. Por eso, Dios hablando a través del profeta
Ezequiel en el capítulo 36 dijo, “Yo os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu
nuevo dentro de vosotros.”

Se cuenta la historia de un artesano en Italia que empezó a trabajar sobre una gran pieza
de marmol de Carrara, sólo para estopearla por completo. Todos pensaban que la pieza
era inusable y nada se podía hacer. De hecho, ese gran marmol estuvo en el patio de la
catedral de Florencia, Italia por más de 100 años. Todos los artesanos y escultores que
fueron a verlo y estudiarlo, acababan diciendo que no podían hacer nada con el marmol,
ya que estaba arruinado. El primer artesano lo había dejado tan mal, que nada se podía
esculpir de la pieza. Luego, en el año 1505, le pidieron a un joven escultor llamado
Miguel Angel, que estudiara la pieza que habían puesto de apodo, El Gigante, para ver si
podría hacer algo con ella y componer los fallos hechos por el primer artista. La empezó
a estudiar, y la estudió detenidamente por mucho tiempo, hasta poder vislumbrar en esa
gran pieza de marmol, la figura de un joven pastor, David. Inmediatamente empezó a
dibujar lo que había visto en su mente y corazón, y una vez dibujado, comenzó a tallar
sobre ese marmol inusable. Por los próximos tres años, usó sus cinceles y lo trabajo con
paciencia y pericia. Continuó trabajando y un día, llamó a uno de sus estudiantes para
ver esa figura de seis metros de altura y nueve toneladas, que había terminado. Al
descubrir la estatua, su estudiante exclamó, “Maestro, sólo le falta una cosa, el poder
hablar.”

“¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y SOBRE QUIEN SE HA


MANIFESTADO EL BRAZO DE JEHOVA?”
El Remedio de Dios—La Sustitución

Nuestras vidas se encuentran rotas y desifugaradas hasta llegar a las manos del maestro
escultor. Al llegar a sus manos, Él puede tomar la vida que antes estaba rota y dañada sin
remedio, y hacer de ella algo hermoso. La pregunta que tenemos que hacer es, ¿Como
podemos experimentar tal milagro? ¿Como tratará Dios con este alabeo de nuestra
naturaleza, con el hecho de que por dentro estamos torcidos, siempre buscando lo malo y
apartándonos de Dios? ¿Como se lleva a cabo tal milagro? ¿Como se puede componer un
pedazo de marmol estropeado?

La respuesta la encontramos en Isaías 53. Es algo que se llama, “La Sustituición.”


En Isaías 53:1, Dios está haciendo otro par de preguntas.

53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el


brazo de Jehová?

El brazo de Jehová se refiere al poder manifiesto de Dios, a la revelación de Sus


promesas y a la experiencia de la Palabra de Dios en la vida de uno. “¿Quién ha creido
nuestro anuncio? ¿Quién ha experimentado aquello que Dios ha prometido? ¿Quién ha
visto la revelación del brazo de Su poder en sus vidas?

Empecemos leyendo algo sobre el anuncio del cual el preguntó, “¿Quién ha creído a
nuestro anuncio?” Isaías 53:2,

53:2 Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer
en Él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo, para que le deseemos.”

Es en este capítulo de Isaías, donde el empieza a hablar profeticamente sobre el Mesías.


Con el versiculo dos que acabamos de citar, él empieza a hablar de Jesucristo unos 700
años antes de su nacimiento. O sea, El Mesías crecerá delante de Dios como renuevo y
como raíz de tierra seca; y la palabra “seca” significa estéril o árido. Es un cuadro
perfecto de la raza humana y su gran vacio de vida espiritual, estando cortada y separada
de Dios, sin la habilidad en si de producir la vida. No hay absolutamente nada que la raza
humana pueda hacer por su propios meritos y poder, que la pueda rescatar de las garras
del pecado. La Biblia nos dice que ningún hombre puede mantener con vida a su propia
alma. En resumen, tenemos a toda la raza humana que se encuentra destituida y en
quiebra espiritual. Es una raza esteril, árida, siendo totalmente incapaz de reproducir la
vida. Por consiguiente, Dios envía a su propio Hijo, y de en medio de esta raza esteril y
muerta, sale uno lleno de la vida del cielo, El Hijo de Dios.

Sin embargo no nació en un palacio; no fue educado entre la élite, ni los ricos de su
sociedad. Nació en un pesebre y fue criado por un humilde carpintero. Sabemos de
antemano que José y María eran pobres, porque al presentar su sacrificio en el templo,
presentaron dos tórtolas. Al leer la ley de Moisés, vemos que para los que no tenían los
medios para comprar un cordero, se les permitía presentar dos tórtolas en su lugar como
sacrificio. En este pasaje nos dice que “no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos,
mas sin atractivo para que le deseemos.” La Biblia nos dice que David era un joven de
hermoso semblante. Sin embargo, no dijo tal cosa de Jesucristo. No hubo atractivo para
que le deseemos. No tenía la apariencia de un rey; no se parecía a un príncipe; no daba el
aspecto de un redentor, mas, ¡lo era! Miremos el verso 3 de este capítulo 53.

53:3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,


experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos.

Este versículo nos está hablando del rechazo que Jesús sufrió. No importa cuanto hayas
sido rechazado en la vida, nunca podrás experimentar la produndidad del rechazo que
Cristo conoció. Él fue rechazado por el mundo que había creado. Él fue rechazado por la
nación en la cual había nacido. Él fue rechazado por los hermanos con los cuales había
crecido. Fue rechazado por su propios discípulos; y finalmente, fue rechazado por su
propio Padre Celestial, ya que Dios le dió la espalda cuando el pecado del mundo fue
cargado sobre Cristo, y Él clamó, “Mi Dios, Mi Dios, ¿por qué me has desamparado?”
Él fue rechazado. Él fue despreciado. El próximo versiculo, Isaías 53:4

53:4 Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y


nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

En otras palabras, la gente que estaba presenciando la Crucifixión, pensaba que Él estaba
sufriendo por su propio pecado; pero la Biblia dice, “Ciertamente llevó Él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores.” Él no estaba sufriendo castido por sus propios
pecados. Sino que el castigo que sufría era nuestro, y vemos como se desenvuelve la
historia a partir del versículo 5.

53:5 Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;
el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Fue una sustitución completa. Fue una redención llevada a cabo para la totalidad del
hombre. Tú eres un ser espiritual y tienes un alma. Ese alma se compone de tus
emociones, tu voluntad, y tu mente. Todo esto vive en una casa que tú llamas tu cuerpo
físico. El sacrificio de Cristo toca estas tres areas de nuestro ser. Empieza con, “mas
Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados.” Esto es lo que nos
arregla por dentro, lo que compone esa tendencia hacia el mal, esa cosa irreparable.

El remedio que Dios usó para tratar con la iniquidad del hombre, fue castigar a Jesús por
nuestros pecados e iniquidades; fue su remedio para el arreglo del cuello torcido de la
guitarra y para el marmol que no tenía solución. Luego, “el castigo de nuestra paz fue
sobre él”, fue la solución para que nosotros pudiésemos conocer la paz mental. Nuestro
espíritu fue redimido porque Él llevó nuestras iniquidades y pecados, y porque el castigo
de nuestra paz fue sobre él. Le pusieron esa corona de espinas sobre su frente para que tu
frente pudiese conocer la paz. “Y por sus llagas fuimos nosotros curados.” Esto nos
enseña que la redención también toca nuestros cuerpos físicos. Esta fue una redención
completa para el hombre completo. Isaías 53:6
53:6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su
propio camino; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros.

¡Fue una sustitución completa!

53:7 Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su
boca.

Podemos leer de esto en los Evangelios. Cristo estuvo delante de Poncio Pilato. Los
judios habían presentado acusaciones en su contra, sin embargo Él no contestó ni una
palabra. Tal fue la sorpresa de Pilato que la Biblia dice se maravilló y dijo, “¿No
contestas nada? ¿No escuchas las acusaciones que están presentando en tu contra?”
Cristo pudo haber demandado una legión de ángeles que viniesen a rescatarle, sin
embargo no lo hizo. El sabía que su destino era la cruz donde sacrificaría su vida por
nosotros, y no contestó ni una palabra. Aun sabiendo que las acusaciones eran falsas,
sabiendo que llevaría nuestra pena, enmudeció. Como una oveja ante sus trasquiladores
enmudece, así Cristo no abrió la boca. El próximo versiculo, Isaías 53:8

53:8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?
Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue
herido.

La Biblia la Dia lo pone de esta forma: “De la prisión y del juicio se lo llevaron a su
muerte; pero en ese dia, ¿quién se dió cuenta que Él estaba muriendo por sus pecados;
que estaba sufriendo su castigo?”

En este versículo tenemos la frase, “y su generación, ¿quién la contará?” Esta frase es


interesante. Lo he estudiado bastante y parece que muchos de los padres de la iglesia y de
los historiadores bíblicos creen que se refiere a una costumbre israelita de aquellos días.
Cuando una persona quedaba enjuiciada por un delito, e iba a recibir la pena de muerte,
salía un pregonero a la calle y abogaba por parte del acusado diciendo, “si alquien sabe
algo sobre la inocencia del acusado, o tiene pruebas de su inocencia, debe acercarse y
presentarlas.” A esto se le llamaba, “contar su generación.” Quizá fue esto a lo que se
refería Jesús cuando estaba ante Caifas, el sumo sacerdote, después de ser acusado de
herejía y otras cosas. Cristo respondió, “Yo enseñé en el templo a diario, y lo hice
abiertamente. Pregúntales a ellos lo que enseñé.” Sin embargo, ningún pregonero salió a
preguntar. Nadie hizo indagación. Esta es otra de las injusticias que nuestro Salvador
sufrió. Ahora llegamos al próximo versículo, Isaías 53:9

53:9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; (fue crucificado entre dos ladrones, y luego sepultado en la tumba de un
hombre rico, José de Arimatea); aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en
su boca.
53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Ahora, piensa en eso. Al finalizar el versículo 9, nos dice, “aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca.” Él era completamente inocente, aun así, Jehová quiso
quebrantarlo. Literalmente esta palabra da el entender de ¡quebrar en pedazos!
La siguiente parte de este verso dice, “sujetándole a padecimiento.” Dios lo había hecho.
Jehová quiso herirlo. El látigo romano sobre la espalda de Cristo fue una caricia en
comparación con las heridas del Altísimo que cayeron sobre su alma.
Su propia alma se convirtió en una ofrenda por el pecado. Dios permitió que el látigo del
juicio del pecado cayese sobre el alma de Cristo. En todo esto, Dios estaba complacido
porque podía ver a través del sufrimiento de Cristo y vernos a nosotros del otro lado.
El verá su simiente y será satisfecho. Amigo, nosotros somos su simiente. Nosotros
somos la labor de su alma, esa semilla espiritual; y Él prolongará sus días. Él resucitó
victorioso de la tumba y tiene las llaves del infierno y de la muerte. Él nos ofrece la vida
eterna. ¡Eso sí es una prolongación de días! Dios estuvo complacido con la aflicción de
Cristo y el sacrificio de su alma, porque unicamente a través de su sufrimiento pudo
redimir al hombre. El próximo versículo, Isaías 53:11

53:11 Verá el furto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho...(la


aflicción de su alma fue la salvación de la nuestra)...por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
53:12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los
pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores.

En estos pasajes hemos leido palabras que hablan de como Cristo llevó nuestra iniquidad,
nuestro pecado, y nuestras enfermedades. Estas son las mismas palabras que se usan en el
Antiguo Testamento cuando los sacerdotes tomaban el chivo expiatorio. El sacerdote
imponía sus manos sobre la cabeza del chivo expiatorio, y pronunciaba los pecados de la
nación sobre el chivo. Despues, sacaban al chivo del campamento y alguien lo llevaba al
desierto deshabitado donde lo dejaban ir.
Al estar Cristo sobre la cruz, Su Padre puso sus manos sobre Él y pronunció todos tus
pecados sobre Jesús. Èl pronunció toda tu iniquidad sobre Cristo. El puso mis iniquidades
y mis pecados sobre Jesús, y Cristo murió voluntariamente en nuestro lugar, así quedando
cortado de la tierra de los vivientes. Su alma se convirtió en sacrificio por nuestros
pecados. ¡Que Salvador! El murió por los pecados del mundo. Dios amó tanto al mundo
que dió a Su Hijo unigénito. Lo entregó como sacrificio para ser torturado y para que
muriese en nuestro lugar, así dándonos vida.

Dios quiere agrandar nuestro corazón para abarcar al mundo. Jesús dijo que el mundo es
la miés. Jesús dijo que fuesemos a todo el mundo, predicando el evangelio a toda criatura.
Quisiera tomar un momento para orar por la miés: Padre Celestial, danos una carga
por el mundo. Ayúdanos ver la miés tal como tu la ves. Quebranta nuestros corazones
con las cosas que quebrantan tú corazón. Dios, te dió gracias por aquellos de esta
iglesia que iran con uno de los equipos para ayudar a los damnificados del huracán en
los estados del golfo. Ellos estarán vistiendo el Evangelio de atuendo de trabajo para
ayudar a aquellos que han perdido tanto, y que están sufriendo cosas indecibles. Señor,
también te queremos dar gracias que has provisto a las iglesias de la India con los
medios necesarios para ayudar a las víctimas del Tsunami. Señor te damos gracias por
ello.
Señor, queremos agradecerte la forma que has abierto las ondas televisas en Japón para
poder emitir nuestro programa de televisión. Señor confió que ese sueño que me diste de
una joven japonesa que lloraba, lloraba, y lloraba, diciendo vez tras vez entre lágrimas,
y sollozos, “soy salva, soy salva, soy salva”, sea una señal de las millones de personas
de ese país que entrarán en tu reino. Y Padre. pedimos que nos sigas dando dirección en
cuanto a las naciones del mundo. Señor, conforme seguimos metiendo la hoz aquí en
casa, como también en otros lugares, pedimos que traigas a muchos a un conocimiento
de su Salvador. Jesús, pedimos que tu obra sobre la cruz, tu sacrificio, no sea en vano,
sino que podamos proclamar Tu historia. Dios, nuestra oración es que nos hagas como
Salomón, dándonos un corazón como el suyo. Dice la Palabra que le agrandaste el
corazón como la arena de la playa. Señor, pedimos que ensanches nuestro corazón.
Agranda nuestro horizonte. Ayùdanos pensar globalmente. Ayúdanos hacer planes
globales. ¡O Dios! pedimos que nos des los recursos como el corazón para llevar a cabo
tu obra. En verdad quebranta nuestros corazones con las cosas que quebrantan tú
corazón, y ayúdanos gozarnos en las cosas que te producen gozo. O Dios, ayùdanos
mantener nuestro enfoque sobre el llevar un Cristo viviente a un mundo en agonía. Amén

Ahora regresemos al principio de este capítulo para ver la pregunta que se hace en el
verso uno.

53:1 ¿Quién ha creido a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el


brazo de Jehnová?

¿Quién ha creido? ¿A quién se ha revelado esta salvación de espíritu, alma y cuerpo?


¿Y quién lo ha experimentado? Este mismo versículo es citado en Romanos 10:13-17, y
dice, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Ycómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? Como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de
los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías
dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios.

Es cierto que no todos van a responder, pero algunos sí responderán. Todos tienen el
derecho de escuchar el evangelio por lo menos una vez. La fe viene por el oír, y el oír por
la palabra de Dios. La personas no pueden ejercer la fe para ser salvos, ni pueden ejercer
la fe para ser sanados, ni pueden ejerce la fe para experimentar la paz, al no ser que
escuchen la palabra; y tenemos que contar esta historia maravillosa de la redención
de Cristo.

Un hombre contó la historia de como siempre llegaba tarde a la mesa cuando era niño.
Sus padres le amonestaban, “ya no queremos que llegues tarde a la cena.” El problema se
agravó de tal forma que por fin los padres dijeron, “si llegas tarde esta noche para cenar,
habra consecuencias a pagar.” Esa noche, el niño llegó más tarde que nunce. Entró
corriendo a sentarse a la mesa. Sus padres ya estaban cenando, pero al sentarse, el niño se
dió cuenta que su plato unicamente tenía una rebanada de pan, y para beber sólo tenía un
vaso de agua. El niño se puso muy triste, ya que tenía mucha hambre. De repente, su
padre le quitó su plato con la rebanada de pan, y puso su propio plato lleno de comida en
frente del niño. Esa noche, el padre cenó una rebanada de pan con un vaso de agua, pero
el niño se hizo hombre. Más tarde dijo, “Toda la vida he conocido como es Dios por lo
que mi padre hizo esa noche.” Amigo, eso es lo que nuestro Padre ha hecho.
El ha tomado nuestro pecado y nos ha dado Su Justicia. Él tomó nuestra debilidad,
sólo para darnos su fuerza. Tenemos salud porque Él tomó nuestras enfermedades.
Él tomó nuestra opresión para darnos su Paz. El tomó nuestra maldición para
colmarnos de sus bendiciones. ¡Y el mundo necesita saber esto!

¿QUIEN IRA POR NOSOTROS?

Llevando la cura a los que están enfermos. ¿Quién va a contar la historia? Miremos
Isaías 6:1

6:1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto
y sublime, y sus faldas llenaban el templo.

En referencia a este versículo, San Juna 12:41 declara que Isaías vió al Señor Jesucristo.
Podríamos leer ese verso de esta forma: “en el año que murio el rey Uzías, yo vi al Señor
Jesucristo sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” Mira el
verso 8. Aquí encontramos una pregunta que el Señor Jesucristo hace (Isaías 6:8)

6:8 Después oí la voz del Señpor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por
nosotros?

La pregunta se estaba haciendo en el dia de Isaías, y el Señor Jesús sigue haciendo la


pregunta hoy en día: “¿A Quién enviaré, y quién irá por nosotros?”
La redención es completa. La obra ha sido terminada. El camino al Padre ha sido abierto.
La pena del pecado ha sido pagado, pero ¿quién contará la historia? No pueden ser
buenas nuevas, si nadie las cuenta. Las noticias no son noticias si alguien no las pregona.

Recientemente he estado leyendo unas historias, y una en particular me tocó el corazón.


Y joven había recibido la comisión de su denominación para ir a Africa como misionero.
El sabía que esta era la voluntad de Dios para su vida. Solo una cosa le causó desánimo
en toda la alegría. Su novia de muchos años le dijo que si aceptaba la comisión de ir, ella
no se casaría con él. El rogò y le pidió que reconsiderara; intentó razónar con ella, pero
ella no cambiaba de parecer. Ella le dijo, “Si tu aceptas este puesto como misionero para
ir a Africa, no me casaré contigo.” Él estaba quebrantado de corazón, pero sabía que era
lo que Dios esperaba de él, y dijo, “tengo que ir.” Un mes antes de que zarpar para
Africa, le escribió una última carta, contándole de su gran amor por ella, y pidiendole que
reconsiderara. Pero como post data, él escribió al final de la carta, “pero si esta carta te
ha entristecido, entonces tírala y no la contestes.” Sin embargo, Dios cambió su corazón.
Ella tuvo un encuentro con Dios, y rapidamente busco papel y pluma y le escribió de
vuelta. Le dijo de mil formas cuanto le amaba, como Dios había tratado con ella y ahora
estaba lista para obedecerle, y no sólo eso, sino que estaba dispuesta a seguirle hasta los
confines de la tierra, ya que su corazón le pertenecía. Ella selló el sobre con un beso, y le
puso un timbre. Iba a salir a correos, pero estaba lloviendo a cántaros y ella decidió
esperar. Su hermano menor estaba en casa con ella, y le dió una moneda para él corriese a
correos y enviase la carta. Bueno, ella esperaba una contestación de su novio en unas
semanas, sin embargo no le llegó ninguna carta. La semana siguiente, igual. Por varios
meses ella esperaba escuchar algo de él, cuando le llegó las noticias de que el joven había
zarpado en un barco rumbo a Africa. Se había ido sin ella. Ahora ella era la que tenía el
corazón quebrantado y se sentía desahuciada. Muchos años despúes, la familia se estaba
mudando y en la mudanza ella encontró un abrigo viejo de su hermano menor, y en el
bolsillo del abrigo, encontró su carta. Él nunca la había enviado.

No nos quedemos con la carta del amor de Dios en nuestro bolsillo. Necesitamos
compartirla con el mundo a quien fue escrita. Debemos decirles a los que no han
oido; debemos alcanzar a los que no han sido alcanzados. Tenemos que llevar un
Cristo viviente a un mundo en agonía.

El Pastor Gene Pietrini: El hecho es que la semilla del pecado ha estado en el corazón
de la humanidad desde el día en que Adán y Eva, de forma voluntari,a se rebelaron
contra Dios y desobedecieron el mandamiento de Dios. Ahora esa semilla es parte de
nosotros.
No había esperanza para ninguno de nosotros. Estábamos en una situación desesperada,
separados de Dios, sin oportunidad de tener una relación con El, y todo a causa de esa
semilla que estaba en nosotros. Y Dios es santo. Un hombre pecaminoso no puede tener
una relación con un Dios santo, al no ser que la paga de su pecado sea saldada.
Amigo, La Biblia no cuenta que nada pudo redimirnos, No había dinero suficiente para
comprar nuestra redención. Por eso la Biblia nos dice que no hemos sido redimidos con
cosas corruptibles como el oro y la plata, sino con algo incorruptible, la preciosa sangre
del Cordero. Jesús entregó su vida para que nosotros pudiésemos conocer el perdón y
para que pudiésemos tener la vida eterna. Pero es nuestra decisión.

Les contaré una historia breve sobre un hombre llamado Saulo de Tarso. Este Saulo era
un lider en Israel. Era un fariseo que odiaba a Cristo. La Biblia nos dice que este
hombre perseguía a los creyentes. Los echaba a la carcel y los mataba. Él fue el que
guardó los abrigos de los quien lapidaron a Esteban. Un día, él iba a Damasco para
seguir haciendo las mismas cosas, cuando algo soprendente sucedió. Una luz brilló del
cielo, y Dios, Jesús, empezó a hablarle a Saulo. Él dijo, “Saulo, Saulo, por qué me
persigues?” Ese día, en el camino a Damasco, Saulo fue convertido, y eventualmente
llegó a ser San Pablo, el gran apostol. A partir de ese momento, él nunca desperdició
una oportunidad para contar del gran milagro que le había sucedido en el camino a
Damasco. Una vez, estando en Jerusalén predicando, fue arrestado y compareció ante el
Rey Agripa, quien había llegado a la región. Como siempre, Pablo le contó su historia,
como solía hacerlo. Al final, le hizo la siguiente pregunta al Rey Agripa. Y amigo, si
nunca has invitado a Jesús a tu vida, escucha bien la pregunta que Pablo hizo. El dijo,
“Rey Agripa, ¿crees en los profetas?” En otras palabras, ¿ Crees en la Palabra de
Dios? ¿Crees en los profetas? luego dijo, “Yo sé que crees.” Y luego el Rey Agripa le
contesto lo siguiente, “Pablo, por poco me persuades a ser Cristiano.”
Pero no fue persuadido lo suficiente y nunca entregó su vida a Cristo, por lo menos no en
lo que nosotros conocemos de las escrituras. Casi persuadido. Él sabía que lo que Pablo
decía era la verdad., pero no quedó lo suficiente persuadido como para invitar a Cristo a
su vida. Y en un caso como ese, la persona está perdida por toda la eternidad. Hay un
dicho que va así, “La mayoría de la gente fracasa en ir al cielo sólo por 40 centímetros.
Amigo, hoy es tu día.

Si nunca has entregado tu vida a Cristo, te animamos a que ores lo siguiente:

Padre Celestial, O Dios, en el nombre de Jesús, me siento abrumado por tu


amor, por el hecho de que estás pensando en mi hoy. Señor, hoy es mi día, y
estoy listo. Me arrepiento de mis pecados. Doy la espalda a mi pasado. Jesús,
acepto tu perdón. Ven a mi corazón O Señor. Te entrego mi vida. Yo creo que
moriste por mí. Creo que resucitaste de los muertos. Y Jesús, yo te confieso
como Señor de mi vida. Gracias por haberme amado tanto. Señor, te pertenezco
y oro todo esto en el nombre de Jesucristo, amén.

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