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Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 19/06/07
Teórico-Práctico № 9 Prof.: Fermín Rodríguez
[Gilles Deleuze]
Por eso esa pregunta inicial que hicimos (cuál es el soporte del
sentido, cuál es la significación de la experiencia) para el estructuralismo
es el lenguaje y no la conciencia, aunque a espaldas nuestras. Entre las
palabras y las cosas no se interpone la conciencia sino la estructura
simbólica, el significante, el código. De manera tal que el sentido de la
experiencia es el sentido que la experiencia puede recibir por parte de un
discurso, un sistema (un discurso es un sistema de límites) que pone
límites a lo dicho y a lo pensable. Es decir, habría un plano anterior a la
conciencia (la estructura, lo simbólico) en el cual la experiencia recibe
significado. Entonces ya no hay un mundo de significados que son
representados, sino que el mundo se vuelve significativo a través de la
estructura y del código cultural. Todos los pensamientos y actos estarían
predeterminados por esta estructura significante.
En este sentido, uno puede decir que todo discurso tiene la estructura
del deseo y los significantes representan lo que ya no está presente, así
como el deseo es el acto de no tener algo o su signo. La ley del significante
es la de la falta y de la diferencia negativa, de lo que no es. Es un poco lo
que dice “La carta robada”: la falta es lo que introduce el sistema simbólico.
La carta, la letra, tiene un valor como faltante. El significante lo es de una
falta, de algo que no está presente. El problema del policía es ése, que no
ve que no hay carta. La idea sería que a lo real no le falta nada y es lo
simbólico quien introduce la dimensión de la falta. Si no tenemos
necesidades, por otra parte, si no nos falta nada, no hay progreso posible
porque se vive con lo que se tiene. Entonces, no habría representación de
lo que le falta. Pero la cuestión es que habría que producir tipos de sujetos
carentes como forma de establecer una garantía sobre ellos y como
mecanismos de poder, pero sin representación de lo que le falta para que
nunca puedan salir adelante. Sarmiento funda un desierto que es falta de
cultura y civilización, pero de hecho a ese paisaje no le falta nada. El texto
de Sarmiento funda esa construcción artificial que es la civilización que es
lo que le falta al desierto.
Alumno: (Inaudible).
Alumno: (Inaudible).
Una máquina no es nada sino las conexiones que hace, una máquina
es lo que hace y lo que hace es actuar directamente sobre lo real. Deleuze
dice que la escritura es experimentación sobre lo real. El libro como
máquina puede conectarse directamente con eslabones no lingüísticos o
lingüísticos. Esto depende de con qué máquina se conecte. En la máquina
no hay producción de algo para alguien, sino producción por la producción
misma. Esto es lo que Deleuze llama “inmanencia”. No hay un fin exterior
hacia el cual está orientado la máquina, sino que se da esta producción
inmanente. Por eso aparecen estos problemas tautológicos, tal vez. El
(T y A., 9) 14
Más bien, dice Deleuze, hay que pensar por multiplicidades, hay que
pensar en un devenir sin ser. Al principio está el cambio y la diferencia.
Todo esto significa cruces y una máquina se conecta con otra máquina.
Siempre hay reunión y conexión; el flujo del pelo se reúne con el flujo de la
tijera en el corte de un pelo. Hay dos cosas que se conectan, hacen
máquina y se cruzan. Esto es contingente porque se organizan en un
continente que llama “máquina de máquina” y esta contingencia se
canaliza en determinada dirección. Estamos acostumbrados a pensar lo
múltiple, dice Deleuze, como adjetivo (algo es múltiple), pero hay que
sustantivar esa idea ya que se parte de una multiplicidad que no es atributo
de algo.
(T y A., 9) 15
incorporar la carne que va a ser cortada. Hay algo que está afuera de esos
objetos que es el poder de cortar un cuerpo. Un cuerpo para Deleuze no se
define por lo que es sino que se define por lo que puede, por aquello que
es capaz de hacer, por su devenir y por su poder de devenir. Los poderes
son virtuales en el sentido de incorporales. Nunca sabemos aquello de lo
que un cuerpo es capaz. Los poderes de un cuerpo se van determinando
parcialmente en encuentros contingentes.
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Cod. 21
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TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra
C)
Fecha: 22-marzo-07
Ante todo me disculpo por no haber asistido el martes y haber postergado para hoy
esta clase inaugural que no inaugurará nada. [Durante los minutos siguientes, el
profesor presenta a sus ayudantes quienes reparten las planillas de inscripción a
prácticos] Ustedes seguramente tienen ya una copia del programa de la materia o, si
no la tienen, se encargarán de tenerla cuanto antes. Ahí, en el programa, está la
ideología de la cátedra; ahí uno puede ver la calaña de profesores que ha redactado
el programa y proceder en consecuencia. Normalmente esta consecuencia es que
ustedes huyen. Pero incluso para huir, para no quedar entrampados, ahí tienen
ustedes la lectura de esta Biblia que es el programa de la materia.
De eso les voy a hablar después. Ahora ustedes van a recibir dos hojas. Una hoja,
impresa en anverso y reverso, es la ficha de inscripción a trabajos prácticos.
Seguramente ha circulado por los pasillos de la facultad, que es donde está la verdad
–la verdad reina en los pasillos, no en los despachos– , una lista con las distintas
comisiones y horarios. Pero esta vez la verdad de los pasillos no es tan verdad. Si
ustedes ya tienen una lista de comisiones, no sé cuál será, pero la “verdadera” es la
que les daremos ahora.
Es una ficha que ustedes tienen que completar. Tiene instrucciones que son fáciles de
seguir, las pensamos para niños de jardín de infantes por lo tanto creo que podrán
seguirlas, aunque no faltará quien, retrotraído a esa tumultuosa franja etaria del
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pasado, trastabilla y no puede llenar la ficha. Cualquier cosa, pregunten. No tengan
vergüenza, siempre se vuelve al jardín de infantes.
Eso respecto de la primera hoja que repartiremos. Les pedimos que pongan dos
comisiones posibles, no una sola. Todavía no empiecen a llenar nada, porque hay
una serie de requisitos. Si ustedes se anotan todos en una misma comisión, no
podemos hacer nada; tendríamos entonces que recurrir a una solución desagradable
y decir algo así como “hasta acá entran; a partir de acá, afuera”. Pretendemos que
esto no ocurra. Por eso, obligatoriamente tienen que rellenar el formulario de
inscripción haciendo una cruz en dos comisiones. Dos comisiones a las que ustedes
puedan, en principio, asistir –la inscripción acabará siendo, por supuesto, a una sola.
Les pedimos dos huecos de vuestra vida, nada más. Sencillamente. Busquen
afanosamente dos huecos de vuestra vida, que seguro tienen, como todo el mundo.
Y existe una restricción a la hora de elegir las dos comisiones. Esto no lo inventé yo
sino mis amigos de la cátedra, que son mentes diabólicas. Pero ellos son, además de
maléficos, sabios. Noten de paso que la sabiduría no está ligada a la bienaventuranza
sino más bien a la maldad. Los sabios suelen ser malos, y ellos son sabios.
Eso respecto de la primera de las hojitas que les repartiremos en este mismo
momento. La otra hojita es un cuento que inmediatamente ustedes van a leer. Y
atentos al tema del programa de este año, que se llama “Las acciones de la crítica”.
Las acciones. Ustedes van a accionar de modo que me cuenten cómo analizan un
cuento. Les voy a pedir para eso que superen una enfermedad endémica argentina,
una enfermedad que contraría aparentemente esa especie de psicología nacional que
dice que los argentinos somos prepotentes. En efecto, somos prepotentes. Pero, en
estado de clase, en estado de alumnos, solemos ser, por prepotentes, bastante
silenciosos. No se nos oye. No expresamos nuestra opinión. Y esta es la enfermedad
endémica a la que me refiero, la enfermedad de la vergüenza que no contraría sino
que complementa a esa tan mentada prepotencia nuestra. ¿Vergüenza de qué? De
meter la pata, de decir un disparate, de que el compañero a quien no conozco –el
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compañero, la compañera, el futuro novio, la futura novia– descubra un bache, una
falta. Se supone que están acá no sé si para llenar faltas pero sí para interaccionar.
Alumnos mudos son alumnos inexistentes. Por lo tanto los voy a invitar hoy a que
me cuenten sus primeras impresiones de un cuento que, por supuesto, es corto –digo
“por supuesto” porque es elemental que sea corto para el propósito de esta clase de
hoy– y que es además de un autor canónico como Jorge Luis Borges, un autor que
ustedes, a lo mejor, esperarían no leer nunca más, pero, bueno, acá está. Es el cuento
“La casa de Asterión”.
De todos modos, no se aflijan, solamente van a ver Borges ahora, en un tramo muy
específico de la cursada. Porque hemos gastado a Borges durante todos estos años. Y
este año vamos a ensayar con Rodolfo Walsh, que es el autor que ustedes van a leer
en las comisiones de prácticos. Un autor que, hasta cierto punto y a partir de cierto
momento, es el antiBorges. Digo a partir de cierto momento porque, en efecto, el
primer tramo de la producción literaria de Rodolfo Walsh entra también dentro de la
estela, o del paraguas protector, o de la luz, o de la luz y la sombra, de la literatura de
Borges, particularmente de la literatura policial e intelectual que Borges inaugura en
la literatura argentina. Pero a partir de un texto que se llama Operación masacre, y que
ustedes van a leer después, hay un cambio muy grande en la producción de Walsh.
Un cambio que afecta no sólo a su producción sino al periodismo argentino, por un
lado, y a la literatura argentina también.
Entonces, nos vamos a centrar este año en algunos textos de Rodolfo Walsh. Pero a
mí me toca, por prurito –como soy viejo estoy a favor del canon–, ofrecerles un
pequeño pantallazo de Borges. Pequeño nomás. Empezaremos con un texto de una
paginita, un texto corto como es “La casa de Asterión”, fácil de leer, fácil de
comentar, aunque debo decirles que estos textos que se presentan como los más
fáciles son en realidad los más complicados para la crítica literaria. De tan fáciles,
uno sabe qué decir, dónde hincar el diente, por dónde empezar, y eso puede ser un
problema.
Les cuento que, luego de la inscripción que ahora estamos haciendo, los profesores
de la cátedra procederán a la organización de las comisiones. Ellos retornarán al final
de la clase para decirles en qué comisión quedaron, si en la primera opción o en la
segunda opción elegida por cada uno de ustedes. Si ocurre que el runrún de mi voz
los hace quedar exhaustos y deciden abandonar la clase antes del final, los resultados
de la inscripción estarán pegados en la cartelera del Departamento de Letras, en el
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tercer piso, la cartelera que está al lado de la oficina del Departamento. Esas listas
van a estar pegadas a partir del lunes próximo.
Les recuerdo que esta materia tiene ocho horas semanales de clase, repartidas de la
siguiente manera: cuatro horas de clase teórica –que son éstas–, dos horas de teórico-
práctico y dos horas de prácticos (a los que se están inscribiendo).
Se entiende, entonces, que ustedes no deben asistir a los dos teórico-prácticos de cada
semana sino solamente a uno, al que quieran, al que mejor les convenga según sus
horarios. No hay inscripción previa a uno de esos dos turnos: pueden venir al que
quieran, cuando quieran, y pueden incluso cambiar de turno sobre la marcha o hasta
alternar según su capricho una semana al de las 17 horas y la otra al de las 21 horas.
Lo que deben tener en cuenta es que, al igual que los prácticos, los teórico-prácticos
son de asistencia obligatoria: sea cual fuere el turno de teórico-práctico al que cada
semana asistirán, cada día ustedes debe dar presente firmando en una hojita.
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ejercicio de escritura. Entonces, este primer ejercicio será un análisis o un artículo o
un comentario sobre un texto de Rodolfo Walsh.
No les puedo adelantar qué texto de Walsh ustedes van a empezar a leer en prácticos
la semana próxima porque cada profesor de trabajos prácticos va a elegir el suyo, el
que más le divierte, el que más le gusta o el que más odia. O sea que cada comisión
empezará con un texto diferente.
El segundo y el tercer ejercicio son los llamados parciales. Parciales sobre temas
desarrollados en teóricos, teórico-prácticos y prácticos. Como tenemos una
concepción de la escritura, del tiempo de la escritura ligado al ocio, esos parciales van
a ser domiciliarios.
Ustedes habrán notado que la literatura argentina es un poco tilinga –palabra pasada
de moda–: tiene una exagerada reverencia por sus autores oligárquicos. Lo vemos en
Victoria Ocampo, por ejemplo, que siempre escribió mal la pobre. Es como una
especie de estandarte cultural de la cultura argentina. A Borges lo pondría aparte de
esa tradición oligárquica donde, entre otros, sin duda está Güiraldes. Borges es, como
dice David Viñas, un hidalgo pobre, es decir no tiene el ocio asegurado. Esto es
importante. Borges trabaja como bibliotecario, tiene un puesto en la Biblioteca
Miguel Cané donde se gana la vida. Según el mito, ocurre que el gobierno peronista
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o casi a punto de ser peronista, poco antes de las elecciones que llevarían a Perón a la
presidencia, lo nombra o la “asciende” a Borges de bibliotecario –esto no está
demasiado comprobado– a Inspector de Pollos y Conejos –la denominación de este
hipotético cargo varía según las versiones de este episodio: otros hablan de Inspector
de Ferias. Tras lo cual Borges “se saca el yugo” de la biblioteca, y le debe al
peronismo algo notable: el comienzo de su vida como conferenciante público. Él, que
nunca había podido hablar en público, no asegurada su fuente de ocio, debe a partir
de allí dar conferencias para ganarse la vida. Eso se lo debe al peronismo –por
supuesto, Borges detesta el peronismo.
Alumna: Yo soy de Filosofía, por ahí mi pregunta no tenga mucho que ver en una
clase de Letras. Yo pensaba en Cortázar: el tipo escribe “en argentino”, pero lo
escuchás hablar y no puede pronunciar la erre.
Profesor: El problema de la erre no tiene nada que ver con que él haya residido en
Francia, sino con algo que a muchos niños quizás muy apegados a sus mamás les
ocurre. Algunos psicoanalistas han visto que los niños que más tardan en despegarse
del calor materno suelen ser proclives a arrastrar la erre. O sea que no tiene nada que
ver con el pasaje de Cortázar a Francia –además ya era bastante grandecito cuando se
instaló en Francia.
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qué prepotente es este tipo. Por favor, no me hablen de él. Si quieren hablar, hablen
mal y serán escuchados.
Entonces el parcial va a ser domiciliario, los dos parciales van a serlo. Ustedes
tendrán una semana de tiempo entre el momento en que reciben las preguntas y el
momento en que deben entregar las respuestas. En esa semana ustedes escribirán en
las condiciones que crean más convenientes, en el ocio o en el rato de ocio que
supieron conseguir.
Claro que el parcial domiciliario tiene una particularidad, y es que permite pensar, a
ustedes, a nosotros que los evaluamos, en la posibilidad de copiarse. “Nos podemos
copiar”, pensarán ustedes. Al respecto, yo hace muchos años que vengo repitiendo lo
mismo: roben tranquilos, la literatura es una cuestión de robo. La literatura no viene
de la nada; viene, entre otras cosas, de la literatura. La literatura viene de otros
textos. Un texto, dicen los teóricos de la literatura, es una panoplia de citas.
Lamentablemente, muchos que se dedican a la literatura, no lo entienden. Y ustedes
dirán “¿usted está de acuerdo con el robo, profesor?” Sí, estoy de acuerdo. Pero con
un tipo de robo. Que es el robo auténtico. Ése que el lector tarda años en descubrir.
Donde el autor ha robado bien. Imagínense un robo que el lector detecta
inmediatamente: no es un robo, es un espanto. Sería el colmo.
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Hay una seriedad detrás de esto que digo. Esto se llama intertextualidad. Que no es
una figura retórica, les aclaro; es un proceso genético, que responde a la pregunta
acerca de cómo genera un texto. La teoría de la intertextualidad sostiene que un texto
se genera a partir de otro texto. Si ustedes andan por internet verán que esto que
estoy diciendo ha aparecido en relación a un pequeño escandalito reciente en torno a
un premio que un jurado de notables otorgó a una novela, Bolivia Construcciones, de
alguien de esta alta casa de estudios. Y pareciera, en este escandalete, que todos los
profesores de esta casa son gente que odia la literatura y se han puesto de acuerdo
para defender a un joven escritor a quien la institución que realiza tal concurso, y el
jurado de notables que lo evalúa, decidió sacarle el premio. El jurado no se había
dado cuenta del robo, es decir que el robo funcionó perfecto. Y después, con el
premio ya entregado y el libro publicado, alguien, un lector joven como ustedes, de
17 años, descubrió el intertexto o el robo o el plagio. ¿Qué hace el jurado? Decide
retirar el premio.
Entonces, soy consecuente con lo que siempre he dicho y dije también en torno a este
episodio: para mí la literatura es robo. Un robo en ciertas condiciones muy
específicas. Por lo tanto, ustedes copien todo lo que quieran, pero copien bien. Si
copian íntegramente un texto, yo creo que ese tipo de robo no les va a funcionar, que
nosotros lo vamos a detectar. Copien inventando. Inventen cuando no saben. El
invento viene de lo que leyeron; no se inventa de la nada. El invento viene de lo que
roban, de lo que sacan de acá y de allá, de lo que creían no saber pero lo sabían, de lo
que tenían olvidado pero reaparece inmediatamente al escribir. Eso es también la
literatura y la crítica literaria. Entonces, a mí no me preocupa lo que ustedes hagan
en materia de robo o de copia. Eso sí: van a tener que convencernos de que son
capaces de leer un texto, capaces de pensar en la teoría literaria. Y ahí no hay robo:
ahí piensan o no piensan.
Por lo tanto, las preguntas que les haremos en los parciales domiciliarios serán lo
suficientemente complejas como para que la ganzúa a ser empleada por ustedes sea lo
suficientemente sofisticada y les permita rendir sus frutos. Si copian fácil, si roban
fácil y copian, quiere decir que la pregunta es estúpida y el que la redactó también.
Así de sencillo. ¿Alguna pregunta?
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no sólo el mayor de los respetos sino la mayor de las confianzas. Pero tengan en
cuenta que hay cosas que ocurren a nivel de acontecimiento en una clase que de
ninguna manera pueden ser transcriptas. Cosas mínimas quizás, tontas quizás,
ridículas quizás, pero que forman parte de algo. No quiero ponerme misterioso; son
cosas concretas que se dan acá, en una entonación de una palabra, en un gesto, etc
etc. De todos modos, si se les hace imposible asistir muy seguido a los teóricos, o si el
calor de esta sala se les vuelve insoportable, lean las clases. Yo no cobro nada por
esas desgrabaciones de clases, debo aclarar. Al contrario, siempre me quejo.
Acá alguien que me haya seguido puede decir “cómo es posible, el profesor habla del
robo y ahora quiere la propiedad privada de sus palabras”. En esta sociedad
capitalista, alguien que habla cobra. Les hago una pregunta: ¿La palabra tiene
propiedad privada?
Alumno: No.
Profesor: No hay propiedad privada en el lenguaje. No hay lenguaje privado, diría
Wittgenstein.
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respuesta de Foucault es muy sencilla: para castigarlos. Para que se hagan
responsables de lo que dicen. Si hay un nombre de autor, lo puedo penar.
Tomemos por ejemplo la palabra “laberinto”. Cuando uno la lee, ¿en quién piensa?
Piensa en Borges. Pero la palabra laberinto no es de Borges. Borges ha hecho de esa
palabra una particular obsesión. Los escritores, también Sábato, suelen tener ciertas
obsesiones. En Hemingway por ejemplo será la palabra daiquiri: sus personajes
toman daiquiri hasta morir. Borges está obsesionado por los laberintos. Y lo que él
hace con una palabra como laberinto, que es una palabra común y corriente y que
tiene una carga mítica muy fuerte, es apoderarse de ella y hacer algo distintivo. Es
como si Borges hubiera tomado un texto –y esto hablando ya del texto que hoy
vamos a leer– y hubiera puesto encima su firma. Porque lo que hace el escritor es
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sellar, poner una marca distintiva, en algo que es común. Ese algo sigue siendo
común –la palabra laberinto, la palabra inglesa para ventanas– pero esas palabras, a
partir de alguien que las firma, que escribe sobre ellas, se convierten, no por una
operación mágica sino, todo lo contrario, por una operación muy concreta que
depende de muchos factores, en señales de esta sobremarca añadida a un texto que es
de todos y no es de nadie.
Noten que no estoy hablando ni de interioridad del artista ni de genio ni de todo eso
tipo de cosas que los invito a abandonar para que les vaya bien en esta cátedra.
Seguramente circularán por ahí vocabularios que a ustedes les servirán de ayuda para
no caer en esos otros vocabularios del genio creador etc. Por ejemplo, si tengo que
decir algo y se me ocurre la palabra fuente, la borro y pongo “intertexto”. O, cuando
estoy a punto de decir autor, hablaré de productor. Hablando en serio, las palabras
nunca son inocentes, y detrás de ellas siempre hay concepciones (del lenguaje, de la
literatura, del mundo).
Les doy ahora la oportunidad de que rajen. Propongo un descanso de cinco minutos
para tomar aire. ¿Alguno quiere hacer una pregunta antes?
La bibliografía obligatoria se les irá dando clase tras clase con algunas semanas de
anticipación respecto del día en cuestión en que esa ficha bibliográfica sea tratada en
clase. Y la bibliografía obligatoria puede cambiar sin previo aviso. Eso, porque
nosotros no podemos saber cómo ustedes van a responder a la bibliografía prevista a
comienzo de la cursada.
Les voy a indicar la bibliografía de las primeras semanas para teóricos y teórico-
prácticos; para prácticos, lo irán viendo en cada comisión. Para eso es necesario
aclararles algo: el profesor que va a dictar el primer teórico-práctico, Jorge Warley, no
puede asistir a uno de los dos turnos, específicamente al de las 17 horas. Pero yo voy
a estar ahí para todos aquellos que asistan al turno de las 17 horas. Sólo que, porque
el aula de ese primer turno es más chica, yo les pediría que, en lo posible, y sólo por
la primera semana, vengan en el turno de las 21 a 23. Tendremos que buscar luego
un aula más grande para el primer turno de TP [de aquí en más, TP = teórico-
prácticos]
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El primer TP va a ser muy particular. Esta cátedra no cree en las recetas, nunca creyó
en ninguna receta. Y cree que la teoría literaria no debe dar recetas para analizar
textos. Si algo es la teoría literaria, seguramente es un saber que no sirve para
analizar textos. ¿Para qué sirve la teoría literaria? Para pensar la literatura. Yo diría,
sacando la palabra literatura, para pensar.
Bueno, les decía que el primer TP –que va a ser dictado por Jorge Warley, quien sólo
puede asistir al turno de las 21 a 23, en el turno de las 17 estaré yo para dar la clase si
es necesario y si la capacidad del aula nos lo permite, aunque les recomiendo por
estas razones que por la primera semana asistan al turno de las 21 horas– va a ser un
TP muy particular. En contra de nuestros principios, para ese primer TP hemos
propuesto algo así como una clase, que dará Warley, sobre cómo analizar un texto
literario. Es decir que empezaremos por recetas, dando recetas. Pero por favor les
pido que olviden las recetas. Una vez que la oyeron, traten de olvidarla lo más
rápido posible. Todas las recetas, las que dé yo o quien fuere.
¿Por qué? Porque evidentemente con las recetas se hace aquello que las recetas dejan
hacer. Tomemos un caso, por ejemplo algo muy típico de una cultura como la
nuestra, la porteña, que es una cultura devastada por el psicoanálisis. El psicoanálisis
tiene su receta también para analizar textos. En esa receta –simplifico, desde luego–
todo aquello que tiene punta es un falo. Y todo aquello que supone un hueco es la
vagina o la castración. Por supuesto está el psicoanálisis lacaniano, y algo vamos a
tener que aprender, hay una parte del programa dedicada a ello.
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En el psicoanálisis está la idea o la declaración de que el edipo es universal. Si el
edipo es universal, entonces voy a encontrar relaciones edípicas en cualquier texto,
las voy a encontrar acá, en la clase, en la relación entre alumnos y profesores –para el
edipo los profesores somos, desde luego, padres sustitutos, o abuelos sustitutos en
mi caso. Entonces cada vez que alguien se rebele en clase contra mí yo tendré que
decir “pobre, está atravesando un edipo negativo, lo perdonamos”. Es un discurso y
un vocabulario, el psicoanalítico, muy típico nuestro; en vez de hablar de la sequía o
la inundación, la gente de Buenos Aires habla de lo mal que le fue en su última
sesión psicoanalítica, lo conversa con su mejor amigo o amiga. Esto que es tan
secreto, esto que es lo más íntimo o lo más secreto o lo más sucio y que le pago a un
tipo para contárselo, en la cultura porteña o argentina no queda enclaustrado ahí:
cuando una mujer sale de la sesión, se encuentra con la amiga o el amigo ¿y qué le
cuenta? Le cuenta lo que le pasó con el psicoanalista: el tipo la miró con una mirada
intencional, está perdidamente enamorado de ella y ese tipo de cosas. Eso que
solamente ocurre en las películas de Woody Allen y en la ciudad de Buenos Aires.
Hay dos problemas con la teoría literaria. El primer problema es que no se lee
inocentemente un texto. La cultura da ideas, aunque vagas, de qué es un texto, qué es
el lenguaje y cómo se usa el lenguaje. Ustedes tienen una idea, por ejemplo, sobre
qué es poesía. Siempre hay una teoría funcionando. El lector tiene ideas, tiene
prejuicios con los que lee. Pero los textos son otra cosa, que no se deja agarrar tan
fácilmente. Yo apelaría a la experiencia de ustedes como lectores frente a textos que
los capturaron y de los que sin embargo, al menos por momentos, no entendieron ni
jota. Siempre hay algo que no terminamos de entender y de lo que queremos saber
más. Y evidentemente un lector más avezado, alguien que haya transitado por estas
aulas, tiene una competencia mayor para leer. No es que los textos dejen de
sorprenderlo, desde ya, pero se desenvuelve mejor frente a ellos.
Entonces, hay teoría, siempre; si no hay teoría no se lee nada, no se puede leer. Pero
está también el otro problema: un exceso de teoría. Ahí se cae en el problema del
molde al que antes me refería, de la receta. Pierdo la singularidad del texto, su
carácter de acontecimiento cae derrotado ante el exceso de teoría. Bien, ahora sí
vamos a hacer una pausa de cinco minutos.
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….
Vamos a empezar a ver este texto, “La casa de Asterión”. Después, en las próximas
clases, vamos a trabajar con un cuento famoso de Borges, “La muerte y la brújula”,
un cuento que les va a servir también para pensar qué es lo que luego Walsh hace
con el género policial.
Olvidé decirles algo: para el primer TP no hay bibliografía porque va a ser, como les
dije, una clase de “recetas” sobre cómo se analiza un texto literario –una cosa que
nunca hemos hecho antes, y que les pido que no tomen demasiado en serio; es para
que tengan una referencia. Para el segundo TP, o sea la semana siguiente a la
próxima, ya sea para el turno de las 17 horas como para el de las 21 horas, tienen que
leer dos textos clásicos de la teoría literaria, dos clásicos también de una teoría
literaria que es la del formalismo ruso. Al principio no van a tener la menor idea de lo
que estamos hablando. Pero esa confusión va a ir desapareciendo lentamente
después de quince días. A algunos les llevará más tiempo. Lo peligroso es que
ustedes no sepan de qué va esta materia promediando junio. Ahí es para alarmarse.
Pero los primeros momentos son ideales para este estado de confusión.
Decía que para ese teórico-práctico ustedes tienen que leer el que es el primer
manifiesto del formalismo ruso: “El arte como artificio”, escrito por Victor
Shklovski. Y también tienen que leer una suerte de historia del formalismo ruso, que
es “La teoría del método formal”, escrita por Boris Eijenbaun. Lean los dos dos o, si
no pueden por tiempo, lean bien uno. Siempre es mejor leer bien un texto que leer
mal dos.
Para los teóricos próximos, es decir para estas clases que yo doy, tienen que leer “La
muerte y la brújula” de Borges. Les hago una aclaración, pueden tomarla, si quieren,
como una receta, aunque no sé si lo es: un texto literario se empieza a entender, o se
empieza a “abrir” al trabajo de la lectura, a partir de la tercera lectura. No antes. Una
única lectura de un texto en un colectivo no sirve. Tienen que leer por lo menos tres
veces, quizás cuatro o cinco. Una lectura no alcanza; con una lectura uno apenas se
entera del color de la tipografía. No me miren como si yo fuera un tirano; esto es así.
Bueno, como les decía, para empezar el curso hemos optado por leer un cuento de
Borges. Yo imagino que ustedes tienen una cierta pasión por la literatura, y
“enchufarles” de entrada un texto de teoría literaria sería un mal comienzo, una mala
recepción respecto de lo que yo supongo que son las ganas que ustedes tienen de leer
literatura.
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No vamos a agotar el análisis de este cuento hoy, pero sí vamos a comenzar. El
cuento en cuestión es “La casa de Asterión”, un texto que seguramente no está entre
los diez ni entre los veinte “grandes cuentos de Borges” que todo el mundo ama o
deplora, pero que es muy útil para nuestro propósito de comenzar leyendo un
cuento.
Ahora voy a pasarle el micrófono a alguien con voz clara y argentina –digo argentina
en sentido de cristalina. A ver un voluntario.
[Un alumno lee “La casa de Asterión” en voz alta. Como el alumno saltea de su
lectura la referencia bibliográfica que aparece a la cabeza del texto, el profesor señala
que se trata de un acápite, el cual, al igual que la nota al pie que también aparece allí,
es una de las tantas marcas textuales que, según cierto vocabulario de la teoría
literaria proveniente de Gerad Gennette, reciben el nombre de paratextos ]
Los dos primeros son de un señor que se llama Víctor Vásquez, a quien no conozco,
que escribió un sesudo artículo llamado “Ariadna en el laberinto: una lectura de ‘La
casa de Asterión´” al que publicó según parece en un periódico llamado Cifra nueva
de la ciudad de Trujillo –ustedes saben que hay varias ciudades con ese nombre, no
sé a cuál pertenece– en el año 2002. Primera cita:
La presencia concreta del espíritu borgiano cruza los límites de la significación y hace
que las palabras floten en la fluctuante naturaleza del lenguaje. Ese espíritu, ese fantasma,
propone una nueva conexión entre las cosas y las palabras.
Qué perplejidad, ¿no? Porque esto puede ser dicho de este cuento, de cualquier otro
cuento de Borges, de cualquier otro cuento de la literatura argentina o ecuatoriana,
etc. Es un blablablá sin sentido. Eso de “la presencia concreta del espíritu”. Y las
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palabras que “floten en la fluctuante”… será por la aliteración de sonidos que lo dijo.
¿Por qué es fluctuante la naturaleza del lenguaje? ¿Por qué no es amarga, o
volcánica?
Les estoy diciendo que no hagan estas cosas. Vayamos a la segunda cita que les traje,
del mismo autor:
Según Borges, Asterión ve a Teseo cuando éste se esconde en las entrañas del mar –
leyó otro cuento– pero sólo es una intuición: “Alguno, creo, se ocultó bajo el mar”.
El crítico acá está citando el texto. Ése que se “ocultó bajo el mar”, nos dice, es Teseo.
Es otro cuento totalmente diferente. Teseo no se ocultó bajó el mar. El señor en
cuestión se está olvidando acá del contexto de lo que está leyendo. “Ocultarse bajo el
mar” ¿qué significa en el contexto de este cuento?
Hay una anécdota que suelo contar, a partir de algo que la madre de Rimbaud le
escribe a su hijo y algo que éste le responde. Algunos de ustedes habrán leído la
poesía de Rimbaud. Bueno, ocurre que la madre había leído, creo, Una temporada en el
infierno y, asustada, le pregunta en una carta a su hijo cómo debería leer esos poemas.
A lo cual Rimbaud le responde: “literalmente y en todos los sentidos posibles”.
Para leer en todos los sentidos posibles, yo igual les diría que primero deben leer
literalmente. Si no, cometen el mismo espantoso error que este señor, quien no lee el
contexto de la frase: se entusiasma con el carácter poético de una frase como “se
ocultó bajo el mar” y automáticamente se lanza a la interpretación. Gran error. Lo
más parecido a la interpretación es el delirio. Yo no veo mal que la gente delire,
siempre que el delirio sea riguroso. Así debe ser el delirio del que lee un texto
literario. Si lee como este señor, es una patraña.
Por último, les traje una cita de una señora o señorita que responde al simpático
nombre de Paloma. Las palomas tienen el vuelo largo, pero esta Paloma me parece
que tiene el vuelo corto, y bajo. Esto que van a ver acá es muy común y es de lo peor
que pueden hacer. Hay una tentación en la teoría de la “expresividad” que es la
siguiente: decir que, por ejemplo, si Borges fue capaz de crear este monstruo,
seguramente el monstruo… es él.
16
Y esta paloma que vuela bajo dice:
Asterión es ahora Borges, atormentadamente Borges. [el profesor lee sílaba por
sílaba la palabra “atormentadamente”, y hay un estallido general de risa] Criatura o
sueño suyo, doble en el espejo, ficción mimética de su alma… –parece que Paloma conocía
el alma de Borges y puede dar testimonio de este mimetismo. Me parece que tanto el
minotauro como el alma de Borges son incognoscibles. La frase de Paloma sigue:
… con todos sus fantasmas –Sábato está en todas partes– y personales carencias. Es
por ello que el relato adquiere el temblor de lo íntimo y nos conmueve con su verdad,
desconcierto del vivir, ¿para qué? –acá hay una especie da salto estilístico o sintáctico,
Paloma se juega toda, y por supuesto cae en picada: “¿para qué?”, y lo que sigue es
una cita de Octavio Paz, de repente, que pone en evidencia lo que les decía que
siempre robamos:
…desconcierto del vivir, ¿para qué?, laberinto de la soledad.
El “laberinto de la soledad” no lo inventó la señora; es el título de un libro de Octavio
Paz. Bueno, creo que les he enseñado mucho hoy; les he enseñado qué no hacer con
un texto literario. Pero antes de dejarlos con los ayudantes para ver en qué
comisiones quedaron asignados, les pido que alguno de ustedes me diga qué haría
con este texto, por dónde empezaría. No tengan miedo, somos 400 o 500 acá y el que
hable será totalmente olvidado en diez minutos. Salvo que lo diga sea una
genialidad. Pero imagino que no cometerán la torpeza de decir genialidades el
primer día de clase; guárdensela para más adelante.
Alumno: Por la manera en que aparece el minotauro, sus características… [Nota: éste,
como muchos otros comentarios de alumnos ubicados al fondo del aula y que suelen no ser
registrados por el grabador, aparece aquí simplificado y quizás modificado sustancialmente a partir
de lo que se llegó a entender; lo mismo vale para todas las entradas de discurso de alumnos que
aparecerán en las desgrabaciones posteriores]
Profesor: ¿Harías lo que en la jerga crítica se conoce como un análisis psicológico del
personaje?
Alumno: No, pero se le puede prestar atención al estilo.
Profesor: No está mal.
17
cuentos”. Esto es verdad. Desde que nace, el hombre cuenta y pide que le cuenten.
Cuando nos preguntan quién sos, uno hace un relato. El relato está por todas partes,
conforma el mundo y nos conforma a nosotros mismos.
A partir de esto que digo surge una pregunta: ¿puede haber un narrador que no sea
humano? Uno podría decir que sí. Por ejemplo, Manuel Puig trata en algún momento
de liberarse de esta categoría del narrador y hace hablar a las lápidas de un
cementerio. Ésta sería una manera de esquivar la voz humana de un narrador.
Pero hay otras posiciones narrativas. Como la del epígrafe. ¿Quién dice que “la reina
dio luz a Apolodoro”? ¿Borges? ¿Un sujeto textual?
O como la de la nota al pie. Parece un editor que ha puesto una nota aclarándoles
algo a los lectores. Es una instancia textual totalmente diferente de las dos o tres
anteriores. Es todo un juego complicadito, y si dijéramos “es una narración en
primera” o “es una narración en primera y en tercera” lo estaríamos simplificando.
Yo preferiría decir en este caso que hay distintas posiciones narrativas. Podemos
hablar también de una quinta posición: “A Marta Mosquera”. ¿Quién habla ahí?
Borges, seguro. Esa señora será una de esas amigas imposibles de Borges. En algún
lado está Borges, qué le vamos a hacer. Yo sé que ustedes vienen con la prevención
de que el autor no existe, pero, bueno, la verdad es que el autor en algún lugar está.
Y está también el título. Uno puede decir que el título y la dedicatoria son cosas que
puso el autor, algo que no me convence demasiado, pero de todos modos habría otra
voz ahí.
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Una cosa: ¿qué género discursivo conforma este cuento? No les hablo de género
literario en el sentido de literatura fantástica, sino de géneros discursivos, géneros
que aparecen en el lenguaje en general.
Muchos de los cuentos de Borges tienen la forma del duelo, el desafío intelectual con
el lector. Entonces, ¿qué género discursivo propone siempre un desafío al lector?
Piensen en un género popular…
Bueno, les pido que para la próxima clase traten de armar alguna lectura de este
cuento. Yo esperaré que algún o algunos voluntarios me cuenten esa lectura. Los dejo
ahora con los profesores de prácticos para ver en qué comisión quedó cada uno.
19
Cod. 16
14
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 27-marzo-07
Estoy acá con ustedes en una especie de “clase de compromiso” porque, como
ustedes saben y a pesar de que no parezca, el gremio que representa a los profesores
ha comenzado un paro por nuestros salarios. Yo solamente voy a ejemplificar
haciendo referencia al sueldo de muchos profesores. Más claro que lanzarse a un
discurso reivindicatorio gremial es decir, sencillamente, que un ayudante de trabajos
prácticos gana entre 300 y 350 pesos por mes. Creo que eso dice absolutamente todo.
Aunque podríamos seguir. También hay un porcentaje muy alto de docentes de esta
universidad que no cobra nada. Un porcentaje que llega a más del 30% de los
docentes de toda la universidad. No comento nada más. Esos ejemplos, para mí, ya
justifican la huelga.
Lo que voy a hacer hoy, ya que están acá, es dar una clase muy breve. Voy a dar clase
hasta las ocho. Y yo voy a descansar, porque los quiero escuchar a ustedes, como
habíamos convenido. Los voy a oír, los voy a corregir (o no, según). Pero
previamente hago unas aclaraciones.
1
Seguro la próxima semana va a llegar gente al TP de las 17 horas; por más que yo
insista, algunos van a ir. Ustedes saben que la comunicación entre los seres humanos
existe por excepción: normalmente es un desenchufe absoluto donde nadie se
entiende con nadie. Eso de la comunicación es algo muy extraño, no se da. Yo he
llegado a esa conclusión por dos vías. Primero, leyendo a Lacan. Segundo, teniendo
trato con ustedes. Creo que la segunda es mucho más enérgica que la primera.
Una cosa: muchos de ustedes, quizás por problemas de comunicación, quizás porque
hacía mucho calor, no han venido la semana pasada y no se han inscripto. Para
solucionar esto, a las ocho de la noche de hoy y en el Departamento de Letras yo voy
a inscribir a quienes no están inscriptos. Pero les pido flexibilidad, porque ya
comisiones sobresaturadas, y esas comisiones entonces ya están “cerradas”. A los
que ya se inscribieron pero todavía no saben dónde están, hay una lista en la cartela
del Departamento (tercer piso); tengo entendido que a los ayudantes se les
traspapelaron algunas fichas, quizás estaban un poco borrachos cuando organizaron
la inscripción, pero eso ya estará solucionado y todos ustedes van a poder encontrar
sus nombres y apellidos allí en la cartelera.
2
“Mayo del ’68, ya te vemos”. Lo imposible es lo único que vale. Y, ya que este año el
programa versa sobre las acciones, lo imposible actúa, no crean que no. Pero
dejémoslo ahí.
¿Estamos comunicados? Bueno, ahora los oigo. No se queden tan callados, había un
temario. Si ustedes estuvieron la clase pasada, habrán oído a un joven que, con
agradable voz, leyó magistralmente o casi un cuento de Borges llamado “La casa de
Asterión”.
Alumna: Porque “La casa…” habla de la soledad de Asterión y además en esa casa
hay un crimen. Y en “La muerte y la brújula” hay un asesinato, el último asesinato,
que se comete en una casa parecida.
Profesor: El único o el principal punto que conecta ambos cuentos se refiere a la
estructura de la novela policial. Lo de la soledad… Hay solamente una casa, que es
laberíntica, y en “La muerte y la brújula” tenemos al final una casa que es muy
extraña, en eso tenés razón. En esa casa todo se duplica: un sótano da a otro sótano y
así. Es casi un laberinto simétrico. Ahí está bien tu comentario.
Pero me resulta más interesante ir al punto de partida en la estructura del texto, y esa
estructura –que también tiene un relato policial– es la de la adivinanza. ¿Por qué?
Porque evidentemente plantea un enigma y ofrece la solución en el texto mismo.
Toda adivinanza, en su propia enunciación como problema, debe contener la
respuesta. La respuesta a quién es el asesino está, en un texto policial, en el interior
del texto, en su desarrollo. La solución del acertijo o el enigma o la adivinanza está en
su enunciación misma, sólo que el lector no puede leerla.
3
Profesor: Yo diría que la adivinanza ahí se proyecta en la siguiente pregunta: ¿quién
soy? Si el lector sabe que Asterión = minotauro, leerá por condescendencia a Borges,
porque para él este cuento no tiene enigma. El único enigma, en todo caso, pasa a ser
descubrir cómo Borges reelaboró el mito, qué hizo Borges con ese mito que ya
identifico de entrada.
Yo decía que este cuento tiene en su base dos géneros, que no son géneros literarios
pero sí géneros que están en casi todos los tesoros folclóricos universales. Por un lado
está el mito, que es una forma de narración. Un mito pone un cierto contenido en
forma de relato; el mito es un relato. Y por otro lado la adivinanza, que de alguna
forma también es un relato. La adivinanza tiene una forma de diálogo, diálogo con
dos partes (pregunta y respuesta) y dos interlocutores (el que plantea la pregunta y el
que responde). Entonces, son dos tipos de texto, que no vienen de la “literatura” sino
que vienen de la cultura, del folclore, de los relatos orales, de la cultura oral ágrafa o
casi ágrafa, de la antigüedad. En todas las culturas encontramos mitos en forma de
relatos y también adivinanzas.
Pero yo quería oírlos. La pregunta era qué hacer con un texto. Ya les dije que hay que
leerlo tres, cuatro veces; que la lectura de colectivo no sirve. Una cosa podría ser,
frente a este cuento, leer el mito: leer cómo queda el mito en este cuento. Porque el
mito no queda igual, ¿no? Hay toda una serie de transformaciones. Y, si seguimos
esto, yo me preguntaría sobre esas transformaciones: transformaciones en qué
niveles. Porque un texto tiene niveles –esto no es una receta. Un texto narrativo tiene
una instancia –también la podemos llamar una capa, un nivel; yo preferiría la palabra
instancia– que es la instancia de la narración. La clase pasada dijimos que es difícil
concebir (aunque podría ser posible) “máquinas de narrar”; que la narración es una
actividad humana. Y dijimos que la identidad colectiva o la identidad individual se
forma a través de relatos. Pensemos en una familia cualquiera: en ella circulan relatos
(Fulano es el vago, Mengano es el inteligente) y uno tiene lugares en ese relato.
Lugares que se van asignando, lugares previamente asignados. Antes de nacer, uno
ya viene al mundo dentro de un relato. El problema, a veces, es cómo narrar otro
relato, cómo salir del relato asignado y narrar otro. Eso si ustedes quieren salir de esa
trama asignada, de esa trampa asignada del relato familiar y formar otro relato.
Quizás ustedes están muy cómodos y tranquilos con esa trama; a veces pasa que esa
trama es un poco complicada. O es un poco psicótica. Entonces más vale huir para
otro relato.
Uno puede pensar también que el yo, esa entidad tan misteriosa que todos
sostenemos, también es un relato, tiene una estructura de relato. Cuando alguien nos
pregunta quién sos, ahí uno se despacha con un relato. Quiero decir algo al pasar, que
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no tiene nada que ver con el texto que estamos analizando sino con el trámite de las
papeletas en la inscripción. Algo que me hizo llegar a una conclusión: ustedes,
mucho más que yo, están viviendo en la Era de la Información, por eso pasó lo que
pasó. Y son renuentes a informarnos cosas como la edad y el domicilio. Uno de
ustedes, no sé si hombre o señorita ni me interesa saberlo, como respuesta en el
casillero donde les pedíamos domicilio y teléfono y esas cosas, puso “¿qué te
importa?”. Como respuesta a esa pregunta, yo debo decir “en efecto, no me importa
un cuerno”. Pero resulta que yo me quedé pensando por qué son renuentes a dar
esos datos. Y pensé: evidentemente ustedes están al tanto de esos asuntos sobre robo
de datos por internet, los bancos de datos, la información robada, etc. Pero estas
papeletas, les aseguro, desaparecen en una semana. Quédense tranquilos. Y, en lo
que a mí respecta, no me importa un cuerno. Sí importa poder comunicarse con
ustedes si surge un imprevisto, si se cae el aula donde se tiene que dar una clase. Nos
importa para eso. No queremos ofenderlos. Yo entiendo los reparos de ese alumno o
alumna en razón de este advenimiento de la Era de la Información. Con todo derecho
nos dijo “¿qué te importa?”. Y, para no repetir el dictado de Asterión –“esta falta que
castigaré a su debido tiempo”– no quise saber de quién se trataba, no sé si es hombre
o mujer. Pero no sean paranoicos.
Bien, yo les habla de esta instancia o nivel de la narración. Pero aclaro: no les digo
esto para que ustedes luego repitan “1) nivel de la narración:…” como si se tratara de
un ejercicio escolar. Eso es escolar. Ustedes tienen que fijarse siempre en la instancia
de la narración. Y la instancia de la narración en este cuento es un problema, como ya
vimos la clase pasada. ¿Por qué? Porque no sólo hay más de una voz narrando sino
que, como alguien dijo recurriendo a un tecnicismo, este texto utiliza paratextos –
hasta yo me resigno a esta palabra. ¿Qué paratextos? Hay un epígrafe (que también
es una instancia del texto). Hay notas que pone el editor. Son dos instancias
personales absolutamente diferentes, la instancia que pone el acápite y la instancia
que pone las notas. Diferentes también del yo que narra. Y de esa narración en 3ª
persona, que es la voz del mito. El mito siempre narra en 3ª persona.
Como verán, sería incorrecto decir que en este texto narra el minotauro. Porque son
muchas instancias de narración. Bueno, los sigo escuchando.
Alumna: Sí. Esto lo escribí más que nada para aprender qué no hacer. Lo leo:
El recurso principal utilizado en la forma de relatar reduplica o reproduce uno de los
elementos principales en el relato, que es el laberinto. Me refiero al recurso a la ambigüedad.
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El laberinto es un lugar en el que la carencia de diferencias es una de sus características: se lo
puede recorrer infinitamente, los lugares se repiten (los patios, los aljibes). Pero el relato juega
con la ambigüedad hasta en esto mismo, ya que, inexplicablemente, aparece la calle –
aparentemente un afuera– pero esto también cae bajo la ambigüedad cuando dice: “La casa es
del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo (…) he alcanzado la
calle…” Allí donde parece haber una diferencia, vuelve al encierro laberíntico, ahora
trasladado a los mares y templos que se vuelven también infinitos. Luego, nuevamente,
cuando define dos cosas que parecen estar una sola vez –el sol y Asterión– retorna la
ambigüedad cuando duda acerca de si no ha sido él quien lo ha creado.
La ambigüedad también aparece en algunos detalles del relato que quedan en el aire o se
contradicen, por ejemplo cuando dice “lo castigaré a su debido tiempo” y después parece
que no era un castigo sino una redención. O las acusaciones, que no se saben a qué viene, a
quién se dirigen.
En su vida en el laberinto, junto con la ambigüedad espacial hay una ambigüedad temporal:
puede dormir a cualquier hora. Las horas son sin diferencia también.
En el último párrafo me parece que se quiebra la ambigüedad. Aparecen precisiones, números
concretos (nueve años, nueve hombres) y un elemento que terminaría de romper la
ambigüedad, la muerte, que es la que pone límite también en cuanto a los cadáveres tirados en
el piso: la que pone marcas (los cadáveres son marcas) donde faltan las marcas.
Profesor: Muy bien. Me ha gustado. Los críticos literarios tenemos que encontrar
defectos, y yo encontré uno. El eje es la ambigüedad, un eje quizás un tanto excesivo,
pero yo distinguiría ahí que la ambigüedad es “controlada”, en la medida en que está
al servicio de la adivinanza. Pero es cierto –y en eso tu lectura me pareció muy
aguda– el asunto de las contradicciones. El personaje se contradice todo el tiempo.
Lo de la ambigüedad es adrede, ¿no? Todo eso de “son catorce, son infinitos”. Pero
eso se explica porque Asterión no sabe contar; todo lo que escapa a uno para él es
múltiple, es infinito (lo dice la nota al pie del texto).
Pero hay algo que yo retomo de lo que decís –en realidad son muchas más las cosas
en las que coincido que aquellas en las que estoy en desacuerdo–, que es el problema
de la diferencia. Eso me pareció una lectura muy aguda. Y ya les digo mi lectura, no
me voy a andar con adivinanzas.
Uno puede pensar que, como el mismo Borges diría, llamar casa al laberinto es, en
primer lugar, una humanización. Un procedimiento que es la humanización. Hay
algo que no me gustó de tu lectura y no dije: la palabra “recurso”. Prefiero la palabra
procedimiento. O la palabra artificio. Como van a aprender con el formalismo ruso,
que es donde se inventó esta palabrita procedimiento. Me parece más técnica.
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“Recurso” es como si uno tuviera una cajita de herramientas y las saca ante cualquier
cosa. Y no es así. Hay siempre una correlación forma-contenido, en todo texto
literario o no literario. Hay una correspondencia, y nunca es “ornamental” ni casual
la forma en que se dice tal cosa, por lo tanto no hay un contenido por un lado y una
forma por otro (que misteriosamente se juntan) sino que es una unidad. Forma y
contenido forman una unidad; una determinada manera, una determinada forma, es
parte del sentido de un texto. Preferiría entonces la palabra procedimiento.
Pero lo que decías de la diferencia me pareció muy agudo. Pensemos por ejemplo en
una casa. Una casa es algo humano; los seres humanos vivimos en casas. Y Asterión,
que no es humano, vive en una casa. Esto nos lleva a preguntarnos cuál es el
procedimiento dominante y por el cual Borges transforma el mito.
Alumno: Con respecto a la humanización del mito, me parece que se puede ver de
otra manera. Habría que ver si no es, en realidad, una minotaurización del mito.
7
que ahí no es un hombre, no es humano. Y un tercer punto que se me ocurre es sobre
la nota, “el original dice catorce pero sobran motivos para inferir que, en boca de
Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos”. No es que no sabe contar, porque
de hecho cuenta hasta nueve. A mí me hace acordar a algunos experimentos con
animales; por ejemplo, está comprobado que los cuervos distinguen hasta cinco. Los
seres humanos cuentan hasta bastante más. Entonces, más que humanización, diría
minotaurización del mito.
Profesor: Los compañeros te aplauden. A ver. Lo que decís está presente en el cuento.
No hay que olvidar que el cuento es una adivinanza, y en una adivinanza está todo
lo que la compañera había despejado con el nombre de ambigüedad: todos estos
problemas que llevan a que el lector encuentre pistas y diga “hombre”, “animal”.
Pero, sí, volvemos al punto del que hemos partido: ¿cuáles son los tipos de género
con los que Borges trabaja y a los que transforma? En primer lugar, el mito. En el
mito, el minotauro tiene una serie de características que son bestiales. En el mito el
minotauro no habla; si hablara, introduciría algún término de racionalidad, con lo
que dejaría, en principio, de ser no humano. Hablar es ser racional, esto
independientemente de que haya gente que hable al pedo.
Asterión tiene una casa y así la llama. Y Asterión está dotado de lenguaje. La
humanización está en el texto, no la inventé yo. Por eso, a pesar de los aplausos, no
me convenciste –claro, esos aplausos… ahí está la famosa solidaridad gremial, que
me parece maravillosa.
En este cuento hay una reflexión sobre el lenguaje, en el propio minotauro. Sabe que
existen las letras aunque no las puede diferenciar, como no puede diferenciar las
caras aplanadas como una mano abierta. Lo que Asterión no puede hacer es
establecer diferencias. ¿Por qué no puede establecer diferencias?
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Yo diría que Asterión no puede establecer diferencias porque él es la diferencia. Es la
diferencia absoluta. “El hecho es que soy único”.
Y uno puede decir que Asterión, en esta teoría vía Heidegger de que la casa es el
lenguaje, a pesar de que no puede leer (y lo lamenta), sin embargo escribe. Escribe.
Una de las partes más sangrientas del mito está “dulcificada” por Borges. Esos
jóvenes que vienen a rendir tributo, esos cadáveres que quedan en los pisos del
laberinto, sirven para marcar; establecen diferencias. ¿Y qué es escribir sino establecer
marcas? Marcas de cualquier orden: pueden ser escritas, puede ser un hachazo en un
árbol. Eso es escritura, en sentido amplio.
Si los alumnos de filosofía, que no deben faltar en este auditorio, me apuran –y está
muy bien que me apuren–, me dicen “usted se está metiendo acá con Jacques
Derrida, respondería que sí, que acá me meto con Derrida, nada menos. La teoría
sirve para que podamos leer; no para aplicar a Derrida. La teoría me permite leer
cosas que, sin teoría, no podría leer. Por ejemplo esta interpretación vía Heidegger y
Derrida, con la que llego a un punto dudoso para las mentes de ustedes –veo las
caras– pero haciendo una lectura posible. En la cual Asterión “escribe”. En rigor,
escribe si me pongo en la teoría de Derrida, según la cual toda huella es una
escritura. El minotauro, al poner un cadáver en determinado recodo de un pasadizo,
establece una diferencia.
Asterión, en cierto sentido, escribe. Hay otros rasgos que lo humanizan también. Esto
que les voy a preguntar ahora me lo podrán responder los alumnos de Filosofía, los
alumnos del CBC y los alumnos de Letras –fíjense que establecí una jerarquización,
porque conozco a los alumnos de Letras. Hay una referencia muy curiosa para una
bestia: “Como el filósofo, creo que nada es comunicable por el arte de la escritura”.
Alumna: Platón.
Profesor: Muy bien, Platón. La compañera hablaba muy bien de la ambigüedad, y en
efecto: este monstruo habla y además conoce el discurso filosófico. Y no sólo el
discurso filosófico, sino también el discurso histórico. Fíjense: “Mienten los que creen
que hay una casa igual en Egipto”. El que dice que en Egipto hay un laberinto es
Heródoto, un historiador griego. Heródoto es quien contó a los griegos acerca de la
existencia de esas tumbas que a veces, para despistar a los ladrones quizás, tenían un
diseño laberíntico. Por lo tanto, el minotauro está enterado de la existencia de un
discurso histórico.
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Y, por lo tanto, el minotauro no sólo está humanizado sino, dando un paso más, está
intelectualizado. Mantiene un discurso filosófico, y un discurso de conocimiento
histórico.
Alumno: Este tema también aparece en otro cuento de Borges, “Los dos reyes y los
dos laberintos”.
Profesor: Muy bien. ¿Por qué no lo contás al cuento? No está mal contar un cuento. A
lo mejor los de Filosofía leyeron a Borges, pero los de Letras…
Alumno: Hay dos reyes que se hacen un desafío. Cada uno encerrará al otro en un
laberinto, el que consiga salir será el triunfador. Uno de los reyes manda construir un
laberinto magnífico, muy sofisticado. Y encierra al otro rey. El rey encerrado hace
plegarias a su dios y finalmente encuentra la salida, logra sortear todos los pasadizos
y sale. Luego le toca el turno al otro rey de ser encerrado, y a éste que logró salir de
ser el encerrador. ¿Y qué hace? Lo “encierra” en un desierto: un laberinto que está
hecho por la mano de Dios. Y el otro no encuentra la salida.
Profesor: Claro, ese otro laberinto es un laberinto de una sola línea. Que es
exactamente el final de “La muerte y la brújula”. “La muerte y la brújula” es también
un desafío intelectual entre dos hombres, Scarlach y Lonnrot. Lonnrot, que va a ser
quien va a morir, le propone a Scarlach un desafío intelectual mayor donde los
filósofos se han perdido tratando de hallar una explicación. Le propone una
paradoja, que es la paradoja de la línea de Zenón, la paradoja de Aquiles y la tortuga.
Este laberinto, en palabras de Lonnrot, consta de una sola línea, y es un laberinto
incesante. Como el desierto.
Entonces, estamos en esto que es el laberinto. Interrogado cierta vez por la obsesión
suya con los laberintos, Borges respondió con esa voz medio apagada: “Yyy… Yo no
tengo la suerte de Sábato, que tiene túneles”. De todos modos, esto lo cuento a modo
de chiste, la hipótesis de lectura “Borges, un escritor obsesionado con los laberintos”
no nos interesa. Seguir eso sería hacer un tratado psicológico sobre Borges, que a la
literatura no le interesa tanto y al análisis de un cuento le interesa mucho menos. No
digo que las biografías no sirvan para nada; de hecho, para un lector todo sirve, y
para un análisis todo sirve. El problema es cuando la biografía se impone.
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Explicar un cuento a partir de la biografía de un autor es algo que se llama
biografismo. Ya les hablé de lo primero que deben evitar al analizar un cuento, que es
hacer una paráfrasis, contar el cuento. Ahora les hablo de este segundo enemigo del
análisis de un texto, que es el biografismo. Una biografía es un texto como cualquier
otro. No es la verdad ni nada parecido. Es un texto construido, tan ficticio como
cualquier otra narración.
Alumna: Me queda una duda. ¿Borges pone todas estas ambigüedades con qué
propósito?
Profesor: Bueno, si dijimos que el género que opera en este texto (o uno de los
géneros que opera acá) es la adivinanza, todas las ambigüedades estarán en función
de despistar al lector. Todas estas referencias eruditas son evidentemente para
despistar al lector. Yo voy pensando que éste es un monstruo y de repente me
encuentro con una cita de Platón o de Heródoto.
Yo voy a concluir mi clase de compromiso, que decidí dar para que ustedes no
pierdan el contacto con estas clases. Pero antes les doy un pequeño trabajo para este
cuento, además de la lectura que deben hacer de “La muerte y la brújula”. Yo voy a
concluir el análisis de este cuento con una retórica que tratará de reproducir la
hipótesis básica de lectura, que es la modificación del mito por medio de esta
adivinanza y siguiendo el procedimiento básico de la humanización.
Lo que yo les pediría como parte de un análisis es tomar las acciones que hay en el
texto. Estoy pasando a un segundo plano de análisis –ya no estamos en las instancias
de la narración de las que hablamos al comienzo–, que es el plano de las acciones.
En rigor, relacionado el personaje con su casa, hay solamente dos acciones. Una de
ellas es la que ejecuta el mismo personaje Asterión cuando sale del laberinto a la
calle. Yo diría, ahí, “salida”: ésa es la acción.
Y hay otra acción, que podríamos llamar “entrada”. En rigor, ésas son las dos únicas
acciones que el cuento narra. Alguien sale, alguien entra. Y ustedes pueden
interpretar que hay una tercera acción, que es la muerte. Ésa sería otra “salida”: hay
dos salidas, una entrada. Una primera salida del minotauro, que se va a pasear, y una
segunda salida que es la muerte, que es otro tipo de ausencia, de desaparición, de
salida.
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respecta a los textos de teoría literaria, con el formalismo ruso, que fue una escuela
teórica de comienzos del siglo XX. Propp es un personaje lateral dentro del
formalismo ruso, un personaje que nosotros no veremos mucho pero que hay sido
muy llevado y traído en este campo del análisis lógico de la narración. Propp lo que
hizo fue analizar los cuentos folclóricos rusos: tomó o recopiló los distintos cuentos
populares, tradicionales, y los puso bajo la lupa con la intención de detectar las
acciones básicas, las acciones que se repiten en todos ellos.
Entonces, para Propp, toda salida (ya sea un viaje, una muerte, una ausencia) es el
mismo tipo de acción en un nivel abstracto del cuento. En un nivel abstracto, salida o
muerte es lo mismo.
Pero el narrador cuenta cosas que ha hecho, cosas que piensa, cosas que imagina.
Todas estas cosas, todas estas acciones, están en otro plano de acciones. Todas ellas
dan por resultado la humanización del personaje.
Entonces, ¿serían capaces de ver todas estas acciones? Dijimos jugar. ¿Qué otra
habría?
Alumno: Meditar.
Profesor: Muy bien: meditar, pensar.
Alumno: Dormir.
Profesor: También.
Alumna: También dice que se defiende apenas.
Profesor: Bueno, eso yo lo pondría directamente con un verbo fuerte: suicidarse. Sí. Si
apenas se defendió es porque se dejó matar, entonces se suicidó.
Fíjense ustedes que, ideológicamente, este cuento mezcla dos tipos de pensamiento.
Por un lado está el pensamiento pagano, propio del contexto del mito, del mundo
grecorromano. Por otro lado, y por medio de una cita del padrenuestro –“para que
yo los libere de todo mal”, esto es el padrenuestro–, el cristianismo.
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Alumno: Y aparece la idea de redención, que es cristiana.
Profesor: Evidentemente. Esta mezcla está ahí. El personaje forma un relato de la
redención, y eso es el cristianismo. Esto es un plano interesante también; a mí no me
interesa demasiado como eje de análisis pero hay que decirlo.
Suicidarse, pensar, jugar. También yo les anuncié hoy la acción de escribir, escribir en
un sentido amplio –ustedes pueden hablar, si lo prefiero, de marcar, de establecer
marcas, huellas distintivas entre un pasadizo y otro. Yo creo que se podría organizar
un comentario o la base para un comentario siguiendo puntualmente las distintas
acciones que aparecen en el texto. Desde ya, no les estoy diciendo que este relato se
debe organizar así. Ni les digo que hagan esto con todos los relatos que van a ver. A
mí me sirve para convencerlos a ustedes de cómo podría analizarse un relato. Esto no
es un análisis, más bien es un punto de partida. Cada texto tiene posibilidades, y
ustedes tienen que inventar la forma de acceder a esas posibilidades. No hay recetas.
Sí hay puntos en los que nos podemos poner de acuerdo para analizar todo relato.
Puntos que no puedo obviar, que tengo que ver antes de sentarme a buscar una
hipótesis de lectura. El plano de la narración es uno de ellos; ya hablamos de eso. En
todo relato tengo que ver el plano de la narración. También tengo que ver el plano de
las acciones: qué acciones se repiten, qué acciones son “importantes”. Y yo agregaría
un tercer y cuarto niveles.
El cuarto nivel sería el plano de la representación del espacio y tiempo. Ver cómo
aparece esto en el texto. Porque se representan personajes pero también se representa
espacio(s) y tiempo(s). Eso es algo que hay que ver. No es una receta, pero es algo
que tengo que ver.
13
En realidad, un buen análisis es el análisis que puede relacionar un plano con otro.
Ya van a ver, cuando lleguemos a la teoría de Mukarovský (que es un teórico checo
posterior al formalismo ruso y con ciertas conexiones respecto de esa escuela
formalista rusa), la noción de gesto semántico. Un buen análisis relaciona un plano con
otro. Así, uno diría, por ejemplo, frente a esto cuento, que tiene una estructura no sé
si laberíntica pero sí dual, especular. Tiene dos partes muy marcadas, una en primera
persona y la otra en tercera. Hay también “dos” Asteriones, etc etc.
Este eje de la dualidad permite pasar de un plano a otro con cierto orden. Y, claro,
esto de la dualidad, dirán algunos advertidos, es porque estamos ante un cuento
fantástico. En el género fantástico, se suele utilizar como material los mitos (los mitos
son una de las canteras del género fantástico) pero sobre todo se caracteriza, este
género, por cuestiones que tienen que ver con lo imaginario más que lo real. Entre
esa cuestiones está –sobresale más que “está”– el tema del doble, que es, Lacan dixit,
la síntesis misma de lo imaginario.
14
16
Cod. 18
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 29-marzo-07
Ahora no parece muy importante, pero cuando ustedes tengan que hacer un
trabajo o un parcial, quizás pueda serles muy útil. La dirección, entonces, es la
siguiente: teoria@fibertel.com.ar
Yo les dije el otro día que los parciales son domiciliarios; lo repito para que quede
claro y para, de esa forma, avanzar un poco en contra de este destino tan nuestro
de la incomunicación, este problema donde alguien cree que entendió pero en
realidad no –Lacan dice que la comunicación es un malentendido completo, y de
ahí la literatura.
Les di varias razones por las cuales preferimos el parcial domiciliario: para que
ustedes escriban cómodos, para que roben tranquilos. Ya les he dicho también que
la condición de posibilidad de la literatura es el ocio. Lo cual no implica que, visto
desde otro ángulo, todos estos trabajos de crítica, de literatura o de escritura sean
en sí mismos trabajos ajenos al espacio del negotium, el “negocio”, la negación del
otium. Son trabajos que pueden perfectamente formar parte del espacio del
negocio, pero que siempre están sujetos a la posibilidad del ocio.
1
Un poco por esto es que les decimos, también, que no aceptamos trabajos
manuscritos. No voy a dar razones; sería acentuar el polo de la incomunicación.
Les exigimos que sean trabajos impresos o bien escritos a máquina –esta última
opción ya es del siglo pasado, pero si quieren escribir a máquina bien. ¿Alguna
pregunta?
El examen final, por ser oral, tiene todas las desventajas de la oralidad. Esto
significa que hay mucho de azar. El azar de la comunicación humana, otra vez.
Puede ocurrir que ustedes estén nerviosos y, si bien hay gente, como los tenistas,
que se potencia ante una situación de nervios, por lo general los nervios traicionan.
Piensen también que un examen es una adivinanza. Es una confrontación o,
quizás, si ustedes me permiten, un match de box. Le pueden poner flores y
perfumes, pero…
No los veo muy contentos con mi definición de examen. Bien, el examen de esta
materia tiene tres pasos. El primero es el desarrollo del tema que ustedes deben
preparar, cada uno de ustedes, para el final. Ese tema puede ser el desarrollo de un
texto en particular, o de la distinta bibliografía de un mismo autor, o puede ser un
combo de textos. A mí lo único que me interesa es que le pongan un buen título al
tema que van a preparar. Un lindo título, yo ante todo me fijo en eso.
La segunda parte: mediante las preguntas del profesor, se tratará de que ustedes
demuestren saber correlacionar el tema que prepararon con otros del programa,
eso para ver cuánto pensaron. Se trata ahí de saber manejar el programa de la
materia en función del tema que eligen.
Y la tercera y última parte es como un peloteo. Por cualquier punto del programa.
Para que ustedes se luzcan, obviamente.
Respecto del tema a preparar, mi consejo es que preparen un tema acotado, claro,
conciso, y que les lleve no más de ocho minutos de exposición oral, o no más de
diez minutos. Y traten, durante la exposición, de no ser interrumpidos. Ustedes
tienen que encarar la mesa de profesores con una actitud del tipo de quien diría
2
“aguantate todas tus críticas, ahora hablo yo, guardate las preguntas para
después”. Esto se los digo porque, por supuesto, para uno es un poco difícil
quedarse callado ante las cosas que los alumnos dicen. ¿Alguna otra pregunta? Por
supuesto que un examen escrito sería mucho más sencillo, pero en esta profesión a
veces van a tener que hablar –si terminan siendo docentes, más aun.
Lógicamente, si ustedes eligen un tema teórico, las preguntas que se les hagan van
a tener que ver con los textos teóricos vistos sobre ese tema. Y otra cosa: si eligen
hacer un análisis, yo no les voy a pedir que repitan el análisis que yo les di, por
ejemplo, sobre este cuento de Borges. Sería muy escolar hacer eso. Por lo tanto
también no es recomendable que presenten como tema un análisis de un cuento ya
discutido en clases –a no ser, por supuesto, que propongan un eje de lectura
totalmente novedoso y serio y original. Lo que no quiero es oír lo que yo dije en
clase sobre un texto literario; eso es molesto.
Tiene, les decía, esas desventajas el examen oral. La presencia intimidatorio, que es
de los dos lados, porque el profesor también puede sentirse intimidado. Ustedes
saben que Freud decía que hay tres profesiones imposibles: psicoanalizar es una,
obviamente, y las otras dos son educar y gobernar. Si uno se fija qué tienen en
común estas tres, yo diría que en las tres hay uno que tiene el poder y otro que está
subordinado a ese poder. Hay pacientes que le entregan su cuenta bancaria al
analista, lo cual es algo así como la evidencia máxima de esta relación de poder
que siempre se establece. Y nosotros lo sabemos. Ustedes también. Claro que el
ejercicio impúdico del poder es otra cosa, y es deleznable.
3
Y claro que también toda relación de poder es una ida y vuelta, donde el que tiene
poder lo tiene por un rato. Pero pasemos, y tratemos de terminarlo hoy, al análisis
de “La casa de Asterión”. Yo les había propuesto una disposición retórica, no del
cuento sino de la exposición del cuento. En ella se me ocurría interesante
reconocer, a la hora de analizar un texto, sus diversos planos. Son algunos puntos
de la narración en los que ustedes tendrían que fijarse. Esos puntos son, por
ejemplo, el narrador, o las acciones.
En los años ´60 hubo la llamada noveau roman o novela objetivista francesa, y uno
de sus exponentes fue Michel Butor. Butor escribe una novela, La modificación –
mención número 1: los títulos de libros van siempre subrayados o en cursivas–,
donde todo el tiempo aparece la 2ª persona. Si se ponen a pensar, quizás el modelo
o el tipo de texto que con mayor frecuencia se da en 2ª persona es una receta de
cocina: “usted toma/ tome una docena de huevos, mezcle…” Ese tú aparece fuera
del texto, es el lector.
4
Butor, en cambio, el tú es el personaje de las acciones de la novela, que se nos
presenta a nosotros lectores a través de ese “yo que dice tú”.
A veces puede pasar que una narración escrita en 1ª persona o en 3ª se “alía” con
una 2ª persona que es el lector para decir algo en contra de un personaje. En esos
casos, el narrador apela directamente al lector y de esa forma refuerza una condena
sobre algo o alguien. Es lo que pasa, por ejemplo, en la novela naturalista argentina
de fines del XIX. La novela naturalista argentina suele tener, en ese momento, un
especial interés en condenar la inmigración italiana pobre. Y lo que hace por
ejemplo un autor como Cambaceres es dirigirse a una 2ª persona –el lector de su
misma clase social– para reforzar esto que quiere decir: que el inmigrante es un
degenerado, que tiene una degeneración “en la sangre”, heredada, y que por lo
tanto no tiene arreglo. Hay es un yo‐tú en contra de un él que es el inmigrante.
Pero puede darse también, por ejemplo en los textos románticos, una alianza entre
la voz que narra (ya sea en 1ª o en 3ª) y a voz del personaje: un personaje que
puede ser un loco, un apasionado, un romántico incurable, y entonces la voz
narrativa, la voz de la enunciación, “usa” a esa voz del enunciado en contra de un
“tú” implícito o explícito que sería la “voz de la época”, del sentido común
burgués, etc. Noten algo muy importante acá: no hay que confundir nunca la voz o
el sujeto de la enunciación con el sujeto del enunciado.
Digo todo esto porque evidentemente no es tan sencillo esto del yo, el tú o el él.
Como bien dice Bajtin, las relaciones que se establecen conllevan procesos de
valoración ideológica.
También puede haber una variación muy interesante dentro de la 1ª persona: una
1ª en plural. Una narración donde, en rigor, el que narra es un grupo. El texto más
espectacular con estas pautas es un texto de Faulkner, un cuento que se llama “Una
rosa para Emily”. Léanlo. Es uno de los más grandes cuentos de la literatura
mundial. Y allí lo que narra (la figura del narrador) es, más que una persona, una
comunidad. Y esa comunidad narra una especie de “tesoro”, un ancestro, que es
justamente esta señorita Emily: una mujer que ha matado a su novio y ha dormido
con él ya muerto. Es un cuento de horror, si ustedes quieren. En ese cuento,
entonces, tenemos una primera persona plural. Y ése es un dato que, para un
análisis, no se puede dejar de lado, porque eso arrastra un montón de implicancias
de lectura.
5
narradora dice “nosotros”, y ese nosotros es un grupo de jóvenes. Detrás de la
escritura de este texto seguro estuvo Faulkner revoloteando –ustedes ya saben que
yo no condeno el robo si el robo es bueno. Faulkner es un autor importantísimo
para esa generación de escritores latinoamericanos a la que pertenece Vargas Llosa.
Como ven, este asunto del narrador es bien complicado. No basta con decir “es en
1ª persona” o “es en 3ª”. Si dicen sólo eso, no dicen nada.
6
Benjamin- es el modo de producción artesanal. El narrador es como un artesano,
un alfarero que lentamente va produciendo un discurso y deja su impronta en lo
que narra. Si ustedes se fijan, en un cuento tradicional no hay psicología de
personajes. El personaje está ligado a la acción, no tiene una interioridad
psicológica. Ese agregado de una interioridad conflictiva se va a dar ¿cuándo?
Por ejemplo, habíamos visto que Propp decía que toda ausencia en un relato podía
ser equiparada a una muerte. La desaparición de un personaje, un viaje, una salida
de la casa, la muerte, todo eso entraría en un mismo plano abstracto bajo una
función, que es la de la ausencia.
Hay un cuentito muy agradable de un autor que a mí no me gusta para nada, que
se llama Alejo Carpentier. El cuento es “Viaje a la semilla”. ¿Alguien ha leído esto?
7
[Una alumna dice que sí] Bueno, no te quiero poner en aprietos pero sería
interesante que contaras el cuento. ¿Te acordás?
8
entre un texto y la realidad hay puentes, hay enganches, hay relaciones. También
hay un abismo, claro. Entre el texto y la realidad, lo que hay son representaciones
(de tiempo, de espacio, de personajes); por medio de las representaciones la
literatura engancha con una cierta realidad social, histórica, etc.
Hoy hay otros mitos en la cultura. En la cultura argentina, por ejemplo, Maradona
es un mito. El mito no es cualquier cosa; es una realidad para una cultura. Y
funciona –si no, no hablaríamos de eso. Dice algo. No importa que la sociedad
construya una ficción sobre la base de un ser de carne y hueso; lo importante es
que eso funciona, le dice algo a la sociedad, la sociedad se dice algo. Hoy el
minotauro no nos dice nada, es un testimonio de un mito del pasado, pero hay
otros mitos con una presencia mayor.
Por ejemplo, en el teatro clásico francés había un código, llamado bienséance, por el
cual no podía nadie morir en escena. No podía haber escenas sangrientas. En
cambio, en la novela naturalista abundan las escenas sangrientas. Ambos son
códigos que hacen a distintos modos de representación (del tiempo, del espacio, de
la sociedad). No hay una manera “más real” de representar en arte a la sociedad;
hay diferentes códigos que, en determinado momento, uno siente como más
potentes que otros.
Y en esto creo que no se equivocaban los formalistas rusos –como pronto vamos a
ver– cuando hablaban de la automatización de un procedimiento. Llega un
determinado momento en que un procedimiento formal se automatiza, se vuelve
automático, pierde su fuerza por repetición. Por ejemplo, si yo hoy le digo a
9
alguien “las perlas de tus dientes”, esa persona se me ríe en la cara, porque esta
metáfora, evidentemente, es viejísima; no va a crear ningún efecto de piropo en
ningún lado. Los procedimientos se oxidan, se automatizan. Pierden eficacia en el
nivel de la representación de una realidad determinada.
Bien, entonces ustedes tienen que estar atentos al modo de representar que tiene
un texto. Por supuesto, hay personajes que están representados de una manera,
otros de otra, y esto tiene implicancias ideológicas. Noten que yo estoy hablando
de los distintos planos de una narración –acciones, narrador, representación,
recursos estilísticos– y en todos y cada uno de ellos hay implicancias ideológicas.
No se trata de un plano ideológico o una plano de la ideología, por favor; sino que
en cada plano uno puede extraer implicancias ideológicas.
Vean este ejemplo: en un momento el texto dice “Alguno se ocultó bajo el mar”.
Recuerden lo que decía el crítico literario en ese texto que se puede consultar en
internet: el que se “ocultó bajo el mar” es Teseo. Es decir: no entendió nada. Porque
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“se ocultó bajo el mar” quiere decir eso: se espantó y se mató, se suicidó. Y Teseo
no se mató. Fíjense ustedes los disparates que un crítico puede decir.
Otro ejemplo: el último párrafo del cuento habla de nueve hombres que entran
cada nueve años “para que yo los libere de todo mal”. ¿Qué texto está funcionando
ahí? El padrenuestro. Esto evidentemente es un rasgo estilístico, que además tiene
una repercusión enorme en el nivel ideológico del relato. Borges está mezclando
una sustancia mitológica del mundo grecorromano con el mundo cristiano, y no
tienen nada que ver uno con el otro. La idea de redención no está en el mundo
grecorromano, y Borges la pone en boca del minotauro. Es como una burla al
cristianismo. Hay, si me permiten los estudiantes de Filosofía, ciertos ecos
nietzscheanos en esta mezcla entre lo pagano y lo cristiano. Es como si el
minotauro hubiera aprendido el catecismo, y lo hubiera aprendido bien: ahora
espera al redentor. Y el minotauro es aniquilado por el “veneno del cristianismo” –
no estoy hablando yo, ésta es una expresión de Nietzsche.
11
ese plano. Hay cuestiones en este cuento que hacen al plano de la representación
de personajes, como por ejemplo la soberbia del minotauro. Eso, la soberbia, está
ahí, evidentemente está. Pero eso no se puede transpolar a Borges.
A mí me parece que si algo hace este relato es justamente trabajar o pensar la unión
de los contrarios. El animal y el ser racional –insistiendo en lo racional. Uno puede
pensar en el contexto de este cuento. Estamos en 1947, el cuento es publicado en la
revista Los anales de Buenos Aires. En 1946 ocurrieron dos cosas. Una, a nivel
político: la llegada de Perón al poder dentro de la institución, con las elecciones del
17 de octubre de 1945. El otro, al nivel de los sucesos puntuales que marcaron la
vida de Borges. Borges era un humilde y oscuro auxiliar de tercera en una
biblioteca municipal, la Biblioteca Miguel Cané –acá también entra en juego todo
un mito que él mismo se inventa, un mito heroico de uso personal– y ese año es
echado de la biblioteca.
Ustedes dirán que estoy haciendo crítica sociológica de baja estofa. No. Estoy
diciendo que este cuento se puede leer dentro de una temática que es la de
civilización-barbarie. Que la unión de lo animal y lo racional se inscribe en esa
temática que está en todo Borges. Porque la temática civilización-barbarie está sin
duda en toda su obra: está en ese poema que había escrito mucho antes del
peronismo aun cuando a él le encantaba que se lo confundan, y que es “Poema
conjetural”. El poema donde al hombre de leyes y sentencias lo agarran los
montoneros y lo matan.
Hay una insistencia de Borges que ya está en Sarmiento, quien escribe un libro en
contra de Facundo Quiroga y por interpósita alianza en contra de Rosas. O fíjense
12
en El matadero: allí también vemos, como en los cuentos de Borges, el encanto de la
barbarie. No sólo su triunfo sino la fascinación que ésta despierta en el hombre
racional. Porque en El matadero ¿qué es lo que nos interesa estéticamente: el
unitario o Matasiete? El unitario es un petimetre como acá Teseo un pavote. Un
chabón. Un gilipollas que da un discurso desde el caballo y al que, lógicamente, lo
liquidan y lo violan –como dice David Viñas, la literatura argentina comienza por
una violación, que es ésta del unitario.
Hace dos clases yo les pasé una lámina con una modesta reproducción de un
cuadro con la figura del minotauro. Borges nos cuenta la génesis de cómo se le
ocurrió este relato. Nos dice que se le ocurrió, justamente, mirando un cuadro de
Watts, que es un pintor inglés. Y no es que lo haya visto en un museo, sino que su
amadísimo autor de novelas policiales, el mismo que engendró al Padre Brown,
Chesterton, escribió una biografía de este pintor. A partir de esa biografía Borges
llegó al encuentro de aquel cuadro que aparentemente lo conmovió. Si ustedes
recuerdan, en la reproducción se ve al minotauro en un parapeto, una balaustrada,
una terraza o algo por el estilo y está mirando como melancólicamente el
horizonte. Está, evidentemente, realizando una acción puramente humana el
minotauro.
Yo les había dado una tarea: los verbos, las acciones. ¿Cuáles son esas acciones?
¿Cuál es la primera acción del cuento?
Alumno: Saber.
Profesor: Así es. Y esto es interesante. Fíjense cuál es el primer verbo que aparece
en el relato. “Sé”. El minotauro es un ser pensante. El verbo está en una posición
privilegiada, es la primera palabra. No desatender en un texto lo que podemos
llamar posición inicial y posición final: el comienzo y el final. En esa posición
inicial, un texto, todo texto, marca una barrera entre lo discursivo (lo que sigue a
partir de ahí) y lo extra-discursivo (la realidad, digamos). Un texto que no se quiere
realista marcará muy claramente, en esa posición inicial, su “oposición” a lo real.
Sería el caso de “Había una vez”. Cuando uno lee un comienzo de ese tipo, se
sobreentiende que todo lo que sigue es mentira, es maravilloso, no quiere tener
13
nada que ver con la realidad. Un texto realista, en cambio, suele comenzar in medias
res: “Fulana decidió bañarse”. Como si está acción siguiera a otra –y a otra que
viene de lo extra-discursivo. Como si la acción discursiva estuviera en contacto con
lo real. La literatura realista lo que hace es borrar esas barreras.
Yo diría otra: querer saber. Que sería una variante del saber: la curiosidad. Hay
algo que no se sabe y se quiere conocer. El minotauro quiere salir a la calle y
conocer ese otro mundo que no conoce.
Otra acción: conocer. Igual que saber. El minotauro conoce la filosofía, la tradición.
Hay algo que les recomiendo si ustedes tienen necesidad de un apoyo
bibliográfico, que es un libro de Alan Pauls, El factor Borges. Hay muchas cosas
escritas y recomendables para leer a Borges, pero el libro de Pauls me parece de los
mejores textos de crítica literaria en este punto. Es un libro muy inteligente de
introducción a Borges. Es un poco canchero a mi gusto en su estilo, pero está muy
bien escrito y tiene cierta sal y pimienta que es necesaria. Porque el discurso de la
crítica en general es muy aburrido, lamentablemente. Nadie lee crítica antes de
dormirse, por ejemplo, porque eso abreviaría el proceso de manera notable. Los
críticos suelen ser muy poco imaginativos cuando escriben crítica; no es el caso de
Alan, que además fue profesor de esta cátedra y una persona muy querida.
¿Qué más?
Alumno: Otra frase donde está implícita la acción de saber es “¿Cómo será mi
redentor?”
14
Profesor: Muy bien. También se puede decir que ahí funciona el querer saber al
que me refería antes: la curiosidad intelectual. No es que sepa en realidad; es más
bien que cree en su redentor y quiere saber sobre él. No es un saber sino una
creencia. Cree que hay un redentor y que éste va a venir.
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A las preguntas de cómo se analiza un texto yo no voy a responder. La teoría
literaria no se ocupa de analizar textos; se ocupa de describir el funcionamiento
general de la literatura, de las instituciones literarias, los textos en general, no en
particular. A eso se dedica la teoría. Nosotros empezamos con la crítica; lo que
estamos haciendo no tiene nada que ver con la teoría.
Me queda una pequeña cosa, que es la teoría de la adivinanza. Pero esto será el
martes que viene.
Versión: Cristian D
16
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Cod. 20
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 3-abril-07
Les recuerdo que para el teórico-práctico de la semana que viene tienen que leer
los dos textos del formalismo ruso: “El arte como artificio” y “La teoría del método
formal”, de Shklovski y Eijenbaun respectivamente.
Concluyendo con el análisis de “La casa de Asterión”, quisiera reponer una cita de
Apolodoro –y algunos especialistas en lenguas clásicas en realidad hablan de un
falso Apolodoro– del texto que Borges seguramente leyó en inglés. A modo de
repaso, digamos que Borges transforma un mito y pone a este mito en
comunicación con otro género –no literario, más bien de las comunidades
folclóricas– que es la adivinanza. Dijimos que para un conocedor de las lenguas
clásicas el planteo del texto como adivinanza se acaba en un segundo; pero para los
restantes mortales es necesario seguir leyendo hasta encontrar el dato que nos
permita reponer esa palabra que se escamotea todo el tiempo, que es la palabra
“minotauro”. Lo que despista, justamente, es que el monstruo habla como un
humano.
Alumno: Entonces, ¿la adivinanza vendría a ser descubrir que el que habla es el
minotauro?
Profesor: Claro. La adivinanza, como vamos a ver luego según ciertas definiciones
teóricas, siempre supone una pregunta y una respuesta. “Adivina adivinador”: ahí
está la pregunta. ¿Y una pregunta para qué? La adivinanza, igual que el mito, tiene
que ver con el saber. Lo que ponen en juego la adivinanza tanto como la novela
policial es una relación con el saber. En el plano folclórico, la adivinanza pone a
prueba un saber: alguien pregunta –el que pregunta es quien sabe el resultado– y
otro debe probar o bien que lo sabe o bien que es lo suficientemente inteligente
1
como para deducirlo. Pero es siempre un saber que ya está previamente fabricado
en la adivinanza por el que detenta el saber/el que pregunta.
Como vamos a ver, según cierto autor que ya les especificaré cuál es, el mito y la
adivinanza están unidos porque en ambos casos se trata de una pregunta y una
respuesta: ésa es la forma lingüística de toda adivinanza y de todo mito.
Alumno: Yo no entendía cuando usted decía en las clases anteriores que el cuento
plantea una adivinanza, porque yo ya sabía que se trataba del minotauro.
Profesor: Estamos ante un compañero sabio.
Alumno: No es que yo sea sabio, sino que cualquier persona que haya leído este
cuento previamente ya conoce el sentido. Por ejemplo, mi padre. Mi padre leyó
este cuento y alguna noche me lo habrá contado.
Profesor: Claro. Y celebro que tengas ese conocimiento venga de donde venga.
Pero convengamos que, cuando lo lees por primera vez (y sin que te lo hayan
contado) la estructura de la adivinanza funciona.
2
poemas cortos [reproducidos al final de la clase]. ¿Qué pueden hacer ustedes con
esos poemas? Muchas cosas. Está la dificultad, claro, de que uno es un cuento y
estos dos textos son poesía, pero evidentemente algo podrán hacer.
A modo de repaso, habíamos visto que, para abordar este relato, podíamos
considerar las acciones, no entendiendo las acciones abstractas del relato (al estilo
de los formalistas rusos) sino observando ciertas acciones que están, implícitas o
explícitas, en el discurso de Asterión.
Una de ellas era “sé”, el primer verbo, y dijimos que esa acción rige todo el cuento.
Con esto quiero decir que “saber” es la operación básica de transformación que
entraría en este cuento respecto del mito. Y lo que habíamos dicho como
interpretación era que Borges no sólo humanizaba lo que se presentaba como
monstruoso (el minotauro) sino que, es más, lo intelectualizaba. Y habíamos
avanzado a dos interpretaciones: una interpretación nietzscheana –Borges ha sido
un gran lector de Nietzsche, lo cual se puede constatar, por ejemplo, en “Las ruinas
circulares” respecto del tema del eterno retorno– y por otro lado una interpretación
que trataba de leer esto en una clave política, tomando el contexto de Borges: la
clave civilización-barbarie.
Si leemos el texto bajo esta luz, lo que Borges ha hecho aquí es, evidentemente,
intelectualizar la barbarie. De la barbarie queda muy poco acá. Para muchos
liberales (como era Borges), la historia argentina es el triunfo de la barbarie. En el
“Poema conjetural”, que es uno de los más conocidos de Borges, hay un verso que
dice “Vencen los bárbaros, los gauchos vencen”. Y pensemos en el contexto de este
cuento, 1946, 1947. Son los años del triunfo del peronismo. Y la interpretación que
muchos intelectuales liberales hacen del triunfo de este fenómeno político y social
–liberales como Borges, Sábato, también Martínez Estrada– es que el peronismo es
algo así como un monstruo político que tiene partes iguales (como un minotauro):
por una parte, la herencia montonera del rosismo; por el otro, la impronta nazi-
fascista importada de Europa. Cincuenta y cincuenta, digamos. Ésa es la
interpretación de los intelectuales contreras a Perón en ese momento.
3
Si yo quiero hacer una lectura en clave política o una interpretación política de este
cuento no puedo decir “Ah, el monstruo es el peronismo”. Eso sería una
barbaridad. Tengo que dar los pasos necesarios para ello. Y esos pasos son: el
examen de la literatura de Borges donde hay marcas de esta misma cuestión
política y social que data del siglo XIX, el examen de los discursos políticos del
momento, etc.
Por eso, sería espantoso hacer un ejercicio de análisis del cuento diciendo Borges =
peronismo. Seguro que Borges pensaba eso, pero no lo puedo decir a partir del
texto; necesito crear para este texto un contexto de análisis, y no me alcanza con la
historia argentina. Hace falta una construcción de un contexto ad hoc. Lo que hacen
los historiadores siempre es la reconstrucción de un contexto que está perdido; lo
que deben hacer los críticos literarios no es simplemente adosar un contexto ya
hecho por el historiador, porque el historiador tiene motivaciones propias de la
historiografía: quiere reponer un determinado contexto para la enseñanza o el
estudio de la historia. Lo que hace un crítico literario o un lector de literatura es
proponer un contexto histórico de lectura, que no es lo mismo que hacer historia o
historiografía. Implica tomarse el trabajo de crear, para cada texto, un contexto
idóneo. Por ejemplo, a un historiador le importan poco los avatares literarios de la
historia de Borges –si se peleó o no con Lugones, etc.– pero a un lector de literatura
estos detalles le resultan muy pertinentes para elaborar un contexto.
4
inscribe a su vez en otras (como si fueran cajas chinas). Para pasar de una serie a
otra hay que establecer algún tipo de mediación. Primero tenemos que saber cómo
funciona la estructura del cuento en cuestión. Luego tenemos que saber cómo es la
estructura o el sistema Borges –esto es, ciertos elementos que se repiten en sus
textos–. Luego eso mismo inscripto en la literatura del momento y, a través de la
mediación de ciertos “temas” que son literarios pero que también pertenecen a
otras series de discursos sociales o políticos (como lo es el tema civilización-
barbarie), recién ahí podemos pasar a una serie mayor. Son cajas chinas, les decía.
Yo eso lo tengo muy presente. Por eso les aconsejé que nunca tomen la causalidad
o la historia política y la trasladen directamente al texto. En algún sentido estoy
diciendo lo mismo que Tinianov. No exactamente, claro, porque tampoco me casé
con Tinianov.
Ese contexto de lectura nunca está dado. Lo tengo que producir. La mera referencia
a una historia (cualquiera sea) no nos da ese contexto de lectura. Fíjense en Borges.
Borges, durante los años 20, es un personaje moderadamente embanderado con
cierto nacionalismo argentino. ¿Qué nos encontramos? Nos encontramos con esos
libros de ensayos que Borges publicó en los ’20 –y que luego expulsó de su
biblioteca, no volvió a publicarlos en vida– donde dice “yo soy enciclopédico y
montonero”, o donde rescata a dos caudillos: Rosas e Yrigoyen. Es decir que ahí
hay un pensamiento político que está para el lado del nacionalismo…
Alumno: ¿Rosas?
Profesor: Sí. El Brigadier.
Alumno: ¿Está seguro?
Profesor: Por supuesto, se puede leer. Son los años 20 donde justamente se está
gestando un nuevo modo de hacer historiografía que es el revisionismo. Borges
5
está ahí. En el ’30 cambia absolutamente y se vuelve militante de un cierto
liberalismo, cuando Yrigoyen cae. Ahora no tengo tiempo de abordar esta cuestión
pero está ahí, en los textos, en los ensayos de juventud.
6
No es que no haya diferencia entre esos rostros sino que el minotauro no sabe
“leer” esas diferencias, del mismo modo que no sabe distinguir una letra de otra.
Alumno: Pero él sabe que ahí hay letras.
Profesor: Sí, pero es lo mismo que le pasa a un analfabeto. Un analfabeto sabe que
ahí [señala afiches en las paredes] hay letras, pero el problema para leer es saber
distinguir una de otra. Un analfabeto sabe perfectamente que está facultad está
llena de escritos.
“Reír” sería otra acción. “Nos reímos buenamente los dos” o “Corro alegremente a
buscarlo”. “Imaginar”: “No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado –
otro verbo intelectual– sobre la casa”.
7
Por último en esta interpretación, ustedes recordarán lo que les dije: que este
cuento medita sobre el lenguaje, y particularmente sobre la escritura. En una
interpretación derridiana, hemos dicho que Borges le hace hacer al minotauro algo:
producir marcas, que son escritura. Es lo que el minotauro hace con los cadáveres:
distinguiendo un pasadizo de otro, escribe. Distinguiendo un pasadizo de otro
establece diferencias, y eso es escribir.
Dicho esto, y como conclusión, retomo el problema del género. Acá también hay,
justamente, una mezcla de dos géneros diferentes: el mito y la adivinanza. Para
este punto me baso en un teórico muy poco estudiado hoy día, que se llama André
Jolles. Ese libro se llama Formas simples; yo pensé que no estaba en castellano pero,
dando clases en Chile el año pasado, descubrí que hubo una edición bastante
inmediata a la edición francesa en Chile. El libro está escrito en alemán; el autor es
holandés. Jolles nació en 1874, publicó sus primeros trabajos en neerlandés pero
pronto pasó al alemán, y se volvió de hecho ciudadano alemán –y nazi.
Según André Jolles, las formas simples son formas realizadas no por un autor
particular sino formas que “salen” de la lengua misma, es la lengua la que las
fabrica. ¿Cuáles son las formas simples?
Esas formas son:
*la hagiografía. Esto es lo que también se llama “vidas de santos”. Eran muy leídas
en la Edad Media, parece que la gente se divertía leyendo vidas de santos. Y Jolles,
que tiene cierto humor, dice que el equivalente actual (años 30) de las vidas de
santos son las biografías de los deportistas –y yo agregaría actores, etc.
*la leyenda, que es un relato, evidentemente.
*el mito y la adivinanza –como les adelanté al comienzo de la clase, para este
teórico ambos géneros del discurso o del lenguaje tienen mucho en común y
conformarían entonces la misma forma simple.
*la sentencia, aunque yo prefiero traducir acá el refrán.
*el caso
*la memorabilia, que es una suerte de historia pormenorizada, relacionada desde
luego con la memoria.
*el cuento (refiriéndose al cuento folclórico), y
*el chiste.
8
Estas formas simples suponen un trabajo, pero no un trabajo autoral: acá el trabajo
está dado por una comunidad de hablantes y por la lengua misma. La lengua
también trabaja.
Algo interesante que este pragmático avant la letre que es Jolles dice, es que estas
formas simples se dan en contextos diferentes y que tienen algo así como una
“forma mental”. Nosotros usaríamos hoy otra expresión –la idea de “forma
mental” es bastante cuestionable-; nosotros diríamos una ideología, en el sentido de
una visión del mundo particular.
Les decía que Jolles, que es holandés, sostiene que, como forma lingüística, el mito
y la adivinanza son la misma cosa, o que tienen una estructura verbal relacionada:
la pregunta y la respuesta. En la adivinanza, alguien pregunta y alguien es
conminado a responder. En el mito, hay una pregunta implícita –cómo surgieron
las montañas, cómo surgió el río, etc., etc.– a la cual responde el relato mismo del
mito. Ese relato que es respuesta y que es el mito mismo supone un saber, un saber
que de alguna manera por qué, por ejemplo, las montañas escupen fuego –y ahí
cada cultura tendrá su explicación para los volcanes.
9
Profesor [nuevamente haciendo un gesto de reverencia]: Levito. Estoy en estado
levitación intelectual. Sí, así es. En “La muerte y la brújula” se trata de un desafío:
responde o muere. Este cuento, como muchos otros de Borges, tiene la estructura
de un desafío o duelo –“El sur” es otro ejemplo– pero acá ese duelo es intelectual.
Alumno: ¿Pero esto en “La muerte y la brújula” no se invierte de modo que el que
adivina es el que pierde?
Profesor: También es cierto, o, en realidad, no tan cierto, porque el que adivina, en
ese cuento, adivina todo salvo un dato que se le escapó, y justamente eso que se le
escapó lo condena. Lo dice el texto: Lonnrot vio el diseño de la serie pero no pudo
ver que detrás estaba Scarlach. Pero déjenme terminar con la teoría de la
adivinanza y ya entramos a “La muerte y la brújula”.
Dice Jolles, entonces, que la adivinanza supone un desafío. Y dice que, mientras
que la pregunta y la respuesta del mito es liberadora (porque aporta un
conocimiento, aunque falso, del mundo), en la adivinanza se trata de un
conocimiento opresivo.
Jolles sigue, y dice que esta forma simple que es la adivinanza se actualiza en el
tiempo, en distintos contextos. ¿Cuál es otro contexto de la adivinanza? La
situación de examen, que es angustiosa, opresiva, terrible. Ése es otro contexto que
Jolles le pone. En el examen sigue funcionando la misma cuestión: pregunta-
respuesta donde el que no responde muere. No se asusten, pero es así.
Y otro contexto serían las sociedades secretas, como los rosacruces, donde hay que
contestar a una serie de preguntas para poder ser aceptado como miembro. Hay
una suerte de saber secreto: si se da muestras de saberlo, se accede.
10
adivinanza, y, es más, está codificado en el mismo texto que quien pregunta da a
leer como adivinanza.
Resumiendo, creo que sirve Jolles en este caso. La adivinanza, o un texto que tiene
como base la adivinanza, muestra una relación de poder entre dos sujetos: el que
formula la adivinanza y el que debe responderla. Lo mismo que ocurre en la
novela policial. Y, de hecho, Jolles también observa la actualización de la
adivinanza en este contexto que es la novela policial.
Otro ejemplo que da Jolles es el duelo o competencia. Y yo diría que buena parte
de los cuentos de Borges están montados sobre el esquema del duelo: a veces un
duelo de cuchillos, a veces un duelo intelectual (como en “Guayaquil”), a veces un
duelo muy amable entre dos señoras (“El otro duelo”), o un duelo que tiene la
forma de laberinto (“La muerte y la brújula”) donde alguien lanza un desafío.
Otra cosa que dice Jolles respecto de la adivinanza: que es un saber como posesión.
Es decir: es un saber dado, que se tiene o no se lo tiene. No es la reconstrucción de
un proceso hasta llegar al saber, sino una posesión. Piensen, por ejemplo, en un
examen donde un profesor les exige una respuesta puntual: no se les pide que
reconstruyan cómo llegaron a saber que tal cosa es lo que es, sino simplemente
“esa cosa”, ese saber.
11
[“La muerte y la brújula”]
Hay, decía Jolles, una relación estructural entre la adivinanza y el género policial.
El policial sería una actualización escrita de esta forma simple. En el policial se
pone en claro (y está presupuesto) la relación dual entre sujetos: alguien que sabe y
alguien que debe saber y debe demostrar que sabe.
Esta relación dual está casi siempre en los cuentos de Borges. Es una relación con el
saber, y una relación con el poder. Y es una relación no simétrica, en consecuencia.
El que pregunta sabe y exige al otro que responda con su saber.
Vamos a empezar, con “La muerte y la brújula”, por la adivinanza. En este cuento
Borges pone de manifiesto –no sé si lo pensó o le salió así– esta estructura común
del género policial y la adivinanza. Y yo les pregunto: ¿cuál es el enigma de este
cuento? ¿Qué es lo que hay que adivinar?
Alumna: El nombre.
Profesor: ¿El nombre de qué?
Alumna: El nombre de Dios.
Profesor: Claro, pero sabiendo el nombre de Dios se llega al asesino: estamos en lo
mismo. Yo les pregunto por algo que está cifrado, que el lector debe adivinar, y
que no hace a la serie de crímenes sino a otra cosa.
Hay una adivinanza que está planteada al lector en una única frase. Es la única
frase de todo el cuento en que la narración –el plano del narrador, como hemos
visto– está en primera persona. Si yo les preguntase si este cuento está narrado en
primera o en tercera persona, ustedes me responderían, seguramente, que está en
tercera. Y no es así. Porque hay, exactamente en la mitad del cuento, una sola frase
que está en primera persona. Por lo tanto todo el cuento está narrado en primera
persona.
Cuando Lonnrot se aleja de la ciudad rumbo al sur, cruza un “pestilente río” -¿es el
Riachuelo?- y dice: “al sur de la ciudad de mi cuento,…”
12
En esa frase hay, por lo menos, dos cosas a señalar: una, esta aparición inesperada
de la primera persona; la otra, ¿qué ciudad?
El “pestilente río” sin duda es el Riachuelo, y muchos otros elementos del relato
nos hacen pensar en Buenos Aires; sin embargo, el nombre de la ciudad nunca está
dicho en el cuento. Nunca se dice que ésta es la ciudad de Buenos Aires.
Pero, volviendo a la estructura del cuento, esta frase en primera persona divide al
texto en dos partes iguales en extensión. Y acá cambia el estilo del cuento. Cambian
los tonos del paisaje, entra cierta melancolía, cierto tono gris. El protagonista se
acerca a su muerte. Como suele ocurrir en los cuentos de Borges, el sur es el lugar
de lo primitivo, de lo bárbaro, de lo elemental, y de la muerte también. Eso es así
en el cuento “El sur”, precisamente.
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Alumna: En “La casa de Asterión” habíamos visto que había dos narradores en la
parte del cuento propiamente dicho: uno en primera y otro en tercera. ¿Por qué acá
no?
Profesor: Porque acá no hay ninguna división como sí la había en “La casa…”. Acá
el cuento es el mismo desde que empieza hasta que termina. No hay ninguna
marca, ninguna separación, que permita hablar de dos narradores.
Suena un tanto extraña esta ciudad. Este vacío semántico está llenado por una
proliferación de nombres extranjeros. Podemos decir que en Buenos no escasean
los nombres extranjeros en la toponimia, pero, de todos modos, son muchos más
los nombres en español tanto para calles como para zonas de la ciudad. Acá, sin
embargo, proliferan nombres extranjeros: alemanes, franceses, ingleses.
Me estoy basando para esto que digo en un textito de Freud donde se afirma que
todo vacío engendra en otro nivel una proliferación. Es la famosa teoría de la
castración en psicoanálisis. Freud teoriza esta cuestión apelando justamente al mito
también. Apela al mito de la Gorgona, de la Medusa. Y escribe este texto que se
llama “La cabeza de la Medusa”. Allí teoriza esto: un vacío, que provoca horror,
exige la proliferación de otros elementos en otro nivel. Cosa que se observa en la
representación gráfica de la Medusa. Pensemos en la cabeza de la Medusa: ha sido
14
colgada y decapitada –y la decapitación, que es signo de muerte, alude a la
castración– pero la representación de la castración es tan intolerable que, dice
Freud, tiene ser “compensada” por medio de la proliferación de símbolos fálicos.
¿Cómo ocurre eso en la Medusa? La Medusa no tiene cabellos, tiene…
Alumna: Serpientes.
Profesor: Exactamente: serpientes, que hacen a uno de los símbolos fálicos por
excelencia.
Entonces, creo encontrar algo similar acá, en el cuento. Buenos Aires es un vacío
semántico al que se alude por una serie de detalles, una proliferación de detalles.
Algunos de esos detalles son nombres de calles –la Rue de Toulon bien puede ser
la calle Colón: si superponemos un mapa de la ciudad de este cuento al mapa de
Buenos Aires, coinciden–; otros detalles referenciales pueden pasar por la forma de
una casa o de un negocio, etc.
Esos son pequeños detalles referenciales esparcidos aquí y allá. Y detalles que todo
lector contemporáneo de la época de aparición de este cuento reconocía como
pertenecientes a la ciudad de Buenos Aires.
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Evidentemente Borges está aludiendo allí a una cuestión de la política argentina.
Claro que en forma cifrada.
Y ustedes verán que el cuento, todo el tiempo, en el plano estilístico o retórico, hace
referencias al número tres o al número dos con sus múltiplos, o a las figuras
geométricas relacionadas con el dos o con el tres. Este cuento merece una edición
anotada, sin duda. Lamentablemente están las viudas detrás de los escritores, y las
viudas son lo peor que le puede pasar a un escritor. Se apoderan de todo. Uno diría
que Borges merece una edición decente de sus obras, pero no la tiene. No hay una
edición crítica, y sus llamadas Obras Completas son un desorden que seguramente
le hubiera causado risa al finado. Son un laberinto demasiado complicado para
leerlo en forma sistemática. Sin embargo, hay un libro donde sí se puede encontrar
este cuento con anotaciones. Un ex alumno de esta cátedra, Daniel Martino, hizo
una excelente edición que incluye El Aleph, Ficciones y El informe de Brodie. En
cuanto pueda –denme un poco de tiempo– voy a pasar la edición anotada de este
cuento a las fotocopiadoras para que ustedes la lean. Yo coincido totalmente con
las notas de Martino, salvo en un caso: en la interpretación que él hace de algo muy
raro en el cuento, algo que debería haberles llamado la atención a ustedes: la
mención de un “piso R”. Convengamos que los edificios no tienen piso R, en
ningún lugar de la Tierra. Martino interpreta este dato –seguramente olvidándose
de mis clases– como una posible referencia al color rojo. Hay, de hecho, una
insistencia con el color rojo en el cuento, color que está incluso en los nombres de
los protagonistas: Scarlach (escarlata) y Lonnrot. Mi interpretación, bueno, ya la
conocerán.
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Les decía que hay una proliferación de nombres extranjeros en el cuento. A través
de ellos, esta ciudad del cuento parece ponerse en relación con una serie de otras
ciudades literarias. Por ejemplo, Roma –a la que se alude. ¿Qué otras ciudades?
Alumna: París.
Profesor: Sí. ¿Y cómo?
Alumno: Hay una alusión por medio de Poe.
Profesor: Así es. Está el nombre Auguste Dupin, que es el detective de ciertos
cuentos –los cuentos policiales– de Poe, particularmente de “Los crímenes de la
Calle Morgue”. Esta París que aparece en el cuento, entonces, no es la París real,
sino la París literaria.
Bueno, creo que Borges teorizó de alguna manera este cuento –y les pido que lean
esto– en un texto muy conocido donde justamente hace alusión a este cuento “La
muerte y la brújula”. Ese texto se llama “El escritor argentino y la tradición”. Es un
texto que Borges produce cuando se convierte en conferenciante, es decir cuando el
peronismo lo obliga –cosa que debería agradecerle mucho– a enfrentar al público
para ganarse la vida, eso después del “raje” de la Biblioteca Miguel Cané al que ya
me referí en una clase anterior. A partir de ese episodio surgen las conferencias
como ésta de la cual se hizo una versión escrita. Les recomiendo entonces la lectura
de “El escritor argentino y la tradición”, que está en el libro Discusión. Para seguir
adelante necesitamos leer esta conferencia.
Hasta la próxima
Versión: Cristian D
[A continuación, los dos poemas de Borges a los que hizo referencia el profesor en relación con el
cuento “La casa de Asterión”]
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LABERINTO
EL LABERINTO
18
Cod. 19 17
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 10-abril-07
Este artículo de Tinianov, así como el de Shklovski y muchos otros, está en un libro
editado en castellano por Siglo XXI, Teoría de la literatura de los formalistas rusos,
cuyo compilador es Tzvetan Todorov. Hay varias ediciones de este libro, es fácil de
hallar, y es una recopilación que a ustedes les puede ser muy útil no sólo para esta
cursada sino para toda la carrera.
1
cuento. Una frase ubicada en el centro exacto del cuento: “al sur de la ciudad de mi
cuento”. La clase pasada una compañera me hizo morder el polvo: yo había dicho
que ésta era la única frase en primera persona y ella, muy sagazmente, me señaló
que hay un “nosotros”, una frase en primera del plural. Yo no releí el cuento en
estos días, pero le creo. Prometo leer el cuento para la próxima bajo este aspecto.
Entre las objeciones que ustedes me planteaban, y que celebro, había una que decía
que Borges desde el prólogo sugiere o pone de manifiesto que Lonnrot sabía que
estaba yendo a su propia muerte. Y digamos que el texto mismo sugiere, por toda
una serie de dualidades, que, en cierto modo, Lonnrot y Scarlach son como las dos
caras de una moneda. Son uno el doble del otro. Cosa que está implícita en los
nombres: uno se llama Lonnrot (rot= rojo) y el otro Red Scarlach (rojo escarlata). El
rojo está en los dos nombres; uno es espejo del otro.
Pero no solamente en los nombres, sino que esta dualidad está también en la
disposición del cuento (las dos mitades) y en la trama o la disposición en un mapa
de una ciudad desconocida (que se presenta como desconocida) que duplica la
serie de crímenes en dos triángulos invertidos especularmente, dos triángulos que
forman un rombo:
N
O E
Todo el cuento, agarremos el tramo que agarremos, allí vamos a encontrar una
alternancia o bien de figuras geométricas de tres lados o bien de figuras de cuatro
lados (rombos, losanges, etc. etc.). También es una alternancia de números 2 o
múltiplos de dos y números 3 o sus múltiplos. Que aluden al misterio: los crímenes
son tres o son cuatro. En cualquier párrafo. ¿Podrían ustedes ejemplificar?
2
Alumno: “…Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas…”
Profesor: Octavo mayor: múltiplo de dos. ¿Cómo sigue?
Alumno: “Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas de Israel Baal Shem
Tobh, fundador de la secta de los Piadosos…”
Profesor: Bien. ¿Cuántos nombres hay ahí? Cuatro: Israel Baal Shem Tobh. ¿Y
cuántos son los nombres del asesino? Cuatro. O tres más un seudónimo. Porque es
Dando Red Scarlach, más el seudónimo Baruj Spinoza. Spinoza es el nombre del
anónimo que aparece en uno de los crímenes, pero no es tan anónimo porque
subraya y escribe con tinta roja.
Alumno: Otro cuatro aparece ahí mismo: “las virtudes y terrores del
Tetragrámaton”.
Profesor: Muy bien. “Tetragrámaton”= cuatro letras. Que es la palabra que ilumina
a Lonnrot para decir no son tres, son cuatro los crímenes, como cuatro los puntos
cardinales.
Bien, todo el cuento está trabajando esto: los números, las figuras geométricas, las
letras. Esto es el material del cuento, uno de sus materiales. Podemos encontrar
ejemplos en todo el texto.
Alumno: Creo recordar, pero no me acuerdo bien en dónde lo leí –si en un prólogo
o en una nota– que Borges dice que este cuento lo escribió en cuatro ciudades
distintas.
Profesor: No estoy al tanto de eso, pero me cuesta creerlo. Porque este cuento, que
aparece en 1942, es evidentemente de una época en la que Borges no viajaba
mucho. Borges estaba en Buenos Aires en esos años.
3
Tercero, la enunciación en primera persona vuelve al cuento sobre sí mismo, le da
un valor autorreferencial. Cuarto: la enunciación en primera persona precipita la
lectura hacia una lectura no realista. Este cuento se presenta, a través del valor
semántico de esa palabra “cuento”, como ficción, no-verdad. “Esto que estoy
contando es pura ficción”, nos dice la autorreferencia, “nada de esto es verdad”.
Igual que cuando decimos “el cuento del tío”, acá se dice “mi cuento”.
En este caso, en el mismo nivel de importancia, hay dos palabras que no se pueden
nombrar por lo menos hasta el final: el nombre del asesino y el nombre de la
ciudad.
Borges dice, no recuerdo en qué prólogo, que en “La muerte y la brújula” la matriz
del cuento es la pesadilla. Eso lo dice Borges y no me parece mal, pero decir que
este cuento es una pesadilla no nos lleva a ninguna parte. Uno podría decir que, sí,
hay acá algunos procedimientos típicos del sueño –como la condensación: un lugar
que a la vez es otro lugar, una lugar que reúne elementos de distintos lugares–
pero no veo a dónde desembocaríamos leyendo de esa manera.
Alumno: Borges está haciendo ahí lo que postula en “El escritor argentino y la
tradición”: no cerrarse en una tradición local.
4
Profesor: Exactamente. No me olvidé que tenían que leer “El escritor argentino…”,
cosa que, salvo alguna excepción, nadie ha hecho.
Esto de poner en contacto una ciudad con otra –o transponer una ciudad con otra–
es un procedimiento literario que Borges encuentra ya hecho en el origen del
cuento policial –el origen según Borges–: Poe. En “El misterio de Marie Roget”, un
asesinato ocurrido en Nueva York es transpuesto, mediante nombres franceses, a
otra ciudad que es París. Edgar Allan Poe tomó un crimen ocurrido en la vida real
en los Estados Unidos, donde la víctima se llamaba Mary Rogers, y lo recreó en
París, afrancesando en consecuencia el nombre de esta víctima literaria, ya no
“realista”, de su cuento. Algo similar ocurre acá, pero tomando la ciudad, no el
crimen en sí, y transformando los nombres. Borges está tomando un
procedimiento que encuentra en uno de los cuentos que funda el género llamado
policial.
Y esto tiene mucha importancia para el núcleo, me parece, del análisis del cuento
que deberíamos hacer. No un análisis dedicado a estudiar qué hace Borges con la
Cábala –también lo haremos– sino un análisis de orden cultural y político del
cuento, que es la segunda trama que aparece en este cuento.
Edgar Allan Poe sostenía que todo cuento debe escribirse para el último párrafo,
acaso para la última línea. Esta exigencia puede ser una exageración, pero es la exageración
o simplificación de un hecho indudable. Quiere decir que un prefijado desenlace debe
ordenar las vicisitudes de la fábula. Ya que el lector de nuestro tiempo es también un crítico
[buena observación], un hombre que conoce y prevé los artificios literarios, el cuento
deberá constar de dos argumentos: uno falso, que largamente se indica, y otro, el auténtico,
que se mantendrá secreto hasta el fin.
Mutatis mutandis, hay, evidentemente, una trama o un argumento que es el
argumento del cuento policial como el de cualquier otro cuento –y que Borges
transgrede ya veremos cómo; éste es un cuento trangresor de las convenciones del
relato policial clásico lo miremos por donde lo miremos. Y hay otro argumento,
una trama secreta, que podemos adosar a otra adivinanza que el cuento expande,
entregada al lector para que la lea.
Señalamos algunas marcas de esa trama secreta que el lector debe leer –y que el
lector de la época, a menos que fuera un chambón, leía. Son marcas de una trama
que hace a una realidad política concreta. “El caudillo barcelonés” es una de esas
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marcas que señalamos: alude a Barceló, un hombre fuerte de Avellaneda por
aquellos años. Es una trama política a la que Borges claramente está aludiendo.
Hay una trama cultural-política, entonces, a la que Borges hace alusión todo el
tiempo. Eso hay que adivinarlo también: está ahí, está cifrado pero está ahí; como
en cualquier adivinanza, la respuesta, pese a ser la palabra escamoteada, está ya en
la pregunta.
Hay otra marca cultural y política que está cifrada en el cuento y que alude
claramente, irónicamente, al nacionalismo argentino fascista o fascistoide. Ustedes
saben que, en la Segunda Guerra Mundial, hubo una vacilación en el gobierno
respecto de si Argentina entraba o no a la guerra. Muchos historiadores dicen que
se siguió la vieja tradición yrigoyenista, es decir que se mantuvo la actitud de
Yrigoyen quien, durante la primera guerra, declaró a la Argentina país neutral.
Pero otros historiadores dicen, no sin razones –y yo me quedo con estos segundos–
que la neutralidad durante la segunda guerra era una artimaña para apoyar al Eje.
Toda esta trama y esta discusión Borges la sintetiza con una palabra: los
germanófilos. Esto está en “El escritor argentino y la tradición”. Y lo que está acá,
la marca cifrada a la que me refería, es el nombre propio de uno de esos
germanófilos.
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Contra este tipo de personajes, evidentemente, Borges está alertando en “El escritor
argentino y la tradición”, ensayo fundamental para entender este cuento.
Y la alusión a la que iba a referirme, que está en el cuento, es una alusión a un
personaje nacionalista argentino, que fue compañero de Borges y publicó en las
mismas revistas que Borges. Se trata de Ernesto Palacio, que en el cuento se
convierte en Ernst Palast.
Entonces, debajo de esta trama policial hay otra trama que el lector debe
reconstruir. ¿Cómo se reconstruye esa trama? En principio, leyendo otras cosas.
Leyendo otras cosas de Borges también, pero no sólo de Borges, desde ya. Leyendo
la “realidad”, o la historia.
Alumno [no se escucha bien; hace referencia al que sería el orden temporal y lógico
de los crímenes en el cuento, no al orden del discurso]
Profesor: Es cierto lo que decís y tu pregunta me viene bien aunque parezca no
contestarla –primero, porque no fue una pregunta–; me viene muy bien para
brindarles algo bastante elemental, algo canónico en cuanto a las lecturas teóricas
de la novela policial.
Hay un texto de Tzvetan Todorov, el mismo que recopiló distintos artículos de los
formalistas rusos en un libro editado en Francia y luego traducido al español. Ese
texto se llama “Tipología de la novela policial”. Como el mismo Todorov lo
sostiene, el enfoque teórico de este textito es deudor de los formalistas rusos. Parte
del formalismo ruso. Y los formalistas rusos inventaron algo que es evidentemente
simple y que se refiere a la dualidad de todo relato. Todo relato estaría constituido
por dos “tramas”. Hay, por un lado, algo que pertenece al contenido y que,
afirmaron los formalistas, preexiste al relato. A ese algo lo llamaron fable.
La fable –traduzcan “fábula” si quieren– se refiere al contenido del cuento,
fundamentalmente a las acciones. Por ejemplo, “el rey tuvo un niño que fue
7
príncipe”, “el niño fue robado”, etc., etc. Ésa sería la fable: el contenido de un texto
ordenado según su lógica temporal y considerando sus acciones más importantes.
En rigor, sólo existe una sola de estas dos formas discursivas. ¿Existe la fable o el
siujet?
Alumno: El siujet.
Profesor: Exactamente. El siujet es lo que leemos. Y la fábula no es que preexista; la
fábula es un emergente del siujet. No hay primero un contenido y después la
puesta en forma de ese contenido, sino que lo que tenemos es siempre el siujet, es
decir la puesta artística por medio de procedimientos. Un relato puede empezar
por la muerte del príncipe y terminar con su nacimiento, un poco a la manera del
cuento “Viaje a la semilla” de Alejo Carpentier que ya les mencioné.
8
lo que está haciendo Scarlach es reproducir –para darle una generosa pista a
Lonnrot– eso que él ya ha vivido. Los dos lo han vivido: Scarlach como víctima y
Lonnrot como persecutor. Ya ocurrió. Otra duplicación del relato.
Ésta es la matriz que toa Todorov para diferenciar dos tipos de novela policial.
Primero, la novela policial inglesa o novela de enigma; segundo, la novela negra
norteamericana.
9
Ante el caos, lo que hace la novela policial tradicional es eso: ordenar. Hay una
crítica literaria argentina, Josefina Ludmer, que ha escrito sobre el policial y ha
dicho lo siguiente. Dijo que hay dos tipos de teoría de conocimiento implícitos en
la novela policial. Una sería la idealista, que estaría presente en estos relatos
clásicos, de enigma. ¿Por qué idealista? Porque el detective no se mezcla con los
acontecimientos del crimen, es puro razonamiento. Pudo estar o no estar en
contacto con la escena del crimen y con los que participan en él. Y la otra
gnoseología es forma de conocimiento en el policial es la pragmática: es la acción, el
involucrarse del personaje en los sucesos lo que lleva a la resolución, y no la mera
reflexión de los hechos.
Y por eso, también, en general, los escritores argentinos que se han dedicado a
plantear policialmente este tipo de contexto político-social encontraron en la
novela negra un esquema más afín. Un esquema que quizás no sea el de Osvaldo
Soriano, quien tiene de todos modos una novela policial buena, Triste, solitario y
final. El resto de su obra, bueno, no es tan defendible. Yo no sé si acá lo insultaron o
no, eso es otra historia. [el profesor alude al debate que se dio en el mes de febrero
en distintos medios, sobre todo en Página 12, sobre una supuesta charla dada por
Soriano en la facultad y una supuesta recepción burlona de los estudiantes de
Letras para con el escritor; después, la revista electrónica El interpretador demostró
que esa charla sí existió y que lo inexistente fueron las preguntas burlonas del
alumnado (hipótesis defendida por ciertos intelectuales enojados con la academia)]
10
Profesor: Bueno, los que escribieron tratados sobre la novela policial han tratado de
meter dentro del esquema del policial todo tipo de textos, ya sea Balzac u otros
autores en los que uno, como lector, puede decir “sí, vagamente acá hay una
novela policial”. Pero no son, stricto sensu, novela policial. Hagamos cinco
minutos de descanso.
…
Estábamos con la teoría de Todorov para el policial. Uno de los elementos que más
me interesan es el empleo de una metáfora para referirse a la estructura de la
novela policial, una metáfora que no sólo Todorov utiliza sino muchos otros
estudiosos de este género. Y lo que afirman de esa estructura es que es geométrica.
Esto también está en la lectura que Sábato hace del cuento de Borges: cierto rigor
formal que exige el género, y que se traduce en una estructura geométricamente
diseñada. No puede concebirse una trama caótica o desordenada en cuanto al
planteo; sí como procedimiento de distracción del lector. La estructura, entonces,
es geométrica en el sentido de rigurosamente lógica.
Borges toma literalmente esta metáfora, y utiliza la geometría como materia prima
de la misma trama que urde. La trama de este relato está urdida por números,
figuras geométricas y letras. Desde un nivel ínfimo, primario, operan las letras y
los números; desde un nivel más complejo operan las figuras geométricas y los
nombres. Es decir que hace de la figura geométrica un elemento de la trama;
literaliza eso que en los tratadistas de la novela policial es una metáfora.
Veíamos la teoría de Todorov, lo que dice respecto de la novela policial clásica (las
dos historias) y no llegamos a ver lo que dice sobre la novela negra
norteamericana. En cuanto a ésta, dice Todorov que las dos historias se convierten
en una. La primera historia desaparece.
Y algo así ocurre, si ustedes se fijan, en “La muerte y la brújula”. Tenemos hasta
cierto momento dos historias. Pero en realidad estamos leyendo una. Porque los
crímenes anteriores no importan; lo que le importa a Scarlach –aun cuando
Lonnrot, mal lector, lo pasa por alto– es vencer a Lonnrot. Lonnrot no descubre
que él es el implicado, tiene una ceguera a ese respecto.
11
del crimen y la de la investigación–, a medida que avanzamos se entremezclan en
una sola, y la historia de los crímenes seriales pasa a ser la historia o la prehistoria
del propio asesinato de Lonnrot.
Esto también implica otro rasgo típico de la novela negra y no del policial clásico, y
es que el detective ya no es alguien que está fuera de los hechos sino que está
contaminado por los hechos. A veces en la novela negra el detective es indecoroso,
violento incluso; en todos los casos, se embarra en los hechos. Y eso pasa acá. Y a
veces en la novela negra el mismo investigador es un criminal. Que es lo que, en
cierto sentido, pasa también acá si pensamos que Lonnrot va hacia un crimen, va a
matar a alguien: a él mismo. Esto es una interpretación medio trucha, no me hagan
caso.
En suma, Borges, obviamente, no leyó Todorov, pero uno diría que, si seguimos a
Todorov, este cuento de Borges se parece más a una de esas novelas negras que
Borges detestaba.
Y noten también que esta segunda parte del relato precipita al cuento en lo
fantástico. Borges, en un texto de 1938 llamado “Sobre Chesterton”, que está en
Otras inquisiciones, dice algo interesante. Borges admiraba a Chesterton.
Edgar Allan Poe escribió cuentos de puro horror fantástico o de pura bizarrerie;
Edgar Allan Poe fue inventor del cuento policial. Ello no es menos indudable que el hecho
de que no combinó los dos géneros. No impuso al caballero Auguste Dupin la tarea de fijar
el antiguo crimen del hombre de las multitudes. En cambio Chesterton prodigó con pasión y
felicidad esos tour de force. Cada una de las piezas de la saga del Padre Brown presenta un
misterio, propone explicaciones de tipo demoníaco o mágico y las reemplaza al fin con otras
que son de este mundo.
12
Es decir que el policial de Chesterton mezclaría hasta cierto punto las leyes del
género policial más las leyes del género fantástico. En Poe, en cambio, esos dos
géneros se dan por separado en distintos relatos. Digo hasta cierto punto porque
también en la obra de Chesterton finalmente se impone la razón, queda eliminado
lo demoníaco.
13
Fé católica, o sea un conjunto de imaginaciones hebreas supeditadas a Platón y a
Aristóteles.
Pensemos en un contexto devoto, como el de 1934. Estos chistes, estas afirmaciones
de Borges están operando ahí, están lanzadas hacia ese contexto de polémica, ese
contexto bipolarizado entre los librepensadores –los liberales– y los nacionalistas
católicos. Hay que decir que Borges, a principio de los 30, no estaba muy lejos de
los nacionalistas –esto ya lo hemos señalado. Estaba cerca de nacionalistas como
Jaurteche. Y después se fue alejando…
Y hay que decir que Borges colabora con Sol y Luna con una traducción; que no
escribe nada “para” ese periódico. Y es una traducción, antes de que se produjera
esta partición de aguas por la guerra, de un poema de Chesterton titulado
“Lepanto”.
Fíjense ustedes en algo que vengo rodeando desde hace varios minutos: el
comienzo de los asesinatos ocurre en medio de un congreso. Pero no es ese
congreso católico que enfervorizó a Buenos Aires, sino que es un congreso judío.
Borges, desde sus comienzos, manifestó un interés por la Cábala, manifestó un
14
interés por lo judío en general. Y esto se ve en un texto que se llama “Yo, judío”, un
texto que apareció originalmente en la revista Megáfono y luego fue recogido en
Textos recobrados, 1931‐1955. Una de las tantas revistas nacionalistas de la época
acusa a Borges de querer disimular sus antecedentes judíos, y Borges le contesta
justamente, desde esta revista. Noten ustedes lo siguiente: se ve que en aquel
momento acusar a alguien de judío era corriente, cualquiera podía acusar a otro de
judío sin que se le pararan los pelos. Están hoy los que dicen que en Argentina
cada tanto hay brotes antisemitas; a mí me parece que es una constante.
Y Borges contesta algo así como ‘no oculto, sino todo lo contrario: quiero, pero no
me da la sangre’. No tengo la certeza de ser judío, dice luego, aunque Ramos Mejía
dice que todos los apellidos portugueses provienen de familias judías –y Borges es
un apellido portugués.
Dejando este capítulo de lado, me gustaría avanzar en este aspecto que les señalé
de la importancia de las letras y los números en el cuento. Relacionando letras y
números se logra un tipo de lectura. Ese tipo de lectura es el que propone la
Cábala. Borges tiene un artículo en Discusión, de 1932 –mucho antes de este
cuento– que se llama “Vindicación de la Cábala”. Y allí justamente hay un
“personaje”, por llamarlo de alguna manera, que es la Santísima Trinidad, contra la
cual Borges emprende un combate.
Es decir, en un texto dedicado a la Cábala, lanza sus dardos contra ciertos aspectos
del dogma cristiano. Recordemos que la Iglesia en Argentina no está aun hoy
separada del Estado. Dice de la trinidad:
15
manera por instancia divina no puede ser un texto donde sobre o falte nada, o
donde haya algo superfluo.
Scarlach, además, escribe. Scarlach es el escritor del cuento. Escribe y firma cada
uno de sus crímenes, salvo el primero. A partir de ahí, cada crimen lleva la firma
de Scarlach, y eso es una escritura. En el segundo crimen manda escribir “la
Segunda Letra ha sido articulada”, con lo que hilvana el segundo crimen al
primero.
¿Y por qué digo también que Scarlach es un escritor? Porque firma toda la trama
del cuento. La firma de una manera absolutamente literal. El cuento se llama “La
muerte y la brújula” primero por los crímenes y segundo porque en el mapa de
esta ciudad que es Buenos Aires se forma un rombo, y es el rombo de las brújulas.
Recuerden que en las brújulas las agujas son romboidales. Es el rombo que
graficamos antes N
O E
16
Ahora bien, si uno sigue con un trazo el recorrido de estos crímenes forma la inicial
del nombre del ideólogo de todo esto. Yendo de norte (primer crimen) a oeste
(segundo), luego a este (tercero) y finalmente al sur, se forma la S de Scarlach. El
asesino escribe su nombre:
N
O E
Versión: Cristian D
17
16
Cod. 18
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 17-abril-07
Por supuesto que a estos nombres propios, provenientes de otro alfabeto como es
el ruso, ustedes los van a encontrar –sobre todo el de Bajtín– escritos de diversas
maneras. Esto, entonces, para el próximo TP a desarrollarse quién sabe cuándo.
1
Y les recuerdo que para estas clases que estamos viendo hay un texto obligatorio:
la “Tipología de la novela policial”, ya señalada, de Todorov.
Otra información: este próximo sábado 21 de abril voy a recuperar algo del tiempo
de clases teóricas que hemos perdido en estas semanas. En el aula 232, de las 13 a
las 15 horas, voy a estar dando clase para todos aquellos de ustedes que quieran
venir. Vengan los que quieran; las clases teóricas no son obligatorias. Los que
quieran suspender el partido de tenis, el asado o la siesta programada serán
bienvenidos.
El tres y el cuatro (múltiplo de dos) son elementos que, insertos en distintos pasajes
del cuento, aluden también a la trama general del relato, dan pistas sobre el
enigma o uno de los enigmas de la novela que es la serie de asesinatos.
El dos, a su vez, refiere a un tema específico de la literatura fantástica, un tema
característico de este tipo de literatura, que es el tema del doble. Para citarles un
ejemplo conocidísimo, piensen en “William Wilson” de Poe, donde ya en el título
mismo del cuento aparece el tema del doble, en esa repetición del sonido wil‐.
Y acá el doble lo constituyen, para empezar, los dos personajes centrales del
cuento: Scharlach y Lonnrot. Esto está dicho ya en el primer párrafo del cuento:
Lonnrot se creía un Dupin pero “algo de tahúr había en él”. Tahúr, malhechor: se
equipara entonces a Scharlach, que es un hampón. Del mismo modo, y si Lonnrot
es un razonador, Scharlach, por medio del ingenioso laberinto que traza alrededor
de una ciudad innominada para atrapar a Lonnrot, prueba también,
evidentemente, su razonamiento –un razonamiento, habíamos dicho, a la segunda
potencia.
2
Un ejemplo: Scharlach, como ustedes observaron muy bien en la clase pasada,
tiene cuatro seudónimos: Ginzberg, Ginsburg, Gryphius (este último quiere decir
“enigma” o “adivinanza”; ningún nombre es casual en este cuento que es como
una sinfonía del artificio, un cuento totalmente artificial en un sentido positivo, en
el sentido que los formalistas daban a la palabra “artificio” o “procedimiento”). Y
además tiene un seudónimo, Baruj Spinoza.
Fíjense ustedes que en el crimen ficticio, el crimen número 3 (que cerraría el primer
triángulo), tenemos referencias a la serie del dos y sus múltiplos y a la serie del 3 y
sus múltiples. Ejemplo:
Treviranus indagó que le habían hablado desde Liverpool House, taberna de la Rue
de Toulon, esa calle salobre en la que conviven el cosmorama y la lechería, el burdel y los
vendedores de biblias.
¿Qué tenemos acá? Cuatro elementos, agrupados en dos y dos.
¿Qué estoy haciendo? Estoy poniendo a prueba en el nivel retórico –recuerden
aquello que les dije cuando analizamos “La casa de Asterión”– algo que es
evidente en un nivel temático o de contenido. El cuento dice, expresa muy
explícitamente –esto es parte del contenido– esta alternancia del dos y el tres. Pero
ante esta alternancia uno se puede poner a ver si lo mismo ocurre en los otros
niveles o planos o instancias de análisis que hemos planteado. Y encuentro que,
sintácticamente, este párrafo tiene una estructura donde está funcionando el
mismo elemento que vimos en un nivel semántico.
Habría que ver si en un nivel muy primario, dentro de este nivel retórico, como lo
es el nivel de las letras que el cuento elige para formar sus nombres –los nombres
propios, especialmente– esto también funciona. Ya vimos que los números sí están
funcionando en relación con el todo. Habría que ver si la combinación de las letras
se liga también con este plano de las acciones que el cuento narra. Les adelanto que
sí; es más, hay un principio que –diría un estructuralista– vertebra
estructuralmente todo el texto, y es la repetición especular, de un nivel a otro de
análisis, de ciertos elementos centrales. Es un cuento donde la estructura sintáctica
también participa de la trama. Incluso en el título, “La muerte y la brújula”,
tenemos dos términos.
Algo más para decir respecto de “el cosmorama y la lechería, el burdel y los
vendedores de biblias”. Notemos que, en un nivel semántico, nos encontramos con
la mezcla, lo heteróclito: la lechería y el burdel. Pero al mismo tiempo, en un nivel
sintáctico, hay un orden. El caos y el orden, si ustedes quieren, que están en todo el
cuento.
3
Si vamos a lo que dice Scharlach acerca de cómo construyó su laberinto, él señala
que lo hizo también de una manera heteróclita, con elementos absolutamente
disímiles entre sí. Que es la manera en que está construido el cuento: con
elementos disímiles entre sí, y ordenados de acuerdo a un patrón. O de acuerdo a
más de un patrón. Un patrón sería el de la novela policial. ¿Qué otro patrón ordena
lo heteróclito, lo mezclado?
Alumna: El lenguaje.
Profesor: Ah, estamos llenos de lacanianos. Borges diría “la fatalidad del lenguaje”.
Sí, claro, pero decir “el lenguaje” es muy amplio, acá todo es lenguaje.
Hay un tercer patrón, muy extraño, muy marginal dentro del sistema de lecturas
de Occidente, que está también funcionando en este cuento. Para referirme a este
tercer patrón, es necesario hablar de los nombres propios. Los nombres propios son
muy importantes en este cuento. Todos están sacados de algún lugar. Vimos ya
que “caudillo barcelonés” incluye un nombre propio que es Barceló, y alude al
contexto político argentino en que el cuento se inscribe. Pero todos los nombres
propios tienen una función que se relaciona con el nivel de las acciones del relato, y
muchos de ellos remiten a personajes reales, históricos, y por medio de esa
remisión también se insertan, esos nombres, en la trama del relato y dicen algo
sobre el cuento.
4
Lönnrot le adosó una estructura, una especie de hilo argumental, a los distintos
cantos heterogéneos que fue recogiendo. Y eso se convirtió en un libro cuyo
nombre les puede sugerir algo, alguna contaminación del significante con la
Cábala judía: el Kalevala [Esto se pronuncia, como todas las palabras del finés, con
acento en la primera sílaba; es decir que se aproxima fonéticamente aun más a
“Cábala”]. Cábala, Kalevala: una magnífica contaminación onomástica.
La Kalevala sería un tercer patrón, como lo es la Cábala y, sobre todo, el patrón de
la novela policial. ¿Y por qué Borges le cambia a Elias su nombre, y le pone Erik?
Quizás porque En “Eric” aparece la quintaesencia de lo escandinavo. Es un nombre
que significa “jefe”, “conductor”, y que nos envía a un vikingo, Eric el Rojo, aquel
personaje que con sus barcas y sus hombres desembarcó en América –el
descubridor de América, dirá Borges.
Además, en este mundo escandinavo, Erik (el “Jefe”) sería la palabra por “Rex”. ¿Y
quién es el “rex” en nuestra cultura? Cristo, ¿no? Entonces tenemos otra
contaminación: la Cábala judía, el Kalevala finlandés y, por la misma asociación, el
catolicismo. Todo mezcladito, como para que quede claro que la tradición del
escritor argentino, y probablemente de cualquier otro, es una mezcla sin esencia
posible alguna.
5
consecuencia ideológica. Ya hemos señalado el famoso Congreso Eucarístico que
tuvo lugar en Buenos Aires en los 30 y que acá Borges reemplaza por un Congreso
Eremítico, un congreso de cabalistas, un congreso judío. Está diciendo, Borges,
entre otras cosas, que no hay razas puras, ni hay religiones puras, ni hay
identidades nacionales puras. No hay quedarse en esta mezcla como un jueguito
divertido; no hay que leer este cuento como lo hace Sábato. Si me quedo ahí, no
veo el otro juego que nos está proponiendo; un juego que, además, está advertido
cuando Borges dice, en otro lugar, y en consonancia con tanta gente que ha
estudiado la novela policial, que toda novela policial tiene dos argumentos, uno
manifiesto y otro oculto. Se está refiriendo, sin duda, a estos indicios que no tienen
solamente que ver con la trama policial sino también con un combate, un combate
ideológico que podemos, los lectores, reponer.
Entonces, uno se preguntaría qué triunfa acá, si el orden o el caos. Fíjense que al
final, en el duelo final, el esquema se da vuelta: el perseguidor era el perseguido. Y
lo que propone el final es un ejercicio que es una aporía, algo que pertenece al
mundo griego, que remite a la filosofía griega. Lonnrot pide un laberinto más
ordenado, más “racional”, que consta de una sola línea; pero algo que, en su
máxima simpleza, es más caótico.
Alumno: Hay algo más, que está en las notas de Daniel Martino al cuento, y es que
Martin Buber, hebraísta, tradujo la Kalevala al alemán. Yo no creo que sea algo
deliberado por Borges…
Profesor: Claro. Vos, enterado de ciertas cosas, decís “no creo que todo esto sea
deliberado por Borges”. Evidentemente hay elementos en el cuento que son
deliberados, por ejemplo los nombres propios, Lonnrot, Scarlach. La Kalevala, si
bien no está mencionada, está en el cuento porque ¿a qué otra cosa puede remitir el
nombre Lonnrot? Esto es intencional. Pero con lo intencional se deslizan otras
cosas, y no importa si Borges las pensó: están ahí, las podemos pensar.
6
Cuando analiza un texto hay una pregunta inútil, totalmente irrelevante. Es la
pregunta que se hacen ciertas almas ingenuas y piadosas: ¿El autor es conciente o
inconsciente de esto? Poco nos importa; está ahí, está en la superficie del texto, y
eso tiene un efecto. Que provenga de la conciencia, del inconsciente o de la
“fatalidad de la lengua”, no importa: está ahí para que yo lo lea y haga con ello lo
que yo crea más oportuno. Si viniera del inconsciente, ¿qué probaríamos? Nada. en
cambio, si digo que tal elemento en su cruce con tal otro produce tal cosa, ahí estoy
en otra dimensión del análisis, sin duda.
Alumno: Que el nombre “Eric” venga de “Eric el Rojo” y que el rojo también esté
en el nombre Red Scharlach, ¿también sería una amalgama?
Profesor: Evidentemente. Es otro indicio más de este carácter doble, de los
personajes como dobles.
Vuelvo al ejemplo primero del tercer crimen, “el cosmorama y la lechería, el burdel
y los vendedores de biblias”. Esto es lo heteróclito ordenado en grupos de dos, que
dan cuatro. Fíjense este otro ejemplo: “Cambiaron unas palabras en yiddish —él en
voz baja (1), gutural (2), ellos con voces falsas (3), agudas (4)--y subieron a la pieza
del fondo”. Y otro ejemplo, inmediatamente después:
Al cuarto de hora [número 4] bajaron los tres, muy felices.
Cuarto ejemplo: “Dos veces tropezó, dos veces lo sujetaron los arlequines”.
Encontramos una especularidad o simetría sintáctica que acompaña a la simetría
semántica del cuento, que también alude a lo doble. Ejemplo número cinco,
también en el mismo párrafo e inmediatamente después:
Todo el tiempo el cuento siembra esta alternancia numérica, que es el material con
que el texto está trabajando la novela policial de acuerdo a la tradición que encarna
Edgar Allan Poe.
También están los losanges, que aluden al cuatro (tienen cuatro lados), pero que
tienen tres colores: rojos, amarillos y verdes. El prisma de estos losanges se conecta
7
con el primer prisma, que es el primer crimen (“el prisma que domina el estuario”)
y se conecta además con el mirador rectangular de Triste-le-Roi.
Y la fecha de este tercer crimen en el que ahora estamos –un crimen ficticio, en
carnaval– también es interesante. Es el 3 de febrero. “Tres del dos”, diríamos. ¿A
qué alude esa fecha? A la Batalla de Caseros. Momento sagrado del liberalismo
argentino, de la construcción estatal de orden.
Ahí se da una condensación del espacio de todo el cuento. En la torre del hotel está
el mirador de la quinta de Triste-le-Roi (porque un mirador está en lo alto), está el
sanatorio donde el hermano de Scharlach murió; está la cárcel donde fue éste fue a
parar, y está la “casa mala”. ¿Qué es una casa mala? Un prostíbulo, un quilombo.
Que es el garito de la Rue de Toulon, evidentemente.
Entonces, hay al mismo tiempo una hibridización en la descripción de la torre y
una condensación donde se reúnen los espacios de todo el cuento. Les propongo
cinco minutos de esparcimiento.
….
8
Estábamos en la hibridización, y ahora voy a hacer una lectura autorreferencial, es
decir una lectura que toma como punto de referencia el cuento mismo tanto en su
forma como en su contenido, en lo que hace a la construcción del cuento en su
totalidad. Y en dos niveles.
Primer nivel. En relación con el laberinto que construye Scharlach –en rigor un
cuento, un argumento, una trama, un laberinto como él lo llama–, él
manifiestamente declara que esa construcción ordenada la emprende a partir de
elementos heteróclitos, disímiles entre sí.
Hay una cosa que dice Roland Barthes, con quien yo no simpatizo mucho pero,
bueno, tenía sus genialidades. Barthes decía que leer es poner nombres.
Sencillamente.
Lo he tejido y es firme: los materiales son un heresiólogo muerto, una brújula, una
secta del siglo XVIII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería
Me quedan dos capitulitos nada más. Uno de esos capítulos podría ser llamado
“La presencia de Poe en el cuento”. Lo que hace Borges con Poe en este cuento. Y
lo que hace Borges es sencillamente una parodia. Pero no una parodia en el sentido
clásico en que un autor o un texto o un grupo de textos son objeto de escarnio en
un texto nuevo. No esa especie de carnicería o de ensañamiento cómico hecha
desde un texto “segundo” sobre esos textos “primeros”.
La parodia es, como van a ver con Bajtin, uno de los procedimientos típicos de
intertextualidad. Es un diálogo entre el texto parodiado y el texto parodiante. Y, al
mismo tiempo, el texto parodiante es una transformación del texto parodiado.
9
En Borges, como ha sido señalado, habría parodia en un sentido de diálogo sin
intención de escarnio, sin destrucción del texto original, sin ánimo de burla. Habría
que leer esa parodia en el sentido de un homenaje o un recuerdo de frecuentación
que hace el escritor en tanto lector de literatura. Un homenaje a un texto o un
escritor anterior, que es también un ofrecimiento a un nuevo lector. Es lo que hace
Borges; “lector, yo te ofrezco esto, este texto mío dialoga con esto, ¿lo reconocés o
no?
A veces esa parodia homenaje está cifrada; a veces es manifiesta. Acá es manifiesta
ya desde el primer párrafo, cuando se menciona a Auguste Dupin. El texto está
diciendo “este personaje lo saque de Poe”.
Bien, les dije que me quedaban dos capitulitos. Uno es Poe y otro tiene que ver con
las toponimias.
Primer crimen, que fue cometido el 3 de diciembre. Acá aparece el Hôtel du Nord.
Y esto es evidentemente una mezcla entre ese hotel paquete llamado “Plaza Hotel”
(en Retiro, que es el norte para Borges) y aquel otro “prisma” que se había
construido en esos años, y que también es muy paquete: el Kavanagh. Es una
mezcla de dos lugares, sintetizada en “el alto prisma que domina el estuario”.
Y ésta sería un área antiborgiana (el norte), en la medida en que se opone con otra
área muy estilizada, periférica, destinada a desaparecer. Un área amenazada
justamente por esa zona de rascacielos, de modernidad. Pero uno tiene que leer
esto como una amenaza literaria, en la medida en que es otro tipo de literatura que
Borges evidentemente no practicó o no practicaba en aquellos años.
Segundo crimen. 3 de enero. Otra vez el arrabal mítico de Borges, el mundo de las
orillas, de los compadritos. La víctima aquí es Azevedo. Y aparecen por primera
vez las figuras geométricas. Aparecen a través de los rombos de la pinturería.
Tercer crimen: dijimos que es falso y que es una repetición de un episodio que
Scharlach nos narrará después. Y el sur evidentemente alude, entre otras cosas, al
mundo de las quintas de Adrogué que Borges ha pintado en varios poemas; el
mundo de su niñez o su adolescencia. Pero al mismo tiempo es una zona
10
irreductible de sentido: es el mundo de lo primitivo o lo elemental –como está en el
cuento “El sur”. Un mundo, casi, de lo inanalizable, de lo no intelectualizable, y
que sin embargo actúa como un núcleo energético en toda la producción de
Borges.
Estos serían, entonces, los dos triángulos montados sobre esa “ciudad de
pesadilla”, dice Borges, que alude al suicidio. En este punto yo he mantenido una
pequeña disputa con Emilo De Ipola, que es un sociólogo, quien sostiene en un
artículo sobre este cuento –un cuento que ha interesado también a los sociólogos,
como se puede ver– que en efecto Lonnrot marcha a su suicidio, se suicida. Yo creo
que esto es otorgarle al personaje una dimensión psicológica que en principio no
tiene. Y, además, es lo que antes les decía: si me quedo en la hipótesis del suicidio,
me quedo ahí, no puedo avanzar. No me parece una lectura muy interesante; lo he
dicho y De Ipola se vengó. Y se vengó con razón –creo, ahora, que De Ipola tenía y
tiene cierta razón, debo confesarlo en este casi sagrado momento.
Profesor: Pero ¿por qué? ¿Cuál sería la causa? ¿Una frustración política? Yo no
creo; si me permiten, Lonnrot es un personaje apolítico. El cuento es político, pero
no a raíz de las preocupaciones o las intervenciones políticas de un personaje. El
personaje tiene el tratamiento que tienen todos los personajes en la novela policial.
En la novela policial, al igual que en los cuentos tradicionales, la psicología del
personaje es igual a cero o tiende a cero; es pura función, pura acción.
Quizás alguno de ustedes podría contraatacar diciendo que acá hay un personaje
que es Borges. Que Lonnrot es Borges. Eso me parece a mí de una rusticidad
extrema. Y de una chabacanería también extrema.
Tenemos un personaje que es judío. Y que tiene una posición ideológica muy clara
como personaje, eso está claro. Pero en la lucha entre Lonnrot y Scharlach no hay
particularidades psicológicas; es un combate típico del género, un desafío de
inteligencias.
11
(y la lengua misma) son producto de la expresión de una interioridad, un alma,
una psique de un Creador. La literatura también es acción de estos componentes
subjetivos, pero no sólo de eso sino de muchas otras cosas más –algunas de las
cuales estamos tratando de ver en este cuento. Reducir el texto a un creador,
reducir un personaje a la biografía de su autor, quiere decir que en el razonamiento
no ejecutado allí se afirma, primero, que la lengua es expresión de un sujeto. Y el
sujeto a la lengua, antes de expresarla, la recibió. No la inventó, la recibió. Tuvo
que hacer un trabajo –insensible, pero trabajo al fin– de incorporación de esa
lengua.
De ahí, decir que el texto es expresión del autor… Sí, claro, lo es, en una parte
ínfima. O decir que tal autor escribe con un estilo absolutamente propio y
reconocible… Sí, puede ocurrir, pero en una materia que es absolutamente común
y vulgar y comunitaria, hecha por todos, por seres anónimos. La lengua es lo más
anónimo de lo anónimo, y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de que alguien
deje alguna marca, que no tiene ninguna garantía de ser una marca indeleble secula
seculorum, sino que puede desaparecer. Ésa es la única gracia, quizás, de la
literatura.
Profesor: Emilio De Ipola tenía razón, por eso les dije que, a partir de determinado
momento, a esta altura de la vida, le daba la razón a De Ipola. Sí, hay elementos
para esto. Has leído perfectamente bien lo que está inscripto en el cuento. No hay
lecturas únicas, sino que los múltiples planos de significación de un texto permiten
lecturas diferentes. Lo cual no quiere decir que las lecturas sean subjetivas; no hay
nada más fechado que una lectura. Los lectores comparten una serie de elementos
con una comunidad de lectores, una comunidad que puede ser invisible a la hora
del análisis pero que siempre está funcionando.
¿Quién legitima una lectura? ¿Por qué, en determinados momentos, parece que
una lectura es “más verdadera” que otras? ¿Hay lecturas más verdaderas que
12
otras? Yo diría que no, que no hay lecturas más verdaderas. Sencillamente, hay
lecturas más eficaces que otras. Es lo miso que se preguntaba Freud en un texto
llamado Construcciones en psicoanálisis. Freud se preguntaba algo que, creo, todos
los psicoanalistas se preguntan: ¿en qué consiste una interpretación que haga
modificar al paciente? Consiste en eso, justamente: en su capacidad para modificar
al paciente. Una interpretación correcta es la que produce efectos. No cuenta si es
verdadera o falsa, eso no cuenta para nada. La interpretación que cuenta es la que
produce una transformación.
Una lectura es más eficaz cuanto más eficaz es la transformación que produce en el
texto. Y los que deciden el grado de eficacia de esa lectura son los miembros de una
comunidad, una comunidad de lectores, y no quien hace esa lectura. La academia
es una de esas comunidades de lectores, es una comunidad con mucho peso, y es
una de las comunidades que establecen o reconocen la eficacia de una
interpretación.
Profesor: Vos sos un representante del diablo. Sos peor que Scharlach. A cada rato
me querés arrojar al pozo cenagoso del Autor. Yo no tengo ningún inconveniente
en que ustedes hagan alusión a la biografía de determinado autor, pero les pido
que no me pongan al autor como causa de un texto. Les pido que no lean un
cuento de Borges y me digan algo así como que la ceguera de Borges es el motor
que articula todo el relato o cosas por el estilo.
Evidentemente, para leer bien un texto hay que leer muchos otros textos bien. Entre
esos otros textos, además de otros textos literarios y además de textos históricos o
teóricos, está la biografía de Borges, sin duda. Y por ahí uno descubre algo leyendo
la biografía. En este caso específico, parece que hubo un episodio concreto en que
Borges quiso suicidarse. Ahora bien, de ahí a decir que este cuento es resultante de
un episodio de la vida de Borges… sí, pero no llego a nada. Porque,
evidentemente, el cuento es también el resultante de una serie de episodios
culturales e históricos de Argentina, de la novela policial, etc. Entonces, la causa
única no existe, y menos la causa única como un aspecto de la biografía del autor.
Leyendo la biografía de Borges nos vamos a encontrar, seguro, con un dato: Borges
era maligno. Era malo. Ahora bien: no vayan nunca a decirme que Borges era malo
y su maldad se ve en “La muerte…” porque mata al pobre Lonnrot.
13
Bien, yo quería llegar a algo. Este cuadrilátero, este rombo que conforman los
crímenes, se puede ordenar en una secuencia. Y una secuencia que también es
especular. Es como si estuviera atravesado por una línea de un espejo. Un espejo
que parece enfrentar a Scharlach y a Lonnrot, que son lo mismo y por eso se
pelean.
Esta secuencia se puede trasladar, en un orden sintáctico, a una figura que se llama
quiasmo y que tiene que ver con el cuatro. Ha sido muchas veces señalado que la
escritura de Borges tiende a figuras quiasmáticas. Un quiasmo supone una
estructura de tipo AB/BA, más o menos lo que nosotros llamamos “capicúa”, y la
misma que encontramos en frases como “no se debe vivir para comer sino comer
para vivir”.
A B B A
14
Segunda parte del quiasmo: en el tercer crimen Scharlach es primero “asesinado”
disfrazado de Gryphius y luego, en el cuarto, es el asesino (de Lönnrot). En
definitiva, la serie ABBA sería: asesino-cadáver-cadáver-asesino.
Ante todo, dijimos que este cuento es una parodia. Y una parodia en un sentido
posmoderno, no como una burla del texto parodiado sino como una suerte de
homenaje. En este cuento de Borges, hay tres procedimientos de parodia siempre
orientados a los cuentos de Poe.
15
Esto también es parodiado por Borges en la serie de cuentos cuyo protagonista es
Don Isidro Parodi (fíjense que el nombre, Parodi, nos habla a las claras de este
procedimiento de la parodia). Parodi está preso, está en la cárcel, está en un lugar
vulnerado, ha infringido la ley.
Hay un elemento en Poe –en “El misterio de Marie Roget”, por ejemplo– y que es
la presencia del periodismo. El género policial nace en el periodismo, ligado a los
periódicos. En la génesis del género están las revistas en las que escribía Poe. Pero
en “El misterio de Marie Roget” el periodismo aparece como clave para la
resolución del enigma. Hay una transposición de un crimen que ocurrió en Nueva
York y que es traspasado a París. Y el crimen se resuelve porque Dupin y su
asistente leen los periódicos –hacen el primer análisis del discurso periodístico en
un texto literario. ¿Y cómo se entera Scharlach del método de Lönnrot? Lo lee en el
diario. Además está la edición popular del librito sobre la secta de los Hasidim,
que es lo que permite a Scharlach “entrarle” al método de Lönnrot.
Bueno, me quedan unos minutos de Poe para la próxima. Les adelanto que, una
vez concluido con Borges, vamos a hablar del formalismo ruso, y les recomiendo
para ello que vayan leyendo el artículo de Trotski en respuesta al formalismo.
Versión: Cristian D
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Cod. 27 24
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 21-abril-07
Como siempre digo, les agradezco haber resignado el partido de jockey, críquet,
básquet y demás pasiones, o el mero confort de estar en sus casas, para apuntalar
esta cursada de modo que no se derrumbe. Como les dije la vez pasada, para el
próximo TP –que será también los sábados, no sé si hay huelga el próximo martes–
tienen que leer los textos mencionados de Voloshinov, Bajtín y Medvedev.
Para mí, como parte teórica, deben leer “Tipología de la novela policial” de
Todorov. Y les recuerdo que serán temas de análisis del parcial, entre las cosas que
vieron conmigo, “La casa de Asterión”, “La muerte y la brújula”, y deben agregar
dos cuentos más. Uno de ellos es “Deutsches Requiem”, un cuento de Borges que
sintoniza estas preocupaciones, primero, por el mundo alemán –ustedes saben que
Borges aprendió alemán con un diccionario en su época de estudiante en Ginebra–
y también por el antisemitismo y todos esos problemas que recuperamos en “La
muerte y la brújula”. El segundo de ellos es un cuento policial a elección. Creo que
no hay otro que “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “Emma Zunz”. Esos
son dos que yo sugiero, que me parecen incontestablemente policiales –aunque
hay algo, especialmente en el primero, de espionaje o no sé qué. En “Emma Zunz”
no sé si cabría hablar más bien de un jugueteo, una versión o un tráfico con el
esquema del policial –eso lo descubrirán ustedes. De estos dos cuentos, entonces,
ustedes eligen uno.
Una consigna puede ser, por ejemplo: Elija un cuento policial de Borges –salvo los
dos vistos en clase– y analícelo. Y lo analizan como les guste a ustedes. No, como
les guste a ustedes no. normalmente las consignas del examen incluyen esta frase
hecha: “tomando un eje de análisis”. Es decir: no cualquier cosa, y no la mezcla de
1
distintas cosas cualquiera. Puede ser eventualmente más de un eje, pero lo
importante es que el que lo lea tenga claro para dónde va el análisis. Sean piadosos
con el lector. Piensen en el lector. Escribir es hacer una transacción con el otro, es
negociar con el otro, manipular al otro –en el buen sentido. Entonces no olviden
que alguien los va a leer. No escriban para ustedes mismos, ni para la mamá de
ustedes. Tampoco piensen solamente en el ayudante rubio que les tocó o la
ayudante morocha que les tocó; la idea es expandir un poquito, pensar que,
eventualmente, cualquiera podría leer esto que es un trabajo académico o, si
ustedes quieren, escolar.
Puede haber otros cuentos de Borges donde aparece esto mismo. Pero elijan con
cuidado.
Piensen algo: hacia los años 30 el policial era un género de masas. Yo siempre cito
el ejemplo de Pablo Neruda. Neruda confiesa en sus memorias haber sido un
admirador del género policial, sin embargo se avergonzaba de ello y en una
ocasión le reprocha a Borges el que se ocupe de un género “bastardo” como es el
policial, un género de la cultura popular. Entre los literatos que pasaban por
eruditos, el caso de Borges en los 30 es muy anómalo: escribir sobre estos
fenómenos de la cultura popular era muy raro. Hoy, por supuesto, no es así.
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sólo o no tanto aluden a otros textos literarios como a, por ejemplo, marcas de un
producto cualquiera –un jabón, una marca de leche– que hoy ya no existen más.
También hay muchos chistes sobre la política, y son chistes generalmente sobre
aspectos muy puntuales y muy de ese momento. No existe, lamentablemente, una
edición anotada de esos cuentos; no hay un Daniel Martino que haya hecho ese
trabajo, y se necesita un filólogo como Martino para entrarle a esos cuentos. Por
todo esto, si elegís un cuento de Bustos Domecq y hacés algo interesante, te ganás
toda mi admiración.
No todo el mundo está de acuerdo con esta idea de que el género policial se
inaugura con Poe. Hay teóricos, por ejemplo, que ponen el acento no en un autor o
un texto literario sino en cuestiones relativas a los contextos históricos y políticos
para la aparición de un género. Por cuestiones de tiempo, no puedo detenerme en
estos enfoques, pero es muy importante que ustedes sepan algo respecto de lo que
dicen Antonio Gramsci y Walter Benjamin sobre el género policial.
Gramsci dice que en realidad la génesis del cuento policial –ésta sería una teoría
“genética”, del surgimiento de un género– tiene que ver con la justicia, o con la
administración de justicia más exactamente, y con las causas célebres. Sobre todo
leídas desde las clases populares. En el Romanticismo encontramos –parece decir
Gramsci– una representación ideológica negativa de la justicia: la Justicia es la
justicia feudal; es la justicia corrompida, que está oprimiendo a las clases
populares. Entonces nos encontramos con Los Bandidos de Schiller, donde todo lo
que es administración de justicia es valorado negativamente.
Entonces, hay otro héroe, que es el bandido. En realidad, el justo, el héroe positivo
en el Romanticismo es el bandido, no el detective –que no existe. El héroe como
3
Robin Hood. Porque es el aparato de justicia ligado a ese Estado feudal el que está
corrupto, y entonces no puede haber en ese aparato un representante que sea
heroico. Eso es el Romanticismo.
Hay un problema que se plantea Gramsci que es por qué causa en el momento en
que él escribe, en los ámbitos populares, hay tanto interés en la lectura de novelas
policiales. La respuesta -que Gramsci considera errónea- es para escapar de la
tenacidad férrea, o la disciplina del mundo contemporáneo. Las novelas policiales
dejarían un espacio imaginario para la aventura. La novela policial sería en ese
sentido un tipo de literatura de escape. Pero en realidad –dice Gramsci– esto no es
tan así porque en el capitalismo hay desde ya una aventura de base. Es que en el
capitalismo la aventura exactamente consiste en no saber qué será de mí en el
mercado de trabajo mañana. Y es la aventura misma; las idas y vueltas de lo que
llamamos mercado. En todo caso, yo quiero una aventura más bella. Pero no
porque haya ahí un misterio, o un peligro más grande que el que me acecha a mí
todos los días en el capitalismo. Gramsci dice: “la gran mayoría de los hombres viven
atormentados por la obsesión de la imprevisibilidad del mañana, de la precariedad de la
propia vida cotidiana. Es decir, por un exceso de posibles aventuras. Por eso se aspira a la
aventura bella e interesante, a una aventura basada en la iniciativa libre y personal, frente a
la aventura fea e indignante impuesta por otros y no por uno mismo”.
4
Estas fisiologías eran realmente muy amables en la forma en que, por ejemplo,
presentaban a un obrero textil. Es como una visión armónica, pero el problema es
que la cosa es mucho más complicada. Entonces, aparecen las fisiologías de
grandes ciudades, o de sectores de esas ciudades. Y ahí cambia. Y ahí es donde
aparece el género policial. Porque ¿qué marca el género policial para Benjamin?. El
miedo de la masa o ante la masa. Es eso lo que produce miedo y que está en la
génesis misma del género policial.
Por ejemplo, el flâneur, que es un tipo que crea Baudelaire –que no tiene una
traducción, sería aquel que se pasea como un dandy por aquí, por allá,
aristocráticamente, sin algo definido qué hacer ni qué buscar, aunque sí está
buscando algo que tal vez él no lo sepa. Es la idea del paseante libre y sin
problemas. Que es un poco como el detective, que está a la búsqueda de algo, de
alguna pista. Y dice Benjamin que el flâneur siempre se encuentra a cada paso con
un posible crimen. En la gran ciudad, cualquiera puede ser un criminal.
¿Por qué la masa produce miedo? Justamente por esto. Por un problema de la
identidad. En la masa la identidad se borra.
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fundas o felpas o mantelitos. Una funda, y otra, y otra. ¿Por qué? Respuesta de
Benjamín: porque justamente se quiere preservar las huellas, o la identidad de eso
que poseo de la mirada del otro burgués. Una manera de preservarse ante la
mirada voraz del otro propietario. En esto de preservar mediante las fundas y
felpas y la propiedad, hay un control que el propietario establece sobre el objeto
poseído y las miradas voraces del resto. Y esto tiene que ver con el control. Un
control que Benjamin ve –tecnológicamente hablando– que comienza a aparecer en
las grandes ciudades del siglo XIX. Por ejemplo, en la numeración de las casas.
Algo evidentemente hecho para el control. Yo puedo saber que la familia Pérez
vive en un lugar preciso de la ciudad porque hay un número que me lo dice.
Dijimos que el cuento trabaja en dos niveles. Uno sería el de las letras y los
números; éste sería como un nivel mínimo. Y, en un nivel superior, trabaja con los
nombres y las figuras.
Ya hablamos de este nivel de los nombres y las figuras. Y hablamos, en ese nivel
más “mínimo”, de los números. Pero poco hablamos de las letras. Y hay algo que
me comentó una alumna que es muy interesante. Los alumnos en general no
manifiestan en clase, pero suele ocurrir que, después, en los pasillos, surgen los
comentarios más interesantes. Lo que me comentó esta alumna es que la cifra que
corresponde a la letra que corresponde a la R en el alfabeto hebreo ocupa el
vigésimo lugar del alfabeto. O sea: el número 20. Y, además de eso, la R representa
al número 200. O sea: 20, 200, remite al 2 por donde se lo mire.
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No es que yo lo invento o se lo “enchufo” al cuento. Hay justificativos para pensar
esto. El cuento está trabajando con la cultura judía, está trabajando con la Cábala, y
además está trabajando con letras y números.
Fíjense ustedes cómo descubrir que es esta R. Uno puede pensar lo que quiera,
pero yo lo voy a poner en relación con lo que estoy analizando, que es la teoría de
los nombres:
3 FRANZ TREVIRANUS
Son tres “R” en Franz Treviranus, cuyo apellido quiere decir “tres varones”. Es el
personaje que sostiene que hubo tres crímenes. Y esa “verdad” la tiene encarnada
en su nombre.
Pero habíamos dicho que hay otra manera de mirar esto, que es pensar en cuatro
crímenes (uno falso pero que también fue “verdadero” en su momento, antes). Es
la versión de Scharlach. Scharlach que es, dijimos, el doble de Lonnrot: los dos
investigan, los dos tienen algo o mucho de tahúr, los dos, en definitiva, se baten a
duelo.
Todo esto que es semántico, que es temático, que está expresado en el cuento, está
también en el plano de las letras. Porque a la “R” en realidad la encontramos
duplicada como en un espejo, si enfrentamos los dos nombres de:
4 ERIK LÖNNROT
RED SCHARLACH
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Una pregunta que se estarán haciendo ustedes es: ¿este desaforado pretende que
nosotros hagamos lo mismo? La respuesta es: no. No hagan esto que yo estoy
haciendo, para analizar este cuento, en otro cuento: No se les ocurra transponer
este tipo de análisis a otro cuento de Borges. Por favor. Porque me avergüenzan.
Y no crean que yo me creo esto (risas); por favor. Pero encontrar cosas nuevas en
este cuento –ya se los dije– es complicado.
Evidentemente la “R” del piso R sustituye un cuatro que está en la trama del
cuento, el rombo, y está contenido también en las “R” de Erik Lönnrot y Red
Scharlach. Estos dos dobles, el triángulo que se convierte en rombo, y la figura del
doble, también están en las letras. Si éste es un cuento que propone una lectura
cabalística, yo voy hasta las últimas consecuencias interpretativas y leo como leería
un cabalista. Justamente leyendo la materialidad del cuento, que son las letras y los
números.
Voy a resignar ciertas cosas que venían a continuación para retomar la relación con
Poe. Bueno, no sé si voy a resignar. Hay una acusación de fascismo que una revista
le hace a Borges en los años 20. Lo acusan de fascista. Ustedes saben que, allá por
los 20, a Buenos Aires vino Marinetti, el jefe de la escuela poética llamada futurista.
Y ustedes saben que, cuando una figura viene o venía de Europa, se le hacían
banquetes y ese tipo de cosas. Entonces, una revista señala a Borges ligado al
futurismo y se lo acusa de fascista. Y se lo señala ligado al futurismo y también a
Lugones –cosa que Borges, en aquel entonces, no hacía sino desmentir, porque
todo el tiempo estaba escribiendo contra Lugones.
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Me está costando mucho encontrar entre mis páginas ayudamemoria esa nota que
les quiero citar. Así que lo voy a dejar. Lo que hace Borges a partir de esa acusación
es decir que jamás ha alabado a Lugones y dice que toda la fanfarria nacionalista
patriotera siempre le ha parecido censurable. Para terminar esta contra-acusación
diciendo “a la audición del Himno Nacional prefiero la del tango Loca”.
Voy a insistir con este aspecto del “judaísmo de Borges”. Que tiene que ver con el
apellido Acevedo. Borges ha dicho, cuando lo acusaban de tener sangre judía, que,
al contrario, él estaba buscando con muchas ganas esa sangre y no la encontraba. Y
dice también que, por la lectura de Ramos Mejía –quien se dedicara a estudiar los
apellidos de origen hebreo–, él cree que Acevedo es de origen judío-portugués.
Pero no tiene la certeza.
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Yo he hecho todo lo posible por ser judío. Siempre he buscado antepasados judíos. La
familia de mi madre es Acevedo y podría ser judía portuguesa.
Noten que acá, en el cuento, aparece un Azevedo, que es un orillero y es judío. Un
orillero, un criollo de pura cepa, de repente se contamina con un apellido judío-
portugués –otra vez la mezcla y la ironía borgiana. Sigue la cita:
He dictado muchas conferencias en la Sociedad Hebraica Argentina, me han
interesado mucho la Cábala y la filosofía de Spinoza, y pienso escribir un libro sobre eso;
además, tengo un poema sobre Spinoza. Creo que nosotros, más allá de las vicisitudes de
nuestra sangre, somos dos cosas: griegos y hebreos. (Esto es interesante para el cuento.)
Somos griegos porque Roma no fue otra cosa que una extensión de Grecia. Uno no concibe
La Eneida sin La Ilíada, la poesía de Lucrecia sin la filosofía epicúrea, a Séneca sin los
estoicos. Toda la literatura y la filosofía latinas están basadas en la literatura y la filosofía
griegas. Por otro lado, podemos creer o no creer en el cristianismo, pero es indudable que
procede del judaísmo.
Ven entonces que esto es un programa no declarado –porque no tiene que ser un
programa, tiene que ser un cuento entretenido– que sí será un programa cuando
Borges escriba “El escritor argentino y la tradición”. Ahí lo que él hizo como
literatura lo reflexiona ensayísticamente como cultura. Primero, en la literatura –en
el cuento– y después como una especulación sobre qué debe ser y por dónde debe
ir la tradición literaria y cultural argentina.
Pero no es que Borges era un timorato que no quería contradecir a nadie. Todo lo
contrario, era un ser muy malvado, por lo tanto le interesaba contradecir al
prójimo. Pocas cosas se calló. Es cierto: hay algunas cosas de las que mucho no
hablaba, y que son contradicciones, contradicciones políticas muy serias. Por
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ejemplo, cuando le preguntan cómo es que aceptó comer con Videla (Sábato
también estaba allí) y Borges responde algo así como “ah, una amiga me contó, yo
no sabía nada…”. Una de esas amigas inefables de Borges, esas viejas señoras
copetudas, tiene que decirle que algo está pasando en el país con los militares
porque, si no, no se entera. No sé, no sé. Ahí hay toda una serie de operaciones
muy manifiestas. Porque Borges tenía muy en claro el asunto de la fama, tenía
claro qué es lo que hacían los escritores para conseguir ese sucedáneo de la fama
que es el reconocimiento. Eso lo sabía muy bien, y no le fue mal.
Antes de terminar este pequeño capítulo, hay una profesora, ex alumna mía que
hoy trabaja en Francia y que es especialista en Borges. Se llama Annick Louis y
acaba de publicar su libro Borges y el nazismo. Ella está en Buenos Aires; quedamos
por carta en que ella vendría a una de estas clases pero todavía no nos contactamos
por teléfono –yo no contesto el teléfono porque me da miedo, por eso no nos
encontramos todavía.
El antisemita Adolf Hitler manda en Europa y tiene imitadores aquí. El
antisemitismo no se libra de ser ridículo; en Buenos Aires lo es todavía más que en Berlín.
En Alemania, cuya lengua literaria se basa en la versión de textos hebreos que ha legado
Lutero, Hitler no hace otra cosa que exacerbar un odio preexistente. El antisemitismo
argentino viene a ser un facsímil atolondrado que ignora lo étnico y lo histórico.
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Grünberg poeta es inconfundiblemente argentino. Lo anterior no quiere decir que
trafique en nido de cóndores o en ombúes ni que en su estrofa sea frecuente el general Rosas,
melancólica imagen de la patria [esto ha cambiado porque en El tamaño de mi
esperanza, El idioma de los argentinos, Rosas era la parte montonera de sí mismo].
Quiere decir, un vocabulario determinado, ciertas costumbres sintácticas y prosódicas, un
modo explícito que no es el modo interjectivo, alarmado, de los poetas españoles de ayer y de
hoy.
Es decir: los argentinos tienen una manera de expresarse, una manera de ser, que
es tal como es y no necesita ningún énfasis para manifestarse. Ese énfasis –y ésta es
la paradoja– es extraño a los argentinos. Y ese énfasis serían, por ejemplo, las
teorías nacionalistas que los argentinos importaron de Francia.
“El escritor argentino y la tradición” se los dejo para ustedes, pero igual voy a
hacer algunos comentarios muy al pasar, y pido disculpas por esto.
En este ensayo Borges vuelve sobre el color local, algo que él detesta pero que, en
una cierta medida, él había hecho en los 20. Los poemas gauchescos suelen
abundar, dice, en color local. Y eso es un invento romántico.
En 1926 se publica un hito de la literatura argentina –se publican varios hitos ese
año, el más importante de los cuales quizás sea El juguete rabioso de Arlt– que es
Don Segundo Sombra. Y evidentemente es a escritores como Güiraldes –aun cuando
con Borges eran medio amigos– que estas críticas del paisaje y el color local están
dirigidas. Don Segundo Sombra quizás no sea exactamente una novela “paisajística”,
pero está instalada en una búsqueda de novelizar a un tipo totalmente
desaparecido: el gaucho. Es, por otro lado, el reverso del proyecto de Arlt, que
escribe novelas de ámbito estrictamente urbano y contemporáneo.
¿Qué es ser argentino para Borges? Uno podría decir, rápidamente, que para
Borges hay dos modos de ser argentino: un modo sería serlo sin saber, por suerte,
qué significa eso. Y el otro modo es ser un argentino “profesional” –aquí yo estoy
parafraseando una definición que Borges hace de García Lorca: “un andaluz
profesional”. Esos serían los dos tipos. Uno es el argentino que no tiene a priori
ningún tipo de “personalidad nacional” – con lo cual uno se preguntaría ¿qué
pasa?, ¿no hay que ser argentino acá? Y el otro es el argentino profesional, el
derivado más o menos rentable de la idiosincrasia nativa, el que desprecia lo
foráneo en defensa de nuestras esencias.
“El escritor argentino…” es, más que un ensayito, una teoría de la cultura
argentina y latinoamericana. Y es uno de los artículos de Borges que más se ha
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leído y más se ha comentado, evidentemente porque llama la atención esa postura
muy confortable para los que escriben. Quiero decir que allí Borges ofrece una
visión que seguramente es tranquilizadora para aquellos escritores o críticos que
deben enfrentarse con la idea del “ser nacional” o la cultura argentina, y que
quieren conciliar esa cultura argentina con una cultura universal sin sentirse
apabullados por los ataques del nacionalismo.
Se edita en libro, entonces, en 1957. Sin embargo, uno lee el artículo de Borges y se
encuentra con una afirmación que es más o menos la siguiente: “hará un año
escribí una historia que se llama ‘La muerte y la brújula’”.
Entonces, caramba, vemos que no sólo no lo publicó en 1932 sino que
evidentemente lo escribió bastante después de esa primera edición (y mucho antes
de la segunda). “La muerte y la brújula” es de 1942, por lo tanto el artículo debería
ser, en principio, de 1943 (aunque tampoco lo es de ese año).
Hubo un momento del que ya hemos hablado: a mediados de los ’40, Borges
renunció a su cargo público después de un episodio bastante llamativo: el gobierno
peronista lo transfiere de su lugar en una biblioteca al puesto de Inspector de
Gallinas y Aves de Corral. Borges no estaba con ganas de dejar la biblioteca por un
corral, y renunció. A partir de ese momento tuvo que buscar otras formas de
ganarse la vida. Y una de esas formas fue dictar conferencias.
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qué dice, sin embargo, “el año pasado…”, si la conferencia fue en 1951? Uno
puede decir que quizás Borges no se acuerda de la primera edición de “La muerte
y la brújula” y se está acordando de otra edición. O en realidad puede tratarse de
algo que pensó, que se propuso, para darle al cuento y al ensayo una inmediatez
en el tiempo que los textos no tenían. Y eso, con el propósito de presentarnos un
cuento y una teoría de ese cuento. Yo realmente no lo sé, pero es digno de tener en
cuenta.
Les voy a leer un pasaje de “El escritor argentino y la tradición”. Es un texto que
creo todo alumno de Letras debe leer y releer infinitas veces, y es un texto digno de
ser discutido más allá de que Borges sea Borges.
Séame permitida aquí una confidencia, una mínima confidencia. Durante muchos
años, en libros ahora felizmente olvidados, traté de redactar el sabor, la esencia de los
barrios extremos de Buenos Aires; naturalmente abundé en palabras locales, no prescindí de
palabras como cuchilleros, milonga, tapia y otras, y escribí así aquellos olvidables y
olvidados libros; luego, hará un año, escribí una historia que se llama “la muerte y la
brújula” que es una suerte de pesadilla, una pesadilla en que figuran elementos de Buenos
Aires deformados por el horror de la pesadilla; pienso allí en Paseo Colón y lo llamo Rue de
Toulon, pienso en las quintas de Adrogué y las llamo Triste‐le‐Roy; publicada esa historia,
mis amigos me dijeron que al fin habían encontrado en lo que yo escribía el sabor de las
afueras de Buenos Aires. Precisamente porque no me había propuesto encontrar ese sabor,
porque me había abandonado al sueño, pude lograr, al cabo de tantos años, lo que antes
busqué en vano.
Según esto, habría dos tipos de escritores: los escritores que tiene un proyecto de
exaltación de determinados valores o figuras del contexto, y escritores que no se
proponen nada de eso –y a quienes, quizás, “les sale” la pintura más acabada del
contexto.
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Sin duda alguien puede leer “La muerte y la brújula” en relación con la ciudad o
con el contexto social y político de Buenos Aires en esos años. Y quizás ese lector
encuentre que, por haber evitado las manías de la exaltación, el texto de Borges sea
incluso “más porteño”. Por eso y, creo yo, porque el texto también se abre a otras
cuestiones, como por ejemplo a la Cábala judía. O al sueño, a la travesía de la
pesadilla. Por eso es porteño o es argentino: porque se abre a cuestiones de la
misma manera que los porteños y los argentinos nos interesamos por distintas
cuestiones.
Borges dice que, en realidad, cuando los gauchos versifican hablan de los “grandes
temas” –del amor, la muerte, etc. Es decir, no hablan del pelaje del caballo, o al
menos no se regodean en eso. Y esos grandes temas son los que, justamente, toma
el Martín Fierro en un momento muy relevante, que es el desafío en la payada.
Y dice Borges –lo estoy glosando muy libremente– que en realidad la literatura
gauchesca no es una continuidad “natural”, como lo quiere Rojas, sino que es un
producto tan artificial como cualquier otro género literario. No tiene nada de
natural. Y además es el cruce de dos ópticas: la visión-objeto –que sería la visión
del gaucho o de la vida campestre– y una mirada urbana, ciudadana, que es la del
poeta gauchesco. No hay nada de “natural” en la formación del poeta gauchesco,
que es una formación libresca, ya sea Hernández o Ascasubi.
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Entonces, donde Rojas ve naturalidad y continuidad esencial, Borges ve
heterogeneidad. Le está sacando a la lectura de Rojas su pretensión esencialista. La
está, a esa mirada, y para usar una palabra muy del gusto de esta cátedra,
deconstruyendo.
Esta frase ha dado mucho que hablar, y que escribir. En principio habría que decir
que esto no es cierto, que en el Corán sí hay camellos; que Borges exagera. Además,
él la da como una frase de Gibbon, y Gibbon tampoco dice que no haya camellos.
Esta historia, de todos modos, no viene al caso.
El color local, para Borges, es una suerte de exageración, que nos plantea un
problema: si es artificial y exagerado, habría algo de “falso” también en los sujetos
que exaltan el color local. Esto es lo que permite, en la lectura de Borges, igualar a
un nacionalista con un “turista” o un “falsario”.
Una advertencia. Para formular una hipótesis como ésta es necesario mantener un
cierto tipo de creencia en que hay “algo” esencialmente argentino. Es decir: una
cosa es buscar la esencia a través de la exaltación del color local; la negación del
color local, de todos modos, también se funda en una confianza –con un poco más
de perfil bajo– en la existencia de algo específicamente argentino. Con esto quiero
decir que en Borges siempre hay un sabor, un perfume –una “esencia”– que es
inalterable. Es el lado metafísico de su obra.
Por ejemplo, frente a toda esta literatura de color local, Borges ensalza a un poeta
que es Enrique Banchs, y se refiere a su poema “La urna”. Y señala que en ese
poema encontramos, en lugar de la pampa y las casitas de adobe y demás,
referencias al ruiseñor y a muchos otros elementos que nos reenvían a la tradición
poética europea. Y Borges dice que este poema de Banchs es auténticamente
argentino por la reticencia. Habría, en definitiva, para Borges, una cierta “nota” que
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define la esencia del ser nacional, y esa nota es la reticencia, el pudor –que Borges
también encuentra en los habitantes de la pampa.
Entonces habría algo esencial en el ser argentino, que tiene que ver con el pudor, la
reticencia, la “dificultad para la intimidad”. No me pregunten cómo se aplica esta
esencia al barrabrava de Boca Juniors o a los chicos de Gran Hermano. Desde ya, yo
no estoy de acuerdo con esto que postula Borges. Yo prefiero acordar con Borges
cuando dice, en otros lugares, que cualquier conjunto (incluidos los conjuntos
nacionales) es una heterogeneidad absolutamente inestable.
El culto argentino del color local es un reciente invento europeo que los nacionalistas
deberían rechazar por foráneo.
Los nacionalistas, los que escriben con un proyecto, nos dicen que Don Segundo
Sombra es la quintaesencia de lo nacional. Pero ¿qué pasa con esa novela? Borges –
esto ya lo han estudiado María Teresa Gramuglio y Beatriz Sarlo– parece que le
tenía mucha envidia a Güiraldes, que era la imagen del escritor argentino en esos
años. Y Borges cuenta, en algún momento, que la casa de Güiraldes estaba llena de
libros en francés –con lo cual dice dos cosas: no había tantos libros en español
como en francés, y no había, por ejemplo, libros en inglés o en alemán.
Cuando les hablé de los distintos “enemigos” en estos textos, mencioné también a
los hispanófilos. Ustedes saben que, a principios del XX, los nacionalistas
argentinos no eran convencidos hispanófilos, y tampoco eran muy beatos que
digamos. Pero después se volvieron hispanófilos y católicos a ultranza; vieron a la
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Iglesia como garantía de ese orden social y cultural que querían imponer en
Argentina. Y no sólo a la Iglesia sino a “el caudillo” (Franco) como figura del orden
social. A esta gente es que Borges está atacando en el artículo y también en el
cuento, es decir en la “teoría” y en la “práctica”.
Un personaje que no está mencionado en estos textos pero que subyace es Héctor
A. Murena, a quien ya nos referimos. Murena piensa, como muchos liberales
(Victoria Ocampo), que la cultura argentina es un espacio vacío, un espacio a ser
llenado. Hay una incomodidad que pasa por haber dejado de ser europeos para
pasar a estar en una especie de vacío.
Borges está en contra de esto; le parece una opinión infundada. Dice que esta
visión “tiene, como el existencialismo, los encantos de lo patético”. Es decir, no es
sino una forma de decir “qué interesante que soy, estoy sumergido en la
desesperación existencial”.
Para Borges no hay tal vacío. Hay, por el contrario, una tradición muy vasta y de la
cual nos podemos sentir orgullosos. ¿Cuál es esa tradición?
Y esto es famoso, famosísimo:
¿Cuál es la tradición argentina? Creo que podemos contestar fácilmente y que no
hay problema en esta pregunta. Creo que nuestra tradición es toda la cultura occidental.
Y fíjense que acá, en este punto de la argumentación, Borges mete a dos culturas
que siempre han sido parte de la tradición occidental pero que en gran medida
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están en la periferia, en los “arrabales” de la tradición europea. Esos ejemplos son
dos pueblos, dos culturas: los judíos y los irlandeses.
Uno podría decir que los irlandeses pertenecen al centro más que a los márgenes
de la cultura europea; yo pienso que, como diría Derrida, pertenecen sin
pertenecer, están con un pie adentro y el otro afuera. Los judíos, por su parte,
evidentemente son expulsados en este contexto puntual en el cual escribe Borges –
y esto es algo que a Borges le interesa particularmente por razones afectivas: los
judíos alemanes, los judíos que han venido definiendo la cultura alemana y de
repente quedan afuera.
También podemos pensar a los irlandeses bajo esta idea de expulsión. Pensemos,
en este caso, en el exilio de algunos escritores. Joyce. Toda la obra de Joyce está
hecha desde otro lugar, y con una relación de amor y odio con respecto a Inglaterra
si no a Irlanda misma.
Borges dice:
Podemos manejar todos los temas europeos; manejarlos sin supersticiones, con una
irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas.
…o bien una fatalidad, y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o bien una mera
afectación, una máscara.
Es decir, si hay una esencia, es una fatalidad, y cualquier cosa que hagamos o
escribamos nos confirmará como argentinos; si no hay una esencia, entonces es una
máscara, un engaño, una ideología (la argentinidad).
Según todo esto, el escritor argentino tiene su tradición en toda la cultura universal
o en la europea. Pero, como Europa no es exactamente Occidente sino, desde el
origen, una mezcla, en los elementos occidentales de Europa hay también
elementos orientales, como por ejemplo la religión judeo-cristiana que no se
desarrolló en Occidente, sino en una provincia del Imperio Romano. Como si
Borges dijera: en el origen siempre hay mezcla; no hay nada puro en ningún
origen, ni racial, ni cultural, ni lingüístico.
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1) La cultura griega: Tetragrámaton, la paradoja de Zenón, la geometría.
3) La cultura latina. Con nombres que tienen que ver con la trama. Por ejemplo,
Treviranus -que es el triunvirato, tres hombres -: el personaje del sentido común, la
policía oficial que lee la adivinanza o el enigma a partir del sentido común, el que
dice que se han producido tres asesinatos formando un triángulo en esa misteriosa
ciudad.
Y por último, el mundo del norte, que es otro de los mitos de Borges. Aparece el
viejo mundo escandinavo a través de Erik Lönnrot.
Alumno: Invierte las reglas del género policial, trabaja con la hipérbole…
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Profesor: Muy bien, porque es lo que dije la clase pasada.
En esta historia que el mismo Scharlach muestra, el procedimiento que utiliza para
atrapar a Lonnrot es identificarse con él, imaginar lo que Lonnrot está pensando –
que resulta fácil, porque lo que piensa Lonnrot se lo muestran los periódicos. Hay,
en suma, una identificación de un personaje con el otro, en este caso del malhechor
con su víctima que es la que representa la Ley (Lonnrot). Esto sale de Poe, de “La
carta robada”, concretamente del famoso jueguito que Lacan tanto comentaría: el
jueguito del par e impar. Hay un muchacho, al que Dupin observa, que siempre
gana en ese jueguito del par e impar (el juego es así: alguien esconde una cantidad
de bolitas en el puño y el otro debe adivinar si esa cantidad es par o impar). Este
jovencito siempre acerta, y el cuento dice:
“Cuando pregunté al muchacho de qué manera lograba esa total identificación en la
cual residían sus triunfos, me contestó: “Si quiero averiguar si alguien es inteligente, o
estúpido, o bueno, o malo, y saber cuáles son sus pensamientos en ese momento, adapto lo
más posible la expresión de mi cara a la de la suya, y luego espero hasta ver qué
pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, coincidentes con la
expresión de mi cara”. Esta respuesta del colegial está en la base de toda la falsa
profundidad atribuida a La Rochefoucauld, La Bruyère, Maquiavelo y Campanella.
Esto dará los comentarios más extensos de Lacan respecto de lo imaginario, una
entidad que, nos dirá, está regida por el nivel de lo simbólico –esto ya lo verán.
Después van a ver también que Lacan, al trabajar con ese cuento de Poe, mete
groseramente la pata porque sostiene que el narrador es “neutral”. Derrida luego
le contestará algo así como “sos un animal”. Porque no hay narrador neutral. Es
más, el narrador de este cuento se nos presenta como amigo de Dupin: pasan
buena parte del tiempo juntos los dos, viven en la misma casa, son amigos íntimos.
Acá, evidentemente, hay algo que pasa al cuento de Borges. También hemos visto
que en “La muerte…” hay dos personajes que forman un doble. Esto también sale
de Poe, ahora de “Los crímenes de la Rue Morgue”:
Me ocurría muchas veces en la antigua filosofía del “alma doble”, y me divertía con
la idea de un doble Dupin, el creador y el analista.
Dupin es de naturaleza doble: creador (poeta) y matemático. Quizás lo que haya
despertado la pasión de Lacan es la palabra “analista”, que Poe maneja obviamente
con el sentido de matemático y Lacan, todos sabemos, con es sentido del
psicoanálisis.
21
También en “La carta robada”, se dice que D… (el personaje que es el ministro)
tiene un hermano, y que ambos han logrado reputación en el campo de las letras:
‐“Creo que el ministro ha escrito una obra notable sobre el cálculo diferencial. Es un
matemático y no un poeta.
‐Se equivoca usted (dice Dupin). Lo conozco bien y sé que es ambas cosas.”
Noten que eso aparece en “La muerte…”, en la figura de Scharlach, que no es
matemático y poeta pero sí tiene un hermano. Esto sale de acá.
No estoy diciendo que Borges está plagiando, sino que está transformando
elementos que aparecen en texto que ha leído y considera especialmente. Estoy
hablando de la intertextualidad, que es un mecanismo genético de los textos, un
mecanismo que responde a la pregunta acerca de cuál es la génesis de un texto. A
la pregunta de dónde surge un texto, la teoría de la intertextualidad responde,
sencillamente: de otro texto o de la literatura misma.
Bueno, quizás lo más espectacular es la idea misma del texto: meter en un mapa la
adivinanza de los crímenes. Como procedimiento es eso: la adivinanza a través de
un mapa.
Y eso es la transformación de una idea que aparece en “La carta robada”, donde
leemos-y el que habla es Dupin:
Hay un juego de adivinanza que se juega con un mapa. Uno de los participantes
pide a otro que encuentre una palabra dada: el nombre de una ciudad, un río, un Estado o
un imperio; en suma, cualquier palabra que figure en la abigarrada y complicada superficie
del mapa. Por lo regular, un novato en el juego busca confundir a su oponente
proponiéndole los nombres escritos con los caracteres más pequeños, mientras que el buen
jugador escogerá aquellos que se extienden con grandes letras de una parte a otra del mapa.
Estos últimos, al igual que las muestras y carteles excesivamente grandes, escapan a la
atención a fuerza de ser evidentes, y en esto la desatención ocular resulta análoga al
descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones excesivas y
palpablemente evidentes.
Esto es “La carta robada”, y el tema de la adivinanza está acá en esos términos: la
incógnita en lo más evidente. Por supuesto que la relación intertextual no es causa-
efecto; no piensen que la intertextualidad es una causación lineal. Si ustedes
quieren, es una sobredeterminación: un texto puede determinar varios niveles: un
22
nivel o muchos. Una palabra de un texto, por ejemplo, puede ser un personaje en el
otro, o una idea, o una metáfora, o puede ser todo esto al mismo tiempo.
Esto que habíamos visto como oscilación entre el dos y el tres también lo
encontramos en Poe. Por un lado, el mismo narrador lo dice: hay una pareja
compuesta por Dupin y su amigo (el narrador); Dupin es un doble del ministro
también; le ministro posee un hermano. Scharlach es el doble de Lonnrot pero
Scharlach en realidad tiene un hermano.
Que hay un juego con los dobles en Poe es muy evidente. Pero el juego con el tres
lo encontramos al principio de “La carta robada”:
Me hallaba en París (…) gozaba del doble placer de la meditación y de una pipa de
espuma de mar, en compañía de mi amigo Auguste Dupin, en su pequeña biblioteca o
gabinete de estudios del n. 33, rue Dunot, au troisième, Fabourg Saint‐Germain.
En un mismo párrafo encontramos el doble y la insistencia en el tres.
Insisto: no interesa si Borges era conciente; la relación está.
Otro elemento del mecanismo intertextual está en la motivación del crimen, que es
la misma en “La carta robada” y en “La muerte…”: la venganza. En “La carta…” el
malhechor (el ministro) le había jugado una mala pasada a Dupin y éste juró
vengarse. Y, en efecto, se venga. ¿Cómo se venga? No sólo descubriéndolo sino por
el modo en que se despide del ministro: le deja una notita para que aquel sepa
quién fue que descubrió la carta. Le deja unos versos. Le deja un resto. Si Dupin es
el analista, le deja un resto.
23
Scharlach previamente había dejado una notita, que era una invitación a que
Lonnrot lo reconociese: era una notita escrita en rojo. Y Lonnrot deja, entonces, ese
otro resto analizable. Se trata de un desafío: vos me hiciste caer en un laberinto al
que le sobran tres líneas. Es como en “Los dos reyes y los dos laberintos”. Es una
superación y al mismo tiempo una aporía donde la reflexión se detiene –todos
saben lo que es una aporía del pensamiento pero nadie la puede solucionar por
medios racionales. Ese resto es un reto, un desafío. Los dos han ganado. Uno gana
empíricamente, el otro gana en un terreno intelectual. Y ese es un resto en el
cuento: no cumple ninguna función salvo la de prolongar esto que a Borges parecía
interesarle mucho, que es el desafío intelectual.
Versión: Cristian D
24
Cod. 20 18
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 26-abril-07
Las indicaciones que tengo que hacerles están en el pizarrón: habrá teórico este
sábado a las 13 horas, y habrá TP el mismo sábado, de 15 a 17 horas. Lo lamento en
la medida en que todo esto es un poco anárquico, pero es la única solución que se
me ocurre para no atrasar el curso.
Hoy vamos a comenzar con una especie de museo de lo que ustedes ya transitaron.
Yo trataré de dar algunas indicaciones generales, otras más particulares, respecto
de este museo llamado formalismo ruso.
Como ustedes habrán visto, el formalismo ruso viene en una especie de dúo o
tándem, como si fuera una unidad, junto con otra escuela teórica, la Escuela de
Praga. Esta última tiene una doble función: en el estudio de la literatura y en la
lingüística. Pensemos que los desarrollos del estructuralismo lingüístico a partir de
Saussure se generaron para que la lingüística fuera una ciencia a partir de la
fonología. Y la fonología como labor teórica fue comenzada en Rusia por el famoso
príncipe Troubetskoy, y fue completada, por el mismo Troubetskoy y por
Jakobson, justamente en relación con esta Escuela de Praga.
Por lo tanto, la escuela de Praga –fines del ’30, comienzos del ’40– es muy
importante tanto para la lingüística como para los estudios literarios o la teoría
literaria.
Evidentemente uno puede discutir esta amalgama que hacemos nosotros al poner
en el programa al formalismo ruso junto con la escuela de Praga. Para mí tiene
sentido, y ese sentido está relacionado con una sensación: la de que el
1
estructuralismo más completo, más inteligente, menos deshilachado, es el
estructuralismo de Praga y no el que se ha popularizado a partir de los ’60 (que es
el estructuralismo francés). Fruto de ese reverdecimiento de estas teorías viejas es
precisamente el primer libro en lengua francesa sobre el formalismo, que es libro
de Tzvetan Todorov, la recopilación de artículos de los formalistas rusos que ya les
mencioné. Un libro, me parece a mí, que tiene sus problemas. En primer lugar, es
una traducción al francés hecha no por un ruso sino por un búlgaro, es decir,
alguien cuya lengua materna no es el ruso. El segundo problema: Todorov aprende
el francés ya mayorcito, y lo aprende ya como cuarta lengua, después de su
búlgaro materno, el ruso y el alemán. Entonces, tenemos un hablante nativo del
búlgaro que traduce del ruso, luego de haberse formado en gran medida en
alemán, al francés.
Después retomaremos el tema de por qué meter en la misma bolsa dos escuelas
diferentes, aunque no tan diferentes. Si tomamos el caso de Jakobson, él pasa, en el
año ’20, de estar en Rusia con un empleo oficial de la revolución –y aun cuando a
veces se lo describe como un reaccionario a la revolución, cosa que no es tan cierta–
a ocupar un cargo en el exterior –él trabajaba en la Cruz Roja– y ahí pasa a formar
parte constitutiva de la escuela de Praga o Círculo Lingüístico de Praga –enseguida
analizaremos qué es esto de los “círculos lingüísticos”.
2
Profesor: La bibliografía obligatoria está en el programa. Toda la bibliografía que
yo mencione en clase y de la que no diga que es de lectura obligatoria, es para
consulta general. Yo esto lo digo por si ustedes tienen que preparar un tema
especial, ahí les doy estas herramientas que están un poco desperdigadas para que
ustedes puedan ahondar en un tema.
Lo que dice Volek sobre el formalismo ruso no lo tengan en cuenta porque son
todas pavadas; lo que interesa es la traducción de los artículos: hay textos muy
interesantes que no estaban en la edición de Todorov. Nosotros hemos copiado
algunos de esos textos que ustedes pueden conseguir en las fotocopiadoras y que sí
son de lectura obligatoria.
En castellano también hay una obra que es traducción de la primera obra sobre el
formalismo ruso, escrita en la década del ’50 en los Estados Unidos por un acholar
hijo de un judío ruso que pasó las mil y una. Es Víctor Erlich, que escribió una
monumental obra con la intención de dar a conocer en Occidente a este
movimiento o escuela del formalismo que era totalmente desconocido no sólo en
Occidente sino también en Rusia. El formalismo en Rusia había caído en desgracia
a partir de los ’30, silenciado por el estalinismo. Como sabemos, el estalinismo no
era un diálogo bajtiniano, no era el imperio de lo dialógico, sino una especie de
monologismo, de discurso único, que tomaba una forma de marxismo como forma
única de interpretación de los documentos literarios. Pero una forma de marxismo
nada aggiornada, quizás más “atrás” que la del propio Marx. Tomaba lo peor o lo
más atrasado de la teoría del realismo del siglo XIX. Esta corriente, quizás conocida
por todos, se llamó realismo socialista. Y evidentemente los formalistas estaban en
contra de este realismo, y de todos los realismos, de cualquier sociologismo vulgar.
Para los formalistas rusos, el realismo socialista era retrógrado. Por lo tanto,
incluso antes del ’30, en 1928, los formalistas rusos cesan su producción teórica. Se
los silencia. Jakobson hace un periplo, primero en Praga, después en Copenhague y
finalmente en los Estados Unidos, y fue muy importante para que los textos de
aquella escuela permanecieran vivos y productivos. Después, en la primavera de
Nikita Jrushchov en la Unión Soviética, habría un reverdecer del formalismo ruso
en la Escuela de Tartu –Tartu es el nombre de una ciudad en la actual Estonia,
3
entonces parte de la URSS. La Escuela de Tartu retoma las investigaciones de los
formalistas rusos y logra difundir en parte todo aquello.
En suma, hacia los ’30 el formalismo ruso queda a oscuras tanto en su lugar de
origen como en Occidente a donde todavía no había trascendido. Y por medio de
individuos como Jakobson y Erlich es que sus postulados fueron recuperando
terreno en las universidades. El libro de Erlich se llama El formalismo ruso y yo se
los recomiendo; está en las fotocopiadoras. No sólo es un libro pionero sino,
además, un libro que se puede leer con mucho provecho todavía. Y diría que,
después de la historia del formalismo ruso hecha por uno de sus cabecillas –el
texto de Eijembaum que ustedes leyeron o están leyendo–, éste de Erlich es el que
más valor tiene casi como “fuente”. También, en el libro de Erlich, tienen todo lo
que vieron con el profesor Castillo y están viendo conmigo muy bien explicado.
Y también les recomendaría, si leen inglés, dos o tres cosas. En primer lugar, un
libro de Tony Bennett, Formalism and Marxism, un libro que tuvo cierto éxito en el
mundo anglosajón y ha sido republicado hace pocos años. Es una mirada moderna,
a partir del marxismo, mostrando cómo los formalistas eran de algún modo
conciliables con la teoría marxista –cosa que aparentemente el grupo de Bajtín no
pensaba.
Alumna: El formalismo ruso, una metapoética.
Profesor: Muy bien. Entonces, todo el mundo a comprar ese libro –es un chiste, lo
aclaro, vaya a saber cuánto cuesta. Yo sí voy a tener que comprar el libro, y espero
que no cueste muy caro. Mi ignorancia de la existencia de una traducción, intuyo,
hubiera sido más ventajosa.
4
El tercer libro, por ahora, no ha sido traducido. Es un libro originalmente
publicado en alemán por un conocedor apasionado del formalismo ruso que trata
de salvar a los formalistas de lo insalvable. Y un libro muy germánicamente
centrado, que olvida otras cosas más allá del ombligo alemán. Olvida, por ejemplo,
cosas que han pasado en el mundo francés, incluso en los Estados Unidos. Bueno,
pero el libro también tiene sus aciertos. El autor, les decía, es Jurij Striedter. La
edición en inglés del libro se llama Literary structure, evolution and value –
“estructura literaria, evolución y valor”–. Russian Formalism and Czech Structuralism
Reconsidered. Está publicado en Harvard University Press, en Londres, en 1989. Y es
la traducción al inglés de un texto publicado en Alemania en los ’70. Me parece
muy bien que se haya traducido el libro anterior, el de Peter Steiner, porque es un
libro más moderno.
Para los interesados en el cine, hay algo más. Curiosamente, los formalistas rusos
también escribieron sobre cine. Hay un género que está en la antesala de la
literatura, que es el teatro. Lo dramático, digamos. Generalmente, uno encuentra
en textos críticos expresiones tales como “lo dramático”, “lo poético” y uno siente,
ante esos textos, que en realidad el autor no sabe qué decir, que es un chambón. Un
chambón que apela a una neutralización, a “lo”. Sea como fuere, los formalistas no
se dedicaron al teatro, quizás porque el teatro tiene un componente irreductible de
realidad –los actores son reales, el público es real, se hace muy difícil manejar los
términos que los formalistas rusos manejaban. Sin embargo, sí se dedicaron al cine.
Fueron de los primeros en teorizar sobre el cine mudo. Todos: Tinianov, Sklovski,
Eijembaum. Y esas teorizaciones están recogidas en un libro publicado
originalmente en francés por un señor de nombre Francois Albéra. La traducción,
publicada por Paidós, tiene el título Los formalistas rusos y el cine y fue editada en
1998.
Esto es una sintética bibliografía del formalismo ruso. A todo esto sumen, claro, la
recopilación de textos hecha por Todorov a la que nos referimos en clases
anteriores.
La clase sobre formalismo ruso tendría que haber empezado con una cita de
Sklovski, de un libro que él publica muchos años después, ya viejo, ya enfermo.
Sklovski, que era un poco diletante a mi gusto, acaba escribiendo un libro de
memorias –díganme ustedes si hay algo más ajeno al formalismo ruso que un libro
de memorias. Ese libro se llama La disimilitud de lo similar. Los orígenes del formalismo
–en castellano se publicó en 1973. Es un libro nostálgico, de recuerdos, pero al
mismo tiempo de reforzamiento de las ideas teóricas que él desarrolló treinta o
cuarenta años antes.
5
Y el primer capítulo se llama “Boris Eijembaum”. Allí es donde dice esto que, me
parece, es importante para ver en qué condiciones trabajaban estos jóvenes.
Pensemos que el estallido de la revolución es en 1917. Dice Sklovski:
Afirmábamos que el lenguaje en su función poética tiene sus leyes. En torno, todo
era viejo y todo cambiaba. Nuestra vida era difícil. Durante la revolución en Petrogrado
hacía frío. Había pocos alimentos, muy pocos; el pan era pinto, erizado, de él asomaba la
paja y solo se podía comer si no lo mirabas, cuando estabas ocupado en algo. Por suerte
estábamos muy ocupados.
Boris Mijailovich [o sea Eijembaun] tenía dos hijos, Víctor y Olga. Boris tenía dos
habitaciones. Vivían en la pequeña para estar más calientes. Se sentaba ante la estufa de
hierro, sobre una pila de libros, los leía, les arrancaba las hojas y lo demás lo metía en la
estufa. Tenía una formación excelente, era un conocedor extraordinario de la poesía y del
periodismo ruso. En esos años sometió toda su biblioteca a una prueba de fuego.
Me parece que esta cita da una idea de las condiciones penosas en las que trabajaba
esta gente tan dedicada a las minucias del pensamiento abstracto. Evidentemente,
y en contra de lo que se suele creer, los formalistas rusos tenían una clara noción de
lo que era una vida y una realidad “dura”.
Hecho este prólogo, el primer capítulo de mi lectura del formalismo ruso tendrá
que ver con el contexto de producción y, específicamente, con el contexto literario,
con la literatura que se estaba haciendo en forma paralela.
Se suele decir que el formalismo ruso fue el ala teórica del futurismo. Se tiende a
unir al futurismo –que es una corriente poética, con nombres como Maiakovski o
Klebnikov– con esta escuela teórica. El futurismo nace previo a la revolución, y en
los comienzos del formalismo ruso estaba en pleno desarrollo.
6
Hay que tener en cuenta también que Trotski habla del formalismo ruso desde un
lugar teórico, en los términos de alguien que es un estudioso de la literatura, y no
como un militar que de repente debe improvisar argumentos en un terreno que le
es ajeno. Todo esto, claro, ocurre cuando Stalin no era Stalin sino un modesto
palurdo con aspiraciones al poder. El caso de Trotski es bien distinto, y su
superioridad intelectual respecto de Stalin es un hecho. Pero no se guíen por mis
interpretaciones de la historia.
Lo que me gustaría mostrar es cuáles son los discursos que están implicados en
esto que llamamos “estudios literarios”. Primero, hay algo que sería como el objeto
de los estudios literarios pero al mismo tiempo la práctica de esos estudios. Esta
práctica literaria tiene instituciones, agentes, círculos, tiene también una actividad
económica en el mundo capitalista.
Entonces, hay un primer nivel que sería el de la práctica literaria. Que se hace,
aparentemente, sin teoría. La gente va y escribe. Lo de “aparentemente” es
bastante naif, claro. Desde mi punto de vista, creo que no hay práctica que pueda
hacerse sin un mínimo de reflexión sobre esa propia práctica. A ese mínimo de
reflexión podemos llamarlo teoría o no. Cualquier práctica que ustedes ejecuten es
permite al mismo tiempo reflexionar sobre ella.
Les hago una pregunta: ¿qué tiene que ver la práctica literaria romántica con la
producción de textos teóricos romántica? ¿Mucho o poco? Muchísimo.
Por eso, además de esos otros momentos de “acción” de la literatura –les recuerdo
que este programa versa sobre acciones de la crítica– tales como el tramado de
“familias” de escritores, o como los premios literarios, están estos momentos de
reflexión, donde los escritores reflexionan sobre su práctica, o las escuelas literarias
reflexionan sobre su práctica. Y esta reflexión no es teórica, o no suele ser teórica,
sino más bien normativa, puesto que dice cómo debe escribirse de acuerdo a una
7
serie de normas, y cómo debe leerse también en función de eso. Cómo se produce y
cómo debe leerse la literatura.
Este segundo discurso, decía, puede ser llamado de las poéticas. Son reflexiones
sobre la práctica, pero como tales forman parte del mundo de la práctica. No es
teoría, pero es reflexión concreta sobre una práctica concreta. Y tendríamos allí dos
tipos de discursos: las poéticas del autor –qué es para tal autor la literatura, a qué
reglas somete su producción, las instrucciones sobre cómo esa producción debe
leerse. Evidentemente, no estamos ahí ante una teoría. Una poética no es una
teoría.
Acá hago una digresión. Leyendo a los formalistas rusos, ustedes van a encontrar
que esos autores, muy al modo aristotélico, en vez de teoría hablan de poética. No
es el sentido que yo le estoy dando a la palabra. Para los formalistas rusos, poética
es igual a teoría; para nosotros poética es una reflexión sobre una práctica, y como
tal pertenece al mundo de la práctica.
Alumno: ¿Un ejemplo de poética sería lo que Borges dice en “El escritor argentino
y la tradición”?
Profesor: Exactamente. Muy buen ejemplo. Otros textos donde Borges reflexiona
sobre su literatura y sobre la literatura entran también en el terreno de la poética,
por ejemplo “El arte narrativo y la magia”.
Fíjense que muchos poetas –esto es casi inevitable– suelen tener un momento en
que escriben un poema con el título “Poética”. ¿Ninguno de ustedes escribió
todavía “Mi poética”? Bueno, esto también forma parte claramente de la práctica;
no es una reflexión teórica en el sentido en que los formalistas rusos le daban a esa
palabra “poética”.
8
Así como el prólogo, suele haber otro espacio discursivo bastante propicio para el
establecimiento de una poética, como son los llamados manifiestos. A partir de
cierto momento histórico, las escuelas literarias suelen tener manifiestos: pareciera
que se vuelve indispensable la factura de un manifiesto; pareciera la circulación
social de la literatura vuelve imprescindibles estas presentaciones en grupo. El
manifiesto es eso: una poética y también un “acá estamos, éstos somos”.
Ahora bien: nosotros, como lectores, cuando nos enfrentamos con un texto
medieval, si queremos reconstruir una poética –la poética de la Divina Comedia,
digamos– tenemos que reconstruir la norma o el grupo de normas vigentes en el
momento en que ese texto fue escrito. En el caso de Dante tenemos también
algunos textos que uno podría emparentar con los manifiestos del siglo XX: textos
programáticos, donde el escritor explicita su concepción y dice cómo quiere ser
leído. Pero eso no es tan frecuente en textos anteriores al siglo XVIII. Y a partir del
XVIII, y sobre todo en el XX, encontramos que cada escuela manifiesta su poética.
Pero insisto, de todos modos, que la poética está ligada a la práctica. Y no tomamos
esa palabra acá en el sentido que le dan los formalistas, que la equiparan con la
teoría.
La literatura nace en el siglo XVIII junto con la crítica literaria, y de la mano de una
clase social que es la burguesía. Veo sus caras: “éste empezó a decir pavadas”. No.
estoy reproduciendo lo que muchos teóricos dicen, entre ellos Foucault, también
Derrida. Foucault sostiene que todo lo escrito antes del siglo XVIII no es literatura.
9
El escritor ya no está sujeto –para decirlo rápidamente– como por una cadena de
bulldog a las necesidades del amo que sería el que paga –el que paga al poeta para
que éste haga una oda a cierta celebridad, eso cuando el que paga no es esa misma
celebridad que quiere ser cantada por el poeta.
Evidentemente, el mercado permite una cierta –lo recalco: “una cierta”– libertad, y
el escritor ya no está sujeto a estos poderes omnímodos. Podrá estar al servicio de
una corporación como Planeta o Sudamericana, etc., pero eso es una cuestión
diferente. Tampoco quiero discutir acá si un escritor que publica asiduamente en
esas arduas corporaciones es libre o no libre –podríamos pasar horas discutiendo
esas cuestiones. Lo que quiero que entiendan es que a partir de cierto momento en
la historia –siglo XVIII– la literatura cambia absolutamente su estatus. Lo cambia
de manera material: se lee de otro modo, circula de otro modo, y por lo tanto se
escribe de otro modo.
Profesor: Te recito la teoría de Foucault para salir rápido de esto. Foucault, cuya
teoría tiene una línea marcadamente institucional, sostiene que, desde el punto de
vista del sentido (del sentido del texto), hay una concepción lingüística que se
mantiene hasta el XVIII, es decir que estaba presente en la Edad Media, en
Cervantes, en todo aquello que Foucault, quizás demasiado rápidamente, engloba
bajo la expresión “la época clásica”, y que “cae” en esos años. ¿Qué pasaba en la
época clásica? Había una teoría del lenguaje según la cual hay dos lenguajes: uno
es el lenguaje divino, que es absolutamente opaco, ininteligible, y otro discurso
humano, dependiente de aquella lengua divina. Y en esa lengua divina está el
sentido como orden: el papel que cada uno cumple, el rango social, etc.
Entonces, son dos cosas, o dos aspectos de una misma cosa: creación de un
mercado literario, instalación de una nueva teoría del lenguaje. Esto cambia todo,
no sólo a la literatura sino al mundo en general.
Bien, decíamos que, en el tercer punto, tenemos a la crítica literaria, también dentro
de la práctica literaria. Benjamin, el más grande crítico literario del siglo XX, tenía
10
razón, creo, cuando, un poco irónicamente, en un libro muy vanguardista –un libro
que no es teórico ni es de crítica literaria sino de recuerdos– como lo es Calle de
mano única, sostiene que el crítico literario es un militante, un soldado en el
combate literario. Eso es la crítica literaria: parte de un combate. Entonces, el
problema de la crítica literaria no sería la verdad ni la certeza, sino directamente la
guerra. La guerra en las distintas facciones que componen ese mundo de la crítica
literaria o de la literatura en general.
Insisto en esto: la crítica literaria nació con la literatura (siglo XVIII); pensar, como
muchos dicen, a la crítica literaria separada de la literatura me parece, como
mínimo, muy discutible. La crítica está atada a la literatura. La pregunta
interesante sería si la crítica literatura es un discurso secundario, atado al discurso
primario de la literatura, o si no lo es. “¿Podría existir –o existe– la crítica literaria
sin la literatura?”, suele ser una pregunta de ésas con que se trata de amedrentar a
los críticos. Una buena respuesta a esa pregunta es repreguntar: ¿Podría existir –o
existió alguna vez– la literatura sin la crítica literaria? Mi respuesta, ya saben, es
no.
Oscar Wilde es uno de los que, en el siglo XIX, vio esa cuestión con claridad. Wilde
tiene un texto en prosa, una especie de ensayito, llamado “El crítico como artista”.
Alguna vez lo enseñamos en estas clases. Es un diálogo, aparentemente platónico,
donde, entre otras cosas provocadoras, se dice que el crítico tiene un saber mucho
mayor, porque la competencia intelectual que exige el tratamiento crítico de los
textos literarios es mucho mayor que la usual del escritor.
Sea como fuere, cuesta ya pensar en nuestros días a la literatura sin la crítica
literaria. El crítico, además de detractor y todo lo que se le achaca, es también un
difusor de textos, un explicador, un aclarador de nuevas corrientes, etc.
En 1972-1973, había toda una pandilla de escritores en Argentina que, puesto que
nadie los conocía, se veían obligados a practicar la crítica literaria entre sí.
Proponían un tipo de literatura un tanto desconocida, extraña para el público
argentino. Me refiero a Germán García –que después ahondó en el psicoanálisis– y
a los escritores Luis Gusmán, Ricardo Piglia, etc. Todos ellos se entrecruzaban
prólogos. Entonces, uno puede decir que, a falta de una crítica literaria que se
hiciera cargo de esos textos, ellos mismos hacían explícitas sus poéticas. Le decían
ellos mismos al público eventual “esta literatura está escrita de esta manera”. Y, en
forma conjunta, ellos mismos cumplían la función de la crítica literaria para con
sus propias obras.
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¿La crítica literaria es teoría? Yo diría que no. Que la utiliza, seguro. Pero no lo es.
Partamos para eso de la pregunta ¿dónde existe la crítica literaria? Existe en dos
lugares, en dos instituciones. Primero, históricamente, y siempre de la mano de la
burguesía: en los periódicos. No estoy diciendo nada original; esto está en un libro
de Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, donde entre otras cosas analiza
este concepto burgués de la opinión pública y ahí se ve obligado a trazar el
nacimiento de la crítica. Ese nacimiento se da en la discusión libre entre
propietarios –no incluye mujeres; las mujeres no eran propietarias de nada en el
siglo XVIII– que eran los burgueses, que intercambiaban opiniones sobre el arte y
la literatura en cafés. Así se va conformando una esfera de la opinión pública. En
esos espacios, hombres que no eran especialistas en arte podían discutir con otros
sobre temas específicamente artísticos, o artísticos y políticos.
Ahí nace entonces la crítica literaria, en ese momento que muy bien caracteriza
Habermas. Y decíamos que la crítica existe en dos espacios. Uno es los periódicos,
que es donde se formaliza esa opinión. Y el otro es la universidad. Es una práctica
que está en instituciones concretas: el periodismo, las revistas, las universidades.
Ninguno de esos espacios es aséptico: también en la universidad la crítica literaria
es combate, es bronca, es muchas cosas poco diáfanas. A veces por pura bronca, a
veces por posiciones ideológicamente organizadas, se pelea, nos peleamos. Porque
la crítica literaria también tiene mucho que ver con la política. Son ideas generales
sobre una práctica literaria, y esas ideas tienen implicancias, se extienden a un
terreno más amplio. Por esa razón es que nos les fue tan fácil a los formalistas
rusos para dar a conocer sus teorías. Los fundamentos de una política pueden
verse afectados por una reflexión particular como la crítica literaria, así como por
una reflexión más general como la teoría literaria.
Por fin llegamos a la teoría literaria. La teoría literaria no nace en el XVIII junto con
la crítica y la literatura, sino que empezaría con los románticos alemanes –con los
cuales los formalistas rusos han tenido muchas controversias. La literatura
moderna entra a la universidad con los hermanos Schlegel –Augusto y Federico.
Antes se estudiaban textos clásicos; a partir de ese momento la literatura moderna
pasa a ser enseñada en la universidad.
12
al ámbito académico. Es, la teoría, como yo la suelo llamar, una flor de
invernadero. Está, pero puede no estar. Yo, de hecho, no estudié teoría literaria. La
gente de mi generación no conocía la existencia de la teoría literaria cuando
estudiaba, o, si la conocía, no se daba cuenta de qué cosa era.
Alumna: Cuando usted hablaba de poéticas a diferencia de teorías, ¿se podría decir
que esas poéticas son momentos de autorreferencialidad dentro de un texto
literario?
Profesor: Sí. Y justamente a partir de las primeras formas de teoría literaria, con el
romanticismo alemán, ya se propone o se postula que las mejores novelas son
aquellas en cuyo interior hay una reflexión volcada sobre sí misma. Esto es lo que
llamamos auto-representación. Que también lo encontramos en la Edad Media, por
ejemplo en el teatro dentro del teatro.
Bueno, yo les decía que la teoría literaria hoy está y mañana puede no estar. Ahora
voy a retomar este tema. También quiero decirles que, si hay algo que la teoría no
hace, es analizar textos concretos. Por supuesto que se toma o se puede tomar un
texto como modelo, pero la teoría es una reflexión general sobre problemas de la
literatura. Problemas que, insisto en esto, no necesariamente la teoría encuentra de
antemano planteados. La teoría construye no sólo su propio objeto de reflexión
sino también los propios problemas de los que se ocupa.
Es decir: la teoría no logra nada por el solo hecho de definir su objeto. Tengo que
inventar propiedades, construirlas. Piensen además que el objeto “general” de la
13
teoría literaria es la literatura, que no es una piedra sino un discurso o una suma de
discursos, o sea un sentido o muchos sentidos. La teoría literaria, entonces,
construye los problemas de los que se ocupa.
14
El siguiente capítulo de mi exposición tiene que ver con el aspecto institucional,
con el formalismo como una escuela funcionando dentro de una institución
específica que es, como ya dijimos, la universidad –la teoría literaria, dijimos,
circula en la universidad; puede también funcionar en espacios marginales, por
fuera de una universidad que le niega acceso, pero siempre en relación a ella.
Para esto vamos a tener que usar una expresión que ya les había adelantado: los
círculos. Si ustedes toman cualquier historia o reflexión sobre el formalismo ruso,
van a encontrar que se habla de dos círculos. Uno es el círculo de San Petersburgo
(Petrogrado después de los zares); el otro es el Círculo Lingüístico de Moscú.
Había dos grupos de formalistas según las ciudades y las instituciones donde
trabajaban; uno era el Opojaz, algo así como la “Sociedad para el estudio de la
lengua poética”, y el otro era el Círculo Lingüístico de Moscú. O sea: formalistas en
San Pertersburgo y formalistas en Moscú.
Hay que tener en cuenta que estos círculos eran vistos como potencialmente
perturbadores al orden del zarismo. Pensemos en las novelas de Dostoievski y ya
nos podemos dar una idea de cómo era o podía ser considerado un estudiante a los
ojos del orden.
Hay una diferencia institucional básica (en cuanto a la teoría) entre el círculo de
Moscú y el de San Petersburgo. Desde un punto de vista lingüístico, el círculo de
Moscú era un poquito bastante más atrasado que el de San Petersburgo, y esto
porque sus investigaciones estaban concentradas en la dialectología, la vieja
tradición del estudio de la lengua a partir de las cuestiones dialectales. La
dialectología es un típico ejemplo de cómo se concebía a lingüística en el siglo XIX.
Y, además de esto (o consecuentemente con esto), el círculo de Moscú tenía
preocupaciones sobre dialectología y sobre folclore.
15
Como les decía al comienzo de la clase, el más famoso de estos lingüistas de Moscú
va a ser Roman Jakobson, que todavía era un niño en aquellos años y que se
convertirá pronto, niño aún, en presidente del Círculo de Moscú. Jakobson
comienza muy metido en esas cuestiones típicas de su círculo; después va
avanzando hacia una teoría literaria sin folclorismos.
Sklovski. Reducir a Sklovski a enfant terrible es una taradez, ya lo sé, pero es útil
para presentarlo. Porque ¿qué es lo que hacen los nenes terribles? Provocan. Y
evidentemente en el artículo que ustedes tienen para leer, “El arte como artificio”,
hay mucha provocación. Bueno, pero ahora no importa; lo que importa es señalar
que tanto Sklovski como Tinianov y Eijembaum pertenecen al Opojaz, al Círculo
de San Petersburgo, que es el más aggiornado de los dos círculos.
Fin de este capítulo. Después, años después, el tercer círculo lingüístico que nos va
a interesar es el Círculo de Praga. Que está moldeado por los círculos rusos.
16
un movimiento estructuralista también en esa ciudad. Pero no tengo la más remota
idea de qué aportó ese posible círculo a la teoría literaria.
Otra cosa para agregar a este capítulo. La de los formalistas rusos es una ciencia
joven. Una gaya ciencia, como alguien dijo por ahí. ¿Qué quiere decir esto? En
primer lugar, lo es porque sus hacedores eran estudiantes –Jakobson, dijimos, era
un adolescente en sus primeros años de círculo. Y esto denota también una cierta
irreverencia, una cierta energía teórica que es un poco difícil de pensar en gente ya
ubicada en una posición académica. Eijenbaun, al menos en la opinión de Sklovski,
es el más “académico” de todos.
Leyendo los primeros textos del formalismo ruso, vamos a ver que los mismos
están demasiado pegados a disputas concretas con otras concepciones de la
literatura. No son disputas académicas del saber o la teoría, sino que son disputas
literarias. Eijenbaun va a referirse luego a ellas, y es como si Eijenbaun dijera que
las disputas son típicas de la literatura mientras que la teoría literaria tiene normas
más pacíficas. No se maneja por instintos.
El primer “manifiesto” del formalismo ruso, “El arte como artificio”, está a ojos de
Eijenbaum demasiado impregnado de literatura. Eso es lo que parece decir. Como
si Eijenbaun estuviera escandalizado.
En “El arte como artificio” Sklovski le pega a unos cuantos, que son los mismos
teóricos que postulaban el simbolismo como valor literario supremo. Y Eijenbaun
va a decir, perplejo, que esos teóricos del simbolismo publicaban sus teorías del
verso no en publicaciones académicas sino en revistas dedicadas a la poesía.
Eijenbaun habla entonces de una especie de “ciencia periodística”: un oxímoron,
una contradicción. Lo que debía ser producido en la academia estaba desplazado, y
de ahí el escándalo de Eijenbaun.
Entonces, en el segundo manifiesto del formalismo que es “La teoría del método
formal”, Eijenbaun necesita justificar esos excesos del primer formalismo, sus
avanzadas en el terreno de la disputa, y lo que hace es decir que era un momento
de exasperación literaria.
17
La pregunta sería: la teoría literaria, a lo largo de su historia, ¿puede
desembarazarse de la práctica concreta que la rodea? Respuesta: no. Eso ustedes lo
van a ver luego en dos marxistas que son enemigos entre sí. Lukács es uno, y es el
que detesta a la vanguardia. Cuando Lukács habla de vanguardia, habla de
enfermedad, desintegración, caos. Nada de lo que es vanguardia puede para
Lukács convertirse en revolucionario. El modelo es el opuesto: la novela del siglo
XIX, el realismo literario. Y, del otro lado, Theodor Adorno. Nada de lo que
escribió Adorno es concebible sin una práctica que rodeaba en ese mismo
momento a su escritura y que es la práctica de la vanguardia. Y, concretamente,
dentro de ese amplio paquete que podemos llamar vanguardia, un escritor
privilegiado por Adorno, que es Beckett. También para Benjamin la vanguardia es
importantísima.
Es decir: no se puede abstraer una teoría literaria de la práctica que la rodea. Ya sea
para negar a esa práctica (como Lukács) o para fundar la teoría en ella (Adorno), es
lo que hay, lo que la teoría literaria no puede desconocer.
Hemos terminado. Los espero el sábado; no vengan muchos, que el aula va a ser
chica. Es un chiste; vengan todos. Vamos a seguir con esto.
Versión: Cristian D
18
Cod. 18
16
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 28-abril-07
EL FORMALISMO RUSO: CONCEPTOS TEÓRICOS
Literaturnost (Literaturidad)
1
Primero, gracias por dejar el fútbol o el críquet y venir a esta siesta teórica.
Algunos de ustedes tenían clase de prácticos con el profesor Castillo, y él ha
declinado amablemente esa clase para que todos puedan asistir al teórico-práctico
de las 15 horas. Desde ya, el práctico no se levantó por pedido mío; en esta cátedra
los tres espacios institucionales –teóricos, teórico-prácticos y prácticos– tienen el
mismo valor, no hay jerarquías en estos tres espacios, y del mismo modo en los
exámenes domiciliarios está todo mezclado, no hay temas “especiales” de cada
tipo de clase. En fin, Castillo dijo que en estas condiciones no va a dar clase, que
prefiere que ustedes asistan hoy al teórico-práctico y ya se verá cuándo recuperan
esa clase.
2
decretado en parís en esos años en que Baudelaire escribe el poema. A Adorno esto
le parecía terrible.
En resumidas cuentas, les aconsejo que vayan leyendo “El artista como
lugarteniente” de Adorno, para habituarse a los problemas de la Escuela de
Frankfurt. Esto está en un libro llamado Notas de literatura, de editorial Akal;
también está en fotocopias.
Dicho esto, me voy a reencontrar con mis apuntes. Les agrego una bibliografía
muy fácil, por ejemplo para los que quisieran trabajar con Sklovski. Esto se
consigue en la secretaría de apuntes de la facultad, en el hall de la planta baja. Es
una ficha preparada por una profesora de esta casa, ex alumna mía, Laura Estrín,
hoy profesora de la materia Literaturas Eslavas –como verán, yo sólo recomiendo
ex alumnos míos, y a esta altura me temo que nadie se ha salvado. Bueno, la ficha
incluye textos del propio Sklovski y una biografía con una serie de datos. Se llama
Víctor Sklovski. Ensayos críticos y traducciones. Sobre todo trabaja con una obra de
Sklovski llamada Viaje sentimental (igual que la obra de Sterne). Y aclaro: esto no es
obligatorio.
3
siglo XVIII. En ese siglo cambian las condiciones de producción, de circulación y
de lectura de la literatura. Pensemos, por ejemplo, en una cuestión como ésta: ¿a
qué técnica (no me refiero a una técnica literaria) está ligada la circulación de la
literatura? A la imprenta, sin duda. Pero este avance técnico que es la imprenta no
pudo funcionar hasta el XVIII porque la masa de lectores era analfabeta. Esto
recién comienza a cambiar en el XVIII. Ahí es cuando la ampliación del público
lector comienza a hacerse efectiva.
Alumna: También la creación de una ética de trabajo, como señala Weber, sería un
factor de cambio.
Profesor: Sí, sin duda. Yo estoy subrayando ciertos elementos materiales,
transformaciones concretas, pero esos cambios también son determinantes. Es un
conglomerado de cosas. Una de ellas, importante para la literatura moderna, es la
imprenta, y la imprenta ligada a la ampliación del público lector alfabetizado y al
mercado que se crea en torno a ese público.
Les hago una pregunta: ¿tiene o no tiene un interés teórico la crítica literaria? Yo la
he presentado en el campo de batalla, pero la crítica literaria también tiene un
interés en el plano de la teoría. Ya sea por las cuestiones estéticas o formales que la
4
crítica literaria aborda, como por las cuestiones políticas, tiene un interés teórico
innegable. Y esto también hace que la crítica literaria tal cual se la practica, por
ejemplo, en Argentina, pueda tener un valor bastante autónomo. ¿Autónomo
respecto de qué? Respecto de la producción de literatura. Esta extrañeza de los
escritores ante la crítica puede ser leída como la evidencia de algo que se escapa,
que corre por su cuenta, que sería justamente la crítica, particularmente la crítica
literaria académica, que está más libre de las batallas en el terreno de los escritores
aunque está más atada a otras taras de la institución –por ejemplo, a la objetividad,
o al eclecticismo contra el que lucharon los formalistas rusos.
Segunda pregunta: una obra literaria cualquiera –un poema, una pieza de teatro–,
¿puede tener un interés teórico? Sí. Les pongo como caso el cuento “Pierre Menard,
autor del Quijote”, o “Kafka y sus precursores”, que son los dos una teoría de la
lectura. Cuando un teórico de la escuela de Constanza, la llamada estética de la
recepción, como es Jauss elabora una teoría para percibir el fenómeno de la
literatura no desde el punto de vista de la producción sino desde la recepción por
parte del lector, para esa teoría el texto de Borges sobre la reescritura del Quijote es
importantísimo. Lo mismo el cuento “Kafka y sus precursores”.
Ahora bien, ¿sirve esto? Sí y no. Quiero decir: cuando nos ponemos a reflexionar
teóricamente, no lo podemos hacer con la alegría y la libertad y la gracia de Borges.
Tenemos que pasar estas ideas a un sistema, con el propósito de demostrar algo –
Borges no tiene la necesidad de demostrar nada, eso es un cuento, no es verdadero
ni falso. Para la teoría literaria, también para la crítica literaria académica, hay en
cambio toda una serie de normas, de protocolos, que me impone la institución en
la cual estamos: la sistematicidad, la demostración, etc etc.
Entonces, un cuento de Borges como éstos que acabo de mencionar no son teoría,
pero tienen una idea teórica que, para ser teoría, debe ser sistematizada. Pero uno
puede encontrar ideas teóricas en los textos literarios.
5
El mencionado alemán Striedter aborda esta cuestión de los distintos momentos
del formalismo ruso. Nosotros lo vemos así, como una especie de continuidad en
tres momentos, con ejes en distintas escuelas: San Petersburgo, Moscú, Praga. No
es exactamente la misma cosa, no es la misma escuela, pero hay una relación. Lo
que le permite a Striedter hablar de tres momentos del formalismo ruso y el
estructuralismo checo.
Entonces,
1) suma de procedimientos desautomatización Sklovski
obstrucción de la percepción
Alumna: De la imagen.
Profesor: Exactamente. ¿Cómo es esto para Sklovski? Todo lo contrario. El
procedimiento lo que hace es volver la percepción complicada, dificultuosa.
6
Pareciera que la imagen para Potevnia no existe, que es una especie de
transparencia que permite hacer más claras las cosas. Para Sklovski no. Para
Sklovski, entre el contenido y la percepción hay una barrera, que es la forma
obstruyente. Algo que obstruye el contenido y que obliga a ver la forma en tanto
forma. Esta forma se me resiste, no la entiendo así nomás, por eso la percibo en
tanto tal.
Segundo momento.
2) sistema jerárquico de procedimientos. Tinianov
7
Aclaremos también esto que les decía de las funciones ligadas a la idea de sistema.
La palabrita “sistema” sola no va; donde hay sistema, hay funciones. Los
elementos cumplen determinadas funciones en el sistema o la estructura; esto
Tinianov lo tiene en claro.
¿Sklovski pensó estas cuestiones? Sí, pero no sistemáticamente. Las pensó con la
pareja ostranenie-automatización: un procedimiento envejecía, se volvía rutinario,
y entonces se pasaba a otro. Ahora bien, ¿dónde iba a parar ese procedimiento
oxidado? ¿Desaparecía? ¿Ya nadie más lo usaba? Un procedimiento puede traer
novedad si es lo suficientemente nuevo, pero también si es lo suficientemente viejo.
Entonces, está claro que ese procedimiento no desaparece, y acá le damos la razón
a Tinianov. Lo que hace ese procedimiento es ocupar un lugar subordinado hasta
el momento en que nuevamente puede ser visto como relevante o incluso
dominante.
Los formalistas rusos, en este segundo momento, van a pensar en cambio que la
diacronía forma sistema. Los cambios no son en cualquier orden, de cualquier
manera, sino que están previstos sistemáticamente.
8
Siempre, para explicar esto, doy el mismo ejemplo, que es algo que me quedó
grabado de mis clases de Gramática allá lejos y hace tiempo. Ustedes saben que en
español la cantidad no tiene valor fonológico o morfológico. La cantidad es algo que
sí tiene por ejemplo el latín: dependiendo de que una vocal –por ejemplo la a– sea
larga o breve, la palabra es distinta, tiene otro significado. Eso no existe en español.
Sin embargo, hay una tendencia actual, en ciertas variables sociolectales, en ciertas
clases sociales, a no pronunciar la s del plural. “Lo chico” en vez de “los chicos”.
Entonces, uno puede ver que la vocal anterior a esa s borrada se alarga, y ese
alargamiento es un elemento que cumple una función sintáctica (permite
diferenciar el singular del plural), y permite pensar en un posible desarrollo del
español hacia un momento en que la lengua incluya la categoría sintáctica de
cantidad. Esto se puede desarrollar o quedar ahí parado.
Lo que está claro es que no todos los elementos de un sistema tienen el mismo
ritmo temporal. Yo no uso la palabra “boludo” como vocativo –del mismo valor
que “che”–; no la usaré nunca, como ustedes sí la usan. Para mí “boludo” es un
insulto, pero evidentemente no lo es para otros.
Y así como “boludo” tiende a instalarse como el vocativo más frecuente, hay
elementos que tienden a desaparecer. La forma pronominal “usted” cada vez se
oye menos; cada vez son menos los alumnos que tratan de usted a un profesor.
Pero dejemos esto porque ya quedó claro, creo, lo que quería ejemplificarles.
Tercer momento.
3) conjunto de signos (= signo ) Mukarovský
Para coincidir con Striedter, que sostiene que ya esa segunda etapa del formalismo
es un estructuralismo, habría que decir que, en efecto, esa segunda etapa se conecta
fácilmente con el estructuralismo checo. Pero lo que falta marca, sin embargo, una
distancia enorme. Falta justamente en Tinianov la noción de signo. Estructuralista
sólo había una noción, la de sistema; faltaba esta otra. Y no es que los formalistas
rusos no hayan pensado la cuestión del sentido, de la semántica. De hecho,
Tinianov escribió un texto sobre el problema del sentido. Lo que hace Tinianov,
uno podría decir, es una semántica conceptual sin utilizar el concepto de signo.
9
Bien, hasta acá los tres momentos según Striedter.
Otro que, decíamos, aborda teóricamente el estudio del formalismo ruso es Peter
Steiner. Y Steiner examina ya no tres momentos sino distintas metáforas que sirven
para describir la concepción de la literatura en cada teórico del formalismo ruso.
Esas metáforas que recorta Steiner también son tres; esto, lo aclaro, no se
superpone o no encaja perfectamente con el modelo de los tres momentos y las tres
concepciones de la obra literaria dado por Striedter.
Metáforas del formalismo ruso
1) máquina (Sklovski)
2) organismo (Vladimir Propp)
3) sistema‐función (Tinianov)
La segunda de estas metáforas no la vamos a estudiar, pero que quede enunciada.
Es la idea de Vladimir Propp, una figura bastante opuesta al formalismo “duro”
pero que, más o menos, entra en el paquete. Y es una vieja idea que ya está en el
siglo XIX y antes: la idea de la obra literaria como un organismo viviente, una
totalidad concebida a través de lo biológico. Ahí está en juego el interés por la
morfología, por la dialectología, por el folclore, por todas esas cosas que, decíamos
antes, tuvieron un interés para el Círculo de Moscú pero no para el Opojaz.
Noten ustedes que la obra celebrada de Propp es escrita una vez que el formalismo
había caducado –había dejado de producir por la presión del régimen.
10
literarios de la época, que eran puro palabrerío contenidista. Los palabreríos
contenidistas son, precisamente, los análisis literarios que por entonces hacían los
académicos.
La segunda razón (que confluye con la anterior): porque conciben al texto como
una máquina. Y a una máquina –estoy recitando a Deleuze- no se le pregunta qué
significa. Si yo concibo al texto como una máquina cuyos engranajes producen
ciertos efectos, la pregunta que le hago al texto/máquina no es “¿qué significa?”
sino “¿cómo funciona?”. O “¿cómo está hecho?”: ésas son las preguntas básicas que
se formulan los formalistas rusos. Y esto se ve ya en los títulos de algunos de sus
estudios: “¿Cómo está hecho El capote de Gogol?”, se llama un texto de Eijembaum;
“¿Cómo está hecho El Quijote?”, se llama un texto de Sklovski.
ARTE BYT
ostranenie automatización
telelología causalidad
priem material
sujet fábula (fable)
LENGUA POÉTICA LENGUA PRÁCTICA
El que mejor define al byt es, me parece, Roman Jakobson, en un texto de 1931 que
se llama “La generación que ha malgastado a sus poetas”. Ese texto está recogido
11
en un libro llamado Questions de poétique, publicado por Seuil en París en 1973,
traducido al castellano y editado (pero no completo) por el FCE.
Allí Jakobson habla del byt, que es la costumbre, la vida cotidiana, incluso
costumbre en un sentido matrimonial, pero de matrimonio de 40 años juntos –
ustedes están ajenos a eso–. En suma, byt como el reino de la automatización, de lo
habitual, lo que se hace sin pensar –uno le responde a su amado o amada de
manera automática; uno incluso oye de manera automática, sabe lo que viene y se
refugia en su mundo interior. Lo que dice Jakobson es lo siguiente:
Al impulso creador hacia un porvenir distinto se opone una tendencia a la
estabilidad de un presente inmutable que se cubre con vejeces rutinarias. Una vida que se
detiene en sus modelos estrechos y rígidos. Este elemento se llama byt: el rito de la
existencia cotidiana. Es curioso ver cómo, en la lengua y en la literatura rusas, esta palabra
y las que de ellas derivan representan un papel considerable, un papel que no se corresponde
con ninguna noción igual en las lenguas europeas, probablemente porque, en la conciencia
colectiva europea, nada se opone a las formas y las normas estables de la vida.
Noten ustedes que el título de este artículo, “La generación que ha malgastado a
sus poetas”, es ya bastante descorazonado. Estamos en 1931. Ese título supone el
triunfo del realismo socialista, y el probable triunfo, en los ambientes académicos,
de cierto sociologismo vinculado a esa tendencia literaria, donde lo importante es
el fin que produce formas nuevas y no, como creían los formalistas, la forma que
recicla contenidos o que produce contenidos nuevos. Eso es lo que triunfa; en
definitiva, una concepción estética similar a la del siglo XIX. Por lo tanto, los
formalistas tendrán que dedicarse a otra cosa: Tinianov, a escribir biografías;
Sklovski, a escribir novelas. Ninguno de los formalistas muere; sí algunos poetas:
Maiakovski se suicida, el otro gran poeta futurista –que inventa incluso un
lenguaje, el zaum– que es Jlevnikov, muere de inanición en uno de esos
racionamientos típicos de la época.
Jakobson está diciendo en este artículo que, incluso ideológicamente, este término
byt –que alude a lo social en un sentido ritual, reiterativo– abarca un campo mucho
mayor que en otras lenguas, y eso –dice Jakobson provocativamente– en las
culturas europeas este término no estaría haciendo oposición o no estaría
obteniendo valor lingüístico por oposición con otra cosa. Y, si relacionamos esto
que dice acerca del byt con el título del artículo, en cierto sentido Jakobson está
diciendo que estas formas tan férreas del byt solamente se pueden dar en Rusia.
12
Por eso lo dejo así, con el nombre en ruso. Y por eso también lo pongo arriba en el
cuadro en posición con “literatura”: porque sería la dualidad mayor de la cual
dependen todas las otras. La literatura, entonces, de acuerdo con este cuadro, se
opone a esta vida rutinaria, a este conjunto de ritos cotidianos, de costumbres. De
ahí viene entonces toda una serie de oposiciones binarias y mecánicas que derivan
de esta oposición inicial.
Hacia finales de los ’20, Eijenbaum escribe un artículo que se llama “El ambiente
social en la literatura” donde traza un programa no muy consistente, no muy
meditado, un esbozo en realidad, de lo que sería una sociología literaria. Eso
ocurre en 1927. Ya al año siguiente poco queda de formalismo. Pero es un intento
de conciliar la teoría con un cierto pensamiento sociológico. Y uno diría: ¿esto se
les ocurrió porque sí? Yo diría que hay una presión ambiental, una presión del byt,
del contexto, de los ritos que estaban funcionando allí en Rusia en ese momento. O
sea: una presión política, y una necesidad de llegar a algún tipo de acuerdo con el
régimen para poder sobrevivir.
13
El material, para el primer formalismo, formaba parte del contenido, de la fable. Ya
sean las acciones, la ideología: todo eso formaba parte del contenido y no se lo
examinaba. El siujet, la puesta en forma del material. Y esto queda absolutamente
borrado al decir que todo material tiene un correlato formal. Como si dijéramos: el
hecho de que yo use témperas u óleo cuando pinto no es indiferente, ni en el
contenido ni en la forma. Pensemos en la lengua. ¿La lengua es una masa informe,
una especie de arcilla antes de llegar a la forma literaria? No. La lengua ya es un
material formal. Pensemos en cualquier palabra, por ejemplo “boludo”: ya me
viene con una carga formalizada, convencionalizada.
Cuando Trotski acusa a los formalistas de sostener la ideología del arte por el arte,
está pensando en esto. Claro que el arte por el arte es una ideología concreta que se
dio en la historia, en el siglo XIX, y que se funda en la creencia del arte como una
religión. Es lo que hacían los grandes enemigos de los formalistas, los simbolistas:
el poeta como sacerdote, como papa de las formas. Aunque los formalistas rusos
no hayan teorizado la autonomía del arte como tal, todo lo que dice Sklovski suena
en los oídos de Trotski como un escándalo.
14
y Eijenbaun– y reajustan todo con sistema y trabajo. Le ponen teoría y elegancia a
las barrabasadas de Sklovski.
Ostranenie. Los invito, a partir de este momento, a que usen la palabra rusa. Si no,
no sabemos de qué estamos hablando. Cuando un ruso piensa la palabra ostranenie
así, fuera de contexto, piensa una serie de cosas que nosotros, en español,
consideramos con distintas palabras. Ostranenie quiere decir:
Todo esto quiere decir esa palabrita. Como verán, al igual que la palabrita byt, tiene
una complejidad semántica notable. Por eso les propongo que usen la palabra en
su expresión original. Que en realidad tiene una particularidad esa palabrita –y
con esto termino. La palabra ostranenie, tal como la escribe Sklovski, está mal
escrita. La palabra correcta del ruso es ostranennie, con doble n.
¿Por qué, explica Sklovski, aparece escrita con una falta de ortografía? Tratemos de
responderlo con otra pregunta: ¿qué provoca una falta de ortografía?
Para Sklovski esto es un efecto formal. Pero uno también puede pensar que en la
ostranenie se extraña el contenido mismo también. Se extraña el sentido. Uno
puede pensar que lo semántico también está en juego. O también puede ser
15
pensada la ostranenie –esto es lo que le preocupa a Trotski– como una ruptura con
las normas. Si hay una costumbre, la ostranenie opera sobre ella como ruptura. La
primera vez que alguien dijo o escuchó “boludo” como un vocativo, eso
seguramente habrá causado algún escozor. Alguna norma estaba violando. Ahora
ya habría que pensar otra cosa, porque “boludo” es la norma.
Versión: Cristian D
16
20 Cod. 22
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 8-mayo-07
Una palabras sobre el parcial, el primer parcial. El día martes 29 de mayo, un par
de horas antes del teórico, ya van a estar disponibles en las fotocopiadoras
habituales, para que ustedes las retiren, las hojitas del parcial, algo así como el
“formulario” con las preguntas.
Estoy muy atrasado con el formalismo, siento que el formalismo es un pantano del
que no puedo salir. Yo les voy a dejar, no hoy pero sí mañana, algo que agregamos
1
no como bibliografía obligatoria pero sí como optativa: un capítulo del libro de
Steiner El formalismo ruso. Aprovechando la aparición de la traducción al castellano
de ese libro, les dejo entonces un capítulo dedicado a lo que estamos estudiando: el
mecanicismo en el formalismo ruso, o la metáfora que, en términos de Steiner,
englobaría todo el primer formalismo: la metáfora de la máquina. Es optativo; si
ustedes quieren lo leen, es un texto muy recomendable para que tengan una idea
respecto de esto.
Steiner tiene un problema, para mí: su visión del formalismo ruso es muy teórica
en el sentido de que ignora mayormente lo que podríamos llamar las “polémicas”
del formalismo. Algunas hay consignadas, por cierto –no se puede exponer el
formalismo ruso sin dar mínima cuenta de estas polémicas. Pero, en general, las
polémicas con el exterior no están desarrolladas, y, para mi gusto, estas polémicas
son muy importantes, no sólo para trazar una historia del formalismo sino porque
tienen influencia en los desarrollos teóricos.
Para el formalismo, tienen que leer por su cuenta el artículo de Trotski que ya les
comenté, y voy a agregar ahora un texto de Boris Arvatov, “Lengua poética y
lengua práctica”, que es una crítica a esta división hecha por el formalismo ruso. Es
una crítica desde una posición cercana al formalismo pero marxista.
2
ruso, verán también que hay un cierto escándalo ante la vida nocturna y bohemia
de ciertos formalistas rusos, entre ellos Sklovski, muy ligados a los poetas de
vanguardia. Y también verán, en el texto de Trotski, que Trotski caracteriza a
Sklovski como un futurista por un lado y un teórico por el otro. Y Trotski dice, no
sin ironía, que los formalistas rusos quisieron convertir lo que era alquimia en una
química. Lo pone irónicamente, tomándole el pelo a Sklovski, en un artículo que
además de ser polémico es gracioso –no sé si se dieron cuenta de que Trotski es
gracioso; tal vez ustedes son muy serios y yo no puedo entrenarlos para que se rían
a carcajadas mientras leen crítica literaria.
3
de clase, del proletariado. Son dos ideas contrapuestas, y de más está decir quién
fue el triunfador. La línea de Lenin, ¿no?
Bien, éste fue el primer prólogo. Retomo ahora el texto de Steiner para volver sobre
la cuestión del mecanicismo a través de una cita de Sklovski –va a ser una clase
muy citada la de hoy. Steiner, en ese capítulo que se llama “La máquina”, está
citando un fragmento de un texto de Sklovski que se llama “La técnica en el oficio
del escritor” y es de 1928. Dice el enfant terrible:
Si alguien quiere convertirse en escritor, debe examinar un libro muy atentamente,
como un relojero hace con un reloj o un chofer con un auto.
La gente más estúpida llega al taller mecánico y presiona el balón de la corneta
[fíjense que estamos ante un auto de aquella época; tenían corneta, no bocina]. Éste
es el primer grado de estupidez. La gente que conoce un poquito más acerca de autos pero
subestima su conocimiento llega hasta el auto y comienza a manosear la palanca de
cambios. Esto es también estúpido e incluso malo, porque uno no debería tocar una forma de
la cual otro trabajador es responsable. El conocedor observa serena y comprensivamente el
coche: ¿qué es para qué?, ¿por qué tiene tantos cilindros y por qué tiene las ruedas
grandes?, ¿dónde está situada la transmisión y por qué la parte trasera está cortada en un
ángulo tan pronunciado? Así es como se debe leer.
Es decir: la obra es un artefacto que funciona. ¿Qué implica este “que funciona”?
Que no se le debe preguntar qué quiere decir, sino cómo funciona. Primer punto.
4
Otro punto: la ostranenie. Ya hablamos de esto, y dijimos que lo opuesto es la
automatización. Uno podría plantearse que la llamada ostranenie es pensada por
Sklovski en términos absolutamente formales. Pero nada impediría que la
ostranenie sea pensada en términos de contenido, de ideas. Eso ocurre, desde
luego, cuando una escuela poética renueva su temática.
¿Para qué sirvió, en el desarrollo del formalismo ruso, esta oposición ostranenie/
automatización? Por supuesto, sirvió como una especie de base metafísica de todo
el primer formalismo. Evidentemente…
¿De dónde viene esto? ¿Es una ocurrencia de los formalistas? Todorov creo, tiene
razón cuando emparenta esta idea del “mundo renovado a través de la forma
dificultuosa” –opuesta, como vimos, a la concepción de Potevnia según la cual el
arte “facilita” el entendimiento de las cosas– con el romanticismo alemán, el
romanticismo de Jena para ser más específico.
5
Alumna: (no se escucha)
Profesor: Esto hay que entenderlo como una contradicción; así lo estoy planteando.
Si no lo dije claramente, agradezco la pregunta. Evidentemente se trata de una
contradicción. No se trata de que los formalistas piensen el arte como
representación del mundo; nada más alejado al formalismo. Pero por un lado se
está diciendo que el arte se opone al byt y, por otro lado, se está diciendo o
sugiriendo que el arte renueva a la vida cotidiana.
Medvedev, en un libro que se llama El método formal en los estudios literarios –
Medvedev es parte de la Santísima Trinidad bajtiniana– se pregunta dónde está la
novedad de la lengua poética formalista. Y dice: en ningún lugar. La lengua
poética es sucedánea y está siempre en relación dialéctica con su opuesto que es la
lengua cotidiana, esa la lengua cotidiana, que está destinada a enmohecerse por el
uso. Pero la lengua poética depende de ella, es subordinada, es, dice Medvedev,
“parásita” de la lengua cotidiana. Entonces, no crea absolutamente nada nuevo; ése
es el gran error, para Medvedev, de la concepción de la lengua poética de los
formalistas rusos.
Les voy a dar una cita de un texto de Sklovski que es un poco larga; van a tener
que tener paciencia. Está en un texto de 1921 que se llama “Rosanov” y que está
en la compilación de Volek. Curiosamente, es un artículo contemporáneo de otro
de Tinianov sobre la parodia, un artículo muy conocido en el campo literario
argentino porque es el que retoma Piglia en su novela Respiración artificial, una
6
novela donde, un poco al modo de Cortázar, los intelectuales porteños discuten
sobre teoría literaria. Podemos imaginarnos a todos ustedes acá, en el bar Sócrates,
discutiendo el formalismo ruso. Algo que es difícil de concebir, pero parece que
Piglia no tiene estas dificultades.
La obra literaria es forma pura. No es ni cosa ni tampoco material, sino una
relación de materiales.
De ahí viene la inocuidad del arte [dejo pasar esto de “inocuidad”;
habría que ver si esta bien traducido. Lo que sigue sí es importante], su carácter
cerrado sobre sí mismo, su falta de imposición. La historia literaria se mueve hacia delante
según una línea quebrada y discontinua.
En el curso de la sucesión de las escuelas literarias, la herencia no pasa de padres a
hijos sino de tíos a sobrinos.
Imaginemos: la herencia no pasa, digamos, de Lugones a Borges y de Borges a
Piglia, sino que a Borges le llega de un “tío menor” de una rama pobre o
empobrecida de la literatura. Un “tío de campo”. Por ejemplo, el folletín, la novela
popular, la novela policial en su momento. Esa literatura no prestigiosa es la que
ayuda a renovar la literatura. Esto me parece, sí, muy interesante dentro de la
totalidad de planteos del formalismo ruso: no piensan la evolución o el cambio
literario como una sucesión de “grandes cumbres” o grandes genios de la literatura
–como sería el caso Lugones, Borges, Piglia– sino que están pensando en un
sistema donde algunos elementos menores en cierto momento pasan a ser
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determinantes en otro. Esos elementos menores, en consecuencia, son también
importantísimos en el momento en que, como diría Sklovski, están “en sordina”.
La historia literaria tradicional, hasta el siglo XIX, no tenía en cuenta estas formas
no canonizadas que Sklovski está teniendo en cuenta. Prosigue la larga cita:
En cada época literaria existen no una sino varias escuelas literarias. Éstas existen
simultáneamente, y una de ellas representa la cúspide canonizada. Las demás existen sin
ser canonizadas. Existen en sordina. Como existían, por ejemplo, en la época de Pushkin las
canciones de vodevil o las novelas de aventuras. La tradición pushkiniana no continuó
después de Pushkin; vale decir que se da un fenómeno del mismo tipo de aquel representado
por la ausencia de hijos geniales. Al mismo tiempo, sin embargo, en un estrato más bajo, se
crean nuevas formas que reemplazan la literatura anticuada, las cuales ya no son más
perceptibles entre las formas gramaticales del discurso. Se han convertido en un fenómeno
auxiliar no perceptible. La línea junior irrumpe en el lugar que ocupaba la línea senior, y
el escritor de vodevil se transforma en Nekrazov.
Tolstoi, directo heredero del siglo XVIII, crea una nueva novela. Cada nueva escuela
literaria representa una revolución, algo así como la aparición de una nueva clase social.
Esto es, desde luego, sólo una analogía. La línea “vencida” no deja de existir; simplemente
cede su lugar en la cúspide y desciende al valle a reposar para luego resurgir de nuevo,
siendo una eterna pretendiente al trono.
Las formas no desaparecen, sino que están en sordina. Pero esto no alcanza para
describir la literatura como un sistema con funciones. Está como la idea en germen,
que luego Tinianov va a desarrollar.
Y está esto de la línea quebrada, de los tíos a los sobrinos. ¿Contra quién está
reaccionando Sklovski en todo este pasaje? ¿Cuál es el enemigo? El enemigo son
esas viejas historias de la literatura del siglo XIX que sólo ven, para seguir con esta
metáfora, las “grandes cumbres”. Es decir: la historia (literaria o no literaria) es la
sucesión de grandes hombres que dominan cada época. Y los otros escritores no
existen. La idea de Sklovski es un poco más dialéctica. La canonización, según esta
idea, puede venir no de otra gran cumbre, sino de un género menor. Y ahí él cita la
novela de aventuras. La novela de aventuras, que puede estar en el sótano, en una
época, es reactivada en una época posterior. Por eso la idea de la herencia no de
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padres a hijos sino de tíos a sobrinos. O sea: una historia no lineal (no de padres a
hijos) y quebrada, donde obras que estuvieron canonizadas y dejaron de estarlo (o
que nunca estuvieron canonizadas) pasan a estarlo.
Bien. Otra cuestión que hay que tener en cuenta respecto del mecanicismo de
Sklovski: qué cosas quedan afuera de su visión. ¿Qué se retira con el contenido? Es
obvio que lo que queda fuera, junto con el contenido, lo social. No porque la forma
no pueda tener un uso social –eso es obvio: no hay cosa más social que la forma; la
forma vehiculiza todo– sino porque se intenta quitar lo semántico de la forma.
Hay, entonces, una anulación, en este primer formalismo, de la semántica, del
contenido, del significado, de cualquier elemento social que forma parte del
lenguaje.
La práctica de los historiadores del siglo XIX tenía esa concepción del texto literario
como “impresión” de la psicología o el genio del autor. Pero el problema del
sujeto, más allá de cómo lo entendían los charlatanes historiadores del XIX, es
mucho más amplio. Los formalistas rusos, para no empantanarse en las reflexiones
de la época, destronaron del campo de estudio todo lo que tuviera que ver con la
problemática filosófica del sujeto.
Y esto deja consecuencias en su teoría, una teoría que tiene como base, en Sklovski,
la cuestión de la percepción. El arte nos propone una visión dificultuosa que
supone una renovación en la percepción del mundo. Pero detrás de la percepción,
¿quién está? Está, obviamente, el sujeto. Es el sujeto quien reconoce una forma
automatizada o una forma pasada por la ostranenie, quien dice si esto está
fosilizado o esto es novedoso.
Entonces, no reflexionar sobre el sujeto los hace caer –no me pregunten cómo
podrían haber incluido la reflexión sobre el sujeto en su teoría; eso sería hacer
ficción hacia atrás. Lo que es evidente es que hay una contradicción en la teoría
misma y, como yo suelo decir, lo que los formalistas rusos echaron por la puerta a
la larga entra de contrabando por la ventana.
No es que los formalistas digan que el contenido no existe, no son tan burros.
Dicen algo así como sí, existe, pero yo hago lo que Saussure hace al distinguir
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lengua y habla: para inventar un objeto de estudio, hago de la lengua, que es un
conglomerado sociológico, histórico, individual, fonológico, etc etc, una vía de
acceso a la lengua como sistema, oponiéndola a un fenómeno que sí es psicológico,
histórico, antropológico, que es el habla. Y no estudio el habla, estudio la lengua.
La poesía es el lenguaje en su función estética. Así, el objeto de la ciencia de la
literatura no es la literatura sino la literariedad, es decir lo que hace de una obra
determinada una obra literaria. Sin embargo, hasta el presente los historiadores de la
literatura se pareen a ese policía que, proponiéndose arrestar a un malhechor, se dedica a
poner preso al azar a todos los habitantes de la casa e incluso a las personas que pasan por la
calle. Así, los historiadores de la literatura se servían de cualquier cosa: la vida personal,
política, psicológica, filosófica. En lugar de una ciencia de la literatura se creaba un
conglomerado de investigaciones artesanales.
Y dice Jakobson, para concluir con esta idea, otra frase también famosa –estoy
dando los grandes hits del formalismo ruso: si usted no los leyó, yo se los comento:
Si los estudios literarios quieren volverse una ciencia, deben reconocer al
procedimiento como su personaje único.
Ahí viene entonces el título del capitulito: el héroe es el procedimiento. Esto es la
gran noción del formalismo ruso.
La noción de procedimiento (priem) ha tenido una importancia enorme en el curso y
en la evolución posterior del movimiento. Procedía directamente de que se había establecido
una diferencia entre la lengua poética y la lengua cotidiana.
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Ahí ven cómo, para el formalismo, la noción de priem es dependiente de esta
división entre lengua poética y lengua cotidiana. Desde ya que uno puede pensar
en términos de procedimientos sin hacer esta división, y uno puede, en
consecuencia, pasarse la vida investigando los procedimientos que todos usamos
en la simple conversación cotidiana. Pero esto para el formalismo no era
interesante, parece. De lo que no cabe duda es de que esta noción de priem es un
gran aporte teórico del formalismo para pensar la literatura y el arte en general.
Entonces, según esto, todo lo formal sería lo interesante para el estudio, y los
materiales lo indiferente. Segunda noción de Sklovski: el material es la lengua.
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En esta concepción, los procedimientos de una obra literaria tienen un valor
autónomo, y los otros elementos (incluidos en el material) son accesorios o
indiferentes. Este material, por lo tanto, no tiene relevancia formal.
¿Cómo se sale de este atolladero? Ya lo dije: con Tinianov, quien dice en “El
problema de la lengua poética” de 1924: Todo material es formal. Y dice:
El concepto de material no trasciende los límites de la forma. Es formal en sí mismo.
Y el mismo Eijenbaun reconoce esto, alabando esta síntesis teórica que hace
Tinianov. Dice Eijenbaun, en el artículo que ustedes tienen que leer, y refiriéndose
al libro de Tinianov:
Entre los problemas que este libro cuestiona y esclarece está el de “material”. El uso
admitido [por los formalistas, se entiende] de esta noción imponía una significación que
la oponía a la noción de “forma”. Así, las dos nociones perdían su importancia, y su
posición se volvía una mera sustitución terminológica de la vieja oposición fondo/ forma.
Bueno, otra cosa. Algo que tiene que ver con la oposición lengua poética/ lengua
práctica. Me tengo que referir a los poetas, a los futuristas, y también a los teóricos
que polemizan con esta división: Arvatov y el Proletkult.
Por un lado, los poetas. Me temo que la noción de lengua poética que maneja
Sklovski está calcada de la práctica poética del futurismo. Particularmente, de una
lengua inventada por los futuristas: el zaum. Es decir que lo que harían los
formalistas rusos es leer esa práctica poética, esa experiencia de escritura que es el
zaum, y construir una noción teórica de lengua poética en oposición a lengua
práctica a partir de ella.
Hay dos poetas que tienen dos concepciones poéticas diferentes del zaum. Uno es
Jlevnikov, el otro es Kruchenich. Jlevnikov, que estaba medio loco –hay que
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decirlo– tenía una visión bastante mística de la lengua. Y este otro poeta no sé si
más loco pero sí más radical que Jlevnikov, y que está citado en el artículo de
Trotski, es Kruchenich, y tiene la particularidad de haber inventado la palabra
zaum, modelo literario de esto que están inventando los formalistas, que es la
lengua poética. Por supuesto, lo suyo se opone a Potevnia. Potevnia sostenía que la
palabra o el discurso siempre es más extenso que su sentido. Y Kruchenich dice lo
contrario: el sentido es más extenso que la palabra.
Kruchenich dice algo muy interesante: que el poeta, con el zaum, lo que quiere es
reproducir formas que están fuera del arte. Por ejemplo las ecolalias. ¿Qué son las
ecolalias? El balbuceo infantil, que –creo- no quiere decir nada. El lenguaje poético
se conecta según Kruchenich con el lenguaje infantil.
Esto es muy importante que lo registren, porque ustedes van a estudiar, en las
clases sobre poesía que va a dar la profesora Muschietti acá en los teóricos, toda
una teoría del lenguaje poético que viene de acá. Julia Kristeva justamente va a
decir lo mismo: el lenguaje poético se emparenta con la ecolalia.
Profesor: Muy bien. Acá hay alguien que está atento a la gramática. Y estas dos
líquidas, en el lenguaje práctico –sostiene Iakubinski– tienden a asimilarse, a
indiferenciarse un sonido del otro. Como si fuera en chino. O como pronuncian los
cubanos. Entonces, acá tienen un rasgo formal, fonético, muy claro que a ellos les
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permitía decir que en la lengua cotidiana hay un uso, un manejo, una
pronunciación determinada, y en la lengua poética funciona de otra manera la
misma ocurrencia consonántica; el mismo fenómeno. En el lenguaje hablado,
corriente, cotidiano, se asimilan las dos consonantes; en la lengua poética se
disimilan; se pronuncian cada una perfectamente diferenciada de la otra. Es como
una prueba viva, contundente.
Acá veían, entonces, una prueba empírica, científica, de la separación entre lengua
poética y lengua práctica. “¡Aleluya, Eureka, lo encontramos!”, dirían los
formalistas. Y dice Sklovski en este sentido de aleluya, en el artículo que ustedes
leyeron, que esta investigación
“representa uno de los primeros trabajos que soportan una crítica científica para dar
cuenta de la oposición de las leyes de la lengua poética frente a la lengua cotidiana”
Vuelvo sobre Kruchenich, que tiene su versión de la lengua poética: la del zaum, la
lengua pura en su materialidad fónica. Iakubinski, ademas de esto que le reconoce
Sklovski, evidentemente ha leído a Kruchenich. Y da además una formulación que
supera el alcanza de esas elucubraciones empíricas. Iakubinski ha leído a Freud –
como Kristeva va a leer a Freud, como ustedes verán luego. En los ’20, Iakubinski
ya ha leído a Freud, y conecta al lenguaje poético con el lenguaje de los sueños. La
lógica de la lengua poética, dice, es ilógica. Escapa a la razón habitual (tal como los
sueños).
Además Iakubinski dice otra cosa: esta ilogicidad del lenguaje poético equivale al
discurso de la psicosis. Es decir, de la locura. Ustedes no vieron todavía a Kristeva,
y yo insisto con ese nombre porque, como alguna vez dije, la repetición es la base
de la pedagogía. Y es que estas cuestiones, también la relación del lenguaje poético
con el discurso de la psicosis, van a ser retomadas por Kristeva y ustedes lo van a
ver con Delfina Muschietti a partir de la próxima semana.
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[Arvatov/ Proletkult]
Decíamos también que, en relación con esta oposición lengua poética/ lengua
práctica, es necesario referirse, además de al zaum que da el “soporte” práctico
para esta división, a los teóricos que se oponen a este planteo. Esto está en el
artículo de Arvatov que les mencioné y que no voy a desarrollar en clase porque es
muy claro y es de lectura obligatoria.
La de Arvatov es una crítica justamente a esta división de Sklovski. Una crítica que
Arvatov comparte también con Medvedev a quien antes nos referimos.
Arvatov y los productivistas están en una línea totalmente diferente a la del reflejo.
Para ellos el reflejo es como la condensación una contemplación pasiva y burguesa
del arte. Miro algo que está fuera de nosotros; no produzco nada; consumo
pasivamente lo que es el reflejo, que a su vez es pasivo porque es reflejo de una
realidad.
¿Qué es lo que tiene que hacer el arte? Los productivistas toman la idea de un
movimiento artístico y político llamado Proletkult. El Proletkult fue un movimiento
de vanguardia de la primera época revolucionaria con una idea acerca de qué
hacer con las grandes obras culturas. ¿Qué hacer con el pasado?: ésa es una de las
preguntas centrales del debate general –más allá del formalismo– por esos años.
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La cuestión es que, en ese texto que desde el título se refiere al “arte proletario”,
Trotski se está refiriendo al movimiento del Proletkult. Contra el Proletkult
primero reacciona Lenin, después Trotski. Y el problema en torno a este debate es
qué hacer con la herencia cultural del pasado. Qué hacer con la herencia cultural
de la burguesía.
Esto no es una idea de Arvatov. Es una idea de este personaje destacable del
Proletkult al que me refería: Bogdanov. Bogdanov era un médico (un
transfusionista) y es uno de los inspiradores del movimiento proletkultista que es
previo a la revolución de octubre. Se crearon, en fábricas y en círculos obreros,
organizaciones culturales de obreros quienes, según la concepción de Bogdanov,
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tenían que construir una nueva cultura de clase, entendiendo por “nueva cultura
de clase” hacer tabula rasa con el pasado.
Esta idea del arte como organizador de la vida –opuesta, en términos de Arvatov,
al “arte de caballete”– llega hasta otro autor que vamos a ver, Walter Benjamin.
Benjamin tiene un artículo llamado “El autor como productor”. No sabemos si
Benjamin leyó o no leyó a Arvatov y a Bogdanov, seguramente sí lo hizo, y lo
habrá hecho, si no antes, en el momento de sus amoríos con Asja Lacis, que era una
joven revolucionaria oriunda de los Países Bálticos. Que andaba con otro.
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Benjamin, que se aguantó eso, se habrá aguantado además todas esas discusiones
entre los miembros del establishment del Partido y los pocos proletkultistas que
todavía andaban sueltos.
Cuando lean “El autor como productor”, verán que Benjamin habla en algún
momento de esta cuestión de la organización. Recuerden, cuando lo lean, estos
debates. No descuiden esto; cosas así pueden aparecer en el examen.
Ahí hay, entonces, una percepción sociolingüística errada en los formalistas rusos.
Esto es lo que va a mantener Arvatov.
Jlevnikov y Kruchenich, dijimos, son los dos poetas que “hacen zaum”. La
diferencia entre ellos es que la propuesta de Jlevnikov es un poco más… decir
conservadora, acá, no tiene sentido, pero la lengua que propone Jlevnikov es una
lengua inventada a partir de los morfemas del ruso. Acá tengo un ejemplo
delicioso. Hay una palabra que se forma a partir de otras dos. Hay dos palabras:
nebo (cielo) y negev (pájaro). Y la palabra del zaum, que aparece en un texto, es
nebeg, un sincretismo poético entre cielo y pájaro.
Se me ocurre que hay una palabra totalmente inventada por un poeta más o menos
contemporáneo a estos rusos, que es César Vallejo. Yo al menos tengo la certeza de
18
que es el poeta más grande que ha producido la lírica en lengua española en el
siglo XX. Y el título de uno de sus libros es… ¿qué palabrita?
Alumno: Trilce.
Profesor: Así es. ¿Y qué significa “Trilce”? No sabemos qué significa, pero sí evoca
muchas cosas: trino, tres, triste, dulce. En rigor, es puro sonido, no quiere decir
nada, aunque hay toda una serie de cuestiones del orden del significado que uno le
puede imprimir.
Fíjense que hasta el científico Jakobson tiene la confianza de que esto es posible.
Dice Jakobson, hablando del zaum –y utilizando esta otra expresión, “lengua
transmental”, que les mencioné antes:
Encontrar, sin romperlo, el círculo de las raíces, la piedra mágica que permita
transformar todas las palabras eslavas y fusionarlas libremente, considerando que las raíces
no son sino fantasmas que esconden las puertas del alfabeto. Encontrar la unidad global de
las lenguas, el camino que conduce a la lengua transmental universal.
Parece un ocultista el que habla. Pero eso lo dijo Jakobson, con una buena dosis de
fantasmagoría y de misticismo. Me parece que el que es más interesante es el
propio Iakubinski cuando hablaba de estas ligazones de la lengua poética con la
lengua infantil o con el sueño. Y ustedes van a ver cómo esto reaparece en Julia
Kristeva, que a su vez lo conecta con Lacan.
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Con esto terminamos, me parece, con lo que había que decir respecto de la
oposición lengua poética/lengua práctica. Siguiendo con el cuadrito, ¿qué
oposición sigue?
Nadie tiene a mano el cuadrito, qué mal. Les digo algo: yo daré el sábado una clase
recuperatoria, el jueves les digo a qué hora. Venga el que quiere. Me pregunto si
alguien más hace paro o si soy el único, a esta altura ya no sé.
Bueno, nos queda ver algunas de las otras oposiciones en la concepción formalista
de la que Sklovski es el abanderado. Realmente lo que el primer formalismo
delineó con Sklovski es una teoría de la prosa… Pero hace diez minutos que nos
pasamos de la hora, ¿por qué se torturan y me torturan? ¿por qué no me avisan?
Está bien que me torturen a mí, pero ¿a ustedes mismos? Seguimos el jueves.
Versión: Cristian D
20
Cod. 22
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 10-mayo-07
Para los que no estuvieron en la última clase, repito: las hojitas con los temas del
primer parcial estarán disponibles en las fotocopiadoras el martes 29 de mayo, y
ustedes tendrán una semana para resolverlos. La asignación de temas para cada
uno de ustedes estará en la cartelera del Departamento de Letras esa misma
semana, antes del 29. Habrá cuatro temas y, creo, tres preguntas por tema.
Como hemos dedicado demasiado tiempo a este “museo formalista”, una de las
preguntas para cada tema va a ser, sin duda, sobre algún aspecto del formalismo. Y
agrego algo: ustedes tendrán que leer, para ese parcial, uno de los distintos
artículos que aparecen como bibliografía no obligatoria –y que están fotocopiados.
En los cuatro temas habrá algún artículo que no está en la bibliografía obligatoria,
y ustedes tendrán que dar cuenta de él según la consigna que les toque. Por
ejemplo, ese artículo puede ser –les digo el primero que me viene a la cabeza– “El
ambiente social en literatura” de Eijenbaun.
1
Eso tiene que ver con un momento exacto, que es la profesionalización del escritor
que trae la revolución.
Les voy a aclarar que ésta será la última clase sobre formalismo ruso. Diga lo que
diga, a partir del final de esta clase se encargarán ustedes del formalismo a través
de la bibliografía. Insisto en recomendarles la lectura del libro de Erlich, El
formalismo ruso; nosotros dejamos dos o tres capítulos fotocopiados que son muy
convenientes por si estas clases no logran resumir gran cosa.
Estábamos viendo el cuadro donde se supone que está todo el formalismo ruso. Y
estábamos en la pareja… ¿en qué pareja? Los alumnos sólo son encantadores
cuando empieza el curso; después se contagian…
Tomachevski define la motivación como la justificación en términos de vida (byt) de
un procedimiento literario.
Fíjense ustedes esa definición: no dice, como Sklovski, que la motivación es
simplemente un problema de contenido o semántico. Lo que está diciendo es que
es un procedimiento (una justificación) para darle un sentido en términos de
realidad o de vida a otros procedimientos que son formales. “En términos de
vida”… Ustedes entienden lo que digo, pero me miran como pidiendo algo más. Y
ahora viene la necesidad de un ejemplo, creo. Un ejemplo que no he pensado, por
lo tanto el ejemplo que voy a dar a continuación seguramente será muy pobre.
2
la redacción de la novela. Entonces, ¿cómo justificar que este pirata, que hace siglos
que desapareció, va a contar sus aventuras? La respuesta: una nota al pie de tipo
“este manuscrito fue encontrado en un arcón/ en una botella…”. Esto,
evidentemente, forma parte de una especie de verosímil. Es una convención; se
supone que el primero en hacer eso habrá tenido una sensación de novedad, de
procedimiento novedoso, pero lo cierto es que se ha convencionalizado y sirve, sin
duda, para justificar en términos de verosímil el avance de la trama.
Eso, entonces, según Tomachevski, sería la motivación que ahí aparee con el
nombre de motivirovka.
Alumna: Entonces la verosimilitud sería el motor de este procedimiento.
Profesor: Sí, sin duda. Está en el centro. Una verosimilitud en términos realistas.
Tomachevski señala que incluso los lectores más competentes siempre necesitan,
por más “literarios” que sean, este enganche en términos de vida.
Entonces, donde antes había oposición, ahora los formalistas van a hablar de
ustanovska. Ese término puede traducirse por orientación del discurso. Cada
discurso literario tiene una orientación, un correlato con un tipo de discurso propio
de la lengua práctica, de los discursos de la vida.
3
Por ejemplo, pensemos en la oda. La oda tiene un correlato con un tipo de discurso
–con un género discursivo, diría Bajtín– de la vida cotidiana. La oda, que es un
género pomposo y muy practicado en Rusia hacia el siglo XVIII y XIX, se
emparienta con algo de la realidad. ¿Con qué? La respuesta la da Tinianov, que es
quien inventó este término o, mejor dicho, lo reformuló, puesto que ustanovska
quiere decir también en ruso “intención”, y evidentemente Tinianov quiere sacarle
cualquier matiz psicologista o subjetivista a la palabra. Orientación, entonces, no
tiene nada de intencionalidad psicológica del autor, sino que es orientación de un
texto/un género/la literatura misma hacia otras series o conjuntos culturales
vecinos.
Fíjense bien esto, que está en “Sobre la evolución literaria”: no sólo un texto está
orientado a un tipo de discurso, sino también un género o la literatura toda está
orientada. ¿A través de qué se orienta la literatura? A través de su aspecto verbal,
de la función que cumple la literatura en un grupo más amplio que podríamos
llamar cultura. Noten que está funcionando acá la idea de sistema y de función.
Entonces, ya no es el autor que tiene una intencionalidad, sino que la obra es un
sistema, el género es un sistema, y toda la literatura respecto de la cultura en
general es un sistema con sus funciones. Como si fueran cajas chinas, así.
Así, uno podría decir, por ejemplo, que la producción literaria de Borges durante
cierta parte estaba orientada –pensando acá la orientación hacia esta “caja más
grande” que es la literatura argentina– a hacerle la guerra a Lugones. Lo mismo
respecto de la literatura de algunos vanguardistas del 20 compañeros de Borges. Y
lo mismo ocurre respecto de un género, que puede estar orientado hacia
determinado objeto dentro de la serie mayor que es la literatura así como hacia
determinada cuestión de los discursos de la vida o de la realidad. Y lo mismo
respecto de la literatura en su totalidad, que tendrá una orientación, siempre, hacia
los discursos de la vida que habrá que pensar en cada momento.
Notemos que las correlaciones entre sistema literario y otros sistemas son
complejas. En un sistema de sistemas, no es que un elemento del sistema A se
relaciona en forma unilateral con otro elemento del sistema B. Las relaciones son
más complejas, y ya sea una obra o un género, se dan en su totalidad respecto del
sistema que lo engloba. No es una relación término a término. Por eso los malos
4
críticos literarios –siempre según los formalistas rusos– son los que se satisfacen
conectando, por ejemplo en una novela, un determinado personaje con una
determinada clase social y listo. Pero la cosa es mucho más complicada. Más
complicada porque, recuerden ustedes, Tinianov nos habla de dos tipos de
relaciones. Una relación por los elementos semejantes del mismo sistema en que
ese objeto está, y otra relación por los elementos semejantes de otros sistemas. No
es una relación término a término.
Queda claro, entonces, que en este segundo y último formalismo la cultura sigue
siendo un sistema. Siguen pensando de acuerdo a este esquema de sistema y
función; ésta es la metáfora del segundo formalismo.
Una breve aclaración que no hace Tinianov ni ningún otro formalista, respecto de
la palabra serie –y Tinianov es quien más la utilizó, por eso me refiero a él. Una
serie puede ser, por ejemplo, una serie fonética en el texto, o una serie sintáctica, o,
ya en un nivel de la representación, una serie de los personajes de un texto. ¿Qué
es una serie? Aunque los formalistas rusos no lo digan, una serie es también un
sistema. Si no, no hay coherencia. Una serie = un sistema. Por lo tanto, si alguien
les pregunta qué es una serie para Tinianov, la respuesta es inequívoca.
Bien. Orientación del discurso. Es interesante recordarles algo –porque veo que no
lo manejan. Voy a usar para eso la edición de “Sobre la evolución literaria” del
amigo Emil Volek; ustedes tienen la de Tinianov, pero es, digamos, lo mismo.
Es decir que ya no hay oposición entre el lenguaje literario y toda la vida corriente
o el byt sino que hay una correlación. La orientación de la oda, se nos dice, es a la
oratoria.
5
Noten ustedes que hay un género, un género muy gastado por cierto, al que
algunos poetas argentinos recurrieron en cierto momento. Es el género de poesías
para que lean los niños sentados en los pupitres de los antros escolares. Por
ejemplo, el nefando Arturo Capdevila tiene un hermoso poemario llamado Musa
cívica. Con poemas a San Martín, a Belgrano, etc. Entonces, uno podría decir que
este tipo de texto y este tipo de género literario se orienta/ tiene su orientación
hacia la recitación patriótica, más específicamente en los actos escolares.
Alumna: Podría ser, tal vez, cuando se dice que tal libro es muy teatral.
Profesor: Puede ser, sí. Cuando se dice, por ejemplo un crítico literario, que tal obra
es “muy teatral”, ya sea esa obra una novela o una película, un film. En ese caso
hablaríamos de un texto orientado hacia otro sistema dentro de la cultura como
sería el sistema o la serie del teatro. Pero estaríamos, con tu ejemplo, en una
correlación siempre dentro de la producción artística. Piensen un ejemplo de obra
literaria orientada hacia algo del byt, de la vida, de la cultura si prefieren, pero no
algo “literario” en sentido amplio.
6
Alumna: Por ejemplo, Los lanzallamas como una novela orientada hacia el discurso
del periodismo.
Profesor: ¿Qué parte de la novela?
Alumna: Por ejemplo el final, en la muerte de Erdosain.
Profesor: Probablemente haya algo así, no lo veo muy claro. Tendrías que…
Alumna: En el final, la muerte de Erdosain pasa a estar en las crónicas de los
diarios.
Profesor: Está bien. Ahora, eso sería en el nivel de la representación: se presenta, se
representa la muerte de Erdosain a través del discurso del periodismo. Pero los
formalistas rusos están pensando en un discurso que es literario y otro tipo de
discurso, también verbal, que está en la vida cotidiana, y que tienen correlaciones
formales, es decir que hay rasgos en común en el entramado mismo de esos
discursos, y no simplemente que uno refiere al otro.
En este caso está muy bien lo que estás diciendo: hay una relación entre esta
cuestión de la orientación y la distinción de géneros que hace Bajtín. Yo prefiero
dejarla de costado para no confundir a las mentes, pero, visto mejor, está bien:
confundamos a todo el mundo. Cuando uno está confundido, quiere salir de la
confusión. Lo lamentable sería alguien que piensa que lo comprendió todo. Por
eso, mientras estén confundidos hay esperanza.
Alumna: Por ejemplo, la orientación de la épica hacia esos cuentos que los padres
les cuentan a sus hijos antes de dormir.
Profesor: Lindo ejemplo. Aunque ahí sería al revés quizás, porque, como bien
decís, ese discurso de la vida corriente es un “cuento”. El tema del huevo y la
gallina asoma ahí.
7
Alumna: Se me ocurre como ejemplo ciertos textos literarios que incluyen, por
ejemplo, recetas de cocina.
Profesor: Está bien, aunque, como diría Bajtín, acá estamos ante tipos discursivos y
los tipos discursivos no nadan en el aire sino que están metidos en determinadas
circunstancias históricas. No es que determinado discurso literario se conecte con
cualquier otro. Entonces, me tendrías que decir cuáles son esas recetas de cocina,
en qué momento, etc.
En ese ejemplo vemos cómo una norma ejecutada en una novela puede pasar a la
vida cotidiana. Y Tinianov, en el artículo “Sobre la evolución literaria” que ustedes
no leyeron o leyeron mal, reconoce esta posibilidad. Eso está.
8
debo decir que existen dos ediciones de este libro de Medvedev y que sólo en la
primera aparece esta conclusión; para la segunda edición esto que voy a leerles fue
totalmente censurado, quizás por el propio Medvedev –yo no lo sé– y ya no se
encuentra.
Es, decía, un reconocimiento del aporte teórico del formalismo ruso. La conclusión
final del libro dice así:
Hoy en día, la tarea histórica en relación con el formalismo es clara: consiste en una
despiadada crítica por parte de los no formalistas, y en una revisión valiente de todos los
fundamentos básicos del formalismo por parte de los propios formalistas. En general, el
formalismo tuvo un papel fecundo. Supo plantear los problemas más importantes de la
ciencia literaria, y hacerlo tan drásticamente que ahora ya es imposible pasarlos por alto y
menospreciarlos.
Por eso, sería incorrecto subestimar el formalismo o criticarlo fuera de su propio
terreno. (…) Algunos marxistas que antes atacaron al formalismo por la espalda transigen
ahora de una manera parecida en lugar de afrontar al formalismo cara a cara.
Acá Medvedev está refiriéndose a los críticos de formación marxista que
aggiornaron su vocabulario pero no su concepción del estudio de la literatura. Es
decir, críticos a quienes les parecía apropiado poner acá y allá alguna palabrita
formalista. A esto él se opone diciendo algo así como ‘hay que hacer una crítica
radical de todos los fundamentos, no algo ecléctico, pero reconociendo que estos
problemas específicos de la literatura fueron planteados por el formalismo’.
¿Qué pasa con este par ostranenie/ automatización que le servía a Sklovski para
pensar la evolución literaria?
No desparece, pero es pensado ahora también en términos de función y sistema.
9
Estas relaciones entre elementos no son pacíficas, sino dialécticamente en estado de
lucha, para alcanzar la preponderancia o lo que ellos llamaban la noción de
“estructura jerárquica”, que tenía la dominante.
Tinianov dice que hay momentos en que el sistema literario exige determinados
rasgos, el sistema parece favorecer que los textos, las firmas de los autores, de
alguna manera expresen su individualidad, sus rasgos, que no son exactamente
rasgos psicológicos.
Hago una recomendación: no usen, por favor, cada vez que escriban un texto
crítico de aquí en más, la expresión “el sistema literario argentino” o alguna
similar. Porque se ha convertido en un comodín teórico: todos la usan, todos
presuponen que el otro –el que lee, el que escucha una ponencia– entiende de qué
se está hablando, pero a la larga nada queda claro. O por ejemplo cuando alguien
dice “el sistema literario de Borges” y sigue sin describir nada. Y hay que ver qué
entendemos por sistema literario de Borges: qué cosas están ahí dentro con una
función jerárquica dominante, qué otras cosas está retrasadas. Todo eso va a
depender también del momento, porque evidentemente no es lo mismo el sistema
literario de Borges en los 20 y en los 40. En suma, la expresión se volvió un
comodín, y se la usa para no decir nada.
Pero habría que distinguir entre dos tipos de parodia. Y también entre dos
elementos en relación dialógica –diría Bajtín– en la parodia: el discurso parodiante
y el discurso parodiado.
En la parodia hay siempre algo de negatividad, por ejemplo la comicidad con que
el discurso parodiante toma al parodiado. Siempre se establece una tensión
conflictiva con el texto parodiado. Hay lucha, dice Tinianov. Y luego hay algo que
se parece bastante… ¿al robo?, ¿al plagio?, que es la estilización. El ejemplo que
pone Tinianov para esto es en la relación entre Gogol y Dostoievski. Y para
demostrarlo no tiene ningún inconveniente, Tinianov, en ir a las cartas privadas de
Dostoievski. Uno se preguntaría cómo un formalista va a las cartas privadas, pero
ellos no se hacían problema.
10
Entonces, esta estilización sería una especie de homenaje. No hay contradicción, no
hay lucha entre texto parodiado y el texto parodiante.
Nosotros decíamos que el texto de Borges parodia a otros de Poe, y que no es una
parodia para menoscabar o burlarse de los procedimientos usados por Poe, sino
que es, lo llamamos así en su momento, una parodia de homenaje. Una suerte de
reconocimiento, que a su vez somete al lector a reconocer a Poe o a, si es un lector
competente, sumarse él también al homenaje a Poe.
Esto, para Tinianov, sería una estilización más bien. Tengo que ser competente en
Gogol, no sólo en Dostoievski, para reconocerla.
Hay algo muy interesante en ese texto sobre la parodia también. Uno tiende a
pensar que la comedia clásica es parodia de la tragedia, así, en general, en bloque
casi. Y Tinianov viene a decir que no es del todo así, y que la tragedia, un texto
trágico, puede parodiar a un texto perteneciente a la comedia.
11
En el artículo que tenían que leer y que no leyeron, “Sobre la evolución literaria”,
hay muchas relaciones con otro artículo, “El hecho literario”, también de Tinianov,
que, si lo quieren leer, está en las fotocopiadoras.
Y dice Tinianov allí que lo mismo ocurre con el género y con el texto: las
concepciones varían de acuerdo a estas cosas que acabo de mencionar. Pensemos
por ejemplo en un texto de James Joyce como el Finnegans Wake: un texto al que
llamamos novela pero la crítica muchas veces ni siquiera se pone de acuerdo en
llamarlo novela, eso para no hablar de una definición más específica.
12
son expulsados del sistema, y pasan a ser un fenómeno del byt, es decir, de la
costumbre, de la vida cotidiana.
El centro sería igual a lo que él y otros formalistas llaman “la dominante”: lo que
está en el centro del sistema en determinado momento.
Sería bueno repetir la definición abstracta que da Tinianov sobre qué es literatura.
La literatura –dice Tinianov– es una construcción verbal percibida, precisamente,
como construcción. La literatura –dice– es una construcción verbal dinámica.
Además, insiste en esto que ya habíamos comentado, que el material no se
contrapone a la forma. Todo material es formal, tiene su pertinencia formal. El
material (el contenido o la semántica) de un elemento forma parte de una
construcción, por lo tanto es tan formal como semántico o del plano del contenido.
Un ejemplo muy claro de esto que él llama “el imperialismo del principio
constructivo” es el de los epítetos. Si en determinado momento encontramos que
en la poesía los cabellos son dorados, puede ser que este fenómeno de lo dorado se
ponga como un rasgo dominante y pase a series contiguas, por ejemplo, música
dorada, cielo dorado, etc. Esto es lo que Tinianov llama “el imperialismo del
13
principio constructivo”. El principio constructivo, para no automatizarse –ésa es la
causa–, necesita ocupar otras series para mantenerse.
Dice Trotski:
14
El hecho mismo de que la ciencia europea se rompa la cabeza para resolver el
problema de estos mitos –alude al argumento de Sklovski cuando se pregunta cómo
es posible que un mismo mito aparezca en sociedades absolutamente lejanas entre
sí, mostrando así que los factores formales o estructurales se imponen por sobre las
cuestiones ambientales, y que por lo tanto el byt no determina la forma- demuestra
que ellos reflejan un ambiente aunque de manera desigual.
Luego viene el argumento ad hominen, dirigido a Sklovski en persona:
Sklovski mismo es un producto bastante pintoresco de un ambiente social
determinado y de una determinada época.
Entonces, Trotski está por esta idea según la cual el arte, de algún modo –pasivo o
no pasivo- es un reflejo de las circunstancias, del byt, del ambiente. La idea de
reflejo está en Plejanov y va a estar también en Lukács.
Y el argumento de Eijenbaun contra Trotski es que eso que los marxistas pretenden
es ver cómo se genera una obra literaria, y que eso que le exigen a la literatura es
algo que no le exigen a la política. A los políticos no le exigen eso; cuando hablan
de política, dice, los marxistas diferencian el momento genético de un momento
estrictamente teórico-político. Es decir: una cosa es la historia de la política que la
génesis de un argumento político, y esa diferencia los marxistas la tienen muy
claro. ¿Por qué entonces –se pregunta Eijenbaun- no establecen la misma distinción
respecto de la literatura?
Abrevio, porque no sé si hay tiempo: tanto Tinianov como Eijenbaun, sin embargo,
van a admitir finalmente, por la presión de estas discusiones, la entrada de un
momento genético a su propia teoría. Eso lo tienen en el artículo de Eijenbaun
llamado “El ambiente social en la literatura”, que es de los momentos agónicos del
formalismo ruso, y en “En torno a l cuestión de los formalistas”, otro texto de
Eijenbaun que está como bibliografía complementaria pero que puede aparecer, les
decía, en el parcial.
15
opone al marxismo –a diferencia de Trotski, para quien los formalistas son
prácticamente los únicos enemigos literarios que quedan del marxismo. A lo que se
opone el formalismo, parece decir Eijenbaun, es a cierto sociologismo vulgar del
marxismo, que viene del siglo XIX y que es enteramente positivista. No se opone a
lo que sería una sociología específica de la literatura. Sí se opone a esta sociología
del pasado. Esto lo dice en este artículo, “En torno a la cuestión de los formalistas”.
Alumno (…)
Profesor: Lo que tiene Trotski –y en esto se le puede dar la razón a Eijenbaun- es
una visión muy generalizada del formalismo ruso, sobre todo ligada a la figura de
Sklovski. Lo que estaría diciendo Eijenbaun es que el formalismo no se agota en la
figura de Sklovski, por eso le dice a Trotski que tiene una falsa idea del
formalismo.
16
Otra cosa: en esta visión dinámica de la literatura elaborada por Tinianov, la
sucesión no es pacífica, y con esto Tinianov también está diciendo que la sucesión
no es lineal ni mucho menos es “de un genio a otro”. El enemigo acá es,
claramente, la visión de la historia literaria como la historia de las “altas cumbres”,
los grandes genios.
Solamente habría una especie de desarrollo lineal, donde un estado del sistema se
continúa sin este tipo de luchas (centro-periferia, etc.), en el caso del epigonismo,
es decir, aquellas escuelas literarias o aquellos autores que toman como patrón de
base un sistema anterior de la literatura y lo repiten. Es decir, si yo considero a
Piglia un epígono de Borges, entonces no hay lucha sino, por el contrario,
repetición. Pero eso si lo veo como un epígono; eso sólo la historia podrá decirlo.
En los otros casos, siempre hay movimiento, lucha, tensión, expulsión de
elementos, elementos que están en la periferia pasan al centro y viceversa.
Les pido que retengan esa definición de literatura que da Tinianov: construcción
verbal dinámica. Dinámica por todo lo que hemos dicho: lucha, centro, periferia,
evolución, etc etc.
Quizás uno de los reproches que se le podría hacer a este texto de Tinianov pasa
justamente por esa cuestión de la génesis que, decíamos, entra un poco forzada.
Pienso, por ejemplo, en un fenómeno de la vida cotidiana como lo es la
correspondencia: la gente escribía cartas para comunicarse, en forma privada,
cuando estaban distantes uno de otro –o a veces no tan distantes, como ocurre con
las cartas de amor. De repente, eso que era de la vida privada se instala también en
la vida pública: en el siglo XVIII, en medio de una fiesta por ejemplo, la gente se
17
aislaba en cuartos vecinos y se escribían cartas que después leían, un poco como un
ejercicio literario. Ahí ya está la puerta de entrada de este fenómeno a la literatura,
que va a ser una entrada a lo grande con todo el género epistolar del cual el
emblema es la novela Las relaciones peligrosas. Entonces tenemos un fenómeno que
estaba fuera del sistema literario y entra.
Bien. Sobre fable y siujet no voy a hablar, ya hemos hablado bastante. Pero me
gustaría hablar de ciertas operaciones teóricas del formalismo ruso en su segundo
momento respecto de las formulaciones iniciales. Hay, según mis cálculos, y por lo
menos, cinco operaciones teóricas:
*Tercero, sustituir esta visión estática de la literatura por una visión dinámica que
supone la lucha de los elementos entre sí (en realidad esto es lo mismo que lo
anterior).
*Quinto… Esto está en el último texto del formalismo ruso. El último texto ya no
un manifiesto sino un programa. Es un texto escrito a cuatro manos por Tinianov y
Jakobson en 1928 en Praga. Ya estamos en otro horizonte; Tinianov ha viajado a
Praga donde ya estaba Jakobson, y escriben estos “Problemas de los estudios
lingüísticos y literarios”, también conocidos como las “Tesis del 28”. Es un
programa, decía: hay una total diferencia de estilo entre este programa de
18
investigación y un manifiesto como el de Sklovski. Es un programa de
investigación en historia literaria que no se concreta, queda como programa. Son
dos páginas nada más, y es la lápida, por así decirlo, del formalismo. Es de lectura
obligatoria, les aclaro y lo subrayo.
Ojo acá, porque acá se trata justamente de no confundir valor estético con valor
evolutivo. Piensen un ejemplo…
Alumna: La picaresca.
Profesor: Así no vale, me estás robando un ejemplo. Yo también creo en la
propiedad privada.
Alumna: Una novela como la última de Daniel Link, Montserrat, también estaría en
esa línea más o menos del folletín, y la inclusión en esa novela de procedimientos
que vienen del mundo de internet y los blogs ¿también estaría marcando una
significación evolutiva?
19
Profesor: Sí, claro, pero esto solamente la evolución va a decidirlo. Si tiene un
significado evolutivo o no, quiero decir. No lo podemos decir ahora, ¿no? Es algo
muy reciente.
Bueno, son las nueve en punto. El sábado vamos a tener recuperatorio, recién
mañana viernes puedo precisarles el aula y la hora –no pedí aula todavía. Para el
sábado vamos a empezar con el estructuralismo checo, concretamente a través de
los textos teóricos de Mukarovský. Para eso tienen que leer tres textos de
Mukarovský y les pido que los lean en este orden:
1) “El arte como hecho semiológico” (éste es cortito, y quiero que empiecen
por acá)
2) “Función, norma y valor como hechos semiológicos”
3) “Intencionalidad y no intencionalidad en el arte”.
Versión: Cristian D
20
Cod. 26
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 12-mayo-07
Antes que nada, les cuento que este martes 15 no va a haber teórico-práctico
porque la profesora a cargo del próximo TP, Silvia Delfino, tiene un compromiso.
Y lo que vamos a hacer es lo siguiente: hubiere o no paro, en el horario de TP de 21
a 23 horas yo voy a dar una clase teórica –no va a haber dos turnos justamente
porque es un teórico, y yo prefiero ese horario de las 21. Estoy atrasado, quiero
terminar, quiero descansar también: esa clase de recuperación no se suspende.
Entonces, Delfina estará a cargo de los teóricos a partir de este próximo martes. Si
hay paro, yo no puedo saber con exactitud si ella piensa adherirse o no. Lo que sí
les afirmo es que, con o sin paro, el recuperatorio de teórico yo lo voy a dar el
martes a las 21, a continuación de la clase de Delfina.
Me manda decir Delfina que para seguir sus clases es imprescindible que compren
en los lugares habituales la antología de poesía de la cátedra. Es una selección de
poemas algunos de los cuales van a analizar en clases. Y, si quieren adelantar
lecturas, el primer texto teórico que van a trabajar en esas clases sobre poesía es el
de Tinianov, “El sentido de la palabra poética”.
1
Bien. A riesgo de que ustedes me linchen, tengo que retomar, antes de entrar a
Mukarovský, la última etapa del formalismo ruso, la cual consiste, como ya dije, en
un programa de investigación escrito a cuatro manos por Tinianov y Jakobson en
Praga, la ciudad de Kafka. Ese programa –que no es un manifiesto– se llama
“Problemas de los estudios literarios y lingüísticos”.
Y una andanada, decía, en contra del eclecticismo, que es el principal error que
ellos veían en los historiadores tradicionales de la literatura. El eclecticismo –y creo
que tienen razón en esto– como característica de la producción teórica en un
espacio, el académico, donde para ellos debía primar lo científico. Es decir: el
eclecticismo –en otras palabras– como un efecto institucional, en esa institución
que es la academia, la universidad. ¿En qué consiste esto? Si tengo tal problema,
utilizo tal teoría; para otro problema, utilizo una teoría distinta. O sea: mezclo
todo, y priorizo una teoría según la índole del problema en cuestión.
Esto es un poco lo que decía Jakobson en esa famosa frase donde compara al
historiador de la literatura con un policía que, como no tiene idea ni método para
abordar a un criminal, mete preso a todos los integrantes de la casa y también a
cualquiera que pasa por la puerta. Esto es, no sabe cómo proceder, ni metodológica
ni teóricamente, por lo tanto mezcla.
Éste es un efecto que ustedes van a encontrar también aquí, hoy. Fíjense que la
teoría literaria, esto ya lo dijimos, sólo florece en los invernaderos académicos.
Nadie hace teoría literaria si no es bajo el impulso que tiene la institución
académica, que es un impulso hacia la objetividad. Un literato o un poeta podrá
dar una poética pero, creo, ninguno dará una teoría en el sentido en que estamos
hablando nosotros de un cuerpo más o menos ordenado de nociones teóricas. Que
es lo que el formalismo ruso se proponía hacer.
Unos de los grandes enemigos del formalismo –esto lo digo en relación con esta
andanada contra el eclecticismo– son no ya los viejos historiadores afectos al
simbolismo y demás sino los formalistas compañeros que han abandonado los
principios. Hay uno bastante famoso, llamado Zimurski, que representa lo que
2
Tinianov y Eijenbaun llaman “formalistas escolásticos”. Más que pensar
sistemáticamente la literatura, estos formalistas hacen una especie de “botánica”:
clasificaciones.
Entonces, contra los eclécticos de afuera y del pasado y contra los que mezclan el
formalismo con cualquier cosa. Ahora bien, quiero saber qué piensan ustedes: ¿a
los formalistas les molestaba o les parecía de un eclecticismo veleta los intentos de
mezclar formalismo y marxismo –Arvatov, por ejemplo?
¿Alguno leyó a Arvatov? ¿Por qué el planteo de Arvatov no entraría en esta crítica?
No entraría, me parece, porque Arvatov se ubica en el formalismo mismo. Acepta
el método, dice que es el único método científico y que ciertos marxistas yerran al
acusarlo. Es decir: está hablando desde un punto de vista que es centralmente
formalista.
La crítica que se le puede hacer a esto es: ¿es posible conocer todos los elementos y
el modo de funcionamiento de una serie, por ejemplo de la literatura de un
período? Es una tarea bastante compleja. Teóricamente es sostenible y es
coherente, metodológicamente también lo es. Yo diría que el problema es empírico,
es práctico, lo cual no significa que el intento pueda hacerse. Por eso el otro día mi
crítica a la gente que, muy suelta de cuerpo, habla del “sistema literario”. Hay que
conocerlo a ese sistema, cualquiera fuere. Uno podría preguntarse, por ejemplo
frente a una persona que me habla del “sistema literario argentino del Centenario”,
si ha estudiado realmente ese sistema en todas sus implicancias. No.
3
Y la pregunta, decíamos, es si un investigador realmente puede conocer la
totalidad de un sistema o serie en determinado momento. No. Ya lo van a ver con
Derrida cuando éste sostenga que no hay contextos saturables.
Tercer punto: los falsos problemas. Por ejemplo las influencias, la génesis. El punto
es estudiar a la literatura en relación con otras series –estudiarla cerrada en sí
misma ya quedó descartado en el segundo formalismo, ya lo ha dicho Tinianov–
pero evitando esos falsos problemas. Y aquí el punto es el funcionalismo: se tendrá
en cuenta aquellos factores o elementos que son funcionales al sistema.
Otro punto: la introducción de la noción de norma. Una noción que va a ser central
en el estructuralismo checo, particularmente en Mukarovský. En rigor, esa noción
estaba presente en Sklovski, en el comienzo del formalismo. Cuando Sklovski
hablaba de canonización y descanonización de los géneros menores, hablar de
canon supone una serie de normas. Pero no fue sistemáticamente estudiada esta
noción por los formalistas, ni siquiera por Tinianov. Estaba in nuce, y es
Mukarovský el que va a tomar la noción de norma estética y le va a dar un
desarrollo consistente.
4
texto se apartan de las normas canónicas del momento en que esa obra aparece.
Tomemos, por ejemplo, la novela de Piglia, Respiración artificial. Ahí un enfoque
formalista exigiría ver qué hace la novela respecto de las normas vigentes en el
momento de su aparición, qué grado de desviación o de acatamiento de esas
normas vigentes.
5
otras series: no explica el ritmo de la evolución ni la dirección a la que se sujeta el
cambio. Eso lo explica la relación de la literatura con otras series vecinas.
Por ejemplo, muchos postulan que durante los años 1976 a 1984 existió lo que se
llama “literatura del Proceso”. Es cierto. Semejante bodrio institucional y político
como fue la dictadura repercutió indudablemente en la cultura y, en particular, en
la literatura. Ahora bien, ¿alcanza este factor para decir que hubo una literatura del
Proceso? Y acá, ojo, es engañosa esa palabrita “del”. Obviamente hubo novelas,
personajes y acciones culturales que eran absolutamente genuflexas respecto del
poder de turno. Pero la literatura argentina ¿se modificó en tanto sistema a causa
de la dictadura? ¿Se escribieron nuevos tipos de novelas? Eso es lo que hay que
ver. Y se puede decir, ustedes dirán, que sí, que hubo nuevos tipos de novelas, por
ejemplo la de Piglia. Pero hay que ver si el Proceso explica esa transformación por
sí mismo. Yo creo que no. Hay veces que sí, pero en el caso de la literatura
argentina creo que no. Entonces, un estudio sistemático tiene que abordar estas
cosas.
Alumna: Pero no sólo pasa por el género sino también por las formas de
circulación. Durante la dictadura hubo una censura muy grande y no sólo por el
contenido de los libros sino también, por ejemplo, porque las tapas fueran de color
rojo –como pasó con un libro de enseñanza de francés.
Profesor: ¿Sí? No sabía que por una tapa… Igual no cuesta creerlo.
Alumna: En la CONADEP, en su archivo histórico, están todos los documentos de
censura encontrados hasta el momento, y está ese caso de un libro censurado por el
color rojo de su tapa. Otros casos eran, por ejemplo, libros donde aparecía la
palabra “obrero”, o libros que tenían escenas de erotismo relatado.
6
Profesor: Evidentemente, sí, también afecta a las formas de circulación. Pero esta
cuestión de por qué sube una parte del canon y baja otra es mucho más compleja. Y
esto que decíamos de la novela histórica es bastante lógico: cuando hay un
genocidio, lo que queda implicado es el problema de la memoria y de la identidad.
Y la novela, pero también la poesía, responden a esto.
Bueno, lean este pequeño artículo de dos páginas, que es la bisagra entre el último
formalismo y esto que vamos a llamar directamente estructuralismo.
[Círculo de Praga / Mukarovský]
El que le puso el nombre de estructuralismo, en 1929, en Praga, fue el inquieto
Jakobson. Es él quien comenzó a llamar estructuralismo a lo que hacía la escuela de
Praga, para diferenciarlo de esa connotación peyorativa que tenía en el ámbito
académico el formalismo.
Otros conocidos del círculo, ya checos, son, además de Mukarovský, René Wellek,
quien escribió un manual de historia literaria muy conocido por lo menos en mi
época de estudiante y en mis primeros tiempos de docencia.
Y habría que decir que este círculo lingüístico no se negó a tratar problemas menos
específicos: problemas de cultura general o problemas filosóficos. Esto es evidente
si uno lee los nombres de los intelectuales invitados a dar charlas y cursos en
Praga. Uno de esos invitados es un filósofo que influyó mucho en Jakobson –que lo
leía cuando era estudiante como ustedes–, que es Husserl. Husserl fue a dar
conferencias en el Círculo Lingüístico de Praga. También Carnal fue a dar
conferencias, y también un lingüista francés conocido de ustedes, Benveniste.
7
Digamos, como generalidades un poco ridículas, que publicaron los “Trabajos” –en
francés Travaux– del Círculo Lingüístico de Praga, y que produjeron, al año
siguiente de este programa de investigación Tinianov-Jakobson, las famosas “Tesis
de 1929” que yo tengo acá en mis manos –no son muy largas. Estas tesis están
escritas a muchas manos, pero fundamentalmente por Jakobson y Mukarovský.
Ellos dos escriben una parte llamada “Sobre la lengua poética”.
Resisto la tentación de analizar estas Tesis del 29; si hubiera tiempo, lo haría. Pero
sepan que eso existe.
Esta euforia teórica del Círculo caduca en 1939. No caduca porque se cansaron, está
claro. Caduca porque se produce la invasión nazi a Checoslovaquia. Entonces,
nuevamente el viajero Jakobson se exilia, Mukarovský se queda, y el círculo se
retrotrae. No desaparece, sino que ocurre lo que suele ocurrir ante estos regímenes
totalitarios, lo mismo que ocurrió en Argentina con la llamada “universidad de las
catacumbas”: la gente se reunía a estudiar en espacios privados, en cursos
clandestinos.
8
Luego, en la pequeña democracia checa posterior a la ocupación, en los dos años
del 45 al 47, el círculo renace a la luz, y más o menos continúa con sus
investigaciones en los primeros años del comunismo que se hace cargo del poder,
para acabar muriendo en esos años antes de la primavera de Praga.
En cuanto a los textos del mismo Mukarovský en español –no les cito la
bibliografía de consulta, que es en inglés y está en el programa– hay dos libros.
Uno nunca más se editó, y de allí sacamos dos de los artículos que tienen que leer –
el otro, “Intencionalidad y no intencionalidad en el arte”, fue traducido por una
alumna de esta cátedra hace algunos años. Ese libro es Escritos de estética y semiótica
del arte. Dudo mucho que este libo pueda conseguirse.
Como bibliografía en castellano hay poco. Uno es un libro que se llama Las
estructuras históricas. El proyecto de la escuela de Praga. Esto está en el programa. Otro
es el libro ya recomendado de José Amícola, De la forma a la información, que tiene
algo también sobre Mukarovský. Y otro libro que también está en la bibliografía es
de una colega de Córdoba, Susana Romano: Mukarovský. La fundación de una nueva
estética, y está en Editorial Epoké.
9
Noten que digo “del arte”: a diferencia del formalismo ruso, Mukarovský se dedica
muy concientemente a hacer una estética. ¿Qué tipo de estética? Una nueva
corriente dentro de la estética, la estética semiológica. Entonces el problema ya no
es sólo la literatura sino el arte en general: las artes plásticas, la música y también el
cine, el teatro, el folklore y cualquier otra manifestación donde esté implicado lo
artístico o, mejor dicho, en sus términos, la función estética.
Porque para Mukarovský lo estético no reside solamente en el ámbito del arte sino
que está disperso en todos lados, en toda nuestra vida cotidiana.
Entonces, tenemos una teoría que sostiene que la función estética está en toda
actividad o acción humana, en cualquier aspecto de una cultura o una sociedad.
¿Eso la convierte en una teoría esteticista? La respuesta es no, pero no quiero entrar
todavía en esto; ténganlo por ahora como dato.
¿En qué sentido digo que es “tinianoviana”? Porque tiene como base la noción de
sistema de Tinianov en sus mismos términos: lucha de elementos opuestos,
dinamismo, y también las nociones de función ligada a sistema –que es central en
Mukarovský– y de dominante.
10
icónico) dando por resultado esta noción suya de signo estético. La noción de base,
como digo, es la noción de signo, que implica ¿qué cosa, queridos alumnos?
Alumna: Pero él mismo dice algo así como ‘yo me voy a encargar de este objeto de
estudio porque necesito centrarme en algo, pero dejo planteado esto otro para que
lo estudien otros’.
Profesor: En algún momento de mi larga existencia a mí me encantó ese pasaje de
Derrida donde dice que Saussure deja afuera un tipo de signo, y lo concreto es que
ese tipo de signo queda fuera de su estudio; después, uno puede pensar esa
expulsión como una postergación necesaria metodológicamente hablando –otros
vendrán y se encargarán de él, no yo– o como una expulsión en sí.
Ahora bien, a la lo largo del tiempo lo que ocurrió es que la lingüística se convirtió
en el modelo mismo de la semiótica, su parte más importante. Eso ocurrió no sé si
con la Escuela de Praga, e parece que no exactamente, pero fue ocurriendo.
11
Profesor: Exactamente. Hoy estás inspirada. Los sábados son más amables: somos
menos y entonces hay la falsa apariencia de que nos queremos… No se me escapa
que es un efecto, pero mejor vivir en esos efectos, sin duda.
Mukarovský está hablando de estética, y ya con eso está abriendo la puerta para
que regresen las distintas reflexiones sobre la estética hechas desde la filosofía, por
ejemplo desde Kant y otros grandes sistemas filosóficos en los cuales la estética
forma una parte no menor. Ahora bien, ¿esto significa una revalorización de ciertos
conceptos de la estética como por ejemplo el de belleza?
Me parece que no. en 1934, en un texto paralelo al que ustedes están leyendo,
Mukarovský escribe un artículo justamente llamado “La belleza” donde dice de la
belleza que:
No es ni una idea metafísica que brilla a través de la realidad empírica ni tampoco es
un atributo de las cosas. La prueba de esto es la variabilidad de las evaluaciones estéticas de
un mismo fenómeno causadas por el cambio en el tiempo o en el medio social, lo que sin
embargo no nos conduce a un subjetivismo. Las normas estéticas existen objetivamente en
la conciencia colectiva, esto es, independientemente de la voluntad subjetiva y de las
disposiciones subjetivas de los individuos. El conjunto de esas normas, el canon estético, se
modifica sobre todo porque evoluciona. Sin embargo, en un momento evolutivo particular y
para una colectividad determinada, el canon estético es fijo y obligatorio. La regla del gusto.
Como verán, acá aparecen la estética, la belleza (redefinida) Para Mukařovský el
concepto de belleza desarrollado por la estética, por ejemplo el del siglo XVIII, es
absolutamente metafísico. Entonces, ¿por qué reemplaza la noción de belleza? La
noción de belleza, vamos a ver, es reemplazada por Mukařovský por la noción de
función, es decir, función estética. Función dentro de una estructura polifuncional.
La estructura tiene muchas funciones.
12
El texto literario no se agota –como dirían los formalistas rusos– en su función
estética. El texto literario para la Escuela de Praga y para Mukařovský es un
cúmulo de funciones. Por ejemplo, pedagógicas, morales, éticas, prácticas, etc.
El texto literario o poético sería polifuncional. Y la función estética es una de estas
funciones, dominante o no dominante.
Entonces, no hablará más de belleza, a pesar de este artículo de 1934 que es escrito
justamente para destronar el concepto bastante gaseoso de belleza. La suya es una
semiótica que reivindica categorías estéticas, por ejemplo la categoría de placer,
pero poniéndolas en una estructura y en un sistema.
13
Alumno: Entonces el cambio no es inmanente a la obra estética.
Profesor: Exactamente, ya no lo es. Mukarovský está pensando lo mismo que
pensaba Tinianov: ya el cambio no es inmanente sino que depende de una serie de
factores.
Pero agrego algo: en Mukařovský el acento no está puesto –en su teoría artística o
literaria– en el sujeto productor, es decir, en el creador o autor, sino que el énfasis
para Mukařovský está puesto de una manera muy deliberada y conciente en el
sujeto receptor.
14
Pero además el sujeto tiene otra característica en esta teoría de Mukarovský: es el
agente que introduce los cambios en el sistema. Hay toda una serie de cambios que
van a influir en el sistema –la sociedad cambia, la cultura cambia– y estos entran a
través de esta categoría que sería la mediadora, la históricamente mediadora, entre
el sistema literario o artístico (no estamos sólo en literatura ahora, recuerden) y la
cultura o la sociedad.
15
1) algo material, que es el significante. Lo ponemos primero por razones
obvias, porque es la manifestación material –desde Lacan, más aun esto va
arriba. El significante para los filósofos antiguos es el signans.
2) Luego tenemos el significado, que para el mundo clásico es el signatum.
3) Y tenemos también, aunque fuera en Saussure del análisis del signo, el
referente o, en términos clásicos, el denotatum.
El soporte material del signo –el significante- es llamado de dos maneras por
Mukařovský. En algunos momentos lo llama obra‐cosa, y en otros momentos lo
llama artefacto. Noten que los formalistas se quedaron en el “artefacto”. Éste es el
soporte material: la tela, los colores en la pintura, y obviamente la lengua para la
literatura. De paso podemos decir que la lengua no es una materia inerte. Es una
materia compuesta por normas; ya está normativizada. Hay reglas semánticas,
morfológicas, fonológicas, etc. a las cuales se sobreimprimen, desde luego, las
normas propiamente artísticas. Mukařovský va a decir que todo signo –esto es
clarísimo en la literatura- ya es un material que contiene normas.
16
Signo lingüísitico Signo estético
Pero resulta que la conciencia colectiva tiene dos variables: las variables
temporales y espaciales –entendiendo “espacio” como espacio social y cultural.
Entonces, la conciencia colectiva es variable, varía según esto. Varía dentro del
espacio social y también en el tiempo. Esto hace que un mismo artefacto no sea
decodificado de la misma manera por toda una sociedad o a lo largo del tiempo.
Y el tercer elemento es ese referente, la cosa a la que refiere el objeto, lo que los
antiguos llamaban el denotatum y que nosotros vamos a llamar referencia. Es algo
que Saussure considera pero no estudia. El problema con esta cosa significada o
referente acá es el siguiente: el signo artístico para Mukarovský no se refiere o no
sustituye a una cosa individualizada o una parcela de la realidad, sino que la
característica de la referencia del signo artístico es que refiere a la realidad en su
totalidad. No una parcela o un aspecto de la realidad sino a todos los fenómenos
sociales, entendiendo por fenómenos sociales la sociedad en su conjunto, la
ideología, la filosofía, la política, etc etc.
17
Ahora bien, ¿esto quiere decir que una obra de arte no puede representar o referir a
un objeto determinado de la realidad? Pareciera que no, pero es obvio que esto hay
que matizarlo. Si entre los artesanos a la entrada de este edificio hay un pintor que
propone hacerme un retrato, yo lo voy a comprar si se parece en algo a mí, ¿no? En
la pintura, cualquier retratista podría decir que su obra se refiere a tal persona, a tal
individuo. Pero en realidad para la historia del arte esto importa poco. Puedo
tomarlo como información, pero además lo recibo mucho después y esa persona ya
no es un individuo en un sentido “individual”, biográfico. La obra de arte refiere
entonces no a ese individuo sino a una totalidad.
Esto también lo dice Mukarovský para reforzar esta idea de referencialidad total de
la obra de arte: cuando queremos sintetizar una época entera, la forma más
cómoda o económica es referirnos a la totalidad de esa época a través de un
conjunto de composiciones musicales o a una obra literaria o pictórica o
arquitectónica. ¿Cómo nos referimos al Renacimiento? Muchas veces a través de n
grupo de monumentos arquitectónicos. Ésa es la prueba, dice Mukarovský, de que
el arte no se refiere a un aspecto individualizado de la sociedad sino al conjunto de
los fenómenos sociales. Lo cual no le impide al arte referirse a un aspecto
particular, pero esa referencia –éste es el modo en que Mukarovský intenta salir del
brete– no tiene valor existencial, lo que acá sería lo mismo que decir no tiene valor
documental.
¿Qué quiere decir esto? Que puedo utilizar al arte como caracterizador de la
totalidad de una época, pero no lo podría utilizar como documento fehaciente de
una época.
Alumna: Hay objetos artísticos que enfocan un hecho cotidiano o histórico real y
que sí tienen valor como documentos.
Profesor: Pueden servir como documentos, sí, pero no son documentos diría
Mukarovský. Cuando a un historiador se le ocurre tomar como documento una
novela, lo menos que se le puede exigir es que tome recaudos. Habría una jerarquía
de documentos. Claro que también es posible cuestionar esa jerarquía. Lo que diría
Mukarovský es que la obra artística no es un documento directo. Es un documento
sui generis, no sirve como documento directo para el estudio de una realidad
determinada.
18
¿Y por qué ocurre esto? Ocurre porque la obra artística tiene una cualidad, dice
Mukarovský, y es que es polisémica. Como no se refiere, como en la lógica, a un
objeto previamente determinado, en el arte no puede darse esto de una referencia
particularizada en un sentido absoluto. Y ahí está el problema de la utilización de
una obra literaria o pictórica para pintar una época, porque esa obra está
evidentemente muy teñida por cuestiones no sólo subjetivas del autor sino también
de la conciencia colectiva de la época.
Y, de hecho, a esas películas como Casablanca –yo la detesto, por eso me sale en
primer lugar– cuando se les añade color o sonido ya no es lo mismo. Es otra cosa.
Alumno: Desde ese punto de vista, un cuadro que sin querer es manchado ya tiene
esa mancha significando algo.
Profesor: Totalmente. Pero aclaremos –y recordemos que ésta es una visión
institucional, la de Mukarovský–: hay un determinado momento en que una obra
de arte se pone en circulación, pasa a existir como tal. Si esa pintura ha sido
accidentalmente manchada, no importa en la medida en que, en tanto artefacto
(significante) ésa es la forma que conocemos. Esa mancha forma parte del artefacto.
19
Recordemos que en el arte, el sujeto fundamental no es el que originó la actividad,
sino a quién está dirigida, el receptor o perceptor de la obra. ¿Quién es este
receptor o perceptor de la obra? Cualquiera. No un sujeto determinado, sino
cualquiera. Entonces, si un receptor de una obra se encuentra frente a un
determinado artefacto, ese artefacto es como es, con sus manchitas que el pintor no
previó y con las que sí previó.
Bien, iba a entrar a esta categoría tan inasible de la conciencia colectiva. Esta
sociología de Mukarovský es deudora total y absolutamente de alguien que
ustedes deben conocer del CBC. Hay dos grandes nociones que aparecen a
Mukařovský: una es la noción de conciencia colectiva. La otra es la de hecho social –
que está en el título del segundo de los artículos que tienen que leer, que se llama
“Función, norma y valor como hechos sociales”-. La pregunta es: ¿de qué sociólogo
vienen o derivan estas dos nociones? Por eso le pregunto al sociólogo.
Alumno: Durkheim.
20
integración del individuo a esta sociedad. Que los hechos sociales puedan ser
tratados como cosas es, obvio, una regla metodológica que va a diferenciar la
sociología de la filosofía –que también podría eventualmente ocuparse del suicidio,
o del suicidio filosófico-.
El conjunto de creencias, de sentimientos comunes al término medio de los miembros de
una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia. Podemos
llamarlo conciencia colectiva. Es pues, algo completamente distinto a las conciencias
particulares aunque solo se realice en los individuos.
21
La conciencia colectiva es un hecho social. [ahí está el otro concepto de
Durkheim] Es posible definirla como un lugar de convergencia de los distintos sistemas de
fenómenos culturales, como el idioma, la religión, la política, la ciencia, etc.
Bien. Esto respecto de la conciencia colectiva. Paso ahora a leer algo que está en un
artículo tardío de Mukarovský, de 1946, llamado “Sobre el estructuralismo”. Es la
definición o lo que él entiende por estructura, y ustedes tendrán que adivinar a
quién se parece.
La estructura suele ser definida como un conjunto cuyas partes adquieren, entrando
en el conjunto, un carácter especial. Se suele decir: el conjunto es más que la suma de las
partes de las que se compone. Pero, desde el punto de vista del concepto de estructura, esta
definición es demasiado amplia, ya que incluye no sólo las estructuras en el sentido propio
de la palabra sino, por ejemplo, también las “formas” (Gestalten) a las que se dedica la
22
psicología de las formas. Por eso, en el concepto de la estructura artística destacamos un
rasgo más especial que la mera correlación del conjunto y las partes. Como característica
específica de la estructura en el arte, consideramos las relaciones mutuas entre sus
componentes, relaciones dinámicas por su propia esencia. Según nuestra concepción puede
ser considerado como estructura solamente aquel conjunto de componentes cuyo equilibrio
interno se altera y se remodela permanentemente y cuya unidad se manifiesta como un
conjunto de contradicciones dialécticas. Lo que dura es solamente la identidad de la
estructura en el transcurso del tiempo, mientras que su composición interna, la correlación
de sus componentes cambia sin cesar. En sus relaciones mutuas, los distintos componentes
intentan siempre sobreponerse unos a otros; cada uno de ellos manifiesta el esfuerzo por
hacerse valer por encima de los demás. O sea: la jerarquía, la subordinación y la
superioridad mutua de los componentes, que no es otra cosa que la manifestación de la
unidad interna de la obra, están es estado de cambio permanente. Aquellos componentes que
salen temporalmente a primer plano tienen una importancia decisiva para el sentido general
de la estructura artística el cual cambia incesantemente debido al desplazamiento de esos
componentes.
Alumno: Tinianov.
Profesor: Exactamente. Es Tinianov, primero, por la importancia de lo dinámico;
segundo, estas relaciones de movilidad dadas por la historia o el tiempo, y que
establecen –Mukarovský aggiorna el vocabulario– contradicciones dialécticas en su
lucha. Y luego la noción de superioridad –la lucha es por alcanzar la superioridad–
es la vieja noción de dominante. En síntesis, la noción de estructura sale de
Tinianov, con la salvedad de que incluye ahora la noción de signo (y todo lo que
esto implica).
Esto entrará en el parcial. La próxima les doy la listita de los textos, también de
aquellos que no son de lectura obligatoria pero de los cuales uno aparecerá en
alguna de las preguntas. Hasta el martes.
Versión: Cristian D
23
Cod. 27
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 15-mayo-07
El profesor Panesi me pidió que les recordara que los temas del parcial van a estar
en fotocopiadoras el día 29 de mayo, y que tienen una semana para resolverlos y
entregarlos.
Antes que nada, voy a aclarar un poco cuáles son los textos que vamos a leer. El
programa se llama “Acciones de la crítica” y los textos (y las lecturas que
propongamos de los textos) van a estar orientados a ese eje. Y vamos a ver si nos
da el tiempo para desarrollar en clase los distintos textos que figuran en el
programa. Digo “si nos da el tiempo” porque éste es un año agitado en cuanto a
paros y reclamos universitarios; ya hay, de hecho, un paro anunciado para toda la
semana que viene. Es una situación difícil, porque estamos cobrando muy mal y,
por otro lado, no queremos dejar de responderles a ustedes. Entonces, de todo esto
que estaba planeado para desarrollar en clase algo, seguramente, se va a recortar.
1
En cuanto a los textos teóricos que vamos a ver en teóricos, uno, el primero, es el
que ya les mencionó Panesi, “El sentido de la palabra poética” de Iuri Tinianov –un
autor que ustedes ya conocen, que aporta varias modificaciones a los planteos del
primer formalismo. En el título de este texto que vamos a trabajar juntos ya se lee
una de esas modificaciones que Tinianov incorpora al programa formalista.
Porque, si yo les digo que el texto se llama “El sentido de la palabra poética”,
vemos que ya aparece algo raro ahí. Lo que suena extraño para la teoría del
formalismo es justamente esa palabra “sentido”. Ya en el título entonces aparece
esta especie de intromisión en el formalismo de Sklovski y sus compañeros, que es
la consideración del sentido. Este texto de Tinianov es el segundo capítulo de un
librito que se llama El problema de la lengua poética que se publicó en 1923.
Luego, el segundo texto teórico es una ponencia de Julia Kristeva, una teórica
búlgara que en los años sesenta traduce a Bajtín por primera vez en el mundo
occidental –lo traduce al francés. Y esto es muy importante, porque a partir de allí
empieza a penetrar en el pensamiento francés toda la teoría del grupo de Bajtín y al
mismo tiempo la teoría de los formalistas rusos. Ustedes saben que Bajtín y sus
compañeros forman el grupo que de alguna manera polemiza con los formalistas
rusos contemporáneamente.
Con Kristeva entra también, a partir de su lectura de Bajtín, un término que luego
va a ser una herramienta fundamental para la teoría literaria hasta hoy: el concepto
de intertextualidad. Es un término que acuña Kristeva para traducir un concepto de
Bajtín –obviamente, del ruso.
Kristeva es, por supuesto, también fuente de su propia teoría; es dadora de teoría
dentro del campo posestructuralista francés. Kristeva está unida al grupo de la
revista Tel quel, que nuclea a los posestructuralistas franceses más fuertes. Allí
escribieron Barthes, Foucault, Derrida, Philip Sollers y Kristeva entre otros.
2
Y Kristeva escribe en 1973 el texto que vamos a leer, titulado “El sujeto en
cuestión”. Es una exposición que ella hace en el contexto de un seminario dictado
por el antropólogo Claude Levi-Strauss –el seminario se llamó La identidad. Ese
seminario recoge diferentes exposiciones, y una de ellas es la de Kristeva.
Y hay tres textos teóricos más, que trataremos de ver si da el tiempo. Uno es un
textito de Roland Barthes, de 1972 –o sea: empezamos con el formalismo y de ahí
saltamos a lo que se llama posestructuralismo con Kristeva, barthes y otros– que se
llama “¿Existe una escritura poética?”. Es muy breve. El segundo texto es de
Derrida, también escrito a principios de los 70, llamado “Mallarmé”. Este último
es, obviamente, una lectura del poeta francés Mallarmé, un poeta que, junto con
Rimbaud y con Emily Dickinson, conforma algo así como un pequeño grupo de
poetas de fines de siglo XIX que abren las puertas de la poesía contemporánea.
3
Y el último texto teórico con el que vamos a trabajar es un texto de Derrida
llamado El monolingüismo del otro. Es uno de los últimos textos escritos por Derrida,
de 1996. Es un libro completo, pero nosostros vamos a trabajar con una selección
de pasajes o fragmentos que preparamos y dejamos en fotocopiadoras.
Pero, por otro lado –siguiendo la perspectiva de los formalistas-, nunca debemos
olvidar que este objeto raro y refractario es un objeto hecho de palabras. Cuando
leemos un poema, más allá de emociones y sentimientos, estamos ante palabras. Y
con las palabras nos tenemos que ver como lectores.
Entonces, vamos a tratar de ver cómo funciona el texto poético, que aparece como
una superficie complicada, resistente a la lectura, refractaria. Esta resistencia o
refracción se relaciona con el principio de la ostranenie que buscaban los
formalistas: la desautomatización de los hábitos perceptivos que el lector tiene
incorporados. Y parece ser que la poesía, dentro del total de los discursos, es el que
ofrece en mayor grado este efecto de ostranenie. Por eso los formalistas rusos la
eligieron como objeto a trabajar. La poesía es quizás el que tiene mayor capacidad
de cambio del hábito perceptivo y de separarse del lenguaje como medio
“transparente” de comunicación para opacarlo y volverlo sobre sí mismo. Esto, el
volverse sobre sí mismo del texto poético, es además una de las premisas del arte
de vanguardia de principios de siglo.
4
Tenemos un objeto estético, hecho con palabras, refractario al sentido –al menos a
las formas habituales de dar sentido. Y que, además, se opone a la lectura lineal. Y
se opone en dos sentidos. El poema, como ustedes saben, está hecho de versos. El
verso, de por sí, se opone a la lectura lineal. No sigue la linealidad típica de la
prosa, sino que trabaja con el espacio en blanco, deja espacios sin llenar, no llega
hasta el final de la hoja.
La potencia del espacio en blanco es algo también señalado por Tinianov. El poema
está rodeado de blancos, y el corte de versos también significa cortar con la
sintaxis. No seguimos una sintaxis lineal, como en la prosa, sino que el corte del
verso, el encuentro con el blanco, está también implicando un corte sintáctico –que
los poetas trabajarán de diferentes maneras.
Y por eso mismo –éstas son las características que Tinianov da para ver cómo el
sentido es “dominado” por otros principios– la poesía se opone al sentido “lineal”
que acostumbramos a darle a la frase en la narrativa.
Nosotros vamos a ver todas las condiciones del ritmo desplegadas en su mayor
potencia, por ejemplo en Lugones, con una métrica tradicional, rima, aliteración,
etc, todas características del ritmo. Y vamos a ver otros textos en donde pareciera
que no hay casi trabajo con la rima, la aliteración, la medición y demás –pareciera
que los versos no tienen un patrón rítmico– pero aun así hay verso, hay corte, hay
un encuentro con el espacio en blanco, con el silencio. Y entonces hay ritmo.
……
..:::….
:::::..
5
Es una disposición completamente irregular, en donde el vacío o el silencio o el
espacio en blanco empieza a tener un papel fundamental. El espacio en blanco,
dice Tinianov, tiene una fuerza energética. Se corta la secuencia de la línea y se
enfrenta lo gráfico con el vacío, el sonido con el silencio. Y eso produce la
condición mínimo del verso –va a decir Tinianov.
Un término que utiliza el mismo Mallarmé en el prólogo de ese libro que les cité es
espaciamiento. Es otro término para pensar esta disgregación en el poema
contemporáneo. Aquello que era compacto y cerrado (un soneto, por ejemplo) se
va espaciando. El soneto con sus versos regulares y su espaciamiento estable (una
línea en blanco entre cada una de las cuatro estrofas) se desarticula completamente
en el siglo XX y a fines del XIX. Y Derrida se va a apropiar de ese término de
Mallarmé también; ya lo vamos a ver.
El corte, el trabajo con el espacio, dice Tinianov, dinamiza el material verbal. Y hay
que tener en cuenta que el poema es un juego sonoro y un juego gráfico. Se
relaciona con las artes plásticas y con la música. A medida que pierde esa
característica de instrumento transparente, se vuelve opaco, material, y se liga a
otras materialidades: la de la música y la de las artes plásticas. El juego visual se
organiza a partir de la disposición y la alternancia entre texto y blanco, texto y
silencio, cosa que acerca al texto poético con la partitura musical –esto lo señala
Mallarmé.
Este juego gráfico y sonoro propone una diferencia. Ustedes van a ver, cuando
trabajemos con los poemas, que las palabras se agrupan de una manera diferente
en el poema. No sólo porque establecen relación a través de sonidos, sino a través
de juegos visuales. Tinianov, por ejemplo, va a decir que la palabra que aparece al
final de cada verso tiene una posición evidenciada, porque es la última palabra antes
del blanco, y a nosotros nos salta a la vista. Y todos esos finales de verso marcan un
dibujo para nosotros; si además marcan una superposición de sonido, una
repetición de algún sonido, esta posición evidenciada va a ser más marcada.
6
Pero no sólo estas posiciones arman dibujos. También las palabras que se repiten
dentro del poema arman un dibujo –y nosotros vamos a ver que el ritmo es igual a
repetición. Una palabra que está al principio de un verso y que se repite, por
ejemplo, al medio del tercer verso y nuevamente más adelante –o si se repite no la
palabra entera pero una serie de sonidos–, también va a armar un dibujo interno
para nosotros.
7
Esto que acabo de leer está distribuido en dos estrofas. Aparecen cinco palabras en
mayúscula en medio del verso. En inglés esas palabras son:
______Hat_______________Shawll
___________________
___________
____________________________
______Blossoms_________Glass
___________________
___________________Gown
Entonces, estas mayúsculas que aparecen saltan a la vista, quizás más en inglés
porque son palabras más cortas. Saltan al ojo y forman, en consecuencia, como un
dibujo. Y es importante el lugar en donde aparecen las mayúsculas, por eso se los
grafico en el esquema del poema original.
8
Ciencia y la Cirugía, / Ojos Demasiado Telescópicos / para soportar sobre nosotros / por el
bien de ellos, no por el nuestro.
[Nota de trascripción: No fue posible consultar la versión impresa de este poema,
por eso no estamos seguros de haber respetado el corte de versos en nuestro
intento de adecuarnos a las pausas de la lectura en voz alta hecha por la profesora]
En esta parte hay otra serie de palabras en mayúsculas. Por el sentido, es evidente
que, entre esta parte y la que vimos antes, hay un contraste importante. De todos
modos, no quiero seguir analizando el texto; se los traje para ejemplificar esta
cuestión de la repetición y del ritmo que es mucho más compleja en poesía que la
simple –aunque importantísima– repetición de sonidos. Ésta es una posibilidad de
armar una serie dentro de un poema, a partir de estos rasgos que están hablando,
que están diciendo algo. Lo mismo, en Dickinson, a partir del uso de los guiones.
Alumna: Cuando usted dice simbolistas, ¿son los mismos a los cuales los
formalistas rusos criticaban?
9
*compacidad –que es una palabra inventada para traducir el término ruso, y que
sería algo así como la calidad de compacto de un objeto.
Esas tres características se reúnen para provocar distintos efectos. No sólo hacemos
lectura lineal sino también lectura vertical cuando leemos poesía, porque la
repetición de sonidos o de grafemas –e incluso de sentidos- provoca esta serie de
redes que ustedes van a aprender a organizar en la lectura. Esto no quiere decir
que haya una sola lectura, sino que el sentido es un producto que, como dice
Derrida, “se da” a partir de la lectura. Y nosotros como lectores producimos un
sentido, que no es único ni es el sentido previo que estaba en el autor del poema –
la intencionalidad del autor acá no cuenta para nada; nosotros nos encontramos
con un texto, con una serie de palabras que conforman un objeto estético. Y partir
de esa caja de resonancias que es el poema, nosotros tenemos que producir sentido,
y un sentido que nos da el poema mismo –vuelvo a repetir: todas nuestras lecturas
se asientan no en la intención sino en el texto como composición.
Bien. Estas características producen una cierta resistencia a la lectura habitual. Esta
palabra “resistencia” es fundamental. Ahora voy a hacer una referencia a un texto
de Derrida que no es de lectura obligatoria: Resistencias del psicoanálisis, que es 1996
–Derrida produjo muchísimo. Derrida es un lector de Freud –al igual que Lacan.
Tanto Freud como Lacan van a formar, junto con Foucault, una secuencia en
términos de Derrida.
10
Foucault, como decía, parte de Lacan, pero vuelve a Freud. El capítulo tercero del
libro de Derrida se llama “Ser justos con Freud” –que es una frase de Foucault
después del gran cambio que produjo Lacan sobre Freud (un cambio que pasaba
fundamentalmente por la lingüística saussureana). Foucault entonces pide “justicia
con Freud” y vuelve a leer aspectos de la teoría de Freud que había sido relegados
por los lacanianos.
Y el planteo que retoma Derrida a partir de Freud es esa analogía, que ustedes
seguramente ya conocen, entre la figura del analista y la del lector. Derrida tiene
muchos trabajos sobre Freud. Acá está leyendo el capítulo dos de La interpretación
de los sueños, “El método de la interpretación onírica”. Yo les recomiendo la lectura
de Freud, porque además es un gran escritor, y éste es un libro hermoso.
Freud relata no sólo su teoría sino algunos casos clínicos. Y en este capítulo dos
relata un sueño que él tuvo sobre uno de sus pacientes, la famosa Irma. Este sueño
lo tiene en el momento en que Irma se está resistiendo a la solución que Freud le
ofrece a su problema –males de histeria, dolor corporal a raíz de eso. Y el mismo
Freud señala que habían llegado a un punto del análisis en el que Irma se resistía a
las soluciones que él proponía.
Entonces Freud tiene un largo sueño, que él mismo analiza. Y Derrida señala que,
en ese análisis, hay algo muy interesante: el análisis del sueño está
permanentemente cortado por notas al pie, que son muy jugosas. Notas que
Derrida inmediatamente se pone a leer.
Freud está contando un sueño en el que aparece Irma y es inyectada con una
“solución”. Acá vuelve Derrida a poner el acento: en la solución, que es química y
es algo más. Ahí está la palabra solutio; y ahí está el nudo. Derrida entonces hace
esta relación –Freud tampoco era inocente en el uso del lenguaje, aunque quizás
ésta se le escapó.
11
Fíjense. Freud investiga la interpretación de los sueños en todas las culturas y
épocas, y recala en un libro oriental en el cual se dice que para los orientales era
muy importante la palabra que entra en el sueño, la palabra que puede desligarse y
dar sentido. Se menciona un caso: Alejandro Magno, en un momento en que quería
tomar la ciudad de Tiro, tiene un sueño con sátiros. Entonces, la interpretación del
sueño es partir la palabra “sátiro”, y allí la forma sa, en alguna lengua oriental,
quiere decir “tomar”. Entonces, “tomar Tiro”. La palabra, descompuesta, está
dando un sentido al sueño.
Entonces dice Freud que los juegos de palabras son fundamentales en estas
propuestas de sentido. Y, siguiendo con las notas al pie, en una de esas notas Freud
dice: “Confieso que yo mismo me resistía, en esta parte del sueño…”
Entonces, Freud se confiesa analista y lector. Por otro lado, en otra de las notas,
Freud dice, mientras está analizando esa resistencia suya y de Irma, que siempre
hay algo que excede al análisis, algo que queda afuera. En el texto (onírico, poético)
siempre hay algo que excede, que no se deja dominar. Y Freud utiliza la figura del
“ombligo” del sueño: “En el sueño de Irma se me presentaban algunos puntos
como un ombligo que ligaba con algo desconocido”. Es decir que está recurriendo
a la imagen del cordón umbilical. Que vincula con algo que no puede ser leído.
Esto lo traigo a colación de Derrida porque en la resistencia del texto a ser leído
está una de las características más importantes del texto poético. Algo que, al
mismo tiempo que se resiste, se presenta como un poderoso factor de producción
de sentido.
12
El lector es un analista. Los que leemos, analizamos una trama que se ofrece como
enigmática. Trabajamos por análisis. Y el texto poético es el más resistente al
análisis. Por eso es tan complicado traducir poesía.
Entonces, en el caso de la poesía, como bien dice Tinianov, el analista lega hasta
descomponer la palabra porque el texto lo propone, y descomponerla hasta
unidades mínimas que no tienen sentido en la lengua coloquial. Hasta una letra,
por ejemplo. En la antología hay por ejemplo un poema de Pizarnik que presenta
una serie de oposiciones –“o joven o amazona…”. Y hay toda una columna de oes
al comienzo de cada verso. Entonces, ahí “o”, que es un simple conector
disyuntivo, aparece con un significado relevante particular. Entonces, dice
Tinianov, el sentido poético también se produce en la descomposición de las
palabras en sus mínimos elementos.
Otra cosa importante que dice Derrida es que esa capacidad analítica finalmente
nos va a llevar a develar lo que él llama “los protocolos”. Los protocolos son las
condiciones históricas en las cuales se produce o se lee un texto. Es lo que la
estética de la recepción va a llamar “horizontes de recepción” y que tienen que ver
con la biblioteca de un período, con la educación, con la comunidad, etc. Los
protocolos son esos artefactos o esas instituciones que están operando en cada
13
momento –ya sea el momento de producción como el de recepción. Esta capacidad
analítica nos lleva, entonces, a que se develen esos protocolos.
Y uno podría retocar esta fórmula y decir que el lector de poesía tiene que estar
atento a la “forma de repetir” del original.
14
En la primera página hay una especie de devenir histórico del sistema de la poesía
argentina del siglo XX, con algunos ejes que se traman con los textos teóricos que
vamos a ver.
Les aclaro algo: la antología fue variando con los años, hemos ido incluyendo
poemas y la numeración que aparecía a pie de página, si es que todavía es legible,
ya no tiene sentido. Por eso les pido que ustedes se tomen el trabajo de renumerar
las páginas de la antología así, en las próximas clases, nos ubicamos más
fácilmente.
Les decía que la antología de poemas está armada sobre la idea de constelación.
Los primeros son dos textos de Aldo Oliva, luego tenemos Arturo Carrera –
después vamos a ver cómo se ligan unos con otros. Inmediatamente después se
abre una especie de recorrido cronológico de la poesía argentina empezando por
Lugones, el poeta oficial a comienzos del XX, con un texto suyo de 1910, hasta un
texto de Perlongher de 1981.
Del ’10 al ’90 entonces hay una serie de textos los cuales se pueden relacionar entre
sí de acuerdo a distintos puntos. Por ejemplo, uno podría organizar una
constelación a partir de cómo aparece el yo del texto –después lo haremos en algún
momento– o a partir del momento del atardecer que ocupa el centro del texto en
muchos poemas: el de Juanele Ortiz, el de Martín Prieto.
Hay una diversidad muy grande en esta antología, ustedes lo van a notar. Una
disparidad enorme, diría.
Ustedes tienen que tener en cuenta que nosotros, para evitar grandes gastos,
hicimos esta antología recortando y pegando poemas sobre la misma hoja. Distinto
es el poema en su disposición gráfica original. Por eso ustedes tienen que hacer un
esfuerzo y pensar que el poema 13 de Árbol de Diana son esos dos versos perdidos
en una página. Nada más que esos dos versos suspendidos al medio de ese blanco.
15
Bien. Los cambios con respecto a esta disposición gráfica y espacial, los cambios en
la composición sonora o rítmica, y los cambios en las disposiciones en el yo, son
fundamentales. Piensen, a propósito de esto último, lo que va a decir Kristeva: el
texto poético es aquel que pone al sujeto en cuestión.
Pero también hay que tener en cuenta que la teoría de Kristeva, como la mayoría
de las teorías, está trabajando sobre un corpus de vanguardia. Este poner el sujeto
en cuestión es propio de la poesía de vanguardia, que en Argentina se sucede a
partir de Girondo –no lo vamos a encontrar en Lugones.
Vamos a empezar a trabajar con la antología en lo que nos queda de esta clase. Y
empezaremos con un poema de Aldo Oliva. Oliva es un poeta de la segunda mitad
del siglo XX, murió hace muy poco, era rosarino y vivía en Rosario. Permaneció,
como tantos poetas argentinos, en la oscuridad; no tuvo un lugar importante en las
lecturas críticas ni en la academia –en este caso creo que es la primera vez que
entra a un programa de estudios al menos de la UBA.
16
La obra completa de Oliva apareció hace muy poquito recopilada, en 2003, en una
edición de la Municipalidad de Rosario que recomiendo, Poesía completa. Antes de
esta edición, sus textos circulaban de una manera casi clandestina, como suele
ocurrir en general con la poesía. Ustedes sabrán o se imaginarán que los libros de
poesía no ocupan lugar en el mercado y suelen ser ediciones pequeñas hasta que,
en algunos casos, se llega a una recopilación –en el caso de Oliva, cuando el autor
ya había fallecido. Lo mismo pasó con Héctor Viel Temperley, que es otro poeta
del mismo período, importantísimo, y que está como telón de fondo de este libro
de Martín Rodríguez, Maternidad Sardá, del que les decía que no sé si llegaremos a
verlo. Maternidad Sardá hace juego con Hospital Británico, un texto fundamental de
Viel Temperley, del ’87.
La poesía circula de esa manera un poco secreta, es publicada por poetas, por
editores que suelen ser poetas, y son editoriales muy pequeñas como Siesta o una
de Bahía Blanca, Vox. Son editoriales que no tienen presencia en el mercado:
ustedes van a las librerías tradicionales y no creo que encuentren esas ediciones de
poetas jóvenes argentinos. Hay una librería especializada en poesía, es la librería
Norte que está en Recoleta; las demás tienen algo de poesía pero no mucho. En
Norte uno puede encontrar muchas ediciones; si no, es muy escasa la posibilidad
de encontrar algo, y es menos escasa aunque mínima la posibilidad de encontrar a
autores de mayor trayectoria como es el caso de Oliva o Viel Temperley.
Decía que Oliva es uno de esos poetas que algunos llaman de culto y que, como
casi todos los poetas, no conoció en vida una recopilación de sus obras. Vamos a
trabajar con este poema “Vieja lavando ropa”.
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¿y qué? Un pífano
podría arrojar locamente todo
a una tierra elevada,
melódica, de unívoco
limo.
(Ah!, tropos de epifanía!).
“Pour moi, nerveux…” cundo
la destrucción; amo el perfil
evanescente del estruje
ceñido de las telas
miserable en las manos
poderosas que oprimen,
exprimen, drenan la muerte.
no la vida, su límite.
La manzana, ya comida
¿paladeada?, muerta
en sangre final, consanguínea
–tenacidad del gris–.
El dolor
sometido en la obra.
Cuando uno lee el título, “Vieja lavando ropa”, se espera cualquier mujer mayor,
no la madre. La dedicatoria –que forma parte del poema– es la que pone la primera
persona (“mi”) y nos hace releer la palabra “vieja” recuperando el sentido
coloquial por medio del cual en Argentina se llama a la madre. Después el texto se
desenvuelve ¿en qué registro de lengua?
Alumna: Informal.
Profesora: ¿Es informal? Es una mezcla, ¿no? Fíjense cómo empieza: palabras como
“fronda” son muy alejadas de lo coloquial. Aldo Oliva era profesor de latín, y van
a ver en su poema que aparecen palabras que están exigiendo que se recupere su
etimología latina. Nosotros, cuando leemos poesía, tenemos que tener el
diccionario al lado, siempre. O aparecen también en Oliva palabras con etimología
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alemana. Es lo que ocurre con “pífano”, otra palabra que no es para nada coloquial.
“Pífano” viene de una palabra alemana, y además es una esdrújula, que en
castellano siempre produce una captación particular –nuestra lengua es una lengua
de palabras graves, por eso las esdrújulas siempre están llamando la atención.
“Pífano” además trama una alianza con “plátano”: las dos son esdrújulas que se
abren con P. Esto nos remite a lo que dice Tinianov: ciertos sentidos en el texto
poético se dan por indicios fluctuantes a través de la descomposición de la palabra
en sus elementos mínimos.
Alumnos: “estruje”.
Profesora: Exactamente. “estruje” no existe. El mismo verso –“el perfil evanescente
del estruje”– produce un contraste, porque una palabra es un neologismo y otra,
“evanescente”, es una palabra muy culta.
Fíjense además que “estruje” reconfirma el papel de un sonido, el sonido /r/, que
está funcionando en “mierda” y en otras palabras muy evidenciadas por su
posición, como “muerta”. Esto no es ocioso; es una repetición de un sonido que
está diciendo algo. El poema tiene pocas palabras si se lo compara con un cuento o
una novela; por esa, esas palabras se relacionan entre sí de distintas formas, no sólo
por el hecho de sostener una trama. Acá, “madre”, “muerta”, “mierda”, “drenar” o
“estruje” están armando algo que se evidencia en la repetición de la /r/. Fíjense
también que “muerta” aparece referida a una manzana, pero aparece en final de
verso, y uno puede ahí armar un dibujo en la especialidad gráfica del poema y
relacionar esa palabra de final de verso con otras como “madre” que está en la
dedicatoria junto con una elipsis (i.m.).
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Si ustedes se toman el trabajo, van a ver que la /m/ es otra insistencia del poema.
Eso sería lo que Tinianov llama “matización de sonido”. Si se toman el trabajo de
subrayar todos los “ma-“, “me-“, “mi-“, van a ver cómo hay una atmósfera en el
poema que está insistiendo en eso. El texto, en el título, no anticipa esto, porque en
el título hay otros sonidos muy fuertes como el de la J (vieja). Todos estos indicios
están aportando significación al poema.
Hay un contraste muy particular o una relación entre dos palabras que es muy
emblemática de este cruce de registro. Son las palabras “tropos” y “trapos”: cada
una se dispara hacia un registro muy particular, muy literario en un caso y muy
coloquial en el otro. “Tropos” abre la cita culta del poema, que es una referencia a
un poema de Verlaine. Después les voy a subir a la página web ese poema de
Verlaine al cual se refiere el de Oliva.
La frase en francés es un elemento interesante, porque es una cita, una voz que
viene de afuera. Evidentemente, está tratada como una cita literaria, porque está
entre comillas y en otra lengua, ligada a la cultura y a la literatura. Y está
funcionando en esa otra zona del texto relacionada con la literatura, con la creación
literaria, con el registro culto. El final, “El dolor / sometido en la obra.”, hace leer
mucho de lo que se dijo antes en relación con la literatura. La “obra” es el poema
mismo que se está escribiendo. Incluso, podemos jugar con la palabra “sometido”,
que incluye el “metido”.
Por el otro lado, “trapos” conduce a “sanitarios” y a “mierda”. Más adelante, entra
en relación con otras palabras, pasa al campo lexical o semántico de la medicina y
de la muerte, al que pertenecen las palabras “drenan” y “exprimen”.
Siguiendo el vocabulario de Tinianov, uno podría decir que este poema está
orientado hacia la elegía. Está jugando con la tradición de la elegía. La elegía es
una forma de mucha tradición entre los clásicos y en la literatura del renacimiento
español (el texto de Jorge Manrique, por ejemplo, Coplas a la muerte de mi padre).
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Pero el objeto de la elegía aparece siempre como una figura elevada, nunca aparece
entre trapos. Nunca aparecería en esta escena brutal en la que aparece la madre de
Oliva. Eso ya implica un corte con el tono elegíaco idílico que prima en los poemas
de elogio y en las elegías de una persona muerta. Esto no quiere decir que la
degrade el hecho de lavar la ropa, sino que hay un fuerte choque con la realidad en
la transmisión de esa escena. En la tradición idílica no es posible el contacto de las
manos de la madre con la “mierda”, con los “trapos” y el baño.
Esto es así en las clásicas elegías del español, las coplas de Manrique, donde
primero se hace una serie de disquisiciones en torno de la muerte y después se
hace el elogio de la persona muerta. Hay un enaltecimiento de la figura muerta que
es lo que hace a una elegía ser lo que es.
¿Qué tenemos en el texto de Oliva en este sentido? Yo les decía que el texto se
orienta hacia la elegía y, sin embargo, no compone una elegía tradicional. ¿Cómo
aparece esta figura muerta? En primer lugar, en el título “vieja lavando ropa”. Esto
además juega con la indeterminación –luego, en la dedicatoria a mi madre, i.m., la
indeterminación cae. El texto abre y enseguida cierra esa posibilidad de
indeterminación.
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Entonces, esto que aparece aparece como un presente que reconstruye un pasado o
que se queda con una imagen del pasado, una fotografía. Y el “vieja” del título
reaparece como “madre”. Está bien que esto puede referirse fotográficamente.
Decía que la figura de la elegía acá no es un noble caballero –como en el caso de
Manrique– sino esta vieja lavando ropa. Pero el texto parece decir que hay también
una heroicidad en esta vieja lavando ropa. Eso parece decir el texto a través de
ciertas palabras, y habría que ver por qué uno tiene esa impresión de que, a pesar
de mostrar esa actividad a través de ciertos elementos degradantes, hay una
epicidad en la imagen de la vieja.
Vuelvo a las preguntas “¿a qué?” y “¿y qué?”. Estas preguntas anticipan la
aparición de palabras que no parecen poéticas, y menos para una elegía. Son
preguntas muy coloquiales, ¿no? Quiebran la expectativa del lector, aunque
también el título ya estaba marcando una expectativa en ese sentido que a su vez
fue quebrada por la dedicatoria y los primeros versos. Son preguntas que indican
también un carácter de rebelión: aparece la palabra “mierda” y el texto dice “¿y
qué?”. Lo digo porque éste es un poema que está hablando de sí mismo, que
recurre a palabras específicas de la tarea de escribir (“tropos”, por ejemplo, y
“obra” al final); por lo tanto es muy lógico pensar que esta pregunta se formula
como un desafío frente a cierta forma de hacer poesía.
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el contexto, la palabra puede significar “baño” o puede estar relacionada con las
“leyes sanitarias”, etc. El poema hace que ambos sentidos convivan esta
composición, por la semántica imaginaria de la que habla Tinianov. Éste es un
indicio fluctuante: ambos significados están al mismo tiempo en la misma palabra.
Esos dos sentidos –que deberían ser excluyentes según el contexto– están presentes
en el poema.
“Trapos sanitarios, mierda” es el verso clave. Hay una cosa despectiva, porque
“trapo” es una palabra fuerte; no dice “ropas” ni nada parecido. Y “sanitarios”
aparece ahí en el medio, y se abre a diferentes posibilidades de sentido: el sanitario
aparece como el baño, como el lavadero, pero al mismo tiempo se aproxima a un
registro de lo médico. Varias palabras del texto se van para ese campo semántico
de lo medicinal: “drenan”, “consanguínea”. Y el diccionario confirma también esa
veta medicinal en otras palabras como “cundir” (cundo). Son palabras que tienen
un significado medicinal y otro que no, del mismo modo que “sanitarios”.
“Fronda” también tiene una acepción medicinal en el diccionario. “Drenar” es
medicinal en su primera acepción.
Alumna: ¿Podrían ser las manos de Dios, más poderosas que las de la vieja?
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Profesora: Podrían ser, pero hay que ver cómo el poema en su totalidad avala esa
lectura. Lo que sí está claro en el poema es que hay muchas palabras que avalan
una lectura con esta escena médica.
Versión: Cristian D
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Cod. 16
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 15-mayo-07
Los tranquilizo avisándoles que esta será mi penúltima clase. El sábado daré el
último recuperatorio y por un tiempo sólo verán en teóricos a Delfina Muschietti.
El sábado pasado estaba tratando de explicar cómo en los años ´30 y ´40 se
constituye la primera semiótica de la mano de Mukarovský. Habíamos dicho que
la obra de arte es un signo. ¿Deja de ser un sistema? No. Es un sistema, pero
formado por signos. Posee conceptos heredados del formalismo ruso que se
realinean bajo lo que podemos llamar una dominante. Esa dominante, que es el
principio que rige la semiótica de Mukarovský, que es una semiótica del arte, y
cualquier semiótica, es precisamente la noción de signo.
Ustedes van a ver con Delfina Muschietti cómo Tinianov en “El sentido de la
palabra poética” estudia la semántica poética en oposición a la prosa, pero
establece una especie de semántica serial o contextual sin utilizar la noción de
signo. Por lo tanto, el de Mukarovský es un estructuralismo que se llama a sí
mismo de esta forma; es el primer estructuralismo. Recuerden que quien inventa
esta palabra en 1929 es Jakobson.
Entonces, la obra de arte sigue siendo concebida como un sistema, igual que el
género y la literatura toda; pero, evidentemente, lo que ahora difiere de la
concepción formalista es que la obra es un signo y está ella misma compuesta por
signos.
1
obras del sistema, con otras obras de la literatura. La obra es un signo, y como tal,
media entre el autor y la comunidad.
Por otro lado, la obra tiene un significado que tomándolo de la estética alemana
Mukarovský traduce como objeto estético, el cual está conformado por una entidad
social. Acá entra, de golpe, la sociología si ustedes quieren, y un concepto de
Durkheim que es la conciencia colectiva, es decir, un sistema normativo de toda
índole, político, económico, moral, jurídico, estético, etc. Recuerden que también
dijimos que este concepto es un poco vago, es un comodín teórico habíamos dicho
porque no está del todo definido y no explica demasiado. El mismo Durkheim
cambió este concepto luego por la idea de representación, que es un poco más
concreto. Pero Mukarovský lo toma de Durkheim así como estaba, como va a
tomar también de él el concepto de hecho social, que es parte del título de la
segunda obra que tenían que leer, “Función norma y valor como hechos sociales”.
Noten que lo que hace Mukarovský es trasladar este doble plano del signo
lingüístico a un plano más vasto que es el de los signos estéticos por un lado y los
signos artísticos por el otro. Hay una pequeña diferencia entre ambos,
evidentemente. Por ejemplo, acá en esta aula tengo signos estéticos de toda índole,
hay una impresión estética en esta aula, hay signos estéticos. Pero no veo signos
artísticos. Es una diferencia que ya veremos. Los signos artísticos son los que están
en la esfera del arte, porque para Mukarovský lo estético no se da solamente en el
arte, toda la conducta humana está permeada por lo estético, todas las distintas
esferas de la sociedad están permeadas por la estética, la publicidad, nuestras
mismas actividades, todo. Es decir, lo estético no estaría reservado a un dominio.
2
para Mukarovský? No puede ser definido, sería como un principio vacío que
acompaña otras normas, funciones, signos.
¿Pero qué hace este principio vacío que es el signo artístico? Como signo se refiere
a sí mismo. Entonces acá aparece la primera antinomia dialéctica de Mukarovský.
Sigue los razonamientos hegelianos y propone un postulado de la totalidad, lo
podríamos llamar así, aunque Mukarovský no lo dice de esa manera. Propone que
el referente, la cosa suplantada por el signo artístico, no es una parcela, ni un
individuo específico, ni una conducta específica de la realidad, sino que el signo
artístico refiere a la totalidad de los fenómenos sociales.
No sé si es una prueba, pero Mukarovský dice que lo que el signo comunica como
referencia es una totalidad vaga. ¿Cuál es el significado de esto? Es algo borroso,
como el caso del signo musical que Mukarovský cita. ¿Qué significa un signo
musical? ¿No significa nada? Seguramente significa algo, pero no podemos decir
qué.
Justamente, quizás el paradigma mismo del signo artístico sea la música, el signo
musical, porque no alude a nada exterior a sí mismo, se auto refiere, se relaciona
3
con otros signos por cómo está construido. Esto es formalismo puro. Me obliga a
fijar la atención no sobre un referente, sobre un significado exterior al signo mismo,
sino sobre el signo en sí, su construcción, su relación con otros signos.
Ustedes me dirán que no, por ejemplo, que los himnos nacionales significan. No
hay nada más uniforme, en el doble sentido de la palabra, que los himnos. Todos
los himnos se parecen, ya sea el turco o el argentino, parecen hechos por el mismo
compositor, todos tienen aires de marchita. Alguien me puede decir que el himno
nacional significa algo muy concreto. Himno nacional = patriotismo. Esto es
absolutamente externo a la música. Pero el minué sobre el que está basado el
himno nacional no está destinado a representar el patriotismo nuestro, por
convención se le da un significado. Es otra cosa, es diferente de la significación
borrosa.
4
individuo en particular. Lo mismo pasa con la literatura, cuando yo tengo en el
cuento que vimos de Borges tal edificio, hay una realidad concreta a la que alude,
estas cosas Mukarovský las reconoce, pero evidentemente lo característico del
signo artístico es que alude a la totalidad, y cuando se dedica a pintar o a aludir a
elementos circunscriptos no tiene un valor existencial, dice Mukarovský, que es lo
mismo que decir que no tiene un valor documental. ¿Por qué? Porque está adentro
de una obra de arte, y porque ese signo, sobretodo, se dirige a sí mismo.
Por un lado, el signo artístico se auto refiere. No se refiere más que a sí mismo.
Tiende a que el receptor se fije en su textualidad, en su materialidad, en sus
relaciones internas y/o externas. Es, dice Mukarovský, un signo autónomo. Pero
sería un contrasentido decir que un signo no significa algo, aunque sea borroso. El
signo artístico tiene esta característica de ser autónomo frente a cualquier otro tipo
de signo, pero no deja de ser un signo, por lo tanto, al mismo tiempo, tiene una
función que es la comunicativa. Es autónomo y es comunicativo. Esta es la
contradicción en la que se debate el signo artístico según Mukarovský. Sería algo
así:
ES AUTÓNOMO
ANTINOMIA DIALÉCTICA
DEL SIGNO
ES COMUNICATIVO
¿Qué hace Mukarovský? Toma el signo para hacer una clasificación semiológica de
las artes. ¿Cuál es esa clasificación? Artes temáticas por un lado, por ejemplo la
literatura, y artes atemáticas por el otro, por ejemplo, la música. Obviamente, las
artes temáticas son las que tienen una función primordialmente comunicativa o
que tienen un tema. Para Mukarovský el tema es la parte más amplia de una obra
artística y es relativamente estable. Es lo que podemos traducir a otra clase de
signo, a otra realidad semiótica. Por ejemplo, puedo traducir Madame Bovary al
5
signo operístico, puedo hacer una ópera de Madame Bovary, o una película. Esto se
puede hacer porque el tema es traducible a distintos signos de otra naturaleza.
Pero, ¿la arquitectura dónde iría?
Alumno: A veces tienen títulos las obras musicales como Sonata en Do menor.
Profesor: Exactamente, ese es un título para la música, sino, hago literatura.
6
Que tenga como referencia a sí mismo el signo me obliga a percibir su estructura,
su textura, su materialidad, etc., etc., etc., independientemente del mensaje que
pueda transmitir. Pero, por otro lado, es signo dice Mukarovský, y ahí está la
contradicción o antinomia dialéctica. Si es signo, algo comunica.
Profesor: Sí, en con el teatro haría una salvedad, yo creo que el teatro no pertenece
a la literatura. Lo digo convencido. Además, los llamados teatristas me lo
agradecerían. La historia contemporánea del teatro se ha evadido del texto. Ese
autor que regía todas las relaciones. Hoy no es necesario como lo era en el siglo
XIX, el autor de un texto matriz para la representación. Hoy estamos en otro lugar.
En el siglo XVIII o XIX si no había un autor que escribía no había teatro, hoy
7
evidentemente, no digo que no haya autores, pero la historia del teatro es la
independización cada vez más grande respecto del texto y del autor del texto por
parte de los actores y del director de escena. Es una evolución propia del teatro.
Estamos de acuerdo en que en ciertas épocas, hay que relativizar históricamente
todo, la literatura ha sido la gran proveedora de temas para el teatro como para el
cine, en eso no hay dudas.
Alumna: Recién dijo que el signo artístico en vez de referir a una cosa reemplaza a
la totalidad de los hechos sociales, ¿y la música en eso cómo entra?
Profesor: Ustedes no sé si notaron que de repente si nos vamos para atrás, siglo
XVII o XVIII, hubo un tipo de música, la música de cámara. Ese tipo de música
exigía un grupo social. Vamos al siglo XIX, tenemos la sinfonía. ¿Se puede escuchar
en el comedor diario una sinfonía? Evidentemente no, han cambiado las
condiciones de recepción. Es otro tipo de música porque el siglo XIX es el siglo de
las masas, entonces la gente va en masa al teatro y eso permite tener una orquesta
de esa magnitud. Evidentemente ha evolucionado la música porque ha
evolucionado la cultura, la economía, la demografía, etc. Y fíjense ustedes que de
Mozart, que tiene un número muy grande de sinfonías, pasamos a Beethoven que
tiene nueve. Eso es lo que va de la música relativamente por encargo al genio
Beethoven que escribe lo que se le canta. Esto Mukarovský lo tiene en cuenta,
porque además de ser una semiología del arte, la de Mukarovský es una sociología
del arte también.
8
Alumno: ¿Hay alguna clasificación un poco más rigurosa de estas cuestiones, de
artes, medios, soportes materiales de la expresión y demás? Como para decir que
la literatura es esto, la música esto otro y así.
Profesor: No. No hay.
Bien. Continuamos. Noten ustedes que hay algo que es relativamente estable en el
signo estético y algo que es absolutamente variable. ¿Qué será lo variable y qué
será lo relativamente fijo? El signo tiene dos planos, el significante que es el
artefacto y el significado que es el objeto estético.
¿Qué constituye al sujeto para Bajtín? Dos personas, o sea, el sujeto es diálogo, es
dialógico. Es como un microcosmos social ese sujeto. En Mukarovský es totalmente
social.
9
podríamos llamar el eclecticismo teórico de Mukarovský, es decir, el tipo de
discursos y disciplinas que entran en su teoría.
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Lo que le va a interesar es que la obra artística es un conjunto heterogéneo de
signos de toda índole, sobre todo, de signos extra estéticos, y de normas, prácticas
y valores también extra estéticos. También, por supuesto, de signos estéticos. Pero
la función, la norma y el valor estéticos van a acompañar normas, funciones y
valores extra estéticos, y no tienen un significado particular, simplemente
acompañan.
Cuando el lector lee un texto lo que hace es un esfuerzo. Esa fuerza semántica que
está en el texto el lector la debe acomodar según el principio de totalidad. Esos
elementos heterogéneos, discordantes entre sí, son puestos en una totalidad
semántica que hace el lector. Es decir, que los distintos elementos de un texto
logran entrar en una totalidad semántica porque el lector los ha considerado
signos. Insisto en la idea de esfuerzo, fíjense, ¿la estructura semántica de un texto
me estará dada de antemano? ¿Estará ahí en el artefacto? No, está en el objeto
estético. Pero, ¿todos son signos en una obra artística? Mukarovský dice que no.
Hay elementos que no logran entrar en esta totalidad construida por el lector. Esos
elementos, que forman parte de la estructura y son muy importantes, el receptor de
la obra no los considera signos, no entran en la totalidad, ¿y qué son? Son cosas,
pertenecen a la realidad. En el esquema sería así:
Noten ustedes que es una manera muy interesante, sin pasar por la mimesis
aristotélica y toda la historia de la teoría literaria, de encontrarnos con la realidad,
con cierto realismo que no es mimesis. Acá es otra historia, que todo texto tiene
elementos sígnicos por un lado pero por otro también tiene elementos que son
decodificados por un receptor como pertenecientes a la realidad que no es sígnica.
¿Qué pensaban los formalistas rusos? Que la obra es de cabo a rabo intencional. Es
una construcción intencional a partir de su confección, de su factura. Curiosamente
en la concepción formalista, es el autor el que le ha impreso una intención.
11
Mukarovský dice que no, lo que hace el receptor es un esfuerzo semántico por
dotar a los signos divergentes o heteróclitos de un texto de una totalidad
semántica, de un sentido total.
Pero hay elementos que no entran en esa totalidad, y esos elementos son
decodificados como pertenecientes a la realidad, no como signos, lo cual no quiere
decir que en otra recepción posterior ese mismo lector logre hacer el esfuerzo y
elementos del texto que antes no había podido decodificar luego sí pueda hacerlo,
o al revés, elementos que había decodificado como signos luego no los decodifique.
Cuando leímos “La muerte y la brújula” hablamos del asunto de la R. Por supuesto
que puedo decir que la R no significa nada, o puedo hacer el esfuerzo de lectura e
integrarlo en una totalidad, es decir, que tengo que hacer eso con los distintos
planos. A este esfuerzo que hace el lector Mukarovský lo llamó gesto semántico.
Alumna: ¿El desafío para el lector sería el de convertir en signos elementos que no
fueron signos en otras lecturas?
Profesor: No necesariamente. Hay lectores que repiten las lecturas canonizadas por
ejemplo. Hay lecturas conservadoras en el sentido de que conservan una tradición
12
de lectura. Pareciera que esto es poco interesante, lo que debiera hacer una
generación de nuevos lectores es leer lo nuevo, o cosas viejas de otro modo.
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Alumna: Según esta escuela fuera del signo no habría posibilidad de
representación.
Profesor: Por eso lo interesante es que para Mukarovský todo texto artístico es una
interacción, una dialéctica, entre elementos que son sígnicos y elementos que no lo
son. Estos elementos no sígnicos son tan importantes como los elementos sígnicos
de la estructura, forman la estructura, y uno podría decir que hasta cierto punto el
dinamismo de la estructura artística consiste en ese juego semántico de elementos
sígnicos y no sígnicos.
Fíjense ustedes, por ejemplo, durante años hemos leído novelas del siglo XIX, allí
las mujeres tenían X lugar. De repente, tanto la crítica feminista como los
movimientos feministas tuvieron una manera de decodificar una problemática que
es tanto literaria como no literaria, de la representación de los personajes
femeninos y sus relaciones con el paterfamilia, el hermano, etc. Eso se leía de un
modo en el siglo XIX. En el siglo XIX una lectora no se molestaba demasiado
porque el hermano tuviera gestos que hoy consideraríamos machistas. No se los
leía, formaban parte de la costumbre, no valía la pena decodificar eso, volverlo
signo. Lo que ha logrado el feminismo es leer cosas que el siglo XIX tenía ahí
delante pero no leía. Fíjense que esto no tiene nada que ver con algo psicológico ni
del autor ni del receptor. Ha pasado algo en la historia de la cultura, y no sólo en
la historia de la cultura, la mujer ha ocupado otro status desde el punto de vista
social. La recepción de los textos se conecta también con determinados valores que
cambian.
Bueno, terminamos por hoy, el jueves tiene clase con Muschietti y el sábado doy
mi último recuperatorio. Lean por favor “Función, norma y valor…”.
Versión: Cristian D
14
Cod. 9
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 17-mayo-07
1
avanza hacia la dedicatoria (madre, también memoriam que es la palabra escondida
en esa m.).
Entonces, en el caso de la cita en francés, “Pour moi, nerveux…”, una vez que uno
descubre –si es que lo logra; en este caso no es nada fácil porque es un fragmento
muy pequeño– que proviene de tal poema, y una vez que uno lee ese poema de
Verlaine, ahí esas palabras ligadas semánticamente a la muerte vuelven a
resignificar, como propone Tinianov, a resemantizar muchos momentos del texto,
todo esto a partir de esta lectura lateral que abre la cita.
En este aspecto, habíamos discutido un poco en torno a esta palabra fuerte que está
ahí: “sanitarios”. Es fuerte como lo son esos dos versos casi centrales. Fuerte
porque se oponen al otro campo semántico, que tiene que ver con la literatura y
tiene que ver con la obra. Recuerden que la palabra “obra” aparece al final, y sin
duda remite a la propia obra poética que se está escribiendo.
Esos dos versos centrales son de lenguaje coloquial, y sobre todo es la palabra
“mierda” la que se destaca en este sentido y en relación con esa otra matización
léxica. Esa zona de lengua coloquial, dijimos, hace juego con el título también,
“Vieja lavando ropa”, que está en ese mismo tono. Entonces, la entrada de esos
versos casi brutales y el título hacen puente entre sí y contrastan con esa otra
tonalización técnico-literaria que tiene el texto.
Y lo curioso, también decíamos, es que había dos palabras que se repetían casi de
manera idéntica salvo por un cambio de vocal: “trapos” y “tropos”. Precisamente
están graficando, ellas dos, ese contraste de todo el poema. Se condensa el
contraste en esas dos palabras, y se intensifica –para usar la palabra que usábamos
la clase pasada– en esa mínima variación. Es como si el poema dijera “hagamos
tropos con trapos”
2
Y habíamos dicho también que esa primera escena en que aparece la madre
lavando ropa, el título, es casi como una fotografía. Porque aparece en presente, en
gerundio, en medio de la acción podemos decir. Como capturada en medio de la
acción, tal como ocurre en las fotografías. O como una aparición. Y la palabra
aparición está en el texto: está en la palabra “epifanía” precisamente: tropos de
epifanía. Ahí, por contigüidad, se ligan, a través de dos palabras del campo
semántico de lo literario o lo no coloquial, esta referencia a la obra literaria (tropos)
y a la situación inicial casi fotografiada, a la aparición de la madre.
La idea de aparición también empieza a jugar otro rol si uno la relaciona con el
fantasma: lo que aparece –si aparece– después de la muerte es el fantasma. Y al
final del texto, y al principio en la dedicatoria silenciada, la aparición se vuelve una
aparición fantasmática. Este es otro rasgo del texto poético: la continua relectura, la
posibilidad de una lectura recursiva, porque el texto poético se abre a una
multiplicidad de sentidos que el texto en prosa –una novela– no toleraría. Uno
puede leer este poema una y otra vez, recomenzar, y en cada lectura aparecerá
algo.
Habíamos dicho también que esas dos preguntas, “¿a qué?” y luego “¿y qué?”, son
importantes en relación con un levantarse en contra de una norma, de un canon. El
género elegíaco al cual está orientado el texto –recuerden ese término orientación–
es acá puesto en cuestión por medio de estas dos preguntas.
Si decimos que el texto está orientado a la elegía es porque evidentemente hay una
larga tradición de la elegía previa al texto mismo y, en ese sentido, el texto poético
no puede cerrase sobre sí; en alguna zona siempre se inscribe. Por eso, es
recomendable siempre leer un poema en relación o formando parte de una
constelación con otros poemas.
Y ahí aparece también la posibilidad del juego con la memoria que está encerrado
en la dedicatoria. La aparición de esta vieja trae la imagen de la madre lavando
ropa. Uno podría decir que todos esos materiales podrían estar jugándose como
3
algo previo al texto, pero no lo sabemos; el mismo poema, de todos modos, deja la
posibilidad.
El título funciona casi como un primer verso, y el texto parece estar dialogando
directamente con el título cuando dice:
No son sólo las manos
(la hoja, apenas perfilada,
del plátano, en la fronda,
sería lo mismo)
sino sus idas y venidas
Ahí aparece enseguida el paréntesis, para luego decir “sino sus idas y venidas”. O
sea: hay una relación directa que a su vez es una confrontación entre esa imagen
del título y la de las primeras líneas, entre la imagen fotográfica de la vieja lavando
ropa y la imagen del recuerdo que tiene algo más para decir, que “no son sólo las
manos sino…”. E inmediatamente después la pregunta: a qué.
Y esa imagen del recuerdo está enaltecida. Enaltecida porque ahí aparece toda una
historia que tiene que ver con el género, es decir con otras madres que han
aparecido en la poesía argentina contemporánea. Vayamos a la antología. Vayamos
a la página 6, la 6 si es que hicieron esta nueva numeración que les propuse que
hicieran. Es la página donde están los poemas de Lugones, de Juanele Ortiz, de
Martín Prieto y de Baldomero Fernández Moreno.
4
El panal montaraz que ya el otoño
Azucaraba en madurez preciosa.
Embellecía un rubio aseado y grave
Sus pacíficas trenzas de señora.
Seguíanle el peón y la muchacha
Y adelante, en pandilla juguetona,
Corríamos nosotros con el perro
Que describía en arco pistas locas.
Lo primero que uno puede notar: esta madre de Lugones es una “señora”. Y es una
señora que aparece con el rasgo del aseado. “aseado” es el adjetivo para describir
su cabello, del que además se dice que es rubio. Fíjense, entonces, un interesante
paralelo o confrontación con el poema de Oliva en torno a esta figura de la madre:
en Oliva hay una vieja que está “lavando”, acá hay una señora “aseada”. En un
caso el lavado es la actividad, el trabajo; en el otro es la característica previa, la
mujer tiene el cabello ya aseado.
Por lo tanto, hay una ecuación social completamente diferente en cada caso. Y, por
otro lado, una secuencia gráfica muy clara que se ve en los pronombres. En el caso
de Oliva, decíamos, el yo aparece escamoteado, es casi impronunciable, recurre a
otra lengua; acá es una campeante primera persona y encima del plural: “nuestra
madre”.
Lo único que descoloca un poco en este poema es la aparición, después del peón, la
muchacha y el “nosotros” de los chicos, es el perro. El perro que describe “pistas
locas”. Es el único punto donde el fragmento “se enloquece un poco”. Pero aparece
también muy puntuado, muy subordinado, muy jerarquizado, y muy trabajado
todo desde la figura jerárquica de la señora aseada.
Yo les había dicho que Lugones es el poeta faro, canónico, y toda la vanguardia de
la revista Martín Fierro hacia 1924, con Girondo y Borges a la cabeza, se burlaba de
5
Lugones. Los martinfierristas hicieron burla pública de Lugones; como todo
vanguardista, quieren matar a su antecesor.
Y otra madre que aparece en otro de los poemas de la antología con la cual
podemos hacer una relación es justamente la madre en un poema de uno de esos
martinfierristas que atacaron a Lugones: Oliverio Girondo. Girondo escribe en 1922
sus famosos Veinte poemas para ser leídos en el tranvía; el texto está en la página 12 de
la antología.
Acá va a aparecer otra madre, en este poema que es un texto muy citado después
en la literatura y en la poesía argentina moderna –Perlongher, por ejemplo, el
poeta neobarroco, cita a estas “chicas de Flores”. La dedicatoria dice “A las chicas
de Flores”.
Y noten algo: junto con el poema en prosa aparece un dibujo, en la misma página.
Esto es así ya en la primera edición, de 1922. La primera edición de los Veinte
poemas… es muy linda, y los dibujos –acá no podemos verlo– son en colores. Son
acuarelas. Y la mayoría de los poemas en esta primera edición van acompañados
de acuarelas.
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1920 es, dice al pie, la fecha en que este poema se escribió. 1922 es la fecha de
aparición del libro. Y de la aparición del libro en París, con lo cual hay toda una
resonancia y una articulación que hace que este texto ocupe un lugar extraño en el
escenario de lo que se publicaba en Buenos Aires.
Y un lugar extraño, ante todo, porque, como van a ver, las distintas páginas de este
libro, tanto en los poemas como en las acuarelas, ponen en primer lugar el cuerpo.
El cuerpo era aquello de lo que no se podía hablar en la cultura literaria argentina.
Lugones velaba completamente los cuerpos, como lo vemos en ese fragmento
donde aparecía una madre. En el caso de Alfonsina Storni, se trata de una lucha
similar a la de Girondo: desvelar ese cuerpo de las muchachas velado por los tules.
Con la diferencia de que esto, para Girondo, instalado en París, era más fácil; en el
caso de Storni no sólo es considerado revulsivo cada vez que lo intenta, sino que
además va a tener que pagar consecuencias por ese atrevimiento. El lugar del goce
de la mujer, que en general era un tema imposible para la cultura letrada argentina,
más aun lo era si provenía de una escritora mujer.
Girondo, entonces, usa ese poder, ese lugar, para producir una literatura revulsiva.
Y es el único dentro de los vanguardistas, de los martinfierristas, que hace esto.
Vayamos a “Exvoto”.
7
Este “a remolque”, entonces, que aparece en el texto de Girondo, reaparece
dibujado en la sintaxis misma de los textos de Alfonsina.
[Personal no docente se acerca para avisar que, por el apagón, la facultad se cierra]
Bueno, seguimos en la próxima clase. Les aclaro algo: la semana que viene está
dispuesto un paro de toda la semana. Yo voy a dar, en los dos días, una hora de
clase, de manera de no perder tantas clases y tampoco dejar de adherirse al
reclamo.
Versión: Cristian Dé
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Cod. 24
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 19-mayo-07
Antes que nada, como les digo todos los sábados, agradezco que hayan dejado sus
actividades del día y hayan seguido el consejo que dio Guillermo Saccomanno esta
mañana en la revista Ñ, quien recomienda seguir los cursos de Panesi y de Link en
esta facultad. Así que gracias por eso, gracias también a Saccomanno, que parece
ser una persona agradecida, porque en algún concurso alguna vez lo voté.
Después, de Borges, además de los cuentos leídos, tienen que tomar un cuento
donde esté lo policial o algún elemento del policial, “El jardín de los senderos que
se bifurcan”, “Emma Zunz”, o alguno más. También les aconsejo la lectura de la
edición de Martino para “La muerte y la brújula” porque hay una cantidad de
elementos referenciales que yo no expliqué y que están ahí. El parcial va a tener
tres puntos. Algo del formalismo o de Mukarovský van a tener seguro.
Profesor: No, esa es una cosa que se me ocurrió a mí, está bien que lo sepan, pero
no vamos a trabajar sobre eso.
Alumna: Del formalismo ruso hay una selección de capítulos del libro de Erlich,
¿eso está bien o va entero?
Profesor: Es una selección, y es altamente recomendada. Nosotros hicimos esa
selección.
Alumna: En caso de que no volviera, cuando vayamos al final, hay varias cosas que
no vimos de lo que está en el programa.
Profesor: En el final, salvo que rindan libre, se da solamente lo visto en la cursada.
No se preocupen por eso.
2
en general es El origen de la dialéctica negativa, de Susan Buck-Morss; es el Erlich de
la escuela de Frankfurt.
Justamente uno de los artículos donde claramente está marcada esta tendencia es
en “Intencionalidad y no intencionalidad en el arte”, texto que les pido que lean,
porque mi comentario es un resumen muy apretado de lo esencial de ese texto, que
no se agota en mis palabras. Este texto me parece uno de los más interesantes y
ricos de Mukarovský.
Hoy me voy a dedicar a dos cosas, una que también pertenece a esta última etapa
de Mukarovský. Al final de su transcurso teórico este autor que, al comienzo, de la
mano del formalismo ruso, tenía una lógica desconfianza por los problemas del
sujeto creador, se va a ocupar del sujeto, con la característica de que es un sujeto
basado sobre todo en la recepción, aunque también en el creador.
Alumna: El receptor.
Profesor: Sí, en términos de esta primera etapa tiene un nombre. Después va a
abandonar esto. El problema de Mukarovský es que nunca nos dice cómo
3
quedaron los elementos de su teoría que él parece no nombrar más. Nunca se
encarga de rehacer todo el sistema. Yo diría, en la primera parte, entonces, es la
conciencia colectiva, en la segunda parte, en su época fenomenológica, el receptor.
La conciencia colectiva, finalmente, también es una instancia de recepción.
4
(presencia) (ausencia)
ESFERA ESTÉTICA ESFERA EXTRA‐ESTÉTICA
ARTÍSTICA EXTRA‐ARTÍSTICA
(Dominante)
Dice que a pesar de esta división cuesta pensar una actividad o una esfera de
actividades, una esfera social, donde la función estética esté ausente totalmente.
Por ejemplo, ustedes se levantan a la mañana pletóricos de vida, se oyen respirar,
se miran la musculatura que tienen, etc. Todo eso conforma una sensación de tipo
estético. Insisto, no es un agregado lo estético, forma parte de la condición humana.
Noten ustedes que entonces cualquier esfera tiene la función estética, está en todas
partes, y esto uno lo ve rápidamente en el mundo contemporáneo, si yo tengo una
5
página Web tendré seguramente más visitantes si mando a diseñar la página, lo
cual se hará con un criterio práctico, desde luego, pero también estético. La
publicidad no tiene solamente la función práctica de vender más leche condensada
por ejemplo, sino que esa leche condensada, todo el packaging y la publicidad
misma, tendrán que tener una función estética agregada para vender más. La
función estética no se da solita, no hay función estética sola, está acompañada
siempre de funciones extra estéticas, ¿y qué es una obra de arte para Mukarovský?
Un conjunto de funciones, normas y valores extra estéticos entre las cuales hay
funciones, normas y valores estéticos que son los dominantes, pero la función
estética en sí no tiene un contenido predeterminado.
Por supuesto, yo puedo tomar una obra literaria como documento, con todas las
prevenciones del caso, como dice Mukarovský, pero eso se puede hacer. Ahí yo
ignoro la función estética, estoy tomando otras funciones de la obra que también
están. Por ejemplo, fíjense ustedes que uno podría decir que había una función
estética en la literatura argentina del siglo XIX, pero si se fijan, tiende a no ser la
dominante, es decir, ¿para qué escribe Sarmiento el Facundo? Como un texto
político, como un ataque al rosismo, uno podría discutir largamente, pero vería
que en realidad no es que la función estética no esté en Sarmiento, está, pero quizás
no era la intención dominante. Si pasamos al Martín Fierro es evidente que la
utilización del verso, la poesía, ya lo convierte en algo estético, pero recuerden
también que había una intencionalidad política de Hernández, en la primera parte
y en la segunda, y con signos contrarios en una y otra.
Por supuesto, esto ya en el siglo XX es otra cosa, frente a textos que son literarios y
políticos, que tienen una función práctica política, encontramos textos como los de
la vanguardia donde manifiestamente lo que predomina es la función estética,
aunque uno diría, como leímos en Borges, que en textos que parecen puros juegos
estéticos, como “La muerte y la brújula”, encontramos, disimulados, en forma
secundaria, elementos de lucha política. Entonces, la definición de Mukarovský
sería que la obra de arte es un conjunto de funciones extra estéticas reunidas,
totalizadas, quizás, por la función estética.
Alumno: ¿En Operación Masacre sería más fácil hacer esa división entre si es estético
o no lo es?
Profesor: Para responderte vuelvo a lo que estoy diciendo, que no hay en realidad
textos literarios que sean en sí estéticos. Es un grupo de lectores, un grupo
socialmente determinado, quien otorga valor o no valor estético. Cualquiera te
diría que los textos de Walsh, que marcaron una etapa importante del periodismo,
6
son textos periodísticos, son textos políticos indudablemente; ahora, ¿tienen valor
estético? Indudablemente, por estar acá, en una carrera de Letras, se lo lee con
valor estético.
Como todos saben, esta Facultad hoy día es de izquierda a la violeta digo yo,
izquierda profunda. Entonces lo que predomina es que estos textos, que tienen un
valor político, los reivindico, y además tienen un valor estético. No diferencio
mucho entre lo que es político y lo que es estético, y justamente en un momento de
la historia del arte tampoco se diferenciaba la función estética de la función
práctica, o entre el artesanado y el medio folclórico. Una taza puede ser bonita,
pero fundamentalmente sirve. Su función dominante no es producir una sensación
estética, es un elemento para tomar el desayuno, cumple una función práctica. La
artesanía produce cosas prácticas, pero además tiene una función estética que en
algunos casos puede ser absolutamente estética, si a vos en un viaje a Salta te
venden un mortero vos venís con el mortero pero no lo usás, o lo usás como algo
decorativo, por lo tanto, estético.
A alguno, supongo, le parecerá que Walsh no es literatura; bueno, acá sí. Este
grupo de lectores que somos nosotros decimos que sí, que además del valor
político, del valor práctico de los textos de Walsh, estos tienen un valor estético.
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Profesor: Sí, exactamente, pero tiene elementos estéticos. La artística sería al revés,
allí la función estética domina, lo cual no quiere decir que una poesía por ejemplo
no tenga valores extra estéticos; pedagógicos, morales, de representación, políticos,
etc.
Bueno, paso directamente a otra cosa ahora, una reformulación que hizo
Mukarovský de las funciones. Les hago un cuadro para que les quede más claro y
paso a explicarlo:
FUNCIONES FUNCIONES
OBJETO PRÁCTICAS SIMBÓLICAS
(signos/Instrumento) (signo-objeto)
FUNCIONES FUNCIONES
SUJETO TEORÉTICAS ESTÉTICAS
(signo-objeto)
Esto está en el artículo “El lugar de las funciones estéticas entre las demás
funciones”, que es de 1942. ¿Cuál es el punto de vista que toma Mukarovský para
hablar de las funciones en general? ¿Las funciones de quién? Las funciones del
sujeto humano. El punto de partida de Mukarovský es subjetivo en el sentido de
tomar el punto de vista del sujeto.
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No es que Mukarovský se haya vuelto de repente ahistoricista, lo que quiere
encontrar, fenomenológicamente hablando, es un punto de anclaje que diga bueno,
las funciones son variables todo el tiempo, pero cuál es el punto válido en todas
las épocas por el que puedo decir esta es la función independientemente de la
variabilidad histórica. Entonces, para eso toma al sujeto; el sujeto por un lado y el
mundo exterior por el otro.
Segundo, me puedo afirmar ante la realidad mediante las funciones indirectas, que
Mukarovský llama sígnicas o semióticas. Por ejemplo, estoy perdidamente
enamorado de una estrella de televisión, tengo su retrato, los colecciono, y quiero
su amor. Entonces, tomaré un retrato de los que poseo y le pincharé los ojos. Esta
es una función sígnica, porque yo creo poder intervenir entre la realidad amorosa
de la estrella y yo mediante un signo, que es la fotografía horadada que yo hago.
Bueno, toda la magia, todo el mundo primitivo, se manejaba con estos signos, por
ejemplo, para hacer llover hago una fogata. Esto es lo que Mukarovský llama signo
simbólico o bien signo mágico religioso. Ese es un signo que va a tratar de
intervenir en la realidad. Cuando tomo la comunión igual, me consustancio con el
cuerpo de Cristo; ahí no es que me esté bebiendo la sangre de Cristo, el vino es el
símbolo de la sangre de Cristo, pero yo intervengo en mi creencia religiosa a través
de un signo que es un símbolo, en este caso el pan y el vino.
Por un lado, entonces, las funciones directas y por el otro las indirectas o sígnicas.
A su vez, Mukarovský toma la división entre sujeto y objeto según predomine uno
u otro. Las funciones directas pueden ser prácticas o teoréticas, y las semióticas, o
indirectas, o sígnicas, pueden ser simbólicas o estéticas.
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convierte en el cuerpo de Cristo, cuando en un bodegón yo veo pan y vino me lo
como y me lo bebo. En este segundo caso no está satisfaciendo ninguna necesidad
simbólica sino netamente práctica.
¿Cuál sería la diferencia entre una función simbólica o mágico religiosa y el signo
estético? El simbólico es un instrumento para llegar a otra realidad. El signo
estético se orienta, en cambio, hacia sí mismo. Ya no depende ni se dirige hacia otra
cosa que hacia sí mismo.
Alumno: Pero en el caso de una pintura religiosa del Renacimiento que llega a
nuestros días pierde su carácter simbólico y la función varía
Profesor: Sí, justamente porque las comunidades lectoras son las que han separado
las funciones, cosa que no sucedía en la Edad Media, donde las funciones tendían a
mezclarse.
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Profesor: Vuelvo a lo que dije hace un rato, todo depende de la instancia lectora.
Alguien podrá decir, yo no separo, para mí todo lo que es políticamente incorrecto
es estéticamente incorrecto. Es una manera de leer. Otro tipo de lectores dirá que
no, yo rechazo todo el manejo político, pero me provoca cierto placer estético, por
lo tanto, puedo diferenciar las dos funciones. Hay momentos en que se las puede
diferenciar y momentos en que no, y eso depende de la comunidad de los lectores,
de la conciencia colectiva.
(…)
Sin embargo, recuerden ustedes que el signo estético se refería a la realidad como
una totalidad, esto sigue presente. Dentro de la actividad cognoscitiva o teórica, un
concepto está rodeado de otros conceptos, limitado, regulado, por esos otros
conceptos. Es decir, que los conceptos se refieren a partes concretas de la realidad,
no a la realidad como un todo, como sí ocurre con el signo estético.
Pero los conceptos funcionan también como un instrumento que sirve para operar
con otros conceptos y finalmente sobre la realidad a la que quieren conocer. Dice
Mukarovský respecto de la función teorética: “La realidad misma, el objeto de la
función, queda intacto, hay un esfuerzo por excluir del proceso cognoscitivo la
misma intervención sobre la realidad conocida.”
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En la actitud simbólica, al revés, está en primer plano el objeto. Pero lo importante
es la eficacia que hay entre la cosa a la que se refiere el signo y el signo que la
significa. En este caso, los dos son objetos, el símbolo y la realidad a la que el
símbolo alude.
La función estética, por último, que es la que pone en primer plano al sujeto, como
signo no sirve. Es un signo objeto, como el simbólico, pero no actúa sobre la
realidad, sino que se proyecta en ella a través de la subjetividad del sujeto que crea
el signo. Dice Mukarovský: “No opera sobre ninguna realidad individual, singular,
como el signo simbólico, refleja en sí la realidad como un todo. La llamada
tipicidad de la obra de arte quiere decir que el signo estético es una cosa singular
que da a conocer todas las otras cosas singulares y su conjunto, la realidad. La
realidad reflejada como un todo y también unificada según la imagen de la unidad
del sujeto.”
Esto lo podríamos criticar, ¿qué quiere decir que este signo estético, la obra, lleva
en sí impresa la imagen de unicidad del sujeto? ¿Qué es esto? Un misterio, pero no
tenemos tiempo de detenernos en las críticas a Mukarovský. Tomémoslo como va.
Les aclaro también que tanto esta cita como la anterior son del artículo “El lugar de
las funciones estéticas entre las demás funciones” del año ´42.
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Alumna: En un momento hay como una contradicción cuando dice que la función
teorética convierte a la realidad de la se ocupa en un signo y después dice que ya
era signo.
Profesor: Puede ser que esté mal explicado por mí, no por Mukarovský. La idea es
que en la actividad cognoscitiva, teórica, lo que importa son las relaciones que se
establecen entre los signos mismos, entonces, no trabaja directamente con una
realidad, la teoría se pone a metros de distancia de la realidad porque lo que
interesa son los signos entre sí. Por eso la realidad, desde el punto de partida, ya es
un signo.
Pero fíjense ustedes que en todo este cuadro la función estética se opone a todas las
demás, como si dijéramos, frente a la función estética todas las demás funciones
parecen ser funciones prácticas.
Segundo: esta época regida por las máquinas, es decir, por la función, tiende a
volver unívocas esas funciones. Es decir, son monofuncionales. Pensemos en la
división del trabajo de la que tanto habla Adorno. El que trabaja en una fábrica se
especializa en parte de una maquinaria, en la producción en serie un hombre se
especializa en atornillar determinado tornillo. Ese es un sujeto especializado en
una función. La maquinaria en general es lo que ha llevado a esta
monofuncionalidad.
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estéticas entre las demás funciones”: “Si el hombre debe afrontar siempre
renovadamente la lucha con la realidad, es necesario que encuentre nuevos puntos
de vista y descubra nuevos aspectos y posibilidades. Si se limita totalmente a la
actitud práctica, se ve conducido a la automatización social.” Ven que el
formalismo no queda olvidado para siempre. Esto lo diría un formalista, es la
famosa ostranenie, la función estética permite liberarnos de esta
monofuncionalidad.
Sigue Mukarovský:
La función estética está en condiciones de conservar para el hombre que se enfrenta
al universo la posibilidad de un extranjero que visita países siempre nuevos.
En esta metáfora está el hilo del formalismo ruso, esto es la ostranenie, traducida en
este caso como desfamiliarización.
Sigue:
No existe acto humano ni cosa en la cual no pueda encontrar lugar la función
estética, incluso cuando estos actos y cosas sirven a otras funciones. Sólo la función estética
es capaz de mantener al hombre en situación de extranjero.
Vamos al caso del cine. El cine nació como, y sigue siendo, una industria.
Curiosamente, Mukarovský cree que el cine mudo había constituido su propio
lenguaje y esta evolución artística de la función estética en el cine se vio
interrumpida por el cine sonoro. Esto me parece errado, pero en fin. La fotografía,
por su parte, oscila entre la función comunicativa y la autónoma. Al principio se la
veía como una extensión de la pintura, finalmente la fotografía liberó a la pintura
de estas funciones documentales. Permitió que la pintura se desarrollara no hacia
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la función práctico comunicativa, documental, sino que siguiera su propio camino
en tanto signo estético autónomo en el siglo XX. La fotografía estaría siempre en
ese límite entre ser pura comunicación, un signo instrumental, y su otra función.
Hay momentos en los que la esfera estética se restringe y en otros se amplia. Por
ejemplo, a fines de siglo XIX tenemos el fenómeno del cual participan el
simbolismo, el dandismo, el esteticismo, donde lo estético ocupa grandes zonas de
la vida social, todo se vuelve estético. La vida, como decía Wilde, debe ser una
especie de obra de arte.
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El papel de la función estética en general, primero, socialmente hablando, es un
factor que puede ser de convivencia social o bien de diferenciación social. De
diferenciación porque diferencia a grupos sociales, un determinado objeto estético
puede aparecer en una clase social o grupo y en otros no. Socialmente, lo estético
sirve para diferencia grupos, las identidades de grupos.
Profesor: Sí, claro, pero lo que yo estoy hablando es que la función estética, al
acompañar a otra función, la refuerza, la hace más interesante. Incluso algunos
científicos hablan de esto, muchas veces entre una teoría y otra casi no hay
diferencias, salvo que una es más elegante que la otra, o más económica. Esas son
razones absolutamente estéticas. Quiere decir que a veces una teoría es más
convincente no por su poder de verdad sino porque es más elegante, más sintética,
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está mejor desarrollada, etc. Esos son todos motivos estéticos. La convicción de esa
teoría se ve reforzada por un valor estético.
En cuanto a las normas, hay una relación entre norma y valor. Evidentemente, me
parece que Mukarovský toma como paradigma de la norma la norma jurídica.
Fuera del arte, por ejemplo en la ética o en la moral, hay mayor valor cuando se
cumple con la norma. ¿Qué ocurre en el arte? Exactamente lo contrario. La norma
en el arte es un horizonte que está ahí para ser permanentemente violado. En el
arte la norma es la violación de la norma. O sea, hay más valor cuando la norma se
viola y se produce una nueva norma.
Ahora bien, las normas del pasado, el canon, ¿desaparece? No, porque para que
algo adquiera valor como violación tiene primero que afirmar la norma heredada,
el pasado. Es un doble gesto, por un lado, de afirmación hacia un futuro
normativo, pero al mismo tiempo de negación del pasado. Para negar la norma del
pasado vigente primero hay que afirmarla. Esta es otra de las antinomias
dialécticas de Mukarovský.
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otras que son más tranquilas, tienen más aquiescencia frente a las normas
establecidas. Con lo cual no quiero decir que las normas no varíen en el tiempo, las
normas que se repiten se cambian, la mera repetición efectúa el cambio.
Digamos, un acto repetido, me rijo por una norma, la aplico, pero resulta que en
algún momento la aplico de manera diferente, es la posibilidad de una variación
dentro de esa misma repetición. Hago lo mismo, pero siempre de una manera
levemente diferente. Esos serían los momentos de paz, cuando la tendencia es
respetar a la norma, por ejemplo, el clasicismo. Al clasicismo no se le ocurría que
alguien tenía que ser original, en el clasicismo la imitación, lo que yo en broma
llamo robo, era algo a valorar. Cuando algo copiaba al modelo más valor había.
Esto quiere decir que el arte clásico tendía al cumplimiento de la norma, lo que no
quiere decir que la norma se mantuviera siempre igual; variaba levemente. El caso
que siempre cito es el Cid de Corneille, que por cumplir con la norma de las tres
unidades tenemos el inverosímil que en las mismas 24 horas Jimena se enamoraba
del Cid, el Cid mataba a los padres de Jimena y ambos se terminaban casando.
Nadie consideraba que esto era inverosímil porque la norma era esa, todo tenía
que pasar en 24 horas, esa norma tendía a cumplirse, en este caso se cumplía, pero
evidentemente con cierto esfuerzo, lo que yo llamaría la variabilidad de la
repetición implícita en una norma, ¿se entiende?
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Bueno, cuando Mukarovský habla de la antinomia dialéctica de las normas lo que
señala es que la norma tiende a cumplirse sin excepción, pero, en el arte, son una
mera potencialidad regulativa u orientan la posibilidad de su violación. Entre estos
dos polos funciona la norma estética, que tiende a ser violada continuamente. Por
lo tanto, cualquier norma tendría una doble dirección:
A) Hacia el pasado, o sea e, horizonte o el canon estético de la que deriva, y
B) Hacia una posible evolución en cuanto ella es modificadora o transgresora de
ese canon vigente.
Les pido que repasen o vean la relación que establece Mukarovský entre las
normas y los grupos sociales, van a ver que en general la idea de Mukarovský es
que la norma dominante es la norma estética de la clase dominante. Y la clase
dominante suele ser más permeable a la norma estética, tiene mayor validez,
mayor difusión entre las clases dominantes, por lo tanto ahí la norma estética
evoluciona más rápidamente, cambia más rápidamente. En otros grupos no es tan
decisivamente importante la norma estética. Dice Mukarovský: “En las clases
populares la norma estética tiende a ser subordinada.” Predominan allí las
funciones prácticas o las funciones emotivas. Esto se ve, por ejemplo, en las
canciones ciudadanas, en el tango, donde la función estética lucha codo a codo con
la función sentimental, los tangos son llorosos.
Termino con el valor. Para Mukarovský, los valores, igual que las normas, son
absolutamente variables, histórica y socialmente. Pero en algún momento parece
que Mukarovský se asustó de este extremo relativismo en el que implícitamente
estaba su teoría y le pareció que la fenomenología le daba ciertos universales a su
teoría que de otro modo el fuerte historicismo en el que estaba no le permitía
anclar.
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¿Cómo explicar que hay obras que atraviesan el tiempo y siempre son valoradas?
Lo que algunos llaman las “obras eternas”, que no son tales, porque siempre hay
variabilidades en cómo se valoran esas obras. Mukarovský dice que las razones
hay que encontrarlas en el artefacto, no en el objeto estético, que es variable.
Quiero aclarar algo, y esto subráyenlo como un cuadro: cuando Mukarovský habla
de valores es lo mismo que estuviera hablando de significados. Exactamente lo
mismo, podemos intercambiar valor por significado, se confunden en
Mukarovský.
Los valores de los “grandes valores” de la literatura universal habría que buscarlos
en el artefacto, ¿cómo? Mediante una fórmula muy poco convincente que da
Mukarovský. Él dice que el artefacto en estos casos de obras valoradas
positivamente a lo largo de la historia de las letras universales se haya construido
de tal modo que atrae sobre sí la valoración extra estética de distintos contextos.
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constantes o la búsqueda de cierto universal en el mundo de los valores no han
tenido ningún éxito.
[Hacia el final de la clase se acerca la profesora Silvia Delfino para aclararles a los
alumnos presentes que ella se adhiere al paro previsto para el martes próximo.
Luego conviene con los alumnos en dar su clase de teórico-práctico el martes 29 de
mayo, después de la entrega de los parciales domiciliarios, en el horario normal de
TP, en el turno de las 21 horas]
Versión: Cristian Dé
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Cod. 17
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 22-mayo-07
Vamos a comenzar con la clase de hoy. Les había comentado ya que, como hay
huelga, tomé esa decisión que muchos otros compañeros de la cátedra han tomado,
y que es dar una hora de clase y hacer una hora de huelga simbólica. Y me pidió
también la profesora Leonora Djament que les avisara a sus alumnos que este
miércoles ella va a dar clase de prácticos.
Espero poder traerles para este jueves la lista de la bibliografía para el primer
parcial, que alguien me pidió a través del foro.
El otro día, cuando se cortó la luz, estábamos leyendo un texto de Girondo de 1920,
“Exvoto”. Y estábamos estableciendo una especie de puente entre algunos textos
de la antología a partir de la figura de la madre. Una especie de puente o de
relación que después, hoy, vamos a ver también cómo está vinculado con lo que
propone Tinianov en “Sobre la evolución literaria”. Y a través de esta figura de la
madre, obviamente siempre a partir de la palabra “madre” que está en los textos,
que es un dato inmanente en este texto, y que se vincula con otras madres que
aparecen en otros textos de la poesía argentina: hemos leído un fragmento de un
poema de Lugones de 1910 –allí ustedes recordarán que la figura de la madre es la
figura de una jefa de familia, en un lugar jerárquico muy claro y muy expuesto en
esa estrofa.
Y estábamos leyendo “Exvoto”, con esa dedicatoria a las “chicas de Flores”. Lo voy
a leer de nuevo para retomar el flujo del texto de Girondo que es muy particular
por la organización rítmica. Aunque se presenta como una prosa, es una prosa
poética, y tiene el ritmo como principio constructivo, de organización y de ligazón
1
entre las palabras. Como decía el texto de Derrida que citábamos en la primera
clase, nuestra tarea como lectores y como analistas es esta tarea de ligar, en el caso
de la poesía, a partir de las vecindades y aproximaciones que propone el ritmo, es
decir estas repeticiones, estas intensidades que van marcando una manera de abrir
sentidos –ésta sería la propuesta que hace Tinianov cuando finalmente dice que no
sólo el material es formal sino también el significado es formal. No podemos hacer
esta vieja dicotomía fondo/forma sino que la forma se nos presenta como ese dato
inmanente de cuya construcción podemos llegar a un sentido, por lo tanto esta
importante afirmación de Tinianov según la cual el contenido es también formal.
Con ello se disuelve esta vieja dicotomía de la crítica previa al formalismo.
El texto de Girondo contiene una fecha abajo: Buenos Aires, octubre de 1920.
Funciona como la fecha de producción del texto. Dijimos que el poemario donde
este texto aparece se llama Veinte poemas para ser leídos en el tranvía y es de 1922. Es
decir, doce años después del texto de Lugones que veíamos la semana pasada.
[La profesora lee el poema completo]
Este texto, supongo, les sonará mucho más cercano que el texto de Lugones de
1910, y, como decíamos, son sólo doce años los que lo separan de aquella señora
aseada y con pacíficas trenzas. ¿Qué es lo que hace que parezca más cercano a la
poesía de hoy?
Fíjense que el texto presente una especie de mirada radiográfica que corta el cuerpo
descrito: un cuerpo oprimido, un deseo aprisionado en el cuerpo de las muchachas
de Flores. En ese sentido, yo siempre digo que la mirada del yo del poema es una
mirada compasiva; también es burlona, es humorística, eso está claro, pero
evidentemente es compasiva con un deseo sofocado y propone la liberación de esa
sofocación.
2
Quizás la palabra que con más claridad o con mayor compacidad –diría Tinianov–
nos lleva a pensar esta sofocación es la palabra corsé. Y uno podría decir: es el
corsé del imaginario, el corsé del mandato social que pesaba sobre la mujer de la
época. Por eso también estas mamás que aparecen acá.
Alumna: La mención al corsé también se puede pensar desde el deseo del hombre.
Sería el hombre el que, en su deseo, recorta ese elemento del corsé y lo subraya,
como fascinado por él.
Profesora: Sí. Ambas cosas. En el texto de Girondo está apareciendo esta palabra
corsé y uno puede pensar, desde la óptica del deseo masculino, como un fetiche
ahí. También, sin duda, porque el texto lo permite, se puede pensar el corsé desde
la óptica femenina y, en este caso, desde un doble ángulo: algo que aprisiona o que
mantiene controlado el cuerpo (de acuerdo con la voluntad de las mamás) y algo
que sofoca (desde la óptica de las chicas).
Cuando Girondo vuelve a Buenos Aires, publica una edición de bolsillo y muy
económica de este libro, una edición que hace verosímil al título mismo del libro,
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Ahí sí el texto, en edición de bolsillo, es
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escandaloso –todo lo que hizo Girondo fue bastante escandaloso. La primera
edición, la francesa, era paradójica: el título decía “para ser leídos en el tranvía”
pero la edición, muy grande, no era exactamente para cargar en el tranvía. La
segunda edición, que además tiene en la tapa impreso un “25 centavos”, ya es otra
cosa.
Pero volvamos a las madres. Yo les decía que llamaba la atención la manera en que
se grafica la relación entre la madre y las hijas en el paseo. Dice: “a remolque de
sus mamás”. Y yo llegué a plantear una relación entre ese “remolque” –que es una
imagen muy visual– a partir de las posiciones sintácticas del yo femenino que
aparecen en los textos de Alfonsina Storni que ustedes tienen en la antología:
“Oye”, de 1919, donde el “yo” de la primera estrofa se va aniquilando a lo largo
del poema hasta quedar siendo un “me”, un objeto directo “a remolque” de un
sujeto.
Y, si uno se detiene en esa palabra corsé y la lee en relación con el mandato social,
estas madres actúan como custodias de este mandato. Por eso la burla del texto.
Son madres como las del texto de Lugones, nada más que acá eso está puesto en
ridículo y, por ende, en discusión.
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En el texto de Aldo Oliva, decíamos, la figura de la madre aparece de un modo
también poco convencional, en este caso asociada a la figura de una lavandera, una
vieja lavando ropa. Dijimos que el texto no explicita si es la madre quien lava o si
es la visión de una lavandera que trae a la mente la imagen de la madre muerta,
pero evidentemente están identificadas, eso desde la ligazón entre el título y la
dedicatoria bien al comienzo del poema.
Por lo tanto, es otra forma de visión, diferente a la del texto de Girondo y, desde
ya, a la de Lugones. Acá lo que aparece en primer plano reivindicado es este lugar
de la lavandera. Como si fuera la última de la cola del grupo de Lugones, acá es
puesta en primer plano. La última se vuelve la primera, la homenajeada en el texto
de Oliva que, por lo tanto, también deja de considerar los cuerpos en esa jerarquía
de clases sociales, deja de acatar esa jerarquía que planeta el texto de Lugones y
ridiculiza el de Girondo. La forma en el poema de Oliva de no acatarlo es poniendo
aquella figura que sería la última de la jerarquía en el centro del poema.
Esta especie de recorrido que hicimos me interesaba porque nos vuelve a poner en
contacto con esto que propone Tinianov de la imposibilidad del estudio inmanente
del texto poético –o sea la imposibilidad de aquello que proponía los primeros
formalistas, Sklovski y compañía, grupo del que Tinianov formaba parte en la
Opojaz. Ustedes ya saben que había dos círculos: la Opojaz y el Círculo de Moscú.
En el círculo de Moscú estaba Jakobson. Y luego se produce un cruce entre
Jakobson y Tinianov; trabajan juntos, investigan juntos. Jakobson es quien aporta la
teoría de Saussure al escenario del debate ruso. Y Tinianov se corre de la propuesta
primera del formalismo y toma de los estudios lingüisticos surgidos a partir de
Saussure la noción de “sistema” y la noción de “función”; también, parcialmente,
la noción de “estructura” que aparece en algunos textos de Tinianov.
Pero les quiero recordar algo de otro texto de Tinianov, “Sobre la evolución
literaria”, que es de 1927 –el texto que estamos viendo nosotros es del ’23. Allí dice
Tinianov:
¿Es posible el estudio inmanente de la obra concebida como sistema y que ignora sus
correlaciones con el sistema literario? Aislado de la obra, este estudio se bate en una
abstracción semejante a las que surgen del estudio de los elementos particulares de la obra.
La crítica literaria lo utiliza frecuentemente y con éxito para las obras contemporáneas,
porque las correlaciones de una obra contemporánea constituyen hechos previamente
establecidos a modo de presupuesto. (Acá Tinianov considera la correlación de la obra
con otras obras de autor, con un género, etc.). Pero, en realidad, ni aun la literatura
contemporánea puede ser ya estudiada aisladamente.
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Nosotros vemos estos poetas acá, la mayoría de ellos parte de la poesía
contemporánea aun cuando algunos escribieron en los años veinte. Pero aún
cuando se trata de una franja muy acotada de tiempo, muy estrictamente
contemporánea, no puede estudiarse una obra sin sus correlaciones con otras
obras.
Y esto se expande no sólo a las otras obras sino al famoso byt, a la vida. Tinianov,
entonces, dice ya claramente que la literatura y el byt están en correlación. Y lo que
lo que él llama producción verbal es aquello que desde la obra nos sirve para
plantear relaciones con lo que está fuera de la obra. Por ejemplo, esto que
acabamos de hacer: esta relación de la aparición de la palabra “madre” o “mamá”
en los distintos poemas, en sus distintos contextos de aparición, y el afuera del
poema con los distintos usos y jerarquizaciones sociales que se reconocen a través
de estas palabras. Así, uno puede partir de la organización de Oliva a propósito de
esta palabra y pasar a las otras organizaciones donde la misma cumple diferente
función.
O sea que en los sesenta circula bastante la primera obra de Girondo, la obra
urbana; en los setenta la etapa final de su obra (En la masmédula) comienza a ganar
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lectores. Y en los ochenta, a partir de los neobarrocos –Arturo Carrera y otros– la
obra de Girondo pasa a ser central y va a funcionar como disparador para muchas
obras poéticas de poetas contemporáneos.
Volvemos. Lo que quería destacar es esta cita de Tinianov, esto que dice en 1927,
que viene muy bien para estas constelaciones que estamos armando. Hay algo que
ya se le hace evidente a Tinianov en 1927, y que también está en el librito que
ustedes están leyendo –“El sentido de…”–: esta importancia del ritmo y esta
imposibilidad del estudio inmanente de la poesía.
Al final de este parrafito que yo les estaba leyendo sigue el famoso ejemplo de las
cartas:
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desde el comienzo. En cambio, las cartas intercambiadas con algunas novias en
Viena sí, fueron cartas privadas, un intercambio epistolar privado.
Entonces, no sólo función verbal sino también, habíamos visto, orientación. Son las
dos formas, o las dos primeras formas, a través de las cuales Tinianov se permite
pensar la relación entre lo que es texto y lo que no lo es, o entre un texto y otro.
Dijimos que la elegía de Oliva estaba orientada a la elegía, entra en relación con la
tradición de la elegía –para contraponerse o no–; lo importante es entonces esta
orientación del material a otros textos y hacia fuera de lo que es texto.
Alumna: En el caso de Girondo, sería un poema en prosa que tiene algo de poético
y por eso se orienta…
Profesora: No. No es que “tiene algo” de poético: es poético. Por eso la importancia
del ritmo, que está ahí. Si ustedes se ponen a trabajar cómo una palabra se va
dando en la otra, cómo aparece en determinadas líneas la repetición de un sonido,
de una consonante, como cuando dice “transmitirse sus estremecimientos”, o
también ciertos juegos con el sonido bilabial /b/, ahí van a constatar que en este
texto el ritmo es el principio constructivo.
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el mismo uso o la misma presencia. Acá los espacios en blanco son mínimos, entre
párrafos, y están como recordando que esto no es una prosa corriente.
En “Exvoto”, que es prosa poética o poema en prosa, el ritmo, les decía, constituye
el principio fundamental. Si ustedes hacen un análisis de las repeticiones, van a ver
cómo se realizan estas, como yo digo, intensidades por repetición. Hay zonas
donde se repite un elemento u otro. Y esto ocurre no sólo en cuanto al sonido (la
repetición, decíamos, de una consonante o una serie de consonantes) sino también,
dice Tinianov, en cuanto al sentido: familias de palabras, campo semántico.
En relación con esto habíamos visto, en el texto de Oliva, cómo de repente hay
zonas del poema donde las palabras son todas de un campo semántico
determinado y, en otro lugar, de otro campo semántico.
Otro ejemplo de ejercicio de la función verbal para conectar los textos es relacionar
el poema de Oliva, “Vieja lavando ropa”, del que vimos que inmediatamente
después del comienzo se contrapone a un registro vulgar un registro culto (pífano,
fronda), y después vuelve a aparecer ese registro coloquial de la mano de palabras
como trapos y mierda.
Decía, entonces, que otro ejemplo de ejercicio en este sentido sería contraponer o
conectar este poema con otro texto de Alejandra Pizarnik que está en la antología,
un texto que es anterior al de Oliva. Está en la página 3 de la antología. Es un texto
de Los trabajos y las noches, un texto de 1965. Alejandra Pizarnik empieza a escribir
en esta zona; los primeros dos libros son de 1956 y 1958, y son libros que hoy casi
no se recuerdan porque son como de ensayo o de preparación de la palabra propia
de Pizarnik que va a quedar muy en claro en los libros posteriores. En cierto
sentido, aquello que identifica a la poesía de Pizarnik, esa “palabra propia”,
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empieza a darse en 1962 con la aparición de Árbol de Diana y en 1965 con Los
trabajos y las noches.
Los llevo entonces a este poema. Fíjense que es bastante cercano a “Vieja lavando
ropa” ya en su título: “La verdad de esta vieja pared”. Hay una palabra que se
repite en ambos, ¿no? Éste es el título, que aparece en la edición original todo en
letras mayúsculas, y luego tenemos el poema:
Esto es un ejemplo de verso libre. Aunque hay un atisbo de patrón rítmico para
distintos versos (hay, más o menos, cierta métrica fija de un verso a otro), de todos
modos es verso libre, porque esto no es tan estricto. Sobre todo con la aparición de
ese “hilos” que está ahí, colgando en medio del poema.
¿Por qué digo que puede relacionarse con el poema de Oliva? Por el título pero
también por lo que viene después. ¿Aparece la palabra “pared” en el texto?
Alumna: No.
Profesora: No. Fíjense cómo el título, que funciona casi como un primer verso, está
todo montado sobre repeticiones de las vocales /a/ y /e/. la-verdad-de-esa-vieja-
pared. Que son dos vocales fuertes, abiertas. No hay ninguna /o/ en ese verso,
siendo que la /o/ es una vocal muy frecuente en castellano.
¿Aparece la palabra “pared” en el texto? Me decían que no, pero ¿qué aparece en
su lugar?
Alumna: “Muro”.
Profesora: Así es. ¿No llama la atención eso? El título “promete” hablar de cierta
cosa, y aparece algo que no es exactamente lo mismo. Es otro registro. En esa
oposición pared/muro tenemos la misma oposición que veíamos en el texto de
Oliva. “Pared” es la palabra que usamos en el lenguaje corriente, del mismo modo,
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más coloquial aun, que usamos “vieja”. Y “muro” es una palabra de registro culto
literario. No funciona, desde ya, igual que “pared”.
Y ese contraste entre “pared” y “muro” es importante para pensar qué pasa en el
este texto, qué pasa con la verdad de esta vieja pared –en donde resuena también
un tango llamado “Vieja pared del arrabal”. Es como una entrada a lo popular y a
lo coloquial de la cual el texto después se desdice completamente, no sólo se
desdice este poema sino todo el libro. Y lo mismo en Árbol de Diana. En los dos
primeros libros, en cambio, la palabra de Pizarnik aparecía mucho más
contaminada por el entorno, por lo que se producía en la poesía de los años
sesenta, en esa generación de lo que se llamó “poesía social”. La relación con la
lengua coloquial, típica de esa poesía social, aparecía más fuerte en esos dos
primeros libros. Ustedes pueden encontrar, por ejemplo, una remisión a una
“camiseta”, palabra que nunca más volvió a aparecer en el texto de Pizarnik, el
cual pasó poco a poco a tener este registro alto, culto, diferenciándose del contexto
y de poetas que eran muy importantes en el momento en que Pizarnik está
escribiendo, como por ejemplo Juan Gelman. Ustedes sabrán que la poesía de
Gelman tiene un amarre coloquial muy fuerte.
Digo, esto puede ser una lectura: trabajar la función verbal en relación con los
textos que se producen en ese mismo momento, viendo cómo contrasta o cómo se
aproxima un texto particular respecto de ellos. Lo que es evidente es que
encontramos este mismo juego en el poema de Oliva, en ese título fuertemente
coloquial para luego adentrarse en un registro culto y literario, que además
tematiza lo literario (porque vimos que el poema de Oliva habla de la “obra”).
Y también se puede seguir trabajando esta relación entre la /m/ y las otras
consonantes. En todos los textos de Pizarnik este “dibujo del poema” es muy
importante. Podemos entonces pensar la relación de la /m/ de “muro” con la /p/ de
“pared”, teniendo en cuenta también que “pared” es anagrama de “padre”, y que
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la /m/ de “muro” es la misma de “madre”. Nosotros trabajábamos la figura de la
madre en varios poemas, y hay que decir que ésta es también una figura muy
fuerte en la poesía de Pizarnik (no en este poema). En el texto de Pizarnik también
hay un cortejo de mujeres: damas, muñecas, autómatas. Entonces, uno puede
pensar también en este contexto por qué “pared” aparece en el contexto de
arriba/del título y no es vuelta a repetir, y sí en cambio esa insistencia en la /m/.
Alumno: Es notable cómo en el primer verso –“es frío es verde”– ya no nos sirve de
mucho el título porque ya no hay concordancia de género ni con la “verdad” ni con
la “pared” que son de género femenino.
Este texto da para trabajar muchísimo; yo lo estoy dando acá para remarcar esa
constelación con el poema de Oliva. El texto también tiene zonas de primacía casi
absoluta de la vocal /a/: llama jadea grazna, y una vocal que aparece plenamente
allí y después desaparece rotundamente. Eso, sin duda, es una intensidad –alguien
el otro día me preguntaba qué es eso de las intensidades. En medio de un texto
muy breve en donde prima el género masculino y la /m/ como murmullo y otras
vocales (e, o, u), irrumpe de repente en el medio esta continuidad de la a en tres
palabras: llama jadea grazna. Son sonidos fuertes, los de la “ll”, la “j” y la “g”, en
donde se aloja la a como columna de esas tres unidades semánticas que
evidentemente están puestas en relación una con otra y separándose del resto del
poema –y volviendo al título, por la a justamente.
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Profesora: Sí, todo el tiempo. La rima interna es aquello que está, dentro de lo que
es el ritmo como principio constructivo general, el principio que está construyendo
este poema. Sí, sin duda. Después vamos a ver cómo despliega Tinianov las
condiciones máximas de ritmo y las condiciones mínimas de ritmo. Entre las
condiciones máximas están todas las formas de rima, desde la consonante, la
asonante, la rima interna. Son todas formas de la repetición y, como vimos, la
repetición hace el ritmo. Ésta sería la definición más desnuda del ritmo que da
Tinianov: repetición. Toda forma de repetición es ritmo. Y ahí puede haber desde
rimas hasta, como decíamos antes, repeticiones de palabras de un mismo campo
semántico, aun cuando esas palabras se escriban de manera totalmente ajena unas
a otros, como “pared” y “muro”): también hacen al ritmo. Hacen una melodía. Eso
es lo interesante en Tinianov: el sentido también forma un tono, una nota del texto
poético.
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Al decir esto Tinianov nos está diciendo que en la prosa también hay ritmo, sólo
que allí aparece subordinado, no es lo dominante. Por eso, la poesía se acerca
muchas veces a un sinsentido –como va a decir Kristeva. Se acerca a una repetición
balbuceante. Y aparece otra forma de significar, una forma que Kristeva va a
llamar significancia.
Entonces, uso y discurso son fundamentales para Tinianov. Como les había dicho,
la Opojaz termina quebrándose –también el Círculo de Moscú– con el estalinismo,
y los formalistas ya no pueden trabajar. Entonces, aunque permanezcan en Rusia,
cambia su trabajo, ya no pueden seguir produciendo teoría con los parámetros del
formalismo. Y Jakobson se va a Praga y se interna en el Círculo Lingüístico de
Praga donde está también Mukarovský. Jakobson luego sigue viajando, se va a los
Estados Unidos.
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Y también aparecen allí, en Tinianov: las repeticiones de palabras, las repeticiones
de estructuras sintácticas (paralelismos sintácticos), las repeticiones de unidades
del mismo campo lexical (eso que veíamos en Oliva, por ejemplo las palabras del
registro médico o medicinal en ese poema; nosotros vimos específicamente el caso
de esas palabras como “drenar” y también “sanitarios”, y vimos que esas palabras
pueden perfectamente tener otra acepción que las saca de ese determinado campo
lexical y las traslada a otro que también funciona en el poema).
Versión: Cristian Dé
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Cod.13
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 24-mayo-07
Buenas tardes.
El primer aviso que tengo es sobre el parcial, que se entrega la semana que viene.
Me dijo Panesi respecto de los textos a leer que consideren toda la bibliografía
obligatoria presente en el programa. Poesía entra para el segundo parcial, no para
éste.
Esto es importante para después trabajar la relación con otros textos como el de
Barthes sobre la escritura poética, que van a leer después de Kristeva. Ahora,
después de Tinianov leeremos a Kristeva, y posteriormente el texto de Barthes
junto con uno de Derrida sobre Mallarmé. Son textos muy breves y están editados
juntos.
1
En su texto Barthes, igual que Bajtín cuando intenta hablar de la poesía, es como si
le pidiera a la poesía determinados rasgos de la prosa. Definen la poesía por lo que
tiene o no tiene según la prosa, y no en cambio esto que planeta Tinianov, que es
buscar una forma de funcionamiento en uno y en otro lenguaje y describirlos de
manera diferenciada.
En el librito este yo les decía que en el primer capítulo Tinianov se ocupa de dar
cuenta muy acabadamente de todo lo que significa el ritmo, todas las posibilidades
del ritmo en su versión más amplia, las cualidades del ritmo que habíamos
empezado a enumerar en clases pasadas como lo hace Tinianov en ese primer
capítulo, el cual no vamos a leer, donde trabaja, igual que en el segundo pero
mucho más complicado de entender, mucha terminología y ejemplos rusos.
Habíamos dicho que Tinianov llega en “El hecho literario”, de 1924, a esa
conclusión que termina con la dicotomía fondo/forma cuando dice que el sentido
también es formal.
Alumna: ¿Vamos a ver términos tan técnicos como por ejemplo “indicios”? Porque
no lo entendí.
Profesora: Sí, ahora los vamos a ver.
2
Después, las rimas, habíamos nombrado tanto de final de verso consonante o
asonante como rimas internas. Habíamos visto para esto el texto de Girondo
“Exvoto”, construido a través de rimas internas, de palabras que se llaman unas a
las otras mediante las repeticiones de rimas internas.
Finalmente, les había dicho yo que Tinianov dice de forma contundente que todo
ritmo es repetición. Por lo tanto, la repetición es la base de la organización poética.
El caso del verso libre funciona justamente de esa manera, hay una primera
entrada de un verso que supone para el lector la llegada de otro igual, y esto en
cambio es quebrado y aparece un verso más corto, entonces, está negando esta
aparición previsible y sobre esa negación es que se funda el verso libre. Por esa
negación de la expectativa que generan cada uno de esos versos.
Todas estas características que dimos serían las condiciones máximas desplegadas
del ritmo, no se tienen desplegadas todas al mismo tiempo. La condición mínima,
dice Tinianov, la mencionamos en la primera clase, es la disposición en verso; en el
sentido de lo importante de este encuentro tipográfico y sonoro con el silencio o
3
con el blanco de la página. El blanco para Tinianov cumple además una función
energética, carga de energía aquello con lo cual se corta.
Entonces, se había dicho por ahí que en el poema que leímos de Pizarnik aparecía
“mueve” y “muere” en los dos únicos versos largos que había en el poema, y que
sobresalían porque quedaban rodeados de blanco. Inmediatamente el ojo hace esta
relación entre estas dos palabras, una del primer verso y la otra del último, en
posición evidenciada de final de verso, repitiendo, igual que “tropos” y “trapos”,
casi los mismos elementos materiales, con una ligera variación de consonante.
El texto de Girondo no era una disposición en verso, sin embargo, tenía ciertas
características de esa disposición. Habíamos dicho que había unos párrafos que
funcionan a la manera de estrofa, después un espacio en blanco y otra más, y
después otro espacio en blanco, con lo cual esa condición de lleno que tiene la
prosa tampoco se cumple en el texto de Girondo, que es un poema en prosa. Parece
entonces cruzar ambas características, pero, como tiene al ritmo como principio
constructivo, sigue entrando dentro de los moldes que Tinianov llama condición
mínima para que exista el poema.
Esas desinencias, esas flexiones, no sólo para masculino/femenino sino para los
verbos también, el “cundo” que aparece en el texto de Oliva por ejemplo, “cundo
destrucciones”, ese verbo no se utiliza nunca en primera persona del singular,
entonces, esa flexión de la primera persona del singular, totalmente arcaica e
inusual, se vuelve casi un neologismo para nosotros, vemos ese “cundo”, vamos al
diccionario y vemos que cundir no se usa nunca en primera persona del singular.
Entonces, esa flexión del verbo también se vuelve un elemento rítmico importante.
“cundo”/“amo” es lo que rima internamente en esa zonita del poema de de Oliva.
4
Otra particularidad que tiene ese poema es que independiza, al mismo tiempo que
establece las conexiones sintácticas, las palabras de esa ligazón. Hay otro verso de
Pizarnik que yo siempre cito que es “Extraño oficio de recién llegada”; lo
importante aquí es este “extraño oficio”, donde por un lado hay una relación de
adjetivos para con este sustantivo, los dos concordando en masculino, pero al
mismo tiempo esta primera palabra en condición evidenciada, rodeada de blanco,
también puede pensarse, puede leerse, como una primera persona del singular:
“[Yo] extraño [el] oficio de recién llegada”, con lo cual ahí estamos en el indicio
fluctuante, como recién preguntaban, todo el tiempo acá estuvimos tratando de ver
esas condiciones de sentido que hace posible el poema por estas características
particulares, esta capacidad de que “extraño” sea al mismo tiempo verbo que
adjetivo o que “sanitario” sea al mismo tiempo el videt o el inodoro y lo referente a
la salud, lo médico. Eso sólo es posible por el contexto poético, esos son indicios
fluctuantes. Ahora volvemos sobre eso.
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“sanitarios”, “drenar”, “consanguíneo” y “sangre”. “Sangre final”, al igual que
“poetudo”, también establece una serie de rimas con cosas no dichas, en este
contexto “sangre final” con enfermo terminal, aparece ahí la muerte, está rodeada
de muerte toda esa zona. Entonces, esta última parte del texto insiste en algo que
tiene que ver con la enfermedad, con la medicina, con el cuidado o no del enfermo.
Esto no lo dice Tinianov pero es una conclusión a la que uno llega al leer a
Tinianov, el diccionario siempre opera por contextos excluyentes, en este contexto
tal palabra significa una cosa y en este otro contexto otra; la poesía hace lo
contrario que el diccionario, hace que pueda ser posible que lo que debería
funcionar en contextos excluyentes confluya en un mismo elemento por obra del
contexto poético.
Por supuesto, de eso que es un registro colectivo podemos llegar también a los
registros individuales, donde una palabra está cargada de subjetividad de acuerdo
a la historia de cada uno.
Luego el matiz léxico o genético dice Tinianov, que es el que se relaciona con los
contextos o géneros discursivos, como dirá Bajtín. Bajtín es quien en el ´53 trabaja
6
sobre los géneros discursivos, plantea esta homogeneidad de la lengua, la lengua
para él no es homogénea, como también va a decir Mukarovsky en la década del
´40 en “Función, norma y valor estéticos como hechos sociales” hablando de la
norma. Para un chico de 20 años la música no es lo mismo que para un hombre de
50. Los registros sobre la música son diferentes, las normas con las que evalúa la
música son distintas. Es una de las tantas variables la generacional en relación con
la norma estética decía Mukarovsky.
Después está el matiz léxico literario, que a nosotros nos toca muy de cerca porque
tiene que ver con la historia que arrastra una palabra por haber aparecido en
distintos contextos literarios. En el caso de la poesía, en la cual la materialidad de
la palabra es tan importante, hay muchos poetas que han puesto como una marca
sobre determinadas palabras, por ejemplo, la palabra “náufraga” o la agrupación
“niña muerta” suena a Pizarnik. Quien haya leído mucho a Pizarnik sabe que hay
como una especie de pertenencia sobre esto, o quien leyó mucho a Perlonger
“rimen” y “bretel” son palabras imantadas por su escritura. Esas palabras, en este
sentido, ya no son más inocentes. Alguien que quiere escribir un poema y pone
“niña muerta” tiene que tacharlo. Eso es Pizarnik. Hay que trabajar sobre eso
después si quiere escribir con eso otra cosa.
Después el matiz dialectal. Esto es muy fácil de entender para nosotros, que
tenemos el habla del porteño, el lunfardo. “Laburo” es una palabra dialectal que
utilizamos cotidianamente, “la cana” es otra. Hay miles realmente, el “bondi”, en
fin, toda esa jerga dialectal del hablante de Buenos Aires.
7
término que inventó Tinianov porque precisamente no es estable, porque
solamente aparece en ese momento, en esa armadura rítmico-constructiva que es el
poema. Luego se disuelve. Es un indicio fluctuante, inestable, que tiene que ver
con la organización rítmica. Ya vimos el ejemplo de “sanitarios”, que puede a la
vez tender hacia dos significados. A esto lo llama Tinianov semántica imaginaria.
Después de hacer esta exposición Tinianov empieza a hablar de los efectos que se
generan por estas características de la composición poética. Habla de
dinamización, contaminación, semántica por ritmo. Dice que la palabra en poesía
es palabra dinamizada, reforzada en general por el ritmo, que disimula algunas
palabras y aproxima otras, generando esta semántica imaginaria.
En la página 108 plantea que el efecto particular de la poesía surge por la función
rítmica de las repeticiones. Entonces, ritmo y repetición aparecen como un bloque
que generan esta semántica imaginaria.
Otra posibilidad son los neologismos como “estruje”, de Oliva. Él está todavía muy
cercano al estrujar, pero en los textos de Girondo van a encontrar neologismos
creados a partir de la fusión de distintas palabras. En el “Tan tan Yo” el yoyoyeo
de Girondo, donde se va a jugar esto.
Otro efecto es: semaciologización. Una larga palabra. Allí está hablando
específicamente de la posibilidad de determinadas unidades que en la lengua no
tienen significado, como las preposiciones, o los mismos fonemas, o las
8
consonantes, en el caso de la /m/ de “muro” que vimos; adquieren dice él
“apariencia de significado.” Es decir, por esta organización rítmica y por todo este
contexto podemos llegar a relacionar estas vocales, o consonantes, con un sentido.
Eso es la semaciologización para Iuri Tinianov según leemos en este texto.
Esta oposición de /a/ con /o/ que habíamos mencionado como tan fuerte es uno de
los ejemplos posibles para esto, o la /v/ de Vallejo repetida tantas veces, porque la
/v/, como letras y en tanto sonido no tiene ningún sentido, simplemente es un
elemento de la lengua que se define por su oposición relacional con los otros
elementos. En cambio, en el texto de Vallejo esa /v/ repetida y con todo el contexto
pasa a apuntar al sexo femenino, a jugar con esta posibilidad en esta apariencia de
significado que dice Tinianov adquieren estos elementos.
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Hoy a nosotros esto nos suena terrible, pero era el canon de la poesía de la época.
El texto este no hace sino respetar punto por punto el canon de la poesía de la
época escrita por mujeres. Si ustedes ven hasta el final, la primera estrofa marca la
aniquilación del Yo gráficamente como sujeto activo, se va predicando por todas
negaciones. “Sólo sabré amar” dice, sólo en relación con el otro que aparece
después, el amado. Por eso después aparece ese “me” objeto directo, otra vez ese
juego de las posiciones sintácticas como significativas en el poema, dice:
Y este “mendigo” lo podemos relacionar con el poema de Pizarnik que les puse y
que se llama “Mendiga Voz”. Parecería que Pizarnik se estaba despidiendo de la
lengua coloquial, de la poesía de la generación del ´60. Fíjense cómo el texto de
Alfonsina pone bien en claro cuál es la cuestión cuando dice “Pero no; te acurrucas
en mi pecho / y me velas la voz”. Y al final lo llama “pesado moscardón”. No es
sólo el sueño, sino también esta rima machacona, “on”; “on”, rima consonante, que
es una vieja retórica de la cual se desvía Alfonsina en “Torre”, de 1934, texto que
tienen en la misma página de la Antología.
Pero lo importante es este “me velas la voz”. Entonces, si ustedes leen los cuatro
poemas y hacen el análisis pormenorizado van a ver este seguimiento de una voz
de mujer que está rompiendo con determinados cánones. La voz velada, y hay un
trabajo para desvelar esa voz velada.
Digo: “mendigo”, por qué no podemos pensar que allí tenemos ese decir velado,
ese decir en Men/digo. Ese “digo”. Hay un digo en primera persona que está
10
velado. Está recortado, como encapsulado, en otra voz. Después Pizarnik dirá
“Mendiga voz”, lo pone en femenino ya, con lo cual otra vez esto tan importante
en Pizarnik que es el relato del género.
Después, en otro recorte, en la página anterior, siguiendo con el mismo eje, donde
hay un texto de Pizarnik del ´72, la voz aparece dicha desde afuera: “Serás
desolada y tu voz será la fantasma”. Otra vez tenemos este juego de poner lo
masculino en femenino, con lo cual es una palabra inventada esta, con el género
femenino. Aparece esto como un mandato que viene desde afuera, como un
mandato bíblico.
Después el texto de Thénon del ´87, donde ya el juego va a ser mucho más abierto.
Aparece un diálogo que estructura todo el poema:
Una voz que insiste en este grito de la mujer, la otra voz que insiste en acallar esa
pregunta a lo largo de todo el poema, lo cual tiene muchas lecturas posibles.
Fíjense en Alfonsina, iba yo a esta posibilidad que nos da el texto de una palabra
que aparezca metida dentro de otra, el “digo”, que además es muy fuerte, porque
esta obsecuencia con el canon de Storni que está en “Oye” se modifica totalmente.
Es un decir mendicante el de estos primeros libros de Alfonsina, y hay un combate
interno en la voz de esta poeta entre esa voz velada y la voz que se revela.
11
ocupan las palabras, pro estos juegos de repeticiones que aparecen como
relevantes.
Bueno, entonces, para la próxima por favor lean el texto de Kristeva “El sujeto en
cuestión” y los textos de Carrera que siguen a los de Oliva en la Antología, “el
escriba que lee”, “El escribe escribe” y “Casa nervi”. Muchas gracias
Versión: Cristian Dé
12
Cod. 26
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 29-mayo-07
Vamos a comenzar hoy a trabajar con los textos de Arturo Carrera que tienen en la
antología, para luego, en la segunda parte de la clase, tomar los planteos teóricos
de Julia Kristeva en ese artículo que les indiqué como lectura obligatoria, “El sujeto
en cuestión”.
El primer poema es “El escriba relee” [La profesora lee en voz alta los dos poemas].
El segundo, “El escriba escribía”, es muy cercano al anterior incluso desde el título;
ambos dialogan. A decir verdad, todos los poemas del libro, y de cualquier libro de
poesía, dialogan entre sí, pero en este caso ese diálogo es mucho más explícito por
esta proximidad de los títulos y de la construcción misma de cada poema.
¿Qué cosas podrían destacar ustedes como elementos relevantes o como estas
intensidades de las que hablábamos a partir del texto de Tinianov?
1
En los dos textos hay una repetición de composición, gráfica y sonora. Los dos
textos están repitiendo este dibujo, y vamos a ir viendo qué nos dicen estas
intensidades de la repetición rítmica.
Primero, los títulos. Por un lado, ambos títulos están haciendo alusión a un
personaje: el escriba. Y el escriba realiza dos actividades, releer y escribir, que están
obviamente en relación con la actividad de la poesía.
Y pasa que hay determinadas palabras que son atraídas como un imán por estos
sonidos o estos grafemas. El poema coloca, primero, los sonidos sueltos; no hay
palabras. Después, como dice Tinianov, esos sonidos se van a cargar de ciertos
sentidos. Es como una especie de proceso un poco maquínico de semasiologización
donde se van impregnando de determinados sentidos.
La rr del primer poema aparece repetida dos veces y en dos líneas consecutivas,
acompañada de la vocal o: rr o rro / rr o rro, y a partir de ahí surgen las distintas
posibilidades de sentido en palabras que llevan ese sonido. Pero hay en el poema
una palabra que aparece dos veces, y en un caso aparece incluso relevada por
signos de exclamación. ¿Cuál es?
Alumno: ¡Ahorra!
Profesora: Así es. En el primer texto hay, entonces, una señalización, hay un envío
hacia esa palabra. Después todo el libro se va a encargar de desplegar sentidos en
torno a este significado de la palabra “ahorro”.
Lo primero que hay que decir a este respecto es que la idea de ahorro está en
contraposición con la idea que surge de la noción de potlach, es decir del título
mismo del libro. Y potlach es como un emblema de la poesía de Arturo Carrera.
Porque Carrera es un poeta neobarroco, y el neobarroco de alguna manera
2
promueve la literatura del derroche, del gasto improductivo. Potlach es la
denominación de una forma de economía que se daba entre distintas tribus
americanas del norte de los Estados Unidos y de Canadá, que fueron estudiadas
por un antropólogo francés, Marcel Mauss, muy leído por el filósofo francés
Bataille –a quien cita Carrera en este libro. Probablemente Carrera haya llegado a
Mauss a través de Bataille.
Esto es, básicamente, lo que define esta forma de intercambio, que es una forma de
economía pero también la forma de determinados rituales. Como les dije, Bataille
fue lector de Mauss y retomó esta problemática del don en varios textos específicos
uno de los cuales es el que cita Carrera. Y ésta es una característica de la poesía de
Carrera: continuamente cita. Es una poesía con pliegues –por algo es barroca o
neobarroca. Siempre sospechen una cita detrás de un título o una línea de un texto
de Carrera. Siempre suele estar allí una cita, como un plegamiento, como un
pliegue, como una ventana a otra cosa, a otro texto.
3
Decíamos, volviendo al poema, que el título del libro está en confrontación directa
con esta apelación, de proclama, de llamado al ahorro que aparece en el interior del
texto.
Así, el escriba se identifica con el poeta no sólo por la proximidad semántica o por
la familiaridad entre esas palabras sino también, en este caso, la identificación es
con Carrera mismo, eso por los datos que aparecen en el encabezado del poema.
Y esto se refuerza también por el hecho de que esta figura del escriba es el primer
personaje que aparece en el primer libro de poemas de Carrera, Escrito con un
nictógrafo. Es un libro que trabaja con el espacio, con la hoja, con el libro en tanto
objeto [la profesora muestra un ejemplar de este primer libro de Carrera]: fíjense
que la hoja es negra y las letras están impresas en blanco, y la tapa juega con el
contraste entre el blanco y el negro de un modo que, en la contratapa, también se
da sólo que como “negativo”: lo que era blanco en la tapa, en la contratapa es
negro, y viceversa.
El nictógrafo, ¿saben qué es? Carrera está citando acá también: el título de su
primer libro es una cita, y luego lo aclara en una nota al final del libro. El
nictógrafo es un aparato supuestamente inventado por Lewis Carroll, el escritor de
Alicia en el país de las maravillas, para poder escribir de noche. Un aparato para
escribir en la oscuridad. Por eso, entonces, este primer libro de Carrera juega con el
fondo negro para letras blancas: la página figura la oscuridad de la noche, mientras
que la letra blanca se destaca como una luz.
4
Dice además Carrera, en aquel libro, y en una nota al final, que “mi nictógrafo es
muy poco semejante al dispositivo inventado por Lewis Carroll para escribir el
insomnio”. Carroll, decía, habría inventado un aparatito –no importa si realmente
lo inventó– para escribir acostado y en la oscuridad. Sigue Carrera:
Yo les decía esto de la cita permanente del texto de Carrera, que aparee ya en su
primer libro –la cita a Lewis Carroll desde el título. Si ustedes hacen un
seguimiento de los títulos de sus distintos libros, van a corroborarlo. Yo siempre
recomiendo que hagan un seguimiento de los títulos de una obra poética, porque
en ellos ya se ve algo. Por ejemplo, en el caso de Alfonsina Storni, los títulos de los
libros muestran una cierta zona que de repente es abandonada en Ocre, de 1925.
Hay una tonalidad que es cambiada con Ocre: aparece esa mancha de color
completamente diferente de los primeros libros (La inquietud del rosal, El dulce daño,
Irremediablemente: títulos que seguían el tono modernista). Ocre rompe con esa
tradición, y luego siguen Mundo de siete pozos y Mascarilla y trébol: hay una
diferencia clara entre ambas partes de la obra ya en la forma de titular.
Está jugando con las palabras partidas y las palabras unidas. Y hablábamos de los
títulos. Otros libros son Arturo y yo (un texto fundacional en su obra, y acá está
citando a Platero y yo), Mi padre (de los pocos que en el título no tienen una cita),
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Children´s corner (es una referencia a Debussy), La banda oscura de Alejandro (una
referencia científica, concretamente a la astronomía: la “banda oscura de
Alejandro” es una parte del arcoiris), El vespertillo de las parcas (acá, obviamente, el
juego es con la tradición clásica), Tratado de las sensaciones (está citando a Deleuze).
Y está esa fecha: 1954. Por lo tanto, se trata del escriba-niño, que no está dicho en
ningún momento en estos dos textos pero está todo el tiempo detrás de las
distintas palabras que aparecen. Claramente se trata de un cuaderno infantil que
este escriba ahora está releyendo. Y se nos dan esas acotaciones, con lo cual ahí
estaríamos también trabajando esa posibilidad que nos da el texto de ir a través de
la composición, y de ir ligando, por ejemplo con la contratapa donde se nos
informa una serie de datos acerca del autor. Por lo tanto, esa fecha y ese lugar están
haciendo puente con algo que está fuera del poema.
Se trata, entonces, de los cuadernos escolares. Por eso esta escritura fragmentada,
donde se releva una consonante y luego, en el otro poema, otra. Y vuelvo a repetir:
los dos textos tienen la misma composición: una primera parte donde se da el
deletreo y una segunda parte donde aparece un texto, una composición de otro
tipo. Y los dos poemas remiten a un mismo tipo de discurso, si ustedes quieren.
¿Qué discurso es?
6
sílaba para ir “aprendiéndola”, y generar así frases que suelen ser medio ridículas,
sólo para usar esa sílaba.
Y lo que aparece como esa segunda parte del poema, fíjense, no aparece como un
texto pegado, como un collage, sino que se funde armónicamente con el poema: no
hay comillas, no hay otra tipografía. Aun así, es evidente, por el contraste en
cuanto composición gramatical, que es algo incrustado en el texto, algo que viene
de otra parte.
Esto es una parodia, evidentemente. Lo que aparece en los dos fragmentos finales
de estos poemas es una parodia. Una parodia de la propaganda estatal de la época
de Perón –por eso aparece Evita y el sueño de la muñeca, pero también el leitmotiv
del ahorro es muy característico de un momento particular del primer peronismo.
¿Cuáles serían los signos de la ironía o la parodia? Porque el texto sólo parece
poner el discurso de la propaganda. Pero hay signos gráficos que indican esa
ironía.
El uso del “vos” comienza a darse en poesía en aquellos poetas que de alguna
manera aparecen vinculados a la poesía social, aunque ya en la época de Alfonsina
hay registros de voseo. Hay una obra de teatro de Alfonsina –ella también escribió
teatro– que está toda en vos, aunque eso no pasa en su poesía. Sí comienza a pasar
en los cincuenta y sesenta, por ejemplo en la poesía de Juan Gelman. Y hoy el vos
es de uso corriente en la poesía contemporánea. Por eso digo que un libro
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publicado en 2004 donde aparece la frase “¡Hazlo ahora que puedes!” implica un
gesto irónico o distante aun cuando no se está operando ninguna modificación
concreta sobre el discurso original parodiado. Esos signos lingüísticos, a través de
su función verbal, adquieren otra relevancia –como decía Tinianov, no se puede
estudiar al poema como algo inmanente.
Y el escriba, decíamos, se identifica con este niño que está aprendiendo la lengua,
que se está ejercitando. El poema nos muestra esa ejercitación hasta que aparece la
intromisión de otro discurso, un discurso que no es el propio. Y esto no aparece
dicho sino que está trabajado en el texto –trabajado por el cambio de intensidad en
el texto, por el paso de un discurso descompuesto en sílabas y palabras a un
discurso organizado. Es, claramente, el efecto de la propaganda de imposición
sobre ese primer discurso desorganizado.
Hay, en chuño, otra vez una relación con lo americano –que también está en el
título del libro, decíamos. Y otra palabra en este mismo registro es ñandú, que es
una palabra de origen guaraní. Pero ñandú también hace juego con Pringles: es el
campo. El campo es otro de los personajes del texto de Carrera. En la antología
ustedes pueden observar toda una constelación de textos que trabajan el campo,
cada uno de una manera distinta, empezando por Lugones y pasando por Juanele,
por Prieto, por el texto de María del Carmen Colombo (que pone la voz de la mujer
en relación con la pampa), el texto “Kodak pampeano” de Alfonsina, el texto
“Campo nuestro” de Girondo: todos ellos forman esta constelación que digo.
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Decía, entonces, chuño, ñandú, y la Ñ es el grafema específicamente español, esto
también hay que tenerlo en cuenta. Todos conocemos el problema de la Ñ en los
teclados de algunas computadoras. Entonces, la Ñ, de algún modo, también hace
juego con estas otras dos palabras “americanas” del poema en cuanto a cierta
especificidad de la lengua y del espacio.
Y después, en la segunda parte del poema, aparece otra palabra con Ñ que es una
palabra muy importante en la obra de Carrera: sueño. Aparece también allí muñeca.
Pero lo que no está dicho es “niño”. La palabra “niño” aparece, sí, en otro poema
de esta serie: un texto donde entra a jugar la famosa frase de la época de Perón,
“los niños serán los únicos privilegiados”. Lo cierto es que esta palabra, si bien no
está dicha en ninguno de los dos poemas, está gravitando todo el tiempo en ellos.
En el poema “Casa Nervi” también aparece esta palabra “niños”. Pasemos ahora al
poema “Casa Nervi”, que en la disposición del libro aparece poco después de estos
dos poemas. El título remite claramente a esos letreros de los negocios; el título
funciona acá como un letrero, uno de esos letreros que nos dan un poco la
atmósfera de un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Voy a leer el poema, para
subrayar esta distancia frente a los otros dos poemas –porque de hecho hay otro
tono acá, esto es muy evidente.
Y las máscaras es otra constante en los textos de Carrera. El texto no dice en primer
plano aquello que rige, sino que lo dice de forma lateral.
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Profesora: El “mi” en “mis abuelas”, “mi mano”, “mi deseo”: la primera persona
entra a través de los posesivos. El texto limita la entrada de la primera persona a
estas formas, no dice nada de tipo “yo era un niño y…”.
Y hay algo a lo que también se refiere Tinianov que tiene que ver con cierta
indecibilidad en el discurso poético: ciertas ambigüedades, ciertos elementos cuyo
referente no está claro, y que en una poesía como la neobarroca se acentúan. En
este poema, eso se ve en la elección de ciertos verbos: enfrentara, imponía, ignoraba.
Son verbos que no se sabe si están en primera o en tercera persona. Así, una frase
como “¿De qué valía que enfrentara…”, no sé sabe bien cuál es la entidad que se
enfrenta a esas abuelas: si el yo enmascarado en el poema o si la vidriera misma de
Casa Nervi, y lo mismo con esas otras preguntas hacia el final del poema.
Noten que acá, en esa primera pregunta que el poema formula, Carrera está
jugando con el texto de Juanele. Hay un raso muy característico del texto de
Juanele que es la presencia de preguntas largas, preguntas sintácticamente difíciles
de seguir, y más difíciles aun de reconocer hasta dónde se extienden, dónde dejan
de ser preguntas. Juanele lo que hace es abrir una frase larga y de repente
introducir un signo de pregunta de cierre (no así signo de apertura), con lo cual el
lector se encuentra de repente ante una pregunta y debe releer la frase desde el
comienzo. En este caso sí hay signo de comienzo.
Abajo, en las tres preguntitas del final, pasa lo mismo: se pierde el referente en esas
preguntas. Y lo que rarifica más es la presencia de una forma agramatical: ese
objeto directo “las” es agramatical al lado de ese verbo “ignoraba”: ¿a qué las
ignoraba? Acá hay un uso agramatical, sin duda. Porque uno puede leer la primera
de estas preguntitas, “¿A qué las imponía?”, gramaticalmente como ¿a qué cosas
(yo) las imponía?, pero con el verbo ignorar eso no funciona.
Y después ese juego de palabras que hace con “pérdida irrazonable” y “misterio
razonado”, donde juega con el oxímoron: la predicación más inusual, la opuesta. Y
fíjense en estos dos versos que están sueltos en el centro, separados del resto por
amplios espacios en blanco –y el espacio en blanco, como dice Tinianov, con toda
su fuerza energética:
Acá otra vez una tercera persona, pero ahora aparece un referente claro, que es
“billete”. El “asomaba” se liga semánticamente con el comienzo: como esas cosas, y
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esos carteles, que están a la vista en la vidriera de la Casa Nervi, ahora acá lo que
está a la vista es el billete. Y se dice de él que “parecía fuego rojo”.
Acá aparece otro de los elementos fundamentales del libro, que es el billete mismo.
Como ya vimos en el poema anterior, y como vemos también en el título del libro,
se está hablando de formas de intercambio de bienes: potlach, ahorro, economía,
valor, billete. “¿De qué valía…?”, dice el texto arriba, casi al comienzo, y ese
“valía” está claramente en relación con este “billete”. Además, fíjense el detalle
concreto, la imagen: fuego rojo.
Y más abajo insiste en este capo semántico: “pérdida”. La moneda es uno de los
elementos fundamentales de Potlach. La economía y el intercambio aparecen
puestas en primer plano, por supuesto en un imaginario completamente distinto al
imaginario corriente en que esas palabras aparecen. Están resemantizadas acá, a
través de estas relaciones íntimas, por ejemplo con las abuelas.
Si volvemos a Lugones, en la “Oda a los ganados y las mieses”, las vacas están en
relación con la abundancia nacional. La vaca de este poema de Carrera, en cambio,
es una vaca “despintada”: está marcada por ese des‐. Si van al texto de Juanele en la
antología (página 6), ahí hay otras vacas también.
En Lugones también aparece un toro en una imagen fuerte, rotunda: “el pecho
profunda del campo / Se hinchó en el mugido del toro”. Pero la vaca de Juanele es
“melancólica”: es un trabajo completamente diferente en este tópico. El de Juanele
es un texto de 1924, “Mirado anochecer”, que por lo tanto está cerca en el tiempo
con el poema de Girondo. Y es un trabajo, el de Juanele, es una experimentación
que tiene que ver con las emociones de la palabra, hasta volverla casi etérea a la
palabra; es ese tipo de experimentación.
Fíjense ante todo en la distribución de los versos. Este formato es el de las estrofas
en dísticos: dos versos, espacio en blanco, dos versos… En los tres primeros
dísticos aparecen estas vacas raras, fantasmas, melancólicas, llenas de nostalgia en
ese momento del atardecer, de la llegada de las sombras. Un efecto que logra el
texto de Juanele también a través de la sintaxis: fíjense cómo se va demorando la
aparición de la materia, de la imagen material que es el centro o lo que se mira:
dice “Tras de la lejanía de las quintas ya obscuras…”
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Y éste es uno de los primeros textos de Juanele, y ya trabaja con la demora en la
aparición del referente (que en este caso son las vacas). Este mismo procedimiento
se va a ir trabajando cada vez más, hasta llegar a los últimos poemas de Juanele:
poemas muy largos donde la sintaxis se enrarece en frases larguísimas, a veces con
esas preguntas que les decía, que no se sabe dónde empiezan. Acá está mucho más
acotado, pero aun así ya está funcionando. “Tras de la lejanía de las quintas ya
obscuras”. Y el juego de las preposiciones, de las pequeñas partículas, también
hace a esta demora en la aparición.
Fíjense que las vacas aparecen “en la luz ideal que casi las azula”: se vuelve casi
una pura nota de color, una vibración de color en el anochecer. Y fíjense: no sólo
son melancólicas esas vacas, también se dice “parece que viniesen”: ni siquiera la
certeza en la aparición de la imagen. El verbo parecer retrotrae aun más la imagen
en ese borramiento tan elaborado, tan trabajado. Juanele es uno de los autores que
los neobarrocos van a releer. Cuando digo neobarrocos, ¿saben a quiénes me
refiero? Arturo Carrera, Néstor Perlongher, Tamara Kamenszain, Emeterio Cerro.
Ellos hacen constelación también con escritores como Osvaldo Lamborghini (un
poco anterior) y con poetas de otros países latinoamericanos como el cubano
Lezama Lima y los uruguayos Roberto Echavarren y Eduardo Espina.
Otro elemento que quería destacar en la relación entre los textos de Juanele y de
Carrera se da en los títulos, en el sujeto. “Mirado anochecer”: como el “escriba que
relee”, acá este sujeto es el que mira, pero está escamoteado o encapsulado en ese
participio pasado “mirado”. En el texto de Carrera el sujeto es ese escriba: también
a su modo se escamotea el yo del poeta en esa forma “escriba”.
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Pasamos ahora Kristeva, que es, como dijimos, una continuadora de Tinianov en el
sentido de que mantiene esa premisa básica del ritmo como principio constructivo
del lenguaje poético.
Este artículo es de 1976, es una ponencia que Kristeva enuncia en un seminario que
el antropólogo Lévi-Strauss había armado sobre el tema de la identidad. El
seminario armado por Lévi-Strauss en el que participa Kristeva se llama La
identidad.
Julia Kristeva es una teórica teórica búlgara que se instala en Francia, en donde
desarrolla su actividad teórica y es la primera en traducir a Bajtin al francés. A
partir de su traducción, Bajtin empieza a circular en lo que se llamó el
postestructuralismo, aquello que vino después del estructuralismo y marcó tan
fuertemente la teoría del siglo XX, una teoría fuertemente anclada en la teoría del
lenguaje de Saussure y también en la de los primeros formalistas.
Julia Kristeva se inicia como teórica en la famosa revista Tel Quel, que reunió a un
grupo de intelectuales franceses en la segunda mitad de la década del ’60 que es
cuando empieza el postestructuralismo a tener una cierta producción intelectual.
Junto a Kristeva está Michel Foucault, Derrida, Phillippe Sollers, un grupo de
intelectuales muy fuerte que fue muy productivo para toda esta etapa del siglo XX,
dentro de lo que es la teoría de la cultura y de la literatura. Además, son teóricos
que cruzan diferentes disciplinas. Algunos tienen una raigambre filosófica, como
es el caso de Foucault, y también insiste en un trabajo histórico; siempre se dice
que Foucault es filósofo, historiador o ambas cosas.
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desprende del autor y empieza a ser leído, y en tanto máquina, produce diferentes
lecturas. Esto lo dice en 1927, en el prólogo a El cementerio marino y es fundamental
porque esta noción de máquina, de aparato mutable, ofrecido a la lectura de
diferentes sujetos lectores, receptores, estaba presente en Valéry y después va a ser
tratada hiperbólicamente por Deleuze, otro postestructuralista importante que
también es filósofo y crítico literario.
Entonces, decía, la revista que agrupa a estos teóricos se llama Tel Quel en
homenaje a Valéry. Cuando sucede el mayo francés, la revista lanza esta especie de
manifiesto, y ahí se asientan muchas características de lo que va a marcar el trabajo
de ellos al salirse del estructuralismo. Les leo algunas cosas que dicen allí:
No somos filósofos ni sabios ni escritores, de acuerdo con la definición representativa
y admitida por una sociedad (…) y que sigue a una teoría del conocimiento que nosotros
atacamos.
… es una teoría del lenguaje subyugada por la categoría metafísica de expresividad.
En esa idea de “expresividad” está la concepción del autor como centro de la obra,
algo de lo que ya hemos hablado. Y ellos la rechazan como metafísica, y dicen que
cualquier enfoque que se subsuma en esa categoría de expresividad:
… es para nosotros de una desastrosa complicidad con lo más reaccionario y
conservador y alejado de lo revolucionario que pueda ser posible.
Fíjense el vocabulario que utilizan estos teóricos nucleados en Tel Quel. Después
insisten en la necesidad de terminar con el corte entre la teoría y la praxis –
obviamente el marxismo es el punto de arranque. Y proponen una teoría que
provenga de una práctica textual, que ellos van a desarrollar desligándose del
“modelo humanista trascendental teológico y la mistificación psicologista propia
del oscurantismo del Estado burgués”. Finalmente levantan “el modelo de
producción de la teoría marxista leninista, que es la única teoría revolucionaria de
nuestro tiempo”.
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1968 Semiotiké, un texto interesante que trabaja la literatura con un fuerte
componente lingüístico, por un lado, e informático, por el otro.
Lo último que publicó Kristeva son esas tres obras sobre tres mujeres: Hannah
Arendt, Melanie Klein y Colette. Son tres figuras de mujer y cada una realiza una
revolución en su campo: Klein, en el campo del freudismo; Arendt, en el campo del
pensamiento antitotalitario, y Colette, en el campo de la novela sentimental.
Vamos al texto. “El sujeto en cuestión” parte de una premisa que dice que “toda
teoría del lenguaje es tributaria de una teoría del sujeto”. Por eso va a pasar revista
a diferentes teorías del lenguaje y su concepción de sujeto para desembocar
después en lo que para ella es la concepción de “sujeto” –entre comillas, porque
hay una quiebra de sujeto en el lenguaje poético.
Ella va a decir, además, que en el lenguaje poético –concepto que toma, ella dice, en
el sentido del formalismo ruso: de literatura en general y no sólo de poesía- no
podemos hablar de significado sino de práctica significante. La palabra “práctica”
está tomada de praxis y ha sido usada también por Michel Foucault: una práctica
discursiva va a ser una forma de nombrar la textualidad que es propia de los
trabajos de Foucault.
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Esta práctica discursiva que es el lenguaje poético para Kristeva es una práctica
significante. Y a esta palabra “significante” le va a agregar un plus, la va a llamar
“significancia”, precisamente para apartarla de la palabra significado, para no caer
en todo lo que connota la noción de significado para la teoría del lenguaje y de
pensamiento contemporáneo. Quiere apartarlo porque precisamente lo que
muestra el lenguaje poético es una crisis del significado, una crisis del sujeto y de la
identidad. Y junto con esa crisis del sujeto y de la identidad, también una crisis de
las instituciones sociales. Todos estos elementos –sujeto, identidad, significado,
institución social- van a estar englobados en una modalidad que va a llamar
simbólica.
De este modo, hay una suerte de historia de las teorías del lenguaje. Ustedes
sabrán que toda la teoría y la crítica literaria estuvo permeada por las teorías
lingüísticas- y para ello parte de la “razón filológica” del siglo XIX. Se refiere al
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discurso de la lingüística comparatista y la filología. En ese momento el estudio del
lenguaje iba en relación con el comentario filológico de la Biblia o el estudio de la
lengua por familias de la lingüística comparada, pero lo importante es que esa
filología estaba sustentada en una concepción de sujeto histórico y en estructuras
de sentido.
Esta gramática, dice Kristeva, piensa las primeras particiones entre sujeto y
predicado. Eso es olvidado en el XIX y queda latente hasta volver con Saussure y
luego con la gramática generativa de Chomsky.
Acá entonces entra el segundo momento, que ella llama de la “razón lingüística” y
que aparece a principios de siglo XX. Acá la lengua ya no es una cosa homogénea y
totalizada sino que es un sistema de signos que se combinan. Saussure es aquel que
dice que la lengua no es un sistema de unidades indivisibles, sino todo lo contrario.
Pero estas unidades son signos que, a su vez, están partidos en dos elementos. Sin
embargo, en la teoría saussureana el sujeto está elidido, no está. La gramática
estructuralista del significante y el significado, en esa barra que separa a ambos
planos, oculta al sujeto hablante –esto dice Kristeva. Lo que Kristeva señala es que
aunque se vio bien esta partición en dos elementos lo que antes era visto como una
unidad, la barra tacha el sujeto. La lingüística estructuralista no trabajó con el
sujeto sino con la oración, por eso también es llamada objetivista: tomaba una
oración y se trabajaba lo que después fue llamado por Chomsky “superficie”
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textual; es un análisis de esa superficie nada más, de operadores como sujeto y
predicado, pero no está trabajado el sujeto como concepción.
El significado es lo que se fuga, lo que tiene que ver con el inconsciente –ahí es
donde está la verdad del yo. El analista va a tener que trabajar la relación de ese
significante, más allá de la intención declarada del paciente. Todo aquello que no
puede ser racionalizado, que no puede ser llevado a lo que Lacan llama “discurso
simbólico”, es enviado a esta zona oscura del inconsciente. Hay continuamente
como fugas del significado hacia esta otra zona que es la que no puede decir el
analizado y que el analista tiene que intentar hacer salir a la superficie. Eso es lo
interesante, que siempre en el discurso hay un desplazamiento del significante y
una fuga del significado.
Por otro lado, Kristeva va a plantear otro lingüista importante del siglo XX que es
Chomsky. En 1956 publica un libro fundamental que se llama Estructuras sintácticas
donde, según Kristeva, lo que hace es reponer el sujeto cartesiano con una teoría
que fue muy polémica en su momento porque va a polemizar con la teoría de la
adquisición del lenguaje. Va a decir que el niño no adquiere el lenguaje sino que el
lenguaje es una estructura inherente y universal en todos los hombres; que en
algún momento dado de la vida hay un dispositivo y el niño, por estimulación,
empieza a generar estructuras sintácticas gramaticales perfectamente correctas.
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Es decir, todos nacemos con un conjunto de reglas y en un momento dado ese
conjunto se activa y empezamos a producir lenguaje. Posteriormente hubo muchas
polémicas sobre esto porque, si todos tenemos estructuras de lenguaje, por qué hay
hombres que no han hablado nunca. Piensen en los hombres que han vivido en la
selva durante muchos años y que no pueden articular lenguaje. No lo hacen
porque no han recibido la estimulación de ese dispositivo que dispara el lenguaje.
Otro de los ejemplos de esa estructura innata es el hecho de que, cuando un chico
aprende a hablar y usa un verbo irregular, lo dice articulándolo perfectamente con
un paradigma regular; dice “rompido” en lugar de “roto”, aunque nunca estudió
el paradigma verbal. Lo que dice Chomsky allí es que el conjunto de reglas está
inmanente en el individuo.
Bien, ésta es una teoría muy discutida hoy. Lo que dice Kristeva es que la
gramática chomskiana está reponiendo a ese sujeto trascendental del que
hablábamos. Dice Kristeva que Chomsky está reponiendo el “ego trascendental” –
puesto que considera a la lengua como una estructura mental, inmanente en el
hombre, universal.
Y ahí están los famosos árboles sintácticos, que son estructuras universales en la
mente de todos los hombres, y que tienen la siguiente característica:
S P
n md n md
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La oración se divide en sujeto y predicado, y éstos a su vez en núcleo y
modificador directo –son operaciones recursivas las que van armando esos árboles.
Y estas reglas las manejamos operativamente, según un componente básico de
saber que tenemos innato.
Esto es simplemente un pantallazo de esta teoría que es muy compleja pero que
trajo muchas modificaciones en la teoría lingüística y en la filosofía del lenguaje del
siglo XX. Esta relación entre estructura profunda y estructura superficial, la no
adquisición del lenguaje, son todos puntos polémicos. Lo que dice Kristeva es que
este árbol sintáctico supone ese ego trascendental, cartesiano, que está generando
esa recursividad de frases gramaticales.
Y dice Kristeva que el filósofo que está detrás de este planteo es Husserl, que
publicó en 1901 un texto clave de la fenomenología: las Investigaciones lógicas.
Husserl fue estudiado en la escuela de Praga, fue conocido por Saussure.
Lo curioso es que en esta especie de resumen que hace Kristeva de las grandes
teorías lingüísticas del siglo XX no aparezca la pragmática, que es la tercera teoría
fundamental del siglo XX –junto con las de Saussure y Chomsky. La pragmática –
les digo simplemente a título de información– es una teoría lingüística que surge
en los años ’60 en Inglaterra con Austin como pensador fundador y que estudia
justamente la lingüística como una actuación. Su texto fundamental se llama Cómo
hacer cosas con palabras. Lo que trataba de demostrar, a diferencia de estas otras
teorías es que la lengua es acción, que uno ejecuta acciones cuando habla; estudia
la performatividad del lenguaje.
20
Vamos a hacer un cuadrito. Kristeva sigue un vector temporal en la historia,
planteada por el psicoanálisis, del individuo desde que nace:
En el análisis que hace Lacan de este proceso hay una primera fase que es la
llamada “fase del espejo”. El primer momento de diferenciación con la madre es la
“fase del espejo”, dice Lacan, cuando el bebé se mira al espejo por primera vez y
reconoce que ahí hay alguien: empieza a entablar una especie de rudimentaria
concepción de sí despegada del cuerpo de la madre. Luego de esto llegamos a la
instancia 1, que es el ingreso al lenguaje. El mundo del lenguaje es el que define la
modalidad simbólica.
Y Lacan dice que cuando el niño accede al lenguaje se constituye como sujeto. El
lenguaje es anterior al sujeto –lo que es importante para las teorías posteriores.
21
Nosotros llegamos a un lenguaje que ya existe y en la medida en que ingresamos al
lenguaje y lo hablamos, nos convertimos en sujetos de una cultura que habla una
lengua equis. En la medida en que entramos en el lenguaje y nos constituimos
como sujetos, ingresamos en la ley de esa cultura, en la Ley del Padre -dice Lacan.
Una vez que el bebé ingresa a la Ley del Padre, tiene que reprimir su relación con
la madre –para entrar al mundo de la sociedad. Y ahí comienza a funcionar el tabú
del incesto. Aparece el padre, el tercero, el que separa, y se establece entonces una
especie de “alineamiento” en lo moral, el Estado, el sentido, la significación
Lo que hace el ritmo es como desbaratar la palabra, sacarla de su relación con una
ley gramatical, sintáctica, etc. Es el ritmo el que produce una serie de
modificaciones, como un elemento perturbador o heterogéneo que aparece en el
lenguaje poético. Y este ritmo lo que está haciendo es una especie de regresión a
una etapa anterior a la instauración del sujeto, el ingreso a la Ley del Padre, y por
lo tanto se refiere a la zona que va del 0-1, donde el individuo no tiene todavía un
lenguaje articulado y tiene una relación con el cuerpo de la madre; ése es el
momento del reservorio de pulsiones, en una relación de indiferenciación con el
cuerpo de la madre.
Fíjense que cuando Kristeva dice que sigue a los formalistas rusos, está claro que
Tinianov, cuya noción del ritmo como principio constructivo es central en su
planteo, le cae perfectamente a su planteo. Ritmo y repetición actúan perturbando
la modalidad simbólica. Ella lo llama también “elemento errátil” que lo que hace es
cortar precisamente esa coacción de la ley del Padre.
El ritmo funciona como perturbador de esa ley instaurada, de ese código social y
cultural que es el lenguaje –sintaxis, sentido, etc. Va en contra del sentido, hacia el
extremo del sinsentido. Empieza a perturbar y ese exceso implica un retorno a ese
estadio pre-verbal. Por eso el ritmo recuerda la ecolalia infantil, el balbuceo. Es un
regreso a la zona antepredicaticativa, a la modalidad semiótica.
22
sonora, sino también las elipsis, las caídas en el blanco, la desestructuración
sintáctica, la palabra obscena. Porque todo este elemento errátil, al estar conectado
con esta etapa, está conectando al lenguaje con el gozo, en relación con lo pulsional
y el cuerpo de la madre. A través de la palabra obscena se filtran el humor y el
juego de palabras, en donde hay una burla a la institución de la Ley del Padre y un
ingreso al goce de la relación con el cuerpo materno. Y así llega a la frase más
extrema de decir que toda literatura es un incesto.
Insiste en esto del gozo que produce el elemento errátil del ritmo y también en la
idea de laboratorio ligada a la literatura de vanguardia de experimentación; el
lenguaje poético es un laboratorio, es donde se experimenta con este elemento
perturbador que es el ritmo. Y ella dice “el gozo, que es tan diferente del pequeño
placer estético”. Es decir, no es el placer “burgués”, es el gozo revolucionario, que
quiebra, que rompe. También lo llama “heterogéneo”, es otro que trae
heterogeneidad a esa ley unívoca del sentido/del Padre.
Versión: Cristian Dé
23
Cod. 21
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 31-mayo-07
Quería leerles algo a propósito del Potlach, por lo que hablábamos la clase pasada.
Les voy a leer lo que dice Carrera en la introducción del libro:
“En el ir y venir de objetos, de dones y contradones, que sólo en apariencia
se guardan o se pierden, ¿qué lugar le asignaríamos a ese dinero en relación con la
poesía como don? ¿Es todavía la poesía, como dijo Bataille, un sinónimo de
consumo, dado que necesite de la manera más precisa creación por medio de la
pérdida? ¿Su sentido se acerca al sacrificio y a la dimensión de cosa sagrada
precisamente por ese gasto mental? Pero Bataille ciñó el don al derroche, al
potlach, y lo definió como algo estrechamente ligado al pensamiento.”
Ahí cierra el círculo Carrera, citando el título de aquel libro iniciático, Oro, que
habíamos dado en la lista de sus obras. Esta relación entre pérdida y ganancia,
entre pérdida y don, es obviamente fundamental en el texto y está organizando
cada uno de sus poemas como una tensión que aparece irresuelta en el texto en
relación con la escritura. La poesía es un gasto, un consumo y un derroche, y se
desvía de la manera de organización económica de nuestra sociedad actual, en la
que vivimos.
1
Me interesaba relacionar esto con la repetición, porque la repetición que habíamos
visto con Kristeva es la ley del ritmo, que a su vez Kristeva está siguiendo a
Tinianov. La repetición es también derroche, y es también, como dice Derrida,
parte de la estructura del robo y de la expropiación. Es decir, don y robo serían
elementos característicos de la estructura de la repetición.
Más allá de esto, Freud descubría o hacía este descubrimiento que después para
teóricos como Derridá o como Kristeva se vuelve revelador: El principio motor de
la vida es la pulsión de muerte. Volviendo con los esquemas de los que habíamos
hablado la clase pasada, teníamos el lenguaje por un lado, que con Derridá vamos
a ver también que es otra estructura de expropiación, y el vector que podemos
dibujar a partir de Freud es el que va del cero, de lo inorgánico, a la muerte. ¿Cuál
es la meta final de toda vida, dice Freud? La muerte.
Esa prosecución de la vida que surge del estado inorgánico tiende a regresar al
estado inorgánico con la muerte, y están las dos fuerzas que son Eros y Thanatos,
Eros es el principio del placer. Cuando Freud comienza a analizar Eros aparecía
como el principio constructor de la vida. Thanatos es el principio ligado a la
muerte y es el que desliga y corta. Mientras el Eros liga para continuar con la vida,
Thanatos aparece como lo opuesto. Justamente lo que Freud se pregunta es cuál es
realmente el original si la meta es la muerte y lo anterior a la vida era también lo
que se parece a la muerte, es decir, el estado inorgánico. Freud llega a la conclusión
de que el original es la pulsión de muerte o Thanatos y que el principio de placer es
2
un emergente que lo que hace es trabajar con los estímulos que van sobre el
organismo vivo para lograr una salida. El placer lo que quiere es lograr esa
estabilidad, una estabilidad que conduce a la muerte. ¿Por qué dice Freud que
cuando nos acecha un peligro el organismo tiende a preservar esa vida? Porque la
está preservando para la muerte natural, finalmente la está preservando para
continuar con la línea que lleva a la muerte.
Esto se vincula también con la filosofía existencial. Esto es del 20, Heidegger
escribe Ser y Tiempo en el ´27. Allí Heidegger coloca esa paradoja que cita mucho
Derridá y que dice que la muerte es la posibilidad de la absoluta imposibilidad del
“ser ahí”. Así se desemboza la muerte. En tanto tal es una “señal de inminencia”.
Para el “ser ahí”, para el individuo que es arrojado a la vida, la muerte es una señal
de inminencia, dice Heidegger. A su vez, es la única inminencia de la cual no se
puede preguntar, porque cuando muere ya no puede preguntar más uno.
Siguiendo esa misma línea, Bataille después va a decir en El erotismo que lo que a
nosotros nos define como sujetos es la muerte, que sucede en el otro y no en uno,
yo me defino como sujeto por ello. Esto lo retoma Derridá en Qué es poesía cuando
dice si que si vuelve a pensar en alguna forma sobre el sujeto es a partir de esta
reflexión, que el que muere no soy yo.
Volviendo a Freud, junto con ese descubrimiento que aparece aquí aparece su
intento de tratar de pensar sobre la repetición y la resistencia, ¿por qué el paciente
repite y por qué el paciente se resiste a “sanar”, a desbloquear ese núcleo neurótico
que padece? Por un lado, Freud plantea que es el Yo el que se obstina en resistir al
develamiento, y el inconsciente es el que se obstina en repetir. Por lo tanto, la
repetición, que es el centro del ritmo en todas estas teorizaciones sobre la poesía,
está claramente ligada al inconsciente, de ahí la vía que hace Kristeva también,
tomando a Lacan. Se regresa a esta zona de la que hablábamos la clase pasada, que
luego del ingreso a la Ley del Padre ha caído en el inconsciente, es decir, ese
cuerpo ligado a la madre en una especie de todo, de reservorio emocional, primero
pasa, dice Lacan, por la fase del espejo, cuando el bebé se mira al espejo a los seis
meses y se reconoce por primera vez como un todo separado de la madre.
Después, cuando ingresa al mundo del lenguaje, a esa estructura de expropiación
que es el lenguaje, porque es otro el que habla, como vamos a ver, entra al límite de
la ley.
3
Ese balbuceo está remitiendo a ese espacio pre verbal, donde todavía no estaba el
Yo reinando. Ese Yo que reprime y resiste. Esa relación con la madre, dice, pasa al
inconsciente, y va a perturbar durante toda la vida, dice Lacan, allí, en el
inconsciente. Es lo que pulsa, puja, por salir, y repite y repite, mientras el Yo quiere
mantenerse, reprime y se resiste. Cuando lo que está en el inconsciente ha llegado
a ser un trauma, cuando la obstrucción ha sido muy violenta y se ha constituido en
trauma, evidentemente el Yo resiste a develar eso que se repite, que está
enmascarado, para no enfrentarse con este elemento violento que angustia,
reprime.
4
En el lenguaje poético entonces, la modalidad semiótica del discurso es lo que
prima y lo simbólico es lo que aparece como un resto transgredido, perturbado,
por ese elemento heterogéneo de la repetición.
Algunos textos de Artaud están en ese borde, que también es algo muy difícil de
manejar, quién puede decir hasta dónde se llega en este extremo y dónde se pasa a
la glosolalia del psicótico, más allá de los hechos biográficos lo digo, de que Artaud
haya estado internado en un psiquiátrico, cómo evaluar sus textos, hay textos de
Artaud que son puro balbuceo. Ese texto cae en este abismo. Hay una especie de
punto ciego en este esquema de Kristeva en referencia a esto, cómo evaluar esto,
quién decide qué pasa el límite, cómo se maneja esa entrada en el abismo del
balbuceo psicótico.
Derrida dice en “La palabra soplada” leyendo a Artaud que la experiencia más
aguda e importante que muestra la literatura de Artaud es esta estructura de
expropiación que tiene la palabra en el lenguaje, esto de que el lenguaje es previo
al sujeto, de que uno ingresa a una estructura, a una colonización, a una estructura
que nos coloniza. Por lo tanto, esa palabra que hablamos en realidad es de otro, es
por un lado una palabra que se relaciona con el conciente, que es este otro
conocido, y por el otro lado se relaciona con esa estructura inconsciente. Siempre es
otro el que habla, mi palabra nunca es propia dice Derrida, hablar es oírse, cuando
me oigo, el otro habla.
Dice esto leyendo a Artaud y tomando textos de Artaud para esto. Esa palabra que
ha caído lejos, que sale del cuerpo. La experiencia de Artaud es eso, ha sido
soplada esa palabra, dice Derrida, porque ha sido dictada por la lengua y por la
cultura y siempre es de otro. Terminaría esto con la frase de Rimbaud que
habíamos citado ya: “Yo es otro”, de 1871, esto que abría todo ese amplio espectro
de la escisión del Yo, un Yo que parte de la primera persona a la tercera, que
aparece como una escisión y luego en la poesía es trabajado de una manera
5
múltiple, la poesía de Pizarnik hace por ejemplo todo un juego con los pronombres
personales que se desligan de la identidad del Yo.
Ese lenguaje, que es una estructura de apropiación, es el que hace que funcione la
firma dice Derrida, como la inscripción de una desaparición, y el libro como una
tumba. Esto va a aparecer en Mallarmé también, texto que tienen que leer para la
próxima clase.
Y ahí aparece una cita de Artaud que creo yo que es re escrita por Carrera en La
partera canta, libro del año ´82 que a su vez está precedido por cinco citas de
Artaud, en realidad, es la misma cita trabajada por distintos autores. La última es
“Artaud según Arturo Carrera”, y dice: “En 1918 comencé a pensar lo siguiente:
que los niños han de ser fabricados nuevamente, constantemente, retrasando,
oyendo, el claro ruido fascinante”. Y acá hay otra cita: “Pues sólo la palabra nos da
la ilusión de efectuar un trabajo contra la muerte aunque su fracaso sea inevitable.”
Ahí aparece entonces otra vez esta paradoja del acto y la pérdida, la palabra como
posible salvación de la muerte y a su vez su inevitable fracaso.
Artaud, Passolini, Carrera, están estos versos logrando la síntesis de esta posición
del cuerpo manando muerte, o el cuerpo capturado por la muerte o expropiado
por la muerte. Por lo tanto hay, como en Pizarnik, un doble cuerpo, un cuerpo vivo
y un cuerpo muerto. El cuerpo futuro es el cuerpo muerto, en Passolini es el
cadáver desconocido, el Yo es un cadáver desconocido, el cuerpo muerto metido
en el cuerpo vivo.
6
hace mucho frío
como cuando
es
Artaud
el muerto
quien
sopla
Se insiste en esta idea de la palabra soplada, el cuerpo soplado. Este poema además
tiene versos tan breves como un soplo, por ejemplo, el “Es”, la única mayúscula
aparece en el nombre, Artaud, que está en un solo verso además, por lo que uno
puede decir que es casi una lápida eso. “es”/“Artaud”/“el
muerto”/“quien”/“sopla”. El poema está en presente, el tiempo de la poesía, y sin
embargo, en ese presente está inscripto el cuerpo muerto. Todo ese final está
jugando en contra de lo previsible, acá sería “es”/“Artaud”/“quien”/“habla”, no el
muerto que sopla; y el soplo se une al frío, nos trae la reminiscencia del soplo
helado de la muerte.
Leyendo para la clase La partera canta me encontré con algo que había olvidado,
recuerden que habíamos visto el texto de Pizarnik y ese semi palíndromo entre
“Pared” y “padre”, bueno, eso está en el texto de Carrera. Uno de los apartados del
libro se llama ¿Padro o Pared?, jugando con esto que habíamos hablado, y el
apartado que sigue se llama ¿Madres o Dreams?, que es el otro palíndromo.
Entonces, el padre y la pared aparecen claramente como palabras en relación.
Fíjense que es un libro del ´82 y el de Pizarnik es del ´65. Carrera tiene un homenaje
a Pizarnik muy interesante, es una especie de página que se despliega y es un cielo,
como una constelación, el texto está sobre el negro de la página que es la noche, y
está escrito con blanco y trabaja las constelaciones. Dice el texto de ¿Padre o Pared?
Padre muro
o rumor de madre feliz
al encender lo oscuro
apicultor en el más puro
7
sur de una noche de danzas
el botín de atronadoras flores
sobre la panza de la pequeña muerta
¿Estaba yo?
No es cierto que estoy aquí
¿Era yo?
Acá esta muy claro lo que veníamos hablando, en “Casa Nervi” volvemos a
encontrar esto de materna y paterno, ambas juntas, que están siempre presentes en
los textos de Carrera de distinta manera, acá con los palíndromos y esta niña
muerta. Esa pregunta si estaba él es una pregunta que se va a disparar en muchos
textos de Carrera. Esa partícula del Yo en primera persona comienza a agilizarse, a
perder lugar, a perder pie.
El texto de Carrera cita a Pizarnik en este juego de palabras. Antes hablaba de una
cita teórica también en Carrera, o una cita de la biblioteca de la poesía, como
podemos señalar, que está ahí fuertemente construyendo el texto de este autor.
Esta importancia del juguete que aparecía en el texto de Potlach que habíamos
empezado a ver, el chiche trucado y el juguete que aparece en “Casa Nervi”, la
muñeca también, son elementos importantes en la poesía de Carrera, y la palabra
se vuelve un juguete en algún punto, porque él se pone a jugar con las palabras,
pero no poniéndose como un chico que regresa a la niñez, sino sería más bien,
como dice Deleuze, que el escrito es atravesado por un bloque de infancia que se
instala. Ese parecería ser uno de los lugres donde el escriba se pone a escribir, aquí
es distinto.
Alumno: ¿Eso vendría a ser algo así como el lenguaje transmental de Jlébnikov?
Profesora: Claro, algo así. El lenguaje trans racional estaría en este punto
absimático, porque pierde la relación con la razón precisamente. No es un ejemplo
que tome Kristeva, pero es pertinente
8
Alumna: Respecto de Kristeva, también habla de otro límite que es el límite del
fascismo.
Profesora: Sí, que es bastante difícil de comprender. Habla por un lado del
fetichismo de la forma, que sería otra manera de caer en el sinsentido, y ahí lo
relaciona con el fascismo, no se entiende claramente qué es lo que quiere decir,
aunque haya algunos estudios de la relación de lo pulsional con el fascismo. Pero
no queda clara esta relación con el autoritarismo, salvo que lo pensáramos también
con algunas formas de definir la poesía como la de Bajtín por ejemplo, que habla
de monolingüismo y polifonía. Bajtín plantea que la poesía es una lengua
monológica, autoritaria, porque es sólo la voz de aquel que escribe, del poeta, lo
cual creo que es bastante discutible en el sentido en que la cita, la intromisión de la
voz extranjera, como en el caso del texto de Thénon que vimos en clases pasadas,
en fín, todo eso iría en contra de lo que dice Bajtín. Según Bajtín la única forma
literaria que da la posibilidad de oír muchas voces sería la novela, y por eso dice
que la novela es polifónica y la poesía monológica, como si la poesía achatara esa
posibilidad de muchos discursos en esa voz.
Alumna: Yo no sé si podrá tener algo que ver con el significante como gran
déspota o algo así
Profesora: También puede ser alguna de las posibilidades, pero ella no lo explica
en ningún momento, a qué alude ahí con esto. No lo explicita.
Entonces, en las críticas estas Derrida es uno de los primeros que polemizo con
Kristeva, porque la deconstrucción derrideana quiere terminar con las dicotomías,
que están ligadas al dualismo y a la metafísica occidental; forma y fondo, cuerpo y
alma, femenino y masculino; el texto de Derrida quiere romper con esa barrera del
dualismo. En tanto se respete el dualismo, aunque sea en forma de transgresión,
dice Derrida seguimos estando en el mismo funcionamiento.
La otra crítica es la que viene de parte de las feministas, como por ejemplo Judith
Butler, una feminista norteamericana, que señala en “El género en disputa” que
Kristeva no hace más que reafirmar esta narración que hace el psicoanálisis. Lo que
dice esta teórica feminista es que esto es una narración del psicoanálisis, es una
historia que teóricamente es descriptiva pero que en realidad afirma una ley, un
9
desarrollo a seguir en la vida del individuo, y el hecho de que la teoría de Kristeva
insista en que esta organización del lenguaje a través de la ley del padre deba
permanecer hace que las posibilidades de cambio se reduzcan totalmente. Las
feministas plantean por qué no se puede pensar la posibilidad de otra forma de la
cultura, no de esta que es un relato histórico descriptivo de una cultura que está
dada. Si seguimos en este mismo marco seguimos fundando la misma ley. ¿Cómo
salirse de ese marco y proponer una nueva posibilidad? Ese es el desafío de este
grupo de teóricas que critican a Kristeva.
Para Kristeva, entonces, simbólico y semiótico son dos órdenes del discurso, dos
modalidades que en realidad se entrecruzan, se combinan, siguiendo el
pensamiento formalista, con una dominante y una dominada, aunque no lo diga en
estos términos. La ciencia por ejemplo tiene lo semiótico como un resto de no
mucho largo alcance, como si lo tiene allí lo simbólico. El caso de la poesía es al
revés.
Volviendo al tema de las citas múltiples de los textos de Carrera, habíamos visto
que los dos primeros poemas, en la segunda parte, en la última, en negrita,
reproducían irónicamente el discurso de la propaganda estatal peronista de los
años cincuenta. Hay un texto literario donde este discurso también aparece
parodiado como lo kitsh. El texto es El diario de Esther en La traición de Rita
Hayworth, de Puig. Es interesante hacer esta confrontación del discurso del diario
de Esther en el libro de Puig, que está en primera persona, como una especie de
collage de distintas voces dentro de la novela. Ese diario es como la voz de esta
propaganda peronista que aparece en el texto de Carrera, como para relacionar a
los textos como sistemas.
Ahora volvamos al texto de Carrera “Casa Nervi”. Por un lado, porque están esas
preguntas de las que yo la clase pasada hablé rápidamente. Esas cuatro preguntas
del final. Yo planteaba la incomodidad que producía la sintaxis de a qué la
imponía, a qué las ignoraba, esas dos fundamentalmente. Yo me quedé pensando
en estas preguntas, y me preguntaba, ¿cuál es la ostranenie, lo raro de esas dos
preguntas? Fíjense que son como un bloquecito y luego vienen las otras dos
preguntas que manejan otra manera de la extrañeza. Yo pensaba, imponer, ignorar,
son verbos transitivos, por lo tanto, ese “la” como objeto directo sería gramatical,
“la”imponía, “las” ignoraba. Entonces, lo que molesta es ese “A qué” que antecede
a esas dos estructuras, y fíjense que la “a” está demás, como si fuera un exceso. Lo
que sobrevuela la frase, si lo pensamos en términos transitivos, es que ese “qué”,
sin la “a”, por supuesto, sería ese objeto directo desconocido, enmascarado, en ese
complemento que sería “qué”.
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Por lo tanto, el “la” debiera volverse “le”, quiero decir esto, lo que flota en “a qué
la imponía” es “qué” les imponía. Con lo cual la “a”, ya que a Carrera le gusta
tachar, la podríamos tachar las dos veces. No quiero decir que esto es lo que diga el
texto, lo que planteo es que esta frase suena extraña, resuena otra frase corriente
detrás, y es por eso que esa “a” aparece como algo extraño, como algo de más,
como un derroche, como algo que aparece extraviado.
En la otra pregunta es otro el juego. “Qué les ignoraba”, no es usual como qué les
imponía, entonces, se me ocurre que una transformación que puede estar allí es
“qué ignoraban ellas”, ¿no?, con el “las” vuelto sujeto en el “ellas”. En ese caso
cabría una transformación del pronombre, además de esa “a” que está demás. Esto
a colación de lo que hablamos la clase anterior, ¿por qué esas preguntas son raras?,
¿qué es lo que se juega en esa construcción sintáctica barroca que hace que se
vuelva extraño eso, y cómo ese “a qué” inicial nos pone en movimiento, como para
disparar hacia algún lado, hacia esa memoria de ese Yo, del mí, ¿No estaba yo ahí?
Se pregunta el texto.
En las otras dos preguntas, obviamente, además de los juegos entre la razón y la
pérdida que allí aparecen, está fuertemente la rima interna, la repetición de la “r”,
fíjense cómo es la estructura de la repetición en esas dos frases. Es la misma en las
dos preguntas, “r”, “r”, “e”, y en el otro lo mismo y en el mismo lugar, aunque no
aparece gráficamente en “razonado” la doble “r”, aparece en la acción. Las dos
preguntas repiten la misma asonancia en el mismo lugar, en el mismo dibujo, y
obviamente la “r” que se repetía en el primer poema que vuelve a aparecer
fuertemente marcada en ese final. Toda la estructura del poema está marcada como
una caja de resonancias, se pueden hacer lecturas verticales y horizontales de esas
rimas internas, fíjense cómo se va armando la repetición. Siempre tengan en
cuenta que no estamos hablando de intención en estos casos. Aparece “casa”,
“vada”, “daba”, “ambas” dos veces, esta sería una línea vertical del poema,
“Blanca” es otra palabra, “agua”. Son lugares importantísimos del texto, “Casa”
además aparece con mayúscula igual que “Calzado”, que lo repite abajo, también.
“Casa” y “Valía” digamos; esos dos elementos que repiten partes de la palabra y
que son fundamentales por lo que veníamos diciendo.
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en el texto. Perdía y mía, esa rima “ía” en el mismo verso también, es otro eco más
de esa resonancia interna del texto que trabaja para de alguna manera condensar,
como dice Tinianov, y al mismo tiempo expandir las posibilidades de lectura de
esas ramas materna y paterna que son fundantes en el texto de Carrera, y no sólo
aquí, en toda su obra, recuerden lo que hablamos de La partera canta, lo de padre y
pared y lo de madre y dreams.
Por otro lado, en Carrera también está el niño, que es el que se liga a esas figuras
como un elemento fundamental de organización y de despliegue del texto, porque
el niño además es un dispositivo de recepción, el niño es uno de los seres que tiene
una recepción más ampliada, menos cortada, a medida que se hace adulto va
perdiendo algo de su capacidad de recibir. Por lo tanto, esa capacidad de recepción
ampliada, ese misterio que representa para ello que se desconoce es fundamental
en Carrera.
Kristeva dice que a partir de esa escisión del Yo marcada por esta repetición que
lleva, que retrotrae a lo pulsional y a lo infantil, se empieza a viajar, es un Yo en
proceso, dice Kristeva, en la poesía. Es una característica del sujeto. Lo veíamos en
esta posibilidad del pronombre personal en los textos de Rimbaud hacia adelante,
cómo esa tensión del Yo hacia lo otro es lo que prima en la poesía, precisamente
porque la repetición pone el acento en esa tensión hacia lo otro que no reconoce la
ley del padre.
Por eso Kristeva llega a decir que toda literatura es un incesto, justamente por esta
tensión hacia el cuerpo de la madre reprimido.
Bien, ahora vamos a otro texto que parece trabajar esta tensión fuertemente, es el
texto de Girondo “Tantan Yo”. Este texto desde el título está trabajando con el
juego y el humor. Estos son elementos que para Kristeva también son
característicos de esta instancia semiótica; el humor, la obscenidad, la relación con
el cuerpo, ya sea por la repetición, por la tonalidad; son todos elementos que hacen
a este funcionamiento de la modalidad semiótica. El “Tantan Yo” es de En la
masmédula, de 1954. Este poemario donde aparece una nueva lengua. En el ´22
aparece 20 poemas para ser leídos en un tranvía, en el ´25 Calcomanías, en el ´32
Espantapájaros, esos son poemas que trabajan la relación a partir del ritmo y la
intensidad de la repetición, pero todavía conservan la organización de la lengua
tradicional. En cambio aquí en En la masmédula eso se quiebra completamente.
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CON MI YO
y mil un yo y un yo
con mi yo en mí
yo mínimo
larva llama lacra ávida
algo de alga
mi yo antropoco solo
y mi yo tumbo a tumbo canto rodado en sangre
yo abismillo
yo dédalo
posyo del mico ancestro semirefludo en vilo ya
lívido de líbido
yo tantan yo
panyo
yo ralo
yo voz mito
pulpo yo en mudo nudo de saca y pon gozón en don más don tras don
yo vamp
yo maramante
apenas yo ya otro
poetudo yo tan buzo
tras voces niñas cálidas de tersos tensos hímenes
yo gong
gong yo sin son
un tanto yo San caries con sombra can viandante vidente no vidente de
semiausentes yoes y coyoes
no médium
nada yogui
con que me iré gas graso
sin mí ni yo al después
sin bis
y sin después
Vieron cómo las palabras a veces se acoplan para formar nuevas palabras, o se
cortan sin respetar los límites tradicionales, se organizan de una manera particular
que tiene que ver con esto que hablamos de una rima interna y de lo sonoro que
trae otro sentido. “Tantan yo”, al principio, ¿qué primera impresión les puede
causar?
13
Alumno: La onomatopeya de golpear la puerta
Profesora: Eso no lo había pensado, pero puede ser. Evidentemente, está jugando
con el golpe, el “tan tan”, yo lo había leído siempre en relación con el tambor
indígena, que aparece en muchos otros textos de En la masmédula, por ejemplo en
“Topatumba”, donde aparece esta insistencia en un sonido que se repite.
Girondo en el ´25 dio una entrevista a una revista peruana y en esa época, que era
la época de los 20 poemas, habla de manera muy despectiva de la rima, dice que la
rima es un tambor indígena, y precisamente creo que luego toma eso en En la
masmédula, que está ligado a ese tambor indígena, hay como un recuperación de
eso.
Incluso por esa misma época de En la masmédula, un poquito antes, Girondo
comienza a escribir un diario de excavaciones antropológicas de un cementerio
indígena de Quilmes. Quilmes es un nombre indígena, es una repartición de
indígenas del norte que los traen acá, a la Provincia de Buenos Aires. Girondo tiene
la curiosidad de ir al cementerio indígena y dejó un cuaderno sobre eso, que lo
recopiló Raúl Antelo en un libro.
Por lo tanto, hay otro texto que se liga con este afán de recuperar un ritmo distinto,
que no sonaba en los primeros libros de Girondo y que desarticula el lenguaje
conocido, lo parte. Él parte palabras en dos, une una con otra, hace como una
nueva organización que en muchos títulos repite este resonar del tambor indígena.
Pensarlo como el llamado a una puerta también es interesante, porque hay otro
texto donde parece hablarle a un Dios y dice Eh, me escuchas, y parece que hay un
llamado como el de la puerta. En este caso el Tótem sería el Yo, eso es lo
interesante, cómo aparece puesto en burla el espacio del Yo que definía Freud
como este que tomaba el bando de la represión. Parece que Girondo está
desarmando continuamente ese territorio del Yo y poniéndolo en tensión, sobre
todo desde esa multiplicación del adverbio, que habla de esa inflación del Yo.
En el texto, sin embargo, hay palabras que van a estar contrastando esa amplitud o
esa inflación, si ustedes quieren, dice “Yo mínimo” en el tercer verso, “Yo
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abismillo”, más abajo. Empieza a jugar con la grafía y el sonido. Yo abismi-llo. Yo-
llo. Yo tan tan yo vuelve a decir después, como si fuera un verso capicúa. En el
caso de yo abismillo es el sonido y no la grafía lo que se está repitiendo, por
supuesto, para nosotros, los rioplatenses, que hablamos de esta manera.
¿Qué otra cosa se puede decir y encontrar? Como en el texto de Carrera, también lo
marcamos en referencia al de Oliva, fíjense en aquello que se destaca por diferente
está llamando la atención sobre algo. Acá hay unos versos que de repente aparecen
como diferentes.
En el segundo verso hay un espacio, una especie de hueco, que vuelve de alguna
manera a repetir el abismo, hay una caída en lo que es un blanco y un silencio. Dice
“Y mil un yo y un yo”. Esta relación de distancia y de duplicidad que empieza
con esta primera persona está graficada, dibujada, en el texto. Este puede ser un
elemento a considerar.
CON MI YO
y mil un yo y un yo
con mi yo en mí
yo mínimo
Hasta ahí hay toda una repetición muy acusada de mí-yo. Hay una especie de
insistencia, que a veces de tanto repetirlo se vuelve como una nebulosa. Y de
repente aparece: “larva llama lacra ávida”, es como salirse del registro en el que
aparecía, y esto no vuelve a aparecer en el resto del poema. Esto es una insistencia
en la “a” y en palabras que tienen sonidos fuertes.
15
Alumna: Después dice “alga de algo”, como que la “a” sigue.
Profesora: Exactamente, muy bien. Fíjense que esto no repite la misma estructura
de la organización sintáctica anterior, esas cuatro palabras en las que se destaca la
“a” de ese verso. Son palabras que repiten la “a” y tienen un sonido fuerte en el
medio. Incluso “llama” aparece en el medio de esas cuatro palabras como una
especie de indicio fluctuante entre llamar y llama, de ella o él llama, y la llama del
fuego. Hay como un enganche ahí, no hay una mera yuxtaposición, esa llama se
irradia hacia distintas posibilidades.
Lo curioso es que Pizarnik parece estar citando esto cuando dice “llama, jadea
grasa” Era el único verso de aquel poema que se salía del murmullo del muro. Son
tres superposiciones con esa insistencia en la “a” como sonido fuerte y con la
llama, la misma llama del texto de Girondo, hay como una intromisión de esto allí.
Este texto de Pizarnik es unos años después del de Girondo, el “Tantan yo” es del
´54 y este del ´65. Hay muchas citas recurrentes entre estos poetas, Girondo,
Pizarnik y los poetas de los ochenta. Por ejemplo, acá en Girondo teníamos el
poetudo y releyendo La partera canta de Carrera encuentro “partudo” que parece
estar citando a poetudo y jugando con la invención de las palabras. Uno podría
pensar que con la raíz de “parto”, de parir, y con el nombre del poeta, “Arturo”, se
hace Parturo, y ahí de nuevo volvemos a lo que hablábamos antes, la infancia, lo
materno, etc.
Sigamos. Ahí aparece entonces como una especie de intromisión de esas cuatro
palabras con “a” como sonido fuerte y en el verso siguiente “alga de algo”, parece
que la “a” se cambia otra vez, jugando además con esa relación con ese algo, con el
poco que aparece después, siempre hay como restos de palabras, restos de lo que
se dijo antes, “algo” tiene un resto de esa “a” sobre la que se insistió un verso
antes.
Entonces, “y mi yo tumbo a tumbo canto rodado en sangre”, esos son los versos
que se separan, fíjense que son los más largos, de la estructura de la repetición del
Yo a través de diferentes posiciones, aberturas, amplificaciones o restas. De pronto
aparecen esos versos largos que dan otra cosa, aparecen verbos conjugados, la
16
yuxtaposición que aparece en otro de este tipo de versos: “posyo del mico ancestro
semirefluido en vilo ya” ahí no hay verbo conjugado pero tiene estructura de verso
largo, una palabra llama a otra y se organiza como un verso que no tiene un centro
sintáctico, cada palabra parece estar irradiando una esfera particular. El otro verso
largo es “”pulpo yo en mudo nudo de saca y pon gozón en don más don tras don”,
que también insiste en esa rima en “on” muy fuerte, casi groseramente en ese
verso. Después “tras voces niñas cálidas de tersos tensos hímenes”. Siempre estos
versos tienen una estructura de encaje, con complementos, con preposiciones, que
vienen una dentro de otra. El otro largo es: “un tanto yo San caries con sombra can
viandante vidente no vidente de semiausentes yoes y coyoes.” Ahí hay una
descomposición de palabras que se arman y rearman. Lo que quiero ver ahora es
qué sentidos se van disparando a través de estas oposiciones, contraposiciones, etc.
17
Alumno (no se escucha)
Profesora: En las últimas frases lo que hace es repetir las carencias. Lo que hace es
acumular repetición de la resta “sin mí”, “sin”, “sin”. Evidentemente, antes había
otras negaciones, el yoga, el médium, son otras formas de salida para enfrentarse
con este enigma.
Hay otra cosa más en esta especie de Yo a la deriva que aparece en este texto de
Girondo, dice:
Yo vamp
Yo mareante
Apenas yo ya otro
Con ese juego también del apenas y el ya, que son estos adverbios que actúan
como resta, es otra estrategia de la resta, con lo cual volvemos al hecho de que el
Yo no puede quedarse en un lugar en este texto, es una partícula que viaja a lo
largo de todo el texto y hace diferentes combinaciones. Por eso me parece
interesante cómo muestra este Yo en proceso del que habla Kristeva.
Después el “poetudo yo tan Buzo”, que obviamente está haciendo burla en todo el
texto de Girondo. En todos los textos de Girondo siempre va a haber una burla de
un poeta oficial, y acá está claramente puesto aquí, en el poetudo, que para
Girondo es Lugones, desde aquella época de los 20 poemas hasta después.
Girondo es un poeta de ruptura, el único que sigue en esa línea desde los veinte
hasta que muere en el ´64. El último libro de Girondo es En la masmédula
justamente. Después tiene un accidente de autos, queda mal y se muere. Pero
mantuvo siempre esa intensidad de experimentación hasta los últimos momentos.
18
El “Yo vamp” vuelve de alguna manera al “alga de algo”, que es esta oscilación
entre el “a” y el “o”, en donde también el texto de Girondo parece tirar una barrera
entre lo masculino y lo femenino.
Ya en los textos de 20 poemas aparecía esto del Yo que se desplaza, allí decía “yo no
hago más que transmigrar”, esta cuestión del yo en viaje, que no deja de lado
incluso en el pasaje de la frontera de género, por lo menos juega con la imaginación
de correr el límite entre lo masculino y lo femenino, eso aparece en el “Yo vamp”.
Alumna: Ese Yo ya de “Yo ya otro” tiene ese juego de “a” con “o” también me
parece.
Profesora: Sí, es verdad, muy bien. Está el pasaje de lo masculino a lo femenino.
Bueno, dejamos acá, para la próxima lean el texto de Barthes, que está junto con el
Mallarmé de Derrida, para poner la relación la forma en que se lee un texto
poético. Muchas gracias.
Versión: Cristian Dé
19
Cod. 22
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 5-junio-07
Les cuento que dejé en la fotocopiadora una antología de poemas que pertenecen a
este librito, Maternidad Sardá, de Martín Rodríguez. No lo dejé todo porque, por un
lado, no se puede fotocopiar libros enteros y, por otro, sería recomendable que
ustedes lo compraran en librerías. Está editado por la editorial Vox, una de las
independientes –ésta es de Bahía Blanca– que publican la poesía argentina
contemporánea. Vox se consigue en Buenos Aires, en muchas librerías, por ejemplo
en la librería Norte, que está en la calle Las Heras, y que es una librería
especializada en poesía, pero también en muchas otras.
Ahora vamos a trabajar el texto de Roland Barthes “¿Existe una escritura poética?”
y el texto “Mallarmé” de Derrida. Luego volveremos a la antología.
1
Estos son, entonces, sus textos iniciales. Después Barthes se vuelve un pope del
estructuralismo francés: haciendo pie en la semiología de Saussure, plantea una
lectura crítica del texto literario a partir de esos parámetros (sincronía, diacronía,
estructura del relato, etc.). De esa época estructuralista es, entre otros, su famoso El
análisis estructural del relato, de 1964.
Antes de pasar a la pregunta acerca de si existe una escritura poética, vale la pena
repasar un poco la primera parte de este capítulo, que es sobre la escritura, sobre
qué se considera escritura –para así pasar después a la escritura poética.
Lo que hace allí Barthes, en el primer capítulo, es una distinción entre lengua, estilo
y escritura. Dice que lengua y estilo son para el escritor una sobrenaturaleza,
porque no hay elección ni frente a la lengua ni frente al estilo. La lengua, sabemos
todos, como una serie de convenciones, de prescripciones que hereda el escritor. El
escritor se inserta en esa lengua; ésta es previa al escritor. Ahí, entonces, no hay
elección posible.
2
porque tiene un origen “biológico”, está fuera de la literatura, nos dice. Y así como
nos dibujaba la lengua como horizontalidad, Barthes dibuja el estilo por la
verticalidad: el estilo, dice, es vertical.
Todo esto constituye una naturaleza para el escritor. No hay elección, dice, ni en
tanto a la lengua ni en tanto al estilo. Allí el escritor encuentra familiaridad con su
propio pasado, ya sea a través del horizonte de la lengua o de la verticalidad del
estilo.
Entre uno y otro está la posibilidad de la escritura, dice Barthes. Fíjense esta
definición: “cuando el lector liga la forma a la red normal y singular de su palabra,
a la amplia historia del otro”. O: “la escritura es un acto de solidaridad histórica”.
Hay una entrada, un cruce entre esa historia singular (que tiene que ver con el
estilo, con la biografía, con el pasado del autor) y esa lengua que es heredada y que
es historia. En ese cruce aparecería la escritura.
Y esta elección está unida a una responsabilidad, dice también, y ahí es donde se
ve claramente el eco del existencialismo. Sin embargo, esta libertad, por supuesto,
está presionada por la historia y por la tradición.
En esta descripción que hasta ahora hace Barthes, me parece a mí que no nos
apartamos demasiado de todo lo que veníamos viendo con Tinianov sobre la
palabra poética. Ustedes recordarán que la palabra poética, como toda palabra –
dice Tinianov– tiene una historia; es la relación de tensión entre lo pasado (la
tradición) y lo nuevo, que Mukarovský retoma como una antinomia dialéctica.
3
Al hacer hincapié en el indefinido, está diciendo que lo que se eleva por encima de
esa verticalidad existencial son esos dispositivos técnicos de la lengua (como el
indefinido y la 3ª persona): artificios que propician la aparición de la escritura. Con
esos artificios la escritura se sostiene de manera independiente respecto de la
verticalidad de la biografía y el pasado.
Pero esto desaparece, dice, con la poesía moderna. Desaparece esta visión de la
poesía como una forma adornada de una prosa subyacente o virtual. Porque la
poesía moderna, dice Barthes, instituye la palabra como otra “naturaleza cerrada”.
Si bien fue admitido que no hay para el escritor elección frente a esas dos
instancias de la lengua y el estilo, Barthes habla acá de una naturaleza cerrada. Y
dice: “La poesía es una cualidad irreductible y sin herencia. Ya no es atributo, es
sustancia, y, por consiguiente, puede muy bien renunciar a los signos, pues lleva
en sí su naturaleza y no necesita señalar afuera su identidad”.
4
“estrategia de resta”. Más adelante dice que la poesía “sólo tiene un proyecto
vertical”, con lo cual de alguna manera se relaciona con su definición del estilo.
Más adelante dice: “Es un signo erguido, y luego “(la palabra poética) es un acto
sin pasado inmediato, un acto sin entornos, y que sólo propone la sombra espesa
de los reflejos de toda clase que están vinculados con ella”.
En pocas páginas (cinco) se repite esta misma estrategia de resta: la poesía es sólo/
la poesía sin (sin pasado inmediato, etc). Con lo cual, según esta perspectiva, la
poesía no es una escritura, porque no puede levantarse de esta relación vertical. No
está hecha la relación de estilo y escritura poética, pero sin embargo parecen estar
unidos, compartir fundamentos. De hecho, Barthes define estilo y luego define a la
palabra poética casi con las mismas palabras. Habla, por ejemplo, de “lenguaje
autárquico”, y va a usar esta noción de autarquía tanto para el estilo como para la
palabra poética.
Es cierto, y está claro desde las vanguardias, que la poesía se cierra sobre sí, en el
sentido de que se sale de lo que es el nivel del lenguaje como función instrumental
o comunicativa. Sin embargo, nosotros veíamos, desde el texto de Tinianov, cómo
este salirse del plano de la función comunicativa del lenguaje no significa que no se
desprendan sentidos del texto poético. El texto poético parece disparar sentidos. Es
más, habíamos hablado de la gran capacidad semántica que tiene el texto poético.
Lotman, que es un teórico de una escuela (Escuela de Tartu) que retoma muchas
cosas del formalismo ruso en clave de una teoría de la información, va a decir que el
texto poético tiene la mayor cantidad de bits de información en el espacio más
reducido. Es un texto breve que condensa una gran capacidad semántica. Es cierto
que no se instala en el circuito estrictamente comunicativo del lenguaje, pero esto
no implica que carezca de sentido, sino todo lo contrario: es otra forma de
significar (y es eso a lo que Kristeva llama significancia y Tinianov semántica
imaginaria).
5
está ubicando a la poesía en el peligro que habíamos visto que Kristeva
contemplaba al trazar esas distinciones que vimos a través del cuadro. En aquel
cuadro, vimos la sucesión de un orden simbólico y de un orden semiótico, y cómo
Kristeva señalaba esa posibilidad de una caída en una especie de abismo semiótico,
que es la posibilidad de una caída en un lenguaje psicótico.
Y eso que aparece como un peligro pareciera ser lo que, para Barthes, es la
condición de la poesía moderna. Para Barthes la poesía es “sin signo”, es un signo
erguido, ha perdido la condición de referir algo, es un objeto alzado y, por ende,
separado de cualquier forma de comunicación. No está, siempre según Barthes, esa
“solidaridad” que hay en la escritura (la novela, la prosa). Hay una historia del
otro, hay “dispositivos colectivos de enunciación”, que Barthes parece atribuir
solamente como posibilidad a la escritura.
Otra característica interesante que da Barthes y que se nos presenta como opuesta a
lo que vimos con Tinianov aparece cuando habla de la poesía como gesto solitario
y dice que a las palabras de la poesía nadie les impone una jerarquía, con lo cual
pareciera que el texto poético está hecho de palabras absolutas erguidas sin ningún
tipo de ligazón. “No tiene entorno”, dice. Y esto nosotros lo hemos negado en el
análisis que hemos estado haciendo del corpus de poemas, entre otras cosas
cuando vimos cómo un elemento se relaciona con elementos de otros poemas que
están en su entorno, por ejemplo la vaca en el poema de Carrera y su contraste con
las otras vacas de la poesía argentina del siglo XX. El hecho de que esa vaca de
Carrera aparezca con la “ubre despintada” marca un rasgo de diferencia, un giro
en relación con esa tradición.
6
corriente; pero esa organización no elimina el sentido ni la necesariedad de
sentido. En suma, me parece bastante claro que hay una diferencia entre estos
planteos de Barthes y los de Tinianov y Kristeva. Este de Barthes es un planteo
muy cercano al de Bajtín cuando, en esa oposición que Bajtín hace entre polifonía y
monologismo, dice que la palabra poética es monológica y la palabra de la novela
es polifónica. En el texto poético, para Bajtín, prima la voz del poeta como una voz
monológica y autoritaria.
También Bajtín, como vemos, estudia la palabra poética como resta, es decir, la
estudia por aquello que ésta no tendría en relación con la novela. A diferencia de
Tinoanov, está señalando dos funcionamientos diferentes para la novela y la
poesía. Y Barthes, digamos, refuerza aun más esta división estrecha de Bajtín, cosa
que se vuelve evidente en la misma retórica barthesiana: “la poesía es sólo…”, “la
poesía sin…”.
El primero, “La verdad de esta vieja pared”, ya lo estuvimos viendo, y dijimos que
aparecía esta oposición P / M, algo que aparece en muchos de sus textos y
reaparece también en la poesía de Carrera. Es una oposición que articula algo que
tiene que ver con el género.
7
Ahora, en este poema de Alejandra, aparece este título: “Mendiga voz”. Curioso,
entonces, y es de notar ese paso de la 1ª persona (mendigo) a la 3ª persona
(mendiga voz), que es precisamente el paso que Barthes pedía para la escritura. Y
“mendiga” aparece en relación con la voz, que era aquello que venía trabajando
Alfonsina. Una voz que ha sido sometida a la voz del otro y que empieza a
desvelarse a partir de los últimos libros de Alfonsina.
Decía además que esto no es inocente. Es el último poema del segundo libro
importante de Pizarnik, y marca un cierre. Después ella va a escribir Extracción de
la piedra de la locura, en el ’68: un libro diferente, con un cambio completo respecto
de la escritura concisa de Árbol de Diana (1962) y Los trabajos y las noches (1965).
“Mendiga voz” es el cierre de una retórica, de una forma de escritura.
Y fíjense qué importante es la relación con otro cierre: el que hace Alfonsina.
Vamos a la página 11, donde yo hice una especie de constelación de poemas de
Alfonsina. Allí está el “Oye”, que ya hemos visto, donde el yo se define solamente
por el silencio y la negación y termina siendo un “me a remolque”. Después está
“Ligadura humana”, este texto que internamente empieza ya a mostrar una
resistencia contra esa voz que vela –allí aparece el “mendigo” y el “imbécil sueño”.
Y luego aparece Ocre: el cambio. Hasta aquí la retórica muerta del poema de amor.
“Fiesta”, de Ocre, señala ese cambio. Fíjense siempre en los títulos: ya hablamos del
cambio que significa Ocre como título de libro respecto de los libros anteriores de
Alfonsina. Lo mismo se puede decir sobre los títulos de estos poemas: “Fiesta”
cambia ese registro de “Oye” y “Ligadura humana”. Dice el poema:
8
Y la mano pequeña, que se pierde
Entre la grande, espera. Y la fingida,
Vaga frase amorosa, ya es creída.
Esa estrofa se sale retóricamente de las otras tres anteriores. Las “núbiles criaturas”
que aparecen en la primera estrofa, no se condicen con este “yo” que se apoya en el
quiosco. “Quiosco” es una entrada completamente salida de lugar, como el
“Imbécil sueño”. El “quiosco” aparece en el texto de Girondo, “Croquis en la
arena” (1920). Quiere decir que Alfonsina está llegando a esa posición enunciadora
que tenía el varón Girondo de poder decir “quiosco” en un poema, que es una
entrada “del mundo real” (entre comillas) en el poema. Esto era imposible de
pensar antes. En otro poema aparece una “estufa”, algo completamente fuera de
registro.
Pero además, hay una actitud corporal: “Yo me vuelvo de espaldas.”. Punto. Hay
un quiebre con respecto a lo anterior, donde las frases están encabalgadas de
manera tradicional. La retórica es desdecida por el final trunco. El punto corta el
9
verso en dos, en una actitud corporal de rechazo de lo anterior. El verso final dice:
“Irónica la boca. Ruge el viento.” Obviamente, aparece un elemento disruptor con
el rugido del viento. Por otro lado, la ironía dice y desdice: mientras parece decir
una cosa, está diciendo otra. Hay una burla de esa retórica, que fue la propia hasta
ese momento, que fue la de la firma “Alfonsina Storni” durante cuatro libros.
10
Eso está en otra palabra del texto: “Dulce arrobamiento.”, donde aparece “miento”,
que se liga a “testigo”, “fingida”, “creída”. Es la misma serie léxica o semántica que
se organiza en esas repeticiones. Y son, estas, palabras evidenciadas, de final de
verso. Si van al diccionario, “arrobamiento” es esa acción de raptar a alguien, de
sacarlo de su lugar de pensamiento. “miento”, junto con el “mendigo”, está
marcando esos cambios en los textos de Alfonsina.
Ahora, el “yo” vuelve a enunciarse en primera persona fuerte. Esta vez, como
agente de la acción: “Yo me vuelvo de espaldas.” Antes era: “Yo seré a tu lado (…)
silencio, silencio.”, donde había una serie de negaciones de ese “yo”. En cambio,
acá volverse de espaldas es una acción física, en tiempo presente; presenta un giro
retórico y cultural en ese “yo” que enuncia en el texto de Alfonsina. Y ese otro
elemento importantísimo: “irónica la boca”. La boca unida a la ironía. Y el texto
que se dispara hacia una tercera persona (ruge el viento).
Hay varios textos en Ocre que presentan tres estrofas y una cuarta que desdice las
anteriores y que, además, hace que leamos las tres primeras estrofas como
paródicas. Esa retórica de “núbiles criaturas”, etc., es una parodia de sí misma, es
una parodia del estereotipo que se acataba en otros textos. Este ejercicio de la
autoparodia aparece en todo Ocre. “La ronda de las muchachas” es otro de los
ejemplos, que parece seguir el estereotipo, pero en la última estrofa se da el giro
que hace leer el resto como una burla de ese estereotipo.
Suspendida en el aire,
mi casa respira,
por sus anchas ventanas,
la energía
solar.
Encerrándola
en su anillo enloquecedor
el cielo circula por ella
de un extremo a otro
en largos y anchos
ríos de luz.
En el centro,
isla triste y solitaria,
mi cuerpo,
quieto contra la corriente,
absorbe.
11
Ya no está ni la retórica anterior ni la burla de la retórica anterior. Aparece otra
forma en el poema, no hay verso de estructura métrica regular, hay verso libre,
irregular. No aparece el “yo”, pero, sin embargo, el texto parece muy centrado en
la voz que habla. Aparece “mi cuerpo”, “mi casa”, en la misma posición, como
marcando el regreso al sí mismo, que había sido evitado como imposible en las
retóricas anteriores. Siempre era un “yo” en fuga con respecto a sí mismo, un “yo”
dado al otro, entregado, ofrecido, sacrificado. En cambio, ahora hay un regreso a
esta posición central de “mi cuerpo”. El mismo título, “Torre”, parece mostrar esta
posición erguida de este “yo”. No es necesario decir “yo”, pareciera decir el texto,
precisamente porque el combate ha terminado, la lucha interna entre estereotipo y
no estereotipo.
Cuando Alfonsina está escribiendo esto, se encuentra con una crítica que siempre
es practicada por varones y que la marca como “chillona”. Y Alfonsina es muy
conciente de esto, por eso también la autoparodia en esos poemas donde las tres
primeras estrofas dicen una cosa y la cuarta otra. Miren también en la antología
esos “consejos útiles para las solteras”, donde entre otras cosas se dice que la mujer
soltera no debe chillar: “se procurará que no chillen”. Ahí Alfonsina se está
haciendo cargo de las acciones de la crítica, desde un lugar que anticipa este
“irónica la boca” del poema.
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verso, una mujer que grita (el grito también está en “Nuit du coeur” de Pizarnik,
ahí en la antología).
¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber
¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca esa mujer?
ya no grita
13
¿Qué es lo que aparece en este texto y en primer lugar como diferente?
Por un lado, aparecen dos voces. Que se marcan con dos tipografías distintas. Por
lo tanto, no habría una presencia de un yo organizador en el texto, como sí la hay
en el caso de Alfonsina: “Yo seré…” –aunque en Alfonsina, en ese “silencio,
silencio” repetido ya aparece algo así como un dictado de afuera, que no es el yo.
Hay una especie de voz que pregunta insistentemente, y otra voz que podríamos
llamar “distractora” y que le dice a la voz que pregunta “andá a saber”, o que le
marca otras cosas –“mirá las pajaritas”.
Este poema es además un texto que juega con no ser poético. Que juega con no
tener ningún rasgo de retoricidad: ninguna imagen poética, ningún cambio –como
“la fantasma” de Pizarnik-, casi nada. Por supuesto que la disposición gráfica del
poema, como nos indica Tinianov, ya lo instala en un campo poético aunque esté
jugando con lo coloquial. Pero un elemento diferencial del texto de Thénon es la
entrada del “vos”, que en general no entra en la poesía argentina sino después de
Gelman –hay algo de “vos” en Girondo. En general, el registro hasta los ’60 y ’70
era siempre culto. Incluso los primeros libros de Thénon operaban en ese registro
culto, como el que maneja también Pizarnik. En este texto, entonces, entra
repentinamente la lengua coloquial, prosaica.
Y en este lenguaje donde nada parece separarse de lo coloquial, hay sin embargo
una palabra que sí se separa de lo coloquial, y que está marcando algo. En el
mismo horizonte de expectativas que el texto va creando –un horizonte de
coloquialidad porteña-, algo irrumpe y quiebra ese horizonte. ¿Qué es?
Alumna: “Corcel”.
Profesora: Exactamente. La palabra “corcel” desentona totalmente en ese registro.
En la tercera estrofa aparece en la voz de el/la que pregunta: ¿será por su corcel? Y
la voz distractora dice “andá a saber”.
Ese “corcel” desentona porque es una palabra de uso literario, que uno encuentra
en novelas de caballería. El diccionario dice:
Corcel: caballo ligero de ancha alzada que servía para torneos y batallas.
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Entonces, por un lado, vemos que la voz distractora pone el foco en ¿qué cosas?
Flores bonitas, margaritas, pajaritas, espejitos… ésos son elementos que va
enumerando la voz distractora, y parecerían estar marcando otra vez elementos de
lo femenino: flores, espejos… La voz distractora corre la mirada hacia ese modelo
de lo femenino. Y, por otro lado, la otra voz pone una razón al grito: por su corcel.
Ese corcel aparece como un misterio, como algo indecidible respecto al sentido. Lo
único cierto –no sé a ustedes se les ocurre otra cosa- es que aparece como rasgo
semántico el oponerse a esa otra serie que marca el texto.
Además de “corcel”, hay otras palabras sobre las que podemos volcar nuestra
atención en tanto parecen tener un uso muy irónico. El texto se va a mostrar muy
irónico un poquito más adelante, pero acá ya se puede leer. ¿Dónde podemos leer
la ironía?
Alumna: En “espejito”.
Profesora: Sí. Quizás el rasgo que nos puede hacer pensar en un registro irónico, en
general, es el diminutivo. Por ejemplo también en “pajaritas”, que es la palabra
siguiente –y que repite también un elemento fónico de “espejitos”. ¿Ustedes saben
qué son las pajaritas? Son esas figuras de papel plegado y recortado de manera que
después se extiendan y queden unidas de un lado.
Por otro lado en “pajarita” también suena “pájara”, que era un sinónimo muy
usado para “tonta” o “boba”. Y fíjense que eso además está corroborado en otros
elementos. Aquel plano de idealización elevada –flores bonitas, margaritas-
empieza a “planear” en los espejitos y las pajaritas, y después dice “que no vuelan,
que no estorban”.
15
retoricidad, entramos en esta especie de pasaje de la que habla Tinianov. Ya dimos
la definición del diccionario…
Vos decías que “corcel” puede señalar una voz de autoridad, o reforzar en todo
caso a la voz distractora. Es posible, y en ese sentido la voz que pregunta también
se puede pensar como una voz infantil, porque tiene la insistencia de los chicos, el
“por qué por qué”.
Alumno: En el poema también hay una expresión que se repite, “esa mujer”, que
remite al cuento de Walsh “Esa mujer”.
Profesora: Muy bien, sí. Y Walsh es una figura cercana en el tiempo a Thénon que
además es desaparecido. Uno puede pensar –por la fecha de publicación del
poema, y por otros textos de Ova completa (por ejemplo uno muy breve donde
aparece “la picana guardada en el ropero”) – que este poema alude a la tortura y a
la desaparición. Está dicho en el texto: la escena de la mujer gritando, el secreto, lo
oculto. Uno puede leerlo, porque está en la fecha de publicación, y porque hay
palabras ahí. O expresiones como “andá a saber”.
Está en el texto de Girondo que habla de estas chicas reprimidas, y era una palabra
muy circulante en su época –porque era la moda del corsé. Y eso actúa también
16
como una especie de “corsé disciplinario” dado por las reglas del género: la mujer
no se debe apartar de este corsé, debe ser como una flor bonita, etc. Todo eso que
enumera el texto de Alfonsina como una suerte de colmo del estereotipo,
funcionaba como esta especie de corsé disciplinario. En el ’87 el texto ya puede
hablar de una manera irónica acerca de ese corsé, del mismo modo en que puede
hacerse cargo de esa acusación de “loca” que aparece en el poema y que era la
acusación típica, en clave clínica, que se le hacía a Storni.
En el texto de Barthes había una forma programática que en algún punto se acerca
a la crítica que Lukács le hace a la vanguardia por ser una forma cerrada
supuestamente a la historia. Por otro lado, el texto de Adorno podría discutir
claramente con éste de Barthes, en la medida en que Adorno plantea la relación
entre literatura y sociedad como una relación de negación pero a conciencia de que
el material de la literatura (vanguardia incluida) es social.
Cuando presenta a Mallarmé, Derrida presente su escritura como una escritura que
pone en crisis las categorías de historia, historia de la literatura, crítica, filosofía.
Dice Derrida:
Mallarmé no dejó de acosar la significación allí donde se produjera la
pérdida de sentido, en particular en esas dos alquimias que son la Estética y la
Economía Política.
17
texto de Mallarmé el texto prescinda de la referencia (a la cosa misma y al autor). Y
es aquí donde aparece la cuestión de la firma que tanto le interesa a Derrida, pero
esa firma no va a ser sino la huella de la desaparición del autor. Y, dice Derrida en
relación con esa desaparición, la huella del libro como tumba.
En el texto poético, entonces, no hay una decisión por una o por otra de estas
posibilidades. Otro ejemplo es la palabra or, que puede ser el sustantivo (oro) o la
conjunción lógica “ahora bien”: esta palabra aparece en el texto de Mallarmé
dejando abiertas ambas posibilidades.
Si ustedes van a los textos de Juanele Ortiz (que era un simbolista), yo les había
mencionado la característica de esa fuga de la sintaxis en el poema “Mirado
anochecer”, en donde la referencia cada vez se aleja más, hay todo un trabajo
sintáctico de desvanecimiento de la referencia, y también un trabajo con los signos
de pregunta: esas enormes oraciones en las que recién al final se sabe que son
preguntas, pero queda indecidible el punto en el cual esas preguntas comenzaron.
La poesía de Juanele mantiene esta indecisión como un elemento fundamental.
Volviendo al texto de Derrida, habla de los juegos del lenguaje, y habla de toda
una serie de efectos que tienen que ver con esta indecisión. Un caso es ese son or/
sonore: suenan igual en francés, pero son dos cosas diferentes. Esto le permite a
Derrida hablar de la carnalidad de la palabra poética. Habla también de la osatura
de la palabra en la poesía.
18
Es interesante entonces marcar la diferencia con el texto de Barthes, porque la
lectura de Derrida está tomando los efectos compositivos de la poesía de Mallarmé
sin hacer una preceptiva y sin pensar en términos de resta como lo hace Barthes.
En El monolingüismo del otro, que es casi veinticinco años posterior a este texto,
también aparece como un pequeño desplazamiento con respecto a la postura,
porque allí, en ese nuevo libro, va a haber una apuesta política bastante importante
de parte de Derrida. Es un texto donde se ponen en confluencia la lengua, la
frontera y la identidad, a partir de unas paradojas que aparecen al comienzo:
Nunca se habla más de una sola lengua. Nunca se habla una lengua sola.
Derrida pone estas dos frases en conjunción: se oponen y, al mismo tiempo, las dos
son ciertas. Y aparece la cuestión de la no propiedad de la lengua: la lengua es de
otro. El concepto de identidad aparece criticado en primer plano, y Derrida nos da
una clave biográfica para abordar esto. Derrida nace en Argelia, siendo Argelia
colonia francesa. Por lo tanto, la primera parte de su vida él tiene documento de
identidad francés. Después, cuando los alemanes invaden París y toda Francia, se
le quita la nacionalidad francesa a Derrida. Deja de ser francés por un tiempo. Su
identidad es argelina o magrebí. Pero su lengua es el francés. Y se pregunta,
entonces, cuál es su lengua madre. Nació en Argelia, su lengua madre es el
magrebí. Sin embargo, se escolariza en francés. Le quitan, decíamos, la ciudadanía
francesa, y cuando los aliados recuperan Francia se le vuelve a dar esa ciudadanía.
Todo esto genera un relato que trata sobre límites políticos (fronteras) e identidad
en un punto que afecta a la lengua propia, que la vuelve fantasmática. El yo es una
casilla que viene a ser ocupada en el momento en que se ingresa a la lengua, pero
también esa lengua es ocupada, desplazada, generando una serie de paradojas y
una serie de relaciones entre hostilidad y hospitalidad, que son dos figuras
recurrentes en el libro.
19
Bueno, como les decía al principio, les dejé en SIM una selección de poemas de
Martín Rodríguez, del libro Maternidad Sardá. Léanlo para el jueves; en la primera
hora de la clase nos vamos a dedicar a esos poemas, y en la segunda mitad lo
vamos a tener acá a Martín para que nos lea los poemas y responda las preguntas
que ustedes quieran hacerle. Hasta el jueves.
Versión: Cristian Dé
20
Cod. 22
TEORÍA Y ANÁLISIS
LITERARIO (Cátedra C)
Fecha: 8-junio-07
Vamos a comenzar con la clase de hoy. Recuerden que durante la segunda parte de
la clase va a venir Martín Rodríguez, el autor de Maternidad Sardá, a leer algunos
poemas de ese libro y luego le haremos unas preguntas.
Vamos a seguir hablando ahora de El monolongüismo del otro y luego pasamos al
texto de Rodríguez. Remarco algunos de los puntos que ya fuimos diciendo. Por
un lado, me parece importante que Derrida en el comienzo del texto diga que si
alguna vez debiera decir alguna definición de la deconstrucción, diría, sin más
comentarios, “más de una lengua.” Él dice que esto es como una consigna que
define un poco el planteo de El monolingüismo del otro.
Está basado también, como dijimos la clase pasada, en la paradoja, más de una
lengua y por otra parte el monolingüismo del otro, que pareciera cerrar la lengua
en una. Sin embargo, ese “de otro” es lo que lo abre a lo que finalmente va a ser
dicho por Derrida, que una lengua no es más que la promesa de otra lengua.
Siempre esta inminencia de lo porvenir, de lo que está por llegar, es lo que
definiría a la lengua. Como vemos, es una definición que no tiene ningún cierre
sino todo lo contrario, por eso la lengua es infinita.
También habíamos dado esas otras paradojas cuando dice: “No tengo más que
una lengua, no es la mía” y “Nunca se habla una sola lengua” o más bien “No hay
idioma puro”. Serían dos posiciones contradictorias, por eso decíamos que la
paradoja es la figura más recurrente de esta filosofía que se desarrolla sobre todo a
partir de la segunda mitad del siglo XX. Por eso mismo Derrida se auto defiende
1
frente al pensamiento de otros filósofos de una corriente mucho más rígida, dice
que seguramente lo van a encerrar en el departamento de retórica. Con esas dos
frases paradojales todo el texto discute una división que no es tal entre idioma y
dialectos, porque la lengua es una sola, innumerable, siempre abriéndose a nuevas
posibilidades. Otro punto que tiene que ver con esto es la noción de identidad, yo
les había contado lo que él refiere respecto de su propia identidad lingüística y de
su propia identidad argelina o francesa, según el momento histórico, según el
poder de turno. Esta historia muestra la fragilidad fantasmática de estas categorías,
que es lo que finalmente va a definir para él esta noción de identidad, la identidad
es fantasmática va a plantear Derrida, y está ligada a razones de poder. La lengua
natural pretende naturalizar lo que es nada más que una colonización. Toda
lengua va a ser colonial y toda cultura también va a ser colonizadora. Por lo tanto,
son artificios históricos.
2
Finalmente, toda su obra es escrita en italiano salvo un libro que publica en inglés,
con lo cual ella ingresa a la literatura italiana y es nombrada y conocida como una
escritora italiana habiendo realizado este periplo en relación con la lengua, lengua
francesa, materna, primera, lengua inglesa la segunda, materna en el sentido de
que es la lengua de la madre, y luego un retorno al italiano. Esto es un poco esta
figura que da Derrida, retornar a una patria que nunca existió como tal, esta
relación fantasmática con una pre primera lengua que en realidad no existe, dice
Derrida.
Esa es la historia de Derrida con el francés; como les dije en la otra clase, él nace en
Argelia, su “lengua materna” debería ser el magrebí, y sin embargo él elige el
francés, su obra se produce en francés. Uno podría decir que con Kristeva sucede
lo mismo, que es búlgara pero toda su obra la produce en francés, hay una
apropiación de esa lengua por parte de estos autores y no un lazo natural.
El individuo llega al Yo, como decía Kristeva, cuando llega la lengua, cuando la
lengua llega al sujeto se constituye el Yo, por lo tanto, el Yo es una operación de
colonización, se coloniza un cuerpo con la lengua y la instalación de ese Yo. Pero,
¿qué había antes de ese Yo? Derrida habla de esto cuando se refiere a las relaciones
entre hostilidad y hospitalidad, porque siempre hay un elemento que resiste, si por
un lado se opera en ese Yo que llega, por el otro hay una hostilidad a ese Yo que se
instala. Recordaba cuando preparaba esto ese verso de Pizarnik que parece aludir a
esta situación, “¿Qué vive en lugar mío?”, esta relación de no propiedad con
respecto a una lengua que toma posesión de un cuerpo, o “La palabra soplada”,
como dice Derrida. Por esto la lengua es siempre la lengua del amo y siempre es
una lengua dominadora y colonizadora.
Sin embargo, una vez que se ha instalado un Yo, ese regreso que según Kristeva se
da con la lengua poética, es siempre un regreso a un fantasma, a una patria que no
existió, como el caso de Italia para Rosselli. Dice Derrida: “No tengo más que una
lengua y no es la mía, mi lengua propia es una lengua inasimilable para mí. Mi
3
lengua, la única que me escucho hablar y me las arreglo para hablar es la lengua
del otro.” Ahí aparece la frase de Artaud, “Cuando hablo me escucho. Escucho al
otro.”
Esto pareciera hablar dice Derrida de una falta constitutiva, pero en realidad no
hay falta porque nunca hubo un sí mismo, esa tierra primera no existió nunca.
Ninguna otra cosa está allí para velar su pasado o su futuro. Por eso habla de una
relación fantasmática y de un fantasma en lugar del sí mismo. Dice: “Ese Yo se
habría formado en el sitio de una situación inhallable que siempre remite a otra
parte, a otra cosa, a otra lengua, al otro en general.” Por eso la lengua se presenta
como innombrable y por eso también la traducción es la ley de la lengua, no
hacemos sino traducir en estas aperturas hacia otras lenguas que siempre están
llegando.
Y así se encarna otra paradoja, porque así como todo es traducible, dice Derrida,
nada se puede traducir. La traducción es imposible, porque sabemos que la
sinonimia exacta entre dos lenguas no existe. Entonces, la traducción también es un
movimiento de salida y de llegada donde no hay identidad. Siempre lo que
estamos perdiendo es esta noción de identidad. Entonces, no hacemos sino
traducir, pero nada es traducible. Es otra de las paradojas que plantea Derrida.
En esta situación es el escritor quien puede partir en busca de una lengua nueva,
una lengua que es una vez más un deseo de apropiación de esa patria que nunca
existió. Aunque siempre como llegada está el fracaso, igualmente ese movimiento
de reapropiación pasional de una lengua como primera es el movimiento de la
escritura, del escritor, y la maneja como única posibilidad de apropiación, por más
que sepamos de antemano que es fallida. Es la única que vale la pena trabajar
según Derrida.
Es allí donde él vuelve a poner el ritmo, el tono, el exceso, todos términos que
hemos venido trabajando en estas clases, como rasgos de esta nueva lengua que se
le presenta al escritor. Lo había dicho también Rimbaud, al mismo tiempo que
había planteado “Yo es otro” había dicho “La tarea del escritor es hallar una
lengua”, una lengua nueva que consiste e insiste en un movimiento de
reapropiación de esta patria inexistente.
Cuando Derrida habla de este intento de apropiación que todo escritor debería
proponer habla del cuantum formal, dice que esto que es exceso, que es ritmo, que
es tono, que es hipérbole, marca un cuantum formal, una densidad en la técnica.
Hay que construir la tradición con “t” de técnica dice Derrida a partir del cuantum
4
formal. Se trata de una técnica a través de la cual el escritor lee la tradición que lo
antecede y propone una lengua nueva a partir de esa relectura de la tradición.
Para empezar a trabajar el texto de Rodríguez voy a leerles este comentario que es
la última parte de un texto que presenté en Francia tratando de seguir un hilo en
una serie de poetas argentinos del siglo XX que fueron, por un lado, Roberto
Santoro, que es un poeta desaparecido que escribió una obra experimental, como
Miguel Ángel Bustos, otro poeta desaparecido muy interesante. El texto de Santoro
se llama Ballet, Balar, Badel, texto al que considero de un proto neo barroco que
desapareció cuando desapareció Santoro, quedó ahí la huella que, por otro lado,
venía de Girondo.
5
Otro poeta que nombré en aquel texto es Leónidas Lamborghini con un libro que
se llama Carroña última forma, donde hay una voluntad de experimentación muy
grande. Si bien Lamborghini escribe desde los ´50 éste es un libro del 2000.
Después podemos nombrar a Oliva también. Después el texto de Carrera, Potlach, y
Maternidad Sardá de Rodríguez.
Ahí la palabra “Mocho” aparece como esa instancia que veíamos en Tinianov,
como que se desprende por su contundencia sonora y por estar al lado del blanco.
Inmediatamente sobre esa palabra “mocho” se suman, se amontonan, todas esas
otras palabras con “ch” que habíamos leído en sus textos, “mocho, “chiche”,
“chuño”, “chucho”. Rodríguez dice en el Lampiño “chumba”, que el perro chumba,
que a su vez hace espejear el chumbo, porque en Lampiño no se trata de otra cosa
que de la guerra, de la tropa y de los tiros.
6
Continúo con mi artículo: “¿Cómo hace la voz de Carrera, tan elaboradamente
barroca, para sonar tan argentina, tan próxima? Ahorro y derroche, la letra que se
dicta y se dispara hacia el disparate por pura literalidad.” Este Potlach parece jugar
con la pesadilla de la repetición. Fue precisamente mediante el Potlcah, ese
emblema de la poesía carreriana, y a partir de la lectura de Marcel Mauss, o de
Bataille leyendo a Marcel Mauss, que se descubre esta manera, este sistema del don
y del intercambio.
Quizás ustedes si no han leído todo el Potlach y se han quedado con los textos
vistos en clase tengan una idea de mucha más simplicidad de los textos de Carrera,
que en general suelen perderse en una elaboración formal difícil de seguir.
Además son textos largos, en la Antología, por una cuestión pedagógica puse
textos cortos porque son más fáciles de trabajar, pero en realidad los textos de
Carrera suelen ser de varias páginas y con una especie de cadencia no pautada.
Hay una deriva, no hay momentos claros de división sintáctica. Por ejemplo, leo:
“Incluso en el ritmo, en el aparente silencio que levemente susurra y raya nuevos
desacostumbrados ecos y traduce devoción para encontrar en nosotros el […]
perdido.” Aquí el rastreo del sentido es mucho más difícil que los textos que están
en la Antología.
Entonces, hay una apuesta por Herrera y Reisig más que por Lugones, en Carrera.
Y hay determinados colmos de artificios. Yo he citado acá cuando Carrera dice
“indúctil posibilidad”, “indúctil” es una palabra inventada, partida en dos sería
“dúctil”, lo que es maleable, “in” es el prefijo de negación. En lugar de usar el
7
común “indócil” Carrera elige crear este neologismo, inventar esta palabra que
llama inmediatamente la atención justamente por ser una palabra inventada.
Sigo: “En el límite de un estilo manierista y excesivo, cual Julio Herrera y Reisig, el
competidor uruguayo de Lugones preferido por Girondo, otra vez con frases del
tipo como indúctil posibilidad, se desprende, junto a ese tipo de frases, el deletreo
escolar, el balbuceo del escriba antes de aprender a escribir.”
“El escriba se vuelve a escribir en su balbuceo iniciático y a dibujar con los espacios
en blanco mientras repasa al mismo tiempo los delirios peronistas en las escuelas
de aquella época. Ese escándalo de la copia literal que dispara la risa”. Recuerden
la frase, “Lidia Tuñón soñó que Evita le regalaba una muñeca”. A lo mejor para
ustedes que no conocen el estilo de la época no aparece el estilo burlón y risible,
pero para nosotros aparece rápidamente la ironía.
“Efecto encarnado del texto de Carrera, nada más argentino, esa “ñ”, pulcramente
repetida, que es el mismo renglón simulado de un cuaderno de escuela de los años
cincuenta, la generación de frases que copia el niño escolar alrededor de la figura
mítica de Evita. Nada más argentino que esa “ñ”, por ella pasa el devenir niño, el
devenir campo pringlense de Carrera, antigua tierra india, la pampa del ñandú. En
la “ñ”, que es ese pequeño puerto de materia fónica y gráfica, se ensillan la lengua
de España y de América, y allí difieren hacia el campo, llanura abierta, que
encontramos en la dicción de Campo Nuestro de Girondo. Densidad formal y
dispositivo colectivo de enunciación lucen intensos en la moneda atesorada de la
memoria del Potlach. El oro del sentido.”
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Sigo con mi artículo: “A oro y derroche, oro y nada de la ausencia/presencia.
Contracara de la primera moneda que se choca con la primera ausencia verdadera,
la de la madre.” La madre también vuelve a aparecer como ausencia en el texto de
Rodríguez. “La madre, en el texto de Potlach, es una desconocida, como es
desconocida también la memoria de la infancia y el tiempo de la infancia, que a su
vez prefiguran la propia desaparición.” Recuerden el vector que hemos
caracterizado y que estamos claramente en la idea de Freud y en la lectura que
hace Derrida de Artaud, también en lo que decíamos de Passolini en clases
pasadas, la muerte como la meta final de esa vida. En el texto de Carrera la madre
es la desconocida que prefigura esta otra ausencia del final.
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En la primera noche
un amor de virgen me abandona
Solito te vas / a lavar la cara en la laguna
te mirás y decís
Toda una noche a la intemperie
la luna se miró la cara en mí
de ahí estas ojeras
toda la noche está llena
de agujeros, de interiores1
La laguna aparece también como ese lugar donde una madre abandona. Parece
repetir el texto de Carrera aquí Rodríguez. Por otro lado Potlach dice: “Octubre es
la novedad / Todas las palabras son nuevas.” Aparece entonces esto de la
repetición y la reapropiación de las palabras, que surgen como monedas gastadas o
falsas pero que en el nuevo molinillo del texto, a partir del cuantum de la técnica,
parecen nuevas. A su vez, sacar del contexto primero a estas palabras es una
técnica surrealista, poner las palabras en otro contexto para que salten y se
destaquen para así disparar nuevas posibilidades de sentido.
Por esto de que la palabra siempre es nueva en el poema, en Carrera cada vez que
hay una señalización hacia lo real inmediatamente se la pone, a su vez, en contra.
Lo mismo en Rodríguez. Por ejemplo, aparece la calle Stegman que por ratos que
uno lee sabe que es la calle donde está la casa de Carrera en Pringles, o la calle
Rondeau del texto de Rodríguez. “Vivo en la calle Rondeau”, dice. Carrera señala,
sin embargo: “El sentido de la calle [Stegman], ¿no es el mismo del verso? / Verso,
versus.” Está jugando con esa relación, el origen de la palabra verso en latín quiere
decir contra. En los textos de Carrera, por lo tanto, está funcionando siempre esta
paradoja, poner la palabra en contra para hacerla decir otra cosa.
1
Nota del Desgrabador: Los versos fueron armados de acuerdo a la forma de recitar de la docente y no lo
hemos podido cotejar con el material original, por lo que es posible algún error en el corte de los mismos.
10
Casi treinta años después de la escena del niño de Carrera, el paisaje del niño de
Rodríguez es muy distinto. Aparece nuevamente esa “ñ” que está en Carrera, pero
ahora vamos a encontrar un pañal vuelto puñal en el cielo. Esto se presenta en
Maternidad Sardá, en la página 17 de ese libro. Dice:
Me parece que tiene que ver también esto con lo siniestro ligado a la institución. La
enfermera, que es un elemento “sanitario” diría Oliva, de la institución de la salud,
aparece siempre o mayoritariamente en Rodríguez sesgada por lo siniestro. Es una
asesina, aparece con una aguja clavada en la sien en otro momento.
Maternidad Sardá hace juego con Hospital Británico, libro de del año 1985 de Viel
Temperley, otro poeta neo barroco que no puse en esta lista pero que podría estar.
Tiene mucho que ver con esta tradición presente en el texto de Rodríguez. Viel
Temperley muere en el ´87 y el libro Maternidad Sardá tiene muchas recurrencias y
reapariciones de Hospital Británico. En Hospital Británico el que habla es el que se
llama el internado, con la cabeza vendada. Viel Temperley le dedica el poemario a
la madre, dice la dedicatoria: “Mi madre es la risa, la libertad.” Así como el texto
de Rodríguez hace difícil la cita, porque hay muchos poemas con el mismo título,
“Sardá”, “Sardá”, “Sardá”; “Sueño”, “Sueño”, “Sueño”. Hay una repetición que se
encuentra en el texto de Viel Temperley también. Dice “Pabellón Rosseto. Octubre,
1987.” Uno da vuelta la página y lee de nuevo “Pabellón Rosseto…” El texto parece
volver a empezar una y otra vez con otros textos a partir de un mismo título.
Empieza una y otra vez como un libro que nunca termina de empezar. También
hay como una madeja monolingüe en Hospital Británico. Donde sí podríamos
marcar una diferencia es con esta madre que te abandona de Rodríguez. La madre
del Hospital Británico “Yace aquí muriéndose”. Mientras el crío del Hospital
Británico escribe su texto operado, paralelamente, yace a veinte metros muriéndose
la madre, como dos agonías en paralelo que están relatadas y recusadas en el texto.
Alumno: Parece haber dos faltas, la falta del nacimiento y la falta de la muerte.
Profesora: Exactamente, sí. La falta puesta en dos momentos distintos.
11
lo único vivo es lo que aún está por nacer, porque una vez que nace ya va hacia la
muerte. Por eso el único núcleo de vida verdadero está en lo que aún no ha nacido.
Es ahí donde focaliza la mirada el texto de Rodríguez, y también aparece el
momento del parto como central, como en La partera canta, de Carrera, otro
momento fundamental de contacto. En ambos textos en ese momento se combina
en la sala de parto la vida y la tortura. Esta violencia que corta, que tajea el cuerpo
y que viola en Rodríguez durante el momento del parto y que también aparece
antes en La partera canta, donde la sala con sus utensilios fríos del parto se asemeja
a una sala de tortura. Rodríguez dice: “La mecánica del parto: oxidada / La
mecánica del parto: una deriva, marea alta, / La mecánica del parto / Una
expulsión al diván visceral (…) La madre le dijo a la enfermera al oído / Sacalo,
enfrialo, colgame un diente de ajo del cuello del útero / Llamalo Joaquín Paniagua /
Y que viva en los árboles.”
En esta madeja monolingüe de Rodríguez hay una serie de palabras que se repiten:
“Feto”, “embarazada”, “leche”, “pañal”, “mamadera”, y no sólo en este libro, sino
en todos los libros de Rodríguez. En contacto con esto se presenta el mundo
animal, que aparece constantemente, “huevo”, “gallina”, “gallo”, “renacuajo”; El
feto es un renacuajo, el padre es un gallo.
Por otro lado, también, en Lampiño aparece una enunciación que vuelve a ser un
dispositivo colectivo como el que encontrábamos en Pizarnik, dice: “Todos somos
una vaca abandonada / Hoy todos somos un huevo abandonado”. Es otro
momento del texto donde aparece la relación con el abandono y la orfandad como
un elemento colectivo.
El texto de Rodríguez, repito, siempre nos llega por concentración, por síntesis, ese
me parece que es el cuantum formal del texto de Martín Rodríguez. Cabe destacar
también que de la escena del niño de Carrera a la escena del niño de Rodríguez
está la dictadura militar como ese puño de violencia fuerte que aparece y que
lateralmente, de algún modo, se fija en el texto de Rodríguez cuando dice: “Ahí
nació mi padre / y trabajaban / me dicen / así / muchos compañeros.” O “Crece una
lírica de las madres / es mejor el silencio y el alarido, le digo / pero ya está dormida
/ La Sardá es una morgue /carnívora y vital.” En ese espiral violento que aparece
12
en el texto de Rodríguez hay sin embargo momentos donde hay una salida. Dice
“Hallarse y nacer / en la mirada de los otros / empezar de nuevo”.
Bueno, el último texto que quiero citar antes de que Martín comienza a charlar con
ustedes es justamente el último del libro: “Cielo”:
Bueno, ahora sí les quiero presentar a Martín Rodríguez, yo le había pedido que
leyera algunos poemas de Maternidad Sardá para que escucharan su manera de leer
y después ver si podemos conversar con él.
Martín Rodríguez: Bueno, muchas gracias, creo que nunca leí ante tanta gente.
Voy a empezar con “Oración”, página 7:
13
Un pulóver brotado, y la oveja muerta al lado
(a sus pies…)
taquicardia de las hojas
pasa, pasa, pasa
cuando baja la fiebre una casa de arcilla se deshace
y una pared pulmonar, última
una madre sedienta de hijos
los clama en la aurora
no hay nada: lo perdido está perdido.
Lo único que queda es esperar
Las resurrecciones,
Los pequeños espíritus elevados
Con piel de gallina
Los fetos acarician
El cielo y las nubes,
Todo eso
Que produce el llanto:
Humedad, desierto
Y sequía,
[Lee “Escrito” y “Trébol” de la página 12. Textos que no figuran en la selección
brindada por la cátedra.]
14
La enfermera está sacada: su sangre
En la punta de la aguja
En los labios,
Repite el nombre que quiere ponerle,
Lo escribe en un azulejo,
Flota,
La enfermera flota en un jardín
De flores arrancadas,
La enfermera recogió todas las flores
Y se las puso en el pecho,
Mientras se le hacía agua la boca
[Aplausos]
15
Profesora: Muchas gracias Martín. Nosotros venimos leyendo textos, una
Antología de varios autores, de Girondo, de Alfonsina, de J. L., nos centramos en el
Potlach de Carrera y en ese deletreo del puño, pañal, chuño, y a mí me interesaba
esta “ñ” que es tan fuerte en Carrera y que en tu texto también es muy fuerte.
Entonces yo había hecho un rastreo de esta aparición de la “ñ” y fíjate cómo
aparece, sueño y pañal, pañal con puño, paño tibio en el sueño, puño cerrado,
pañal con alas, el pañal es un puñal, niño lagañoso, cigüeña, crema de ordeñe, vaca
recién ordeñada, soñaba que ordeñaba una vaca en la cocina, otoño, sueño, un
pañal: esa nube. También roña, riña y saña me parece un trío bastante fuerte. Me
parecía interesante la aparición de la “ñ” porque estábamos diciendo que tu texto,
a diferencia del de Arturo que trabaja por deriva, trabaja por síntesis, y este
procedimiento de niño, pañal y puñal me parece que condensa muy bien una
secuencia que es la del nacimiento y la violencia, porque lo familiar aparece mucho
en los textos de Carrera, pero no con esta violencia que aparece en tus textos.
M.R.: A ver, tengo una gran dificultad en general por hablar de lo que escribo, de
hecho pocas veces lo hice. Me cuesta bastante ponerme en situación de teorizar
16
sobre lo que hago, pero esto que decís ayuda un poco. En realidad Maternidad Sardá
surge de la experiencia primera de todas de vivir frente a la Maternidad Sardá. Yo
no tenía teléfono entonces más de una vez, como estaba abierto toda la noche,
usaba el teléfono de la maternidad, un teléfono público que hay en un pasillo;
alguna vez usé el baño también, en fin, se dio una relación que se fue estrechando
con el lugar, y a partir de ahí comencé a pensar este libro. La maternidad se llama
Maternidad Ramón Sardá pero a mí la sonoridad, la música que me producía
Maternidad Sardá así solo me llamaba mucho más la atención, tenía como una
carga violenta y mientras lo escribía fui descubriendo cosas que me reforzaban esta
violencia de la sonoridad, como era que en la ESMA el lugar donde parían las
detenidas se llamaba Sardá también. Pero yo sinceramente no intentaba vincularlo
en ese aspecto, pero como quedaron todos esos partos violentos alguna vez me
tocó explicar que la mención no era directa a eso, o por lo menos no había sido mi
intención conciente. La referencia era sí a esa Maternidad pública que fue creada
en un barrio marginal. Incluso está enfrente del Instituto Bernasconi, un colegio
inmenso de una manzana que hasta determinada época era uno de los más
grandes de Latinoamérica, es una escuela imponente. Todo eso era un gran plan de
obra pública, junto con el parque del barrio.
Profesora: Vos decís orden familiar y eso es interesante, porque no hay sino
desorden en tus textos en relación con la familia y ese vínculo con la violencia, es
decir, el parto es una violación, etc.
M.R.: Yo leía un texto de unos chicos de Hacéme Llegar, unos chicos que escriben
una página Web y allí hacían una crítica de mi obra donde decían que
contrariamente a la idea de que la familia es una institución a disolver, en mis
textos yo seguiría una especie de camino inverso donde hay que rearmar un cierto
orden. Yo no voy a entrar en detalles personales porque no tiene sentido, pero
cuando leí eso reconocía que esa búsqueda de un orden era una realidad de mis
textos, y un deseo también, lo que me empujaba a escribir
17
casos pasaba por un relato de lo que le había ocurrido a una familia, al interior de
una familia.
Profesora: Vos decís que en tus otros libros cada poema tiene una continuidad
M.R.: Exacto, por ejemplo, si voy a leer a un lugar y me dicen que lea tres poemas
de un libro digo uy, qué carajo leo, dejame leer 10 porque tengo una acumulación
que se va dando. En este libro hay más autonomía y cada poema fue trabajo de
manera diferente, incluso en tiempos diferentes, porque tardé mucho en escribirlo,
yo en general escribo de golpe, rápido, como en un trance escribo todo, y acá me
pasó que fue más artesanal cada poema, y con búsquedas distintas. Lo que pasa es
que ya sentía un poco de vergüenza de seguir hablando de la madre, era hora que
ya clausure eso con algo así como el colmo de la madre, la maternidad, pero bueno,
después uno se traiciona.
Profesora: ¿Y por qué la insistencia en el corral, el gallo, la gallina? ¿Es otra forma
del orden?
M.R.: Claro, sí. Pero yo, obviamente a Lamborghini lo leí, pero no sé si en mi obra
hay una referencia a una tradición en ese sentido, pareciera por otro lado lo más
obvio, si decís la gallina, la vaca, la maternidad, es obvio, pero después desde allí,
utilizando esos lugares comunes, sí intentaba componer otra cosa.
Profesora: Lo que pasa es que la tradición se compone igual, porque si uno viene
leyendo la vaca desde Lugones hasta vos, se hace igual la tradición por más que no
haya una intención, evidentemente está en el peso de lo previo esa aparición.
Igualmente, alguna filiación tenés que reconocer.
M.R.: Dos poetas que leí intensamente y que dejé de leer intensamente luego
fueron Vallejo y Gelman, hoy Gelman incluso no es un poeta que le recomendaría
18
a nadie, pero en su momento los leí mucho a los dos. Fueron dos influencias para
mí decisivas.
Profesora: Eso hacia atrás, ¿en la horizontalidad tenés poetas jóvenes con los que te
identificás?
M.R.: Yo leí mucho de poesía argentina y la influencia de los últimos 60 años me
viene por algunos libros que para mí fueron decisivos, incluso marcaría a Enrique
Molina, que hoy ni se debe leer ya, a Francisco Madariaga, un gran poeta
correntino, y después la poesía del ´60 y del ´70, los que escapan a la cuestión más
política, Pizarnik, Susana Thénon o el propio Miguel Ángel Bustos que a pesar de
su condición de desaparecido es mucho más que eso, tiene una gran obra. Después
sí, más para acá, muchos son mis amigos, y por la época también, todos más o
menos nos criamos o éramos bastante pibes en los ´90 y todo ese momento de
emergencia tan grande que hubo, pero no sé a quién te podría reconocer
realmente.
19
hubo una muy buena recepción, y a la vez eso conllevó una fuerte exposición
personal, entonces imaginé un segundo libro escribiendo desde el oficio del poeta
y el resultado no fue bueno, no estaba a la altura de ese desafío. Después encontré
el tono en Vapor creo, un texto que aún no edité, creo que lo vamos a editar ahora
en Vox.
Profesora: Respecto a tu generación vos decís que tenés amigos, pero dentro de lo
poético sos bastante extraño dentro del coro de jóvenes que escriben hoy, las
bandas que existen, podrían ser los discípulos del neo barroco por un lado, todo el
grupo objetivista por el otro, el del realismo sucio por el otro, pero vos no entrás
dentro de eso.
M.R.: Sí, sí. Me cuesta esa distancia. Pero hace unos años había una especie de
consigna que era algo así como el poema lo escribimos todos, cosa que a mí no me
parecía, no tenía ningún acuerdo con esa consigna. En esas líneas que marcás vos
había algo de eso, como una raíz común entre las tres, lo neo barroco, lo objetivista
y lo realista, algo que yo no compartía. Como que la generación del ´90 eran esas
tres cosas, no estaban en tensión, eran todos parte de lo mismo, muy ligado a las
editoriales independientes y a la autogestión. En algún momento quizás sirvió.
Creo que lo que envolvía a todo en ese momento era un cierto cualqueirismo, en
realidad, me acuerdo sobre todo de Fernanda Laguna, que escribe cualquier cosa,
como “Xuxa es hermosa,” y eso se reconocía como al mismo nivel que un trabajo
de mayor elaboración. A mí me parece que hubo una energía social que permitió
ese fenómeno y produjo ese tipo de lecturas, donde no había niveles y yo
personalmente no me sentía cómodo en eso. Tampoco me sentía tan incómodo,
pero no me cerraba digamos. Había un tumulto y uno era parte del tumulto, pero
me interesaba escribir y tener un estilo más personal, más propio. En ese sentido la
cuestión más de moda me incomodaba. También es cierto que se escribieron
grandes libros en ese momento, como Punctum o Zelarrayán por ejemplo.
20
Cod. 15
Teoría y Análisis
Literario
Fecha: 12/06/07
Teórico № 23 Prof.: Jorge Panesi
hay reparos para la crítica al psicoanálisis, para Lacan, Freud, etc. Critica
allí al psicoanálisis como institución.
sobre todo es apenas una nota al pie de página del cuerpo de la filosofía
heideggereana.
pasado, creo que uno lo puede ver como un auto castigo teórico quizás. Lo
que quiero decir es que este problema alemán es algo que está en todo lo
que ha pensado el post estructuralismo. Quizás menos en Foucault,
aunque también aparece.
Para terminar con esto del estructuralismo les quiero nombrar algo
que dice Foucault en este mismo reportaje, dice así: “No he sido nunca
freudiano –mentira-, ni he sido nunca marxista –mentira, cuando era joven
estaba afiliado al Partido Comunista Francés, aunque bueno, eso era como
estar asociado al Club Social y Deportivo Villa Lugano, todo intelectual
francés que se precie de tal estaba afiliado al PCF-, ni he sido nunca
estructuralista –mentira también-”. Hagamos un pequeño descanso de
cinco minutos y continuamos.
Profesor: Esto no forma parte del Foucault que enseño, pero ya que
lo ha traído a colación, uno de los puntos de polémica es este, pero pensé
que era una polémica ya superada. Esto fue una polémica hace 20 años.
Veo que Sociales no ha evolucionado mucho en cuanto a sus polémicas
(risas). Insisto en que estas ironías mías no son en contra de tu
intervención ni de nadie, cuando yo me pongo irónico es un estilo,
lamentable como cualquier otro, nada más.
20 años atrás se preguntaban si Foucault era conciliable con el
marxismo o si era anti marxista. Por eso también la pregunta que les hacía
antes sobre esto. Foucault ha respondido a esto hace 20 años diciendo
que los marxistas han leído sus libros sin reconocer justamente las citas no
( T y A., 23) 10
explícitas, los robos diría yo, que sus textos tienen del pensamiento de
Marx. Me parece que para Foucault ignorar el pensamiento marxista sería
una especie de contrasentido. Ahora, si el marxismo hace o no hace algo
política o teóricamente con el pensamiento de Foucault es cosa del
marxismo; además, ¿qué marxismo? ¿El de Althusser, el maestro de
Foucault que hace una lectura estructuralista de ideología y aparatos
ideológicos del Estado?, ¿La de Lukács?, ¿La de Goldmann?, ¿El
neomarxismo de Adorno? ¿De qué marxismo hablamos? Así como alguien
me dice qué Foucault estoy dando, yo pregunto esto. Y ante esa pregunta
que me hacen yo respondo que doy el Foucault de la literatura, el que
alguna vez se trenzó con la crítica literaria, que es el que a mí me interesa.
Alumno: Inaudible.
Yo creo que esto como introducción está bien. Antes de irme me voy
a detener un poco sobre nuestro texto, que se llama “Lenguaje y literatura”.
Es un texto en el que el estilo de Foucault tiene dos problemas, el primero
es que se trata de un texto que Foucault no publicó en vida. Es un texto
que está medio escrito y medio anotado para una conferencia, o dos
clases, que dio en Bélgica. Por lo tanto, no es un texto que él revisara.
Pero en muchos otros textos vemos partes sacadas de este pensamiento
un poco en bruto. Este es el primer problema, estilístico, de alguna manera,
un texto no autorizado por el mismo Foucault.
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Cod. 18
Teoría y
análisis
Literario C
Fecha: 14-Junio-07
1
Ustedes me pueden decir que está bien que yo no investigue a
Foucault, que no sea mi tema, salvo en lo que se refiere a la
teoría literaria. Eso es una cosa entendible. Pero me podrían
preguntar cuál es mi hipótesis, lo que yo barrunto que la
literatura ha tenido que ver con algún tipo de idea o desarrollo
de Foucault. Me parece que con la literatura sola no, con la
teoría literaria sola no, pero sí con la teoría literaria que es
bastante influyente en ese momento en Francia, que como ustedes
saben es un país o es una cultura que ha sido –creo que en este
momento no- en buena parte del siglo XX, una cultura bastante
literaria.
Por lo tanto, me parece que hay una conjunción de, primero,
la literatura, pero una literatura que está teorizada de una
manera muy particular por Maurice Blanchot. Y yo lo había pensado
de una manera teatral, por eso había pensado ponerle un título a
mi clase. El título era: “Yo quiero ser Blanchot”. Por supuesto,
el “yo” del título no soy yo. Obviamente, yo no quiero ser
Blanchot, no tengo ningún interés en ser Blanchot, por más que
mal no me vendría para mi lucimiento personal. Pero no puedo ni
quiero ser Blanchot. En realidad, este título lo saqué de una
frase que encontré en la biografía de Didier Eribon, que lo
conocía a Foucault de cerca. Está recordando los años cincuenta -
fines de los cincuenta, sesenta- y, respecto de estos años, dice
Foucault la siguiente frase: “En esa época, yo soñaba con ser
Blanchot”. Esto de “yo soñaba con ser tal”, a veces forma parte
del imaginario de esas extrañas relaciones que mantenemos en la
enseñanza. “Yo quiero ser Sartre”. Yo creo que en mi generación,
que en parte se educó bajo la historia sartreana, mucho querían
ser Sartre. Y esto está escrito. Uno lee las memorias de Correas,
o lee a Massota, y la frase que le sale seguramente es: “Yo
quiero ser Sartre”.
Estudiante: Boris Vian una vez hizo una sátira en relación
con eso, con toda la identificación con Sartre. No recuerdo en
qué novela, pero hace una cosa desopilante.
Profesor: No digo que no se dé en otras profesiones, pero
hay una cosa muy particular que uno puede ver en este contexto
francés, a veces un poco sangrienta, en la relación discípulo-
maestro. Blanchot no es un maestro de Foucault, en el mismo
sentido en que lo ha sido Althusser, o en el mismo sentido en que
lo ha sido Foucault para Derridá.
Para justificar aún más “yo quiero ser Blanchot”, hay otra
frase que Foucault dice, que, en realidad, se emparienta con lo
que yo dije la otra clase un poco totalitariamente, en el sentido
de que todo lo que dijo Foucault sobre la literatura viene de
Blanchot. Y después agregué que todo lo que pensó sobre la
2
literatura Derridá viene de Blanchot. No sé si esto es cierto,
pero es algo que llegó a pensar Foucault mismo. En una entrevista
a Raymond B. Ellour –un libro de entrevistas- dice Foucault que
es cierto que fue Blanchot quien hizo posible todo discurso sobre
la literatura.
Esto quiere decir que en los años cincuenta y parte de los
años sesenta había dos discursos dominantes sobre la literatura.
Uno era el discurso de Sartre y su texto ¿Qué es la literatura?
El otro discurso es un discurso antisartreano, que está en una
vereda absolutamente diferente, como oposición, no como
proveniente de un tronco común. Como ustedes saben, el tronco
común entre muchos pensadores de la época es el existencialismo
de raíz heideggeriana, por un lado, y por otro lado, Husserl, la
fenomenología. Incluso el pensamiento de Foucault, el tan llevado
y traído estructuralismo, lo que en realidad viene a destronar
del pensamiento francés no es otra cosa que la fenomenología. Eso
es lo que piensa Foucault del estructuralismo. Es lo que vino a
ocupar el lugar central que en Francia tuvo hasta la época de
Foucault la fenomenología. Ahora, es fácil darse cuenta a través
de la semiótica y por las relaciones históricas que ya
barruntamos con el formalismo ruso y la Escuela de Praga –
recordemos que Husserl da conferencias en la Escuela de Praga-,
entre la semiología y la fenomenología hay también un parentesco,
lo cual no quiere decir que el hijo no suplante, en este caso, al
padre, que sería la fenomenología.
Este texto de Foucault es un texto muy enrarecido. Es un
texto que uno encuentra muy metafórico, si lo compara con otros
textos tardíos de Foucault –no sé si con Las palabras y las
cosas, que también puede sonar un texto enrarecido-, y no es
enrarecido porque no está destinado a publicarse, como dije la
vez pasada, sino porque uno siente que Foucault adhiere a un
vocabulario que tiene mucho patetismo. Es el patetismo
blanchotiano: la muerte, el sacrificio, que son palabrejas que
aparecen en Foucault, en una especie de empatía total con
Blanchot. Por ejemplo, también que la literatura es transgresión,
que no es algo solamente de Blanchot, pero que es un punto
fundamental en la visión que tiene Blanchot de la literatura: la
literatura como transgresión o, como dijimos la clase pasada, la
literatura ligada a la muerte, que esto es algo que evidentemente
sostiene Foucault.
Hay que decir que Blanchot no es un teórico literario: es un
crítico literario que ha escrito muy continuadamente. Estoy
hablando del Blanchot republicano, no del Blanchot de combat,
previo a la guerra. Estoy hablando del Blanchot que adhiere a la
revolución, que tiene un cierto izquierdismo: el Blanchot bien
3
pensante, el Blanchot que se recluye y no da entrevistas, no hay
fotos de él, y que se muestra políticamente de otra manera.
Incluso tiene un artículo no sobre el problema judío, como
hubiera dicho antes, sino sobre qué es ser judío, siguiendo una
reflexión que también es sartreana, como ustedes bien deben
saber.
Blanchot tiene una producción novelística –por llamarla así,
porque son novelas muy particulares-, y cuando Foucault escribe
sobre Blanchot, vemos que no escribió casi nada sobre sus ideas
teóricas. Lo que Foucault analiza son las novelas de Blanchot.
Curiosamente, el segundo de este par blanchotiano literario sería
Derridá, quien tampoco escribió nada sobre las ideas teóricas de
Blanchot, sino que se dedicó a analizar con propósitos a veces
teóricos la literatura, las novelas de Blanchot. Esto lo señalo,
pero si ustedes me piden un porqué de esto, yo sospecho que para
no hacer tan evidente una adhesión teórica total. Mientras que en
un terreno Derridá escribe como filósofo, o Foucault escribe como
un teórico o como un filósofo también -en este momento-, es mucho
más fácil ponerse a una distancia razonable de un texto
ficcional, que ponerse a una distancia razonable y no entrar en
una crítica, en un análisis que daría por resultado este
parentesco palmario con las ideas teóricas. Esto es lo que, por
ejemplo, hace Derridá con Heidegger. Siempre Derridá ha tenido no
una adhesión total, sino que ha tratado de distanciarse,
precisamente, del pensamiento de Heidegger, por miles de trucos,
triquiñuelas y de mil maneras.
Esto, si me piden una explicación. pero no hace falta tener
una explicación. A lo mejor les interesó más a Foucault y a
Derridá escribir sobre la novelística, que les parecía más
fascinante que la teoría. Doy un ejemplo. Hay un texto traducido
por la cátedra que se llama La ley del género. Se trata, por
empezar, del problema del género entre la literatura y la
filosofía. Ese es el primer problema, del cual parece ser
culpable, en algún sentido, Derridá, porque habría venido a
mezclar los géneros. Yo, particularmente, no creo que Derridá
haya mezclado nada absolutamente: es una lectura caprichosa. En
Derridá la literatura es literatura, sea esto lo que fuere, y la
filosofía sigue siendo la filosofía. Porque hay algo que Derridá
tiene muy claro -y esto lo tiene más claro que otros filósofos-
que la literatura es una institución -como ustedes van a leer-
sui generis dentro de la cultura occidental, y la filosofía
también es otra institución, que tiene su historia y, por lo
tanto, de hecho, todo lo que entre dentro de la institución
filosófica será leído como filosofía, por más que la filosofía
4
hable de una novela. O sea que me parece que Derridá no mezcla
ningún género.
En este artículo, Derridá llega a algunas conclusiones a
propósito de una novela de Blanchot que se llama La folie du jour
(La locura del día o La locura de la luz). En Blanchot hay una
problemática muy presente, en las novelas, como esta, y también
en sus escritos teóricos sobre la literatura, que es la metáfora
del día y la metáfora de la noche. Acá tenemos que resignarnos a
todo un vocabulario de raíz heideggeriana: Blanchot es de cabo a
rabo heideggeriano, y su vocabulario es absolutamente
heideggeriano. Por lo tanto, hay una especie de ronroneo místico
que a algunos les resulta muy desagradable. Yo quería darles para
leer un artículo que se llama La literatura y el derecho a la
muerte, pero el que ustedes van a leer es un artículo sobre la
crítica literaria, que es el prólogo a un libro que se consigue,
que está por Fondo de Cultura Económica, que se llama Sade et
Lautreamont.
La conclusión de Derridá sobre el género, a partir de La
folie du jour, de Blanchot -el día, que es la luz y que es la
razón, obviamente; la noche, que es lo irracional, lo dionisíaco-
es que el género tiene una ley que parece clasificar los textos,
decir “esto debe hacerse”, “esto no debe hacerse”. En la novela
hay procedimientos que seguramente son antinovelísticos; los
subgéneros también tienen sus reglas, etcétera. Pero, junto a
esta regla manifiesta, parece que los géneros, según Derridá,
tendrían otra ley –no secreta, sino bastante manifiesta-, que es
lo que él llama una ley de contaminación: los géneros siempre se
contaminan de otros géneros, de otros textos.
Esto ustedes lo pueden ver, no sé si en la literatura, pero
sí en los análisis que se hacen de los medios masivos de
comunicación, o lo pueden ver en el cine, cómo una película de
aventuras de repente toma de otro género –de ciencia ficción,
etcétera-: se mezclan según los intereses que el público va
siguiendo. Este es un caso donde uno ve muy palpablemente cómo un
género se contamina. Entonces, es una especie de ley ambigua. Por
un lado, todo género literario diría cómo se construye un género,
mediante qué procedimientos, qué tiene que tener, pero, por otro
lado, hay una ley como secreta actuante, que es que todo género
siempre se contamina. Para Derridá, ¿qué es un género? Un género
es un texto, sencillamente.
Estudiante: ¿Es un poco lo que decía Bajtín? En el sentido
de que un género se nutre de otros...
Profesor: Sí, lo que pasa es que la idea de Bajtín, que me
parece que Derridá no tiene muy presente, es un poco el contexto
de génesis de esos distintos géneros, desde la novela o el género
5
novela, que él hace salir de los diálogos platónicos, algo que,
como ustedes saben, es una idea nietzscheana. Eso es lo que
opinaba Nietzsche sobre los diálogos platónicos. Los diálogos
platónicos, para Nietzsche, eran una buena novela. El gran
novelista griego, para Nietzsche, era precisamente Platón. No sé
si Bajtín lo sacó de ahí. Quizá tengas razón. No estaría
totalmente de acuerdo, le faltaría a Derridá este problema del
contexto y de la historia, que a veces está presente y a veces no
está presente. En este caso no está presente, quizá porque se
está ocupando precisamente de Blanchot.
Estudiante: No entendí su última frase. Me pareció muy
general. ¿Derridá piensa que un género es un texto?
Profesor: El problema del género, como lo plantea allí
Derridá, es el problema de la literatura misma -uno de los
problemas, entre los tantos que tiene-, entre lo general y lo
particular. El problema es cómo se manifiesta lo general del
género. ¿Dónde está la ley del género? ¿Dónde actúa? Para
Bukarovsky, sería muy rápido: la ley del género la encontramos
depositada en la conciencia colectiva, y se acabó la historia.
Pero, si no creemos religiosamente en la conciencia colectiva,
está bien preguntarse dónde está la generalidad del género. Y la
respuesta sencilla es que la generalidad del género se encuentra
en los géneros particulares, de algún modo.
Esto es más complicado, y no me quiero meter acá. En
realidad, no sé si es complicado, pero Derridá lo hace
complicado, en el sentido de que habla de una invaginación del
texto, de marcas que remitirían al mismo tiempo al texto del cual
él es una especie –dice, por ejemplo: “yo soy una novela”-, pero,
por otro lado, hace señas, hace guiños a una generalidad que
sería el género mismo. Pero ¿dónde está el género? El género está
en cada ocurrencia particular que es un texto. En ese sentido, es
un texto. Hay otras semiologías, como la de Lotman, un soviético
muy leído por Kristeva, precisamente. Lotman dice que,
semiológicamente hablando, una obra es un texto, un género es un
texto, la literatura es otro texto, y la cultura puede ser leída,
puede ser interpretada como otro texto. Cajitas chinas, eso es a
lo que nos acostumbra la semiología.
Paso, entonces, a Blanchot. Entre las obras de Blanchot, que
están casi todas traducidas al español hay una que se llama El
espacio literario. Esta obra es, me parece, particularmente
importante, porque, como ustedes van a ver, en la segunda de las
Conferencias, Foucault le dará una enorme importancia a la
relación que existe entre el lenguaje y el espacio. Esto es algo
de lo cual creo que no se va a arrepentir a lo largo de su
carrera. Lo encontramos en las entrevistas, cuando le hablan del
6
espacio, o cuando tiene entrevistas, justamente, con los
geógrafos.
Uno podría preguntarse de dónde viene la importancia que el
pensamiento occidental le ha dado a partir de cierto momento a la
relación que existe entre la lengua y el espacio. Es, me parece,
bastante fácil darse cuenta, en un artículo tan semiológico en la
segunda parte como es este de Foucault, que esta consideración de
la lengua como espacio y de la literatura como espacio viene
principalmente de la lectura de Saussure. Si ustedes se fijan en
todas las ejemplificaciones que da Saussure de la lengua, son
metaforizaciones espacializantes: el juego del ajedrez, el juego
de damas, la hoja que tiene la doble cara y que no se puede
cortar una cara sin cortar la otra. Esos son ejemplos que nos
dicen muy a las claras que evidentemente el lenguaje es pensado
por Saussure en términos de espacio y no ya de tiempo, sin hablar
de esta especie de no inclusión de la diacronía dentro del
sistema. Saussure piensa el sistema en términos espaciales.
Incluso el eje del lenguaje –pasado por Jakobson-, el sintagma y
el paradigma, si esa es la manera en que se representa el
lenguaje, por medio de dos ejes, evidentemente la representación
del lenguaje une íntimamente el lenguaje con el espacio. No
siempre esto ha sido así. No es así, por ejemplo, en San Agustín,
no es así en Heidegger, no es así –como dice Foucault ahí, en la
conferencia- en Bergson, que es el primero, según él, que se lo
plantea como un problema negativo para el lenguaje.
La teoría literaria de Blanchot funciona a partir de una
lectura muy atenta de Heidegger. Su vocabulario es heideggeriano,
por lo menos en El espacio literario. Obviamente, introduje el
problema del espacio a raíz de Blanchot, porque un segundo
componente de donde le viene el problema del espacio y el
lenguaje a Foucault es, justamente, de este título: El espacio
literario. Para Blanchot, la literatura es un espacio muy
particular. Hoy tenemos una palabrita que nos permite
caracterizarlo muy rápidamente: el espacio de la literatura es un
espacio virtual. No existe en ningún otro lado. Para que exista
la literatura, tiene que haber un libro, pero la literatura en sí
no la encontramos en ninguna parte. Por eso digo que es un
espacio virtual.
Cuando yo digo: “Esto es literatura”, o, como dice Blanchot
respecto de la obra o de la literatura misma en relación con el
escritor, la literatura sería como una especie de cortocircuito
entre lo que todavía no es y lo que ya fue. Ahí estaría la
literatura en relación con el autor. Es decir, es algo que estoy
haciendo –lo estoy escribiendo-, pero esto que estoy escribiendo
todavía no es literatura. Llamo a la literatura, pero no sé si la
7
literatura ha venido. Y cuando concluyo la escritura, ya fue. Esa
relación ya no la tengo, paso a ser un lector.
Y hay otra cosa interesante de Blanchot, que me interesa
mucho, que es el nolli me legere (“no me leas”), que es la
imposibilidad que, según Blanchot, tiene todo escritor de leerse
a sí mismo. Ustedes me dirán que hay escritores que se leen a sí
mismos. Y esto se manifiesta, me parece, en un lugar
privilegiado, que es cuando un escritor escribe un prólogo. Por
ejemplo, Borges, que se ha cansado de escribir prólogos. Escribir
un prólogo, que siempre se escribe después de que se escribió el
texto, supone una lectura de ese texto. Ahora, ¿qué efecto tiene
un prólogo sobre lo que se va a leer después? Puede ser un
resumen, pero si es un resumen, ¿para qué demonios resumir lo que
ya ha sido dicho? ¿Es un esclarecimiento? Pero, si es un
esclarecimiento, ¿el texto no está claro? ¿Por qué la necesidad
de aclararlo?
No se trata de nada de eso. En el prólogo, lo que hace un
autor, exactamente, es cerrar el sentido del texto, decirle al
lector que va a leer el prólogo y lo que sigue que lea de
determinada manera. Entonces, esta vacilación que encontramos en
Blanchot es la vacilación que encuentra Foucault en lo que es la
literatura. ¿Qué es la literatura? No podemos decir qué es la
literatura, porque todavía no es y ya fue: es esa falta de ser
fundamental de la literatura. Cuando alguien lee su propio texto,
en su prólogo lo que hace es dar instrucciones de cómo leer: en
qué sentido leer, qué sentido darle. Por lo tanto, lo que está
haciendo es clausurar el texto. Si pensamos que el sentido puede
variar infinitamente, según los contextos, los lectores, etc.,
etc., esta clausura evidentemente sería el efecto de un pánico
del escritor, que diría: “No quiero que sea leído de alguna
manera que yo no puedo controlar”. Por supuesto, no hay control
alguno en el escritor jamás, por más prólogo que escribiese,
sobre cómo va a ser leído su texto.
Estudiante: (inaudible)
Profesor: En el caso del prólogo al Origen de la geometría,
de Husserl, yo no lo veo tanto. La literatura que yo veo que está
funcionando ahí es la mención que hace Derridá de Joyce, que es
algo muy raro en un texto “técnico” (“técnico” en sentido
filosófico). La literatura existe, como los números existen –los
objetos ideales existen-, lo que pasa es que, para Derridá, lo
importante de Husserl en El origen de la geometría es
precisamente que no existiría nada ideal sin la materialidad de
algún tipo de escritura. Por ejemplo: la lógica. Si no hay
escritura, no hay lógica, sencillamente.
8
Entonces, el primer punto en Blanchot es una lectura de
Heidegger muy intensa y muy evidente. Y el segundo punto es una
lectura de Mallarmé, que es el gran poeta francés y universal, y
que le lega a Blanchot una teoría del lenguaje que en seguida voy
a explicar lo más claramente que pueda. Como verán cuando vean el
texto de Foucault, van a ver que ahí hay una coincidencia total:
el gran poeta es Mallarmé, que ha escrito, o no escrito, porque
con la literatura –según Blanchot- solamente se puede fracasar.
No hay éxito posible en la literatura. Siempre hay fracaso. Por
ejemplo, ese libro que pensaba escribir Mallarmé, y que no
escribió, pero que sería el libro de los libros, el libro virtual
de todos los libros. Y justamente este pensamiento lo encontramos
tal cual en Foucault, a propósito de Mallarmé. Entonces, la
primera coincidencia es la gran teoría de la poesía de Mallarmé.
¿Cuál es la teoría del lenguaje que utiliza Blanchot, sacada
de Mallarmé? Es la palabra bruta, la parole brute, que es la
palabra del intercambio cotidiano, como si las palabras fueran
monedas. ¿Qué pasa acá? Bueno, ya sabemos qué pasa acá. Hemos
estudiado el formalismo ruso, y sabemos que en este intercambio
las palabras pierden lo que las caracteriza como materialidad:
son ideas, ideas que se pueden decir con cualquier palabra,
parafraseando, etcétera. Es el intercambio. Y luego, la parole
essentielle, que es la palabra de la literatura o la palabra de
la poesía, que no puede ser intercambiable en ninguna
negociación, porque es, además de la idea, que evidentemente
vehicula, sonoridad, materialidad, etcétera.
Como verán, nada nuevo para nosotros en esta idea de
Mallarmé que, en realidad, es una idea que ustedes pueden
encontrar en los románticos alemanes. Es esta idea de dos planos
del lenguaje, para el caso de Mallarmé o para el formalismo ruso,
que dividen en lenguaje cotidiano y lenguaje poético, pensado
tecnocráticamente.
Preguntándose Blanchot qué es lo que dice el poema para
Mallarmé o para cualquiera que lee, dice Blanchot que el poema no
dice nada (il ne dit rien). No dice nada más que sí mismo, se
refiere a sí mismo, para emplear una locución que ya vimos muchas
veces, o, para decirlo con una palabra que a algunos de ustedes
los shockeó en el parcial, es “autorreferencial”. Me escribe un
alumno diciéndome muy airado –lo cual provocó mi ira- que él
había buscado atentamente en todos los teórico-prácticos y en
todos los teóricos que yo di, y la palabra “autorreferencial” no
figuraba nunca. Evidentemente, hemos visto la
autorreferencialidad en los formalistas rusos, que se referían a
la literatura sin contacto con el sentido, con el sujeto, con el
9
contexto, etc., y la hemos visto en esa dualidad que inventaba
Bukarowsky respecto del signo estético.
Estudiante: Que se expresaba a sí mismo, pero a su vez
externamente...
Profesor: En otras palabras, que era autorreferencial, por
un lado, pero también reflejaba o se refería a una realidad
exterior, a toda la realidad exterior. Entonces, ahí estaba.
Además, no es difícil pensar qué es la autorreferencialidad. Es
un sentido que no iba mucho más allá de este.
O sea que el poema es autorreflexivo: il ne dit rien. Creo
que esto de que finalmente la literatura no dice nada Foucault lo
suscribiría. Además, por el tipo de texto que a él le interesa.
El tipo de texto que a él le interesa en este momento son los
textos vanguardistas, es un texto modernista en su gran
esplendor. Es un tipo de texto muy especial en el que él está
pensando, donde lo que se dice a veces no es tan importante como
la forma.
Como ustedes van a ver en el texto, uno de los puntos
esenciales que defiende Foucault es que la literatura no tiene
esencia. O sea, la pregunta por la esencia la literatura no puede
contestarla. O, mejor dicho, cada texto de la literatura se
refiere a dos cosas. Por un lado, se refiere a sí misma, aunque
es una referencia muy especial, según también tiene en cuenta
Foucault. Y, por otro lado, plantea la pregunta qué es la
literatura. Está obligada a plantear esa pregunta. Esto es
descendencia absoluta de Foucault. Dice Foucault en El libro que
vendrá: “La esencia de la literatura consiste en escapar a toda
determinación esencial, a toda afirmación que la estabilice o
incluso la realice. Nunca está dada (il n’est jamais lá), siempre
espera ser reencontrada o reintentada”. ¿Cómo explicar esto en
términos entendibles? En términos sartreanos sería que la
existencia de la literatura precede a su esencia. Insisto, no hay
una determinación.
Estudiante: ¿Es como el partes extra partes de Deleuze, o
esa repetición de la diferencia, o lo que se dijo el otro día en
el teórico-práctico de los sujetos ideales...?
Profesor: Contesto de esta manera: como vamos a ver, y está
en este artículo, uno de los problemas del sentido que tienen
claro tanto Deleuze, como Derridá, como Foucault, sobre todo en
este artículo –por más que después no vuelva sobre estos temas-
es el problema de la repetición, o sea, de la iterabilidad, en
términos de Derridá. Y sí, obviamente, aquí podemos aplicar lo de
Derridá: si no hay repetición, o sea, si no hay iteración, no hay
signo. En cada repetición nos vamos a encontrar con lo otro. Por
eso Derridá quiere llamar –un poco pedantemente- a la repetición
10
“iterabilidad”: cuando se repite algo, se encuentra con el otro,
hay una variabilidad. Esto es lo que evidentemente le interesa.
Estudiante: ¿Está la idea de algo que escapa a esa captura o
repetición...?
Profesor: O al sistema. Sí, absolutamente. En los tres es
igual. En términos del propio Foucault, la repetición permitiría,
sería una manera también de escapar al pensamiento hegeliano, al
pensamiento del sistema. Con la repetición, que cada vez se
desliza y cuando se está por formar un sistema, se puede formar,
en un deslizamiento, otro sistema, es una manera de escapar al
sistema. En esto no digo que el pensamiento de Derridá es igual
al de Foucault, pero me parece que en este preciso problema del
sistema y, más específicamente, en el problema de la repetición,
si, sin duda.
Estudiante: No entiendo cómo se puede relacionar el sistema
con la repetición, y cómo la repetición puede ser el otro.
Profesor: Yo no dije que la repetición puede ser el otro. En
todo caso, dije que en la repetición, la repetición se encontraba
con el otro, o lo otro (como quieras llamarlo). Por ejemplo,
tomemos una frase cualquiera, una frase que parece idéntica a sí
misma. El problema acá es el de la identidad. Si algo se repite y
se repite siempre igual, no hay ningún problema con la identidad.
Ahora, si en cada repetición esa entidad que parece idéntica a sí
misma tiene como el peligro de variarse aunque sea infinitamente,
algo de esa identidad puede verse puesto en tela de juicio.
Tomemos el ejemplo de un enunciado cualquiera: “La
precariedad de las carpas”. Si lo digo en una inmobiliaria,
cuando quiero comprar una casa y me ofrecen una carpa, tiene un
sentido. Si un alumno, alguno de ustedes, me dice “Su pensamiento
es como una carpa”, la palabra “carpa” es la misma, pero además
tiene un plus que el contexto le ha metido. Estoy recitando para
ustedes, en fácil, Firma, acontecimiento y contexto. No sé si se
enteraron: no hago más que repetir. Ahora, alguien podría decir
que no estoy repitiendo fielmente. Y claro que no estoy
repitiendo. Me vi obligado a este ejemplo, que no sé si es buen
ejemplo para explicar Firma, acontecimiento y contexto.
Salvo que pensemos que algo pueda repetirse siempre igual.
Alguien me puede decir que hay cosas en la vida cotidiana que uno
repite todos los días siempre igual. Pero, aún así, fíjense que
uno a veces ha repetido, y se aburre de repetir las cosas. Bueno,
ahí la repetición se encontró con su otro, que es el
aburrimiento: ya es lo repetido más el aburrimiento, lo cual es
toda una desgracia. Hay gente que se divierte mucho repitiendo
siempre lo mismo, es una seguridad, pero de repente, en esa
seguridad, me aburro. Es algo que puede sucederle a cualquiera.
11
Estudiante: O sea que el otro tiene un sentido amplio...
Profesor: Sí, el otro es cualquier cosa. Desde ya, el otro
puede ser un ser humano. Por ejemplo, mi novia que decidió
dejarme. Yo voy a tomar la sopa con ella todos los días y de
repente me dice: “No, hoy no hay sopa y no hay más novia”. Yo
esperaba que algo se repitiera, y el otro me sorprendió. Pero
puede ser cualquier cosa, una repetición absolutamente mecánica.
O incluso si es una cosa que se repite, una cosa que gira y gira,
de repente se desgasta: esa cosa desgastada encontró su otro en
el desgaste. Ya no es la misma cosa, la misma arandela, que tanto
ha ido dando vuelta, que de repente es una arandela gastada.
Estudiante: Es cuando se introduce una diferencia. El otro
es la diferencia.
Profesor: Sí. Y la diferencia uno puede decir que sólo puede
introducirse a partir de repeticiones, porque si no hay algo que
se repita, no hay signo, no hay idealidad, no hay escritura, no
hay habla. No hay nada de nada. No hay poesía, por ejemplo, que
es algo que ustedes a esta altura han aprendido, porque no hay
ritmo.
Traduzco a Blanchot: “El poema dice que es, y nada más (o
que existe, y nada más)”. Parece que Blanchot dice dos cosas, que
en realidad confunden, porque uno sería un plano óntico y el otro
sería un plano ontológico. Cuando dice que el poema no dice nada,
sería el plano óntico. Y cuando dice que el poema dice la nada,
es la manifestación casi palpable de la nada –está pensando en
Mallarmé, evidentemente-, hay una especie de equiparación entre
las dos cosas: no es lo mismo decir la nada que decir que el
poema no es nada. Son dos cosas absolutamente distintas.
Ya dijimos que la literatura y la muerte están absolutamente
unidas en Blanchot y unidas en Foucault, heredero de esto. Hay
cosas no sé si interesantes, pero que a mí me han llamado la
atención, respecto de cómo piensa esta relación Blanchot con la
literatura. Trata de pensarla de una manera oblicua, diría yo, a
través de la relectura de ciertos mitos. Uno al que él le da
mucha importancia es el mito de Orfeo, que tiene un sitio central
en todo este libro, El espacio literario. Blanchot parece que
quiere de alguna manera alegorizar qué pasa entre la literatura y
el escritor, por un lado, y qué pasa entre la literatura y el
lector. Digamos, los planos: la obra, el escritor, el lector.
Y esta relación tan particular Blanchot la encuentra en el
mito de Orfeo, que es un mito mortuorio. Recuerdan el mito.
Orfeo, que es dado a tañer la lira, es un poeta, es alguien que
subyuga a su audiencia, y se enamoró de una ninfa, Eurídice, que
el mismo día de su casamiento es raptada por un pastor enemigo de
12
Orfeo, con tan mala suerte que creo que tropieza, cae, la muerde
una serpiente y muere.
En realidad, Eurídice está perdida desde el comienzo en este
mito: apenas él la tiene, se va. Para los griegos, obviamente,
desciende a los Infiernos. Y ahí comienza el verdadero trabajo de
Orfeo. Digo trabajo, porque primero va hasta las puertas del
Infierno y convence a Caronte de que lo pase a la otra orilla,
por supuesto tocando la lira. La lira sirve para algo: para
convencer a los dioses infernales. Y así convence, seduce a los
dioses infernales para poder llevarse de vuelta a la luz (acá nos
encontramos también, en este mito, con lo solar, lo diurno, y lo
nocturno) a Eurídice. Pero los dioses, que son arteros, le dicen
que puede hacerlo, pero con una condición: que no puede mirar a
Eurídice, que lo tiene que seguir. Está la prohibición de que no
mire a Eurídice en este camino de retorno. Por supuesto, la
gracia de todo el mito está en que Orfeo vuelve su cabeza,
desconfiado o deseoso de mirar otra vez a Eurídice, y transgrede
el dictum, la ley divina: la transgrede por segunda vez. Y ahora
desaparece definitivamente Eurídice.
¿Qué encuentra Blanchot en su lectura del mito? Primero,
encuentra la transgresión. Porque si algo es la literatura para
Blanchot, es transgresión. Y, tal cual va a repetir Foucault, la
literatura comienza en el siglo XVIII, con Sade y Chateaubriand:
comienza con la transgresión y con la muerte. Transgresión y
muerte están en la lectura que Blanchot hace del mito de Orfeo.
Hay dos mitos que le interesan a Blanchot, que relaciona con la
literatura. El primero es el mito de Orfeo leído bajo este
paraguas de la transgresión, y otro es el mito de Lázaro. Antes
dijimos nolli me legere, que es en realidad una especie de
parodia o ironía sobre otra frase en latín, que es nolli me
tangere (no me toques), que se refiere al mito de Lázaro.
Otro punto en el mito de Orfeo es por qué no tiene que
volver la mirada. Como poeta, y gracias a su trabajo, al trabajo
del día, a la razón, al arte, a esta etapa que sería apolínea, él
toca y convence a los dioses. Esta sería como su parte diurna, en
el vocabulario blanchotiano. ¿Es necesario que la obra tenga esta
caída en el fracaso, en la nada? Porque cuando Orfeo vuelve la
cabeza y mira a Eurídice, Eurídice desaparece y esta vez para
siempre. Y dice un poco enigmáticamente que, en realidad, es una
exigencia de la obra misma este contacto con algo que no es
racional, que es oscuro.
Y en la lectura de la pérdida de Eurídice, Blanchot hace
pasar una cosa que es bastante interesante, que es el deseo. Pero
¿qué deseo? El deseo de ver a Eurídice no bajo la luz diurna,
sino como una sombra entre las sombras, es decir, bajo esta
13
tonalidad infernal. Entonces, no es una exigencia de él, de su
propio deseo, sino que este deseo está contenido en la obra
misma, es una exigencia de la obra. Porque la obra no la
encontramos completa en ningún lado: todavía no es y ya fue. Ese
es el margen temporal de la obra.
Como verán, es un discurso que yo trato de serenar lo máximo
que puedo, pero en la reproducción de lo idéntico se me van
palabritas que deben tener un tono místico, y así es. ¿Por qué?
Evidentemente, cuando Orfeo seduce a los dioses, cuando tañe la
lira y está produciendo su obra, es una obra de luz, de razón.
Hasta ahí todo está bien. Pero ¿qué le ocurre cuando cede a este
deseo de mirar a Eurídice? Ahí hay una impaciencia. Mientras que,
cuando él tiene que rimar, contar las sílabas, etc., para hacer
su poema encantatorio, se somete a cierta razón y a cierta
actividad, de repente, girar la cabeza y saber que le va a
ocurrir esto que le habían dicho los dioses, entregarse a las
sombras, entregarse al Infierno es entregarse a cierta pasividad.
Actividad-pasividad, día-sombra: entregarse a la sombra sería
exactamente eso.
¿Por qué es una exigencia de la obra? Porque para Blanchot
una obra nunca está concluida, nunca tiene un sentido estable –
para decirlo en términos menos místicos-, o por lo menos no tiene
una conclusión, o en distintos contextos la obra se llena de
distintos sentidos y es completada semánticamente de distintas
maneras: la obra nunca está acabada. Por lo tanto, una exigencia
de la obra es o podría ser, justamente, entregarse, y de hecho
está entregada, a esa zona de sombras, a esa zona infernal que es
lo irracional.
Estudiante: Una opacidad.
Profesor: Una opacidad o falta de sentido también. Cuando
Blanchot dice que una obra no dice nada, o cuando Foucault repite
que una obra puede en definitiva no querer decir nada, estamos en
el mismo pensamiento.
Vean ustedes que, en realidad, la obra para el escritor
siempre es algo ausente: algo que todavía no es y que ya fue. Si
yo la leo, transgredo eso que parece tener la obra (nolli me
legere), pero la leo como lector, no la leo como un lector
privilegiado que quiere cerrar los caminos a que otros lectores
la metan en la sombra, la lean contratio sensu a lo que yo he
pretendido decir. Entonces, la obra nunca está ahí; está
desaparecida, como Eurídice, que no solamente desaparece dos
veces, sino que desde el comienzo está desaparecida, está siempre
desaparecida, como la obra.
¿Qué es lo que está impugnando acá, como pensamiento? ¿Qué
está poniendo en tela de juicio? En términos derrideanos, que ya
14
aprendieron, por eso se lo digo con este vocabulario, está
poniendo en tela de juicio la metafísica de la presencia. Con lo
cual estoy diciendo que esta temática de Derridá que veremos
repetida una y otra vez en lo que ustedes van a leer, o en lo que
ya han leído o en lo que ya han escuchado de Derridá, no digo que
solamente sale de acá, pero evidentemente ha tenido su refuerzo
en la lectura que Derridá hace de Blanchot. La obra no está
presente. ¿Por qué algo no está presente? Es algo que dice el
propio Blanchot: la obra no está presente. Porque la obra no
coincide consigo misma. Como la literatura. La literatura no
tiene ser, no tiene identidad. Esta identidad vacía puede ser
llenada por cualquier sentido o con los sentidos que otros
contextos le dan.
Pero lo importante es esto, que es una frase que repiten tal
cual Blanchot primero y Derridá después. La huella, por ejemplo,
no coincide consigo misma. Para que yo reconozca que algo es una
huella, la huella tiene que tener un momento de identidad con una
huella anterior. Pero ¿es siempre la misma? Sí, en este momento
de identidad; pero, al mismo tiempo, es otra cosa, porque es otro
el contexto y otro el sentido que le puedo dar a la huella, a la
escritura, etcétera.
Entonces, Eurídice, que siempre desaparece, o siempre está
desaparecida, justamente, nos brinda un acceso privilegiado a
este problema de la identidad, o de la escritura o de la huella.
Si ustedes leen esto en Blanchot, seguramente no lo entienden. Es
una visión de manual la que yo estoy dando, apelando a lo que
ustedes saben.
Dejo acá, porque ya el frío que tomamos es suficiente, y
también el sacrificio de ustedes. Justamente, otra cosa
interesante, y con esto sí termino, es que otra cosa que uno ve
muy claramente en Foucault, y ve también en Blanchot, es que la
literatura moderna parece aludir al sacrificio: a la muerte y al
sacrificio. No estamos en ningún misticismo exagerado. Esto tiene
que ver sencillamente con las ideas de un amigo de Blanchot, y
alguien que ha incidido en todo el llamado postestructuralismo
francés, e incidido, por ejemplo, en Kristeva, con su noción de
transgresión. Viene de ahí la noción que piensan todos estos
franceses. El amigo de Blanchot es George Bataille, el autor de
El erotismo, La literatura y el mal.
La noción de sacrificio viene del famoso potlash, que
manifiesta un tipo de economía que no es exactamente la economía
del intercambio, sino la economía del gasto, la pérdida, que para
Bataille sería la economía general. Porque estos pueblos, que
tienen entre sus costumbres justamente el dar y el recibir
regalos, a veces para satisfacer un regalo recibido, exageran el
15
regalo que dan en contrario y se empeñan, se matan, se hieren, se
sacrifican, lo pierden todo por este regalo. Sería un tipo de
economía donde en cualquier momento todo se pierde, o todo se
sacrifica, o de repente alguien que posee todo aparece poseyendo
nada. Esa es la economía general que Bataille inventa a partir
del potlash. Y hay otra economía en sentido estricto, que es la
economía racional, la economía del intercambio, la economía de la
negociación, de la materialidad, la economía burguesa, que es la
que Bataille llama economía restringida.
Entonces, en Blanchot encontramos la siguiente mezcla o
superposición: Mallarmé, Heidegger y ahora Bataille, con esta
idea del sacrificio o la economía restringida y la economía
general. La literatura pertenecería a la economía general, que no
dice nada, puede ser pérdida pura.
Algunos atisbos de la interacción entre estas economías uno
los puede encontrar, por ejemplo, en el fútbol argentino, o
inglés. Es evidente que en todo deporte hay cierto gasto, no todo
es economía restringida, hay un momento en que aparece este
sacrificio, que es un encuentro con lo oscuro –según Blanchot y
según Bataille-, con esa parte dionisíaca, de pérdida pura. Y eso
en el fútbol argentino estaría en los barrabravas.
Otra manera de reencontrarse con esta economía en sentido
general las sociedades las tendrían, por ejemplo, a través del
erotismo; otra sería la fiesta (pensemos en una fiesta bien
fiesta), donde el individuo se pierde, se pierde la identidad,
que es algo que nos va a interesar respecto del sujeto, del
sujeto blanchotiano y del sujeto de Foucault. Y el sacrificio es
otra manera donde reina este otro tipo de economía.
Por supuesto, para Bataille, y también para Blanchot, que lo
sigue en esto, la economía general sería preexistente, es decir,
ontológicamente preexistente, a la economía en sentido
restringido, como para Blanchot va a ser ontológicamente
preexistente la imagen respecto de la cosa, o –y esto no es
novedad, porque Heidegger piensa lo mismo- el lenguaje poético
respecto del lenguaje práctico. Me parece un pensamiento en
contra del pensamiento habitual o natural.
Bueno, prometo estar más estructurado para la próxima.
Gracias.
Versión desgrabada
16
Cod. 19
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 19/06/07
Teórico № 25 Prof.: Jorge Panesi
Los textos que ustedes han leído son El orden del discurso donde
aparece una primera visión del poder y, hasta cierto punto, “¿Qué es un
autor?”. Este último no es un texto dedicado al poder, salvo en un
desarrollo muy interesante con respecto a por qué, de repente, en ciertos
textos sobre todo filosóficos, durante el siglo XVIII, la autoridad necesita
que esos textos estén sustentados por alguien que lo firme y necesitan la
figura de un autor. ¿Por qué? Para responsabilizar de lo subversivo que
podría ser ese libelo o ese artículo. En la conformación social e histórica de
ese autor, para Foucault un autor es una construcción social e histórica,
intervienen muchos factores y entre ellos está el factor penal. Acá Foucault
hace intervenir a la legislación penal sobre la construcción del autor. Es
decir, el poder monárquico necesita saber porque si esta circulación es
anónima no puedo saber quiénes son los causantes del malestar o de la
insurrección o del ateísmo o de lo que fuese. Hay una constricción de parte
del poder para que los textos no sean anónimos y se firmen.
Esto sería una causa y no la única. Junto con esto se da otro juego
de fuerzas que tiene que ver con el derecho de propiedad. Es decir, una
especie de individuación en toda la cultura, un interés (un ejemplo es
Rousseau) por desarrollar la intimidad, el yo, etc., que hacen que, cultural e
(T y A., 25) 3
sería una reserva de transgresión; una idea de George Bataille, muy amigo
de Blanchot, que ha influido en todo lo que lleva la poco sabia etiqueta de
Postestructuralismo. Por eso me detengo un poco en Blanchot y me pone
los pelos de punta, pero es interesante. Los he librado de leer “La literatura
y el derecho a la muerte” que es un texto bastante más complicado y
místico.
Doy por sentado en mi explicación dos mitos importantes que son los
de Orfeo y el de Edipo, así como el de Lázaro. Mientras el mito de Orfeo se
referiría al escritor (que tiene que ver con la muerte y la transgresión de la
ley divina), el de Edipo, según Foucault, explica la literatura junto con el
mito de Orfeo. Para explicar la literatura se basa en mitos que son de
(T y A., 25) 8
tesoro escondido que es la obra. Uno se explica, leyendo esto, el por qué
de ciertas reticencias de las críticas feministas respecto de Foucault.
Por eso digo la muerte, por un lado, y por otro la revolución porque
revolución y muerte parece que en esos momentos históricos, piensen en
la revolución francesa, se acoplan perfectamente. Todo el mundo ya está
muerto, a cualquiera le puede tocar la guillotina. Voy a citar de este artículo
que no voy a comentar y que se llama “La literatura y el derecho a la
muerte”. Dice en la página 37: “La acción revolucionaria es por todo
concepto análoga a la acción tal como la encarna la literatura, paso de la
nada al todo. La acción revolucionaria se desencadena con la misma
fuerza y la misma facilidad que el escritor quien, para cambiar el mundo,
(T y A., 25) 10
Para concluir con Blanchot y pasar a Foucault, hay una teoría del
lenguaje, además de la de Heidegger, que es la de Mallarmé, otro de los
grandes escritores que aparece y reaparece en Blanchot y que Foucault
toma como el gran escritor (evidentemente por influencia de Blanchot).
¿Qué hay en Mallarmé aparte de la “palabra bruta” y de la “palabra
esencial”? En la teoría del lenguaje de Mallarmé está implícita la idea de la
muerte. La muerte porque el signo, la palabra, tiene que tomar distancia del
objeto y cómo toma distancia del objeto: aniquilando la presencia real del
objeto. Para poder hablar de algo o de alguien, diría patéticamente
Blanchot, previamente tengo que aniquilarlo. Para decir la palabra “mesa”,
independientemente de cualquier mesa real y concreta, tengo que matar
(T y A., 25) 11
Uno se pregunta, entonces, qué tipo de crítica literaria (lo van a ver
cuando lean el artículo de Blanchot) propondría Blanchot. Si la palabra
poética forma parte de este asesinato y de la idea no queda nada y si la
obra literaria se confunde, en esta búsqueda de sus orígenes, con el
murmullo y el silencio, lo que queda es hacer un tipo de crítica literaria
formalista. Me tengo que dedicar, obviamente, a ver lo que el lenguaje
tiene de material (sus técnicas, sus sonidos, su sintaxis). Nada de eso
encontramos en la crítica de Blanchot que, en definitiva, es una crítica
temática, preocupada por el contenido y la idea, aunque la idea de la obra
se reduce a nada al ir a buscar esa esencia pura del arte o de la literatura.
Pero, en definitiva, lo que hace Blanchot cuando comenta a Kafka o a
Mallarmé es un comentario del contenido de los textos. No sigue esta
teoría de Mallarmé en cuanto a que llevaría a hacer una crítica formalista.
Esto es lo que uno esperaría pero Blanchot no lo hace. En definitiva esto
es así porque una de las fascinaciones de Blanchot es por un tipo de
comentario que podríamos llamar “el típico comentario filosófico de los
textos literarios”. Esto es lo que hace Blanchot con un vocabulario y una
retórica bastante mística.
acá sale buena parte de Derrida, sobre todo ese texto en donde hay cierta
nota mortuoria: “Esta claro que en mí el poder hablar está vinculado
también a mi falta de ser. Me nombro: es como si entonara mi canto
fúnebre, me separo de mí mismo. Ya no soy mi presencia ni mi realidad
sino una presencia objetiva, impersonal, la de mi nombre, que me rebasa y
cuya inmovilidad petrificada hace para mí exactamente las veces de una
lápida sepulcral que pesa sobre el vacío. Traduzcamos. ¿Qué quedará
después de mi muerte? Poco: mi nombre”. El nombre parece ser más
perdurable que la vida que lleve. Noten el patetismo retórico de Blanchot.
“Cuando hablo niego la existencia de lo que digo pero niego también la
existencia de quien lo dice”. De acá yo veo que salen las meditaciones
sobre el problema de la firma o el nombre. Derrida dice que todo nombre
ya es el nombre de un muerto. Me parece que hay una relación bastante
estrecha entre la frase de Derrida (dice que la firma ya es un acto
testamentario del sujeto que firma) y el pensamiento de Blanchot.
Otra frase patética: “El lenguaje sólo comienza con el vacío. No habla
ninguna plenitud, ninguna certidumbre. A quien se expresa le hace falta
algo esencial, la negación va ligada al lenguaje”. Pasemos a Foucault.
¿Por qué? Entre otras cosas porque la literatura, que es una obra de
lenguaje, carece de fundamento. No hay nada fundamental o esencial en el
lenguaje ni en el lenguaje de la literatura. Es decir, no hay una entidad que
dé sustento o fundamento por fuera del lenguaje al lenguaje mismo. Si uno
compara la concepción del lenguaje de la Edad Media, del Renacimiento,
de Cervantes, de Góngora o de Quevedo, se encontrará que, sin duda,
había una concepción popular que era la misma que la de los escritores.
Foucault dice que hay dos tipos de lenguaje, uno de los cuales es el
fundamento del otro. El primer lenguaje es el lenguaje divino que es el
fundamento del segundo lenguaje que es el lenguaje de los hombres. Para
la Edad Media y el Renacimiento, hasta el siglo XVIII, el lenguaje tenía su
fundamento: el lenguaje humano era una copia imperfecta del lenguaje
divino o sea de Dios. El fundamento de todo es Dios (del sentido, del
lenguaje, de la literatura, etc.).
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Cod. 17
Teoría y Análisis
Literario
Fecha: 21/06/07
Teórico № 26 Prof.: Jorge Panesi
Pero la respuesta podría ser también que lo interesante sería ver qué
saca el futuro Foucault que está pensando en una teoría del poder, del
sujeto, de este momento donde la literatura es central. Foucault no es
Blanchot, detrás de Blanchot está el discurso literario, su teorización. Por
supuesto, ustedes me dirán que esto responde a un interés de época, a
una cultura alta muy literaria como la francesa de esos momentos,
dominada por tales preocupaciones. Hay muchas revistas literarias y
periódicos de divulgación que difunden a un público medianamente vasto lo
que piensan los grandes cerebros relacionados con la literatura. Uno diría
que allí la literatura es fundamental en los manejos culturales. Esto
explicaría el interés de Foucault por la literatura, se pliega de alguna
manera a una constante de la época.
Bueno, ¿qué más? Ustedes saben que uno de los puntos esenciales
de Blanchot es el autor. El autor, cuando escribe la obra, lejos de aparecer,
lejos de mostrarse en presencia dominante sobre su obra, desaparece. Se
convierte en un anónimo. Esta idea de los discursos que no tienen sujeto,
discursos que se transmiten anónimamente sin importar quién habla,
evidentemente la ha pergeñado, la ha pensado, en este momento. Será un
largo período el del interés de Foucault por los discursos, no por quién
emite los discursos, no por el autor propietario de los discursos, sino por
las condiciones históricas de producción de esos discursos, que no tiene
nada que ver con los sujetos concretos que los emiten, demás está decirlo.
Claro que mucho más tarde, al final, Foucault se ha dado cuenta que
los problemas que él tenía cuando empezó sus investigaciones eran tres.
Dice: “Son tres los problemas que me han preocupado, pero estos
problemas están íntimamente unidos uno con el otro, si desatendemos uno
el conjunto se resiente. Estos tres problemas han sido el problema de la
verdad, el problema del poder y tercero el problema del sujeto.” ¿Cuál es la
causa de que Foucault no se diera cuenta de que tenía que volver al
sujeto, de la relación entre sujeto y poder, como hará luego?
Evidentemente tenemos a Blanchot, el sujeto desaparece de la obra, es un
sacrificio dirá vía Bataille. El autor no cesa de desaparecer dice Foucault.
Por otro lado, el estructuralismo le obtura el pensamiento histórico del
sujeto también.
(T y A., 26) 4
estilo de sus libros. Dice: “Ahora el estilo suyo es más nítido, más claro,
más contundente, más llano”. Y Foucault le contesta de la siguiente
manera: “Al releer estos manuscritos abandonados de ese tiempo en
encuentro en ellos un idéntico rechazo del estilo de Las palabras y las
cosas, de La historia de la locura o Raymond Russel. Y debo decir que me
supone un problema, ya que tal ruptura no se ha producido
progresivamente. El haberme separado por completo de este estilo ocurrió
de una manera muy brusca a partir de 1975, 1976, en la medida en que
tenía en mente hacer una historia del sujeto que no fuera la de un
acontecimiento que se había producido un día concreto y del que hiciera
falta contar su génesis y su desenlace.” Es acá cuando dice cuáles son los
problemas que ha tenido, la verdad, el poder y el sujeto, de lo cual se había
desatendido, él dice que no veía la importancia de esto en ese momento y
por eso lo toma como un problema de su visión filosófica por de esos años.
Borges funciona acá como una especie de plus que a partir de Blanchot le
permitió a Foucault ir un poco más allá, salir un poco de la asfixia retórica
de Blanchot y pensar algunas cosas. Al principio hay un cuento, “El milagro
secreto”, de Borges. Hay un personaje que le pide a dios concluir su
tragedia, dios parece concederle eso y en un minuto termina. Focault lee
en este cuento la repetición. Esto ya no es Blanchot, es una articulación
propia de Foucault muy sintonizado con Deleuze y con Derrida. En este
buen hombre que mientras se le cae una lágrima recompone y repite esa
tragedia que tiene que terminar Foucault lee la repetición. Al final aparece
“La biblioteca de Babel”, y con eso termina. En ese cuento hay una
biblioteca donde están todos los libros posibles y el libro que es el
compendio de todos los libros posibles, una paradoja que está en Borges,
¿el libro que contiene a todos los libros es también un libro? Bueno, esas
paradojas muy del estilo de Borges que parece que lo deslumbraron a
Foucault.
Alumna: Sí.
Demás está decir que Deleuze tiene un texto también que se llama
“Diferencia y repetición”, por lo tanto, acá podríamos decir que Foucault se
aparta de Blanchot para estar más en consonancia, no por una voluntad o
una intención subjetiva, con sus compañeros. No es que se hayan puesto
de acuerdo o se copiaran unos a otros, sino que comparten una
problematización filosófica común.
(T y A., 26) 9
Alumna: Presencia.
Alumno: (Inaudible).
Profesor: Claro, lo que definiría a la firma es que toda firma puede ser
adulterada, copiada, y siempre será la firma de la misma persona.
Volvamos a Focault, ¿hay un momento en que toda la filosofía de Derrida
está en tela de juicio en “¿Qué es un autor?”. Es a propósito de la noción
de escritura. Foucault dice que el autor no deja de desaparecer, pero hay
(T y A., 26) 13
nociones, por ejemplo la obra, por ejemplo la escritura, que tienen una
extensión en ese momento que refrenan la ética de la desaparición del
autor, lo vuelven a poner en escena, insisten con este problema del autor.
Les voy a leer todo el párrafo. Está hablando de las nociones
bloqueadoras, una es la teoría de la obra y otra es esta noción que parece
estar muy extendida. Está hablando de la escritura, si alguien cinco años
antes hablaba reescritura seguramente se refería a la noción de escritura
de Barthes, pero cuando Foucault habla en ese momento habla de Derrida,
y ahí le reprocha toda su filosofía. El párrafo dice así, pueden ponerle como
título Diferendo Derrida-Foucault: “Me pregunto si a veces reducida a un
uso corriente esta noción no traspone en un anonimato trascendental [acá
está hablando de la huella como origen, no es dios, no es nada humano,
pero es evidentemente una trascendentalidad] los caracteres empíricos del
autor. Ocurre que nos contentamos con borrar las marcas muy visibles del
autor haciendo jugar en forma paralela una con otra, una en contra de la
otra, dos maneras de caracterizarlo. La modalidad crítica y la modalidad
religiosa.” Es seria la crítica que Foucault le hace a Derrida, le está
diciendo que el pensamiento de la escritura, de la huella, es un
pensamiento religioso, ¿por qué?
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Cod.25
Teoría y Análisis
Literario
Fecha: 28/06/07
Teórico № 27 Prof.: Jorge Panesi
[Última Clase]
Alumno: (Inaudible).
Bueno, por fin voy a analizar a Foucault porque hasta ahora sólo
estábamos en la periferia. Antes de hacer un repaso les quiero leer un
texto de 1970, o sea que es del Foucault de El orden del discurso. Es de
ese momento en donde la literatura se ausenta o no pasa todo, o gran
parte, de la reflexión sobre el lenguaje que hace Foucault por la literatura.
Dice Foucault: “En nuestra sociedad, la literatura se ha convertido en una
institución en la que se vuelve posible la transgresión que en cualquier otro
lado sería imposible. Por ello, la sociedad burguesa se muestra
completamente tolerante con lo que ocurre en la literatura. En algún modo,
la literatura se admite en la sociedad burguesa precisamente porque ha
(T y A., 27) 3
Alumno: A Derrida.
¿Por qué? Para esto lo podemos consultar a Derrida. Hay algo, una
propiedad de la literatura, que es el ser leída como ficción. Con esto dice lo
mismo que Blanchot: el espacio de la literatura es un espacio autónomo,
absoluto, que se nutre de lo social y lo cultural pero que en el fondo es
anticultural, etc. Foucault le está dando un contenido menos metafísico, en
estas líneas medio casuales porque no hay un desarrollo en este sentido, y
Derrida, por su parte, a esto le da un tono más institucional, en el sentido
de que para él la literatura occidental está enganchada con el destino de la
democracia. La literatura sería, entonces, el lugar donde se puede hablar
de todo sin sanción social. De todo en dos sentidos posibles. En el primer
sentido porque no tiene sanción, por lo tanto ahí la transgresión no importa
y se la acepta, y en segundo lugar porque ese hablar de todo es, incluso,
de lo que está hoy vigente y presente o de aquello que no se puede hablar
porque todavía no está consolidado, todavía no existe de una manera
determinada y determinante, pero que está en el horizonte y apenas se
(T y A., 27) 4
Ustedes saben que Foucault leyó dos veces a Nietzsche. Una vez en
los años cincuenta, ’53 más o menos, y una segunda vez más allá de los
años setenta, en el ’74 o ’75, y produce un artículo que les recomiendo leer
que es sobre la genealogía y la historia. Se llama “Nietzsche, la
genealogía, la historia”. Es el único artículo que escribió sobre Nietzsche y
es una de las mejores cosas que se escribieron sobre este autor. La
cuestión es que al mismo tiempo que expone el método se casa con él.
Cito: “El rechazo a los análisis que se refieren al campo simbólico o al
dominio de las estructuras significantes y el recurso a los análisis hechos
en términos de genealogía, de relaciones de fuerza, de desarrollos
estratégicos, de tácticas, pienso que no hay que referirse al gran modelo
(T y A., 27) 5
Por otro lado, Derrida tenía dos rivales; Foucault, su maestro, por un
lado, y Lacan por otro. Lo que nos interesa realmente es esa disputa entre
Derrida y Foucault. Lacan está muy de acuerdo con Foucault salvo en este
punto, en el punto en que para él el sujeto no desaparece, sino que está
sujetado, a diferencia de lo que dice Foucault siguiendo a Blanchot. Pero
hay un punto que es esencial (y del cual Foucault nunca más se va a
(T y A., 27) 7
Alumno: (Inaudible).
Hay que decir que una de las cosas que Foucault le reprocha a
Derrida en “¿Qué es un autor?”, en su largo parrafito dedicado a Derrida,
es esta necesidad de comentar. ¿Por qué a Foucault le molesta el
comentario (esta fiebre le dura muchos años y al final se le pasa)?
Digamos que ya no ve con ojos tremebundos, como le dice a Derrida, la
necesidad de comentar. Esto es, en consecuencia, una cuestión derivada
de una noción nietzscheana. Recuerden la famosa frase de Nietzsche (“No
hay hechos, sólo interpretaciones”) y dice Foucault que si sólo hay
interpretaciones, cuando yo estoy hablando de algo, evidentemente, estoy
refiriéndome no a un hecho sino a otra interpretación. Estoy dando otra
interpretación en un juego de fuerzas (todas son interpretaciones para
Foucault). Con esto podemos estar de acuerdo o no.
diría que este pasaje de Foucault por la crítica literaria es eso en este
artículo; la crítica literaria hace eso exactamente. ¿Qué propone? Propone
tomar como ontología, digamos, aunque no lo dice acá sino en otro lado,
de la literatura la repetición que es la autoreferencialidad.
Les contesto, ya que estoy, una pregunta que hice en el parcial: ¿qué
tienen en común la crítica que propone Blanchot y la que propone Foucault.
No, evidentemente, el estructuralismo. Contesto la pregunta. 1º) La crítica
literaria no supone un juicio de valor. Ahí estaríamos del lado del
estructuralismo pero también Blanchot dice eso. 2º) No es una mediación
entre el escritor, porque el escritor siempre desaparece cuando escribe, se
anonimiza, y su público. Eso a la crítica moderna no le interesa. 3º) Si no le
interesa la valoración, no hace una evaluación en el sentido de que tal obra
es mejor que la otra, este tipo de literatura es más potente que este otro,
este autor es mejor que este otro, este tipo de literatura es más potente
que el otro. No da juicios de valor y tanto el formalismo como el
estructuralismo y Foucault son respetuosos de eso. 4ª) No se dedica (y
Foucault es respetuosísimo de esto) a la génesis de la literatura que es
confundir el origen de la literatura con el sujeto. Es decir, hace depender lo
que escribe un escritor de ese momento de génesis que consiste en
explicar el acontecimiento que es la literatura mediante su origen y ese
origen es el escritor como “genio creador”. Contra eso están Blanchot y
Foucault.
Entonces, por qué demonios Foucault llama a todo esto que está
pasado por el signo como elemento fundamental de la crítica una
ontología. Lo que él propone, más que una ontología de la literatura, es
una semiología de la literatura. Acá aparece Saussure en todo su
(T y A., 27) 20
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Cod. 18
16
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 3/04/07
Teórico-Práctico № 1 Prof.: Jorge Warley
Esto es, sencillamente, para focalizar, entre otras cosas, por qué se
toman esos trabajos. Según las materias que hayan hecho e incluso según
las cátedras de esas materias que hayan cursado, tal vez hayan tenido que
hacer un trabajo monográfico breve en los talleres de lectura y escritura de
Semiología. Si no los hacemos producir monografías, por lo menos
tratamos que hagan ejercicios de lectura cruzados. Es decir, obligarlos a
que crucen y confronten fuentes que sería, de algún modo, como un paso
anterior. En general, no llegamos a monografías porque no nos da el
tiempo e intentamos dar un pasito anterior a éste que ustedes tienen que
dar. Disculpen con esto si soy muy reiterativo y muy sencillo.
En relación con el análisis textual quiero decir una cosa también muy
sencilla y muy obvia. Yo escuché la última parte de la clase de Panesi y no
sé si no empezó a hablar de algunas escuelas teóricas, si empezó a hablar
del Formalismo ruso o empezará en la clase siguiente. Pero, en relación
con el análisis, quiero decir algo muy sencillo. Para nosotros el análisis es
análisis material. Todo lo que ustedes vayan a decir en este trabajo tiene
que estar fundamentado por elementos concretos que ustedes encontraron
en los textos. No interesan las interpretaciones que no se pueden
fundamentar con la materialidad del texto. Si yo digo algo del texto debo
poder señalar los marcadores lingüísticos correspondientes que me
permiten decir ese algo. No es un juego de interpretación o de
experimentación, sino que es un juego o un esfuerzo de rigurosidad
analítica. Lo que yo digo debo fundamentarlo, concretamente, con el texto.
(T y A., 1) 9
un trabajo corto así que hay ciertas cosas formales que no nos interesa
que manejen; no nos interesa que cada vez que hacen una cita del cuento
ponga página y demás. Es engorroso a los fines de un trabajo corto como
el que ustedes tienen que realizar. No entreguen folios o carpetas,
abrochen las páginas así los trabajos no pesan tanto.
tema, primero voy a analizar esto y luego esto otro. Es decir, ahí se
anticipa un poco la estructura.
Hay diferentes modos de citar. Las partes (un cuento, una poesía, un
artículo de un diario, un capítulo de una novela) van siempre entre comillas
y la totalidad va subrayada o en bastardilla. Lo mismo es para el caso de
una revista o de un diario. Si yo cito el artículo de una revista es lo mismo.
Las páginas se citan como pp. o como p. si es una sola. La única diferencia
(T y A., 1) 16
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Cod. 19 17
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 10/04/07
Teórico-Práctico № 2 Prof.: Gabriel Castillo
idea de riesgo, una hipótesis, una primera vinculación fuerte, aún cuando
no enteramente explicitada pero por lo menos sí bastante expresada, entre
los modos de leer en literatura, cómo leer, por ejemplo, un fenómeno
literario como puede ser la repetición, o la aliteración, y cómo concebir el
estudio en el que se inscribe ese modo de leer. Dicho de otra manera, una
relación entre el análisis y la teoría.
Son los formalistas los que primero sugieren una vinculación entre las
operaciones críticas, las operaciones de lectura que se llevan a cabo
cuando se lee, y la manera que se tiene de concebir esa disciplina que
podríamos englobar bajo el nombre de teoría literaria. Pero precisamente la
denuncia del Formalismo a principios del siglo XX era que la teoría literaria
no existía como tal porque todos los estudios que abordaban obras
literarias lo hacían desde perspectivas o sociológicas, o estéticas o
filosóficas, pero nunca específicamente literarias, y eso va a ser algo que
reclamará el Formalismo ruso. La posibilidad de fundar una ciencia de lo
literario, un saber de lo literario, y la consecuente necesidad de recortar un
objeto de estudio específicamente literario. Por eso usaban en sus
denuncias ideas como que la teoría literaria era un territorio colonial, esto lo
dice Iuri Tinianov en un artículo que tendrán que leer para el martes
próximo y se llama “Sobre la evolución literaria”.
Ahora bien, hay que decir, es otra hipótesis a trabajar, que este
pensamiento de teoría literaria que tenían los formalistas no hubiera sido
posible sin el desarrollo estructuralista de la lingüística, o sea, sin la
lingüística estructural de De Saussure. En todo caso, el mismo
Eichenbaum dice, esto está en la página 26: “Mientras que para los
literatos tradicionales era habitual orientar sus estudios hacia la historia de
la cultura o de la vida social, los formalistas los orientaron hacia la
lingüística, que se presentaba como una ciencia que coincidía parcialmente
con la poética en la materia de su estudio, pero que la abordaba
apoyándose en otros principios y proponiéndose otros objetivos.”
(T y A., 2) 3
Pero, más allá de esta cita, ¿por qué afirmar que sin la reflexión
acerca del lenguaje que propone la lingüística moderna no hubiera sido
posible el Formalismo? Los formalistas adoptan principios teóricos propios
de esta lingüística saussureana al pensar en términos de diferencias
internas en el marco de un sistema y, sobre todo, en pensar en términos de
función.
¿De qué orden sería esta relación que proponía pensar entre el
análisis y la teoría? ¿Cómo serían los análisis de los simbolistas –Potebnia
y demás que mencionan tanto Sklovski como Eichenbaum-? ¿Qué
concepciones sobre el estudio, la reflexión literaria, supondrían esos
análisis y, en la vereda de enfrente, qué modos de leer proponen los
formalistas y qué concepciones sobre la teoría literaria supone la utilización
de esos análisis? Estas preguntas están ligadas al concepto de
significación como fondo opuesto a una forma versus el concepto de
función. Una de las empresas formalistas es la de cambiarle el sentido
teórico a la noción de forma, eso lo proclama Eichenbaum como uno de los
logros del primer Formalismo. Entonces, vamos por partes, primero la
objeción de que acá no estamos haciendo teoría literaria si lo que hacemos
son abordajes que explican la obra literaria desde un exterior con
perspectiva antropologista o sociológica o estética y demás. Segundo, no
es así como se funda una ciencia. No es partiendo de principios generales
estéticos sobre el sentido de lo bello, qué es la obra de arte, etc., que era la
crítica que se le hacía desde el Formalismo a la concepción estética, sino
partiendo de la observación de hechos particulares, estudiando esos
hechos, analizándolos, y como resultado de esos análisis llegar a la
elaboración de algunos principios generales que después serán sometidos
a prueba en una nueva instancia de análisis y, si se superan esas pruebas,
serán confirmados. Lo más probable es que sean ajustados, reformados en
cada nueva prueba que supone su utilización en un análisis.
En cierto que puesto así parece un poco de mala leche, porque pasar
de los sonidos RDT a la tragedia del desengaño supone un salto, un
camino a través de eslabones que probablemente hicieran menos arbitraria
esa conexión, pero lo que quiere mostrar en todo caso Eichenbaum es que
las formas, los elementos, en este caso los sonidos, las aliteraciones, eran
explicadas como pinturas por sonido, así también suelen enseñarse en
muchas escuelas secundaria las astucias de ciertos escritores, por
ejemplo, recuerdo una de García Lorca cuando decía: “Los jinetes se
acercaban tocando el tambor del llano” y ahí el Profesor reclamaba nuestra
atención para que escucháramos el “to can do el tam bor del llano” que era
una especie de repetición rítmica sonora de la cabalgata del caballo en el
llano, es decir, hacía lo que decía, y siempre que uno descubre que se
hace lo que se dice, que hay una especie de doblez entre el sentido y el
sonido, festeja mucho porque parece que el mundo estuviera cerrado en sí
(T y A., 2) 9
¿De dónde viene esto? ¿Por qué la forma sería una integridad
dinámica y concreta que tiene un contenido en sí misma? La idea de que
tiene un contenido en sí misma, la idea de que la forma se semantiza, que
cobra significación propia y autónoma, no puede llevarse a cabo sin la idea
de función. Lo que hace que la forma se semantice es que el elemento
tiene una función. Diría más, en vez de significación de la forma se podría
hablar sencillamente de función y sería tal vez menos confuso.
Nadie en su sano juicio diría que está haciendo literatura el tipo que
pide un paquete de cigarrillos en el kiosko aunque para eso use lo mismo
que usa un poeta; a saber, frases, palabras. Por mucho que le salga el
verso sin ningún esfuerzo, como se dice, por mucho que suene su pedido.
Entonces, ¿cuál es la diferencia si no es de orden retórico? ¿De qué orden
es la diferencia que hay entre un discurso y otro si ambos son discursos, o
sea, palabras, frases, textos, como los quieran llamar? No es del orden de
lo material por esto de que ambos son verbales. Ellos quieren hablar de lo
específicamente literario, y lo verbal, las palabras, no son específicamente
literarias porque la gran mayoría del mundo usa palabras y no hace
literatura. La diferencia es de orden funcional. Esto que yo expliqué del
hombre que iba a comprar cigarrillos es de la lengua prosaica, cotidiana, la
que usamos en las transacciones verbales cotidianas, mientras que la
utilización del mismo material con función diferente es la lengua poética.
por imágenes y que cada imagen tiene que proveer la comprensión del
objeto al que se quiere referir, Sklovski dice que no, que esa función de
reconocimiento del objeto es válida para la imagen prosaica, pero no para
la poética, al contrario, la imagen poética lo que busca es el refuerzo de la
impresión del objeto, y para lograrlo debe hacer el camino inverso al que
hace la imagen prosaica, porque si la imagen prosaica busca explicar lo no
conocido por lo conocido, por ejemplo, la chica que dice sandía en lugar de
cabeza, o el chabón que le dice che sombrero, se te cayó el paquete, que
son ejemplos de Sklovski, los tienen en el texto. La idea es que
inversamente a la imagen prosaica, la imagen poética busca no explicar lo
desconocido por lo conocido sino hacer perceptible lo conocido por lo
desconocido, o en todo caso, ese es un medio para lograr la sensación de
forma de la que hablaba antes.
Profesor: En parte sí. Pero más que un regreso a algo sería algo que
no se terminó de excluir, de echar, que es esta figura del sujeto, del autor,
aunque sí tal vez se haya hecho en los análisis concretos. Es cierto que no
sólo cuenta acá el arte como artificio sino también el hecho de que ese
artificio es necesariamente intencional, y que postular una intencionalidad
es postular un sujeto que actúa con una finalidad. Es así. No obstante, los
análisis de los formalistas no siguen el juego de buscar en el autor los
privilegios de origen y de explicación de la obra. En ese sentido es un
distanciamiento respecto de la subjetividad que se busca como una fuente
para que me diga cuál es el sentido de tal texto, sino la objetividad de,
independientemente por qué eso está allí, cuáles son las funciones que
eso tiene. Lo que interesa, en todo caso, es si te estás remitiendo a la vida
(T y A., 2) 16
o a las opiniones del autor, o a las circunstancias, para dar una explicación
de la obra que estás analizando o no lo estás haciendo. Si no lo estás
haciendo, en el peor de los casos, se puede decir que hay una
inconsistencia entre tu teoría y tu análisis, porque por un lado hacés un
análisis que prescinde de las explicaciones biografistas pero por el otro en
tu teoría hacés una defensa o por lo menos permitís que siga dando
vueltas por ahí el autor. Por esto mismo quería pensar con ustedes el
hecho no explicitado en Sklovski de que siempre que habla de
automatización habla de un proceso impersonal y cuando habla de
singularización habla de una acción deliberada, intencional y personal.
Pero no va a hacer de esto el centro de su análisis.
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Cod. 19
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 17/04/07
Teórico-Práctico № 3 Prof.: Gabriel Castillo
Para el próximo martes tienen que leer tres artículos. “El discurso en
la vida y el discurso en la poesía” de Voloshinov, “El problema del género”
de Medvedev y “El problema de los géneros discursivos” de Bajtín. Eso lo
trabajarán en el próximo teórico-práctico que va a dictar Juan Pablo
Parchuk. Seguimos adelante con el segundo período del Formalismo ruso,
si no hay ninguna pregunta.
prosaico, el ritmo del trabajo que es regular y que nos permite, en esa
regularidad, ahorrar energía; economizar energía en esa automatización de
los movimientos. Sobre eso viene la función poética, después, a hacer un
festín de despilfarro, del gasto; se siente eso a través de su derroche. Esto
sí sería un poco contranatura; si es que la naturaleza es ahorrar. Yo diría
que ese ahorro es también una estrategia de seres limitados en su
capacidad y en su dotación de energía. Lo mismo puede pensarse que
ocurre con esta idea de un personaje de percepción absolutamente fina y
de memoria infalible como Funes el memorioso.
Alumno: (Inaudible).
Alumna: (inaudible).
más complejas. No se trata de una recta que se prolonga, sino que en cada
paso asistimos a un comienzo que se organiza a partir de un punto que se
refuta. La sucesión literaria es, ante todo, un combate; la demolición de un
todo ya existente y la nueva construcción que se realiza a partir de los
elementos anteriores. Shklovski señala que la literatura progresa como una
línea entrecortada. Cada época literaria contiene no una sino varias
escuelas literarias que coexisten en literatura. Una de ellas predomina y es
canonizada. Las demás sobrellevan una vida clandestina, sin
consagración, como ocurrió en tiempos de Pushkin”. Esta cita es de la
página 49 de Eichenbaum. Dice en la página 48: “La evolución era
concebida como perfeccionamiento incesante, como un progreso, del
romanticismo al realismo (acá siempre habla de progreso como
mejoramiento y Eichenbaum critica a quienes pensaban esto), y se
interpretaba a la sucesión de los movimientos como la expresión apacible
de un legado trasmitido de padres a hijos. Entre tanto, la literatura como tal
no existía para nada; la reemplazaban materiales tomados de la historia de
los movimientos sociales, de la biografía de los escritores”. Acá pueden ver
el doble movimiento; por un lado, reclamar la especificidad de los hechos
literarios, la literatura no existía en este tipo de enfoque, y por otro lado
acusar de ingenuo a ese enfoque que supone que se suceden los
movimientos literarios apaciblemente. Los cambios en literatura se dan por
derrocamientos, violentamente, nunca con una transmisión tranquila de
mandos.
cumple es ver todo el menú de funciones que hay en los distintos sistemas
que se van interdeterminando en ese juego; el sistema que es obra, el
sistema que es literatura, donde las piezas son las obras, y el sistema que
es la sociedad donde la literatura es un fenómeno social más entre otros.
De esa relación con los otros fenómenos sociales obtendrá su función, su
“orientación” como dice él, su función verbal. Ese concepto de función de la
literatura como función verbal es la culminación de la manera de relacionar
literatura con sociedad del Formalismo ruso que fue alcanzada en el
Segundo Formalismo. Hay, entonces, tres funciones. La función
constructiva es la función del elemento formal dentro del sistema obra, la
función literaria es la función de la obra dentro de la literatura y la función
verbal es la función de la literatura dentro del sistema social. La conexión
que se da entre la literatura y la sociedad se da por el aspecto verbal, uno
de los muchos aspectos de la vida social. En la sociedad utilizamos
palabras para hacer transacciones de diverso tipo. Nadie diría que esas
transacciones verbales son poesía aunque la poesía también utilice
palabras, pero sí se puede decir que si alguna conexión tiene la literatura
con lo social y viceversa esa conexión es lingüística porque en ambos
campos, series o sistemas, se manejan palabras. El tema es qué manejo
específico se hace en cada caso, qué utilización específica y con que
función específica se da en cada caso.
correspondencia por ejemplo, en otra época puede ser asimilado dentro del
sistema literario y se lo puede consumir como literatura y viceversa.
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Cod. 20
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 28/04/07
Teórico-Práctico № 4 Prof.: Juan Pablo Parchuk
Lo que hoy vamos a trabajar tiene que ver con el círculo de Bajtín y
con los debates entorno a él. Esto aparece enunciado en el programa
como “La teoría del acto en las concepciones de la literatura y la cultura en
Mijail Bajtín”, y hace referencia a unas notas, que son los primeros trabajos
de Bajtín, con las que intenta hacer una especie de filosofía del acto ético.
Allí el acto ético se compara con un proceso creativo en el que la
constitución de la personalidad aparece como un dialogismo entre uno y
otro. Esto es importante porque es algo que él sostiene a lo largo de sus
escritos posteriores.
Pero hoy no vamos a hablar sólo de Bajtín, sino del círculo de Bajtín.
Ustedes sabrán que el propósito de estas clases teórico prácticas tiene que
ver con indicar las condiciones de producción de ciertos artículos que se
relacionan con las discusiones que estamos teniendo tanto en los teóricos
como en los prácticos. En este sentido es que hoy vamos a trabajar con los
debates específicos del círculo de Bajtín. Por esto mi idea es, primero,
hablar un poco de las condiciones en que se producen los textos que
vamos a leer hoy y también cómo nos llegan a nosotros estos textos. Por
(T y A., 4) 2
otro lado, establecer una serie de debates que se dieron en torno al círculo
de Bajtín.
Bajtín, les decía, cuando vuelve del exilio se encuentra con una
situación mucho más opresiva aún, en el sentido de que las estructuras
represivas del régimen stalinista están en su momento de auge, la
centralización de la cultura es muy fuerte en ese momento, de hecho,
piensen que alrededor del año ´32 se forma la Unión de Escritores
Soviéticos y se establece la doctrina del realismo socialista como la
doctrina que debían seguir todos los escritores acordes con el régimen.
Esos años también son los años más difíciles acerca del incremento de la
fuerza de la policía secreta y la cantidad de juicios y ejecuciones que se
producen.
marxismo y que tienen que ver con estos planteos que les fue adelantando
Jorge hoy sobre las críticas que les hace Trotsky por ejemplo, que tienen
que ver con la excesiva formalidad sobre la teoría de la literatura o esa
separación que producen respecto a la vida social. Obviamente, el
borramiento de la historia también, por lo menos en el primer formalismo.
Lo que van a decir los autores del círculo de Bajtín es que en realidad
no hay una determinación directa, sino que ellos lo van a plantear como la
orientación del arte respecto de la vida o la orientación del arte respecto a
las condiciones de producción. Es decir, el arte no refleja inmediatamente
(T y A., 4) 7
la esfera socio económica, sino que siempre está mediado por la esfera
ideológica. De hecho, todos los elementos que compone “la realidad”
aparecen siempre ya formados en el medio ideológico. Entonces, el arte
está orientado inmediatamente hacia el medio ideológico y sólo
oblicuamente refracta el medio socio económico y natural.
Alumno: (inaudible).
(T y A., 4) 8
Alumna: ¿Podría ser que está como en el medio del formalismo y del
marxismo?
(T y A., 4) 9
Profesor: En realidad están los dos. Para Bajtín son importantes tanto
las condiciones de producción como las de recepción en términos de cómo
el autor orienta la obra hacia el receptor pero también hacia las condiciones
(T y A., 4) 10
Alumno: (inaudible).
Profesor: Que sea colectivo tiene que ver con que las palabras tal
como las usamos cargan con valores previos formados socialmente, por lo
tanto, cada vez que yo hablo estoy utilizando un lenguaje que es colectivo,
que ya está cargado de ciertas valoraciones y, por lo tanto, no es una
creación individual mía, sino que se presenta de forma dialógica. En mi
palabra hablan muchas voces. Yo tomo una posición respecto de esas
voces, pero es inevitable que estén ahí. Las palabras aparecen siempre
interceptadas por determinados intereses sociales opuestos también, y por
lo tanto, en conflicto. Es decir, nunca tomo una palabra del diccionario con
su sentido neutro sino que toda palabra ya carga con una serie de
(T y A., 4) 12
A esta concepción el círculo Bajtín opone una idea del lenguaje que
es material e histórica, es decir, el análisis del lenguaje no desde sus
formas abstractas, la palabra, la oración, sino desde los enunciados
concretos históricamente producidos, porque el lenguaje no existiría como
sistema abstracto sino que sólo existe en los enunciados, en el habla.
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Cod. 23 21
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 8/05/07
Teórico-Práctico № 5 Prof.: Silvia Delfino
De Adorno les vamos a pedir que lean “El ensayo como forma” y “El
artista como lugarteniente” que están en Notas sobre literatura y de
Benjamin “El autor como productor” y “Sobre algunos temas en
Baudelaire”. Como material complementario les vamos a pedir que lean
fragmentos de Mínima Moralia, el último capítulo de Teoría estética que se
titula “sujeto y sociedad” y un texto breve que está en Notas sobre literatura
pero que no está traducido que se llama “¿Es alegre el arte?”. Lo de
Mínima Moralia véanlo en relación con el “Ensayo como forma” porque
aparecen en los modos de construcción de ese texto de manera
fragmentaria, disonante, y en la tensión de un fragmento con otro parte de
sus argumentos de “El ensayo como forma”. Ésta es, se podría decir, la
construcción efectiva de su concepción del ensayo. Es decir, un texto que
no puede considerarse una totalidad orgánica. De Benjamin, también para
(T y A., 5) 2
En general, les pedimos que no lean ese último texto como aislado
porque, en realidad, forma parte de un proyecto de crítica de Benjamin que
consiste en producir un texto que reconstruya material e históricamente las
condiciones de dominio que el Capitalismo produce desde el siglo XIX. Esa
relación de la obra con la fotografía, la vida urbana, con la moda, con los
modos de resistencia y de acción directa a fines del siglo XIX, en realidad
constituyen textos que dialogan entre sí. De modo que si sólo tomamos “La
obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” y no
consideramos la teoría de la traducción, la teoría de la historia o la
concepción del arte como una experiencia de conocimiento y una
experiencia histórica concreta, nos quedamos con una serie de elementos
que se suelen usar cuando se simplifica la relación entre Adorno y
Benjamin. Les ruego que consideren a este texto parte de un proyecto
político crítico que incluye a “El autor como productor”, “Tesis sobre
filosofía de la historia” y “Pequeña historia de la fotografía” (aparte hay
muchos más).
Por eso esta teoría tiene tanto peso hoy. Se discuten todos los
proyectos de genocidio, exterminio desde el siglo XIX en el marco de la
pregunta por los usos de la teoría. Si se lee consistentemente a Adorno y
Benjamin habría que preguntarse, para el caso de la Argentina, sobre la
teoría que se produjo durante la dictadura. Nuestra percepción, desde la
carrera de Letras, era que se producía un comentario mistificador de lo
literario como un valor en sí mismo que impedía la palabra respecto de lo
que sucedía. Es decir, una ideología que no sólo era falsa conciencia sino
(T y A., 5) 10
Alumna: (Inaudible).
del poder en relación con usos de la teoría para pensar las acciones de la
crítica. Por lo tanto, la compañera puede decir que lo que le resuena es
una concepción de los usos de la teoría que yo leí en Foucault cuando la
pregunta no era a quién se vigila o por qué se vigila sino cuál es el
procedimiento de vigilancia. Además porque vive en el Capitalismo que es
un modo de vigilancia y control. Los productos más interesantes de la
industria cultural son sobre sistema de vigilancia y control. No sólo “Gran
hermano” hace que nos veamos todo el tiempo entre nosotros, sino que las
condiciones de posibilidad de nuestras acciones sitúan también los efectos
de esa vigilancia en nuestra vida cotidiana.
Puede ser, entonces, que la asociación que hagan sea un efecto del
programa y no del texto. Segundo, para sacarse esa duda lo mejor es ver
si el contacto con los materiales permite hacer esa equivalencia. Tercero,
pregúntense qué dice esa resonancia, ese eco, y qué tiene que ver con las
condiciones de producción. Eso es leer críticamente teoría. Buck-Morss
hace esas operaciones pero no simplifica. Es como con las series de
Tinianov que no son estáticas y tienen un movimiento propio. Esas series
están formuladas productivamente a partir de series simbólicas y no son
estáticas. Cuando yo produzco una relación tengo que dar cuenta de esa
operación de mediación. No es natural que se escriba tal texto. La literatura
(T y A., 5) 14
tiene una relación conflictiva con sus relaciones de producción como dicen
Tinianov y Jakobson. Por lo tanto, cuando algo resuena fíjense a qué se
parece y van a ver que aquello a lo que se parece se parece más a lo que
lo relaciona con sus condiciones de producción que los términos. La
repetición de los términos no garantiza que tengamos un mismo concepto.
Los usos de los términos cambian con las condiciones históricas. Eso es
una petición de principio. Lo que van a ver en toda la carrera como conflicto
es que las teorías (por sus vocabularios, operaciones, por la relación crítica
que tiene con los materiales) están en permanente tensión con sus
condiciones de producción de manera que la reaparición de las palabras
marca, significante, operación no significa que estemos hablando de lo
mismo.
Por eso hay que analizar, como estamos haciendo con Walsh, los
usos, por ejemplo, de la retórica del género policial, los usos de una
poética sobre cómo se escribe un policial (lo que está haciendo Jorge con
Todorov). Ahí hay un principio de transformación. En Adorno y Benjamin
ese principio de tensión se convierte en la responsabilidad de la crítica. Es
decir, trabajar con materiales concretos no sólo para dar cuenta de la
relación que tienen con sus condiciones de producción, sino para convertir
esas condiciones de producción y esos materiales simbólicos en un
conflicto. Por eso un aforismo de Adorno dice “El arte modernista tiene que
poner caos en el orden capitalista”. Esto es para conversar con “¿Kafka o
Thomas Mann?” de Lukacs que están leyendo. El arte vanguardista tiene
que poner caos, que nosotros entendemos como tensión y conflicto y
contradicción, en el orden capitalista. Nosotros también hemos vivido la
violencia que produce el orden, el orden es un aparato productor de
violencia y no como un estado. ¿Por qué, entonces, relacionar todo esto
con Kant y Hegel como problema central y también relacionarlo con la
economía, con el modo de producción, con el fetichismo de la mercancía
en términos de alienación, falsa consciencia, etc.?
Profesora: Sí, pero para eso hay que leer El capital. La compañera
dice que Marx dijo que iba a demostrar que la riqueza consiste en extraer
la plusvalía, en términos de exacción del cuerpo del trabajador. Marx lee
durante años, en el Museo británico, las obras de economía política
inglesas y va reconstruyendo, en el sentido de destruyendo, todas las
categorías que se nos aparecen como naturales e inevitables. Ese trabajo
de desnaturalización que Marx produce, en El capital, es el que Adorno,
Horkheimer y Benjamin proponen para la estética idealista burguesa. En
“El ensayo como forma” el problema no es el fragmento por acumulación o
eclecticismo sino el fragmento por dislocación de lo natural; el fragmento
que pone en crisis la secuencia en que se nos aparecen las cuestiones.
Por ejemplo, una secuencia donde alguien que es perseguido pero a su
vez es culpable. Ésa es la lógica del exterminio: la naturalización de que
otorgarle un rasgo de extranjeridad o ajenidad a un grupo habilita la
filosofía de la xenofobia que dice que la separación de ese grupo permitiría
la recomposición social, lo que estamos viviendo hoy.
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Cod. 24
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 29/05/07
Teórico-Práctico № 6 Prof.: Silvia Delfino
[Walter Benjamin]
Vieron que en el parcial hay justamente una pregunta que vincula por
un lado el concepto de producción de Arvatov con el concepto de
producción de Benjamín y por otro lado otra pregunta que plantea la
discusión entre el concepto de totalidad en Lukacs y el modo en que la
totalidad aparece como un problema en Adorno y en Benjamín. Hoy vamos
a tratar de plantear centralmente estos problemas para que ustedes
puedan, por un lado, releer las unidades del programa del modo en que
están formuladas, y por el otro, puedan proponerles problemas incluso a
las preguntas del parcial.
Recuerden que les había dicho hace unas semanas que si ustedes
pudieran contestar la pregunta del parcial apenas leyeran su formulación el
parcial estaría mal propuesto, porque en realidad nuestra concepción de
este parcial es releer, discutir, formular y, a su vez, después trabajar el
propio parcial como si fuera un borrador sobre el que ustedes van a
(T y A., 6) 3
Ahora bien, esto en el formalismo ruso no tiene que ver con un rasgo
preformulado de la obra de arte, es decir, los límites de la obra de arte que
se presentan como una totalidad completa, ya construida, ya cerrada, para
la contemplación o la empatía del espectador. Por eso el formalismo ruso
toma un concepto tanto kantiano como hegeliano de los límites de la
relación entre materiales y procedimientos y convierte al límite en el
problema de producción de la crítica y el arte.
¿Qué quiere decir esto? Esto tiene que ver con la pregunta sobre la
totalidad en Lukacs, Adorno y Benjamín. Cada vez que ustedes escuchan
la noción de inmanencia y la de totalidad, dirijan la atención al problema de
la formulación de límites. Especialmente porque ya discutieron que en
Bajtín, en Medvedev y en Voloshinov el límite de un género no está dado
sólo por el respeto de las reglas de una poética o de una retórica al estilo
del concepto del policial en Todorov, sino que el problema del límite en
relación con la inmanencia allí tiene que ver con una negatividad del
género con sus condiciones de producción. Es decir, lo que establece el
límite de esos materiales en tanto, por un lado interioridad pero por el otro
también un material histórico concreto, es, por ejemplo, la entonación. Eso
es lo que cierra el enunciado, lo que hace que nos podamos preguntar si
un enunciado como parte de un género es un ruego, una orden una ironía.
La entonación es parte de esta vinculación entre materiales,
procedimientos y una inmanencia dada en estos autores como
conclusividad concreta. Por lo tanto, la conclusividad en Bajtín, Medvedev y
Voloshinov estaría en el lugar donde está el concepto de totalidad orgánica
en Lukacs.
Por eso tanto Adorno como Benjamín dicen que el arte por el arte
sería un síntoma de la sociedad burguesa, un síntoma del dolor, el
sacrificio y la pérdida crítica de la sociedad burguesa, este desinterés es
simultáneamente un modo de producción del arte idealista y un modo de
mercantilización. El arte tiene un lugar en el mercado de bienes porque se
distingue del resto de los objetos a partir de su supuesto desinterés. Ese
desinterés, como interpelación del arte, en Kant, aparece en la Teoría
Crítica de Frankfurt como una marca de dominio, de pérdida de percepción
crítica.
relación del sujeto con el mundo y que esa revolución tenga a su vez un
carácter colectivo, porque aquellos materiales con los que trabaja no
pertenecen a la singularidad creativa o a la ampliación diferencial de un
sujeto, sino a un modo de producción.
Por eso dice Benjamín que en realidad la obra de arte siempre fue
una mercancía, en cualquier época, a tal punto que es una bandera puesta
en un barco que no sabe en qué puerto entrar porque no sabe nunca cuál
es su valor estable, pero ese es el aporte que hace el arte burgués a la
producción de valor en el sentido más amplio, es decir, en la explotación. Y
ahí aparece la pregunta de la compañera, ¿entonces en qué sentidos se
diferencia el concepto de producción en Benjamín del concepto de
(T y A., 6) 19
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Cod. 19
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 5/06/07
Teórico-Práctico № 7 Prof.: Paola Cortés Rocca
[Michel Foucault]
alienado o loco o psicótico, tal vez el sujeto que tenemos está haciendo lo
mismo, pero el modo de comprar eso supone construir una identidad
totalmente distinta y, por lo tanto, modos de operar sobre esa identidad que
también son distintos. Es decir, alrededor de esta noción de brujería lo que
hay es un conjunto de discursos y de instituciones que operan de una
manera muy distinta que el modo en que opera el discurso de la psiquiatría
y el conjunto de instituciones creadas para administrar o para controlar a
estos sujetos.
El orden del discurso es del año 70. Lo que Foucault publica después
es La verdad y las formas jurídicas en el 74, Vigilar y castigar en el ’75. En
los setenta, Foucault se transforma en un teórico del poder. El concepto
central del Foucault de los setenta nos es, como en los ’60, el problema de
la “episteme” o el “dispositivo” sino el concepto de poder. Por otra parte,
estas periodizaciones son provisorias: Foucault pensó el poder desde el
comienzo y el Foucault de los setenta y los ochenta no deja de pensar en
términos de dispositivos o prácticas discursivas. Si nos fijamos, entonces,
en los títulos de los libros un título como Arqueología del saber casi se
puede oponer al título de un libro del ’75 que es Vigilar y castigar. El
problema no es hacer una arqueología del saber sino cómo pensar la
relación entre castigo y ley, cómo funciona el poder, etc. Éste es el
Foucault más novedoso, el Foucault teórico del poder. Es un Foucault que
teoriza la noción de poder de una manera novedosa.
Entonces, cómo pensar una teoría del poder que no lo piense como
un poder represivo. Por eso uno de los libros de Foucault se llama
Microfísica del poder. La idea es pensar un poder difuso que no
necesariamente se organiza desde arriba hacia abajo, sino que supone la
llegada a todos y cada uno de los sujetos. ¿Cuál es acá la gran figura
arquitectónica? El panóptico. ¿Qué es un panóptico?
la ley, cómo legislar, por qué castigar, qué función tiene el castigo. Castigar
supone transformar a los otros; hay una idea moderna que tiene que ver
con la transformación de los sujetos.
Casi podríamos decir que El orden del discurso está entre uno y otro,
entre el Foucault del poder y el Foucault del dispositivo. De algún modo,
esto marca el pensamiento de Foucault: esta relación entre saber y poder;
entre el modo de funcionamiento del poder, entre técnicas de
especificación y de control de los sujetos y lo que agrandes rasgos
podemos llamar “sistemas de producción de verdad”. Las relaciones entre
una cosa y otra caracteriza al pensamiento foucaultiano.
no todo debe ser dicho en todo momento, pero si hay una necesidad de
prohibir el discurso no es tan que el discurso diga sobre el objeto, no se
porque el discurso traduce sistemas de dominación, sino porque es el
objeto mismo de la lucha. Casi podríamos decir que el problema para
Foucault no sería que la prohibición tiene que ver con cosas que no se
pueden decir sobe un objeto determinado (dice que las grandes regiones
que se silencian del discurso son la sexualidad y la política en distintos
momentos y de distintas maneras), no tanto porque revelen una verdad
sobre esos objetos, sino porque el objeto de lucha es el discurso mismo.
Por ejemplo, es el discurso de la política. No es que el discurso revelaría
una fase de la política que hay que silenciar, sino que, de alguna manera,
hacer política es producir un discurso verdadero o potente o legítimo o
hegemónico. La constancia de la prohibición o la prohibición en Foucault
no está pensada como un modo de evitar la revelación de un rasgo del
objeto. No es que hay algo que se está diciendo que no debería decirse
porque si no se revela cierta verdad que debe permanecer oculta. No, la
prohibición supone que el objeto de poder es el tipo de discurso o de
representación que se va a dar sobre un momento dado.
discurso que tienen que ver con un modo de definir y de recortar el objeto,
un lugar y un posicionamiento del sujeto que conoce (no es lo mismo el
lugar de enunciación del sofista que el lugar de enunciación de alguien que
forma parte de otro momento de producción de la verdad). Digo conjunto
de reglas porque suponen un modo particular de producir el objeto de
saber, también la posición del que conoce es distinta de acuerdo con el
régimen de verdad.
La idea es que la ley debe estar ligada con cierta verdad: el saber
científico que fue el paradigma central del Positivismo. En Argentina, el
gran personaje que tiene que ver con esto es “El petiso orejudo” por la
teoría de que la criminalidad de una persona se encuentra en el cuerpo y la
idea de que el criminólogo es aquél que puede anticipar conductas
delictivas. Lo interesante es cómo se relacionan uno y otro aspecto; como
la sujeción a la noción de verdad se relaciona con la ley. Acá, de nuevo, se
puede ver cómo la pregunta por el saber y la pregunta por el poder se
juntan. Un discurso que produce un saber sobre los sujetos, como la
criminología, sobre las conductas delictivas, es un discurso absolutamente
ligado a una acción concreta sobre los cuerpos (pensando el poder de esa
manera): un hacer sobre los cuerpos y un producir subjetividades (lo
criminal).
Significa que los textos existen de una manera diferente, casi podríamos
decir interior y soberana. Los textos existen como algo cuyo sentido no
depende de otra cosa, de una voluntad ajena al texto. Es decir, para saber
qué quiere decir un texto no le voy a preguntar a un señor que lo escribió,
sino que el sentido surge del juego de los signos que se dan dentro del
texto y no depende de lo exterior. Es, entonces, independiente porque no
depende de la voluntad de un sujeto. El autor puede escribir con las
intenciones que sea, pero el sentido no depende de las intenciones del
autor, ni tampoco su existencia se vincula con ese autor. Casi podemos
decir lo contrario, eso lo van a ver con Derrida, la literatura mata al escritor
o, mejor y más fácil, el lenguaje extermina al sujeto que habla porque en el
momento en que yo escribí una palabra no hay que explicarla o decirla. La
palabra está ahí más allá de mí. Tiene sentido en sí y me puedo ir. No
necesito un sujeto que esté ahí para explicarlo, con lo cual el sujeto está
muerto desde el momento en que habla. La escritura declara la
prescindencia del sujeto. El sentido, esto es algo que se discute en los ’60,
no depende ni del autor ni de la voluntad ni del contexto, sino del juego
interno de los signos de un texto.
literatura moderna. Se necesita autor para ver a quién hay que castigar por
lo que se escribió. La figura de autor surge en relación con el discurso
legal. En vez de pensar, entonces, qué es un autor hay que pensar cómo
funciona la noción de autor en el contexto de un dispositivo discursivo
como el literario o el científico o el médico.
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Cod. 26
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 12/06/07
Teórico-Práctico № 8 Prof.: Marcelo Topuzián
[Jacques Derrida]
Profesor: Sí.
(T y A., 8) 5
Ahora bien, Derrida lo que dice es que la escritura más bien pone en
cuestión la constancia de las presencias que organizan ese contexto. La
idea es que por su carácter material y por su carácter repetible y de
manera radicalmente abierta, en cualquier contexto, la escritura, para dar
lugar a la universalidad propia de la geometría como veníamos hablando,
(T y A., 8) 8
repetible. Tiene que conservarse algún tipo de “identidad” para que eso se
constituya como marca.
En la escritura, entonces, hay algo que tiene que ver con la técnica,
en el sentido de que la escritura puede funcionar de manera automática, y
esto es lo que la define como escritura justamente. Digo de manera
automática porque no existiría si no se pudiera desprender de ese mundo
original de sentido que supuestamente le da su razón de ser. Es decir,
puede funcionar perfectamente más allá de una intención que la guíe,
como en el caso de aquel que se rasca la cabeza porque efectivamente le
pica del ejemplo anterior. Cualquier puede leer algo que alguno de ustedes
haya escrito aunque no piensen lo mismo que pensaban cuando lo
escribieron. Cualquiera podrá leer una transcripción de esta clase aunque
yo esté en ese momento en mi casa sin pensar en lo que estoy pensando
ahora. La clase, en tanto escrita, va a poder seguir funcionando
automáticamente en mi ausencia. Pero lo hará incluso si mi ausencia es
radical. Incluso si yo mismo en este momento no tengo ni idea de lo que
estoy diciendo, es decir, aún así la escritura se define por la posibilidad
misma de separarse del querer decir que supuestamente le da la razón de
ser. A la vez, sin ese funcionamiento no habría querer decir, no habría
conceptualidad alguna que pudiera ser dicha.
Derrida lee acá el gesto metafísico por excelencia, hacer pasar por
natural algo que está marcado por una exclusión infundada, por un límite,
por una decisión concreta que implica una valoración puntual. La exclusión,
en este caso, de lo que supuestamente es un accidente. Por ejemplo, si
prometo algo que sé que no voy a hacer, sería un fracaso del acto de habla
para Austin. Ahora bien, estas exclusiones, que parecen de sentido común,
muy naturales, se basa en un límite y en una exclusión que no tienen nada
de natural ni de sentido común. El ejemplo más claro de esto es lo que
sucede en una cita, o, como habíamos visto antes con el ejemplo de
rascarse la cabeza, qué pasa cuando ese gesto aparece en una película o
en una obra de teatro, qué pasa cuando un actor promete arriba de un
escenario. O, volviendo al ejemplo de rascarse la cabeza, qué pasa si a
ustedes efectivamente les pica la cabeza. Se supondría que ahí se dio un
infortunio, un accidente. Como ven, en Austin sigue operando una idea de
intención, de querer decir, que funciona como límite al juego de la
estructura y que detiene la repetibilidad. Austin podría decir que una
promesa en una obra de teatro no es una promesa, y ahí está el límite. Una
promesa en la que el que promete no se compromete interiormente a
cumplir con lo que promete no es una promesa.
querer decir que dice aquello que firmo. Sin la apertura a la repetición y,
por qué no, a la falsificación, no hay singularidad y plena presencia de la
apropiación de lo que quiero decir en ese documento. No hay identidad en
el discurso sin el suplemento de la firma.
Bueno, pasemos ahora al segundo texto que tenían para leer para
hoy. El texto se llama “Pasiones” y es de 1993. Es bastante posterior al
Derrida que vimos hasta ahora, “Firma, acontecimiento y contexto” es del
´72. Se dice que “Pasiones” pertenecería a una segunda etapa del
pensamiento de Derrida, y lo que se dice de esta segunda etapa es que
Derrida se empieza a acercar a cuestiones éticas, políticas y sociales que
antes no ocupaban el centro de su pensamiento. De hecho se acusó a la
deconstrucción de ser absolutamente irresponsable desde el punto de vista
político o moral. La idea de que lo que hacía el discurso deconstructivo era
liberarse de todo tipo responsabilidad a raíz de una idea de juego sin límite,
sin anclaje, sin fundamento. Derrida reacciona ante estas críticas en
algunos pasajes de “Pasiones”.
Las operaciones de Derrida, como ven tienen que ver con llevar el
campo de las responsabilidades al momento de la aporía, a esta paradoja
que es constitutiva. Es el momento en el que tengo que decidir pero no
tengo criterio alguno para decidir. ¿Hay una experiencia que pueda ser
(T y A., 8) 20
Bien, hasta acá es lo que yo tenía para decir, nos quedan cinco
minutos para aclarar dudas.
Profesor: Siempre hay que tener en cuenta las dos vías. Es ejemplo
de toda la literatura pero a la vez la literatura no puede realizarse
plenamente en esa obra, siempre hay un resto, un secreto, sustraído, un
horizonte.
Alumno: (Inaudible).
(T y A., 8) 23
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Cod. 21
Teoría y Análisis
Literario C
Fecha: 26/06/07
Teórico-Práctico № 10 Prof.: Diego Peller
*
[La revista Literal]
mucho más palpable de ver en las revistas. En general después, una vez
que esa teoría se impone o se legitima, ahí recién aparecen los libros que
toman ese marco teórico. Es decir, si tomamos para hacer una historia de
la crítica los libros de crítica estamos un poco atrasados respecto a los
debates, mientras que en las revistas se puede ver más el germen, las
polémicas, las tensiones.
Es decir, hay una idea de la política, pero una política que pasa por la
práctica de la escritura, y eso se puede ver en el texto que les comentaba,
(T y A., 10) 6
“El matrimonio entre la utopía y el poder”, donde también se puede ver que
si bien hay toda una poética de la oscuridad, de no hacer una referencia
directa a la política, la hay, hay una intención política. La prueba es que
ese texto está fechado. Vieron que los textos no llevan firma, eso es algo
que me había olvidado de señalarles y es parte del gesto vanguardista de
Literal, sobre todo en los dos primeros números se publican los textos de
manera anónima, no todos, pero la mayoría aparecen sin firma. Esta idea,
que ya se había hecho antes, la toman de la revista francesa Scilicet, que
sería su antecedente más directo al respecto y que publicaba Lacan.
Efectivamente, para Literal, dentro de las teorías con las que trabaja resulta
muy importante el psicoanálisis lacaniano y su cruce con el post
estructuralismo, la lingüística y la literatura.
Bueno, volvemos, les decía que Literal toma esta acción de tachar los
nombres propios, y obviamente no es ajeno esto a lo que venimos viendo
respecto de la muerte del autor, la idea de que se niega la pre existencia
del sujeto al lenguaje. Esta acción política de tachar los nombres forma
parte de esta idea. “El matrimonio entre la utopía y el poder” no está
firmado, aunque sabemos por Héctor Libertella que lo escribieron Osvaldo
Lamborghini y Germán García, pero sí está fechado, en Julio del ´73. ¿Por
qué está fechado mientras el resto de los textos no? La revista sale en
noviembre del ´73, pero el texto se fecha en Julio, porque muy poco antes,
(T y A., 10) 7
Después, al final del texto, en la página 72 del libro dice: “Si una
determinada concentración de poder está en condiciones de inscribir en el
presente una utopía cívico cuartelera meramente restitutiva de un ayer tan
imaginario como la potencia que se proyecta en el futuro, es porque los
mismos grupos que podrían oponerse al proyecto se han mutilado con el
cuento de la realidad, la eficacia y la táctica.” Esta utopía meramente
restitutiva de un ayer hace referencia a la vuelta de Perón, que se sostenía
en la idea de restitución de un pasado supuestamente feliz, cuando vuelva
Perón vamos a volver a estar bien. Hay una idea de restitución que acá,
leído bajo el tamiz de una mirada psicoanalítica, quiere decir que antes
tenía pero luego lo perdí, entonces va a volver Perón y me lo va a dar de
vuelta. Esa es la gran ilusión del sujeto. Hay dos ilusiones. La primera gran
ilusión es que alguna vez tenía, porque en realidad la castración es
constitutiva, nunca tuve, y la segunda ilusión es que voy a volver a tener en
algún momento.
Lo que dice es que toda política que postula ese supuesto ideal futuro
no puede sino terminar en violencia, y dice: “Joven o viejo, el avestruz es
un animal voraz de ceguera, curioso realismo por otra parte, el
gambeteador de la verdad, viejo o joven, siempre termina pagando caro, y
precisamente en lo real, su pasión por el desconocimiento.” Pasión por el
desconocimiento es que quieren creer, quieren no saber, quieren no ver la
verdad, que cuando vuelva Perón no va a estar todo bien. Pero el sujeto no
(T y A., 10) 8
quiere saber eso, no quiere saber que ese momento ideal nunca va a
existir. Esto se paga con que eso que está reprimido en lo simbólico
retorna en lo real, esa violencia que no se quiere ver en un plano
reaparece en otro. Es decir, es un texto que si efectivamente fue escrito en
Julio del ´73 tiene un carácter anticipatorio. La teoría como un modo
desviado de hablar de la política.
Esa es una línea, pero al mismo tiempo hay otra que empieza a
perfilarse en los ´60 fuertemente y convive en un primer momento con la
primera, aunque luego esa convivencia se empieza a volver más difícil. Es
la politización. Hasta un momento parece posible ser un escritor
comprometido. Un escritor comprometido es alguien que cumple su tarea
específica, escribir novelas por ejemplo, pero novelas que tienen un
compromiso político o social a nivel del tema o de la forma. Ahí una figura
(T y A., 10) 9
poco más amplio pero con un nivel cultural muy alto. Es una revista
compleja con reseñas largas, no informativas sino de análisis crítico, y
donde la política aparece en las reseñas, en el modo de leer. Es una
revista que mantiene su especificidad y esto se manifiesta en el subtítulo
de la revista, que es: “Un mes de publicaciones en América Latina”.
Alumna: No, creo que justamente hacen un juego entre el arte por el
arte y el arte porque sí, son dos cosas distintas me parece.
Profesor: Sí, habría que hacer una distinción ahí, está muy bien lo
que decís. La literatura por la literatura, el arte por el arte, entraría más en
(T y A., 10) 12
el realismo, que era algo defendido por Crisis, contra el populismo, también
de Crisis, pero también contra la modernización parcial de Primera Plana,
esa idea de un poquito moderno pero no demasiado de Primera Plana. En
ese sentido Literal es una revista bien de vanguardia, retoma la consigna
de Rimbaud: no basta ser un poco moderno, “hay que ser absolutamente
moderno”. No busca adaptar su discurso para que se la pueda entender, es
una revista que busca ser oscura, de difícil lectura.
Con la que está más cerca de las tres es con Los Libros, pero
¿dónde se da el quiebre? Los Libros es una revista de izquierda y
fuertemente intelectual, pero es “seria” en el sentido de que entra en la
discusión formal, se pone a debatir con el populismo, toma los argumentos
del populismo, los responde, mientras que Literal frente a eso toma una
actitud mucho más irresponsable, en lugar de responder lo que hace es un
chiste, un juego de palabra, burlarse de sus enemigos.
Es decir, tener una actitud, definir una posición, es cosa de ricos. Acá
hay una ironía, pero tener una actitud es algo de alguien que sabe lo que
tiene, eso quiere decir. Literal no sabe lo que dice, escribe desde la falta,
desde el no saber, desde el no tener, es pobre, por eso dice que puede ser
que alguna de las partes provenga de la literatura, porque si uno es pobre y
no tiene, agarra, roba, agarra un poco de literatura, un poco de crítica, un
poco de teoría y prepara una típica comida de pobre, un guiso, un guiso
textual. Esta pobreza, esta carencia, habilita a poder tomar de todo un poco
y combinar. Y esto de “trabajando entre fragmento y fragmento” tiene que
ver con que el sentido de Literal no estaría en lo que dice cada texto, sino
en el encuentro de todos los textos en el espacio común de la revista.
Esa fue la gran acusación que se le hizo a Literal, ¿qué es este uso
de la teoría en los textos críticos o literarios? Una acusación fue la de ser
no comprometida, una revista irresponsable que no enuncia su posición
política, otra tiene que ver con el exceso de teoría, la idea de que es una
revista excesivamente teórica, compleja. Otra acusación, que no es
exactamente la misma, es que hay mucha teoría pero que en realidad es
un bluf. Hay un exceso de teoría pero en realidad no está diciendo nada,
no hay un sentido detrás, si me tomo el trabajo de leerla atentamente me
doy cuenta de que es una broma. La última acusación tiene que ver con la
mezcla de literatura y crítica, sobre todo, por introducir crítica dentro de la
literatura, contaminar la literatura con crítica o teoría. Se los acusa de que
El Fiord o El frasquito son textos literarios pero que son lacanianos, son
como meras ilustraciones literarias de teorías. Son acusaciones diferentes
que vienen de distintos lados.
texto muy corto un nacimiento en una situación muy violenta, el que sería
el padre de la criatura le pega a la mujer con un látigo, después la viola,
después hay como una especie de orgía entre todos los que están ahí. Hay
una rebelión política finalmente y matan a este hombre que sería como el
amo, que también sería Perón de alguna manera. La mujer que está
pariendo se llama Carla Greta Terón, por un lado es Eva Perón, hay toda
una homofonía ahí, pero también es la CGT, por las siglas. El niño que
nace se llama Atilio Tancredo Vacán, las mismas iniciales de Augusto
Timoteo Vandor, el líder sindical que fue asesinado. El hombre que le pega
con el látigo se llama el Loco Rodríguez. Hay toda una alegoría muy clara
referida a la política. Después está Sebas, uno al que todos le pegan, que
sería el que sabe, Sebas-Sabe, el ideólogo, el intelectual, o también las
bases (sebas-bases) del movimiento. O sea, hay referencias muy claras a
lo político aunque en realidad no se sabe muy bien qué sentido tienen. Hay
una alegoría pero no se entiende cuál es. Es un texto que trabaja con la
alegoría pero que a su vez la desplaza, porque es muy clara pero a la vez
no es muy claro cómo habría que interpretarla.
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