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Módulo I

LA VERDADERA ACTITUD EMPRENDEDORA


Espíritu que enfrenta los retos del futuro

Entender, sentir, saborear, hablar de ese halo especial que nos envuelve e
impulsa a realizar cosas, no es tarea fácil. Nuestro espíritu, la parte inmaterial
del ser dotado de razón que nos mueve, es el alma racional, que como don
sobrenatural, virtud, ciencia mística, nos da vigor y nos alienta para actuar. Es
vivacidad e ingenio, es principio generador, es esencia de las cosas, es ánima,
es energía, es agudeza, es el alma.
Emprender, amigo, es acometer, comenzar una obra, es una empresa,
emprender es simplemente iniciar, es simplemente hacer.
Tener verdadera actitud emprendedora, es embestir con ímpetu y
valor tu reino de imaginación, tu mundo de fantasía tus sueños, es ir en pos de
tus nobles ideales, siendo competente en tus deseos de perfeccionamiento y
en tu capacidad de hacer que las cosas sucedan.
La verdadera actitud de emprender tiene un nivel muy alto de
autorrealización, de deseo de convertirse en lo que el hombre o la mujer es
capaz de llegar a ser, lo ayuda a buscar su nivel de excelencia a tener metas y
lo mantiene apasionado para alcanzarla.
Emprender, como tarea principal, nos compromete a fomentar y
desarrollar nuestra verdadera actitud emprendedora, para ello se requiere
de una experiencia verdadera e innovadora, se requieren metas individuales de
superación productiva en quehaceres concretos, se requiere acción creativa
constante, caminos seguros y directos hacia el éxito.
Todos ya estamos comprometidos en este mundo por naturaleza, pero
muchas veces nos hace falta valor, determinación y fuerte visión de las
posibles soluciones de este presente para desarrollarnos.
Actitud emprendedora es mirar hacia delante, es llevar una alta dosis
de preocupación de las posibilidades y del futuro de nuestro momento, es
abrirse para aceptar un nuevo modelo en lugar del conocido, del pasado, del
acostumbrado, del cómodo, es mostrarse motivado a cambiar.
La verdadera actitud emprendedora, es una constante búsqueda
por la excelencia con miras a lograr la más grande de las satisfacciones del
hombre y la mujer: la felicidad.
El que tiene actitud emprendedora arriesga, pero en forma
responsable. Es consciente de sus consecuencias y está dispuesto en todo
momento a afrontarlas, sueña con ideales, con sus habilidades, mide en todo
momento su potencial, con una constante prueba de fuego de su capacidad
humana y con un temor constante a la mediocridad.
La actitud emprendedora se opone al conformismo, a la involución, al
estancamiento, a dejar de soñar, a la pasividad. Los que tienen una verdadera
actitud emprendedora dejan de ser simples observadores de la vida y miran
la realidad como seres activos de ella, arman su propio escenario y actúan en
él, viven siempre su presente, pero tienen fuerza visionaria hacia su futuro, el
mañana.
Todos poseemos espíritu emprendedor o actitud de emprender, está en
nosotros mismos, es inherente al ser humano, es como la humanidad, que
siempre evoluciona y seguirá haciéndolo, pues todos sentimos ansias de
continuar.
Este continuar es lo que hace la historia en la sociedad, por lo que ha
existido, existe y existirá.
Las ideas llevadas a la experiencia y traídas de la historia enseñan que
así se aprender a valorar el mundo y a amar lo que hacemos. Cuando nos
enfrentamos a la actitud de emprender, en la mayoría de las veces se cree
que esto sólo cabe en lo grande y complicado del mundo, pero esto representa
quizá sólo el 10%, la mayoría de las cosas es el 90% y lo pequeño por más
pequeño que sea, es el comienzo de lo que hace grande a los hombres y es la
experiencia y la vida diaria quien se lo enseña.
Los que verdaderamente aman este mundo buscan en su emprender una
actitud positiva frente a la vida, buscan tener mente de triunfador, saben que
todo aquello que se proponen lo pueden lograr. Son personas que determinan
un especial valor al hecho de incursionar en lo desconocido, pero siempre con
un reto en sus conquistas. Esta actitud de emprender es una nueva filosofía de
la vida de que obliga al hombre y a la mujer a tomar muy en cuenta sus
deseos y los convierte en obligación hacia su medio, les da orientación a sus
acciones y los lleva a soñar lo grande que quieren lograr de la vida,
enseñándoles a ser soñadores perceptivos y calculando cada una de sus
acciones.
La verdadera actitud emprendedora gesta el destino, es la diferencia
del ser líder comprometido con los demás, consciente de la problemática social
y económica con una clara sensibilidad del medio que le rodea y con una
capacidad sin límites para aplicar sus deseos, conocimientos, habilidades,
talentos, intereses, aptitudes y actitudes. Vive y motiva a los demás para que
se multiplique la riqueza de su comunidad. Las actitudes y conductas
específicas que asume este emprendedor están orientadas a una fuerte
motivación al logro, a esa capacidad de correr riesgos cuando el logro depende
de ésta, pues está dispuesto a asumir responsabilidades de sus decisiones,
adelantándose siempre al futuro.
El Emprendedor, a través del tiempo, ha jugado un papel trascendental
en el desarrollo económico y social de los pueblos, y estos pueblos son testigos
del crecimiento de sus organizaciones, de sus empresas y de sus personas.
En la década de los cuarenta, el medio económico y social
principalmente, requerían de personas especialistas en el área de
Administración e Ingeniería. El propósito era formar el personal que las
empresas pedían con urgencia. El objetivo se cumplió. La historia nos lo
menciona, la historia nos lo corrobora.
Para la década de los sesenta hubo necesidad de añadir una
característica a al formación de las personas, un complemento en las áreas
administrativas, pues, muchos de ellos pasaban a ocupar puestos ejecutivos y
directivos en las empresas. Ésta fue una meta marcada como característica
primordial en la sociedad que muchos vivimos.
En la década de los ochenta, se vislumbró la necesidad de añadir a las
gentes otra característica que como alternativa diera una visión de esperanza
más que de preocupación, así nació la necesidad de ser emprendedores.
Gentes de todo tipo, capaces de generar nuevos rumbos, nuevas ideas,
creadores de una nueva sociedad, personas con verdadera actitud
emprendedora, personas que, impulsadas por una gran necesidad de logro,
llevan el crecimiento armónico a nuestras sociedades. Esta necesidad de logro
es el equivalente a ese espíritu emprendedor que se manifiesta en la
persona que busca siempre la excelencia en su actuación.
Muchos cambios han sucedido y muchos cambias sucederán.
Enfrentarnos a ellos exige conciencia, pero una conciencia centrada en nuestro
gran pequeño mundo: en nosotros mismos.
Jóvenes, niñas, amigos, pensemos, reflexionemos un poco, pero
con verdadera conciencia.

REFERENCIA

Anzola Rojas, Sérvulo (2003). “La Actitud Emprendedora”. Editorial


McGraw Hill, págs. 3-7, 2da. Edición: México.

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