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LA CLINICA DEL NUDO BORROMEO


Pierre Skriabine

La pertinencia clínica de la Topología de Lacan se ilustrará aquí con algunos ejemplos que se refieren a
lo que podemos llamar una clínica del nudo borromeo, una clínica de las suplencias, que abre las vías de una
nueva clínica diferencial.

1. La forclusión generalizada y las suplencias

Si bien ya en su artículo sobre La cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis


Lacan considera que se puede pensar en una suplencia al «vacío de repente percibido de la Verwerfung
inaugural»1, es sólo al final de su enseñanza que da a este término, a esta función de suplencia, toda su
extensión.
Esta relevancia, esta generalización de la suplencia es en efecto correlativa del desplazamiento del
estatuto del Otro que opera Lacan cuando ya no toma su punto de partida en este Otro, sino en el Uno, es
decir en una axiomática del goce.
En el esquema L al igual que en las formulaciones de la Cuestión preliminar, Lacan sigue todavía
apoyándose en una dialéctica del sujeto y del Otro; y el Otro, a este respecto, está completo y es consistente,
es el Otro verdadero y absoluto quee podría anular al sujeto mismo; conlleva su propia garantía. El Otro del
significante es completado por el Otro de la Ley, hay un Otro del Otro que impone su ley al Otro. Su
significante es el Nombre-del-padre: «Es decir (el) significante que en el Otro, en tanto que lugar del
significante, es el significante del Otro en tanto lugar de la ley». En este momento de la elaboración de Lacan,
el Otro contiene pues su propio significante; el Otro del Otro existe. -86-
A raíz, (le su Seminario sobre La ética Lacan hace valer que en el proceso de. simbolización, de
absorción de la Cosa en el Otro, allí donde el lenguaje borra el goce y lo reabsorbe hay un resto, este
resto es el objeto «a», plus de gozar irreductible a un significante.
A este respecto, «a» no es un elemento del Otro, pero debe ser concebido. al igual que el
agalma, en el interior del silencio al que Alcíbiades compara a Sócrates en El Banquete, como siendo
incluido en el Otro.
El Otro deviene así un concepto organizado alrededor de un núcleo, de una vacuola de goce,
que se aloja en él en un punto de extimidad, en el punto más íntimo sin dejar de ser radicalmente
Heterogéneo.
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Desde entonces, el Otro está marcado por una falta central: el del goce corro significante. En
este lugar Lacan introduce S(A), significante de la falta en el Otro, significante diferente de los demás:
es el significante sin el cual los demás no representarían nada, pero sólo puede ser concebido él
mismo como siendo éxtimo en relación al Otro, tal como lo ha puesto de relieve .J. A. Miller 2
Así el Otro sólo puede, o bien estar marcado por la inconsistencia, por el hecho de que sólo un
elemento heterogéneo puede venir en el lugar de su falta, o bien estar marcado por la incompletud.
Lacan puede entonces formular en Subversión del Sujeto dialéctica del deseo, que el Otro no
existe de cara al goce, y que no hay Otro del Otro, es la puesta de relieve de la función fundadora, tal
como lo hemos subrayados anteriormente, del defecto en el universo.
Desde entonces lo que queda como Otro en el Otro, lo que funda la alteridad del Otro es el
objeto «a» como resto no simbolizado de. la Cosa.
Este camino que recorre Lacan le hace pasar de una axiomática del deseo, de un punto de
partida en el Otro, a una axiomática del goce que es fundamentalmente acéfala y autista. Lo que le
lleva por lo mismo a pensar la palabra no en tanto que se dirige al Otro, como vehículo de la
comunicación, sino en tanto que vehículo del goce.
A este respecto propone, al final del Seminario Aún, el concepto de Lalengua, es decir un
simbólico desligado del Otro y referido al Uno. Poner el acento sobre el Uno. en este «hay de lo Uno»
que formula Lacan y que marca el ultimo período de su enseñanza, es plantear el goce y lalengua
como previos al lenguaje como estructura, previas a un Otro desde entonces problemático.
Es entonces cuando Lacan puede sacar las consecuencias últimas de la división del Otro, de A,
_y de la función de S(A). El Nombre-del-Padre aparece entonces como un tapón de este A; la función
del padre, por muy operatoria que sea, no es más que un mito freudiano. No es la única. De ahí la
pluralización de los Nombres-del-Padre, como suplencias a la falla estructural del Otro. -87-
Dicho de otra manera, que su propio significante falte al Otro, que esté forcluido, es un hecho de
estructura. Esta es una generalización de la forclusión, como algo de menos, de estructura. A este respecto el
Nombre-del-Padre aparece como de más, como un complemento. Y si es desfalleciente, una suplencia, que
siempre es suplencia de un suplemento puede venir a paliar este defecto. La suplencia es así correlativa de una
clínica universal del delirio.
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2. El nudo borromeo

Es en el fondo lo que presentifica la topología del nudo borromeo, donde Lacan reformula el concepto
mismo de estructura a partir de las únicas categorías de la experiencia analítica que son real, simbólico e
imaginario,
EI nudo borromeo, un esfuerzo para pensar la estructura, lo simbólico, fuera de una referencia al Otro, es
igualmente como lo hacía notar J. A. Miller, una reformulación de la estructura del Otro como condición de
posibilidad de la experiencia analítica misma: es lo que indica Lacan en R.S.I.: «Si hay un Otro real, no esta en
ninguna otra parte más que en el nudo mismo, y es en esto que no hay Otro del Otro» 3.
Así, la mira de Lacan comsiste en cernir el Uno, el goce, a partir dee los tres registros: real, simbólico,
imaginario. en tanto que son fundamentalmente heterogéneos Sin embargo, el ser parlante se sostiene en estos
tres registros, y algo de un goce se encuentra ahí atrapado, aprisionado. Es, para dar cuenta de ello que Lacan se
ha servido del nudo borromeo, tal como lo indica en mi Seminario Aún 4.
Su problema es pues elaborar, situar esta medida común necesaria a estos tres registros
fundamentalmente heterogéneos. Es aquí donde interviene un cuarto término, el cuatro está ya allí, en el nudo
borromeo.

-88- Cada uno de los redondeles que soportan R, S e I no está enlazado con uno cualquiera de los otros
dos, están libres dos a dos, y sin embargo, en el nudo borromeo, se sujetan.
Lo que hace la medida común de los tres, es el hecho de ser anudables, anudados borromeánamente,
y el anudamiento, el nudo borromeo, es una cuarta entidad, nueva: es la medida común a mínima, de alguna
manera la solución perfecta. Pero no excluye que no sea la única, ni tampoco que se la coloque al nivel de una
solución ideal. incluso mítica.
Lacan hace notar que para Freud, estos tres registros son considerados independientes, a la deriva; y
para sostener su construcción teórica, Freud necesita algo que nombra «realidad psíquica», y que no es otra
cosa que el complejo de Edipo: es decir un cuarto término que anuda los tres términos independientes, los
tres redondeles libres, R, S. e I5.
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El complejo de Edipo cumple aquí, en esta figuración del nudo de cuatro, lo que el anudamiento
borromeo realiza implícitamente en el nudo de tres.
El cuarto redondel, como cuarto explícito, viene aquí a paliar el desanudamiento en el cual se designa
la forclusión.
En el desanudamiento, es el carácter borromeo el que está forcluido; el desanudamiento, en tanto -1
del anudamiento, es de estructura: equivale exactamente a plantear la función de S(A).
El anudamiento borromeo de los tres como cuarto implícito, estando de hecho forcluido, hace
necesario un cuarto explícito, suplementario, que hace suplencia, para restituir una estructura de
anudamiento borromeo.
Es lo que opera el cuarto redondel, como complejo de Edipo para Freud, Nombre-del-Padre para
Lacan, pero también en referencia a «la función radical del Nombre-del-Padre que es la de dar un nombre a
las cosas con todas las consecuencias que esto conlleva, incluso particularmente el gozar» 6, como
nominación, -89- como el «dar-nombre»: es ahí, dice Lacan, que «el parloteo se anuda a algo real».
En la solución perfecta del anudamiento borromeo de tres, «eso es los Nombres-del-Padre, lo
simbólico, lo imaginario y lo real; éstos son los nombres primeros en tanto nombran algo», es decir que uno
cualquiera no solo es un nombre, da nombre, sino que también anuda los otros dos, y como tercero
proporciona igualmente la eficiencia del anudamiento como cuarto implícito.
En el nudo de cuatro, Lacan complementa. suple uno de los tres de su función primera, el dar nombre,
la nominación. Dicho de otra manera, es efectivamente en el dar-nombre:, en la nominación donde reside la
suplencia, a saber aquello que responde a S(A), al desfallecimiento del Otro.
Así es como Lacan puede proponer «tres formas del Nombre-del-Padre, aquellas que nombran lo
imaginario, lo Simbólico y lo real» 7; y precisa luego, «No sólo lo simbólico tiene el privilegio de los Nombres-
del-Padre, no es obligatorio que la nominación esté ligada al agujero de lo simbólico» 8.
Así a la nominación de lo simbólico como síntoma se añade la nominación de lo imaginario como
inhibición y la nominación de lo real como angustia: es lo que indica Lacan al final de su Seminario R.S.I.
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Aquí tenemos otra figuración de este nudo de cuatro, que permite entender mejor en qué este cuarto,
en tanto suplemento de uno de los tres, R. S o I, restituye un anudamiento borromeo.

3. Modalidades de fracaso, modalidades de suplencias

Así, la ley general es que eso falla, eso falla en hacer nudo borromeo de tres; dicho de otra manera, la
forclusión es de estructura. Es lo que se comprueba para el neurótico, es lo que se revela cuando se
desencadena la psicosis, y es lo que se muestra en distintas anotaciones clínicas sobre tal o cual caso. -90-
Hay varias maneras de fallar el anudamiento borromeo de los tres registros de lo real, de lo simbólico y
de lo imaginario, y hay otras tantas maneras de suplir ese fallo: el nudo de cuatro que acabamos de ver no es
más que una entre muchas otras, si consideramos como suplencia cualquier medio que a pesar de todo sujete
juntos R, S e I.
¿Qué podemos decir de este fallo con más o menos seguridad?
- R, S e I, fundamentalmente separados, disociados, permanecen no anudados, o se desanudan: es la
locura común, el «todos débiles» que subraya Lacan en «Los no incautos yerran» y en R.S.I.
- Un anudamiento borromeo puede constituirse, pero es necesario para ello un cuarto elemento, que
es fundamentalmente el dar nombre, la nominación: es como tal, como nominación de lo simbólico, que
Lacan define el síntoma en el nudo borromeo de cuatro que, y es el caso en general, soporta la Neurosis. El
cuarto viene entonces como suplencia del desanudamiento de R, S e I, que es de estructura en la
generalización de la forclusión de la cual parte Lacan al final de su enseñanza.
- Un cuarto elemento viene a reparar el desanudamiento, el fallo total o parcial del anudamiento, en el
punto mismo del error: R. S e I permanecen anudados, pero el nudo ya no es borromeo. Esta es como cuarta.
la función del sinthome tal como Lacan lo ha hecho valer a partir del caso de Joyce.
Dos de las consistencias permanecen enlazadas, y la Tercera no se sujeta: es lo que produce, en
referencia a la solución ideal del nudo borromeo de tres, un solo error ubicable de plano, en un por encima y
en un por debajo-: es por ejemplo, lo que el episodio de la paliza revela de la estructura de Joyce, antes de que
haya producido el sinthome que impedirá el deslizamiento de lo imaginario, es decir, de la relación al cuerpo.
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- Hay, efectivamente, nudo de tres, de R, S e I, pero no es borromeo: es el caso del nudo olímpico, del
cual Lacan hace en «Los no incautos yerran» la característica del neurótico en tanto que traduce su lado
inmutable: se puede cortar R, S o I, dice, siguen manteniéndose; observemos sin embargo, que entre Los no
incautos yerran y R.S.I. la construcción de Lacan ha evolucionado.
- Por algunas formas de continuidad de R, S e I, el anudamiento se transforma en diversas modos de
anudamientos o desanudamientos con una sola o con dos consistencias, y aquí también, con posibles
reparaciones sinthomáticas. Por ejemplo la simple puesta en continuidad, a partir del nudo borromeo de tres,
de R, S e 1, conduce al nudo de trébol que soporta, nos indica Lacan, la estructura de la personalidad, que no
es otra cosa que la posición paranoica.
Estos no son más que algunos reordenamienlos posibles de R, S e I, entre muchos otros que Lacan
indica en los Seminarios que siguen a «Joyce el sinthome». -91-
Estas observaciones conducen lógicamente a preguntas sobre los diferentes ordenes de causalidad d e l
fallo que sugieren y sobre la distinción. de lo que es la causa y de lo que es el agente de este fallo.
En efecto, el anudamiento borromeo de tres -o de cuatro puede fallar:
- Porque uno de los registros ya no se sujeta y se desliga, se rompe o se vuelve inconsciente (puede ser el
caso para R. S, I o el cuarto elemento). Así es por ejemplo cómo Lacan, en «Los no incautos yerran» formula las
cosas en lo que concierne a la manera en que lo simbólico se deshace cuando el psicótico se topa con la
deficiencia de lo simbólico, a la llamada del significante forcluido.
- Porque «errores», que son efectos de la deficiencia, de la carencia paterna, se han producido en la
constitución del anudamiento mismo: es lo que evoca Lacan a propósito de Joyce.
- Por fin, porque hay confusión, indistinción entre los registros R, S e I, es decir puesta en continuidad,
homogenización de dos -o de tres- consistencias. Esta claro que éstos no interrogan sobre la clínica, y requiere
de nosotros precisar, en cada caso, cómo los fenómenos clínicos dan cuenta de estos modos de fracaso.
Observemos por último que estos modos de fracaso nos indican a su vez los modos posibles de
reparación, de re-pegadura. (le reordenamiento de las cosas. Es necesario en efecto, con toda lógica, sacar las
consecuencias de esta topología de los nudos donde nos lleva Lacan, y entender que, en el fondo, lo que opera
tiene algo que ver con las herramientas de la «topología práctica»:
- las tijeras, que esperan el corte;
- el pegamento, que realiza el empalme, sutura y puesta en continuidad;
- la cuerda fina que, en tanto consistencia, permite la suplementación por un cuarto elemento, y la
reparación local del «error» por el sinthome.
Todas estas operaciones pueden contribuir a suplir la referencia fallida, es decir al nudo borromeo de
tres.
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Son producidas por el sujeto:
- como síntoma-suplencia -cuarta consistencia del nudo-, por el sujeto neurótico;
- como sinthome, tal corno lo construye Joyce;
- como sutura y puesta. en continuidad: es p o r e-templo, la solución paranoica; - como metáfora
delirante, que constituye de manera general en la psicosis un intento de localizar el goce, de ubicar una
suplencia a la suplencia desfalleciente del Nombre-del-Padre; al igual que el síntoma, está del lado de la letra,
metáfora literal condensadora de goce.
Es aquí también donde opera el analista con su acto:
-- por la interpretación que hace corte, y por, la escansión; -92-
- por la interpretación en tanto que recae sobre el equívoco y pone en ju ego por la estructura
moebiana la función del agujero;
- por el acto simbólico. que puede hacer sutura o suplencia;
- por la construcción, el injerto más o menos forzado, que puede disponer (es, por ejemplo, lo
que hace Melanie Klein con Dick).
Corte, empalme, suplementación, son éstas las intervenciones topológicas que opera el
analista -en su acto-. Pero también realiza el sujeto con su saber hacer con el significante. Cosa que
podemos ilustrar a partir de lo que nos ha aportado Lacan, en torno a estos tres términos: síntoma,
sinthoma, injerto de lo simbólico.

4. El síntoma como nominación ele lo simbólico

En la topología del nudo borromeo tal como la desarrolló a partir de R.S.I., recordemos
únicamente que Lacan pone de relieve el síntoma como cuarto redondel, como suplencia a la función
del Padre, como uno de los Nombres-del-padre necesarios para paliar el desfallecimiento estructural
del Otro, y para realizar el anudamiento de R, S e I.
Este nudo de cuatro, y esto Lacan lo subraya en su Seminario sobre Joyce, traduce una suerte
de inflexión, de renovación del estatuto de lo simbólico
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El redondel de lo simbólico es sustituido por un binario, S +  :« El cuarto elemento, es lo que el

síntom a realiza,en tanto que hace círculo con elinconsciente (… ) (Eso) hacer circulo,S +  es lo que hace una
nueva suerte de S», precisará Lacan en 1975 en sus Conferencias de Estados Unidos9. Este binario
corresponde a las dos vertientes de lo simbólico, el significante en tanto que puede emparejarse -93- con otro,
y la letra, es decir, tal como lo propone J. A. Miller, a las dos funciones susceptibles de aplicarse al Uno del
significante, la función de representación y la función de síntoma. Podemos reconocer allí lo que Lacan evoca
en «El atolondradicho» acerca de «Estas dos dimensiones (dichomansiones) del paratodohombre, la del
discurso con el cual se paratodea y la de los lugares donde eso se Hombrea, eso es Nombre (ça se thomme)».
Así, por un lado está lo que proviene del significante en tanto que se articula con otro, dicho de otra
manera de la estructura del lenguaje, del inconsciente y del discurso, aquello que es dialectizable y elaborable
en un saber. Y por otro lado, está lo que proviene del S1 solo, de la letra como condensadora de goce, de
lalengua como vehículo de este goce: es lo no-dialéctico, el síntoma en tanto no analizable, dicho de otra
manera en tantoque real.
Al identificarse con su síntoma, el sujeto se constituye como respuesta de lo real. El síntoma, en tanto
que real, es una suplencia.
Al contrario de la neurosis donde se oponen, en la psicosis, el efecto de sentido desaparece en el
sentido gozado, que se encuentra ajustado por el otro. El goce está identificado en el lugar del Otro, de un
Otro que goza. Es de lo que testimonia la fenomenología de la psicosis. El síntoma es lo que coordina goce y
sentido: esto vale para la neurosis al igual que para la psicosis.
A este respecto, la construcción delirante, tomada como un síntoma psicótico, es lo que permite
dominar al goce, domesticarlo, separándolo de la cadena significante que invade para localizarlo, estabilizarlo
en el delirio como síntoma, condensándolo como escritura, letra como tal inanalizable en tanto que rechazo
del inconsciente. Si en la neurosis el síntoma como suplencia viene a complementar el inconsciente y a hacer
de suplemento necesario al Otro desfalleciente testimoniando de una fijación del goce, en la psicosis el
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síntoma como contingente viene a separar el goce, separarlo del Otro cuya falla abierta le había hecho
precipitarse en ella, en un rechazo masivo del inconsciente.
En esto, si la psicosis es un puro síntoma, la metáfora delirante como síntoma psicótico, como
suplencia pero suplencia contingente- viene a condenar, localizándolo, este rechazo del inconsciente.

5. Joyce y el sinthoma

Examinemos a propósito de Joyce la manera en que Lacan sitúa y construye sobre el nudo una
observación clínica. Es uno de los ejemplos mas esclarecedores que nos da de lo que puede ser la articulación
de la topología y de la clínica en la experiencia analítica. -94-
El sinthoma, nos dice Lacan, viene a reparar la falta, el lapsus del nudo, del anudamiento de R, S e I,
en el punto mismo donde se ha producido. Lacan nos lo muestra sobre el nudo a propósito del episod io,
tomado como fragmento clínico, de la paliza recibida por Joyce y que será para él la oportunidad de sentir
una suerte de deslizamiento de su propio cuerpo, que le parece irse como una piel. En este efecto de
desamarre en relación al propio cuerpo que se va a la deriva, en ese dejar caer, Lacan nos invita a reconocer
el deslizamiento de lo imaginario, que no se sujeta, por culpa de una falta en el anudamiento 10.
Esta falta la podemos localizar ya, cernirla sobre el nudo (le R, S e I, y es ahí, en el punto donde se ha
producido, donde Lacan sitúa -es así como lo formula en el caso de Joyce- el ego como sinthoma, como
empalme corrector.

El ego designa aquí aquello que se constituye del artificio, del arte de Joyce, que produce una
escritura enigmática, que deshace la lengua, que, nos dice Lacan, constituye un síntoma puro, «que Joyce
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consigue llevar a la potencia de¡ lenguaje, sin que por eso nada de ello sea analizable» Este ego como
síntoma, como suplencia, restituye un segundo lazo entre lo simbólico y lo real, y sujeta el imaginario. Pero
esta manera mínima de reparar la falta, de sujetar R, S e I, guarda la memoria, la huella, de la falta inicial: R
y S permanecen enlazados, y las epifanías en la obra de Joyce son la marca de ello.
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6. La nominación de lo real como injerto de lo simbólico: el caso Dick, de Melanie Klein

¿Cómo podríamos entender lo que sería esta otra forma del Nombre-del-Padre como nominación de
lo real -o sea como angustia-, al venir a suplementar el redondel R y realizar el anudamiento borromeo con I
y S? -95-
Intentemos aproximarnos a esta cuestión apoyándonos sobre el caso Dick de Melanie Klein. Publicó
este célebre caso en 1930. en un artículo titulado «La importancia de la formación del símbolo en el desarrollo
del yo» 12, y Lacan se ha referido a este caso, que retomó muy ampliamente en su Seminario 1. Los escritos
técnicos de Freud, en 1953, al principio de su enseñanza.
Cuando Dick, que cuenta cuatro años, llega a Melanie Klein, está todo él en un mundo indiferenciado,
no manifiesta ninguna ansiedad, a diferencia de los niños neuróticos; todo le es igualmente real, igualmente
indiferente: vive en lo real, y de manera no ansiógena. Es un niño que no contesta, y que no dirige ninguna
llamada. No tiene acceso al Otro, no tiene acceso a la realidad humana. Sin embargo, observa Lacan, para
Dick, real, simbólico e imaginario están allí, sensibles, aflorando. Dick está en lo real, pero la palabra de
Melanie Klein, en lo simbólico, podrá operar, y los objetos, en lo imaginario, están ya constituidos; hay un
esbozo de imaginarización del mundo exterior.
Pero real, simbólico e imaginario no pueden jugar juntos, les falta una medida común. «Todo el
problema es el de la función de Io simbólico y de lo imaginario en la constitución de lo real» dice Lacan, real
tiene que ser entendido aquí en tanto realidad. Que esta conjunción no llegue a producirse se debe a un
efecto de la situación del sujeto, en tanto «que está caracterizada esencialmente por su lugar en el mundo
simbólico, dicho de otra manera en el mundo de la palabra" 13
El mecanismo de esta conjunción, Lacan nos lo muestra en el Seminario 1 con la experiencia de
Bouasse, llamada del florero invertido. Esta experiencia de óptica muestra como pueden conjuntarse,
incluirse, objetos reales y objetos imaginarios, tanto en un sentido como en otro. Esta experiencia, nos indica
Lacan, es una nueva presentificación del estadío del espejo: «La imagen del cuerpo si la situamos en nuestro
esquema, es como el florero imaginario que contiene el ramo de flores real. Es así como podemos
representarnos el sujeto de antes del nacimiento del yo, y el surgimiento de éste» 14.
Para Dick este juego libre, la conjunción entre las diferentes formas, imaginarias y real, de los objetos,
es lo que no se produce: el ramo y el florero no pueden estar ahí al mismo tiempo. Para Dick, lo real y lo
15
imaginario son equivalentes Y esto, nos dice Lacan, porque el sujeto en lo simbólico no está en el sitio
adecuado. No se ha producido la juntura del lenguaje al imaginario, a saber aquello que le permitiría a Dick
entrar en un sistema de equivalencias donde los objetos se sustituirían los unos a los otros, es decir en el:
11
proceso de simbolización, en la cadena significante. Esto es lo que va a permitir la intervención de Melanie
Klein.
Pero volvamos al punto de partida para Dick. -96-
La cadena significante, S2, le falta. La alienación -la elección del 0tro, de la palabra- no se ha producido.
Dick no dispone más que de una «simbolización anticipada, petrificada, dice Lacan, y por una sola y única
identificación primaria, el vacío, la oscuridad» -el cuerpo de la madre corto continente--. «Esta hiancia es
precisamente lo que es humano en la estructura propia del sujeto (...)» 16
Dicho de otra manera. Dick permanece fijado, petrificado, bajo este S1 primero17. En efecto, en esta
posición puede ahorrarse la angustia, la ansiedad que surge cuando se produce cualquier nueva
identificación18, ansiedad que. en tanto que pérdida del sujeto en el intervalo ,significante, en tanto que señal
(le esta pérdida, se reencuentra a unos niveles extremadamente primitivos, precisa Lacan. Dick, en cuanto a él,
no pierde nada en la cadena significante petrifica su ser de sujeto en este S1 de la identificación primordial. Lo
que no se ha producido para él, es precisamente la caída de este S1, es decir la represión primaria. Freud lo
indica en Inhibición, Síntoma y Angustia: es la angustia que produce la represión, la angustia es la causa de la
represión. Que esta angustia falta en Dick, es precisamente lo que percibe de entrada Melanie Klein. Parte de
ahí, y nos articula en tres puntos lo que guía su acción de terapeuta en esta cura: si, trata primero para ella de
acceder al inconsciente del sujeto, diremos mejor que no hay huella en él de inconsciente, y que interviene
sobre su estructura; luego de hacer nacer la angustia del niño atenuando su forma latente, desacordándola
por la interpretación; por fin, elabora esta angustia para permitir el desarrollo de la simbolización.
Dicho de otra manera, la angustia así producida es necesaria a la represión, a la caída del S1 bajo el cual
el sujeto estaba petrificado, y conjuntamente puede operarse la alienación, es decir, la elección del Otro. La
angustia es estrictamente correlativa a este. advenimiento del sujeto en el Otro, operación que pone en juego
el Otro como tachado y produce un resto, el objeto a.
Así, frente a este niño que no manifiesta interés por los juguetes que le enseñan, Melanie Klein
interviene ya en la primera sesión, de entrada por el juego, a partir de las ideas que ella tiene: «Cogí un tren
grande que puse al lado de un tren más pequeño que designé bajo el nombre de "tren papá" y de "tren Dick".
Tomó entonces el tren que yo había llamado Dick, lo hizo rodar hasta la ventana y dijo "estación". Le expliqué
que "la estación es mamá"; Dick entra en mamá"».
A partir de este momento, todo se desencadena para Dick, y ya al final de esta primera sesión, formula
una llamada. Por su palabra, Melanie Klein le adhiere lo simbólico, y precisamente bajo la forma del mito
edípico. Le. adjunta un corazón de mito, es decir una simbolización de lo real. Por este injerto de simbolización
edípica, «literalmenle da nombre a lo que, sin duda participa -97- seguramente del símbolo puesto que puede
12
ser inmediatamente nombrado, pero que hasta entonces no era más, para este que una realidad (real) pura y
simple», dice Lacan 19
¿Se podría ver ahí bajo esta forma del Edipo, del mito edípico. esta nominación de lo real que Lacan
nos indica como uno de los Nombres-del-Padre: la angustia como suplencia, tanto nominación de un real,
hace agujero en lo real indiferenciado donde vive Dick, por adjunción al redondel de lo real de la simbolización
edípica como nominación primera?
En el fondo, es ésta la forma del nudo de cuatro, tal como Lacan lo introdujo en R.S.I., el 14 de enero
de 1975, para mostrar la función en Freud del complejo de Edipo como cuarto necesario al anudamiento de R,
S e l.

Hemos visto que el síntoma, como suplencia, puede venir en tanto letra a complementar lo simbólico
por la vertiente real del significante.
Aquí, la simbolización edípica como cuarta, como costura simbólica sobre lo real, «aquella que nos da
la angustia, única aprehensión última y como tal de toda realidad»20, complementa lo real y hace una medida
común entre R, S e I, es decir que se constituye como modo de defensa contra lo imposible de soportar de lo
real. El advenimiento del sujeto en el Otro se hace entonces posible, y Dick puede formular una llamada,
producir un S2.
La palabra de Melanie Klein opera, toca a la estructura misma del sujeto, en el punto preciso donde
este sujeto era accesible a esta intervención. El injerto simbólico hace. de suplencia. Dick accede a la cadena
significante.
Sin embargo, este modo particular de nacimiento del sujeto al significante, de nacimiento por el
forzamiento de Melanie Klein, ¿conlleva o no las mismas consecuencias que aquel tiempo mítico donde el
sujeto, en el Otro donde eso habla de él, se reconoce bajo un S1, insignia, letra, depositario en tanto que tal de
la función del síntoma que es entonces, como nominación ele lo simbólico, un nombre-del-padre en su lugar
de cuarto?. -98-
En el registro de la simbolización edípica como suplencia, observamos aquí. en el caso Dick, que esta
suplencia proviene de lo contingente -para él, deja de no inscribirse-, y, permitiendo el acceso, al Otro, conlleva
un efecto de vaciamiento, de separación con el goce. En este sentido, la metáfora paterna se parece
13
singularmente a la metáfora delirante. Es lo que recordaba en 1979 .J. A. Miller, cuando las Jornadas sobre la
psicosis 21.
Para concluir este ensayo de presentación de algunas articulaciones clínicas a partir de la topología, y
especialmente a partir del nudo borromeo, tres observaciones:
- La topología borromea donde se ciernen alrededor del objeto «a» los lugares del goce sexual mítico,
como tal prohibido al ser parlante, del goce fálico, y del sentido gozado, da cuenta de la estructura misma de la
experiencia analítica como un proceso de vaciamiento del goce y de ubicación de su resto en tanto que lo que se
opera en él es la condensación, la aproximación del objeto «a» como resto inanalizable, como resto de goce,
como letra, su aislamiento como causa misma del sujeto.
- Hemos podido apreciar, a través de estos ejemplos, hasta qué punto la avanzadilla de Lacan, a partir de
A, y como la topología de los modos, acerca neurosis y psicosis, por lo menos de cara a la función de la suplencia
en tanto que correlativa de la generalización de la forclusión como un hecho de estructura, a la vez que
mantiene la radicalidad de lo que les separa, y anuncia una clínica diferencial totalmente nueva, y que queda por
hacer, una clínica de las suplencias referida al nudo borromeo.
-Por fin, y para terminar, recordemos los términos de Lacan cuando formula en «El atolondradicho» el
carácter fundamentalmente topológico de la experiencia analítica: «Entonces se hace necesaria una topología,
ya que lo real no le viene sino del discurso del análisis, para confirmar este discurso, y ya que por la hiancia que
abre este discurso al volver a cerrarse más allá de los otros discursos, este real llega a ex-sistir»22.
Traducción: Clara Carrasco

Notas
(1) Lacan .J., "La question préliminaire .à tout trailement possible de la psychose", Ecrits, París, Seuil, 1966, p. 582.
(2) Miller J. A., "Extimité, curso del año 1985-86. no publicado.
(3) Lacan .1., Le Séminaire XXII, R.S.I. lección del 18 de marzo de 1975, Ornicar? n" 5, París Navarin, p. 35.
(4) Lacan.J., Le Séminaire XX, Encore, París, Seuil, 1975, p, 101
(5) Lacan J., R.S.I., Ornicar? , Paris, Navarin,1975, p,. 97 y 103.
(6) Ibid, lección del I 1 de marzo de 1975, Ornicar? No. 5 p. 21
(7) Ibid, p. 53.
(8) Ibid, p. 56.
(9) Lacan .J., "Conferences et entretiens dans des universités Nord-Américaines" Scilicet n" 6/7, París. Seuil,1970, p. 40y 58.
(10) Lacan .l., l.c Séminaire XXIII Le Sinthome Omicar? 11, París, Navarin. 1977, pp., 3-9.
(11) Lacan J., Joyce avec Lacan "Joyce Ie symptôme 1", París, Navarin, 1987, p. 27.
(12) Klein M., "L'importance de la formation du symbolique dans le développement du moi" (1930), Essais de Psychanalyse, París,
Payot, 1968. p. 270.
(13) Lacan J., Le Séminaire l, Les écrits techniques de Freud, París, Seuil, 1975, p. 95.
(14) Ibid, p. 94.
(15) Ibid, p. 99.
14
(16) Ibid, p. 83.
(17) Lacan J., "Position de I'inconscient" Ecrits, op cit., p. 841.
(18) Lacan J.. Le Séminaire l, op. cit., p. 82.
(19) Loc. cit.
(20) Lacan J., Le Séminaire X, "L'Angoisse" lección del 3 de julio de 1963, no publicado.
(21) Miller l. A., "Supplément topologique à la " Question préliminaire"», Lettres de I'Ecole freudienne n" 27, 1979.
(221 L acan J., "L'Etourdit", Scilicet n"4, París, Seuil, 1973, p.14.

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