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Psicodinamia de la esquizofrenia y la paranoia

[Primera parte]
Juan Coderch

Desde el punto de vista psicodinámico, y a fin de no dar una excesiva complicación a este capítulo, no
estableceré diferencias entre la paranoia y la esquizofrenia paranoide. Debe tenerse en cuenta, sin embargo,
que en la paranoia el delirio permanece contenido dentro de unos límites gracias a la mayor fuerza y
capacidad defensiva del yo, sin invadir todo el sistema de relaciones del individuo con el mundo externo y con
los otros, y sin que la regresión instintiva y el conflicto entre las diversas instancias psíquicas conduzca al grado
de disgregación de la personalidad que se observa en la esquizofrenia

La regresión de la catexia

Las primeras investigaciones de Freud pusieron de manifiesto la importancia de la regresión de la


catexia en la génesis de la esquizofrenia. En resumen, la teoría de la regresión como mecanismo fundamental
de las psicosis puede resumirse de la siguiente forma: la libido es retirada de los objetos convertida en libido
narcisista. Esta teoría se fundamenta en dos ideas principales: a) el concepto económico o de desplazamientos
cuantitativos de la catexia libidinal; b) el concepto del narcisismo. De acuerdo con estas dos ideas, Freud
dividió la sintomatología de las psicosis esquizofrénicas en tres categorías, cada una de las cuales representa
una fase de la regresión o de la posterior redistribución libidinosa

1 ª fase: rupfura con la realidad por retracción de la libido o decatexis

La libido que investía la representación del mundo externo y de los objetos es retirada masivamente de
estas representaciones, a consecuencia de lo cual el mundo y los objetos dejan de parecer reales, vivos, o
simplemente dejan de existir. Esta libido, al abandonar los objetos, regresa al estado previo de narcisismo
infantil, reinvistiendo el self y las representaciones mentales del propio cuerpo. Este proceso de decatexis
además de producir la ruptura con la realidad da lugar a síntomas que, en esencia, se refieren a una alteración
de los sentimientos del enfermo en relación a la percepción del mundo externo y de la gente que en él se
encuentra.
Entre los fenómenos provocados por la regresión, encontramos algunos de particular importancia:

a) Sentimientos de cambio. amenaza, catástrofe inminente. etc.

Al retirarse la libido de los objetos y del mundo externo, los enfermos esquizofrénicos experimentan la
sensación de que todo está cambiando. El mundo y las personas pierden la vida y el interés que antes tenían,
quedando como vacíos y carentes de sentido. La catástrofe que los enfermos creen que se avecina consiste en
esta desaparición y pérdida de los objetos que, a consecuencia de la retracción de los vínculos libidinosos que
mantenían unido al sujeto con ellos, es como si hubieran dejado de existir. A esto se debe el que, con mucha
frecuencia. el esquizofrénico crea que ha fallecido alguno de sus familiares, Podemos decir que para él ha
fallecido verdaderamente, puesto que ha dejado de existir como objeto libidinosamente investido.
Precisamente lo que, desde este punto de vista, diferencia las psicosis de las neurosis es que en estas últimas
la libido continúa invistiendo las representaciones mentales de los objetos, mientras en la esquizofrenia la
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libido se ha retirado de ellas.

b) Alteraciones de la psicomotilidad

La regresión da lugar a la supresión de las inhibiciones psicomotrices reapareciendo entonces los tipos
arcaicos de motilidad que se manifiestan en forma de los síntomas denominados catatónicos. El retroceso
masivo de la libido objetal, unido a la tendencia a establecer un remanente de relación de tipo oral, pone en
marcha patrones primitivos de conducta como la ecolalia, la ecopraxia, la obediencia automática, etc…, que
reproducen el impulso a la identificación imitativa del bebé.

c) Hebefrenia.

Es el resultado de la más grave y profunda retracción de la libido. En este tipo de esquizofrenia parece
que no se presenta, o lo hace de una forma muy incompleta, la fase de recatexis o restitución a la que luego
me referiré. Es decir, el yo se abandona pasivamente a la pérdida de las relaciones de objeto. De aquí la
intensa desintegración y el empobrecimiento de la personalidad propios de esta forma de esquizofrenia.

d) El pensamiento paleológico

Me detendré aquí algo más, ya que este tipo de pensamiento —llamado también «arcaico»,
«primitivo», «prelógico», «autístico», «proceso primario del pensamiento», etc. es, en gran medida, el
principal responsable de la forma particular con que piensa y actúan los esquizofrénicos. También podríamos
decir, con otras palabras, que es el responsable de que un conflicto intrapsíquico adopte la forma que
clínicamente catalogamos como esquizofrénica.
El pensamiento paleológico es consecuencia de la regresión del yo que acompaña a la regresión de la
Iibido, debido a la cual se restablece el funcionamiento psíquico según el proceso primario, que es el propio de
las primeras etapas infantiles. El proceso primario es un funcionamiento inmaduro de la psique,
ontogenéticamente previo al llamado proceso secundario que da lugar al pensamiento lógico racional. Las
características principales del proceso primario son: a) tendencia a la gratificación inmediata de las pulsiones
(descarga de catexia); b) facilidad para que la energía que catectiza una idea o representación mental de un
objeto se desplace a otra idea o representación mental; c) tendencia a la condensación de las catexias de
varias representaciones mentales en una.
El pensamiento paleológico en la esquizofrenia ha sido especialmente estudiado por S. Arieti. Para
explicar este tipo de pensamiento. S. Arieti parte del que denomina principio de Von Domarus (del nombre del
primer investigador que se ocupó de esta cuestión), el cual postula que, mientras las personas consideradas
normales aceptan la identidad únicamente sobre la base de idénticos sujetos, el esquizofrénico puede aceptar
la identidad sobre la base de idénticos predicados. Así, por ejemplo, si a un hombre mentalmente sano le
decimos que los presidentes de los EE.UU. son norteamericanos y que D.Eisenhower fue presidente de los
EEUU., deducirá de esta información que D. Eisenhower era norteamericano, conclusión correcta a causa de
que el sujeto de la premisa mayor (la de que los presidentes de los EE.UU. son norteamericanos) contiene el
de la premisa menor (D. Eisenhower) En cambio, un esquizofrénico es capaz de pensar: «Los presidentes de
los EE.UU. son hombres, yo soy un hombre, luego yo soy presidente de los EE.UU.» Como es natural, ha de
existir alguna motivación para que se presente y sea exteriorizado este pensamiento; por ejemplo, podemos
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suponer que, de alguna forma, el enfermo necesita identificarse con un ideal de poder y prestigio
representado por el presidente de los EE.UU., rechazando así sus sentimientos de fracaso e insatisfacción.
Pero sólo se expresará esta necesidad en una forma «esquizofrénica» si existe una regresión de las funciones
del yo suficiente para la aparición del pensamiento paleológico.
Es fácil, por tanto, darnos cuenta de que, en este tipo de pensamiento el predicado desempeña un
importantísimo papel. Además, el predicado puede referirse no sólo a una cualidad inherente a los seres o
circunstancias que son identificados entre sí, sino también a la contigüidad espacial o temporal. Así, por
ejemplo, dos cosas, personas o fenómenos pueden ser identificados por el hecho de ser percibidos en el
mismo lugar o haberse presentado al mismo tiempo. Esta identificación por coincidencia se basa también en
que el enfermo. en medio de la confusión en que se halla trata de asirse a fragmentos de orden y regularidad,
tendiendo para ello a registrar idénticos segmentos de experiencia y a construir sistemas de regularidad sobre
ellos. Esta capacidad para la identificación que presenta el esquizofrénico nos conduce a considerar otras
características no de su pensamiento que contribuyen a tal fenómeno En el pensamiento normal el orden de
progresión es de la descripción a la inferencia, mientras que en el pensamiento esquizofrénico este orden se
encuentra con frecuencia alterado, de modo que la inferencia está establecida de antemano e influye la
observación. Así, según el principio de Von Domarus a que antes he hecho referencia, la inferencia se realiza
del siguiente modo: idénticos predicados hacen idénticos sujetos. El poder de esta inferencia realizada a priori
es tal que puede producir una distorsión en las facultades perceptivas del enfermo. Por ejemplo, un
esquizofrénico paranoide tiene la idea de que existe una confabulación contra él; al regresar a su casa se cruza
con un individuo que desciende por las escaleras; influido por su idea de la confabulación, piensa que este
individuo viene de su piso, donde habrá cometido algún acto perjudicial para él; entra en su piso y cree oler un
aroma peculiar y extraño, con lo cual se siente totalmente seguro de que sus sospechas eran ciertas y de que
el citado individuo ha introducido en su piso una sustancia venenosa. En la paranoia encontramos también
este tipo de inferencia a priori. Por ejemplo, un paranoico celotípico cree que su mujer le engaña y recibe a
sus amantes cuando él está ausente del domicilio; al regresar, penetra en la alcoba matrimonial y observa una
pequeña arruga en la colcha que cubre la cama, y ya no le cabe duda de que ello es la señal cierta de que en
dicha cama la esposa ha mantenido relaciones sexuales con su amante.
En ocasiones, el pensamiento paleológico es más difícil de interpretar a causa de que el principio de
Von Domarus es aplicado sólo de manera fragmentada; es decir, una parcial identidad entre los sujetos se
basa en una parcial o total identidad entre los predicados. Las distorsiones y condensaciones que aparecen en
las obras de arte –dibujo, pintura, escultura, etc. - — de los esquizofrénicos pueden ser explicadas de acuerdo
con el mismo mecanismo. La obra de arte elabora la identificación de dos o más imágenes y permite la fusión
perceptiva o condensación de diferentes conceptos. Esta característica del arte esquizofrénico es evidente en
las pinturas y dibujos realizados por los enfermos de diferentes épocas y diversas partes del mundo Este hecho
debilita las teorías que consideran las anomalías formales do la esquizofrenia como adquiridas a través de una
particular estructura familiar Parece lógico, en cambio, considerar que el mismo trastorno que impulsa al
enfermo a pensar en un estilo esquizofrénico le obliga a pintar y dibujar en este mismo estilo.

2ª fase hipercatexis

La segunda fase se caracteriza por la presencia de hipocondría e ideas de grandeza El enfermo se halla
anormalmente preocupado por su cuerpo, el funcionamiento de sus órganos y su propia imagen. Estos
síntomas son el resultado de la hipercatexis. Las masivas cantidades de libido que han sido retiradas de la
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representación mental de objetos y del mundo externo han reinvestido las representaciones mentales del
cuerpo y del self. Este excesivo investimento libidinal de los órganos es lo que da lugar a los síntomas que
giran alrededor de molestias corporales. Podría decirse que se trata de una «intoxicación» por exceso de libido
narcisista. Al mismo tiempo, el investimiento del self por la libido retirada de las representaciones de los
objetos conduce a las ideas de grandeza y delirios megalomaníacos. El enfermo se halla frente a su self en un
estado similar al que se encuentra un individuo enamorado frente al objeto de su amor, hacia quien ha
dirigido la mayor parte de su libido objetal. En ambos casos, pues, la sobreevaluación se origina por la
hipercatexis. La hipercatexis del self conduce a una distorsión del juicio y a ideas delirantes en relación al
propio valor.

3a fase: restitución de la libido a los objetos o recatexis

Se caracteriza, principalmente, por Ideas delirantes de persecución, alucinaciones y trastornos del


pensamiento. A través de estos síntomas, el enfermo trata de recuperar de alguna manera el mundo de los
objetos, pero su capacidad para ello es limitada, y sólo lo consigue de una forma distorsionada, inapropiada y,
en esencia, delirante. Estos síntomas son, pues, el resultado de una recatexis y pueden ser concebidos como
un intento de autocura. Es como si enfermo tratara de librarse por sí mismo de las espantosas consecuencias
que han resultado de la retirada de la libido objetal y de la hipercatexis del self. El enfermo intenta esta cura
tratando. de restituir la libido a las representaciones mentales de los objetos. Por esta razón, Freud denominó
a los síntomas típicos de esta fase, síntomas «de restitución». Pero, a consecuencia de toda la situación que ha
condicionado la primitiva regresión, la meta no es alcanzada y el proceso de restitución queda a mitad de
camino. La representación mental del objeto no es recatectizada, sino únicamente su representación verbal.
La palabra es tratada como si fuera el objeto, y en consecuencia los trastornos característicos del pensamiento
esquizofrénico, íntimamente conectados con el lenguaje hacen su aparición. Aquí podemos recordar lo dicho
acerca del pensamiento paleológjço, una de cuyas características es precisamente — y debe notarse que esta
característica es compartida con el pensamiento de los pueblos primitivos— la confusión entre la palabra y
aquello que con la misma se intenta designar. Una extensión de este trastorno es lo que Hanna Segal
denomina «ecuación simbólica», en la cual el símbolo es confundido con lo simbolizado. Esto fue enunciado ya
por Freud cuando dijo que el esquizofrénico, en lugar de recuperar los objetos, recupera las «sombras» de los
mismos, es decir, sus representaciones verbales.
De acuerdo con los conceptos que acabo de exponer, los síntomas que constituyen la psicopatología de
la esquizofrenia pueden ser entendidos como correlatos de los desplazamientos libidinales, es decir, como
resultado de la. decatexis. hipercatexis y recatexis. Sin embargo, debo hacer dos importantes advertencias. La
primera de ellas es la de que los síntomas no aparecen siempre en el orden de las fases que he enumerado. El
observador experimentado sabe que es así en la mayoría de los casos y que las fantasías del fin del mundo,
sentimientos de extrañeza, sentimientos de catástrofe, etc., preceden a las preocupaciones hipocondríacas y a
los síntomas de despersonalización, sobreviniendo finalmente, en último lugar, los delirios más o menos
sistematizados que representan el intento, por parte del enfermo, de recobrar las perdidas relaciones con el
mundo de los objetos. Pero esto no ocurre así en todos los casos, sin que ello invalide la teoría enunciada, ya
que la regresión de la libido no siempre es brusca y masiva, sino que en muchas ocasiones es lenta y
progresiva; y, al tiempo que ésta se produce, se presentan ya intentos de restitución, dando lugar a que se
mezclen los síntomas de retirada de la libido y los de restitución de la misma. La segunda advertencia, y ésta
es ya más importante, se refiere a que la investigación de los desplazamientos de la libido, aun siendo de
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primordial importancia, no basta para explicar toda la psicodinamia de la esquizofrenia. Hay en esta
enfermedad muchos fenómenos que no pueden ser comprendidos únicamente a la luz de estos
desplazamientos, y además queda aún en el aire el interrogante de qué es lo que da lugar a que tales
desplazamientos se produzcan o que, por lo menos, los favorece. Por tanto, para dejar un poco más clara la
cuestión, en los siguientes apartados me ocuparé de otros factores que intervienen en la génesis y
formalización de la esquizofrenia. Al mismo tiempo, no debemos olvidar todo lo expuesto en la etiología de las
neurosis, ya que, desde el punto de vista psicoanalítico, al contrario de lo que se piensa desde el punto de
vista de la psiquiatría clásica, las neurosis y psicosis funcionales no son concebidas como enfermedades
radicalmente distintas, sino como variaciones, a la vez cuantitativas y cualitativas, de la profundidad de las
regresiones y de los mecanismos de defensa utilizados contra las ansiedades precoces. Así, por ejemplo, es
conveniente recordar que ya fueron citados los procesos de fijación y regresión como factores básicos en la
etiología de las neurosis. En cierta manera, podemos decir que toda neurosis evoluciona sobre las cicatrices de
un proceso psicótico curado.
Como veremos más adelante, los trabajos de Margaret Mahler, por un lado, y los de Melanie Klein y sus
discípulos, por otro, han aclarado notablemente las cuestiones que no quedan suficientemente explicadas por
el estudio de la retracción de las catexias. Las cuidadosas investigaciones acerca de las fantasías inconscientes
de los enfermos, por parte de la escuela kleiniana, han hecho comprensible el significado del conflicto
psicótico, señalando cómo éste gira alrededor de los objetos infantiles, repitiendo el paciente las relaciones
con los mismos en el trato con las personas de su mundo actual al mismo tiempo que evita los peligros de su
agresividad a través de los mecanismos de introyección y proyección.

El conflicto estructural en las psicosis esquizofrénicas

Si la psicopatología de la esquizofrenia no pueda suficientemente explicada a partir de los estudios


sobre la regresión de la libido objetal (punto dé vista económico), se debe a que gran parte de los fenómenos
que se presentan en esta enfermedad son consecuencia del conflicto entre las instancias psíquicas (punto de
vista estructural) y de la distorsión de las funciones del yo como consecuencia de tales conflictos. El yo,
abrumado por la ansiedad, no es capaz de realizar su cometido adecuadamente y de una forma adaptada a la
realidad, tanto externa como interna, cosa que, como hemos visto, ocurre también en las neurosis. Lo que,
desde el punto de vista estructural, diferencia primordialmente las neurosis de las psicosis es que en éstas el
yo se ha desarrollado anormalmente, su funcionamiento se halla muy alterado y se ve en la necesidad de
recurrir a mecanismos de defensa muy primitivos y deformadores de la realidad. No hay una causa unitaria
para explicar este insatisfactorio desarrollo, sino un conjunto de factores entre los cuales, en cada caso, unos u
otros presentan mayor importancia. Existen factores de naturaleza constitucional y hereditaria, tales como
debilidad congénita del yo o energía instintiva excepcionalmente fuerte. Por otro lado, al mismo tiempo, el
insatisfactorio desarrollo del yo puede ser consecuencia de traumas precoces, carencias afectivas durante la
primera infancia, experiencias nocivas en las relaciones madre-hijo, etcétera.
Como consecuencia de lo dicho, podemos ver que el yo del naciente psicótico se ve enfrentado a las
mismas dificultades que el del neurótico, pero con un grado de gravedad mucho mayor. La regresión de la
que ya hemos hablado extensamente en el capítulo de las neurosis, es mucho más pronunciada en las psicosis.
A consecuencia de la ansiedad producida por los impulsos destructivos, el enfermo ha tenido una especial
necesidad de proteger a los objetos de su propia agresión, lo cual ha producido una ruptura con ellos y con el
mundo externo. En las psicosis, la regresión adquiere un matiz de primitivización en el funcionamiento del yo,
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el ello y el Superyó. Debemos tener en cuenta que la regresión no es siempre un proceso psicótico o
neurótico, Bajo el impacto de la fatiga, la privación, los traumas y los conflictos, pueden observarse algunas
regresiones en el funcionamiento del aparato psíquico. Por otra parte, diariamente se produce esta regresión
durante el fenómeno de los sueños. Lo que da a la regresión psicótica un especial rasgo de gravedad es su
tendencia a permanecer fija e irreversible, y su capacidad de agravar los conflictos intrapsíquicos.
En las psicosis esquizofrénicas, el funcionamiento del Superyó queda alterado drásticamente como
resultado de la regresión. Los fenómenos que señalan la regresión del Superyó pueden agruparse en dos
categorías: a) la reinstintivización de las funciones del Superyó; b) la emergencia de las primitivas formas
operativas. A través del proceso de reinstintivización regresiva, el funcionamiento del Superyó se convierte en
muy intenso e impulsivo, exhibiendo una cualidad instintiva, una demanda de descarga inmediata, una
tendencia al proceso primario y una asimilación del ello. Este último rasgo llega a ser tan fuerte en algunas
esquizofrenias, que durante el análisis apenas puede distinguirse en ellas entre el ello y el Superyó. Las
demandas de éste, sobre el yo se hacen tan poderosas y compulsivas, que no es posible gratificarlas
únicamente en la fantasía, de modo que, en especial en lo que se refiere a las exigencias punitivas, se hace
necesario satisfacerlas con algunas acciones reales y concretas ejercidas sobre el objeto, el self o alguna
representación sustitutiva de ellos. Esto da lugar a una amplia gama de conductas psicóticas del tipo de
automutilación, ascetismo, fanatismo y autodestrucción. Otros modos de actuación primitiva del Superyó
pueden comprobarse en la aparición de formas inapropiadas, anormalmente duras y crueles de condena
moral y castigo, y en el predominio de la ley del talión en sus modelos más infantiles como ha sido
brillantemente expuesto por J.A. Arlow. Otra especial forma de regresión superyoica es la que manifiestan
algunas ideas delirantes y alucinaciones con un contenido de autoobservación y autocrítica. En estos síntomas,
la «voz» del Superyó es percibida como una alucinación auditiva. El paciente se oye criticado y condenado por
las voces de las personas que durante la primera infancia fueron internalizadas como Superyó. Estos síntomas
demuestran a la vez la deterioración regresiva del Superyó a nivel de experiencias sensoriales y las
identificaciones a través de las cuales se desarrolla el Superyó en la infancia. Aunque haya estado hablando
por separado de la regresión del yo y del Superyó, una tajante diferencia es raramente posible en la práctica.
De acuerdo con el principio de múltiple función expuesto por R. Waelder, cualquier experiencia mental puede
expresar, aisladamente o a la vez, aspectos del ello, del yo y del Superyó. La gratificación impulsiva y los
reproches morales puede ser representados en el mismo acto, síntoma o fantasía (J.A. Arlow).

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