Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Desde su perspectiva:
"el sonido simple y monótono de los golpes del tambor constituye el
vehículo más común del viaje chamánico, y no los productos psicodélicos
[...] en mis investigaciones en la Unión Soviética descubrí que los
auténticos chamanes no suelen utilizar la seta Amanita muscaria y
emplean únicamente el tambor. Su uso está reservado únicamente a
aquellos que son incapaces de viajar con el tambor. [...]
Las semillas de Peganun harmala son la fuente vegetal con mayor concentración en
IMAOs conocida hasta el momento. Es tomada previamente, media hora antes de la
Jurema, o al mismo tiempo, para activar la DMT por vía oral. Existen varias maneras de
hacerlo y permítanme detallarlo en este artículo, únicamente como información cultural
para estudiantes de antropología. Es muy curiosa ya que procede de varios neo-
chamanes urbanos. De ninguna manera pretendo fomentar su consumo, sino por contra,
advertir de los peligros de estas repulsivas pócimas.
1. El mejor es el de extraer los alcaloides. Con este método se obtienen casi puros.
Para ello se sumergen las semillas molidas en una solución de 3 partes su peso.
Esta solución está formada por un 60% de vinagre y un 40% de agua(lo que
equivale a 3% de ácido acético). Se deja en reposo durante 3 días, mientras las
semillas se hinchan absorbiendo el líquido y forman una pasta densa. Después se
prensan, para separar el líquido. El residuo sólido se vuelve a tratar de la misma
manera con 2 partes su peso en la solución ácida, y se vuelve a separar el
líquido. Los dos líquidos restantes se juntan y se echa sal marina(100 gr. por
litro de agua) con lo que los acetatos de harmina y harmalina se transforman en
hidrocloruros insolubles en frío, precipitando. Este residuo cristalino se puede
evaporar y usar ya. Para mayor purificación hay quien lo redisuelve en agua
caliente y añade sal, precipitando otra vez, y este proceso lo repite varias veces
hasta que los hidrocloruros adquieren color amarillo.
2. Método que aparece en los libros de J. Ott. Se prepara con semillas pulverizadas
de Peganun harmala, en infusión, es decir, apagar el fuego en cuanto empiece a
hervir, siempre empleando una mezcla de agua con un 30% de zumo de limón.
Empleando la menor cantidad de líquido posible. Se cuela separando bien el
líquido. Con el residuo sólido se pueden hacer dos extracciones más, y juntar
todo el líquido para una sola toma: con ello se garantiza la optima extracción de
alcaloides. Para obtener un extracto sólido: evaporar el líquido dejándolo en un
recipiente ancho, del tipo de las fuentes de Pyrex, bajo una fuente de calor
moderado, como un horno al mínimo, hasta obtener una pasta muy densa, casi
seca. Esta se deja secar al aire hasta que adquiera consistencia sólida.
3. Método simplificado: se pulverizan las semillas de P. harmala y se introducen en
capsulas de tamaño 00, y se tragan con zumo de limón. Este método es el más
grosero ya que se tragan otros componentes de la planta, amargos que pueden
resultar más pesados para el estómago, además de nauseabundos y eméticos.
Preparación de la Analogo-huasca
ALGUNAS CONTRAINDICACIONES
El bloqueo que sufre el pueblo cubano hace que los medicamentos escaseen en toda la
isla, y las "famélicas" estanterías de aquella farmacia eran un buen ejemplo. Y a causa
de esas carencias farmacológicas, a los médicos "oficiales" no les quedó más remedio
que acudir a los "hierberos" y a los "médicos tradicionales" que, desde hace
generaciones, sanaban a sus vecinos con extraños ungüentos y pócimas mágicas… De
esta forma, llevados por la necesidad, la moderna medicina "científica" y la tradicional
medicina "mágica" han encontrado en Cuba su punto de intersección.
En diferentes viajes a la isla médicos, ATS y personal sanitario de toda índole nos
comentaron los beneficios que la medicina tradicional puede aportar a la ciencia
médica. Mas aún, algunos incluso nos acompañaron a las consultas de esos "médicos-
brujos", que combinan la farmacopea natural, la manipulación de "las energías", y
sistemas de diagnóstico que rayan lo extrasensorial… Algo que solo habíamos visto
antes en África, la cuna de esa misma medicina tradicional cubana, y de toda la
humanidad.
Farmacopea de la selva
"Cuando yo era niño, mi zona natal fue invadida por una plaga de langosta. Un
anciano, vecino nuestro, quemó una "medicina" en su campo para alejarla. Al cabo de
unas horas, las langostas habían arrasado todas las cosechas, hierba y árboles de la
zona, dejando a todo el mundo con la aterradora perspectiva de una próxima época de
hambre. Con mis propios ojos vi. que, a pesar de que todas las cosechas limítrofes
estaban devastadas, la cosecha de mi anciano vecino había permanecido intacta.
Había oído hablar antes de los increíbles poderes de las "medicinas tradicionales",
pero era la primera vez que las constataba personalmente...".
Quien esto nos cuenta es un observador excepcional del folcklore, tradición y filosofía
africanas, el Dr. John Mbiti. Nacido en Kenia en 1931, John Mbiti tuvo la posibilidad
de cursar estudios universitarios en Uganda, Estados Unidos y Gran Bretaña, donde se
doctoró en Filosofía. Pese a ello, jamás perdió el contacto directo con su pueblo, al que
viajaba cada año. Esta equilibrada mezcla de tradición y formación indígena y
occidental hace del Dr. Mbiti una de las opiniones más objetivas y cualificadas sobre la
medicina tradicional africana. Sus obras, Concept of God in África (1970), The prayers
of África (1975), o African religions and Philosophy, entre otras, son valiosas
herramientas para comprender el complejo mundo tradicional africano.
En sus estudios, el Dr. Mbiti refleja claramente que las diferenciaciones entre los
"especialistas" hechas habitualmente por los antropólogos, a saber: brujos, curanderos,
hacedores de lluvia, reyes y sacerdotes, normalmente no existen. Con frecuencia, un
mismo personaje realiza varias de esas actividades, ocupando, lógicamente, un
importantísimo papel social en la tribu o aldea.
Tal vez esa concepción mágica de la enfermedad es la que llevó a los colonos,
misioneros y "civilizadores" blancos, a despreciar despóticamente a los médicos
tradicionales, acusándolos de charlatanes, estafadores y fraudulentos. Y todavía hoy
algunos antropólogos, médicos y demás ralea "racional" repite cuan eco aquellas viajas
y pretenciosas voces "civilizadas" que considera un engaño cualquier tipo de medicina
no certificada en una universidad… lamentable limitación.
Algunas de las técnicas, aparentemente absurdas, de los médicos-brujo han resultado ser
tremendamente efectivas. Pondré algún ejemplo. La mordedura de las serpientes
"mamba-negra" es mortal. Se suponía que una persona muere a los cinco minutos de
una mordedura. Sin embargo, inmediatamente después de la mordedura de uno de estos
reptiles, el médico tradicional cavaba un agujero en el suelo igual a la estatura de la
víctima. Quemaba leña en el agujero y lo cubría de hojas medicinales. Una vez quemada
la leña, ponía aparte las brasas y colocaba a la persona, ya aparentemente muerta, en el
agujero, cubriéndola seguidamente de más hojas medicinales y colocando nuevamente
las brasas sobre esas hojas. El carbón no tocaba el cuerpo, pero éste recibía el efecto
benéfico de las hierbas a través de los poros de la piel abiertos por el calor.
Inmediatamente, la persona vomitaba y recobraba el conocimiento, tras lo cual el
curandero le aplicaba otros remedios hasta su total recuperación. La tribu entonces
consideraba que el médico tradicional había resucitado al muerto (existen muchos
relatos de estas supuestas resurrecciones aparentemente milagrosas). Recientemente, la
ciencia ha llegado a descubierto que la serpiente "mamba-negra" produce una catalepsia
a la víctima antes de la muerte real, la cual se produce una hora después de la
mordedura.
Otro ejemplo: en Zambia existe un tipo de árbol que al ser cortado expulsa un líquido
que, al alcanzar el ojo humano daña gravemente la retina en poco tiempo. Cuando esto
sucede, el médico tradicional trae a una nodriza. Esa mujer echa unas gotas de leche de
sus senos en el ojo herido y éste se recupera inmediatamente.
Para el indígena africano ni la mordedura de la serpiente ni la savia que daña su ojo son
casuales. ¿Por qué es precisamente él quien sufre ese daño y no otro? La causa última
siempre es localizada en la brujería, los espíritus o similares. De ahí que el remedio
físico de urgencia haya de ser complementado por remedios espirituales. Algunos
personajes que tuvimos oportunidad de conocer en Centro-África son sumamente
representativos al respecto como Ñao, el hechicero de Ionasa, o Yangia, curandero
mozambiqueño.
Estos personajes, como Ñao, presentan un inquietante aspecto. Con el cuerpo protegido
por una especie de "armadura" de paja y ancho antifaz, junto con su hacha de piedra,
sabrán espantar a los malos espíritus que traen la desgracia. Sus danzas y escalofriantes
gritos aterrorizarían al más pintado... vivo o muerto. Doy fé de ello. Pero sería un error
detenerse en sus estrambóticas danzas, y en su ridículo aspecto para enjuiciar su magia.
Más allá de esas creencias ancestrales, que Ñao heredó de sus mayores, se ocultan los
conocimientos de generaciones y generaciones de nativos, que han sabido desentrañar
los secretos de la selva, para curar el dolor de sus semejantes…
Más allá de los productos vegetales, las sales, las arcillas e incluso los excrementos
animales son útiles en la farmacopea de la selva. La boñiga de vaca, por ejemplo, entra
en una fórmula contra la hepatitis, la de gallina contra la enuresis, etc.
No es fácil, sin embargo, conocer el contenido íntegro de las recetas tradicionales. Los
curanderos, absolutamente discretos en su trabajo, guardan infinidad de secretos.
Habitualmente, por ejemplo, presentan a su paciente el remedio molido, precisamente
para que no pueda conocer los ingredientes.
En Nwabala (Malawi) nos reunimos con el Dr. Herman Nknoma (los indígenas llaman
doctor a cualquier sanitario o practicante), responsable de un centro médico de la zona.
Tras una larga conversación, el Dr. Nknoma nos muestra la "despensa de
medicamentos". La imagen es caótica: una estantería de madera alberga unas cajas de
aspirinas, algunas de preservativos, alcohol, vendas y poco más.
"Igual que en otras muchas poblaciones indígenas del mundo -confiesa Herman
Nknoma- los médicos no tenemos más remedio que convivir con los curanderos, porque
resulta materialmente imposible disponer de medicamentos para todos los enfermos".
Este planteamiento resulta absolutamente comprensible teniendo en cuenta que en
algunas semanas, hasta dos mil enfermos han pasado por el centro médico que el Dr.
Nknoma dirige con la única ayuda de un grupo de voluntarios mínimamente instruidos.
Las palabras del Dr. Nkoma podían haber sido pronunciadas por el farmacéutico de La
Habana para resumir la idéntica situación de ambas medicinas…
Sin embargo, para los haitianos, los zombis son víctimas de un hechizo que les roba el
alma, que los bokor conservarían en una botellas blancas muy temidas en Haití. Ellos no
conocen el terrible secreto de sus brujos quienes, de la misma forma que conocen
extraordinarias formulas curativas, conocen los secretos más siniestros de las plantas y
los venenos de la naturaleza….Y esa interpretación mágica de los zombis, acompañada
de la habitual y pretenciosa superioridad del hombre-blanco, ha hecho que durante años
la medicina despreciase las posibilidades del Putré, y otros poderosos anestésicos
naturales, conocidos por los médicos y brujos haitianos, y que podrían ser muy útiles en
cualquier hospital del mundo.
Todavía hoy los bokor y los houngans (sacerdotes) vudú, conservan en secreto la
mayoría de sus formulas mágicas. Y confieso que la animadversión que en Haití sienten
por los hombres blancos hace especialmente difícil la investigación de esos secretos.
Herederos de esa tradición médica precolombina son muchos país de santo del
Camdomblé o la Umbanda brasileña.
Después de unos minutos, la mujer empezó a doblar un poco la rodilla y volvió por sí
misma a su asiento. Cuando, horas después, concluyó la sesión, yo mismo vi a esa
mujer abandonar el terreiro por sus propios pies. Una visible cojera y las muletas que
llevaba en la mano eran lo único que quedaba de su aparente discapacidad. A los ojos
racionales de un escéptico europeo, probablemente fueron los masajes hábilmente
ejecutados por las expertas manos de la médium los que sanaron a la enferma… porque
al fin y al cabo todos sabemos que los dioses del Candomblé no existen... ¿o sí?
Don Felix Morales Ceballos, por ejemplo, es uno de los chamanes mexicanos más
conocidos dentro y fuera de su país.
Nacido hace más de medio siglo en el humilde barrio de Santa Anita, en la localidad de
Cuernavaca, fue educado en el seno de una sencilla familia de probres recursos
económicos. Desde niño manifestaba una gran energía, siendo un joven inquieto y
travieso. Y fue precisamente durante una de sus correrías infantiles como descubrió sus
poderes. Un amigo se lesionó seriamente y Don Felix se colocó a su lado, invocó a Dios
y curó al niño utilizando solo su propia saliva. Desde entonces consagró su vida a la
curación. Durante su entrevista con MÁS ALLÁ Don Félix nos mostró alguna
documentación referida a algunas de sus más espectaculares curaciones, "incluso
levantar a un enfermo de su silla de ruedas".
A medio camino entre la leyenda y la realidad, lo cierto es que las meigas, aunque no
creamos en ellas, haberlas las hay ...
Las meigas -y meigos-, cuya traducción correcta sería la de sabias -y sabios-, eran (más
que son) una especie de "psicoterapeutas rurales", que hacían las veces de curandero,
psiquiatra y asesor del pueblo.
Y los médicos tradicionales lo saben. Tal vez por eso salpican sus recetas de oraciones,
formulas secretas, y crípticos mensajes... Pero nuestra dogmática ciencia oficial debería
ser la primera en realizar una cura de humildad, y saber separar el grano de la paja para
enriquecerse de una forma de medicina que, a lo largo de toda la historia, en todos los
pueblos del mundo, ha sanado el cuerpo y la mente de millones de seres humanos. Eso
sería mucho más inteligente que el pretencioso dogmatismo de atacar como falso, lo que
simplemente no conocemos… y tal vez por eso tememos...
Llegado el día, el aspirante es iniciado públicamente para que toda la tribu pueda
reconocerle como investido del don de la medicina. A partir de ese momento, el nuevo
wanganga podrá inscribirse en las asociaciones o corporaciones que agrupan a los
curanderos azandes. Desde ese momento, el "médico tradicional" se ocupará de las
actividades más variopintas, que irán desde el ritual de "golpear la tumba" (una especie
de medicina post-mortem que pretende despertar al muerto para que acuda a la casa del
brujo que originó la enfermedad que lo mató y así vengarse para sanar su espíritu) hasta
proveer de perchas o "clavijas medicinales" a una nueva casa (un remedio preventivo
para alejar la enfermedad de ese hogar), pasando por la elaboración de todo tipo de
amuletos y fetiches, como máscaras o figuras, que protegerán al propietario de
embrujamientos o "mal de ojo"...
-I-
Punto de partida.
Voy a comenzar con una definición clara y simple de lo que se entiende por chamán o
por chamanismo, para luego entrar en los escurridizos problemas que genera tal intento
de conceptualización. Podríamos acordar con el investigador contemporáneo Ake
Hultkrantz(1), que el chamán es un individuo visionario inspirado y entrenado en
descodificar su imaginería mental, que en nombre de la colectividad a la que sirve y con
la ayuda de sus espíritus aliados o guardianes, entra en un trance profundo o estado
modificado de la mente sin perder la consciencia despierta de lo que está viviendo;
durante la disociación mental(2), su ego soñador establece relaciones con entidades que
el chamán vivencia como de carácter inmaterial y puede, hasta cierto punto que depende
de su propio poder personal, modificar el orden del cosmos invisible de acuerdo a su
interés o al de su colectividad. Habitualmente el chamán consume substancias
enteógenas(3) o mantiene ritmos percusivos -principalmente ternarios- para inducirse la
disociación mental que lo caracteriza.
En este sentido, cabe también destacar otros elementos constitutivos de la propia praxis
chamánica que por su complejidad escapan incluso a un texto antropológico, tales como
el carácter prelógico del entorno cognitivo chamánico, un cierto entrenamiento en la
dirección de lo que nosotros llamaríamos la omnipotencia del pensamiento infantil
aplicado a la resolución de problemas cotidianos, incluso el límite hermenéutico de si la
teoría es capaz de darnos un modelo válido y comprensible de esta realidad humana.
También cabe añadir que si tanto interés despierta actualmente toda investigación sobre
el chamanismo clásico se debe a que, en términos generales, se sitúa en un ámbito de
vivencias probablemente común a toda la humanidad. Se trata de técnicas que, según
muchos investigadores entre los que me cuento, favorecen el contacto directo con lo que
llamamos sobrenatural, lo númico, con el oscuro misterio que en último término arrastra
consigo el ser humano y de donde puede sacar alguna idea sobre su propio lugar en el
mundo, a nivel individual y social, y al mismo tiempo el chamanismo se proyecta en
estrategias concretas que facilitan la adaptación activa del ser humano a los cambios que
se producen en su entorno o que él mismo genera. En este sentido, las prácticas
chamánicas se resuelven habitualmente como fuente de revelación interior en respuesta
a los grandes interrogantes pragmáticos (el origen de la enfermedad y el dolor, cuál será
el porvenir) a través de los estados disociados de la mente inducidos por el consumo de
drogas enteógenas, por trances rítmicos o de otro origen, y con ello se convierte
históricamente en el primer sistema humano organizado para buscar el equilibrio
psíquico y físico: de nuevo estamos tratando con categorías de validez universal.
Se ha dicho que el chamanismo es una capacidad humana y una praxis social que no
desaparecerán nunca. No obstante, no se puede olvidar que la práctica chamánica, la
revelación interior y el contacto con lo sobrenatural (en términos religiosos) o con el
inconsciente colectivo (en términos de psicología analítica) devienen el origen de las
religiones institucionalizadas y de ciertos órdenes sociales y culturales concretos (las
culturas chamánicas de que hablo más adelante), por lo que, a pesar de la existencia de
un potencial universal y cuasi se podría decir que esencial (si fuera posible --que no lo
es-- usar conceptos esencialistas para referirse al ser humano) el fenómeno chamánico
no es fácilmente traspasable de un marco cultural a otro sin grandes precauciones
metodológicas y conceptuales.
-II-
Dificultades de concepción
Así, para aprehender el chamanismo primitivo debo empezar por aclarar que en todo
ello tiene más peso la dimensión relaciones que la dimensión objetos, ya que lo básico
no es que exista un chamán alto, poderoso o feo, blanco, cobrizo o de piel negra, sino
que existen sistemas culturales chamánicos: sistemas de interacción humana centrados
en un tipo de relaciones que tienen su epicentro en el papel y la función que desarrolla
el chamán. En este sentido, puede existir una comunidad chamánica sin chamán --por
migración o muerte, por ejemplo-- y la propia vida colectiva ya generará otro, pero no
puede existir un chamán fuera de su contexto cultural: es posible un embalse de agua sin
algas, ya aparecerán en algún momento, pero no pueden existir algas vivas fuera del
agua. A pesar de ello, hablar de un sistema cultural chamánico no implica hablar de un
sistema social específico, de una escala de preferencias estéticas o de una estructura
parental, sino que el chamanismo se halla totalmente relacionado con el estilo cognitivo
colectivo; fue por esto que el marxismo antropológico nunca pudo entender este sistema
de valores y solo se atrevió a acusar al chamán de embaucador, o poco más.
A lo largo del siglo XX se han realizado diversos trabajos de investigación sobre el tema
que nos ocupa y han ido tildando sucesivamente a los chamanes de histéricos, sicóticos
esquizofrénicos, embaucadores, seres excepcionales o esperanza de la humanidad:
obviamente el epíteto ha dependido de la época y persona que adjetivaba la figura del
chamán.
Uno de los errores habituales que percibo es que en el ambiguo saltar de una categoría
lingüística a otra (hablar de objetos o de relaciones) llega un punto en que por falta de
capacidad para atribuir más elementos definitorios al objeto chamán, se acaba hablando
de sus formas de acción, de sus efectos (los chamanes curan, dan orden a su colectivo,
tratan con lo sobrenatural) y ahí se cae en otro error ya que no todos los chamanes
curan, ni aportan orden social, ni... Entre los shuar amazónicos(7), por ejemplo, existe el
término genérico uwishín para referirse al chamán, pero luego inmediatamente hay que
especificar si se trata de un tswákratin (el que cumple la función curativa, equilibradora)
o de un wawékratin (el que cumple con la función punitiva, de castigo): ambas
categorías de chamán usan exactamente las mismas técnicas extáticas, sólo varía la
orientación de la acción chamánica, y aun ello podría decirse, aunque muy
extrañamente, de un mismo individuo en distintas etapas de su vida.
No he acabado todavía. Para tratar de dejar bien sentadas unas bases que me permitan
referirme a la acción del chamán con cierta sobriedad y exactitud, debo hacer un par de
puntualizaciones más. Los estudios recientes sobre chamanismo realizados desde
diversas ópticas, han iniciado nuevas vías de comprensión del fenómeno en tanto que
parte de un sistema social y en tanto que proceso cognitivo específico.
Por todo ello, obviamente, estoy utilizando el término chamán por ser el más conocido y
aceptado pero en realidad hay que aclarar que con este sustantivo me refiero a un
determinado contenido cultural, propio de los pueblos primitivos, que suele encarnarse
en algún individuo que actúa el papel de chamán, sea hombre o mujer. No obstante, si
bien el chamanismo tiene algunos elementos (bastantes) comunes en las diversas
culturas que contemplan esta función, no se trata de un calco. Es un error (imperdonable
en especialistas) comparar elementos culturales providentes de diversos pueblos,
aunque parezcan similares, sin hacerlo provistos de un microscopio conceptual. En este
sentido, es demasiado frecuente hablar de chamanes y de chamanismo sin realizar la
más pequeña especificación. Y no es lo mismo el chamanismo amazónico de los shuar,
que el chamanismo andino de los quechuas, el mesoamericano de los mazatecas o el
africano de los yoruba, simplemente por que se trata de culturas distintas. Obviamente,
aun se situaría más lejos --a muchísima distancia, hasta lo irreconocible-- el
neochamanismo occidental relacionado con ámbitos terapéuticos de carácter "trans-",
las "iluminaciones" de la llamada Nueva Era, el gran mercado actual de creencias
exóticas y la creciente industria del pseudoconocimiento científico. Incluso diré más, el
proceso de aculturación (económica, simbólica, religiosa, de estructura social, etc.) que,
por ejemplo, está viviendo la etnia amazónica de los shuar desde inicios de la década de
1960, acarrea una transformación de la figura y función del chamán (en shuar uwishín)
que hace difícil hablar de ello sin especificar si se trata del chamanismo shuar
tradicional o de las prácticas de magia negra y de curanderismo a base de plantas
medicinales que bastantes jóvenes shuar han aprendido de los colonos mestizos de
cultura occidentaloide o quechua: ya no se trata del uwishín que tenía gran influencia
social (ANTUN',1991:24) en el mundo tradicional shuar.
En nuestra parte del mundo hubo brujas hasta que la Inquisición primero y el proceso de
industrialización después consiguieron acabar con aquel cosmos cultural. Es decir, tal
vez no han dejado de existir las brujas (y actualmente hay más literatura sobre ello que
en ningún otro momento de la historia) pero grosso modo sí ha desaparecido la
cosmovisión y el orden sistémico que daba sentido y función a la acción brujeril.
Si nos ceñimos al término "bruja" cabría recordar que es palabra común en las tres
lenguas romances hispánicas y en los dialectos gascones y languedocianos, que
probablemente se trata de un término cuyos orígenes etimológicos desconocidos se
hallan en el mundo prerromano ubicado en los Pirineos y cuyo significado final sería el
de "alta" por el hecho de que, según las tradiciones, las brujas volaban alto(8). No
obstante, esta forma lingüística es engañosa ya que por "brujas", en su origen,
probablemente solo se entendía aquellas mujeres que tenían poderes para volar, en
forma simbólica o psíquica, y visitar otras realidades. Con el tiempo la Inquisición fue
demonizado este término y acabo etiquetando con él cualquier otra práctica que se
desviara de la cosmovisión cristiana en lo que a relaciones con el mundo de los espíritus
y de los poderes invisibles tocaba (adivinas, voladoras, curanderas por medios
esotéricos o por medio de plantas, pitonisas, místicas no cristianas, etc.). Con la
concepción occidental del chamanismo sucede algo similar, es muy probable que
existieran prácticas paralelas al chamanismo primitivo conocido, pero que fueran
etiquetadas de brujería por la religión institucional con el fin de eliminar competencias;
incluso, según Michael Harner, hay indicios de que el chamanismo sobrevivió en el
norte de Europa hasta los años 1930-40 entre los saami (lapones).
-III-
Un poco de historia
Después de esta larga espiral en la que he expuesto los más habituales errores referidos
a la concepción occidental del chamanismo en sentido estricto, paso a hablar de ello con
la esperanza de evitar ambigüedades.
El origen del uso del término "chamán" se sitúa en el siglo XVI, gracias a las
narraciones de algunos viajeros rusos que lo adquirieron de la lengua de los tunguses.
Esta etnia habita Siberia septentrional y fue en ella donde tales viajeros observaron y
describieron las prácticas de sus brujos o hechiceros, los cuales se sumergían en
extraños estados mentales (lo mismo que hacían sus vecinos chukchis y koriaks después
de consumir el hongo embriagante Amanita muscaria(8B)), brujos a los que los viajeros
rusos siguieron denominando con la propia categoría lingüística aborigen: chamán. A
partir del siglo XIX, el término adquirió más importancia al ser considerado por el
pensamiento evolucionista como uno de los pasos del progreso religioso desde las
formas más simples hasta las grandes instituciones actuales.
-IV-
Iniciación chamánica
Si se pregunta a diversos uwishín o brujos shuar el motivo que los impulsó a hacerse
chamán, las respuestas obtenidas son de muy diversa tesitura: "para curar a mi familia",
dirá alguno; "para vengarme de mis enemigos" responderá otro; "para curar a los
hermanos congéneres enfermados por el wawékratin" o "para curarme la enfermedad
que me costaba la vida", puede decir un cuarto interrogado. Esta última motivación
suele ser la más frecuente, no solo entre los shuar sino en todo el chamanismo
amerindio. La enfermedad grave es un factor que, por sí misma, ya constituye un paso
importante en la iniciación.
wi, wi, wi, wi, wi, wi, wi...- yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo...
wi, wi, wi, wi, wa. wau, wau...- yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo...
wi, wi, wi, wi, wa. wau, wau...- yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo...
Timia nuna, timia nun - con el poder de eso, con el poder de eso
tséntsak chiri awamprurna - montándolo en sus saetitas (mágicas)
jikiaj kiamtá amájkinkiu - haciéndolo pasar mucha pena
ímianainki anámprurnaa...- embriagándolas(con ayahuasca) hasta allí
náwam, náwam, amajsan(aaa...) - las voy amansando, las amanso (a las saetas mágicas)
wi, wi, wi, wi, wi...- yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo...
Winia amíkchirun(aa...) - Cuando me embriago mi ayahuasca
mayáichiri untsúrkinkiut - hago aparecer de mi amigo
natémchirna nampéarkun - la respiración(cita), la hago aparecer
Tímianuma awájtunnat - de mi amigo, con mucho poder.
tujíntrachu, tujíntrachu.- Yo nunca fallo.
Wenuchiri arárpatniun - A su boquita
atákramun, atákramun - áspera le hago tener mi saetitas,
tsétsakchincha wámprajshaaa...- también de este poder las hice
(En el salmo original siguen siete estrofas más en las que el chamán E. Tankámashi, uno
de mis mejores informantes shuar, enumera poéticamente los distintos poderes
invisibles con que cuenta para actuar: el poder del viento, de la piedra, del puma, etc. La
columna de la derecha es una traducción libre realizada con la ayuda del shuar bilingüe
Pichama Atzuchi Galo).
-V-
Principales aspectos cognitivos del chamanismo
La dimensión cognitiva del fenómeno chamánico es, sin duda, la más importante y
probablemente la única que permite ensayar una comprensión densa y global del tema.
Para acercarnos al estilo cognitivo que caracteriza el chamanismo hay que recordar que,
siguiendo a Franz Boas (BOAS, 1992:65) un cambio importante de los procesos
mentales primitivos a los que caracterizan la civilización parece consistir en la
eliminación gradual de las asociaciones emocionales, socialmente determinadas, con
impresiones sensoriales y con actividades; asociaciones emocionales que
paulatinamente son substituidas por asociaciones intelectivas y racionales. No es que,
intrínsecamente, el ser humano ordinario haya cambiado su psique desde el paleolítico
hasta la actualidad, sino que la tradición cultural en que se mueve cada individuo
determina el tipo particular de idea explicativa con que justifica el estado emocional que
le domina en cada momento, pero ello no implica que la inmensa mayoría de individuos
occidentales de hoy se esfuerce más que el cazador paleolítico para ser consciente de las
explicaciones secundarias (más profundas y amplias) que motivan sus acciones. Es una
observación corriente la de que deseamos y actuamos primero, y luego tratamos de
justificar nuestros deseos y acciones. Así por ejemplo, el ser humano tiene una gran
resistencia al cambio que se debe, en gran parte, a la fijación emocional con sus rutinas
(incluso aunque le resulten insatisfactorias). cuando se fuerza al individuo a asumir un
cambio, por el motivo que sea, habitualmente prevalece la resistencia a lo nuevo;
entonces, la diferencia estriba en que, entre los pueblos primitivos esta resistencia se
argumenta en base a elementos afectivos y emocionales, en tanto que en nuestras
sociedades la tradición nos facilita argumentos de carácter racionalista (pero ello no
implica, repito, que la mayoría de sujetos occidentales ordinarios hayan evaluado la
veracidad de tales argumentos racionales, simplemente los usan porque forman parte de
nuestro repertorio cultural). La diferencia en el modo de pensar del ser humano
primitivo con respecto al del individuo civilizado corriente, pues, parece consistir en la
simple diferencia de carácter del material tradicional con que se asocia la nueva
percepción: hay que reconocer que ni unos ni otros llevan nunca hasta el fin el intento
de explicación causal de los fenómenos, sólo lo hacen hasta que consiguen amalgamar
la nueva información que implica la existencia de un cambio con los conocimientos
previos adquiridos durante la infancia. Ello en referencia al individuo medio.
No obstante, hay que tener en cuenta que si en los quince mil últimos años ha cambiado
el repertorio cultural que unos y otros usan para justificar sus reacciones --aunque sin ir
más allá--, se debe a la acción de algunos pocos individuos que con su esfuerzo
cognitivo sí han generado formas distintas de entender el mundo. Así, conceptos de un
elevado nivel de abstracción, hoy tan habituales en el discurso explicativo de cualquier
occidental como "ideal", "armonía", "ética", "objetividad", "substancial", etc. son
producto de un simple puñado de filósofos que hace aproximadamente dos mil
cuatrocientos años se esforzaron por ir más allá en la tremenda tarea de explicarse la
causalidad y finalidad de los fenómenos que envuelven la vida humana. Así pues, de la
misma forma que los filósofos griegos pusieron las bases para una explicación
intelectiva del mundo, los chamanes pusieron las bases, y las han mantenido, para una
explicación de los fenómenos a partir de lo que he llamado asociaciones emocionales
con el imaginario humano.
Este estilo cognitivo de los chamanes suele ser interpretado como equivalente al que
observamos en nuestros niños y adolescentes, estilo cognitivo donde impera lo que en
psicología se denomina, repito, la omnipotencia del pensamiento fantasioso infantil
("eso deseo..." o "eso he visto en sueños, por tanto es parte de la realidad y como me
gusta yo lo quiero tener ahora y... ¡Lo tengo!"). Las asociaciones emocionales son el
tipo primario de engrudo que permite organizar argumentos con valor de realidad
socialmente consensuada entre los pueblos primitivos, aunque no es el único.
El primer paso que debe hacer el chamán es observar su propia imaginería mental (se
trate de sueños, visiones producidas por enteógenos, visiones agónicas) y aprender a
moverse dentro de esta realidad subjetiva. Ello lo lleva a menudo a romper con los
patrones de comportamiento y de pensamiento ordinarios en su sociedad generados por
el proceso de enculturación (el chamán suele vivir alejado del pueblo, recluido) y, en
sentido contrario, debe alimentar su propia imaginería mental como fuente de
conocimiento subjetivo y al mismo tiempo, paradójicamente para nosotros, sobre el
entorno(9). El auto abandono del sujeto a sus profundas pulsiones psíquicas es lo que a
menudo se describe como la muerte iniciática respecto del mundo físico: el chamán deja
de percibir la realidad de acuerdo a los parámetros externos definidos por su cultura,
para reconstruirla --toda o en parte-- partiendo de sus propias asociaciones emocionales
internas, que a su vez reforzarán la cosmovisión colectiva al añadirse a ella.
El pánico intenso suele acompañar esta experiencia de profunda disociación que marca
el rompimiento con los parámetros cognitivos ordinarios, y durante la cual una parte de
la mente es capaz de observar atentamente como las funciones formales del
pensamiento referidas al mundo externo son desintegradas y vueltas a recomponer de
acuerdo a nuevas asociaciones emocionales personales. Si nos acogiéramos a las
propuestas teóricas de C.G. Jung, probablemente sería correcto denominar a esta
experiencia el contacto personal del chamán con el inconsciente colectivo y sus
contenidos formales arquetípicos.
Por tanto, puede afirmarse que la principal función del brujo y del uso que hace de
substancias enteógenas es de carácter adaptógeno: el chamanismo es un mecanismo
adaptante. Ello encaja perfectamente con los hechos subjetivos y objetivos: en la
realidad cotidiana de los pueblos primitivos los recursos físicos son básicos para llevar
una vida más o menos satisfactoria (cazar, acarrear leña y agua, cultivar los huertos,
soportar las enfermedades, huir o atacar a los enemigos y demás) y las personas que por
debilidad o larga enfermedad no pueden mantener esos mínimos de rudeza física deben
buscar otros mecanismos de adaptación o morir. El chamanismo como forma de
entrenamiento y explotación de recursos cognitivos alternativos ofrece esta posibilidad.
Para actuar desde este estilo cognitivo propio de los chamanes, la realidad toma (como
mínimo) dos dimensiones: la física u ordinaria, y la dimensión mágica, onírica o
alternativa que da sentido a la primera. Es en este sentido que el estilo cognitivo
chamánico toma formas dialógicas: de conversación consigo mismo y para ello se debe
recurrir al uso de metáforas que permitan la integración del segundo elemento del
diálogo interno(11) . por este proceso, la realidad mental chamánica se convierte en
teatro de acción de las grandes metáforas que configuran el sistema de valores de su
sociedad. Las metáforas, en lugar de surgir en base a elementos abstractos (como
haríamos nosotros y entonces dejarían de ser metáforas para convertirse en teoremas),
se basan en elementos concretos e identificables del mundo físico (un árbol específico,
una piedra concreta, una fuente determinada) y de su percepción y asociaciones
emocionales nace la dimensión mágica o invisible de cada uno de los elementos: su
sentido simbólico dentro de la metáfora.
Esto nos ha de permitir reflexionar sobre el estilo cognitivo del mundo chamánico
todavía desde una nueva posición. Diríamos que el proceso chamánico para generar
conocimiento sobre la realidad actúa a partir de la identificación doble de los elementos
concretos del entorno contextual: como tales objetos físicos y como metáforas referidas
a la dimensión mágica de la realidad(13) . Así, el segundo ejemplo proveniente de los
shuar se refiere al poder de los chamanes manifestado por medio de formas metafóricas:
su dominio de los tséntsak. Como indica Carlos Junquera (ibid: 28), el chamanismo no
puede desligarse de las prácticas médicas, ya que en estos pueblos las dolencias
somáticas y psíquicas o del alma constituyen una realidad inseparable. Pero la función
chamánica no es reducible al hecho de actuar para recomponer este complejo equilibrio
que denominamos salud, sino que esta sería sólo una de las aplicaciones.
En lengua shuar tséntsak significa literalmente "saeta". Los uwishín shuar conciben sus
poderes actuando como saetas invisibles a los ojos de la gente no chamán; las pueden
mandar lejos para que se claven en el cuerpo del enemigo, en un árbol o en otro
elemento de la naturaleza, según sea su intención. Al mismo tiempo, cuando alguien les
solicita su praxis curativa la acción consiste en consumir la dosis adecuada de
ayahuasca, la famosa pócima enteógena amazónica, y bajo los efectos del embriagante
"ver" los tséntsak que el paciente tiene clavados en el cuerpo, causa de la dolencia. Una
vez identificadas la saetas maléficas, el chamán las chupa con su boca y las escupe lejos
para que se claven en algún árbol, o las manda de regreso contra el propio hechicero que
había causado el mal, disimuladas bajo un nuevo aspecto mágico, esperando que el
atacante no las identifique hasta que las saetas no se hayan clavado en su propio cuerpo.
Friedrich W. Nietzsche afirmó que el siglo XIX (el suyo, ya que murió justo en el 1900),
fue un siglo de salvación, en tanto que el siglo XX (el nuestro) sería un siglo de
curación. El repetido reduccionismo de concebir al chamán como simple sanador
esotérico, en lugar de situarlo en el centro de un determinado tipo de cosmovisión de los
diversos que ha producido la humanidad, parece dar la razón al filósofo alemán.
(1) volver Puede compararse la definición que propongo con: Ake Hultkrantz, "A
Definition of Shamanism", Temenos 9, 1973, 25-27.
(2) volver
(3) volver
(4) volver A pesar de una cierta corriente contraria a denominar "pueblos primitivos" a
las sociedades simples con un sistema de subsistencia principalmente basado en la caza,
la pesca, la recolección de nutrientes silvestres y el trabajo de pequeños huertos de rozza
--y dentro de las cuales se da el sistema chamánico--, considero que llamarlos
"primitivos" es más ecuánime que otras denominaciones propuestas (pueblos ágrafos,
pre-industrializados, en vías de desarrollo o, mucho peor aun, tercer mundo).
"Primitivo" tiene su raíz etimológica en primus, y de aquí surgió también "primero". Las
sociedades simples estaban ocupando la faz de la Tierra antes que nuestras sociedades
complejas y la industrialización ha sido una de las vías evolutivas que ha surgido de
alguno de aquellos pueblos primitivos, no de todos. Desde el punto de vista cognitivo
también puede afirmarse que se trata de estilos de pensamiento primarios los que allí
imperan, en contraste con la elevada abstracción propia del formalismo de nuestro estilo
cognitivo. En sentido contrario, denominarlos "ágrafos", "preindustrializados", "en vías
de desarrollo" o similares indica un claro etnocentrismo occidental, autosituándonos en
un nivel óptimo de evolución para llegar al cual a las demás sociedades les falta la
tradición escrita o la industrialización, y ello es falso. No hay una sola vía evolutiva
correcta y unívoca. Por todo ello, pues, el contenido que doy al concepto "primitivo" no
es el mismo que da Franz Boas en su conocido librito La mentalidad del hombre
primitivo (BOAS, 1992), pero no se opone a aquella definición sino que la
complementa.
(5) volver por esta misma ilusión intelectual fracasó la llamada Psicología Experimental
de la década de los años 1960: trataba de estudiar la inteligencia, los afectos, las
capacidades cognitivas, etc. del ser humano en abstracto, fuera de toda persona, como
entidades con existencia propia y formulable.
(6) volver Todavía no está totalmente establecida la diferencia entre un "estado mental"
y lo que es un "proceso mental", no obstante la hay, y hay investigadores puestos en
ello, por ejemplo: ANDLER, 1992:9-46.
(7) volver Los shuar son más conocidos en Occidente como "jíbaros" (término que para
ellos resulta insultante). Forman una etnia que habita el Alto Amazonas ecuatoriano.
Actualmente están constituidos por una población de entre 40.000 y 45.000 individuos.
Son la etnia más importante del gran grupo cultural y lingüístico jibaroano (formado por
shuars, achuaras y otras tres etnias muy minoritarias). Mis diversos trabajos de campo
entre los shuar, especialmente en el ámbito del chamanismo, se sitúan entre los años
1991 y 1993. De ello sacaré las ilustraciones etnográficas que figuran a lo largo del
presente texto. Para disponer de más información se puede consultar la publicación de
mi diario de campo: FERICGLA 1994, b.
(8) volver
(8B)
(9) volver Hay un esclarecedor artículo de Jorge Wagensberg sobre lo que nuestra
pedagogía occidental está empezando a denominar "conocimiento revelado" (ver en
WAGENSBERG, 1993). También es preciso mencionar un interesantísimo trabajo de
Richard Noll sobre la estructura que sigue el proceso de aprendizaje para aumentar la
imaginería mental de los chamanes (ver en NOLL, 1985).
(10) volver por ello, entre los shuar, como en muchas sociedades chamánicas, ser brujo
es ciertamente peligroso porque cuando sucede algún evento perjudicial a la comunidad
o a un individuo, de forma anormalmente repetida, de inmediato se acusa al wawékratin
de ser el causante, y si no hay una hechicero reconocido, se acusa al primer uwishín que
se halla, llegando a veces hasta el homicidio. Por ello, muchos hombres shuar han
adquirido los poderes para chamanizar pero lo niegan públicamente, y solo actúan como
tales dentro del más restringido círculo familiar.
(13) volver Creo que lo más difícil de asimilar por parte de la mente occidental no
entrenada en ello --y es donde reside la clave de bastante de lo que estoy exponiendo--,
es la idea de que el estilo cognitivo folclórico o primario está constituido en base a
identificaciones concretas de elementos de la realidad física, sin el dominio de la idea
abstracta que predomina en Occidente. En lengua shuar, por ejemplo, no existen
expresiones abstractas, tan habituales en castellano, como el verbo "castigar". En la vida
concreta no se castiga a nadie, tal abstracción no existe fuera de nuestra mente, es sólo
un verbo: lo que empíricamente sucede es que alguien pega a un niño con la correa de
papá, o se le impide que vaya a jugar con sus amiguitos cuando él más lo desea, y estas
acciones reciben un sentido de punición que abstraemos en el verbo "castigar". también
por ello, por ejemplo, se tardó tanto en incorporar la cifra cero entre los números
naturales, porque representar "nada" es una abstracción de gran sofisticación cognitiva.
En idioma shuar para decir "nadie" se indica con un "no todos": "todos" en cualquier
momento es algo concreto (los que estamos ahora aquí: contabilizables, nombrables,
señalables), pero "nadie" no existe en la realidad vivencial de una persona; como
máximo, por aproximación emocional, citaríamos el sentimiento de soledad (que, por
otro lado, se puede sufrir en medio de una multitud)
BIBLIÓGRAFA CITADA
BOAS, Franz, 1992, La mentalidad del hombre primitivo, Ed. Alma gesto, Bs. As.,
Argentina.
ELIADE, Mircea, 1976, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Fondo de
Cultura Económica, México
ELIADE, Mircea, y COULIANO, Ioan P., 1992, Diccionario de las religiones, Paidós,
Madrid.
Desde aquel entonces más relatos del uso de la muscaria fueron viendo la luz de forma
esporádica hasta principios del s. XX, cuando la Revolución Soviética corrió el primer
telón de acero sobre lo que acontecía en esas comarcas a la vez que se afanó en purgar
esa tierra de todo tipo de chamanes inconvenientes al buen avance de la Revolución.
Estos relatos informaron tanto del uso lúdico de este hongo como su empleo como
embriagante chamánico, para la realización de ceremonias de adivinación y curación, a
pesar de que por esas fechas la europeización de la península y ya estaba empezada –y
por consiguiente la aculturación de la zona y la desastrosa aparición de los alcoholes -.
Este estudio, junto con uno precedente, Rusia Mushrooms & History, llevaron a los
Wasson a sugerir la hipótesis de que el hongo se encontraba en la base del origen de las
religiones, al menos en lo que se refiere al hinduismo y también al mazdeismo, el
sistema de creencias de los persas iranios, en cuya literatura también aparece una planta
llamada haoma, de características parejas a las enumeradas en los Vedas hindúes.
Como que el mundo védico y el avéstico quedan muy lejos a la cultura occidental,
ofrecemos como botón de muestra dos referencias que sugieren que el uso de la A.
muscaria en relación con el fenómeno religioso no anda tan alejado de nuestra propia
cultura. Me refiero a la ubicación de dos frescos del arte románico (arte europeo y
cristiano para más señas), en las que se ven claramente representaciones de nuestro
hongo como el Árbol del Conocimiento, el árbol que origina el drama humano al
principio del Libro del Génesis. Estas representaciones se encuentran en Plaincourault,
en Francia, y en Vic, en Cataluña, y en ambas aparecen Adán y Eva, con la
correspondiente serpiente merodeando al derredor, junto a un árbol cuya copa y ramas
tienen la forma característica de un hongo, de color rojizo y moteado con puntos
blancos.
Para descender del mundo celestial de los dioses a un nivel más terrenal, a ras de
tierra, visitaremos ahora el mundo oculto de los gnomos, elfos y hadas madrinas, que
según antiguas tradiciones orales europeas son los pobladores más antiguos de la tierra
(y que hoy en día tienen cada vez más difícil su existencia debido al incipiente
fenómeno de la deforestación).
Es el relato de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, el libro que más
popular ha hecho esta relación simbiótica entre el mundo de los hongos y el mundo
mágico de los personajes que viven en el mundo invisible de los bosques encantados...
En uno de los pasajes de este inmortal libro, Alicia, su protagonista, ingiere pedacitos de
un hongo que lleva en su bolsillo para disminuir de tamaño e introducirse en el mundo
fantástico de unas ingeniosas criaturas con las que mantiene los diálogos más
desconcertantes de la literatura europea. Y ciertamente, uno de los efectos psíquicos de
la experiencia de la A. muscaria es la micropsia y la macropsia, o sea, el verse a sí
mismo y a los objetos que le rodean a uno disminuir o crecer de tamaño de forma
desmesurada !
Alquimia
Sea como fuere, y aunque en el 90% de las experiencias de las que tengo
conocimiento las expectativas distaron mucho de los resultados, en varias ocasiones
puntuales la intensidad de los efectos de la A. muscaria han sido tales que puede
considerarse que el hongo operó a la inversa de los otros casos frustrados. Mi propia
experiencia es que las vivencias acontecidas bajo la influencia de la A. muscaria pueden
ser de una intensidad tan grande como la proporcionada por una de las sustancias más
potentes conocidas: la 5-Meo-DMT –otro enteógeno legal, posiblemente porqué su
reducido uso no ha llamado la atención de las autoridades-.
En los casos afortunados en los que la experiencia se manifiesta, los efectos pueden
demorar hasta unas dos horas y media en presentarse, cosa que supone el primer
sobresalto a la persona acostumbrada a otros enteógenos, de efectos más inmediatos. Y
para seguir dibujando otra de tantas particularidades de este hongo, advertir que los
efectos pueden manifestarse súbitamente, pasando de un nivel de consciencia ordinario
a otro profundamente embriagado en tan sólo cinco minutos! Por si esto fuera poco los
efectos de la A. muscaria pueden constar de varias fases, a diferencia nuevamente del
resto de enteógenos. Aunque no suelen presentarse todas ellas en cada experiencia
efectiva, por orden de sucesión son: sensación de euforia, como si se hubiera tomado un
estimulante, pero decantándose el ánimo básicamente a la jovialidad y la vitalidad;
cantar, conversar o salir zumbando entre los árboles del bosque más próximo. La
segunda fase es la que es conocida por la creación del imaginario colectivo referente a
los gnomos, esas fierecillas traviesas que viniendo de los bosques penetran en las casas
para hacer de las suyas... La tercera fase corresponde a la imaginería propiamente
enteogénica, con experiencias de contenido espiritual y místico; esta tercera fase puede
ir acompañada de una intensa sensación de sueño, que no vence ni el más potente
estimulante, y que puede resultar en que la mayor parte del ‘viaje’ quede sepultado en la
memoria del psiconauta –recordando este tan sólo las primeras fases y la última al
despertar de su profundo sueño-. De todas estas observaciones, y del comportamiento
imprevisible, alocado y desconcertante del psiconauta, se sigue la necesidad de disponer
de una persona de confianza y con experiencia en caso de realizarse la experiencia, así
como recordar la frase de R.G. Wasson: ‘si no estás seguro de querer probarla, déjalo
para otra ocasión’ –siempre habrá tiempo para ello-.
El viaje con la A. muscaria puede durar de cuatro a seis horas, sin contar la fase
inicial de espera a que los efectos empiecen a manifestarse. La naturaleza de la
experiencia, comparada por ejemplo con la de los hongos psilocibínicos, es más arcaica
a la vez que imprevisible, menos cálida pero más sorprendente, menos civilizada y a la
vez que más impactante
El bokor -mago negro en el culto vodú- realiza los dibujos sagrados (vévés) en la tierra
invocando a los loas -dioses-. Mientras los tambores suenan atronadoramente alrededor
de la tumba. Por fin, el brujo pronuncia el nombre de su víctima: "Clavius Narcise", y
la tierra comienza a removerse frente la lápida. Primero asoman unos dedos de uñas
quebradas por el esfuerzo de arañar la tierra, después una mano, y por fin dos brazos
que separan la tierra para dejar paso a un cuerpo. El muerto esta saliendo de la tumba
siguiendo las mágicas órdenes del vodú. Otro infortunado ha sido víctima de la
maldición zombi, una de las prácticas más estremecedoras de los brujos haitianos.
El Vodú haitiano es uno de los mejores ejemplos de las capacidades extraordinarias que
poseen brujos, magos y hechiceros afro-americanos. Durante las ceremonias de vodú
son los tambores y cánticos rituales, el alcohol y el baile frenéticos los que propician el
estado alterado de conciencia en el que se generan todo tipo de fenómenos. Durante las
posesiones de las hounsi (ayudantes del houngan o sacerdote vodú) los espíritus son
capaces de conocer hasta los detalles más íntimos de la vida de los presentes. En otras
ocasiones, siempre durante el trance, los "cabalgados" por los loa son capaces de bailar
sobre vidrios rotos, morder brasas ardientes, etc.
Todo puede ocurrir durante un ritual vodú. Nosotros podíamos charlar tranquilamente
con Bravo, uno de los loas del cementerio, mientras el houngan al que poseía bebía ron
por la oreja y fumaba un cigarrillo por la nariz. Los esquemas occidentales sobre la
percepción de la realidad no tienen mucho sentido en el abstracto mundo vodú, al igual
que en otras manifestaciones de la religiosidad afro-americana, como la Santería, la
macumba, o el Palo Monte.
Todas esas tradiciones: Palo Mayombe, Vodú, Santería, Macumba, etc., provienen de un
mismo lugar: África, donde aún existen algunos brujos, hechiceros y médicos
tradicionales capaces de obrar extraordinarios prodigios.
Uno de los ejemplos más espectaculares es el del brujo africano Nana Owaku. La única
filmación en video de una levitación, al menos que yo conozca -y conservo en mi
archivo-, fue realizada por el productor muniqués Rolf Olse hacia 1975. Dicha
filmación, incluida en el documental Reise ins Jenseits (Viaje al Más Allá) presenta la
levitación del chamán africano Nana Owaku efectuando el "rito de la ascensión", para
invocar a los dioses del río en el Alto Volta.
Para conseguir este prodigio el chamán permanece durante varias horas aislado y "en
comunión con los espíritus de las aguas". Más tarde rompe una rama del árbol donde ha
meditado, se acerca al poblado y traza un círculo. Se prepara un circulo de fuego donde
ha indicado el brujo y, en el centro del mismo, el chamán comienza a izarse lentamente
a más de un metro de altura. Unos minutos después el brujo africano cae por tierra
extenuado...
A la par que en África, en otras culturas del planeta se han mantenido siempre esas
mismas creencias. En las selvas amazónicas, por ejemplo, existen tribus que todavía
utilizan sustancias como la ayahuasca, el yopo o el peyote, en sus rituales mágicos, en
los cuales se manifiestan las capacidades extrasensoriales del cerebro humano. Muchos
antropólogos, e investigadores como Miguel Blanco, que se sometieron al ritual del
yopo en la selva amazónica, protagonizaron experiencias de "viaje astral", sintiendo
como su mente consciente abandonaba el cuerpo físico, identificándose con un animal-
tótem.
Los sacrificios de animales durante los ritos de adivinación añadirán más emotividad y
espectacularidad a prácticas de precognición o clarividencia que, según la
parapsicología, son facultades naturales que no precisan tales apoyos para manifestarse.
Para autores como Kabire Fidaali, Lucy Mair o Ernesto de Martino (de los pocos
estudiosos de los fenómenos PSI en las culturas primitivas), la adivinación del futuros a
través de las vísceras de animales es un buen ejemplo. En este sentido Luci Mair destaca
en su obra La brujería en los pueblos primitivos actuales como algunas tribus africanas
como los zande utilizan dos animales sacrificados (pollos) en sus ritos de adivinación.
Si el oráculos no obtiene la misma respuesta en los dos casos se considera que el
resultado no es válido. Y lo sorprendente es que, según mi propia experiencia, a través
de estas técnicas algunos adivinos obtienen informaciones verdaderamente
incomprensibles.
Hugo estaba a punto de sacrificar un gallo a la Nganga (el poderoso caldero que reúne
infinidad de componentes animales, vegetales y minerales, incluyendo restos humanos
robados del cementerio, en la Regla de Palo Monte), pero afirmaba que había sido
advertido "telepáticamente" de que estaban a punto de llegar dos extranjeros para
conocerlo, por lo que había pospuesto el sacrificio y había salido de la casa para
esperarnos. Ciertamente lo encontramos fuera de su vivienda, pero dejándonos llevar
por el típico escepticismo europeo supusimos que estaba intentando "apuntarse un
punto" a favor de sus supuestas capacidades sobrenaturales.
Con toda cordialidad el palero nos invitó a su casa y, instantes después de acomodarnos,
Hugo sufrió una especie de trance y, sin previo aviso, comenzó a relatar detalles íntimos
de la vida personal de Miguel Blanco y de quién esto escribe. La primera frase que me
dirigió supuso un mazazo a mi escepticismo apriorístico, "adivinado" detalles familiares
que resultaba absolutamente imposible que pudiese conocer o deducir. Detalles que ni
siquiera conocía Miguel Blanco, compañero de viaje y amigo personal.
Hugo Rosales, al igual que otros paleros, santeros o babalaos cubanos, exterioriza el
origen de sus poderes extrasensoriales. Según explicaba a Mundo Misterioso: "Yo no
tengo ningún poder, son los orichas los que me dicen las cosas, yo solo las transmito".
La Regla de Palo Monte (o Palo Mayombe) es uno de los cultos afro-cubanos, como la
Regla de Ocha o la Santería, originados en las creencias que se trajeron los esclavos
negros de África hace 400 años, y que se entremezclaron con el cristianismo que habían
impuesto por la fuerza los colonizadores europeos. Pero de todos esos cultos quizás el
Palo Monte haya permanecido menos influenciado por el sincretismo que tanto
condicionó otros cultos como la Santería. Y tal vez por esa razón, por permanecer más
fiel al las raíces africanas, el Palo Mayombe es considerado como el eslabón más
primitivo y "salvaje" de los cultos afro-cubanos.
Rosa Sánchez llamaba nuestra atención sobre el fenómeno que viven muchos
seguidores de la santería afrocubana, quienes han acusado tanto el sincretismo religioso
que han comenzado a olvidar a Changó, o a Osún, rezando y atribuyendo los
fenómenos que protagonizan a Santa Barbara, la Caridad del Cobre, etc. Fenómenos, a
veces tan espectaculares como psicorragias y poltergeist, pero que a pesar de producirse
en un contexto mágico afrocubano, son interpretados desde una óptica católica (ángeles,
demonios, milagros) a causa del sincretismo.
Pero de todos los personajes del mundo mágico afro-cubano, el considerado más
elevado es el babalao. Los babalaos ya han trascendido la necesidad de sacrificios,
sangre y ritos oscuros en sus ceremonias. Ungidos por Orula, el oricha de la
adivinación, los babalaos utilizan diferentes sistemas mánticos para adivinar el pasado,
presente o futuro del consultante. El sistema más conocido son los famosos buzios o
caracolas, sin embargo existen otros sistemas más "sofisticados".
En 1993 yo mismo realicé el experimento y, tras quemar una tonelada de leña siete
occidentales sin ninguna preparación caminamos sobre las brasas sin quemarnos. El
secreto está en la técnica. Una técnica que en los pueblos primitivos es heredada de
padres a hijos, y de generación en generación de chamanes, para asombro y maravilla
del resto de la tribu.
Y lo mismo ocurre con otros prodigios físicos que hemos podido presenciar en África o
América.
En Haití, por ejemplo, las hounsi poseídas por los loas pueden llegar a masticar vidrio,
morder carbones encendidos, o revolcarse por las llamas sin llegar a dañarse. En todos
los casos la mente manifiesta un absoluto control sobre el cuerpo.
Este antropólogo saltó a la fama mundial al escribir un libro en el que relataba sus
experiencias con un viejo brujo yaqui; Don Juan Matus, quién inició a Castaneda en la
tradición de la brujería tolteca. Sin embargo otros brujos y chamanes mexicanos
reprochan a Castaneda lo que ha descrito en sus libros, acusándolo de trabajar con "las
fuerzas oscuras de la naturaleza". Castaneda ha protagonizado todo tipo de
experiencias paranormales (incluyendo, según nos confesó, un avistamiento OVNI en
compañía de Don Juan) pero sus vivencias van mucho más allá de los fenómenos
enumerados en los tratados de parapsicología más modernos. Se trata, de ser ciertos sus
relatos, de exploraciones en mundos y realidades paralelas a la nuestra que escapan a la
comprensión de la parapsicología científica. Sin embargo las experiencias de otros
brujos mexicanos si pueden sea abordadas desde un punto de vista parapsicológico.
Don Félix Morales Ceballos, por ejemplo, es uno de los chamanes mexicanos más
conocidos dentro y fuera de su país. Nacido hace más de medio siglo en el humilde
barrio de Santa Anita, en la localidad de Cuernavaca, fue educado en el seno de una
sencilla familia de probres recursos económicos. Desde niño manifestaba una gran
energía, siendo un joven inquieto y travieso. Y fue precisamente durante una de sus
correrías infantiles como descubrió sus poderes paranormales. Un amigo se lesionó
seriamente y Don Félix se colocó a su lado, invocó a Dios y curó al niño utilizando solo
su propia saliva. Desde entonces consagró su vida a la curación. Durante su entrevista
con Mundo Misterioso, Don Félix nos mostró alguna documentación referida a algunas
de sus más espectaculares curaciones, "incluso levantar a un enfermo de su silla de
ruedas".
Sin embargo, y a pesar de utilizar sus poderes psíquicos de sanación con los cientos de
enfermos que acuden a visitar su consulta en Cuernavaca, Don Félix utilizaba casi las
mismas palabras que el palero cubano o la "Madre de Santo" brasileña: "Yo no soy el
que cura, es Dios. Yo veo una gran luz blanca y entonces se que el enfermo se curará,
pero es Dios quien lo hace, no yo".
Un conocimiento universal
A pesar de estar separados por miles de kilómetros y cientos de años, en el espacio y en
el tiempo, los chamanes, brujos, hechiceros, mediums y curanderos de diferentes
culturas presentan importantes paralismos.
De la misma forma que los médiums espiritistas europeos, o los místicos cristianos,
exteriorizan el origen de los fenómenos paranormales que viven, atribuyéndolos a
entidades sobrenaturales (espíritus, Ángeles, demonios, etc.), los brujos y chamanes
atribuyen a los loas, orichas, y demás dioses de sus respectivos panteones religiosos, los
fenómenos paranormales que protagonizan en sus templos y rituales. Sin embargo tal
vez habría que buscar el origen de tales fenómenos mucho más cerca; en la misma
mente de esos insólitos personajes que viven en los límites de la realidad, y en los
sorprendentes poderes psíquicos que pueden esconder esos cerebros...
Mecanismos del Trance Chamánico
Fernando Cabieses
Fernando Cabieses
El estudio del funcionamiento del Sistema Nervioso, que hasta hace poco estaba basado
en la anatomía, en el estudio de la mielinización y en las funciones alteradas por la
excitación eléctrica o por la destrucción de determinadas zonas, se ha extendido
infinitamente con las finas técnicas neurofisiológicas, con el estudio ultramicroscópica
de las neuronas y sus dendritas, la anatomía de las sinapsis, la configuración de los
campos eléctricos evocados por diversos estímulos, las características de los cambios
lentos en los potenciales eléctricos, el mecanismo metabólico intraneuronal, el
amplísimo estudio de los transmisores químicos, la neuro-farmacología, la tomografía
por emisión de positrones (PET), etc.
Hay una serie de incógnitas que aún permanecerán mucho tiempo sobre el tapete. Sobre
ellas se emiten teorías parcialmente explicativas o se adopta un agnosticismo siempre
incómodo para el científico. ¿En qué consiste físicamente la mente? ¿Cuál es la relación
anatómica entre lo consciente y lo inconsciente? ¿En qué consisten y cuáles son los
mecanismos de los llamados "estados alterados de la conciencia"? ¿Cuáles son las bases
fisiológicas del estado alucinatorio? ¿Cuál es la base neurofisiológica y neuroanatómica
del trance?
Hay una clara falta de comunicación fluida entre lo que está archivado en el
inconsciente y lo que transcurre en el mundo consciente. Si todo lo almacenado en el
inconsciente pudiera entrar libremente y en forma desordenada a la conciencia, se
produciría un incontrolable caos informativo sin fin y sin objetivo. Resulta lógico por
eso aceptar que existe una limitación de circuitos neuronales disponibles en las vías de
acceso desde el inconsciente hacia el área consciente de nuestra mente. Tiene
preferencia la información novedosa que viene de "afuera" (sensorio). El material que
viene de "adentro" (subconsciente) tiene menos posibilidades de acceder. Las
percepciones sensoriales de la persona activa y despierta tienen prioridad y pueden
monopolizar los accesos y obstruir la llegada de las fuentes internas. Por eso, en el
sujeto despierto, el silencio, la obscuridad, la oclusión de los ojos ó el fijar la mirada en
un solo sitio facilita la afloración del inconsciente. El diván del psiquiatra, la media luz
y el entornar los párpados....el mirar el fuego, o el mar, o la bola de cristal...
El ser humano nace, como los demás organismos multicelulares, con memoria
suficiente en sus células para poder vivir y desarrollarse. Nadie le enseña cómo respirar.
Nadie le enseña cómo digerir. Nadie le enseña muchas funciones que ni las miramos
porque las consideramos "automáticas" pero que son actividades extremadamente
complejas cuyo inicio y permanencia implican una serie de sistemas de memorias sin
los cuales la vida de un recién nacido sería imposible. Además de esto, el niño trae en
sus genes muchos conocimientos acumulados por la especie durante un millón de años
de existencia. "Instinto" le dicen. El instinto es memoria. No es memoria
consciente...pero es memoria. Y muchos otros conocimientos, racionales e irracionales,
llegan por diversas vías a integrar el cuerpo de doctrina que explica el comportamiento
humano.
El ser humano es humano desde que dejó de ser antropoide. El primer hombre fue el
primer antropoide que puso una flor o un plato de comida en una tumba. Eso parece
haber sucedido hace alrededor de un millón de años. ¡Pero la historia, como la
conocemos, tiene solamente 6000 años! ¿Qué ha pasado en los 994,000 años previos?
tanto indispensable que exista una barrera, una frontera que actúe como filtro entre todo
lo que está registrado en nuestro archivo memorístico y el ámbito de lo que llamamos
nuestra conciencia. Esa barrera puede ser franqueada mediante un acto que llamamos
"rememorar" o "recordar" y es una función cuya fenomenología ha sido ya estudiada
por más de un siglo, pero cuya anatomía fisiológica es hasta ahora desconocida.
Sería complicar demasiado esta nota tratar de explicar aquí los diversos mecanismos
neurológicos que ya han sido identificados en la función de la memoria. Diversas zonas
del lóbulo temporal, los ganglios básales, el área límbica, la corteza frontal y algunos
núcleos (rafe) del tronco encefálico. Pero esos descubrimientos que son un gran avance
que satisface por la dirección que los estudios van tomando, complementados por el
hecho que cada grupo neuronal funciona con lenguajes químicos (transmisores)
diferentes, no podría respaldar la protesta de algún neurofisiólogo que nos diga que sí
sabemos cómo funciona la memoria consciente y la rememoración.
En la estructura inmaterial del pensamiento, todo ser humano es copia del otro, sea cual
sea su cultura: La mente consciente y la mente inconsciente ¿son dos almas como dicen
los pensadores primitivos de las llamadas culturas primigenias? ¿Cómo pueden haberle
robado el alma a ese hombre que está conversando con nosotros? Es un arquetipo que
hace eclosión en muchas culturas. En la visión primitiva, el ser humano no solamente
tiene un alma sino dos almas. En la versión sofisticado, es una mente consciente y una
mente inconsciente.
La mente primitiva, cuando quiere explorar el alma que comanda sus emociones y sus
recuerdos, se lanza a los espacios externos. La mente moderna mira hacia adentro.
Ambos le llaman a esto la "ampliación de la conciencia". Es una ruptura de la barrera
que separa las dos almas. No es explorar el mundo extraño, inalcanzable, insondable
que existe más allá de nuestros sentidos. Se trata, en cambio, de penetrar la barrera que
separa nuestro mundo consciente de los abismos obscuros y misteriosos del
inconsciente. De aquel ámbito donde una intensa actividad inteligente se alimenta de
raíces llenas de vida. Es una ampliación de la conciencia que se obtiene al trasponer la
barrera que la limita. Y el hecho de romper la barrera puede ser total, parcial, virtual o
real en lo que llamamos los "estados alterados de la conciencia": las alucinaciones, la
inspiración, el mensaje oculto, el trance...
Sin recurrir a este estado de "trance", Freud y sus seguidores diseñaron y perfeccionaron
métodos de explorar el subconsciente mediante el psicoanálisis. Es un proceso racional,
científico y de gran utilidad del que no hemos de ocuparnos ahora. Pero, antes de este
genial descubrimiento, ya el hombre primitivo había encontrado sistemas de
exploración de los abismos cerebrales a donde ha llegado, muchas veces sin darse
cuenta, en formas que requieren hablar de "espacialidad":
El "espacio" en que se desarrollan los acontecimientos que suceden durante el trance ó
el ensueño del hombre primitivo es un espacio externo, un escenario diferente a su
propia personalidad. Durante el sueño del hombre primitivo, su propio espíritu viaja
hacia otros mundos y otras épocas y visita lugares lejanos, a veces desconocidos.
Durante el "trance", todo parece desarrollarse en el espacio que rodea al sujeto. Nada es
producto de su propia imaginación. ¡Todo viene de afuera! ¡De otro espacio! ¡Sucede en
otro escenario!
Lo que ahora, por simplificación semántica, llamamos "trance" es una capacidad del ser
humano de todas las culturas y recibe nombres diferentes según las fuentes de
información y del contexto de su producción, desde el "éxtasis" de Santa Teresa hasta la
"individuación" de Jung; desde el Tao absoluto" hasta el "Satori" del Budismo Zen;
desde la "experiencia mística" de William James hasta la "intuición divina" de Blake, en
un racimo de cerca de veinte expresiones más que definen el mismo fenómeno.
Para llegar a esos espacios internos o externos, vedados al común de los mortales, para
llegar al "trance", el camino más sencillo pero más elaborado, el más racional,
podríamos decir, es la meditación profunda ayudada por algún procedimiento que
desencadene un fuerte desequilibrio orgánico. Meditación reforzada por la soledad, por
la abolición de estímulos externos, por la fijación de la mirada en un punto (bola de
cristal, fuente de luz, fuego, vísceras, etc.), por el insomnio prolongado, por la fatiga,
por el ayuno despiadado, por el frío intenso, por el calor abrumador del desierto o de la
selva, por el miedo a lo desconocido, por la obscuridad, por el silencio, por la oración,
por el auto-castigo... Estas circunstancias están en la base física de todo el misticismo y
de toda la magia de todas las épocas en todas las culturas.
Hoy ya sabemos que, en alguna forma, son los componentes químicos de una planta los
responsables del efecto que se produce sobre las funciones cerebrales. Dónde actúan y
cómo actúan para producir los resultados observados es lo que constituye la base de la
farmacodinamia.
Para esto, debemos recordar que el sistema nervioso es una complicadísima red formada
por un fabuloso número de neuronas (unos diez mil millones) que forman grupos y
combinaciones acumulando y procesando información. (Con las veintinueve letras del
alfabeto podemos hacer combinaciones y expresar todo el conocimiento humano ¿Qué
podríamos hacer con diez mil millones?). Las innumerables neuronas se comunican
entre sí no por contacto directo, tal como sucede en una red eléctrica o una computadora
sino a través de lo que se denomina "intermediarios" o "transmisores" químicos, es
decir, sustancias que, al ser producidas por los tentáculos y ramificaciones de una
neurona y sus dendritas, son detectados y captados por los "receptores especializados"
de otra neurona. Este proceso se realiza en los puntos de contacto y aproximación de las
neuronas, que se denominan "Sinapsis". Cada neurona tiene varios centenares de
sinapsis.
Al lado de esto, hoy se conocen ya cerca de treinta diferentes sustancias que actúan
como transmisores en diversas zonas y en variados circuitos del sistema nervioso y cada
año alguien descubre y agrega otra substancia más que va completando el complejo
mosaico bioquímico que quizás permita explicar la función integral de la comunicación
neurológica.
La cuestión es aún más compleja pues cada transmisor químico provoca, en la neurona
que ha de recibir el mensaje, una reacción diferente según sea la porción de la
membrana que capta el mensaje y que recibe el nombre de "receptor". Potencialmente,
cada "transmisor" puede activar varios tipos de "receptor" y es la combinación
"transmisor-receptor" la que modula las características del mensaje final.
Y aún más pues, con objeto de regular la excitación ó el mensaje recibido, es necesario
un mecanismo que se encargue de evitar que un exceso de "transmisor químico" redoble
las demandas sobre la célula receptora o las prolongue indefinidamente. Esto se lleva a
cabo mediante tres procesos independientes, paralelos, simultáneos o sucesivos:
excedente.
sin freno.
Estos hallazgos han hecho cambiar progresivamente nuestro concepto sobre cómo
funciona el cerebro que, lejos de ser concebido como un órgano único, es comprendido
ahora como una serie de órganos neurológicos especializados en diversas funciones:
cada una de las complejas funciones del sistema nervioso está encargada a una
determinada comunidad o colonia neuronal que puede o no estar agrupada en una sola
área geográfica del encéfalo o puede estar distribuida en forma difusa o desperdigada
por todo el cerebro.
En fin, todo lo dicho en estas líneas, repetimos, no es sino una hipótesis de trabajo.
Abre, desde luego, nuevos caminos en la investigación fenomenológica de la memoria,
del comportamiento consciente, de los contenidos subconscientes y de los procesos de
rememoración y ordenamiento psíquico durante los "estados alterados de la conciencia".
Queda por investigar si alguna de estas substancias psicolíticas debidamente dosificada
y adecuadamente administrada puede permitirnos estudiar mejor el proceso de
rememoración y si puede llegar a indicarnos algún camino útil en los trastornos
deficitarios de la memoria. Queda por investigar si dentro de la memoria transmitida
genéticamente hay un lugar para arquetipos más recientes que puedan explicar
comportamientos o vivencias que parecieran provenir de los genes heredados de varias
generaciones anteriores. Queda por determinar si a los archivos de la memoria pueden
ingresar eventos que no hayan sido registrados por la actividad consciente como parece
suceder con las imágenes eidéticas o con el aprendizaje durante el sueño. En fin, queda
por investigar muchos eventos psicológicos y, sobre todo, queda un colosal e
inmensurable vacío en nuestro conocimiento de la infraestructura neurológica de todo lo
que hemos revisado.
No tenemos derecho, sin embargo, a ser pesimistas. Es verdad que la forma en que todas
estas plantas actúan sobre el sistema nervioso e influencian la fisiología de la mente
humana no está aún suficientemente definida pero, como ha de comprender el lector
benévolo y buen amigo, el autor de estas líneas, que ha dedicado ya más de medio siglo
al estudio del Sistema Nervioso, no puede refrenar el deseo de plantear una hipótesis
que permita enfocar adecuadamente los fenómenos que se observan en la producción de
alucinaciones, de la llamada "ampliación de la conciencia" y de los alegados poderes de
adivinación y otras funciones parapsicológicas que se atribuyen a estas substancias
vegetales.
Se sabe en realidad mucho más de lo que aquí podríamos transcribir, pero creo que al
hacerlo tendríamos que entrar a profundas disquisiciones neuroquímicas que nos
alejarían del nivel general de este texto. Neurólogo y todo lo que usted quiera, mi
querido lector, el otro día le confesé a un colega en el hospital que cada día me siento
más perdido y más confuso y más abrumado con la gran cantidad de información que
sigue llegando desde todos los laboratorios de neuropsicología y de neurofarmacología.
Los que estamos interesados en saber cómo trabaja el cerebro para poder producir o
para ser instrumento de la mente, estamos cada día más confundidos.