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La muerte del Gral.

Sandino paso a paso


Por
Nicolás López Maltez
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua

La Estrella de Nicaragua—febrero 2005 edición 302

Al final de la Primera Parte, comentamos:

Presionados por el Gral. Somoza los 15 Oficiales de la Guardia


Nacional, por unanimidad, estuvieron de acuerdo de ejecutar al
Gral. Sandino esa misma noche del 21 de Febrero de 1934. Y
firmaron el acta que la historia ha recogido con el nombre de «La
muerte del César», acta que firmaron los 15 oficiales presentes
en la reunión, y también la firmó el Tnte. G.N. Abelardo Cuadra
que llegó un poco tarde («Eran 15 asesinos y conmigo 16»,
escribió Cuadra después); pero Somoza no firmó el acta.

«¿Quién iba a ser el ingenuo que protestara o le dijera a Somoza


que no firmaría la muerte de Sandino?», se preguntó Abelardo
Cuadra, y expresó: «¡Ahí mismo lo hubieran jodido!».

Los Oficiales G.N. que firmaron «La muerte del César», fueron:

1) Gral. Gustavo Abaúnza Torrealba (dueño del periódico El


Centroamericano, de León); 2) Cnel. Samuel Santos (abuelo del
actual Secretario de Relaciones Internacionales del FSLN del
mismo nombre); 3) Mayor Alfonso González Cervantes, 4) Captn.
Lizandro Delgadillo (que dirigió la ejecución); 5) Captn. Francisco
Mendieta, 6) Captn. Policarpo Gutiérrez (apodado «El coto
Gutiérrez», por haber perdido un brazo en la guerra contra
Sandino); 7) Capitán Carlos Tellería, 8) Capitán Diego López Róiz,
9) Tnte. Federico Davidson Blanco, 10) Tnte. José A. López, 11)
Tnte. Ernesto Díaz, 12) Tnte. César Sánchez, 13) Tnte. Abelardo
Cuadra Vega, 14) Camilo González Cervantes (amigo de juventud
de Somoza, que al firmar era empleado civil de la Guardia
Nacional); 15) Un oficial de apellido Zelaya, cuyo nombre es
ilegible en la firma y 16) Gral. Anastasio Somoza García, que
ordenó a todos firmar, aunque su firma no la estampó en el
documento.
«Se redactaron dos actas» continúa narrando Abelardo Cuadra
«la primera la redactó el Capitán Francisco Mendieta, que era
medio escritor, pero escribió todo de tal manera confusa que
parecía que la orden de asesinar a Sandino la daba el Presidente
de la República. Cuando se hizo esta observación, Somoza dijo
que había que redactarla nuevamente. La segunda acta fue
redactada por el Gral. Gustavo Abaúnza, que fue aprobada y es la
que todos firmamos».

El texto del acta es el siguiente:

Cuartel General
Guardia Nacional de Nicaragua
Managua, Nicaragua.

Los suscritos, miembros del Estado Mayor de la Guardia Nacional


y altos oficiales del mismo cuerpo. CONSIDERANDO que el país
pasa por un momento de angustia proveniente del nodesarme de
las fuerzas del General Sandino, quien se había comprometido a
efectuarlo el 17 de febrero pasado, valiéndose de subterfugios e
imposiciones que van en mengua del buen nombre del Gobierno
de la República y del Ejército que es la salvaguardia de las
instituciones patrias; CONSIDERANDO que no nos cabe el derecho
de deliberar, pero sí de robustecer la acción de aquél que
tenemos como Jefe superior a fin de que él, en sus
procedimientos, esté respaldado por la opinión unánime de los
jefes y oficiales subordinados a su comando, ACORDAMOS dar un
voto de confianza al Jefe Director de la Guardia Nacional, General
Anastasio Somoza, a fin de que sus gestiones se encaminen a
sacar avante el buen nombre de la República, de nuestro eximio
Gobernante Dr. Juan B. Sacasa y de la Guardia Nacional, único
cuerpo armado de la República, que es el sostén de las
instituciones nacionales.
Firmado de nuestra espontánea voluntad en la ciudad de
Managua, a los veintiún días del mes de febrero de mil
novecientos treinticuatro, a las siete de la noche.

Somoza García citó a estos oficiales diciéndoles: «Ustedes son los


de mi confianza», así nos lo testificó Abelardo Cuadra y continuó:

«Nos dijo que iba a llegar a las 6 de la tarde, pero llegó dos horas
después, y las palabras conque inició su interlocución fueron:
“Vengo de casa del Ministro Americano, Arthur Bliss Lane, a quien
le he consultado el problema nacional, y le he expuesto que
Sandino es un factor que interrumpe la tranquilidad nacional,
quiere dividir la República de Nicaragua en dos territorios, uno de
ellos bajo su absoluto mando; el Ministro está de acuerdo en que
eliminemos a Sandino. Por eso los he reunido a todos ustedes y
les pregunto: ¿qué dicen ustedes?”».

Abelardo afirma en su narración:

«Yo soy tan sincero, que en mi obra “Hombre del Caribe” confieso
mis crímenes: yo asesiné a un hombre; y si yo no me cubro, ¿por
qué voy a cubrir a los demás? Si yo había peleado contra Sandino
en la montaña, enfrentando mi destino a otros destinos, me
mataban o los mataba yo; pero asesinar así a Sandino, me
pareció un terrible crimen, muy deleznable y cobarde».

«Yo no estaba supuesto a estar en la reunión, pero Somoza me


mandó a llamar con el Tnte. César Sánchez: “Dice el Gral.
Somoza que te espera a las siete de la noche en su oficina”. Yo
llegué ignorante de lo que se iba a tratar, a pesar de que veía la
situación política muy tensa. Cuando llegué me encontre sólo con
Oficiales de alta categoría que hablaban de cosas muy diversas
sobre la situación, pero no se mencionaba nada sobre matar a
Sandino. Como a las ocho de la noche llegó el Gral. Anastasio
Somoza, y dijo lo que ya les narré: “Vengo de reunirme con el
Ministro Americano, Arthur Bliss Lane...”».
«Somoza propuso que Sandino fuese capturado cuando bajara de
La Loma de Tiscapa, después de su reunión con el Presidente
Sacasa; simultáneamente propuso que fuera atacada la casa de
don Sofonías Salvatierra, Ministro del Trabajo del gobierno de
Sacasa, porque ahí se hospedaban los Generales que andaban
con Sandino».
«Somoza planeó su coartada organizando un recital de la
peruana Zoila Rosa Cárdenas en uno de los salones del Campo de
Marte donde están invitados los Oficiales de la Guardia Nacional y
sus esposas. Se comisionó al Capitán Lizandro Delgadillo para
que con una patrulla de Guardias fueran los encargados de
detener el automóvil de Sandino cuando bajara de La Loma de
Tiscapa, donde estaba la Casa Presidencial. La única calle o
avenida de bajada era la que entonces se llamaba la Avenida del
Campo, que pasaba entre el Campo de Marte y el cuartel de El
Hormiguero».
«Entre El Hormiguero y la Imprenta Nacional, que ya no existe,
había un predio muy montoso y bastante alto, ahí se metió el
Capitán Delgadillo disfrazado de Cabo con ocho Guardias, a
esperar la bajada del carro de Sandino».

«Después de la reunión con los oficiales, cuando ya estaba


firmada el acta y preparado el plan para capturar a Sandino, el
general Somoza se fue a la Casa Presidencial donde participó en
la reunión donde estaba el Presidente Sacasa y el Gral. Sandino».
«A esa hora Somoza ya había dado órdenes para que se
controlaran todas las llamadas telefónicas, para que de la Loma
de Tiscapa no saliera ninguna llamada, sólo entraran llamadas,
para evitar que el Presidente diera contraórdenes a la hora de
capturar a Sandino y tratara de evitar su ejecución».

«El General Somoza se disculpó en la reunión de Casa


Presidencial, explicando que se retiraba temprano porque tenía el
compromiso del recital en el Campo Marte. Efectivamente se fue
al Campo Marte a estar en el recital, donde cientos de testigos le
verían cuando sonaran los balazos».
«El Capitán Lizandro Delgadillo, jefe de la operación de capturar y
ejecutar a Sandino, ordenó al Sargento Juan Emilio Canales, que
después fue ascendido a Capitán y más tarde a Coronel, que
cruzara el automovil Ford con placas G.N.5, bloqueando la
Avenida del Campo enfrente del lote montoso donde estaban
escondidos Delgadillo y los Guardias que emboscarían a Sandino.
El Ford G.N.5 era un carro como eran los de la época , primitivo,
sin vidrios en las ventanas y tenían un techo de lona».
«Canales puso cruzado o sea oblicuo el Ford bloqueando la
pasada de carros y quedó como un vigía para observar la bajada
de las luces de los vehículos que salieran de La Loma de
Tiscapa».
«Después de la cena, Sandino se quedó conversando con el
Presidente Sacasa, con su esposa María, los hermanos del
Presidente, Antíoco y Federico Sacasa; el padre de Sandino, don
Gregorio Sandino, don Sofonías Salvatierra, don Salvador
Calderón Ramírez, el Gral. Horacio Portocarrero, el Jefe del Estado
Mayor de Sandino, Gral. Francisco Estrada y el General Juan Pablo
Umanzor. Hablaron de formar una compañía para la explotación
de minas de oro en las cercanías de Wiwilí y el General Sandino
les enseñó muestras de oro de esos lavaderos».
Como a las diez de la noche, el General Sandino se despidió del
Presidente y los demás. Abordó el automóvil del Ministro Sofonías
Salvatierra junto con su padre don Gregorio y sus generales
Estrada y Umanzor. La otra persona en ese automóvil era el
chofer de don Sofonías cuya identidad no recuerdo».
«Conversando con el Presidente Sacasa, sobre el tema del
nombramiento del Jefe Político de Las Segovias, se quedaron el
que estaba propuesto para ese cargo, Gral. Horacio Portocarrero
y don Salvador Calderón Ramírez, asesor del Gral. Sandino».
«Cuando el Sargento Juan Emilio Canales vió las luces del
automóvil que bajaba de La Loma de Tiscapa, avisó a la patrulla
que comandaba el Capitán Lisandro Delgadillo. Mientras tanto
Canales que tenía bloqueada la calle con el Ford G.N.5, fingió que
estaba inflando una llanta del carro, pero en vez de aquellas
bombas manuales de aire que se usaban entonces, lo que tenía
era una ametralladora subThompson».
«Al llegar el carro donde viene Sandino, el chofer le pide vía al
supuesto chofer del carro cruzado que era Canales, quien
inmediatamente les apunta con la ametralladora y les grita:
“Manos arriba”. Los generales Estrada y Umanzor, que vienen
junto al chofer en el asienteo delantero, se pistolean, o sea que
sacan sus pistolas, pero Sandino les pone la mano y les dice: “Un
momento, esto es una equivocación”, y yo digo en mi
declaración: “La fortuna, mujer al fin, en ese momento le volteó
las espaldas a Sandino”».

«Entonces Sandino agregó:»

«“Yo voy a arreglar la situación”, y dirigiéndose a Canales le dice:


“Qué es lo que pasa, yo soy el General Augusto César Sandino”, y
al escuchar esto salió Delgadillo con su patrulla de Guardias
emboscados y le gritaron:»

«“Si a vos es que te queremos hijueputa, manos arriba o los


tiramos aquí mismo, entreguen las armas”. Todos fueron
desarmados».

En ese momento llegó otro automóvil que también bajaba de La


Loma de Tiscapa. Era el carro de la joven Maruca Sacasa, hija del
Presidente Sacasa, que iba a dejar a dos amigas a sus casas. Una
de estas amigas era Matilde Bonilla Solórzano, que años más
tarde contrajo matrimonio con el Dr. Luis Manuel Debayle Sacasa,
cuñado de Anastasio Somoza García. En Miami ella nos confirmó
que este episodio narrado por Abelardo Cuadra es exacto. Ella
nos dijo que vió pasar capturado a Sandino enmedio de los dos
carros y las luces le iluminaron cuando lo llevaban a El
Hormiguero y le vió la pistolera de cuero vacía, iba tranquilo y los
Guardias estaban muy nerviosos. Agregó doña Matilde que
Maruca Sacasa le reclamó a los Guardias y estos le contestaron
mal.
Este episodio lo confirma Abelardo Cuadra en la grabación que
nos hizo. Estas son sus palabras:

«En en momento de la captura viene bajando Maruca Sacasa, hija


del Presidente y pide vía, pero no le dan pasada, entonces
Maruca se baja indignada y se dirige al grupo de Guardias que
ella no conoce: “Qué pasa, qué pasa, soy la hija del Presidente de
la República”, entonces un Guardia que no supe si fue uno de los
oficiales o un raso, le contestó con una barrabasada insolente:
“Me cuelgo en la punta de las bolas a la hija del Presidente de la
República”. Esto nos da una idea del estado deprimente de las
relaciones entre Somoza y Sacasa, y la forma en que Somoza
irrespetaba al Presidente, como una vez que me dijo al pasar el
Presidente Sacasa durante un acto: “Miralo Abelardó, ese es mi
prisionero de confianza”».
«A Sandino, sus dos generales, don Sofonías y a su padre los
meten custodiados en el portón de El Hormiguero. Ahí Sandino
pregunta por orden de quién los capturan y los ultrajan».

«Se llevan a Sandino en el camión G.N.1 y el Capitán Delgadillo


se lleva al subTeniente Carlos Eddy Monterrey, que no asistió a la
reunión porque era un subteniente descolorido. Y se los llevan al
barrio Larreynaga, que estaba a las afueras de Managua, un
barrio despoblado».
«La misión de Delgadillo y su grupo era matar a Sandino; y
Policarpo “El Coto” Gutiérrez junto con Davidson Blanco, con otro
grupo, llevan la misión de atacar la casa de Sofonías Salvatierra.
Convienen los dos grupos que cuando se oigan las descargas que
matan a Sandino, disparen contra los jefes y soldados de Sandino
que están dentro de la casa de Salvatierra».
«Como yo cursé cuarto año de derecho, Somoza me nombró
Fiscal Militar para que me encargara del proceso entero de la
detención y muerte de Sandino y compañeros. Todas las
declaraciones: la del chofer, las sirvientas de la casa de Sofonías
Salvatierra, de don Gregorio Sandino, de Sofonías Salvatierra, la
de los Guardias que fusilaron a Sandino y sus generales; la de los
que atacaron la casa de Salvatierra, en fin todas, completamente
todas las declaraciones, llevan la firma de Abelardo Cuadra Vega
o sea mi firma».
«Cuando van transportando a Sandino y sus dos subalternos en el
Camión G.N.1, el Sargento Segundo Somarriba, que es uno de los
custodios de Sandino, quien va sentado con la espalda pegada a
la cabina del camión, me dijo que Sandino llevaba las manos
puestas en las rodillas y que le pareció que iba haciendo las
cruces y que iba fijando las miradas en cada uno de los Guardias,
sosteniéndolas fijamente por un momento, y me dijo Somarriba
que hasta entonces le pareció que Sandino era un hombre
especial, muy singular».
«Llegaron al lugar en el barrio Larreynaga, un lugar oscuro y
desolado, donde había un camino de carretas. Delgadillo le dice a
Sandino que se baje. Y Sandino le pregunta: “¿Es que de verdad
que me quieren matar?” Y Delgadillo le respondió: “Esa es la
orden superior que tengo”».
«Sandino era Masón Grado 33 y Delgadillo era Principe Rosacruz
18, como lo soy yo; entonces Sandino le apeló a la Masonería y
Delgadillo le dijo que no podía hacer nada; pero Sandino también
apeló ante Delgadillo recordándole Sandino que había sido su
superior en la Guerra Constitucionalista Liberal y habían
combatido juntos contra los Conservadores. Sandino reconoció a
Delgadillo, y se lo recordó, que había sido un Capitán bajo las
órdenes de Sandino en el combate de Las Mercedes en 1926. Y le
pidió que los dejara en libertad. En eso hizo mucho más énfasis
Sandino ante su ejecutor que del asunto de la Masonería.
Entonces Delgadillo le dijo:»
«“Mire General, voy a mandar un correo a ver si Somoza da la
contraorden”».
«En efecto, Delgadillo mandó a Juan Emilio Canales a decirle a
Somoza que la ejecución estaba lista y que si había nuevas
órdenes. Cuando llegó Canales al Campo de Marte donde se
desarrollaba el recital, yo estaba al lado de Somoza y el emisario
le habló al oído. El Gral. Somoza, sin un solo gesto en su rostro, y
hasta un poco sonriente para disimular ante la concurrencia, le
dijo a Canales:»
«“Decile a Delgadillo que él tiene sus órdenes, y que las cumpla o
me va a tener que responder a mi o que se aliste”. Eso yo lo
escuché personalmente en forma directa y clara. Canales se puso
pálido y se fue».
«Mientras llegaba el emisario, a Sandino y sus dos generales los
tienen rodeados y parados en el camellón del camino carretero.
Sandino pidió agua y se la negaron; después pidió permiso para ir
a orinar, y uno de los Guardias le ripostó: “¡Orínese aquí,
rejodido!”. Entonces fue el Gral. Francisco Estrada el que terció
diciéndole a Sandino: “General, no les pida nada a estos
hijueputas, deje que nos tiren”».
«Con la llamada de atención de Estrada, el Gral. Sandino
recuperó su condición de hombre de guerra, comprendió que
todo está terminado, se metió las manos en las bolsas delanteras
de su pantalón y después de unos segundos de meditación dijo
su útima frase:»

«“¡Jodido, mis líderes políticos me han embrocado!”»

«Llegó Juan Emilio Canales, le dijo al oído a Delgadillo el mensaje


de Somoza, y el Capitán Delgadillo habló con el subteniente
Carlos Eddy Monterrey y le dió estas instrucciones:»
«Mirá: vos te vas a volar a Sandino. Yo voy a estar allá, y señaló
un punto un tanto retirado, cuando yo dispare mi pistola, vos
disparás y das la orden de disparar al pelotón. Delgadillo no
quería ver cuando mataban a Sandino por un asunto de la
Masonería y porque había sido su jefe en la Guerra
Constitucionalista Liberal de 1926».
«Sandino se sentó en el camellón de tierra que forman las ruedas
de las carretas, y acto seguido también se sentaron Estrada y
Umanzor».
«Monterrey sacó su pistola y se paró como a metro y medio de
Sandino, le apuntó a la cabeza y esperó el disparo conque
Delgadillo daba la orden de la ejecución».
«Monterrey de dijo a los Guardias: “Cuando yo dispare, ustedes
también disparan”. Monterrey estuvo atento al disparo de
Delgadillo y cuando sonó el balazo, Monterrey disparó su pistola y
atravezó la cabeza de Sandino de la sien izquierda a la sien
derecha, casi simultáneamente dispararon todos los Guardias del
pelotón, mataron a Estrada, a Umanzor, y al General Sandino. Y
se terminó todo aquello».
«En el otro escenario, cuando el Capitán Policarpo “El Coto”
Gutiérrez y Davidson Blanco escucharon las descargas conque
mataban a Sandino, atacaron de inmediato la casa de Sofonías
Salvatierra».
«Sócrates Sandino, hermano de padre del General, se defendió a
lo macho, muy valiente, como todo un hombre. Estaba leyendo
en la casa, cuando escuchó los primeros disparos y comenzó a
disparar. Reisparos y comenzó a disparar. Resistió el ataque
desde una ventana con su revolver y logró herir a un Guardia,
pero los atacantes eran muy numerosos y lo balacearon, fue a
morir a la cocina sobre un cajoncito donde quedó doblado. Santos
López logró saltar una tapia y recibió un balazo de refilón en una
nalga. Más tarde le llevaron a Somoza la ametralladora de Santos
López que había dejado en Teustepe, Boaco y le informaron que
llevaba la herida engusanada».
«Sócrates hirió a un Guardia que apodaban “Cususa”, el balazo le
entró entre “cuero y carne” en el brazo que sostenía el rifle. Fue
el único herido de la Guardia».

«Los cadáveres del Gral. Sandino y compañeros fueron subidos al


camión que los había traído, pero Delgadillo tenía sus órdenes, y
esta es la primera vez que lo digo, Somoza no se iba a quedar
conforme conque le dijeran “Ya los matamos y los enterramos”,
sino que Somoza quería ver el cadaver de Sandino, y lo vió».

«En el mismo camión G.N.1 subieron el cadaver de Sandino y


compañeros y fueron llevados a un lugar apartado del Campo de
Marte, donde el Gral. Somoza constató que el Gral. Sandino
estaba muerto, después fueron subidos de vuelta al mismo
camión, pasaron llevando los cadáveres de Sócrates y de un
muchachito, hijo de la empleada doméstica, que murió de un
balazo en la cabeza. A todos se los llevaron a los terrenos del
Aeropuerto Xolotlán, cerca del entonces Hospicio Zacarías
Guerra, donde Delgadillo tenía órdenes de enterrarlos».

El dato de que el Gral. Somoza García quizo comprobar


personalmente que el Gral. Sandino estaba muerto, y por tanto
ver su cadáver, es un dato nuevo, sumamente interesante e
importante.
Concordamos con Abelardo Cuadra en que Somoza no se iba a
conformar conque el Capitán Delgadillo le informara: «Ya
matamos a Sandino y ya lo enterramos». Somoza estaba
consciente que la consolidación de su poder dependía de
asesinar a Sandino y además asumir la responsabilidad del
crimen, como en efecto la asumió, no ante el pueblo
nicaragüense, sino ante el poderío norteamericano que
posteriormente casi inmediatamente después le consolidó y le
transmitió todo el poder sobre la Guardia Nacional y sobre
Nicaragua. Con el asesinato del Gral. Sandino, quedaban
vengados los soldados norteamericanos que murieron en
Nicaragua luchando contra Sandino y su Ejército Defensor de la
Soberanía Nacional durante casi seis años, sin que los militares
interventores con toda su fuerza aérea y toda su maquinaria de
guerra lograran derrotarle.
Debe evaluarse que todo el trabajo del Cnel. Henry Lewis Stimson
ejecutado con su autoridad sobre el Presidente Adolfo Díaz y
sobre el Gral. José María Moncada, gracias al pacto de El Espino
Negro, fue abortado y frustrado por el Gral. Sandino que no
solamente se negó a entregar sus armas, sino que declaró la
guerra a Estados Unidos, representados por los Infantes de
Marina que ocupaban Nicaragua. Seguramente que Stimson
nunca olvidaría a Sandino ni le perdonaría.

Después de este comentario, continuemos con el testimonio del


exTnte. G.N. Abelardo Cuadra Vega:
«Yo estaba a cargo de las comunicaciones de esa misión y
permanecí al lado de Somoza, quien me tenía mucha confianza y
me quería como a un hijo, entonces yo le pedí que me trasladara
a constatar los entierros, en mi calidad de Fiscal Militar de las
Investigaciones sobre la captura y muerte de Sandino y
compañeros; además había tenido un altercado con el Capitán
Tellería; y Somoza me concedió el traslado y me mandó al
aeropuerto».
«Cuando yo llegué al aeropuerto ya estaban ahí todos los
cadáveres, el de Sócrates, el del muchachito, de Umanzor, de
Estrada y de Sandino».
«Al primero que me acerco es al cadaver de Sandino. Tiene la
camisola y el pantalón por la portañuela y sus genitales
inflamados. Me entra la sospecha de que lo han golpeado y llamo
a los Guardias encargados de los cuerpos y les reclamo el haber
ultrajado el cadaver del Gral. Sandino, y uno de ellos me
explicó:»
« “Vea Teniente, cuando él murió, nosotros lo cogimos de las
manos y los pies, lo balanceamos y lo “hamaqueamos” para
subirlo al camión, y como el camión es de estacas, y el cuerpo
cayó una de las estacas y le golpeó los testículos, por eso se le
ven inflamados”. Efectivamente yo miré una gota de semen en la
punta del glande, y una mosca le entraba y le salía por la boca
que la tenía abierta».
«Observé el cuerpo del Gral. Sandino, bien formado, pequeño,
simétrico, sus espaldas bien proporcionadas, fibroso. Vi el
cadaver del Gral. Juan Pablo Umanzor, le había entrado un
“chorro” de balas al nivel de la oreja que lo atravezaron y le
quedó un hueco del tamaño de un vaso, y el Gral. Francisco
Estrada tenía diversos balazos en el cuerpo. Los Guardias le
quitaron sus anillos, que eran baratos, de esos que venden en el
mercado. El Sargento Segundo Somarriba le quitó al cadaver de
Sandino un anillo de brillantes, y le quitaron su reloj, que lo cogió
otro Guardia. Todo lo vendieron como ‘souvenires’, y el reloj lo
compré yo, y a mi me lo quitó mi exesposa que vive en
California».
«Años después de la muerte de Sandino y compañeros, cuando
me encontraba preso después que Somoza me había condenado
a muerte un Sargento de la Guardia que no me quiso dar su
nombre, me dijo: “Teniente, usted no se acuerda de mi, pero yo lo
conozco a usted muy bien. Cuando nos quisieron bajar el sueldo
en la Guardia Nacional, yo era raso y usted fue el único que
defendió a los Guardias”. Después platicando y platicando
llegamos al tema del asesinato de Sandino y le dije que yo sabía
adónde estaba enterrado, y le conté sobre los entierros en el
aeropuerto Xolotlán; pero el me sorprendió diciéndome:»
« “Ahí los tuvieron, pero después los sacaron y los fueron a
enterrar a la finca Santa Feliciana, detrás de la casa hacienda,
cerca de Tiscapa. Se lo digo porque yo fui uno de los Guardias
que abrió la tumba en el monte de la finca. Esa acción la dirigió el
Capitán José Somoza, hijo del General, y decía que era para que
la gente no hiciera romería a curiosear adónde estaba enterrado
Sandino”».
«Ese Sargento me pareció sincero, y talvez por eso es que no
encontramos los restos de Sandino cuando los buscamos en los
terrenos del aeropuerto Xolotlán, donde yo creía estaba seguro
del lugar del entierro, pero si los sacaron y los trasladaron a
Santa Feliciana, pues ya no se sabe en qué lugar de la hacienda
quedaron los restos del General Augusto César Sandino...»

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