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LA FELICIDAD---¿DÓNDE

ENCONTRARLA?

Texto de Introducción:

Dice el profeta Isaías (35:10): “Y los redimidos de


Jehová...tendrán gozo y alegría y huirán la tristeza y el
gemido”. Estas son palabras que Dios dirige a su pueblo amado
Israel, y por extensión, a todos los hijos de Abraham adoptivos. Si
bien es verdad que éstas son palabras proféticas aún incumplidas,
no obstante, éstas también tienen un cumplimiento presente.

Conceptos Erróneos de la Felicidad:

Los hombres de hoy buscan la felicidad para sus vidas. Creen que
las cosas materiales los harán dichosos y felices, pero
desgraciadamente éstas no resultan en una fórmula exacta para
hallar la felicidad verdadera. Ya Jesús lo había advertido dos
milenios atrás al decir: “Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Millones
de hombres se han dedicado a obtener dinero y más dinero, el cual
se traduce en poder y reconocimiento del mundo. Pero aún los
poderosos de la tierra no son felices realmente si no tienen a Dios
en sus corazones. Han probado de todo: mujeres, drogas, lujos,
viajes, adulación, poder, soberbia, etc., pero no han conseguido la
felicidad duradera. Estos hombres no saben que en la
ABUNDANCIA de los bienes NO está la felicidad. Cuando
multimillonarios pierden su fortuna, muchos optan por el suicidio
pues ya no encuentran sentido en sus vidas. ¡Triste final!

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Otro grupo de gente, sin ser millonario, tampoco encuentra la
felicidad porque vive frustrado y amargado por no poder alcanzar
lo que otros si alcanzaron. Éste vive compitiendo, ambicionando,
envidiando, codiciando, y mil cosas más. Y otro grupo, sin tener
ambiciones materiales, vive amargado porque carga un tremendo
peso de pecado y de maldad que los atormenta día y noche. En
realidad todos los que están sin Dios viven amargados porque
tienen un vacío profundo en sus almas. Aquí aparece el Décimo
Mandamiento de la Ley de Dios: “No codiciarás la casa de tu
prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa
alguna de tu prójimo.” (Éxodo 20:17).

Muertos en Vida:

El cuerpo necesita alimento sólido o material, pero nuestro


“hombre interior” requiere de un alimento apropiado para él,
vale decir, espiritual. Es por eso que millones de hombres, que
viven sin Dios, o alejados de él, tienen una desnutrición interior
que los va consumiendo hasta a muerte. Jesús llamó a este tipo de
gente como: “muertos vivientes”. Aparentemente tienen alegría
y gozo, pero como dice Job: “¿No sabes esto, que así fue
siempre, desde que fue puesto el hombre sobre la tierra,
que la alegría de los malos es breve, y el gozo del impío
por un momento?” (Job 20:4,5).

En una ocasión Jesús le dijo a un hombre que le siguiera, a lo cual


éste le replicó que le permitiera primero enterrar a su difunto
padre. Entonces Jesús le volvió a decir: “Deja que los muertos
entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el evangelio
del reino de Dios” (Lucas 9:59,60). Sí, “muertos que entierran a
sus muertos” son las mayorías de los que viven sin seguir a Jesús. Y
cuando Adán y Eva vivieron separados de la gracia Divina, Dios los
condenó a una “muerte en vida”, es decir, estaban vivos, pero

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muertos para Dios. “...porque el día que de él comiereis,
ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Sí, la primera pareja del
Edén se convirtió en difunta viviente en lo espiritual, aunque
murieron en lo físico muchos siglos más. Recuerde que Adán
vivió---¡9 siglos! (Génesis 5:5).

Judas Iscariote: El Suicida que vivió Atormentado:

Judas Iscariote es un claro ejemplo de un hombre que se aparta de


Dios para seguir su camino de egoísmo y de avaricia. Él había
disfrutado de la preferencia de Jesucristo al nombrarlo su apóstol.
Había sido testigo de las grandes maravillas que salían de los labios
de Jesús, y de sus extraordinarios milagros a favor de los
desposeídos y desventurados. Seguramente su vida estaba plena en
Jesucristo hasta que se desvió y retrocedió en su camino de
salvación y esperanza. Había dejado los intereses mundanos, pero
el diablo lo tentó a volver al camino del “EGO” (del “YO”) y del
egoísmo mundano. Poco a poco fue cayendo hasta que se desplomó
en el pecado de la traición. Atormentado por su mal proceder,
decidió poner fin a su vida colgándose de un árbol seco.

La Palabra de Dios Vivifica:

Ya lo dijo Cristo también hace dos mil años: “No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la
boca de Dios.” (Lucas 4:4). Además Jesús dijo: “Las palabras
que yo os hablo son espíritu y son vida.” (Juan 6:63). Si los
hombres de mundo se dieran cuenta del valor de las palabras de
Dios, no se encontrarían como muertos en vida. Y es que las
Palabras de Dios, como dijo Jesús, significan espíritu y vida.
Además, San Pedro dijo: “Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes
palabras de vida eterna.” (Juan 6:68). Pues bien, aquí está la
fórmula para “revivir” a los “muertos vivientes”, espiritualmente
hablando. Las Palabras de Dios, expresadas por Jesús, dan vida
a los hombres que viven como muertos. Éstos renacen por la

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Palabra de Dios para una vida feliz y de gozo. Dice San Pedro:
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de
incorrupción, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23).

El Gozo de los Redimidos:

Muy pocos han prestado atención a la conversión del eunuco


etíope, y del carcelero de Filipos. ¿Dónde hallaron ellos la
felicidad? Vamos a ver sus historias en el libro de los Hechos de los
Apóstoles. En Hechos 8, Felipe, un evangelista de Cristo, se
encuentra con el eunuco etíope que estaba leyendo en libro del
profeta Isaías. Felipe luego le pregunta: “¿Entiendes lo que
lees?” (v.30) y el eunuco le dijo que no pues no tenía quién se lo
explicase. Y Felipe le explicó el pasaje, y le presentó a Jesucristo y
su evangelio (v. 35). El siguiente paso es que el eunuco etíope pide
ser bautizado (v.36), y Felipe le dice que si él cree de todo corazón
en Jesucristo como el Hijo de Dios, bien puede ser bautizado
(v.37). Y fue bautizado por Felipe (v.38). Luego el eunuco salió del
agua del bautismo con mucho gozo o alegría (v.39). Aquí
vemos cómo Felipe convirtió a un africano que estaba leyendo el
Antiguo Testamento en Jerusalén. Este eunuco de Etiopía se fue
feliz porque recibió la Palabra de Dios y la creyó de todo corazón
para su salvación. Por vez primera este hombre encontró el gozo
duradero en su corazón. Sus pecados fueron borrados, y por fin
encontró alivio para su existencia.

El segundo caso lo tenemos en la historia del carcelero de


Filipos (Hechos 16).Cuando Pablo y Silas estuvieron encarcelados
en Filipos (v.19-24), Dios los sacó milagrosamente de la cárcel con
un gran terremoto (v.26). Asustado el carcelero, y temiendo el
castigo de sus superiores, quiso quitarse la vida (v.27). Pero Pablo y
Silas se lo impidieron (v.28). Seguidamente el carcelero les
pregunta: “Señores, ¿Qué debo hacer para ser
salvo?”(v.30), y le responden: “Cree en el Señor Jesucristo,

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y serás salvo, tú y tu casa.” (v.31). Finalmente el carcelero
creyó en Jesucristo, y procedió a bautizarse con toda su familia
(v.32). Luego se nos relata que el carcelero “SE REGOCIJÓ con
toda su casa de haber creído a Dios.” (v.34).

Como vemos, estos dos ejemplos ilustran el hecho que el gozo viene
cuando uno se ha entregado a Jesucristo para servirle.
Probablemente antes este carcelero era un hombre duro y
amargado como su cargo le exigía serlo, pero en su conversión el
pudo sentir que su vida tenía sentido, y que no tenía que asesinarse
o suicidarse para escapar de sus temores. Es claro que una vida
apartada de Dios conduce a la tristeza, a la frustración, y hasta a la
autoeliminación. Todos aquellos que quieren vivir sin Dios y sin
leyes, pagarán un precio muy caro; pero serán muy dichosos
aquellos que confían en Dios. Dice el Salmo 34:8: “Gustad, y
ved que es bueno Jehová; DICHOSO el hombre que
confía en él”.

Lamentablemente, millones de hombres no han descubierto la


verdadera felicidad, porque no han leído las Santas Escrituras. El
creyente es un hombre alegre pues vive rectamente y tiene
esperanza para su vida futura. Dice Proverbios 10:28: “La
esperanza de los justos es ALEGRÍA; mas la esperanza
de los impíos perecerá.” Por su parte, el apóstol Pablo dice algo
muy interesante: “Tampoco queremos, hermanos, que
ignoréis...para que no os entristezcáis como los otros
que no tienen esperanza.” (1 Tesalonicenses 4:13). ¿Qué está
diciendo San Pablo? Él dice que los que no tienen esperanza no
tienen alegría---¡están TRISTES!. Sí, la alegría sólo puede venir
de Dios, pues él da a sus hijos obedientes esperanza para sus vidas.
Su Espíritu Santo produce abundancia de gozo y alegría (Hechos
14:15-17). Recordemos que Dios da Su Espíritu a sus hijos
únicamente (Romanos 8:14,15), y sabemos por la Escritura que
uno de los frutos del Espíritu es el GOZO (Gálatas 5:22). No se
puede ser realmente feliz sin el Espíritu de Dios en uno. Este es

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otro secreto revelado en la Biblia que millones de hombres
desconocen. Y Pablo les dice a los creyentes de Roma, lo siguiente:
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el
creer, para que abundéis en esperanza por el poder del
Espíritu Santo” (Romanos 15:13). Estas palabras son muy
importantes y esclarecedoras. Dios puede llenarnos de paz y gozo
cuando recibimos sus promesas que dan esperanza a los creyentes
sinceros. Es decir, los hombres de fe tienen gozo y esperanza que
vienen como un regalo del Espíritu de Dios. Si no existiese la fe, la
esperanza, y el amor, el hombre estaría en un abismo sin fin.

Ahora los creyentes tienen esperanza en este mundo de tinieblas


espirituales. Saben que sus vidas tienen un propósito delineado por
el mismo Dios y Padre. Saben para qué han nacido en este mundo;
y que no es el azar, ni la evolución lo que los puso en este planeta,
sino Dios.

Para Mayor Información Escribir a:

Ing°. Mario A Olcese


e-mail: olcesemario@latinmail.com ó
molceses@otmail.com

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