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EVANGELIO DE CRISTO
HA SIDO MUTILADO!
Una Crasa Ignorancia:
Un Evangelio Mutilado:
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Otro grupo de cristianos, un poco más entendido, sostiene que el
evangelio está definido claramente en 1 Corintios 15:1-6, donde San
Pablo dice: “Además os declaro, hermanos, el evangelio
que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual
también perseveráis... porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día según las
Escrituras ; y que apareció a Cefas, y después a los doce.
Después apareció a quinientos hermanos... después
apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al
último de todos, como a un abortivo, me apareció a mi”.
El Evangelio Completo:
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diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se
ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio”.
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En primer término, debemos de definir lo que quiere decir
“evangelio”. Esta palabra viene del Griego “evangelon” que
quiere decir: “Buenas Nuevas” o “Buenas Noticias”. De modo
que Cristo fue el Portador de buenas noticias para un mundo sin
esperanza y sin rumbo. Él predicó las buenas noticias del reino de
Dios y también su muerte y resurrección al tercer día para nuestra
redención, para hacer posible nuestra herencia de dicho reino.
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Sí, el reino de Yahweh (Jehová) será restaurado nuevamente en
Israel a través de un descendiente de David, el rey (Hechos 1:6).
¿Quién podría ser ese personaje? La respuesta está en Mateo 1:1
que dice: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de
David, hijo de Abraham”. Aquí tenemos un hecho irrefutable, y
es que Jesucristo desciende de un rey famosísimo de Israel. En
buena cuenta, Jesús es de “sangre azul” y con el derecho legítimo
de tomar nuevamente el territorio israelita, y el trono de su
ancestro David. En efecto, en Lucas 1:31-33 leemos: “Y ahora
concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo
del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin”. Esto es clarísimo. Cristo reinará en el
trono de su padre en la carne, David. Su territorio y sus súbditos
serán Israel y los israelitas. Recuerde que Dios le cambió a Jacob
de nombre. Ese nuevo nombre fue: Israel. Entonces Cristo reinará
sobre la casa de Israel, y Jerusalén será la ciudad capital del reino
de Cristo o también llamado: El Reino de Dios (Jeremías 3:17;
Mateo 5:33-35). Los discípulos de Cristo sabían que su Maestro era
aquel que restauraría el reino caído o suspendido del rey David. En
Hechos 1:6 los discípulos le preguntaron a Jesús si ya era
inminente la restauración del reino de Dios en Israel, a lo cual
Jesús sólo se limitó a decirles que únicamente Dios sabía la fecha
de esa crucial restauración del reino de David en Israel.
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Iglesia” y “20 Preguntas y Respuestas sobre el Reino de
Dios”). Al contrario, en muchos pasajes de la vida de Jesús
encontramos a nuestro amado Señor prometiendo la tierra y su
reino a sus seguidores (Mateo 5:3,5). Además, será en la segunda
venida de Cristo cuando la iglesia heredará las promesas del reino,
y no--- como creen muchos---en la hora de nuestra muerte.
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nos dice que Dios destruirá a aquellos que están destruyendo Su
tierra o planeta. Para Dios, el planeta tierra es sagrado, y este es
un motivo por el cual castigará a los que lo están destruyendo con
su seudo ciencia. Si Dios va a castigar a los que destruyen su
planeta tierra: ¿Cómo va a ser posible que Él Mismo lo destruya sin
razón aparente? Quienes verdaderamente serán destruidos serán
los perversos, los incorregibles, los rebeldes, los ateos, los que no se
arrepintieron cuando hubo tiempo para hacerlo.
Aun las iglesias evangélicas han olvidado este evangelio del reino, y
lo han cambiado por un reino en el corazón de los creyentes,
dándole así un significado etéreo o alegórico. Pero los verdaderos
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cristianos de hoy saben que los primeros cristianos, de los tres
primeros siglos de la Era Cristiana, creyeron en un reino en la
tierra liderado por Jesucristo desde la ciudad amada de Jerusalén.
Basta leer los escritos de Papías, San Justino Mártir, San Ireneo,
San Policarpo, y otros cristianos de los primeros siglos, para
descubrir lo que creyeron sobre la vida futura. En ninguno de ellos
se encuentra alguna creencia de una partida al cielo para estar con
Dios a través de sus supuestas almas inmortales. Al contrario,
Justino Mártir, en su “Diálogo con el Judío Trypo” ataca a los
que, llamándose cristianos, enseñaban que el alma inmortal partía
al cielo después de la muerte.
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Ing°. Mario A Olcese
e-mail: olcesemario@latinmail.com ó
molceses@hotmail.com