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‘CREE EN EL SEÑOR JESUCRISTO’---

¿QUÉ
SIGNIFICA REALMENTE? (Juan 3:36)

Por Mario A Olcese

El carcelero de Filipos y su conversión

El Apóstol Pablo y Silas estando en prisión tuvieron una liberación milagrosa


que sirvió de ocasión para la salvación del carcelero de la ciudad de Filipos que
vigilaba la prisión. Tenemos su historia registrada en el libro de los Hechos.
Dice así: “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y
los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal
manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron
todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero,
y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar,
pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo:
No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se
precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y
sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron:
Cr ee en el Señor Jesucri sto , y serás salvo, tú y tu casa. Y le
hablaron la pala br a del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en
seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la
mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:25-34).

Examinando esta historia de la conversión del carcelero de Filipos, se destaca la


pregunta crucial que el carcelero que vigilaba la prisión hizo a los reclusos
Pablo y Silas: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Esto me hace pensar que Pablo
y Silas estuvieron predicando en la misma prisión sobre la necesidad de la
salvación de los pecadores, de lo contrario, ¿cómo explicar la importante
pregunta de todos los tiempos formulada por el carcelero?¿O es que tal vez el
carcelero ya sabía algo del mensaje apostólico por boca de otros conversos? No
lo sabemos, pero todo parece indicar que este hombre ya había oído algo sobre
la necesidad de ser salvo del castigo divino. Pero lo interesante es que Pablo y
Silas le dijeron simplemente: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu
casa”. ¿Qué podría significar creer en el Señor Jesucristo para Pablo, Silas y aún
más, para el carcelero de Filipos?¿Sería simplemente por creer en que Jesús es el
Hijo de Dios? Si es así, nos preguntamos: ¿Acaso no creen igualmente los
demonios que Cristo es el Hijo de Dios?¿Serán salvos acaso los demonios por
esa convicción? (Santiago 2:19).

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La Palabra del Señor es el Evangelio del Mensajero

Jesucristo es el último y gran Mensajero de Dios que vino a traer el evangelio a


los hombres. Dice Pablo así: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,
y por quien asimismo hizo el universo”. Aquí Pablo nos dice que Jesucristo es
el vocero del Padre en estos “postreros días”. Esto coincide perfectamente con
lo dicho por Pablo en Hechos: “Dios envió mensaje a los hijos de Israel,
anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de
todos” (Hechos 10:36). Debemos entender que Jesucristo es el Mensajero o
vocero de Dios para estos postreros tiempos, y que el Padre espera que nosotros
creamos en el mensajero y en Su mensaje para alcanzar la salvación. Dice Pablo:
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
(Rom. 1:16).

Creer en Cristo tiene que ver con el creer (o recibir) Su Palabra (o


mensaje)

En Juan 3:36 Jesús dice así: “El que cree en el Hijo tiene vida eter na ; pero
el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre
él”. Pero en Juan 5:24 Jesús dice lo siguiente: “De cierto, de cierto os digo: El
que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eter na ; y no
vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Notemos la frase
“tiene vida eterna” de los dos textos citados. En Juan 3:36 Jesús dice que el
que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero en Juan 5:24 Jesús dice que el que
tiene vida eterna es el que “OYE SU PALABRA”. Entonces es claro que
CREER EN CRISTO= OIR (CREER) SU PALABRA. En Juan 6:68,69 Pedro le dijo
a Jesús: “¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos
creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. En
resumen, la vida eterna se gana oyendo la Palabra de Cristo. Pero, ¿sólo
oyendo? ¡No! En Juan 8:51 Jesús dirá que es necesario GUARDAR o RETENER
en uno su Palabra cuando dice: “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda
mi palabra, nunca verá muerte”. En Juan 14:23 añade: “El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada
con él”. En Juan 12:48 Jesús asocia el rechazo a su persona con el rechazo a su
Palabra o mensaje, cuando dice: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras,
tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día
postrero”. En otra ocasión Jesús asocia el recibir su palabra con el recibirle o
creerle a él y a Su Padre: “Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos
las recibier on , y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han
cr eído que tú me enviaste” (Juan 17:8). Ver también Juan 1:12 donde se habla
de recibir a Cristo como sinónimo de creer en él: “Mas a todos los que le
recibier on , a los que cr een en su nombre, les dio potestad de ser hechos

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hijos de Dios”. En Juan 8:30 se lee, además: “Ha blando él estas cosas (la
Palabra de Dios), muc hos cr ey er on en él”. Observen que los que
creyeron en Jesús, primero tuvieron que oírle hablar la palabra o mensaje que
portaba. En Juan 15:3-7 Jesús asocia el permanecer en él con el permanecer en
su Palabra o mensaje divino: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os
he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece
en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho”. Acá es más claro aún que no se puede permanecer en Cristo sin
permanecer en su palabra, que es la palabra del Padre, Su doctrina y evangelio
completos. En Marcos 1:14, 15 leemos que Jesús predicaba el evangelio
diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el evangelio”. Notemos que acá Jesús no pide que
creyeran en él de manera tácita, sino más bien en el evangelio que estaba anunciando.
¿Es que acaso no es necesario creer en él? ¡Claro que es necesario! pero creer en el
Evangelio es creer también en él, porque el evangelio habla o trata de él. De modo que
bien podemos decir que creer en Cristo es creer en su mensaje o evangelio.

La Palabra del Reino

La parábola del sembrador ilustra la necesidad de creer y retener la palabra del


Señor para ser salvo. Dice Lucas 8: 4-15: “Juntándose una gran multitud, y los
que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: El sembrador salió a
sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue
hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y
nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los
espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en
buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas,
decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y sus discípulos le
preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y él dijo: A vosotros os es
dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas,
para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Esta es, pues, la parábola: La
semilla es la palabra de Dios (la cual es la pa la bra de l Reino ,
según Mateo 13:19). Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el
diablo y quita de su corazón la palabra (del Reino , según Mateo 13:19),
para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído,
reciben la palabra (del Reino , según Mateo 13:19) con gozo; pero éstos no
tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La
que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por
los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que
cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la

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palabra (del Reino , según Mateo 13:19) oída, y dan fruto con
perseverancia”.

En esta Parábola del Sembrador el Señor Jesucristo da suprema importancia a la


palabra sembrada, la cual tiene que ver con el Reino de Dios (el evangelio). De
modo que la creencia en Cristo para ser salvo equivale a creer en la palabra
que él sembró, que es la palabra del Reino. No se puede ser salvo en completa
ignorancia del verdadero evangelio que él vino a proclamar desde el comienzo
hasta el final de su ministerio en la tierra. Su insistencia fue constante en la
creencia y la RETENCIÓN de SU PALABRA, que era la Palabra de Dios, la
Palabra salvadora, la Palabra de vida, la Palabra del Reino. En la gran y final
comisión para sus discípulos, Jesús les dijo: “Id por todo el mundo y predicad
el evangelio a toda criatura. El que creyere (en el evangelio) y fuere bautizado,
será salvo; mas el que no creyere (en el evangelio), será condenado” (Marcos
16:15,16). Pero es muy lamentable que millones de predicadores estén
anunciando todo menos lo relacionado con el Reino de Cristo en la tierra. Este
mensaje es tildado de Judío y carnal, y es considerado como obsoleto y
abrogado por millones de Católicos y Protestantes por igual. El mensaje o
palabra salvadora ha sido distorsionada nada menos que por Satanás, el
enemigo de Dios y del mensaje (evangelio o palabra) salvador. Pablo es
enfático al decirnos: “En los cuales el dios de este siglo ce gó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Cor. 4:4).

Recibir la Palabra, ¿Qué Más Abarca?

En Hechos 8:5-14 leemos: “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes
anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria,
les predicaba a Cristo… Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el
evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y
mujeres… Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria
había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan…”. Aquí
vemos que recibir la Palabra equivale a creer en el nombre de Jesucristo y en su
evangelio del Reino. Un ejemplo del binomio “recibir-creer” lo encontramos en
estas palabras de Jesús: “porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos
las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que
tú me enviaste” (Juan 17:8). Si alguno dice creer en Cristo, entonces deberá
recibir su Palabra, o lo que es lo mismo decir, deberá creer en la palabra o
mensaje del evangelio del Reino. Las Parábolas del Reino tienen esa finalidad, y
en especial, la del sembrador.

Jesucristo como la Verdad

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). ¿Qué significa
que Cristo sea la verdad? Jesús responde: “Santifícalos en tu verdad; tu

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palabra es verdad”. Jesús es la verdad porque su palabra es la verdad. También
él dijo: “Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la
verdad, la cual he oído de Dios…”(Juan 8:40). Aceptar a Cristo es aceptar la
verdad que él oyó de Dios, y aceptar la verdad es aceptar la Palabra de Dios.
Jesús es la Palabra de Dios encarnada (Juan 1:14). En Juan 1:17 leemos: “…la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Es decir, Jesús es la
verdad, porque por medio de él vino la verdad al mundo. El era el portador de
la verdad, que es la palabra de Dios o el evangelio o mensaje para los hombres.
Pablo dice: “para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gál.
2:5). Esto se asemeja a lo dicho por Jesús en Juan 15:3-7: Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros. Acá está muy claro que “la verdad del
evangelio” y “las palabras de Cristo” son equivalentes. En Efesios 1:13
Pablo dice: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa”. Acá nuevamente se percibe la asociación entre
la palabra o evangelio salvador oído con la creencia en Cristo. Creer en Cristo es
creer en la palabra de verdad que es el evangelio de nuestra salvación. En 2 Tes.
2:12 Pablo dice que aquellos que no creen en la verdad, o en el evangelio de
Cristo, no se salvarán: “a fin de que sean condenados todos los que no creyeron
a la verdad (que representó Cristo y su palabra o mensaje), sino que se
complacieron en la injusticia”. En cambio, los que vienen al conocimiento de la
verdad serán salvos: “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad (del evangelio o mensaje)” (1 Tim.
2:4). Realmente uno se purifica cuando obedecemos a la verdad. “Habiendo
purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad (de Cristo y su
palabra)” (1 Pedro 1:22). Y para Juan su gozo fue grande al oír que los creyentes
andaban firmes en la verdad, es decir, en Cristo y en su palabra: “No tengo yo
mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Juan 4).

Regresando al Carcelero de Filipos

El carcelero de Filipos, era hombre que estuvo conciente de su necesidad de


salvación. Su enfermedad espiritual dio como resultado una “receta” o
“pócima” divina, y que consistía en aceptar o “creer” en Cristo para ser curado
completamente. Pero el carcelero debía de entender las bondades del remedio
llamado “Jesucristo” y para eso Pablo y Silas le hablaron LA PALABRA DEL
SEÑOR: “Y le ha blar on la pala br a del Señor a él y a todos los que
estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les
lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos”. Es decir, para
que el carcelero pudiese creer en el Señor Jesucristo, él tenía primero que
conocer LA PALABRA DEL SEÑOR para finalmente ser bautizado para el
perdón de sus pecados, y junto con él, su casa. El punto es que no se puede
creer a ciegas, pues se requiere tener un conocimiento fundamental de las
bondades de los componentes del remedio. Siempre buscamos saber qué es lo
que vamos a tomar para poder creer que será un remedio efectivo y no un

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paliativo. Así que creer en Cristo viene por medio de oír la Palabra del Señor ¡Este
es el punto de partida para la creencia efectiva en Jesucristo! Desgraciadamente
muchos cuando leen la historia del carcelero de Filipos se quedan en el verso 31
y no leen los siguientes versículos donde se habla de la necesidad de escuchar
LA PALABRA DEL SEÑOR para creer de verdad. Dice Romanos 10:16,17:
“Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha
cr eído a nuestro anuncio (La Palabra)? Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la pala br a de Dios ”.

Así que no se puede creer sin oír y creer en la Palabra de Dios pregonada por el
Mensajero. Es vital que primero prediquemos la Palabra para que los hombres
puedan creer en el Hijo de Dios. En Juan 17:20 Jesús ora algo muy interesante,
diciendo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
cr eer en mí por la pala br a de ellos ”. Nótese que Jesús dice que
los que creerán en él serán aquellos que creerán por la Palabra que prediquen
sus discípulos, la cual es el mismo mensaje que el Señor trajo al mundo por
encargo de Su Padre. Pablo afirmó que no había muchos evangelios o mensajes
divinos, sino sólo uno, el único predicado por Cristo (Gál. 1:6-9). De modo que
cuando escuchamos a los fieles discípulos predicando el evangelio del Reino de
Dios es como si escuchásemos al mismo Jesús predicándonos Su mensaje. El
mensajero puede no ser Cristo mismo en persona, pero sí su mensaje.

Es imposible esperar que alguien crea a ciegas en Cristo sin el conocimiento del
mensaje o Palabra de Dios. Los que dicen creer en Cristo pero no saben nada de
su mensaje o enseñanza, no pueden ser verdaderos creyentes. La creencia en
Cristo no sólo consiste en creer en que él fue un personaje real y que cambió la
historia, sino que también es necesario creer en sus palabras. Allí reside el
problema con muchos Judíos, Musulmanes, Hinduistas, ateos, etc, etc. Creen
que Cristo existió y que fue un hombre real que creo una religión, pero no
aceptan su mensaje o enseñanza como si viniese de Dios mismo. Creen que lo
dicho por Jesús es simplemente ilusiones de un orate, sin poder entender que
“agradó a Dios salvar a los creyentes por la locur a de la predicación (de la
Palabra)… y para los gentiles locur a ” (1 Cor. 1:21,23).

Resumen

1. Creer en Cristo es creer a Cristo: en su mensaje (la Palabra) y en su


nombre.
2. La vida eterna se gana creyendo en Cristo, que es lo mismo que creer en
su Palabra o mensaje divino.
3. Permanecer en Cristo es permanecer en su Palabra.
4. La semilla que crece en un buen terreno es la Palabra del Reino.
5. Recibir la Palabra es creer en el evangelio del Reino y en el nombre de
Jesús.

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6. Cristo es la verdad porque es el portador de la Palabra de verdad del
Padre.
7. La gracia como la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
8. La Palabra de verdad es el evangelio de la salvación.
9. Obedecer la verdad purifica nuestras almas.
10. La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios.
11. Somos salvos por la “locura” de la predicación.
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