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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
20.000 millones entre 1990 y 1996 1 (cuadro 1). La dinámica de ingreso de los
capitales externos sugiere la existencia de dos fases diferenciadas. En la primera, que
se prolonga hasta 1994, el motor principal de la IED está en el proceso de
privatizaciones de empresas de servicios públicos; en la segunda, en cambio, la
industria manufacturera se convierte también en un centro de atracción de
inversiones 2 .
1
. El Ministerio de Economía ha publicado recientemente (diciembre de 1996) nuevas estimaciones de la IED
para el período 1992-95. En éstas se introducen un conjunto de correcciones metodológicas que subsanan en
gran medida los problemas de medición que presentaban las cifras anteriores elaboradas y publicadas por el
Banco Central hasta 1994. Estas se basaban sobre una hipótesis desactualizada de stock de capital y no
captaban nuevos inversores en los sectores productivos, por lo que tendían a subestimar principalmente los
flujos canalizados a la industria manufacturera. A su vez, sobreestimaba la participación de la IED en
privatizaciones al incluir los aportes realizados en divisas por los socios locales (repatriación de capitales).
Cabe señalar, entonces, que las estimaciones actualmente disponibles para antes y después de 1992 no son
estrictamente comparables. En este trabajo, la serie 1990-96 se presenta al solo efecto de referir órdenes de
magnitud generales.
2
. Las nuevas estimaciones oficiales no incluyen IED en el sector agropecuario ni en la propiedad inmueble.
Las estimaciones de la IED en privatizaciones y en el sector financiero incluyen al universo de empresas. En
cambio, las estimaciones para el resto de los sectores privados están basadas en las empresas de capital
extranjero integrantes de las 2.000 empresas de mayor facturación en el país. Los datos consignados
corresponden a las 256 firmas de este grupo y no se considera ningún factor de ampliación de esta muestra al
universo. Algunas pruebas de sensibilidad efectuadas sugieren que la subestimación incurrida en este caso
sobre los datos agregados es relativamente pequeña (Ministerio de Economía, 1996). Por su parte, debe
aclararse que el rubro Privatizaciones incluye solamente la IED registrada en la operación de “cambio de
manos”. Las inversiones posteriores se contabilizan dentro del resto de la IED.
3
. Puede estimarse que alrededor entre el 70% y el 85% de la IED ingresada desde 1990 hasta 1993 se
destinó a la compra de activos públicos y a posteriores inversiones en dichas áreas.
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creciendo alrededor de 65% entre 1992 y 1995 y alcanzando cerca de los U$S 25.000
millones al finalizar este último año. La adquisición de activos existentes, tanto
públicos como privados, es el principal factor explicativo de este cambio de posición del
capital externo. Los “cambios de manos” explican el 53.3% del total de los flujos de
IED registrada hasta el tercer trimestre de 1996 (cuadro 3). Es interesante observar
que en el caso del sector privado esta tendencia es particularmente marcada desde
1994, acrecentándose después de las turbulencias financieras derivadas del “efecto
tequila”.
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. Se declaró optativa la inscripción en el Registro de Inversiones Extranjeras. La inscripción proporcionaba la
base para el cálculo de la remisión autorizada de utilidades y para el cumplimiento de los plazos y condiciones
establecidos para repatriar capitales. Esta medida pierde relevancia al establecerse libertad plena en el
mercado cambiario a principios de 1990.
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. En noviembre de 1991 se firma el Decreto 2428 por el cual la Argentina adhiere al Convenio Constitutivo del
Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones del Banco Mundial.
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De acuerdo con el desagregado sectorial de las estimaciones oficiales, las tres ramas
mencionadas han concentrado el 92.8% de la IED dirigida a la industria entre 1992 y
1995. Predomina claramente el sector de Alimentos, bebidas y tabaco (45.1%),
seguido de las industrias químicas y petroquímicas (33.2%) y del complejo automotriz
(14.5%) (cuadro 4). Se verá más adelante que. a diferencia de las décadas anteriores,
las inversiones en el sector de alimentos y bebidas están en general dirigidas al
mercado interno y las del sector automotriz contemplan un componente exportador
significativo, si bien casi exclusivamente volcado sobre el mercado regional 6 .
En el sector de alimentos y bebidas, los flujos más importantes de la nueva IED se han
concentrado en las líneas de mayor dinamismo de mercado en el período reciente -
productos diferenciados de consumo masivo (branded products), lácteos y cerveza y
los emprendimientos están encabezados en su mayoría por empresas “recién
llegadas”. En el sector de químicos y petroquímicos aparecen dos procesos bien
diferenciados: de un lado, la IED en productos de limpieza y tocador (nuevamente,
productos diferenciados) y, del otro, la IED por privatizaciones en los polos
petroquímicos. En el complejo automotriz, la mayor proporción de IED se da hacia el
sector de terminales y montadoras, pero es también muy significativo el flujo en el
sector autopartista, dentro de un proceso general de intensa reestructuración sectorial.
En ambos casos, la presencia de newcomers es importante. Cabe señalar además que
en los sectores de alimentos, bebidas y automotriz se han radicado proyectos
greenfield de magnitudes importantes.
6
. Cabe aclarar que, en la medida que las estimaciones en la Industria manufacturera resultan de considerar
las 189 empresas industriales con participación de capital extranjero pertenecientes al panel de las 2.000
empresas de mayor valor de producción en la Argentina (sin aplicárseles ningún factor de ampliación), puede
haber un sesgo estadístico a favor de las ramas en las que predominan empresas grandes.
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El excelente desempeño del consumo interno en los primeros años ‘90 explica tanto el
interés de las ET por instalarse en Argentina en el marco de su estrategia de expansión
y competencia internacional, como el aumento de la valorización de las empresas
locales, principal factor de la decisión de venta por parte de sus antiguos propietarios.
La oferta para la venta de algunas empresas bien posicionadas en el mercado local (lo
que constituye una singular ventaja de localización) parece obedecer a su
inexperiencia o incapacidad para actuar en contextos de economía abierta y fuerte
internacionalización y al deseo de sus accionistas de realizar el "efecto riqueza"
derivado de la apreciación relativa de la moneda doméstica en términos
internacionales.
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. Por otra parte, también hay evidencias de la reactivación de la IED en los sectores de servicios privados no
financieros y de la llegada de nuevos inversores sin historia previa en el país. Aquellos emprendimientos de
mayor impacto parecen concentrarse en tres rubros: TV por cable, comercio (supermercados y shoppings) y
hotelería. En todos estos casos, la inversión es protagonizada por grandes cadenas internacionales. En el
primer rubro, el acceso se ha dado a través de la compra de paquetes accionarios en un sector que ya había
alcanzado un fuerte desarrollo local y este hecho se vincula con una acelerada reestructuración que va de la
mano de fuertes cambios tecnológicos en los servicios de transmisión de datos e información. En los otros dos
rubros, en general, la inversión ha sido del tipo greenfield y está relacionada con el proceso de fuerte
concentración que se está desarrollando en el comercio minorista.
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La principal novedad es que desde 1992 varias firmas extranjeras, filiales de ET y otras
de origen regional, han ingresado en el primer segmento, principalmente a través de la
adquisición de empresas nacionales que detentaban marcas reconocidas y líderes y con
sistemas de distribución muy desarrollados. Las filiales de las ET alimenticias,
basándose principalmente en sus ventajas relativas de escala para el lanzamiento y
marketing de nuevos productos “de marca”, están en mejores condiciones que sus
pares domésticas para adecuarse a los cambios en los sistemas de distribución y
comercialización (predominio de las grandes cadenas) y en las pautas de consumo. La
nueva IED en alimentos, que encabeza el ranking de los montos canalizados hacia la
industria manufacturera y es, por lejos, la más importante entre las inversiones no
vinculadas a marcos regulatorios específicos, se asocia fundamentalmente con el
desempeño del consumo interno.
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. Una de ellas es de antigua implantación pero multiplica fuertemente su volumen de activos y negocios al
incorporar las empresas transferidas.
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Asimismo, en el marco del MERCOSUR se firmó un acuerdo especial (Protocolo 21) que
regula el comercio bilateral entre Argentina y Brasil en base a programas compensados
por empresa, establece cupos de intercambio para vehículos y autopartes y exceptúa
del pago de aranceles al intercambio realizado bajo esta modalidad. Este conjunto de
políticas ha estimulado una fuerte corriente de inversiones en el sector, protagonizadas
por firmas controladas o con participación de capitales extranjeros. No sólo las
terminales ya instaladas en el país diseñaron planes de inversión importantes, sino que
también han retornado empresas e ingresado por primera vez firmas japonesas. Este
movimiento es igualmente activo en el subsector de autopartes, en el que, si bien se
registran inversiones de ampliación de las capacidades existentes, predomina la
compra de antiguas empresas locales.
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Por otra parte, hay un efecto de composición sectorial que incrementa la ponderación
de las ventas de las filiales extranjeras. En este caso, el mayor crecimiento y
dinamismo relativo de los sectores industriales en los que se registra una más alta
participación de ET son los elementos que contribuyen al resultado verificado. Los
datos analizados hasta aquí no permiten dilucidar si hay también un efecto de mayor
productividad en las empresas extranjeras vis a vis las nacionales durante este
período, lo que podría adicionar otro factor explicativo importante. Sin embargo, de las
evidencias presentadas en la Parte II. de este documento podría inferirse una situación
de estas características.
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. El grupo de las 500 empresas industriales de mayor venta en 1995 facturó más de U$S 60.000 millones, es
decir, alrededor del 80% del PBI sectorial.
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. Este grupo de 500 incluye a las empresas manufactureras y a las de extracción y refinación de petróleo. La
empresa de mayor facturación es la petrolera YPF, privatizada a partir de 1993, cuyo monto de ventas en
1995 ascendió a U$S 4.192 millones. Si bien hay una fuerte participación de accionistas extranjeros en el
capital de YPF, no ha podido determinarse que su presencia asuma efectivamente un carácter controlante.
Por esta razón y por el hecho de que el Estado retiene aún una cierta participación accionaria, en esta
estimación se la ha considerado como una empresa nacional. Si se la considerara empresa extranjera, la
participación de empresas de IED en la facturación de las 500 más grandes en 1995 alcanzaría a más del
57%.
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. La selección de firmas no se basó en estrictos criterios estadísticos de representatividad sino en la
intención de captar los emprendimientos más significativos, respetando globalmente la distribución sectorial ya
comentada en la primera parte de este trabajo.
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cabe señalar que las evaluaciones recogen también las evidencias de 34 filiales
industriales relevadas en Chudnovsky et al (1995) y de otras 10 empresas
manufactureras brasileñas actuantes en la industria entrevistadas en el marco de una
investigación específica sobre las inversiones de origen brasileño en la Argentina 13 .
Diversos estudios de alcance sectorial han sido también fuente de información y
reflexiones (ver bibliografía).
A partir de los datos presentados en los cuadros 8 y 9 puede apreciarse el perfil de las
empresas de la muestra. De las 28, 16 son de inversores newcomer y 11 desarrollan
una planta nueva 14 . De acuerdo con la facturación realizada en 1995, más de las tres
cuartas partes se concentra en las filiales de antigua implantación. Sin embargo, el
dinamismo previsto por los newcomers proyecta su participación estimada en la
facturación de 1998 a un tercio del total. Se destaca también la importancia de la
participación de los newcomers y de los proyectos de planta nueva en el agregado de
la inversión realizada y prevista por este grupo para el período 1994-98: 53.4% y
46.4% respectivamente, valores apreciablemente más altos que los de su participación
en el total de ventas en 1995.
12
. Las respuestas a preguntas de tipo cualitativo consistieron en ordenar jerárquicamente y definir prioridades
entre opciones prederminadas para los siguientes aspectos: motivación de la inversión, estrategia de
producción, estrategia tecnológica, estrategia de inserción internacional, estrategia para el MERCOSUR,
factores exógenos de competitividad, factores microeconómicos de competitividad y comparación de la planta
en Argentina con una similar brasileña y otra “de punta” a nivel mundial. A su vez, se invitó a las firmas a
desarrollar los aspectos de estrategia de proveedores, capacitación de recursos humanos e investigación y
desarrollo. Los cuadros presentados en esta sección “miden”, por lo tanto, la opinión de las firmas y su
reacción directa frente a la consulta realizada. Cabe señalar que la información fue procesada tomando en
cuenta cuatro atributos: a) si la firma era “recién llegada o no”; b) si la inversión instalaba una planta nueva o
no; c) el país de origen de la empresa extranjera; y d) el tipo de estrategia según la tipología presentada en la
sección anterior. En el caso de la discriminación por país de origen de la firma, no se encontraron diferencias
significativas que merecieran una explicación específica y que resultaran de interés para su presentación.
13
. En el primer relevamiento citado, las empresas encuestadas representaban en 1993 el 90% de la
facturación de la industria automotriz, el 100% de equipos de telecomunicación, el 20% de papel y el 15% de
alimentos. A su vez, el conjunto de empresas brasileñas encuestadas representan el 90% de la inversión de
ese origen en la industria manufacturera argentina en el período 1991-95.
14
. De estas 11 plantas nuevas, 8 son desarrolladas por newcomers y 3 por filiales antiguamente instaladas.
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. En este caso es difícil distinguir la ventaja de internalización de la ventaja de propiedad.
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Dunning reconoce cuatro tipos principales de IED, en los que se combinan específicas
ventajas de propiedad y localización: a) IED aprovechadora de recursos (naturales o
humanos); b) IED explotadora del mercado interno (nacional o ampliado por un área
comercial preferente); c) IED “pro eficiencia”, destinada a integrar activamente
distintas filiales propias (racionalizando a nivel de productos o procesos); y d) IED
incorporadora de activos estratégicos (adquisición de firmas existentes o, más en
general, integración de capacidades tecnológicas no necesariamente corporizadas en
una empresa), destinada a incrementar las capacidades de la ET y su posicionamiento
competitivo global. Las dos primeras tenderían a explicar las formas iniciales de
radicación de IED en una economía receptora y supondrían una integración
relativamente débil de la filial en la estructura de la corporación (stand alone), acotada
a la recepción de tecnología, insumos y financiamiento.
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Tabla 1
TIPOLOGÍA DE ESTRATEGIAS
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Tabla 2
TIPOLOGÍA DE ESTRATEGIAS
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Las plantas nuevas tienden a incorporar tecnología a nivel del estado del arte
internacional en las áreas de producto y gestión y, en menor medida, también a nivel
de procesos. Es en este último aspecto donde aparecen las mayores heterogeneidades
y asimetrías, no sólo entre los proyectos de modernización y los greenfield (cuadro
13), sino también en relación a las mejores prácticas internacionales. En este sentido,
la circunstancia más reiterada en todos los proyectos observados es que la menor
escala de los emprendimientos en Argentina (generalmente, no pasan del nivel inferior
del rango óptimo) induce la adopción de un relativamente menor grado de
automatización en algunas etapas.
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Cabe señalar que en todos los casos, una vez completadas las inversiones sustantivas
de instalación, adquisición, modernización o ampliación de la planta, se prevé un flujo
permanente de inversiones destinadas a mantener el nivel operativo o a las
actividades de optimización. Según los casos y los sectores, esta corriente adicional
alcanzaría anualmente un valor de entre el 5% y el 10% de la inversión inicial, es
decir, en línea con las previsiones habituales sobre amortización o reposición del
equipamiento.
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. El impacto sobre la evolución de las capacidades fabriles y el tejido industrial local es sumamente
heterogéneo y, prima facie, incierto, toda vez que en estos casos, tiendan a predominar actividades de
ensamblaje de componentes o subconjuntos importados (Kosacoff, 1994).
17
. La activa presencia de grandes ET en diversos segmentos de alimentos industrializados lleva a que
aparezcan paulatinamente algunos flujos comerciales basados en especializaciones por filial. Sin embargo,
estas corrientes comerciales parecen fuertemente dependientes, más que nada, de los ciclos de demanda en
los respectivos mercados domésticos.
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El impacto sobre la situación de los proyectos es heterogéneo, pero en todos los casos
no despreciable. Debe decirse, en primer lugar, que los proyectos tienden a integrar un
movimiento estratégico de las corporaciones (esto parece ser también válido para las
inversiones chilenas y no necesariamente para las brasileñas) y, por lo tanto, la
recesión no induce a considerar una hipótesis de salida del negocio. Pero, sin duda,
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afecta de modo importante el cash flow previsto del proyecto. En ese sentido, es
evidente que si la situación del mercado interno hubiese sido de algún modo prevista,
los parámetros de capacidad se hubieran ajustado o, en los casos en los que la
restricción de escala es fuerte, se hubiera demorado la puesta en marcha. Esta
consideración no alcanza a los proyectos definidos sólo para la exportación, una
minoría, y presenta ciertos matices para aquellos casos en los que se da una acelerada
reestructuración intrafirma a escala regional, como ocurre en la industria automotriz.
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En ambos sectores la mayor parte de los nuevos flujos de IED están protagonizados
por filiales de antigua implantación. Sin embargo, el ingreso al polo petroquímico de
Bahía Blanca, que constituye el grueso de la IED en esta rama, se vincula con el
proceso de privatización emprendido en 1995. Ahora bien, en este sector la inversión
es predominantemente “pro mercado interno”, la vinculación con matriz es débil (stand
alone) y las ventajas de propiedad más significativas son el dominio tecnológico del
proceso productivo y la capacidad financiera. Cabe señalar que en este caso la
privatización impulsa la reconversión del sector hacia un modelo de integración vertical
intrafirma, en línea con la configuración internacional predominante en la industria
(López, 1996).
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En este marco tiende a reducirse el margen de maniobra para las empresas locales, al
mismo tiempo que la explosión del consumo interno y la constitución del MERCOSUR
refuerzan las ventajas de localización para sectores que, como éstos, gozan de una
cierta “protección natural” por la relativamente elevada relación costo de
transporte/precio del producto (cuadro 19). De ahí que parte importante de la IED
registrada es por “cambio de manos”. En este sentido, si bien se trata de inversiones
tendientes a aprovechar el mercado doméstico (a veces ampliado al MERCOSUR), la
estrategia tiene también un componente de incorporación de activos estratégicos para
la corporación y de racionalización de actividades intrafirma (esto último a escala del
MERCOSUR y en particular para el sector de electrodomésticos).
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mejor a esta situación ya que las ventajas de propiedad puestas en juego en este caso
residen fundamentalmente en el desarrollo de la tecnología de producto, la capacidad
de IyD para la diferenciación de productos y el desarrollo de mercados, la disposición
de marcas reconocidas internacionalmente y la capacidad financiera para absorber o
desplazar a los locales.
Cada uno de estos sectores abarcan múltiples lineas productivas diferentes y las ET
tienden internacionalmente a concentrarse sobre un grupo de ellas, con mayor nitidez
en su actual fase de desarrollo, lo que explica las operaciones cruzadas de ventas y
asociaciones que han proliferado últimamente. En líneas generales, las filiales
instaladas en la Argentina tienden a reproducir y especializarse en el core business de
la corporación, lo que las lleva también a desprenderse de algunos activos y a
integrarse en forma complementaria en el MERCOSUR (con matices, menos en
alimentos y más en electrodomésticos) (cuadros 21 y 22).
Cabe señalar que en el caso particular de los sectores de lácteos y cerveza aparece
una combinación de los rasgos propios de la estrategia de “productos diferenciados” y
de la estrategia de “explotación de recursos naturales”. Como en esta última, la
disposición de una ventaja natural y las inversiones tendientes a aumentar la escala de
producción son factores de competitividad significativos. Al mismo tiempo, tal como en
la otra estrategia, el desarrollo de marcas y la renovación y ampliación de la oferta de
productos (especialmente, en lácteos) son también atributos decisivos, y las
perspectivas de un mercado local (y regional) dinámico es el principal factor de
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. Por lo menos dos grandes productores internacionales de línea blanca (un norteamericano y un europeo)
que en el momento del boom de consumo habán anunciado inversiones de instalación de nuevas plantas han
desactivado esos proyectos y prosiguen con una estrategia comercial de distribuición de importaciones.
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Las filiales del sector alimenticio han aumentado la importación de productos finales,
para complementar la gama de productos ofertados o para desarrollar una nueva
marca. Tienden a priorizar el desarrollo de nuevos productos en el mercado a través de
importaciones temporarias, no necesaria ni siquiera principalmente originadas en otros
países del MERCOSUR, que luego son sustituídas por producción local. En el caso de
aquellas ET con filiales en Argentina pero no en Brasil, la nueva estrategia puede
contemplar no sólo la exportación al MERCOSUR de productos de fabricación local sino
también de importaciones desde terceros países sin elaboración posterior
(reexportaciones).
Las ET alimenticias que tienen filiales en varios de los países de la región parecen
transitar una estrategia de saturación de las distintas capacidades propias de
producción disponibles y de aprovechamiento puntual de los ciclos de demanda interna
en cada uno de ellos. En este marco, las corrientes de exportaciones e importaciones
intra-firma se ajustan a las condiciones de demanda imperantes y permiten maximizar
el aprovechamiento de la capacidad instalada sin que se prevean, al mismo tiempo,
inversiones mayores. El comercio libre de aranceles y la mayor armonización de
estándares técnicos y de normas de comercialización entre los países del MERCOSUR
ha posibilitado esta estrategia de mayor complementación. Cabe señalar, por otra
parte, que en este sector no se prevé, por lo menos a mediano plazo, un proceso
importante de relocalización de actividades o de líneas de producción entre las filiales
de una misma corporación. En este sentido, no parece haber en esta etapa una
estrategia de especialización que vaya más allá de restricciones dadas por la dotación
de materias primas.
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. Una empresas de origen chileno que ingresó al sector de cerveza comprando dos firmas locales, negoció
una licencia con la principal marca internacional (norteamericana) para fortalecer su posición competitiva en el
mercado argentino. La idea es que, dada la configuración de este mercado en Argentina, sólo puede
competirse con una marca reconocida. De hecho, la compra de las instalaciones parece haber sido en este
caso una condición para acceder a la licencia.
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Brasil, al igual que las líneas de finales de mayor escala y menor complejidad (desde
Brasil) o de mayor calidad, complejidad y sofisticación (desde Estados Unidos o
Europa). A su vez, el mercado regional sería el destino principal de las exportaciones
argentinas.
4.3. Globalización/regionalización.
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. Las expectativas para el MERCOSUR en conjunto son de un mercado de 2.5 a 3 millones de vehículos al
año. De acuerdo con los proyectos ya desarrollados o en marcha, la capacidad instalada en Argentina será
para 1998 de entre 680.000 a 800.000 unidades Con variantes entre los diversos productores instalados, la
distribución de las capacidades previstas entre las filiales de Argentina y Brasil es aproximadamente de 1 a 4.
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. Hasta el momento, la normativa sectorial en el MERCOSUR se basa en el reconocimiento y aceptación de
los respectivos regímenes nacionales de Argentina y Brasil que, más allá de algunas diferencias importantes
en el diseño, tienen una matriz común. A partir de 1999 se prevé la existencia de una normativa común, que
está en discusión, y la vigencia de un arancel externo común ya establecido en 20%. Las negociaciones entre
ambos gobiernos para armonizar la normativa sectorial ha pasado por etapas conflictivas, en particular
alrededor del problema del potencial desvío de inversiones inducido por los respectivos incentivos
establecidos y, de hecho, aún no se ha establecido un régimen único. Este conflicto puede haber influido en
alguna medida sobre los parámetros concretos de los proyectos de inversión adelantados por las ET en
ambos países. Sin embargo, en ningún momento parece haber estado en duda la decisión de localizar
instalaciones en ambos en una estrategia definida de especialización y complementación.
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Hasta 1994 el consumo interno se expandió por encima de lo esperado y, si bien las
exportaciones sectoriales crecieron a tasas históricamente muy altas, las importaciones
lo hicieron mucho más. Todas las terminales incurrieron en mora en la compensación
de divisas exigidas por el Régimen, a pesar que las condiciones y los plazos de
compensación fueron paulatinamente flexibilizados. De hecho, forzadas por la
regulación, las exportaciones se concentraron en partes y piezas, originadas
fundamentalmente en plantas relativamente “state of the art” instaladas por algunas
terminales con fines de exportación a finales de los ‘80. Las exportaciones de autos
terminados tenían una baja contribución marginal, compensada por los elevados
precios percibidos en las ventas internas En el marco de una protección especial, las
exportaciones resultaban el “precio” a pagar por las terminales instaladas para
conservar el market share doméstico.
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Es probable que dada aquella evolución económica y política, la lógica más cosmética
de la primera etapa de la reconversión automotriz no pudiera sostenerse por mucho
tiempo, pero, sin duda, la decisión de los newcomers aceleró los tiempos de todos los
participantes. A partir de ahí se confirmaron los proyectos de otra planta nueva y de
ampliación y modernización de una existente y se reformularon incluso los proyectos
de vehículos utilitarios, adaptándolos a modelos más modernos. A lo largo de 1997 y
1998 estos distintos proyectos entrarán en producción.
Las terminales admiten que, una vez desarrollados plenamente los proyectos en
marcha, habrá exceso de capacidad instalada en Argentina, aún considerando la cuota
de exportaciones previstas al mercado regional y entendiendo que no está en sus
planes generar un volumen significativo de exportaciones al resto del mundo (cuadro
21). Prevén, por lo tanto, una fuerte competencia en el mercado doméstico, en la que
parecen correr con cierta desventaja las firmas locales licenciatarias de marcas
internacionales -por su menor capacidad financiera y la no disposición de filiales
propias en Brasil-. Prevén también que seguirá siendo necesario un régimen especial
de protección común para el MERCOSUR, más allá del arancel externo ya definido. Las
razones de la sobreinversión probable, a nivel del conjunto del sector, derivan del
umbral de escala necesario para cada proyecto en la nueva estrategia y de que la
permanencia en el mercado depende del desarrollo de ese nuevo proyecto.
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4.4. Derivada.
Es interesante señalar que hay razones adicionales a las establecidas por el marco
regulatorio que inciden en la reestructuración de la industria de autopartes. La
progresiva adopción de métodos “just in time” y de eliminación de stocks en la
industria terminal opera, en cierto sentido, como una restricción técnica sobre la
disponibilidad y manejo de partes y componentes importados. Más aún, instala
requerimientos de fuerte proximidad geográfica entre los proveedores y las terminales.
En este sentido, vale destacar que la elección del lugar de localización de los dos
proyectos más importantes de los newcomers automotrices estuvo sumamente influida
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Hay tres agentes dinámicos de nueva IED en el sector. Por un lado, el segmento
autopartista vinculado patrimonialmente a las firmas terminales (principalmente, los
newcomers), del que ya dependían las plantas modernas de partes mecánicas
complejas inauguradas a principios de los años 1990. Por otro lado, fuertes
autopartistas internacionales independientes, especializados por líneas de producción,
y que han desarrollado partes y son proveedores a nivel internacional para las
terminales. Finalmente, una camada de empresas brasileñas del sector que han
ingresado a la Argentina en el marco de una definida estrategia de expansión en el
mercado regional 22 . En los dos últimos casos, la vía de ingreso predominante ha sido la
adquisición de firmas instaladas, cuyo principal activo era, a juicio de los nuevos
inversores, su posición en el mercado local.
Una característica común a estos agentes, y que los diferencia a su vez de los otros
productores instalados, es que desarrollan la producción de un producto que es nuevo
para el medio y, al mismo tiempo, apto para su exportación. Este factor hace factible
el desarrollo de una estrategia de producción local y de especialización internacional.
Por otra parte, estos agentes aparecen en mejores condiciones relativas de acompañar
la estrategia de especialización de las plantas terminales. Casi todas las firmas han
adoptado programas de especialización y complementación que, en la mayoría de los
casos, comprenden un aumento de las exportaciones y de las importaciones de
insumos hacia y desde el MERCOSUR, respectivamente (cuadros 21 y 22).
22
. En algún caso, el arribo a la Argentina de estas empresas brasileñas se vincula con su posición de
proveedor en el mercado brasileño de una terminal que instala un nuevo proyecto en Argentina. En este caso,
la terminal prefiere “importar” un proveedor confiable a desarrollar uno nuevo en el medio local.
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Por otra parte, si bien en todas las estrategias aparecen las virtudes y defectos de las
plantas ya comentados en comparación con instalaciones brasileñas o internacionales
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“de punta”, es evidente que comparan significativamente mejor las plantas integradas
en una estrategia de internacionalización activa (cuadro 24). Esta circunstancia
coincide, no casualmente, con una mayor concentración de plantas nuevas en los
sectores respectivos. Las diferencias apuntadas son importantes al momento de
evaluar algunos de los impactos de la nueva IED sobre la estructura productiva.
Ahora bien, los beneficios potenciales de una mayor integración a las redes
internacionales de comercialización se concentran en algunas líneas de producción
desarrolladas ya antes de esta etapa en esa misma dirección (commodities
agroalimentarias) y en el complejo automotriz, donde el proceso es efectivamente
novedoso. En este sentido, no hay cambios mayores en el primer sector, excepción
hecha de la búsqueda de mayor escala. En el segundo, en cambio, hay un salto
cualitativo sustancial en las capacidades instaladas locales a partir de la incorporación
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Una vez afirmado que, si bien confundida en el ambiente general de cambios, hay una
contribución específica de la IED, cabe preguntarse por los efectos que potencialmente
se derivarían de sus ventajas de propiedad. En este sentido, las mejoras más
sustantivas residen, en estricto orden, en la mayor variedad, la mejor calidad y los
menores precios de los productos ofrecidos en el mercado, incluidos los servicios
públicos. Por otra parte, no dejan de ser significativas las mejoras derivadas de la
incorporación de nuevos procesos productivos y métodos modernos de gestión, en
particular por la transferencia tecnológica implícita en la capacitación y entrenamiento
del personal involucrado. En estos últimos aspectos, parece ser decisivamente mayor
el aporte de aquellos proyectos que instalan una planta nueva.
Este punto remite a la discusión sobre si los efectos esperados son generados
espontáneamente (Dunning, 1994) o deben ser inducidos por políticas específicas (Lall,
1995). La evidencia presentada para el caso argentino muestra que, en el caso de los
mercados desafiables, la mayor exposición a la competencia promueve acciones e
inversiones “pro eficiencia” y que las filiales extranjeras tienen la capacidad para
implementarlas rápidamente. En el caso de los mercados no desafiables, en cambio,
parece necesario establecer y hacer respetar regulaciones que fuercen a las filiales a
emprender ese tipo de acciones y, fundamentalmente, a transferir sus efectos a los
usuarios o consumidores.
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UNCTAD (1996): World Investment Report. Investment, trade and international policy
arrangements, Nueva York - Ginebra.
UNCTC (1992): The determinants of foreign direct investment. A survey of the
evidence, Nueva York.
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