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CINCUENTA
M O N OS
LITERATURA
Romana
Carballar
Romano
Nielsen
Svartman
De Sabato
Mazieres
Kalish
ENTREVISTA
Rafael Spregelburd
CRÍTICA
Mattoni
Vecino
Dubatti
Vieytes
C I E N T O Año Uno / Número Dos / Diciembre de Dos Mil Siete
CINCUENTA
M O N OS ÍNDICE
Editorial 1
Kimono (Poesía)
EL BALLOTAGE
Un número dos no es una trayectoria, claro. Pero ya es una señal de continuidad.
Aunque, como reza el conocido apotegma de Fabián Casas, “Las parejas y las revistas
literarias duran casi siempre dos números”. Nosotros somos un trío de editores. De una
zafamos.
Hay honrosos números dos en la Historia y hay también números dos olvidados.
Por ejemplo, ¿quién se acuerda del 2 de la selección de Emiratos Árabes Unidos que
jugó el Mundial Italia ‘90? En cambio, el segundo libro de Juan Rulfo fue nada más ni
nada menos que Pedro Páramo. Nosotros, lejos del ignoto árabe y del genial mexicano,
nos plantamos orgullosos en este número dos que, con la disculpa de Rubén Darío, se
parece más a un cisne que el signo de interrogación.
Cambiando un poco de tema, y esperando la disculpa por el tono confesional, nos
tiene sorprendidos la buena onda de la gente. Dubatti nos mandó un artículo sobre El
Niño Argentino que se completó con las fotos inéditas que nos hizo llegar Mauricio
Kartun, estuvimos charlando como dos horas con Rafael Spregelburd y tomamos un té
riquísimo, cambiamos setecientos mil correos con la Romana, Nielsen nos prestó un
cuento de Playa quemada que ilustró con mano maestra María Laura Sánchez, Luciana
Romano nos mandó los poemas casi antes de que se los pidiésemos… Y así con todos.
Increíble. Podríamos decir que nos reconciliamos con el mundo.
En este número presentamos con orgullo a una invitada de lujo en La del mono:
Elsa Kalish, quien colaboró, además, con variados menesteres editoriales.
Ahora, después del arduo trabajo de diseño de los dos monos con fotochop, salimos
de nuevo a la cancha con menos colores, más amables con el ojo, dispuestos a pasar a la
tercera ronda. Aunque sea por penales.
• UNO •
Kimono
DOS POEMAS DE ZOOLOGÍA DEL CONEJO
Por Cecilia Romana
UNA ALFOMBRA PARA DOS ESCRITORES
«El soñar tendrá que terminar:
así lo dice la realidad, afligida».
D. J. Enright
Finalmente, no se trata de rebatir la posibilidad UNA BICICLETA PARA DOS ESCRITORES
de que el amor eche raíces a la segunda cita, sino
de un acto más ruin todavía: quemarle los gajos. «Motor cars, handle bars,
bicycles for two…».
El plan que trazamos aquella tarde -¿te olvidaste, Paul McCartney
acaso?-, me refiero a la orientación de los cuartos, la
grilla de horarios en que cada uno dispondría de
la máquina, bastó un llamado telefónico para
que se esfumara con la resolución de un conscripto. Avanzo por Rodríguez Peña con mi bolsa de libros.
El vendedor de manteles canturrea: “proteja su mesa”.
En todo caso, algo queda de aquel bosquejo: la Hace dos años, hacía lo mismo en la boca del
alfombra beige cuyos dueños se empeñan en subterráneo de Congreso. Cambió de puesto. Estrategia o
conservar como saldo en una vidriera de la calle como quiera llamársele, hace dos años, tampoco yo era
Honduras, a la vista de cualquier transeúnte, cualquiera, la misma: iba en bicicleta a visitar a mi hermano.
incluso -por qué no-, alguno de nosotros dos que Trabajaba cerca de casa. Pero ya no. Es encargado de
un día, paseándose por las inmediaciones -solo, una librería en el centro. A lo sumo, puede ofrecerme
acompañado, lo mismo da-, se repitiera: qué buen una rebaja sobre el total de la compra.
plan teníamos. Qué bien nos hubiera ido juntos.
Camino apurada. Siempre lo hago, aunque nadie
me persiga. Tarareo: motor cars, handle bars,
bicycles for two. Todavía sostengo que Paul es superior
al resto. Incluso cuando mi hermano se empeñe: “parece
un mirlo con esos gorjeos”. Es una de las pocas
conjeturas que me acompañan en el tiempo. A pesar
de las pruebas en su contra: no hay canción más
sombría que “Junk”. De la misma forma que no existe
otro escritor –no existe otro escritor sobre la tierra-, con
quien yo quiera compartir una bicicleta para dos.
Cecilia Romana
Nació en Buenos Aires en septiembre de 1975. Publicó: Flota, hangares y otros trabajos mecánicos, Ediciones del Copista, Córdoba, 2004; Duelo
–en colaboración-, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2005; Aviso de obra –en prensa en México-, VIII Premio de Poesía Iberoamericana
Sor Juana Inés de la Cruz, 2006; No lo conozcas, CONECULTA, México, 2007, Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006. Bajo su
curadoría, el sello Sigamos Enamoradas, del que es editora, publicó la antología de poesía argentina Hotel Quequén, en 2006. Sus poemas
han sido traducidos al francés en Canadá (Exit) y Bélgica (Maison de la poésie). Es secretaria de Epimelia. Revista de Estudios sobre la
Tradición, del Departamento de Filosofía de la Universidad Argentina J. F. Kennedy y participa en grupos de investigación pertenecientes
al CONICET. Colabora con varias revistas nacionales y extranjeras. Es licenciada en Artes y Ciencias del Teatro.
• DOS •
Kimono
LAS BAÑISTAS 6
Costillas de flaquitas, la flotante
1 y sus dos hermanitas (flower lady and her assistants)
Me obsesiona la sostienen a besos, falsos
la superficie, la siesta
de lengua.
de aquellas jóvenes profundas y frágiles que practicaron
el pellejo 7
de la delincuencia Resbalan ¡y se luce la superficie!
titilante, rutilante
ahora en malla, duerme y velan.
en la guerra de guerrillas de amor
se desviste
2
No pueden hacer su casa en el amar, o de la piel rosa, un traje de baño
más rosado todavía.
la nevizca, ¿la nieve?
a 34º de calor, ¿qué nieve digo?
8
es el perro frío al lado del tacho de basura
tibio por la temperatura de los rayos solares A la noche colapsarán las sombras
de la mente y las bañistas, transformadas
en el pelo
el campo blanco del balneario, ¡no la nieve! en bichos de luz
dejarán una Imagen de agua, en el silencio
3 de las enormes piletas vacías.
Hay una misa a la luz de los pajaritos, ¡no, otra vez!
sino el bello aparato que empuja al insecto
(la mariposa,
la rayita) al vello,
a la piel, ¿y las moscas?
4
Es la música del chapoteo, la superficie
del agua, la sincronía de los pies
las tres rusitas de madrigal porno
una roja, una amarilla y otra de cualquier
tonalidad
comen, se tragan y mastican
abren el tapizado del sillón
interpretan la pija-violencia
en una no-violencia, ellas tres
pieles blanquísimas, níveas
las 3 se tienen que desmayar del calor que hace.
EL BOSKE
5 El bosque es áspero, lejano
Están desmayadas con los ojos abiertos
ya no existe
rosa rosa rosa
los cazadores me espían cuando venís a traerme
un sistema hídrico rosa
tiemblan cuando me ven, me piden
de venas rosas y florestas rosadas como ríos amazonas
"señorita, señorita
deja todo color rosa: los insectarios
el lobo no está, por favor"
la lluvia, los delfines
yo recibí en mi pecho el disparo
y el arco-iris
ahora como de mi boca, el fusil
en la selva tropical rosa corona
es mis dientes.
la Nueva Brasilia Rosa.
• TRES •
Kimono
Los cachorros se mueren por dar un besito cosas en el lomo con el nombre de otro pibe.
de buenas noches, no están más
muertos en la campiña de los novios. ¡Los cuentos de hadas queman
a las pibas enamoradas!
Sonríen cuando sale
a alimentarlos, se levanta la pollera Se van solas por la orilla del encantamiento
porque hay barro y los riega con cuidado cantan cosas que hacen llorar
¡es un arco-iris de plantitas y ramos a todo el mundo maravilloso.
sonrosados! "Soy una muchacha con una remera
blanca".
Desde el aire el corazón
tiene forma de jardín Frutillitas. Hans Cristian asesinado
A la madre la llama la luna, y los hermanos por los ponies de las nenitas
pobres están perdidos en la fiesta de las luciérnagas roqueras
en el bosque vacío visten lo dejaron ceniciento
telitas tan cortas que los yuyos hecho un bollito de masa vienesa
les marcan las rodillas en el lago artificial
van solos le escribieron: "mi cristianito, los cuentos
¡qué flaquitos de fierro y melodramas! que contabas son muy feos"
pero qué lindas las flores de caramelo
donde se mueren Los besos
tienen que gritar para que los vean le quedan en los labios, hechos cerecitas
unas brujas podridas el flequillo, coraza de color negro
montadas en lobos locos una telita
que van mordiendo, hacen reflejos cuelga de la princesa mayor
de susto color acero en el cuchillo que los hiere. que lo escupe en la boca muerta.
Diego Carballar
Nació en Adrogué en 1971. Publicó las plaquetas Viaje a la pantera (Crudo Ediciones, 2005) y La chica (terrible poesía, 2006).
Algunas poesías suyas fueron publicadas en las revistas electrónicas el interpretador.net, revista-atmosfera.com.ar, y no-retornable.com.ar.
Tiene blog: punkipelus.blogspot.com
• CUATRO •
Kimono
SEIS POEMAS
Por Luciana Romano
un pájaro a cuerda
un pez a propulsión
yo con mis pies a cuestas
las violetas adornan su muerte con tinte jugoso
y perfume de pasto.
sin tinta de mariposa corrida en los labios
con una burbuja dormida entre helechos y magnolias
suspende las agujas cabellos enlazados.
el jardín percibe un cuerpo de pulpa.
paladar ocular
recordará con flores de azar como vida mariposa en la nariz.
cambió el color de sus palabras
alguna catástrofe del alma como noticia de pueblo arrasado
víctimas profundas
epicentro casi acá
con el pasado adelantado
las aguas revueltas acalladas por lluvia dentro del mar.
pastar humeando un pensamiento como me tomo un tren que no quita sus ventanillas de las vacas.
atraviesa algo más que el aire, esa masa imperfecta y volátil llamada hombre que mira y fuma.
Luciana Romano
Nace en la primavera de 1977, en la Ciudad de Buenos Aires. Inicia su tarea literaria dentro del género narrativo. Cursa la carrera de
realización cinematográfica en Lomas de Zamora; en el año 1997 gana el primer premio de guión. En 1998 funda, junto a otros artistas, el
movimiento de arte y política “etcétera…”, que tuviera como sede la imprenta que dirigía Juan Andralis y en la que publicaba la editorial
Argonauta. Allí organiza la biblioteca y crea, además, un taller literario, que con el tiempo se transformaría en tertulia de amigos.
• CINCO •
Kin
kón
LA REVANCHA
ENTREVISTA A RAFAEL SPREGELBURD
Almagrísima. Eso podría decirse de la casa de Hace poco hubo en Parque Chacabuco una reunión
Spregelburd. A la vuelta del tradicional café Las autoconvocada de gente de teatro. La idea era compartir
Violetas y cerca de las vías de tren hay una puerta que sus dudas, sus inquietudes, acerca de en qué estado está la
esconde a uno de los dramaturgos más interesantes de la producción y, por otro lado, comenzar a asumirse como los
actual escena argentina. Voy a callar la dirección exacta verdaderos productores del fenómeno teatral. Los
para evitar que las fans enfebrecidas lo acosen después de productores en el campo del teatro independiente no son
su aparición en paños menores en una escena de La “los productores”, no son las salas —que están
Estupidez. funcionando prácticamente, en la mayoría de los casos,
Cargo una docena de facturas de la panadería de como alquiler de paredes— sino los actores, dramaturgos y
Medrano, mejores y más baratas que las de Las Violetas directores. Una de las inquietudes más clara que se debatió
según recomendación del propio Spregelburd, y dos en la reunión fue justamente ésa que involucra a las salas,
grabadores: uno digital y uno analógico. Ya hice una vez ¡las nobles y gloriosas salas independientes! Es claro que
la entrevista y la tecnología me jugó una mala pasada. las salas están en una situación crítica, una situación
Esta vez voy prevenido: si los astros confabulan en mi postcromañón. Y es claro que pierden plata. O que al
contra las vicisitudes de lo digital, el viejo y mal menos no la ganan. ¿Quién financia todo esto, entonces?
ponderado cassette no va a fallarme. Espero. ¿Y tenemos números concretos como para elaborar
Me recibe con una variedad de tés exóticos como para algunas conclusiones?
volverse loco, con sus dos gatos y con la amabilidad que
acostumbra. Como siempre, tiene ganas de charlar. Es el
Una primera cuestión: las salas independientes
entrevistado ideal para el periodista primerizo que
deberían tener algo que muchas veces falta: una dirección
suscribe. Spregelburd tiene una rara cualidad que
artística. Me refiero a poder asumir su perfil, y por lo tanto,
comparte con Borges: no importa qué zanguangada le
que uno sepa más o menos a qué tipo de sala puede ir con
pregunte uno, él siempre se las arregla para contestar
qué espectáculos y con qué duración en el tiempo, y con
algo interesante.
qué relación contractual. La cantidad de teatro que se está
Le doy un sorbo al té, ataco un vigilante para empezar
produciendo hace que naturalmente las obras estén
con una venganza simbólica, charlamos de cosas que no
durando muy poco en cartel, y entonces los elencos suelen
vale la pena reproducir acá y prendo el grabador. Y
optar por ensayar menos tiempo, más rápido, para
después prendo el otro.
Presten atención… compensar en una suerte de ecuación áurea que la obra
dure menos. Esto genera muchísima ansiedad, todos los
directores tenemos esta situación de actores que están
trabajando en dos o tres obras simultáneamente porque
nadie puede naturalmente casarse con un solo proyecto en
un territorio tan confuso. Me parece muy bien por un lado
que los actores apuesten a varias cosas a la vez (ya que en
nuestro medio, los mejores actores son los que logran
trabajar más: el trabajo es nuestro entrenamiento). Pero
esta situación luego trae muchas dificultades.
La reunión del otro día fue sólo un tibio conato de
asomo a ver cómo se solucionan estos problemas que nos
• SEIS •
Kin kón
• SIETE •
Kin kón
Lázaro, el detective
venezolano de La
Paranoia muestra su
perfil de latin lover recio.
Fotografía: Pigu Gómez
o porque repitan esquemas televisivos —como se instituciones ciertos comportamientos que son muy
pretende en las acusaciones que circulan en el medio— erráticos. Eso por un lado.
o porque carezcan de contenido, etc. Pero esto del
medio y sus modas es otra cuestión; lo que sí es un Pero luego también están las soluciones
poco anómalo es que —frente a la imposibilidad de individuales. Por un lado, este año tan intenso me ha
estrenar aquí mis obras más ambiciosas (como La servido para reforzar los lazos que tengo con mis
paranoia)— las opciones que se me presentan están grupos de trabajo, con mis elencos, tratando de pensar
fuera del país. (En enero nos han ofrecido presentar la cómo generar los espectáculos que queremos ver,
obra en México, y en este momento escribo para el cómo repoblar la cartelera de los espectáculos que nos
Schauspielfrankfurt, el Teatro Nacional de Frankfurt). gustan y que nos parece que deben durar en el tiempo,
no aceptando que las salas te impongan contratos
¿Cuál es la solución si uno quiere quedarse aquí? basura de dos meses para obras que te llevaron, como
Bueno, esto creo que va muy en cada uno. Yo por un en el caso de La Paranoia, tres años de ensayo, o un
lado pienso que hay soluciones individuales y año y medio como en el caso más estándar de
soluciones sociales, grupales. En principio, el Acassuso, Lúcido o Bloqueo.
movimiento del teatro independiente empieza a
pensarse como movimiento, que es algo que no se Pero éstas son salidas o respuestas individuales. No
hace aquí desde la época de Teatro Abierto, y acepta me parece tan importante cómo cada uno
sobre todo sus diferentes estéticas —ésta sí es una individualmente asume el problema sino qué porción
diferencia fundamental respecto de otras de la experiencia de cada uno se puede volcar a una
generaciones—. experiencia más socializable, para tomar conciencia de
algo que está pasando, y poder así modificarlo.
Va a ser muy difícil lograr cambios en lo social del
teatro hasta que esto no se acepte como una especie Estamos muy acostumbrados a la inacción, a la
de colectivo, con intereses distintos, con objetivos supuesta ineficacia de la presión del trabajo sobre la
distintos, pero con problemas similares, que a lo mejor modificación del entorno. Es una sensación gene‐
se pueden solucionar exigiendo o demandando de las ralizada, creo yo, y tiene motivos que parecen
• OCHO •
Kin kón
personales, pero son más genéricos. Yo estoy un poco proyectos en Hollywood o donde fuere, para venir acá
agotado, ahora, y pesimista. Termina este año y en e instalarse dos meses en una escuelita semi‐rural con
relación al esfuerzo y al trabajo que se necesitó para una obra tan rara? Yo lo veía muy entusiasmado y
hacer teatro y los problemas que generó en particular, todo, pero naturalmente no voy a presionar para que
naturalmente veo con mejores ojos otras ofertas más esto ocurra más allá del curso natural de las cosas; yo
tentadoras y más razonables. también tengo otros proyectos que me involucran
tanto o más que ése. Me parecía que era un copado en
Una es —como te comentaba antes— trabajar en proponerme esto de la codirección de Acassuso, pero si
el exterior. Ahora estoy terminando de escribir La realmente aparece el proyecto de cine y no lo incluye a
terquedad, un espectáculo que se va a estrenar en él y cierra el tiempo y demás, también lo haremos.
Frankfurt. Dudo que acá se haga… En principio, tengo Tengo muchos proyectos abiertos y no tengo ninguna
que conseguir sala para las obras que ya tengo, antes ansiedad por presionar. Está también el proyecto de
que pensar en las que podría tener en el futuro. Y la filmar el año que viene La escala humana. Lo veníamos
sola idea me agota. Esta posibilidad de trabajar en el postergando desde hace mucho. Y también está el
extranjero, en condiciones mucho más razonables de ofrecimiento de hacer Bizarra como una telenovela de
tiempo, espacio, dinero y respeto, es para mí siempre verdad, hecha y derecha, en Canal 7. Un delirio.
muy tentadora, lo mismo que mi trabajo en España. Allí
suelo hacer talleres de formación de actores, de los
que luego surgen más proyectos. Hablando de Bizarra, ¿se puede decir que la
exuberancia es una marca de tu poética?
Pero además de la emigración encubierta, hay
otros motivos. Este año he empezado a trabajar — Efectivamente. Estoy fascinado por la idea de lo
bastante casualmente— en cine. En abril dirigí mi complejo. Ante lo simple yo suelo aburrirme mucho, así
primera película, Floresta, junto a Javier Olivera, para que es bastante lógico que mis obras sean exuberantes
Canal 7 y estamos muy contentos con este resultado en en su complejidad. Esto implica un tipo de
codirección. También estoy trabajando como actor en procedimiento de construcción de diálogo, de escenas,
La Ronda, de Inés Braun, y me han llamado al menos de situaciones… en fin, nunca sé cuánto va a durar una
para dos proyectos más en cine para el año que viene. obra pero, en general, ¡termino creyendo que escribir
Proyectos que me interesan mucho. Son roles es cortar! Suelo acumular tanto material que para mí
protagónicos y complejos. A mí me gusta mucho que escribir es sacar. Sacar para que las obras sean
me llamen para proyectos de otros, porque en general posibles.
tengo el peso de esta historia de autogeneración de
proyectos y trabajo tan exclusivamente en mis propias Yo siento que una obra tiene que ser como un
cosas que es muy difícil involucrarme en procesos a buen puñetazo. Hay que poner toda la carne al asador
largo plazo, de años de duración, de otros directores. cada vez. Y tiene que tener un montón de elementos
Pero cuando se trata del cine, donde las cosas están que construyan complejidad. Cuando se habla de lo
por su propia naturaleza, muy acotadas, es para mí un sintético como algo a ser valorado, me parece que se
enorme placer y me permite una enorme flexibilidad, equivocan varios conceptos. ¿Cuánto tiene que durar
que a veces no tengo para con mis propias obras. una obra? Una obra tiene que durar lo que sea
necesario para producir un efecto duradero,
importante, un efecto que justifique —incluso, si se
Además sigue en pie la idea de filmar Acassuso con quiere— el pago de una entrada de precio equis. Hay
Gael García Bernal, ¿o se diluyó un poco eso? determinados directores que trabajan estéticamente
sobre una idea de condensación, de brutalidad en esa
Por mí sigue en pie, pero tengo la sensación de que condensación, como suelen ser Bartís, o Federico León,
va a ser muy difícil encontrar las condiciones ideales donde no abonan tanto a la idea de complejidad sino a
para Gael de tiempo, espacio y lugar. Es una estrella la de condensación. Uno allí sí tiene la sensación
internacional, ¿por qué habría de suspender sus milagrosa de haberse tragado una píldora de
• NUEVE •
Kin kón
Gwyn no entiende nada
en Floresta. A su
izquierda, un globo con
helio que forma parte de
la explicación del plan
para engañar a la NASA.
Foto: Adrián Salgueiro.
• DIEZ •
Kin kón
determinadas posiciones que se repiten eternamente un circuito comercial donde ya no necesite investigar
sin arribar a ninguna síntesis: palabras, términos como absolutamente nada, justamente porque ya es un
“peronismo”, o “menemismo”, o “gorilismo” que no circuito comercial, ¡ya sabe agradar, ya sabe vender lo
son síntesis de nada, sino acumulación de opuestos que hay que vender!
irreconciliables, y que sin embargo están allí como
entidades, se las puede nombrar y uno cree que “son”. Yo creo que la gran riqueza técnica del teatro de
este país es que ha sido hecho por gente que deviene
Yo no creo que la realidad en la que vivimos sea en filósofos del teatro y que termina cuestionándose
sintética y es por esto que los mundos que pinto en mis no solamente sobre el teatro, que en sí mismo es una
obras coquetean con esa idea de eterno movimiento cosa pequeña y sin gran importancia, sino en su
que no arriba a una acción superadora, lo que es decir, relación con la vida política. La relación con su tiempo
moralizante. La idea de acción es, incluso en términos en este mundo. Por eso además me irrita tanto cuando
técnicos muy estrictos, moral: “Acción es todo lo que se supone que este tipo de trabajo es apolítico o frívolo
arrastra a la pieza hacia su final”. Lo cual supone que o menemista ‐que es un adjetivo que está muy de
las piezas terminan, que entonces el final será la moda y que no quiere decir nada, pero que se aplica
conclusión de una serie de eventos, que se organizan entre bandos opuestos para acusarse siempre entre sí‐;
de acuerdo al principio causa‐efecto… Yo creo que cuando yo creo que todo trabajo sistemático sobre los
ahora ‐es una verdad de Perogrullo decirlo‐ hay tantos procedimientos es necesariamente político. Uno va a
modelos narrativos (empezando por Joyce, siguiendo ver una obra mía y no sabe realmente por dónde lo voy
por Beckett, y llegando a nuestro milenio), pero sobre a atacar esta vez. ¿Es un problema? A mí me encantaría
todo tomando modelos narrativos apropiados al cine. que a eso se le diera el mérito que tiene, que no es
Vos ves la última película de David Lynch y decís “¿Qué para nada desdeñable. Yo este año he podido estrenar
es lo que la hace tan fascinante? No puedo dejar de cinco obras y las cinco obras parecen escritas por cinco
mirar y al mismo tiempo no entiendo hacia dónde va”. personas diferentes (o por un solo psicópata). Pero,
No va en una única dirección. Y está sustentada en un ¿por qué? Porque yo creo en muchas cosas a la vez. No
principio fundamental de la creación: su fuerza quiero poner todo en una sola obra coherente. Estaría
ausente, vacante. Es una perogrullada decir que el pareciéndome mucho a mí mismo y esto para mí es
mundo es más lyncheano que aristotélico, pero si es así muy sospechoso. Hay que dar rienda suelta a las
y uno cree realmente en esto, me parece que es hora incertidumbres. A mí me interesa crecer técnicamente
de tratar de esbozar una técnica que se aleje (pero no y esto necesita expandir los límites y forzar la
por ser sólo provocativa o modernosa) de ciertos flexibilidad del propio campo asociativo. Y de las
paradigmas que son frases hechas. “El público sólo propias afirmaciones categóricas. Si para esto uno
aguanta una hora porque más no se puede necesita cinco obras diferentes y cada una de ellas con
concentrar”. Bueno, a lo mejor no tenés que estar su propia complejidad, bueno, hagámoslo. Es una
concentrado para ver una obra de teatro. ¿Quién dijo forma de tomarme en serio mi trabajo.
que hay que estar concentrado? Además, ese mismo
público ve El señor de los anillos, que dura tres horas y
pico, y nunca mira el reloj, no se le hace larga. Claro, Acá puedo traer a colación una frase tuya que cita Luis
me dirás, una es una cosa más frívola, con imágenes Cano: “Como no puedo hacer una obra, hago siete”,
que cambian todo el tiempo. Bueno, pero ¿cómo por la Heptalogía.
podemos aprender de eso el procedimiento y no su
liviandad de fuerza, su frivolidad fácil? Yo creo que son Esto es, a veces, hasta una estrategia de factibilidad. Si
momentos donde —si el teatro independiente no se yo quiero hacer una obra chiquita, con unos actores
constituye como ese espacio de cuestionamiento de muy buenitos, y consigo una salita, y me piden una
todos estos paradigmas que vienen dados— va a carpetita… “Mirá”, me van a decir, “tenemos cosas más
desaparecer como fenómeno importante, se va a interesantes”. En cambio, si les llevo siete obras, una
transformar en un teatro amateur, como pasa en otros cada día de la semana, que tienen intertextualidad y
países, de gente que se está formando hasta entrar en donde en realidad todo es un quilombo muy poco
• ONCE •
Kin kón
Spregelburd con Emilia
Balcarce, durante la sesión
de fotos de La Ronda.
Fotografía: Carlos Furman.
• DOCE •
Kin kón
tengo esta otra faceta de mi trabajo, y cuando hago cargo el fomento del teatro independiente pudieran
teatro, es teatro independiente. No sabría ni a quién financiar exactamente en las condiciones que se debe,
empezar a pedirle que me dieran lo que necesito para y no asociándose a las deudas que se generan las
hacer mi teatro. Pero ¡ojo!, porque el hecho de que el compañías, pero si no es posible, ¿qué hacer? ¿Un paro
Festival en un momento diga: “Ah, pero esta obra es de teatros? ¿A alguien le importaría mucho? ¿Alguien
buena, la voy a financiar” no implica ni una alianza de necesita de nosotros? ¿Estamos realmente en un
sangre ni una cuestión ideológica. Me parece que en mercado, o somos lo contrario de éste aunque usemos
todo caso es que el Festival prevé que ésa es la obra también billetes para comprar escenografías y pagar
que —por motivos que desconozco— mejor lo va a actores? ¿Hay que dejar de producir sólo porque la
representar en un marco determinado, un marco que financiación escasea, aunque el público abunde? ¿Hay
es cuestionable, como cualquier otro. ¿Qué quieren ver que irse a otro país? ¿Se está mejor allá? Yo no lo sé.
de lo que uno puede producir? Vaya uno a saberlo. Lo Pero todos los días me doy una respuesta distintae
deseable sería que las instituciones que tienen a su
Spregelburd (Buenos Aires, 1970) es director, actor, dramaturgo y traductor. Formado con Ricardo Bartís y Mauricio Kartun, ha
recibido numerosísimos premios, entre ellos, el Tirso de Molina por La Estupidez, el María Guerrero, el Florencio Sánchez, y el Casa de
las Américas. Ha traducido a Sarah Kane y a Steven Berkoff del inglés, y a Reto Finger y Marius von Mayenburg del alemán, entre
otros. Fundó e integra el grupo teatral El Patrón Vázquez. Tiene una treintena de obras escritas. Dentro de esa treintena figura un
conjunto fundamental para el teatro, su Heptalogía de Hyeronimus Bosch, cuya última parte ha sido comisionada por la Fundación
BHF de Frankfurt.
• TRECE •
Mono
con navaja
VERSOS DE UNO
Por Silvio Mattoni
Silvio Mattoni Desde que Mallarmé pronunciara su sentencia acerca de que el poema,
(Córdoba, Argentina, 1969). cediendo la iniciativa a las palabras, debía provocar la supresión elocutoria del
Publicó los libros de poeta, puesto que aquel que realiza el acto de la escritura desaparece en lo
poemas El bizantino (1994), escrito, hasta que Eliot, ayudado por Pound, emprendió la búsqueda de
Tres poemas dramáticos correlatos objetivos que le permitieran hilvanar sus citas y collages, la poesía
(1995), Sagitario (1998), moderna instauró la impersonalidad, la objetividad, el aspecto constructivo
Canéforas (2000), El país de como cualidades deseables en el poema. Era un largo viaje hacia lo
las larvas (2001), Hilos
desconocido que intentaba alejarse del puerto romántico donde un yo lírico
(2002), El paseo (2003),
demasiado expresivo –que agitaba su pañuelo de encaje– había pensado
Poemas sentimentales
(2005), Excursiones (2006) ingenuamente que se encarnaba en la vida singular de cada poeta. Pero resulta
y El descuido (2007), y los que si las expresiones del yo eran universales no podían ser al mismo tiempo
ensayos Koré (2000) y El singulares, algo que el romanticismo resolvía con la idea de un yo trascen‐
cuenco de plata (2003). dental, matriz de los particulares, inscripto como un homúnculo sin tiempo en
Ganó el Concurso de Poesía los ideales del sujeto. En suma, el romanticismo todavía podía ser religioso.
“Enrique Pezzoni” (1992), y Mallarmé no, tampoco Pound, y la conversión final de Eliot tiene todo el perfu‐
la beca Guggenheim me rancio de las traiciones a las propias premisas.
(2004). Da clases de Sin embargo, la construcción, el pensamiento no bastan para que la poesía
Estética en la Universidad
tenga lugar y sea explicable, puesto que la cosa construida, contemplada objeti‐
Nacional de Córdoba y es
vamente, observada impersonalmente, es decir, sin autocompasión, no es más
investigador del Conicet.
que la voz de un hablante que se señala, sin alcanzarla, desde lo escrito. “El arte
moderno, decía el decadente Barbey d’Aurevilly, consiste en elevar al artista al
rango de la cosa.” Pero antes que como una sucesión histórica, difícilmente
demostrable, entre un yo romántico y un distanciamiento del objeto del poe‐
ma, preferiría pensar que se trata de una dialéctica, un combate con intervalos
de paz, una paz entre rupturas, como diría Henri Michaux. Así en gran parte de
la poesía argentina podríamos ver momentos de objetividad constructiva y de
retorno a la expresión de un sujeto e incluso, en muchos autores, las dos cosas
a la vez. Pero de lo que quería hablar ahora, en algunos libros bastante recién‐
tes, es de la aparición de anécdotas biográficas, donde alguien mira su propia
vida sin que la descripción aspire a la universalidad de una idea del yo. Más que
de un sujeto fantaseado, incluso demonizado de otros siglos, se trata de una
descomposición en mínimas partículas de una memoria que sólo la escritura
puede reunir, en el simulacro de unidad que es un libro. Incluso a veces no se
trataría de recuerdos, sino de ese tren fantasma que parece la experiencia
desde el punto de vista de las sensaciones, su precipitación incesante, sus
fogonazos aislados.
En 1990, Fabián Casas publica Tuca, que el autor considera su primer libro,
donde los poemas breves intentan al mismo tiempo mirar desde afuera, desde
un punto de vista extraño, los avatares de un personaje, un yo melancólico, y
componer una tonalidad que refleje los movimientos más íntimos, inaccesibles
de ese cuerpo puesto en escena. Incluso el nombre propio sirve para mostrar
• CATORCE •
Mono con navaja
ese exterior impenetrable, la identidad de un rostro, continúa su curso. Pero no para el yo, detenido en ese
que sin embargo también define lo único de cada cual. instante absoluto, absorto diríamos. Los dos últimos
Cito: “Recién salido de la ducha,/ me paro a ver mi versos del poema llegan incluso al ritmo en un sentido
cuerpo en el espejo./ Nada especial, me digo, es un tradicional, con un alejandrino final perfectamente
objeto más en el mundo./ Fabián Casas, sin anteojos,/ modernista si elimináramos la conjunción reiterada.
cargando una estructura que comprende.” No obs‐ Leo: “y yo me paro algunos días frente a su tumba/ y
tante, el tratamiento de cosa que este poema le da a me doblo con las flores en la boca del viento.”
una figura nominalmente identificada como el autor ¿Qué ha pasado para que Casas llegara hasta allí, a ese
tiene algo de ingenuo, casi sería la forma más fácil, estado sentimental, por así decir, que un registro
primaria, de poner distancia con respecto al lirismo objetivo entonces no buscaba suprimir sino más bien
antiguo del yo: la imagen especular. Tanto la voz como reprimir? ¿Cómo retornó esa experiencia vital junto
la escena están petrificadas, son pura imagen, sin con la imagen y el ritmo? Quizás otra escena ayude a
ningún posible acto para señalar una presencia, dentro entender el pasaje de la figura especular, hierática, al
de un tipo de verso deliberadamente arrítmico. Algo cuerpo que cae de rodillas y se sustrae del mundo. Me
muy distinto ocurre en el poema que se titula “Hoy mi gustaría llamarla la escena de la mirada al otro, escena
madre tendría que cumplir 48 años”, donde la de compasión o salida de sí mismo. Ahí el yo no se mira
conmoción de un luto prolongado, que amenaza con ya como una estructura, pero tampoco ha percibido su
hacerse infinito, socava las pretensiones de objetividad propia presencia fugaz, su dolor. El poema se llama
y hace que aparezca el tono de esas mínimas unidades “Conduciendo durante la noche”, y hasta la palabra
de una vida que Barthes llamaba biografemas, y donde “conduciendo”, que parece de un doblaje extranjero,
se resume un sentido en la experiencia de alguien, frente a un verbo que nos sonaría más familiar como
donde la desconfianza ante las palabras le cede un “manejando”, impone esa resistencia a lo imprevisto, la
paso, una pequeña grieta, a la intensidad. “El sol arroja lucha entre el registro objetivo y la catástrofe íntima
sus arpones amarillos”, escribe Casas, y esa imagen nos que anima todos los poemas de Tuca. El poeta, por
hace ver el padecimiento de un cuerpo, abajo, en el decirle de algún modo, maneja entonces llevando a su
cementerio suburbano, frente a la tumba de la madre padre dormido. Y entonces puede verlo, ve una juven‐
muerta hace tres años, donde sin embargo todo, el tud terminada que retorna, puede finalmente entre‐
mundo mismo –sol, nubes, chicos que juegan– garse a solas a un gesto de afecto o de gratitud. La
• QUINCE •
Mono con navaja
historia se completa en el poema siguiente, titulado “A cada frase es signo de lo que no puede apresarse en su
los pies de la cama de mi viejo”, donde el que habla se interior demasiado gramatical. Lo que explicaría cierta
describe mirando el cuerpo desnudo del padre que proliferación de deícticos en Garamona, como cuando
duerme. Toda la tradición de Occidente, desde Eneas se charla con viejos conocidos y se repite “eso”, “esto”,
llevando a Anquises, podría invocarse en ese trans‐ “aquel”, un “nosotros” de tiempo atrás. Precisamente,
porte del padre y en la contemplación de su reposo, en el poema que se titula “La escuela de la mente”, el
como anticipo del fin y promesa de un nuevo comien‐ yo habla con alguien, acaso una nena, amiga de
zo. Pero Casas mantiene su eficaz escepticismo contra infancia, una chica, o una novia, para recordar no
todo anhelo de fundar algo. El resultado de su afec‐ episodios ni anécdotas sino sus detalles, una sensación,
tuosa rememoración del sueño paterno no es más que alguna percepción particular. Leo: “Dejamos algo en un
un anonadamiento del mundo, donde la poesía no lugar para olvidar otras cosas,/ ¿dónde están tus
tiene lugar y donde la bondad se paga con trabajos abuelos que te llevaban/ a la cama cuando eras una
miserables. La vida doblegada del otro, sin grandes nena dormida?/ Palabras quedan, como brillos de pulir
obras, sin registro, trae una reflexión nihilista en apa‐ en la ventana.” Esos leves fulgores casi inaprensibles,
riencia: “No todos podemos zafar de la agonía de la en verdad imposibles de retener en la memoria salvo
época”, pero en el fondo es un carpe diem y una forma por la intervención de las palabras, señalan también el
de agradecimiento. Si el poeta “zafó” de lo miserable, tiempo en fuga de los que hablan, conversan,
fue gracias a la fuerza consumida del cuerpo que ahora recuerdan.
contempla, y entonces la escena del arrodillado, dobla‐
do como una flor, del poema a la madre muerta, se Garamona, al contrario que Casas, no desdeña el
entiende de dos maneras: como reflejo del cuerpo del tono íntimo, ni los encabalgamientos del sentido a
padre doblegado por el trabajo, pero libre, auténtico, merced del oleaje de cierta regularidad de los versos, ni
menos oprimido, con la necesidad de una floración y las figuras menos orales, como la metáfora y hasta la
con su innecesaria belleza para soportar la opresión hipálage, pero cuando llega al registro de lo vivido
que no cesa; pero también como la palabra “gracias” amplifica con esos medios el volumen de su materia y
que el poeta calla pero que dirige a las dos personas logra una resonancia, una realidad verbal que no se
que lo engendraron, tácitamente, en la piedad que lo deja reducir fácilmente a lo que se comunica en el
rapta, por instantes. poema, a un relato. En el poema llamado “Módulos
blancos de felicidad”, por ejemplo, el poeta se
En 2004, Francisco Garamona publica Una escuela encuentra con su hija para dar un paseo cerca de un
de la mente, su séptimo libro. Lo autobiográfico en su lago. No hay nada más, pero un archipiélago de
caso aparece de una manera mucho más velada, como impresiones y sensaciones se esparcen sobre la liquidez
rememoración de la infancia antes que como registro súbita de la página. El viento espolvorea, según el
de lo inmediato. Abundan en sus poemas ciertas poema, como una capa de azúcar sobre el agua, donde
imágenes que hacen señas desde un pasado en trance otra vez los reflejos fugaces, el brillo del instante
de ser recobrado, por fragmentos, por súbitas ilumina‐ apunta a dar con su forma verbal, su posibilidad de
ciones debidas quizás al ritmo, al fraseo que llama a las perduración. “Es un sueño.” –dice la voz que habla
cosas, las cita en la página. Así aparece, aquí y allá, en justo antes de que el “nosotros” de padre e hija
distintos escritos, un colegio, sus paredes, el recuerdo vuelvan a separarse: “Yo leía un tomo de la historia de
imposible de las horas de ocio que lo ocuparon, pero es Roma./ Tanto tiempo transcurrido en el mundo./ Y acá
como si fuera un objeto hecho de pura memoria, los estamos los dos.” Entre ese lector y su hija jugando,
ladrillos se han vuelto papel; en todo caso, ahora es un hay de pronto una fina película interpuesta, como el
adjetivo para muchos motivos de recuerdo: “lupa sueño de la historia, como lo que se olvida del juego en
escolar”, “cigarrillo escolar”, los libros compartidos en la aplicada alfabetización escolar. Pero el diálogo,
el colegio pero no de lectura obligatoria. El título del felizmente, se reanuda, y no podría dejar de hacerlo.
libro de Garamona adquiere entonces el peso de una Cito: “Mi hija me dice: auchi! Yo la miro y le sonrío./ De
figura para representar el mecanismo de la memoria: la la mano vamos hacia el lago./ Las sombras nuestras
mente aprende a conocerse a sí misma en forma de parecen divididas,/ flotando en el agua que se las lleva
palabras reconstructivas o restos de algo perdido, allí lejos,/ a otros tiempos de los que guardamos el color.”
• DIECISEIS •
Mono con navaja
Por último, más que un diálogo, que sería demasiado En esa misma línea, como si fueran haikus que revelan
abstracto, se trata de un gesto de confianza, que niega la liviandad, la fragilidad, pero también el secreto de
aquello que el lenguaje sin embargo afirma y reafirma cada objeto, otro fragmento dice: “La coca
en cada ser hablante, con su mente distinta, es decir, la chisporrotea/ en un vaso/ en la oscuridad.” Pero las
división, porque ningún “nosotros” es más que esa cosas domésticas, aparentemente cerradas sobre sí
ilusión del instante en que se habla soñando ser dos. mismas, son en su chispeante presencia objetos de
Pero está el otro tiempo, el color que se guarda en intercambio, signos menos dudosos que las palabras
común, ¿un futuro quizás, donde la hija acaso para hablar con el niño que no aprendió a hacerlo. Así
recordará la voz de ese padre‐poeta ausente, absorto? aparece en el poema la segunda persona, y se diría que
La felicidad entonces no puede ser más que una adviene con la figura del aliento, la respiración, un
promesa, que la poesía sigue haciendo para mantener soplo que impone su dirección al tiempo, como una
una vida en condiciones de volverse su objeto. flecha que no es reversible, porque quien nació no
puede no haber nacido. Leo completo el fragmento
La tomadora de café, publicado en 2005, es el número 29: “Te dormiste, hijito, sin comer./ La casa
quinto libro de Laura Wittner. Y en su caso, el registro detuvo el movimiento./ Yo me puse a leer./ Respirás
de lo vivido llega a asumir por momentos la forma de con un sonido suave/ que es música de amor./ Mi
un diario, breves entradas donde se anotan sucesos éxtasis se mezcla con la duda:/ ¿querrás cenar a
domésticos, o más bien lo que suscitan en ese medianoche?/ Y si es así: ¿pollo, polenta o espinaca?”
personaje que asiste a sus epifanías con cierta suspi‐ Una particularidad de los poemas de Wittner, entre
cacia, como si ese yo femenino descreyera de su propia otras, sería que lo biográfico rara vez asume la forma
verdad. Al escribir, parece preguntarse qué significa ese del recuerdo, sino que más bien intenta registrar los
mismo hábito de registrarse escribiendo, esa vida instantes en que algo se percibe y se torna súbitamente
doméstica atravesada por una posibilidad de palabras. significativo. El matiz de una hoja que reverdece, lo
Wittner pone así en cuestión la postura de poeta, y más ínfimo, puede significar, abrir la posibilidad de un
escribe: “Sin o con público la actuación es igual/ –es descubrimiento. Para lo cual se diría que hace falta
decir, es casi una actitud.” O en el mismo poema, cierta retracción del yo, una discreción en la joven
hecho de diversos fragmentos y titulado “Dentro de mujer que observa el mundo en general y su mundo
casa”, dice: “Dormir, comer, jugar./ Todas cosas privado, cuidadosamente ordenado. Vale decir: no
importantes.” La importancia de un bebé que debe atiborrar de significaciones personales demasiado
cuidarse, su ritmo, su alimentación, pueblan la casa rápidas eso que pasa afuera, o en otros; que las cosas
entonces y le dan otro sentido, con el cual lo escrito no sean metonimias del poema y no metáforas de quien
aspira a competir. La poesía se revela entonces como escribe. Leo el último fragmento del que le da título al
una felicidad, puesto que en lugar de mostrar el libro, “La tomadora de café”: “Se despertó el mundo.
sacrificio del tiempo propio, un supuesto tiempo para Se despertó la percepción./ Hicieron facturas en la
escribir que faltaría por las obligaciones que trae criar a panadería/ antes del amanecer, y al kinoto le salieron
un hijo, celebra en cambio la ganancia del tiempo cosas blancas./ Todo emana un perfume repleto y
colmado, ritmado, por así decir, por las actividades del activo:/ no se le puede dar más tratamiento/ (un
día, el sueño, la comida y el juego. Frente a ese mundo tratamiento mejor) que percibirlo.” El mundo no
en estado naciente, las palabras se aligeran, pierden muestra entonces su nada, aquello que la sospecha y
peso, y pueden dejar traslucir lo que existe de verdad, las dudas señalaban como sinsentido, como vacío, sino
lo que importa para alguien. “Yo me pierdo en las que exhibe su ritmo, se infla y se desinfla como un
connotaciones, escribe Wittner, dudo de la existencia/ organismo, alternando lo vacío y lo lleno. El hijo
de las palabras”. Y agrega: “Del otro lado de la puerta/ duerme, el mundo respira con él, la poesía sirve para
mi hijo aprende todo/ y se me hierve el agua del café.” algo
• DIECISIETE •
Mono con navaja
MATEN A BORGES
Por Diego Vecino
Diego
Vecino Se cuenta en un bar de Talcahuano y Cangallo una historia. La escucho
Nació en la República de Almagro atento o intentando atender. Digamos que entre intentando atender y
en 1984. Estudia Sociología y dirige
tratando de recordar cuándo fue que pedí el primer fernet. Son las diez de
la revista virtual La Contrarreforma la mañana y en los años sesenta Gombrowicz está a punto de tomarse un
www.contrarreforma.com.ar barco con destino a Europa.
y el blog: Al parecer hay mucha gente despidiéndolo. Quien narra la historia lo
www. la-contrarreforma.blogspot.com hace confusamente. Alguien ‐¿una cronista?‐ le pregunta qué tienen que
Ha colaborado con Nación Apache y
hacer los argentinos para alcanzar la madurez literaria. Quizás quiere
-contemporáneamente a estas líneas-
responder: “dejen de escribir pensando en Borges”. Pero los argentinos
con El Interpretador.
Su biografía intelectual: corta, pero necesitamos grandes historias, caudillos cuyos sobrenombres se escriban
segura. con mayúsculas. Entonces, un Gombrowicz al que ya no le quedan grandes
hitos intelectuales produce el último; quizás porque no está al tanto o
disimula no estar al tanto de esta circunstancia. Contesta: “Maten a
Borges”.
Quien me cuenta la historia precisa algunas coordenadas: Gombrowicz
no está al lado del grabador, sino que sobre el deck del barco. Gombrowicz
no responde, grita. ¡MATEN A BORGES!
Amplificada por la época, la frase fue rápido tema de discusión en unos
pasillos de Filosofía y Letras que me estoy imaginando. Y cuando digo
“amplificada por la época” en realidad quiero decir: amplificada por los
debates intensos que en ese entonces se daban por la construcción del
canon literario.
Porque son esas las tensiones que cristaliza la frase o el grito de
Gombrowicz, naturalmente. Y no debiera sorprender al lector de estas
humildes líneas que cosas tan triviales como el reconocimiento de una tal o
cual tradición literaria alcancen este tipo de expresiones que,
nominalmente al menos, comprometen la integridad física de una persona
(de Borges).
Dardo Cabo, peronista, fundador de Tacuara y posteriormente
temprano militante montonero, famoso por haber secuestrado un avión de
Aerolíneas Argentinas y conducido hacia las islas Malvinas a fin de
recuperarlas, nos ayuda a pensar con otra anécdota esta de Gombrowicz.
En los primeros años de la década del ’70 conversa en una esquina de
Santa Fe. En eso, lo advierte a Borges parado en una esquina, esperando
cruzar. Apuesta con sus amigos llevarlo hasta mitad de calle y dejarlo ahí.
Quizás por dejarnos a nosotros una historia no tan espectacular aunque
sí bastante buena, a mitad de calle no lo abandona, sino que le susurra:
“¿Sabe Borges? Soy peronista”. Borges le responde: “No se preocupe, yo
también soy ciego”. Nunca lo sabremos, pero yo creo que esa respuesta lo
salvó. Dardo Cabo, me dicen, siempre fue un caballero.
No se puede negar que ser Borges en esos años debió constituir una
tarea ardua y peligrosa. Por lo demás, no es del todo ocioso hacer un
• DIECIOCHO •
Mono con navaja
en la comandancia sin temor pero no sin recelo. En la
cobriza cara, pintarrajeada de colores feroces, los
ojos de ese azul desganado que los ingleses llaman
gris. El cuerpo era ligero, como de cierva; las manos
fuertes y huesudas. Venía del desierto, de tierra
adentro, y todo parecía quedarle chico: las paredes,
los muebles.
“Maten a Borges” es así la apoteosis simbólica de
estas discusiones y funciona doblemente como consig‐
na: primero, como leyenda en sentido estricto, como
escritura, como grafitti de baño público. Luego, como
leyenda en sentido mítico, como grito y como gesto. Si
recordamos que Gombrowicz lo grita en lugar de
decirlo; la barbarie es ese lugar de desmesura, de
Witold Gombrowicz en pose sugestivamente borgeana. oralidad atropellada. La civilización, en cambio, la
instancia de la letra escrita, de los gestos moderados y
de la Ópera.
llamado de atención sobre esta complicada
Alguien, sin embargo, hizo propia la consigna y la
circunstancia: a diferencia de ahora, cuando en la
ejecutó. Alguien mató a Borges. Casi al mismo
movilizada década del ’60 se discutían cánones
momento en que se moría de muerte natural. Un
intelectuales en realidad se confrontaban cosmovi‐
interesante problema de prolija novela policial: ¿Quién
siones, formas de militancia o, en fin, estilos de vida. Y
mató a Georgie?
a veces esas tensiones entre formas dramáticas de
entender el mundo se resolvían únicamente con la
muerte. La simbólica en el caso de Gombrowicz, la
física en el de Cabo.
Actualicemos a Baudelaire y seamos posmodernos.
Estas tensiones eran la actualización, podemos
Con la apertura democrática vuelven los grandes
decir, de la disputa genética entre la civilización y la
intelectuales argentinos del exilio. Vuelven con un
barbarie. No la actualización automática, natural‐
canon armado y diferente a los modelos que
mente. En cambio, sí, la actualización novedosa,
tradicionalmente se habían disputado, sin conseguirla,
divergente y creativa.
la hegemonía. Veamos en qué consiste:
El grupo armado Montoneros, por ejemplo,
utilizaba esta consigna: “con la lanza del Chacho en una Por un lado la inserción en la gauchesca, la gran
mano y El Capital en la otra”. Viñas dedicó buena parte tradición oral y épica del siglo XIX y sobre esto hay
de su labor crítica a cambiar el signo de esa ecuación mucho que hablar. Y por otro lado, el manejo de la
de génesis homologando en su calidad de burgueses a cultura, el cosmopolitismo, la circulación de citas,
Borges y a Perón con el fin de plantear su propio mito referencias, traducciones, alusiones. Tradición bien
fundante, como única alternativa posible: la Revolución argentina, diría yo. Todo ese trabajo un poco
Social. Una de las consignas más célebres de Contorno delirante con los materiales culturales que está en
Sarmiento, por supuesto, pero también en Cané, en
fue, miren sino: “ni peronismo acrítico ni
Mansilla, en Lugones, en Martínez Estrada, en Mallea,
antiperonismo colonialista”.
en Arlt. Me parece que Borges exaspera y lleva al
Borges, por su parte —y naturalmente—, también límite, casi a la irrisión, ese uso de la cultura: lo vacía
produjo algunas líneas sobre esta cuestión en un texto de contenido, lo convierte en puro procedimiento. En
que no casualmente lleva el mismo nombre de un Borges la erudición funciona como sintaxis, es un
poema de Echeverría. Decía: modo de darle forma a los textos (R. Piglia, Sobre
Borges en Cuadernos de Literatura, 10, 1997)
Vestía dos mantas coloradas e iba descalza, sus
crenchas eran rubias. Un soldado le dijo que otra Hay un libro de la Coca Sarlo que se llama,
inglesa quería hablar con ella. La mujer asintió; entró sugestivamente, Borges, un escritor en las orillas. La
• DIECINUEVE •
Mono con navaja
compadritos y sobre arrabales. Lo hacía en su doble
condición periférica: polaco y argentino. Colmo de
males.
Este gesto de exégesis que funda en buena parte las
explicaciones que sobre la literatura argentina hoy
tenemos es, en definitiva, la muerte verdadera de
Borges, que coincide puntillosamente con el fin del
“corto siglo XX”. Piglia dice: Borges, último escritor del
siglo XIX; y en esa sentencia está finalmente la
superación de todas las antinomias que durante los
cien años anteriores configuraron tan particularmente
el campo de adscripciones político‐culturales en la
Argentina moderna. En ese gesto, en esa definición,
esta finalmente la clausura total de un Borges ya
condenado a la improductividad, a la pétrea noción de
clásico.
Es irónico que de una historia cultural
laboriosamente dedicada en las infinitas variaciones del
asesinato de Borges pueda hacerse, sin mediación de
buen gusto, una reconciliada trama más o menos lineal
Borges sugestivamente muerto. cuyos gestos más polémicos sean tímidos “nudos de
tensión”. Es este intento de fundar una historia de la
literatura argentina desprovista de belicosidad el
nueva crítica literaria se encargará, en la década de los intento de legitimar un proyecto político‐institucional,
’80, de reconciliar los escritores que en los años que de construir un discurso hegemónico asentado en el
antecedieron a la dictadura definieron las posiciones pacífico consenso. Es, en realidad, la muerte
antagónicas de ciertas tradiciones incapaces de irremediable de un Borges que deja de alimentar o
reconciliarse por ellas mismas. Lo hicieron, no está de referenciar formas radicales y dramáticas de significar
más decirlo, porque efectivamente creían en la la realidad para transformarse en un lindo, grande y
improductividad de esas tensiones irreductibles. Lo diseñado farolito.
hicieron también porque de esa forma lograban En 1965, el divertido Arturo Jauretche llama
construir una tradición literaria unívoca que recorriese “cipayo” a Droctulft, el héroe converso de la Historia
en su totalidad a los autores y los textos ya del guerrero y la cautiva (Revista Marcha, No. 1259).
consagrados por la historia. En el eslabón final de ese Muerto Borges, la anécdota no tiene explicación: es
continuo estaban ellos y los escritores que a ellos les más una humorada o un error estúpido que un gesto
gustaban. provocado por fuertes pugnas –más guerras que
Gombrowicz, entre revolcándose en la tumba y tensiones‐ entre irredimibles y antagónicos proyectos
ruborizándose, empezaba a empatar con Borges. ¿En de país que se disputaban, entre muchos otros planos,
dónde? En las orillas. El polaco escribía sobre también en el de la literatura
• VEINTE •
Monoambiente
ADENTRO Y AFUERA
Por Gustavo Nielsen
Tuve el primer sueño el día que empecé a dado, pero resultó un buen compañero. Me indicó
trabajar en lo de Gómez. Yo subía al entrepiso por unas cuantas cosas. Es curioso, pero yo suelo ser
una escalera de madera. Encendía la luz: era un muy reservado y desconfío de la gente como del
desván con porquerías, cajas atadas, ventiladores y propio diablo; sin embargo entablé una relación
baúles. Iba a buscar una jaula de las que había en el inmediata con él. Su risa me parecía horrible, en-
piso, apiladas contra la pared derecha del cuarto. ferma, pero quizás fuera lo menos malo entre todos
Las jaulas estaban cubiertas por una sábana sucia. aquellos males.
La arranqué de un tirón. Detrás de los barrotes, El sueño comenzó a repetirse (ya era la tercera vez
sorpresivamente, vi pájaros muertos. Secos, mar- que lo veía) y se lo conté a Aníbal. Él se rió y me
chitos. Fue algo muy desagradable para mí, porque dijo que no le prestara atención.
entendí que las jaulas se guardaron con los pájaros -A veces se ven cosas -aclaró-, pero no hay que
piando y que ellos, después, murieron de hambre y creer en eso. Siempre todo parece ser mucho peor
oscuridad y se descompusieron sobre la bandeja de de lo que en realidad es.
hojalata. Adentro. Pensé en la locura de esos pá- Entramos al baño que me había tocado y las piernas
jaros. Se lo dije a Gómez, pero no me escuchó. comenzaron a temblarme de la excitación.
Bañar el primero de los bobis también fue una
experiencia desagradable. Yo me había presentado a Me quedé solo. En esa habitación había varias
ese trabajo sin saber, pero al borde del hambre y sin cosas: una mesa chica revestida en fórmica imitando
un centavo. El sueldo era excelente y el trabajo madera, un lavatorio, una bañera grande de hierro
parecía sencillo. Qué iba a sospechar lo de los fundido, cinco frascos, una botella con desinfectante
sueños. Cuando terminé de bañar al primero, creí y un cadáver de hombre desnudo. Los frascos esta-
que nunca más iba a poder hacerlo. Y así fue cada ban apilados sobre el borde de la bañera; el bobi,
vez. "No hay que pensar", decía Gómez. Él era el adentro. Abrí las canillas. El agua le golpeó en el
dueño de la Empresa, y venía siempre de saco y estómago y me pareció que había sufrido una ligera
corbata negra, con la pelada brillante, brillante. contracción en la piel. El chorro, duro y perforador,
Como si se la untara con aceite. cavó un pozo a centímetros de su ombligo, lo que
hacía parecer que tenía dos.
-No hay que pensar. Antes fueron seres humanos, Éste era un detalle extraño. La piel se le arrugaba
pero ahora son sólo objetos. Yo empecé como usted, en pliegues, como las ondas que se forman en la
y aquí me ve. Alguien lo tiene que hacer. superficie del agua al tirar una piedra. Era un muer-
Pasó una camilla con un cuerpo desnudo cubierto to petiso y gordo, del tipo de Gómez. Tenía una
por un sobre de plástico. Era una anciana. Alcancé a cicatriz en el bajo vientre, de alguna operación, y
ver que tenía sangre seca debajo de la nariz. El muy poco pelo. Estuve largo rato mirándolo,
hombre que empujaba la camilla era un negro. Me sentado al borde de la bañera. Me lo imaginaba
miró y se rió (quizás la impresión reflejada en mi contador, pero en la planilla sólo figuraba el motivo
cara le causara risa). Gómez pegó unas palmaditas de su muerte, en manuscrito. No me esforcé en
en el vientre fláccido de la vieja. El cuerpo tembló. leerlo. No me interesaba la muerte en lo más
-Aníbal -le dijo al muchacho-, dejamelá como a una mínimo; sencillamente estaba allí porque no podía
novia. encontrar trabajo de otra cosa. Era imposible
Y palmeó también el hombro de Aníbal. conseguir algo digno. Y ahora te limpio los
sobacos, gordito. Aníbal me había contado de
Descubrí que Aníbal siempre se reía. A primera cuando le tocó lavar al portero de su edificio. Hacía
vista parecía ser un muchacho grosero y descui- nada más que una semana se habían trenzado por
• VEINTIUNO •
Monoambiente
no sé qué pavada de los ascensores; el portero gritó todavía tenemos cuerda para rato". Cuando aflojo,
hasta que se le cansó la garganta. el cuerpo vuelve a la posición inicial.
-Y ahora ya ves -dijo. Sonreía mientras hablaba.- Aunque me prohibieron esto de sumergir las
Tarde o temprano, siempre pasan por el cepillo de cabezas, lo sigo haciendo. En la soledad, uno hace
Aníbal. todo lo posible para zafar de lo permitido.
Como si él fuera eterno, un poco Dios. Apreté mi
propio cepillo con furia, para no morir nunca. Lo más difícil es darlos vuelta. Aníbal me dijo:
llamame que te ayudo. Me habían dado un viejo
-Un bobi es piel, huesos y tiempo. Un bobi es poco choto con una metástasis múltiple. Me daba
tiempo. Es descascaramiento, pudrición. repulsión, y eso que ya había lavado. Creo que lo
Gómez frotaba el tenedor con el cuchillo al que más asco me daba era saber que tenía cáncer
decírmelo. Ese momento era como ir a misa, y era adentro. Como si el cáncer fuera un bicho que en
necesario que todos los que limpiaban pasaran por cualquier momento pudiera salir por la boca y
él. Había trozado el bife en pedazos pequeños y se morderme un brazo, y contagiarme su rabia.
llevaba esos pedazos a la boca, acompañados con Cuando lo fui a buscar a Aníbal a su baño, él estaba
alguna papa o una rodaja de tomate que pescaba lavando a una pendeja. Me enojé, porque ahí me di
directamente de la fuente. cuenta que me habían soltado los peores. Le dije si
-Un bobi es como una bolsa plástica de basura. La no le daba vergüenza. El agua jabonosa dejaba ver
piel es la bolsa. Lo que hacemos nosotros es parte de los pechos erguidos de la mocosa. Tendría
mostrarles al resto que la bolsa es blanca como la veinticinco años.
nieve. Que el contenido no afecta las apariencias. -¿Ah, sí? -dijo él- Andá a ver qué lindas piernas
Todos saben que adentro hay basura. Pero eso es tiene.
asunto de gusanos. Los gusanos devorarán esa Sumergí mis manos en el agua hasta tocar el fondo
basura. Yo sentía su masticación, y Gómez parecía de la bañera.
el rey de los gusanos, devorando la carne podrida. -Accidente de tren -completó Aníbal-. Se desangró
sobre las vías.
"Me acerco a las jaulas tapadas. La luz del Le habían trabado los muñones con un tirante
desván pestañea, indecisa por enseñarme lo que va a cruzado sobre el vientre, para que la cabeza le
pasar, lo que voy a ver. Yo no presiento nada. Las quedara afuera.
jaulas que se guardan, siempre se cubren con una Yo estaba temblando cuando entramos a mi cuarto.
manta. A su vez, con el tiempo, el polvo cubrirá a la Aníbal me ayudó a dar vuelta al viejo. Seguía
manta. A ésta, por ejemplo (¿era blanca, gris, cagándose encima. Él dijo: - Mande bala, nomás,
marrón?). Los dedos se me crispan al contacto del compañero -y me pasó el cepillo. Se refería a que le
género. Descorro el telón. Los pájaros, en el suelo limpiara la mierda raspándole la piel. No pude.
de chapa de la jaula, duermen su sueño eterno, con
los picos abiertos." "Es una viejita muy dulce y aparece reclinada
Abro los ojos. Tengo las manos sumergidas adentro como una buena abuela, adentro de la bañera. El
de la bañera llena de agua sucia. Saco el tapón. agua está tibia. La expresión me trae recuerdos de
Nadie me está mirando. Si sé que me miran no mi propia abuela, o tal vez de una vecina de mi
puedo soñar una sola imagen. abuela. Sus labios están pegados. El mentón roza la
superficie quieta del agua. Le echo colonia de uno
¿Cómo flotan los muertos? Qué pregunta. de los frascos; una lavanda. Así parece que estuviera
Empujando con mis manos en el medio de la cabeza más alegre, pero no. Está muerta. La muy con-
de este fraile (le digo fraile porque tiene un círculo chuda. ¿Espero palabras de su boca de mujer? ¿Que
sin pelo y bastante crecido a los costados), lo me cuente de su vida, de sus hijos y sus amores?
sumerjo hasta que desaparece. Los pelos que cubren Todo eso está quieto, balanceándose sobre el agua
sus orejas y la nuca expresan tímidamente el como el cepillo; casi quieto. Que me diga de aquel
movimiento. Flotan con más tranquilidad que el macho que le chupó por primera vez estas tetas
resto del cuerpo, como diciendo "si nosotros colgantes, estos dos nidos deshabitados. Pero su
• VEINTIDOS •
Monoambiente
boca enmudeció y sus oídos no responden al pedido -Me acuerdo de ése que vino lleno de estrías y
mío muy cerca de su rostro; yo mojándome la pera granos. Yo era recién llegado, así que me lo
en su agua final. En el agua que su tacto no alcanza. soltaron adentro de la bañera. Los granos se
En el agua que fue." reventaban al paso del cepillo. Y vos sabés: el pus es
como el óxido; jamás descansa.
Lo vi a Aníbal hablando con el marido de la Seguí soñando con aquellos pájaros. Todas las
chica, que parecía desconsolado. Se agarraba la tardes cerraba la puerta con llave y me tiraba al
cabeza con las manos y Aníbal intentaba costado de la bañera, en paralelo con el bobi, pero
tranquilizarlo. Fue justo al irme; marcaba mi tarjeta con la cabeza para el otro lado. Me acostumbré así;
y oí que le decía palabras de aliento a la vida. El Aníbal me dijo que todos lo hacían. Era la siesta.
hombre tendría unos treinta años y nervios de Hasta Gómez se acostaba a dormir.
alterado mental. En un momento se dio vuelta y -Nadie jode a nadie. Hay una hora, en este lugar, en
salió corriendo. Yo aproveché para saludar a mi la que todos somos como muertos.
compañero, que sonreía. Cruzaba las manos sobre el tórax, aparentando la
-Siempre sonriente -le dije. postura de un bobi en el cajón.
-Sí -dijo él. -¿Por qué creés que los ponen de esa manera?
-¿Y ése? ¿Lo asustaste? -No sé. Para que duerman más en paz.
-¿Qué? Aunque crucé los dedos sobre el pecho, los sueños
-El que se fue corriendo. se me hicieron más reales y desesperados. "¡No
-Era el marido de la del tren. puedo aguantarlo!", le grité a Aníbal, con la cara
-Me di cuenta. desencajada por la tensión. Él sonreía con tran-
Guardé mis manos en los bolsillos y él alzó los quilidad.
hombros, sacando pecho. Con un orgullo inex- - A esta hora de la tarde -dijo-, tus pájaros te salvan
plicable, dijo: de ser igual a ellos.
-No sabe que yo también la vi en bolas.
Gómez contó que a la mañana habían llevado
Había uno en el grupo que afirmaba haberse uno con tres tiros: dos en el pecho y en el hombro
cogido dos o tres bobis, sin ningún tipo de reparos. derecho y el tercero en la cara, debajo del pómulo
A mí me parecía un tema siniestro. A Gómez no le también derecho. Y que las instrucciones eran
importaba. Él miraba pasar la vida desde su "velarlo a cajón abierto".
corbatita y, mientras entrara plata, la sexualidad de - ¿Y?
su personal lo tenía sin cuidado. Aunque para mí no - Le dije a Aníbal, que se da maña para todo, que le
era un problema estrictamente moral, sino más que arreglara la cara.
eso. Era la náusea en toda su amplitud. Aníbal levantó los hombros.
-Inclusive -agregó otro de nuestros compañeros, - ¿Y qué hiciste?
uno tan delgado que parecía no tener carne sobre - Un relleno con pastina marrón. El tipo era un
los huesos-, una vez se cogió a un pibe de catorce. groncho de la mafia del Once. Medio chino.
El pibe tenía leucemia. Después le agregamos maquillaje y lo dejamos
Lo miré espantado. El tipo afirmaba cada disparate secar. Antes lo habíamos lavado, se entiende.
que decían el flaco o Aníbal. Hacía que sí con la Cuando secó el maquillaje, lo unté con parafina. La
cabeza. Dije: cara le brillaba como un bronce. Era otra persona;
-Debe ser feo. la madre lo vio y se puso a llorar de la emoción. Te
El tipo puso cara de no importarle, para agregar: juro; un maniquí. Lindo como un maniquí en una
-Si te ven. vidriera.
Aníbal, al principio, me había dicho que rezara para
que no llegara uno con enfermedades en la piel, En la mañana del martes entró una
porque me lo iban a dejar "sí o sí". Lo dijo con la contracturada. Los demás no me avisaron. Aníbal,
seguridad de aquel al que le ha tocado ya, a su en un momento, parecía que iba a decirme algo,
pesar, lavar un leproso. pero se arrepintió y me dejó sólo con la dura
• VEINTITRES •
Monoambiente
adentro de la bañera. Los otros le habían prohibido manos sobre su abdomen de piedra y las piernas se
que me avisara. Abrí las canillas. La señora tendría le encogieron de un tirón. El susto me arrancó del
unos setenta años. Yo estaba distraído porque agua, martillándome la cabeza contra el lavatorio.
trataba de pensar en otras cosas. Funda- Quedé tendido en el piso, sangrando. Ellos, que se
mentalmente en mis sueños. Entonces apoyé mis habían escondido detrás de la puerta, entraron al
• VEINTICUATRO •
Monoambiente
baño dando carcajadas. Yo los veía como a seres vertiginoso que salí de ahí de un salto, sin
extraños, salvajes. Me pregunté qué estaba comprender. El tipo se movía en una compulsión
haciendo ahí. continua de brazos y torso, de cabeza y manos. ¿El
-No hay que distraerse con los tiesos -sentenció grito fue mío, o de él? Apreté la botella.
Gómez. Aníbal me ayudó a ponerme de pie, para Los otros me encontraron con los ojos abiertos,
agregar: diciendo cualquier cosa y pegándole más y más
-Así se mueven los muertos. botellazos en la cara hasta verlo quieto y sangrante,
Cuando pude tranquilizarme, me di cuenta que quieto y mudo, quieto y muerto otra vez. Aníbal me
había pagado el derecho de piso otra vez. El baño agarró de los brazos. No sé cómo salí de allí.
estaba empapado y la bobita seguía ahí, lo más
sentada, con la cabeza erguida como la de un tótem. Amanecí en una cama de hospital. Aníbal estaba
sentado a mi derecha, y los tubos de plástico salían
(En el instante en que me quedé solo, le metí un y entraban por los agujeros de mi cara. Había
dedo entre las piernas. Sus labios también estaban soñado.
duros. El acto me excitó. El agua tibia nos ponía la -¿Dónde estoy? -pregunté, y él hizo un gesto para
piel de gallina, a la vieja y a mí. Me dio un poco de que me callara. El cuerpo me dolía como si me
miedo y saqué la mano. Su pequeño monte de venus hubieran pegado una paliza. Aníbal dijo algo así
cabía en el centro de mi palma. Tomé el cepillo. Se como que me quedara tranquilo. Traté de recordar
lo pasé, pero el ruido que hizo me retiró las manos qué había sucedido. Vi a los muchachos a mi alre-
del agua. Su piel era de pergamino; ¡pedía caricias y dedor, en ronda, sosteniéndome; vuelto un loco. Vi
no el desgaste bruto de mi cepillo! Cerré los ojos sin pájaros pegados contra el fondo de una gran jaula.
alcanzar a ver las jaulas.) "¿Qué tengo que ver?", me esforcé en preguntarle;
él vovió a llevar su índice a los labios para que
Cuando me lo trajeron a Rubén Fernández, yo mantuviera la calma. Una enfermera entró y me
supe que iba a pasar algo. Tenía la frente inyectó algo en el brazo. Aníbal se borroneó junto a
descubierta y, fue una premonición, me pareció que las líneas del cuarto.
iba a complicarse. No quise lavarlo, y Gómez me
gritó que desde cuándo elegía cuerpos. Había algo Le pregunté por los muchachos. Ya me habían
en él que no estaba bien. Entré al baño enceguecido sacado los tubos de la cara y podía reconocer a las
por la impotencia. Leí sus datos buscando una enfermeras. Aníbal era el único que venía a verme.
respuesta: CINCUENTA Y SEIS AÑOS; Eso me parecía mal. Él dijo:
ATAQUE CARDIACO PROVOCADO POR -No te vienen a ver porque les das miedo.
ASFIXIA. Tenía los ojos sin cerrar, con los pár- -¿Y el tipo?
pados bloqueados como dos cables adheridos a los -Qué tipo.
arcos superiores. La expresión me alteró más. Un nombre y un apellido que tenía grabados en la
Parecía no comprender el tema de la muerte. Como memoria, pero del que no sabía nada más.
yo, o como tampoco lo comprendía Gómez. Lo to- -Rubén -dije.
qué con desconfianza. Con desconfianza volqué el -¿Qué Rubén?
desinfectante de la botella, hasta vaciarla. Su -Rubén Fernández. Decime qué le pasó a ese tipo.
miembro estaba de pie, duro como un mástil. Se lo Aníbal me sostuvo por los hombros como si fuera a
bajaba y le volvía a subir. Ahí fue cuando escuché la caerme.
queja. Como si fuera un ronquido venido desde otro -¿No te acordás?
baño. Volví la cabeza y el agua se agitó, hura- -No.
canada, y una trompada enérgica e instantánea Justo entraba el médico y le pidió que se retirara de
brotó de la bañera, pegándome debajo del mentón; la sala. Dio un par de recomendaciones y me dejó
mi cara dio un cuarto de vuelta hacia el frentazo del solo otra vez. Aníbal abrió la puerta y se acercó a
bobi que partió mis labios y me hundió medio mi cama.
cuerpo adentro del agua. Creo que perdí el cono- -Dormí. Fue un caso único de catalepsia, que viene
cimiento y lo recuperé, todo en un segundo. Fue tan a ser algo así como una hipnosis de los sentidos.
• VEINTICINCO •
Monoambiente
Nos dijo el tordo. Nunca había ocurrido, y Gómez botellazos. Había que matarlo.
prometió que nunca volverá a ocurrir. Es casi impo- -Los nervios, che. Del miedo.
sible. Dice que te tomes vacaciones. Que lo que pasó Él dudó.
no existe. Que te olvides. -No sé -dijo-, había más que eso. Te pasaste de la
-¿Por qué? raya; le dabas y le dabas masa. Vos tenías los ojos
-Dormí, no te digo. llenos de furia, no de miedo.
-¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
-Tres días. Me habían avisado que me darían el alta a la
mañana siguiente. Aníbal estaba ahí conmigo. Se
Esa noche soñé con un tipo con la cabeza ofreció a ayudarme a juntar las cosas. Yo había
vendada. Estábamos en un cruce de dos calles de reflexionado mucho sobre la conversación man-
tierra. Yo me había detenido justo debajo de la luz, tenida el día anterior, y quise sacarle el tema de
porque sentí que me seguía alguien desde la nuevo. Él estaba preocupado por la valija y por si
oscuridad. Me di vuelta. El cielo estaba negrísimo me darían o no el último desayuno. Se lo dijo al
de espanto; de la nada salió el vendado. Llevaba una médico, que le prometió que sí.
jaula vacía en una mano y enseguida se presentó. -¡Quiero saber más del bobi!- le grité.
-Fernández -dijo, ofreciéndome su derecha. La -Caramba -dijo- qué energía. Tiene razón el doctor
apreté sin dudar. Algo explotó adentro de su mano; en darte el alta.
un algo blando, como una fruta podrida. Me enseñó Me senté sobre el colchón, esperando oír.
la palma abierta. Sangre y plumas. -¿Y qué querés saber? -preguntó.
-Algo. Cómo está, dónde vive, de qué trabaja.
Al otro día volvió a visitarme Aníbal. Yo ya -¿Para qué?
había hilado casi toda la historia mediante -Me interesa.
preguntas a las enfermeras y retazos de recuerdos -Es casado. Tiene una tienda de pájaros en Flores.
que iban apareciendo. Me trajo flores y la novedad La piel se me erizó.
de que me darían el alta en cualquier momento. No -¿Qué te pasa?
me sentía del todo bien. Se lo dije y él explicó que -Nada -dije-. ¿Una tienda?
necesitaban esa cama. Agregó también que con los -Sí.
muchachos me estaban preparando unas
"vacaciones" por la obra social, que iban a ser Esa noche volví a soñar con Fernández, parado
totalmente necesarias. Gómez y todos opinaban en el centro del cruce de tierra. La luz de la lámpara
igual. Le dije que no quería irme de vacaciones. Él le hacía brillar la pelada. El círculo de luz del piso
subió los hombros y siguió hablando de cualquier estaba rodeado de jaulas, lo que formaba un cilindro
otra cosa. Le conté que había tenido un sueño con el de una altura que oscilaba entre los treinta y los
tipo aquel, y le pregunté cómo estaba. Me contestó setenta centímetros. Todas ellas tapadas con trapos
que bien, que no sabía mucho, pero creía que bien. blancos (yo igual me daba cuenta de qué se trataba).
-Resucitado por segunda vez -agregó. Entré al círculo saltando sobre una cualquiera. El
-No entiendo. tipo dijo:
-Casi lo matás. La botella chorreaba sangre. Le -Llevesé la que le guste, pero no pegue.
partiste la cabeza con saña. En dos partes. Todavía Me hizo gracia. Entre los dos quitamos los trapos.
está jodido. Era un tipo simpático, bonachón. Las puertas de las
-¿Quién lo vio? jaulas estaban abiertas. Adentro, todos pájaros
-Nosotros. Gómez. El tipo podría haberle hecho un muertos. Lo miré como diciéndole "qué pasó". Puso
quilombo de puta madre, y sin embargo prefirió cara de no saber.
bancarselá. -Esta jaula, por ejemplo, con este petirrojo...
-¿Y? -Qué -dijo.
-Y nada, que se salvó por segunda vez. Yo te -Que está muerto.
entiendo. ¿Quién soporta que alguien quiera vol- -¿Y? Todos estamos un poco muertos.- Pero este
ver? Nadie. Yo también lo hubiera reventado a está muerto del todo.
• VEINTISEIS •
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• VEINTISIETE •
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Salí de allí con la jaula en la mano. Llegué a mi puntas del mantel hasta cubrir la jaula. Parecía un
casa. Un olor a desierto llenaba todos los lugares. paquete de regalo, porque el mantel tenía
Era una colección de humedades olvidadas; un estampadas unas guardas con flores muy alegres,
musgo. Apoyé la jaula sobre la mesa. Los pájaros como un papel para envolver objetos felices. El
piaban alborotados. Pensé: "debería mostrarles el pasaje estaba en mi bolsillo; el sobre adentro de la
mar, antes, para que sepan". Para que vean y valija. Desde la puerta, al verlos por última vez,
después sueñen. Y no se olviden nunca. Y se lleven supuse que pedirían clemencia, adentro de su caja
ese recuerdo infinito, extendido hasta límites a los forrada en tela. Que pedirían luz, agua, comida. Que
que jamás llegarán entre barrotes. Levanté las pedirían que me quedara. Cerré la puerta܀
Gustavo Nielsen
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1962. Es arquitecto, y tiene un pequeño estudio en el barrio de Palermo Viejo.
Como escritor ha ganado el “Premio Municipal de Literatura” y la “Primera Bienal de Arte Joven”, entre otros galardones.
Sus cuentos figuran en antologías de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, Alemania, México y España, y en
varias revistas y periódicos del país y del exterior. Ha publicado las novelas La flor azteca (Editorial Planeta, 1997), El
amor enfermo (Alfaguara, 2000), Los monstruos del Riachuelo (junto a Ana María Shua, Alfaguara Juvenil, 2001) y Auschwitz
(Alfaguara, 2004). Y los libros de cuentos Playa quemada (Alfaguara, 1994), Marvin (Alfaguara, 2003) y Adiós, Bob
(Klizkowski Publisher, 2006).
Este cuento corresponde al libro Playa quemada.
• VEINTIOCHO •
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Llegaron a la inmobiliaria con un solo deseo: –Mirá eso –murmuró–. Espero que la casa esté un
conseguir una nueva casa. Allí los esperaba un poco mejor.
hombre de poco más de cuarenta años, que estaba Antes de que Julio ubicara la mancha, tocaron
sentado detrás de un escritorio de cedro. En cuanto timbre.
los vio, se levantó e hizo un ademán para que se –Es él –dijo el vendedor y apretó un botón para
sentaran. abrir.
–¿El matrimonio Olsen? Mucho gusto. Hablé hace Ingresó un hombre viejo. Tenía cejas gruesas,
un ratito con la persona encargada de mostrarles la oscuras, bigotes negros y, cubriendo el cráneo,
casa. Está llegando. peinados hacia atrás, escasos cabellos rubios.
El matrimonio tomó asiento. Parecían filas de maíz perdidas en una inmensa
–¿La casa está deshabitada? –preguntó el señor llanura.
Olsen. –Les pido disculpas.
–Desde el último jueves. Los dueños se mudaron a –Recién llegamos, no se preocupe. ¿Vamos?
una pequeña estancia que tenían en Pilar. Ya no La casa estaba a dos cuadras de la inmobiliaria.
soportaban el movimiento que hay por esta zona. Era una construcción antigua. Bastaba con mirarla
Gente mayor que ha trabajado toda su vida y una vez para advertir detalles de deterioro en las
merece un descanso. medianeras, los pisos y los techos. Eso, sin
–Bien. Esperamos atrás, si no le molesta. embargo, no impedía que pudiera ser un buen lugar
–Como prefieran. ¿Quieren un café? para vivir. Tenía tres amplias habitaciones y un
–Le agradezco. baño y cocina enormes. En el centro había un patio.
Se incorporaron, corrieron sus asientos hacia los De allí salía una escalera hacia la azotea.
costados y se dirigieron hacia unos banquitos que –Es linda. No es la casa que uno sueña, pero
estaban junto al vidrio que daba al frente de la protege de la lluvia y de los bichos que caminan por
oficina. las calles.
–No me gusta este hombre: habla de los ancianos El día siguiente cerraron la operación.
pero no de la casa. Tengamos cuidado. Festejaron cenando afuera. Comieron sorrentinos
–No pasa nada, amor. Vemos la casa y decidimos. con salsa de albahaca y, de postre, nueces cubiertas
No tenemos ninguna obligación. con crema chantilly.
Julio era cerrajero. Su padre le había enseñado el Al mes ya vivían en la nueva casa. Cambiaron
oficio. Hasta su muerte, que se había producido dos los sanitarios, los muebles de la cocina y renovaron
años atrás, esa ocupación le había parecido vulgar. la pintura blanca de todos los ambientes. La
Después, paulatinamente, esa visión se fue vivienda era ahora una mansión en miniatura,
modificando. Ahora se pasaba horas observando los sobria en su decoración y libre de todo residuo de
diferentes dibujos de las llaves, midiendo curvas, impureza que pudiera quedar de los antiguos
cotejando picaportes. La cerrajería se había moradores.
transformado en un laboratorio: podía establecer Se sentían felices. Imaginaban que sus hijos
tipologías, identificar elementos, calcular los podrían correr por la casa sin peligro de golpearse,
resultados de una combinación. De un momento al ya que los objetos que obstruían el paso eran
otro Julio había encontrado en su actividad mínimos: una cama, un armario, una mesa, seis
cotidiana un lugar para participar de una obra que sillas y una heladera. Tenían también algunos
lo tenía como único espectador. cuadros, pero estaban colgados encima del metro
Lidia giró la cabeza hacia la izquierda. Detectó ochenta. Decidieron hacer una reunión para
una diminuta mancha de humedad en la pared. celebrar la inauguración de la casa. Ese domingo,
• VEINTINUEVE •
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• TREINTA •
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En el viaje Julio pensaba en un vestido negro estómago al hombre que yacía semi inconsciente en
que había visto para su mujer. Le gustaba mucho. el piso. Tuvo ganas de darle en los parietales y en
No se atrevía a comprarlo porque tenía el escote los pómulos, moldear sus facciones hasta que
muy abierto y temía que ella, si él la incentivaba a estuvieran mejor acordadas entre sí, pero no se
salir a la calle así, pudiera sentir que a su marido no atrevió. Agarró una linterna e ingresó a la
le importaba que paseara desnuda a la vista de habitación. Persiguió con la luz cada rincón del
todos. cuarto y encontró en el fondo otra puerta, todavía
Frenaron frente a una casa. Era una de esas más pequeña que la anterior. Le bastó con
construcciones que parecen haber sido lujosas en empujarla para pasar al próximo ambiente.
alguna época que resulta imposible de ubicar. –¡Dios! –gritó la mujer.
Entraron. Cruzaron tres piezas y luego un extenso Cruzó cuatro habitaciones más. En las últimas
jardín. Tenía pocas flores; el césped estaba cuidado. dos las puertas estaban abiertas y el piso, en vez de
Después pasaron una parrilla y se detuvieron frente cemento, era de arena. Volvió a pensar en el vestido
a una pequeña puerta de madera que estaba detrás negro. Se le ocurrió que, si diseñaba en su casa un
de un árbol. La puerta no medía más de un metro y sistema de cuartos parecido, podría adquirir la
medio de alto y era angosta. Julio comenzó a prenda y utilizarla cuando se le antojara. Es más,
impacientarse: el hombre estaba parado frente a la bajo siete llaves, hasta él mismo podría lucir el
puerta, en silencio, y temblaba. Julio lo agarró de vestido.
los hombros e intentó echarlo hacia atrás. El Buscó con la luz una nueva habitación.
hombre se resistió. Mientras forcejeaban, se Descubrió, a la altura del suelo, una cavidad cuyas
escuchó un grito. medidas no alcanzaban los diez centímetros por
–¡Es ella! Déjeme entrar. lado. Apoyó el pecho sobre la arena. Con la mirada
–Es inútil: no se puede hacer nada. se ubicó en el espacio contiguo y, sin sobresaltos, se
Se pusieron uno contra el otro y comenzaron a acomodó en su interior. Había una mujer tendida en
lanzar puñetazos. Luchaban como dos niños que el piso. Estaba desnuda y lloraba. Tenía decenas de
nunca antes hubieran protagonizado una pelea. Por arañas en los brazos y en las piernas y unos bichos
lo general, los golpes terminaban en la espalda o la como escarabajos en su rostro, su cuello y gran
cintura de los contendientes y apenas dolían. Julio y parte de su torso. Julio la observaba de arriba a
el hombre podrían haber seguido varias horas abajo, una y otra vez, sin lograr identificar el
participando de esa demostración de ineptitud para elemento por el cual aquella escena que estaba
el combate, si no fuera porque uno de ellos cayó al contemplando le parecía perfecta. Buscaba la
piso exhausto, agotado, con la necesidad imperiosa respuesta en las formas: ¿era la redondez de su
de recuperar aire para seguir con vida. Venció el vientre, sus pestañas, sus mejillas? Mientras
cerrajero. Se dirigió a la puerta y la abrió girando el reflexionaba, apareció un hombre que introdujo su
picaporte hacia la izquierda. Adentro estaba oscuro y lengua entre los labios de la mujer. Julio apagó la
apenas se veía algo con la luz que entraba de afuera. linterna y giró el cuerpo para quedar con la espalda
–Señora, ¿dónde está? –gritó, con la cabeza sobre la arena. Se imaginó con el vestido negro,
introducida en el nuevo territorio. Luego se volvió entre gusanos, parásitos y arañas, excitado por
unos pasos y sacó de su caja de herramientas un primera vez en su vida ante la posibilidad de
martillo. Comenzó a golpear en el pecho y en el nacer܀
Marcelo Svartman
Nació en Buenos Aires en 1979. Cursa el último año de carrera de Letras (UBA). Ha codirigido la revista literaria
Andrógina. Este cuento corresponde a su primer libro Una selva en el campo (Editorial Tersites, 2007).
• TREINTA Y UNO •
Monoambiente
ESE GITANO
Por Juan Cruz De Sabato
Los, con frecuencia imparables, flujos de los dos incrédulos. Algunas mujeres se desmayan. El
ríos más caudalosos de la ciudad, confluyen en una Gitano hace montoncito con los dedos de su mano
esquina y se opera la maravilla. Lo que hace medio derecha y lo apoya sobre la herida, acompañándolos
segundo era un avance presuroso, de choques y de un grito introduce los dedos hasta los nudillos
puteadas, que sólo se modificaba transitoriamente en la carne que se desgarra. Y sangra. Los niños
por una cabeza girando levemente para contemplar aplauden. Durante cinco segundos, el Gitano cierra
el culo de una dama, es ahora un remolino. Como si los ojos. Inclinado, los dedos enterrados en la
de un punto preciso en esa esquina surgiera la pierna hasta los nudillos. El silencio total se quiebra
mayor fuerza de gravedad, conocida o por conocer, con un grito de aquellos. La mano sale, salpica de
los cuerpos orbitan en torno a ese punto, rojo a los atrevidos de la primera fila. Triunfal,
irguiéndose sobre las puntas de sus pies para mejor entre sus dedos en alto, un clavo de quince
ver, hasta que deciden parar, llegar tarde, observar. centímetros.
En el centro del remolino un cajón negro, sobre El oficinista ve la sangre en su traje, frenético
el cajón negro un hombre, sobre el hombre un aplaude, grita, se saca la corbata y se la pone a guisa
disfraz de gitano. El Gitano es uno de aquellos de vincha.
elementos de la naturaleza, sublime, atrae y repele,
pero sobre todo, asusta. Al oficinista en su El charco rojo a los pies del Gitano ya es
pequeñez, que se pregunta por qué viste un traje preocupante. Lo advierten. Advierte que lo
gris con corbata roja de nueve a seis, cuando podría advierten. Se lame el índice y pasándolo por la
llevar un disfraz de gitano subido a un cajón negro herida abierta la limpia y la cierra en el mismo
en el horario que se le cantara. movimiento.
El Gitano grita, el remolino retrocede. Ríe El público enardecido grita al cielo. Queremos
nerviosamente y pasito tras pasito recupera el más. El Gitano promete más, les grita, los insulta,
territorio perdido. Hasta el próximo grito. Ahí, los azuza. Pide monedas. Monedas llueven. Cuatro
millones de manos entran en los bolsillos, algunas corren al banco a buscar más.
en los ajenos, cuentan monedas para pagar el
espectáculo. Para que el Gitano deje de gritar. El Gitano cuenta que cuando era niño e iba a la
escuela era muy alérgico a la tiza. En cierta ocasión
El Gitano cuenta cómo a los quince años, un la maestra lo obligó a pasar al frente para un
marcador central de defensores de Belgrano le análisis sintáctico. Sintió el estornudo llegando y
aplicó furibunda patada en la tibia, una tarde de comenzó esas fuertes aspiraciones previas. Martín,
enero en Palermo. Cuenta que en el hospital le pidió sentado al primer banco, fue aspirado por el agujero
una moneda al camillero y como se la negara, la negro de su fosa nasal. Nunca salió. La familia de
pierna colgando de la fractura expuesta, saltó de la Martín recibió una condecoración. El Gitano
camilla y le arruinó la cara a escupitajos. El respira profundo. El remolino retrocede,
remolino retrocede. Cuenta que tres horas más aferrándose entre sí y, así formada la cadena, se ata
tarde salió del quirófano en muletas, con cinco a un poste. El Gitano ríe, los insulta. El remolino
clavos más en la pierna. El remolino ríe ríe nerviosamente. El Gitano saca un martillo azul
nerviosamente. El Gitano se levanta el pantalón del bolsillo. Federico entusiasmado está en primera
hasta la rodilla y muestra la cicatriz para los fila. Todavía no se limpió la sangre y el Gitano lo
• TREINTA Y DOS •
Monoambiente
llama. Federico se siente tocado por Dios y acude al oficinista pierde los pantalones, frenético, aúlla
llamado. El Gitano le da el martillo y poniendo la colgado de un poste de luz.
punta del clavo en el agujero negro y peludo le pide
que martille. Federico da un golpe. Dos. Al tercero El Gitano pide silencio. El silencio se hace. El
el clavo desaparece en las profundidades del abismo, remolino expecta. El Gitano cuenta que a los veinte
seguido del martillo y este seguido de la mano de años pasó tres días seguidos cagando sin parar. El
Federico, la mano de Federico de Federico íntegro. remolino ríe nerviosamente. El Gitano se afloja el
Detrás de Federico, dos perros y una patrulla. El cinturón, la cuerda que oficia de cinturón. El
Gitano, satisfecha su voracidad nasal, levanta los público empieza a ulular. El Gitano se baja los
brazos, grita, putea. El remolino retrocede y avanza pantalones. Al cielo vuelan papeles, boletas y
tirándole monedas como si intentara lapidarlo. El cheques en llamas. El remolino pide más. El
• TREINTA Y TRES •
Monoambiente
• TREINTA Y CUATRO •
VIVIENDO A COSTILLAS DEL POETA
Segunda entrega
EL MAYORDOMO DE NERUDA
Don Justo.
Poeta de a ratos, este otro calvo con fama de buen hombre pudo costearse una digna publicación de sus “Versos de
la cocina”, colección en la que se destacan la “Oda a la cebolla”, “Al tomate”, y otros elementos culinarios de similar
lirismo. Comentaristas repararon en la influencia que esta poesía sencilla ejercería sobre Don Pablo.
Las tertulias que Neruda solía ofrecer en su casa se hicieron famosas muy pronto por “... ese mayordomo que
recitaba a pedido mientras ordenaba las copas”. Alentado por todos los presentes el buen Justo se achispaba y
versificaba temas del momento, aunque sabía ser discreto y callar la borrachera de una dama o un adulterio casual
entre los huéspedes. Como todo buen solista tocaba el violín dominando el arte de retirarse a tiempo.
Fue triste cuando supimos que era él quien robaba las hojas blancas del escritorio y hubo que despedirlo. Desolado
verlo con su ropa normal y esa peinada tensa, su pequeña valija yéndose a ningún sitio para siempre. Eran pocas
sus cosas porque todas nos las dejó.
En los momentos de añoranza, como este, en que repaso aquéllos tiempos felices, releo el librito de Don Justo. Lo
observo sobre el escritorio. “Versos de la cocina”. Tengo a la vista la composición “Cántico de las cacerolas”, la leo
en alta voz saboreando sus giros eficaces, su emotivo estribillo sobre la fruta, y lágrimas quieren rodar hasta mi
pera. Pero me contengo y compongo a mi vez este soneto: “Dónde estará Don Justo respirando qué vientos. Por
quién desgranará sus tostadas, en qué manteca derrochará su empeño, a qué salones acudirá con la escoba, qué
timbres responderá; qué abrigos, saludos, sombreros, amigos, chismes recibirá contento. Qué traje afortunado
auxiliará con qué botones de último momento.”
No puedo saberlo ahora, pero su figura descansa en mi recuerdo junto a la de Don Pablo. También su poesía. Sigo
hojeando: “Catarro del tacho de basura”, en sextillas, la elegía “Mi cuchillo es de acero”. Me detengo en la serie
“Coplas del sodero” y despierta en mí un vago sentimiento de alegría, una vez más me refugio en el pasado tanto
más feliz que el presente. El plácido madrigal “Tubérculo amoroso”, que da cierre al libro, me ayuda a
reconciliarme con la vida amén de sus adversidades, con lo bueno y lo malo, el todo y nada que encierra.
Medito que es concreta la poesía, pero tan lejana y caprichosa la posteridad. Sabemos todo sobre Don Pablo pero
nada o casi nada sobre el pobre Don Justo, que padeció un castigo quizá exagerado para el no tan grave delito de
robar papel.
Gastón Mazieres
Es Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en Literatura Argentina. Como autor teatral, ha
estrenado gran parte de su repertorio en diversas salas de la ciudad de Buenos Aires. Posee una sólida formación como actor.
Egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), y de la Escuela de Danza del Abasto (EDA). Como intérprete ha
participado en eventos y festivales de Argentina, Chile, Uruguay, Dinamarca, España. Como pedagogo, coordina actualmente en
Buenos Aires su taller “Escritura Teatral”, destinado a actores y gente de letras interesados en investigar y profundizar las relaciones
entre la escritura y la puesta en escena.
• TREINTA Y CINCO •
Mono con navaja
EL NIÑO ARGENTINO
LA EVOLUCIÓN DE MUCHACHO Y SU SENTIDO POLÍTICO
Por Jorge Dubatti
1
Jorge Dubatti
La estructura de El Niño Argentino es polifónica, porque los tres personajes
Buenos Aires, 1963. —Niño, Muchacho y Aurora— portan concepciones de mundo (de clase, en los
Doctor por la UBA (Área dos primeros) con diferencias, que explicitan en sus parlamentos o evidencian
de Historia y Teoría de en sus acciones físico‐verbales. Deben advertirse además estatutos poéticos de
las Artes). Premio de la personaje diversos: por un lado, Aurora (la vaca), por el otro, Muchacho y Niño
Academia Argentina de (los humanos), y en esa diferencia la polifonía se profundiza y multiplica. La
Letras de la UBA (1989).
vaca posee una entidad simbólica específica, y por lo tanto su pensamiento no
Docente especializado en
corresponde a una visión de clase sino a un corte analítico‐arquetípico. Como
historia y teoría teatral en
la UBA, Universidad explica Kartun en la entrevista realizada en la Escuela de Espectadores2, la vaca
Nacional de Rosario, expone deliberadamente el pensamiento del autor, es su personaje‐delegado.
Universidad Nacional de En el caso del Niño, la visión de mundo y de clase no evoluciona: se muestra
San Martín, Universidad configurada y estable de comienzo a fin de la pieza. Niño asume el punto de
del Salvador (Argentina) vista del patrón (joven) o del hijo del patrón, que puede cuestionar aspectos de
y Universidad Veracruzana la ideología de su padre pero acaba confirmando su pertenencia a la clase. En
(Xalapa, México). Dirige cambio, en Muchacho se advierten cambios en el devenir de la pieza, cambios
desde 1998 el Centro de que modifican sus predicaciones sobre el mundo. Muta en su ser y en la visión
Investigación de Historia
que ese ser porta.
y Teoría Teatral (CIHTT)
El viaje en barco, que estructura la pieza diacrónica y simbólicamente ‐del
y el Área de de Historia y
Teoría Teatral del Centro puerto de Buenos Aires al puerto de Le Havre, de Argentina a Francia, durante
Cultural Rojas de la UBA. treinta días‐, marca los hitos de la evolución del Muchacho3. Al viaje geográfico
Coordina el Área de Artes le corresponde un viaje interno, de aprendizaje. Inicialmente el Muchacho
Escénicas del Centro porta la visión de mundo del patrón y asume el lugar que dentro de esa visión
Cultural de la Cooperación. le corresponde al sirviente. Muchacho tiene muy clara la diferencia de clases,
Ha publicado más de con roles marcados a fuego: qué hace patrón al patrón, qué hace peón al peón.
cincuenta volúmenes Sin embargo, las ideas del Muchacho mutan.
de/sobre teatro. Por el contrario, el Niño genera y padece acontecimientos, finalmente muere,
pero no evoluciona, permanece idéntico a sí mismo, inmutable en el núcleo
fundante de su visión inicial, más allá de su progresiva degradación externa a
través de las jornadas (suciedad, desaliño, borrachera, endeudamiento, robo):
no cambia porque encarna la entelequia de su visión de mundo, tan potente
como cristalizada en ideología. La muerte del Niño es producto de la evolución
de otro, de su asesino: el Muchacho. El lector, orientado por el título, y por el
rol dominante del patrón, centra la atención en el Niño, pero pronto advertirá
que, si bien es el Niño el que domina la escena por su predicamento y
superioridad sobre el Muchacho, el protagonista de la obra es éste último:
atraviesa pruebas, evoluciona. Nos detendremos brevemente en algunos
detalles de la evolución de Muchacho, de su viaje interno de conocimiento y
aprendizaje, de los cambios en su ser.
En la Jornada Primera Muchacho se identifica con el punto de vista del
patrón hacia el sirviente: concibe su lugar en el mundo a partir de la mirada y el
rol que le otorga el patrón a través del beneficio del trabajo. Se asume
• TREINTA Y SEIS •
Mono con navaja
plenamente en la interiorización de cómo concibe el
patrón al sirviente. Ha incorporado la diferencia de
clase, la división de roles y atributos. Se define a sí
mismo como “peón de cría”, “gaucho institutriz”, “el
muchacho”, y no dice su nombre, no porque no lo
tenga, sino porque para el patrón es “el muchacho de
Aurora”4. La didascalia de Kartun lo describe, de
acuerdo con esa interiorización característica de esta
primera instancia del personaje, como “el pequeño
gran gaucho de figuritas”, el estereotipo gráfico
popularizado por la visión dominante. Las palabras del
Niño ratifican la imagen de Muchacho en la misma
dirección: “Milico de pito y casaca”, “Un tambor de
Tacuarí...”5, “pupilo”, “pueblo morocho”, “proletario”.
De entrada Niño expone la diferencia de clase a través
de un sistema binario de oposición y complemento:
dominador‐dominado, superior‐inferior, capitalista‐
mano de obra, padre‐hijo, amo‐esclavo. “Los
dependientes preguntan/cuando la gallina mea”;
Muchacho y sus boleadoras. Fotografía: Sandra Zea.
“Desensillá el sombrerito/en presencia del patrón”;
“Hablá si se te pregunta,/estando yo hacé silencio”. Se
llama a sí mismo, para diferenciarse, “el ganadero”6. Su San Martín. Reconoce en el mundo del patrón una
actitud es de superioridad, paternalismo, y además solemne potestad, fuente de la ley a seguir y respetar.
cinismo, desprecio, subestimación e insulto. Muchacho Por su parte, el Niño se encarga de ironizar y desmentir
acepta las reglas del patrón, que conoce y celebra: “De esa autoridad una y otra vez: demitifica la clase –espe‐
chiquito aprende el peón/la prosapia del patrón”; “A lo cialmente cuando habla de sí mismo y de las
que guste mandar”; “Sumiso pido permiso”; “Bajo el hermanas—7, pero sin desprenderse de sus jerarquías,
cogote y me humillo:/soy el muchacho sencillo”. Sus atributos y privilegios.
hábitos están hechos a la medida del trabajo y se opo‐ Sin embargo, al Muchacho ya algo le pasa: un sueño
nen a los del Niño: no bebe, se acuesta temprano y se pone en evidencia que la situación ya no es la misma
levanta con el alba. Sin embargo Muchacho ya anuncia, para él. En el comienzo de la Jornada Segunda lo agita
en el anteúltimo verso de la Jornada, que el viaje será una pesadilla apocalíptica (en la que se entrama el gran
fuente de enseñanzas: lo define como “Trascendiente desafío histórico y político a la clase de su patrón: la
periplo, y docto”. Relevante prospección (proyección inmigración), cuya dimensión de “augurio” y “vaticinio”
hacia el futuro del relato) que ilumina la función edu‐ no logra desentrañar. Los sueños ya sugieren lo que el
cativa y modificadora que tendrá la travesía. Muchacho todavía no sabe. Promediando la Jornada, la
Inicialmente la Jornada Segunda (madrugada del día noticia de que la vaca no regresará a Buenos Aires
siguiente a la partida) confirma, asienta y amplifica la produce un primer giro consciente en el Muchacho:
estructura ideológica configurada en la anterior. “Mi desconfía de la que cree broma pesada del Niño (“Usté
patroncito descuide”, “Lo que usté quiera me pide”: es un fresco”), e incluso interpreta como “maldá”,
humildad, reverencia, servicialidad. El carácter pasivo y “alevosía”, “atitú fratricida” la posibilidad de que la
receptivo de su clase se explicita en el mito de inicia‐ vaca sufra un destino injusto. La toma de conciencia lo
ción laboral en la infancia donde se advierte la voluntad lleva a contar su historia. Todo lo que es se lo debe al
y autoridad performativa del patrón: “Yo era un gurí patrón: “Yo fui de chico un granuja,/señor, el demonio
todavía,/y me hicieron peoncito de cría/de la pequeña mismo,/sin credo, sin catecismo.../Yo fui el malo, el
ternera”. Se acentúa la visión abuenada del Muchacho infiel, resaca.../Su padre, Dios y esta vaca/me sacaron
respecto de la estructura de clases, así como su identi‐ del abismo./Esa fue mi trinidad,/mi luminoso milagro”.
ficación y familiaridad con los símbolos del naciona‐ Dios y el patrón hermanados. Simbiosis del Muchacho
lismo: cita el Martín Fierro y un difundido epigrama de con la vaca, por lo que ya en germen se registra —al
• TREINTA Y SIETE •
Mono con navaja
defenderla de la muerte— un primer gesto de auto‐ catábasis gradualmente iluminadora. La ceguera en la
nomía y afirmación. Rebelión frente al patrón pero que bodega como condición de posibilidad de una nueva
sólo es abnegación, identificación y amor en la defensa mirada.
de los intereses patronales. La Jornada Tercera transforma la bodega (a una
La posibilidad de que Aurora no regrese instala en semana y media de la salida; tercio del viaje) en la
Muchacho otro tipo de rebelión, una actitud —por República lechera de Achalay: tinglado de telón pintado
primera vez— de condicionalidad: “Si ella no vuelve, dispuesto por Argentino para “consolar al criado” y
me quedo”. Nueva prospección, oblicuo adelanto del para convertir a Aurora en fuente multiplicadora de
final. El Niño promete ayudar, pero Muchacho ya no leche que vender. Muchacho está angustiado por el
esta muy seguro de poder creerle. Comienza a resque‐ encierro y por la suerte incierta de Aurora: se siente
brajarse la confianza que depositaba en el lugar que el “entre aguas... como feto...”, metáfora indirecta de la
patrón le asigna como sirviente. Desconfianza hacia el nueva conciencia que se está gestando. Sabe que el
patrón y hacia el hijo del patrón. Kartun instaura en la Niño no habló con su padre, lo encara, le reprocha. En
Jornada Segunda el inicio del conflicto. Proceso de sus reacciones ya no es tan servicial ni humilde:
erosión de la visión de mundo/clase inicial y transición “Delator nunca jamás: /no son valores de un criollo”, o
hacia otra. El dramaturgo comienza a otorgar relevan‐ “No me rete patrón pues...”. Resquemor e incipiente
cia a la acción interna del Muchacho, quien encerrado distancia. Mayor cautela. Primera actitud de acreedor.
en la bodega del paquebote, no da descanso ahora a su Le objeta a Argentino no haberlo llevado en su visita a
pensamiento. Descendió a la “pampa ciega”8 para una Recife. Y comienza a compararse con él: “Nunca he
vivido algo así”. Primer indicio del nuevo deseo: estar
en el lugar del patrón, vivir lo que vive el patrón.
Niño comenta las modalidades del teatro local y
cuestiona la puerilidad de la “comedia pastoril”:
“Siempre la misma receta:/ Peón bueno, patrón
cajeta”. El lector piensa en Muchacho y Niño e intuye
una diferencia: comienza a oírse el rumor de una
amenaza latente de Muchacho, indignado por el futuro
que se quiere dar a Aurora. La tensión se relaja en el
pericón, pero a la vez el baile evidencia un cambio: es
la inversión del shimmy de la Jornada Segunda. Ahora
el que da las indicaciones de baile, el que sabe, es
Muchacho, seguro en su territorio nativista. Frente a la
nueva tensión, que intuye o calcula con sabiduría de
superior, Niño expresa la voluntad de acercamiento:
“Aquí es cuando el patrón, el farmer/ recibe a la
peonada,/ afable y endomingada:/ deme súbdito un
abrazo/ y vaya enseñando los pasos...”. El peón deja de
ser ingenuidad y transparencia.
La Jornada Cuarta es la más compleja y encierra el
episodio crítico de la violación de Aurora. Se inicia con
un acontecimiento no menos relevante: en el baile de
disfraces durante el Cruce del Ecuador, ocultos tras
caretas de cartapesta, Niño y Muchacho se han
intercambiado las ropas y han subido a la cubierta.
Muchacho es por un tiempo Niño. “¡Qué píldora se
tragaron,/ que yo era usté y usté yo!”. Muchacho se
deslumbra con el mundo del patrón: “¡Qué alcurnia,
Niño, qué ambiente...!/ Y yo allí vestido de gente”. Ha
visto cómo lo miraban las mujeres, ha bailado y ha
Aurora, la vaca, y el Niño. Fotografía: Sandra Zea.
• TREINTA Y OCHO •
Mono con navaja
bebido, ha cometido desmanes, se ha reído a costa de
otros (el oso carolina incendiado), ha sido otro y ha
gozado de los placeres de primera clase. Muchacho
sintió que sólo pudo delatarlo el pelo “pirincho”, en el
que Argentino ve “ese defecto incurable,/ la herencia
indisimulable/ de ser sangre americana/ (...) En el Río
de la Plata/ negro mota o indio mata”. Muchacho le
pregunta cómo se alisa el pelo, y Niño no le revela el
secreto, lo posterga como una forma de complicidad,
de reaseguro de futura colaboración.
El nuevo deseo se acrecienta: Muchacho quiere
saber si, en el lugar del Niño, estuvo a la altura, y más
aun, si podrá ser patrón alguna vez. Se va a dormir
“soñando ser propietario,/ industrial, terrateniente.../
Usté que nunca me miente, diga la pura verdá:/ ¿en
Achalay se podrá?/ Digo: ¿llegaré a patrón?”. Argentino
retorna al gesto de distancia diferenciadora: “No hay
que perder la ilusión,/ no hay logro que no se intente./
Y todo roce da clase./ Y la clase te hace gente/ Pero no
hay patrón suplente:/ muchacho, patrón se nace”. Que
pierda las ilusiones: para la ideología de la clase
dominante, el peón nunca llegará a patrón. Sin
embargo Muchacho se afianza en su deseo, se tiene
una inédita confianza: “Voy a poder.../ Ya va a ver./ Voy
a poder./ Ya va a ver...”. Nueva prospección potente.
La violación y los ruidos de la tormenta lo despiertan.
Insulta a Argentino, primero lo amenaza con el facón, Muchacho enlaza al Niño. Fotografía: Sandra Zea.
luego lo enlaza por el cuello para ahorcarlo. A punto de
ser asfixiado, Niño le reclama a Muchacho todo lo que fue mi trinidad,/mi luminoso milagro”. Muchacho ya
le debe, lo que ha hecho por él, y éste va aflojando el sabe que la vaca no volverá, terminará en asado. Y si no
lazo. Es el momento central de la revelación de las hay Dios..., tampoco hay autoridad de patrón que respetar.
reglas de sociabilidad, la epifanía, el relámpago máximo En la Jornada Quinta, mientras hace caminar a la
de conocimiento hasta ahora experimentado por Vaca por la bodega, Muchacho reflexiona: “He
Muchacho. Hace preguntas: “Si no hay una ley al fin, un engordado de seso./ Tengo ahíta la mollera”. A
orden un supongamos que le diga cuántos gramos continuación formula su teoría de la traición. “Está
tiene el kilo al balancín...”; “¿No hay Dios acaso?”. ¿No cambiado. Taciturno”, explicita la didascalia. Frente a la
hay ley, no hay moral, no hay Dios? Niño contesta sin degradación del Niño, se produce la mayor
dudar: “No”. Muchacho negocia: no lo matará si autoafirmación de Muchacho. ¿Cómo será su traición?
consigue de verdad el regreso de la vaca. El Niño se El contenido de la “traición” será develado
planta: no hay negociación. Aunque a punto de morir, catafóricamente en la Jornada siguiente.
sigue dominando la situación. El Muchacho no puede La Jornada Sexta se abre con la transformación ya
sacar ventaja, afloja el lazo y “sumiso” deja entrar consumada de peón de cría y ordeñe en faenador,
nuevamente a Argentino al brete. Acción interna. carneador, asador, “parrillero snob chic”: Muchacho ha
Aceptación de la nueva violación, pero también puesta matado y descuartizado con sus propias manos a
en ejercicio de nuevos saberes. La sumisión es sólo Aurora y la ha cocinado para la primera clase. Él, que la
física: en Muchacho ya se ha instalado la necesidad de salvó de la muerte en la Rural, ahora se ha encargado
ser otro, de entender el mundo de otra manera. de despedazarla. Se lava la sangre: el agua purga y
Recordemos su confesión en la Jornada Segunda: “Su marca el bautismo de una nueva etapa. Muchacho es
conciente: “Vi que se acababa el viaje”, esto es, que se
padre, Dios y esta vaca/ me sacaron del abismo./Esa
• TREINTA Y NUEVE •
Mono con navaja
completaba el proceso de aprendizaje y gestación del Leporello, Arlequino,/el perfecto criado argentino”
nuevo Muchacho. “Viajando se cambia, se crece./Viajando sino un nuevo modelo de patrón, que porta su
se aprenden cosas:/feas, útiles, hermosas...”, dirá más ideología pero no la pertenencia originaria a la
adelante. El Niño también advierte cambios en el peón: clase. Toda una ética de movilidad social dentro del
“Mucho mejor el modal [...] Te estás convirtiendo en capitalismo. Muchacho no es el “peón bueno” de la
gente”. Hasta practica el francés: “Garcon, un Pastís de comedia pastoril, sino el asesino que asume la
Marseille”. Niño le ofrece su propio ajuar, su talco, le visión de mundo del poderoso para tomar su lugar a
revela el secreto del tragacanto. La acción interna que toda costa y porque no hay otra salida visible. El
agita el alma del Muchacho de pronto se configura traidor Menem9. Todo político traidor. El dominado
físicamente: sus gestiones serviciales culminan en el que asume la ideología del dominador y la
asesinato, degüella al Niño, toma su ropa, se empasta el reproduce. El mayor dolor de El Niño Argentino es
pelo con tragacanto, y se va con paso firme y visión de que, si bien Niño y Muchacho poseen diferencias en
“apolo”. Recién ahora queda claro cómo entendió el sus visiones de mundo –de allí nuestra tesis de
ejercicio de la traición. No se trataba de generar una polifonía‐, ambos de una manera u otra ratifican la
visión opuesta y alternativa a la del patrón. Muchacho estructura de subjetividad del poder. El “proletario”
asume la visión de mundo del patrón pero desde el lugar no parece capaz de generar una subjetividad
del patrón, no el lugar que le corresponde al criado. alternativa. Sólo desea ser patrón. Muchacho se
Contradice al patrón, se diferencia de él porque define como personaje negativo. Escepticismo y
demuestra que no sólo “se nace”, también se llega a amargura constituyen el tono político de El Niño
patrón traicionando. Muchacho no acepta ser “Sganarelle, Argentino
Notas
1. Analizamos el texto incluido en la edición de Atuel (Biblioteca del Espectador, 2007), es decir que consideramos El Niño Argentino en la
instancia genética intermedia entre texto pre‐escénico y post‐escénico, tal como se detalla en la “Nota introductoria”. No consideraremos,
en consecuencia, los cambios introducidos al texto por Kartun para el espectáculo.
2. Incluida en la edición de Atuel citada.
3. Paralelamente, se da el pasaje de Aurora de vaca viva a “alma en pena”, “desechos de faena”, restos “de hueso y sebo” habitados por la
bacteria.
4. “Que ni nombre todavía:/en adelante, muchacho”.
5. Expresión que enlaza El Niño Argentino con Pericones, donde Muchacho ya aparece prefigurado. Pericones ubica su mundo en la
cubierta de un barco. Hay un delibrado vínculo intratextual entre ambas obras.
6. “Y ya que en social reclamo/solicita el proletario/se le respete el horario,/el ganadero lo acata”.
7. “Por suerte no soy mi padre”, afirma el Niño.
8. Así define el Muchacho la bodega en los primeros versos de la Jornada Primera. La didascalia la llama “caja de resonancia enorme”, esto
es, de enorme resonancia simbólica.
9. Véase al respecto la entrevista incluida en la edición de Atuel, ya citada.
• CUARENTA •
POEMÍNIDOS
(CONTRIBUCIONES FÓSILES PARA UNA ARQUEOLOGÍA DEL VERSO)
En esta sección recuperamos algunos poemas de autores más o menos ignotos y los
ponemos a consideración de nuestros lectores, para que juzguen por sí mismos si el tiempo
ha sido justo olvidándolos o si les debemos una disculpa.
Juan Arzadun nació en Bermeo en 1862, y murió en el
mismo pueblo, en 1950. Poeta y político, fue además un
militar de carrera, que alcanzó el grado de General y
ocupó la dirección de la Academia de Artillería (de la que
fue depuesto por Primo Rivera a causa de su actitud
rebelde frente a la dictadura). También, ocupó el cargo de
Gobernador Civil y Militar de Guipúzcoa.
• CUARENTA Y UNO •
PESIMISMO Y OPTIMISMO
Ante un rosal (Pensamiento de Alfonso Karr)
nombra alegres romerías,
- Dices que Dios nos ama… ¡desatinas!- recuerda vascos cantares,
-¡Mira las prendas de su amor hermosas!- y al son del chistu se alegra,
-¡Halló la rosa y la cubrió de espinas!- y en los frontones se esparce?
-¡Halló la espina y la escondió entre rosas!- ¡Laurak-Bat! Tú que evocando
Nuestros escondidos valles
Contra el egoísta olvido
܀ Riñes fecundo combate!
¡por tí la Euskaria revive
A LA SOCIEDAD LAURAK-BAT más hermosa en Buenos Aires,
DE BUENOS AIRES y están las madres vasconas
menos tristes, porque saben
Por el torcido sendero que Sociedad bendecida
que en las verdes heredades, existe, piadosa y grande,
con lindes de zarzamoras que al desvalido defienda,
serpentea entre maizales, que al abandonado ampare,
y al que plácida frescura que dé alientos al que sube,
presta el tupido follaje y compasión al que cae!
verde-oscuro en los castaños, Sabe que en tí, desprendidas
verde-claro en los nogales, de la cantábrica margen,
alegre trepa el cartero en la tierra americana
sudoroso y jadeante. has conseguido que arraiguen
Con qué impaciencia le aguardan nuestras honradas costumbres,
nuestras fiestas populares,
En los caseríos, sabe.
¡Pechos ansioso le esperan! nuestros varoniles juegos,
nuestras santas libertades:
¡le acechan ojos amantes!
¡labios ufanos le nombran! que en tí, la patria perdida,
más bella por más distante,
¡manos trémulas le atraen!
¡Que hermoso el día en que llegas labios amigos celebran,
manos honradas aplauden:
á visitar nuestros valles!
¡recuerdo de los ausentes! que cuando el hijo adorado
de sus fatigas descanse
¡correo de Buenos Aires!
en el Laurak-Bat le esperan
¿Qué hechizo tiene esa carta compueblanos que le amen,
en sus líneas desiguales ¡que le hablarán en vascuence
que hace llorar á la novia de su pueblo y de su madre!
y sonreir á la madre?
¿Cómo tan alegre escribe ¡Qué hermoso el día en que llegas
el que llorábais distante, á visitar nuestros valles!
y en la América remota ¡recuerdo de los ausentes!
como en los campos natales, ¡correo de Buenos Aires!
܀܀܀
• CUARENTA Y DOS •
La del mono
A Inés de Mendonça y Marina Kogan, mis amigas de Letras.
“...porque Françoise veía por todas partes ‘envidias’ y ‘chismes’, que en su imaginación cumplían ese funesto
y permanente oficio que cumplen en la de otras personas los jesuitas y los judíos...”.
“No es que ella fuera mala. No hay ninguna mujer que nazca mala, porque todas nacen malas, nacen con la maldad dentro.
La cosa es casarlas antes que la maldad llegue a su consecuencia natural. Pero tratamos de hacer que se sujeten a un sistema
que dice que una mujer no se puede casar hasta que alcanza cierta edad. Y la naturaleza no presta atención a los sistemas,
y las mujeres les prestan menos atención a ellos, ni a nada. Simplemente es que ella creció demasiado de prisa.
Alcanzó el punto en que la maldad llega a su consecuencia antes que el sistema dijera que era hora para ella.
Creo que no lo pueden remediar. Yo tengo una hija también, y lo digo”.
Acto I
(Josefina —la china— Ludmer, Marina Mariasch y Elsa Kalish)
Marina Mariasch: Eh... yo... eh, podría tomar otra cosita porque...
Josefina Ludmer: ¡Por qué! ¡A ver, por qué querés tomar otra cosa, ¿me querés decir?! ¡Te invito a mi casa a tomar el
té y me lo despreciás! ¡A ver, tarada, explicame por qué mierda si te concedo el honor de venir a tomar el té a mi casa, a
mi casa donde sólo viene a tomar el té un reducido y selecto grupo de elegidos, me haces este desplante! A ver, dame
una explicación válida, porque de lo contrario llamo ya mismo a mi siervo Daniel y le ordeno que te eche a patadas en
el culo ya mismo de mi casa.
Marina Mariasch: Es que... me da vergüenza, no se cómo decirlo sin ponerme colorada y empezar a balbucear.
Josefina Ludmer: ¡Vergüenza, vergüenza! Vergüenza es ese programa de televisión boludo donde entrevistás a
escritores de cabotaje que con tal de figurar son capaces... mirá lo que te digo, con tal de figurar y aparecer en tu
programa de cable boludo para que vos los histeriquiés, son capaces hasta de escribir algo interesante. . ¡Que pajeros
que son los tipos, Dios santo¡ Me angustiaste. Lograste hacerme angustiar! ¿Es lo que querías, verdad? ¡Claro, que
boluda que soy, cómo no me di cuenta antes! ¡Claro, cómo no supe darme cuenta que debajo de ese disfraz de retardada
mental se ocultaba un monstruo, un ser inmensamente perverso que goza haciéndole mal a los demás! ¡Mirá como me
haces poner! Yo que te invité a mi casa a tomar el té con la mejor, de corazón, mierda, y mirá cómo me lo retribuís.
*Las 18 columnas anteriores de Las chicas de Letras… pueden leerse en www.elinterpretador.com.ar
• CUARENTA Y TRES •
La del mono
Josefina Ludmer: Pero la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. La culpa es mía que soy una boluda
que todavía cree en las personas. ¡Cómo no me voy a poner mal, Elsa! ¡Qué, vos también estás del lado de ella! Están
todos contra mí, nadie me quiere... Aaaah, ahora me doy cuenta de todo, a ustedes dos las mandó el culastrón de Panesi
para cagarme la vida, ¿no es así? Claro, pobrecito, ese fracasado, el muy mierda, como él se tuvo que quedar acá en
Argentina fracasando porque el muy turro de Pezzoni al morirse lo clavó heredándole su bolichongo de morondanga
de Puán, me odia, me envidia, quiere que yo también me vuelva una vieja chota que se la pasa todo el día tomando el té
y hablando boludeces con retardadas igual que él. ¡Pero yo que culpa tengo! ¡Qué culpa tengo yo de haberme ido al
extranjero y romperme bien el orto y convertirme en una reina de la teoría mientras él se quedaba acá tomando té y
atendiendo detrás del mostrador del bolichongo de Pezzoni a esa alta casa de estudios de mierda que produce
retardadas mentales como ustedes dos!
Elsa Kalish: Calmate, Chinita. Tomá una Carilina y secate las lágrimas.
Josefina Ludmer: ¡No! No quiero tus Carilinas, metételas en el orto a tus Carilinas. ¡Ya mismo se van las dos de mi
casa! ¡Ya, se van! ¡Daniel! ¡Daniel! ¡Daniel!
Elsa Kalish: China, escuchame. Yo entiendo tu angustia e indignación y comparto con vos que Marina se desubicó y
que vos no te merecés lo que te acaba de hacer. Pero bueno, nada, según ella, todo este momento desagradable que nos
está haciendo pasar tiene una explicación, una razón de ser, ¿verdad? ¿Por qué no la dejás hablar y si no te convencen
sus palabras yo misma me comprometo a echarla a patadas de tu casa?
Josefina Ludmer: ¡Daniel! ¿Dónde se metió ese pelotudo? ¡Cómo te hace renegar la servidumbre en este país!
¡Siempre que una los necesita nunca están! ¡Daniel, vení ya para acá y sacáme a estas dos judías putas de mi vista!
Elsa Kalish: Dale, China, dejala hablar, dale, toma la Carilina y secate esas lágrimas, ¿dale?
Josefina Ludmer: Bueno, está bien. Gracias, nena. Pero yo te digo algo Marinita, si vos seguís por ese camino,
conduciendo programas de TV para retardados y escribiendo boludeces en Blogs... así... así...así, jamás, pero jamás de
los jamases vas a lograr llegar a dar clases en Yale como yo y convertirte en una reina de la teoría a la cual no haya
pajero que no se le arrodille a sus pies. ¡Que te quede claro, eh, porque no te lo voy a volver a repetir!
Elsa Kalish: Dale tarada, habla, o nos hecha a la calle a las dos esta vieja chota. Dale, pensá en los sacrificios que
tuvimos que hacer para lograr llegar a esta tarde, a estar sentadas acá tomando el té con esta vieja chota y ahora vos
querés tirar todo por la borda por una boludez, porque seguro que es una boludez, Marina.
Marina Mariasch: Sufro... tengo tránsito lento, por eso no quiero tomar té. ¿Me entendés, China, ahora? No es nada
contra vos, lo que sucede es que el té te reseca las tripas y te constipa y yo sufro de tránsito lento.
Josefina Ludmer: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA... No podés cagar... JAJAJAJAJAJA... ¿Era eso? La mina no puede
cagar, por eso me desprecia el té que le convido.
Marina Mariasch: ¡De toda la vida! Desde que tengo uso de razón que vivo taponada. Mirá, cuando era chica tres
veces me tuvieron que internar de urgencia por bolo fecal. Y de grande... ni te cuento. Las mil y unas tuve que pasar y
paso con mi tránsito lento. Es horrible, porque vivo siempre en una espera permanente en la que todo el tiempo estoy
por ir de cuerpo y cuando llego al baño, que no puedo más, que me hago encima, me siento, hago fuerza y fuerza y más
fuerza como si estuviera por parir y nada, no puedo, no puedo, no sale. Pero bueno, con el tiempo me fui
acostumbrando y aprendí a vivir y llevar mi tránsito lento a todas partes. ¿Qué se le va a hacer, no?
Josefina Ludmer: ¿Y no probaste con que te rompan bien el culo? Quizá con eso se solucionan todos tus problemas
• CUARENTA Y CUATRO •
La del mono
de tránsito lento. Quizá solo sea un problema de desfasaje entre el tamaño de tus soretes y el orificio de tu ojete. Digo,
no, si producís soretes grandes y duros y tenés un ojete chiquito, quizá, quién te dice, todo el problema se pueda
resolver haciéndote romper bien el culo.
Marina Mariasch: Ya probé de todo, China, pero no hay caso, padezco de tránsito lento crónico.
Elsa Kalish: Un yogur nuevo de La Serenisima que te ayuda a cagar. Tenés que tomar uno por día y al cabo de dos
semanas, cagás de lo lindo.
Elsa Kalish: Qué sucede, ahora, China. Calmate, que te vas a enfermar.
Josefina Ludmer: No ves que lo llamo a Daniel y no viene. Esta servidumbre de mierda y la puta que los parió.
¡Daniel!
Elsa Kalish: Bueno, ya va a venir. Quizás esté ocupado en alguna tarea y no te escucha. ¿Querés que lo vaya a buscar?
¿Qué es lo que necesitás tan urgente que haga? Decime, yo lo hago.
Josefina Ludmer: ¡No, no, no... Para eso tengo siervos, para que me atiendan. Ustedes son mis invitadas y tienen que
ser servidas a cuerpo de rey. Aparte, yo conozco bien el paño choto de la cultura argentina... y si yo ahora te dejo a vos
hacer una tarea que le corresponde a mi siervo, vos mañana, seguro, vas a ir por ahí cotorreando y tirando mierda de
que yo soy una vieja puta que te invité a mi casa para humillarte obligándote a hacer las tareas de mis esclavos.
¡Daniel, Daniel... !
Elsa Kalish: Pero nooo, China, nada que ver, faltaba más, todo bien, si vos sabés que está todo bien entre nosotras, ¿o
no sabés que yo te quiero como si fueras una segunda madre?
Josefina Ludmer: Vos sos una hija de puta. ¿O acaso no te acordás que la última vez que te invité a tomar el té a mi
casa, en esta misma mesa, me contaste que tu vieja era una reventada, una pobre mina y que la odiabas, eh, eh, eh?
Elsa Kalish: Aaah, es verdad, me había olvidado. Pero vos sos la madre que yo siempre hubiera deseado tener.
Josefina Ludmer: Vos sos una hija de puta. Pero te falta tomar mucha lechita para ser la hija de esta puta. ¡Mucha
leche, tarada!
Josefina Ludmer: Sí, ya sé que a vos te gusta la leche igual que a esta otra puta. Ustedes las judías son todas iguales,
putas y calentonas.
Marina Mariasch: Si te pone tan mal que no tome el té que me serviste, lo tomo, lo voy a tomar, después de todo, un
té más o un té menos, igual cuando llegue a casa no voy a poder ir de cuerpo.
Josefina Ludmer: ¡Daniel! ¡De ninguna manera! Ahora mismo lo llamo a Daniel y que te vaya a comprar Activia.
¡Daniel, vení para acá que tenés que ir a hacerme un mandado a los chinos de la esquina! ¡Daniel! De ninguna manera
te voy a permitir tomar mi té si te hace mal, porque yo te dejo tomar mi té y vos después vas a escribir en tu Blog
pelotudo que no podés cagar porque yo te obligué a tomar té... y además, vas a ir corriendo a contarle a la vieja chota
de Panesi que yo te obligué a tomar té porque sabía que vos sufrías de tránsito lento y de pura jodida que soy quería
verte reventar de mierda, de un coma de bolo fecal. No, nenita, ahora mismo viene Daniel y va al super de los chinos
de la esquina y te compra un Activia. ¡Daniel!
• CUARENTA Y CINCO •
La del mono
Elsa Kalish: Che, veo que tenés problemas con la servidumbre.
Josefina Ludmer: No me hablés, no me hablés. Desde que volví a este país de mierda no hago más que hacerme
malasangre. Esto en Estados Unidos no pasa, ¿sabés? Cuando daba clases en Yale tenía una docena de espaldas
mojadas, de chicanos feos y analfabetos a mi servicio. ¿Y sabés cuánto me salía tener a una docena de siervos allá?
Nada, una ganga. Trabajaban para mí las 24 horas por la comida y la cama. Y no saben cómo me atendían, chicas. ¡Lo
dóciles que eran, lo servicial que eran para con su ama! Se desvivían por mí. Yo no tenía que decirles ni mú que ellos ya
sabían lo que yo todavía no sabía que iba a necesitar pedirles. Eran divinos, divinos, mis espaldas mojadas. Así sí daba
gusto tener siervos. No como acá, que te dan un trabajo, ¡un trabajo! ¿Dónde se vió que una tenga que estar pendiente
todo el día de sus siervos y no ellos de una, ¿eh? ¿Dónde? Sólo acá, en un país de cuarta como la Argentina llena de
negros cabeza peronistas que se creen con derecho, con derechos... ¡Derechos de la poronga de Perón y la cajeta frígida
de la rubia oxigenada de su mujer que les metieron esas ideas putas a estos negros putos que no sirven ni para ir a la
esquina a ver si llueve y encima se creen con derecho a estropearle a una que es una académica respetada
internacionalmente una hermosa velada de té! Desde ya les pido perdón, chicas, por el comportamiento de mi
servidumbre y les prometo que no va a volver a suceder la próxima vez que las invite a tomar el té. Estoy evaluando la
posibilidad de conseguirme unos bolitas, esos son buenos bichitos, sumisos y laburadores, no como estos negros del
interior que en cuanto te descuidaste, te cagaron. Y les digo más, esto en Estados Unidos no pasa. Por eso chicas, si
ustedes algún día quieren levantar cabeza y aspirar a vivir una vida menos grasa y tilinga que esta basura que les
ofrece el ámbito cultural provinciano y decadente de Buenos Aires, prepárense a conciencia, lean mucho, rómpanse el
culo laburando, como lo hice yo, y cuando puedan, rájense al carajo, a Estados Unidos, que son más boludos que los
pajaritos los yanquis, y peor aún les diría... Pero si tenés guita allá no hay lola ni ocho cuartos de la pindonga, allá los
siervos son siervos y las reinas somos reinas, como debe ser y a otra cosa... Les voy a confesar algo, chicas, desde que
volví del extranjero no puedo evitar la desagradable sensación de sentirme Mansilla viviendo en los ranchos de los
indios Ranqueles. ¡Daniel! ¡Daniel, vení para acá! ¡Daniel!
Marina Mariasch: Elsa tiene razón, China, calmate, porque te va a hacer mal.
Josefina Ludmer: “Elsa tiene razón, China...”, estúpida. Si fuiste vos la que me generó toda esta angustia y
malasangre, estúpida. ¡Vos me vas a matar! ¡Daniel, vení ya, que tenés que ir a los chinos de la esquina a comprar
Activia para la boluda de Mariasch que no puede cagar!
Josefina Ludmer: Cómo me gusta la gente sumisa y alcahueta que se deja humillar por mí. Me enternece. Despierta
lo mejor de mí, mi parte maternal.
Josefina Ludmer: Vos no entendés nada, vos sos una estúpida, igual que esta otra retardada, que se creen que porque
vienen a tomar el té a mi casa, con eso solo, con eso solo y escribiendo después columnas pelotudas para infradotados y
poemitas forros, van a llegar a Yale y tener una docena de espaldas mojadas a su servicio que les abaniquen la argolla
todo el día.
Marina Mariasch: Ay, que rico este té. ¿De qué es?
Josefina Ludmer: En serio te gusto mi té. Ay, sos divina, en tu boludez atómica por momentos tenés raptos de
inocencia que me conmueven. Es de bergamota el té, Marina.
• CUARENTA Y SEIS •
La del mono
Marina Mariasch: ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA... !
Josefina Ludmer: La verdad, chicas, que hoy me desperté rayada mal, pero que ustedes vinieran hoy a tomar el té me
cambió los humores y me alegró la tarde.
Elsa Kaslish: China, a nosotras también nos alegra y gratifica poder estar en tu casa compartiendo este té con vos.
Josefina Ludmer: Sí, sí, seguro. No sigas hablando mejor que la vas a embarrar. Mira que yo a vos te conozco, vos sos
la típica putita del conurbano que por llegar a ser iluminada por las luces del centro es capaz de cualquier cosa. Una
negrita reventada y resentida del conurbano con hambre de salir de pobre y llegar a ser una reina como yo. ¿Pero
sabes cuánto te falta a vos para ser una diosa como yo? ¡Sabes!
Josefina Ludmer: Sí, mucho. Y la verdad, no te veo pasta, ni que te de el cuero ni para empezar, sencillamente, porque
sos una pobre boluda con una educación deficiente.
Josefina Ludmer: Y vos en la escala zoológica sos aún inferior que ésta.
Marina Mariasch: Ay, acabás de decirme que soy un animalito, ¡qué lindo! ¿Qué animalito sería yo para vos? ¿Una
bambi? ¿Un oso panda? ¿Una calandria?
Josefina Ludmer: Dejalo ahí, Marina, mejor dejalo ahí. No quiero volverme a calentar. Mejor les voy a contar...
Elsa Kalish: ¡No me digas que nos vas a contar de cuando Osvaldo Lamborghini te tiró toda tu biblioteca por la
ventana un día que estaba pasado de merca o cuando también te tiró el gato por la ventana de puro jodido y puto que
era! Ay, sí, contá, contá... ¿es verdad que te cagaba a piñas y le gustaba que lo vieras como él se lo garchaba a Cesar
Aira mientras te decía: ves, así se hace crítica literaria?
Josefina Ludmer: No, no se de lo que me hablás, no quiero hablar de eso. Les voy a contar lo que me sucedió anoche,
que no se puede creer.
Josefina Ludmer: Anoche le pido a mi “shofer” que saque el auto y me lleve a jugar a los fichines del casino flotante.
Yo soy loca por los fichines, me vuelven loca. Me vuelven loca las maquinitas. Desde que me agarró la menopausia, de
esto hace ya años, se me pegó el raye de los fichines. La cosa es que mi “shofer” me lleva y le digo que me espere en la
puerta mientras entro a jugar. Entro y en menos de una hora me limpiaron las maquinitas toda la guita que había
llevado para jugar. Obviamente que salí puteando a los cuatro vientos. Recaliente. Siempre que salgo de jugar a los
fichines vuelvo recaliente como una perra, gane o pierda, quedo con una calentura de los mil demonios. Así que le dije
a mi “shofer” que me llevara a un cajero a sacar guita y después le indiqué que fuera por avenida Santa Fe para
levantar un chongo que me bajara la calentura de la cachufleta que se me incendiaba. Levanto a uno y me lo traigo
• CUARENTA Y SIETE •
La del mono
para casa. Me pongo en pelotas y le pido, le suplico, porque ya no podía ni hablar de la calentura padre que tenía,
cogeme, puto. ¿Y a que no saben qué paso en ese momento? El muy puto se me quedo parado en bolas frente a mí, que
hervía como una pava caliente olvidada en el fuego, mirándome con cara de cordero degollado y me dice: disculpe,
señora, no se me para, no sé qué me pasa, pero no puedo, no se me para. ¡Para qué! Cuando oí eso me volví loca de
desesperación. Empecé a saltar en bolas en la cama, histérica, y me arroje sobre él y le empecé a pegar desesperada en
todo el cuerpo. Lo quería matar. Nene, yo ya te pagué por un servicio, le dije, así que ahora me garchás o te mato. La
cosa que el pibe, que no tendría más de 18 años, se asustó tanto de verme hecha una fiera dispuesta a cualquier cosa si
no me cogía bien cogida, que me propuso llamar a un compañero que laburaba con él y que viniera a cumplir el
servicio por el cual yo ya había pagado sus buenos morlacos.
Josefina Ludmer: “¿Y?”, “¿y?”, “¿y?”, estúpida, ¡y qué! Y nada, vino el compañero, al que sí se le paró y me regarchó.
Marina Mariasch: Hacer el amor, que dos personas se unan en un acto de entrega mutua...
Josefina Ludmer: Yo no sé. Yo no sé si vos Marina sos o te haces. A veces pienso que vos sos una terrible yegua turra
y yo la reina de las boludas. La verdad que me desconcertás.
Marina Mariasch: ¿En serio? Está bueno eso que me decís, ¿lo puedo postear en mi Blog?
Josefina Ludmer: Hacé lo que quieras, Marina, la verdad, que me agotaste. Lográs agotarme como pocas personas lo
logran.
Elsa Kalish: Chicas, les quiero contar algo a ustedes dos, ya que estamos acá tomando el té.
Elsa Kalish: El otro día vino a tomar mate a casa mi primo. Quizá escucharon hablar de él, es el licenciado Cariola.
Marina Mariasch: Ay, sí que lo conozco, ¿cómo no lo voy a conocer? ¡Es mi psicoanalista! ¿En serio es tu primo, no lo
sabía? ¡Es un genio! Y tiene unos ojos verdes que me vuelven loca. ¡La de pajas que me abre hecho con tu primo
haciéndome la croqueta que me hacía el amor en el diván!
Josefina Ludmer: Sí, claro que escuché hablar de él. Según la trola de Rabinovich, tu primo es una eminencia en
materia de histéricas.
Elsa Kalish: Bueno, resulta que la otra tarde cae en casa a tomar mate y me cuanta que está escribiendo un trabajo
para exponer en un coloquio, ¿no? ¿Y saben sobre qué era el trabajo sobre el que está escribiendo: la mujer y las
bombachas? Según él, ahí hay algo fundamental de lo femenino que se pone en juego en la relación que entablamos
nosotras con las bombachas.
Elsa Kalish: Yo le respondí lo mismo cuando me lo contó. Entonces me hizo la siguiente pregunta: vos Elsa cuando te
metés en el baño a bañarte, ¿qué haces con la bombacha que te sacás? ¿Lavás la bombacha sucia mientras te duchás?
¿Juntás bombachas sucias y las lavás todas juntas? ¿O metés tus bombachas sucias con el resto de la ropa para lavar y
metés después todo junto en el lavarropas?
• CUARENTA Y OCHO •
La del mono
Marina Mariasch: ¡¡¡Yo la lavo mientras me baño y la dejo colgada de la canilla!!!
Josefina Ludmer: ¡¡¡Yo pongo las bombachas sucias en un canasto que es sólo para bombachas y Daniel me las lava
una por una con Camellito para ropa delicada!!!
Elsa Kalish: Pero ninguna de las dos mezcla las bombachas que se saca con el resto de la ropa y lava todo junto en el
lavarropas o en una palangana.
Josefina Ludmer: ¡No! ¿Cómo vas a mezclar las bombachas con el resto de la ropa sucia para lavar? ¡Es un asco!
Marina Mariasch: No es higiénico, eso. Aparte, si metés las bombachas con el resto de la ropa en el lavarropas, las
bombachas se te estropean.
Josefina Ludmer: Lo ideal es lavarlas a mano porque se te estropean si las metés en el lavarropas.
Marina Mariasch: Y, es lo ideal. Pero nunca mezclarlas con el resto de la ropa sucia. Es un asquito.
Josefina Ludmer: Cómo vas a hacer eso, mezclar la ropa sucia con las bombachas, no, jamás.
Elsa Kalish: Yo le dije lo mismo a mi primo. Que las bombachas que te sacás no las podes mezclar con otra ropa, que
eso no lo hice nunca.
Josefina Ludmer: Pará retardada, que no terminé, dejame hablar. Me quedé porque me acordé que no me compro una
puta bombacha desde que volví de Estados Unidos y las que tengo están todas con el elástico roto, hechas un trapito,
porque el puto de Daniel me las mete en el lavarropas. ¡Y me las estropeó todas, no me dejó una sanita!
Elsa Kalish: Pero Josefina, vos no podés ir por la vida con las bombachas hechas concha.
Marina Mariasch: Sos Josefina Ludmer, una teórica de renombre internacional, no una boludita que dá prácticos en
una cátedra chota del bolichongo de Panesi.
Josefina Ludmer: Aprendés rápido, mosquita muerta. Igual no te queda, se te nota demasiado que estás impostando
mi discurso, que te estás poniendo un vestido que a mí me queda fatal y a vos, sencillamente, para el reverendo culo.
Elsa Kalish: Claro, imaginate China, que se corra la voz de que Josefina Ludmer anda por ahí con las chabombas
rotas, eh. O peor, mirá lo que te digo, que se entere la Sarlo, eh, que te tiene entre ceja y ceja y que te odia desde que le
robaste a Piglia y a Pauls.
Marina Mariasch: ¿En serio te comiste al bombón de Alan Pauls? Ay me meo, me meo de la envidia.
Josefina Ludmer: Paren un toque pelotudas. Primero que nadie se tiene que enterar si ustedes no abren la boca.
Segundo, yo a Piglia no lo toco ni con un puntero láser. ¿De dónde sacaron que yo me cepillé a ese boludo, la puta que
las parió?
Josefina Ludmer: Ese es el culastrón de Panesi, que como esta al pedo todo el día tomando sus tecitos con escones,
como una vieja chota, claro, se aburre y no encuentra mejor manera de pasar el tiempo y divertirse un rato, el pobre
mierda, que hablando boludeces de la gente que labura... A ver, esperen. Basta, no quiero escucharlas más con su sartas
de estupideces.
• CUARENTA Y NUEVE •
La del mono
Marina Mariasch: ¿Querés que nos vayamos y te dejemos pensar tranquila?
Josefina Ludmer: ¿Por qué no te callás, estúpida? Callate y limitate a escucharme, no me interpretes, ¿ok?, que no te
da la cabecita para tanto.
Josefina Ludmer: ¡Que te calles, te dije, la puta que te parió! Miren, lograron hacerme angustiar con este tema de las
bombachas. Así que ahora me van a tener que acompañar a ir a comprar bombachas.
Josefina Ludmer: Te ordené que cerraras el pico. ¡¿Cómo te lo tengo que decir, en qué idioma tengo que hablar para
que me entiendas?!
Josefina Ludmer: ¿Bueno, me acompañan o no, de shopping, a comprar una bombachulis, eh?
Marina Mariasch: ¿Al Paseo Alcorta, al Alto Palermo, por avenida Santa Fe... ?
Josefina Ludmer: ¡No, no y no! Acá, a la esquina. Al super de los chinos. La bolita que atiende la verdulería de los
chinos putos también vende bombachas. El otro día que pasé, la boli me mostró unos bombachitas que recién le habían
traído de La Salada que me parecieron divinas. Pero nada, no sé, como yo hace tiempo que no estoy en tema, me
gustaría que ustedes me aconsejen. Que las vean y me digan qué les parecen las bombachulis de la boliviana de los
chinos.
܀܀܀
Acto II
(El mismo decorado, la misma situación, las mismas tres chicas, otra tarde, unas semanas después)
“En el caso de un discurso o un individuo, calificaré de grotesco el hecho de poseer por su status efectos de poder de los que su calidad intrínseca debería privarlo.
(...) El poder político (...) puede darse y se dio, efectivamente, la posibilidad de hacer transmitir sus efectos, mucho más, de encontrar el origen de sus efectos, en un
lugar que es manifiesta, explícita, voluntariamente descalificado por lo odioso, lo infame o lo ridículo. (...) El grotesco es uno de los procedimientos esenciales de la
soberanía arbitraria. Pero como sabrán, también es un procedimiento inherente a la burocracia aplicada. (...) Para decir las cosas de una manera solemne,
señalemos esto: Occidente, que —sin duda desde la sociedad, la ciudad griega— no dejó de pensar en dar poder al discurso de verdad en una ciudad justa,
finalmente ha conferido un poder incontrolado (...) a la parodia del discurso científico reconocida como tal.”
Elsa Kalish: Muy rico, más rico que el que nos serviste la última vez. ¿De qué es este té?
Josefina Ludmer: Vos no hables, no digas una palabra. A vos no te pregunté nada. No te invité para tener que
escuchar tus pelotudeces. Te invité para que me escuches y aprendas.
Josefina Ludmer: Shhhh, callate, perra, no te me insolentes en mi propia casa, eh. La verdad que me desconozco, no
entiendo por qué insisto con ustedes dos que son dos taradas a cuerda que no entienden nada. Son igualitas a los
infradotados a los que les doy clases de postgrado en Sociales, igualitas, cortadas por la misma tijera, con la salvedad
que a ellos les saco guita y a ustedes ni eso. ¡Qué ingrato es el trabajo de docente!
• CINCUENTA •
La del mono
Marina Mariasch: ¿Sí... mucho?
Josefina Ludmer: ¡Callate, por favor, callate! ¡No me tortures más! ¿Cómo te lo tengo que pedir?
Y sí, estúpida, claro que es ingrato el trabajo docente. Te la pasás preparando clases como una negra para alumnos
pajeros que cuando terminan la cursada y te vienen a rendir el final no se cansan de humillarte obligándote a
bocharlos. ¡Qué frustración! Cada vez que entro a un aula y me enfrento a esos retardados mentales de los alumnos,
¿saben quién me siento, qué me recuerda?
Josefina Ludmer: Me siento el profesor Jirafales teniendo que darle clases al Chavo del 8, a Quico, a la Chilindrina, a
Ñoño, a la Pompis, a Godines... Es tan ingrato y desgastante el trabajo docente. Estresante. Digan que yo me supe
inventar este currito de teórica crítica gracias al cual conseguí un batgraund que me da cierto aire libre para boludear
y distraerme, que si no, que si no, ya hubiera reventado.
La verdad que no me puedo quejar. Con este curro de la teoría crítica una además de conseguir guita, obtiene poder. Y
el poder siempre es canchero, te vuelve alguien deseable, impune, un sorete como todo el mundo, con la diferencia que
todo el mundo no puede ser todo lo sorete que desearía ser porque carece de la capacidad de acumular el poder
necesario para ser como soy yo, la reina madre de todos los soretes. Pero para ser un gran sorete hay que romperse
bien el culo, no queda otra, subordinación y valor. Pero una vez que llegaste, ¡qué placer! Boludes que se te ocurre, la
escribís, la publicás, te pagan por eso y después salís en los suplementos de los diarios en la nota de tapa y ves a los
alcahuetes infradotados de tus colegas que repiten lo que dijiste, que discuten lo que vos decís y después te roban para
sus papers las boludeces que escibiste para garronear becas y yo me cago de la risa.
Marina Mariasch: Bueno, algo de eso te criticaban, creo, si no leí mal, Celsi e Iglesias en un par de ensayos que
aparecieron en elinterpretador, ¿no?
Josefina Ludmer: Esos dos son dos boluditos que no entienden nada. ¡De qué me hablas! Esos Celsi e Iglesias, que
seguramente deben ser dos amiguitos tuyos, son dos idiotas zarpados de boludos, pero zarpados mal, eh. ¿Saben a
cuántos giles igual a ellos me cruce en la vida?, ¡a cuántos! Cientos. Son como los conejitos de la propaganda de
Duracell, que en vez de usar pilas Duracell usan pilas comunes, marca poronga y al rato de empezar a andar ya se
quedaron sin pilas. Dos boludazos tus amiguitos, que seguramente son tus amigos porque te hicieron el favor de
garcharte, mal, como hacen todo, una noche. Y se les nota demasiado las costuras, que quisieran ocupar mi lugar. Pero
no les da. Y no les da. ¿Y saben por qué no les da? Porque les falta la humildad necesaria de saberse unos chantas que
no saben nada de nada. Que los demás se crean las boludeces que vos decís y publicás en libros está bien, porque eso te
da poder y el poder te permite hacer cualquiera, pero si te la creés vos, cagaste, sos un cadaver. Y Celsi e Iglesias se
creen las boludeces y mentiras que escriben. Amén de que sus textos son teóricamente insustanciales, cancheros,
gergosos, pedantes, igualitos a los que yo escribo, pero mal hechos. La teoría no es para cualquiera y mucho menos
para dos analfabetos de clase media capitalina salidos del bolichongo de Puán que confunden a Sloterdijk con un
espectro inventado por los manolitos de la academia española. ¡Burros, burros, burros! ¡Qué se yo si Sloterdijk alguna
vez se la cayó una idea o no! ¡Qué me importa! Pero el loco sabe mentir de lo lindo, es como yo, manda fruta de lo
lindo, pero fruta posta-posta, de exportación, no la fruta congelada que se consigue en la verdulería del super de los
chinos de la esquina, que es la que consumen estos dos tarados.
Elsa Kalish: Pero no me dijiste todavía de qué es el té que nos serviste hoy.
Josefina Ludmer: ¿En serio, puedo confiar en ustedes? ¿Me van a escuchar sin burlarse ni reírse de lo que les cuente?
Elsa Kalish: Más vale, claro, si sos nuestro faro guía teórico, pero por sobre todo y lo que es más importante somos
amigas en la vida, ¿no? Nosotras no te vamos a dejar sola, te bancamos a muerte.
Josefina Ludmer: Cuántas me han dicho lo mismo y después me han querido clavar el puñal por la espalda.
Elsa Kalish: Pero nosotras...
Marina Mariasch y Elsa Kalish: ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-
tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-te queremos! ¡Tequeremos-
Josefina-tequeremos!
Josefina Ludmer: Gracias, chicas, no saben lo sola y desauciada que me siento y lo bien que me hace lo que me dicen.
Marina Mariasch y Elsa Kalish: ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-
tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-te queremos! ¡Tequeremos-
Josefina-tequeremos!
Josefina Ludmer: Paren, chicas, me están haciendo llorar de la emoción.
Marina Mariasch y Elsa Kalish: ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-
tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-te queremos! ¡Tequeremos-
Josefina-tequeremos!
Josefina Ludmer: ¡Basta, estúpidas, la puta que las parió!
Marina Mariasch y Elsa Kalish: ¡Te queremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-
tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-te queremos! ¡Tequeremos-
Josefina-tequeremos!
Josefina Ludmer: ¡Bueno, basta, se acabó, se callan o las echo de mi casa!
Marina Mariasch y Elsa Kalish: ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-
tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-tequeremos! ¡Tequeremos-Josefina-te queremos! ¡Tequeremos-
Josefina-tequeremos!
Josefina Ludmer: ¡Daniel! ¡Daniel! ¡Daniel, dónde te metiste! ¡Trae el arma que las voy a cagar a tiros a estas dos hijas
de puta que me están quemando la cabeza! ¡Daniel!
Elsa Kalish: Tranquila, tranquila, China, simplemente te estábamos demostrando nuestro afecto.
Josefina Ludmer: Evidentemente me estoy volviendo una vieja boluda para necesitar recurrir al afecto y cariño de
dos pelotudas como ustedes.
Marina Mariasch: ¡Arriba, Josefina, que la vida es hermosa y vale la pena vivirla!
• CINCUENTA Y DOS •
La del mono
Josefina Ludmer: ¡¿Qué me querés insinuar con eso de “arriba, Josefina”, eh?! ¿Me estás insinuando, puta barata, que
tengo las tetas caídas, eh, eh? ¿Qué te pasa, “putaqueteparió”? Para tu información, me hice las lolas el mes pasado y
me quedaron brutales.
Josefina Ludmer: Y, sí, me las hizo López, el cirujano que las opera a Moria, Mirtha y Susana. La verdad que yo no sé
que haría sin la tecnología.
Josefina Ludmer: Bueno, quieren escuchar o no, lo que me tiene tan angustiada.
Josefina Ludmer: Les cuento. Anoche eran las tres de la mañana y no me podía dormir. Me clavé unas pastillas para
dormir y nada. Le pedí a Daniel que me trajera la botella de Jack Daniel´s y empecé a tomar y nada. Estaba enroscada
como loca pensando boludeces. Entonces, viendo que la cosa no iba ni para atrás ni para adelante, me cambié, llamé a
mi “shofer” y le ordené que me llevara al Bingo. Que el Bingo es lo único que cuando estoy angustiada loquísima me
baja. ¡Las maquinitas son geniales, me vuelven loca! Bueno, la cosa que se hizo la madrugada entre los fichines y yo
con una cabeza... No saben la cabeza que hacía. Estaba del orto. Entre las pastillas para dormir que no me hicieron un
porongo y el litro de whisky que para esa hora de la madrugada me había bajado y el par de mogras que pegué con el
dealer del lugar que ya me conoce por ser habitué del bingo me vende gilada de la buena, estaba...
Josefina Ludmer: Y encima, las maquinitas, que me vuelven loca y recaliente como una perra puta. Estaba en llamas,
hecha un demonio. Y bueno, estaba en una maquinita enchufada jugando como loca y a quién veo que está jugando en
la maquinita de al lado a la mía: ¡el chino puto del super de la esquina! El chino de la esquina, el dueño del super de la
esquina, al que fuimos el otro día a comprar bombachas, ¿se acuerdan? Bueno, la cosa es que él también me reconoce y
nos saludamos y que pun y que pan, de repente estamos los dos sentados en el bar del Bingo charlando. Y resulta que
el chino, que siempre me cayó mal como todos los chinos, porque vieron que son sucios y tienen olor a ajo y se visten
que es un horror, aunque lo de la vestimenta, bué, vaya y pase, qué sé yo, pero vieron que los chinos siempre dan sucio,
son sucios, ¿no? Pero este se ve que se había bañado para ir al Bingo y se me puso a hablar de mis lecturas del genero
gauchesco. ¡No saben lo que sabe ese chino puto de teoría y literatura argentina, madre de Dios! El chabón se ve que
cuando vino para acá se puso el super chino y empezó a estudiar español para manejar bien el negocio y ahora no me
• CINCUENTA Y TRES •
acuerdo cómo, estaba tan del orto que le entendía la mitad, pero la cosa es que el chino se terminó leyendo toda la
literatura argentina de los viajeros ingleses al patisambo de Cucurto y después siguió con toda la crítica que se ocupa de
leer a nuestra literatura. Chino-chino. Cosa de chinos, sólo un chino puede tomarse en serio la literatura argentina y
leérsela de cabo a rabo, y lo que es aún más absurdo, después sentarse y leer toda la crítica y teoría argentina. Y nada,
yo, que medio lo seguía y medio me perdía porque estaba del culo, pero que por momentos le agarraba el hilo de lo que
me estaba hablando y me daba cuenta que el chino, Pedro, Pedro se llama el chino, bueno, nada, el chino me dí cuenta
que manejaba la literatura y teoría argentina como nadie. Y bueno, me flasheó mal el chino, de repente sentí que Cupido
me volaba el marulo con una escopeta calibre 16. Y como encima por culpa de los fichines que me ponen muy puta mal
y sentía que debajo de la bombacha la cachufleta se me prendía fuego como si fuera la caldera del diablo, y como no me
importaba nada, me lo traje al chino, a Pedro, a casa y me lo.... y me enamore.
Josefina Ludmer: No. No. No. Sí, me enamore. Pero el chino, Pedro, la tiene chiquita.
Josefina Ludmer: 13 centímetros y medio. Me la mete y no la siento. ¡Me la mete y no la siento! No sé qué hacer.
Estoy desesperada. Me enamoré de un chino con el pito chico. ¿Qué hago? ¡Qué hago! ¡Lo amo pero la tiene tan
chiquita! ¡Lo amo, me muero por él, es el amor de mi vida, pero la tiene tan chiquita que no lo puedo tomar en serio!
¿Qué hago, chicas? No sé qué hacer, creo que me voy a volver loca.
Elsa Kalish: Por qué no llamas a tu cirujano, el que te hizo las tetas y le consultas tu problema, a lo mejor hace
elongaciones penianas.
Marina Mariasch: Sí, hoy en día la tecnología esta muy avanzada, es una maravilla. Puede hacer milagros, puede hacer
de un pito chico tremendo pijudo.
Josefina Ludmer: Ay, no se me había ocurrido. Yo no sé qué haría sin ustedes. ¿Les dije que las quiero?
܀܀܀
Elsa Kalish
elsakalish@yahoo.com.ar
• CINCUENTA Y CUATRO •
Mono con navaja
METAMORFOSIS CRÍTICA
Por Marcos Vieytes
Marcos Vieytes Con el advenimiento de la tecnología digital capaz de alterar el plano sin que lo notemos, el
Nació en Capital desafío contemporáneo consiste en aprender a ver de nuevo, incluso desligándonos
Federal, en 1973. Es parcialmente de la naturaleza preponderantemente realista que se le adjudica a la imagen
crítico cinematográfico, cinematográfica, para captar las múltiples y diarias mutaciones audiovisuales que se producen
colaborador en la materialidad misma de la imagen y las modalidades del relato cinematográfico. Una buena
permanente de El
forma de hacerlo sería vinculando dichos cambios a un hecho histórico preciso, el de las dos
Amante, Tren de bombas atómicas que los EE.UU. arrojaron sobre Hiroshima y Nagasaki durante la II Guerra
Sombras y Cineismo.
Mundial. Así como el nacimiento de la idea de abyección en el cine estuvo ligado al
Coordina “Kino Glaz”,
descubrimiento de los campos de concentración1, las técnicas de exterminio y sus
la sección de cine de la
representaciones en el cine de ficción y documental, las explosiones ocurridas en Japón sirven
revista digital Zona
Moebius. Es como metáfora de las alteraciones ontológicas de la imagen cuyos signos pueden advertirse en
programador del el cine contemporáneo. No sólo eso, ambas tecnologías parecen estar pensadas para (o
cineclub de El Amante. destinadas a) suprimir la figura humana, sea destruyéndola o suplantándola por un símil digital
Fue jurado del 2º que ni siquiera precisa del modelo físico para recrearlo numéricamente.
Festival de Cine de La
Plata (2007). La relación básica que durante más de un siglo ha fundamentado el hecho cinematográfico
como registro de la realidad es aquella que se da entre un cuerpo y la máquina que captura la
tensión producida entre ambos por el paso del tiempo. Ese acontecimiento no deja de ser, en el
fondo, un relato y hasta lo sucedido en los campos de concentración puede encuadrarse dentro
de ese contexto. El genocidio llevado a cabo por los nazis fue un proceso que se extendió en el
tiempo, ha sido filmado por las cámaras de los propios victimarios y puede ser representado por
el cine de ficción de acuerdo a los modelos narrativos más o menos clásicos. Así como se ha
dicho que después de Auschwitz no puede haber poesía2 —vale decir que no pueden seguir
sosteniéndose ciertas modalidades e inflexiones del discurso— también se ha dicho que el
proceso de exterminio llevado a cabo contra judíos, gitanos, testigos de Jehová y otros
colectivos es irrepresentable, cuando en realidad es impresentable hacerlo. La diferencia estriba
en que ninguna ficción sobre el hecho, por más abyecto que sea su punto de vista, podría ser
peor que las imágenes originales del mismo filmadas sin ningún tipo de excusa argumental.
Divagar de
quemados a causa
de la radiación en
Lluvia negra, de
Shohei Imamura.
1. Ver la primera parte de ésta nota en el Nº1 de ciento cincuenta monos. El PDF se puede pedir a: 150monos@gmail.com
2. Adorno, Theodor W. "La crítica de la cultura y la sociedad", en Prismas, Ariel, Barcelona, 1962. Trad. Manuel Sacristán. Pág. 11
• CINCUENTA Y CINCO •
Mono con navaja
Hiroshima y Nagasaki son, en cambio, hiatos visuales, cegadora y el posterior fundido de la imagen, tras el
agujeros negros en la historia de la representación cual se nos presentan los efectos de la devastación. La
cinematográfica. Es cierto que hay imágenes del hongo imposibilidad de reproducir lo acaecido se confirma por
provocado por la explosión de la bomba y que, según la decisión de mostrarnos las explosiones como
afirman algunas estadísticas, entre 1945 y 1998 se recuerdos del narrador que surgen mientras escribe su
habían estrenado en los EE.UU. aproximadamente 700 diario. Entre el hecho y su representación, entonces,
películas sobre el asunto, pero ninguna de ellas puede dos mediaciones: la del recuerdo y la de la escritura,
dar cuenta de lo sucedido, básicamente porque que se suman a las de la cámara y la puesta en escena
durante la explosión fue imposible que se diera ese de cuño realista (las limitaciones de este modelo deben
vínculo elemental y fundante para el cine entre cuerpo haber sido evidentes para el propio cineasta, pues filma
vivo y máquina funcionando. Hiroshima y Nagasaki son, el deambular de los sobrevivientes como si se tratara
ahora sí literalmente, irrepresentables porque no de una película de zombis, subgénero cuya
pueden concebirse como proceso cuya extensión verosimilitud no depende de referentes reales directos)
temporal pueda ser captada por la misma en tanto que se vale del viaje como recurso narrativo para
historia. Hiroshima y Nagasaki son puro presente, mostrar el instante inmediato posterior al desastre.
relato trunco, realidad pulverizada, energía liberada Durante esa travesía hay una secuencia notable: un
para hacer añicos toda forma reconocible de la chico llama por su nombre a un muchacho más grande,
materia. La actual irrupción de la tecnología digital quien lo rechaza aturdido para luego darse cuenta de
destinada a producir y difundir imágenes no analógicas que es su hermano menor. La radiación ha modificado
ha sembrado un paisaje de similares características: la apariencia de los cuerpos y debido a ello no había
suspensión del relato tradicional, interrupción serial del podido identificarlo a simple vista. Los espectadores de
mismo, sustitución del actor frente a la cámara, cine –y los críticos como espectadores privilegiados‐
prescindencia del cuerpo, conflictos sobre la identidad estamos viviendo un trance parecido al de esos
expresados mediante la metáfora de la mutación y personajes. No sólo está mutando la fisonomía
otros accidentes que obligan a reconsiderar, entre estilística del cine y la composición física de los
otras cosas, también el lugar del que mira. soportes que lo hacen posible, sino también nuestros
hábitos de percepción y el vínculo que establecemos
Lluvia negra es una película de 1989 filmada por con las imágenes. Tras el desconcierto inicial, abrirnos
Shohei Imamura (La balada de Narayama, La anguila) al reconocimiento de las transformaciones producidas
que encara la explosión de las bombas y el problema en el entorno audiovisual es imprescindible para
de su representación (también el último plano de la reconocernos a nosotros mismos, evitar la clausura del
posterior Dr. Akagi refleja la importancia de ese suceso discurso con un juicio de valor apresurado, y
en su cine) desde el punto de vista de los afectados. El reconstruir (o co‐construir) el sentido del espectáculo
mismo está resuelto por la irrupción de una luz cinematográfico
Hongo atómico en
Lluvia negra, de
Shohei Imamura.
• CINCUENTA Y SEIS •
ÚLTIMA PÁGINA
(Y HASTA FEBRERO, NADA DE NADA)
CRÉDITOS
Ilustración de los cuentos:
María Laura Sánchez. Con 23
años, se encuentra cursando 4to
año de la Licenciatura en Diseño
Gráfico en la Universidad Abierta
Interamericana. Trabaja como
Responsable de Publicidad en
Meganodo, Distribuidor Exclusivo
de Tarjetas Prepagas Movistar en
toda la Patagonia.
A pesar de postergar su principal
sueño de vivir del arte, planea
retomar la carrera de Licenciatura
en Artes Visuales que se dicta en
el IUNA para el 2008. Sin
embargo, continúa realizando Autor: Daniel Paz / Sitio web: www.danielpaz.com
GRACIAS HACEN LOS MONOS
La monada desea enviar sus más sinceros agradecimientos a:
Mauricio Kartun por la buena onda y por mandarnos las
excelentes fotos que acompañan el artículo de Dubatti, a Rafael
Spregelburd por hacer dos veces la misma entrevista y no
enojarse, a Paula Fridman (que va camino a convertirse en un
clásico de esta sección), a Hernán Isnardi por prestarnos su
biblioteca vía Messenger, a Mario Tobelem por la cortesía y por
favores impagables. También a Daniel Paz, por la amabilidad de
prestarnos el excelentísimo chiste que incluimos acá arriba. A
todos los que vinieron a la FLIA y nos compraron la revistita. A
los que nos escribieron mails comentando, alabando y, también,
criticando la revista. A los que mandaron textos y a los dibujantes
que quieren participar. Y, finalmente, a Elsa Kalish, que se portó
como una diosa, y nos pasó un montón de material para éste y
otros números.