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ARTROSIS

1. CONCEPTO
La artrosis es una enfermedad degenerativa del cartílago hialino ó articular, que
provoca desestructuración del mismo y del hueso subyacente (hueso subcondral). Puede
afectar a cualquier articulación, aunque es más frecuente en las pequeñas articulaciones de la
columna vertebral, rodillas, manos (articulaciones interfalángicas distales y base del pulgar) y
caderas.
Es una patología articular progresiva, y clínicamente se caracteriza por dolor articular,
rigidez y limitación del movimiento articular; finalmente provoca secuelas que son frecuente
causa de invalidez. Esas manifestaciones clínicas son variables, y es frecuente que no exista
una buena correlación clínico-radiológica (alrededor de un 90% de los mayores de 40 años
presentan alteraciones radiográficas sugestivas de artrosis, mientras que sólo un 30%
presentan síntomas).
La artrosis es una enfermedad de gran impacto socioeconómico por su prevalencia
(causa frecuente de consultas médicas), el gasto sanitario que conlleva (debido a la demanda
farmacológica y de material ortopédico), su repercusión en el ámbito laboral (es causa
frecuente de baja por invalidez) y la necesidad de hospitalización para cirugía de recambio o
protésica.

2. CLASIFICACIÓN
La artrosis puede ser idiopática (primaria) Primaria (idiopática)
 Generalizada
o secundaria, según exista o no una causa local o  Localizada
Secundaria
sistémica identificable. Son numerosas las causas
 Enfermedades metabólicas
que favorecen la degeneración del cartílago y por  Enfermedades endocrinas
 Artropatías microcristalinas
tanto el desarrollo de una artrosis secundaria,  Enfermedades articulares inflamatorias
 Neuroartropatía
entre ellas: traumatismos, artrosis postinfecciosa  Hiperostosis anquilosante
 Hiperlaxitud articular
(tras una artritis séptica), condrodisplasias,  Enfermedad ósea
 Traumatismo articular (fractura osteocondral)
enfermedades endocrinas o metabólicas, y  Disfunción articular interna
artropatías inflamatorias evolucionadas (como la  Sobreuso articular
 Osteocondrosis
artritis reumatoide en fase avanzada).  Condrolisis

3. EPIDEMIOLOGÍA
Es la afección articular de mayor prevalencia en la edad adulta, lo que supone que sea
la causa más frecuente de consulta reumatológica y la segunda causa de invalidez después del
infarto de miocardio.
La prevalencia de la artrosis
depende de la localización, del número de
articulaciones que se estudien, y de que se
utilicen criterios clínicos o radiológicos.
Hasta los 35 años de edad la artrosis es
poco frecuente, aumentando su prevalencia
con la edad. En los países occidentales más
de la mitad de las personas mayores de 65
años presentan alteraciones radiográficas
características de la artrosis, y supera al
85% en los pacientes mayores de 75 años.
La incidencia de la artrosis es mayor en el
sexo femenino, en el que es más frecuente
Predomina en Predomina en la afectación de rodillas y articulaciones
mujeres hombres
interfalángicas; sin embargo, en hombre
predomina la afectación de la cadera y las metacarpofalángicas. En ambos sexos la
localización más frecuente de artrosis es en la columna vertebral.
El 85% de los pacientes con artrosis presentan limitación de movimientos, y un 25% no
pueden realizar sus actividades diarias más esenciales.

4. FACTORES DE RIESGO
Es importante conocer los factores de riesgo de artrosis, puesto que algunos de ellos
pueden ser modificados y así prevenir la aparición de esta patología. Podemos clasificar los
factores de riesgo en modificables (de los cuales el más importante es la obesidad) y los no
modificables (el principal en este grupo es la edad); o bien diferenciar entre factores de riesgo
de dolor e incapacidad funcional y los factores de riesgo causantes de las lesiones patológicas
visualizadas en las radiografías. Los factores de riesgo más importantes son:

Edad: es el factor de riesgo más importante. La frecuencia de la artrosis y la gravedad


de la misma aumentan con la edad, aunque esta correlación no es lineal, sino que el
incremento es exponencial a partir de los 50 años.

Obesidad: diversos estudios epidemiológicos y


clínicos demuestran que la obesidad es un factor de riesgo
para la artrosis de rodilla y en menor grado para otras
articulaciones. El exceso de peso en un adulto joven
asintomático duplica el riesgo de padecer artrosis en los
varones y lo triplica en las mujeres. Es importante animar a
las personas obesas a que adelgacen, ya que si aún no han
desarrollado artrosis pueden reducir notablemente el riesgo
a contraerla (la pérdida de sólo 5 kilos supone una reducción del riesgo de padecer artrosis de
rodilla sintomática del 50%); además, en pacientes sintomáticos la pérdida de peso mejora los
síntomas artrósicos y su progresión, sobre todo en articulaciones de carga. Este factor es muy
importante, sobre todo para la prevención de la artrosis.

Traumatismo y estrés reiterativo: Las fracturas y lesiones óseas que provocan una
pérdida del alineamiento articular o de las estructuras de amortiguación (Ej.: meniscectomía)
incrementan el riesgo de artrosis. Por otra parte la degeneración articular también se asocia al
uso reiterativo de una o más articulaciones en algunas profesiones o deportes (artrosis de codo
en operarios con martillos neumáticos, gonartrosis (artrosis de rodilla) en futbolistas, artrosis de
hombro en jugadores de balonmano, etc). Estos factores de riesgo favorecen por tanto la
aparición de artrosis en localizaciones poco frecuentes para una artrosis primaria.

Factores genéticos: la artrosis primaria generalizada, manifestada por artrosis de las


articulaciones interfalángicas distales (nódulos de Heberden) y cambios degenerativos en otras
articulaciones, tiene un claro componente hereditario de tipo poligénico (que muestra mayor
predilección por las mujeres). Así, la hermana de una paciente nódulos de Heberden tiene el
triple de posibilidades de presentarlos que la hermana de una mujer sin artrosis. Algunas
formas de artrosis familiar están relacionadas con diversas mutaciones en los genes que
codifican los componentes estructurales y funcionales del cartílago articular, especialmente con
el gen COL2A1, que codifica la síntesis de colágeno tipo II (el más abundante en el cartílago
articular), y el gen del factor de crecimiento insulínico tipo I (IGF-1). Sin embargo, aún no se
utiliza la detección de marcadores genéticos en la clínica, pues éstos están en fase de
investigación.

Hiperlaxitud ligamentaria: la hiperlaxitud articular también predispone al desarrollo de


artrosis debido a la mayor movilización articular que realizan estos individuos, que conlleva un
mayor desgaste o estrés articular reiterativo

Sexo: como ya se ha dicho anteriormente, la artrosis es más frecuente en sexo


femenino, y además el riesgo relativo de padecer artrosis de una determinada articulación varía
con el sexo.

Hormonas sexuales: algunos estudios señalan que el tratamiento hormonal sustitutivo


en mujeres mayores de 50 años podría prevenir la aparición de la artrosis, aunque este
tratamiento no está indicado actualmente para su prevención.

Factores étnicos: la artrosis es más frecuente en determinadas etnias.


Dentro de todos estos factores de riesgo hay algunos que actúan localmente,
favoreciendo la aparición de artrosis en una determinada articulación: la obesidad, la ocupación
y actividad laboral, la práctica de deporte profesional, alteraciones de la alineación articular,
traumatismos articulares previos, hiperlaxitud articular y la fuerza del cuádriceps (gonartrosis).

5. ETIOPATOGENIA
5.1. Estructura del cartílago hialino
El cartílago es un magma formado por:
• Matriz extracelular, constituida por colágeno (tipos II, IX y XI) y
proteoglicanos. El colágeno más importante en la composición del cartílago hialino es
el colágeno tipo II.
• Células, los condrocitos. Éstos se encargan de regenerar y mantener el
cartílago hialino, pues sintetizan el colágeno, los proteoglicanos y las proteinasas.

Los proteoglicanos están formados por


una zona central, el ácido hialurónico o “tronco” de
la molécula, y los agrecanos, que están unidos al
ácido hialurónico por proteínas de anclaje. Esos
agrecanos a su vez están formados por un cordón
de proteína central (el agrecan) al que se unen
numerosas cadenas de glicosaminoglicanos
(GAG), sobre todo condroitín sulfato 4 y queratán
sulfato. Una propiedad de estas cadenas de GAG
que explica el alto grado de hidratación del
cartílago hialino es su capacidad para retener moléculas de agua. Finalmente, las moléculas
hidratadas de proteoglicano están englobadas por las fibras de colágeno.
La estructura del cartílago le permite actuar como “colchón de agua”, distribuyendo las
fuerzas que recibe la articulación y amortiguándolas mediante su compresión y posterior
descompresión.

5.2. Fases de la artrosis


En condiciones normales en el cartílago existe un equilibrio entre los procesos de
reparación y degradación, y dicho equilibrio es necesario para un buen funcionamiento del
mismo. Es por ello que, sobre todo en las articulaciones de carga, las presiones cíclicas son
necesarias para la homeostasis del cartílago. Sin embargo, si la presión es excesiva y
mantenida, se altera este equilibrio. Por tanto, en la artrosis existe un desequilibrio entre los
procesos de
degradación: que pueden ser mecánicos (como la presión) o biológicos (como las
proteinasas, colagenasas y mediadores inflamatorios)
y reparación: mediados por los condrocitos.
Desde un punto de vista anatomoclínico se ha demostrado que la degeneración del
cartílago en la artrosis se produce de manera gradual, y puede dividirse en dos fases:
Fase preclínica (reversible): En condiciones normales el cartílago hialino actúa como
amortiguador, pudiendo deformarse y después recuperar su forma gracias a su especial
estructura. Sin embargo, con el paso del tiempo, al haber sufrido ese cartílago lesiones
anómalas o mantenidas, se produce la rotura de las fibras de colágeno. Al romperse, permiten
el desanclaje y liberación de los proteoglicanos, y por tanto las moléculas de agua que estaban
atrapadas se liberan, aumentando la cantidad de agua contenida en la matriz. Ésto a su vez
determina un engrosamiento y tumefacción del cartílago, aunque microscópicamente no se
observan cambios evidentes.
FIBRAS DE
COLÁGENO

AGUA

Las alteraciones en la matriz extracelular van a desencadenar la activación y división


de los condrocitos, en un intento por reparar la lesión y sustituir las fibras dañadas. Sin
embargo, si la demanda es muy importante los condrocitos “no dan abasto”, y los nuevos
productos sintetizados son cuantitativa y cualitativamente diferentes a los de la matriz
cartilaginosa normal (aumenta el condroitín sulfato 4 y disminuye el queratán sulfato). Estos
productos defectuosos son más propensos a la destrucción por enzimas proteolíticos como
proteinasas y colagenasas.
La fase preclínica puede durar años o décadas.

Fase lesional
(irreversible): Si el estrés
mecánico sobre la
articulación continúa,
termina por superar los
cambios reparativos y
comienza la destrucción de
zonas amplias del cartílago.
Los condrocitos “claudican” y se necrosan, la concentración de proteoglicanos disminuye y se
produce un reblandecimiento y adelgazamiento del cartílago. Al perderse la integridad del
cartílago aparecen hendiduras verticales (fibrilación del cartílago), que van aumentando en
tamaño y profundidad, y permiten observar zonas desprovistas de cartílago con el hueso
subyacente al descubierto. En un último intento reparador se produce un engrosamiento del
hueso subcondral, y aparecen brotes conjuntivos acompañados de yemas vasculares que
intentarán fabricar un fibrocartílago (sin las propiedades amortiguadoras del cartílago inicial).
Finalmente, estos brotes procedentes de médula ósea se transforman en hueso y dan lugar a
los osteofitos.
Es importante tener en cuenta que las alteraciones fisiopatológicas de la artrosis
aparecen en edades tempranas.

6. MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Los signos y síntomas de la artrosis están localizados en las articulaciones afectas,
siendo característica la ausencia de manifestaciones sistémicas (fiebre, cuadro constitucional).
En ocasiones, existe una gran discrepancia entre la sintomatología y las alteraciones
radiográficas observadas.
El síntoma más frecuente de la artrosis es el dolor, que tiene un ritmo mecánico (se
produce después de utilizar la articulación y se alivia con el reposo). En fases avanzadas el
dolor también aparece por un movimiento mínimo o incluso en reposo, y en fases muy
evolucionadas (en las que se suma a la artrosis un componente inflamatorio) es frecuente el
dolor nocturno. El cartílago no tiene inervación y es insensible al dolor, por lo que éste proviene
de otras estructuras intra y periarticulares.
La rigidez articular se produce tras un período de inmovilización prolongado y no
suele sobrepasar los 15 minutos. Es por ello que suele ser una rigidez matutina de corta
duración (a diferencia de en la artritis reumatoide, donde es de larga duración).
La impotencia funcional es consecuencia del dolor, la inestabilidad y la limitación de
la movilidad articular. Es un síntoma importante, que depende de la gravedad y la localización
de la articulación lesionada.
A la exploración se objetiva dolor a la movilización pasiva y activa, crepitación y
crujidos al mover la articulación, limitación del arco de movimiento y deformidad articular. La
atrofia muscular periarticular por desuso es un síntoma habitual y la debilidad muscular
resultante puede contribuir a la incapacidad. En ocasiones existen brotes inflamatorios (bien
por la propia artrosis o tras traumatismos u otras enfermedades asociadas) causantes de
hipertrofia sinovial y a veces de derrame articular.
Las localizaciones más frecuentes de la artrosis son las articulaciones de la rodilla, la
cadera, de las manos (las más características son las interfalángicas proximales y distales, y la
trapecio-metacarpiana (rizartrosis o artrosis de la raíz del pulgar)); y la columna, donde se
afectan principalmente las zonas de más movilidad (C5-C7 y L4-S1), aunque puede verse
afectada en toda su extensión.
En la artrosis la afectación articular suele ser asimétrica; en cambio, en la artritis
reumatoide la afectación es simétrica. Otra diferencia es que en la artritis reumatoide se
afectan las articulaciones interfalángicas proximales (y no las distales), las metacarpofalángicas
y del carpo (estas dos últimas no suelen verse afectadas en la artrosis). Además, mientras que
a la exploración los nódulos de la artrosis son duros (pues están formados por osteofitos), en la
artritis reumatoide son más elásticos (porque están formados por hiperproliferación de la
sinovial).
A continuación vamos a describir cómo es la afectación en cada articulación.

Mano: Distinguimos tres tipos de clínica según la articulación afectada.


• Articulación interfalángica distal (IFD): se producen los nódulos de
Heberden. Éstos están formados por osteofitos situados en la cara dorsolateral y medial de
estas articulaciones. Producen una deformidad “en porra” con desviación lateral o en flexión de
la falange distal. En la mayoría de los casos, los nódulos de Heberden se desarrollan
lentamente durante años o meses y pueden ser dolorosos al inicio. La formación de quistes
gelatinosos puede preceder a la aparición del nódulo. Pese a las alteraciones estéticas
producidas por los nódulos, no ocasionan pérdida de destreza manual.
• Articulación interfalángica proximal (IFP): los nódulos de Heberden situados
en esta articulación reciben el nombre de nódulos de Bouchard.
• Articulación trapeciometacarpiana: la rizartrosis genera dolor en la base del
primer metacarpiano; puede ocasionar dificultad para realizar los movimientos de pinza y da un
aspecto cuadrangular a la mano debido a la disposición de los osteofitos.
La artrosis primaria de las articulaciones metacarpofalángicas o de los carpos es rara, y
cuando se observa obliga a descartar otras enfermedades.

NÓDULOS DE HEBERDEN
NÓDULOS DE BOUCHARD

RIZARTROSIS

Rodilla: La artrosis de rodilla (gonartrosis) es más frecuente en mujeres, y es una de


las articulaciones más frecuentemente afectadas en esta enfermedad. Suele ser secundaria a
alteraciones del eje femoral tanto en el plano frontal (genu varo (desviación hacia fuera) o valgo
(hacia dentro)) como en el sagital (genu
recurvatum (hacia atrás) o flexum (hacia
delante)), que ocasionan una carga anómala
sobre la articulación. El dolor suele ser
progresivo; se intensifica al dar los primeros
pasos, con la deambulación prolongada y al

GENU VARO GENU VALGO GENU subir o sobre todo al bajar escaleras. En la
REC.
artrosis el pinzamiento suele ser asimétrico;
es decir, un compartimento suele estar más pinzado que el otro; el que se pinza con más
frecuencia es el compartimento interno. Puede afectarse también el externo o el fémoropatelar,
aunque es menos frecuente. Si se afectan los tres compartimentos simultáneamente
deberemos pensar en otras patologías, como la artritis microcristalina por pirofosfato cálcico.
La artritis reumatoide puede acabar en artrosis en fases avanzadas; en este caso la afectación
de los compartimentos articulares es simétrica.
La condromalacia rotuliana es más frecuente en
ARTROSIS
mujeres jóvenes, y ocasiona un dolor localizado alrededor de
la rótula que aumenta en actividades como subir cuestas o
bajar escaleras. Se caracteriza por reblandecimiento y
degeneración del cartílago rotuliano a consecuencia de
microtraumatismos repetidos o alteraciones del movimiento
rotuliano.

Cadera: la artrosis de cadera (coxartrosis), en el 80% de los casos es secundaria a


trastornos congénitos o anomalías del desarrollo óseo (displasias, epifiolisis, necrosis ósea…) y
es más frecuente en los varones. Suele producir dolor de inicio insidioso que evoluciona en
ocasiones a cojera. El dolor se localiza habitualmente en la ingle o en la cara interna del muslo,
aunque en ocasiones puede ser referido y notarlo el paciente en la nalga, muslo o rodilla,
simulando patología en esas zonas. La exploración física muestra pérdida de movimiento de la
cadera, que al principio es más marcada en la rotación interna y en la extensión. El
pinzamiento puede ser de distribución simétrica (si es secundaria a un proceso inflamatorio) o
afectar sólo a un arco, siendo el más frecuente el superoexterno.

Pie: lo más característico es la artrosis de la


primera articulación metatarsofalángica (hallux rigidus),
que empeora con el uso de calzado apretado. Es
posible palpar irregularidades en el contorno articular.
El dolor es frecuente sobre todo si la bolsa situada en
la cara medial de la articulación está inflamada. A
veces se asocia con una alteración axial del eje de la
HALLUX HALLUX articulación, denominada hallux valgus (“juanete”).
RIGIDUS VALGUS

Columna vertebral: la artrosis de la columna vertebral se debe a la afectación de los


discos vertebrales, cuerpos vertebrales o articulaciones interapofisarias posteriores. La artrosis
del segmento anterior recibe el nombre de espondilosis, mientras que la artrosis de las
articulaciones interapofisarias posteriores se denomina espondiloartrosis.
a) Columna cervical: los fenómenos degenerativos y la formación de osteofito en sus
márgenes son más intensas en los espacios C4-C5 y C5-C6 al ser las zonas que soportan
mayor presión cervical. Los osteofitos anteriores pueden llegar a tener un tamaño considerable
e incluso formar puentes entre las vértebras que se denominan sindesmofitos. Pese a que
pueden tener un gran tamaño, solo producen síntomas leves, aunque los sindesmofitos pueden
provocar una disminución de la movilidad cervical y excepcionalmente una disfagia mecánica.
Por el contrario, los osteofitos posteriores suelen ser más sintomáticos al favorecer la estenosis
del canal raquídeo.
La degeneración discal también favorece la aparición de alteraciones artrósicas en las
apófisis unciformes (uncoartrosis); también denominadas articulaciones de Luschka, estas
apófisis forman la pared anterior y superior de los agujeros de conjunción, y la formación de
osteofitos marginales puede producir la estenosis y compresión de las raíces a la salida del
agujero de conjunción.
Los cambios artrósicos tanto del segmento anterior como del posterior son causa de
dolor cervical. Suele ser de inicio paulatino e intensidad moderada, exacerbado por la posición
erecta de la cabeza, las posturas forzadas de trabajo y posturas que aumenten la presión de
las estructuras lesionadas. Los movimientos del cuello disminuyen de amplitud paulatinamente
y el paciente, además del dolor y de la rigidez vertebral, puede notar sensación de crepitación
al deslizarse las superficies articulares dañadas entre sí.
b) Columna lumbar: la artrosis es más manifiesta en los espacios L3-L4-L5. Los
síntomas son dolor lumbar (a veces irradiado hasta nalga y muslo), rigidez y contractura de los
músculos paralumbares. A veces puede existir compresión de las raíces nerviosas contiguas o
de la médula espinal que pueden causar déficits neurológicos diversos. La estenosis vertebral,
observada generalmente en la columna lumbar, es el resultado de la presencia de osteofitos
degenerativos, hernia discal, hipertrofia ligamentosa y espondilolistesis (deslizamiento de una
vértebra lumbar sobre la vértebra inferior). La compresión radicular causa un cuadro de
lumbociática, con dolor irradiado a las extremidades inferiores, que puede ser constante o
intermitente y se caracteriza por empeorar con el ejercicio, simulando una claudicación
intermitente.
Otras articulaciones: la artrosis primaria es infrecuente en articulaciones como los
codos, hombros o interfalángicas de los dedos del pie. Cuando la artrosis afecta a
articulaciones inusuales, deben tenerse en cuenta posibles factores ocupacionales o
enfermedades metabólicas. La afectación de la articulación acromioclavicular se asocia con
frecuencia a patología tendinosa.

7. VARIANTES DE ARTROSIS
Clásicamente se han definido algunas variantes de la artrosis, aunque en la actualidad
algunas de ellas tienden a desaparecer o a incluirse como enfermedades distintas:
a) Artrosis primaria generalizada: se asocia con una clara predisposición genética,
especialmente para las mujeres. Presentan afectación de 3 o más grupos articulares entre los
que suelen encontrarse: las IF distales y proximales de las manos, la articulación trapecio-
metacarpiana, rodillas, caderas y articulaciones metatarsofalángicas. Las alteraciones
radiológicas superan con frecuencia a los hallazgos clínicos, que son similares a los de la
artrosis no hereditaria, aunque se diferencian en la precocidad y el mayor número y gravedad
de las articulaciones implicadas.
b) Artrosis inflamatoria erosiva: al igual que la anterior, incluida clásicamente como
un subgrupo de artrosis, en la actualidad se piensa que no es más que una artrosis más
agresiva y con mayor actividad inflamatoria. Afecta principalmente a las IF distales y a veces a
las proximales de las manos. Las radiografías muestran erosiones óseas importantes. Cursa
con dolor y evoluciona en brotes inflamatorios intermitentes.
c) Hiperostosis esquelética difusa (enfermedad de Forestier-Rotes Querol): no es
una verdadera artrosis, aunque puede confundirse con una por presentar algunas alteraciones
radiológicas similares. Se caracteriza por una osificación de ciertos ligamentos, en especial el
ligamento vertebral anterior y en menor grado en otras localizaciones: tendón rotuliano, crestas
ilíacas, calcáneo, olécranon, caderas…Es característica la formación de grandes osteofitos “en
llama de bujía”, y la formación de sindesmofitos entre cuatro o más vértebras contiguas. Se
diferencia de la artrosis por no observarse pinzamiento discal ni afectación de las articulaciones
interapofisarias.

HALLAZGOS DE LABORATORIO Y RADIOLÓGICOS


El diagnóstico de la artrosis se establece por la clínica y, fundamentalmente, por los
hallazgos radiológicos, que son característicos de esta enfermedad.

Laboratorio: no suelen existir alteraciones de los análisis de laboratorio. La velocidad


de sedimentación globular (VSG) es normal para la mayoría de los pacientes, aunque en los
casos de artrosis inflamatoria erosiva o generalizada puede estar ligeramente elevada (la
artrosis puede producir derrame de líquido sinovial, y por tanto un proceso inflamatorio
importante).
El análisis de líquido sinovial muestra un líquido de características NO inflamatorias,
que se caracteriza por tener:
- Alta viscosidad y filancia (capacidad para formar hilos)
- Color amarillo pajizo y transparente
- Un recuento celular <2000 células y de predominio mononuclear
- Pueden además observarse detritus del cartílago articular
“ANTE CUALQUIER INFLAMACIÓN NO ESPERE, ¡ASPIRE!”

Radiología: como sabemos, no existe un paralelismo entre la sintomatología y el grado


de expresión radiológica. Las alteraciones más características son:
- PINZAMIENTO ARTICULAR: se debe a la pérdida del cartílago articular o hialino.
Como el cartílago no puede verse en las radiografías salvo que exista calcificación
(como en la condrocalcinosis) o fenómeno de vacío (fenómeno de vacío discal: el
núcleo pulposo desaparece y es sustituido por aire; se da en la artrosis). Por tanto,
la disminución del grosor se aprecia en las radiografías por un pinzamiento articular
(disminución del espacio articular).
- ESCLEROSIS del hueso SUBCONDRAL: el hueso subcondral es más radioopaco
- GEODAS o quistes subcondrales
- OSTEOFITOS, situados generalmente en el margen de la articulación
- AUSENCIA DE OSTEOPOROSIS Y EROSIONES SUBCONDRALES
- Desestructuración del eje de la articulación, lo que se denomina LUXACIÓN
ARTICULAR, con deformidades y desviaciones

GEODA

OSTEOFITOS
INCIPIENTES
(FLECHAS)

PINZAMIENTO Y
ESCLEROSIS
SUBCONDRAL

PREVENCIÓN DE LA ARTROSIS
Es fundamental la pérdida de peso, la práctica deportiva regular con deportes de bajo
impacto articular, para así fortalecer la musculatura y la función articular (ejercicios de
resistencia, aeróbicos, e incluso realizados en el agua), y los consejos laborales y deportivos
(mala postura, bipedestación inadecuada) sobre todo de la articulación predispuesta (por
ejemplo, en rodillas con alteraciones en los ejes). Si es necesario, se usarán dispositivos
ortopédicos.

TRATAMIENTO
El tratamiento de la artrosis debe ser lo más precoz posible, antes de que se produzca
el deterioro irreversible del cartílago. Esta enfermedad precisa de la combinación de medidas
farmacológicas, quirúrgicas, y físicas (ejercicio, educación y prevención de riesgos). El
tratamiento debe individualizarse en función de una serie de factores:
- Existencia de factores de riesgo: obesidad, factores mecánicos predisponentes,
actividad física
- Factores de riesgo generales: edad, comorbilidad, polifarmacia
- Grado de intensidad del dolor
- Existencia de algún tipo de discapacidad
- Presencia de signos inflamatorios
- Localización y extensión de daño estructural

a) Terapia física: evitar el uso excesivo de las articulaciones lesionadas es una medida
importante, sobre todo en el caso de articulaciones que soportan peso. La presión que
soportan las extremidades inferiores cuando andamos se triplica o cuadriplica al trasladar el
peso de una pierna a otra. El uso de bastón, en casos indicados, ayuda a proteger la
articulación.
La pérdida de peso es aconsejable, especialmente en los pacientes con obesidad
importante, ya que reduce el dolor y mejora la movilidad articular. La aplicación de calor o de
baños templados puede aliviar el dolor. La rehabilitación (fisioterapia, termoterapia) alivia el
dolor y la contractura muscular, y mantiene y recupera el rango de movimiento articular.

b) Terapia farmacológica: distinguimos dos grupos de fármacos,


I. Fármacos encaminados a controlar los síntomas, fundamentalmente dolor e
inflamación (si está presente); es el tratamiento sintomático.
II. Fármacos destinados a reducir la progresión de la enfermedad

I. Tratamiento sintomático:
Los más importantes son los fármacos analgésicos y antiinflamatorios; ambos
administrados por vía oral, constituyen la terapia rápida de los síntomas (actualmente la terapia
lenta no se usa).
El primer fármaco que debe utilizarse en el tratamiento del dolor artrósico es un
analgésico: el paracetamol; es un fármaco muy beneficioso, sobre todo en personas mayores,
porque apenas presenta interacciones farmacológicas. Su administración será regular (<4 g.
cuatro veces al día) y se mantendrá si es eficaz. El inconveniente del paracetamol es que no
consigue un control adecuado del dolor intenso.
En caso de mal control del dolor con paracetamol o si existen brotes inflamatorios
(sinovitis asociadas), se añadirá al tratamiento AINEs (antiinflamatorios no esteroideos). El
inconveniente de los AINEs es que tienen efecto lesivo renal y gástrico; es por ello que en
pacientes con un riesgo aumentado de efectos secundarios gastrointestinales se deben asociar
al AINE gastroprotectores (IBP, misoprostol) o elegir AINEs inhibidores selectivos de la enzima
COX-2. Los AINEs mejoran el dolor y la capacidad funcional, y el inicio de la acción es muy
rápido (estos efectos son similares en todos los AINEs); sin embargo, la respuesta a estos
fármacos es variable y no tienen efecto sobre la progresión de la artrosis. En la artrosis suelen
utilizarse AINEs de vida media larga (una o dos tomas al día) para mayor comodidad del
paciente, aunque si el componente inflamatorio es importante se subirá a tres tomas al día.
Los analgésicos opiáceos (tramadol, codeína) con o sin paracetamol, están indicados
cuando los AINEs (incluidos los COX-2) son ineficaces, están contraindicados o son mal
tolerados. Tienen más efectos secundarios que los AINEs, sobre todo el estreñimiento.
Los corticoides en terapia oral o parenteral no están indicados en el tratamiento
habitual de la artrosis, puesto que sus efectos secundarios a largo plazo superan el beneficio
que producirían. No obstante, las infiltraciones intraarticulares de corticoesteroides pueden ser
beneficiosas en el tratamiento de brotes articulares agudos con derrame y componente
inflamatorio (sobre todo en artrosis de rodilla) si se utilizan con precaución; también en
pacientes que no pueden tomar AINEs. Las inyecciones han de ser poco frecuentes,
especialmente en las articulaciones que soportan peso, puesto que existe riesgo de artropatía,
osteoporosis y rotura tendinosa. Otro inconveniente es que el efecto de los corticoides es
transitorio, y no hay que administrarlos si se sospecha de infección.

II. Tratamiento modulador del curso de la enfermedad:


La gran ventaja de estos fármacos es que apenas tienen efectos secundarios, lo que es
especialmente beneficioso en los pacientes de artrosis, que suelen ser ancianos y por tanto
con mucha patología asociada. Los más importantes son la glucosamina sulfato, el condroitín
sulfato y la diacereína (administrados por vía oral) y el ácido hialurónico (administrado por vía
intraarticular). Aunque en los estudios realizados se demuestra que su eficacia en el
tratamiento del dolor es similar al grupo anterior, en la experiencia clínica no ocurre así, puesto
que los AINEs y analgésicos resultan más eficaces.
El ácido hialurónico es un componente natural del cartílago, y aporta viscosidad al
líquido sinovial. Esta terapia intenta restaurar la viscoelasticidad del líquido para mejorar la
amortiguación del cartílago y las propiedades reológicas del líquido sinovial (Amortiguador
reológico: un tipo de amortiguador de dureza variable que utiliza un líquido cuya viscosidad se
puede modificar). Cualitativamente es similar al líquido sinovial humano. Aunque inicialmente
se pensó que sus efectos serían transitorios, se ha visto que un porcentaje grande de
pacientes tienen mejoría de los síntomas durante meses; es por ello que se utiliza esta terapia
con frecuencia. Se administra en ciclos de 3 a 5 inyecciones, según el peso molecular del
preparado. A largo plazo el ácido hialurónico mejora el dolor de modo similar a los AINEs y sin
los efectos adversos de los mismos y recupera cartílago, existiendo respuesta en el 70% de los
pacientes. Sin embargo, puede producir reacciones locales como la sinovitis.
El sulfato de glucosamina y el condroitín sulfato mejoran el daño articular y
modifican el curso de la artrosis. El primero se utiliza principalmente en el tratamiento de la
artrosis de rodilla, y el segundo se ha demostrado más eficaz en la de mano. Sin embargo, son
necesarios estudios controlados y a largo plazo para poder confirmar su eficacia y toxicidad
potencial.
La diacereína actúa inhibiendo la IL-1, y secundariamente a otras interleuquinas,
metaloproteasas, NO y enzimas lisosomales. Es útil en el control sintomático de la artrosis,
pero tiene efectos secundarios frecuentes, fundamentalmente de tipo digestivo (50% de los
pacientes presentan diarrea).
Aunque todos estos fármacos pueden darse solos o combinados, no se ha demostrado
que su administración conjunta sea más eficaz que la administración individual.
c) Terapia génica: consiste en la inserción de genes en células mesenquimales
indiferenciadas de la zona dañada usando un vector. Tras la manipulación genética la célula
adquiere un fenotipo condrogénico.

d) Cirugía: la cirugía tiene su principal indicación en los casos con dolor refractario y
discapacidad y en los que existen alteraciones radiológicas de artrosis. Los procedimientos de
cirugía ortopédica empleados en el tratamiento de la artrosis son artroplastia, osteotomía,
artrodesis y sustitución protésica total o parcial.

Esta es mi primera comisión…siento que sea tan larga. Pero en fin, espero
que no sea muy churro. La comisión está hecha completando los apuntes
del prof con la clase y las diapos. Si algo no os gusta o tenéis alguna duda,
decídmelo.

Sí, mis bichicos, os la dedico a vosotros…aunque os merecíais algo más entretenío!! (Algo de
neuro) jjjj

Rosa

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