Sei sulla pagina 1di 11

“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 1/11

Cap. 1 Estructuras de Conciencia

“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom


Cap. 1 Estructuras de Conciencia

1.5 El Cuerpo Emocional

El cuerpo emocional es un cuerpo que conocemos principalmente por su


expresión física. Podemos acceder a él por medio de su ira, su pasión, su
miedo, por medio de todas esas energías palpables que son de naturaleza
intrínsecamente física y que fluyen a través del cuerpo físico. Posee materia,
posee peso y habla el lenguaje del espectro de colores y las frecuencias.
Nosotros, los humanos, en nuestro actual nivel de conciencia, apenas hemos
comenzado a identificar el serpenteo externo, la corteza, del cuerpo emocional.
La otra parte del cuerpo emocional es una gran profundidad que vive fuera del
espacio y el tiempo. Debemos introducirnos en esa profundidad, extrayendo del
ámbito invisible los hilos del cuerpo emocional que, en esos momentos, quizás
ni siquiera reconocibles. Lo que no ha sido reconocido hasta ahora es que el
cuerpo emocional es una entidad, un ser integro con su propia conciencia y sus
propias leyes de realidad.

La octava inferior de nuestros cuerpos emocionales esta experimentando


en esta época una oscilación evolutiva. A medida que la frecuencia espiritual
acelera las energías del planeta, nuestros cuerpos emocionales experimentan
también una aceleración que produce más estados emocionales de éxtasis,
felicidad y arrobamiento. Nosotros mismos nos estamos acelerando, nuestra
conciencia se esta expandiendo y comenzamos a descubrir colores que están
mas allá de nuestro espectro de luz. Esos colores son brillantes sutilezas
translucidas de la luz misma. Se hallan en correlación con el éxtasis, el cuerpo
emocional de nuestro yo divino. A través del umbral de nuestro yo superior
accedemos a esa energía y le damos forma.
La coordinación e interrelación entre nuestros cuatro cuerpos es lo que
crea conjuntamente la conciencia. El cuerpo mental instrumentaliza al cuerpo
físico. Filtra y crea; es la célula del cuerpo físico que escoge la enfermedad,
escoge las imágenes y organiza al ADN para estimular al vehículo físico.
Podemos usar el cuerpo mental para controlar el vehículo, hablar con el y
transformarlo.

Intentamos usar el cuerpo mental como parachoques en todos esos


cuatro aspectos de nuestro holograma personal. Esta es la razón por la que
tenemos una percepción tan lineal y limitada en nuestros niveles de conciencia
externa, por eso no vemos al campo áurico del otro, por eso no vemos en los
demás la persona en su totalidad. Estamos usando la mente como
parachoques debido al juicio y a la autoestima exagerada, que son soldados,
los guardianes, del cuerpo emocional.

Sin embargo, el cuerpo mental no instrumentaliza ni controla el cuerpo


emocional. Es incapaz de dirigirlo, salvo de un modo conductista limitado.
Nuestra experiencia del cuerpo emocional es como la punta de un témpano.
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 2/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

Nos referimos a él como si fuera sólo nuestras lágrimas, nuestra ira, nuestra
culpa. Pero es mucho más que eso. Podemos decir:”no me enfadare”, y
podemos hacer uso de las técnicas de modificación de conducta para expresar
evitar la ira que no queremos experimentar. Sin embargo, la energía de esas
emociones no puede ser suprimida por la ley de la energética sin más;
encontrara otras vías de expresión.
Por ejemplo, nos encontraremos continuamente en situaciones donde
“otras” personas se hallan en conflicto y sienten ira-seremos testigos de todo el
mundo- o canalizaremos la ira en actos de exagerada autoestima.
Tales restricciones tienen por lo menos alguna utilidad, pero son
destructivas en última instancia, ya que perpetúan la ilusión de separación y la
falsedad.

Podemos utilizar el cuerpo mental de este modo para constreñir, controlar,


ocultar, cambiar nuestra conducta. No podemos “descristalizar” esas
emociones ni disolverlas, porque esa parte del cuerpo mental opera sobre
ciertos planos horizontales de un modo lineal que no permite la
descristalización emocional.

Es el cuerpo espiritual el que danza con el cuerpo emocional, creando esa


especial relación que permite al cuerpo emocional “acelerarse” de modo que
desde su lenta oscuridad se traslade a la forma, a la luz. Debemos ser capaces
de acceder a la energía espiritual y hacer que se precipite para que se mezcle
alquímicamente con el cuerpo emocional. El cuerpo emocional comienza
entonces a acelerar su vibración conforme se introduce en la luz. Comienza a
despojarse de sus experiencias, de sus recuerdos de la vibración más lenta de
ira, culpa y miedo. La culpa, la ira y el miedo nos mantienen cautivos cuando el
cuerpo emocional se alimenta de miedo; entonces, el vehículo físico, el
vehículo espiritual y el vehículo mental se hallan cautivos de esa energía.
Cuando los cuatro cuerpos se encuentran en una relación de perfecta armonía,
los cuerpos mental y espiritual dan origen al plan y los cuerpos físico y
emocional llevan a cabo el proyecto con exactitud, completando el círculo.

En el Instituto abrimos las ventanas al cielo, para que así aflore esa
energía espiritual, esa multidimensionalidad. Pero no podemos crear un puente
con sustancia, un puente con el que podamos contar, que podamos llamar real,
hasta que entendamos por completo todos esos aspectos sutiles del vehículo
emocional, del cuerpo emocional. Este debe acelerarse hasta una frecuencia,
que permita al vehículo físico ser libre, que nos permita a nosotros mismos
liberarnos de todas esas impresiones mentales que dicen, “mi cuerpo esta
gordo”, “mi cuerpo esta demacrado”, “mi cuerpo esta gordo”, “mi cuerpo es
luminoso”. Esos son posturas a través de las cuales el alma intenta hablar, a
través de las cuales el alma intenta aportar un aprendizaje, enseñar, encontrar
su propia luz. Es el cuerpo emocional el que controla esas percepciones de
nuestro vehículo físico. Es la representación que tiene el cuerpo emocional del
mundo, su capacidad de calmar la mente, su facultad de estar sano o enfermo.
No podemos soslayar el cuerpo emocional. Podemos fingir no sentir la ira, la
culpa, el temor o la tristeza, pero en última instancia tenemos que atravesar
esas impresiones y descristalizarlas con nuestra conciencia. Sin embargo, sólo
podemos descristalizar emociones de las que seamos conscientes.
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 3/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

En la sesiones con la gente, comenzamos a crear el espacio para la


integración de nuestra identidades divinas a través del vehículo del cuerpo
emocional, de modo que comprendamos sus necesidades, sus intenciones, sus
fuente y podamos palpar la energía de ese cuerpo y trabajar con ella. De lo
contrario, el cuerpo emocional manejará indefinidamente nuestra conciencia,
mediatizará nuestra capacidad de ver la verdad manteniéndonos cautivos de
nuestras postura. Nos alimentara tal como una posesión nos alimenta; nos
mantendrá en el plano al que esta acostumbrado.

Nuestros cuerpos emocionales son entidades. Debemos verlos


inicialmente como posesiones, de modo que cuando seamos capaces de verlos
como divinos, habremos alcanzado una nueva octava en esta dimensión.
Tocaremos la octava del éxtasis, del arrobamiento, una nueva frecuencia que
en estos momentos no forma parte de nuestra realidad.
Debemos moldear el cuerpo emocional, y llegar a experimentar con él de
modo que podamos ver que es algo más que esas expresiones externas, que
esas experiencias externas. La experiencia del cuerpo emocional es lo que nos
mantiene enganchados en el cuerpo fisiológico, manteniendo así el cuerpo y
mente en cautividad.

El asiento del cuerpo emocional es el chakra del plexo solar, que se halla
en el área del estomago. Nuestras emociones son registradas por los ganglios
del plexo solar y desencadenan las reacciones de lucha o huida del sistema
nervioso simpático. Se altera así la química sanguínea en el cerebro y el nervio
vago activa respuestas fisiológicas que van acompañadas de una sacudida
eléctrica. Todos hemos experimentado esa sacudida en situaciones en que
fuimos alcanzados por sorpresa: la intensa oleada de miedo e ira que concita
instantáneamente nuestra atención. La sacudida se extiende en ondas cada
vez más amplias que caracterizan la desilusión, la vergüenza y la ansiedad. El
cuerpo emocional se hace adicto a estas sacudidas. Comienza a buscar
personas y situaciones que vuelvan a producirle la carga original, aun cuando
nos insensibilicemos y no nos demos cuenta de ello en el plano consciente.

Si un ser ha quedado atrapado en el odio a sí mismo, la exagerada


autoestima o la culpa desarrolla un repertorio que tiene una frecuencia
particular que podemos palpar, tocar o sentir. Podemos ver el repertorio en los
ojos de otra persona, a través del campo áurico de otra persona. Si podemos
verlo de todos estos modos, podremos comprender la actitud o postura de ese
cuerpo emocional con todas sus adicciones. Podemos ayudarlo a desligarse de
todas esas adicciones. El cuerpo emocional no vive en el tiempo y el espacio,
no pulsa de modo que lo hacemos nosotros; no se mueve de una manera
lineal. Se mueve hacia dentro en una espiral, alimentándose constantemente
de las variaciones y composiciones de su propia energía. Así que, cuando el
cuerpo emocional es adicto a tal modo- y todos los cuerpos emocionales lo
son-, es que ha desarrollado un repertorio de reconocimiento. Busca
constantemente ese repertorio y lo crea al mismo tiempo.

Si el cuerpo emocional tiene hambre de miedo, sólo vera miedo en el


exterior, y responderá al miedo dondequiera que se halle presente en el
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 4/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

entorno. El cuerpo emocional se contraerá, reconocerá ese miedo, y se lo


apropiara, lo absorberá, se alimentara de él. Entonces el cuerpo fisiológico se
convertirá en esa manifestación, en aquello temido, para que el cuerpo
emocional se autoalimente.

Y el círculo vicioso continúa. Y aunque la mente diga, “busco amor”,


“busco algo integro”, el cuerpo emocional no responderá a ese afán. Veremos
que esto se repite una y otra vez cuando contemplemos a los actores
representar sus vidas, representar elecciones que hacen hasta el final. El
cuerpo mental dice: “si, escojo a esta persona. Quiero a esta persona. Quiero
esta relación. Quiero esta realidad.” Pero el que controla esa elección es el
cuerpo emocional, que mantiene a la mete bajo su sujeción, creándole la
ilusión para que aquella ayude al cuerpo emocional a evidenciar y manifestar
aquello a lo que es adicto.

Es un circuito cerrado, un proceso interminable de alimentar adicciones.


La adopción de una postura permite que se manifiesten solo determinados
fenómenos para poderse recrear en ellos. Es posible aprender a reconocer
esas dimensiones de modo que podamos romper el círculo vicioso y crear algo
nuevo. Podemos producir una expansión, poner en marcha un proceso
energético que permita al cuerpo emocional crecer, experimentar nuevas
octavas, de modo que el alma pueda crecer.

En estos momentos vivimos con la huella de adicciones y patrones de


respuesta del cuerpo emocional procedente de muchas vidas pasadas. La
experiencia es el único modo de encontrar otro proyecto de vida. Quizás el
alma diga: “necesitas comprender la tolerancia, de modo que ve y mata a unas
cuantas personas y comenzaras a entender la ley cósmica de la tolerancia”. De
modo que vamos y sacamos la espada. Muchos de nosotros estamos
atascados en la época medieval, de modo que intentamos valernos de la
espada, pero lo que ocurre es que tenemos una huella tan profunda de esa
experiencia – la huella profunda del dolor y la tortura- que no nos liberamos de
ella, no logramos desprendernos de ella. La mantenemos en el asiento del
cuerpo emocional y entonces pasamos a juzgarnos a nosotros mismos.
Olvidamos que nuestra alma esta diciendo: “no hay bien ni mal. No existen las
victimas. Estas experimentado esto simplemente para que comprendas la
tolerancia, para que comprendas la ley cósmica.” En lugar de ello, produciendo
en nosotros la huella de la culpa, el miedo, la ira.

Por eso, cuando escogemos nuestro próximo cuerpo físico, el cuerpo


emocional ya se halla incorporado en él; su experiencia impregna el ADN del
cuerpo, exactamente igual que el código genético. De modo que lo que
primeramente hace el cuerpo emocional es crear un cuerpo que represente
esas vidas pasadas que aún porta consigo, que represente aquellas
experiencias que ha tenido. Podemos mirar el cuerpo de alguien, el rostro de
alguien, y podemos ver las vidas pasadas que arrastra consigo. El cuerpo
graba esa información y comienza entonces a irradiar estos sentimientos que
tiene sobre si mismo, diciendo: “No puedo tener poder porque lo malgaste
haciendo mal uso de él. Por tanto lo mejor será que me mantenga alejado del
poder.” O: “No merezco amor. Soy culpable.” Irradia esa frecuencia a través
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 5/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

del campo áurico y atrae hacia si a aquellas personas, a aquellas situaciones,


que para él reflejan exactamente aquello que mas teme, exactamente aquello
de lo que quiere librarse, pero que tiene un irresistible poder de seducción para
él.

Has impreso un tema de esa vida pasada una y otra vez. Y la separación
entre tú y tu ser divino cada vez es mayor. La experiencia es tan intensa que
impregna al cuerpo emocional; el cuerpo emocional queda encerrado en ella.
Se va alejando del susurro del alma, que no tiene modo de continuar
orquestando la relación, porque ahora lo no manifiesto esta separado de lo
manifiesto. Así que el cuerpo dice en el nivel del alma: “si, si, si, necesito
ponerme a cortar cabezas, quemar, violar, y matar y tener estas experiencias,
de modo que pueda entender estas ilusiones.” Pero cuando de hecho lo hace,
produce algo. Produce adherencias astrales o recuerdos en el cuerpo de
experiencias. El puente es astral y es esa experiencia astral del cuerpo
emocional la que se reproduce, la que continua atravesando e impregnando
cada vehículo físico cuando tomamos forma.

Ahora decimos: “trabajare en otro nivel”. Pero en el instante en que


entramos en la forma, en la encarnación nos ponemos en contacto con nuestra
energía astral, que tiene un peso cierto. Es el velo. El velo es la dimensión
astral, vinculada íntegramente con el cuerpo emocional. La energía astral nos
llena de vida en vida. Por esa razón el cuerpo emocional vuelve a ocupar su
sitio albergando en sí su vieja sustancia. Establece una frecuencia a través de
su energía astral que irradia al vehículo físico, estableciendo el mensaje que da
paso a la realidad. El cuerpo emocional controla el espectáculo a causa de su
naturaleza astral. Es importante comprender que la energía astral se introduce
en las células del cuerpo. Las células del cuerpo tienen esa condición física
que les permite acceder a lo que quiera que el cuerpo emocional este
experimentando.
El cuerpo emocional transmite esos mensajes – recuerdos del miedo,
recuerdos de destrucción, recuerdos de desastres, nunca recuerdos de
éxtasis-. El cuerpo emocional se separa de lo no manifiesto y no vuelve a
fundirse con él. El éxtasis no se filtra a través de él; sólo puede filtrarse a través
del cuerpo de luz. El éxtasis es experimentado por el cuerpo de luz, no por la
memoria celular. Si alguien parte de la violencia, es porque el alma tiene mucha
prisa en desprenderse de ella, para poder volver a casa, para poder hacer
contacto de nuevo con el cuerpo de luz y con la fuente Divina. Toda
experiencia, toda realidad, esta entretejida dentro de una enorme malla, una
celosía. Cada pieza adquiere sentido si se la contempla de ese modo. Incluso
la violencia adquiere sentido.

Mientras el juicio y la autoestima exagerada impidan hacer contacto con la


experiencia estamos atrapados en este lado del velo, en el lado físico del velo,
y nos hallamos separados de la fuente Divina, de nuestra propia fuente Divina.
De modo que una vez que queramos introducirnos en el astral y trabajar con
adherencias – todos esos recuerdos de todas las experiencias de vidas
pasadas- y liberarlo, estaremos descorriendo el velo, lo cual nos permitirá ir
hacia la forma pura. Mientras estés ocultando esas adherencias, podrás
acercarte a ellas y hablar sobre ellas y conceptuar algo en tu cuerpo, pero no
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 6/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

podrás experimentarlas porque el vehículo de tu experiencia es el cuerpo


emocional. Pensamos que el cuerpo físico es el vehículo de nuestra
experiencia, pero en realidad no lo es. Es el cuerpo emocional el que activa los
ganglios del plexo solar, despierta el cerebro y dice: “Cerebro, ¡Estas
experimentando algo!”

No existe la mente racional como tal. Eso es una ilusión o idea falsa. La
ilusión es que tengamos una mente racional que no tiene perspectiva ni
posturas. Nuestro cuerpo mental esta totalmente inmerso en la postura y ahí es
donde el ego comienza a hilvanar su circulo vicioso. El ego crea lo que quiere
ver, lo que quiere conocer, y lo llama “verdad”. Pero esta separado de nuestro
ser real. Somos, en efecto, la estructura molecular de la realidad del cielo y las
estrellas, de la Tierra y el mar. Hasta que nuestra conciencia no pueda
expandirse para experimentar eso, no podremos ser.

La racionalidad es aquello que fomenta la separación dentro de nosotros


mismos. Y su verdadero propósito es evitar el dolor y el placer, para evitar la
experiencia. Siempre que la mente intenta estar separada, mantener una
experiencia fuera de nosotros, está tratando de evitar la experiencia; aquello de
lo que ya tiene conocimiento. Nuestro obstáculo es que nos hallamos en un
estado de negación de ese conocimiento y es nuestro cuerpo emocional el que
produce dicho estado. No existe el miedo a lo desconocido. Es imposible temer
aquello para lo cual no se tiene marco de referencia. Solo tememos al susurro
de nuestra memoria y la memoria esta encerrada dentro de la dimensión astral

Podemos limpiar el cuerpo emocional, las imágenes astrales, de modo


que podamos apartar los velos, de modo que podamos expandirnos, ya que la
supervivencia depende de que creemos ese centro óptimo. Nunca nos
permitiríamos la expansión hasta el punto de la desintegración. Atravesamos la
muerte y la vida, la muerte y la vida tan solo porque eso es pulsación, no
porque sea el final y el principio; no existe tal cosa. Podemos encontrar el
centro, podemos conocer el ser. Podemos expandirnos para reconocer estas
realidades, estas dimensiones, estos incrementos de información, cuya
existencia niega la mente superior.

Al principio no vemos la dimensión astral porque, si viéramos la dimensión


astral, veríamos dolor, ira, culpa, placer, contorsión y todas experiencias.
Debido a que aun estamos apegados a ellas, las evitamos. Y esa es la razón
por la cual en este estado de evolución hemos llegado a una paralización,
porque el cuerpo mental ya no puede seguir protegiéndonos, ahora debe
expandirse; debemos sacar a la mente finita del surco de esta rutina y
conducirla a un modelo holográfico que la dejara en libertad para identificar y
mostrarnos esas otras octavas que son reales; el éxtasis y el arrobamiento, que
son la frecuencia de nuestra naturaleza divina.

Lo realmente difícil es atravesar la barrera del ego. Este es como un


ordenador que maneja los hilos de los diversos cuerpos. En otras palabras, el
ego dirige la mente finita a través del cuerpo emocional. El combustible del ego
siempre es la energía astral. Son las emociones astrales adheridas que han
proyectado una forma que llamamos “yo”. Pero no es el yo real, el si-mismo
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 7/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

Divino, el autentico yo. Es el yo que no es más que un ordenador, diseñador de


la forma que hemos tomado en el mundo de la tercera dimensión. Por ello el
ego esta en contacto con todos los otros egos u ordenadores que hemos tenido
en el transcurso de nuestras diversas vidas pasadas y que han dicho:” Tu
siempre eres la victima: no mereces nada, así que atente a las consecuencias”.
Como resultado, elaboramos un “programa de ordenador” que ejecuta esa
clase particular de patrón, llevándolo con nosotros de vida en vida.

El niño pequeño, tan pronto como desarrolla algún sentido del yo, vuelve
a conectarse inmediatamente con el viejo patrón. Tan pronto como el niño
comienza a apartarse de la madre y a percibirse como separado de ella, luego
como diferente a otros niños, luego separado de los extraños, relacionado con
el padre, etcétera, el niño empieza a ponerse en contacto con la dimensión
astral- el ordenador astral que dice: “este es tu marco de referencia. ¡Atente a
las consecuencias! No eres lo bastante bueno. Lo hiciste mal.”- Así es como
funciona el ego, de ese modo se infiltra en todas las vías de realidad. Y el
cuerpo físico es una vía de realidad. Por ejemplo, si el ego tiene un disquete
que dice:” has hecho mal uso de tu sexualidad, utilizaste tu cuerpo físico para
la seducción”, entonces el ego lo incorporara como parte de la estructura que el
cuerpo va a desarrollar en esta vida.

Si el ego tiene en esta vida muchos temas relacionados con el odio a si


mismo o con la culpa, creara un vehículo físico que le permita continuar con su
programa de odio a sí mismo. Creara para nosotros un cuerpo que
despreciemos o un cuerpo que vuelva a empujarnos hacia esos viejos
programas. Lo mismo sucede con el cuerpo mental; tenemos un ego que
parlotea continuamente. Esto, de nuevo, es un marco de referencia que el ego
usa para identificar lo que el ego mismo es.

El ego no es necesariamente una fuerza. El ego es aquello que nos


mantiene en la tercera dimensión; pero es como un fragmento del holograma y
ahí estriba la dificultad. El ego obstruye, vela nuestro acceso consciente a
todos esos otros cuerpos que hemos tenido, a todas esas otras formas-
pensamiento a las que hemos estado apegados y nos constriñe. Del mismo
modo, a medida que el reconocimiento de si mismo comienza a desarrollarse,
el ego empieza a expandirse. Se desprende del concepto:” yo estoy separado
de ti, por lo tanto estoy en competencia contigo: te juzgo, te evalúo.” Lo
reemplaza por: “soy lo que se fusiona contigo”.

Sucede exactamente lo mismo cuando aceleramos el cuerpo emocional.


Cuando el ego puede experimentarse en un nivel cósmico, en un nivel
universal, se convierte entonces en aquello que da forma a lo sin forma,
permitiéndonos manifestar cualquier octava que tengamos en nuestros
sistemas de ordenador. El ego es esa voz, ese ordenador, que esta
constantemente dando vueltas a lo que quiera que tengamos guardado en él.
Lo que el cuerpo emocional ha programado en el ordenador se produce a
través de la mente infinita.

Tan pronto como comencemos a acceder a la mente superior, el ego


atravesará por diferentes niveles de expansión. Cuando por un breve instante
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 8/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

experimentamos que somos lo mismo que un árbol o que estamos flotando en


el agua, el ego comienza a atravesar un proceso de descristalización.
Comienza a convertirse en una entidad que todavía no ha arraigado en este
planeta. Esta es nuestra tarea en el Instituto- ayudar a la gente a comenzar a
expandir la representación de su ego, la representación de su cuerpo
emocional, de modo que pueda acceder a una octava universal, de modo que
pueda convertirse en todas las cosas-. Cuando se convierte en todas las cosas
se convierte en Dios.

El ego reside en las formas-pensamiento de la mente. Reside en el


cuerpo emocional. Reside en las estructuras celulares del cuerpo físico. Es un
nivel de conciencia reducida que esta separada de su célula Divina. En vez de
decir: “súfrete a ti mismo y serás semejante a Dios; si experimentas el yo,
experimentas a Dios”, decimos: “No engañes al ego, simplemente
alimentándolo con otra cosa”.

Si el ego es victima y luego es victimario, continuará así una y otra vez,


vida tras vida. Tiene que disolverse. Si le ofrecemos un camino nuevo, un
nuevo programa de ordenador no puede mantenerse la cristalización, no puede
permanecer en su actitud actual. No puede estar aquí a causa de su
experiencia de estar allá, de modo que tiene que soltarla; tiene que producirse
un desprendimiento. Entonces es cuando comenzamos a tener esa conciencia,
nuestro yo Divino. Entonces es cuando penetra en lo divino.

Podemos palpar el ego. Cuando palpamos un cuerpo podemos sentir si


hay autoestima, negación o juicio en ese cuerpo. La forma en que tratamos al
ego es permitir que la conciencia llegue a esa comprensión. Cuando llevamos
la atención de alguien a ese lugar, generalmente mediante la percepción de
una vida pasada, se libera. Si una persona esta manteniendo un juicio porque
hizo tal cosa siendo atlante o tal otra siendo romano, podemos palpar el ego.
Una persona a menudo llegara con cuerpo romano o egipcio o atlante y
podremos disolverlo, dirigiendo la luz de la conciencia a esa forma-
pensamiento o a esa cristalización. Podemos transforma al ego; detener su
discurso y cambiar su modo de actuación.

El ego se forma en los niños por el énfasis que pone el adulto en la mente
finita, diciendo:” Leamos el cuento; reconozcamos a A, B y C”. Al imponer el
crecimiento lineal a los niños no les permitieron hacer uso del astral en su
relación con el etéreo. Un niño por si mismo no mantendría ninguna impresión;
el niño podría tener un arranque de ira y el bloqueo se resolvería en la ira y el
niño quedaría liberado de ella. Pero la impresión que grabamos continuamente
en ellos es: “para, para. Esta ira significa esto y esto y esto”. De modo que el
niño comienza a refrenarse y graba esos juicios negativos- y aprende el juicio-.
En el estado natural, el niño manifiesta o representa todo lo que esta en su
repertorio, todo lo que esta en su programa, en su plan de vida.

El niño comienza a seguir el plan de vida a la edad de un año,


atravesando en el transcurso de su vida las distintas danzas y actitudes que
expresan ese mismo plan de vida. Pero cuando imponemos al niño una actitud
o postura, comienza a introducirse en un molde. De lo contrario, el niño podría
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 9/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

limpiar la última impresión emocional de cortar cabezas, incendiar y violar muy


pronto y estaría siempre en la luz.

Pero la luz no ejerce seducción; no posee materia alguna. Esa es, de


nuevo, la diferencia entre la luz y la energía astral. La luz no tiene aspecto
astral. El niño se llena de recuerdos, se halla continuamente estimulado por lo
emocional y comienza a pesar más emocionalmente. El peso de todas esas
emociones comienza a ser lo que atrae su atención y la seducción de la
dimensión astral se convierte en realidad personal. A continuación viene la
repetición rutinaria, la seducción conduce a la repetición rutinaria. Luego viene
la elección. Elegimos estar abrumados, elegimos estar indefensos y esto se
imprime y cristaliza en la mente. Entonces la mente continúa asegurándose de
que el cuerpo emocional se active, de modo que comienza de nuevo. “soy
malo, estoy indefenso, no puedo”. Y eso una y otra vez. Así pues la mente es
constructiva. Pero lo que produce es el acceso a la energía astral, la cual se
irradia entonces produciendo exactamente aquello que la mente ha concebido.

Y así es como continuo el proceso. Obramos de acuerdo con lo que


pensamos. Se trata del viejo axioma: el niño se convertirá en aquello que se le
ha dicho que él es. La profecía misma es la que hace que se cumpla. Lo que
hemos hecho es enseñar al niño nuestra impronta, nuestro código ético,
nuestra intencionalidad. Un niño no conoce los celos, no tiene la idea “estas
consiguiendo más atención que yo”. No es posible que tenga esa clase de
intencionalidad de: “tu consigues mas que yo, así que voy a hacer algo para
que las cosas cambien”. Y entonces el adulto dice: “Oh, estas celoso e
intentas llamar la atención”. ¡Esto no es así! Si dejásemos al niño tranquilo o
dijéramos: “Oh, ¡tú también quieres! “, y se lo diéramos, el niño no aprendería
los celos.
Es maravilloso comprender esto pues constituye la esencia misma de
nuestro trabajo en el Instituto. Demos al cuerpo emocional lo que quiere y
dejemos aquello que no le sirva. Si el cuerpo emocional necesita expresar su
negatividad, su hostilidad, su miedo, dejemos que lo haga e inmediatamente,
pasando a través de ello, lo consumirá. Permitimos que su actitud se
mantenga, solo cuando la ocultamos. Demos al niño lo que necesita y el niño
crecerá. Es la ley cósmica. Alimentemos a la planta con lo que quiere y se
nutrirá convirtiéndose en una planta cuya floración es completa. Un niño, un
animal o cualquier otra cosa nunca muestran negatividad. Simplemente tienes
necesidades.
Pero cuando transmitimos a los niños nuestras huellas se convierten en
prisioneros nuestros y nosotros de ellos. Esa es la ley karmita. No estamos
liberándonos mutuamente del karma; estamos produciendo karma entre
nosotros.
Así pues, esto es lo que hacemos en este trabajo. Dejamos que el cuerpo
emocional tenga lo que quiere. Una parte muy importante del trabajo inicial es
experimentar lo vituperable, ayudar a las personas a comprender lo vituperable,
de modo que queden liberados de ello.
Es mejor demostrar al niño, que puede sobrevivir a la ira, que pude
aspirar al amor, que puede tener esos desequilibrios y que estos pueden pasar.
Tu no eres tu desequilibrio; tu no eres lo vituperable en ti. En lo que concierne a
servir de modelo para el niño, si no estás en contacto con el cuerpo emocional,
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 10/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

el niño en lugar de escuchar palabras o ver tu autodominio palpara de


inmediato tu cuerpo emocional, tu energía astral, que se esta irradiando. Puede
que estés sentado en meditación pero estarás irradiando naranja y rojo y
negatividad. El niño captara eso y lo reflejara. La negatividad te estimulará, es
como estimular a una ameba. El niño no sabe lo que es esa energía, pero la
siente y se convierte en parte de él, y la expresa por ti. Entonces, tu entras en
un estado de reacción, y el niño entra en un estado de reacción y repites y
repites.
El fenómeno del modelar es muy interesante. No es suficiente con que
demos forma o modelemos a nuestra elección, hemos de modelar a nuestro
corazón. Esa es la razón por la cual todos nosotros estamos aquí, para
aprender a utilizar el corazón, que es el puente. Para ser un modelo para el
niño debemos ser un modelo de absoluta honestidad. No debemos aparentar
nuca algo que no exista de verdad. Debemos aceptarlo todo y así el niño
aprenderá la aceptación en lugar de juicio.
Tan pronto como empezamos a proyectar imágenes sobre un niño en el
nivel inconsciente –“no hagas esto”, “no hagas aquello”, “muestra esto”, “no
muestres aquello” – empezamos a confinar y construir el plan de vida que tiene
el niño. Siempre nos vigilara a nosotros y a otros y eso reforzara su plan de
vida hacia la octava inferior. Estamos intentando que el modelo sea la octava
superior y el niño mostrara la octava inferior. Sucede continuamente.
Pero algo maravilloso ha sucedido en nuestra vida actual, que no ha
ocurrido con anterioridad. Estamos atravesando la barrera; estamos
atravesando la constricción de la mente infinita y estamos siendo capaces de
palpar esa progresión, esta pulsación de vida-muerte, vida-muerte, para poder
romper con ese patrón. Cuando nos experimentamos a nosotros mismo
multidimencionalmente- que hemos vivido antes, que reconocemos a las
personas, que conocemos sus rostros, que conocemos sus corazones-
comenzamos a tener la oportunidad de realizar aquellos cambios que nos
permitan convertirnos en nuestro ser divino en el nivel del alma. De modo que,
cuando no se persigue ningún bien o mal, ningún juicio, podemos llegar a
nuestras vidas actuales sobre este planeta y en esta época como maestros. Tal
como han afirmado todas las profecías desde el comienzo de los tiempos, y
sigue diciendo, esta es la época crucial en la que despertamos o morimos.
¿Queremos comprobarlo? Cojamos un periódico. Miremos lo que esta
sucediendo en este mundo. Es la voz del juicio final la que se abate sobre
nosotros. Son la destrucción y la muerte las que llegan a nosotros, pues la
gente que amamos esta muriendo por todo el mundo porque se halla sumida
en la confusión.
La gente a nuestro alrededor hace espejo de cada uno de nosotros y nos
llama a despertar y decir: “aquí estoy ahora, puedo saber quien soy yo”. Todo lo
que percibimos fuera de nosotros es un espejo de lo que esta ocurriendo
dentro de nosotros.
El camino para producir el cambio en este mundo –en este planeta, en
esta familia, en esta relación, en este trabajo- esta aquí mismo. Tenemos una
miríada de envolturas que no nos son de ninguna utilidad, poseemos en
nuestro interior la riqueza mas profunda, la sabiduría mas profunda que puede
guiarnos para tomar cualquier decisión, para atravesar cualquier experiencia,
conduciéndonos hacia la luz, hacia quienes somos. No somos la negatividad;
no somos la imperfección; no somos la desesperanza. No somos victimas.
“Éxtasis, una nueva frecuencia” de Chris Griscom 11/11
Cap. 1 Estructuras de Conciencia

Pero no experimentamos eso, no experimentamos nuestro poder. De modo que


debemos encontrar la manera de romper la barrera para que nos sea posible
entrar en contacto con ese poder, admitir que lo poseemos, reconocerlo, y
permitirnos avanzar. Ha llegado el momento de convertirnos en quienes somos.

Potrebbero piacerti anche