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A TRAVES DE imariologia en autocritica! Con la oportunidad que le caracte- riza, el conocido espevialista de Lour- des, R. LAURENTIN, ha lanzado al pu- blico este verano, en visperas de la se- gunda sesién conciliar, un libro sobre Ta que él Hama “cuestién marial” (1). El libro aborda problemas muy di- versos, Uno de ellos es 1a Mariologia y su estado actual, Naturalmente, el au- tor nos dice que su tinico intento es averiguar honestamente lo que haya de defectuoso para que se currija en bien de Ia teologia y, claro es, del dia- logo ecuménico. Pero el autor no sélo un maridlogo, sino que hace profe- én do serlo mas de una vez en su obra, las declaraciones que leemos en estas paginas resultaran una autocriti- ca de la Mariologia actual, Ello sin du- da realza su interés, Laurentin se inquieta por la super- produccién tmariolégica, desbordante, incontrolada, que vuelve sin necesidad José A. de Aldama, S. 1, LA IGLESIA... 67 sobre los mismos temas, (2) alejada de “lo necesario e irreemplazable”. Mayor inquietud le produce la in- tensidad “febricitante” de las produc- ciones mariolégicas. Hay en ellas una “exaltacién incondicional” de la Vir- gen, que eva a una plusvalia de cier- tos textos favorables al par que silen- cia o volatiliza los contrarios. {Se ha erigido en criterio doctrinal el amor a Nuestra Sefiora! Sobre todo es inquietante la ten- dencia actual de la Mariclogia a ce- rrarse en si misma, a desgajarse del resto de la teologia. Laurentin ha reu- nido una serie de sintomas de ese fené- meno, que constituye evidentemente un problema muy grave. Primer sintoma: la Mariologia “se ha constituido en orden cientifico au- téuomo, en disciplina independiente que se sirve de principios propios, dis- tintos de los de la teologia (p. 28). Segundo sintoma: “La Mariologia vive en gran escala de fuentes propias. Wiende a descuidar ciertos textos y, ciertas tradiciones teolégicas, por ejem- plo en el tema de la transcendencia de Cristo y la suficiencia de la Reden- cién. Inversamente hay entre los ma- ridlogos tradiciones que se trasmiten en circuito cerrado y que son ignora- das de los otros tedlogos” (p. 29). Tercer aintoma: “Algunas tesis si- guen un camino esotérico en los me- (1) La Question Mariale. Paris, édit. du Seuil, 1963, 175 pp. (2) LaURENTIN, 0. ©. p. 23, hace una alu sidn_a Ia obra reciente del padre Spevatiea1, Maria nella Scrittura ¢ nella Tradizione della Chiesa primitiva (Messina 1961). Sin necesidad de emprender una defensa del autor italiano, es demasiado evidente que las opiniones de Mons, Jouassard en 1949 no pueden darse como la Gitima palabra indiscutible en mariologia Patristica, por mas que todos hayamos vivido do ellas ‘argos atios, No lo eran ya en 1949 Pero Io son menos en 1963, 0 en 1961. 68 dios mario{égicos” Se sefialan éstas: In inmunidad de todo débito de pecado, el uso de razén desde el seno materno, la vision beatifiea esporadica y aun ha- bitual durante la vida terrena, el mé- rito social de condigno, la capacidad secundaria 0 concapitalidad del Cuer- po Mistico, la primera aparicién de Jess resucitado a su Madre, “cierta misién conjunta con la de su Hijo en relacién con el Espiritu Santo” (?), valoracién de las apariciones de Lour- des como estrictamente de fe por la autoridad de] magisterio eclesiastico. ales tesis “corren entre los mariélo- gos sin grandes discusiones” y por esa via se haran “tradicionales” y “comu- nes” (p, 29-30). Cuarto sintoma, que va mas al fon- do: “Los maridlogos tienden a rein- terpretar las nociones teoldgicas, de las que hacen un uso particular”. Ei plos: El concepto de redencién. “En- tre los maridlogos la Redencién se pre- senta en general como una cosa que se estableceria entre Cristo y nosotros y que la Virgen mereceria, 0 hasta pro- duciria junto con Cristo”. El concepto teolégico de Redencién “esta de algin modo desacentuado, disminuido si no oscurecido, en la mayor parte de los maridlogos que tratan de la correden- mn” (p. 30-31) (3), Otros ejemplos: el concepto de gracia: la gracia creada, cosificada (réifiée) al maximum, La gracia seria (3) Laurenrin nos recuerda una serie de «evidencias que se imponen», cverdades prime ram, que «con demasieda frecuencia parecen releger los mariélogos a segundo planos, xcon- centrindose en noviones menores y metald- rricas, con Jas que no les es dificil abarear bi jo los mismos concoptos y los mismos sérmi hnos el papel de Cristo y el papel de ln Virgen= (p. 31), Esos verdades son de este tums eS6lo Cristo es Dios, no ie Virgen. Sélo El murié por nosotros, el tinico que cra duefio de dar su propia vida con autonomia sobers- na, Sélo El rerucité por un poder divino que Je es propio; los demis incluso la Virgen, re suciton por El», ,Olvidan los mariglogos esas verdades? “ana cosa en si, eubsistente con inde- pendencia de Cristo, si no es que se la imagina almacenada de antemano en el cielo, en un depésito del que la sacaria Maria” (p. 31). Nuevo ejemplo: la nocién de or- den hipostatico, que los maridlogos manejan a su gusto. Algunos refuer- zan el sentido de la inclusién en el orden hipostitico acordando a la Vir- gen una causalidad instrumental en la hipostatica. “El proceso mm tiende a continuar sus conquistas...Estableciendo a medida una nocién que se pueda aplicar a Ma- ria y a Cristo, se tiende a oscurecer a la vez la trascendencia del Verbo y las nociones clisicas que se utilizan con sutileza” (p. 31-32). Ultimo sintoma: “En el limite tas _tentativas convergentes ponen Ia siguiente cuestién: el desarrollo de la Mariologia, jrespeta suficientemente la norma de homogeneidad, tan funda- mental en la materia?” Laurentin nos recuerda aqui las sospechas que susci- taba en teologia hace treinta afios el término “evolucién”; para escribir in- mediatamente Ia contrapartida: “Hoy la evolucién tiene el honor de los ma- riélogos, Promoverla, acelerarla se da a veces hasta como el objetivo cnpre- mo de la Mariologia”. Ni se vaya a ereer que es una afirmacién Ii crita sin pensar, Como prueba sugiere el autor que la posicién de los que sos- tienen la inmunidad de todo débito de pecado ha Hegado a comprometer Ja verdad fundamental del dogma de la Inmaculada; que Ja tesis de la capi- talidad secundaria “representa una perversion doctrinal”; que la opinién del mérito corredentivo de condigno es una “conquista mariolégica” que “se asemeja mucho a una renovacién desde el punto de vista histérico como desde el teolégico” (p. 32-34). ra es Resumen final : “Una fosa se ha ex- cavado entre teologia y mariologia”. No es poner en duda la comin adhe- sién del dogma. “Sino que psicoldgi- camente las épticas, las mentalidades, Jos métodos, el lenguaje y las doctri- nas recibidas son tan diferentes que no resulta menos dificil entablar un ver- dadero didlogo entre estos catélicns de Spticas distintas, que entre tedlogos de confesiones diferentes” (p. 35). Laurentin ha escrito que no pre- tende hacer el proceso de la Mariologia ni de los maridlogos; seria hacérselo a si mismo (p. 35). Esta declaracién era necesaria, porque cualquiera pen- seria lo contrario, Y aun lo seguira pensando a pesar de ella. Con una res- triccién ; no es el proceso de la Mario- logia lo que se ha querido hacer, sino el de una Mariologia y unos marié- logos. Porque es hora ya de ver la exacti- tud de esa autocritica mariolégica. Lo haremos, aun corriendo el riesgo claro de que se nos tache de “reaccién pasio- nal”. Me vienen 2 la pluma las pala- bras que Newman escribia a su amigo Pusey, que haba compuesto un libro “irénico” sobre la Virgen. Es coinci- dencia; porque cuento como amigo a Laurentin y también él ha escrito un volumen sobre la Virgen, del que ha dicho que es “un libro de pax”. Escri- bia Newman : “Confio, mi queridisimo amigo, que en ultimo término no te molestarés conmigo si digo lo que ten- go que decir: hay mucho en tu libro, en el fondo y en la forma, capaz de herir a los que te aman, pero aman més a Ja verdad” (4), El tratarse aqui no de la Mariolo- gia, sino de una Mariologia determina- da, priva finalmente al libro del ca- racter de autocritica para darle mas bien, aunque el autor no quiera, el ca- (4) A Letter addressed to the Rev. E. P. Pusey, D. D., on occasion of his Eirenicon. Puede verse en Certain Difficulties felt by An- slicans in Catholic Teaching (London 1898) vol. 2 pag. 6. 69 récter de acusacién, Y acusacién san- grienta, Se puede echar en cara a unos tedlogos catélicos algo mas serio que el que olvidan los principios y las tradiciones teolégicas, que elaboran esotéricamente y a puerta cerrada una ciencia independiente y auténoma, que eraltan a la Virgen incondicionalmen- te y sin mesura, que manipulan y cam- bian a su gusto las nociones recibidas en teologia, que trabajan en el sentido ambiguo y modernista de una evolu- cién heterogénea Hegando asi a compro- meter el dogma mismo? ;Y todo ello abundantemente, ansiosamente, en fie~ bre de éxitos y de conquistas que exci- ta el coraz6n! Urge la pregunta: dénde esta esa Mariologia y dénde estén esos marié- logos? Es curioso que los mariélogos insinuados sin nombrarlos (5) son en su inmensa mayoria, si no en su tot: lidad, tedlogos de profesién, que ense- fian en las aulas muchos otros tratados teolégicos y escriben a diario sobre te- mas muy diversos do la ciencia sagra- da, {Sera que en cuanto esos tedlogos se ponen a trabajar sobre Mariologia netiran sistematicamente su atencién de todos los conocimientos teolégicos que poseen, para hacer una ciencia au- ténoma y esotérica? ;Tanto les ciega el amor a Nuestra Sefiora? ;0 sera mas (5) Laurentin elude una ver (p. 33) 0 le tesis del mérito de condigno «brillantemente defendida en un debate homéricor, El nombre del P.M. Luantems, velado bajo ia frose iré. nica, lo Temas con todas sus letras en otros eseritos alemanes, para quienes se llegé alli 2 convertir Ia materaidad divina en una eatego- rig absolute (Verabsolutierung), que crea un clims propicio a una herejia mariologica. Cf. P. Ruscn, Mariologische Wertungen, en Zeitschr. fiir kath. Theologie 85 (1963) 146; el cual ae inspira on A. Motter, Fragen und Aussichten der heutigen Mariologie, en Fra- xen der Theologie keute 308 y 313. Pero el eximio tedlogo dominico, que no conoce meno: In eteologiay que la emariologiny (coma lo tie- ne bien demostrado), no hizo otra cosa que repetir unas palabras de 8, Pio X. perfec mente enraizades en la tradicién de S. Leon M. 7 de S. Agustin. 70 bien que se han convertido en marié- logos unos simples molinos de viento, con lo que resulta facil combatirlos y derrocarlos? Yo no sé haya hoy ningin marié- logo que pretenda en su trabajo elabo- rar algo distinto de una parte de la teologia, como pudiera hacerlo, como Jo hace tal vez en otras ocasiones, e: cribiendo de Cristologia 0 de Sacra- mentaria. Ni los principios mariolégicos son otra cosa que principios teoldgicos de especial aplicacién en ete tratado. Exactamente como el principio de la oposicién relativa en la Trinidad, 0 el de la autoridad de Dios revelante en Ia Fe, o el de Ja instrumentalidad en los Sacramentos. Esta lena de seme- jantes principios la Suma Teolégica... Y si puede ser que alguien haya a ve- ces exagerado (y la exageracién no es monopolio mariolégico), el uso de esos principios tan incriminados (Lauren. tin es sélo un eco) no pretende nunca crear una ciencia racional y estricta- mente deductiva, sino buscar una ilus- tracién coherente y arménica de la ciencia sagrada. La ignorancia de las tesis y “tradi- ciones” mariolégicas por parte de los otros tedlogos, en lo que tiene de rea- lidad, es fenémeno muy reciente y muy circunscrito, cuyas complejas raices se- ria interesante investigar. Porque quien estudia de cerca Ja historia de la pro- blemética que esa aludida Mariologia utiliza y desarrolla, no puede ignorar que sus problemas han nacido todos dentro de Ja teologia, en otros trata- dos teoldgicos; y que no pocas veces fueron ampliamente tratados por aque- Nos eminentes doctores que sabjan abarear en su estudio, como hoy no se sabe, toda la ciencia sagrada de su tiem- po. Asi, por ejemplo, la inmunidad del débito de pecado, el mérito correden- tivo, la causalidad de la Virgen en Ta unién hipostatica, su inclusién en el orden hipostético, el uso de razén en el seno materno y hasta la visién bea- tifiea en su vida terrena. No han sido precisamente los “maridlogos”, mucho menos los maridlogos de hoy, sino ilus- tres y eximios tedlogos del XVII y del XVI, quienes suscitaron esos proble- mas en una legitima evolucién teolé- gica (que nada tiene que ver con la “evolucién” modernista), entroncando no pocas veces con los grandes Docto- res medievales. Por lo demas no es exacto decir de muchas de las tesis apuntadas que “corren entre los mar: logos sin grandes discusiones”; por ejemplo, la valoracién de las aparicio- nes de Lourdes, o la opinién de la ca- pitalidad de Maria, o Ia de la inmu- nidad del débito, 0 la de la visién bea- tifica habitual. Por eso tampoco histéricamente puede hablarse con exactitud de una fosa abierta entre teologia y mariolo- gia. La Mariologia ha nacido en los tratados teolégicos. Y si ya Suarez sin- tié la conveniencia de constituir con sus problemas un tratado aparte, to- davia en el siglo pasado andaban sus tesis diseminadas entre aquellos. {Qué mal puede haber en que esos temas se traten en una sintesis arménica lo mis- mo que estin centrados en una persona y en una misién claramente determi- nadas por Dios en la historia de la salvacién? Desde Inego Laurentin, que es maridlogo, no ve ningtin mal en ello, Si algunos maridlogos defienden po- siciones. determinadas, que otros no comparten, esas posiciones podrn dis- cutirse, podrén negarse; pero esos maridlogos estan en sm perfecto dere- cho de sostenerlas como lealmente les parezean, Nunca ha habido progreso en teologia si no ha sido por ese ca- mino, Y por supuesto, no slo con la vuelta a las fuentes; sino ademas con el legitimo uso y el sincero aprecio de la teologia escolistica. Lo uno y lo otro. Ese progreso de la Mariologia re- dundara, por la légica misma del plan divino redentor, en un mayor conoci- miento de los dogmas de la Encarna- cién, de la Redencién, de Ja gracia, del pecado original, de la Iglesia, de los novisimos, de la intercesin de los Santos. No porque se manejen las no- ciones tradicionales acomodandolas a un capricho mariolégico, sino porque la Mariologia debidamente profundiza- da proyectara nueva luz para penetrar mas hondo en la penumbra insondable de su misterio sagrado. En resumen, lo que pudo parecer una autocritica, resulta en realidad un alaque; un ataque seriamente injusto ; eso si, ataque no contra una realidad existente, sino contra una caricatura. 1 P. GABRIELE M. ROSCHINI O.S,M DIRETTORE DELLA RIVISTA MARIOLOGICA « MARIANUM» PROP. NELLA PONT, UNIVERSITA LATERANENSE PERITO DBL. CONCILIO VATICANO IT LA COSIDDETTA « QUESTIONE MARIANA » RISPOSTA AI RILIEVI CRITIC DEL PROF, R. LAURENTIN, DI S. E, MONS. P. RUSCH E DEL PROF. A. MUELLER 1964 Oggi — siamo sinceri! — esiste una spiccata tendenza a moltiplicare le « questioni » 0 i problemi, in ogni campo del sapere. Tutto (non esclusa Ia vita d’ogni giorno) & diventato o sta diventando... problematico. E cosi, fra tante altre, & venuta fuori anche la cosiddetta « questione mariana » (0, in altri ter- mini, il « problema mariano »): una questione che ha investito in pieno il « movimento mariano », la « scienza mariologica » e il « culto mariano »: tre cose le quali, oggi specialmente, ven- gono considerate in relazione all’« ecumenismo ». Per legittimare questa « questione mariana », alcuni catto- lici — Mariologi e non Mariologi — si sono messi di proposito a scoprire, nel movimento, nella scienza e nel culto mariano, difetti e mende tali da mettere in « crisi » il campo mariano e da creare una specie di « problema » mariano. Di tali accuse, critiche e lamentele si @ fatto eco, nell’im- minenza della II Sessione del Concilio Vaticano II, il ch. Prof. René Laurentin col suo volume La Question Mariale. ' Siamo spia- centi di non poter condividere diverse delle affermazioni del Laurentin. Le ragioni di questo nostro dissenso si possono tro- vare nell’ampia e minuziosa confutazione che dell’opera del Lau- rentin ha fatto il ch. P. Giuseppe De Aldama S.J., nel volume De Quaestione Mariali in hodierna vita Ecclesiae.” In vari pun- ‘ R. Laurentin. La question marial. Paris, Editions du Seuil, 1963. a Una ampia resentazione del volume & ise Sire dal i pines M. Buffon PR SCRIPT (La questione mariana, In Marianum, 25 [1963] p. 492-502) con aleune riserve ¢ eee critiche, anche se fondalmentamente il giudizio @ favorevole al Laurentin TJ A. De AtbaMa, SJ. De quaestione mariali in bodierna vita Ecclesiae Roma¢, Pont, Academia Mariana Internationals. 1964. —3 ti di questo nostro lavoro, non faremo altro che sintetizzare Vegregio volume del P, De Aldama, Nella confutazione delle asserzioni del Prof. Laurentin, terremo presente anche quanto hanno scritto, sulla stessa linea, $. E. Mons. P. Rusch nelPar- ticolo Mariologische Wertungen.*, nonche il ch. Prof. A. Miiller (al quale non di rado si rif Mons. Rusch) in diversi scritti editi in questi ultimi anni, 4 Siccome i punti pitt nevralgici della supposta ¢ pretesa « que- stione mariana » sono tre, dividiamo questo nostro modestissimo lavoro in tre parti: I. Il movimento mariano. II. La Mariologia contemporanea. TIT. Il culto mariano. iP. Ruscn. Mariologische Wertungen. In Zeitschrift fiir katholische Theolo gie, 85 (1963) p. 129-161 (A. Miuuen. EcclesiaMaria. Die Einheit Marias und der Kirche. Freiburg in der Schweiz, 1951. 2. Aufl. 1955. - Una sintesi di quanto viene esposto in questo volume si trova nell’articolo Liumité de VEglise et de la Sainte Vierge chez les Peres de IV et V siécle. In Bull. Soc, fr. Et. Mar, 9 (195i) p. 36 ss. - Ip, Du bist voll der Gnade, Eine kleine Marienlebere, Olten und Freiburg i. Br, 1957. - Ib De influxu analogiae inter Mariam et Ecclesiam in fundamentum et structuram Mariologiae, In Maria et Ecclesia, vol. II (Romae, 1959) p. 343-366. - In. Fragen wad Aussichten der heutige Mariologie. In Fragen der Theologie heute. Einsiedeln, 4— I IL MOVIMENTO MARIANO Contro il « movimento mariano », il Prof. Laurentin ha fatto alcuni rilievi che, sottoposti ad un esame sereno € ogget- tivo, non ci sono sembrati n& esatti né opportuni. Nel « movi- mento mariano » attuale, i! Laurentin ha trovato « un soggetto... di riserve e di perplessita ».' Esaminiamo, uno dietro Paltro, i vati rilievi coi quali Egli ha cercato di giustificare tali « riserve e perplessita ». le Il « movimento » — dice il Laurentin — « é un fenomeno caratterizzato non solo da un cambiamento, ma da una promo- ione ».? | : - Ha osservato giustamente P. De Aldama ? che si potra parlare di un « movimento matiano » particolare, ossia, di un « movimento concezionistico » del sec. XVI, di un « movimento » assunzionistico o mediazionistico 0 regalmariano del sec. XX a > ma non gia di un « movimento » mariano generale, il quale, appunto perché generale, abbraccia € spiega tutti questi « aie menti » parziali; verrebbe a mancare, infatti, il fenomeno carat- terizzato dall’intento o dallo sforzo di raggiungere una « pro- mozione », poiché il desiderio dell’onore e del culto della Ver- 1 La question, p. 19. ? [bid., p. 39. De Aunama, De quaestione, p. 35. gine — fees del « movimento mariano » in genere — non Pu in aleon modo appellarsi « promozione ». eee dun « movimento matiano », sarebbe pitt logico — con Giovanni I —di una « eta i i C 1 etd mariana », int : , intesa ea di una speciale presenza di Maria SS. nella Chiesa dei nia a presenza che pervade intimamente e profonda- r tutta la vita della Chiesa e che abbraccia tutti gli indizi e i segni sopra elencati. 4 a ® ot eee a e moltiplicata presenza di Maria ; iesa va giudicata non gid in mod . : d odo puramente sto- rico, ma in modo teologico, Gli i i ma ir . Gli elementi sopra elencati, infatti considerati nel loro complesso, ti ae area onsic plesso, rivelano una particolare i ro » f lare interna direzione dello Spirito Santo nella vita della Chiesa fino a darle un carattere mariano, come nelle eta 7 eiaipae i un cara ta passate Je aveva dato altri L’Em.mo Card. Tisserant, nel discorso di chiusura del Con- gtesso Mariano Internazionale di iano le di Lourdes, face i giusti € opportuni rilievi: ae mtea ttt buius progressus scientiae marianae, quae saeculis ee pies ne vix eee manualibus appendicem con- 7 ‘atus « De Verbo Incarnato », i vi st tract » naturali via ac % atione alee en possunt, ideoque in divina illa dispositione, ‘ure meritoque extollitur, requirend: 2 Sanctus Ludovicus Mar: ignic ln aie oe . ia Grignion de Montfort i tus Maria G enunciabat Dei eee esse novissimis hisce temporibus Mariam opus princeps ‘anuum suarum revelare et ie : patefacere: « Dieu vei sainte Meére soit a prései que lamets nt plus connue, plus honoré que j ee » plus honoré que jamais rea a oo hon eo Suasores et impulsores, ut wotinn est, ariologici sunt Romani P i, it : oe ontifices, qui, inde a X usque ad actualem Pontificem, plura de Maria scripserunt quam omnes alii Pontifices inde a S. Petro usque raeculut i S. Petro usque ad saeculum * Joannes PP. XXI adi ji 51 (1sRNES PP. JOM. Radiomessaggio del 27 aprile 1950. Cir. Acta Ap. Sedis, “ Card. E. Tisserant, D Y ot Bait Ee supa. Bs Mariloge in ambitu Sacrae Theologiae. In Maria 5 2. Il « movimento mariano », « sotto la sua forma di movi- mento, @ frutto di circostanze storiche meno pure »? In tealta le « circostanze storiche » dalle quali & sbocciato il « movimento mariano » sono tutt’altro che « meno pure >! Esso ha inizio all’alba del secolo XIX; ma i germi dai quali @ sbocciato risalgono al secolo XVIII e, in modo parti- colate, all’apostolato di S. Luigi M. Grignion da Montfort (1673- 1716) col suo « Trattato della vera devozione alla S. Vergine » (edito, la prima volta, nel 1842), di S. Alfonso Maria de Li- guori (1696-1787) con Je sue « Glorie di Maria » (1750) € di S. Paolo della Croce (1696-1775). Le varie manifestazioni del movimento mariano si riallacciano tutte ad un vigoroso rinno- vamento della piet’ mariana la quale ha pervaso tutti i gradi della Chiesa e tutti gli stati della vita cristiana. In questo mo- vimento mariano si possono distinguere, col P. De Aldama, ° i segni, i mezzi c gli aspetti seguenti: 1, Le numerose Congregazioni religiose, maschili e femminili, sorte col nome e sotto il vessillo di Maria e il loro influsso sul popolo cristiano: in poco pit di un secolo, dal 1880 al 1904, sono sorti ben 27 Istituti religiosi maschili di diritto pontificio (nel 1962 contavano 61,000 religiosi); gli Istituti reli- giosi mariani femminili di diritto Pontificio, nello stesso petiodo, sono stati pit di 700 (nel 1941 contavano, complessivamente, 230.000 religiose); non parliamo poi dei moltissimi Istituti ma- tiani maschili e femminili di diritto diocesano; né va dimenti- cato il fervido apostolato mariano degli antichi e sempre fiorenti Ordini e Congregazioni religiose, con le Confraternite (Rosario, Carmine, Addolorata) e Sodalizi Mariani (Figlie di Maria, Milizia dell’Immacolata, Legione di Maria) diffusi in tutto il mondo; 2. le ripetute apparizioni mariane di Parigi (nel 1830 a S. Caterina Labouré), di La Salette (1846), di Lourdes (1858), di Philippsdorf (1858), di Pontmain (1871), di Fatima S LAURENTIN, 0. ¢, P. 160. * De ALDAMA, 0. ¢, p. 235. (1917), di Beaurain; i 1917), 1g (1932) e di Banneux (1933) coi lore 5 - a : la- tivi Santuati, méta di pellegrinaggi, luoghi di mirscli com li particolati devozioni, causa di Confraternite ¢ di Congtepa, zionl religios; ene 3.i Congressi mariani, di i ; a res: i, diocesani, nazionali, con- tena internazional (da quello di Friburgo del 1902 4 quello arias ae pause : oeraenests 8), sfociati nella Costituzione di un Comitato 4. le Societa Mariologiche: Mariae pclae (1951), Francia (1935), Spagna (1940), Canads Hott Ae mE (1950), Germania (1950), Messico (1954), Colom. ia e Polonia (1959), Ecuador (1962), l’Accademia Mariana In- ternazionale (1946) € I’Accademia Mariana Salesiana (1950); 5. le Riviste Mariane: oltr i , 4 i : : oltre alle in i ri- cn : ee eee quelle scientifiche pubblicate. ae eta Mariologiche, nonché il Marianum di R dal 1939), le Ephemerides Mariologicae di Madrid (in al 1950), le Enciclopedie Mariane e i Dizionari matiani: , hee pee di Mariologia, erette in vari » UIstituto di Mariologia eretto presso la Facolta Teologica Marianum con D ic Maer 1960," ufficiale della S. Sede « Excelsam Dei 7.i Romani Pontefici i i iti / ” | iiss ae han promosso e diretto il movimento. ma- ae ssi: 1) si dimostrano ben consapevoli della pieta ma- ae eae pid ae nella Chiesa (Pio VII, Leone XIII. , Giovanni XXIII); 2) sono pienamente conscii di essere non solianto spettatori, ma anche attori in questa crescents de Ce mariana (Leone XIII, S. Pio X, Benedetto XV, Pio x1, Pio OL Giovanni XXIII, Paolo VI); 3) nei momenti pit tristi della Chess nelle imprese di maggior importanza hanno invi- a a lente 1 fedeli a ricorrere al patrocini gine (Pio IX, Leone XIII, S. Pio Xx, Bear ” Joanes PP, XXIII, i i one , Motu proprio, Maiora in dies. In Acta Ap. Sedis, 52 | Cl ibid, 52 (1960) p. 493, passi relativi si possono trovare presso De ALDAMA, 0. c, p. 932. 8 (ase Pio XII, Giovanni XXIII); 4) hanno inviato varie Lettere per esortare i fedeli a ricorrere al patrocinio della Vergine (Pio IX, Leone XIII, S. Pio X, Benedetto XV, Pio XI, Pio XII, Gio- vanni XXIII); 5) in tutti i modi hanno alimentato ed esaltato Ja pieta ¢ la devozione dei fedeli verso la Vergine (Pio VII, Leone XII, Pio VIIT, Gregorio XVI, Pio IX, Leone XII, S. Pio X, Benedetto XV, Pio XI, Pio XII, Giovanni XXIII, Paolo VI); 6) han tilevato Vefficace forza pedagogica della devozione ma- tiana nella formazione cristiana dell’uomo moderno (S. Pio X, Benedetto XV, Pio XII, Giovanni XXIII, Paolo VI); 7) han- no esposto i vari motivi dell’illimitata fiducia che i fedeli devono avere in Maria SS. (Pio IX, Leone XIII, S. Pio X, Benedetto XV, Pio XI, Pio XII, Giovanni XXIII); 8) han rilevato che Peccellenza dell’intercessione di Maria SS. 2 superiore a quella di tutti i Santi (Pio VIII, Pio IX, Leone XIII, S. Pio X, Bene- detto XV, Pio XI); 9) han definito come dogmi di fede due insi- gni privilegi mariani: Pimmacolato Concepimento (Pio IX) ¢ PAssunzione in anima e corpo alla gloria del Ciclo (Pio XU, il quale, inoltre, per celebrare degnamente il I Centenario del dogma dell’Immacolata Concezione, ordinava a tutta la Chiesa, per la prima volta nella storia, un intero « Anno Mariano »); 10) con la Consactazione solenne, fata da Pio XII, del mondo al Cuore Immacolato di Maria (1942) ¢ con le conseguenti con- sacrazioni parziali di Diocesi, Ordini religiosi e Nazioni avve- nute in tutte le parti, dando cosi al movimento mariano un ritmo eccezionale; 11) hanno approvato e incoraggiato i vari Congressi Mariani sia Nazionali che Internazionali (Leone XIII, Benedetto XV, Pio XI, Pio XII); 12) hanno istituito nuove feste: S. Pio X: la festa dell’apparizione dell’Immacolata a Lourdes; Pio XII: la festa dell’Immacolato Cuore di Maria e la festa della Regalita di Maria; a queste feste per tutta la Chiesa vanno aggiunte varie altre feste mariane « pro aliquibus locis »: Maria SS. Aiuto dei Cristiani (1815), della Consolazione (1838), del Perpetuo Soccorso (1876), Regina di tutti i Santi, Madre del bell'Amore (1877), Regina degli Apostoli (1890), della Me- daglia miracolosa (1894), Mediatrice di tutte le grazie (1921); 13) hanno aggiunto nuovi titoli alle Litanie Lauretane: « Regina sine labe originali concepta » (1863), « Regina Sacratissimi Ro- —9 aera (1886), « Mater oni consilii » (1903), {19 ), « Regina in caclum assumpta » (1950); ha numerevoli decreti nel campo matiano; 14) hanno pntien 14) h i mente approvato alee appatiiont dela vena ass cument (pes pel Centenario della Medagla ee ead eel 2, pel 6, € per il I Centenario di Lourdes; per « Regina Pacis » Tutti i i ae esti elementi hanno avuto un influsso innegabile ay AlPinreena mane » che ie come caratterizzato Teta re a lello Spitito Santo ha is cee eee fe Pastori della Chiesa, Papi Svea , eccitando, vigilando. Non si tratta i oo ptt » Vigilando. Non si tratta infatti dell’ ea er cre dei Romani Pontefici, ma si tratta des ‘ocumenti mariani, il quale costituisce una i ‘i 5 definita e costante direzione nell’ordinare autoritativamente la Cid pos aan - sto, per una retta valutazione del « movimento m >, st possono affermare, col P. De Aldama," i punti se. oe : lama, i punti se- Hu r i: noe ae mariano dell’etd nostra non si pud n& con. ae eee eet piuttosto accettato e te. 7 lo indubbi: eee ~ eee iamente insignito della nota )N 7 2) Non si pud affermare che il « movimento matiano », complessivamente e ad nte considerato, ceduto ad adeguatamente c siderato, abbia ceduto a a z © sia pri i geasererioni per privo della dovuta proporzione 3) Se vi mente Se, $089 cose che sembrano meno conform 0 aperta tnente liformi con i prinipi cert dell fede e dels tologia, sono sent da condannarsi; tali cose perd non sono da ati, buirsi stesso « moviment i i ali bois al 0 > mariano, ma al difetto degli 4) Non & lecit ; fo sostenere a priori i Aen f it a priori che esista un vi tra il « movimento » mariano e gli altti movimenth " Thid., p. 39-40. 10 — ecumenico, liturgico, biblico — poich® anche questi movimenti rispondono all’impulso dello Spirito Santo € alla direzione del M gistero Ecclesiastico, ¢ sarebbe cosa assurda pensare che lo Spi tito Santo si contraddica. 5) Ne segue percid necessariamente che sia da sperarsi, nella Chiesa, tra questi vari movimenti, quella stessa vitale assi- milazione che si verifica, in modo naturale, in qualsiasi otganismo sano; vitale assimilazione che, nel nostro caso, verra indubbia- mente causata, a suo tempo e nella sua misura, dallo stesso Spi- tito che @ Panima del Corpo Mistico. 3. Pio XII ¢ Giovanni XXIII « si sono preoccupati » della «situatione della teologia ¢ della pietd mariana >." Certamente, Pio XII e Giovanni XXIIE non si sono limitati a promuovere il culto mariano, ma si sono anche impegnati a raddrizzarlo in qualche particolare deviazione. Sarebbe tuttavia esagerato asserisce che Pio XII e Giovanni XXIII si siano sentiti preoccupati del « movimento mariano » pel fatto che il primo abbia esortato ad evitare, in Mariologia, ” alcuni difetti sia per eccesso sia per difetto, e il secondo abbia denunziato alcune par- ticolari tendenze nella devozione verso Ja Vergine che vanno moderate. ® « Si tratta — dice giustamente P. De Aldama — di Lavrentin, La question, p. 159. 2 PaO RETT net meceaggio.tadiofonico al Congresso Mariologico Internazionale di Roma, In Acta Ap. Sedis, 46 (1954) p. 677-680. In tee testt Grovawnt XXTIT ha parlato di tali tendenze. Ii, primo si trova nel distarso di chiusura del Sinodo Romano (e percid @ rivolto alla ‘sua Diocesi) TSresperienta del primo anno delle sollecitudini pastorali del nuovo Vescovo di eet ee parla tba dato la sensazione di una certa vagheza di alcune anime pic Fore te ad huviare devorioni paricolari, titoli_nuovi ¢ di eulto con. ispirazioni di [serene oeale, che danno Vimpressione di lasciare campo alla fantasia e poco alla caratter one dello spirito. Amiamo invitarvi, al termine del Sinodo, a tenervi fa contri pe. 2 pin semplice e pit antico nella prassi della Santa Chiesa ». Cfr. mia e “Sedis, 52 (1960) p. 305. E' un testo particolare di carattere generale. che hon va ristretto al solo culto mariano. Ii secondo testo (anch'esso diretto alla Diocesi di Roma) invita il clero romano a prefesie la lettura delle pagine del Sinodo « pitt ancora... che 1a cura sollecive della 4 Tivasione di alcune pratiche © devozioni particolari forse eccessive ¢ nello stesso coe aata Madonna, la cara Madre di Gesit e Madre nostra, che non si offende di Gueste nostre parole, ¢ di alcuni Santi ¢ Sante, fra cui, certe volte, s'impoverisce lo —u difetti particolari che si Possono rilevare in € percid non rivelano alcuna seria mento mariano », ¥ Sia Pio XII che Giovanni XXIII han piuttosto condannato e proclivita di alcuni nel riscontrare eccessi nella devozione dei edeli verso Maria SS. ed hanno eccitato i fedeli alla devozione mariana, Pio XII, nell’Enciclica « Fulgens corona » riteneva aperta- mente « ingiusta la critica e il timprovero che.. non pochi acat. tolici e protestanti fanno alla nostra devozione alla Santa Ver- gine, come se sottraessimo qualche cosa al culto dovuto a Dio solo ¢ a Gesii Cristo »; e rilevava che « nulla & pit caro e pit dolce ai saci Pastori e a tutti i fedeli, che onorare venerare, invocare e predicare con fervidissimo affetto la Vergine Madre di Dio concepita senza macchia originale » 9 Pio XII confessa di essere « piamente preoccupato di tutto cid che possa accrescere nei fedeli il culto ela d zione verso la Madre di Dio ». la Beatissima Vergine Maria, dev’essere onorata costanteme! qualunque materia preoccupazione pel « movi- fare levo- * Dichiara: « Pardente pietd verso Madre di Dio e degli uomini, che nte ed intensamente da tutti i cti- stiani, @ veramente degna, per lo stesso nostro Apostolico man- dato, di essere da noi instillata negli animi dei fedeli >». Si rallieta perch? « come nei tempi passati, cosi anche in questa spetiacolo della religiosita della buona gente nostra. Sappiate comprenderli. E’ dove fe del Sacerdote quardarsi e mettere in guardia il popolo, Alcune pic pratiche Geka peigecomentano il sentimento, ma da sole non esauriscono il compimento degli obblighi veligiosi e tanto meno sono in corrispondenca perlelta conf prim he Rreceuti, del Decalogo, gravi ed impegnativi ». Ctr. Acta Ap. Sedis, (1960), p. 965, Anche qui si parla di alcune pie pratiche relat Il terzo testo sit Dice: ive sia alla Vergine che ai Santi, ova in un discorso diretto ai Rettori dei Seminati d'Ttalia «La devozione alla Madonna, Madre di coltivata in senso cattolico, cos) da’ moderare la Gestt e Madre nostra, vuol essere tendenza al soffermarsi nelle pic- cole effusioni del. sentimento, @ cui si abbandona talora il popolo nostiy: vasttang particolarita locali, piuttosto’ che i titoli la sua verginita, ta divina maternita, di onore preclari'e preminenti di Maria. i posto suo accanto alla croce». Cft. Acta Ap. Sedis, 53 (1961) p, 564, Come 2 evidente nei tre testi citati, in genere, ma si tratta di alcune tendenze Se, ma vanno soltanto moderate. NDE Atpama, 0. ¢. p. 35. wu Pius XUL Epist. Enc. Fulgens corona. In Acta Ap. Sedis, 45 (1953) 551 s, % Litt. Ap. Parvam Urbem d- 25 apr. 1946. In Acta Ap. Sedis, 41 (1949) p. 22. "Lite. Ap. Flagrans erga d. 11 febr. 1947. Ibid, 39 (1947) p. 221 12 — non si tratta della devozione alla Vergine particolari, locali, che non vanno soppres- ai istiano, pur tra tante calamita e disgrazie Pe arene 2 prowvido aiuto di Dio, si nfo oe ane ase el de Me. aap . See Wergine Ea vedeva# pit incoaggiant segno dei fm fa M ‘Tpit incoraggiante segno dei tempi @ la manifes . ten se ; 2 crescente, fino a raggiungere talvolta oe ‘ meravigliosa grandezza, della confidenza e dell’amore iliale che Conduce le anime alla purissima e_ immacolata Verne Me ra .»® La viva devozione dei ane OBE ee Finondave dt Bola Chieea siamo inondat_ da savin CSperiale convolazione sapendo che i fedeli di tutto i mondo «ec rosin aay coh la Santissima Madre di Dio, Aiuto dei te on rate |i afflitti ». ” Altrettanto ripeteva nella Lettera Apo- ee iscimmo nos»: « Siamo inondati di massima gioia oer ara oman che la Beatissima e sempre Vee = Sey Maria — nella quale, dopo Dio, riponiamo la Nos ae dpe e fiducia tra le tante angustie che ci obra a of oe viene venerata dai cristiani in tutto il mondo Se eee pacar un amore ogni slomno pit: ardente e con devozione * 7 2 sem che cedere, in questa crescente devorione matiana, un intomo di « ctisi » 0 di altro, Pio XII vede in essa il mezzo iMtallibile per distinguere i veri cristiani dai falsi cristiani: « - laa vai tte spirituali dei nostri tempi, in cui i ae | Cena i negatori si trovano confusi nella moltitu nt ‘enmsione alla Madre di Gest & una pietra di paragone infalli- ile istit i uni tri. . bile er i a icara — In wostin stot, ints suta a delle grazie ¢ dei favori di Maria, vi obbliga in mos Yo . 451. Ty gece i wh ala RAE ae » Dai discorso Una ben intima gi sti di 8) p. 120. Simaligt dk Roma oid Moat 1949. Thid, 42 (1950) p. 328. ettanto a )hLUrert—s—Sses—SsSOCCr (1952) p. 906, Alteran eee tthe Munifcenissimus Deus dc 1 nov. I : ripeteva p. 753. = if) speciale a vegliare sulPintegrita ¢ la purezza della vostra eredita mariana. Difendetela contto coloro che hanno rotto i vincoli con le vostre antiche e gloriose tradizioni, coraggiosa perseveranza nel raggiungimento pili sacri... », ” Nella « devozione filiale » verso la Vergine, addita « Ia miglior via di sicurezza » per « gli uomini che si trovano nei pericoli »; * nella devozione mariana vede riassunti « tutti i mez- zi» per il culto della castita e della verginita; * in essa vede «un elemento fondamentale della vita cristiana »® enon gid una « crisi » o un sintomo di « crisi ». Altrettanto si pud asserire di Giovanni XXIII. Secondo Papa Giovanni, « la devozione mariana @ il cammino pet eccel. lenza che conduce a penetrare gli insegnamenti del Divino Mae- stro € a conformare la propria vita, in tutti i suoi aspetti », Per eccitare poi i fedeli ad una autentica « vita cristiana », esor tava i fedeli ad una « vita mariana »: « deseamos invitaros vivir una vida mariana ».”" Il motivo? Questo: «La lode, la vene- tazione a Maria sono aiuti potentissimi per tutta la vita spiri- tuale di un popolo », * Giovanni XXIII ha avuto cura di difendere la « pit alta € sentita » devozione mariana dalle critiche degli « Qualcuno — diceva — gia in passato, ha voluto cri sto sentimento [della pit alta e sentita devozione quasi si trattasse di una adorazione, che & dovuta a E’ chiaro, invece, che i cattolici venerano la Madre di tutto il loro entusiasmo, ben sapendo che a causa dell rogative, del suo insigne privilegio di essere la Madre di Dio fatto Uomo, dei doni dal Signore ricevuti e dell tenza d’intercessione. Ella @ la creatura che sulla te mediante la vostra dei vostri interessi avversari: iticare que- a Maria], Dio solo. Ges con le sue pre- del Figlio lla sua po- tra pir si hs Dal Discorso La Pentecéte del 29 maggio 1950. Ibid., 42 (1950) p. 483 x Litt Ap. Aptiorem viam d. 4 oct. 1951. Ibid, 44 (1952) p. 612, x Bitt, Ene. Sacra Virginitas, d. 25 mart. 1934, Thid., 46 (1954) p. 187. igfdiomess, Era ef dia del 12 ott. 1947 al Congresso Mariano Argentino, Tbid., 39 (1947) p. 628. ™ Radiomessaggio al Congresso Mariano Interameticano di Buenos Aires, Cir. Discorsi, messaggi, colloqui (Vaticano, 1960-1963), vol. Ill. p. 12 Jy Radiomessaggio a chiusura del Congresso Missionatio’ dell'Ecuador, Cfr. L’Os- servatore Romano del 16 dic. 1959, “ Funzione penitenziale a S. Maria del Soccorso. Clr. Discorsi., vol. 1, p. 609 4 avvicina a Dio».” L’amore dei fedeli _ per alee sere « sommo »: « aunt oe a diligentes a aoe i religiosi Cistercensi Riformati ad es cel al loro cart: ristico ideale ¢ li invitava a resistere a Pos Cte ie ions qui tendaient @ minimiser la dévotion @ A Sainte Verge La deverione alla Madonna — dceva — « risponde al pensiero di Dio e al suo can i ee Ed ha anche ammonito i fedeli che col ah oe en peste di questo secolo, rifiuta di afferrare la sua ; 3 i salvezza. ice, mette in pericolo la propria sals : trices he Giovanni XXII percid stato ben ontano al Yessere preoccupato del movimento mariano, o dal veder: esso i sintomi di una « crisi ». 4, ss le. Il « movimento mariano » costituisce un a es ma», una vera «crisi» reale. Per quanto . fecon 7 aes fa > a , é sivamente abbondante », rospero », esso é « ecces: ” i a vonsied é febrile » e il suo « sviluppo specializzato é, in pe ico ». 34 patologico ». Anche se le recriminazioni del Laurentin eerie dremo invece quanto siano Serene eer eee logico concludere senz’altro ad un « prol ee oa ae del « movimento mariano », ma soltanto alla Hl Discorsi.. vol, 11, 167. — Non ® Dal discorso I! prodigio di S. Giacinto, Cfr. Discor ih 167, — Non 7 isco icta dicharazione, non & mancato chi ha ee m feu pes onblier 4 1e SS. Jean XXIII s’est élévé aus Se aot ti963) tris ca it nto i et Occumenisme. In Istina, , 228 M proms gone diene Homie Govt det seminari dalla, Cit. Acta Ap. Sedis, 53 in. prov ae 98)) _ al Congresso Mondiale delle Congregazioni Mariane. Ch LOszeraaiore Romano del 2) Ate Tempio. nella cit) di Trieste a Maria $8. ® Radiomessaggio per I'erigs Madte € Regina, Cle. Oss. Ron 2122 sett. 1959. a mrcelis, = lutis discrimen se sinit adduci, qui, buius aa Oe, rat Sit dee eh SA ala Rrra. delle Congregazioni Matiane. Cir. Oss, Rom, 1000 Mais son sven sana. doute Te, mouvement pagal etl econ, eae, rosie, Maison Yestelle pas excessive? Son intensi cus ie sone Sn partic, patbologique? ». (LAURENTIN, La question... P — 15 reggere o di sopprimere alcuni difetti o manchevolezze del me- desimo, Questi difetti e manchevolezze non si riscontrano anche nel movimento liturgico?... (Si tengano presenti i difetti e le manchevolezze rilevate apostolicamente da Pio XII nell’Enci- clica Mediator Dei). Ne segue forse che il movimento liturgico costituisca, nella Chiesa, un « problema » 0 una « crisi »? s on Si creino, per carita, « problemi» o « crisi » artifi- 16 — I LA MARIOLOGIA DI OGGI Quando si parla di « questione mariana » o di « movi- mento mariano », s’intende parlare, pit: che altro, della Mario- logia, Ia quale costituisce uno dei pit cospicui elementi che caratterizzano l’indole mariana dell’eti nostra. E’ necessario per- cid darle il primo posto nella trattazione. I rilievi criuici contro la Mariologia di oggi sono molti, accuratamente radunati dal Laurentin, da Mons. Rusch e dal Prof. Miller. E? percid necessario sottoporli ad un esame parti- colareggiato, oggettivo, per vedere cosa di vero, di esagerato 0, forse, di falso si trova nei medesimi. 1. Eccessiva abbondanza di scritti mariologici." Una tale recriminazione — ha rilevato giustamente P. De Aldama ? — pud essere mossa a quasi tutta la letteratura teologica di oggi. Cosi, per es., il solo «Repertorium» degli scritti su S. Ago- stino, in soli dieci anni (1950-1960) @ arrivato a contare quasi mil- le pagine!... Inoltre, non bisogna dimenticare che la produzione mariologica & stata molto favorita, ai nostri giorni, da alcune Lavrentin, La question, p. 37. — Questo stesso rilievo & stato fatto da A. Miuuen, Fragen und Aussichten der beutige Mariologie. In Fragen der Theologie heute (Binsiedeln, 1958) p. 301, I medesimi concetti sono espressi anche da Mons. Ruscet, Mariologische Wertungen. In Zeitschrift fiir Katholische Theologie, 85 (1963) p. 149. De Atpama, De guaestione, p. 44. —W circostanze (Congressi internazionali, Centenari, Definizione dog- ae Riviste Mariologiche). Orbene, se Vabbondanza delle publ licazioni & pi o meno comune a tutte le di: ipline teolo- giche, non @ giusto annoverarla fra le « caratteristi 7 ‘ = TIstic Mariologia di oggi. ae an Cid che si dice poi della qualita (non di rado scadente) delle molte pubblicazioni: mariologiche, si pud ripetere anche lelle pubblicazioni di altri campi teologici: si riscontrano gli stessi difetti. I difetti anzi che si riscontrano nel campo mariolo- gico ae assai minori di quelli che si riscontrano in altri campi, Paid ee molto aoe nel campo della Mariologia, la mancanza ella _mutua collaborazione, a causa delle varie Societa riologiche. cies Mae 2. ; Si nota una intensita « febbricitante », una tendenza « a- prioristica » impegnata in una esaltazione incondizionata della ergine, sforzando i testi ecc.? Questa recriminazione, evidentemente, @ infondata (difatto non é provata) o @, perlomeno, esagerata, generalizzata. Riguardo poi alla forzata interpretazione dei testi, occorte dive, per essere giusti, che un tale difetto — cosa umana — si riscontra non sol. tanto presso i Mariologi doggi, ma anche e, forse, in maggior dose, presso i loro critici. Si legga, per es., Pesegesi che il Prof Al, Miller ha dato di alcuni testi’ dei Padri per provare iden. tita di Maria con la Chiesa! * Di una tale esegesi il P. Congar non ha esitato a scrivere: « Les fondements patristiques de la dite synthese semblent se dérober ».° FE. P. Lennerz si doman. dava: « Num Patres revera eo sensu docuerunt? ».* : ? Cosi il LAURENTIN, 0, G Mariolopht pe TAURENEN: 0- Co B. 24; p. 37. A. MOLLER, Fregen.., p. 301. Rosca, { Miuuer, Liunité de 'Eglise.... p. 36. * YY. Concaz, OP. Me "1 é is Bereta VEglise dans la pensée patristique. In Revue “HL Lennerz, S.J. MariaEcclesia. In Gregorianum, 35 (1954) p. 93. 18 — 3. Trattatione « separata e chiusa » della Mariologia, e per- cid tendenza della Mariologia al Mariologismo. E. vengono ad- dotti, in prova di cid, quattro segni. Primo segno: La Mariologia si @ costituita in scienza au- tonoma, in disciplina indipendente (come un ramo secco stac- cato dal tronco della Teologia), con principii propri.’ Nessun Mariologo — per quanto io sappia — ha ritenuto © titiene che la Mariologia sia una scienza autonoma, una disci- plina indipendente, affrancata dai comuni principii della sacra Teologia. Per tutti i Mariologi, la Matiologia non @ altro che un particolare Trattato della Teologia, analogo a tutti gli altri Trattati teologici; e percid, come gli altri Trattati Teologici, ha i suoi propri principii i quali non sono meno teologici di quelli degli altri Trattati, cosi utili per mettere in rilievo Parmonico nesso vigente tra le varie verita rivelate. ® Gli stessi documenti del Magistero Ecclesiastico, del resto, confermano l’esistenza e Puso di tali principii.? Connessa con la questione dei principii mariologici & la questione metodologica. Uno dei « procedimenti » della Mario- logia — « e dei pidi correnti » — sarebbe costituito dalla « ten- tazione tazionalista » di ragionare cosi: «la tale parola [per es., Corredentrice] implica per sé stessa un tale senso, e il non riconoscere un tale pieno senso equivale a ridurre il dogma ad un puro nominalismo. In breve, si specula sulle parole, facendo astrazione dal loro significato in relazione alle fonti della fede € 7 Laurentin, La question, p. 28; Mitten, Fragen... p. 311-312, © Si legge quanto ha sctitto Leone XIII nell'Enciclica Aeterni Patris: «In bac enim nobilisima disciplinarum [Sacra Theologia] magnopere necesse est, ut multae fc diversae caclestium doctrinarum partes in unum veluti corpus colligantur, ut suis Guaeque locis convenienter disposilae, et ex proptiis principiis derivatae apto inter Je nexu cobacreant >. Acta Sanctae Sedis, 11 (1879) p. 101. *"Cost per es. Pro XII, nellEnciclica Fulgens corona, usa la celebre argomenta- zione medievale: '« Potuit, ‘decuit, fecit »: Potetat certe Deus, Redemptoris meri- Jorum intuit, hoc praeclarissimo ‘privilegio eam donare; id igitur factum non esse, ine opinari. quidem possummus, Decebat siquidem Redemptoris Matrem...» (Acta Ap. Sedis, 45, [1953] p._ 580-581). Non si vede percid come Mons, Rusci abbia potuto parlare contro un tal modo di argomentare. (Mariologiscbe.. p. 142-143). — 19 della storia della salvezza e si tirano unilateralmente tutte le conseguenze possibili ». Questo rilievo non 2 da disprezzarsi; a volte perd & molto ambiguo. Un termine o una nozione infatti pud trovarsi in una triplice situazione teologica: 1) pud essere stata gid accurata- mente determinata dal Magistero Ecclesiastico, interpretante la Rivelazione; 2) pud essere stata gia sufficientemente determi- nata dal consenso comune dei teologi; 3) pud essere ancora oggetto di controversia, tra i teologi, specialmente quanto al- Vestensione. Nei primi due casi (fate le debite proporzioni), & evidente che il processo & legittimo, ¢ vasto & Puso del mede. simo in teologia, quantunque Ie deduzioni non sempre siano evidenti: di qui le discussioni tra i teologi. Nel tetzo caso, in- vece, non si possono dedurre conseguenze certe. Se vi qualche mariclogo che abbia proceduto in modo diverso, cid non significa affatto che un tale modo di procedere si possa attribuire, gene- talizzando, alla Mariologia dogei. Secondo segno: « Alcune tesi fanno, nel campo mariano, una carriera esoterica ». Tali tesi sarebbero: 1) Maria fu immune da ogni debito, sia prossimo che remoto, di contrarre il peccato originale; 2) Ma- tia ebbe l’uso della ragione nel seno materno; 3) Maria ebbe En thbologie mariale, un des procédés les plus révélateurs de la tentation rationaliste — et des plus courants — clest celui qui tient le raisonnement iran, Tel mot implique de soi tel sens, et me pas reconnaitre ce plein sens, cot inne ke ogre a un pur nominalisme. Ainsi dirat-on, par exemple’ Marie selon le logue, ext mere de Diew, or elle ne serait pas vraiment mére de Dieu, mais seulaeent rere dun homme, si elle w'était pas cause instrumentale de [Incarnation crbie (eux gui ne reconnaissent pas cette causalité instrumentale de Marie roluvene toc. Xe dowmé de la maternité divine a um pur flatas vocis, Ou encore: Marie est conddenp See, cela ne serait pas vrai si elle wa pas opéré eficacement la Rédemption de por som activité propre, Qui ne reconnatt pas cela nie en fait la corédemption Siprcb on spécule sur des, mots, abstraction faite de leur signification par [apport aux sources de la foi et d'histoire du salut, et om en tire unilaiéraloment tonne les conséquences possibles (Laursnrin, La question, p- 124). Alttettante he ces Hato, Mons. Ruscu, 0. ¢., p. 150, Anche Al. Mituex ‘ha timproversto alla moter Mariologia di procedete: da una certa metafsica nozione della maternith divine rex QO. GoriMann. Begegnung der Christen. Frankfurt a. M. 1960, p’ 594), La nora Sembra il rovescio: il Miller, pet costruire il suo edificio matfologies opposto a quello tradizionale, si & Tasciato dominare da una aprioristica identifionione sh Moris con la Chiesa, 20 — Ja visione beatifica frequentemente, anzi, abitualmente; 4) a metitd de condigno la maternita divina e la Redenzione; a ae ria @ capo secondario, ossia, concapo, del Corpo een a : sto risorto apparve a Maria prima. che a qualsiasi altro; 2 ; aria esercita una certa missione congiunta con la missione de a Figlio verso lo Spirito Santo; 8) la verita dell’ apparizione i Lourdes @ da tenersi di fede stretta per I ‘autorita del Magistcro Ecclesiastico. E si aggiunge che tali tesi vengono_ proposte, tra i mariologi, senza una grande contradizione, e percid vengono ri- tenute come comuni e tradizionali. a E difficile poter affermare che vengano ammesse, tra i a riologi, senza contradizione, la prima tesi, la terza, la quarta, la quinta, la settima e l’ottava. L’esagerazione del Laurentin & Per cid evidente. Alcune di queste tesi sono state discusse da grandi i dei secoli passati. ae ear au a (nata non gid nel trattato di Mariologia, ma in altri trattati teologici) & stata agitata da alcuni grandi teo- logi e percid non senza ragione viene trattata, perlomeno stori- camente, dai Mariologi; la sesta non é nuova, poiché era gia nota nell’eta patristica. 7 Terzo segno: «I mariologi tendono a dare una nuova in- terpretazione alle nozioni teologiche, e fanno di esse oA a particolare ».° E vengono addotti tre esempi: la nozione di : denzione (disaccentuata, diminuita, se non oscurata, ee la maggior parte dei Mariologi i quali trattano della eee ne), la nozione di grazia (della quale « se ne fa una specie di cosa a sé, sussistente indipendentemente da Cristo ») e la ae di ordine ipostatico (« per rinforzare il senso », del quale a s ni mariologi « accordano alla Vergine una causalit4 strumentale nei riguardi della stessa unione ipostatica »). Si tratta di esagerazioni infondate, come appare dai tre esempi stessi addotti dal Laurentin. II problema non verte gia sulla nozione della Redenzione (che @ uguale per tutti, teologi e . 29-30. a oe : Conn appartone di Cristo Risorto alla Madre negli antichi scrittori cristiani. In Divinitas, 1 (1957) p. 479-527. * LAURENTIN, 0. ¢,, p. 30. — 21 mariologi) ma verte su una possibile partecipazione della Vergi- ne alla realizzazione storica di quella nozione, secondo la Rive- lazione che ce ne é stata fatta da Dio. Riguardo alla nozione della grazia, questa rimane sempre, per i Mariologi, quello che essa & per tutti i teologi, anche al- lorché si servono di espressioni metaforiche, (le quali percid non vanno prese — come sembra fare il Laurentin — in senso pro- prio), come quando si dice che tutte le grazie, per volere di Dio, passano attraverso le mani di Maria. Riguardo poi alla nozione di ordine ipostatico, essa rimane sempre quella che &, anche presso quei Mariologi che ammet- tono la causalita strumentale di Maria nell’unione ipostatica. Si tratta, inoltre, storicamente, di una questione pitt teologica che mariologica, questione gid discussa tra i grandi teologi del pas- sato e, anche oggi, perlomeno discutibile. Che cosa vi & di cen- surabile? E percid falso e infondato il rilievo secondo il quale i Mariologi avrebbero mutato le nozioni teologiche comunemen- te ammesse. Quarto segno: « Lo sviluppo della Mariologia — ci si chiede — rispetta forse sufficientemente la norma di omoge- neita cost fondamentale in materia? »."* E a conferma di questa gtavissima tecriminazione, oltre alla « convergenza » delle te- criminazioni precedenti (delle quali si & gid detto quanto val- gono), vengono addotte tre tesi matiologiche: 1) Vimmunitd della Vergine da qualsiasi debito di peccato originale, 2) la capi- talita secondaria della Vergine e 3) il merito corredentivo « de condigno ».¥ Queste tre tesi, vere o false che siano, provano forse Pin- sinuazione di eterogeneita? Non sembra. Ed infatti: 1) Coloro i quali (fin dal secolo XVII) ammettono Pimmunité della Ver- gine da qualsiasi debito di peccato originale, ammettono anche la redenzione passiva di Maria SS. e percid non intendono com- " Ibid, p. 32. ® Ibid, p. 32. — E inaccurata percid Vasserzione: « Selon Vopinion nouvelle, Marie « mérité avec suffisance la Rédemption méme: son mérite égale en justice le prix de notre péché et de notre salut, et, des lors, c'est le mérite du Christ qui apparait comme une plusvaleur et comme un surcrott » (Ibid., p. 34). 22 — promettere affatto il dogma della universalita della Redenzione. 2) La capitalita della Vergine, se si prescinde dalla terminologia (certo poco felice, anzi, infelice) @ intimamente connessa con altre tesi. E connessa, per esempio, con la tesi di Maria SS. «Collo » della Chiesa (metafora che si trova anche nell’Enci- clica « Ad diem illum » di S. Pio X) attravetso il quale passano tutti gl’influssi soprannaturali del Capo, ossia, tutta la grazia che si diffonde in tutti gli altri membri del Corpo mistico. 3) Co: loro i quali difendono il merito de condigno di Maria, esplic tamente distinguono fra il merito di Cristo (meritum condignum perfectum, strictum, ex rigore iustitiae) e il merito di ee (meritum condignum imperfectum, ex condignitate) di modo che trae il suo valore dal merito di Cristo.” Non si ha percid una «rivoluzione » ma una naturale ed omogenea evoluzione dei problemi. In breve: non si pud parlare con fondamento, nel- la Mariologia di oggi, di una evoluzione eterogenea. E tanto meno si pud asserire che « un fossé s'est creusé entre théologie et mariologie ».* Tanto pit: che la massima parte di coloro che insegnano nelle scuole il Trattato di Matiologia hanno insegna- to o insegnano anche altri Trattati, e percid sono bene al cor- rente del metodo e dei principi della sacra Teologia; che anzi, le stesse questioni mariologiche non si Possono neppure trattare indipendentemente dalle altre questioni teologiche. Si asserisce inoltre che i Trattati Mariologi ci, anche te- centi, ignorano quasi la liturgia. Ma ci & lecito chiedere: E al altri trattati teologici non si trovano forse nell ‘identica condi- zione e, forse, peggiore? La Mariologia percid non sarebbe la sola colpevole, ossia, non & una caratteristica della Mariologia di oggi. 4. La Mariologia trascura la S. Scrittura o Vusa in modo con- 7 a trario alle regole dell’ermeneutica. F? Paccusa che gli esegeti rivolgono cos! {requentemente ai © Toid? Ba, Lo stesso Laurentin, del resto, nel suo Court Traté, quale uso ha fatto della Liturgia? " Tbid., p. 47. — 23 teologi in genere, e non soltant. E un’accusa real- ; soltanto ai mariolo; BI x 5. ori 1 mariologi hanno elevato la maternita divina ad una cate- §oria talmente assoluta, da far temere il pericolo di una certa oggettiva eresia mariana,” a Anche la Corredencione, come viene esposta da alcuni Ma- gi, separa la Madonna dagli altri redenti e la assolutizza. ® scour il fatto che Maria $S., a causa della maternita. divin, oe pi un posto del tutto speciale, non ne segue affatto — come ioe a” che venga a costituire una categoria assoluta, poi- ay ae ee telativa a Cristo, dal quale ha ricevuto eee oo ella divina maternita ma anche tutto cid che > ‘orio sia per sé, sia per gli altri. Riguardo poi alla Corredenzione, la Vergine SS. appartie- ne sia ai redenti (essendo stata anche Lei redenta, pero eon re denzione preservativa dalla colpa), sia al Redentore (avendo coo. perato con Lui alla redenzione Hberativa di tutti gli altri), nom sta quindi interamente né da parte dei redenti né da parte del Redentore; ma sta parzialmente da parte dei redenti (perché re- denta si, ma in modo singolare, unico) e parzialmente da parte del Redentore (poiché ha cooperato con Lui, e in vitth di Lui per libera disposizione divina, alla Redenzione liberativa di tutti ali altri). Non si ha percid nessuna assolutizzazione della Vergi ne in forza della Corredenzione, nessun pericolo = moto — di eresia mariana. eppure we Si ha invece un vero ¢ reale peticolo di eresia mariana — una vera tivoluzione teologica — nelle nuove ed audaci posi zion: mariologiche del Prof. Milller. Egli svalorisza talmerce il concetto teologico tradizionale di « maternita divina » da ae tificarlo, specificatamente, con la grazia abituale o santificante, ? * A. Miter. Maria als Bild der Gnade it Conse MGtaE. Maris als Bild der Grade wad Heiligheit, Tn M. RosieO. Seige deren de brine, {Frankfurt a. M.) p, 594-595, Fragen... p. 328 5 Mituen, Prager. oy Be 312. «Maternitas divina pertinet ad communem ordinem gr Ugratae] maxing nerlectio. A. Monae, De influx analogiae oo 363 a materath ersarebbe Tee formale della « piencea di gras amen’ “lla arazia abil, 24 «Ogni grazia abituale & partecipazione all’Incarnazione, par- tecipazione cio& materno-sponsale, poich® ricevendo ed_accet- tando la grazia, il Cristiano diventa madre di Cristo in un certo senso citcoscritto, parziale, ossia, relativamente al mistico cor- po di Cristo. La grazia perfetta, percid, & la pit: perfetta parte- cipazione materno-sponsale possibile all’Incarnazione; ¢ tale & la maternita fisica sul corpo fisico di Cristo (il quale perd & to- talmente ordinato al corpo mistico). * Tl Miller appoggia queste strane idee su alcuni testi dei Padri, interpretati, naturalmente, a modo suo. II P. Lennerz ha rilevato giustamente che, se si trovassero realmente alcuni Padri i quali ‘possano in qualche modo legittimare le conclusioni del Miiller, sarebbe molto meglio metterli da parte.” Ma i Padri hanno realmente detto quanto fa loro dire il Miiller? Un esame sereno e oggettivo dei testi addotti dal Miiller autorizza a dis- sentire da Lui. II Miiller @ andato oltre il loro significato ogget- tivo. E’ evidente, infatti, che le cose oscure ¢ incerte che s’incon- trano presso i Padri, vanno interpretate con le cose chiare e cette che si trovano presso i medesimi. La nozione della grazia abituale & specificatamente diversa dalla nozione di maternita divina. La grazia abituale, infatti, & una forma soprannaturale fisicamente inerente all’anima, in vir- tir della quale Puomo diviene partecipe della natura divina e figlio adottivo di Dio; la maternita divina, invece, formalmente considerata, & una relazione reale che lega perennemente Ma- tia SS. a Cristo, relazione reale fondata sulla reale e fisica gene- tazione della divina persona del Verbo secondo l'umana natura. Il Miller, per provare Tidentita specifica tra la grazia abituale ¢ la maternitd divina, asserisce che la grazia abituale 2 una « parte- cipazione all’Incarnazione del Verbo » (nella quale cioé il Verbo, viene concepito, nel tempo, secondo 'umana natura). Se questa assetzione miilleriana corrispondesse a verita, ne seguircbbe 2 «Toute gréce habituelle est une participation dé UIncarnation, une participa: tiom maternelle et sponsale. Car, en recevant et acceptant la grace, le chrétien devient ‘more du Christ en un sens limité, partiel relativement au corps mystique du Christ. Ta grace parfaite est donc la participation materno-sponsale la plus parfaite possible 2 Vincarnation et cest la maternité physique sur le corps physique du Christ » Mitten, L'unité de VEglise... p. 37. =H. Lennerz, S.J. MariaEcclesia. In Gregorianum, 35 (1954) p. 93. — 25 questo assurdo: la generazione mediante la quale P'uomo divie- ne, in un certo senso, « Dio », & la partecipazione a quella ge- nerazione mediante la quale Dio diviene « uomo », ossia, la partecipazione a quella materniti mediante la quale Maria SS. generd Cristo « secondo la carne »: cosa assutda, E ben vero — come afferma il Miiller — che, sia nella generazione con cui l'uomo diviene, in certo modo, « Dio » sia in quella in cui Dio diviene « uomo » si ha un’ « unione » tra Dio e Puomo. Ma occorte rilevare che l'unione che ha luogo nella prima (nella generazione cio con cui l'uomo diviene, in un certo modo, « Dio ») @ essenzialmente diversa dall’unione che ha luogo nella seconda (nella generazione cio? con cui Dio diviene « uomo »). Ma oltreché essenzialmente diverse, quelle due unioni debbono dirsi anche opposte: nella prima, infatti, Puomo diviene, in certo modo, « Dio », mentre nella seconda, al contratio, Dio diviene « uomo ». La ragione poi addotta dal Miiller per provare che ogni gtazia abituale & una partecipazione all’Incarnazione & questa: il cristiano, ricevendo ed accettando la grazia abituale, diviene madre di Cristo in un senso citcoscritto, cio’, relativamente al mistico corpo di Cristo. Alcuni Padri, infatti, esponendo le pa- role di Cristo (« Chi @ mia madre, e chi sono i miei fratelli? E guardando quelli che gli sedevano intorno, dice: Ecco la madre mia e i miei fratelli. Colui che avra fatto la volonta di Dio 2 mio fratello, mia sorella e mia madre »),* hanno asserito che il cri- stiano, ricevendo ed accettando la grazia, diventa « Madre di Cristo ». Questa la ragione addotta dal Miiller, Che dire? Occor- re concedere senz’altro che queste ¢ simili espressioni si tro- vano realmente presso alcuni Padri e possono prendersi in sen- so buono e vero. Ma occorre negare che tali espressioni affer- mino una certa partecipazione dell’'uomo giustificato (il quale accetta € riceve la grazia) all’Incarnazione, ossia, alla genera- zione del Verbo di Dio « secondo Ia carne ». La Chiesa infatti genera, si, i membri del mistico corpo di Cristo, ma non gid il Verbo di Dio secondo la natura umana. L’espressione « Madre di Cristo » (come pure i termini di « fratello e sorella di Cri * Me. 3, 31:35. 26 — sto ») si deve prendere non gia in senso stretto ma in senso Jar- go; il termine « madre » non pud applicarsi univocamente ¢ in senso proprio a Maria SS. ¢ ai fedeli (ossia, alla ay He solo analogicamente € in senso improprio, osservando le debite proporzioni tra Maria SS. ¢ i fedeli (ossia, Ia Chiesa). A Tl Miller, inoltre, fa questo ragionamento: come gli uo- mini, mediante l'atto di fede (per actum fidei) nel Verbo di Dio formano le membra di Cristo, e cosi diventano madri di Cristo; cosi anche Maria mediante la fede (per fider) nel Verbo di ae concep! Cristo. Una tale cosa — secondo il Miller — sarebbe stata insinuata e supposta da S. Ireneo, il quale « identifica la genetazione di Cristo ¢ la rigenerazione dei cristiani ». Ma oc- corre rilevare che 'uomo non viene giustificato © rigenerato me- diante Patto di fede (quantunque Patto di fede, negli adulti, sia pretequisito) ma mediante la grazia. E anche Ma es concep} Cristo mediante l’atto di fede (alla parola dell’ ee 7 ma mediante la sua potenza generativa attuata dallo Spirito an to. Se S. Ireneo avesse realmente identificato la generazione di Cristo e la rigenerazione dei cristiani avrebbe errato. 6. La Mariologia di oggi ha subito « Vinflusso inconscio » di un certo « elemento psicologico aprioristico » ereditato, senza la dovuta riflessione, dall'evoluxione storica dei secoli prece denti,® Questo « elemento psicologico aprioristico » satel e dovuto a quattro cause: 1) all'immagine di Maria col Baml ino, che sarebbe stata una specie di incentivo all affettivita, a ae scapito della razionalita; 2) ad una specie di transfert, an te dire: essendo rimasto quasi vuoto nella Chiesa, a causa oF controversie cristologiche, il posto di Cristo Mediatore, un a posto vuoto sarebbe stato occupato, per opera specialmente a S. Bernardo, da Maria Mediatrice;” 3) essendo andati in di- * 0. Cy P. 93-94. es Rosai ‘Maralogivcbe Wertungen, p. 141-145; 149; 158-160. ” [bid., p. 139. menticanza, presso i fedeli, a causa delle particolari condizioni storiche, gli « epiteti ornamentali » di Madre (Mater Ecclesia) e di Regina, questi « titoli ornamentali » della Chiesa sono stati trasferiti in Maria; * 4) ad un senso polemico proprio del tem- po della Controriforma ”. Cid posto — conclude Mons. Rusch — «la Mariologia moderna avrebbe iniziato il suo lavoro senza aver prima considerato scientificamente queste realti stoti- che >,” percid sarebbe stata in balia di un elemento psicolo- gico aprioristico ereditato, senza la dovuta riflessione scientifi- ca, dall’evoluzione storica dei secoli precedenti! Osserviamo: 1) E storicamente insostenibile che il posto di Cristo Me- diatore sia rimasto quasi vuoto nella Chiesa e sia stato cos) oc- cupato da Maria Mediatrice. Basta uno sguardo alle opere di Pietro Lombardo e dei grandi Dottori Medievali, i quali hanno illustrato mirabilmente la Mediazione di Cristo, mentre nes- sun posto vien fatto dai medesimi alla Mediazione Mariana. Lo stesso S. Bernardo ha esaltato la Mediazione di Cristo ed ha in- segnato che Maria SS. & « Mediatrice presso il Mediatore » (C3 percid ben lontano dal farle occupare il posto lasciato vuoto da Cristo Mediatore, ossia, dal sostituirla al Mediatore). La dot- trina della mediazione mariana esposta da $. Bernardo @ una esplicitazione dell’antica tradizione, come si dimostra nei ma- nuali di Mariologia. 2) Riguardo ai cosiddetti « titoli ornamentali » (« Ma- dre », « Regina ») che dalla Chiesa sarebbero stati trasferiti a Maria, occorte osservare: a) tali titoli non sono « ornamentali », com’é evidente, poiché esprimono una dottrina; 5) tali titoli sono stati dati alla Vergine vari secoli prima del tempo fissato da Mons. Rusch (basta consultare, per convincersene, un ma- nuale qualunque di Mariologia). 3) Le impugnazioni della Controriforma ebbero certamen- te, nella Mariologia, come del resto nella Teologia, il loro in- flusso; non tale perd da spingere ad esaltare indebitamente Ia ® Ibid., p. 139-140. » Ibid., p. 140-141. » Tbid., p. 142, 28 — Vergine. Esse spinsero i teologi a scrutare pit accuratamente la S. Scrittura, i Santi Padri, la Tradizione viva della Chiesa, per cui la Mariologia in genere ¢ la Mediazione mariana in partico- lare, segnd un autentico progresso. 7. L’opposizione, tra gli stessi Cattolici, per via della Mario- logia. Secondo il Laurentin esisterebbero due tendenze, la mas- simalista ¢ la minimista: la prima tenderebbe a moltiplicare i dogmi ¢ le feste mariane; la seconda invece tenderebbe : aor re sia i dogmi, sia le feste mariane; la prima tenderebbe a estendere al massimo i privilegi mariani; la seconda invece ten- derebbe a ridurli al minimo. Per provare l’esistenza di queste due opposte tendenze, il Laurentin fa una specie ey: op- poste proposizioni sostenute da alcuni mariologi ops.” Ha rilevato giustamente P. De Aldama che non vi & oe sun mariologo d’oggi il quale sostenga integralmente ein oo lo assoluto le tesi sia della prima che della seconda serie (vale « dire, dei massimalisti o dei minimisti). Ne segue percid che non si tratta di una certa somma di tesi sostenute la quale dia il di- ritto di annoverare, per sé stessa, un mariologo fra i massimali- sti o tra i minimisti. In questo senso, percid, dalle precedenti opposizioni nulla di certo si pud concludere. aie E neppure pud essere classificato tra i massimalisti o tra i minimisti un autore che segua la maggior parte delle tesi di lue serie. — eu infatti, sono i Mariologi i quali seguono alcune tesi di una serie ed alcune altre dell’altra serie. Cosi, per en il Sudtez (per prendere un esempio che @ fuori discussione) ai de sette 0 otto proposizioni della serie massimalista ¢ sette della serie minimalista. In quale delle due serie si dovrebbe classifi- care? Qualcosa di simile si pud facilmente dimostrare dei mario- logi di oggi. * Laueentis, La question, p. 6679. = De Atpama, De quaestione, p. 70-71 — 29 Se poi si va alle radici psicologiche delle due opposte ten- denze, il Laurentin ne distingue e mette in rilievo due alle quali perd P. De Aldama, giustamente, ne aggiunge altre tre. * 1) Prima radice: Yuna & dominata dall’amore di predile- zione verso la Vergine il quale, ai mariologi di una tendenza, da una certa connaturalita per una pit piena conoscenza della Vergine, amore perd che rischia di proiettare sull’oggetto le ri- chieste della sua attivita soggettiva; l’altra tendenza, invece, é dominata dalla preoccupazione di conservare libera la verita dal- la contaminazione delle esigenze del cuore, giustamente igno- rate dalla ragione. * Ma occotre tener presente che vi sono al- cune « ragioni del cuore > suffragate anche dalla ragione. 2) Seconda radice: Yuna & dominata dall’atteggiamento pratico della glorificazione della Vergine e dal desidertio di ag- giungere nuovi fiori alla di Lei corona; l’altra, invece, & domi- nata da un atteggiamento speculativo, senz’altra preoccupazio- ne che la percezione della verit rivelata. « Occorre dar ragione — dice il Laurentin — alla seconda opzione ».” Ma & bene ti- Jevare, propriamente parlando, che non & qui questione di op- zione, ma & questione di unire saggiamente le due cose: esse non si escludono, 3) Terza radice: il timore esagerato (denunziato da Pio XII e da Giovanni XXIII) di attribuire alla Vergine pitt di cid che & giusto, con detrimento dell’assoluta preminenza di Cristo, * mentre si sa che nulla si pud trovare nell’universo creato che uguagli la dignita della Madre di Dio e che Ponore che viene ® Ibid., p. M172. % LAURENTIN, 0. ¢., p. 75-76. Ruscu, 0. c, p. 160, ® LAURENTIN, 0. ¢. P. 75-76. ™ Ecco Je parole di Pio XIL nell’Allocuzione al Congreso Mariologico: « Ita etiam baec disciplina illa media via procedere poterit, qua et ab omni falsa et immo. dica veritatis superlatione caveat et ab ilis se segreget, qui vano quodam agitantur timore, ne Beatissimae Virgini plus aequo concedant’ aut, ut non raro. dictitant, Matre bonorata et pie invocata, ipsi Divino Redemptori aliquid honoris et fiduciae detrabant » Acta Ap. Sedis, 46 (1954) p. 679. A questo monito di Pio XII ha voluto alludere, evidentemente, Giovanni XXIII allorché, nel Motu proprio Maiora in dies, scriveva: « Quibus sane cavetur ne Mariologia, sanis solidisque nisa funda mentis, sive falso immodicoque ausu veritatem supergrediatur sive nimia prematur angustia in singulari illa consideranda dignitate Matris Dei almaeque Sociac Christi Redemptoris » Acta Ap. Sedis, 52 (1960) p. 26. — reso alla Vergine va a rifondersi tutto, in definitiva, i ea Questo « esagerato timore » nasce forse in alcuni dal fatto di una diuturna e mista convivenza coi Protestanti, per cui, a volte, si dimostra maggior comprensione verso di loro che non verso i teologi delle nazioni cattoliche i quali, per un certo filiale istin- to, si danno ad esaltare augusta Madre di Dio. 4) Quarta radice: la diversa valorizzazione pratica del _ gistero ecclesiastico, particolarmente quello Pontificio, nor 7 prossima ed universale della fede. Fa infatti pena one nell’articolo di Mons. Rusch e negli scritti del Prof. es la assenza di qualsiasi riferimento al Magistero ordinario dei Som- mi Pontefici e al magistero ordinario universale dei Vescovi, come se non costituissero la regola prossima di fede (anche in Mario- logia) sia pei teologi che pei singoli Pastori di Diocesi. Ha rilevato sapientemente |’Em.mo Card. ‘Tisserant: « Ocu- los igitur ab hoc lumine avertere et perscrutare antiqua aie menta ac si lumen illud non extaret, significare vellet sese errandi ' “a ericulo exponere ». ; ; eee Ouel che ha suscitato Pinteresse di Mons. Rusch non sono state gid i vari passi delle Encicliche dei Romani Pontefici sulla mediazione mariana, ma @ stato un parere personale ¢ privatis- simo che avrebbe espresso in proposito il S. P. Pio XII al P. Ro- berto Leiber S. I. e da costui, con non lodevole indiscrezione, da- to in pasto al pubblico. 5) Quinta radice: la maggiore o minore stima dell argo- mentazione teologica, ossia, dell’elemento o metodo speculativo nella Teologia in genere, particolarmente poi nella Mariologia (per cui irragionevolmente si parla di « razionalismo_ teologi- co»), con preferenza quasi esclusiva del metodo. positivo. Non una volta soltanto i Romani Pontefici han denunziato questo disprezzo della teologia scolastica.” = II Laurentin passa poi a mettere in rilievo il diverso meto- do delle due tendenze nell’organizzare il Trattato nella Vergi- % Card. E, Tisserant, De mariologia in ambitu Sacrae Theologiae. In Maria et ve coma, 1959) p. 408. ——Lr—<“—~—~—O—O—O—O—O—r—C—r—~—~—C~—C—CétsCSC p. 566-567. —31

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