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TRASTORNOS SOMATOMORFOS

INTRODUCCIÓN
El término "somatización" se ha usado en la literatura para referirse a la "oferta
sintomática" corporal asociada a una ausencia de perturbaciones anatómicas o
fisiológicas que den razón de los síntomas y a una renuencia del consultante a aceptar
su vinculación con problemas psicosociales.

TRASTORNOS SOMATOMORFOS
Estos cuadros se caracterizan por presentarse a través de síntomas físicos que
sugieren una condición médica, aunque no sean totalmente explicables por un
diagnóstico biomédico, par el consumo de substancias químicas o por otro trastorno
mental. Estas síntomas son lo suficientemente severos coma para que los pacientes
experimenten molestias significativas, o se altere su funcionamiento social u
ocupacional. Para hacer el diagnóstico, se requiere por una parte que los síntomas no
sean producidos con la intencionalidad de simular una enfermedad, y que por otra parte
el clínico sospeche que el comienzo, duración o severidad de los síntomas estén
claramente vinculados a factores psicológicos.
La CIE 10 define estos trastornos coma “la presentación repetida de síntomas
físicos junto a la petición persistente de que sean médicamente investigados", a pesar
que el paciente ya haya sido tranquilizado por su médico en el sentido que estas
molestias no tienen base física. Se clasifican así:
• Trastorno de somatización. Este se caracteriza por quejas somáticas múltiples
que afectan variados sistemas orgánicos.
• Trastorno de conversión. Se distingue por presentar dos a más síntomas de
aspecto neurológico.
• Hipocondría. Se caracteriza por la creencia del paciente que tiene una
enfermedad física especifica.
• Trastorno corporal dísmórfico. Creencia falsa o percepción exagerada que
alguna parte del cuerpo es defectuosa.
• Trastorno doloroso. Síntomas dolorosos asociadas a, o exacerbados por
factores psicológicos.

TRASTORNO DE SOMATIZACIÓN
Esté cuadro se caracteriza por síntomas somáticos inexplicables
adecuadamente en base a alteraciones físicas o de laboratorio. Generalmente
comienza antes de las 30 años. y se caracteriza par una combinación de síntomas
dolorosos, gastrointestinales, sexuales y seudo neurológicos".
Los estudios epidemiológicos fijan la prevalencia de este trastorno en un 0,5%
de la población general, con un franco predominio femenino: 5 a 20 veces más mujeres
que hombres la presentan, alcanzando prevalencias del 2 al 5%. En las consultas de
médicos generales o de nivel primario de atención, alrededor del 10% de dichas
consultas son por este tipo de trastornos. Es más frecuente entre pacientes de menor

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nivel educacional y de menores ingresos económicos, y entre personas jóvenes
(aparece en general antes de los 30 años). En un 30% de los casos coexiste con otros
trastornos mentales, tal como con trastornos de personalidad.

Tabla 1
CRITERIOS DE LA ClE-10 PARA TRASTORNO DE SOMATIZACION
- Síntomas somáticos múltiples y variables para los que no se ha encontrado una
adecuada explicación somática y que han persistido al menos por dos años.
- Negativa persistente a aceptar las explicaciones o garantías reiteradas de médicos
diferentes de que no existe una explicación somática para los síntomas.
- Cierto grado de deterioro del comportamiento social y familiar, atribuible a la naturaleza
de los síntomas y al comportamiento consecuente.

ETIOLOGIA
Factores psicosociales. Son especialmente importantes: todo síntoma involucra una
comunicación hacia el medio circundante, y estas pacientes a veces expresan a través
de ellos emociones (como enojo hacia la pareja), evitan asumir ciertas responsabilidades
(laborales o familiares) o simbolizan un conflicto o una creencia. Desde un ángulo
conductual, estos pacientes han sido criados en familias donde abundan estas molestias
físicas y donde ha sido legitimo el dejar de enfrentar responsabilidades a través de
síntomas de cualquier índole.
Factores biológicos. Se ha descrito una agregación familiar de estos cuadros: se
encontró una concordancia de 29% entre gemelos monocigotos.
Diagnóstico. Se caracteriza por historias médicas largas y complicadas. Constituyen
síntomas frecuentes las náuseas y vómitos, dificultades para tragar, dolor de
extremidades, disnea no asociada al ejercicio, amnesia, y alteraciones menstruales o
durante el embarazo. Son pacientes que se sienten enfermizos a lo largo de la vida, y
que presentan también síntomas psicológicos ansiosos o depresivos. Pueden aparecer
amenazas de suicidio. La historia clínica es referida de modo vago, impreciso,
inconsciente y desorganizado. Tienden a describir sus síntomas de un modo dramático,
emocional y exagerado, con lenguaje colorido y vivido. Confunden las secuencias
temporales y les cuesta distinguir los síntomas pasados de los presentes. Se pueden
combinar con trastornos del ánimo, con abuso de sustancias químicas, con trastorno
generalizado de angustia o con diversas fobias.
Diagnostico diferencial. Hay que hacerlo con condiciones no psiquiátricas que
muestran síntomas inespecíficos o vagos, tales como la esclerosis múltiple, miastenia
gravis, lupus sistémica, síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), porfiria aguda
intermitente, hiperparatiroidismo, hipertiroidismo o con infecciones sistémicas crónicas.
Estas causas debieran buscarse con especial ahínco cuando los síntomas aparecen
después de los 40 años de edad.
El diagnóstico diferencial con los otros trastornos somatomorfos se basa en que en la
hipocondría el paciente está preocupado con un solo síntoma y cree tener una
enfermedad especifica, mientras que el paciente con somatización presenta múltiples
quejas y no tiene muchas veces una hipótesis específica acerca de lo que lo aqueja. Los
síntomas conversivos son también generalmente pocos: una o dos, y de naturaleza

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pseudo-neurológica. Asimismo el trastorno doloroso se caracteriza por uno o dos tipos
específicas de dolor.
Tratamiento. Hay que tratar de evitar las múltiples interconsultas o involucrar a
demasiados profesionales en el tratamiento de estos pacientes. Es importante que el
médico los cite en forma periódica, una vez al mes por lo menos, con visitas cortas pero
con exámenes físicos repetidos y tratando de evitar demasiados exámenes de
laboratorio. El médico, una vez hecho el diagnóstico de trastorno de somatización, debe
acostumbrarse a interpretar las nuevas quejas somáticas coma expresiones
emocionales. Sin embargo, si aparece un síntoma nuevo o que llame la atención, es
siempre necesaria hacer la exploración sistemática que la queja amerite. Cuando el
paciente acepte que se trata de conflictos emocionales lo que la lleva a experimentar
estas síntomas, puede ser el momento de derivarlo a un profesional de la salud mental.
Los tratamientos psicoterapéuticos han demostrado su efectividad, así como han
permitido disminuir los gastos en salud efectuados por estos pacientes en alrededor de
un 50%. La psicoterapia ayuda a estos pacientes a enfrentar y a buscar alternativas para
sus problemas interpersonales, a expresar emociones reprimidas y a mirar de otro modo
a sus molestias físicas.
El tratamiento psicofarmacológico está indicado cuando hay comorbilidad con
otras síntomas psiquiátricos, como angustia y depresión. Hay que balancear su
necesidad con el riesgo de que utilicen estas sustancias en forma excesiva a errática.
Por ello, los psicofármacos debieran monitorearse cercana y cuidadosamente.

TRASTORNO DE CONVERSION
Este cuadro se caracteriza par la presencia de síntomas pseudoneurológicos,
tales coma parálisis, ceguera o parestesias, inexplicables por la presencia de una
condición medica o neurológica reconocidas. Se requiere asimismo la presencia de
factores psicológicos que se asocien a la aparición o exacerbación de dichos síntomas.
Epidemiología. Estos cuadros son frecuentes en la consulta hospitalaria y ambulatoria,
y especialmente entre los casos derivados a interconsultas psiquiátricas. Predominan
entre las mujeres, en razones de 2:1 y hasta 5:1 respecto a los hombres. Son más
frecuentes entre niñas adolescentes y mujeres jóvenes, en poblaciones rurales y en
grupos con menor nivel educacional e intelectual. Presentan comorbilidad frecuente con
trastornos depresivos, ansiosos y con esquizofrenia.

ETIOLOGÍA
Factores psicológicos. Las estudios psicoanalíticos han mostrado el uso frecuente de
defensas tales como la represión de conflictos intrapsíquicos inconscientes y la
conversión de la angustia en un síntoma físico. El conflicto clásico se plantea entre una
pulsión instintiva (sea agresiva, sea sexual) y la prohibición de expresar este deseo. Los
síntomas conversivos permiten la expresión parcial o disfrazada del impulso reprimido.

Factores biológicos. Han sido estudiados recientemente. Por ejemplo, con


diagnóstico imagenológico se ha documentado en algunos casos un hipometabolismo

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de¡ hemisferio dominante e hipermetabolismo del no dominante, con fallas en la
comunicación interhemisférica.
El diagnóstico de estos cuadros es limitado tanto par el DSM IV como por la CIE
10 a los síntomas que afectan funciones neurológicas, sean motoras, sensitivas o
sensoriales. Se requiere además, coma se puede ver en la Tabla 2, una correlación
positiva entre la aparición de estos síntomas pseudoneurológicos y factores
psicológicos gatillantes.

TABLA 2
CRITERIOS DEL DSM IV PARA EL DIAGNOSTICO DE TRASTORNO DE
CONVERSION
- Uno o más síntomas o déficit que afectan funciones motoras voluntarias o sensoriales
que se parecen a un cuadro neurológico o médico.
- Existencia de factores psicológicos asociados con el síntoma a déficit al preceder a la
aparición de éste los conflictos u otras situaciones estresantes.
- El síntoma o déficit no es intencional ni simulado (como sucede en !os trastornos
facticios e en la simulación).
- Los síntomas o déficit no pueden ser explicados, después de estudios físicos o de
laboratorio adecuados, como efectos de un cuadro médico, del uso de sustancias
químicas, o como una experiencia o conducta culturalmente sancionadas.
- El síntoma o déficit produce molestias o incapacidades significativas en el
funcionamiento social, ocupacional o de otra índole del paciente.
- El síntoma o déficit no se limita a dolor o disfunciones sexuales, no ocurre como parte
de un trastorno de somatización, y no es explicable por otro trastorno mental.

Síntomas. Pueden clasificarse como:


Sensoriales, Entre ellos se cuentan anestesia o parestesia de las extremidades.
Cualquier modalidad sensorial puede ser afectada, y típicamente la alteración es
inconsistente con las distribuciones habituales de las inervaciones anatómicas
conocidas. Por ejemplo, puede aparecer una anestesia en guante de una o ambas
manos, o una hemianestesia que atraviese exactamente la línea media del cuerpo. La
evaluación neurológica típicamente revela vías sensoriales intactas. Por ejemplo, en
una ambliopía histérica, el paciente camina evitando chocar con objetos circundantes,
sus pupilas reaccionan adecuadamente a la luz, y sus potenciales evocados son
normales.

Motores. Entre los cuales se cuentan movimientos anormales, alteraciones de la


marcha, debilidad y parálisis motoras. Pueden aparecer movimientos rítmicos gruesos,
temblor de extremidades, tics, etc. Una forma específica es la astasia-abasia, en la cual
hay dificultad importante en la marcha con movimientos descoordinados, pero sin
tendencia a caer. Estos síntomas empeoran al prestárseles atención. Los reflejos están
normales, no hay fasciculaciones ni atrofia musculares, y la electromiografía es normal.

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Convulsiones. Las convulsiones de tipo específico son también frecuentes. En estas
pseudoconvulsiones se conserva el reflejo pupilar y no hay aumento post-convulsivo de
la secreción de prolactina. A veces son difíciles de distinguir de las convulsiones
verdaderas, y en el hecho coexisten en alrededor de un tercio de los casos.

Un síntoma típico de los cuadros conversivos es denominado, desde los clínicos


franceses del siglo pasado la belle indifference, que se refiere a la actitud de
despreocupación por la severidad de los síntomas: no parecen afectados por un
síntoma, como por ejemplo una ceguera, que representa una incapacidad funcional
severa.

Diagnóstico diferencial. Se centra en diferenciarlos de cuadros médicos con


alteraciones estructurales claras. En el hecho, en un porcentaje elevado (de 18 a 64%
de los casos) un estudio y seguimiento prospectivo cuidadosos revela la aparición
simultánea o posterior de un trastorno neurológico bona fide. Hay diversas formas de
demencia, tumores cerebrales, enfermedades de los ganglios basales, etc. que pueden
debutar con síntomas aparentemente conversivos. Una prueba útil es la desaparición
de los síntomas mediante sugestión, hipnosis, o tratamientos placebo de tipo
inyectable.

El trastorno de somatización se presenta también a veces con síntomas


sensoriomotores, pero tiende a ser más crónico y a incluir múltiples otros síntomas en
diversos aparatos y sistemas. En la hipocondría, !os pacientes no tienen incapacidad
funcional, y también tienen hipótesis más especificas acerca de la causa de su
condición. En la simulación y en los trastornos facticios, los síntomas están bajo control
consciente y voluntario por parte del individuo, y hay una ganancia secundaria mucha
más directamente distinguible, como es el conseguir una pensión de invalidez o la
prolongación de un reposo laboral.

Pronóstico. El curso y pronóstico son en general buenos: la mayoría de los episodios


son únicos y desaparecen una vez enfrentada la situación estresora externa. Sin
embargo, existe un 25% a más de casos en que a la larga aparece un cuadro
neurológico propiamente tal, o bien una enfermedad médica sistémica. Por ello, debe
mantenerse la sospecha diagnóstica y hacerse seguimientos y controles periódicos del
paciente.

Tratamiento. Muchos de estos episodios evolucionan favorablemente en el corto


plazo, y tanto las psicoterapias dinámicas como conductuales han demostrado su
efectividad. El común denominador es una buena relación con un terapeuta
preocupado y can experiencia. Es importante ratificar que los síntomas son percibidos
coma tales, y no decir que se trata de la imaginación. Técnicas tales como la relajación,
la hipnosis y uso de sustancias ansiolíticas también han demostrado ser efectivas. El
narco-análisis, o sea un interrogatorio bajo las efectos de un psicofármaco barbitúrico a
benzodiazepínico de acción corta representa un modo eficaz de obtener información
adicional no accesible a la conciencia de la persona. La mayoría de los casos
evoluciona bien en el corto plazo con alguna de estas medidas o con una psicoterapia

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breve. En los casos más refractarias, que recaen o que evolucionan hacia la cronicidad
están indicados el psicoanálisis u otras terapias prolongadas.

HIPOCONDRÍA
Estos pacientes tienen una preocupación y temor excesivos con respecto a
contraer enfermedades severas. Este término viene de latín hipocondrium (“bajo las
costillas”) y alude a la frecuencia de dolores abdominales en estos casos. La
hipocondría surge de la interpretación, por parte del paciente, poco realista o inexacta
de temores o sensaciones físicas, para las cuales no es posible encontrar una causa
médica.

Epidemiología. Esta condición aparece entre el 4 a 6% de los consultantes a centros


médicos generales, en una proporción semejante para ambos sexos, y sin diferencias
de nivel socioeconómico, educación a estado civil.

Etiopatogenia. Estos pacientes tienden a aumentar y amplificar sus sensaciones


corporales: tienen umbrales más bajos que el promedio para el malestar o dolor
físicos. Entre las diversas teorías explicativas, el punto de vista cognitivo subraya esta
tendencia a malinterpretar las sensaciones corporales. Por su parte, la teoría del
aprendizaje social ve a estos síntomas como un modo de acceder al rol de enfermo y
así no tener que enfrentar problemas vitales insuperables para la persona. Este rol
permite evitar situaciones difíciles y no tener que cumplir con deberes u obligaciones.

Diagnóstico. Para hacer el diagnóstico de cuadro hipocondríaco, la CIE 10 requiere:


- La creencia persistente en la presencia de al menos una enfermedad somática
grave, que subyace al síntoma o síntomas presentes, aún cuando exploraciones y
exámenes repetidos no hayan conseguido encontrar una explicación somática
adecuada para los mismos. 0 bien, se expresa mediante una preocupación
persistente sobre una supuesta deformidad física.
- Una negativa insistente para aceptar !as explicaciones y las garantías reiteradas de
diversos médicos que tras los síntomas no se esconde ninguna enfermedad ni
anormalidad somáticas.

Diagnóstico diferencial. Debe hacerse con condiciones medicas no psiquiátricas


cuyos síntomas no son fácilmente diagnosticables. Entre ellos mencionemos al SIDA,
diversas endocrinopatías, miastenia gravis; esclerosis múltiple, lupus sistémico y
distintas formas de neoplasias inicialmente poco aparentes. El diagnóstico diferencial
con el trastorno por somatización se hace por el énfasis que el hipocondríaco coloca
en su temor en padecer de una condición severa de salud, y por la multiplicidad
sintomática del paciente somatizador. El trastorno por conversión es habitualmente
monosintomático, y no hay mayor preocupación por la significación mórbida del
síntoma, como el término la belle indifference indica. El trastorno doloroso es crónico
pero se limita a síntomas dolorosos.

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Tratamiento. No es fácil, se trata de pacientes en general refractarios a las
intervenciones psicoterapéuticas más habituales. En muchos casos es preferible el
manejarlos en clínicas médicas, con énfasis en las situaciones estresantes que
enfrenta el paciente. El realizar exámenes físicos exhaustivos y frecuentes convence
a estos pacientes de que sus médicos no los abandonarán y que seguirán
preocupados por ellos. Es importante mantener el número de exámenes de
laboratorio y de interconsultas a especialistas en un mínimo. A veces las
intervenciones grupales son más convincentes que las individuales. La
Farmacoterapia es útil en aquellos casos en que !a hipocondría coexiste con un
síndrome ansioso a depresivo, comorbilidad que como antes dijimos es relativamente
frecuente.

TRASTORNO CORPORAL DISMORFICO


Este tipo de alteración es incluida en la CIE 10 entre los cuadros anteriores, de
tipo hipocondríaco. Sin embargo, e! GSM IV lo cataloga como una entidad
independiente. Se caracteriza por una preocupación por un defecto imaginario en la
forma del cuerpo, como por ejemplo por !a forma de la nariz, o de otras partes de la
propia anatomía.

Epidemiología. Se sabe poco acerca de la epidemiología de estas condiciones, ya que


la mayoría de los pacientes recurre a dermatólogos o cirujanos plásticos, más que a
médicos generales o a psiquiatras.

Etiología. La causa de este trastorno no es clara, teniendo una comorbilidad elevada


con trastornos depresivas, con historias familiares de alteraciones del ánimo y de
síntomas obsesivos.

Clínicamente aparece una preocupación constante por una deformidad


inexistente o menor, que es exagerada. Típicamente estos temores se relacionan al
aspecto del cabello, de la nariz, de la piel, de los ojos, de la expresión facial de la
estructura ósea o de la contextura corporal general. La preocupación específica puede
ir cambiando en la medida que pasa e! tiempo, existiendo también intervalos libres de
preocupaciones corporales.

Diagnóstico diferencial. Debe hacerse con cuadros del tipo de la anorexia nerviosa,
con trastornos de la identidad de genero y con formas delirantes con preocupación
corporal excesiva. En el último caso corresponde el diagnóstico de trastorno delirante
de forma somática. También se incluyen en el diagnóstico diferencial el trastorno
narcisista de personalidad, los trastornos obsesivos, depresivos y formas somáticas de
esquizofrenia. En las estructuras narcisistas la preocupación por el cuerpo es
generalmente menor; en el resto de los cuadros, hay síntomas más centrales en el
cuadro clínico que permiten hacer e! diagnostico del trastorno de base.

Tratamiento. El tratamiento de estos cuadros con procedimientos quirúrgicos,


dermatológicos y con medidas médicas variadas es generalmente poco exitoso. En

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algunos casos hay informes de tratamientos farmacológicos eficaces, al utilizar
antidepresivos tricíclicos, inhibidores de monoaminooxidasa (lMAO) o pimozida. Hoy se
han demostrado especialmente efectivas sustancias serotoninérgicas tales como
clomipramina o fluoxetina. Cuando coexiste otra condición psiquiátrica puede ser útil
asociar tratamientos psicoterapéuticos o farmacológicos especificas.

TRASTORNO DOLOROSO
Estos casos son definidos por la ClE 10 como aquellos en los cuales la queja
predominante es la persistencia de un dolor intenso y penoso que no puede ser
explicado totalmente por un proceso fisiológico o un trastorno somático. Este dolor se
presenta en circunstancias que sugieren que el dolor está relacionado con conflictos y
problemas, o que busca un aumento significativo del apoyo y de la atención que recibe
el enfermo por parte del médico o de otras personas. Entre los sinónimos de este
cuadro están los términos psicalgia, o dolor somatomorfo psicógeno.

No deben incluirse aquí los dolores presumiblemente psicógenos que aparecen


en el transcurso de trastornos depresivos o de una esquizofrenia, ni aquellos en los que
hay mecanismos psicofisiológicos conocidos o inferidos, como el dolor de tensión
muscular o de la migraña.

Estos síntomas dolorosos se asocian habitualmente a tensión emocional y a


discapacidad funcional. Los estudios epidemiológicos revelan que los cuadros
dolorosos son extremadamente frecuentes, en especial en sus formas lumbálgicas. Es
más frecuente entre las mujeres que en los hombres. y en la cuarta y quinta décadas
de la vida: la tolerancia a! dolor parece declinar al avanzar la edad. Es asimismo más
frecuente entre trabajadores que han utilizado su cuerpo para ganarse el sustento, en
comparación a funcionarios administrativos o intelectuales. En las familias de estos
pacientes hay una mayor frecuencia de trastornos depresivos, ansiosos y de abuso de
sustancias químicas.

Etiología. Desde un punto de vista psicodinámico estos pacientes parecen expresar


conflictos emocionales a través de dolores corporales en forma simbólica. Un término
utilizado al respecto es el de alexitimia, que se refiere a personas incapaces de
describir verbalmente sus estados emocionales expresando éstos a través del cuerpo.
Otras personas pueden sentir que el experimentar sentimientos disfóricos es una
debilidad inaceptable, y prefieren recurrir a mostrarlos por la vía corporal. Desde un
punto de vista biológico, se ha postulado que hay en estos pacientes un desequilibrio
en el balance de neurotransmisores asociados a la inhibición cortical de la fibras
aferentes relacionadas con el dolor, en especial las endorfinas. Esta deficiencia de
endorfinas parece correlacionarse con una mayor entrada de estímulos sensoriales
dolorosos a nivel cortical.

Diagnóstico. Es complejo, ya que estos pacientes constituyen un heterogéneo


conjunto con los lumbagos, cefaleas. dolores faciales atípicos, dolor pélvico crónico,
etc. Estos casos tienen historias prolongadas de atención médica y a veces presionan

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a los médicos par recibir tratamientos quirúrgicos. Tienden asimismo a negar
problemas de otras índoles, y centrar toda su atención en sus síntomas dolorosos. Hay
comorbilidad frecuente con trastornos depresivos, ansiosos y de somatización. Hay
quienes creen que el trastorno doloroso es una forma enmascarada u oligosintomática
de trastornos depresivos y que no corresponde a un cuadro clínico independiente.

Tratamiento. Es el de muchas condiciones crónicas, con un enfoque orientado a la


rehabilitación de estos pacientes. En las aproximaciones farmacológicas, ni los
analgésicos tradicionales ni los ansiolíticos han demostrado ser especialmente
efectivos, y tienen potencial riesgo de abuso si son utilizados par pacientes proclives a
la fármaco dependencia. Por otra parte los antidepresivos, tanto los tricíclicos como los
inhibidores de la recaptación de serotonina, parecen ser útiles. Los antidepresivos
parecen tener un efecto analgésico directo, mientras que los inhibidores de la
recaptación de serotonina elevan el umbral doloroso en muchos casos.

En cuanto a las terapias conductuales, las técnicas de biofeedback han


demostrado su utilidad, especialmente en pacientes con cuadros jaquecosos, dolores
miofaciales, y estados tensionales musculares que llevan, por ejemplo a cefaleas
tensionales. Otras técnicas involucran la hipnosis, las estimulaciones nerviosas
transcutáneas y estimulación de la columna dorsal.

TRASTORNOS DISOCIATIVOS.
La característica fundamental de los Trastornos Disociativos constituye la
alteración súbita o gradual, transitoria o crónica en la manera habitual de percibir e!
ambiente y el sí mismo a través del compromiso en las funciones de la conciencia, la
memoria y la identidad.
Una característica propia de la normalidad es la capacidad que tienen las
personas de verse a sí mismas como poseedoras de una organización básica y
permanente en el modo de percibir y relacionarse con ellos y con su entorno,
integrando pensamientos, sentimientos y acciones. Esta es la capacidad alterada en
estos trastornos y la alteración puede ser referida como una falta para recordar
determinados hechos, como incapacidad de reconocer la propia identidad.
Los desórdenes considerados bajo el rótulo Trastornos Disociativos del DSM IV
son:
• Amnesia Dísociativa
• Fuga Disociativa
• Trastornos de Identidad Disociativa
• Trastornos de Despersonalización
• Trastornos Disociativos no Especificados

AMNESIA DISOCIATIVA

Se caracteriza por la incapacidad de recordar información personal relevante en


relación a un evento traumático o estresante y que es demasiado extensa o importante

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como para ser explicada por el olvido ordinario, la ingesta de sustancias o una
enfermedad médica. Este cuadro puede ocurrir en cualquier etapa de !a vida, desde la
niñez hasta la ancianidad, siendo su mayor incidencia en la tercera y cuarta décadas
de la vida; constituiría entre el 0.26 y el 1.8 % de los pacientes hospitalizados en un
servicio de psiquiatría general.

Los episodios pueden ser recurrentes en el tiempo y se ha observado que más


de un 40 % de los pacientes que sufren el trastorno presentan historia de 2 o más
episodios. Los síntomas que frecuentemente acompañan la amnesia incluyen
despersonalización, cefaleas, disfunción sexual, somatizaciones, conducta auto
mutiladora y, raramente, psicosis. Los diagnósticos de comorbilidad más frecuentes
son distintos tipos de trastorno de personalidad, principalmente de tipo limítrofe,
cuadros depresivos, abuso de alcohol y otras sustancias y trastornos de conversión.
Respecto del tratamiento se ha discutido mucho y no hay consenso sobre el uso
de fármacos que faciliten la emergencia de recuerdos reprimidos o la recuperación de
la memoria. Se ha planteado el uso de barbitúricos de vida corta o media (tiopental y
amobarbital), así como el uso de benzodiazepinas que pueden ayudar a los pacientes a
recuperar sus recuerdos, ya que estas drogas normalmente producen efectos
amnésicos.

FUGA DISOCIATIVA
Se caracteriza por un súbito e inesperado viaje lejos del lugar de trabajo o
residencia, asociado a una incapacidad para recordar el pasado, confusión sobre la
propia identidad o adopción de una identidad nueva, la cual sólo es parcial y permite al
individuo relacionarse de un modo básico. No hay estadísticas nacionales y se supone
rara su ocurrencia. Si bien, en este cuadro se han identificado agentes estresores
externos como las situaciones de crisis o amenaza, el cuadro se halla
fundamentalmente mediado por factores sicológicas individuales.
La fuga disociativa ocurre principalmente en adultos entre la 2ª y 4ª décadas de
la vida, aún cuando se han descrito en niños de hasta 7 años, su duración va desde
unos pocos días hasta un par de meses; la incidencia por sexos es similar. La
recuperación es absoluta y rápida y suele ocurrir de modo espontáneo.

TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO


Se le considera el más severo y crónico de los trastornos disociativos, aún
cuando su aparición es más bien rara. Se caracteriza por la presencia de 2 o más
identidades o estados de personalidad distintos. Existe una personalidad que domina,
pero nunca tiene acceso a un recuerdo de la otra. La aparición de otra personalidad es
súbita y la nueva asume el control total de la conducta del individuo y el cambio está
estrechamente relacionado con acontecimientos traumáticos. Se supone que tiene baja
incidencia, aún cuando algunos trabajos plantean tasas de 0.5 a 2% de todos los
ingresos a hospitales psiquiátricos. Es más frecuente en mujeres(9:1) y la edad
promedio va entre los 30 y 40 años. Su etiología es desconocida y prácticamente la

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totalidad de los pacientes refiere el antecedente de algún suceso traumático en la
infancia.
La intervención terapéutica más apropiada es la psicoterapia asociada al uso
de fármacos. La meta esencial consiste en reintegrar la personalidad emocional con la
personalidad aparentemente normal, en otras palabras es necesario que los recuerdos
traumáticos sean integrados y asumidos por una personalidad unificada.

TRASTORNO POR DESPERSONALIZACION


Se caracteriza por episodios persistentes y recurrentes de despersonalización,
es decir de la experiencia de separación o extrañeza del propio cuerpo y de uno
mismo. El rasgo esencial es la extrañeza que súbitamente refiere respecto de su propio
cuerpo o parte de el. Como síntoma, la despersonalización es un fenómeno frecuente
en distintas patologías, pero se desconocen cifras epidemiológicas exactas, suele
aparecer en sujetos jóvenes menores de 40 años y parece ser más frecuente en
mujeres que en hombres con una proporción de 2:1.
Lo habitual es que el cuadro se inicie de modo agudo y mas bien en el periodo
de relajación que ha seguido a un estrés agudo. Su curso es crónico con
sintomatología permanente, estable y muy perturbadora, y como habitualmente está
asociado a cuadros ansiosos, suele ser tratado con ansiolíticos, pese a no existir
información consistente que apoye su uso. La indicación de psicoterapia y su resultado
en este trastorno no están claramente precisados y más bien puede relacionarse con la
sintomatología asociada.

Dr. Claudio Fuentealba.


Médico psiquiatra.
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental.
Campus Sur. Universidad de Chile.
2005.

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