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htm

ene 2006
Genes en conflicto

Robert L. Trivers

Licenciado en historia y doctorado en biología por la universidad


de Harvard, actualmente es profesor de antropología y ciencias
biológicas en la Universidad de Rutgers.

Sus investigaciones se centran en la teoría social basada en


selección natural y la biología del gene egoísta. Sus análisis de los
conflictos paterno filiales, el autoengaño, o el altruismo reciproco
son un referente constante en la literatura científica.

Robert Trivers:
Mi llegada a la biología fue algo insólita, porque nunca estudié
biología, incluso hasta llegar a la universidad. Nunca hice cursos
de biología o química, estudiaba historia como asignatura
principal, y quería formarme como abogado. Así que cuando
descubrí la belleza y poder de la lógica darwiniana, y decidí
convertirme en biólogo, sólo tenía experiencia con seres humanos.
E hice lo contrario de lo que se acusa a los biólogos de hacer, es
decir, formar teorías a partir de los animales y aplicarlas al ser
humano. Yo hice lo contrario, mi argumentación va de los
humanos a los animales, así que si tenía una idea sobre las
relaciones entre padres e hijos en nuestra propia especie,
procuraba darle al razonamiento una forma tan general que
pudiera aplicarse a cualquier criatura, incluyendo las plantas.

Bloque 1

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Eduard Punset:
La mayoría de los padres creen que han sido muy justos con sus
hijos, ¿sabes? Que los han tratado equitativamente. Pero cuando
hablas con los hermanos, con los niños, muchas veces hay uno
que piensa que los otros han recibido mejor trato. Así que siempre
me sorprende y… mi pregunta es… ¿es que los niños están
programados para exigirles a los padres más de lo que éstos
pueden darles? ¿O qué sucede? ¿Por qué pasa esto, Robert?

Robert Trivers:
Pues estoy totalmente de acuerdo con los niños en este análisis:
me parece que los padres intentan mostrarse éticamente justos,
quieren creer que tratan a sus hijos por igual, y quieren que sus
hijos así lo crean. Pero, en realidad, su comportamiento
contraviene sus creencias, y los niños suelen percibir con más
precisión el favoritismo hacia uno u otro. Hay varios motivos por
los que puede esperarse que los padres, pese a lo que dicen,
muestren favoritismo. Aunque normalmente los padres estén
emparentados por igual con sus hijos, y por tanto no sea esperable
que los traten con favoritismo por diferencias en el parentesco, en
cualquier caso los hijos presentan habilidades intrínsecas distintas
que pueden afectar su capacidad para engendrar nietos, y por eso
puede haber una selección para que los padres inviertan más en
los descendientes que…

Eduard Punset:
...¿qué se reproduzcan más fácilmente?

Robert Trivers:
Sí, o a veces para compensar un déficit del niño y equipararlo al
estándar, etcétera.
Ahora bien, en cuanto a tu pregunta más general, la verdad es que
sí, creemos que la selección natural hace que los niños, en
general, les exijan a sus padres más inversión parental de la que

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éstos están programados para darles. Y el motivo de esto es que,


de nuevo, el parentesco de los padres respecto a sus distintos
hijos es igual, por lo que valoran su reproducción futura
equitativamente, pero el niño siempre está más emparentado
consigo mismo que con sus hermanos o hermanas. Así que
siempre dice: «¡yo primero!» Y luego, hasta cierto punto, «ahora
estoy dispuesto a considerar a mis hermanos». Pero primero yo.

Eduard Punset:
Esto, este tipo de conflicto social, ha sido tu principal interés
durante muchos años, y has sido uno de los fundadores. Es decir,
si uno mira lo que escribiste y dijiste sobre ello hace años, no cabe
duda de que eres uno de los grandes fundadores de la
sociobiología, junto a Wilson, por ejemplo
Pero ahora se ha producido un cambio radical en tus intereses.
Sigues abordando el conflicto, pero te centras en los agentes de
conflicto, que son distintos. ¿Por qué este cambio? ¿Qué
novedades hay en tu campo de investigación actual?

Robert Trivers:
Hay situaciones en la vida en las que los genes y tú no os ponéis
de acuerdo sobre qué conviene hacer. La selección hace que
algunos genes te empujen en una dirección, y otros en otra. Y en
algunas situaciones puedes experimentar este conflicto
psicológicamente, según parece. Hasta cierto punto, el conflicto
psicológico interior puede…

Eduard Punset:
…reflejar

Robert Trivers:
Sí, puede reflejar un conflicto genético.

Eduard Punset:

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Esto es… bueno… increíble, ¿no? ¡Importante!

Robert Trivers:
Déjame que te ponga un ejemplo. Pongamos que miras a tu prima
hermana y que estás contemplando un posible acto sexual. Pues
bien, sólo estás emparentado con tu prima por una parte del
genoma, imaginemos que es la hija de la hermana de tu padre.
Los genes paternos la verán como emparentada por un cuarto,
mientras que los genes maternos la verán como no emparentada.

Eduard Punset:
¡Claro!

Robert Trivers:
Así que hay situaciones en las que el gen paterno dirá:
«¡adelante!» Bueno, puede ir en cualquier dirección, en función de
lo que supongamos. Puede haber situaciones en las que el gen
materno diga: «adelante, ten relaciones con ella», porque el hecho
de que reduzca su éxito reproductivo no te importa, no estás
emparentado con ella. Así que dirá: «Vaya, es bastante guapa, me
siento atraído por ella». Pero luego habrá una voz interior
moralista que te dirá: «no, no, ¡eso está muy mal! Piensa en los
defectos biológicos que pueden generarse».
Así que hay algunas situaciones como ésta en las que, si
pudiéramos ver cómo se desarrolla el argumento interior sobre los
distintos grados de parentesco, creemos que esto quedaría
plasmado.

Eduard Punset:
Robert, lo que dices es asombroso. Es decir, estoy pensando… al
final, si esto es cierto, ¿significará que hay una base genética,
biológica, para explicar el sufrimiento, por ejemplo, en la
humanidad?

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Robert Trivers:
¡En parte! En parte… Es decir, la cantidad de conflicto interno, de
conflicto psicológico interno… la cantidad de sufrimiento que se
explica por este argumento no está en absoluto clara hoy en día.
Creo que es una minoría, tal vez una pequeña minoría, pero
tendría la forma de un impulso interior que te dice: «actúa así»
mientras otro impulso te dice: «no, ¡no lo hagas!» Pero el
sufrimiento tiene raíces diversas, que incluyen las relaciones entre
padres e hijos, y que también interactúan con la impronta
genómica. Es decir, los padres pueden criarte de un modo que
aumente tu sufrimiento posterior…

Eduard Punset:
¿Como por ejemplo…?

Robert Trivers:
Pues como en el caso de falta de inversión parental combinada
con la creación de la ilusión de que tus padres realmente se
preocupan por ti. Algo que solía ver cuando trabajaba mucho con
las relaciones paterno-filiales era… bueno, algunos padres (por
supuesto, no todos) invertían muy poco en sus hijos en mi opinión,
les preparaban el mínimo de comida, no les prestaban demasiada
atención, etcétera. Pero luego por la noche querían un
comportamiento tranquilizador, agarraban fuerte al niño
diciéndole: «¡mami te quiere muuuucho!» y querían escuchar del
nene un: «¡yo también te quiero!» (TCR: 00:14:04: risas) ¡Menuda
patraña! Y un niño en esta situación no tiene demasiada opción,
¡si se resiste a la poca inversión, puede que tenga todavía menos!

Bloque 2
Eduard Punset:
Una pregunta relacionada que me intriga es… ¿te acuerdas de la
respuesta al Tsunami? ¿la respuesta mundial de la gente…

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Robert Trivers:

Eduard Punset:
…ante la catástrofe? Bueno, pues en ese caso concreto, ¿por qué
tanta gente cooperó con personas distintas, cuyo ADN no
guardaba ningún parentesco con el suyo? Es decir, que no tenían
nada que ver con ellos. ¿Hay una manera biológica de explicarlo?

Robert Trivers:
Creo que la compasión por los demás tiene una larga trayectoria
en la selección.
En primer lugar, como decías, por motivos relacionados con el
parentesco…

Eduard Punset:

Robert Trivers:
Pero también por la relación con otros con los que interactuarás en
el futuro, etcétera. La selección nunca delimitó estrictamente los
límites, así que nos resulta muy fácil, especialmente con los
medios de comunicación de masas, extender nuestros
sentimientos de compasión a gente que está muy, muy lejos de
nosotros en el espacio, el tiempo y la genética. Probablemente no
interactúe jamás en mi vida con alguien de Bande Ache, o como
quiera que se llamara la ciudad arrasada por el mar…

Eduard Punset:

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Robert Trivers:
No obstante, si miro las fotos o leo las descripciones, es como si
hubiera pasado en mi propio barrio. Podría darte una versión
negativa del mismo fenómeno. Cuando escucho cómo los líderes
de mi país cuentan mentiras atroces, y llevan a cabo políticas que
considero vergonzosas, me consumen las fantasías de poder
devolvérselo de algún modo. Querría gritarle a la televisión,
lanzarle un zapato, y a veces lo hago... ¿sabes cuál es mi fantasía?
Mi fantasía es que si el vicepresidente de los Estados Unidos pasa
suficientemente cerca de mí en público, entonces le proferiré un
insulto –tal vez incuso cuestionaré a su madre–; algo que le duela.
¡Porque no tengo ningún modo de reaccionar frente a esta gente
que hace cosas tan perjudiciales! Y podríamos decir que en cierto
modo hacen estas cosas perjudiciales en mi nombre. Así que de
nuevo lo que creo es que mi psique y mis emociones
evolucionaron en un mundo de gente con la que interactuaba
frecuentemente, menos frecuentemente y muy pocas veces, pero
con las que había una mínima interacción. Y había una tendencia
natural a poder reaccionar, algo que de repente se ha reducido,
porque se trata de gente que está lejos de mí en el espacio y el
tiempo, y cuya cercanía sólo imagino a través de la televisión o los
periódicos.

Eduard Punset:
Así que, en realidad, lo que sugieres es que el altruismo recíproco
requiere un castigo para los tramposos, los que hacen trampas.

Robert Trivers:
Tal cual.
Tenemos muchísima susceptibilidad ante los tramposos. Acabo de
volar a Barcelona y, si estoy esperando en una de esas horribles
colas para el control de seguridad de los Estados Unidos, y hay
gente que se salta la cola y se ponen al principio, dentro de mí
crece un enfado enorme, desproporcionado al coste, que es muy
pequeño, pero me resulta exasperante. Y creo que el motivo es
que, si este tipo de trampas se repiten, un día tras otro, un mes

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tras otro, desequilibran las relaciones, y puede suponer un gran


coste en nuestras vidas…

Eduard Punset:
¡Sí!

Robert Trivers:
Así que sentimos emociones muy intensas contra los tramposos, y
tenemos un sentido de la justicia muy fuerte, así como resistencia
ante las situaciones injustas, por lo menos en la medida en la que
esta injusticia nos afecta. Estamos más que dispuestos a tener una
relación injusta en la que es otro el que sufre la injusticia, y
nosotros negamos que es injusto…

Eduard Punset:
Y esto puede tener algo que ver con la sensación que tiene la
gente de la calle hoy en día, porque nuestra organización política,
y a veces la judicial, no castiga suficientemente a los tramposos.
¿No crees?

Robert Trivers:
Bueno, esto sin duda es verdad, para citar ejemplos de mi propio
país, los Estados Unidos, cuando los políticos, como decías, no
castigan a los que hacen trampas dentro de su clase social, o de
su grupo político, es decir, los estafadores o ladrones de su
estirpe; cuando lo toleran felizmente... sí, esto genera aversión en
el resto de nosotros.
Pero también se produce el fenómeno opuesto, sin duda en
EE.UU., donde se castigan excesivamente ciertas categorías de
tramposos. ¡Y ésta es una característica terrible de los Estados
Unidos! ¡Creo que ahora en los Estados Unidos se encarcela más
gente por unidad de población que en cualquier otro país del

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mundo! En el pasado teníamos dos competidores: la Unión


Soviética y Sudáfrica, pero ambos han quedado atrás en su
voluntad de encarcelar a la población.

Eduard Punset:
Para castigar a los tramposos, supuestamente.

Robert Trivers:
Sí, bueno, para mantener… el severo castigo de encarcelarlos. Así
que nos damos un hartazgo de parlotear sobre la libertad a la vez
que tenemos la mayor tendencia de privar a la gente de su
libertad.

Bloque 3
Eduard Punset:
Afirmas que cuanto mejor nos engañemos a nosotros mismos,
mejor engañaremos a los demás. Éste es tu famoso concepto del
autoengaño. ¿A qué te refieres exactamente?

Robert Trivers:
Bueno, déjame darte un poco de contexto. El engaño es inherente
a la vida en todos sus aspectos, es decir, adondequiera que mires,
siempre encontrarás engaños en la naturaleza. Los virus engañan
al sistema inmunitario para entrar en el cuerpo…

Eduard Punset:

Robert Trivers:

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Dentro del genoma, hay ejemplos de genes que fingen ser otra
cosa para conseguir una ventaja y multiplicarse en el genoma. El
engaño entre predadores y presas es común. Y también abunda el
engaño dentro de la misma especie. Ahora bien, dentro de la
misma especie, lo que afirmo es que, si se produce una selección
para que yo te engañe, y una selección para que tú puedas
detectar mi engaño y evitar las consecuencias; entonces puede
haber una selección para que yo esconda mi engaño más
profundamente de tal modo que no lo detectes. Y una manera de
esconder más profundamente un engaño es no ser consciente de
él. Si ahora mismo te miento conscientemente, sobre algo que te
importa especialmente, tal vez te fijarás en mis ojos, en la calidad
de mi voz, en si me sudan las manos, si puedes tocarlas. Pero si ni
siquiera soy consciente de que te estoy mintiendo...

Eduard Punset:
Entonces…

Robert Trivers:
Entonces perderás todas estas pistas para detectar el engaño.
Cuando empezamos a comunicarnos entre nosotros mediante el
lenguaje, evolutivamente aumentaron muchísimo las posibilidades
de engaño, y también las posibilidades de autoengaño.
Así que yo querré presentarte argumentos que parezcan
destinados al bien común, pero que en realidad obedezcan a mis
propios intereses; e intentaré esconder esta contradicción a quien
me escuche. Tenemos una capacidad tremenda de crear sistemas
de creencias sesgadas, en las que pese a todo creemos invertir
sinceramente.
Creo que éste es un aspecto fundamental de la psicología
humana, que conlleva efectos desastrosos en ciertos contextos.
Sobre todo en el terreno de las relaciones internacionales y la
política nacional, esta tendencia a practicar el autoengaño puede
tener consecuencias extremadamente desafortunadas.
En nuestra vida personal, a menudo creo que he practicado el
autoengaño en una relación o relaciones, y tal vez durante un año,

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o dos, o incluso cuatro años. Todo va bien, pero de repente (TCR:


00:17:54: palmada) un día de improviso pasa una calamidad, y
tengo que sentarme totalmente deprimido e intentar reevaluar las
falsedades sobre las que he estado basando mi comportamiento.
Eduard Punset:
Bueno, ¿y qué más sucede con el autoengaño?

Robert Trivers:
Hay un segundo aspecto referente al autoengaño, del que hace
poco que me he percatado, y que estoy empezando a abordar: y
es que mentir conscientemente resulta intrínsecamente agotador
para el cerebro. Consume energía, crea una contradicción en el
cerebro, e internamente puede reducir la capacidad de realizar
tareas cognitivas. Harás peor la tarea después de mentir que si no
hubieras mentido, incluso si la tarea cognitiva no tiene nada que
ver con la mentira.

Eduard Punset:
Entiendo…

Robert Trivers:
Otra característica del autoengaño, creo, es que, al ocultar una
parte de la contradicción en el inconsciente, mitigamos un poco la
presión interna de la propia mentira, así que por lo menos a corto
plazo, el rendimiento cognitivo es mejor en la mentira con
autoengaño que en la mentira consciente. A largo plazo, la cosa
cambia, porque no ser consciente de una mentira puede tener
efectos diversos: no eres consciente de otras cosas; a la larga
puede desencadenarse un desastre. Pero por ahora, para la
mayoría de la gente es tan difícil mentir durante un período de
tiempo sostenido, y ser consciente de esta mentira, que ocultar
parte de la contradicción atenúa la presión cerebral. Así que si se
le pide a alguien que haga una tarea cognitiva no relacionada
después, lo hará mejor que si miente conscientemente.

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Eduard Punset:
De modo que es mejor mentir inconscientemente si puedes
hacerlo sólo durante un tiempo…

Robert Trivers:
Sí. Para resumir ambos argumentos, creo que el autoengaño
evoluciona para que el engaño a los demás sea más eficaz; y para
que el engaño a los demás resulte menos costoso
momentáneamente, cognitivamente.

Bloque 4

Eduard Punset:
Hay una cosa fascinante e imprevista en tus estudios más
recientes, sobre la simetría.

Robert Trivers:

Eduard Punset:
Para resumir, lo que me impresiona es que, corrígeme si me
equivoco, las chicas que tienen las orejas simétricas, la una
exactamente igual que la otra, tienden a sostener a sus bebés
poniendo la cabeza del bebé en su brazo izquierdo, y afirmas que
lo hacen para que vaya desde el oído izquierdo a la zona derecha
del cerebro donde residen las emociones, o algo así. Y, bueno...
¿está probado estadísticamente? ¿Es algo para pensar? ¿O es pura
casualidad?

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Robert Trivers:
Bueno, otra explicación que se dio fue: de acuerdo, el corazón de
la madre está aquí, al bebé le reconforta su latido, tal vez desde
que estaba en el útero, así que es el lugar natural para acunarlo.
Pero el argumento de la simetría apunta a lo que has mencionado,
y es que es mucho más importante con qué parte del cerebro te
estás comunicando. Cuando el niño está a la izquierda, el oído
izquierdo es el primero que va directamente al hemisferio derecho
del cerebro; lo mismo sucede con la visión, que se divide en dos:
todo lo que está en la parte izquierda del campo visual va a la
parte derecha del cerebro, y viceversa. Y sabemos que la parte
derecha del cerebro está especializada en la interpretación de
estímulos emocionales. Pero, ¿por qué –te preguntarás– las orejas
asimétricas hacen que esto ya no funcione?

Eduard Punset:
¡Claro!

Robert Trivers:
Se trata de una hipótesis que no se ha demostrado y que tal vez
no sea verdad, pero imaginamos que es porque la asimetría –la
falta de simetría– constituye una medida de inestabilidad en el
desarrollo, que definiré en un momento. Creemos que si tienes las
orejas asimétricas, tu oído interior también será menos estable en
su desarrollo, y es menos probable que tengas las conexiones
adecuadas, digamos. Por decirlo brevemente y sin demasiada
precisión…
De modo que creo que la simetría no sólo mide la propia simetría
sino hasta qué punto el genoma es estable en su desarrollo. Y, si
soy simétrico, es más probable que mi corazón tenga exactamente
la forma adecuada, y mi coloración facial, los colores específicos
de mi rostro, sean los óptimos. Lo hemos demostrado, por cierto…
si tomas 20 fotos en color de rostros de personas, digamos 20
mujeres, y mides el grado de simetría, pero luego retocas cada
foto con un programa informático para que sean igualmente
simétricas, pero sin embargo mantienes la misma coloración

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facial, y luego les muestras las fotos a la gente.... resulta que de


nuevo (aunque no tan marcadamente, porque hemos eliminado la
simetría), pero de nuevo preferirán el rostro de la persona que era
simétrica antes de retocar las fotos.

Eduard Punset:
Increíble, ¿no?

Robert Trivers:
Bueno, déjame que te dé los resultados más recientes, que estoy
convencido que le gustarán al público de habla hispana, porque
tratan sobre el baile. Acabamos de demostrarlo, pronto se
publicará... hemos utilizado cámaras de captura del movimiento
para captar el baile de jóvenes jamaicanos. Los jamaicanos adoran
el baile y bailan muy bien, se utiliza en el cortejo. Y tenemos estas
cámaras de control de movimientos, con una serie de reflectores
en la gente, cámaras por toda la habitación, utilizamos una luz,
sus reflejos, y hay ordenadores que lo integran todo. Al final
obtenemos un conjunto de puntos, el ordenador crea una figura
que parece un humano, y acabas con el monigote bailando... baila
igual que un humano, pero se ha eliminado a la persona.
Y ahora, si muestras las imágenes de las figuras que bailan, todas
las figuras son idénticas, hemos eliminado las diferencias en la
apariencia…

Eduard Punset:
La apariencia…

Robert Trivers:
...etcétera, lo único que tenemos, lo que hemos destilado, es el
propio baile. Si ahora volvemos a mostrárselo a la misma
población jamaicana un año después, no pueden reconocer a las
personas, aciertan el sexo algunas veces, y a las mujeres se les da
mejor discriminar el sexo del bailarín que a los hombres... pero he
aquí el resultado interesante: en ambos sexos, si eres más

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simétrico, bailas mejor, y el efecto es contundente, especialmente


para los hombres. Es decir, los hombres simétricos son en un 50%
mejor bailarines según la escala que utiliza la gente para puntuar.

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