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Esquizofrenia y delirio

La esquizofrenia y el delirio son trastornos diferentes que pueden compartir ciertas


características como la paranoia, la desconfianza y el pensamiento irreal.
Sin embargo, la esquizofrenia es un trastorno mental grave y relativamente frecuente que se
asocia con la psicosis (una pérdida de contacto con la realidad) y una disminución en el
desarrollo general de funciones. En cambio, el trastorno delirante es más raro y produce una
incapacidad parcial o más circunscrita.

Esquizofrenia

La esquizofrenia es un trastorno mental grave caracterizado por una pérdida de contacto con la
realidad (psicosis), alucinaciones, delirios (creencias falsas), pensamiento anormal y alteración
del funcionamiento social y laboral.
La esquizofrenia es un problema de salud pública de primera magnitud en todo el mundo. La
prevalencia de la esquizofrenia en el mundo parece ser algo menor del uno por ciento, aunque se
han identificado zonas de mayor o menor prevalencia. En algunos países, las personas con
esquizofrenia ocupan alrededor del 25 por ciento de las camas de hospital.
La esquizofrenia tiene una mayor prevalencia que la enfermedad de Alzheimer, la diabetes o la
esclerosis múltiple.
Hay varios trastornos que comparten características con la esquizofrenia. Los trastornos que se
parecen a la esquizofrenia pero en los cuales los síntomas han estado presentes menos de 6
meses, se llaman trastornos esquizofreniformes. Los trastornos en los cuales los episodios de
síntomas psicóticos duran al menos un día pero menos de un mes se llaman trastornos psicóticos
breves. Un trastorno caracterizado por la presencia de síntomas del humor, como la depresión o
la manía, junto con otros síntomas típicos de la esquizofrenia se llama trastorno esquizoafectivo.
Un trastorno de la personalidad que puede compartir síntomas de la esquizofrenia pero en el cual
los síntomas no son tan graves como para reunir los criterios de psicosis, se llama trastorno
esquizotípico de la personalidad.

Causas

Aunque la causa específica de la esquizofrenia es desconocida, el trastorno tiene claramente una


base biológica. Muchas autoridades en la materia aceptan un modelo de “vulnerabilidad al
estrés”, en el cual se considera la esquizofrenia como un fenómeno que se produce en personas
biológicamente vulnerables. Se desconoce lo que hace a una persona vulnerable a la
esquizofrenia, pero pueden estar incluidas la predisposición genética, los problemas que
ocurrieron antes, durante o después del nacimiento o una infección vírica del cerebro. En general
pueden indicar vulnerabilidad, dificultad para procesar la información, incapacidad para prestar
atención, dificultad para comportarse de modo socialmente aceptable e imposibilidad de
enfrentarse a los problemas. En este modelo, el estrés ambiental, como acontecimientos
estresantes de la vida o problemas de abusos de sustancias tóxicas, desencadenan el inicio y la
reaparición de la esquizofrenia en los individuos vulnerables.

Síntomas

La esquizofrenia comienza más frecuentemente entre los 18 y los 25 años en los hombres y entre
los 26 y los 45 en las mujeres. Sin embargo, no es infrecuente que comience en la niñez o en la
adolescencia temprana. La instalación puede ser súbita, en el curso de días o semanas, o lenta e
insidiosa, a lo largo de años.
La gravedad y el tipo de sintomatología puede variar significativamente entre diferentes personas
con esquizofrenia. En conjunto, los síntomas se agrupan en tres categorías mayores: delirios y
alucinaciones, alteración del pensamiento y conducta inhabituales y síntomas negativos o por
déficit. Una persona puede tener síntomas de uno o de los tres grupos. Los síntomas son lo
suficientemente graves como para interferir con la capacidad de trabajo, de relación con la gente
y del propio cuidado.
Los delirios son creencias falsas que generalmente implican una mala interpretación de las
percepciones o de las experiencias. Por ejemplo, las personas con esquizofrenia pueden
experimentar delirios persecutorios, creyendo que están siendo atormentadas, seguidas,
engañadas o espiadas. Pueden tener delirios de referencia, creyendo que ciertos pasajes de los
libros, de los periódicos o de las canciones se dirigen específicamente a ellas. Estas personas
pueden tener delirios de robo o de imposición del pensamiento, creyendo que otros pueden leer
sus mentes, que sus pensamientos son transmitidos a otros o que sus pensamientos e impulsos
les son impuestos por fuerzas externas. Pueden ocurrir alucinaciones de sonidos, de visiones, de
olores, de gustos o del tacto, aunque las alucinaciones de sonidos (alucinaciones auditivas) son
de lejos las más frecuentes. Una persona puede “oír” voces que comentan su comportamiento,
que conversan entre ellas o que hacen comentarios críticos y abusivos.
La alteración del pensamiento consiste en el pensamiento desorganizado, que se hace patente
cuando la expresión es incoherente, cambia de un tema a otro y no tiene ninguna finalidad. La
expresión puede estar levemente desorganizada o ser completamente incoherente e
incomprensible. El comportamiento inhabitual puede tomar la forma de simplezas de carácter
infantil, agitación o apariencia, higiene o conducta inapropiadas. El comportamiento motor
catatónico es una forma extrema de conducta inhabitual en la que una persona puede mantener
una postura rígida y resistirse a los esfuerzos para moverla o, por el contrario, mostrar actividad
de movimientos sin estímulo previo y sin sentido.
Los síntomas negativos o por déficit de la esquizofrenia incluyen frialdad de emociones, pobreza
de expresión, anhedonía y asocialidad. La frialdad de emociones es una disminución de éstas. La
cara de la persona puede parecer inmóvil; hace poco contacto visual y no expresa emociones. No
hay respuesta ante situaciones que normalmente harían a una persona reír o llorar. La pobreza
de expresión es una disminución de pensamientos reflejada en que la persona habla poco. Las
respuestas a las preguntas pueden ser concisas, una o dos palabras, dando la impresión de vacío
interior. La anhedonía es una disminución de la capacidad de experimentar placer; la persona
puede mostrar poco interés en actividades anteriores y pasa más tiempo en actividades inútiles.
La asocialidad es la falta de interés en relacionarse con otras personas. Estos síntomas
negativos están a menudo asociados a una pérdida general de la motivación, del sentido de
proyecto y de las metas.

Tipos de esquizofrenia

Algunos investigadores creen que la esquizofrenia es un trastorno aislado, mientras que otros
creen que es un síndrome (un conjunto de síntomas) basados en numerosas enfermedades
subyacentes. Se han propuesto subtipos de esquizofrenia en un esfuerzo de clasificar a los
pacientes dentro de grupos más uniformes. Sin embargo, en un mismo paciente, el subtipo puede
variar a lo largo del tiempo.
La esquizofrenia paranoide está caracterizada por una preocupación por delirios o alucinaciones
auditivas; la expresión desorganizada y las emociones inadecuadas están menos marcadas. La
esquizofrenia hebefrénica o desorganizada se caracteriza por expresión desorganizada,
comportamiento desorganizado y emociones disminuidas o inapropiadas. La esquizofrenia
catatónica se caracteriza por síntomas físicos como la inmovilidad, la actividad motora excesiva o
la adopción de posturas inhabituales. La esquizofrenia indiferenciada se caracteriza a menudo
por síntomas de todos los grupos: delirios y alucinaciones, alteración del pensamiento y conducta
inhabitual y síntomas negativos o por déficit.
Más recientemente, se ha clasificado la esquizofrenia de acuerdo a la presencia y gravedad de
los síntomas negativos o por déficit. En las personas con el subtipo negativo o deficitario de
esquizofrenia son predominantes los síntomas negativos, como la frialdad de las emociones, la
ausencia de motivación y la disminución del sentido de proyección. En las personas con
esquizofrenia no deficitaria o paranoide, predominan los delirios y las alucinaciones, pero en
raras ocasiones pueden presentarse unos pocos síntomas negativos. En conjunto, las personas
con esquizofrenia no deficitaria tienden a ser menos gravemente discapacitadas y responden
mejor al tratamiento.

Diagnóstico

No existe una prueba diagnóstica definitiva para la esquizofrenia. El psiquiatra realiza el


diagnóstico basándose en una evaluación del historial de la persona y de su sintomatología. Para
establecer el diagnóstico de esquizofrenia, los síntomas deben durar por lo menos 6 meses y
asociarse con deterioro significativo del trabajo, los estudios o del desarrollo social. La
información procedente de la familia, amigos o profesores con frecuencia es importante para
establecer cuándo comenzó la enfermedad.
El médico deberá descartar la posibilidad de que los síntomas psicóticos del paciente estén
causados por un trastorno afectivo. Con frecuencia se realizan análisis de laboratorio para
descartar el abuso de sustancias tóxicas o un trastorno subyacente de tipo endocrino o
neurológico que pueda tener algunas características de psicosis. Ejemplos de este tipo de
trastornos son los tumores cerebrales, la epilepsia del lóbulo temporal, las enfermedades
autoinmunes, la enfermedad de Huntington, las enfermedades hepáticas y las reacciones
adversas a los medicamentos.
Las personas con esquizofrenia tienen anormalidades cerebrales que pueden ser vistas en una
tomografía computadorizada (TC) o en una resonancia magnética (RM). Sin embargo, los
defectos no son lo suficientemente específicos para ayudar al diagnóstico de esquizofrenia en un
paciente aislado.

Pronóstico

A corto plazo (1 año), el pronóstico de esquizofrenia está íntimamente relacionado con el grado
de fidelidad que guarda la persona al plan de tratamiento farmacológico. Sin tratamiento
farmacológico, del 70 al 80 por ciento de las personas que han experimentado un episodio de
esquizofrenia presentan durante los siguientes 12 meses un nuevo episodio. La administración
continuada de fármacos puede reducir a cerca del 30 por ciento la proporción de recaídas.
A largo plazo, el pronóstico de la esquizofrenia varía. En general, un tercio de los casos consigue
una mejoría significativa y duradera, otro tercio mejora en algún grado con recaídas intermitentes
y una incapacidad residual y otro tercio experimenta una incapacidad grave y permanente. Son
factores asociados a un buen pronóstico el comienzo repentino de la enfermedad, que comience
en la edad adulta, un buen nivel de capacidad y de formación previo y el subtipo paranoide o no
deficitario. Los factores asociados con un mal pronóstico incluyen comienzo a edad temprana, un
pobre desarrollo social y profesional previo, una historia familiar de esquizofrenia y el subtipo
hebefrénico o el deficitario.
La esquizofrenia tiene un riesgo asociado de suicidio del 10 por ciento. En promedio, la
esquizofrenia reduce en 10 años la esperanza de vida.

Tratamiento

Los objetivos generales del tratamiento son los siguientes: reducir la gravedad de los síntomas
psicóticos, prevenir la reaparición de los episodios sintomáticos y el deterioro asociado del
funcionamiento del individuo y suministrar un apoyo que permita al paciente un funcionamiento al
máximo nivel posible. Los fármacos antipsicóticos, la rehabilitación y las actividades con apoyo
comunitario y la psicoterapia son los tres principales componentes del tratamiento.
Los fármacos antipsicóticos pueden ser eficaces para reducir o eliminar síntomas como los
delirios, las alucinaciones y el pensamiento desorganizado. Una vez que los síntomas del brote
agudo han desaparecido, el uso continuado de los fármacos antipsicóticos reduce
sustancialmente la probabilidad de episodios futuros. Desafortunadamente, los fármacos
antipsicóticos tienen efectos adversos significativos como sedación, rigidez muscular, temblores y
aumento de peso. Estos fármacos pueden también causar discinesia tardía, movimientos
involuntarios frecuentemente de los labios y de la lengua o contorsiones de los brazos o de las
piernas. La discinesia tardía puede mantenerse incluso después de interrumpirse la
administración del fármaco. Para estos casos persistentes no existe tratamiento eficaz.
Cerca del 75 por ciento de las personas con esquizofrenia responde a los fármacos antipsicóticos
convencionales, como la clorpromacina, la flufenacina, el haloperidol o la tioridacina. Más de la
mitad del 25 por ciento restante puede responder a un fármaco antipsicótico relativamente nuevo
llamado clozapina. Como la clozapina puede tener graves efectos secundarios, como
convulsiones o depresión de la médula ósea potencialmente mortal, se usa generalmente sólo
para los pacientes que no han respondido a los otros fármacos. Se deben hacer recuentos
semanales de glóbulos blancos (leucocitos) a las personas que toman clozapina. Hay
investigaciones en curso para identificar nuevos fármacos que no tengan los potencialmente
graves efectos secundarios de la clozapina. La risperidona está también disponible y varios otros
fármacos están en preparación.
La rehabilitación y las actividades de apoyo están dirigidas a enseñar las destrezas necesarias
para convivir en la comunidad. Estas destrezas permiten a las personas con esquizofrenia
trabajar, hacer compras, cuidar de sí mismas, mantener una casa y relacionarse con otras
personas. Aunque puede ser necesaria la hospitalización durante las recaídas graves y la
hospitalización forzosa puede ser necesaria si la persona representa un peligro para sí misma o
para otros, el objetivo general es conseguir que las personas con esquizofrenia vivan dentro de la
comunidad. Para conseguir este objetivo algunas personas pueden necesitar vivir en
apartamentos supervisados o en grupos con alguien que pueda asegurar que tomen la medicación
prescrita.
Un pequeño número de personas con esquizofrenia son incapaces de vivir independientemente,
bien porque tienen síntomas de irresponsabilidad grave o porque no poseen las destrezas
necesarias para vivir dentro de la comunidad. Estas personas necesitan una atención continuada
en un ambiente seguro con apoyo.
La psicoterapia es otro aspecto importante del tratamiento. Generalmente, el objetivo de la
psicoterapia es establecer una relación de colaboración entre el paciente, la familia y el médico.
De ese modo, el paciente puede comprender y aprender a manejar su enfermedad, a tomar los
fármacos antipsicóticos como se le han prescrito y a tratar las situaciones estresantes que
puedan agravar la enfermedad.

Delirio

El delirio se caracteriza por la presencia de una o más creencias falsas que persisten por lo
menos un mes.
Al contrario que la esquizofrenia, el delirio es relativamente infrecuente y el funcionamiento de la
persona está menos alterado. El trastorno afecta por primera vez a las personas generalmente en
la edad adulta media o avanzada.
Los delirios tienden a incluir situaciones que podrían ocurrir en la vida real, como ser perseguido,
envenenado, infectado, amado a distancia o engañado por una esposa o amante. Se reconocen
varios subtipos de trastorno delirante.
En el subtipo erotomaníaco, el tema central del delirio es que otra persona está enamorada del
paciente. Suelen ser corrientes los esfuerzos por contactar con la persona objeto del delirio a
través de llamadas telefónicas, cartas o incluso vigilarla y estar al acecho. El comportamiento en
relación con el delirio puede crear conflictos con la ley.
En el subtipo grandioso, la persona está convencida de que tiene algún gran talento o de que ha
realizado algún descubrimiento importante.
En el subtipo de celos, la persona está convencida de que el cónyuge o el amante le son infieles.
Esta creencia está basada en interpretaciones incorrectas apoyadas en “evidencias” dudosas. En
tales circunstancias, la agresión física puede representar un peligro real.
En el subtipo persecutorio, la persona cree que es objeto de un complot, espiada, difamada u
hostilizada. La persona puede realizar repetidos intentos de obtener justicia apelando a los
tribunales y otras instancias públicas. Puede surgir la violencia como venganza a la persecución
imaginaria.
El subtipo somático implica una preocupación por la función del cuerpo o de ciertos atributos,
como imaginar una deformidad física, un olor o una parasitosis.
Síntomas y diagnóstico

Un delirio puede surgir a partir de un preexistente trastorno paranoide de la personalidad.


Comenzando en la edad adulta temprana, las personas con un trastorno paranoide de la
personalidad se muestran impregnadas de una desconfianza y de una sospecha de los demás y
de sus motivaciones. Los primeros síntomas incluyen el sentirse explotado, estar preocupado por
la lealtad o confianza de los amigos, ver amenazas en sucesos o comentarios bienintencionados,
mantener rencores mucho tiempo y responder vivamente a lo interpretado como desprecio.
Después de haber descartado otras condiciones específicas asociadas, el médico basa el
diagnóstico de delirio principalmente en la historia personal. Es particularmente importante para
el médico establecer el nivel de peligrosidad, particularmente la determinación de la persona de
llegar al acto en sus delirios.

Pronóstico y tratamiento

El delirio no conduce generalmente a una incapacidad o a cambios graves en la personalidad. Sin


embargo, la persona puede integrarse cada vez más en su delirio. La mayoría de las personas
puede continuar trabajando.
En el tratamiento del trastorno delirante ayuda la buena relación médico-paciente. Puede
necesitarse la hospitalización si el médico cree que el paciente es peligroso. Generalmente, no se
utilizan los fármacos antipsicóticos pero son eficaces en ocasiones para suprimir los síntomas.
Un objetivo de tratamiento a largo plazo es desviar el foco de atención del delirio hacia un área
más constructiva y gratificante, aunque ello es frecuentemente difícil de conseguir.

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