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Los hongos que infectan la piel (dermatófitos) viven sólo en la capa más externa de la piel
(estrato córneo) y no penetran más profundamente. Algunas infecciones micóticas no producen
síntomas o sólo provocan una pequeña irritación, descamación y enrojecimiento. Otras
infecciones micóticas causan prurito, inflamación, ampollas y una grave descamación.
Los hongos suelen establecerse en áreas húmedas del cuerpo donde rozan dos superficies
cutáneas: entre los dedos de los pies, en las ingles y bajo las mamas. Las personas obesas son
más propensas a sufrir estas infecciones porque poseen muchos pliegues cutáneos.
Por extraño que parezca, las infecciones micóticas en una parte del cuerpo pueden causar
erupciones en otras partes no infectadas. Por ejemplo, una infección micótica en el pie puede
causar una erupción abultada y pruriginosa en los dedos. Estas erupciones (dermatofítides o
erupciones “ide”) representan reacciones alérgicas al hongo.
Los médicos pueden sospechar la presencia de hongos cuando aprecian una erupción roja e
irritada en una de las áreas frecuentemente afectadas. Habitualmente el médico puede confirmar
el diagnóstico raspando una pequeña porción de piel para examinarla al microscopio o colocarla
en un medio de cultivo que hará crecer los hongos de modo que sea posible identificarlos.
Tiña
La tiña es una infección micótica de la piel causada por diferentes hongos y que generalmente se
clasifica según su localización en el cuerpo.
El pie de atleta (tiña de los pies) es una infección micótica frecuente que suele aparecer durante
los meses cálidos. Es causada habitualmente tanto por Trichophyton como por Epidermophyton,
hongos que pueden crecer en los espacios interdigitales calientes y húmedos de los pies. El
hongo puede producir una descamación muy ligera sin presentar otros síntomas o bien una
descamación más importante con una erupción pruriginosa, dolorosa y que deja la piel en carne
viva entre los dedos y a los lados de los pies. También pueden formarse ampollas llenas de
líquido. Como el hongo puede causar la rotura de la piel, el pie de atleta puede comportar una
infección bacteriana, especialmente en personas mayores e individuos con inadecuada irrigación
sanguínea de los pies.
El picor del suspensor (tiña inguinal) puede estar causada por varios hongos y levaduras. Es
mucho más frecuente en varones que en mujeres y suele aparecer durante los meses cálidos. La
infección produce áreas rojas y anulares, a veces con formación de pequeñas ampollas en la piel
que rodea las ingles y en la parte superior de la cara interna de los muslos. Este proceso puede
provocar picor intenso e incluso ser doloroso. Es frecuente la recidiva, ya que los hongos pueden
persistir indefinidamente sobre la piel. Incluso con un tratamiento apropiado, las personas
susceptibles pueden presentar infecciones repetidas.
La tiña del cuero cabelludo está causada por Trichophyton o por otro hongo llamado Microsporum.
La tiña del cuero cabelludo es altamente contagiosa, especialmente entre los niños. Puede
producir una erupción roja descamativa más bien pruriginosa, o si no placas de calvicie sin
erupción.
La tiña de las uñas es una infección causada por Trichophyton. El hongo penetra en la parte
recién formada de la uña produciendo engrosamiento, pérdida de brillo y deformación de la
misma. Esta infección es mucho más frecuente en las uñas de los pies que en las de las manos.
Una uña infectada puede desprenderse del dedo del pie, quebrarse o descamarse.
La tiña corporal también está causada por Trichophyton. La infección generalmente produce una
erupción de color rosa o roja que en ocasiones forma placas redondeadas con zonas claras en el
centro. La tiña corporal puede desarrollarse en cualquier parte de la piel.
La tiña de la barba se presenta en raras ocasiones. La mayoría de las infecciones cutáneas
localizadas en la zona de la barba están causadas por bacterias y no por hongos.
Tratamiento
La mayoría de las infecciones micóticas de la piel, excepto las del cuero cabelludo y de las uñas,
son leves y a menudo curan con cremas de antimicóticos. Existen muchas cremas antifúngicas
eficaces que pueden adquirirse sin necesidad de prescripción médica. Generalmente, los polvos
antimicóticos no dan buenos resultados en el tratamiento de estas infecciones. Los principios
activos de las medicaciones antifúngicas son el miconazol, clotrimazol, econazol y ketoconazol.
Habitualmente, las cremas se aplican dos veces al día y el tratamiento debería prolongarse por lo
menos de 7 a 10 días después de que la erupción haya desaparecido por completo. Si se
interrumpe la aplicación de la crema con demasiada prontitud, la infección puede no haberse
erradicado completamente y la erupción reaparecerá.
Pueden transcurrir varios días antes de que las cremas antifúngicas surtan efecto. Mientras tanto,
suelen utilizarse cremas con corticosteroides para aliviar el picor y el dolor. La hidrocortisona en
dosis reducidas es un fármaco de venta libre; los corticosteroides más potentes requieren
prescripción facultativa.
Ante infecciones más graves o pertinaces, el médico puede prescribir terapia con griseofulvina
durante varios meses, en ocasiones combinada con cremas antifúngicas. La griseofulvina, de
administración oral, es muy eficaz, pero puede causar efectos colaterales como dolor de cabeza,
trastornos gástricos, fotosensibilidad, erupciones, tumefacciones y reducción del número de
glóbulos blancos. Tras la interrupción del tratamiento con griseofulvina, la infección puede
reaparecer. El médico también puede prescribir ketoconazol para tratar las infecciones micóticas
de la piel. Al igual que la griseofulvina, el ketoconazol por vía oral puede presentar importantes
efectos colaterales, como por ejemplo trastornos hepáticos.
El hecho de mantener las zonas infectadas limpias y secas ayuda a evitar la aparición de nuevas
infecciones fúngicas y favorece la curación de la piel. Las áreas infectadas deberían lavarse
frecuentemente con agua y jabón y luego cubrirse con polvos de talco. A menudo los médicos
recomiendan evitar los polvos que contengan almidón de maíz porque pueden favorecer el
crecimiento fúngico.
Si una infección micótica de la piel supura, es posible que también haya podido desarrollarse una
infección bacteriana. Esta infección puede requerir tratamiento con antibióticos. Algunos médicos
prescriben antibióticos que pueden ser aplicados directamente sobre la piel; otros prefieren
antibióticos que deben ser administrados por vía oral. La solución de Burow diluida o el ungüento
de Whitfield (ambos de venta libre) también pueden ser utilizados para secar la piel que supura.
Candidiasis
La candidiasis (infección por levaduras, moniliasis) es una infección producida por levaduras de
Candida, antes denominada Monilia.
Candida suele infectar la piel y las membranas mucosas, como las que recubren la boca y la
vagina. En raras ocasiones, invade tejidos más profundos como la sangre, causando una
candidiasis sistémica que amenaza la vida del paciente. Esa infección mucho más grave es más
frecuente en personas inmunodeprimidas (por ejemplo, enfermos de SIDA o pacientes tratados
con quimioterapia).
Candida es un residente normal del tracto digestivo y de la vagina, que por lo general no causa
ningún daño. Cuando las condiciones ambientales son particularmente favorables (por ejemplo,
en un clima cálido y húmedo) o cuando las defensas inmunitarias de una persona están
debilitadas, la levadura puede infectar la piel. Al igual que los dermatófitos, el crecimiento de
Candida se ve favorecido en ambientes húmedos y cálidos. Algunas veces, los pacientes tratados
con antibióticos padecen una infección por Candida debido a que los antibióticos eliminan las
bacterias que residen normalmente en los tejidos, lo cual permite que Candida crezca de forma
incontrolada. Los corticosteroides o la terapia inmunodepresora que sigue al trasplante de un
órgano pueden también reducir las defensas del organismo contra las infecciones por levaduras.
También las mujeres embarazadas, los obesos y los diabéticos presentan mayor susceptibilidad a
la infección por Candida.
Síntomas
Diagnóstico
Por lo general, el médico puede identificar una infección por Candida observando su erupción
característica o bien el residuo espeso, blanco y pastoso que suele generar. Para efectuar el
diagnóstico, el médico puede realizar un raspado de una parte de la piel lesionada o del residuo
con un escalpelo o un depresor de lengua. Entonces la muestra es examinada al microscopio o
depositada en un medio de cultivo para identificar la causa de la infección.
Tratamiento
Por lo general, las infecciones cutáneas por Candida curan fácilmente con cremas o lociones
medicamentosas. Los médicos a menudo recomiendan una crema con nistatina para tratar las
infecciones cutáneas, vaginales y del pene; la crema se aplica habitualmente dos veces al día
durante 7 a 10 días. Los medicamentos para tratar las infecciones por levaduras de la vagina o
del ano están disponibles también en forma de supositorios. Los medicamentos específicos para
las aftas deben ser administrados en forma de líquido para enjuagar toda la boca y luego
escupirlo, o bien como un comprimido que se disuelve lentamente en la boca. En ocasiones, para
las infecciones cutáneas se utilizan ungüentos con corticosteroides como la hidrocortisona, junto
a cremas antifúngicas, debido a que los ungüentos calman rápidamente el picor y el dolor (a
pesar de que no ayudan a curar la infección en sí misma).
Mantener la piel seca ayuda a eliminar la infección y previene la reaparición del hongo. Los
simples polvos de talco o los que contienen nistatina pueden ayudar a mantener seca la zona
superficial.
Pitiriasis versicolor
La pitiriasis versicolor es una infección fúngica que causa placas de un color que va de blanco a
pardusco sobre la piel.
La infección es bastante frecuente, especialmente en los adultos jóvenes. Raramente causa dolor
o picor, pero impide el bronceado de las zonas de piel afectadas, formando placas. Las personas
con piel naturalmente oscura pueden advertir la presencia de placas claras y, las de piel clara,
pueden presentar placas oscuras. Las placas suelen localizarse en el pecho o la espalda y
pueden descamarse ligeramente. Con el paso del tiempo, estas pequeñas áreas pueden juntarse
para formar placas extensas.
Diagnóstico y tratamiento
Se diagnostica la pitiriasis versicolor por el aspecto que presenta. El médico puede utilizar la luz
ultravioleta para poner en evidencia la infección o bien puede examinar al microscopio muestras
de raspados de la zona infectada. Los champús anticaspa, como el sulfuro de selenio al 1 por
ciento, suele curar la pitiriasis versicolor. Estos champúes se aplican sin diluir sobre las zonas
afectadas (incluyendo el cuero cabelludo) antes de acostarse, se dejan toda la noche y se lavan
por la mañana. El tratamiento suele prolongarse durante 3 o 4 noches. Las personas que
presentan irritaciones cutáneas por este tratamiento pueden limitar el tiempo de exposición de su
piel al champú entre 20 y 60 minutos, o bien pueden recurrir a medicamentos con receta.
Es posible que la piel no vuelva a recuperar su pigmentación normal hasta muchos meses
después de la desaparición de la infección. El proceso reaparece con frecuencia incluso después
de un tratamiento satisfactorio porque el hongo que lo causa es un huésped normal de la piel. Si
reaparecen las lesiones, debe repetirse el tratamiento.