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Capítulo 2. 6.

Patología
pleural
5. HEMOTÓRAX

Es la presencia de una cantidad importante de sangre en la cavidad


pleural. El líquido tiene aspecto de sangre y el hematocrito del LP debe
ser igual o mayor del 15% o al menos el 50% del sanguíneo. La
etiología se recoge en la Tabla 8; la más frecuente es la resultante de
traumatismos torácicos cerrados o penetrantes. La segunda causa es la
iatrogenia, como consecuencia de la perforación de un vaso durante la
colocación de vías centrales yugulares o subclavias, tras una aortografía,
incluso tras toracocentesis o biopsia pleural. El hemotórax espontáneo
es muy infrecuente, puede deberse a rotura de malformaciones como
fístulas arteriovenosas pulmonares o secuestros, en el curso de
tratamiento anticoagulante o ruptura de aneurismas de aorta. Es posible
que la sangre coagule al llegar al espacio pleural, pero el batido que
provoca el movimiento del corazón y los pulmones hace que se deposite
la fibrina y parte quede líquida, dando lugar a un derrame tabicado.

El diagnóstico debe sospecharse en cualquier paciente con traumatismo


torácico cerrado (sobre todo si se acompaña de fracturas costales con
desplazamiento) o penetrante que presenta DP radiográfico.
Inicialmente pueden pasar desapercibidas en una radiografía de tórax
pequeñas cantidades de sangre, por lo que se aconseja seguimiento
radiográfico en las siguientes 3-6 h tras el accidente para valorar la
aparición o crecimiento del DP.

Una vez hecho el diagnóstico, está indicada la colocación de un drenaje


torácico permanente para evacuar la sangre de la cavidad pleural y para
controlar el sangrado. La consecuencia inmediata de la colocación de un
drenaje torácico es un ligero incremento de la presión pleural negativa,
pero esto tiene escasa repercusión en aumentar la cuantía del sangrado.
Los tubos deben ser de calibre grueso (36-40 F) para evitar la
obstrucción de los mismos por coágulos. Si se sospecha taponamiento
cardíaco, lesión de grandes vasos, rotura bronquial o hay hemorragia
grave persistente (sangrado mayor de 200 ml/h) está indicada la
toracotomía. Una vez se ha drenado el hemotórax, el tubo torácico debe
retirarse lo antes posible para evitar la contaminación del espacio
pleural. En caso de que quedaran dentro de la cavidad pleural coágulos,
puede intentarse la limpieza de la misma mediante la administración
intrapleural de fibrinolíticos (estreptoquinasa o uroquinasa), bien a
través del mismo tubo de drenaje o bien mediante videotoracoscópia.
Dado que hasta el 4% de pacientes con hemotórax desarrollan empiema,
se aconseja la administración de antibioterapia profiláctica con un
antibiótico de amplio espectro como las Cefalosporina. En caso de que
no haya existido un drenaje y limpieza adecuados de la cavidad pleural
puede desarrollarse un fibrotórax con la consiguiente repercusión
funcional que puede precisar decorticación. Antes de decidir la
decorticación es conveniente esperar varios meses puesto que se ha
comprobado disminución del engrosamiento pleural de forma
espontánea.

El manejo de los hemotórax de etiología diferente a la traumática es


similar al del hemotórax traumático, así como sus complicaciones

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