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los perjuicios que hubiese sufrido en el desempeño de su cargo. La misma obligación le incumbirá
cuando la gestión hubiera tenido por objeto evitar algún perjuicio inminente y manifiesto, aunque
de ella no resultase provecho alguno.
Artículo 1894 Cuando, sin conocimiento del obligado a prestar alimentos, los diese un
extraño, éste tendría derecho a reclamarlos de aquél, a no constar que los dio por oficio de piedad y
sin ánimo de reclamarlos. Los gastos funerarios proporcionados a la calidad de la persona y a los
usos de la localidad deberán ser satisfechos, aunque el difunto no hubiese dejado bienes, por
aquellos que en vida habrían tenido la obligación de alimentarle.
La gestión útil o provechosa. El artículo 1.983 establece que “aunque no hubiere ratificado
expresamente la gestión ajena, el dueño de bienes o negocios que aproveche las ventajas de la
misma será responsable...”, identificando así el supuesto que la gestión le resulte útil. Por lo tanto,
el dominus ha de considerarse responsable de las obligaciones contraídas por el gestor, ha de
indemnizar a éste de los gastos necesarios y útiles que hubiese hecho y ha de afrontar los perjuicios
que el gestor haya sufrido en el desempeño de su cargo.
La gestión precautoria. Igualmente es contemplada en sentido objetivo la gestión de
negocios ajenos (gestión precautoria) que tiene por fundamento la evitación de un daño inminente y
manifiesto.
La objetividad viene dada ahora no por el hecho de que el dominus obtenga
aprovechamiento positivo alguno de la gestión, sino porque la iniciativa del gestor encuentre su
fundamento en la evitación de algún mal inminente y manifiesto.
El carácter manifiesto del mal requiere la existencia de circunstancias que, de forma objetiva
y generalizada, justifiquen la intervención gestoría de cualquier persona. La inminencia del
perjuicio, obviamente, está referida al hecho de que la evitación del mismo exija la intervención
gestoría ajena de forma temporánea o precisa, ya que su dilación supondría el efectivo acaecimiento
perjudicial o dañino para el dominus.
Concepto y presupuestos.
La sección segunda del capítulo dedicado a los cuasicontratos (artículos 1.895 a 1.901) tiene
por objeto la regulación del “cobro de lo indebido” que tradicionalmente había sido denominado
“pago de lo indebido”. Según el artículo 1.985 “Cuando se recibe alguna cosa que no había derecho
a cobrar, y que por error ha sido indebidamente entregada, surge la obligación de restituirla”. No
obstante, hablar de “pago de lo indebido” o de “cobro de lo indebido” resulta intrascendente, pues
en definitiva es una mera cuestión de perspectiva de un mismo acto jurídico que, en los sustancial,
consiste en que alguien, por incurrir en error, paga algo que no debe o más de lo que debe o a quien
no debe.
La doctrina y jurisprudencia suelen indicar que en los supuestos de hecho del pago de lo
indebido deben darse tres requisitos: pago efectivo con animus solvendi, inexistencia de vínculo
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obligatorio entre solvens y accipiens o inexistencia de obligación entre quien paga y quien recibe, y
error por parte de quien hizo el pago.
SECCIÓN SEGUNDA Del cobro de lo indebido
Artículo 1895 Cuando se recibe alguna cosa que no había derecho a cobrar, y que por error
ha sido indebidamente entregada, surge la obligación de restituirla.
Artículo 1896 El que acepta un pago indebido, si hubiera procedido de mala fe, deberá
abonar el interés legal cuando se trate de capitales, o los frutos percibidos o debidos percibir cuando
la cosa recibida los produjere. Además responderá de los menoscabos que la cosa haya sufrido por
cualquier causa, y de los perjuicios que se irrogaren al que la entregó, hasta que la recobre. No se
prestará el caso fortuito cuando hubiese podido afectar del mismo modo a las cosas hallándose en
poder del que las entregó.
Artículo 1897 El que de buena fe hubiera aceptado un pago indebido de cosa cierta y
determinada, sólo responderá de las desmejoras o pérdidas de ésta y de sus accesiones, en cuanto
por ellas se hubiese enriquecido. Si las hubiese enajenado, restituirá el precio o cederá la acción
para hacerlo efectivo.
Artículo 1898 En cuanto al abono de mejoras y gastos hechos por el que indebidamente
recibió la cosa, se estará a lo dispuesto en el título V del libro segundo.
Artículo 1899 Queda exento de la obligación de restituir el que, creyendo de buena fe que se
hacía el pago por cuenta de un crédito legítimo y subsistente, hubiese inutilizado el título, o dejado
prescribir la acción, o abandonado las prendas, o cancelado las garantías de su derecho. El que pagó
indebidamente sólo podrá dirigirse contra el verdadero deudor o los fiadores respecto de los cuales
la acción estuviese viva.
Artículo 1900 La prueba del pago incumbe al que pretende haberlo hecho. También corre a
su cargo la del error con que lo realizó, a menos que el demandado negare haber recibido la cosa
que se le reclame. En este caso justificada por el demandante la entrega, queda relevado de toda otra
prueba. Esto no limita el derecho del demandado para acreditar que le era debido lo que se supone
que recibió.
Artículo 1901 Se presume que hubo error en el pago cuando se entregó cosa que nunca se
debió o que ya estaba pagada; pero aquél a quien se pida la devolución puede probar que la entrega
se hizo a título de liberalidad o por otra causa justa.
La obligación de restitución.
La consecuencia fundamental del pago de lo indebido estriba en que, para el accipens, surge
la obligación de restituir.
El alcance y la extensión objetiva de la obligación de restitución es diverso en dependencia
de la buena fe o mala fe del accipiens. La buena fe del accipiens puede determinar también la
inexistencia de la obligación de restituir en sí misma considerada en los supuestos contemplados en
el artículo 1.899.
Establece esta norma la “exención de la obligación de restituir” cuando el verdadero
acreedor, de buena fe y entendiendo que el pago correspondía a un crédito legítimo y subsistente del
que es titular, lleve a cabo cualquiera de los siguientes actos:
Inutilización del título correspondiente al derecho de crédito.
Dejar transcurrir el plazo de prescripción sin reclamar por el crédito (por entenderlo ya
pagado).
Abandono de las prendas.
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supongan aumentar el rendimiento económico de la cosa fructífera a que benefician o el valor de las
cosas no fructíferas. Los gastos suntuarios no son abonables al poseedor de mala fe ni tampoco al
poseedor de buena fe.
Por ello, la opción del Código es permitir que el poseedor que ha efectuado gastos de
carácter suntuario pueda llevarse los adornos y ornamentos añadidos a la cosa principal. Ahora bien,
tanto en el caso de posesión de mala fe cuanto de buena fe, para que el poseedor pueda retirar los
adornos han de darse dos requisitos:
1º.Que la cosa principal no sufra deterioro por la separación de los adornos u ornamentos
que en su día se le incorporaron.
2º.Que el sucesor en la posesión no prefiera quedarse con los adornos incorporados
abonando: el importe de lo gastado en su día, en caso de poseedor de buena fe, o el valor que
tengan en el momento de entrar en la posesión, en caso de poseedor de mala fe.
2º.Insistencia de causa. Que para ser injusto o sin causa, carezca de toda razón jurídica. Es
decir se trata simplemente de que no exista hecho, acto o situación alguna que justifique el
desplazamiento patrimonial, una razón de ser que, además de ser lícita, lo justifique.
3º.Que, en correlación con el enriquecimiento, se produzca un paralelo empobrecimiento en
el patrimonio de otra persona, con el efecto de haberse de restituir o resarcir.
4º.El enriquecimiento de una de las partes y el enriquecimiento de la otra deben encontrarse
estrechamente interconectados o ser entre sí interdependientes.
Las consecuencias propias de las situaciones de enriquecimiento injusto radican en procurar
el reequilibrio patrimonial de los sujetos afectos por las situaciones de enriquecimiento sin causa.
Por tanto, el empobrecido, demandante, reclamará al enriquecido ora los bienes que se hayan
podido incorporar a su patrimonio, ora una cifra dineraria.
La obligación de restituir no puede exceder de la medida del enriquecimiento. En el caso de
pluralidad de deudores, ha de configurarse como solidaria.
La acción de enriquecimiento es una acción personal. Por tanto, en cuanto no se encuentra
regulada especialmente, en la relación con la prescripción debe entenderse que rige el plazo general
de los quince años previstos en el artículo 1.964